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REFLEXIONES_SOBRE_EL_TEATRO_PARA_BEBES_D

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Prof. Mag. Centro de Investigaciones Dramáticas
Facultad de Arte de la Universidad Nacional del Centro
Tandil (Argentina)
Nos proponemos observar algunas características de las prácticas 
del teatro para bebés, articulándolas con el pensamiento de auto-
res del campo de la Psicología del Desarrollo.
Las Ciencias Humanas alertan sobre la construcción social 
del concepto de infancia y sobre los intercambios generacionales, 
por lo tanto son esperables mutaciones y transformaciones en los 
dispositivos culturales que ofrecen los adultos a los niños de su 
comunidad. Françoise Dolto expuso que la inteligencia simbólica 
del sujeto es la misma desde el nacimiento hasta la edad adulta, a 
diferencia del desarrollo cognitivo piagetiano signado por etapas; 
no obstante el bebé todavía no cuenta con los elementos para in-
teractuar y hacerla inteligible a los otros. La pre–maturación del 
cachorro humano nos enfrenta a los adultos ante la responsabili-
dad del cuidado y del aporte de significados.
La experiencia del milenario ritual teatral ofrece un espacio 
compartido con otros, adultos y niños en similares condiciones, po-
sibilitando una socialización simbólica en un espacio transicional 
REFLEXIONES SOBRE EL TEATRO PARA BEBÉS 
DESDE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO
Prof. Mag. Guillermo A. Dillon
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como lugar de entrada a la cultura. Extiende los horizontes de la 
subjetividad del espacio doméstico (dominado por las pantallas), 
habilitando a todos los participantes hacia lugares de exploración 
extrafamiliares placenteros.
De la práctica a la teoría
Las reflexiones que intentamos compartir, surgen de la intersec-
ción de dos recorridos personales que encuentran un buen puerto 
en este Foro: el camino de la Psicología del Desarrollo, disciplina 
que enseño en la carrera de Teatro, y por otro lado el ejercicio de 
la milenaria y bella profesión de titiritero.
Hace quince años aproximadamente, comencé a observar 
que a mis espectáculos de títeres acudían como espectadores parejas 
de padres con niños muy pequeños en cochecitos o sillas de paseo. 
Al finalizar la función, muchos de estos adultos agradecían por el 
buen momento que habían pasado y comentaban el disfrute al com-
partir el espectáculo en familia con su nuevo integrante, así como 
el asombro por ver a su niño tan atento a lo que pasaba en la sala.
Estas experiencias derivaron en la creación y puesta en es-
cena de la obra «Pasamanos», espectáculo pensado para niños pe-
queños. El proceso creativo del espectáculo no se basó tanto en 
una consideración evolutiva de los pequeños espectadores, sino 
en lo que me resonaba subjetivamente: lo infantil como un pri-
mordial, asombroso y vital reconocimiento del mundo.
Formalmente la obra adoptó un ritmo de escenas cortas, 
sin palabras, con textos breves u onomatopéyicos, narrados con 
objetos cotidianos de formas simples. La música original también 
fue compuesta siguiendo dichas premisas.
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Comparto esta experiencia, producto de la observación del 
campo de la práctica artística, ante el surgimiento espontáneo de 
una nueva categoría de espectadores: familias con niños muy pe-
queños que se sienten convocados por el ritual teatral, habilitán-
dose intuitivamente un nuevo espacio cultural compartido.
Esta observación fue anterior a mi conocimiento sobre la 
existencia de una práctica específica de espectáculos destinados a 
la primera infancia, lo que configuraría el campo de «teatro para 
bebés». Asimismo, dicha experiencia artística precedió la presen-
te articulación teórica que desarrollaré a continuación.
El bebé como espectador intersubjetivo
Veamos qué nos pueden aportar los estudios específicos sobre la 
Psicología del Desarrollo de la primera infancia, para ayudarnos a 
pensar sobre estos precoces espectadores teatrales.
