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MAQUIAVELO 
Virtú y fortuna como núcleos de su 
pensamiento político 
Ss. 2-4 BPTEP04 TEORÍA POLÍTICA MODERNA 
Prof. Guillermo Aveledo 
Niccolò Machiavelli (1469 –1527) 
 Hijo de Bernardo Machiavelli, funcionario 
menor del gobierno fiorentino. No era ni de 
origen noble, ni enteramente popular. 
 Testigo de la primera caída de los Médici, 
del auge y caída de Savonarola, es elevado 
a Secretario de la Cancillería con la 
reinstauración de la República en 1498. 
 Sirve en diversas misiones diplomáticas (Roma 
Francia, Milán, España) para Florencia, hasta 
el regreso de los Médici en 1512. 
 Entre 1512 hasta su muerte sufre de torturas, 
exilio y persecución, pero inicia su carrera 
literaria. 
El Principe 
 Escrito como modo de congraciarse con los Médici, y 
de obtener mecenazgo. 
 Maquiavelo intenta escapar de la rutina de su exilio 
forzado. 
 El libro, escrito hacia 1513, no sería publicado sino 
luego de la muerte del autor. 
 La intención general es basarse en el género de los 
“espejos de príncipes” para hablar de la “verdad 
efectiva” y no “su imaginación” (c. XV). 
 Historia de los grandes hombres (los príncipes) 
 Escasas referencias a la teoría política previa 
Vivo en mi granja, y desde mis más recientes desastres, no he pasado ni veintes 
días en Florencia… Debo contarle de mi vida Me levanto por la mañana con el sol y 
entro en los bosques que he hecho talar; allí paso un par de horas inspeccionando el 
trabajo del día anterior y mato algo de tiempo con los bosquimanos, quienes 
siempre tienen una disputa entre ellos o con sus vecinos. Podría contarle mil 
historias acerca de estos bosques… 
Al salir del bosque me dirijo a un arroyo; desde allí, a uno de los sitios donde 
cuelgo las jaulas para los pájaros. Cargo un libro bajo mi brazo: Dante, Petrarca u 
otro poeta menor como Tíbulo, Ovidio, o alguno así. Leo sobre sus pasiones y sus 
amores, recuerdo los míos, y estas reflexiones me hacen feliz por un momento. Luego 
recorro el largo camino a la taberna. Charlo con los viajeros, pregunto noticias de 
sus regiones, me entero de varios asuntos, y observo a la humanidad: la variedad de 
sus gustos, la diversidad de sus pareceres. Para entonces es hora de comer; en mi 
casa como la comida que esta pobre granja y mi minúsculo patrimonio pueden 
ofrecerme. Al terminar, regreso a la taberna, donde normalmente encontraré al 
tabernero, un carnicero, un molinero, y a un par de ladrilleros. Me recojo con ellos y 
laso el resto del día jugando cartas y tablas reales: estos juegos llevan a mil 
discusiones e interminables abusos y vituperaciones… De modo que, arrejuntado a 
estos piojos, quito el moho de mi cerebro y escapo de la malicia de mi suerte, 
contento de ir contra las reglas de este modo, sea que la Fortuna se avergüence o no 
de tratarme así… 
 Carta deNiccolo Machiavelli a Francesco 
Vettori, 10 de diciembre de 1513 
… Cuando llega la noche, regreso a casa y entro en mi estudio; en el 
umbral me despojo de mis prendas de trabajo, embarradas y sucias, y me 
pongo los ropajes de la corte y el palacio. Vestido apropiadamente, me 
adentro en las venerables cortes de la antigüedad donde, solícitamente 
recibido por ellos, me alimento con aquél banquete que es sólo mío y para 
la cual nací, donde sin vergüenza alguna hablo con ellos e indago acerca 
de sus motivos y ellos, bondadosos, me respondo. Y por horas ya no siento 
el aburrimiento, olvido mis pesares, no temo a la pobreza, no temo a la 
muerte. Quedo absorto en ellos completamente. Y como Dante dice que 
nadie entiende nada a menos que retenga lo que ha entendido, he escrito 
unas notas a partir de estas conversaciones, componiendo un estudio corto, 
El Príncipe, en donde trato tan profundamente como puedo las ideas sobre 
este tema, discutiendo la definición de un principado, sus categorías, cómo 
se obtienen, cómo se mantienen, y como se pierden. Y si alguna vez alguna 
veleidad mía le ha dado a Ud. placer, esta seguramente lo complacerá. 
Será bienvenida por un príncipe, especialmente un príncipe nuevo… 
 
