1_Las_razones_de_la_incredulidad

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Volúmen XLII GUIA Nos. 408-409-410-411 
LETRAS, FILOSOFIA Y CRITICA 
J. V. Castro Silva ... ... .. El .sentido de la Filosofía Jurídica en Francisco
de Vitoria . . . . . . . . . . . . .•.. 159 
Miguel Aguilera... . . . . .... Cervantes y la Historia . . . 170 
Fernando de la Vega .... .... Detensa de la Metafísica . . . . . . . . . . . . . . . . . 179 
Francisco Romero. . . . . . . .. La Sociología de la Filosofía . . . . . . . . . . . . . . 185 
Manuel José Forero." .. . .... Otro Rosarista de la Independei1cia (Pedro Fer-
mín de Vargas) . . . . . . . . . . . . 192 
Alberto Miramón ... ... ... Núñei periodista .. , ... ... ... ... ... ... 206 
DERECHO Y CIENCIAS SOCIALES 
J aime Rodríguez Fonnegra ... La unión libre ante el Derecho Civil . . . . . . . . . 210 
Ramón Emiliani Vélez ....... El problema de las Divisas .".. . . . . . . . . . . . . 277 
Ricardo Uribe Holguín ...... El Contrato Aparente (teoría de la inexistencia). 283 
Jesús M edardo Rivas Sacconi La, Prescripción de la acción penal . . . . . . . . . . 289 
Guillermo Ospina Fernández .. La Lesión en el Derecho Civil . . . . . . . . . . . . . . 294 
Camilo Barcia Trelles ........ La carta orgánica de San Francisco . . . . . . . . 304 
CIENCIAS NATURALES 
T. Batuecas ...... : ......... Consideraciones sobre el probable fundamento de 
la Bomba Atómica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 342 
M anuel MIJ. Quevedo Sánchez Investigaciones biológicas ... 
LUGAR DE LA POESIA 
Grandes sonetos y poemas colombianos 
Rafael Pombo ............... De noche .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367 
Julio Flórez ................. Resurrecciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367 
Porjwio Barba Jacob ......... La canci{m de la vida profunda . . . . . . . . . . . . . . 368 
H ernando Rivas lrigoyen ..... Comentarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369 
Migieel Antonio Caro .... ... El Valle de la infancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372 
Ricardo ÍJefrancisco. . . . . . . . Traducción del soneto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 372 
José Asunción Silva ......... Un poema . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 37.3 
D.L.B.S ...................... From the Spanish of José A. Silva . . . . . . . . 375 
G. M. T .. .................. Plumadas . . . . . . . . . . 376 
POESIA NUEVA 
José Nieto .................. Nocturno del Piloto . . . 377 
José Nieto .................. Paisaje Lejano . .. . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . 378 
ENSAYISTAS 
Hernando Holguín y Caro ... Algo sobre la labor política del señor Caro . . • . 379 
ACTOS OFICIALES 
Conmemoración. =--- Despedida. - Distinción. -t- Mensajes. - Congratula-
ciones. - Nombramiento. - Pésame. - Decreto. . . . . • • • • • •• • J92 
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razones 
Por PABLO ZAMVDIO 
(Tomado de I• revi,fa M_ONTEZUMA, No, 7:3)
Fenómeno universal, teatro del 
orgullo o de la limitación humana, 
tragedia de religiones, es la incre­
dulidad que se desliza en toda re­
ligión ; lo mismo en las más bár -
baras como el Islamismo o en las 
más antiguas como el Judaísmo. 
Tal fenómeno, digno de ser ob­
servado, ha sido objeto de estudio 
por el insigne misiólogo, P. Char­
les S. J. De un extenso artículo su­
yo . hemos sintetizado las bellas. 
ideas, escritas con gran experien­
cia y profundidad, con sumo amor 
y comprensión para aquellos qne 
han puesto trabas a su libertad. 
Al considerar el título mismo 
surgen dos objeciones: 
¿ Existe la incredulidad como 
tal? Se dice que la enfermedad no 
existe, que no hay sino enfermos; 
del mismo modo no hay incredu­
lidad sino incrédulos que forman 
cada uno de ellos, a su manera, un 
caso singular, estrictamente indi-
vidual. Este individualismo llevado 
hasta el extremo, resulta paradóji­
co y extravagante. Pues así como 
existen diferencias comunes en Te­
rapéutica, así la incredulidad guar­
da diferencias comunes, que per­
miten sintetizar las realidades con­
cretas que este término encierra. 
