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Derecha_extrema_derecha_y_paramilitarism

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Temas de la Historia 
de México y de América
María del Rosario Rodríguez Díaz
(coordinadora)
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Instituto de Investigaciones Históricas
Morelia, Michoacán
Este libro fue evaluado por pares académicas entre los meses de noviembre del 2017 
y febrero del 2018 a solicitud del Consejo Editorial del Instituto de Investigaciones 
Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, entidad que 
resguarda los dictámenes correspondientes.
Temas de la Historia de México y de América.
María del Rosario Rodríguez Díaz (coordinadora)
Primera edición 2018
ISBN: 978-607-542-025-7
© Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Instituto de Investigaciones Históricas
Edificio C-1, Área de Institutos, Ciudad Universitaria
Av. Francisco J. Múgica S/N, Villa Universidad 
58030, Morelia, Michoacán, México
cpiih@umich.mx
Diseño y formación editorial y portada: Silvia Elizabeth Contreras Carranza
Cuidado Editorial: Claudia González Gómez y Eugenio Mejía Zavala 
Queda prohibida la reproducción parcial o total del contenido de la presente 
obra, sin contar previamente con la autorización expresa y por escrito del titular, 
en términos de la Ley Federal de Derechos de Autor, y en su caso, de los trata-
dos internacionales aplicables, la persona que infrinja esta disposición, se hará 
acreedora a las sanciones legales correspondientes.
Impreso y hecho en México
Printed and made in Mexico
Índice
Presentación 7
Marco Antonio Landavazo 15
Educación y humanismo en Vasco de Quiroga
Ángel Rafael Almarza Villalobos 41
Relaciones y contactos insurgentes entre 
caraqueños y porteños en el contexto de las 
independencias de Venezuela y de las Provincias 
Unidas de Sud-América, 1811-1819
Francisco Alejandro García Naranjo 71
Los conservadores chilenos y el “liberalismo 
de mala ley” en el orbe católico a finales 
del siglo xix
Lisette Griselda Rivera Reynaldos 109
Médicos y prostitución. Propuestas reglamentaris-
tas y práctica sanitaria en la ciudad de Morelia, 
1877-1897
María del Rosario Rodríguez Díaz 135
Joaquín D. Casasús y William Buchanan: 
dos agentes del panamericanismo 1901-1906
Índice
Presentación 7
Marco Antonio Landavazo 15
Educación y humanismo en Vasco de Quiroga
Ángel Rafael Almarza Villalobos 41
Relaciones y contactos insurgentes entre 
caraqueños y porteños en el contexto de las 
independencias de Venezuela y de las Provincias 
Unidas de Sud-América, 1811-1819
Francisco Alejandro García Naranjo 71
Los conservadores chilenos y el “liberalismo 
de mala ley” en el orbe católico a finales 
del siglo xix
Lisette Griselda Rivera Reynaldos 109
Médicos y prostitución. Propuestas reglamentaris-
tas y práctica sanitaria en la ciudad de Morelia, 
1877-1897
María del Rosario Rodríguez Díaz 135
Joaquín D. Casasús y William Buchanan: 
dos agentes del panamericanismo 1901-1906
Claudia González Gómez 161
Camino al exilio: el paso de Porfirio Díaz 
por La Habana
Carmen Alicia Dávila Munguía 185
Said Nasser: familia y negocios de un libanés 
en México
Fabián Herrera León 225
Violencia y legitimidad en torno al conflicto 
amazónico de Leticia (1932-1935)
Miguel Ángel Urrego Ardila 249
Derechas, extrema derecha y paramilitarismo 
en Colombia
Dení Trejo Barajas 279
Investigando los puertos del golfo de California: 
un análisis de mi práctica historiadora
249
DERECHAS, EXTREMA DERECHA 
Y PARAMILITARISMO EN COLOMBIA
Miguel Ángel Urrego
Jehová tiene en el cielo su trono;
Sus ojos ven, sus parpados examinan a los hijos de los hombres
Jehová prueba al justo
Pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece.
Sobre los malos hará llover calamidades;
Fuego, azufre y viento abrasador será la porción del cáliz de ellos.
Porque Jehová es justo, y ama la justicia.
Salmo, 11, 5-7
Hacer un análisis de la extrema derecha y del paramilita-
rismo en la Colombia actual requiere a nuestro juicio de 
un estudio que combine interpretaciones de larga, mediana 
y corta duración, pues aunque se puede datar la aparición 
de fenómeno paramilitar con cierta precisión es necesario 
considerar que ésta opción no es resultado exclusivo de una 
manera de afrontar la violencia insurgente por parte de 
ciertos sectores sino que obedece también a una forma en 
que las elites han concebido al contrario desde el siglo xix. 
De igual forma el rechazo a los actuales procesos de paz no 
reside únicamente en una crítica a unas aparentes conce-
siones desmedidas a la insurgencia sino en la prolongación 
de lógicas de la guerra de los años cuarenta y cincuenta del 
siglo xx empleadas en Colombia.1 Finalmente el auge de la 
1 El denominado Centro Democrático, que agrupa a las fuerzas que 
siguen al expresidente Álvaro Uribe Vélez, y sectores de las iglesias pro-
testantes, en nombre del rechazo a la ideología de igualdad de género, 
son los principales voceros de la lucha contra el proceso de paz en Co-
lombia. Durante los años cuarenta y cincuenta del siglo xx estalló en 
Colombia La Violencia, identificada con mayúsculas, que caracteriza 
250
Miguel Ángel Urrego Ardila
extrema derecha tiene relación con la lógica de la acumu-
lación del capital y la crisis más reciente del capitalismo. 
Partimos del punto de vista de que la extrema derecha se 
identifica en el caso colombiano por el uso de todo tipo de 
violencia contra el contrincante aunque paradójicamente 
acepta las “normas de la democracia”, se define por ser an-
ticomunista, políticamente conservador e inclinado por la 
versión más ultramontana del catolicismo. Por su parte el 
paramilitarismo articuló a capos del narcotráfico con sec-
tores de la burguesía, las fuerzas armadas y propietarios 
dispuestos a desatar una cruel violencia para “proteger al 
país” de la amenaza insurgente.2
Partimos de la hipótesis de que la burguesía colom-
biana se unió en torno a la solución militar al fracasar el 
proceso de paz que impulsaba el gobierno de Andrés Pas-
trana (1998-2002). A pesar del respaldo unánime en aquel 
entonces a los diálogos con las Fuerzas Armadas Revolucio-
narias de Colombia (FARC), la enorme zona de distención 
concedida a la guerrilla y a que el acercamiento guerrilla 
Estado tenía el respaldo de Estados Unidos, las FARC dila-
pidaron la posibilidad del acuerdo por exceder sus preten-
siones, mantener el secuestro y el terrorismo y por continuar 
con la táctica de crecer militarmente mientras se dialogaba. 
El rechazo generalizado a los desmanes de la guerrilla sirvió 
para que tanto Estados Unidos como sectores de la burgue-
sía demandaran el fortalecimiento de la opción militar por 
lo que por primera vez en la historia reciente de Colombia 
el enfrentamiento entre liberales y conservadores en los campos de Co-
lombia. Un estudio que recoge las principales interpretaciones sobre 
La Violencia es el de Sánchez, Pasado y presente de la Violencia en Colombia.
