Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
9 Comentarios Reales del Inca Garcilaso de la Vega: La ficción intercalada Ana Lahoz Funes Las Cumbres, Ubrique, Cádiz lahozfunes@hotmail.com 1. INTRODUCCIÓN Los cronistas de Indias no se limitaban a narrar los hechos acaecidos como en las crónicas medievales sino que proporcionaban abundantes noticias sobre las costumbres indígenas, la geografía, la fauna y la flora de las tierras descubiertas; describían el espectáculo prodigioso que les ofrecía el Nuevo Mundo. Estos escritos guardan un importante valor estético ya que en ellos predomina el estilo personal del autor, el cual nos transmite su experiencia vivida dándonos una visión subjetiva y apasionada ante lo que descubre, de ahí que estos escritos esté más próximos a la literatura que a la historia. Fue Colón desde su Diario de a bordo quien inició el proceso de ficcionalización de América con el mito del buen salvaje, literaturizando el Nuevo Mundo. Este proceso de literaturización en las crónicas fue el que llevó al filósofo Edmundo O´Gorman a afirmar que América no fue descubierta, sino inventada por los europeos del siglo XVI 1 . Entre las numerosas crónicas de Indias que nos encontramos en las décadas posteriores al descubrimiento, nos hemos interesado por la del humanista Garcilaso de la Vega. Escritores como Alejo Carpentier, Miguel Ángel Asturias o Mario Vargas Llosa coinciden en destacar al Inca Garcilaso de la Vega como uno de los primeros escritores mestizos que nacieron en el continente americano, y señalan el carácter literario de sus crónicas en los inicios de la literatura hispanoamericana. Al acercarnos a la vida y obra del Inca Garcilaso lo primero que nos llamó la atención fue su personalidad: un hombre descendiente de una princesa inca y de un conquistador español, nacido en el Cuzco, centro del imperio inca, pero viviendo su madurez en Montilla, un pueblecito de Córdoba; un autor que nos cuenta el pasado glorioso del impero Inca pero dejando constancia de ese pasado en lengua española; un 1 Cfr. Edmundo O´Gorman, The Invention of America, Bloomington, 1961. 10 hombre del Renacimiento pero que se forma durante los últimos años del siglo XVI para escribir en el Barroco; un autor que nos escribe no solo de la historia, sino que también se interesa por la etnografía, la filosofía neoplatónica, la poesía, la gramática y la literatura, dando un carácter interdisciplinario a su obra 2 . Es decir, un mestizo no solo en su raza, sino también en su tiempo y en su obra, de la que solo dejó cuatro ejemplos 3 : una traducción de los Diálogos de amor (1590) de León Hebreo, La Florida del Inca (1605), los Comentarios reales (1609) y su continuación en una obra ya póstuma titulada por sus editores sucesivos como Historia General del Perú (1617). De esta importante literatura, la que mayor interés nos produce son los Comentarios reales, una obra en la que se recoge el pasado del impero Inca, su historia, sus costumbres y tradiciones, y concretamente la aparición de cuentos, fábulas y anécdotas que el Inca retoma, en numerosas ocasiones, de la transmisión oral de ese pasado lleno de esplendor. El Perú ofrecía para los exploradores una región desconocida y vastísima donde plasmar numerosas leyendas y con una variedad geográfica y natural donde poder situar el paraíso terrenal. Las grandes relaciones en torno al mundo americano ya se habían escrito cuando el Inca inició su obra, de cuyas primeras noticias de redacción las encontramos desde 1586 hasta 1604. Pero lo que el escritor cusqueño nos va a ofrecer es una revisión histórica de dichas crónicas, y la aportación lingüística y el conocimiento epistemológico de numerosas palabras quechuas, así como la introducción de estas historias intercaladas en donde se recogen fábulas y cuentos que él recuerda de su infancia. El Inca completa con la experiencia lo que las autoridades no podían aportar: el conocimiento directo. El autor cusqueño coteja crónicas y corrige datos y errores de los historiadores que le preceden, siguiendo el método de análisis que le inculcó el historiador andaluz Ambrosio Morales en su obra Las antigüedades de España (1575), método basado en datos objetivos y con el fin de reconstruir la verdad de los hechos. Se erige como autoritas por ser testigo y ser natal del Cuzco y así lo va corroborando en numerosas ocasiones con su conocimiento de la lengua quechua, su lengua materna, en su 2 Cfr. Dante Liano, “El Inca Garcilaso, escritor de frontera” en Nuevas lecturas de La Florida del Inca, C. de Mora & A. Garrido Aranda (eds.), Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2008, pp. 13-18. 3 No recogemos en esta lista su obra Relación de la descendencia de Garci Pérez de Vargas, terminada en 1596, debido a que hemos recogido solo las obras que tienen un marcado carácter literario. 11 pertenencia a la nobleza cuzqueña así como con su acercamiento directo hacia los conquistadores conocidos por su padre el capitán Sebastián Garcilaso de la Vega y Vargas. 2. FUENTES E INFLUENCIAS El discurso historiográfico compartía los mismos recursos retóricos que la prosa de imaginación, y con los elementos más modernos de la nueva historiografía humanística renacentista: datos de la economía y la política, consideraciones lingüísticas, el método comparativo de la historia de las religiones, geografía, contraste de fuentes tanto escritas como orales. Es decir, Garcilaso en su obra tiene como base las diversas tendencias representativas de la historiografía renacentista: la humanística de las letras italianas, los anticuarios de Córdoba y los clasicistas como Herodoto o Tucídides. Enrique Pupo-Walker nos explica esta influencia: Sabemos que los textos del Inca toman como uno de sus referentes principales la escritura refinada que tanto celebró la historiografía del humanismo renacentista. El Quattrocento, al rechazar la mecánica expositiva de los cronistas medievales formuló a su vez una concepción de la historia que establece correspondencias directas entre el virtuosismo narrativo y la verosimilitud de lo relatado 4 . Encontramos, por tanto, que en el siglo XVI los límites entre historia y literatura no estaban bien definidos aún, de ahí que sea frecuente encontrar en las relaciones y crónicas de Indias, en un principio, compuestas con una intención histórica y verídica, la inserción de cuentecillos y anécdotas obtenidas de la literatura de ficción. Rosa Pellicer explica la relación entre historia y literatura en la siguiente cita: La consideración de la historia como un artefacto literario pone en duda la legitimidad de contraponer el relato ficticio al histórico. La diferencia entre historia y ficción era todavía más compleja en los siglos XV y XVI. […] La historia incorporaba gran número de 4 Enrique Pupo-Walker, “Los Comentarios Reales y la historicidad de lo imaginario”, Revista Iberoamericana, nº 104-105, Julio-Diciembre, 1978, p. 397. 12 elementos novelados y el relato ficticio otorgaba a su obra un carácter didáctico-doctrinal propio de la historia, a la vez que insistía en la veracidad de sus hechos fabulosos 5 . En consecuencia, la historiografía del siglo XVI sería una mezcla de dos géneros: la historia y la literatura, y tendría como modelo al autor griego Herodoto. Así lo explica Anderson Imbert cuando afirma que “la narrativa comenzó en el Nuevo Mundo como había comenzado en el viejo: en la historiografía de Herodoto, padre de la historia y del cuento y también nuestros cronistas de Indias tuvieron esa doble paternidad” 6 . En 1609, fecha en la que se edita en Lisboa los Comentarios Reales del Inca Garcilaso, el cuento o relato cortocontaba en Europa con una larga tradición, y se mostraba como uno de los principales géneros narrativos. En España podemos destacar la popularidad de la que gozaban los libros de exempla y otras colecciones de cuentos desde principios del siglo XII con la obra Disciplina Clericalis de Pedro Alfonso, durante toda la Edad Media con la traducción de obras de origen oriental como el Calila e Dimna (1251) o el Sendebar (1253), y ya en lengua castellana con el Libro del conde Lucanor (1335) de don Juan Manuel donde podemos observar la independencia del género breve. Hay pues que tener en cuenta la tradición cuentística medieval española, y los libros de ejemplos utilizados por la clerecía para enseñar al pueblo en sus sermones 7 . Además de la tradición cuentística española, Garcilaso conoce la tradición literaria del cuento o novella en Italia. En opinión de Enrique Pupo-Walker: No sería aventurado pensar que un hombre de su bagaje cultural y curiosidad hubiese tenido acceso a colecciones de relatos y anecdotarios que habían alcanzado una gran difusión en España a lo largo del siglo XVI. Por ejemplo: Silva de varia lección de Pedro Mexía y la 5 Rosa Pellicer, “La Florida del Inca y otras relaciones de la expedición de Hernando de Soto: historia y ficción”, en C. de Mora y A. Garrido Aranda (eds.), Nuevas lecturas de La Florida del Inca, Iberoamericana-Vervuert, Madrid, Frankfurt, 2008, p. 103. 