La Teoría Psicogenética de Piaget, ineludible al hablar so-
bre el desarrollo infantil, considera que los niños, desde su na-
cimiento hasta los dos años aproximadamente, atraviesan un 
período signado por la inteligencia sensorio–motora. Se trata de 
una inteligencia práctica, sostenida en la acción y, por lo tanto, 
todavía no susceptible de intercambios simbólicos propios de la 
producción cultural. Recién en la etapa del preoperatorio (a par-
tir de los dos años aproximadamente), con la imitación diferida 
como antecedente, construirá una inteligencia representacional 
que implicará la posibilidad de hacer presente lo ausente a través 
de la palabra, el dibujo, el juego simbólico, la imagen mental y la 
imitación en ausencia del modelo.
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Por lo tanto, para Piaget, los infantes en sus primeros dos 
años de vida no cuentan con esquemas representativos que les 
posibiliten asimilar las producciones simbólicas propias de la ex-
periencia teatral.
En contraposición, están las investigaciones sobre la inter-
subjetividad temprana de A. Meltzoff (1985), bajo un paradigma 
experimental y los estudios de la comunicación cara a cara entre 
adultos y bebés de C. Trevarthen (1998) y D. Stern (1985). 
Según Meltzoff, el bebé puede enlazar lo que percibe del 
rostro del adulto con sus estados internos en una corresponden-
cia transmodal, una circulación entre diversas modalidades sen-
soriales que involucra fenómenos rítmicos, vocales y faciales. Se 
configura así, lo que el autor denomina una intersubjetividad pre-
simbólica ya que, según sus experimentos, el infante desde sus 
primeros meses tiene la capacidad de imitar desplegando una for-
ma rudimentaria de representación.
Por su parte Trevarthen describe una intersubjetividad 
humana innata, por la cual el bebé poseería un potencial comu-
nicativo inmediato, pre–verbal y no conceptual. En este caso la 
correspondencia entre niños y adultos significativos se expresa 
mediante semejanzas en el ritmo, forma e intensidad de conduc-
tas compartidas reguladas a través de la emoción.
La intersubjetividad propiamente dicha para Daniel Stern 
emerge entre los nueve meses y el primer año de vida, junto a la po-
sibilidad del niño de compartir las experiencias subjetivas internas. 
Época en la que ya puede resonar en un proceso diádico recíproco, 
compartiendo puntos de atención, estados emocionales e intenciones.
Las investigaciones sobre la intersubjetividad encontraron 
un fundamento biológico en los estudios de Giacomo Rizzolatti y 
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Vittorio Gallese, quienes en 1996 describieron el funcionamiento 
de las neuronas espejo a partir de la observación de la activación 
de neuronas motoras ante la sola percepción de acciones de otro 
sujeto. La neurociencia explica que dichas neuronas permiten la 
interdependencia humana como sustento pre–reflexivo para dis-
cernir las emociones e intenciones de una manera compartida 
(Iacoboni: 2009).
En resumen, si bien no podemos hablar de una inteligencia 
simbólica (como alerta Piaget) en niños menores de dos años, los 
otros estudios citados coinciden en ubicar durante el primer año 
de vida del bebé una intersubjetividad pre-simbólica temprana y 
una simbólica incipiente hacia el final del período.
Estos análisis sirvieron de base para que Silvia Español 
(2008) sostenga que las interacciones entre bebés y adultos se ubi-
can más cerca de la experiencia de la danza y de la música, que 
del lenguaje.
La entrada al mundo a través de las artes temporales
Las investigaciones de esta autora se enfocaron en el habla diri-
gida a bebés, como una perfomance de la parentalidad intuitiva. 
Describe que en la comunicación con los infantes se despliega una 
musicalidad comunicativa, definida como «la habilidad para mo-
vernos simpáticamente con otro... Se trata de nuestra habilidad 
esencial para congeniar con el ritmo y el contorno del gesto mo-
tor y sonoro del otro» (Español, 2010: 68). Este canal transmodal 
de comunicación utilizado con los bebés se torna una suerte de 
danza interactiva (en tanto involucre movimiento y musicalidad) 
caracterizado por tres dimensiones:70
— Pulso, patrón temporal que otorga una regularidad en la 
aparición de ciertos eventos en la interacción.