2 La bibliografía sobre el paramilitarismo es bastante extensa, considé-
rese a manera de ejemplo Ronderos, Guerras recicladas. Una historia perio-
dística del paramilitarismo en Colombia. Una síntesis de las diversas hipótesis 
explicativas del fenómeno paramilitar en Castillo Jiménez, “El parami-
litarismo en Colombia a través de la revista Semana (1988-2002)”.
251
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
se dotó a las fuerzas armadas de los recursos técnicos y eco-
nómicos para afrontar el conflicto interno.3 Pero aún más, 
los sectores que había alimentado el paramilitarismo encon-
traron a un sector político que abiertamente podía repre-
sentarlos y, lo más importante, se convirtió rápidamente en 
una opción de poder. El encuentro de Álvaro Uribe Vélez 
y el paramilitarismo permitieron el triunfo en las elecciones 
de 2002 y la reelección de 2006 y de allí se pasó al control 
del congreso, con lo que evidentemente la opción de extre-
ma derecha se hizo dominante.4
Dado el control territorial y político logrado por el 
paramilitarismo la extrema derecha pudoconsolidarse en 
gran parte del país aprovechando el desprecio de la pobla-
ción a los desmanes de la guerrilla logrando una legitimidad 
a la opción de guerra total. El desprecio de los colombianos 
al secuestro y la extorción que ejercía la insurgencia fue en-
tonces cooptado y puesto al servicio del proyecto uribista 
que además logró avances innegables en el terreno militar. 
El repudio a las acciones de la guerrilla es lo que explica que 
escándalos de corrupción de la casi totalidad del estable-
cimiento uribista, los nexos de políticos con paramilitares, 
el uso de los cuerpos de seguridad, especialmente del De-
partamento Administrativo de Seguridad (DAS) (adscrito 
directamente a la presidencia) para justiciar dirigentes po-
3 El apoyo estadounidense se conoció como “Plan Colombia” y per-
mitió, por primera vez, la profesionalización de las Fuerzas Armadas. 
Todos los documentos oficiales relativos a este Plan se encuentra en la 
página http://www.derechos.org/nizkor/colombia/doc/plan/
4 El encuentro según algunos periodistas y académicos se inició a co-
mienzos de los años noventa cuando se creó el grupo denominado “Los 
12 apóstoles”, donde tuvo un papel estacado el hermano de Álvaro Uri-
be Vélez. A partir de este grupo evolucionaría el fenómeno del parami-
litarismo. Uno de los textos que explican la constitución del grupo y que 
se basan en el relato de uno de los protagonistas en Behar, El clan de los 
doce apóstoles: conversaciones con el Mayor Juan Carlos Meneses. 
252
Miguel Ángel Urrego Ardila
pulares y el millar de “falsos positivos”, que hubiesen lleva-
do a la cárcel en cualquier país del mundo al presidente, le 
fueron “perdonados” a Uribe por la población, es decir no 
mermaron en nada su capital político. 5
Sin embargo, estos escándalos fragmentaron a la bur-
guesía y al final del segundo gobierno de Uribe un sector 
buscó romper con los sectores de extrema derecha vincu-
lados al paramilitarismo. De tal sector surgió la candida-
tura de Juan Manuel Santos (2010-2018) y ello explica la 
enemistad y los permanentes choques entre Santos y Uribe, 
especialmente en el tema de la paz.6
El sector uribista ha venido consiguiendo legitimidad 
y “limpiando” su pasado con la incorporación de sectores 
mayoritarios del Partido Conservador y de las iglesias pro-
testantes, que en su afán de rechazar la “ideología de géne-
ro” y los acuerdos de paz han venido trabajando unidos en 
los últimos años. Ello explica por qué ganaron en el plebisci-
to que debería sustentar los acuerdos de paz entre las FARC 
y el gobierno de Santos.7
5 El círculo de colaboradores más cercanos a Uribe –debido a su parti-
cipación en el paramilitarismo y/o escándalos de corrupción– los lleva-
ron a la cárcel, a huir del país o aun hoy esperan juicios, véase a manera 
de ejemplo el artículo “Las batallas perdidas del uribismo en la justicia 
El círculo más estrecho de aliados del uribismo está investigado o se 
encuentra detenido” en El Tiempo, Bogotá, 19 de abril de 2015, véase 
la versión electrónica en http://www.eltiempo.com/archivo/documen-
to/CMS-15593157
6 Ni siquiera la intermediación del papa Francisco pudo evitar el en-
frentamiento entre Uribe y el presidente Santos, diferencias que se am-
pliaron notablemente a raíz del permanente saboteo de Uribe al pro-
ceso de paz.
7 La explicación del triunfo del no en el plebiscito se pueden encon-
trar en el rechazo histórico a las FARC, la acción de las iglesias pro-
testantes, la intimidación, las mentiras y las calumnias de la campaña 
del Centro Democrático de Uribe Vélez. Una síntesis de todos estos 
factores en la separata “Plebiscito por la paz” de la revista Semana, Bo-
253
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
Creemos sin embargo necesario explicar la perma-
nencia de la opción de extrema derecha en Colombia y 
especialmente del proyecto uribista –que gobernó el país 
por cerca de diez años, triunfó en el plebiscito que debía 
ratificar los acuerdos de paz y el hecho de que cuentan con 
las condiciones para el retorno al poder en las elecciones de 
2018– a partir de un esquema que ubique una trama de la 
cultura política de la larga duración con fenómenos como 
la violencia de los años cuarenta y cincuenta del siglo xx; el 
conflicto interno; y con expresiones como la del narcotráfi-
co y el paramilitarimo.
La larga duración: el entramado de una cultura 
política que concibe la aniquilación del contrario
La política es también la continuidad de la cultura por otras 
vías. Los proyectos políticos que emergen en una sociedad 
son la expresión de sus tensiones, de sus virtudes y de sus de-
monios. De manera que el uribismo debe permitirnos pre-
guntar sobre sus vínculos con la cultura nacional, con la cul-
tura política. Creemos que el uribismo es la confluencia del 
conservatismo, una mentalidad rural en permanente estado 
de guerra y los valores de la mafia.
El conservatismo colombiano, que desde la Hegemo-
nía Conservadora (1880-1930) erigió un proyecto alimenta-
do por una visión fundamentalista del catolicismo -al punto 
de que el liberalismo fue considerado un pecado-, fundó una 
idea de nación excluyente en la que matar al contrario –el 
bendecir armas con las que se iban a matar liberales– era le-
gítimo sin que el uso de tales argumentos generaran conflic-
tos morales. El bipartidismo inventó a lo largo de las nueve 
grandes guerras civiles del siglo xix el boleteo (la amenaza 
gotá, versión electrónica en http://www.semana.com/noticias/plebis-
cito-por-la-paz/104205
254
Miguel Ángel Urrego Ardila
anónima a través de un papel o “boleta”), la decapitación 
(corte de franela), el asesinato selectivo y la acción de los si-
carios (denominados “pájaros” en la Violencia de mediados 
del siglo xx); y el desmembramiento de los cuerpos -aunque 
las victimas aún estuviesen vivas-; la violación de mujeres; la 
incorporación de niños a los ejércitos; los desplazamientos 
masivos; y las masacres. Lo que es más grave instituyó una 
pretensión similar a la de la limpieza étnica, la ausencia to-
tal del considerado –real o imaginario– contrario, aunque 
éste se arrepienta, se reinserte o firme la paz.8 Por ello en la 
historia política del siglo xix y xx se encontraban pueblos y 
departamento que difícilmente cambiaban su color político, 
su identidad con un partido político (Liberal o Conserva-
dor) ha sido muy difícil de cambiar.