6 Enrique Anderson-Imbert, Historia de la literatura latinoamericana, vol. 1, Fondo de Cultura Económica, México, 1987, p. 117. 7 Es importante señalar que el Inca tomó órdenes menores con los jesuitas cuando se trasladó a Córdoba en 1591 y tendría conocimientos de esta literatura ejemplar. Asimismo, serán los jesuitas quienes le facilitarán la obra incompleta del padre Blas Valera. 13 cuentística popular. Muchos de esos relatos, con frecuencia versiones, inspiradas en novellas de Boccaccio, Bandello y Giraldi, ofrecían esquemas refinados y novedosos de la narrativa breve 8 . El cuento o relato corto aparecerá en el siglo XV y XVI insertado no solo en obras de carácter historiográfico como en las crónicas de Indias sino también en otras de ficción como El Quijote o El Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, de gran éxito en América. Ambas obras utilizan también la técnica narrativa de los episodios intercalados dentro del canon de la variedad aceptado por el Renacimiento, preceptos retóricos que tiene en cuenta el autor peruano. El cuento, por tanto, es utilizado como eslabón de una cadena, como pretexto (en las crónicas o en los sermones), y como narración hilada o no con otras como en las colecciones de exempla y las obras italianas de Boccaccio o Gibaldi 9 . La lectura de las historias intercaladas es un ejemplo de la recopilación y lecturas que llevó a cabo Garcilaso durante toda su vida, y que darían como resultado la gran obra de los Comentarios. Lecturas históricas, de retórica, hagiografías, morales y religiosas, de ficción, leyendas; autores clásicos, autores del renacimiento italiano y español, etc. Todas estas lecturas son materia primordial para la redacción de su obra. En la colección privada del autor aparecen una serie de obras de historia europea y del Nuevo Mundo, obras clásicas y de autores italianos, obras de la tradición cristiana y algunas de la ficción española como La Celestina, El Guzmán de Alfarache o El jardín de las flores curiosas (1570) de Antonio de Torquemada. Apreciamos la influencia de una literatura llena de ficción como son los hechos imaginados y extraordinarios que encontramos en las anécdotas del Antiguo Testamento, los personajes y seres fantásticos que inundan la mitología clásica, además de los componentes de aventura y ficción de los libros de caballería. El mismo Garcilaso nos advierte de estas relaciones: El que las leyere podrá cotejarlas a su gusto, que muchas hallará en semejante a las antiguas, así de la Santa Escritura como de las profanas y fábulas de la gentilidad antigua. (Libro primero, capítulo XIX, vol. 1). También debemos recordar que en el siglo XVI toda esta literatura llena de leyendas, cuentos, anécdotas, profecías y tradición formaban parte del pensamiento 8 Enrique Pupo-Walker, Historia, creación y profecía en los textos del Inca Garcilaso de la Vega, Ed. José Porrúa Turanzas, Madrid, 1982, p. 172. 9 Conocemos que el Inca poseía estas obras en su biblioteca debido al estudio realizado por José Durand en “La biblioteca del Inca”, NRFH, nº 2, 1948, pp. 239-264. 14 histórico, y en la mayoría de las ocasiones, tenidas en cuenta no como literatura sino como hechos verídicos sucedidos en la historia antigua. Enrique Pupo Walker lo comenta así: Como Herodoto, Tucídides y Plinio, muchos siglos antes, Garcilaso comprendió, con agudeza ejemplar, que el valor de las fábulas no radicaba en la historicidad rigurosa de lo narrado. Apoyándose tanto en sus conocimientos historiográficos, como en su intuición, el Inca entendió que en el mito y la leyenda subyace una vivencia colectiva y un concepto de la sabiduría que sí puede tener sentido histórico. 10 La influencia de las Sagradas Escrituras en las crónicas de Indias proviene directamente de la historiografía medieval la cual se basaba en la Biblia principalmente y en el concepto moral y alegórico de la historia. Los hechos, anécdotas, parábolas e historias contadas en la Biblia eran tenidos en cuenta como verídicos, y la importancia de su carácter sagrado. Los orígenes de las culturas, ciudades, imperios, están basados en leyendas o mitos fundacionales. Las grandes civilizaciones de la antigüedad (China, Grecia Roma, Egipto, Mesopotamia…) siempre han tratado de explicar sus orígenes en base a mitos y leyendas dando un vuelco fantástico a los hechos históricos que en el fondo encierran algo de verdad. Los mitos seleccionados por el escritor cuzqueño guardan coherencia con los fines pretendidos por él: la semejanza de los mitos incaicos con los mitos clásicos para elevar su propia cultura a la categoría de cultura clásica, la idealización del imperio inca, así como establecer una línea de sucesión desde los primeros incas hasta sus antepasados como forma de reivindicación de su propia persona y linaje. El profesor Miguel Zugasti nos explica que: Poner en letra las antiguallas de los incas supone retrotraerse a los orígenes, bucear en el fondo de los tiempos y sacara a luz los hechos prodigiosos y sobrenaturales que están en la base de su cultura. Tal aproximación requiere zambullirse de lleno en el mito, entendido éste 10 Enrique Pupo-Walker, op. Cit. p. 215. 15 como algo sagrado, ejemplar, permeable al transcurso de los siglos, con el estatus de historia verdadera de toda una civilización, a la cual dota de significado y valor existencial 11 . La primera leyenda o fábula ancestral es la que aparece en el Capítulo XV del libro primero: “El origen de los Incas Reyes del Perú”. Esta primera versión del origen de los incas sería la oficial, divulgada por los descendientes de la realeza incaica, y relatada por el tío del Inca, el viejo Cusi Huallpa, perteneciente a la dinastía incaica. Nos sitúa el origen del imperio en la laguna Titicaca donde el Dios Sol dejó a sus descendientes, Manco Cápac y Mama Ocllo, y les entregó una barra de oro con la que señalar el lugar donde habrían de fundar la ciudad imperial del Cuzco. Es importante señalar la función mágica de esa barra de oro y su analogía con el bastón de Moisés con el cual separa las aguas del Mar Rojo. Aparecen claras resonancias bíblicas en estas “fábulas historiales” y con Adán y Eva, o con Moisés y su misión de civilizar a su pueblo.En el capítulo XVIII titulado “De fábulas historiales del origen de los Incas” recoge las otras dos versiones del mito fundacional del imperio Inca obtenidas de la gente común del Cuzco y las distinguen como “fábulas historiales”. Son versiones más populares que sobreviven en la tradición oral andina y que se diferencian en ciertos matices. Las tres versiones coinciden y guardan el principio de dualidad: la primera se divide en dos con Manco Cápac y su mujer; en la segunda Garcilaso recoge la versión cuatripartita del Tahuantinsuyo; y en la tercera nos relata el mito de los cuatro hermanos Ayar (recogidos también en otras crónicas como la de Díaz de Betanzos, la de Cieza de León y la de Sarmiento de Gamboa). En esta última versión, se nos explica la fundación del Tahuantinsuyo gracias al ser supremo Viracocha, el cual después de crear a los hombres y ver que estos se enfrentaban entre sí, les envió un diluvio para acabar con las guerras. Nuestro autor añade el motivo literario del diluvio, con una clara referencia bíblica hacia el Antiguo Testamento y el diluvio universal: y asimismo tiene algo semejante a la historia de Noé, como algunos españoles han querido decir. Mercedes Serna explica el mito del diluvio también en otras culturas precolombinas: 11 Miguel Zugasti, “Lo prodigioso y sobrenatural en los Comentarios Reales”, en Humanismo, mestizaje y escritura en los Comentarios Reales, C. de Mora, G. Serés & M. Serna (eds.), Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, pp. 361-381. 