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UNIVERSIDAD GUAYAQUIL FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS CATEDRA: PSICOLOGÍA TEMA: INFORME DE LOS CAPÍTULOS 1, 11 Y 24 – SUBGRUPO#1 SUBGRUPO#1 INTEGRANTES: NARCISA LIZBETH HERRERA ANDRADE VIVIANA SCARLET LAVID SANDOVAL SAHIT EDISON MONTESDEOCA MARTÍNEZ EMELY NICOLE VERGARA PARRALES CURSO: 4-6 DOCENTE: Psicól. ROSA ELENA CEPEDA ESCALANTE PERÍODO ACADÉMICO: 2023 – 2024 CICLO I UNIVERSIDAD DE GUAYAQUIL FACULTAD DE CIENCIAS MÉDICAS Integrantes: • Herrera Andrade Narcisa Lizbeth. • Lavid Sandoval Viviana Scarlet. • Montesdeoca Martínez Sahit Edison. • Vergara Parrales Emely Nicole. INFORME DE LOS CAPÍTULOS: CAPÍTULO 1 PARTE 1– SAHIT MONTESDEOCA MARTINEZ EL PROBLEMA DE LA DEFINICION la historia de la psicopatología y cómo ha evolución En épocas tempranas de la historia, los teólogos, los filósofos y los médicos desarrollaron teorías sobre la psicopatología y modos de tratarla, algo que puede contemplarse directamente a partir de lo que escribieron. Más difícil es hacer generalizaciones sobre cómo se trataba realmente a los sujetos mentalmente enfermos en épocas y lugares distintos de los nuestros, pero uno se puede hacer una idea de la manera en que los médicos y los sacerdotes contemplaban lo que hoy día llamaríamos enfermedad mental a partir de los tratados médicos y los documentos eclesiásticos; se pueden conocer, basándose en documentos legales, los intentos que se hacían dentro de la comunidad para afrontar los problemas de la locura; los puntos de vista predominantes y las formas de tratar a los individuos mentalmente enfermos pueden deducirse de las narraciones históricas, en los diarios y en la literatura de la época. Mito de la trepanación de los cráneos Los arqueólogos han descubierto muchos cráneos en los que hay agujeros. Algunos son más o menos redondos y tienen bordes alisados. Esta señal de curación nos induce a concluir que la víctima puede haber vivido durante cierto tiempo después de serle practicado el agujero. A partir de estos hechos, surgió un mito. Según este mito, las sociedades anteriores a la escritura hacían un agujero en el cráneo de una víctima de la enfermedad, física o mental, para permitir que escapasen los demonios responsables de la dolencia. El procedimiento quirúrgico de practicar un agujero en el cráneo se conoce como trepanación y tiene una larga historia en © Ediciones Pirámide Un esbozo de la historia de la psicopatologia / 29 la medicina, aunque normalmente se realiza para limpiar los fragmentos óseos derivados de una fractura por hundimiento del cráneo. Platón y el dualismo psicofísico Las teorías humorales entendían que tanto el trastorno mental como la enfermedad física eran consecuencia de las malformaciones del cuerpo causadas por desequilibrios biológicos específicos. Las teorías psicológicas que atribuían el trastorno mental a la incapacidad de emplear la razón para controlar la emoción, dominar los impulsos y regular la conducta se remontan también a la Grecia clásica y se basan en el dualismo psicofísico de la teoría de Platón sobre la naturaleza humana. Platón describía que los seres humanos poseían un principio inmortal del alma —la razón o el intelecto divinos—, separable del cuerpo mortal y que se alojaba en la cabeza; los seres humanos poseían también, al igual que todos los animales, un alma inferior y mortal. Esta alma mortal se componía de dos partes; una, cargada de coraje y pasión, que se alojaba en el pecho, cerca de la cabeza, de modo que podía estar bajo las normas de la razón para ayudar a dominar la parte más baja del alma mortal: los deseos animales necesarios para la alimentación y la reproducción, que se encuentran «restringidos... a la parte más baja, como los animales salvajes», por debajo del diafragma, «y tienen que alimentarse si se quiere que exista el hombre». PARTE 2 – EMELY VERGARA PARRALES LA LEY Y LA PSICOPATOLOGÍA la historia de la psicopatología y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. Se menciona que en el pasado se creía que los niños y los locos no podían ser responsables de sus acciones debido a su capacidad racional subdesarrollada o enferma. También se habla sobre cómo se trataba a las personas con trastornos mentales en el pasado, incluyendo la atención en instituciones religiosas y la práctica de la caridad. Además, se mencionan algunos métodos utilizados para tratar a pacientes melancólicos, como involucrarlos en juegos y cuentos. En general, parece que la lectura proporciona una visión histórica de cómo se ha tratado a las personas con trastornos mentales a lo largo del tiempo. La psicopatología ha llevado a comportamientos ilegales en algunos casos. También se menciona que las medidas legales establecidas para tratar a los sujetos mentalmente enfermos pueden proporcionar información sobre las teorías psicológicas de la época. En resumen, el párrafo parece explorar la relación entre la ley y la psicopatología, y cómo estas dos áreas pueden estar interconectadas. DE LA EDAD MEDIA AL SIGLO XVII Los sujetos mentalmente enfermos durante ese período de tiempo. Se menciona que algunos autores han afirmado que Europa Occidental durante ese milenio parecía un "verdadero asilo de locos", pero se argumenta que esta afirmación es absurda y que la reflexión sosegada ofrece una perspectiva diferente. También se habla sobre las instituciones religiosas y cómo la atención a los individuos perturbados se hizo habitual casi tan pronto como los misioneros cristianos obtuvieron una posición segura en la comunidad. En resumen, el párrafo parece proporcionar información sobre cómo se trataba a las personas con trastornos mentales durante un período específico de tiempo en la historia. Refugios, hospicios, reformatorios, hospitales y asilos Las diferentes instituciones que se han utilizado para tratar a los sujetos mentalmente enfermos a lo largo de la historia. Se menciona que las instituciones religiosas fueron una de las primeras formas de atención a los individuos perturbados, pero también se habla sobre otros tipos de instituciones como refugios, hospicios, reformatorios, hospitales y asilos. Además, se discute la tensión creada por la institucionalización debido a la línea que separa los derechos y el bienestar de la sociedad en general de la protección de los derechos y el bienestar del individuo. En resumen, el párrafo parece proporcionar información sobre las diferentes instituciones utilizadas para tratar a personas con trastornos mentales y cómo estas instituciones pueden crear tensiones entre los derechos individuales y los intereses de la sociedad en general. Las teorías de las psicopatologías Las historias populares han confundido y mezclado los fenómenos de los juicios por brujería de la época del Renacimiento, las teorías demonológicas y la psicopatología. Se menciona que estas historias han creado una imagen confusa y mezclada de la psiquiatría y la psicología anormal. En resumen, el párrafo parece proporcionar información sobre cómo se han mezclado diferentes fenómenos históricos con la psicopatología en las historias populares, lo que ha llevado a una imagen confusa de esta área de estudio. DEL SIGLO XIX AL SIGLO XX – VIVIANA LAVID SALDOVAL El siglo XIX empezó con la influencia clara de factores anteriores que estuvieron presentes durante décadas y finalizó con ideas y prácticas claramente diferentes, diferencias que se mantuvieron en el siglo XX. Fue en el siglo XIX cuando empezó a desarrollarse el estudio de la psicopatología en direcciones que hoy día nos son familiares. El control de la moral El concepto del control de la moral se apoyó principalmente en las premisas del asociacionismo y del empirismo británico. El filósofo John Locke (1632-1704) creía que en el pensamiento normal una idea sigue a la otra por medio de conexionesracionales o «naturales». Locke sugirió que las conexiones erróneas que producen los trastornos de la mente se forman a menudo en la infancia y se vuelven resistentes al cambio con el paso del tiempo. La locura se consideraba básicamente un razonamiento imperfecto. Asociaciones inapropiadas se unen entre sí con el resultado de que el pensamiento del individuo es incoherente, ilógico e incorrecto. Se creía que era posible planificar una sociedad tan ordenada que en ella no tuviesen cabida la enfermedad mental y el crimen. Estos puntos de vista proporcionaron el razonamiento para las intervenciones desarrolladas a final del siglo XVIII y principio del siglo XIX para el tratamiento de los sujetos socialmente desviados (loco y el criminal). De acuerdo con los principios del asociacionismo, los individuos mentalmente enfermos tenían que curarse sacándoles de su ambiente y sus asociaciones familiares, que, según se creía, les habían causado sus problemas mentales, y colocándoles en un medio terapéutico creado para, suavemente, pero con firmeza, rehabilitarles a las normas de la sociedad por medio del control moral. Las instituciones que alojaban a los locos fueron, por consiguiente, reformadas para cumplir con estas ideas. Al principio del siglo XIX, los asilos británicos dirigidos según los principios del control de la moral adquirieron la reputación de curar a los enfermos mentales. Sin embargo, la demanda de lugares sobrepasó los recursos de los pequeños asilos, con reglas humanas, que utilizaban terapias simples y tenían un equipo bien entrenado, muy motivado y con un tamaño adecuado. El hipnotismo y la electricidad Un segundo punto de vista popular explicaba que la psicopatología (especialmente las