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3874-Texto del artículo-3192-1-10-20210122

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Rev. Enfermería Comunitaria 2020, v16: e20162r 
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ENFERMERÍA COMUNITARIA 
REVISTA INTERNACIONAL DE CUIDADOS DE SALUD FAMILIAR Y COMUNITARIA 
CIBERINDEX CANTARIDA 
 
Enfermería Comunitaria, 2020; v16: e20162r 
http://ciberindex.com/p/ec/e20162r 
ISSN 1699-0641 
© Fundación Index, 2020 
Indexación: CUIDEN, HEMEROTECA CANTARIDA, CUIDEN CITACION 
CARTA A LA DIRECTORA 
 
Recibido:13.11.2020 
Aceptado: 16.12.2020 
 
Tiempos de cambio 
 
David Hernández Galván 
Enfermero. Residencia (España) 
 
Correspondencia: davidtocaviola@hotmail.com 
 
Sra. directora, 
 
 
Al comenzar la pandemia, se pudo observar la sorpresa 
general en la población de mi ciudad, pero, tal fue el impacto 
en mi lugar de trabajo, que incluso tardamos un poco más que 
el resto de gente en reaccionar. Las residencias concertadas, 
en mi comunidad autónoma, no están integradas en circuitos 
sanitarios públicos y, de alguna manera, fuimos los primeros 
en quedar excluidos de la reacción y medios generales. Tam-
bién fuimos los primeros en caer en la pandemia. En mi caso 
en concreto, como coordinador de enfermería de una residen-
cia privada, he podido vivir de cerca lo extremo y horrible que 
ha llegado a ser y está siendo este problema. No obstante, con 
suerte y buen hacer, no hemos tenido casos de pacientes posi-
tivos entre nuestros residentes. No ha sido así en el resto de 
residencias cercanas, llegando a estar estas residencias inter-
venidas por servicios de Sanidad. Hemos podido comprobar, 
de primera mano, la desconexión y la exclusión por parte de 
los medios nacionales y públicos de salud con las residencias 
privadas, los cuales han puesto de su parte medios irrisorios en 
las primeras semanas de la pandemia. 
Aún recuerdo como el servicio de salud pública de mi re-
gión reaccionó la primera semana de pandemia, mandando a 
un repartidor con una caja de fruta (literalmente) que contenía 
un paquete con 50 mascarillas de papel, tras haber anunciado 
en todos los medios que iban a enviar grandes dotes de mate-
rial a las residencias. Aun guardamos como objeto de reliquia 
la caja de fruta que contenía aquella enorme ayuda. También 
recuerdo como uno de nuestros proveedores farmacéuticos nos 
contó que los pocos materiales de protección individual que 
nos traía, los tenía que esconder en el coche, por miedo a que, 
en algún control policial, los propios cuerpos de seguridad se 
los requisaran. A este nivel de inseguridad llegamos en las 
primeras semanas de pandemia. En mi lugar de trabajo se nos 
impuso confinar por habitaciones a los casi 200 pacientes del 
complejo residencial y, gracias entre otras cosas a la arquitec-
tura del edificio, pudimos aislar también a los grupos de traba-
jo de las distintas zonas del edificio. De este modo, creamos 
casi 10 grupos de auxiliares y profesionales independientes, 
que no se cruzaban en ningún momento de la jornada de traba-
jo. Tampoco entraba nadie a la residencia desde el principio 
que no fuera trabajador, salvo las visitas de familiares. Estas 
visitas se realizaban bajo estrictas normas de seguridad e 
higiene, por supuesto. Siendo esto un punto bastante duro de 
cara a los pacientes, muchos de ellos por circunstancias fami-
liares no pueden ver a sus allegados desde hace mas de medio 
año debido a las restricciones de movilidad entre comunidades 
autónomas. De alguna forma, salimos de la primera ola, he de 
reconocer que aun no hemos tenido tiempo de pensar debida-
mente cómo salimos de ella, pero lo conseguimos de manera 
indemne. 
Tras ello, nos pudimos preparar debidamente y con tiempo 
para la segunda ola. Compramos todo el material que pudimos 
y confinamos, esta vez, por zonas la residencia. Cada planta se 
confinó en dos zonas y, de manera independiente, se creó una 
zona de aislamiento. Dicha zona de aislamiento se utiliza para 
aislar a los pacientes que vuelven de citas o del hospital duran-
te al menos 10 días, aunque la PCR y test de antígenos sean 
negativos. Esto también es fácil ordenarlo y muy difícil llevar-
lo a la práctica. Me ha costado mucho, que incluso después de 
que toda la sociedad esté concienciada debidamente del pro-
blema de la pandemia, se sigan respetando las medidas de 
higiene básicas respecto al Covid. Después de llevar mas de 
medio año en la batalla, tengo que seguir reclamando que se 
pongan correctamente la mascarilla algunos trabajadores, 
parece que la suerte no se nos agota, ni la paciencia. Por otro 
lado, los pacientes están adaptándose, de manera perfecta a las 
medidas, mucho mejor que nosotros los trabajadores. Ellos 
han aceptado sin rechistar la problemática e incluso han inte-
grado hábitos de higiene de manos o distanciamiento social en 
su día a día. De igual manera, la situación de la gestión admi-
nistrativa sigue igual que antes de comenzar la emergencia 
sanitaria. Para pedir una analítica de urgencias, tengo que citar 
al paciente con su médico del centro de salud, que me den cita 
para dentro de una semana, me cursen la analítica para pasa-
dos unos días, realice la extracción, vuelva a citar unos días 
después al paciente con su médico, me dé cita de nuevo para 
dentro de otra semana, y, por último, que el médico del centro 
de salud me imprima los resultados de la analítica. Como si no 
tuviéramos nosotros médicos excelentes en nuestras residen-
cias. Pues para sacar una analítica urgente, el único medio 
disponible es el de esperar mínimo 2 semanas, como si las 
urgencias en una residencia se pudieran demorar. 
A este nivel de fallo administrativo y de gestión del siste-
ma público y, el respectivo enlace con lo privado, estamos 
llegando. Con estos medios nos estamos enfrentando a una 
David Hernández Galván. Tiempos de cambio 
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pandemia que está asolando al mundo. Ahora bien, no baja-
mos los brazos ni nos hundimos en la desesperación, al menos 
el equipo de sanitarios. Sabemos que la recompensa de ser 
estrictos está dando sus frutos, al ver que nuestros residentes 
están en perfectas condiciones. Seguramente, una de las cosas 
que mejoremos cuando todo esto termine, es que no hay que 
estancarse y tenemos que buscar continuamente mejorar, tanto 
en cuestiones asistenciales, como en educación de los profe-
sionales en evidencia científica, como en gestión sanitaria. 
Porque ya hemos visto las carencias que tenemos, quizás en la 
próxima pandemia nos pille bastante mas preparados. 
No obstante, si tenemos que ir a la guerra con bolsas de 
basura y gafas de buceo como equipos de protección indivi-
dual, iremos. Ya que nos hemos defendido de una guerra, la de 
la primera ola, con cualquier cosa que pillábamos. Por ello, 
imagino que dicen aquello de “los sanitarios tenemos el cielo 
ganado”. Tan solo esperemos que la próxima pandemia, po-
damos organizarnos en mejores condiciones.

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