Se puede hablar de la increduli­
dad como del hambre y de la sed 
sin caer necesariamente en quime­
ras. 
Segundo reparo. ¿ La increduli­
dad es razonable? 
Principio verdadero es que todo 
aquello que existe tiene su razón de 
ser y _una razón completamente su­
ficiente. Así la incredulidad debe 
tener su causa y razón de existir. 
¿ Cuál o cuáles son éstas ... ? 
"Un fenómeno tan universal, 
debe, para ser comprendido, colo­
carse en el marco de las grandes 
actividades humanas, en el hori­
zonte universal de 1a vida del es-
RAFAEL DEL' CASTILLO
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CARTAGENA
I COLOMBfA 
píritu, de la misma exacta manera inexactitudes. En los siglos XVII 
que la fe ·religiosa , o el arte , o el y .XVIII se pensaba que el niño 
juego, o la política·' (P. Charles). era la "tabula rasa" que se enrique-
Tres grandes hechos irradian en • cía en la edad adulta por una ela­
conjunto del problema que nos boración de experiencias sensibles, 
ocupa: en todas las religiones del tal era el dogma ele la Filosofía 
mundo. el número de incrédulos es sensualista, sin tomar para nada en 
mucho más elevado entre los sa- cuenta la inteligencia, que es ta111-
bios, que entre los analfabetas; en- bién una fuente muy principal de 
tre los hombres más que entre las enriquecnrnento. Con este mismo 
mujeres ; entre los adultos más que orgullo masculino la Historia nos· 
entre los niños. En éstos es un fe- abre sus páginas para reír con un 
nómeno casi patológico- Se podría frío escepticismo. ¡ Creer que una 
añadir una cuarta comprobación:. mujer pueda saber más que un 
la incredulidad tiende a desapare- hombre ! ¿No lo decía ya Aris�óte­
cer en los ancianos. 'les? "Sapientia commiinitú non
De estos hechos muchos han viget in 11111/iéribiis". ¿ Acaso la Fi­
pretendido sacar la siguiente con- losofía nazi, no ha definido a la 
clusión; ¿ no es evidente que la rnujei· con las tres K, kirche, ku­
creencia relig�osa y en concreto la che, kinderen : la devoción, la co­
fe cristiana es una forma de men- cina, los chiquillos? Y los evolucio­
talidad inferior, en oposición con nistas, aun de la Edad de Oro, ¿ noel progreso mismo de la alta cul- han considerado al "primitivo", es 
tura ? Así ¡0 han deducido explíci- decir, el conjunto de pueblos anal­
tamente Matthev-- Arnold en su fabetas con una mentalidad infe­
"Literatura y Dogma"; M. Guyau rior, de la cual el "civilizado" no 
en "L'irreligión de !'avenir"; Ga- . podía sacar nada,
 sino un objeto
.briel Séailles en "Las afirmaciones de estudio para enriquecer sus co-
de la ciencia moderna". riocimientos etnológicos? 
Se podría responder como lo Para todos los que han pensado 
hace la Apologética , citando una así, áeer lo contrario, seríá absur­
pléyade gloriosa de grandes sabios, ·da inversión de valores y especie 
celebridades auténticas, que hau ele perfecta tontería . 
siclo católicos convenci:clos. Pero La Psicología moderna hace exa­
oponer un hec\10 a otro no basta minar las cosas _con más cuidado. 
i queremos inquirir y comprender Hoy la concepción mecánica ha de 
más profundamente las razones de ceder el paso a la biológica. Sólo 
la incredulidad. - algunos ciegos pueden ignorar ac­
Sigamos el cauce el� lo que !la- tualmente todo el tesoro de hermo­
rnan la ciencia mod{rna y compro- suva, ele originalidad, de dinarni.s­
baremos algunas otras pequeña,, 1110 de YisíÓJT, contenido en el es-
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píntu del nmo antes de su educa­
ción. Sabemos que el pensamiento 
cte un niño es prodigiosamente sin­
tético; que su intuición y su emo­
ción tienen una totalidad que no 
se encontrará después más que en 
los ·grandes poetas y en los gran­
des místicos. B:s evidenté que la 
receptividad de los nifios no es del 
todo pasiva, sino muy personal y 
constructiva. 