Un siglo, el xix, en el que hacer la guerra fue un re-
curso legítimo y otro, el xx, en el que descuartizar y limpiar 
la tierra de los rastros del contrario –repetimos real o ima-
ginario– alimentaron representaciones en las que sencilla-
mente es “necesario” impedirle al opositor su accionar y 
por ello se busca su aniquilación total. El proyecto de ex-
trema derecha simplemente ha repetido la promesa de la 
matriz simbólica del imaginario nacional: limpiar la tierra, 
purificarla de la presencia del otro. Por ello la fascinación 
del pueblo colombiano con el paramilitarismo y especial-
mente con el uribismo, con un autoritarismo que tienen la 
“virtud” de construir un enemigo y el desplegar contra él 
todos los métodos, legales e ilegales. Lo particular es que en 
dicha construcción del contrario se incluyen a todos los que 
no acepten el camino establecido por el líder, en este caso 
por Uribe. No resulta extraño que el expresidente perma-
nentemente señalara a los opositores de tener vínculos con 
8 Una de las modalidades que la extrema derecha ha encontrado para 
sabotear el proceso de paz es el asesinato de dirigentes populares en 
todo el país.
255
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
la guerrilla y que bajo el uribismo fuesen posibles los “falsos 
positivos”, la cima moral de un régimen. 
El que los “falsos positivos” se vean simplemente como 
conductas individuales y no como la materialización de una 
razón de Estado constituye no solamente la mayor de las per-
versiones sino el ocultamiento de una responsabilidad sobre 
el origen de una política, quecomo todo en el uribismo pue-
de ser explicada como una calumnia de la oposición o como 
un costo que se debe pagar para alcanzar la paz.9
Esta situación no es nueva en la historia. Los crímenes 
del fascismo no fueron solamente cometidos por la mano de 
Hitler. Un gran sector el pueblo alemán defendió al tirano 
en el camino al apocalipsis, recordemos que el fascismo fue 
un proyecto con respaldo popular y que la gente “decente” 
lo acompañó. De manera que la razón de la mayoría no se 
puede invocar como razón de la conveniencia ni de un ré-
gimen ni de su reelección. La “democracia” también puede 
ser un crimen de la mayoría.
La larga duración en el capitalismo
La polémica sobre la violencia tiene una larga tradición 
y fácilmente uno pude inclinarse por explicaciones bioló-
gicas o psicológicas y culminar afirmando que se trata de 
un rasgo básico de la especie. Este tipo de aproximaciones 
por el momento no nos interesa abordarlas y preferimos 
inclinarnos por una aproximación histórica y a la luz del 
proceso del surgimiento y consolidación del capitalismo. 
Diríamos en principio que una mirada de larga perspectiva 
histórica, de al menos siete siglos, en la historia de Occi-
dente se ha producido un desplazamiento –con la excep-
9 La cercanía del próximo debate electoral ha motivado a Uribe ha 
pedir “perdón” al grupo de madres de Soacha, una localidad cercana a 
Bogotá muy golpeada por los “falsos positivos”, por la desaparición de 
sus hijos, casi una década después de haberse producido las denuncias.
256
Miguel Ángel Urrego Ardila
ción de las guerras– de la violencia de la cotidianidad de las 
personas a las naciones. Dicho de otra manera, del horror 
de la violencia cotidiana durante el feudalismo hemos pa-
sado a una “paz urbana” que lentamente ha venido avan-
zando a partir del siglo xvi.10 Los especialistas en la historia 
de los delitos, del crimen, muestran que en Europa éstos 
han tendido a reducirse y las diferentes tasas así lo demues-
tran. La violencia tiende a debilitarse en la vida cotidiana, 
cierto, pero se encauza, y queremos resaltar este concepto, 
a fines “trascendentales” como las causas “nacionales” o 
fines “superiores”, de allí que se legitime la violencia que 
ejercen fuerza irregulares ligadas a los imperios, piratas o 
mercenarios, y se concentre y se legitime con los imperios 
y, especialmente con Napoleón Bonaparte, en los ejércitos 
nacionales.11 Por otra parte la violencia se normatiza –se 
regula– y se convierte en el objetivo de una política estatal 
con el capitalismo, por ello no resulta extraño que el Esta-
do establezca una hegemonía de la violencia, de las armas, 
y de los castigos y la justicia.
Pero el fenómeno más importante para nuestra expli-
cación es que la violencia se convierte en un instrumento 
económico, en fuerza que permite la acumulación de ca-
pital a través del despojo del trabajo vivo, en instancia de 
regulación de los imperios coloniales y en el mecanismo de 
distribución de los mercados. Por ello se produce un despla-
zamiento de la justificación de los medios a la justificación 
de los fines. El capitalismo canaliza la violencia individual, 
que no contribuye al orden político ni económico, pero la 
permite, la legítima en todo su horror, si ésta contribuye a 
la acumulación de capital. No resulta extraño que la guerra 
sea un instrumento para apropiarse de mercados, definir 
10 Una historia de la violencia en Occidente en Muchembled, A History 
of Violence, From the End of Middles Ages to the Present.
11 BenJaMín, Para una crítica de la violencia y otros ensayos.
257
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
áreas de influencia de los imperios o de regulación de los 
mercados y, recientemente, en vía para “sanear” crisis eco-
nómicas. 
Marx describe con lujo de detalles la violencia de la 
acumulación originaria, en especial como los campesinos 
son despojados de sus propiedades, expulsados de las tie-
rras sin otra opción que el vagabundaje, y cómo a la vez 
comienza a castigarse severamente, incluso con la muerte, 
a la gente sin oficio declarado. Luego explica cómo se es-
tablecen los topes salariales y finalmente la incorporación 
masiva de mujeres y niños a la producción en las condicio-
nes más miserables.12 Por supuesto, el robo y la piratería 
y cualquier otro tipo de empresa criminal hicieron parte 
de la denominada acumulación de capital. El colonialis-
mo, por supuesto, también es mencionado en el balance de 
Marx y su secuela de genocidio de pueblos enteros.