— Calidad, muestra las variaciones melódicas y tímbricas de 
la voz, así como los cambios en la forma y la velocidad de 
los gestos corporales.
— Narrativa, que resulta de la combinación organizada del 
pulso y la calidad: «La forma narrativa precede, con creces, 
a la capacidad de generar complejas oraciones gramatica-
les organizadas en episodios...» (Nelson y Bruner, citado en 
Español: 2010, 60).
Todo esto indica que adultos y bebés comparten un «alfa-
beto pre–lingüístico» que configura los inicios de la musicalidad 
en el niño, en forma de comunicación placentera que también 
preanuncia la poesía. Al respecto Silvia Español enuncia: «...al no 
estar principalmente orientada, no constreñida a transmitir in-
formación referencial compleja, la forma del habla puede pasar a 
primer plano» ( Op. Cit. 71).
Desde este punto de vista las artes temporales (música, 
danza, poesía, teatro) se configuran para el bebé como una vía re-
gia para conocer, tanto a los otros como a sí mismo.
Todos los que hemos interactuado con niños pequeños uti-
lizamos intuitivamente estos canales y modalidades de comuni-
cación que son resignificados por los artistas en las producciones 
teatrales destinadas a los bebés.
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Una puerta compartida al escenario social: 
el modelo de la Maison Verte
He señalado el rol de los intercambios intersubjetivos y las artes 
temporales como bases del desarrollo en el infante. A este pano-
rama quiero sumarle la mirada del Psicoanálisis, que al señalar la 
pre–maturación del cachorro humano advierte sobre el rol de los 
adultos en su cuidado vital y sobre el aporte de significados que 
lo enlazan en la cultura, humanizándolo.
La psicoanalista Françoise Dolto (1992) subraya transgre-
soramente (a diferencia de las posturas cognitivas) que la inteli-
gencia simbólica del sujeto es la misma desde el nacimiento hasta 
la edad adulta; no obstante, el bebé todavía no cuenta con los 
elementos para interactuar y para hacerla inteligible a los otros. 
Por lo tanto, resulta una constante en sus trabajos la preocupa-
ción por ubicar a los niños, desde su concepción, como sujetos 
del lenguaje.
En consonancia con estas ideas, creó un dispositivo social 
destinado a padres y bebés que denominó la Maison Verte. Se 
trata de lugares de encuentro comunitario para los adultos y sus 
bebés, sin la formalidad ni los roles de una guardería o jardín 
maternal.
En ellos se intenta promover los primeros lazos sociales de 
los bebés conjuntamente con sus padres, en un entorno de seguri-
dad afectiva para descubrir la vida en sociedad. Este espacio opera 
también para los adultos, que pueden compartir con otros que se 
encuentran en la misma situación de parentalidad.
El acceso a la Maison Verte es libre, espontáneo y no tie-
ne una periodicidad ni tiempo estipulado. Los principios de su 
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organización son simples: respeto de las reglas y prohibiciones 
sociales, así como la obligatoriedad de que cada niño permanezca 
acompañado por un adulto y viceversa.
Los coordinadores (accueillants) cuidan que circule la pala-
bra y que los pequeños sean tomados por interlocutores válidos. 
Con una mirada psicoanalítica tratan de intervenir lo menos po-
sible, generalmente para desdramatizar situaciones y disolver an-
gustias que puedan generarse.
Los objetivos de este dispositivo son: la socialización, la 
prevención temprana de dificultades psicológicas y la prepara-
ción para la separación. Dolto indica que es en presencia de su 
madre como el niño puede aprender en buenas condiciones a se-
pararse de ella.
Considero que en muchas de las experiencias del campo 
del teatro para bebés se pueden observar, a simple vista, algu-
nas coincidencias con lo que se suscita en el espacio que propone 
Françoise Dolto.