neurosis) se debía a una mala distribución de la energía eléctrica a lo largo del cuerpo, una modificación de las teorías iniciales que planteaba desequilibrios del «neuma», de los «espíritus animales» o de las «fuerzas magnéticas». James Braid (1795-1860), un cirujano británico, acuñó el término de «hipnotismo» derivado de las explicaciones de que determinadas fuerzas magnéticas subyacían a las quejas físicas de algunas personas. Braid señalaba que la sugestión inducía de alguna manera una clase especial de estado de sueño y que las fuerzas nerviosas se originaban únicamente dentro del paciente y eran provocadas por el hipnotizador. La consecuencia del trabajo de Braid, y del de otros con planteamientos similares, fue la conclusión de que, puesto que determinadas quejas aparentemente físicas pueden mitigarse por medio del tratamiento psicológico, las quejas mismas tienen que deberse a factores psicológicos, dependientes, a su vez, del funcionamiento del sistema nervioso central. El modelo de la patología cerebral Durante el siglo XIX, la investigación en neurofisiología había establecido la importancia del cerebro como el órgano del pensamiento y de la conducta. Como consecuencia, una tercera escuela de pensamiento mantenía que la psicopatología representaba una morbilidad del sistema nervioso central causada por defectos hereditarios, enfermedad, desnutrición, toxinas. Un extremo de este punto de vista localizaba toda la psicopatología en hipotéticas lesiones del cerebro. Psicopatología y la localización cerebral Franz Joseph Gall (1758-1828), el creador de la frenología, contribuyó al punto de vista de que la psicopatología se debía a aspectos de la organización del cerebro. Explicaba que los trastornos de la conducta y del pensamiento se debían al infra o supradesarrollo de órganos cerebrales particulares. Aunque la frenología fue desacreditada, posteriores descubrimientos en neurofisiología apoyaron la tesis de que las funciones psicológicas se encuentran localizadas en el cerebro. La creencia de que en algún lugar del sistema nervioso tiene que haber una lesión correspondiente al tipo específico de locura fue apoyada por el hallazgo de que los cerebros de los pacientes dementes que sufrían una paresia general como consecuencia de infecciones sifilíticas revelaban, en la autopsia, una amplia destrucción PARTE 4 – NARCISA LIZBETH HERRERA ANDRADE La genética y el concepto de «degeneración» La escuela británica La escuela británica del darwinismo social creía en la combinación de la teoría de Darwin sobre la selección natural y el progreso evolutivo. Según esta perspectiva, la evolución no solo produce individuos superiores, sino también individuos inferiores. Si se permite que estos individuos se reproduzcan, transmitirán genes defectuosos a toda la población y obstaculizarán el progreso natural. Se temía que la locura, como resultado de una inversión de la evolución, no solo se heredaría de padres/madres locos, sino también la tendencia a la disolución, una tendencia a la degeneración que aumentaría en las generaciones futuras. La teoría francesa sobre la degeneración En el siglo XIX, los psiquiatras franceses sostenían que la "degeneración", transmitida hereditariamente como una predisposición al desequilibrio del sistema nervioso, era la causa tanto de la locura en individuos específicos como de la agitación política en las clases bajas. Aunque los médicos afirmaban tener competencia exclusiva en el diagnóstico y tratamiento de la locura debido a la creencia de que estaba relacionada con afecciones cerebrales, las autopsias no revelaban lesiones cerebrales específicas en la mayoría de los trastornos mentales. Esto sugería que las causas de la locura podrían no ser exclusivamente somáticas, lo que permitía a los psiquiatras reclamar una base somática para la enfermedad mental. La teoría de la degeneración hereditaria, que resultaba en un desequilibrio patológico y difuso del sistema nervioso, proporcionaba una explicación amplia y ambigua para la frecuencia y la resistencia a la curación de la locura. La eugenesia y la eutanasia La eugenesia promovió la esterilización y la eutanasia como métodos para evitar la reproducción de personas consideradas "enfermas" o "degeneradas". En algunos lugares, se implementaron leyes que permitían la esterilización de individuos con discapacidades mentales, enfermedades mentales y antecedentes criminales. Además, en un capítulo oscuro de la historia, las autoridades nazis llevaron a cabo el asesinato en masa de personas consideradas no aptas para vivir. El psicoanálisis Sigmund Freud, inicialmente interesado en la neurología, abandonó su carrera de investigador para dedicarse a la práctica de la psiquiatría. Experimentó con diversas técnicas como el uso de fármacos, tratamientos eléctricos, hipnosis y cocaína, aunque con resultados desiguales. A partir de estas experiencias, Freud desarrolló su propio modelo de neurosis y amplió su alcance para abarcar la psicosis, el desarrollo de la personalidad, el surgimiento de la civilización, el arte y la literatura. Aunque las ideas freudianas se popularizaron antes de tener un impacto significativo en los psicólogos y psiquiatras, a partir de la década de 1930 el psicoanálisis adquirió una gran influencia en la formación y práctica psiquiátrica en los Estados Unidos. El psicoanálisis se consideraba la opción más prometedora para el tratamiento de las neurosis, aunque su aplicación en las psicosis fue menos efectiva. Mientras tanto, en Europa, el psicoanálisis tuvo menos impacto en la psicopatología pero influyó en el pensamiento popular. La psicopatología experimental Emil Kraepelin (1856-1926) es considerado el fundador de la psicopatología experimental, que estudia la psicopatología utilizando métodos de la psicología experimental. Sus investigaciones se centraron en el impacto de la fatiga en la capacidad de trabajo mental, investigando cómo supuestamente las toxinas generadas por la fatiga afectaban el rendimiento de los pacientes. Iván Pavlov (1849-1936), conocido por sus estudios en el aprendizaje asociativo, tambiénmostró interés en la psicopatología. En un experimento sobre discriminación visual en perros, una ayudante de Pavlov informó que los perros entrenados para discriminar entre un círculo y una elipse experimentaban trastornos cuando la tarea se volvía demasiado difícil. Este fenómeno se denominó "neurosis experimental" y fue estudiado en detalle durante muchos años. La formulación de Pavlov del problema era que los trastornos surgían cuando existía un conflicto entre los procesos neuronales opuestos de excitación e inhibición. La excitación representaba la respuesta normal a un estímulo positivo (recompensado), mientras que la inhibición representaba la respuesta a un estímulo neutro (no recompensado). El ascenso y la decadencia de la psicopatología experimental Después de la Segunda Guerra Mundial, el psicoanálisis alcanzó una posición dominante en la psiquiatría académica de Estados Unidos. Esto llevó a una disminución en el número de investigaciones experimentales, ya que la teoría psicodinámica se basaba en interpretaciones subjetivas en lugar de pruebas empíricas. Además, la falta de falsabilidad en la teoría psicoanalítica hizo que no fuera necesario comprobar hipótesis o buscar posibles contradicciones. Esto también condujo a una disminución en el interés y la competencia en la clasificación y el diagnóstico en psicopatología. Sin embargo, en las últimas décadas, a medida que la hegemonía del psicoanálisis ha ido disminuyendo, ha habido un resurgimiento y una expansión vigorosos de la investigación experimental en psicopatología. Esto demuestra la naturaleza cíclica de la historia de la psicopatología. CONCLUSIÓN Esta breve historia de la psicopatología nos enseña varias lecciones. En primer lugar, a lo largo de los siglos se ha reconocido que la conducta psicopatológica puede tener múltiples causas, tanto biológicas como ambientales. Seguimos enfrentando esta complejidad en la comprensión y tratamiento de los trastornos mentales en la actualidad. Además, no debemos considerarnos moralmente superiores a nuestros antepasados en términos de comprensión y tratamiento de los enfermos mentales. Gran parte de nuestro progreso en la comprensión de la psicopatología se debe a avances en la tecnología de medición y observación. Sin estas herramientas modernas, nuestro conocimiento del cerebro y el comportamiento sería limitado en comparación con el de nuestros predecesores del siglo XIX. Por lo tanto, debemos tener humildad al reflexionar sobre sus logros realizados con métodos más primitivos. El impulso de la caridad y la compasión hacia aquellos que sufren problemas mentales ha existido a lo largo de la historia y ha sido la base del cuidado proporcionado a los enfermos mentales. Sin embargo, también debemos reconocer que en momentos pasados, como durante los años 1939-1945, presenciamos tratamientos inhumanos hacia los enfermos mentales. Esto nos lleva a reflexionar sobre si realmente hemos progresado en este aspecto en la era moderna. Por último, es importante tener en cuenta que el tratamiento de los enfermos mentales siempre ha implicado equilibrar el bienestar del paciente con la necesidad de proteger a la sociedad. Un enfoque excesivo en uno de estos aspectos ha llevado a problemas y a correcciones excesivas en el otro extremo. Esto ha sido evidente en el pasado y sigue siendo relevante en la actualidad. Como sociedad, es nuestro deber reconocer esta complejidad y encontrar un equilibrio adecuado. CAPÍTULO 