Logo Studenta

10-726-10571jyh

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

9 
Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega: 
La ficción intercalada 
 
Ana Lahoz Funes 
Las Cumbres, Ubrique, Cádiz 
lahozfunes@hotmail.com 
 
1. INTRODUCCIÓN 
 
Los cronistas de Indias no se limitaban a narrar los hechos acaecidos como en 
las crónicas medievales sino que proporcionaban abundantes noticias sobre las 
costumbres indígenas, la geografía, la fauna y la flora de las tierras descubiertas; 
describían el espectáculo prodigioso que les ofrecía el Nuevo Mundo. Estos escritos 
guardan un importante valor estético ya que en ellos predomina el estilo personal del 
autor, el cual nos transmite su experiencia vivida dándonos una visión subjetiva y 
apasionada ante lo que descubre, de ahí que estos escritos esté más próximos a la 
literatura que a la historia. Fue Colón desde su Diario de a bordo quien inició el proceso 
de ficcionalización de América con el mito del buen salvaje, literaturizando el Nuevo 
Mundo. Este proceso de literaturización en las crónicas fue el que llevó al filósofo 
Edmundo O´Gorman a afirmar que América no fue descubierta, sino inventada por los 
europeos del siglo XVI
1
. 
Entre las numerosas crónicas de Indias que nos encontramos en las décadas 
posteriores al descubrimiento, nos hemos interesado por la del humanista Garcilaso de 
la Vega. Escritores como Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias o Mario Vargas 
Llosa coinciden en destacar al Inca Garcilaso de la Vega como uno de los primeros 
escritores mestizos que nacieron en el continente americano, y señalan el carácter 
literario de sus crónicas en los inicios de la literatura hispanoamericana. 
Al acercarnos a la vida y obra del Inca Garcilaso lo primero que nos llamó la 
atención fue su personalidad: un hombre descendiente de una princesa inca y de un 
conquistador español, nacido en el Cuzco, centro del imperio inca, pero viviendo su 
madurez en Montilla, un pueblecito de Córdoba; un autor que nos cuenta el pasado 
glorioso del impero Inca pero dejando constancia de ese pasado en lengua española; un 
 
1
 Cfr. Edmundo O´Gorman, The Invention of America, Bloomington, 1961. 
 
10 
hombre del Renacimiento pero que se forma durante los últimos años del siglo XVI 
para escribir en el Barroco; un autor que nos escribe no solo de la historia, sino que 
también se interesa por la etnografía, la filosofía neoplatónica, la poesía, la gramática y 
la literatura, dando un carácter interdisciplinario a su obra
2
. 
Es decir, un mestizo no solo en su raza, sino también en su tiempo y en su obra, 
de la que solo dejó cuatro ejemplos
3
: una traducción de los Diálogos de amor (1590) de 
León Hebreo, La Florida del Inca (1605), los Comentarios reales (1609) y su 
continuación en una obra ya póstuma titulada por sus editores sucesivos como Historia 
General del Perú (1617). De esta importante literatura, la que mayor interés nos 
produce son los Comentarios reales, una obra en la que se recoge el pasado del impero 
Inca, su historia, sus costumbres y tradiciones, y concretamente la aparición de cuentos, 
fábulas y anécdotas que el Inca retoma, en numerosas ocasiones, de la transmisión oral 
de ese pasado lleno de esplendor. 
El Perú ofrecía para los exploradores una región desconocida y vastísima 
donde plasmar numerosas leyendas y con una variedad geográfica y natural donde poder 
situar el paraíso terrenal. Las grandes relaciones en torno al mundo americano ya se 
habían escrito cuando el Inca inició su obra, de cuyas primeras noticias de redacción las 
encontramos desde 1586 hasta 1604. Pero lo que el escritor cusqueño nos va a ofrecer es 
una revisión histórica de dichas crónicas, y la aportación lingüística y el conocimiento 
epistemológico de numerosas palabras quechuas, así como la introducción de estas 
historias intercaladas en donde se recogen fábulas y cuentos que él recuerda de su 
infancia. El Inca completa con la experiencia lo que las autoridades no podían aportar: 
el conocimiento directo. 
El autor cusqueño coteja crónicas y corrige datos y errores de los historiadores 
que le preceden, siguiendo el método de análisis que le inculcó el historiador andaluz 
Ambrosio Morales en su obra Las antigüedades de España (1575), método basado en 
datos objetivos y con el fin de reconstruir la verdad de los hechos. Se erige como 
autoritas por ser testigo y ser natal del Cuzco y así lo va corroborando en numerosas 
ocasiones con su conocimiento de la lengua quechua, su lengua materna, en su 
 
2
 Cfr. Dante Liano, “El Inca Garcilaso, escritor de frontera” en Nuevas lecturas de La Florida 
del Inca, C. de Mora & A. Garrido Aranda (eds.), Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2008, pp. 
13-18. 
3
 No recogemos en esta lista su obra Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas, 
terminada en 1596, debido a que hemos recogido solo las obras que tienen un marcado carácter literario. 
 
11 
pertenencia a la nobleza cuzqueña así como con su acercamiento directo hacia los 
conquistadores conocidos por su padre el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y 
Vargas. 
 
2. FUENTES E INFLUENCIAS 
El discurso historiográfico compartía los mismos recursos retóricos que la 
prosa de imaginación, y con los elementos más modernos de la nueva historiografía 
humanística renacentista: datos de la economía y la política, consideraciones 
lingüísticas, el método comparativo de la historia de las religiones, geografía, contraste 
de fuentes tanto escritas como orales. Es decir, Garcilaso en su obra tiene como base las 
diversas tendencias representativas de la historiografía renacentista: la humanística de 
las letras italianas, los anticuarios de Córdoba y los clasicistas como Herodoto o 
Tucídides. 
Enrique Pupo-Walker nos explica esta influencia: 
 
Sabemos que los textos del Inca toman como uno de sus referentes principales la 
escritura refinada que tanto celebró la historiografía del humanismo renacentista. El 
Quattrocento, al rechazar la mecánica expositiva de los cronistas medievales formuló a su vez 
una concepción de la historia que establece correspondencias directas entre el virtuosismo 
narrativo y la verosimilitud de lo relatado
4
. 
 
Encontramos, por tanto, que en el siglo XVI los límites entre historia y 
literatura no estaban bien definidos aún, de ahí que sea frecuente encontrar en las 
relaciones y crónicas de Indias, en un principio, compuestas con una intención histórica 
y verídica, la inserción de cuentecillos y anécdotas obtenidas de la literatura de ficción. 
Rosa Pellicer explica la relación entre historia y literatura en la siguiente cita: 
 
La consideración de la historia como un artefacto literario pone en duda la 
legitimidad de contraponer el relato ficticio al histórico. La diferencia entre historia y ficción era 
todavía más compleja en los siglos XV y XVI. […] La historia incorporaba gran número de 
 
4
 Enrique Pupo-Walker, “Los Comentarios Reales y la historicidad de lo imaginario”, Revista 
Iberoamericana, nº 104-105, Julio-Diciembre, 1978, p. 397. 
 
12 
elementos novelados y el relato ficticio otorgaba a su obra un carácter didáctico-doctrinal propio 
de la historia, a la vez que insistía en la veracidad de sus hechos fabulosos
5
. 
 
En consecuencia, la historiografía del siglo XVI sería una mezcla de dos 
géneros: la historia y la literatura, y tendría como modelo al autor griego Herodoto. Así 
lo explica Anderson Imbert cuando afirma que “la narrativa comenzó en el Nuevo 
Mundo como había comenzado en el viejo: en la historiografía de Herodoto, padre de la 
historia y del cuento y también nuestros cronistas de Indias tuvieron esa doble 
paternidad”
6
. 
En 1609, fecha en la que se edita en Lisboa los Comentarios Reales del Inca 
Garcilaso, el cuento o relato cortocontaba en Europa con una larga tradición, y se 
mostraba como uno de los principales géneros narrativos. En España podemos destacar 
la popularidad de la que gozaban los libros de exempla y otras colecciones de cuentos 
desde principios del siglo XII con la obra Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso, 
durante toda la Edad Media con la traducción de obras de origen oriental como el Calila 
e Dimna (1251) o el Sendebar (1253), y ya en lengua castellana con el Libro del conde 
Lucanor (1335) de don Juan Manuel donde podemos observar la independencia del 
género breve. Hay pues que tener en cuenta la tradición cuentística medieval española, y 
los libros de ejemplos utilizados por la clerecía para enseñar al pueblo en sus sermones
7
. 
Además de la tradición cuentística española, Garcilaso conoce la tradición 
literaria del cuento o novella en Italia. En opinión de Enrique Pupo-Walker: 
 
No sería aventurado pensar que un hombre de su bagaje cultural y curiosidad hubiese 
tenido acceso a colecciones de relatos y anecdotarios que habían alcanzado una gran difusión en 
España a lo largo del siglo XVI. Por ejemplo: Silva de varia lección de Pedro Mexía y la 
 
5
 Rosa Pellicer, “La Florida del Inca y otras relaciones de la expedición de Hernando de Soto: 
historia y ficción”, en C. de Mora y A. Garrido Aranda (eds.), Nuevas lecturas de La Florida del Inca, 
Iberoamericana-Vervuert, Madrid, Frankfurt, 2008, p. 103. 
6
 Enrique Anderson-Imbert, Historia de la literatura latinoamericana, vol. 1, Fondo de Cultura 
Económica, México, 1987, p. 117. 
7
 Es importante señalar que el Inca tomó órdenes menores con los jesuitas cuando se trasladó a 
Córdoba en 1591 y tendría conocimientos de esta literatura ejemplar. Asimismo, serán los jesuitas 
quienes le facilitarán la obra incompleta del padre Blas Valera. 
 