Magnífico Embajador, si Ud. gustase que yo abandonara esta vida y 
viniera con Ud. a disfrutar de la suya, lo haría encantado… Y a través de 
este trabajito mío, si llegase a ser leído, sería evidente que durante los 
quince años que he estado estudiando el arte del estado no he estado 
durmiendo ni perdiendo el tiempo, y cualquiera estaría feliz de utilizar a 
alguien que ha tenido tanta experiencia a expensas de otros. 
… no he hallado, entre las 
cosas que poseo, ninguna 
que me sea más cara, ni 
que tenga en más, que mi 
conocimiento de los 
mayores y mejores 
gobernantes que han 
existido. Tal conocimiento 
sólo lo he adquirido 
gracias a una dilatada 
experiencia de las 
horrendas vicisitudes 
políticas de nuestra edad, y 
merced a una continuada 
lectura de las antiguas 
historias. 
 
(Príncipe, Dedicatoria) 
Aunque por la naturaleza 
envidiosa de los hombres 
la tarea de buscar nuevos 
modos y órdenes haya 
sido siempre tan 
peligrosa como la de 
buscar tierras ignotas, 
porque todos están más 
dispuestos a denostar que 
a loar las acciones 
ajenas, sin embargo, 
llevado de ese deseo que 
siempre ha existido en mi 
de obrar sin ningún 
temor… me he decidido 
entrar por un camino que 
no ha sido recorrido por 
nadie… 
 
(Discorsi, lib. I, proemio) 
Géneros 
de Estado 
Repúblicas 
Principados 
“Naturales” 
Hereditarios 
Teocráticos 
“Nuevos” 
Armas 
Propias 
Ajenas 
Fortuna 
Imitar a los grandes hombres… 
 “Los hombres grandes son siempre los mismos, en toda situación que 
les coloque la fortuna…” (D, III.31) 
 