Lo que la psicología ha hecho 
por la infancia, la etnología lo ha 
hecho por el "primitivo", reforman­
do enteramente las conclusiones a 
priori del viejo evolucionismo. Hoy 
sabemos que el "primitivo" tiene 
una visión del mundo, una Cosmo� 
. gonía y una Etica razonadas. Su 
fetichismo, así lo afirma el gran 
piisiólogo en su cariño al "primi­
tivo", es un sistema coherente. Su 
técnica es, casi siempre, una ma­
ra�illa de adaptación. Su cultura 
es asombrosa, sus concepciones ju­
rídicas, a pesar de que sólo se con­
servan oralmente, son notables por 
su delica,deza, su humanismo y su 
equidad. Y, ¿ quién asegurará que 
no resuelve frecuentemente sus 
problemas con más inteligencia que 
el civilizado escéptico, agnóstico y 
volteriano? 
La concepción errónea· de la mu­
jer ha sido también corregida. To­
das las observaciones y exámenes 
de la inteligencia, aplicados en el 
curso de encuestas laboriosas, pa­
ra probar el carácter inferior o in­
completo de la inteligencia feme­
nina, han fracasado. Allí donde el 
hombre desbarra, se aparta o se 
abstiene; la mujer triunfa/ comple­
tamente porque posee una inteli­
gencia sintética, una prodigiosa ca­
pacidad de comprender de un solo 
golpe todo un conjunto de elemen­
tos, no a través de teorías, sino in­
mediatamente en la vida misma. 
¿ Quién se olvida de los consejos 
caídos de los labios de una madre 
en los momentos decisivos o en la 
encrucijada de las rutas de nues­
tro destino? 
También ha habido un cambio 
completo de perspectiva respecto 
del "fenómeno religioso". No ha­
blamos ele autores católicos. Su 
. testimonio podría parecer sospe­
choso y dejar entender, que come­
temos una petición de princ1p10. 
William James, Harold Hoffding, 
Mac Dougall; Otto W eigall, Heiler 
y todos aquellos que lo han estu­
diado, han desechado las doctl'Ínas 
ligeras del siglo XVIII, las de los 
enciclopedistas, las conclusiones del 
viejo positivismo, para no hablar 
de las baratas afirmaciones de Sa­
lomón Reinach y del puñado de 
escritores populares. 
La religión aparece como la for­
ma más concentrada del pensa­
miento, como la más sintética, no 
dejando nada fuera de .su dominio. 
No sólo es una forma de pensa­
miento, es una forma de vida -más 
aún-, una manera de ser que im­
plica toda una visión del mundo y 
de la persona y que se infiltra en 
todas las actividades del individuo. 
Ella cambia la significación ele la 
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1 
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Yída y de la muerte. Despierta
amores subliines y odios feroce:;;
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táticas; inspiraciones artísticas y
furores iconoclastas. Se defienc
\e1 
con violencia, porque en el fon
do
es un amor i éste jamás es neutr
al.
Tiene por consiguiente probab
i­
lidades ele encajar con facilid
ad en
la mentalidad del niño, ele la m
u­
jer y del_ "primitivo'.', muy sin
té­
tica tamhié1{ en éste. 1las, 
¿ por 
qué tropieza, al enfrentarse co
n el
sabio o con el que s·e prec
ia, ele
sus verdaderas razones. Sobre este
punto la Apologética ha triunfado
rotundamente cuando nos muestra
sabios bien autfoticos, admitienclr>
todas las conclusiones ele la cien­
cia y con la misma sinceridad re­
citan su Credo hasta el fin. 
"Me parece, dice el P. Charles,
que se pueden afirmar y probar es­
tas dos tesis paradójicas: la incre­
dulidad es siempre el efecto ele_ una
cierta estrechez de espíritu y ta
l
.estrechez, si no tenemos cuidado
, 
serlo ? 
es el resultado natural ele la mis
­
ma disciplina cientifica". 