13 
cuentística popular. Muchos de esos relatos, con frecuencia versiones, inspiradas en novellas de 
Boccaccio, Bandello y Giraldi, ofrecían esquemas refinados y novedosos de la narrativa breve
8
. 
 
El cuento o relato corto aparecerá en el siglo XV y XVI insertado no solo en 
obras de carácter historiográfico como en las crónicas de Indias sino también en otras de 
ficción como El Quijote o El Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, de gran éxito en 
América. Ambas obras utilizan también la técnica narrativa de los episodios 
intercalados dentro del canon de la variedad aceptado por el Renacimiento, preceptos 
retóricos que tiene en cuenta el autor peruano. El cuento, por tanto, es utilizado como 
eslabón de una cadena, como pretexto (en las crónicas o en los sermones), y como 
narración hilada o no con otras como en las colecciones de exempla y las obras italianas 
de Boccaccio o Gibaldi
9
. 
La lectura de las historias intercaladas es un ejemplo de la recopilación y 
lecturas que llevó a cabo Garcilaso durante toda su vida, y que darían como resultado la 
gran obra de los Comentarios. Lecturas históricas, de retórica, hagiografías, morales y 
religiosas, de ficción, leyendas; autores clásicos, autores del renacimiento italiano y 
español, etc. Todas estas lecturas son materia primordial para la redacción de su obra. 
En la colección privada del autor aparecen una serie de obras de historia europea y del 
Nuevo Mundo, obras clásicas y de autores italianos, obras de la tradición cristiana y 
algunas de la ficción española como La Celestina, El Guzmán de Alfarache o El jardín 
de las flores curiosas (1570) de Antonio de Torquemada. 
Apreciamos la influencia de una literatura llena de ficción como son los hechos 
imaginados y extraordinarios que encontramos en las anécdotas del Antiguo 
Testamento, los personajes y seres fantásticos que inundan la mitología clásica, además 
de los componentes de aventura y ficción de los libros de caballería. El mismo 
Garcilaso nos advierte de estas relaciones: El que las leyere podrá cotejarlas a su gusto, 
que muchas hallará en semejante a las antiguas, así de la Santa Escritura como de las 
profanas y fábulas de la gentilidad antigua. (Libro primero, capítulo XIX, vol. 1). 
También debemos recordar que en el siglo XVI toda esta literatura llena de 
leyendas, cuentos, anécdotas, profecías y tradición formaban parte del pensamiento 
 
8
 Enrique Pupo-Walker, Historia, creación y profecía en los textos del Inca Garcilaso de la 
Vega, Ed. José Porrúa Turanzas, Madrid, 1982, p. 172. 
9
 Conocemos que el Inca poseía estas obras en su biblioteca debido al estudio realizado por 
José Durand en “La biblioteca del Inca”, NRFH, nº 2, 1948, pp. 239-264. 
 
14 
histórico, y en la mayoría de las ocasiones, tenidas en cuenta no como literatura sino 
como hechos verídicos sucedidos en la historia antigua. Enrique Pupo Walker lo 
comenta así: 
 
Como Herodoto, Tucídides y Plinio, muchos siglos antes, Garcilaso comprendió, con 
agudeza ejemplar, que el valor de las fábulas no radicaba en la historicidad rigurosa de lo 
narrado. Apoyándose tanto en sus conocimientos historiográficos, como en su intuición, el Inca 
entendió que en el mito y la leyenda subyace una vivencia colectiva y un concepto de la 
sabiduría que sí puede tener sentido histórico.
10
 
 
La influencia de las Sagradas Escrituras en las crónicas de Indias proviene 
directamente de la historiografía medieval la cual se basaba en la Biblia principalmente 
y en el concepto moral y alegórico de la historia. Los hechos, anécdotas, parábolas e 
historias contadas en la Biblia eran tenidos en cuenta como verídicos, y la importancia 
de su carácter sagrado. 
Los orígenes de las culturas, ciudades, imperios, están basados en leyendas o 
mitos fundacionales. Las grandes civilizaciones de la antigüedad (China, Grecia Roma, 
Egipto, Mesopotamia…) siempre han tratado de explicar sus orígenes en base a mitos y 
leyendas dando un vuelco fantástico a los hechos históricos que en el fondo encierran 
algo de verdad. 
Los mitos seleccionados por el escritor cuzqueño guardan coherencia con los 
fines pretendidos por él: la semejanza de los mitos incaicos con los mitos clásicos para 
elevar su propia cultura a la categoría de cultura clásica, la idealización del imperio 
inca, así como establecer una línea de sucesión desde los primeros incas hasta sus 
antepasados como forma de reivindicación de su propia persona y linaje. 
El profesor Miguel Zugasti nos explica que: 
 
Poner en letra las antiguallas de los incas supone retrotraerse a los orígenes, bucear en 
el fondo de los tiempos y sacara a luz los hechos prodigiosos y sobrenaturales que están en la 
base de su cultura. Tal aproximación requiere zambullirse de lleno en el mito, entendido éste 
 
10
 Enrique Pupo-Walker, op. Cit. p. 215. 
 
15 
como algo sagrado, ejemplar, permeable al transcurso de los siglos, con el estatus de historia 
verdadera de toda una civilización, a la cual dota de significado y valor existencial
11
. 
 
La primera leyenda o fábula ancestral es la que aparece en el Capítulo XV del 
libro primero: “El origen de los Incas Reyes del Perú”. Esta primera versión del origen 
de los incas sería la oficial, divulgada por los descendientes de la realeza incaica, y 
relatada por el tío del Inca, el viejo Cusi Huallpa, perteneciente a la dinastía incaica. 
Nos sitúa el origen del imperio en la laguna Titicaca donde el Dios Sol dejó a sus 
descendientes, Manco Cápac y Mama Ocllo, y les entregó una barra de oro con la que 
señalar el lugar donde habrían de fundar la ciudad imperial del Cuzco. Es importante 
señalar la función mágica de esa barra de oro y su analogía con el bastón de Moisés con 
el cual separa las aguas del Mar Rojo. Aparecen claras resonancias bíblicas en estas 
“fábulas historiales” y con Adán y Eva, o con Moisés y su misión de civilizar a su 
pueblo.En el capítulo XVIII titulado “De fábulas historiales del origen de los Incas” 
recoge las otras dos versiones del mito fundacional del imperio Inca obtenidas de la 
gente común del Cuzco y las distinguen como “fábulas historiales”. Son versiones más 
populares que sobreviven en la tradición oral andina y que se diferencian en ciertos 
matices. Las tres versiones coinciden y guardan el principio de dualidad: la primera se 
divide en dos con Manco Cápac y su mujer; en la segunda Garcilaso recoge la versión 
cuatripartita del Tahuantinsuyo; y en la tercera nos relata el mito de los cuatro hermanos 
Ayar (recogidos también en otras crónicas como la de Díaz de Betanzos, la de Cieza de 
León y la de Sarmiento de Gamboa). 
En esta última versión, se nos explica la fundación del Tahuantinsuyo gracias 
al ser supremo Viracocha, el cual después de crear a los hombres y ver que estos se 
enfrentaban entre sí, les envió un diluvio para acabar con las guerras. Nuestro autor 
añade el motivo literario del diluvio, con una clara referencia bíblica hacia el Antiguo 
Testamento y el diluvio universal: y asimismo tiene algo semejante a la historia de Noé, 
como algunos españoles han querido decir. 
Mercedes Serna explica el mito del diluvio también en otras culturas 
precolombinas: 
 
11
 Miguel Zugasti, “Lo prodigioso y sobrenatural en los Comentarios Reales”, en Humanismo, 
mestizaje y escritura en los Comentarios Reales, C. de Mora, G. Serés & M. Serna (eds.), 
Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, pp. 361-381. 
 