16 El mito del diluvio hace referencia al ritmo cósmico y al mito de las edades. El diluvio es causa de la destrucción de generaciones de hombres en muchas mitologías. La humanidad es decadente y el mundo ha envejecido por lo que el diluvio sirve para que la humanidad se renueve. El hombre actual aprende, tras el castigo, a seguir una conducta correcta para no ser destruido. El mito del diluvio sirve, asimismo, para marcar un orden cronológico: la época en la que se da la transformación del hombre del pasado al presente 12 . Sigue Garcilaso el modelo historiográfico renacentista pues se aprovecha de leyendas y fuentes literarias de la Antigüedad Clásica, ya que el mito del diluvio está también directamente relacionado con el mito de Pirra y Deucalión, únicos supervivientes del diluvio de Zeus como castigo a la humanidad. Este mito nos da cuenta del pensamiento de un tiempo cíclico, y la posibilidad de que tras el fin de un mundo deteriorado llegue otro mejor y renovado. El escritor peruano es consciente del alto componente imaginativo que reside en estas fábulas historiales pero se justifica también de su utilización: Y de esta manera son todas las historias de aquella antigüedad, y no hay que espantarnos de que gente que no tuvo letras con que conservar la memoria de sus antiguallas trate de aquellos principios tan confusamente, pues los de la gentilidad del Mundo Viejo, con tener letras y ser tan curiosos en ellas, inventaron fábulas tan dignas de risa y más que estotras, pues una de ellas es la de Pirra y Deucalión y otras que no pudiéramos traer a cuenta. Las crónicas de Indias están plagadas de mitos, seres y personajes de la mitología grecolatina. El mito de las amazonas, el de las Hespérides, el mito de la fuente de la eterna juventud, el mito del El dorado, que movieron a los conquistadores españolas a lograr el éxito en las Indias, de ahí su difusión para motivar a las huestes. Durante todo el siglo XVI, las referencias al oro de las minas del rey Salomón son frecuentes en numerosos escritos, reactivadas por el Nuevo Mundo descubierto y las especulaciones de los exploradores. Desde los escritos del diario de Colón, el mito de El Dorado ha ido repitiéndose en numerosas crónicas y relaciones de Indias dentro de lo que se ha denominado “el discurso de la abundancia”. El teólogo Benito Arias Montano propuso la búsqueda de Ophir en el nombre del Perú , dando así una 12 Mercedes Serna, “Los mitos de los tayronas, los chibchas o muiscas y sus analogías con los europeos y asiáticos” en Mito, palabra e historia en la tradición latinoamericana. J. C. Rovira & E. Valero Juan (eds.) Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2013, p. 60. http://en.wikipedia.org/wiki/Benito_Arias_Montano http://en.wikipedia.org/wiki/Benito_Arias_Montano http://en.wikipedia.org/wiki/Peru 17 explicación a la aparición de los nativos peruanos que sería los descendientes de Ophir, y durante décadas se situó el reino bíblico de Ophir en el Perú porque en ambos lugares el oro y la madera se daban en abundancia. En el Capítulo XXV del libro Tercero titulado “Del famoso templo del Titicaca y de sus fábulas y alegorías” el escritor cuzqueño recuperará las “fábulas ancestrales” sobre los orígenes del imperio en relación con el mito del Dorado. Garcilaso, aprovechando la creencia de los Incas en estas fábulas, rescata de la memoria el “cuento” de los tesoros que hay escondidos en las montañas, lagos y cuevas que rodean a la ciudad imperial del Cuzco: los incas ofrecían oro, plata y piedras preciosas a su Dios Sol, quedando los tesoros custodiados en los templos levantados en honor a dicha deidad. Con la llegada de los españoles, fueron tomando los indios todas estas riquezas y las echaron en el lago Titicaca. Con el tiempo, fue aumentando esta fama del oro escondido y el escritor recogió la leyenda para alimentar la creencia en torno al mito del oro americano. Otra historia que guarda relación con el mito del Dorado la encontramos en el capítulo XXIX del libro séptimo “Tres torreones, los maestros mayores y la piedra cansada” (Ver anexo C) en el que se recoge la fábula de la piedra cansada que lloró sangre. El autor comienza el capítulo con una descripción de la fortaleza que los indios llamaron Móyoc Marca. Desde los inicios ya aparecen elementos fabulosos o literarios como la fuente que trae mucha agua y muy buena la cual los indios no saben decir de dónde ni por dónde. Garcilaso se vuelve a poner como protagonista y testigo de la historia: bien muchacho, con otros de mi edad, subí muchas veces a la fortaleza. Continúa la fábula con la narración de la piedra cansada que se encuentra antes de la fortaleza la cual, dicen los indios, que se cansó y lloró sangre y no pudo llegar al edificio, quedando parte de ella debajo del suelo. Tiempo después nos dice Garcilaso que los españoles intentarían cavar debajo de la piedra pensando encontrar allí los grandes tesoros. Sin embargo, y a diferencia de otras fábulas recogidas, el escritor recoge a continuación la “verdad historial” explicada por los filósofos y sabios amautas quienes aclaraban que la sangre que derramó dicen que es la que lloró, porque la lloraron ellos (los indios) y porque no llegó a ser puesta en el edificio. Decían que se cansó y que no pudo llegar allá porque ellos se cansaron de llevarla. Tenemos en los Comentarios la aparición de otros motivos literarios procedentes de la literatura de ficción y la mitología clásica como son las referencias a gigantes y seres maravillosos reflejados en el capítulo IX del libro nono titulado “De los 18 gigantes que hubo en aquella región y la muerte de ellos”. En este capítulo, Garcilaso hace un inciso en las descripciones geográficas para insertar la historia notable de los gigantes de la isla de Santa Elena según la versión que ofrece el cronista Pedro Cieza de León. Es clara la influencia y la imaginación de la cultura clásica así como el concepto de aventura del mundo clásico prolongado en la iconografía teratológica medieval, donde aparecía seres monstruosos y gigantes que habitaban las regiones desconocidas para el ser humano y que serán descubiertas en la literatura de ficción por los caballerosandantes. Todo este imaginario de seres maravillosos es filtrado en la mente del conquistador y el misionero que espera encontrarse con los paisajes, seres, aventuras y desventuras que encuentra en la literatura de ficción y concretamente en los libros de caballerías. Algunos de los que viajaban a las Indias eran hombres con estudios, que conocían a los autores clásicos y la mitología grecolatina en viva recuperación desde el Renacimiento, así como las historias relatadas en la Biblia (por ejemplo, la del gigante Goliat), por lo que llevaban una idea preconcebida del mundo que se iban a encontrar. Además habría que mencionar el conocimiento y popularidad de los bestiarios y libros de maravillas medievales. En estas historias de gigantes suelen aparecer los mismos elementos: el enfrentamiento o desobediencia de estos con alguna divinidad; su bestialidad reflejada en su comportamiento, en sus actos de sacrificio, en su canibalismo; un desmesurado apetito; y la práctica de la sodomía. El profesor Rodrigo Pardo Fernández 13 , nos explica que la sodomía era común en la América precolombina y que sería uno de los ejemplos de barbarie y salvajismo de los indígenas. En las crónicas aparece esta imagen del indio construida por los europeos para explicar la necesidad de conquista, colonización y civilización. En la historia de los gigantes de Santa Elena encontramos una lectura moral o ética: estos gigantes serán castigados y eliminados por Dios debido a los pecados que practicaban: y afirman los naturales que Dios Nuestro Señor, no siendo servido de disimular pecado tan malo, les envió el castigo conforme a la fealdad del pecado; y así 13 Cfr. Rodrigo Pardo Fernández, “Sobre la vida de los gigantes y otras idolatrías en los Comentarios Reales: una lectura comparada”, en Este gran laberinto: estudios filológicos en el centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga Lizarraga & M. Prendes Guardiola (eds.) Cuadernos de Humanidades, nº 17, 2009, pp. 35-48. 