Podemos inmediatamente 
dese- Hemos encontra
do la razón ele la 
char dos respuestas insufic
ientes. incredulidad , s
u causa profunda en
$e replica que el obstáculo 
a la tantos y tantos 
hombres de una 
creencia es la ignorancia 
y se cree cultura ordinar
ia. Trataré ele evi­
que , multiplicando los 
cursos ele denciarlo, prime
ro, siguiendo las
instrucción, se logrará 
aumentar el_ • vicisitudes ele 
la fe en las · distintas
número ele creyentes. Los 
hechos épocas de nuestr
a cultura occiden­
desrnienten nuestras esper
anzas. La tal, penetrando 
luego en el interior
ignorancia, en el fondo, 
no es sino de los individuo
s. 
un vacío, una ausencia, y 
como tal "La historia nos muestra- é
pocas 
no puede resultar un. obstá
culo po- en las cuales la creencia c
ristiana
sitivo, a no sér que sea una 
igno- ha siclo para el - conjunto de la h
u­
rancia querida, deliberada, j
ustifi- maniclad casi imposible. Epoca
s de
cada a sus propios ojos, co
mo la .lujo desenfrenado, de libertinaj
e y
del agnóstico . En este caso es 
da- ele persecusiones sangrientas ; 
pe­
ro que el verdadero obstácu
lo no ro todo esto, viéndolo bie
n, no es
es la i-gno�ancia misma , sino 
la ra- sino un síntoma, como la fie
bre lo
zón profunda que la sostiene.
 Si es de la enfermedad.
1a ignorancia foera la razón 
de la La causa profunda de Ja o
posi­
incrednlidad, veríamos a ésta mu
l- ción al cristianismo debemos ver
la 
tiplicarse en los niños y analfabe-
ensu fuerza interna e incontenible
tas. 
que todo lo penetra y transforma :
Lo mismo es hoy claro. que no t
odo lo cual se c�ntrapone a 'tas
son las conclusiones de la cie11cia
co11cepciones sistemáticas· y estre­
quienes chocan con los cfogmas de
chas del hombre y ele su cultura,
la fe, sugiriendo a la increclnliclad
donde la fe no podía tener cabida.
S II B·O R PURO Y FRSSCO 
oe TABACOS fflADUROS 
L--:---:-----�------__J 
En el siglo II, a nombre del sis
­
tema estético y racional de la A
n­
tigua Grecia, surge la primera op
o­
sición. La sabiduría de Atenas 
ha­
estrechez, clasicismo sistemático
,
· que no tenía lugar en la creen:c
1a -
cristiana!
_ Y después del movimiento uni-
bía puesto todo el mundo Greco
­
Romano bajo su escuela, y le im­
ponía todas las restricciones bie
n
arbitrarias de su "sistema del mun
­
do". Un 2agano, Celso, quizá p
or 
vez primera, exclama contra 
los
cristianos: vuestra Filosofía 
es
bárbara; no conocéis e\ sentid
ü
,Je la medida, de las proporciones
estéticas ; nunca habéis pasado p
or
una grande escuela. Celso desde s
u
punto de vista, tenía razón ; p
ero 
su punto de vista era tuerto,
 por­
que con el Cristianismo surgía 
un
. mundo nuevo, que iba a romp
er 
los estrechos marcos de la estéti
ca
de la Antigua Grecia.
versal de la Edad Media, con la
ciencia moderna nace la mecánica
,
que declara como inexistente todo
lo que no fuera "máquina".; para
�sa ciencia la explicación del mun­
fo se reduce a las leyes del ü1ovi­
miento, a lo que se podía pesar y
medir. En los límites estrechos de
- semejante ciencia,· el Cristianism
o
tampoco tuvo lugar.
Con el progreso de las ciencias
biológicas fue necesario renunciar 
al mecanismo estrecho y proclamar
como ley del universo viviente el
vrimer esquema de la doctrina de
la evolución. Mirchow, Moles­
chott, Büchner, Hegel, Le Dantet
declaran una vez más, que en este
esquema no había lugar para 
!a
creencia cristiana.
Esto que sucede en la humani
­
dad, en general; se verifica en e
l
individuo en particular.
¿ En qué momento brota la cr
i­
sis de la incredulidad en la
 vida
de! hombre? ¿ En fa infancia ?
 Ca 
El cristianismo es feo, dirá en
el siglo IV Juliano el apóstata, aún
reaccionario . clásico. ·Es· una doc­
trina de pescadores, huele "mal. No
tiene lugar en la cultura clásica
Para humillarla y envilecerla, e
\
�mperador prohibirá a los cristía­
aos que expliquen los poetas gm:­
gos en sus escuelas. Hoy sabe
mO$
..::uan estrecha era la estética 
gne­
�d., y a pesar de toda su belleza
.
uemos aba�donado • sus cánon
es. 