11 PARTE 1 – EMELY VERGARA Trastorno de ansiedad generalizada El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por una preocupación excesiva y persistente sobre diferentes eventos o situaciones. El DSM-5 señala que la característica esencial del TAG es una expectativa aprensiva definida por ansiedad excesiva y preocupación acerca de diferentes acontecimientos. La intensidad, duración y frecuencia de la ansiedad y la preocupación son desproporcionadas respecto a lo que cabría esperar teniendo en cuenta el tipo de acontecimientos o eventos que causan dicha preocupación. A los individuos con diagnóstico de TAG les resultaría difícil controlar la preocupación, y ésta tendería a interferir en su vida diaria. Se sugiere aceptar consideraciones empíricas podría mejorar la validez del trastorno TAG. También se sugiere eliminar el criterio sobre la dificultad para controlar las preocupaciones, mantener únicamente los síntomas más específicos y mencionar expresamente los dominios más habituales de preocupación para mejorar el diagnóstico del TAG. Clasificación diagnostica: El DSM-5 y la CIE-10 El DSM-IV como la CIE-10 tienen criterios para diagnosticar el TAG, pero existen diferencias sustantivas entre ambos sistemas de clasificación. El DSM-5 señala que la característica esencial del TAG es una expectativa aprensiva definida por ansiedad excesiva y preocupación acerca de diferentes acontecimientos, mientras que la CIE-10 no requiere que el TAG sea discapacitante o que la preocupación se perciba como excesiva o difícil de controlar. Los criterios diagnósticos del DSM-5 introducen sólo algunos cambios menores para el TAG, como especificar como necesario que la ansiedad y preocupación excesivas se produzcan durante más días de los que han estado ausentes durante un período de seis meses. También se elimina la idea de que la preocupación sea constante. Ambos cambios podrían favorecer un mayor número de casos diagnosticados de TAG en el futuro, ya que pudiera entenderse como una disminución en el umbral necesario para el diagnóstico. Cambios del DSM-5 con respecto al DSM-IV-TR La revisión propuesta por el grupo de trabajo para el desarrollo del DSM-5 respecto al TAG presentaba diferentes opciones que podían ayudar a entender mejor la naturaleza y los límites de este problema de salud. Los criterios diagnósticos del DSM-5 introducen sólo algunos cambios menores para el TAG, como especificar como necesario que la ansiedad y preocupación excesivas se produzcan durante más días de los que han estado ausentes durante un período de seis meses. También se elimina la idea de que la preocupación sea constante. Ambos cambios podrían favorecer un mayor número de casos diagnosticados de TAG en el futuro, ya que pudiera entenderse como una disminución en el umbral necesario para el diagnóstico. Los cambios específicos en los criterios diagnósticos del DSM-5 con respecto al TAG y cómo estos cambios podrían afectar a la cantidad de casos diagnosticados en el futuro. Características clínicas La queja inicial de muchas personas con diagnóstico de Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), que es la preocupación constante sin que este hecho se limite a circunstancias únicas. Se menciona que las personas con TAG normalmente no se preocupan por problemas actuales y reales, y sus desencadenantes pueden incluir casi cualquier situación futura que se perciba como potencialmente amenazante y cuya solución se valore como incierta. Describe las características clínicas del TAG, específicamente la preocupación constante e inespecífica sobre situaciones futuras percibidas como amenazantes e inciertas. Aspectos emocionales, conductuales y fisiológicos Le describen los síntomas adicionales que acompañan a la preocupación excesiva e incontrolable, que es la característica principal del Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG). Estos síntomas incluyen inquietud o nerviosismo intenso, fatiga fácil, dificultad para concentrarse o dejar la mente en blanco, irritabilidad, trastornos del sueño y tensión muscular. La tensión muscular desempeña un papel destacado entre los síntomas somáticos del TAG y es el que muestra una relación más consistente con la preocupación. Los aspectos emocionales, conductuales y fisiológicos asociados al TAG, específicamente los síntomas adicionales que acompañan a la preocupación excesivae incontrolable. PARTE 2 – EDISON SAHIT MONTESDEOCA La preocupación Pese a que la preocupación no es un fenómeno exclusivamente patológico, ya que todas las personas se preocupan con cierta frecuencia, la preocupación generalizada y excesiva se ha constituido en la característica central del TAG. Borkovec, Robinson, Pruzinsky y DePree (1983) realizaron una de las primeras definiciones de la preocupación: una cadena de pensamientos e imágenes de carácter negativo y relativamente incontrolables que representan un intento de los individuos por resolver mentalmente un problema cuyo resultado es incierto pero que contiene la posibilidad de uno o más resultados negativos. Del autoinforme de las personas con preocupación excesiva se deriva la idea de que la forma habitual del proceso de preocupación es lingüístico-verbal, muy por encima de un pensamiento basado en imágenes. En un sentido evolutivo, la preocupación se vincularía a una función adaptativa, ya que permite a los individuos anticipar las futuras amenazas y prepararse para afrontarlas mediante el empleo de estrategias cognitivas de búsqueda de información y solución de problemas (Davey, Hampton, Farrell y Davidson, 1992) Factores asociados: correlatos, interferencia y discapacidad La ansiedad generalizada se asocia frecuentemente a otros problemas. Entre las complicaciones frecuentes del TAG son habituales el abuso de alcohol por su efecto relajante, el consumo de ansiolíticos con escaso control médico y un uso excesivo de recursos sanitarios, ya que la presencia de los síntomas somáticos del TAG conlleva una elevada tasa de visitas al médico de familia. Otro aspecto importante de las complicaciones del TAG es su interferencia en la vida diaria, ya que implica un significativo grado de discapacidad y de deterioro en la calidad de vida. Se ha estimado que el efecto del TAG sobre la calidad de vida relacionada con la salud es similar al que experimentan personas mayores con problemas crónicos de salud (Harrington y Anthony, 2008). Sobre una muestra superior a 20.000 personas pertenecientes a siete países de la Unión Europea se ha encontrado un deterioro de la calidad de vida en personas con TAG, medido con el «Cuestionario de salud SF-12», cifrado en casi 10 puntos (ESEMeD/MHEDEA 2000 Investigators, 2004). Asimismo, se estimó que la cuarta parte de las personas con TAG tiene una discapacidad que oscila de moderada a grave. Finalmente, una complicación que debe señalarse es el riesgo de suicidio, que aumenta cuando el TAG se presenta de forma comórbida, especialmente cuando se presenta junto a la depresión mayor. Se ha constatado que los pacientes con TAG presentan una prevalencia de ideación suicida a lo largo de su vida del 33 por 100 y que, de éstos, el 39 por 100 realiza algún intento de suicidio. EPIDEMIOLOGÍA DEL TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA Existe una amplia variabilidad en la prevalencia del TAG dependiendo de diversos factores, especialmente referidos al ámbito de estudio y al criterio diagnóstico empleado. En Estados Unidos la prevalencia del TAG a lo largo de la vida es de 5 por 100 y la prevalencia para los últimos 12 meses es de 3 por 100 (Kessler et al., 2008). Una revisión de distintos estudios europeos epidemiológicos concluye que la prevalencia para los últimos 12 meses sería superior al 2 por 100 y que el riesgo del TAG es dos o tres veces superior entre las mujeres que entre los varones (Lieb. Becker y Altamura, 2005). Según datos de un estudio epidemiológico efectuado en seis países europeos, incluido España, la prevalencia del TAG se estimó en el 2,8 por 100. Finalmente, con datos referidos exclusivamente a estudios epidemiológicos españoles, la prevalencia del TAG a lo largo de la vida es de 1,3 por 100, y en los últimos 12 meses, de 0,5 por 100 (Haro et al., 2008); y si se circunscribe a ámbitos sanitarios concretos se estima que en Atención Primaria la prevalencia es del 4,6 por 100 (Sicras-Mainar, Blanca-Tamayo, NavarroArtieda, Pizarro-Paixa y Gómez-Lus, 2008), según los criterios del DSM-IV, y del 13,7 por 100, según los criterios de la CIE-10, en servicios de salud mental representativos del territorio español (Caballero, Bobes, Vilardaga y Rejas, 2009) COMORBILIDAD Y DIFERENCIACIÓN CON OTROS TRASTORNOS La comorbilidad es muy importante en el TAG, especialmente con el trastorno de depresión mayor: se estima que la mitad de las personas con diagnóstico TAG cumplen también criterios para depresión mayor. En un reconocido estudio, se observó que el 68 por 100 de las personas con diagnóstico principal de TAG cumplían criterios para un diagnóstico adicional del eje 1, 65 por 100 para cualquier diagnóstico de ansiedad o del estado de ánimo, 52 por 100 para cualquier trastorno de ansiedad y, específicamente, 36 por 100 para fobia social y 18 por 100 para pánico (Brown, Campbell, Lehman, Grisham y Mandil, 2001). Incluso cuando se ignoraba la regla jerárquica que impide diagnosticar TAG si se produce exclusivamente durante el curso de un trastorno del estado de ánimo, se ha encontrado una comorbilidad del 67 por 100 para depresión mayor y del 90 por 100 para distimia. Hay bases empíricas de que las personas