19 dicen que, estando todos juntos envueltos en su maldita sodomía, vino fuego del cielo, temeroso y muy espantable, haciendo gran ruido, del medio del cual salió un ángel resplandeciente con una espada tajante y muy refulgente, con la cual de un solo golpe los mató a todos. También encontramos la influencia de otro tipo de literatura de ficción como son los libros de viajes plagados de aventuras y desventuras, naufragios, horizontes, etc. Hay que recordar que Garcilaso guardaba en su biblioteca las Etiópicas de Heliodoro, considerada esta obra como el modelo de los libros de aventuras y recuperada de la antigüedad por los autores del Renacimiento. Si bien las crónicas de Indias no fueron en un principio concebidas por sus autores como relatos de viajes, aparecen en ella lugares remotos, y gentes y culturas no conocidas, una geografía desconocida que invitaba a la aventura. En los Comentarios vemos recogidos dos relatos de viajes que finalizan en el naufragio de sus protagonistas: la primera historia es la del piloto anónimo recogida en el libro primero, capítulo III “Cómo se descubrió el Nuevo Mundo” la cual supone el origen del conocimiento de Colón sobre las tierras del Nuevo Mundo. Es interesante detenernos en dicha leyenda debido a sus características narrativas como la narración en tercera persona o los motivos literarios que recoge como la aparición de la tempestad, poder sobrenatural que escapa al control de la mano del hombre: Le dio un temporal tan recio y tempestuoso que no pudiendo resistirle, se dejó llevar de la tormenta y corrió veinte y ocho o veinte y nueves días sin saber por dónde ni adónde, porque en todo este tiempo no pudo tomar el altura por el sol ni por el Norte. Dicha tempestad aparece también con un carácter providencial ya que Dios sitúa a partir de este suceso al hombre en el Nuevo Mundo para que expanda en él la fe del cristianismo. El carácter providencial de la conquista es una de las características que se recogen en las Crónicas de Indias: Dios interviene en la historia española y la señala como instrumento para expandir el orbe cristiano. Es Dios Todopoderoso el que hace posible desde un comienzo que Colón pueda descubrir esta nueva ruta hacia el Nuevo Mundo: Mas el Señor Todopoderoso, cuando quiere hacer misericordias, saca las más misteriosas y necesarias de causas contrarias […] que también usó de esta su piedad 20 para enviar su Evangelio y luz verdadera a todo el Nuevo Mundo, que tanta necesidad tenía de ella, pues vivían, o, por mejor decir, perecían en las tinieblas de la gentilidad e idolatría tan bárbara y bestial como en el discurso de la historia veremos (p. 12, vol.1). Son varias las crónicas en las que aparecen los naufragios y desventuras de los conquistadores, destacando la Historia general y natural de las Indias de González Fernández de Oviedo. La tempestad, los naufragios, las nubes, los diluvios son motivos literarios que también aparecen en numerosas obras de ficción como los libros de caballerías. Estos fenómenos funcionan como trance entre el mundo real y el posible mundo imaginario, desconocido, en el que ocurren toda serie de aventuras y en el que podemos proyectar nuestras ilusiones y ambiciones. Las utopías se abren tras el hallazgo tempestuoso de descubrir nuevos mundos. Estos fenómenos van acompañados también de la enumeración de los esfuerzos del viaje y de las desgracias a los que se ve sometido el explorador para llevar a cabo su empresa. Las dificultades del viaje son una marca textual propia del relato de viajes en el siglo XVI 14 : la falta de alimentos deriva a la sed y al hambre (temas señalados en la literatura picaresca que conocía nuestro autor), lo que a la larga produce enfermedades y desesperación por la supervivencia, terminando en la antropofagia relatada en algunos naufragios como los de Álvar Núñez Cabeza de Vaca, o en la historia recogida por Garcilaso en el “cuento extraño” que aparece en el capítulo XXII del libro nono, en relación a la abundancia y peligros de las ratas en los barcos. En la leyenda del piloto Alonso Sánchez nos comenta el Inca que de los catorce tripulantes del barco solo sobrevivieron, en un principio, cinco, para fallecer todos poco después. Esta leyenda del piloto anónimo aparece también recogida en la Historia general de las Indias de López de Gómara, de la que Garcilaso corregirá algunos errores puesto que él testimonia que sí escuchó la historia del piloto Alonso Sánchez en casa de su padre de la voz de otros conquistadores al contrario de López de Gómara quien jamás pisó las Indias. Lo que más nos interesa es que Garcilaso muestra en este capítulo su maestría como narrador, tomando una leyenda ya difundida y aceptada en el siglo XVII, para convertirla en un pequeño relato literario gracias a los detalles que nos ofrece en la narración. 14 Cfr. Jimena Rodríguez, “Fatigas y esfuerzos: marcas textuales del relato de viajes en crónicas de la conquista”, Revista Especulo, Universidad Complutense de Madrid, nº 42, 2009, http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html (última vez visitada el 20/10/2013). http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html 21 Nuestro autor incluye otro naufragio con la historia de Pedro Serrano para que este capítulo no sea tan corto en el Libro primero, Capítulo VIII “La descripción del Perú”. En capítulos anteriores ya había sido anticipada esta historia, pienso que como estrategia narrativa para intrigar al lector, y en ella podemos observar la preocupación formal por la composición que caracteriza al Inca. El autor denomina “cuento” a esta historia relatada por un caballero, Garcí Sánchez de Figueroa, a quien se lo oí, que conoció a Pedro Serranoy escuchó la historia de él mismo. De nuevo aparece el lugar mítico de la isla al igual que en la leyenda del piloto anónimo. Esta isla es llamada como “Serrana”. Sabemos la importancia que Garcilaso y el Renacimiento dan a la etimología, por lo que no es casual el nombre que recibe la isla en relación directa con el protagonista de este cuento. Asimismo surgen en este relato el hambre y la sed que llevan a situaciones límites de desesperación al protagonista: le parecían muerte más cruel que haber muerto ahogado, porque es más breve. Así pasó la primera noche llorando su desventura, tan afligido como se puede imaginar que estaría un hombre puesto en tal extremo. Las profesoras Trinidad Barrera y Carmen de Mora nos explican en la siguiente cita otra de las posibles fuentes, los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca: ¿No pudo constituir la crónica de Alvar Núñez un antecedente de este episodio? Salvando las distancias, se observan al menos dos similitudes: el naufragio como punto de partida para un nuevo «modus vivendi» y la sorpresa y el desconcierto que la imagen de ese hombre nuevo primitivo provoca en el cristiano que le ve por vez primera. Además Miró Quesada cita los Naufragios entre las fuentes informativas del Inca Garcilaso15. En estos momentos críticos se cuestiona la identidad, la relación del hombre con el hombre. El alejamiento de la cultura de origen y la convivencia prolongada con lo desconocido abren la subjetividad del personaje hacia nuevos signos de identidad. El personaje aparece asimilado por la naturaleza americana, se despoja de la civilización, todo ello narrado por Garcilaso a través de una serie de fórmulas y tópicos pertenecientes a la modalidad novelesca. 15 Trinidad Barrera & Carmen de Mora, “Los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca: entre la crónica y la novela” Actas II Jornadas de Andalucía y América, Univ. de Santa María de la Rábida, Vol. 2, 1983, pp. 331-364. 