16 
 
El mito del diluvio hace referencia al ritmo cósmico y al mito de las edades. El diluvio 
es causa de la destrucción de generaciones de hombres en muchas mitologías. La humanidad es 
decadente y el mundo ha envejecido por lo que el diluvio sirve para que la humanidad se 
renueve. El hombre actual aprende, tras el castigo, a seguir una conducta correcta para no ser 
destruido. El mito del diluvio sirve, asimismo, para marcar un orden cronológico: la época en la 
que se da la transformación del hombre del pasado al presente
12
. 
 
Sigue Garcilaso el modelo historiográfico renacentista pues se aprovecha de 
leyendas y fuentes literarias de la Antigüedad Clásica, ya que el mito del diluvio está 
también directamente relacionado con el mito de Pirra y Deucalión, únicos 
supervivientes del diluvio de Zeus como castigo a la humanidad. Este mito nos da 
cuenta del pensamiento de un tiempo cíclico, y la posibilidad de que tras el fin de un 
mundo deteriorado llegue otro mejor y renovado. 
El escritor peruano es consciente del alto componente imaginativo que reside 
en estas fábulas historiales pero se justifica también de su utilización: Y de esta manera 
son todas las historias de aquella antigüedad, y no hay que espantarnos de que gente 
que no tuvo letras con que conservar la memoria de sus antiguallas trate de aquellos 
principios tan confusamente, pues los de la gentilidad del Mundo Viejo, con tener letras 
y ser tan curiosos en ellas, inventaron fábulas tan dignas de risa y más que estotras, 
pues una de ellas es la de Pirra y Deucalión y otras que no pudiéramos traer a cuenta. 
Las crónicas de Indias están plagadas de mitos, seres y personajes de la 
mitología grecolatina. El mito de las amazonas, el de las Hespérides, el mito de la fuente 
de la eterna juventud, el mito del El dorado, que movieron a los conquistadores 
españolas a lograr el éxito en las Indias, de ahí su difusión para motivar a las huestes. 
Durante todo el siglo XVI, las referencias al oro de las minas del rey Salomón 
son frecuentes en numerosos escritos, reactivadas por el Nuevo Mundo descubierto y las 
especulaciones de los exploradores. Desde los escritos del diario de Colón, el mito de El 
Dorado ha ido repitiéndose en numerosas crónicas y relaciones de Indias dentro de lo 
que se ha denominado “el discurso de la abundancia”. El teólogo Benito Arias 
Montano propuso la búsqueda de Ophir en el nombre del Perú , dando así una 
 
12
 Mercedes Serna, “Los mitos de los tayronas, los chibchas o muiscas y sus analogías con los 
europeos y asiáticos” en Mito, palabra e historia en la tradición latinoamericana. J. C. Rovira & E. 
Valero Juan (eds.) Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2013, p. 60. 
http://en.wikipedia.org/wiki/Benito_Arias_Montano
http://en.wikipedia.org/wiki/Benito_Arias_Montano
http://en.wikipedia.org/wiki/Peru
 
17 
explicación a la aparición de los nativos peruanos que sería los descendientes de Ophir, 
y durante décadas se situó el reino bíblico de Ophir en el Perú porque en ambos lugares 
el oro y la madera se daban en abundancia. 
En el Capítulo XXV del libro Tercero titulado “Del famoso templo del Titicaca 
y de sus fábulas y alegorías” el escritor cuzqueño recuperará las “fábulas ancestrales” 
sobre los orígenes del imperio en relación con el mito del Dorado. Garcilaso, 
aprovechando la creencia de los Incas en estas fábulas, rescata de la memoria el 
“cuento” de los tesoros que hay escondidos en las montañas, lagos y cuevas que rodean 
a la ciudad imperial del Cuzco: los incas ofrecían oro, plata y piedras preciosas a su 
Dios Sol, quedando los tesoros custodiados en los templos levantados en honor a dicha 
deidad. Con la llegada de los españoles, fueron tomando los indios todas estas riquezas 
y las echaron en el lago Titicaca. Con el tiempo, fue aumentando esta fama del oro 
escondido y el escritor recogió la leyenda para alimentar la creencia en torno al mito del 
oro americano. 
Otra historia que guarda relación con el mito del Dorado la encontramos en el 
capítulo XXIX del libro séptimo “Tres torreones, los maestros mayores y la piedra 
cansada” (Ver anexo C) en el que se recoge la fábula de la piedra cansada que lloró 
sangre. El autor comienza el capítulo con una descripción de la fortaleza que los indios 
llamaron Móyoc Marca. Desde los inicios ya aparecen elementos fabulosos o literarios 
como la fuente que trae mucha agua y muy buena la cual los indios no saben decir de 
dónde ni por dónde. Garcilaso se vuelve a poner como protagonista y testigo de la 
historia: bien muchacho, con otros de mi edad, subí muchas veces a la fortaleza. 
Continúa la fábula con la narración de la piedra cansada que se encuentra antes 
de la fortaleza la cual, dicen los indios, que se cansó y lloró sangre y no pudo llegar al 
edificio, quedando parte de ella debajo del suelo. Tiempo después nos dice Garcilaso 
que los españoles intentarían cavar debajo de la piedra pensando encontrar allí los 
grandes tesoros. Sin embargo, y a diferencia de otras fábulas recogidas, el escritor 
recoge a continuación la “verdad historial” explicada por los filósofos y sabios amautas 
quienes aclaraban que la sangre que derramó dicen que es la que lloró, porque la 
lloraron ellos (los indios) y porque no llegó a ser puesta en el edificio. Decían que se 
cansó y que no pudo llegar allá porque ellos se cansaron de llevarla. 
Tenemos en los Comentarios la aparición de otros motivos literarios 
procedentes de la literatura de ficción y la mitología clásica como son las referencias a 
gigantes y seres maravillosos reflejados en el capítulo IX del libro nono titulado “De los 
 
18 
gigantes que hubo en aquella región y la muerte de ellos”. En este capítulo, Garcilaso 
hace un inciso en las descripciones geográficas para insertar la historia notable de los 
gigantes de la isla de Santa Elena según la versión que ofrece el cronista Pedro Cieza de 
León. 
Es clara la influencia y la imaginación de la cultura clásica así como el 
concepto de aventura del mundo clásico prolongado en la iconografía teratológica 
medieval, donde aparecía seres monstruosos y gigantes que habitaban las regiones 
desconocidas para el ser humano y que serán descubiertas en la literatura de ficción por 
los caballerosandantes. Todo este imaginario de seres maravillosos es filtrado en la 
mente del conquistador y el misionero que espera encontrarse con los paisajes, seres, 
aventuras y desventuras que encuentra en la literatura de ficción y concretamente en los 
libros de caballerías. 
Algunos de los que viajaban a las Indias eran hombres con estudios, que 
conocían a los autores clásicos y la mitología grecolatina en viva recuperación desde el 
Renacimiento, así como las historias relatadas en la Biblia (por ejemplo, la del gigante 
Goliat), por lo que llevaban una idea preconcebida del mundo que se iban a encontrar. 
Además habría que mencionar el conocimiento y popularidad de los bestiarios y libros 
de maravillas medievales. 
En estas historias de gigantes suelen aparecer los mismos elementos: el 
enfrentamiento o desobediencia de estos con alguna divinidad; su bestialidad reflejada 
en su comportamiento, en sus actos de sacrificio, en su canibalismo; un desmesurado 
apetito; y la práctica de la sodomía. El profesor Rodrigo Pardo Fernández
13
, nos explica 
que la sodomía era común en la América precolombina y que sería uno de los ejemplos 
de barbarie y salvajismo de los indígenas. En las crónicas aparece esta imagen del indio 
construida por los europeos para explicar la necesidad de conquista, colonización y 
civilización. 
En la historia de los gigantes de Santa Elena encontramos una lectura moral o 
ética: estos gigantes serán castigados y eliminados por Dios debido a los pecados que 
practicaban: y afirman los naturales que Dios Nuestro Señor, no siendo servido de 
disimular pecado tan malo, les envió el castigo conforme a la fealdad del pecado; y así 
 
13
 Cfr. Rodrigo Pardo Fernández, “Sobre la vida de los gigantes y otras idolatrías en los 
Comentarios Reales: una lectura comparada”, en Este gran laberinto: estudios filológicos en el 
centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga Lizarraga & M. Prendes Guardiola (eds.) 
Cuadernos de Humanidades, nº 17, 2009, pp. 35-48. 
 