 “… todo hombre prudente debe entrar en el camino seguido por los 
grandes e imitar a los que han sido excelsos, para que, si no los 
iguala en virtud, por lo menos se les acerque; y hacer como los 
arqueros experimentados, que, cuando tienen que dar en blanco 
muy lejano, y dado que conocen el alcance de su arma, apuntan por 
sobre él, no para llegar a tanta altura, sino para acertar donde se 
lo proponían con la ayuda de mira tan elevada”. (P, VI) 
… Los hombres, en general, juzgan más con 
los ojos que con las manos, porque todos 
pueden ver, pero pocos tocar. Todos ven lo que 
pareces ser, mas pocos saben lo que eres; y 
estos pocos no se atreven a oponerse a la 
opinión de la mayoría, que se escuda detrás de 
la majestad del Estado. Y en las acciones de 
los hombres, y particularmente de los 
príncipes, donde no hay apelación posible, se 
atiende a los resultados. Trate, pues, un 
príncipe de vencer y de mantener el 
estado, que los medios siempre serán 
honorables y loados por todos; porque el 
vulgo se deja engañar por las apariencias 
y por el éxito; y en el mundo sólo hay 
vulgo, ya que las minorías no cuentan 
sino cuando las mayorías no tienen donde 
apoyarse. (cap. XVIII) 
El príncipe, en especial un “príncipe nuevo”, tiene el reto permanente de mantener su legitimidad frente a una 
población díscola, irresoluta e inmoral. Es preciso que sepa aprovechar cada oportunidad o adaptarse a los hechos. 
Más aún si no tiene un conjunto de reglas que avalen o justifiquen su poder. (Príncipe, XVIII-XIX) 
Fortuna y Virtú 
 La fortuna es una mujer: cambiante y veleidosa (cáp. XXV). 
 La fortuna controla la mitad de nuestros actos. 
 A través de nuestra virtú podemos seducir-dominar-evadir a 
la fortuna: el príncipe virtuoso podrá lograr adaptarse a sus 
vaivenes; no estamos inermes ante ella (pese a los dictados 
de la tradición). 
 Algunas virtudes (teologales o cardinales) son vicios políticos 
 Es preciso escoger si se desea la salvación personal o la 
salvación del poder (y de la patria). 
Reinecke Fuchs como Papa y anticristo 
 (c.1470-80) 
 La tradición política-moral que hemos 
estudiado, enfatizaba la necesidad de que 
el gobernante alcanzara o tuviera ciertas 
virtudes. 
 Para el cristianismo, las virtudesteologales 
(necesarias para la salvación) eran 
cualitativamente distintas a las virtudes 
clásicas. 
Las siete virtudes 
Los “Espejos de Príncipes” 
 Hacia finales de la Edad Media, y gracias a la 
impronta cristiana, se consideraba que el príncipe 
bueno era el príncipe justo, es decir, aquel 
gobernante que practica las siete virtudes, en la 
tradición aristotélico-ciceroniana (virtudes cardinales) 
y la tradición cristiana (virtudes teologales). 
 
 El fresco de Lorenzetti refleja esta tradición: el bueno 
gobierno está rodeado de tales virtudes, mientras 
que el mal gobierno lo está de los vicios. 
Alegoría del Buen y Mal Gobierno, Ambrogio Lorenzetti, fresco, ca. 1338-
1339, Palazzo Pubblico, Siena, Italia 
CARITAS 
FIDES SPES 
CONCORDIA 
IUSTITIA PAX FORTITUDO 
PRUDENTIA 
MAGNANIMITAS 
TEMPERANTIA 
EL BUEN GOBIERNO 
REX 
SUPERBIA 
VANAGLORIA 
AVARITIA 
TYRANNOS 
Fraus 
Proditio 
Furor Crudelitas 
EL MAL 
GOBIERNO 
¿Temido o Amado? 
¿Amado u Odiado? 
Liberalidad 
Magnanimidad 
Honestidad 
Templanza 
Sabiduría 
Piedad 
Avaricia 
Malignidad 
Mendacidad 
Lujuria/pereza/gula 
Imprudencia 
Descreimiento 
Maquiavelo discute estas ambigüedades político-morales en los 
capítulos XV al XIX: en esencia, debe alejarse del elogio: quien 
elogia piensa en sí mismo, no en su príncipe. 
Es mejor ser amado… 
¿o temido? 
 Liberalidad v. Avaricia (cáp. XVI) 
 Magnanimidad v. Crueldad (cáp. XVII) 
 Flexibilidad ética… ser como la zorra 
y el león ante los lobos (cáp. XVIII) 
 Fuerza y Astucia 
 Recordar… 
 Buenas Leyes 
 Buenas Armas 
(cáp XII-XIV, XX) 
 Lograr establecer un temor ubicuo… 
 
 
… De dos maneras se puede caer en injusticia: o 
con violencia, o con engaño: la primera es 
más propia de los leones; la segunda de 
astutas raposas, y entrambas muy ajenas de 
la generosidad del hombre; pero más 
aborrecible la postrera. Más entre todas las 
injusticias, ninguna es más perniciosa que la 
de aquellos que cuando más engañan es 
cuando más pretenden acreditarse de 
hombres de bien…” 
 - Cicerón, De los deberes, I.13,41. 
“…en las acciones humanas, además de las dificultades con las que se tropieza 
para llevar algo a buen término, siempre hay algún mal en las proximidades del 
bien, y el bien provoca el mal tan fácilmente que parece imposible evitar éste si se 
desea aquél. Y esto se comprueba en todas las acciones humanas, Por eso el bien se 
conquista tan difícilmente” 
(D., III, 37) 
 