1-,0S emperadores perseguidore
�,
uecio y Diocleciano, furiosos rea
c.
c10nanos, soñaban en encerra
r to­
uo su imperio en eso que 
se lla­
maba ·•tas antiguas tradicion
es ro ­
manas", y decretan que 
"el Cris­
namsmo no tendrá lugar 
en nue�­
i:ro sistema político". 
¡ Intolerabl:o
si nunca. "Prorrumpe en el 
mo­
rnento -en que, empezando a s
e1
adulto, más o menos confusamen
.
te, más o menos conscientemente,
bajo influencias diversas -algu.
nas veces mal analizadas- e
\
hombre organiza su sistema de
vida personal" (P. Charles). En­
tonces,, es cuando -sin saberló tal
vez- cristaliza la Filosofía de su
existencia y cuando -si esta Fi-
f"
"' """'" "'" "' "'""' '""'''" """ ............ , """ ........ , '"' """"""''" .. ,
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[P[g rn rn m • [ID m rn rn □ [i] □ 
1nGen1eRI A- CIVIL 
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PLAnos, CALCULOS, ere. 
TIL8PODO 10-15 CHAPID8RO
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í'/1. ./ . ¡ � 'e.1/islributdora emarca 
OFICINA: 
losofía es estrecha- se des
morona
la vieja creencia y salta 
el primer
resultado visible: el libertin
aje, la
moral descarriada. En esa ho
ra de­
cisiva, la arcilla humana 
que era
entonces suave y plástica, es 
ahora
presa de un sistema. Lleg
a a ser
dura e indeformable, como el 
barro
puesto al fuego. Son nec
esarios
choques que rompan la costra 
for­
mada y devuelvan al indivifluo 
su
libertad : el choque del dolor 
y ele 
la muerte que se aproxima, 
será
muchas veces el único agente 
ca­
paz de hacerlo. Entonces el 
hom­
bre se verá constreñido a refl
exio­
nar con Hamlet: Hay muchas 
más
cosas en el mundo, que no lo
gra­
mos meter en nuestra Filosofí
a. 
simplificación. Toda especializ
ación
es necesariamente un em
pobreci­
miento. Todo método es envid
ioso
y exclusivo. Toda experi
encia es
una clase de endurecimiento.
· Y la
ciencia es simplificación, 
sistema,
experiencia, previsión, e
xpres10n .
ele descubrimientos en 
forma de 
leyes. Es su derecho, su 
esencia
misma. Pero si no tenemos 
cuida­
do , suavemente nos habitú
a · a juz�
gar las cosas según su m
anera de
ser, cuando la verdadera 
li.bertatl
del espíritu reclama pon
er la cien­
cia a servicio de las co
sas y .del
universo entero. Por eso 
ahora que 
la ciencia avanza con 
-pasos agi-
Con relación a la voluntad, s
u­
fre a veces una estrechez qu
e es
tan peligrosa com.o la • de la i
nte­
ligencia. ¿ Por qué donde la mo
ral
brilla por su ausencia, la incre
du­
lidad se propaga extraordina
ria-
gantados y suscita una 
tap mten­
sa pasión por ella, hay 
tantos in­
crédulos.· Incautos y 
ciegos que 
entregan su libertad 
a los estre­
chos límites de una 
especializa-
ción. 
No se trata de proscribi
r la cien-
mente ? La voluntad entonces s
ólo
tiene un horizonte : la satisfacció
n
cia como enemiga de l
a fe, porque 
ésta se compaginá adm
irablemente
con la creencia ; sino de 
ensanchar
aquélla comprendiendo b
ien que lo
verdacleyo la sobrepasa y 
que hay 
en toda ciencia una sim
plificación
en la cual corremos el pe
ligro de
ser engañados, sobre todo 
cuando 
un confÍi�to parece surgir 
entre la
ciencia y sn sistema, por un
a par­
te, y la fe y su misterio , p
or otra .
,,, de sus apetitos desordenados 
y to­
do lo que no sea satisfacción 
de
sus apetitos no tiene cabid
a en su
sistema. 