19 
dicen que, estando todos juntos envueltos en su maldita sodomía, vino fuego del cielo, 
temeroso y muy espantable, haciendo gran ruido, del medio del cual salió un ángel 
resplandeciente con una espada tajante y muy refulgente, con la cual de un solo golpe 
los mató a todos. 
También encontramos la influencia de otro tipo de literatura de ficción como 
son los libros de viajes plagados de aventuras y desventuras, naufragios, horizontes, etc. 
Hay que recordar que Garcilaso guardaba en su biblioteca las Etiópicas de Heliodoro, 
considerada esta obra como el modelo de los libros de aventuras y recuperada de la 
antigüedad por los autores del Renacimiento. Si bien las crónicas de Indias no fueron en 
un principio concebidas por sus autores como relatos de viajes, aparecen en ella lugares 
remotos, y gentes y culturas no conocidas, una geografía desconocida que invitaba a la 
aventura. 
En los Comentarios vemos recogidos dos relatos de viajes que finalizan en el 
naufragio de sus protagonistas: la primera historia es la del piloto anónimo recogida en 
el libro primero, capítulo III “Cómo se descubrió el Nuevo Mundo” la cual supone el 
origen del conocimiento de Colón sobre las tierras del Nuevo Mundo. Es interesante 
detenernos en dicha leyenda debido a sus características narrativas como la narración en 
tercera persona o los motivos literarios que recoge como la aparición de la tempestad, 
poder sobrenatural que escapa al control de la mano del hombre: 
 
Le dio un temporal tan recio y tempestuoso que no pudiendo resistirle, se dejó 
llevar de la tormenta y corrió veinte y ocho o veinte y nueves días sin saber por dónde 
ni adónde, porque en todo este tiempo no pudo tomar el altura por el sol ni por el Norte. 
 
Dicha tempestad aparece también con un carácter providencial ya que Dios 
sitúa a partir de este suceso al hombre en el Nuevo Mundo para que expanda en él la fe 
del cristianismo. El carácter providencial de la conquista es una de las características 
que se recogen en las Crónicas de Indias: Dios interviene en la historia española y la 
señala como instrumento para expandir el orbe cristiano. Es Dios Todopoderoso el que 
hace posible desde un comienzo que Colón pueda descubrir esta nueva ruta hacia el 
Nuevo Mundo: 
 
Mas el Señor Todopoderoso, cuando quiere hacer misericordias, saca las más 
misteriosas y necesarias de causas contrarias […] que también usó de esta su piedad 
 
20 
para enviar su Evangelio y luz verdadera a todo el Nuevo Mundo, que tanta necesidad 
tenía de ella, pues vivían, o, por mejor decir, perecían en las tinieblas de la gentilidad e 
idolatría tan bárbara y bestial como en el discurso de la historia veremos (p. 12, vol.1). 
 
Son varias las crónicas en las que aparecen los naufragios y desventuras de los 
conquistadores, destacando la Historia general y natural de las Indias de González 
Fernández de Oviedo. La tempestad, los naufragios, las nubes, los diluvios son motivos 
literarios que también aparecen en numerosas obras de ficción como los libros de 
caballerías. Estos fenómenos funcionan como trance entre el mundo real y el posible 
mundo imaginario, desconocido, en el que ocurren toda serie de aventuras y en el que 
podemos proyectar nuestras ilusiones y ambiciones. Las utopías se abren tras el 
hallazgo tempestuoso de descubrir nuevos mundos. 
Estos fenómenos van acompañados también de la enumeración de los esfuerzos 
del viaje y de las desgracias a los que se ve sometido el explorador para llevar a cabo su 
empresa. Las dificultades del viaje son una marca textual propia del relato de viajes en 
el siglo XVI
14
: la falta de alimentos deriva a la sed y al hambre (temas señalados en la 
literatura picaresca que conocía nuestro autor), lo que a la larga produce enfermedades y 
desesperación por la supervivencia, terminando en la antropofagia relatada en algunos 
naufragios como los de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, o en la historia recogida por 
Garcilaso en el “cuento extraño” que aparece en el capítulo XXII del libro nono, en 
relación a la abundancia y peligros de las ratas en los barcos. En la leyenda del piloto 
Alonso Sánchez nos comenta el Inca que de los catorce tripulantes del barco solo 
sobrevivieron, en un principio, cinco, para fallecer todos poco después. 
Esta leyenda del piloto anónimo aparece también recogida en la Historia 
general de las Indias de López de Gómara, de la que Garcilaso corregirá algunos 
errores puesto que él testimonia que sí escuchó la historia del piloto Alonso Sánchez en 
casa de su padre de la voz de otros conquistadores al contrario de López de Gómara 
quien jamás pisó las Indias. Lo que más nos interesa es que Garcilaso muestra en este 
capítulo su maestría como narrador, tomando una leyenda ya difundida y aceptada en el 
siglo XVII, para convertirla en un pequeño relato literario gracias a los detalles que nos 
ofrece en la narración. 
 
14
 Cfr. Jimena Rodríguez, “Fatigas y esfuerzos: marcas textuales del relato de viajes en 
crónicas de la conquista”, Revista Especulo, Universidad Complutense de Madrid, nº 42, 2009, 
http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html (última vez visitada el 20/10/2013). 
http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html
 
21 
Nuestro autor incluye otro naufragio con la historia de Pedro Serrano para que 
este capítulo no sea tan corto en el Libro primero, Capítulo VIII “La descripción del 
Perú”. En capítulos anteriores ya había sido anticipada esta historia, pienso que como 
estrategia narrativa para intrigar al lector, y en ella podemos observar la preocupación 
formal por la composición que caracteriza al Inca. El autor denomina “cuento” a esta 
historia relatada por un caballero, Garcí Sánchez de Figueroa, a quien se lo oí, que 
conoció a Pedro Serranoy escuchó la historia de él mismo. De nuevo aparece el lugar 
mítico de la isla al igual que en la leyenda del piloto anónimo. Esta isla es llamada 
como “Serrana”. Sabemos la importancia que Garcilaso y el Renacimiento dan a la 
etimología, por lo que no es casual el nombre que recibe la isla en relación directa con 
el protagonista de este cuento. 
Asimismo surgen en este relato el hambre y la sed que llevan a situaciones 
límites de desesperación al protagonista: le parecían muerte más cruel que haber 
muerto ahogado, porque es más breve. Así pasó la primera noche llorando su 
desventura, tan afligido como se puede imaginar que estaría un hombre puesto en tal 
extremo. 
Las profesoras Trinidad Barrera y Carmen de Mora nos explican en la siguiente 
cita otra de las posibles fuentes, los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca: 
 
¿No pudo constituir la crónica de Alvar Núñez un antecedente de este episodio? 
Salvando las distancias, se observan al menos dos similitudes: el naufragio como punto de 
partida para un nuevo «modus vivendi» y la sorpresa y el desconcierto que la imagen de ese 
hombre nuevo primitivo provoca en el cristiano que le ve por vez primera. Además Miró 
Quesada cita los Naufragios entre las fuentes informativas del Inca Garcilaso15. 
 
En estos momentos críticos se cuestiona la identidad, la relación del hombre 
con el hombre. El alejamiento de la cultura de origen y la convivencia prolongada con 
lo desconocido abren la subjetividad del personaje hacia nuevos signos de identidad. El 
personaje aparece asimilado por la naturaleza americana, se despoja de la civilización, 
todo ello narrado por Garcilaso a través de una serie de fórmulas y tópicos 
pertenecientes a la modalidad novelesca. 
 
15
 Trinidad Barrera & Carmen de Mora, “Los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca: 
entre la crónica y la novela” Actas II Jornadas de Andalucía y América, Univ. de Santa María de la 
Rábida, Vol. 2, 1983, pp. 331-364. 
 