Pero donde encuentra la mayor violencia es en la 
pretensión de que el salario puede comprar la fuerza de 
trabajo. Explica que algo “muerto”, el capital, se apropia 
de vida, del trabajo humano o del trabajo “vivo”, para ge-
nerar plusvalía. Por ello, por alto que sea el salario jamás 
podrá ser una compra justa de la fuerza de trabajo ni impe-
dir que su propósito sea el aumento de la tasa de ganancia.13
A pesar de caracterizar esta violencia como caracte-
rística e inherente al capitalismo, consideramos igualmente 
que éste emplea otros tipos de violencia a lo largo de los 
procesos que permitieron su consolidación, especialmente 
a partir del siglo xix y hasta la actualidad, y por ello exis-
te un tejido que vincula diferentes violencias alrededor de 
estrategias para la apropiación del trabajo y de la aniqui-
12 MaRx, “La acumulación originaria de capital” en El Capital. 
13 Un análisis de la explicación dada por Enrique Dussel sobre el par-
ticular es desarrollada por Bautista, ¿Qué significa pensar desde América La-
tina?, capítulo 1.
258
Miguel Ángel Urrego Ardila
lación de la naturaleza. Dicho de otra manera, las diversas 
formas que puede adquirir la violencia, sea individual o co-
lectiva, se convierten en instrumentos de realización de la 
ganancia, son formas de incrementar el capital. La mafia, 
el mercado de armas, el narcotráfico o el tráfico de seres 
humanos son parte de las formas de incrementar las ga-
nancias. De igual forma el uso de las innovaciones tecnoló-
gicas y la ciencia son puestas al servició de ampliar las tasas 
de plusvalía. Es tan grave el deterioro que el ambientalismo 
se convierte en una forma de resistencia al capitalismo.
Lo que sucede en Colombia con la acción de los carte-
les no es una anomalía del capitalismo ni una perversión de 
un pueblo inclinado a la violencia ni resultado de la pobreza. 
Es, por el contrario, el lugar que ocupa en la división interna-
cional del trabajo.
La explicación de la crisis del capitalismo y el proyecto hegemónico 
de George Bush.
La etapa más reciente del capitalismo, la globalización 
neoliberal, ha definido varios lugares estratégicos donde se 
realiza la acumulación de capital. Hablamos de la especu-
lación financiera, las grandes ganancias en las telecomuni-
caciones y, por supuesto, las actividades mafiosas.
Marx decía que el capitalista era capaz de vender la 
soga con la que lo ahorcarían si en ello encontraba ganan-
cia. La etapa reciente del desarrollo del capitalismo, con la 
que se ha intentado la superación de la crisis de la década 
del setenta, ha acentuado este rasgo y ha llevado a con-
vertir los negocios ilícitos en una de las formas preferidas 
de acumulación de capital. Dicho de manera precisa: el 
capitalismo es cada vez más mafioso. Hagamos un rápido 
recuento de algunos hechos.
259
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
La guerra, se sabe, constituye una palanca de reac-
tivación de la economía y, naturalmente, instrumento de 
control sobre los recursos naturales no renovables, como 
los hidrocarburos. La invasión a Irak, en la que se aven-
turó George Bush con el ridículo argumento de que éste 
país poseía armas de destrucción masiva, se concibió para 
evitar la recesión en Estados Unidos –que ya se avizoraba 
a finales de los noventa– y, obviamente, para controlar los 
yacimientos petroleros iraquíes, hecho reconocido por Alen 
Greenspan ex secretario del tesoro.
Junto a la guerra, el capitalismoha encontrado que 
las actividades ilícitas generan unas altas tasas de ganancias 
y una relativa baja inversión inicial. El contrabando se en-
cuentra entre los negocios más lucrativos del mundo y es la 
vía para la legalización de dineros provenientes del tráfico 
de armas y drogas. Aunque con él se destruya la producción 
local de los países del Tercer Mundo y se acentúe el peso de 
la economía informal, los grupos dedicados a esta actividad 
se incrustan en las estructuras de poder local y nacional y 
construyen redes que articulan Asia con América Latina, y 
triangulan las acciones delictivas, la política y la especula-
ción financiera. De manera que entre la ganancia mafiosa 
y la legalización a través de las bolsas y los bancos sólo hay 
un paso.
El capitalismo ha hecho de los niños y las mujeres del 
Tercer Mundo, especialmente de Asia y América Latina, 
una mercancía y ha elevado la prostitución y la trata de per-
sonas a la categoría de industria. Hoy es uno de los negocios 
más rentables, comparable con el narcotráfico, y del cual se 
alimentan los grandes grupos de poder. 
El tráfico de drogas también es una fuente de acu-
mulación altamente valorada por el capitalismo. Desde 
siempre las drogas han servido a los imperios para someter 
a naciones débiles y han sido instrumento de financiación 
260
Miguel Ángel Urrego Ardila
de las aventuras militares imperiales. Gran Bretaña inundó 
de opio a China durante la primera mitad del siglo xix. 
La respuesta del país asiático se manifestó a partir de 1839 
con la destrucción de cargamentos de droga. La réplica de 
los ingleses fue un rápido ataque militar que les garanti-
zó el triunfo. Los europeos impusieron a China un tratado, 
denominado de Nanking, en el que se obligó a pagar una 
indemnización, abrir los puertos al comercio exterior y, al 
año siguiente, a ceder Hong Kong. A partir de entonces, las 
guerras imperiales han sido financiadas con drogas.
América Latina ha conocido el impacto de este uso 
político del tráfico de drogas. Estados Unidos financió la 
guerra contra el sandinismo en Nicaragua inundando con 
crac a los barrios con población afroamericana. Asimismo, 
se lucró de la acción de los carteles colombianos y cuan-
do éstos ganaron autonomía o se quedaron con el dinero 
estimuló los enfrentamientos entre ellos e impuso la lucha 
antinarcóticos en la región.14
Adicionalmente la política antinarcóticos de Estados 
Unidos le ha permitido imponer una certificación a diver-
sos países y a los gobiernos de la región andina una única 
manera de asumir el combate a los cultivos ilícitos y el trá-
fico de estupefacientes, lo que ha derivado en la creación 
de batallones antinarcotráfico –que adelantan campañas 
contra los laboratorios de drogas–, la extradición de narco-
traficantes, la fumigación de los cultivos ilícitos y el empleo 
de mercenarios como pilotos de las naves que cumplen esta 
tarea, y la intervención en los asuntos internos en las nacio-
nes latinoamericanas. Un ejemplo de la articulación entre 
14 Existen muchas referencia sobre el uso político del tráfico de drogas 
por parte de Estados Unidos, véase a manera de ejemplo “La CIA tra-
bajó con narcotraficantes durante diez años” en La Jornada, México, 24 
de octubre de 1996, versión electrónica en http://www.jornada.unam.
mx/1996/10/24/lacia.html. Para el caso colombiano véase benítez ba-
llesteros, “Narcotráfico e intervención en Colombia, 1980-2000”.
