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La_tetera

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1
Los zapatos colorados
Hans Christian Andersen
1889
Exportado de Wikisource el 18 de enero de 2024
2
Pero ella no decia una palabra de su tapadera.
 
 
LA TETERA
 
  Habia una vez una tetera tan orgullosa que no hacía más
que ostentar el dorado y la pintura de su fina porcelana, su
largo y elegante pico, y sus asas anchas y cómodas; todo
esto era exacto, pero la linda tetera no decia nada de su
tapadera, porque estaba rajada y recompuesta; ya se ve, á
nadie le gusta hablar de sus propios defectos; por desgracia,
otros se encargan de hacerlo. La tetera sabía bien que las
tazas, el azucarero, el jarrito de la leche y hasta la bandeja
se entretendrian más bien de su remendada tapadera, que de
su pico graciosamente encorvado y de los hermosos dibujos
que la adornaban.
https://es.wikisource.org/wiki/Archivo:Los_zapatos_colorados_pg_58.jpg
3
« Los conozco él fondo, decia; y sé tambien lo que me falta,
pues estoy llena de modestia: Todos tenemos nuestros
defectos, pero en cuanto él las buenas cualidades, unos
tienen más y otros ménos. Las tazas tienen un asa y el
azucarero una tapadera, pero yo tengo ambas cosas y
además un pico de un gusto exquisito; soy, en una palabra,
la reina de todo el juego de té. Pero no nos detengamos en
esas perfecciones simplemente exteriores: el azucarero, el
jarrito de la leche, ¿qué es lo que contienen? Cosas buenas
y agradables al paladar, pero accesorias; yo encierro en mi
seno una bebida exquisita y benéfica. Los humanos acuden
á mí para refrigerarse deliciosamente y conservar su salud y
buen humor; transformo, con ayuda de las hojas que traen
de la China, la insípida agua caliente en un néctar divino.»
Esto y otros discursos semejantes repetía con frecuencia la
tetera. ¡Qué ufana se ponia cuando la agarraba la blanca y
delicada mano de una señorita para servir el té él una
elegante reunion en una sala lujosamente adornada!
Pero hubo un dia en que esta delicada mano cogió la tetera
con tan poca maña, que la dejó caer, se quebró el pico, se
desprendió el asa y despegó la tapadera. La pobre tetera
yacía en el suelo, derramándose su perfumado té. ¡Qué
golpe tan cruel! Pero lo más triste era que nadie se reía de la
desmañada señorita, sino de la pobre tetera mutilada,
« Me acordaré toda mi vida de este lance, decia aun mucho
tiempo despues la infeliz, cuando la venía á la memoria su
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brillante carrera. Me trataron de inválido, me metieron en
un rincón como un trasto inútil y un dia me regalaron á una
pobre pordiosera que iba mendigando un poco de sopa.
Heme, pues, en las regiones más ínfimas donde reina la
miseria; estaba traspasada de dolor, pero comprendí
entónces cuánto velaba sobre mí un poder superior y los
altos destinos á que estaba llamaba por las vías más
extraordinarias.
» Me llenaron de tierra y no comprendía nada aun. Luego
metieron en esta tierra una cebolla que procedia del jardín
del rey, y que la bella señorita que me quebró, regaló á la
hija de la pordiosera.
» Esta cebolla se animó, removió y fué para mí un corazon
lleno de vida, de que careeia ántes. Sentia agitarse en mí
fuerzas desconocidas y como un pulso que latía. La cebolla
retoñaba y crecia; las virtudes ocultas en ella se
desarrollabnn admirablemente y se transformaron en una
magniñca flor. Al verla, me olvidé de mí misma, de mis
dorados y de mi antiguo esplendor. ¡Oh, cuán dulce es
olvidarse de sí mismo en ajena contemplacion! La hermosa
flor no pensaba en mí; todo el mundo la admiraba y
extasiaba ante sus colores tan delicados; su perfume
embalsamaba y yo estaba muy ufana de haberle servido de
cuna.
5
» Un día vino á verla un aficionado á flores y declaró que
merecia un tiesto mejor que una vieja tetera; y para
trasplantarme con más facilidad, me partieron en dos
pedazos. ¡Oh dolor moral y fisico! Me echaron al corral y
aquí me he quedado hecha un tejo cualquiera. Á veces me
cogen los niños como juguete y esto me da algunos
momentos de placer, que, aunque raros, me consuelan
recordándome mi alto destino. La flor que nació en mi seno,
ha ido á parar al salon al que serví tanto tiempo de
adorno. »
6
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7
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