22 3. CARACTERÍSTICAS NARRATIVAS Esta ficción intercalada es definida por Garcilaso como “cuentos” y guardan las características narrativas de estos: concisión, aventura, trama, un único espacio y tiempo, y la sorpresa final. Durante el Renacimiento se utilizaba el término “cuento” para designar formas simples: chistes, anécdotas, casos curiosos, fábulas. En general, en el término subyace una referencia a esquemas orales, populares, de fantasía. Otras de las denominaciones que utiliza el Inca para estas digresiones son “cuento gracioso”, “anécdota”, “leyenda”, “caso historial”, “antigüedades”, “fábulas historiales”. El autor peruano sigue para la estructura de estas historias las técnicas ya utilizadas por la cuentística medieval como la novela-marco en la que el personaje de la narración principal (en este caso, el propio autor) inserta relatos contados por él mismo o bien cediendo la voz a otros personajes. Una de las principales características que podemos analizar es la presencia testimonial en la mayoría de los relatos: el Inca afirma su verdad histórica en que lo que cuenta es experiencia personal, en lo visto y lo vivido y en la proximidad temporal de los hechos narrados. Se trata de discutir modelos de conocimiento basados en las autoridades y de sustituirlos por la experiencia, ser testigo de vista, es decir, testimoniar. El yo enfático y testimonial es característico en las crónicas de Indias, donde el conquistador o el misionero pretenden que sus hazañas y sus experiencias vividas puedan servir de ejemplo. Los cronistas de Indias legitimaron la historia y la realidad empírica entonces a través de lo visto y lo vivido o bien mediante un fidedigno testigo ocular de los acontecimientos. Uno de los argumentos para basar la verdad era la proximidad temporal de los hechos narrados que garantizaban su fiabilidad y credibilidad, a la manera de Herodoto, autor clásico hacia el que el Inca mostraba gran admiración. Este argumento testimonial de la historia es el que permitirá al autor integrar en la historia los recuerdos personales: Estas y otras semejantes pláticas tenían los Incas y Pallas en sus visitas, y con la memoria del bien perdido, siempre acababan su conversación en lágrimas y llanto diciendo: Trocósenos el reinar en vasallaje… En estas pláticas yo como muchacho, entraba y salía muchas veces donde ellos estaban, y me holgaba de las oír, como huelgan los tales de oír fábulas (Libro primero, capítulo XV). 23 La presencia del narrador-autor en las anécdotas que nos cuenta otorga un voto a favor de la realidad de los hechos. Nos explica Mª Rocío Oviedo Pérez de Tudela que “la anécdota propende a relacionarse con la autobiografía, por cuanto ha de fundamentarse en la experiencia y como no, de algún modo ha de situar la psicología del sujeto al que se refiere, de modo que se relaciona al mismo tiempo con la antropología” 16 . Cuando Garcilaso no ha visto ni oído algunas de las historias que nos relata, toma el testimonio de alguna persona fiable que sí presenció dicha historia o conoce a alguna persona que fue testigo de primera mano, como es el caso de Garci Sánchez de Figueroa en la historia de Pedro Serrano. Garcilaso se alimentaba también de la tradición oral atesorada por los haravicus (poetas) y amautas (filósofos y sabios), quienes, desde tiempo inmemorial, seguían el principio de recordar lo grandioso de cada monarca 17 , de ahí que debamos valorar también el carácter etnográfico de la obra. Garcilaso elogia a estos sabios incas en la siguiente cita: Supieron componer en prosa, tan bien como en verso, fábulas breves y compendiosas por vía de poesía para encerrar en ellas doctrina moral, o para guardar alguna tradición de su idolatría o de los hechos famosos de sus reyes o de otros grandes varones; muchas de las cuales quisieron los españoles que no sean fábulas, sino historias verdaderas, porque tiene alguna semejanza a la verdad. De otras muchas hacen burla, por parecerlas que son mentiras mal compuestas, porque no entienden la alegoría de ellas (Libro segundo, capítulo XXVII). El recuerdo del pasado en los pueblos indígenas se conservó a través de pinturas e ideogramas, o en el caso del Perú a través de los quipus y la tradición oral. El Inca se dedicó a la recuperación de la historia de sus antepasados incaicos y a transmitírnosla por medio de pequeñas narraciones, historias, fábulas, cuentos graciosos 16 Mª Rocío Oviedo Pérez de Tudela, “La anécdota en la Crónica de Indias”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2009. 17 José Antonio Mazzotti defiende en Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas (1996), que estos relatos se cantaban y recitaban en un contexto ritual, en una especie de tradición oral sagrada que trataban asuntos de importancia para la comunidad. 24 etc. quedando fijadas en letra escrita para conservarlas en su obra. Estos sistemas de conservar la memoria del pasado y el saber cayeron en desuso, sin embargo, el Inca los trae a la memoria años después de la conquista. De esta suerte tenían otras muchas fábulas que enseñaban por tradición a sus hijos y descendientes; para que quedase memoria de los acaecimientos más notables que entre ellos pasaban (Libro séptimo, Capítulo XXIX). Esta oralidad está recogida por la pluma de Garcilaso en una prosa de un estilo elegante y depurado, animada la narración por medio de diálogos directos que hacen que avancen la historia y que favorecen a que el lector se introduzca en ella. Para relatarnos el origen de los Incas, el autor no recogerá testimonios de historiadores anteriores sino que toma la autoridad de sus propios antepasados incas, protagonistas y testigos de las “fábulas” que él oía de niño. Es decir, toma nuevamente los testimoniosorales como materia y fuente para la historiografía, pidiéndole a su tío que rescate de la memoria esas antiguallas sobre el origen de su cultura. Basta recordar la estrecha relación del mito con la tradición oral como forma de transmisión de las culturas. Y es que como nos dice Mercedes López-Baralt en su libro El Inca Garcilaso, traductor de culturas (2011): La oralidad siempre está presente en los textos escritos de los siglos XVI y XVII, por el sencillo hecho de que más que lectores había oidores, por el alto nivel de analfabetismo y el elevado costo de los libros […] y es que los libros se leían entonces en voz alta; de ahí, en buena medida, el tono conversacional de su obra. 18 Se produce en los Comentarios una polifonía de voces en las que el narrador- autor de la obra, Garcilaso, cede la voz narrativa a su tío para contar las leyendas ancestrales en donde se refleja en estilo directo las voces de aquellos primeros príncipes incas, Manco Cápac y Mama Ocllo, hermanos, hijos del Sol y de la Luna. En opinión de López-Baralt, la creación de este coprotagonista supone uno de los grandes acierto del libro “pues le sirve al Inca de espejo, desdoblamiento, proyección, catarsis y 18 Mercedes López-Baralt, El Inca Garcilaso, traductor de culturas, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2011, p. 55. 25 sublimación; y que constituye, en tanto su álter ego, la sorprendente instancia literaria de la dualidad que caracteriza al Inca” 19 . Aparecen también en estilo directo las voces de los indios comunes, de los conquistadores y la del propio Garcilaso cuando era joven. Esta estrategia retórica era utilizada por los humanistas italianos, y con ella lograban dar un mayor dramatismo a la escena que se nos narraba. Estos, a su vez, habían tomado dicho recursos retórico de Tucídides y su obra Historia de la guerra del Peloponeso (encontrada en la biblioteca del Inca). Afirma Oscar Coello que “cuando el narrador manipula la historia, y pone en boca de otros personajes discursos ficcionales, nos encontramos ya en el mundo de la literatura” 20 . Los europeos defendían su conquista y hegemonía sobre los pueblos indígenas basándose en que estos no tenían pasado ni historia al no tenerla recogida en la escritura 21 . Sin embargo, en palabras de Elliot: A los europeos, acostumbrados a los documentos escritos, podía no inspirarles gran confianza la dependencia de la tradición oral, pero al menos la idea no les era completamente extraña. Fernández de Oviedo […] recordaba sagazmente a sus lectores que también los castellanos tenían su historia oral en forma de grandes romances. Había también un importante precedente clásico en las historias de Herodoto, cuyos métodos y veracidad eran temas de animados debates en el siglo XVI. Herodoto, cuando investigaba la historia de pueblos extranjeros y bárbaros, tomaba su información de la tradición oral 22 . Recordamos aquí la anécdota de los melones recogida en Libro nono, capítulo XXIX “De la hortaliza y yerbas, de la grandeza de ellas”: tras la descripción de los tipos 19 Mercedes López-Baralt, Op. Cit. p. 252. 