261
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
política antinarcóticos y presión sobre las naciones ha sido 
el AndeanTrade Preference Act ATPDEA la Ley de Pre-
ferencias Arancelarias Andinas y Erradicación de Drogas, 
que condiciona aranceles preferenciales a una certificación, 
al respaldo a la lucha estadounidense contra el terrorismo y 
a la concesión de ventajas comerciales. 15A pesar de este uso 
de militares y recursos las hectáreas cultivadas con hojas de 
cosas no han descendido.16
Indudablemente existe un aspecto de la consolidación 
del narcotráfico en la región y es que éste constituye uno 
de los factores que más vulneran la existencia misma de las 
naciones y su sola presencia supone, por su daño a los seres 
humanos y el uso de la violencia a niveles inaceptables para 
esta época histórica, una verdadera calamidad. Los carteles 
acentúan procesos de transformación del ser humano en 
mercancía, el crecimiento de la prostitución y la inclusión 
masiva de niños en ella, y generan prácticas depredadoras 
de narcos y sus allegados (políticos que legitiman la ilega-
lidad). La sociedad se ve incapaz de superar los símbolos 
emanados del narcotráfico y la corrupción de la política. 
La violencia ilimitada de los narcotraficantes impone 
a las naciones dantescos ciclos de muerte. Este negocio su-
pone necesariamente la consolidación de monopolios –que 
controlen la producción, distribución y venta de drogas– 
y la guerra a muerte contra el bando contrario o contra 
el que quiera disputar el dominio de los mercados. En la 
15 Una breve referencia oficial colombiana al sentido del ATPDEA en 
http://www.mincit.gov.co/publicaciones/18057/preguntas_frecuen-
tes_-_atpdea
16 Informes oficiales hablan de un crecimiento del área cultivada de 
un 44% en 2014 mientras que la producción potencial aumentó en 
un 52%. Esta tendencia se mantuvo en el 2016. Véase “los cultivos 
de coca vuelven a crecer en Colombia” en https://www.efe.com/efe/
america/sociedad/los-cultivos-de-coca-vuelven-a-crecer-en-colom-
bia/20000013-2655060
262
Miguel Ángel Urrego Ardila
protección del monopolio se ha incurrido en magnicidios, 
sangrientos asesinatos y uso del terrorismo. En no pocos 
casos han alimentado la formación de escuadrones de la 
muerte e incluso de ejércitos privados que han desarrollado 
guerras anticomunistas, como es el caso de los paramilita-
res en Colombia.
Lo que sucedió en Colombia a partir del año 2002 
fue la toma del Estado por parte de los sectores que en la 
política expresan el poder de las mafias de narcotraficantes 
y el paramilitarismo. Este ascenso fue posible por los des-
manes de la guerrilla, especialmente de las FARC, el golpe 
sufrido por la experiencia del Caguan a la vía del diálogo 
para la solución del conflicto interno, el agotamiento de 
los partidos tradicionales y el predominio simbólico de una 
cultura de la ilegalidad, mafiosa, que permeó grandes sec-
tores de la población y que se hizo dominante en el último 
cuarto de siglo de la centuria pasada en Colombia.
Lo que ha predominado en la mayor parte de las re-
giones del país ha sido la tendencia a favorecer el enrique-
cimiento vertiginoso -al margen del trabajo honrado y el 
ahorro-; la privatización de la justicia; y la transformación 
de la ley, las instituciones y los cuerpos de mujeres y de me-
nores de edad, en mercancía. Este problema tendió a agra-
varse debido a la irrupción del paramilitarismo y el empleo 
de esta fuerza para cambiar el mapa político colombiano.
Para los grandes monopolios informativos la apología 
a las representaciones o imaginarios del narco se convirtie-
ron en una vía de ganancia rápida y por ello observamos 
que en la última décadas se produjo un desplazamiento de 
las telenovelas y seriados donde la chica del servicio ter-
minaba al final de la serie con una herencia y el amor del 
hacendado o del hombre de negocios a una intermina-
ble exaltación de la vida de todo tipo de narcotraficantes 
que se destacan por su sevicia, violencia y por disfrutar la 
263
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
compañía de bellas mujeres, autos y dinero, elementos que 
también se repiten en el género musical de moda: el regue-
tón. Los grandes monopolios informativos se constituyen 
en verdaderos carroñeros que generan ganancia sobre los 
cadáveres que generaron los negocios ilícitos. Lo paradó-
jico es que en el caso colombiano estos mismos medios in-
corporan, en aras de la diversidad de opiniones, como co-
lumnistas a quienes incluso han sido señalados de elaborarlos panfletos y pronunciamiento del paramilitarismo y no 
es extraño que una cadena de televisión como Radio Ca-
dena Nacional RCN haya servido de punta de lanza contra 
los acuerdos de paz, el plebiscito y esté al servicio de las 
campañas electorales del uribismo.
La expresión política de los intereses del paramilita-
rismo y sectores del narcotráfico lograron conformar un 
proyecto de toma del país que fue formalizado en diversos 
acuerdos de los jefes de las autodefensas y políticos de di-
versas regiones del país. Sobre esta base es que es posible 
entender por qué Álvaro Uribe Vélez se hizo gobernador 
de Antioquia y luego obtuvo resultados tan abrumadores en 
sus campañas presidenciales. La acumulación capitalista, de 
la burguesía colombiana y el gobierno de George Bush fa-
vorecieron este asalto al poder del Estado. 
El gobierno de Bush, aun sabiendo lo que sucedía en 
Colombia, respaldó el ascenso de Uribe, pues éste represen-
taba el gobierno más servil de la región y el que favorecía 
todas las acciones del imperio -recuérdese que Colombia 
fue uno de los pocos países que apoyo la invasión a Irak. 
Además, era el único que estaba dispuesto a respaldar todas 
las acciones estadounidenses contra el avance de las izquier-
das en América Latina. Este contexto explica por qué varios 
de los uribistas acusados de corrupción o de haber servido 
a la elaboración de propagan del paramilitarismo disfruten 
del asilo en Estados Unidos.
264
Miguel Ángel Urrego Ardila
Como lo hemos señalado, una fracción de la burgue-
sía aceptó el ascenso de los sectores que se amparaban en el 
paramilitarismo y facilitó el triunfo de Uribe. Por supuesto, 
éste apoyo exigía del primer mandatario distribuir el poder 
del Estado no sólo entre sus aliados del paramilitarismo sino 
entregar el erario público a los políticos que lo acompaña-
ban. Los escándalos del gobierno de Uribe muestran, inva-
riablemente, el favorecimiento a grupos de poder, tal como 
acontecido con los recursos del Ministerio de Agricultura.
En síntesis, el capitalismo ha venido consolidando un 
carácter mafioso. La acumulación se efectúa en los negocios 
de la guerra, la prostitución y la droga. Lo que sucede en 
Colombia es sólo la manifestación de una tendencia plane-
taria. Por ello, la plena autonomía de las naciones, la conso-
lidación de la democracia y el bienestar de los pueblos, pasa 
por la extinción de toda actividad mafiosa, especialmente 
de las ligadas al narcotráfico, y el rechazo al lugar que le 
asigna el capitalismo a las naciones pobres. 
La izquierda y la violencia en América Latina
¿Pero la izquierda armada pudo crear un universo simbóli-
co por fuera de esta lógica de la cultura política y del capi-
talismo? Creemos que no.