La fe religiosa que sum
m1strn
una. moral indiscutible e indi
scuti­
da, encaminada a la recta 
sati¡;fac­
ción y uso de los -apetitos con • 
una
comprensión der'bien y del ma
l no
tendrá lugar para ella.
La razón esencial de la incred
u-
lidad, es siempre pues la estre
chez
de un sistema. ·Porque todo 
siste­
ma por el· hecho ele serlo, es 
una
La fe es un don de Dios y 
nadie
queda excusado por qtle no 
la tie­
ne. Cada hombre debe cul
tivar su
tierra humana para que pue
da fruc­
tificar el don de Dios, así 
como es
necesario abrir los ojos p
ara reci-
. 
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OTTO FENWARTH 
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Jardín tropical: Zabaleía· - La Esperanza. 
bir ei mensaje radia
nte de la au­
rora . 
Para aquellos que han 
hecho de 
la verdad una conq
uista -éstos 
son los sabios-'-, 
es dificultoso 
aceptar una verdad q
ue es un don.
Para el especialista 
habituado a­
juzgar por un métod
o particular, 
es dificultoso compr
ender que hay
otros caminos _ de acce
so hacia la 
verdad, y tanto más cu
anto que su 
especic!,lidad es más e
strecha. 
La misma dificultad s
e encuen�
tra en el interior mism
o de la cien­
cia. Una especialidad 
vuelve casi
ininteligible a otra Se 
oirá decir a 
lo_s matemáticos : los 
filósofos, los
historiadores, los- natu
ralistas son
inauditos. Afirman un
a multitud de
cosas sin probar nada. 
El historia­
dor sobre la fe de a
lgunas líneas·
de un viejo document
o, reconstru­
ye, como dice él, el p
asado ; pero 
no dice que adapta, int
erpreta. 
Los historiadores tom
arán apar­
te a los filósofos, y d
irán: después
de tantas fatigas por 
reconstruir 
el pasado delante de 
testigos, vie­
nen · estos filosofillos s
in ningún do­
cumento ; por simple 
razonamien­to, como dicen ellos, 
• nos revelan 
los secretos del mu
ndo invisible y
líneas, sus superficies, 
sus canti­
dades imaginarias, su · 
espacio en
dimensiones no tienen 
nada de 
real. Nosotros por lo 
menos palpa­
mos las cosas. Venid a 
ver mis co­
lecciones de huesos, 
mis esqueletos 
de marsupiales, mis h
erbarios, mis
cortes microscópicos. 
Mientras que 
los historiadores no 
se ocupan si­
no del pasado, es d
ecir, de lo que
no existe ycr; mient
ras que la Fi­
losofía · en su razón, 
sin ver que
hay tantas razones c
omo filósofos.
Nosotros, nosotros 
navegamos en 
medio de io real . L
a Historia Na­
tural no se inventa, 
se comprueba .
Así cada uno juzga
rá a los otros 
desde el punto de vi
sta de su sola 
especialidad y desde 
este punto de 
vista tendrá natura
lmente razón.
Sin embargo, hay h
ombres de ho­
rizontes más amplios, 
sabios au­
ténticos, que saben · 
comprender y
apreciar a un tiempo 
el método de 
la Filosofía, de las M
atemáticas, y
de las ciencias natur
ales. Estos del 
mismo modo, libres y 
lejos de un
sistema, podrán com
prender igual­
mente la prudencia 
insondable · de 
una anciana madre
, el candor de 
un alma de niñó, 
la profunda vi­
sión de un corazón 
sencillo. 
la naturale�a metafís
ica del ser, de 
lo finito, de lo infinit
o y de sus re-
laciones. 
Los· botánicos, los 
profesores_ de •
Historia Natural gri
tarán: los his­
toriadores interpr
etan los docu­
mentos, los filósof
os razonan en
lo abstracto, los 
matemáticos mis­
mos reconocen q
ue sus puntos, sus
Estos sabios que 
rompen los lí-
mites estrechos de l
a ,ciencia guar­
darán en ellos esos 
tesoros de in­
genuidad y de fres
ca hermosura,
que los llena de alegrí
a en su creen­
cia cristiana, porque 
la fe trae con­
sigo una alegría , u
na paz y una
esperanza sin límites 
como una au­
rora sin crepúsculo. 
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