20 Óscar Coello, “El Inca de los Comentarios Reales: descripción del actante ficcional” en Este gran laberinto: estudios filológicos en el centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga Lizarraga & M. Prandes Guardiola, Cuadernos de Humanidades, nº17, 2009, pp. 1-16. 21 Cfr. El artículo de Walter Mignolo, “La cuestión de la letra en la legitimación de la Conquista” en De conquistadores y conquistados: realidad, justificación, representación de K. Kohns, Vervuert, Frankfurt, 1992, pp. 97-112. Raquel Chang-Rodríguez hace un estudio de los primeros cronistas indígenas en el Virreinato de la Nueva España en su artículo “Los cronistas indígenas del Perú y los comienzos de una escritura hispanoamericana”, Revista Iberoamericana, vol. XLIV, nº 104-105, Julio-Diciembre, 1982, pp. 533-548. 22 John Elliott, El viejo mundo y el nuevo 1492-1650, Alianza editorial, Madrid, 1971, pp. 49- 50. 26 de hortalizas que se plantaban en el Perú, Garcilaso inserta una historia aparentemente sin ningún tipo de repercusión, que él denomina como “cuento gracioso” pero en la que encontramos, sin embargo, una lectura crítica. El relato narra cómo dos indios son enviados por su capataz para entregar diez melones a su amo el conquistador, junto con una carta. El capataz les advierte a los indios de que aquella carta hacía referencia a la cantidad de melones que llevaban como porte. Durante el camino, los indios cedieron a la tentación y al hambre y escondieron la carta para que no viera cómo se comían los melones. Finalmente, el conquistador descubre la falta de estos indios, creyendo estos que han sido descubiertos por la sabiduría del conquistador. Juan José Arrom en “Hombre y mundo en dos cuentos del Inca Garcilaso” 23 señala el propósito de Garcilaso por defender la simpleza de los indios, los cuales tomaban por divinidades a aquellos primeros conquistadores. Mientras que en opinión de Julio Ortega, los indios no pueden procesar “la letra, pues ignoran la escritura; de modo que cuando deciden comerse un melón esconden la carta para que no los vea, pero cuando el dueño lee la misiva descubre la falta de los indios, quienes quedan abrumados por el poder de la letra”. 24 La historia graciosa recoge la importancia que venimos señalando de la escritura para aquellos primeros encuentros de la conquista, como recoge Garcilaso en boca de uno de los indios protagonistas de la historia: Con muncha razón llamaban dioses a los españoles con el nombre Viracocha pues alcanzaban tan grandes secretos. Observamos el valor desmesurada dado a la escritura por parte de los europeos, quienes pensaban que al no tener los pueblos indígenas escritura no tenían por tanto historia antigua. Mercedes López-Baralt, al igual que Julio Ortega, es de la opinión de que “el cuento tiene el propósito de defender a los indios por la pureza de su simplicidad, que ocasionó que cualquier ventaja que sobre ellos tuvieran los españoles les hiciera tomarlos por divinidades. En el fondo, el Inca está explicando el porqué de la conquista”. 25 El propio Garcilaso comenta que López de Gómara recoge otro cuento semejante a este para resaltar la simplicidad de los indios del Nuevo Mundo. 23 Cfr. El artículo de Juan.José Arrom, “Hombre y mundo en el Inca Garcilaso”, Certidumbre de América, Gredos, Madrid, 1971, pp. 27-35. 24 Julio Ortega, “Garcilaso y el modelo de la nueva cultura”, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. XL, nº 1, 1992, p. 208. 25 Mercedes López-Baralt, Op. Cit. p. 165. 27 Estos cuentecillos tendrían ese aire popular de rescatar una anécdota que quedase en la memoria del pueblo para que fuese fácilmente conservado por la tradición oral. Guardan también relación estas historias, anécdotas y cuentecillos con la tradición cuentística española en auge durante los siglos XVI y XVII. Otro de los ejemplos de la influencia de la cuentística popular sería el caso de la anécdota de los curacas del valle del Hacari recogido en el capítulo XVIII del libro tercero “El príncipe Inca Roca reduce muchas y grandes provincias mediterráneas y marítimas” el cual recoge el tema de la venganza, tan recurrido en la literatura española de los Siglos de Oro. Garcilaso introduce un “caso extraño” porque el capítulo le está quedando corto y algo desabrido, es decir, como en otros momentos, nuestro autor tiene en cuenta estos motivos estéticos para la composición de su obra. La historia narra que dos curacas del valle del Hacari tienen disputas por las tierras. El gobernador manda a un comisarioespañol para imponer la paz. Podemos decir que Garcilaso refleja y justifica la presencia española ante la barbarie y disputas de los indígenas, para imponer la paz y la justicia cívica. Sin embargo, uno de los curacas no queda convencido y trata de envenenar a su enemigo ofreciéndole un brebaje. El autor cuzqueño muestra en este episodio el conocimiento de los incas sobre las hierbas y la naturaleza, flora que ha descrito anteriormente en su obra como parte de las descripciones características de la historiografía. Así mismo, en otro de los capítulos de su obra se detiene en explicarnos el protocolo que tenían los incas a la hora de brindar, puesto que si se ofrecía el vaso de la izquierda o el de la derecha se guardaba más o menos respeto o posición superior ante la persona con la que se brindaba. En la anécdota que nos relata se recoge este detalle del brindis, de vital importancia puesto que el curaca enemigo toma el vaso sin veneno. Hay aquí una clara relación con el tema del burlador burlado, presente en los cuentos populares así como en la comedia nueva española. Para la crítica Mercedes López-Baralt “este cuentito, con su elemento de suspense, bien podría tener como subtexto latente una tradición ancestral indígena […] el encuentro ritual periódico que enfrenta a las dos partes —hanan y hurin— de una comunidad andina, y que se conoce como tinku” 26 . López-Baralt también destaca de este cuento el hecho de que los protagonistas aún no estaban bautizados por lo que no se había completado el proceso de aculturación llevado a cabo por la conquista española. 26 Mercedes López-Baralt, Op. Cit. pág. 167. 28 Pupo-Walker divide en Historia, creación y profecía en los textos del Inca Garcilaso de la Vega (1982) la materia interpolada que aparece en la obra en tres tipos: la fabulación prehispánica, la cuentística popular y algunos relatos de la narrativa americana. En nuestro trabajo optamos por una clasificación de estas historias intercaladas basada según la fuente o influencia que predominan en ellas. Así, tendríamos las fábulas con resonancias bíblicas y en la mitología grecolatina como son las fábulas historiales del origen de los Incas y la fábula de los gigantes de Santa Elena. Otro tipo sería el de las historias basadas en la literatura de ficción como son las novelas de aventuras o libros de viajes en la que incluimos la leyenda del piloto Alonso Sánchez y la Historia de Pedro Serrano. En esta tipología añadimos también las fábulas del templo del Titicaca y la fábula de la piedra cansada debido a que en ellas tiene una vital importancia el mito del Dorado, reavivado en las crónicas de Indias las cuales podemos en algunos casos leer como libros de viajes. Por último, y coincidiendo con Pupo-Walker, hablamos de las historias intercaladas basadas en la cuentística popular española y europea de tradición oral como pueden ser el cuento de los curacas del valle de Hacari o la anécdota de los melones Las características narrativas que hemos podido observa en cada una de las ficciones intercaladas recogidas y analizadas son las propias de la tradición cuentística medieval: historias breves con una sola acción, espacio y tiempo, contadas por un autor- narrador omnisciente, que se introduce en ocasiones en la redacción para dar cuenta de su opinión o aportar alguna observación; una estructura-marco o de caja china característica de los cuentos medievales; la inserción de diálogos que dan un mayor dramatismo a la historia introduciendo al lector en ella y que hace que esta avance; y por último, en la mayoría de ellas, una enseñanza didáctica o moral. 