22 
 
3. CARACTERÍSTICAS NARRATIVAS 
Esta ficción intercalada es definida por Garcilaso como “cuentos” y guardan 
las características narrativas de estos: concisión, aventura, trama, un único espacio y 
tiempo, y la sorpresa final. Durante el Renacimiento se utilizaba el término “cuento” 
para designar formas simples: chistes, anécdotas, casos curiosos, fábulas. En general, en 
el término subyace una referencia a esquemas orales, populares, de fantasía. Otras de las 
denominaciones que utiliza el Inca para estas digresiones son “cuento gracioso”, 
“anécdota”, “leyenda”, “caso historial”, “antigüedades”, “fábulas historiales”. 
El autor peruano sigue para la estructura de estas historias las técnicas ya 
utilizadas por la cuentística medieval como la novela-marco en la que el personaje de la 
narración principal (en este caso, el propio autor) inserta relatos contados por él mismo 
o bien cediendo la voz a otros personajes. 
Una de las principales características que podemos analizar es la presencia 
testimonial en la mayoría de los relatos: el Inca afirma su verdad histórica en que lo que 
cuenta es experiencia personal, en lo visto y lo vivido y en la proximidad temporal de 
los hechos narrados. Se trata de discutir modelos de conocimiento basados en las 
autoridades y de sustituirlos por la experiencia, ser testigo de vista, es decir, testimoniar. 
El yo enfático y testimonial es característico en las crónicas de Indias, donde el 
conquistador o el misionero pretenden que sus hazañas y sus experiencias vividas 
puedan servir de ejemplo. 
Los cronistas de Indias legitimaron la historia y la realidad empírica entonces a 
través de lo visto y lo vivido o bien mediante un fidedigno testigo ocular de los 
acontecimientos. Uno de los argumentos para basar la verdad era la proximidad 
temporal de los hechos narrados que garantizaban su fiabilidad y credibilidad, a la 
manera de Herodoto, autor clásico hacia el que el Inca mostraba gran admiración. Este 
argumento testimonial de la historia es el que permitirá al autor integrar en la historia 
los recuerdos personales: 
 
Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con 
la memoria del bien perdido, siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto 
diciendo: Trocósenos el reinar en vasallaje… En estas pláticas yo como muchacho, 
entraba y salía muchas veces donde ellos estaban, y me holgaba de las oír, como 
huelgan los tales de oír fábulas (Libro primero, capítulo XV). 
 
23 
 
La presencia del narrador-autor en las anécdotas que nos cuenta otorga un voto 
a favor de la realidad de los hechos. Nos explica Mª Rocío Oviedo Pérez de Tudela que 
“la anécdota propende a relacionarse con la autobiografía, por cuanto ha de 
fundamentarse en la experiencia y como no, de algún modo ha de situar la psicología 
del sujeto al que se refiere, de modo que se relaciona al mismo tiempo con la 
antropología”
16
. 
Cuando Garcilaso no ha visto ni oído algunas de las historias que nos relata, 
toma el testimonio de alguna persona fiable que sí presenció dicha historia o conoce a 
alguna persona que fue testigo de primera mano, como es el caso de Garci Sánchez de 
Figueroa en la historia de Pedro Serrano. 
Garcilaso se alimentaba también de la tradición oral atesorada por los 
haravicus (poetas) y amautas (filósofos y sabios), quienes, desde tiempo inmemorial, 
seguían el principio de recordar lo grandioso de cada monarca
17
, de ahí que debamos 
valorar también el carácter etnográfico de la obra. Garcilaso elogia a estos sabios incas 
en la siguiente cita: 
 
Supieron componer en prosa, tan bien como en verso, fábulas breves y 
compendiosas por vía de poesía para encerrar en ellas doctrina moral, o para guardar 
alguna tradición de su idolatría o de los hechos famosos de sus reyes o de otros grandes 
varones; muchas de las cuales quisieron los españoles que no sean fábulas, sino 
historias verdaderas, porque tiene alguna semejanza a la verdad. De otras muchas hacen 
burla, por parecerlas que son mentiras mal compuestas, porque no entienden la alegoría 
de ellas (Libro segundo, capítulo XXVII). 
 
El recuerdo del pasado en los pueblos indígenas se conservó a través de 
pinturas e ideogramas, o en el caso del Perú a través de los quipus y la tradición oral. El 
Inca se dedicó a la recuperación de la historia de sus antepasados incaicos y a 
transmitírnosla por medio de pequeñas narraciones, historias, fábulas, cuentos graciosos 
 
16
 Mª Rocío Oviedo Pérez de Tudela, “La anécdota en la Crónica de Indias”, Biblioteca Virtual 
Miguel de Cervantes, 2009. 
17
 José Antonio Mazzotti defiende en Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas 
(1996), que estos relatos se cantaban y recitaban en un contexto ritual, en una especie de tradición oral 
sagrada que trataban asuntos de importancia para la comunidad. 
 
24 
etc. quedando fijadas en letra escrita para conservarlas en su obra. Estos sistemas de 
conservar la memoria del pasado y el saber cayeron en desuso, sin embargo, el Inca los 
trae a la memoria años después de la conquista. 
 
De esta suerte tenían otras muchas fábulas que enseñaban por tradición a sus 
hijos y descendientes; para que quedase memoria de los acaecimientos más notables que 
entre ellos pasaban (Libro séptimo, Capítulo XXIX). 
 
Esta oralidad está recogida por la pluma de Garcilaso en una prosa de un estilo 
elegante y depurado, animada la narración por medio de diálogos directos que hacen 
que avancen la historia y que favorecen a que el lector se introduzca en ella. Para 
relatarnos el origen de los Incas, el autor no recogerá testimonios de historiadores 
anteriores sino que toma la autoridad de sus propios antepasados incas, protagonistas y 
testigos de las “fábulas” que él oía de niño. Es decir, toma nuevamente los testimoniosorales como materia y fuente para la historiografía, pidiéndole a su tío que rescate de la 
memoria esas antiguallas sobre el origen de su cultura. Basta recordar la estrecha 
relación del mito con la tradición oral como forma de transmisión de las culturas. 
Y es que como nos dice Mercedes López-Baralt en su libro El Inca Garcilaso, 
traductor de culturas (2011): 
 
La oralidad siempre está presente en los textos escritos de los siglos XVI y XVII, por 
el sencillo hecho de que más que lectores había oidores, por el alto nivel de analfabetismo y el 
elevado costo de los libros […] y es que los libros se leían entonces en voz alta; de ahí, en buena 
medida, el tono conversacional de su obra.
18
 
 
Se produce en los Comentarios una polifonía de voces en las que el narrador-
autor de la obra, Garcilaso, cede la voz narrativa a su tío para contar las leyendas 
ancestrales en donde se refleja en estilo directo las voces de aquellos primeros príncipes 
incas, Manco Cápac y Mama Ocllo, hermanos, hijos del Sol y de la Luna. En opinión de 
López-Baralt, la creación de este coprotagonista supone uno de los grandes acierto del 
libro “pues le sirve al Inca de espejo, desdoblamiento, proyección, catarsis y 
 
18
 Mercedes López-Baralt, El Inca Garcilaso, traductor de culturas, Iberoamericana-Vervuert, 
Madrid-Frankfurt, 2011, p. 55. 
 
25 
sublimación; y que constituye, en tanto su álter ego, la sorprendente instancia literaria 
de la dualidad que caracteriza al Inca”
19
. 
Aparecen también en estilo directo las voces de los indios comunes, de los 
conquistadores y la del propio Garcilaso cuando era joven. Esta estrategia retórica era 
utilizada por los humanistas italianos, y con ella lograban dar un mayor dramatismo a la 
escena que se nos narraba. Estos, a su vez, habían tomado dicho recursos retórico de 
Tucídides y su obra Historia de la guerra del Peloponeso (encontrada en la biblioteca 
del Inca). Afirma Oscar Coello que “cuando el narrador manipula la historia, y pone en 
boca de otros personajes discursos ficcionales, nos encontramos ya en el mundo de la 
literatura”
20
. 
Los europeos defendían su conquista y hegemonía sobre los pueblos indígenas 
basándose en que estos no tenían pasado ni historia al no tenerla recogida en la 
escritura
21
. Sin embargo, en palabras de Elliot: 
 
A los europeos, acostumbrados a los documentos escritos, podía no inspirarles gran 
confianza la dependencia de la tradición oral, pero al menos la idea no les era completamente 
extraña. Fernández de Oviedo […] recordaba sagazmente a sus lectores que también los 
castellanos tenían su historia oral en forma de grandes romances. Había también un importante 
precedente clásico en las historias de Herodoto, cuyos métodos y veracidad eran temas de 
animados debates en el siglo XVI. Herodoto, cuando investigaba la historia de pueblos 
extranjeros y bárbaros, tomaba su información de la tradición oral
22
. 
 
Recordamos aquí la anécdota de los melones recogida en Libro nono, capítulo 
XXIX “De la hortaliza y yerbas, de la grandeza de ellas”: tras la descripción de los tipos 
 
19
 Mercedes López-Baralt, Op. Cit. p. 252. 
20
 Óscar Coello, “El Inca de los Comentarios Reales: descripción del actante ficcional” en Este 
gran laberinto: estudios filológicos en el centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga 
Lizarraga & M. Prandes Guardiola, Cuadernos de Humanidades, nº17, 2009, pp. 1-16. 
21
 Cfr. El artículo de Walter Mignolo, “La cuestión de la letra en la legitimación de la 
Conquista” en De conquistadores y conquistados: realidad, justificación, representación de K. Kohns, 
Vervuert, Frankfurt, 1992, pp. 97-112. Raquel Chang-Rodríguez hace un estudio de los primeros 
cronistas indígenas en el Virreinato de la Nueva España en su artículo “Los cronistas indígenas del Perú y 
los comienzos de una escritura hispanoamericana”, Revista Iberoamericana, vol. XLIV, nº 104-105, 
Julio-Diciembre, 1982, pp. 533-548. 
22
 John Elliott, El viejo mundo y el nuevo 1492-1650, Alianza editorial, Madrid, 1971, pp. 49-
50. 
 