Es necesario comenzar por proponer una periodiza-
ción y una clasificación de las izquierdas, pues tal hecho 
nos permite contextualizar una serie de hipótesis. Cuando 
hablamos de las izquierdas en Colombia creemos que exis-
ten tres grandes etapas. La primera va de 1959 a 1982 y 
se caracteriza por ser un momento de origen de la Nueva 
Izquierda –la que surgió en oposición al Partido Comu-
nista–y de decantación de la misma. En este periodo sur-
ge la pluralidad de la izquierda, los partidos se fraccionan 
ininterrumpidamente y se construyeron proyectos de fren-
te político. La segunda etapa, que se extiende de 1982 a 
265
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
2000 es el momento de militarización de las izquierdas o 
de supremacía de las organizaciones guerrilleras y del em-
pleo de métodos delincuenciales (secuestro, narcotráfico) y 
crímenes de lesa humanidad contra la población civil. La 
izquierda no armada quedó sometida, con muy contadas 
excepciones, a discutir los temas establecidos por los grupos 
insurgentes: procesos de paz y derechos humanos. La preten-
sión insurgente de hacer la paz mientras se preparaba para 
la guerra y el incremento de sus acciones delictivas agudizó 
el conflicto interno al generar un actor que ganó en poco 
tiempo una inusitada fuerza: el paramilitarismo. El país se 
hundía en una oscura noche. La última etapa de la historia 
reciente de Colombia se define por la confluencia de cinco 
fenómenos: el ascenso al poder de Álvaro Uribe, quien por 
primera vez en Colombia tiene las condiciones para que el 
ejército pueda combatir a la guerrilla; el rechazo absolu-
to y masivo de la población al secuestro y a la insurgencia; 
la consolidación de los procesos de unidad de la izquierda 
que permiten la creación del Polo Democrático Alternativo 
(2006); el ejercicio de cargos de elección popular por parte 
de representantes de la izquierda (alcaldía de Bogotá); y el 
debate, cada vez más generalizado, de la izquierda contra la 
combinación de todas las formas de lucha y la guerrilla.17
Dos certezas se pasean impunemente por el imagi-
nario político de la izquierda armada: la guerra es la conti-
nuidad de la política y la violencia es la partera de la histo-
ria. Más aun, la revolución no puede ser sino armada, así 
lo consagró Fidel Castro al institucionalizar al guerrillero 
como arquetipo del revolucionario. Para lograr mayor efec-
to se recurrió a la legitimidad que otorga la historia…..ella 
los absolverá! Si resulta poco, se santifica al guerrillero, tal 
17 Una historia de los procesos de unidad de la izquierda colombiana en 
RoDRíguez gaRavito, “La nueva izquierda colombiana. Orígenes, carac-
terísticas y perspectivas”, pp. 191.
266
Miguel Ángel Urrego Ardila
como se hizo con El Che. Lo paradójico es que los teóricos 
del marxismo, Lenin, Trotsky y Mao, tienen páginas, rara 
vez citadas, contra la violencia, por ejemplo contra aquella 
que estaba contra las condiciones históricas y se opusieron 
en varias ocasiones al terrorismo. Por ello, resulta increíble 
que uno de los líderes del M19, Iván Marino Ospina, lanzó 
su certeza….Lenin se equivocaba… ellos demostraban que 
aun sin condiciones era posible la guerra! Los otros repli-
caron: se puede intimidar con la revolución durante medio 
siglo, no es posible disentir y todos los métodos son legíti-
mos. Port supuesto, a la intimidación se le construye una 
legitimidad, en el prólogo al libro de Trotsky Terrorismo y 
comunismo Juan Ignacio Ramos señala: “La intimidación es 
el medio más poderoso de la acción política tanto en la es-
fera internacional como en el interior. La guerra, como la 
revolución, se basa en la intimidación”.18
El espejismo de la inminencia de la toma del poder 
desató la obsesión por fortalecerse vertiginosamente y con 
ello se desataron el secuestro, la vinculación al negocio del 
narcotráfico y se asumieron plenamente cálculos en vidas 
humanas del salto a la siguiente etapa y cómo llevar obligar 
al resto de la izquierda no armada y a la población a acep-
tar la guerra. Ese fue el cálculo detrás de la creación de la 
Unión Patriótica y los procesos de paz. Desde 1982 se inició 
el transitar al terrorismo y había algo más a la contribución 
a la creación del paramilitarismo. Hay que decirlo clara-
mente: el movimiento insurgente y su terror alimentaron 
la irrupción del paramilitarismo. Pensaban los insurgentes 
que diversos sectores sociales aceptarían eternamente sus 
desmanes? Pensaban que Colombia sería distinta a Cen-
troamérica y al Perú donde se habían constituido grupos 
de combate a la guerrilla? Creían que su lucha tendría en 
algún momento respaldo popular? La guerrilla preparó no 
18 Ramos, “Prologo” en Trotsky, Terrorismo y comunismo, p. 16.
267
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
solamente el fenómeno paramilitar sino que entregó el mo-
vimiento popular y social a la sevicia de las autodefensas e 
inclinó a la nación a la opción de extrema derecha. Con ello 
evidenciaba un hecho trascendental: no pudo separase de 
las lógicas del bipartidismo para ejercer la política, era uno 
más de los herederos de la violencia y de su cauce no se sa-
lió. Por ello las FARC no tuvieron problemas en secuestrar, 
vincularse a losnegocios del narcotráfico, reclutar niños a la 
fuerza y asesinar a los militantes de otras organizaciones de 
izquierda, armada (Ejercito Popular Liberal EPL o ELN ) o 
no (Partido del Trabajo de Colombia PTC).
En la critica a las legitimidades de la guerra podemos 
distinguir entre violencia y terror?. Por supuesto, las insur-
gencias rechazan el calificativo de terroristas. Pero, es posible 
política y éticamente justificar el secuestro? Mantener a un 
ser humano sometido a unas cadenas durante 12 años, de-
pender de los negocios de la droga y cometer crímenes de 
lesa humanidad? Podrían ser los actos fundantes del hombre 
nuevo? Finalmente, es posible para la izquierda democrática 
calificar tales prácticas de terrorismo? 
Nuestra respuesta –abusando de los filósofos– es que 
existe una contradicción perfomativa en la insurgencia o en 
otras palabras una perversidad dantesca en la razón que 
se define autorreferencial -suficiente con lo que se dice a sí 
misma- autosuficiente -que no requiere interlocutor- cuyos 
actos construyen lo que se ha calificado de autismo político. 
Existirá una hipótesis o conceptos que permitan estable-
cer que la violencia insurgente es contraria a la izquierda? 
Creemos que sí. Pero es necesario partir de un punto de 
vista filosófico y retomar el argumento del fenomenólogo 
Maurice Merleau-Ponty quien en Humanismo y terror, ensayo 
sobre el problema comunista (1947) establece una pregunta que 
268
Miguel Ángel Urrego Ardila
creemos es fundamental para todo tipo de izquierda: ¿Exis-
te diferencia entre violencia revolucionaria y terror?.19
Por supuesto hay certezas: el capitalismo nació cho-
rreando sangre por todos los poros de la piel. La expresión 
de Marx permiten resaltar la enorme violencia que supone 
el capitalismo, al cual le es inherente la acumulación de ca-
pital a partir de la esclavitud de hombres, mujeres y niños; 
todo tipo de negocios ilegales; la contaminación y extinción 
del planeta; y, por supuesto, la guerra. No ha existido cri-
men que no hayan cometido las potencias imperiales para 
garantizar sus ganancias. La rebelión se justifica plenamen-
te, pero necesariamente debe ser con el terror? 