Consideraciones finales
Por suerte, los artistas no necesitan el permiso de los discursos 
científicos para emprender su tarea. Esto no quita que se pueda 
instalar un diálogo que posibilite corroborar intuiciones, así como 
ampliar y organizar nuevos horizontes creativos.
Las Ciencias Humanas alertan sobre la construcción social 
del concepto de infancia y sobre los intercambios intergeneracio-
nales; por lo tanto, son esperables mutaciones y transformaciones 
en los dispositivos culturales que ofrecen los adultos a los niños de 
su comunidad. La emergencia de un campo denominado «teatro 
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para bebés» sería un ejemplo de dicha construcción dinámica.
Los autores que hemos presentado, provenientes de la 
Psicología del Desarrollo, coinciden en que, aun cuando los com-
ponentes sintácticos y semánticos del habla no puedan ser deco-
dificados, tienen efectos sobre el infante.
Se observa que la comunicación intersubjetiva empática 
con los adultos permite al bebé «leer el mundo» y los estudios de 
Silvia Español que hemos comentado demuestran que las artes 
temporales: música, danza, poesía y —en suma— el teatro se con-
figuran para el infante (como un alfabeto pre–lingüístico), modali-
dades privilegiadas para conocer a los otros y a sí mismo.
Un espectáculo teatral puede sumarse legítimamente a esta 
«danza interactiva» de la que vienen participando los bebés en su 
crianza, sobre todo si utiliza códigos transmodales y sus matices 
de pulso, calidad y narrativa mencionados con anterioridad.
Por último, en consonancia con el dispositivo creado por 
Françoise Dolto, vemos que la experiencia del milenario ritual tea-
tral ofrece un espacio compartido con otros, adultos y niños en 
similares condiciones, posibilitando una socialización simbólica 
en un espacio transicional que opera como lugar de entrada com-
partido a la cultura.
La experiencia teatral temprana extiende los horizontes de 
la subjetividad del espacio doméstico (dominado por las panta-
llas), habilitando a todos los participantes a lugares de explora-
ción extrafamiliares placenteros.
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Bibliografía
Dolto, F. (1992) La dificultad de vivir. Gedisa, Barcelona.
Español, S. (2010) Performances en la infancia; cuando el habla 
parece música, danza y poesía. Epistemus, 1(1) 59–95.
Español, S. (2008) La entrada al mundo a través de las artes 
temporales. Estudios de Psicología, 29 (1) 81–102.
Iacoboni, M. (2009) Las neuronas espejo. Empatía, neuropolítica, 
autismo, imitación, o de cómo entendemos a los otros. 
Katz, Madrid.
Meltzoff, A. (1985), The roots of social and cognitive 
development: Models of man’s original nature. En: Social 
Perception in Infants, ed. T Field & N. Fox. Norwood, NJ: 
Ablex, pp. 1–30.
Stern, D. (1985), The Interpersonal World of the Infant. New 
York: Basic Books.
Trevarthen, C. (1998), The concept and foundations of infant 
intersubjectivity. En: Intersubjective Communication and 
Emotion in Early Ontogeny, ed. S. Braten. Cambridge: 
Cambridge University Press, pp. 15–46.
Guillermo A. Dillon Licenciado en Psicología. Magíster en Psico-
logía de la Música (UNLP). Docente investigador en la Facultad de 
Arte de la Universidad Nacional del Centro. Ha compuesto músi-
ca para espectáculos de teatro y danza. Dirige el grupo de títeres 
Los Engañapichanga, con el que ha realizado presentaciones en 
Argentina, Francia y Bélgica.
gdillon@arte.unicen.edu.ar
	PONENCIAS
	REFLEXIONES SOBRE EL TEATRO PARA BEBÉS DESDE LA PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO - Prof. Mag. Guillermo A. Dillon
	De la práctica a la teoría
	El bebé como espectador intersubjetivo
	La entrada al mundo a través de las artes temporales
	Una puerta compartida al escenario social: el modelo de la Maison Verte
	Consideraciones finales
	Bibliografía

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Escuela Universidad Nacional

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Carlos Andrés Colona Martinez