26 
de hortalizas que se plantaban en el Perú, Garcilaso inserta una historia aparentemente 
sin ningún tipo de repercusión, que él denomina como “cuento gracioso” pero en la que 
encontramos, sin embargo, una lectura crítica. El relato narra cómo dos indios son 
enviados por su capataz para entregar diez melones a su amo el conquistador, junto con 
una carta. El capataz les advierte a los indios de que aquella carta hacía referencia a la 
cantidad de melones que llevaban como porte. Durante el camino, los indios cedieron a 
la tentación y al hambre y escondieron la carta para que no viera cómo se comían los 
melones. Finalmente, el conquistador descubre la falta de estos indios, creyendo estos 
que han sido descubiertos por la sabiduría del conquistador. 
Juan José Arrom en “Hombre y mundo en dos cuentos del Inca Garcilaso”
 23
 
señala el propósito de Garcilaso por defender la simpleza de los indios, los cuales 
tomaban por divinidades a aquellos primeros conquistadores. Mientras que en opinión 
de Julio Ortega, los indios no pueden procesar “la letra, pues ignoran la escritura; de 
modo que cuando deciden comerse un melón esconden la carta para que no los vea, pero 
cuando el dueño lee la misiva descubre la falta de los indios, quienes quedan abrumados 
por el poder de la letra”.
24
 
La historia graciosa recoge la importancia que venimos señalando de la 
escritura para aquellos primeros encuentros de la conquista, como recoge Garcilaso en 
boca de uno de los indios protagonistas de la historia: Con muncha razón llamaban 
dioses a los españoles con el nombre Viracocha pues alcanzaban tan grandes secretos. 
Observamos el valor desmesurada dado a la escritura por parte de los europeos, quienes 
pensaban que al no tener los pueblos indígenas escritura no tenían por tanto historia 
antigua. 
Mercedes López-Baralt, al igual que Julio Ortega, es de la opinión de que “el 
cuento tiene el propósito de defender a los indios por la pureza de su simplicidad, que 
ocasionó que cualquier ventaja que sobre ellos tuvieran los españoles les hiciera 
tomarlos por divinidades. En el fondo, el Inca está explicando el porqué de la 
conquista”.
25
 El propio Garcilaso comenta que López de Gómara recoge otro cuento 
semejante a este para resaltar la simplicidad de los indios del Nuevo Mundo. 
 
23
 Cfr. El artículo de Juan.José Arrom, “Hombre y mundo en el Inca Garcilaso”, Certidumbre 
de América, Gredos, Madrid, 1971, pp. 27-35. 
24
 Julio Ortega, “Garcilaso y el modelo de la nueva cultura”, Nueva Revista de Filología 
Hispánica, vol. XL, nº 1, 1992, p. 208. 
25
 Mercedes López-Baralt, Op. Cit. p. 165. 
 
27 
Estos cuentecillos tendrían ese aire popular de rescatar una anécdota que 
quedase en la memoria del pueblo para que fuese fácilmente conservado por la tradición 
oral. Guardan también relación estas historias, anécdotas y cuentecillos con la tradición 
cuentística española en auge durante los siglos XVI y XVII. 
Otro de los ejemplos de la influencia de la cuentística popular sería el caso de 
la anécdota de los curacas del valle del Hacari recogido en el capítulo XVIII del libro 
tercero “El príncipe Inca Roca reduce muchas y grandes provincias mediterráneas y 
marítimas” el cual recoge el tema de la venganza, tan recurrido en la literatura española 
de los Siglos de Oro. Garcilaso introduce un “caso extraño” porque el capítulo le está 
quedando corto y algo desabrido, es decir, como en otros momentos, nuestro autor tiene 
en cuenta estos motivos estéticos para la composición de su obra. La historia narra que 
dos curacas del valle del Hacari tienen disputas por las tierras. El gobernador manda a 
un comisarioespañol para imponer la paz. Podemos decir que Garcilaso refleja y 
justifica la presencia española ante la barbarie y disputas de los indígenas, para imponer 
la paz y la justicia cívica. 
Sin embargo, uno de los curacas no queda convencido y trata de envenenar a su 
enemigo ofreciéndole un brebaje. El autor cuzqueño muestra en este episodio el 
conocimiento de los incas sobre las hierbas y la naturaleza, flora que ha descrito 
anteriormente en su obra como parte de las descripciones características de la 
historiografía. Así mismo, en otro de los capítulos de su obra se detiene en explicarnos 
el protocolo que tenían los incas a la hora de brindar, puesto que si se ofrecía el vaso de 
la izquierda o el de la derecha se guardaba más o menos respeto o posición superior ante 
la persona con la que se brindaba. En la anécdota que nos relata se recoge este detalle 
del brindis, de vital importancia puesto que el curaca enemigo toma el vaso sin veneno. 
Hay aquí una clara relación con el tema del burlador burlado, presente en los cuentos 
populares así como en la comedia nueva española. 
Para la crítica Mercedes López-Baralt “este cuentito, con su elemento de 
suspense, bien podría tener como subtexto latente una tradición ancestral indígena […] 
el encuentro ritual periódico que enfrenta a las dos partes —hanan y hurin— de una 
comunidad andina, y que se conoce como tinku”
26
. López-Baralt también destaca de 
este cuento el hecho de que los protagonistas aún no estaban bautizados por lo que no se 
había completado el proceso de aculturación llevado a cabo por la conquista española. 
 
26
 Mercedes López-Baralt, Op. Cit. pág. 167. 
 
28 
Pupo-Walker divide en Historia, creación y profecía en los textos del Inca 
Garcilaso de la Vega (1982) la materia interpolada que aparece en la obra en tres tipos: 
la fabulación prehispánica, la cuentística popular y algunos relatos de la narrativa 
americana. En nuestro trabajo optamos por una clasificación de estas historias 
intercaladas basada según la fuente o influencia que predominan en ellas. Así, 
tendríamos las fábulas con resonancias bíblicas y en la mitología grecolatina como son 
las fábulas historiales del origen de los Incas y la fábula de los gigantes de Santa Elena. 
Otro tipo sería el de las historias basadas en la literatura de ficción como son 
las novelas de aventuras o libros de viajes en la que incluimos la leyenda del piloto 
Alonso Sánchez y la Historia de Pedro Serrano. En esta tipología añadimos también las 
fábulas del templo del Titicaca y la fábula de la piedra cansada debido a que en ellas 
tiene una vital importancia el mito del Dorado, reavivado en las crónicas de Indias las 
cuales podemos en algunos casos leer como libros de viajes. Por último, y coincidiendo 
con Pupo-Walker, hablamos de las historias intercaladas basadas en la cuentística 
popular española y europea de tradición oral como pueden ser el cuento de los curacas 
del valle de Hacari o la anécdota de los melones 
Las características narrativas que hemos podido observa en cada una de las 
ficciones intercaladas recogidas y analizadas son las propias de la tradición cuentística 
medieval: historias breves con una sola acción, espacio y tiempo, contadas por un autor- 
narrador omnisciente, que se introduce en ocasiones en la redacción para dar cuenta de 
su opinión o aportar alguna observación; una estructura-marco o de caja china 
característica de los cuentos medievales; la inserción de diálogos que dan un mayor 
dramatismo a la historia introduciendo al lector en ella y que hace que esta avance; y 
por último, en la mayoría de ellas, una enseñanza didáctica o moral. 
 
4. FINALIDAD DE LA FICCIÓN INTERCALADA 
Todo texto está condicionado por elementos extratextuales como el contexto 
histórico-cultural, y por la motivación que ha llevado al autor a escribirlo. En 
numerosos estudios ha sido comentada la finalidad que perseguía el Inca con la 
redacción de sus Comentarios reales: la necesidad de elevar su cultura incaica al nivel 
de otras culturas occidentales, dignificando así su propia estirpe a través de una obra 
historiográfica, corrigiendo, ampliando y comentando otras crónicas anteriores, todo 
ello mediante la redacción de una prosa cuidada y elegante propia de un humanista. 
 