Hay cinco razones para negar la centralidad del terror. 
En primer lugar, el marxismo ha cambiado sustancialmente 
desde los debates contra “renegado” Kautsky y aunque no 
falta quien catalogue a quienes realizamos una debate sobre 
la violencia como “filisteos” es necesario señalar la historia 
del marxismo siglo xx pasó por el estalinismo y Pol Pot. En 
segundo lugar, la desintegración de la Unión de Repúblicas 
Socialistas Soviéticas URSS y los estudios sobre los archivos 
del Comité de la Seguridad del Estado KGB y el Partido 
Comunista de la Federación Rusa PCUS han venido de-
mostrando que la derrota del socialismo se debió al olvido 
del humanismo, de los seres humanos de carne y hueso. En 
tercer lugar, que aunque el mundo del trabajo sigue siendo 
fundamental para la humanidad como especie y que no ha 
desaparecido la clase obrera y dada las particularidades del 
desarrollo del capitalismo en América Latina -el escaso peso 
numérico de la clase obrera y la enorme importancia del 
movimiento social, especialmente indígena- no se puede 
seguir pensando con la lógica de las vanguardias armadas. 
En cuarto lugar, la derrota histórica del movimiento ar-
mado, foquista o no, en América Latina cerró el espacio 
19 MeRleau-ponty, Humanismo y terror.
269
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
para proyectos fundados en la opción militar. Finalmente, 
la experiencia de países como Brasil, Ecuador o Bolivia, 
donde sectores democráticos llegaron a la presidencia sin 
recurrir a la guerra, evidencia que los pueblos aceptan a la 
izquierda siempre y cuando demuestre que gobierna res-
ponsablemente. 
Quién puede decretar la muerte de un ser humano si 
la vida lo es todo? A los subalternos explotados, muertos de 
hambre y sin condiciones se les puede condenar a padecer, 
además, una guerra cuyos principios no construyeron?. Por 
otra parte, estarán dispuestos los pueblos a una violencia 
sin fin? Luego de La Violencia, de la guerra entre liberales 
y conservadores que azotó los campos de Colombia du-
rante décadas, el país no estaba dispuesto a consentir otra 
guerra, no importaban las causas. La Violencia había can-
celado toda posibilidad a una empresa guerrillera debido 
al hastío generalizado con los actos de sangre. La tarea que 
correspondía a las fuerzas de izquierda a partir de entonces 
era detener las dinámicas de violencia y no asumir como 
propia la herencia del terror del bipartidismo, esa que ins-
tauró el atroz ritual de la masacre, el desplazamiento, el 
castigo a los cuerpos, el rematar. La obligación de las iz-
quierdas era negarse a la opción de las armas. 
Desde hace un par de décadas la frontera entre el pa-
ramilitarismo y la guerrilla se desvaneció, como lo demues-
tran varios ejemplos en el sur y norte del país. En efecto, 
la guerrilla, especialmente las FARC, cuando iniciaron su 
vinculación a la regulación del mercado de drogas esta-
bleciendo un cobro a los productos pensaron que podían 
controlar la “lógica del mercado” desde la periferia. No 
obstante, con el paso de los años se fueron incorporando 
cada vez a más a las distintas fases de la producción y dis-
tribución, proveyendo de mercancía a diferentes carteles. 
La paradoja es muy evidente: se vinculan a una actividad 
270
Miguel Ángel Urrego Ardila
cuyos “patrones” o capos sostienen al Paramilitarismo. En 
años más recientes observamos como en aras de mante-
ner sus fuerzas y sus zonas de influencia algunos frentes 
guerrilleros pactaron alianzas estratégicas con miembros de 
las denominadas Bandas emergentes en Colombia o ban-
das criminales emergentes BACRIM –nombre asignado al 
neoparamilitarismo– para combatir a otros carteles. Ante el 
proceso de paz se sabía desde un inicio que algunos sectores 
de la guerrilla optarían por vincularse definitivamente a los 
grupos paramilitares, de hecho se sabe que están reclutando 
desmovilizados con salarios de 500 dólares mensuales. 
Recordemos nuevamente a Merleau-Ponty: la violen-
cia revolucionaria puede crear relaciones más humanas entre 
los hombres, mientras el terrorismo impone, para emplear 
la expresión de Hanna Arent, la radicalidad del mal.20 Las 
izquierdas tardaron décadas en entender la necesidad del 
deslinde con la combinación de todas las formas de lucha y 
el terrorismo, aunque aún no todos aceptan esta urgencia. 
La razón de que Colombia políticamente hablando marche 
en dirección contraria al continente, donde las izquierdas 
han llegado al poder, tiene como una de sus explicaciones 
la longevidad de la accionar de los grupos insurgentes con 
las lógicas heredadas del bipartidismo. Sólo cuando se supere 
simbólica y políticamente el terrorismo que los grupos insur-
gentes impusieron, cuando las izquierdas nieguen la legiti-
midad de la violencia en el ejercicio de la política y cuando 
se decidan a pensar el país, el continente y el planeta, podrá 
refundarse y lograr el apoyo popular para acceder al poder. 
20 Un detallado análisis sobre las hipótesis de trabajo de hannah aRen-
Dt en López, El vuelo del espíritu. Hannah Arendt y la génesis de la modernidad.
271
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
La historia reciente de Colombia 
y el Carácter del Uribismo
La historia reciente de Colombia ha transcurrido bajo la 
hegemonía del proyecto de Álvaro Uribe Vélez. Desentra-
ñar la naturaleza de este proyecto político ha constituido 
la razón de la diferencia de las izquierdas y es el origen de 
las divergencias en la táctica política de los partidos de iz-
quierda y la cual se puede resumir en la valoración de cuál 
es principal problema de la nación, a nuestro juicio no es 
otro que la toma del Estado por el paramilitarismo. Este 
hecho sólo se puede enfrentar a través del actual proceso 
de paz, que requiere convertirse en la tarea más impor-
tantede la izquierda; el asumir los errores históricos; y 
la creación de un gran frente político que respalde la paz 
(incluyendo, como sucedió en las elecciones presidenciales 
de 2014, al presidente Santos).
El proyecto uribista ha sido presentado por su apo-
logistas y defensores como la gran ruptura de la historia 
colombiana contemporánea, como el momento de las 
grandes transformaciones del país, especialmente por el 
“logro” de la Seguridad Democrática. A pesar de que este 
fenómeno político no ha concluido, por lo menos en el 
momento en que se escribe esta síntesis histórica, y sus re-
sultados aún carecen de un balance definitivo es necesario 
señalar algunas hipótesis explicativas preliminares sobre 
este acontecimiento de la vida nacional. 