4. FINALIDAD DE LA FICCIÓN INTERCALADA Todo texto está condicionado por elementos extratextuales como el contexto histórico-cultural, y por la motivación que ha llevado al autor a escribirlo. En numerosos estudios ha sido comentada la finalidad que perseguía el Inca con la redacción de sus Comentarios reales: la necesidad de elevar su cultura incaica al nivel de otras culturas occidentales, dignificando así su propia estirpe a través de una obra historiográfica, corrigiendo, ampliando y comentando otras crónicas anteriores, todo ello mediante la redacción de una prosa cuidada y elegante propia de un humanista. 29 Desde el proemio ya se nos advierte que va a glosar o comentar las crónicas de otros historiadores para darnos otra visión de la cultura incaica. Así también, su propósito es dignificar la historia de sus antepasados incas, al dotar dichas historias de palabra escrita. Sin embargo, nosotros preferimos centrarnos en la cuestión de la ficción intercalada que aparece en la obra. ¿Por qué de estas digresiones en la obra? ¿Con qué motivo se añaden? ¿Por qué la elección de estas historias, cuentos y anécdotas? El propio Garcilaso confiesa que de mi parte he hecho lo que he podido, no habiendo podido lo que he deseado. Al discreto lector suplico reciba mi ánimo, que es darle gusto y contento, aunque las fuerzas ni el habilidad de un indio nacido entre los indios y criado entre armas y caballos no puedan llegar allá (Libro primero, Capítulo XIX). En las historias intercaladas analizadas podemos observar que una de las principales finalidades para el autor es conservar y difundir esas “fábulas ancestrales” para preservar así la memoria del pasado incaico. Como estudia Enrique Pupo-Walker, Garcilaso contempló aquellas fábulas ancestrales de los incas como materia seminal de la historia. Pero es igualmente cierto que esas y otras narraciones fueron trabajadas intencionadamente para embellecer numerosas páginas de sus relaciones, mostrándonos el autor el alarde de su artificio literario, el placer por narrar historias. Vemos cómo Garcilaso tiene en cuenta el precepto renacentista del docere et delectare. También la historiografía clásica introducía cuentos y anécdotas para la explicación de distinto hechos con una finalidad didáctica o moralizante, ya que a partir de estos cuentos la ejemplaridad tenía una función mnemotécnica mejor que la exposición prolongada de hechos históricos. Es aquí de donde podemos partir para la explicación de la inclusión de estas historias, anécdotas, cuentos, fábulas, etc. intercaladas en los Comentarios Reales, con el propósito de que puedan servir de enseñanza al lector como por ejemplo el caso extraño que pasó en el valle de Hacari. Además, como dijimos más arriba, lo más probable es que Garcilaso tuviera conocimiento y acceso a este tipo de literatura con función moralizante. También para la profesora Carmen de Mora la finalidad moralizante estaría presente en la obra del Inca: “En la segunda mitad del s. XVI, debido a la influencia de la Contrarreforma se intensificaron las connotaciones moralizantes religiosas y prevaleció una intencionalidad persuasiva que favorecía la idealización de los hechos, práctica que se vio reflejada en la labor humanista de los jesuitas” 27 . 27 Carmen de Mora, op. Cit. p. 110. 30 Esta propuesta didáctica de las historias intercaladas encaja también con los principios humanísticos y renacentistas que seguía Garcilaso, entroncado así con la tradicional cuentística medieval europea aunque la historiografía humanística renacentista rechace la mecánica expositiva medieval y se muestre a favor del virtuosismo narrativo y la verosimilitud de lo relatado. Hay que tener en cuenta que nos encontramos ante la obra de un gran narrador y, como el propio autor nos dice en varias ocasiones, estas interpolaciones son utilizadas respecto a la obra global como una estrategia narrativa: la inserción de historias intercaladas para distraer al lector y no hacer monótona la lectura; en ocasiones, con el propósito de hacer más largos los capítulos; y en otras, comoilustración para expandir los propósitos testimoniales de la historia. En resumen, Garcilaso tiene como finalidad dar variedad y amenidad al discurso histórico siguiendo los principios renacentistas. El Inca hace de esta manera un alarde de su artificio literario y no sólo de su conocimiento histórico. Hay una pretensión por parte del escritor cusqueño de narrar una historia verídica y hacer literatura, y en conclusión, estas historias intercaladas también cumplen una función ornamental como se aprecia claramente en la literariedad del relato del náufrago Pedro Serrano. Garcilaso demuestra así el afán renacentista del ideal de belleza a imitación de los clásicos y los modelos italianos de gran vocación literaria que poseía en su biblioteca: Boccaccio, Dante, Petrarca, Giraldo. Desde los movimientos independentistas del Romanticismo hasta la actualidad, se ha venido repitiendo que la finalidad última de nuestro autor sería recuperar la voz de los indígenas, en un intento de reivindicación de la cultura materna. Quisiéramos destacar la opinión de Raúl Marrero Fente cuando afirma que “la posición de Garcilaso es llevar estos relatos indígenas desconocidos en España a los lectores europeos, en un proceso que recupera la voz de los vencidos y que produce un movimiento epistemológico contrario al de los cronistas españoles” 28 . No es de extrañar, teniendo en cuenta su significado romántico, que la obra fuera censurada por la Real Cédula de Carlos III en 1782 tras el alzamiento de Tupac Amaru II. Como reacción a dicha prohibición, su lectura fue promovida por los independentistas del siglo XIX. El propio libertador San Martín proyectó en 1814 una 28 Raúl Marrero Fente, “La visión transatlántica de las culturas en los Comentarios Reales”, Humanismo, Mestizaje y escritura en los Comentarios Reales, C. de Mora, G. Serés & M. Serna (eds.) Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, p. 197. 31 edición de la obra que no llegó a ser publicada. La obra no lograría publicarse en América hasta 1918. 5. CONCLUSIONES Con este trabajo hemos querido valorar estas interpolaciones independientemente de la importancia histórica, antropológica, geográfica, etnológica y, por supuesto, literaria de la obra global Comentarios Reales, analizando solamente lo que el Inca Garcilaso concibió como primera parte de la obra, y que posteriormente continuaría en una segunda parte en lo que los historiadores han titulado Historia general del Perú, publicado póstumamente en 1617. Para llevar a cabo esta valoración nos hemos fijado en las características internas de estas narraciones intercaladas con el propósito de trazar una línea común que las caracterizara como es el componente de transmisión oral presente en la mayoría de estas narraciones. Así también, y en relación con la importancia de las fuentes orales va unido el testimonio autobiográfico de cada una de las historias que el peruano oyó, vio o vivió. Señalamos en estas conclusiones la transcendencia de estas ficciones intercaladas en la literatura posterior, como reflejo de la autonomía narrativa de estas interpolaciones, en una relación de intertextualidad con otras obras y relatos posteriores. Numerosos estudiosos de la obra del Inca han señalado la influencia del relato de Pedro Serrano en obras posteriores como Robinson Crusoe de Daniel Defoe o El nuevo Robinson de Joachim Heinrich Campe; dicha leyenda o relato fue novelado también por el escritor antioqueño Manuel Uribe Ángel en La Serrana (1881) y recientemente, la profesora Trinidad Barrera 29 ha comentado la intertextualidad entre el relato de Pedro Serrano y Relato de un náufrago (1970) de García Márquez. Sin duda, es este relato el mejor elaborado y dotado de una mayor independencia respecto al resto de la obra. El siglo XIX fue el siglo del auge de la narración breve: con el movimiento romántico serán recogidas leyendas populares y cuentos que sobreviven en la tradición, tanto en Europa como en América. En el Perú, las leyendas e historias populares serán elaboradas por el escritor Ricardo Palma, quien toma a su vez la anécdota de los 29 Trinidad Barrera, “Otra vuelta de tuerca al naufragio de Pedro Serrano” en Renacimiento mestizo: 400 años de los Comentarios Reales, J.A. Mazzotti (ed.), Iberoamericana-Vervuert, Madrid- Frankfurt, 2010, pp. 19-29. 