que cumplen simultáneamente TAG y depresión mayor experimentan niveles más elevados de ideación suicida, un peor funcionamiento social y tasas más elevadas de otros trastornos de ansiedad, alimentarios y somatomorfos. Además, debe tenerse en cuenta que la elevada comorbilidad lleva aparejados una mayor discapacidad, un mayor uso de recursos sanitarios y una mayor interferencia en las relaciones interpersonales. Con relación a la diferenciación respecto a otros trastornos, consideremos tres de ellos. En primer lugar, existe una cercanía con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), hecho atribuible a la similaridad entre las preocupaciones crónicas y las obsesiones, pues ambas pueden ser conceptualizadas como procesos cognitivos excesivos e incontrolables asociados a afecto negativo APROXIMACIONES EXPLICATIVAS AL TRASTORNO DE ANSIEDAD GENERALIZADA Entre los factores que pueden explicar la aparición del TAG, se encuentran aspectos biológicos y psicológicos, habiéndose desarrollado estos últimos en términos de modelos teóricos. PARTE 3 – VIVIANA LAVID Dimensiones biológicas y familiares El TAG representa un trastorno mental en el cual no se ha encontrado que la genética desempeñe un papel específico sustancial. McLaughlin, Behar y Borkovec (2008) revisan los estudios de gemelos con relación al TAG y consideran que, tomados conjuntamente, se pone de manifiesto que su heredabilidad es baja. Asimismo, los estudios de gemelos han mostrado que el riesgo genético asociado al trastorno de depresión mayor es compartido sustantivamente con el TAG, y ambos se asocian estrechamente con neuroticismo. En un estudio de pacientes que han recibido terapia psicológica para el TAG se indica que más de la mitad de ellos tienen un familiar cercano con diagnóstico de ansiedad, frente al 30 por 100 del grupo control. Esto vendría a sugerir que la influencia ambiental es predominante, especialmente la influencia intrafamiliar. Muy recientemente se ha contrastado cómo personas con diagnóstico de TAG difieren de los controles en sus experiencias infantiles de apego, caracterizadas por un mayor rechazo o negligencia maternal, menor cariño maternal y una mayor inversión de roles. Existe un número limitado de estudios de neuroimagen del TAG. En uno de los más citados, adolescentes con TAG muestran una mayor activación en la corteza prefrontal ventrolateral derecha y sesgos en la atención para la evitación de imágenes de enfado cuando se compara con controles. Cuando esta área cerebral, típicamente asociada al control ejecutivo de emociones negativas, se activaba, se producía una disminución de síntomas subjetivos de ansiedad, lo que ha llevado a sugerirque la activación puede servir como un mecanismo compensatorio de disminución de la ansiedad. Teorías psicológicas sobre el trastorno de ansiedad generalizada Se describen cuatro teorías sobre el TAG y la preocupación: la teoría de la preocupación como evitación cognitiva, el modelo metacognitivo, el modelo de intolerancia hacia la incertidumbre y el modelo de déficit de regulación emocional. Finalmente se abordará el TAG desde la perspectiva cognitiva del procesamiento de la información. Teoría de la preocupación como evitación cognitiva Cuando las personas se preocupan, mantienen un diálogo con ellas mismas sobre sucesos negativos o sobre eventos que temen que ocurran en el futuro. En esta teoría es fundamental la distinción entre el contenido verbal de las preocupaciones y las imágenes mentales, ya que la activación de imágenes mentales temidas produce una activación somática que no ocurre cuando se activa el mismo contenido, pero de manera verbal. La preocupación es una experiencia principalmente verbal/ lingüística, de contenido emocionalmente negativo, que provoca una disminución de la ocurrencia de imágenes mentales. Este hallazgo ha llevado a hipotetizar que las personas con TAG ante la presencia de una imagen mental catastrofista desplazan la atención hacia el contenido verbal de la preocupación para evitar tanto las imágenes como la activación psicofisiológica ansiosa asociada a ellas. De esta forma, se produce un escape del daño emocional asociado a los eventos temidos y como consecuencia la preocupación se ve reforzada negativamente porque consigue disminuir la ansiedad. Es probable, además, que durante el episodio de la preocupación aparezcan algunas imágenes mentales sobre los posibles eventos negativos que pueden ocurrir en el futuro que producen un aumento de las señales de peligro y hacen que se desvíe otra vez la atención hacia la preocupación para volver a evitar las imágenes. Modelo metacognitivo del TAG Este modelo se basa en la diferencia entre dos tipos de preocupaciones: la preocupación tipo 1 y el tipo 2. La preocupación tipo 1 hace referencia a las preocupaciones sobre situaciones externas o internas que no son cognitivas, como las sensaciones físicas. Ejemplos de esta preocupación son preocuparse por el trabajo, la salud o las relaciones personales. En cambio, la preocupación tipo 2 consiste en una preocupación sobre los propios procesos y sucesos cognitivos; es principalmente una preocupación sobre la preocupación o metapreocupación, por ejemplo, «no puedo dejar de preocuparme», «estoy perdiendo el control», «me voy a volver loco». Simultáneamente, las personas con TAG también mantienen creencias negativas sobre las consecuencias de la preocupación, a la que consideran algo incontrolable y peligroso. Esta evaluación negativa de la preocupación desencadena las preocupaciones tipo 2, es decir, la metapreocupación, que a su vez eleva el nivel de ansiedad y de emociones negativas que retroalimentan las preocupaciones tipo 2. Las personas con TAG interpretan los síntomas emocionales negativos como una prueba de que están perdiendo el control y no están alcanzando el objetivo de la preocupación, de tal manera que aumentan las preocupaciones tipo 1, prolongando el episodio de la preocupación. Modelo de intolerancia hacia la incertidumbre La variable principal de este modelo es la intolerancia hacia la incertidumbre, que es definida como «la tendencia a reaccionar de forma negativa a nivel emocional, cognitivo y comportamental ante las situaciones inciertas». Las personas con TAG tienen una baja tolerancia a soportar la posibilidad de que puedan ocurrir en el futuro acontecimientos que tengan consecuencias negativas, a pesar de que existan muy pocas probabilidades de que realmente sucedan. Estos individuos se preocupan porque interpretan las situaciones inciertas de forma amenazante y, a pesar de que la vida está llena de incertidumbres, intentan evitarlas o controlarlas sin éxito. La intolerancia hacia la incertidumbre, además de relacionarse de manera directa con la preocupación, lo hace también de forma indirecta a través de tres variables: las creencias positivas sobre la preocupación, la orientación negativa hacia los problemas y la evitación cognitiva. Las personas con TAG mantienen una serie de creencias positivas sobre la preocupación, como pensar que les ayuda a encontrar la mejor solución a los problemas o que previene las emociones negativas. PARTE 4 – NARCISA HERRERA ANDRADE Evaluación La evaluación del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) implica la recopilación de información detallada sobre los síntomas, la historia clínica y el impacto funcional en la vida diaria de una persona. Los profesionales de la salud mental utilizan diversas herramientas y técnicas para evaluar y diagnosticar el TAG. A continuación, te proporcionaré información sobre algunos aspectos clave de la evaluación de este trastorno. Entrevista clínica: La evaluación comienza con una entrevista clínica exhaustiva en la que el profesional de la salud mental realiza preguntas específicas para comprender los síntomas y su duración, la frecuencia e intensidad de la ansiedad, los factores desencadenantes y el impacto en el funcionamiento diario. También se exploran otros posibles trastornos coexistentes, como depresión u otros trastornos de ansiedad. Cuestionarios y escalas: Los cuestionarios y las escalas de evaluación son herramientas que ayudan a medir la gravedad de los síntomas y a evaluar el impacto del trastorno en la vida cotidiana. Algunos ejemplos de estas herramientas son el Inventario de Ansiedad de Beck (BAI, por sus siglas en inglés), el Inventario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI, por sus siglas en inglés) y el Cuestionario de Ansiedad y Depresión Hospitalaria (HADS, por sus siglas en inglés). Estas escalas permiten una evaluación más objetiva de los síntomas y su gravedad. Historia clínica y antecedentes familiares: Obtener información detallada sobre la historia clínica del individuo y sus antecedentes familiares es importante para comprender mejor el contexto en el que se desarrolla el TAG. Factores genéticos, experiencias traumáticas previas, problemas de salud física o eventos estresantes recientes pueden influir en el desarrollo y mantenimiento del trastorno. Descarte de otras condiciones médicas: Es fundamental descartar otras afecciones médicas que puedan presentar síntomas similares al TAG, como problemas de tiroides, trastornos cardiovasculares o abuso de sustancias. Para ello, el profesional de la salud mental puede solicitar exámenes médicos y pruebas complementarias según sea necesario. Duración y persistencia de los síntomas: Para un diagnóstico de TAG, los síntomas de ansiedad deben estar presentes durante al menos seis meses y ser difíciles de controlar. El profesional evaluará la persistencia de los síntomas y la presencia de preocupaciones y ansiedad generalizada en diversas áreas de la vida, como el trabajo, las relaciones interpersonales y las actividades diarias. Una vez completada la evaluación, el profesional de la salud mental utilizará los criterios diagnósticos del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) para determinar si se cumple con los criterios para el diagnóstico de TAG. Una vez que se establece el diagnóstico, se puede iniciar un plan de tratamiento adecuado, que puede incluir terapia cognitivo-conductual, medicación y técnicas de manejo del estrés. Es importante recordar que la evaluación y el diagnóstico del TAG deben ser realizados por un profesional de la salud mental capacitado TRATAMIENTO El tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada (TAG) generalmente implica una combinación de terapia psicoterapéutica y, en algunos casos, medicación. A continuación, te proporcionaré informaciónsobre los enfoques de tratamiento más comunes utilizados para el TAG: 1. Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC es una forma de terapia psicológica altamente efectiva para el tratamiento del TAG. Se centra en identificar y modificar los patrones de pensamiento negativos y las conductas desadaptativas asociadas con la ansiedad. Durante la terapia, se trabaja en la identificación de pensamientos irracionales y se reemplazan por pensamientos más realistas y saludables. También se exploran las conductas de evitación y se buscan estrategias para enfrentar los miedos de manera gradual. 2. Técnicas de relajación y manejo del estrés: Las técnicas de relajación, como la respiración profunda, la relajación muscular progresiva y la meditación, pueden ser útiles para reducir los niveles de ansiedad. Además, se enseñan técnicas de manejo del estrés para abordar los factores desencadenantes y promover un estilo de vida saludable. 3. Terapia de exposición: La terapia de exposición es un componente importante de la TCC para el TAG. Consiste en exponer gradualmente a la persona a las situaciones o estímulos que desencadenan la ansiedad, con el objetivo de reducir la respuesta de miedo y ansiedad. A través de la exposición repetida y controlada, la persona aprende a tolerar la ansiedad y descubre que sus temores son infundados. 4. Apoyo social: El apoyo social puede desempeñar un papel importante en el tratamiento del TAG. Participar en grupos de apoyo, compartir experiencias con personas que atraviesan situaciones similares y recibir el apoyo de familiares y amigos pueden ayudar a disminuir la sensación de aislamiento y brindar un espacio para compartir preocupaciones y estrategias de afrontamiento. 5. Medicación: En algunos casos, se puede recetar medicación para el TAG, como los antidepresivos o los ansiolíticos. Estos medicamentos pueden ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y mejorar el bienestar general. Es importante destacar que la medicación debe ser recetada y supervisada por un profesional de la salud, como un psiquiatra, y se debe considerar en conjunto con la terapia psicológica. Cabe mencionar que el tratamiento del TAG es individualizado y puede variar según las necesidades y preferencias de cada persona. Es importante buscar la ayuda de un profesional de la salud mental capacitado para recibir un diagnóstico adecuado y establecer un plan de tratamiento personalizado. CONCLUCIONES El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es un trastorno mental que se caracteriza por una ansiedad y preocupación excesivas y persistentes en diversas áreas de la vida cotidiana. Después de revisar la información sobre el TAG, se pueden extraer las siguientes conclusiones: 6. Síntomas persistentes: El TAG se diferencia de la ansiedad normal por la duración y persistencia de los síntomas. Para un diagnóstico de TAG, la ansiedad y preocupación deben estar presentes durante al menos seis meses y ser difíciles de controlar. Los síntomas pueden variar desde inquietud, nerviosismo y tensión muscular hasta dificultades para concentrarse, irritabilidad y problemas para conciliar el sueño. 7. Impacto en la vida diaria: El TAG puede afectar significativamente la calidad de vida de una persona. Las preocupaciones constantes pueden interferir en el desempeño en el trabajo, en las relaciones interpersonales, en el rendimiento académico y en la participación en actividades sociales. El TAG también puede tener repercusiones físicas, como dolores de cabeza, molestias estomacales y fatiga. 8. Evaluación y diagnóstico: La evaluación del TAG implica recopilar información detallada sobre los síntomas, la historia clínica y el impacto funcional en la vida diaria. Los profesionales de la salud mental utilizan entrevistas clínicas, cuestionarios y escalas de evaluación para obtener una comprensión completa de la situación del individuo y descartar otras condiciones médicas que puedan presentar síntomas similares. 9. Tratamiento efectivo: El TAG es tratable y existen enfoques terapéuticos efectivos. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es ampliamente utilizada y ha demostrado ser eficaz en el tratamiento del TAG. La TCC se enfoca en identificar y modificar los patrones de pensamiento negativos y las conductas desadaptativas asociadas con la ansiedad. Además de la terapia, en algunos casos, se puede recetar medicación para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad. 10. Importancia del apoyo social: El apoyo social puede ser de gran ayuda para las personas que sufren de TAG. Participar en grupos de apoyo y recibir el apoyo de familiares y amigos puede proporcionar un espacio seguro para compartir experiencias y estrategias de afrontamiento, así como reducir la sensación de aislamiento. En resumen, el TAG es un trastorno de ansiedad crónico y debilitante, pero con el diagnóstico y el tratamiento adecuados, es posible reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida. La combinación de terapia psicológica, técnicas de manejo del estrés y, en algunos casos, medicación, puede ser eficaz para el manejo del TAG. Es fundamental buscar ayuda profesional si se experimentan síntomas de ansiedad persistente y preocupación excesiva. El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es un trastorno mental que se caracteriza por una ansiedad y preocupación excesivas y persistentes en diversas áreas de la vida cotidiana. Después de revisar la información sobre el TAG, se pueden extraer las siguientes conclusiones: Síntomas persistentes: El TAG se diferencia de la ansiedad normal por la duración y persistencia de los síntomas. Para un diagnóstico de TAG, la ansiedad y preocupación deben estar presentes durante al menos seis meses y ser difíciles de controlar. Los síntomas pueden variar desde inquietud, nerviosismo y tensión muscular hasta dificultades para concentrarse, irritabilidad y problemas para conciliar el sueño. Impacto en la vida diaria: El TAG puede afectar significativamente la calidad de vida de una persona. Las preocupaciones constantes pueden interferir en el desempeño en el trabajo, en las relaciones interpersonales, en el rendimiento académico y en la participación en actividades sociales. El TAG también puede tener repercusiones físicas, como dolores de cabeza, molestias estomacales y fatiga. Evaluación y diagnóstico: La evaluación del TAG implica recopilar información detallada sobre los síntomas, la historia clínica y el impacto funcional en la vida diaria. Los profesionales de la salud mental utilizan entrevistas clínicas, cuestionarios y escalas de evaluación para obtener una comprensión completa de la situación del individuo y descartar otras condiciones médicas que puedan presentar síntomas similares. Tratamiento efectivo: El TAG es tratable y existen enfoques terapéuticos efectivos. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es ampliamente utilizada y ha demostrado ser eficaz en el tratamiento del TAG. La TCC se enfoca en identificar y modificar los patrones de pensamiento negativos y las conductas desadaptativas asociadas con la ansiedad. Además de la terapia, en algunos casos, se puede recetar medicación para ayudar a reducir los síntomas de ansiedad. Importancia del apoyo social: El apoyo social puede ser de gran ayuda para las personas que sufren de TAG. Participar en grupos de apoyo y recibir el apoyo de familiares y amigos puede proporcionar un espacio seguro para compartir experiencias y estrategias de afrontamiento, así como reducir la sensación de aislamiento. En resumen, el TAG es un trastorno de ansiedad crónico y debilitante, pero con el diagnóstico y el tratamiento adecuados, es posible reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida. La combinación de terapia psicológica, técnicas de manejo del estrés y, en algunos casos, medicación, puede ser eficaz para el manejo del TAG. Es fundamental buscar ayuda profesional si se experimentansíntomas de ansiedad persistente y preocupación excesiva. dame resumen El trastorno de ansiedad generalizada (TAG) se caracteriza por una ansiedad y preocupación excesivas y persistentes en diversas áreas de la vida cotidiana. Los síntomas del TAG duran al menos seis meses y son difíciles de controlar, incluyendo inquietud, nerviosismo, tensión muscular, dificultades para concentrarse, irritabilidad y problemas para conciliar el sueño. Este trastorno puede tener un impacto significativo en la calidad de vida, afectando el trabajo, las relaciones interpersonales, el rendimiento académico y la participación en actividades sociales, además de generar síntomas físicos