29 
Desde el proemio ya se nos advierte que va a glosar o comentar las crónicas de 
otros historiadores para darnos otra visión de la cultura incaica. Así también, su 
propósito es dignificar la historia de sus antepasados incas, al dotar dichas historias de 
palabra escrita. Sin embargo, nosotros preferimos centrarnos en la cuestión de la ficción 
intercalada que aparece en la obra. ¿Por qué de estas digresiones en la obra? ¿Con qué 
motivo se añaden? ¿Por qué la elección de estas historias, cuentos y anécdotas? El 
propio Garcilaso confiesa que de mi parte he hecho lo que he podido, no habiendo 
podido lo que he deseado. Al discreto lector suplico reciba mi ánimo, que es darle gusto 
y contento, aunque las fuerzas ni el habilidad de un indio nacido entre los indios y 
criado entre armas y caballos no puedan llegar allá (Libro primero, Capítulo XIX). 
En las historias intercaladas analizadas podemos observar que una de las 
principales finalidades para el autor es conservar y difundir esas “fábulas ancestrales” 
para preservar así la memoria del pasado incaico. Como estudia Enrique Pupo-Walker, 
Garcilaso contempló aquellas fábulas ancestrales de los incas como materia seminal de 
la historia. Pero es igualmente cierto que esas y otras narraciones fueron trabajadas 
intencionadamente para embellecer numerosas páginas de sus relaciones, mostrándonos 
el autor el alarde de su artificio literario, el placer por narrar historias. Vemos cómo 
Garcilaso tiene en cuenta el precepto renacentista del docere et delectare. 
También la historiografía clásica introducía cuentos y anécdotas para la 
explicación de distinto hechos con una finalidad didáctica o moralizante, ya que a partir 
de estos cuentos la ejemplaridad tenía una función mnemotécnica mejor que la 
exposición prolongada de hechos históricos. Es aquí de donde podemos partir para la 
explicación de la inclusión de estas historias, anécdotas, cuentos, fábulas, etc. 
intercaladas en los Comentarios Reales, con el propósito de que puedan servir de 
enseñanza al lector como por ejemplo el caso extraño que pasó en el valle de Hacari. 
Además, como dijimos más arriba, lo más probable es que Garcilaso tuviera 
conocimiento y acceso a este tipo de literatura con función moralizante. También para la 
profesora Carmen de Mora la finalidad moralizante estaría presente en la obra del Inca: 
“En la segunda mitad del s. XVI, debido a la influencia de la Contrarreforma se 
intensificaron las connotaciones moralizantes religiosas y prevaleció una 
intencionalidad persuasiva que favorecía la idealización de los hechos, práctica que se 
vio reflejada en la labor humanista de los jesuitas”
27
. 
 
27
 Carmen de Mora, op. Cit. p. 110. 
 
30 
Esta propuesta didáctica de las historias intercaladas encaja también con los 
principios humanísticos y renacentistas que seguía Garcilaso, entroncado así con la 
tradicional cuentística medieval europea aunque la historiografía humanística 
renacentista rechace la mecánica expositiva medieval y se muestre a favor del 
virtuosismo narrativo y la verosimilitud de lo relatado. 
Hay que tener en cuenta que nos encontramos ante la obra de un gran narrador 
y, como el propio autor nos dice en varias ocasiones, estas interpolaciones son utilizadas 
respecto a la obra global como una estrategia narrativa: la inserción de historias 
intercaladas para distraer al lector y no hacer monótona la lectura; en ocasiones, con el 
propósito de hacer más largos los capítulos; y en otras, comoilustración para expandir 
los propósitos testimoniales de la historia. En resumen, Garcilaso tiene como finalidad 
dar variedad y amenidad al discurso histórico siguiendo los principios renacentistas. 
El Inca hace de esta manera un alarde de su artificio literario y no sólo de su 
conocimiento histórico. Hay una pretensión por parte del escritor cusqueño de narrar 
una historia verídica y hacer literatura, y en conclusión, estas historias intercaladas 
también cumplen una función ornamental como se aprecia claramente en la literariedad 
del relato del náufrago Pedro Serrano. Garcilaso demuestra así el afán renacentista del 
ideal de belleza a imitación de los clásicos y los modelos italianos de gran vocación 
literaria que poseía en su biblioteca: Boccaccio, Dante, Petrarca, Giraldo. 
Desde los movimientos independentistas del Romanticismo hasta la actualidad, 
se ha venido repitiendo que la finalidad última de nuestro autor sería recuperar la voz de 
los indígenas, en un intento de reivindicación de la cultura materna. Quisiéramos 
destacar la opinión de Raúl Marrero Fente cuando afirma que “la posición de Garcilaso 
es llevar estos relatos indígenas desconocidos en España a los lectores europeos, en un 
proceso que recupera la voz de los vencidos y que produce un movimiento 
epistemológico contrario al de los cronistas españoles”
28
. 
No es de extrañar, teniendo en cuenta su significado romántico, que la obra 
fuera censurada por la Real Cédula de Carlos III en 1782 tras el alzamiento de Tupac 
Amaru II. Como reacción a dicha prohibición, su lectura fue promovida por los 
independentistas del siglo XIX. El propio libertador San Martín proyectó en 1814 una 
 
28
 Raúl Marrero Fente, “La visión transatlántica de las culturas en los Comentarios Reales”, 
Humanismo, Mestizaje y escritura en los Comentarios Reales, C. de Mora, G. Serés & M. Serna (eds.) 
Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, p. 197. 
 
31 
edición de la obra que no llegó a ser publicada. La obra no lograría publicarse en 
América hasta 1918. 
 
5. CONCLUSIONES 
Con este trabajo hemos querido valorar estas interpolaciones 
independientemente de la importancia histórica, antropológica, geográfica, etnológica y, 
por supuesto, literaria de la obra global Comentarios Reales, analizando solamente lo 
que el Inca Garcilaso concibió como primera parte de la obra, y que posteriormente 
continuaría en una segunda parte en lo que los historiadores han titulado Historia 
general del Perú, publicado póstumamente en 1617. 
Para llevar a cabo esta valoración nos hemos fijado en las características 
internas de estas narraciones intercaladas con el propósito de trazar una línea común que 
las caracterizara como es el componente de transmisión oral presente en la mayoría de 
estas narraciones. Así también, y en relación con la importancia de las fuentes orales va 
unido el testimonio autobiográfico de cada una de las historias que el peruano oyó, vio o 
vivió. 
Señalamos en estas conclusiones la transcendencia de estas ficciones 
intercaladas en la literatura posterior, como reflejo de la autonomía narrativa de estas 
interpolaciones, en una relación de intertextualidad con otras obras y relatos posteriores. 
Numerosos estudiosos de la obra del Inca han señalado la influencia del relato de Pedro 
Serrano en obras posteriores como Robinson Crusoe de Daniel Defoe o El nuevo 
Robinson de Joachim Heinrich Campe; dicha leyenda o relato fue novelado también por 
el escritor antioqueño Manuel Uribe Ángel en La Serrana (1881) y recientemente, la 
profesora Trinidad Barrera
29
 ha comentado la intertextualidad entre el relato de Pedro 
Serrano y Relato de un náufrago (1970) de García Márquez. Sin duda, es este relato el 
mejor elaborado y dotado de una mayor independencia respecto al resto de la obra. 
El siglo XIX fue el siglo del auge de la narración breve: con el movimiento 
romántico serán recogidas leyendas populares y cuentos que sobreviven en la tradición, 
tanto en Europa como en América. En el Perú, las leyendas e historias populares serán 
elaboradas por el escritor Ricardo Palma, quien toma a su vez la anécdota de los 
 
29
 Trinidad Barrera, “Otra vuelta de tuerca al naufragio de Pedro Serrano” en Renacimiento 
mestizo: 400 años de los Comentarios Reales, J.A. Mazzotti (ed.), Iberoamericana-Vervuert, Madrid-
Frankfurt, 2010, pp. 19-29. 
 