“Conviene ahora ver cómo debe conducirse un príncipe con sus amigos y con sus 
súbditos. Muchos escribieron ya sobre esto, y, al tratarlo yo con posterioridad, no 
incurriré en defecto de presunción, pues no hablaré más que con arreglo a lo que 
sobre esto dijeron ellos. Siendo mi fin hacer indicaciones útiles para quienes las 
comprendan, he tenido por más conducente a este fin seguir en el asunto la verdad 
efectiva, y no los desvaríos de la imaginación, porque muchos concibieron repúblicas 
y principados, que jamás vieron, y que sólo existían en su fantasía acalorada. Hay 
tanta distancia entre saber cómo viven los hombres, y cómo debieran vivir, que el 
que para gobernarlos aprende el estudio de lo que se hace, para deducir lo que sería 
más noble y más justo hacer, aprende más a crear su ruina que a reservarse de ella, 
puesto que un príncipe que a toda costa quiere ser bueno, cuando de hecho está 
rodeado de gentes que no lo son no puede menos que caminar hacia un desastre. Por 
en e, es necesario que un príncipe que desee mantenerse en su reino, aprenda a no 
ser bueno en ciertos casos, y a servirse o no servirse de su bondad, según que las 
circunstancias lo exijan.” 
(P., XV) 
¿Tiene la religión pertinencia política? 
 Pese al llamado a desatender la religión, y las críticas a la 
Iglesia Católica por debilitar el estatus político de las 
ciudades y estados italianos (P, 12; D, I, 12), Maquiavelo 
admite la importancia de la religión para la vida política: 
 Debe ser tomada en cuenta por los príncipes (por su imagen piadosa) 
como por los legisladores (porque permite someter a la población). 
 El Cristianismo debilita la virtú al atarla a criterios morales insalvables. 
“… ha de parecer [el príncipe] , al verlo y oírlo, todo piedad, todo fidelidad, todo 
integridad, todo humanidad, todo religión. Y no hay cosa más necesaria de 
aparentar que tener esta última cualidad … Algún príncipe de os tiempos presentes, 
al cual no es bueno nombrar, no predica otra cosa que paz y fe, y de la una y de la 
otra es enemigo; y la una y la otra, si las hubiese observado, le habrían muchas 
veces quitado o la reputación o el estado” (P, XVII) 
 
“Nunca hubo un legislador que diese leyes extraordinarias a un pueblo y no 
recurriese a Dios, porque de otro modo no serían aceptadas; porque son muchas las 
cosas buenas que, conocidas por un hombre prudente, no tienen ventajas tan 
evidentes como para convencer a los demás por sí mismas. Por eso los hombres 
sabios, queriendo soslayar esta dificultad, recurren a Dios…” (D, I, 11) 
 
“Nuestra religión ha glorificado más a los hombres contemplativos que a los 
activos. A esto se añade que ha puesto el mayor bien en la humildad, la abyección y 
el desprecio de las cosas humanas, mientras que la otra [la religión antigua] lo ponía 
en la grandeza de ánimo , en la fortaleza corporal y en todas las cosas adecuadas 
para hacer fuertes a los hombres. Y cuando nuestra religión te pide fortaleza, te pide 
que seas capaz de soportar, no de hacer, un acto de fuerza . Este modo de vivir 
parece que ha debilitado al mundo, convirtiéndolo en presa de los hombres 
malvados…” (D, II, 2) 
¿Qué permite esto al Príncipe? 
AUTONOMÍA 
DE ACCIÓN 
ADVERSARIOS 
LEYES 
FORTUNA 
SEGURIDAD 
“Era él [el Duque Felipe de Milán] … quien más que nadie tenía que 
tener en cuenta los peligros de una determinación y las ventajas 
de la otra, a no ser que prefiriera dejarse arrastrar por sus 
sentimientos antes que asegurar su poder. En su caso podría ser 
jefe y libre, pero en el otro… acabaría por perder su estado o 
viviría en continuo temor y obligado a servir como esclavo”… 
 