como dolores de cabeza, molestias estomacales y fatiga. El diagnóstico del TAG implica una evaluación detallada de los síntomas, la historia clínica y el impacto funcional en la vida diaria, utilizando entrevistas clínicas, cuestionarios y escalas de evaluación. El tratamiento efectivo para el TAG incluye la terapia cognitivo-conductual (TCC), que se centra en identificar y modificar los patrones de pensamiento negativos y las conductas desadaptativas asociadas con la ansiedad. En algunos casos, se puede recetar medicación para reducir los síntomas de ansiedad. El apoyo social desempeña un papel importante en el manejo del TAG, ya que participar en grupos de apoyo y recibir apoyo de familiares y amigos puede ayudar a compartir experiencias y estrategias de afrontamiento, así como reducir la sensación de aislamiento. En resumen, el TAG es un trastorno crónico y debilitante, pero con el diagnóstico y tratamiento adecuados, es posible reducir los síntomas y mejorar la calidad de vida. La combinación de terapia psicológica, técnicas de manejo del estrés y, en algunos casos, medicación, puede ser efectiva para el manejo del TAG. Es fundamental buscar ayuda profesional si se experimentan síntomas de ansiedad persistente y preocupación excesiva. CAPÍTULO 24 PARTE 1 – HERRERA ANDRADE NARCISA LIZBETH LAS PARAFILIAS Introducción El término «parafilia» alude genéricamente a la asociación o conexión de la sexualidad con determinados estímulos o actividades peculiares o no habituales para la mayoría de las personas de un determinado grupo cultural o social. En este sentido, las parafilias pueden ser consideradas inicialmente simples variaciones sexuales, más o menos inocuas, para la sociedad o para el individuo que las exhibe. A pesar de su aparente neutralidad, este tipo de conductas sexuales ha sido históricamente objeto de una gran controversia y rechazo social, lo que ha quedado reflejado en la variedad de términos, más o menos despectivos, con que han sido descritas o designadas. Entre estos términos se encuentran el de «perversión sexual», «desviación sexual», «ofensa sexual», o los de «patología» y «trastorno de la inclinación sexual». Esta historia previa de prejuicios e ignorancia en torno al campo de lo que en la actualidad denominamos «parafilias» trasluce, sin embargo, una cuestión crucial que es preciso considerar al abordar este tipo de problemas. Esta cuestión tiene que ver con el hecho de que bajo la misma denominación de parafilias se incluyen actividades sexuales muy diferentes, algunas de las cuales pueden incluso bordear la inmoralidad o la delincuencia. Clasificación de las parafilias La sexualidad humana es un fenómeno muy complejo que incluye una gran variedad de fenómenos y procesos en continua interacción tanto en su desarrollo como en cada situación o experiencia sexual y de forma continua a lo largo de la vida. A través del proceso de desarrollo desde el comienzo de la gestación, se van constituyendo secuencialmente en un individuo las distintas partes o componentes que van a configurar finalmente su sexualidad, comenzando por su sexo biológico, que, a su vez, también está conformado por seis partes o componentes Cambios del DSM-5 con respecto al DSM-IV-TR De modo general, cabe decir que en lo que respecta a la descripción y al diagnóstico de las parafilias no se han introducido cambios especialmente notables en el DSM-5 respecto del anterior manual diagnóstico DSM-IV-TR. En este sentido, cabe señalar que el principal cambio introducido en el nuevo DSM-5 (2013) en relación con el diagnóstico clínico y que afecta a todas las parafilias tiene que ver con el intento de superar algunas de las fuentes de confusión o controversia existentes en la anterior versión del DSM-IV-TR. relacionadas con la distinción establecida entre los dos términos afines, pero no idénticos, de parafilia y de trastorno parafílico, en el sentido de que mientras que el primero alude, en términos generales, a una simple variedad de impulsos o actividades sexuales inusuales o peculiares que no pueden ser conceptualizados ipso Jacto como un trastorno mental, ni que requieran necesariamente una asistencia psicológica o psiquiátrica para su control o modificación, el término trastorno parafílico, por el contrario, implica la existencia de una parafilia que produce malestar o deterioro en el propio individuo que la padece o que puede causar daño a otras personas. De este modo también se evita el entrar en la discusión, más moral que científica, de tratar de establecer distinciones entre conductas sexuales normativas y no normativas, al no etiquetar automáticamente la conducta sexual no normativa como psicopatológica. En este sentido, podemos afirmar que una persona tiene una determinada parafilia con base en la naturaleza particular de ciertos impulsos, fantasías o comportamientos sexuales específicos (criterio A, en el DSM-5), pero sólo deberíamos diagnosticar un trastorno parafílico cuando esa persona experimenta por ello malestar o deterioro en diversas áreas de su vida (criterio B, en el DSM- 5). En resumen, cabe decir que tener una parafilia es una condición necesaria, pero no suficiente, para sufrir un trastorno parafílico y que padecer un trastorno parafílico implica necesariamente el cumplimiento o la concurrencia de ambos criterios, el A y el B, pero en ningún caso la existencia aislada de uno de ellos. Descripción y criterios diagnósticos de las parafilias y los trastornos parafílicos Trastorno de exhibicionismo El exhibicionismo es una parafilia común y con importantes implicaciones sociales y legales para aquellos que la padecen. Se caracteriza por la exposición de los genitales a personas desconocidas, generalmente mujeres jóvenes o niñas, que no esperan dicha exhibición. Algunos exhibicionistas buscan sorprender o asustar a la víctima, mientras que otros fantasían con la posibilidad de excitarla. Durante la exhibición, es común que el hombre experimente una erección e incluso puede masturbarse en algunos casos. Sin embargo, es poco frecuente que el individuo intente llevar a cabo una actividad sexual real con la persona a la que se exhibe. De hecho, menos de un tercio de los exhibicionistas parecen tener el deseo de tener relaciones sexuales con la víctima. El exhibicionismo generalmente comienza en la adolescencia, antes de los 18 años, aunque también puede iniciar más tarde. Puede persistir durante la edad adulta, pero existen datos que respaldan la reducción o desaparición de esta conducta en hombres de mayor edad, especialmente a partir de los cuarenta años. Trastorno de fetichismo Otra parafilia relativamente frecuente, también incluida dentro de las variaciones relacionadas con la actividad sexual, es el fetichismo, caracterizado por el uso de objetos inanimados para excitarse y satisfacerse sexualmente La actividad más característica de la persona fetichista es la de masturbarse al tiempo que huele, mira o acaricia el objeto fetiche. El trastorno suele mostrarse explícitamente a partir de la adolescencia, en asociación, aparentemente,con la activación del impulso sexual propio de los cambios hormonales ocurridos en la pubertad, aunque se considera que el condicionamiento o ia asociación del fetiche con estímulos o actividades sexuales puede haber tenido lugar antes durante la infancia. La actividad fetichista suele ser ocasional o parcial al principio, haciéndose progresivamente más necesaria e indispensable para alcanzar la excitación sexual por parte del sujeto fetichista, que puede llegar a depender casi en exclusividad de esta actividad para alcanzar incluso la erección (APA, 2000; Gosselin y Wilson, 1980). PARTE 2 – EMELY VERGARA PARRALES Parafilias y disforia de género" proporciona información sobre los criterios diagnósticos del Trastorno de fetichismo según el DSM-5 y la CIE-10, así como otros trastornos relacionados con las parafilias y la disforia de género. Se discuten las diferencias entre los criterios diagnósticos del DSM-5 y la CIE-10 para estos trastornos. En resumen, el archivo es una guía útil para comprender los trastornos relacionados con las parafilias y la disforia de género según los estándares internacionales de diagnóstico. Trastorno de Frotteurismo Se refiere a un tipo de parafilia en la que una persona se excita sexualmente al realizar actos que implican tocar o frotar a otra persona sin su consentimiento. El párrafo también menciona los criterios diagnósticos para el trastorno de frotteurismo según la CIE-10, que exige que el frotamiento sea la fuente más importante de estimulación sexual o esencial para una respuesta sexual satisfactoria por parte del sujeto. Sin embargo, no se proporcionan los criterios diagnósticos del trastorno de frotteurismo según el DSM-5. Trastorno de Masoquismo Sexual Describe el masoquismo sexual como una parafilia en la que una persona obtiene excitación sexual y placer al someterse a experiencias de humillación, violencia o sufrimiento, tanto físico como psicológico, en una relación o actividad sexual. Las actividades masoquistas pueden ser muy variadas y normalmente se producen en el ámbito de una relación de pareja, aunque también pueden ser aplicadas sobre sí mismo por el propio sujeto masoquista. Las actividades masoquistas pueden ser muy variadas y que incluyen experiencias de humillación, violencia o sufrimiento, tanto físico como psicológico. Algunas de las actividades específicas que se pueden utilizar en el masoquismo sexual incluyen la restricción física, la flagelación, la asfixia erótica, la humillación verbal y física, la exposición