32 
melones como fuente para su cuento “Cartas Cantas”, y el caso del valle de Hacari en el 
cuento “Orgullo de cacique”
 30
 recogidos en su obra Tradiciones peruanas (1893-1896). 
Asimismo, las “fábulas historiales” que recoge el Inca sobre la fundación del 
Incario también serán tenidas en cuenta por Abraham Valdelomar en su colección de 
cuentos Los hijos del Sol (1921) quien coteja estás fábulas con las versiones aparecidas 
en las crónicas de Pedro Sarmiento de Gamboa y de Juan de Betanzos. Estas fábulas 
historiales toman su valor con las reivindicaciones del movimiento indigenista que se 
produce en el Perú en la primera mitad del siglo XX a través de la asociación Pro-
Tawantinsuyo, y la fuerza de intelectuales como Manuel González Prada o José Carlos 
Mariátegui. 
Los Comentarios Reales son tratados en la actualidad como una obra pionera 
en el surgimiento del cuento entendido como narración que recoge los recuerdos de la 
infancia. Los relatos que el Inca incorporó deja fundado este ámbito con narraciones que 
en su mayor proporción constituyen recuerdos de la infancia y de juventud, pero 
también donde se entremezcla la crónica histórica con la imaginación, la aventura y el 
fino humor. 
Apreciamos en estas fábulas, cuentos, leyendas, anécdotas, casos, toda la 
esencia literaria que los rodea, no sólo en la habilidad narrativa del escritor peruano en 
insertarlas para una lectura más amena de la historia del incario sino por su acierto en la 
elección de dichas historias o fábulas, su componente ficticio, imaginario, creador, y de 
gran atractivo incluso para el lector actual. 
Es por ello que el historiador Menéndez Pelayo comentaba que “la celebridad 
de Garcilaso como uno de los más amenos y floridos narradores que en nuestra lengua 
puedan encontrarse, se funda en sus obras historiales, que mejor calificadas estarían de 
historias noveladas, por la gran mezcla de ficción que contienen”
31
. El escritor 
guatemalteco Miguel Ángel Asturias iría aun más allá, cuando en su discurso para el 
Nobel de Literatura (1967) rescataría a nuestro autor peruano, viendo en su obra el 
comienzo mágico de la moderna narrativa americana. 
De esta manera, conocer y profundizar en la lectura de esta ficción intercaladas 
nos ayuda a entender mejor las raíces de la literatura latinoamericana, su evolución con 
el apogeo del indigenismo y la etnografía de los escritores del siglo XIX, los textos de 
 
30
 Cfr. Fernando Rodríguez Mansilla, “Brindan los curacas: de los Comentarios Reales a las 
Tradiciones Peruanas”, Mercurio Peruano, nº 524, 2011, pp.142-150. 
31
 Marcelino Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, vol. 1. Gredos, Madrid, 2008, pág. 594. 
 
33 
Abraham Valdelomar y Ricardo Palma, los estudios antropológicos de José María 
Arguedas, y la fusión de ficción y realidad en los autores del realismo mágico, como 
Miguel Ángel Asturias, Vargas Llosa y García Márquez. 
Quisiéramos finalizar nuestro trabajo con las palabras que dedica el Nobel 
Vargas Llosa a su paisano en su discurso “El Inca Garcilaso y la lengua general”: 
 
¿Por qué esta idílica visión del Imperio de los Incas ha alcanzado, pese a las 
enmiendas de los historiadores, una vigencia que ninguna de las otras, menos fantasiosas, haya 
merecido? A que Garcilaso fue un gran escritor, el más artista entre los cronistas de Indias,a 
que su palabra tan seductora y galana impregnaba todo lo que escribía de ese poder de sobornar 
al lector que sólo los grandes creadores infunden a sus ficciones.
32
 
 
6. BIBLIOGRAFÍA 
 
Anderson-Imbert, Enrique. Historia de la literatura latinoamericana, vol. 1, Fondo de 
 Cultura Económica, México, 1987. 
Arrom, Juan José. “Hombre y mundo en el Inca Garcilaso”, Certidumbre de América, 
 Gredos, Madrid, 1971, pp. 27-35. 
Barrera, Trinidad. “Otra vuelta de tuerca al naufragio de Pedro Serrano” en 
Renacimiento mestizo: 400 años de los Comentarios Reales, ed. José Antonio 
Mazzotti, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, pp. 19-29. 
Barrera, Trinidad & De Mora, Carmen. “Los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de 
Vaca: entre la crónica y la novela” Actas II Jornadas de Andalucía y América, 
Universidad de Santa María de la Rábida, Vol. 2, 1983, pp. 331-364. 
Chang-Rodríguez, Raquel. “Los cronistas indígenas del Perú y los comienzos de una 
escritura hispanoamericana”, Revista Iberoamericana, vol. XLIV, nº 104-105, 
Julio-Diciembre, 1982, pp. 533-548. 
Coello, Óscar. “El Inca de los Comentarios Reales: descripción del actante ficcional” en 
Este gran laberinto: estudios filológicos en el centenario de los Comentarios 
Reales, C. Arrizabalaga Lizarraga & M. Prendes Guardiola (eds.), Cuadernos de 
Humanidades, nº17, pp. 1-16. 
Durand Flores, José. “La biblioteca del Inca”, Nueva Revista de Filología Hispánica, nº 
 
32
 Mario Vargas Llosa, “El Inca Garcilaso y la lengua general” Conferencia Spinoza, 2009, 
http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm (última visita 15 de Octubre de 2013) 
http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm
 
34 
 2, 1948, pp. 239-264. 
Elliott, Jhon. El viejo mundo y el nuevo 1492-1650, Alianza Editorial, Madrid, 
1972. 
Garcilaso de la Vega, Inca. Comentarios Reales, La Florida del Inca, introd., ed. y 
 notas de Mercedes López-Baralt, Espasa Calpe, Madrid, 2003. 
Liano, Dante, “El Inca Garcilaso: escritor de frontera” en Nuevas lecturas de la Florida 
del Inca, C. d Mora & A. Garrido Aranda (eds.), Iberoamericana-Vervuert, 
Madrid-Frankfurt, 2008, pp. 13-18. 
López-Baralt, Mercedes. El Inca Garcilaso, traductor de culturas, Iberoamericana- 
 Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2011. 
Marrero Fente, Raúl. “La visión transatlántica de las culturas en los Comentarios 
 Reales”, en Humanismo, Mestizaje y escritura en los Comentarios Reales, C. de 
Mora, G. Serés & M. Serna (eds.) Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, 
pp. 191-210. 
Mazzotti, José Antonio. Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas, 
 Fondo de Cultura Económica-Fondo Editorial de Cultura, México-Lima, 1996. 
Menéndez Pelayo, Marcelino. Orígenes de la novela, Vol. 1, Gredos, Madrid, 2008. 
Mignolo, Walter. “La cuestión de la letra en la legitimación de la Conquista” en De 
conquistadores y conquistados: realidad, justificación, representación, ed. K. 
Kohns, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 1992, pp. 97-112. 
Ortega, Julio. “Garcilaso y el modelo de la nueva cultura”, Nueva Revista de Filología 
 Hispánica, vol. XL, nº 1, 1992, pp. 199-215. 
Oviedo Pérez de Tudela, Mª Rocío. “La anécdota en la Crónica de Indias”, Biblioteca 
 Virtual Miguel de Cervantes, 2009. 
Pardo Fernández, Rodrigo. “Sobre la vida de los gigantes y otras idolatrías en los 
Comentarios Reales: una lectura comparada” en Este gran laberinto: estudios 
filológicos en el centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga 
Lizarraga & M. Prendes Guardiola (eds.), Cuadernos de Humanidades, nº 17, 
2009, pp. 35-48. 
Pellicer, Rosa. “La Florida del Inca y otras relaciones de la expedición de Hernando de 
Soto: historia y ficción”, en C. de Mora & A. Garrido Aranda (eds.), Nuevas 
lecturas de La Florida del Inca, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 
2008, pp. 103-125. 
Pupo-Walker, Enrique. Historia, creación y profecía en los textos del Inca Garcilaso 
 
35 
 de la Vega, ed. José Porrúa Turanzas, Madrid, 1982. 
Pupo-Walker, Enrique. “Los Comentarios Reales y la historicidad de lo imaginario”, 
 Revista Iberoamericana, nº 104-105, Julio-Diciembre, 1978, pp.385-407. 
Rodríguez, Jimena, “Fatigas y esfuerzos: marcas textuales del relato de viajes en 
 crónicas de la conquista”, Revista Especulo, nº 42, 2009, 
www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html (última visita el 20/10/2013). 
Rodríguez Mansilla, Fernando. “Brindan los curacas: de los Comentarios Reales a las 
 Tradiciones Peruanas”, Mercurio Peruano, nº 524, 2011, pp.142-150. 
Serna, Mercedes. “Los mitos de los tayronas, los chibchas o muiscas y sus analogías 
con los europeos y asiáticos” en Mito, palabra e historia en la tradición 
latinoamericana. J. C. Rovira & E. Valero Juan (eds.) Iberoamericana-Vervuert, 
Madrid-Frankfurt, 2013, pp. 57-69. 
Vargas Llosa, Mario. “El Inca Garcilaso y la lengua general” Conferencia Spinoza, 
2009, http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm (última 
visita 15 de Octubre de 2013). 
 
 
http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html
http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm

Continuar navegando