(Historia de Florencia) 
 
“No es de poca importancia para un príncipe la elección de los ministros: los 
cuales son buenos o no, según la prudencia del príncipe… Pero es necesario saber 
que, hay entre los príncipes, como entre los demás hombres, tres especies de 
cerebros. Los primeros piensan y obran por sí y ante sí; los segundos, poco aptos 
para inventar, poseen sagacidad selectiva en atenerse a lo que les proponen otros; 
los terceros no conciben nada por sí mismos, ni nada tampoco sacan en limpio de 
ajenos discursos… 
 
 Cuando un príncipe, carente de originalidad creadora, posee inteligencia 
suficiente para discernir con mesura juiciosa lo que se dice y lo que se hace, conoce 
las buenas y malas operaciones de sus consejeros, para apoyar las primeras y 
corregir las segundas, y no pudiendo sus ministros abrigar esperanzas de engañarle, 
se le conservan íntegros, discretos y sumisos. Pero ¿cómo alcanzar tan sabia 
prudencia y tan loable discernimiento? … Cuando el príncipe vea a sus ministros 
pensar en ellos más que en él, y regirse en todas sus acciones por afán de provecho 
personal, quede persuadido de que tales hombres jamás le servirán bien. No podrá 
estar seguro de su actuación ni un momento, porque faltan a la primera de las 
máximas morales de su condición. Esta máxima es que los que manejan los negocios 
de un Estado no deben nunca pensar en si mismos, sino en el príncipe, ni recordarle 
nunca nada que no se refiera a los intereses de su reinado. Pero también, por otra 
parte, el príncipe, a fin de no perder a sus ministros buenos y de generosas 
disposiciones, debe pensar en ellos, revestirles de honores, enriquecerlos, y 
atraérselos por la gratitud, con las dignidades y los cargos ” 
(P., XXII) 
Buenas Armas: El Arte de la Guerra 
 Las mejores leyes perecen si no tienen la 
asistenciade la fuerza. 
 La reputación y la gloria del príncipe se 
ganan en la guerra; es necesario estudiar 
la historia. 
 Lo militar no es ajeno a lo civil, sino una de 
sus expresiones (Dell’arte della guerra, prefacio). Por 
eso: 
 Los ciudadanos deben estar armados 
 La calidad de los ejércitos propios es mayor que la de los 
ejércitos extranjeros o mercenarios. Además, combaten con 
amor a su patria y a su príncipe. 
 El combate cuerpo a cuerpo de infantería es mejor –política y 
tácticamente- que la artillería o la caballería (que crea una 
élite militar, o es una degeneración de la aristocracia existente). 
 La defensa es, en todo caso, más económica que el ataque. 
“Muchos… son de la opinión, que no hay nada menos relacionado ni más disímil que la 
vida civil y el arte militar. A partir de allí se comenta que, si alguien se alista en un grupo 
armado, rápidamente cambia no sólo sus ropas, sino sus costumbres, hábitos, voz y, ante 
los hábitos civiles, se encuentra fuera de lugar; porque no creo que un hombre pueda usar la 
moda civil y verse listo rápidamente para la violencia; ni que un hombre tenga usos y 
hábitos civiles si considera que los mismos son afeminados e inconducentes a sus acciones; 
ni parece correcto que un hombre pueda mantener su aspecto si desea con su barba y sus 
gruñidos atemorizar a los demás. Así, esto es verdad en nuestros tiempos. 
Pero si consideramos las instituciones antiguas, no encontraremos cosas más unidas, 
más conformes, más similares que la vida civil y la vida militar; porque todas las artes 
establecidas mal ó bien en una sociedad para el bien de los hombres, todas las instituciones 
creadas para temer a la ley y a dios serían en vano, si no estuviera bien establecida su 
defensa. Más bien, las buenas instituciones sin la ayuda de lo militar no son más 
desordenadas que las recámaras adornadas de un palacio real, llenas de joyas y oro, si no 
tienen un techo que las proteja de la lluvia. Si en todas las instituciones se busca la lealtad 
de los súbditos, eso se hace aun más en la vida de las armas; porque en qué hombre puede 
haber un mayor amor a a la paz que en aquél que sólo puede ser herido en la guerra? ¿Quién 
si no teme y pide más ayuda a Dios?… 
Pero como las instituciones militares se han corrompido completamente, y se han 
separado de sus modos antiguos, estas opiniones siniestras se han generalizado, de modo 
que odiemos la vida de las armas y evitemos ligarnos con los militares. Y yo, juzgando que 