a situaciones peligrosas o dolorosas y otras formas de dolor o sufrimiento. Es importante tener en cuenta que estas actividades solo son consideradas como parte del trastorno de masoquismo sexual si causan angustia significativa o interferencia en la vida diaria del individuo. Trastorno de sadismo sexual Una parafilia en la que una persona obtiene excitación o placer al causar sufrimiento físico o psicológico a otra persona. Las actividades ejercidas por el sujeto sádico sobre su víctima pueden ser muy variadas y tener lugar realmente o manifestarse tan solo en el ámbito de la fantasía. Además, estas actividades pueden ejercerse sobre una persona que consiente libremente, con frecuencia un masoquista sexual, o ponerse en práctica con otras personas en contra de su voluntad. La mayoría de los casos, las interacciones sexuales sadomasoquistas son convenidas o consensuadas. Las actividades ejercidas por el sujeto sádico sobre su víctima pueden ser muy variadas y tener lugar realmente o manifestarse tan solo en el ámbito de la fantasía. Algunas de las actividades específicas que se pueden utilizar en el sadismo sexual incluyen la restricción física, la humillación verbal y física, la flagelación, la asfixia erótica, la exposición a situaciones peligrosas o dolorosas y otras formas de dolor o sufrimiento infligido a otra persona. Trastorno de travestismo La persona obtiene excitación y gratificación sexual al vestirse con ropa del sexo opuesto, normalmente femenina. Esta parafilia se limita principalmente a los hombres y la activación sexual no se produce por las ropas en sí mismas, sino por el hecho de vestirse o de verse o imaginarse a sí mismo como una mujer (autoginefilia). La carga simbólica que estos vestidos y adornos femeninos pueden tener para la propia feminidad del individuo es lo que provoca la excitación sexual. Es importante destacar que el travestismo en sí mismo no es un trastorno mental, pero puede ser considerado un trastorno si causa angustia significativa o interferencia en la vida diaria del individuo. Algunas características clave del trastorno de travestismo incluyen: • La necesidad recurrente y persistente de vestirse con ropa del sexo opuesto para obtener excitación y gratificación sexual. • La angustia significativa o interferencia en la vida diaria del individuo debido a esta necesidad. • El deseo de vivir o ser tratado como una persona del sexo opuesto, aunque esto no siempre está presente. • En algunos casos, el travestismo puede estar asociado con otros trastornos psicológicos, como el trastorno de identidad de género o el trastorno disfórico premenstrual. Es importante tener en cuenta que el diagnóstico del trastorno de travestismo solo se realiza si estos comportamientos causan angustia significativa o interferencia en la vida diaria del individuo. Además, es importante respetar la identidad y expresión de género de cada persona y no estigmatizar ni discriminar a las personas que practican el travestismo. Trastorno de voyeurismo Describe una parafilia en la que la persona obtiene excitación sexual al observar a otras personas desnudas o en situaciones íntimas sin su consentimiento. El trastorno de voyeurismo se caracteriza por la necesidad recurrente y persistente de observar a otras personas para obtener excitación sexual, lo que puede causar angustia significativa o interferencia en la vida diaria del individuo. Es importante destacar que el voyerismo es ilegal y puede ser considerado un delito si se realiza sin el consentimiento de las personas involucradas. Además, es importante buscar ayuda profesional si se experimentan estos comportamientos para abordar cualquier problema subyacente y evitar dañar a otros. Algunas características clave del trastorno de voyerismo incluyen: • La necesidad recurrente y persistente de observar a otras personas desnudas o en situaciones íntimas sin su consentimiento para obtener excitación sexual. • La angustia significativa o interferencia en la vida diaria del individuo debido a esta necesidad. • El comportamiento de observación se realiza sin el consentimiento de las personas involucradas y puede ser ilegal. • En algunos casos, el voyerismo puede estar asociado con otros trastornos psicológicos, como el trastorno obsesivo-compulsivo o la depresión. • PARTE 3 – Montesdeoca Martínez Sahit Edison. Dentro de las parafilias sexuales, existen diversas variedades que no se limitan a las más frecuentes y relevantes. En estos casos, se utiliza la categoría de "otros trastornos parafílicos especificados" para aquellos que presentan síntomas característicos de un trastorno parafílico que causan malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen los criterios de ninguna de las parafilias específicas establecidas. El clínico debe proporcionar las razones o motivos específicos por los cuales no se cumplen esos criterios. Algunos ejemplos de estos "otros trastornos parafílicos especificados" incluyen la escatología telefónica (llamadas telefónicas obscenas), zoofilia (atracción sexual hacia animales), necrofilia (atracción hacia cadáveres), coprofilia (atracción hacia las heces), clismafilia (atracción hacia los enemas) y urofilia (atracción hacia la orina). Estos casos se caracterizan por presentar la conducta oel objeto sexual específico correspondiente a la parafilia en cuestión. En la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10) se utilizan criterios similares para incluir una categoría equivalente llamada "otros trastornos de la inclinación sexual", que abarca parafilias o variaciones sexuales menos específicas que las mencionadas anteriormente, aunque los ejemplos utilizados pueden diferir. Además, existe la categoría de "trastorno parafílico no especificado", que se aplica cuando predominan los síntomas característicos de un trastorno parafílico, pero no se cumplen todos los criterios de ninguna de las parafilias específicas mencionadas. También se incluyen en esta categoría los casos en los que no se dispone de información suficiente para realizar un diagnóstico más específico. En resumen, existen diferentes categorías para clasificar y diagnosticar los trastornos parafílicos, que abarcan desde las parafilias específicas hasta los casos menos definidos o aquellos en los que la información es limitada. Etiología de los trastornos parafílicos Los trastornos parafílicos son complejos y su etiología no puede explicarse de manera simple, ya que involucran diversos factores de naturaleza biológica y psicológica. Se ha observado una posible contribución de lesiones en los lóbulos frontal y temporal, que se han correlacionado con ciertas parafilias específicas y disfunciones sexuales. También se han encontrado anomalías frontotemporales en delincuentes sexuales, aunque estas características no son exclusivas de la desviación sexual y se han observado en la población delincuente en general. Estudios han demostrado diferencias en el flujo sanguíneo cerebral y en el funcionamiento de los lóbulos frontales y temporales en relación con la conducta sexual y la inhibición de la misma. Asimismo, se han detectado asociaciones entre trastornos de esclerosis hipocámpica bilateral y la paidofilia homosexual, lo cual indica que el estrés y el proceso de neurodesarrollo pueden contribuir a la aparición de ciertas parafilias. En resumen, los trastornos parafílicos son el resultado de la interacción de múltiples factores biológicos y ambientales. Evaluación y diagnóstico de las parafilias La evaluación y diagnóstico de las parafilias implican considerar tanto el diagnóstico clínico del trastorno como el análisis funcional de sus posibles factores causales. Se utilizan técnicas y fases similares a las empleadas en la evaluación de otros trastornos psicopatológicos. Los objetivos de la evaluación incluyen la identificación y diagnóstico del tipo de parafilia, la evaluación del grado de excitación sexual asociado, el análisis de la excitación heterosexual presente, la evaluación de la identidad de género, el examen de las habilidades interpersonales heterosexuales y la motivación para el cambio del trastorno parafílico. En resumen, la evaluación busca comprender y caracterizar los aspectos clínicos y funcionales de las parafilias con el fin de establecer un diagnóstico adecuado y desarrollar un plan de tratamiento apropiado. Tratamiento de los trastornos parafílicos En el tratamiento de los trastornos parafílicos, existen dos enfoques principales: tratamiento farmacológico y tratamiento psicológico. En el tratamiento farmacológico, se utilizan fármacos antiandrogénicos para reducir el nivel de excitación sexual y el impulso en el individuo, lo que facilita el control de la conducta parafílica. Algunos de los fármacos antiandrogénicos utilizados incluyen el acetato de medroxiprogesterona, el acetato de ciproterona y el acetato de leuprolide. También se pueden emplear antidepresivos serotonérgicos. Sin embargo, se ha observado una alta tasa de recaídas después de suspender el uso de estos fármacos. En cuanto al tratamiento psicológico, se utilizan diversas técnicas de intervención para la modificación del comportamiento y el entrenamiento en el autocontrol de los trastornos parafílicos. Estas técnicas pueden incluir terapia cognitivo-conductual, terapia de aversión, terapia de prevención de recaídas, terapia de reestructuración cognitiva, entre otras. El enfoque terapéutico puede variar según las necesidades individuales del paciente y el grado de conflicto que experimente. En la actualidad, se ha observado que la combinación de tratamientos farmacológicos