32 melones como fuente para su cuento “Cartas Cantas”, y el caso del valle de Hacari en el cuento “Orgullo de cacique” 30 recogidos en su obra Tradiciones peruanas (1893-1896). Asimismo, las “fábulas historiales” que recoge el Inca sobre la fundación del Incario también serán tenidas en cuenta por Abraham Valdelomar en su colección de cuentos Los hijos del Sol (1921) quien coteja estás fábulas con las versiones aparecidas en las crónicas de Pedro Sarmiento de Gamboa y de Juan de Betanzos. Estas fábulas historiales toman su valor con las reivindicaciones del movimiento indigenista que se produce en el Perú en la primera mitad del siglo XX a través de la asociación Pro- Tawantinsuyo, y la fuerza de intelectuales como Manuel González Prada o José Carlos Mariátegui. Los Comentarios Reales son tratados en la actualidad como una obra pionera en el surgimiento del cuento entendido como narración que recoge los recuerdos de la infancia. Los relatos que el Inca incorporó deja fundado este ámbito con narraciones que en su mayor proporción constituyen recuerdos de la infancia y de juventud, pero también donde se entremezcla la crónica histórica con la imaginación, la aventura y el fino humor. Apreciamos en estas fábulas, cuentos, leyendas, anécdotas, casos, toda la esencia literaria que los rodea, no sólo en la habilidad narrativa del escritor peruano en insertarlas para una lectura más amena de la historia del incario sino por su acierto en la elección de dichas historias o fábulas, su componente ficticio, imaginario, creador, y de gran atractivo incluso para el lector actual. Es por ello que el historiador Menéndez Pelayo comentaba que “la celebridad de Garcilaso como uno de los más amenos y floridos narradores que en nuestra lengua puedan encontrarse, se funda en sus obras historiales, que mejor calificadas estarían de historias noveladas, por la gran mezcla de ficción que contienen” 31 . El escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias iría aun más allá, cuando en su discurso para el Nobel de Literatura (1967) rescataría a nuestro autor peruano, viendo en su obra el comienzo mágico de la moderna narrativa americana. De esta manera, conocer y profundizar en la lectura de esta ficción intercaladas nos ayuda a entender mejor las raíces de la literatura latinoamericana, su evolución con el apogeo del indigenismo y la etnografía de los escritores del siglo XIX, los textos de 30 Cfr. Fernando Rodríguez Mansilla, “Brindan los curacas: de los Comentarios Reales a las Tradiciones Peruanas”, Mercurio Peruano, nº 524, 2011, pp.142-150. 31 Marcelino Menéndez Pelayo, Orígenes de la novela, vol. 1. Gredos, Madrid, 2008, pág. 594. 33 Abraham Valdelomar y Ricardo Palma, los estudios antropológicos de José María Arguedas, y la fusión de ficción y realidad en los autores del realismo mágico, como Miguel Ángel Asturias, Vargas Llosa y García Márquez. Quisiéramos finalizar nuestro trabajo con las palabras que dedica el Nobel Vargas Llosa a su paisano en su discurso “El Inca Garcilaso y la lengua general”: ¿Por qué esta idílica visión del Imperio de los Incas ha alcanzado, pese a las enmiendas de los historiadores, una vigencia que ninguna de las otras, menos fantasiosas, haya merecido? A que Garcilaso fue un gran escritor, el más artista entre los cronistas de Indias,a que su palabra tan seductora y galana impregnaba todo lo que escribía de ese poder de sobornar al lector que sólo los grandes creadores infunden a sus ficciones. 32 6. BIBLIOGRAFÍA Anderson-Imbert, Enrique. Historia de la literatura latinoamericana, vol. 1, Fondo de Cultura Económica, México, 1987. Arrom, Juan José. “Hombre y mundo en el Inca Garcilaso”, Certidumbre de América, Gredos, Madrid, 1971, pp. 27-35. Barrera, Trinidad. “Otra vuelta de tuerca al naufragio de Pedro Serrano” en Renacimiento mestizo: 400 años de los Comentarios Reales, ed. José Antonio Mazzotti, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, pp. 19-29. Barrera, Trinidad & De Mora, Carmen. “Los Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca: entre la crónica y la novela” Actas II Jornadas de Andalucía y América, Universidad de Santa María de la Rábida, Vol. 2, 1983, pp. 331-364. Chang-Rodríguez, Raquel. “Los cronistas indígenas del Perú y los comienzos de una escritura hispanoamericana”, Revista Iberoamericana, vol. XLIV, nº 104-105, Julio-Diciembre, 1982, pp. 533-548. Coello, Óscar. “El Inca de los Comentarios Reales: descripción del actante ficcional” en Este gran laberinto: estudios filológicos en el centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga Lizarraga & M. Prendes Guardiola (eds.), Cuadernos de Humanidades, nº17, pp. 1-16. Durand Flores, José. “La biblioteca del Inca”, Nueva Revista de Filología Hispánica, nº 32 Mario Vargas Llosa, “El Inca Garcilaso y la lengua general” Conferencia Spinoza, 2009, http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm (última visita 15 de Octubre de 2013) http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm 34 2, 1948, pp. 239-264. Elliott, Jhon. El viejo mundo y el nuevo 1492-1650, Alianza Editorial, Madrid, 1972. Garcilaso de la Vega, Inca. Comentarios Reales, La Florida del Inca, introd., ed. y notas de Mercedes López-Baralt, Espasa Calpe, Madrid, 2003. Liano, Dante, “El Inca Garcilaso: escritor de frontera” en Nuevas lecturas de la Florida del Inca, C. d Mora & A. Garrido Aranda (eds.), Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2008, pp. 13-18. López-Baralt, Mercedes. El Inca Garcilaso, traductor de culturas, Iberoamericana- Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2011. Marrero Fente, Raúl. “La visión transatlántica de las culturas en los Comentarios Reales”, en Humanismo, Mestizaje y escritura en los Comentarios Reales, C. de Mora, G. Serés & M. Serna (eds.) Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2010, pp. 191-210. Mazzotti, José Antonio. Coros mestizos del Inca Garcilaso: resonancias andinas, Fondo de Cultura Económica-Fondo Editorial de Cultura, México-Lima, 1996. Menéndez Pelayo, Marcelino. Orígenes de la novela, Vol. 1, Gredos, Madrid, 2008. Mignolo, Walter. “La cuestión de la letra en la legitimación de la Conquista” en De conquistadores y conquistados: realidad, justificación, representación, ed. K. Kohns, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 1992, pp. 97-112. Ortega, Julio. “Garcilaso y el modelo de la nueva cultura”, Nueva Revista de Filología Hispánica, vol. XL, nº 1, 1992, pp. 199-215. Oviedo Pérez de Tudela, Mª Rocío. “La anécdota en la Crónica de Indias”, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2009. Pardo Fernández, Rodrigo. “Sobre la vida de los gigantes y otras idolatrías en los Comentarios Reales: una lectura comparada” en Este gran laberinto: estudios filológicos en el centenario de los Comentarios Reales, C. Arrizabalaga Lizarraga & M. Prendes Guardiola (eds.), Cuadernos de Humanidades, nº 17, 2009, pp. 35-48. Pellicer, Rosa. “La Florida del Inca y otras relaciones de la expedición de Hernando de Soto: historia y ficción”, en C. de Mora & A. Garrido Aranda (eds.), Nuevas lecturas de La Florida del Inca, Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2008, pp. 103-125. Pupo-Walker, Enrique. Historia, creación y profecía en los textos del Inca Garcilaso 35 de la Vega, ed. José Porrúa Turanzas, Madrid, 1982. Pupo-Walker, Enrique. “Los Comentarios Reales y la historicidad de lo imaginario”, Revista Iberoamericana, nº 104-105, Julio-Diciembre, 1978, pp.385-407. Rodríguez, Jimena, “Fatigas y esfuerzos: marcas textuales del relato de viajes en crónicas de la conquista”, Revista Especulo, nº 42, 2009, www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html (última visita el 20/10/2013). Rodríguez Mansilla, Fernando. “Brindan los curacas: de los Comentarios Reales a las Tradiciones Peruanas”, Mercurio Peruano, nº 524, 2011, pp.142-150. Serna, Mercedes. “Los mitos de los tayronas, los chibchas o muiscas y sus analogías con los europeos y asiáticos” en Mito, palabra e historia en la tradición latinoamericana. J. C. Rovira & E. Valero Juan (eds.) Iberoamericana-Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2013, pp. 57-69. Vargas Llosa, Mario. “El Inca Garcilaso y la lengua general” Conferencia Spinoza, 2009, http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm (última visita 15 de Octubre de 2013). http://www.ucm.es/info/especulo/numero42/fatigas.html http://cvc.cervantes.es/literatura/conferencias_spinoza/vargas.htm
Compartir