no es imposible restaurar estas maneras antiguas y su antigua virtud, he decidido dedicarme 
a escribir lo que sé del arte de la guerra…” 
(Dell’arte della guerra, proemio) 
La teoría Republicana en Maquiavelo 
 En su exilio de la vida política fiorentina, 
Maquiavelo participó activamente en un grupo 
literario auspiciado por Cossimo Rucelai, el Orti 
Oricelari. 
 Allí, se discurría en lingüística latina e italiana, poética 
y política. 
 Casi todos tenían simpatías republicanas 
 Activamente, buscaron derrocar a los Médici 
 Intelectualmente, se preguntaban por qué ascendían y 
caían las repúblicas. 
Los Discorsi 
 Maquiavelo se dedica a comentar los primeros diez 
libros de la monumental Historia de Roma de Tito Livio. 
 ¿Cómo se constituye una república? 
 ¿Cómo sostiene su poder? 
 ¿Cómo deben ser sus gobernantes? 
 La república no es sólo el gobierno mixto –que 
conocemos en la tradición de Polibio y Cicerón- sino 
además el gobierno del “vivir libre y político”, es decir, 
no servil: el ciudadano no es dominado por otros (más 
ricos o poderosos) sino por la ley, y además puede –y 
debe- participar en política. 
 ¿Cómo llegó a ser Roma, en cuanto que república, una 
nación tan poderosa? ¿Cómo logran gloria las ciudades? 
¿Es posible repetir las lecciones de Roma? 
El príncipe republicano y la Fortuna 
 Para Maquiavelo, en la vida política -independientemente de 
su forma- la virtú y la fortuna afectan los resultados: 
 Las repúblicas, para nacer libres, tienen que gozar de la 
fortuna de tener unos príncipes fundadores de ánimo 
republicano (que gobiernen para las leyes y para el pueblo, 
y no para sí), (D, I, 1, 9). 
 Los príncipes republicanos deben anteponer la supervivencia 
de la política sobre cualquier consideración moral (debe estar 
dispuesto a sacrificar su alma para defender la república). 
 Es el ejemplo y las leyes de estos príncipes virtuosos los que 
infundirán la virtú entre los ciudadanos 
 El pueblo por sí mismo es incapaz de la virtud. 
 Sin embargo, el popolo minuto (las clases bajas) son más 
auspiciosas para la República (ya que son más fieles, modestas y 
sacrificadas). El popolo grosso (aristocrático), tiende a la molicie y 
a la soberbia, y así es difícil que alcance la virtú. 
El Fundador mítico… 
 Es capaz de inaugurar un orden político, y de irradiar –a través de su 
acción legislativa- virtú: del príncipe a los ciudadanos (no a 
herederos):“No es, pues, la salvación de un reino o una república 
tener un príncipe que gobierne prudentemente mientras viva, 
sino uno que lo organice todo de manera que, aún después de 
muerto, se mantenga” (D, I, 11) 
 Logra vencer los obstáculos de la tradición y el disenso de sus adversarios: 
“… en el caso de los hombres acostumbrados a vivir en una 
ciudad corrupta… estarían contentos de ver la ruina de su 
patria. Para vencer esta envidia, el único remedio es la muerte 
de los envidiosos… Quien le inteligentemente la Biblia se dará 
cuenta que Moisés se vio obligado, si quería que sus leyes y 
ordenamientos salieran adelante, a matar a infinitos hombres” 
(D, III, 30) 
Príncipe ≠ Fundador Mítico 
 Relativa dependencia de la 
Fortuna. 
 Trabaja con formas 
existentes, en su reforma o 
mantenimiento. 
 Mantenere lo stato sicuro… 
 Preeminencia de la virtú. 
 Trabaja ante situación de 
corrupción política total, o 
en absoluta creación. 
 Mantenere lo stato libero e 
sicuro (fundando la virtú 
cívica)… 
PRÍNCIPE FUNDADOR MÍTICO 
Pueblo, aristócratas, y príncipes… 
 En una República el poder debe estar distribuido (gobierno 
mixto, (D, I, 2)) de modo que ningún sector social tome por 
completo el poder, es decir, gobierne para sí mismo (que es 
una forma de corrupción)… La República debe estar 
preparada para el conflicto frecuente. 
 Maquiavelo, consciente del poder de la multitud (P, 19-20), 
exclama que es en el pueblo, y no en la aristocracia, donde 
puede descansar mejor la libertad, frente a la ambición de los 
nobles. Es allí donde puede haber más virtú cívica: 
 Evitando la corrupción 
 Protegiendo a la República 
 Manteniendo la libertad 
 Alcanzando gloria y grandeza 
 Sin embargo, el pueblo es veleidoso e impresionable, y puede 
no servirse sólo (sin duda, necesita de un fundador (D, I, 17, 
44, 57) sin el cual es impotente (D, I, 37) 
 