y psicológicos puede ser efectiva en el abordaje de los trastornos parafílicos. Este enfoque conjunto permite reducir gradualmente la terapia farmacológica a medida que el individuo aprende técnicas de autocontrol de sus impulsos sexuales, lo que ayuda a disminuir las tasas de recaída. Es importante destacar que el abordaje terapéutico debe adaptarse a cada caso específico, considerando la variabilidad y los desafíos intrapersonales, interpersonales y sociales que pueden estar presentes en los trastornos parafílicos. Por lo tanto, la tabla proporcionada en el texto debe considerarse como una guía flexible de las posibles intervenciones psicológicas disponibles en estos casos. PARTE 4- VIVIANI LAVID DISFORIA DE GÉNERO Existe un cambio de nombre actualmente propuesto de «disforia de género» en sustitución del anterior de «identidad sexual». La razón básica sobre la que se justifica este cambio es la de resaltar la mayor importancia concedida en la actualidad a los componentes socioculturales en la base del desarrollo de la identidad sexual respecto de los componentes biológicos, considerados los más importantes hasta la fecha. En este sentido, cabe recordar que, aun considerando perfectamente válido este argumento, la presencia o no de los componentes socioculturales no depende del mero cambio de nombre, pues la sexualidad, por su propia naturaleza múltiple y compleja, siempre ha incluido e incluirá elementos tanto biológicos como psicológicos y socioculturales, con independencia del nombre con que la designemos, por la razón obvia de que la sexualidad humana es inevitablemente tanto biología como psicología y cultura, en interacción constante dentro de una misma persona. Por ello, debemos recordar que el mero cambio de nombre no tiene por qué afectar al contenido básico y bien establecido de la sexualidad humana. Los problemas de la identidad o disforia de género se caracterizan en su conjunto por la identificación intensa y persistente de una persona con el sexo opuesto al que le fue asignado en el momento del nacimiento por sus características sexuales anatómicas y que suele ir acompañada de un gran malestar y un rechazo persistente por el propio sexo asignado, junto con el deseo intenso de querer cambiarlo y vivir como una persona del otro sexo en los casos más acentuados. Y todo ello, sin que este estado pueda ser atribuido a la existencia de anomalías genéticas, anomalías físicas intersexuales o trastornos mentales graves, como la esquizofrenia. El trastorno incluye dos elementos clave en su definición: la identificación con el otro sexo (criterio A) y la existencia de malestar intenso y persistente por el sexo que le ha sido asignado (criterio B). Se propone una categoría similar denominada igualmente «trastorno de la identidad sexual», aunque dentro de ella se distinguen tres trastornos diferentes: 1) «trastorno de la identidad sexual de la infancia», para el caso de la manifestación temprana en los niños; 2) «transexualismo», referido al genuino trastorno de la identidad sexual en adolescentes y adultos, y 3) «travestismo de rol doble», en el que se consideran los casos de indefinición o identificación sexual con los dos sexos. El problema principal de la persona con disforia o de género radica en el tema crucial de la propia identidad sexual, que puede ser definida como el convencimiento personal y privado que la persona tiene sobre su pertenencia al género masculino o femenino, de ser un hombre o una mujer,cuando esta identificación es opuesta a la de su aparente sexo anatómico o biológico. Las personas con disforia de género conocen adecuadamente su sexo físico, pero lo suelen rechazar por completo; desean ser y vivir como una persona del sexo opuesto, tanto en el área física como emocional y sexual, y pueden intentar para lograrlo distintas estrategias, incluyendo el cambio endocrino, anatómico y genital para tratar de parecerse o identificarse más plenamente con una persona de su sexo anhelado. Con frecuencia se detecta una cierta asociación entre este problema y otros trastornos psicopatológicos, como los trastornos del estado de ánimo y de la ansiedad, y también suele ir acompañado de una gran variedad de dificultades sociales y ocupacionales. Disforia de género no especificada Esta categoría se incluye para codificar los trastornos de la identidad de género que no pueden clasificarse como un trastorno de la identidad de género específico, pero en los que la persona manifiesta síntomas característicos de la disforia de género que causan un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o en otras áreas de funcionamiento, pese a que no cumplen todos los criterios de la disforia de género, y contempla también los casos en los que no se dispone de suficiente información para hacer un diagnóstico más específico. Etiología y curso de los problemas de la identidad o de la disforia de género El trastorno de la identidad de género no es una parafilia en el sentido propio del término; difiere de ésta en muchos aspectos, el principal de los cuales es la cuestión de la identidad con el sexo contrario al asignado después del nacimiento. Esta identificación sexual cruzada puede ser parcial o total, dependiendo del contexto y de los mensajes más o menos consistentes recibidos por el niño en una dirección u otra, y, una vez adquirida, esta identidad resulta verdaderamente difícil de modificar, por lo que la principal estrategia a utilizar en estos casos ha de ser prioritariamente la prevención. La etiología del problema se encuentra aparentemente centrada en el aprendizaje erróneo de una identidad de género cruzada a través de las distintas experiencias familiares de aprendizaje social que pueden dificultar la adquisición por parte del niño de su propia identidad, en el sentido de lograr a nivel psicológico la convicción íntima y personal de pertenecer a un determinado sexo o género, de ser un hombre o una mujer, que es como solemos definir la identidad de género, y que esta identidad coincida armoniosamente con la de la propia condición biológica del sujeto. En ocasiones, sin embargo, diversos factores o situaciones particulares de aprendizaje pueden interferir en este proceso o reorientarlo en el sentido opuesto. Se estima que casi las tres cuartas partes de los niños con una historia de problemas de identidad sexual no presentan estos problemas en la edad adulta y en su lugar parecen redirigir su sexualidad hacia una orientación homosexual, bisexual o heterosexual sin una aparente manifestación de un problema de la identidad sexual. Todas estas cifras son referidas al caso de los niños, pues no se dispone de datos equivalentes para las niñas. En cuanto a los hombres adultos con un problema de identidad sexual, suelen encontrarse entre ellos dos tipos diferentes de evolución. En el primer caso se observa una continuación del problema desde la infancia hasta la edad adulta en un proceso de cronificación, sin períodos relevantes en la reducción de sus manifestaciones. E En los casos de aparición más tardía del problema, los sujetos que lo sufren pueden mostrar una mayor ambivalencia o más fluctuaciones respecto al grado de identificación sexual con el otro sexo, en el sentido de que pueden sentirse atraídos sexualmente por los hombres, por las mujeres, por ambos sexos o por ninguno de ellos y paralelamente suelen sentir más ambivalencia respecto a someterse a una terapia de reasignación de género y menos satisfacción con los resultados después de haberlo hecho. Por ello es especialmente importante ayudar a estos sujetos para resolver los problemas de disforia e indefinición respecto de su identidad y orientación sexual con el fin de que sean capaces de aclararse al respecto en el sentido más apropiado según los casos. Evaluación de los problemas de disforia Existe una escala para la evaluación de los posibles problemas de disforia de género para adolescentes y adultos, siguiendo el formato habitual utilizado para las demás parafilias, con la diferencia de que en el caso de los problemas de la identidad de género las escalas incluyen más ítems al necesitarse evaluar y precisar un mayor número de variables, dada la mayor complejidad y variedad de estos problemas. Tratamiento de los problemas de disforia de género Los problemas de disforia o de género se encuentran entre los más complejos y difíciles de abordar y resolver. Una cuestión crucial previa que es preciso plantearse por parte del terapeuta al afrontar estos problemas es la del grado de identificación sexual cruzada que presenta el sujeto transexual. En estos casos, obviamente, la terapia se ha de centrar fundamentalmente en un proceso de reeducación y reafirmación personal y sexual del sujeto afectado hasta que alcance unos niveles adecuados de integración, de expresión y de satisfacción sexual. Los casos más extremados de trastornos transexuales son aquellos en los que el sujeto presenta una clara y completa identificación con el sexo o el género opuesto al asignado socialmente en el momento del nacimiento y en el que ha sido educado desde entonces. En estos casos la opción aparentemente más recomendable y la cada vez más utilizada en la actualidad en nuestro entorno social es la denominada terapia de reasignación sexual o de género, en la que el objetivo terapéutico principal es la modificación de la morfología sexual secundaria de la persona, su sexo biológico, para hacerla coincidir con el sexo o el género sexual con el que realmente se siente psicológicamente identificada.
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