“… En todas las repúblicas existen magnates y 
pueblo, existen dudas acerca de en qué manos estaría 
mejor colocada esa vigilancia… Creo que se debe poner 
como guardianes de una cosa a los que tienen menos 
deseo de usurparla. Y, sin duda, observando los 
propósitos de los nobles y los plebeyos, veremos en 
aquéllos un gran deseo de dominar, y en estos tan solo 
un deseo de no ser dominados, y por consiguiente mayor 
voluntad de vivir libres. De modo que, si ponemos al 
pueblo como guardián de la libertad, nos veremos 
razonablemente libres de cuidados, pues no pudiéndola 
tomar, no permitirá que otro la tome…” 
(D, I, 5) 
La virtú civica 
“… Lucio Léntulo, legado romano, dijo que lo parecía 
oportuno rehusar cualquier medio para salvar a la 
patria... Esto es algo que merece ser notado e imitado 
por todo ciudadano que quiera aconsejar a su patria, 
pues en las deliberaciones en que está en juego la 
salvación de la patria, no se debe guardar ninguna 
consideración a lo justo o lo injusto, lo piadoso o lo cruel, 
lo laudable o lo vergonzoso, sino que, dejando de lado 
cualquier otro respeto, se ha de seguiraquel camino que 
salve la vida de la patria y mantenga su libertad…” 
(D., III, 41) 
 
“Aqui hay disposición 
favorable; y donde hay disposición 
favorable no puede haber grandes 
dificultades, y sólo falta que 
vuestra casa se inspire en los 
ejemplos de los hombres que he 
propuesto por modelos. Además, 
se ven aquí acontecimientos 
extraordinarios, sin precedentes, 
ejecutados por voluntad divina: 
las aguas del mar se han 
separado, una nube os ha 
mostrado el camino, ha brotado 
agua de la piedra y ha llovido 
maná; todo concurre a vuestro 
engrandecimiento. A vos os toca lo 
demás. Dios no quiere hacerlo 
todo para no quitarnos el libre 
albedrío ni la parte de gloria que 
nos corresponde.” 
 (P., XXVI)

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