El agotamiento del país ante la guerrilla logró en el 
periodo que estudiamos una serie de manifestaciones de 
amplio impacto en el país y en el mundo, como las multitu-
dinarias e históricas marchas contra el secuestro del 4 de fe-
brero y 20 de julio de 2008. Pero las FARC no entendieron 
el clamor nacional y se inclinaron por un nuevo mandato 
presidencial de Uribe Vélez, pues suponían que la generali-
zación del conflicto interno los catapultaría al poder.
272
Miguel Ángel Urrego Ardila
Por supuesto un proyecto como el uribista tiene se-
rias implicaciones en la construcción del Estado nacional 
en Colombia. No tanto porque la “seguridad democráti-
ca” pueda ser considerada un proyecto político, pues de 
lo que se trata es de un afortunado nombre para la lucha 
contra la subversión.
La hegemonía del uso de las armas por el Estado es un 
principio de la modernidad. No puede existir Estado que no 
persiga y castigue a quienes a través de las armas cuestionan 
su razón de ser o ponen en peligro nociones elementales del 
orden social. También es apenas razonable que los ciudada-
nos le exijan a su Estado la protección contra quienes aten-
tan contra su seguridad y sus bienes. Por ello, no debe lugar 
a equívocos: el gobierno de Uribe estaba en la obligación de 
combatir a cualquier actor armado.
La crítica contra el gobierno de Uribe en este terre-
no son sus compromisos con el paramilitarismo, que lo 
llevó a negar su existencia; al empleo de métodos absolu-
tamente despreciables, como la desaparición forzada; y la 
inclusión del movimiento social y popular y la oposición 
en la categoría de terroristas.
La identificación con las instituciones, el incremento 
de lo que podríamos llamar sentimiento patrio, en suma, 
de la unidad nacional, son importantes en la vigencia de la 
nación. En ese sentido hay un avance, sin embargo, al fun-
darse en un autoritarismo y en los principios morales de 
sectores emergentes y delincuenciales desvirtúan y crean 
una unidad que se erige en problema, pues varias gene-
raciones sólo entenderán la política desde el principio de 
tierra arrasada. 
Lo característico del proyecto uribista ha sido el inten-
to de erigir un Estado de corte fascista. Recordemos que el 
ascenso de Hitler se hizo en una coyuntura de crisis econó-
mica y con la promesa de convertir a Alemania en una gran 
273
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
potencia Europea, con un matiz anticomunista, gobernan-
do contra la ley y sin ninguna fiscalización, persiguiendo a 
todo opositor y con la generalización del uso de la violencia.
Varios intentos hizo el uribismo por someter a la justi-
cia, la única rama del poder que no transigió ni se ha prestó 
a las manipulaciones del poder del ejecutivo. Recodemos 
que Uribe controlaba el legislativo, a pesar del alto porcen-
taje de congresistas uribistas investigados y condenados por 
sus vínculos con el paramilitarismo, igual sucedió con la 
procuraduría, que estaba presta a absolver a uribistas que 
habían quebrantado la ley. 
El primer caso fue el enfrentamiento con la Corte 
Suprema de Justicia en el 2008, señaló la periodista María 
Jimena Duzán: “No recuerdo una crisis institucional más 
honda ni más grave que la que se produjo esta semana, lue-
go de que la Corte Suprema de Justicia publicara su fallo 
en el que condena a la ex congresista Yidis Medina y advir-
tiera que la reelección de Uribe pudo haber sido obtenida 
a través de métodos espurios.”21 
Pero no solamente se trató de insultos, sino que un 
variado tipo de amenazas y maquinaciones se esgrimieron 
contra la Corte. Señaló Daniel Coronel: “Mientras el Pre-
sidente arma la cortina plebiscitaria para tapar el cohecho 
que permitió su reelección, un escándalo -tan grave como 
la yidis-política, o tal vez mayor- se cierne sobre el gobier-
no. La retractación del paramilitar conocido con el alias 
de ‘Tasmania’ probaría que allegados al Jefe de Estado es-
tarían comprometidos en un plan para desprestigiar a la 
Corte Suprema de Justicia y detener las investigaciones por 
la para-política.”22
21 Duzán, “Mi voto por la Corte” en Semana, Bogotá, junio 28 de 2008. 
22 coRonell, “El ´boomerang´de Tasmania” en Semana No 1365, Bo-
gotá 28 de junio de 2008.
274
Miguel Ángel Urrego Ardila
La revista Semana alertó sobre la gravedad de la reac-
ción gubernamental.23 Por su parte el editorial de El Tiempo 
reconoció el peligro de la situación.24 Tales circunstancias 
alarmaron profundamente al país, por ello algunos sectores 
llamaron la atención sobre la probabilidad de un golpe de 
Estado promovido por el propio presidente Uribe.
Comentarios finales
La historia de la articulación política entre la extrema de-
recha colombiana y el paramilitarismo es resultado de la 
confluencia de dinámicas de larga, mediana y corta dura-
ción. Dentro de las primeras encontramos la manera como 
el capitalismo lentamente ha venido favoreciendo la acu-
mulación de capital a través de actividades mafiosas. Tal 
dinámica ha determinado que Colombia tenga una función 
específica: la de proveer de drogas al capitalismo, de allí el 
poder de los carteles. 
En segundo lugar, el país se estructuró desde el pun-
to de vista político con un principio: el opositor debe ser 
arrasado, no importan si este acepta las normas de la de-
mocracia, pacta la paz y se reinserta a la vida civil. Lo que 
muestran las guerras civiles del siglo xix es la aplicación de 
este principio general de la concepción política de extrema 
derecha.
23 “El poder soy yo” en Semana, Bogotá No 1365, junio 28 de 2008. 
Varios columnistas de los principales diarios del país se manifestaron 
contra las pretensiones del gobierno de repetir por algún medio las elec-
ciones de 2006 y de los ataques contra la Corte Suprema de Justicia, 
véase a manera de ejemplo: Bejarano, “El ilegítimo”, en El Espectador, 
Bogotá, 28 de junio de 2008 o Hernández Mora, “la guerra es la gue-
rra” en El Tiempo, Bogotá, 29 de junio de 2008.
24 “Choque traumático” editorial de El Tiempo, Bogotá, 29 de junio 
de 2008.
275
Derechas, extrema derecho y paramilitares en Colombia 
Desde el punto de vista de la mediana duración la iz-
quierda, específicamente la armada, aceptó estos principios 
generales de acción política de la extrema derecha, aunque 
se diga marxista-leninista. Por ello en el fortalecimiento de 
la opción paramilitar la guerrilla tiene una corresponsabili-
dad. No podía aspirar a instaurar el terror y pensar que las 
elites políticas no reaccionarían de la misma forma.
Finalmente una dinámica de corta duración ha sido 
la irrupción de Álvaro Uribe Vélez que le ha dado rostro a 
la alianza entre la extrema derecha y el paramilitarismo. A 
pesar del cúmulo de delitos cometidos por estas fuerzas un 
gran sector del país lo sigue respaldando por el manejo del 
odio al contrario, las mentiras y calumnias de su campaña 
política, la fuerza que aun detentan sectores del paramilita-
rismo y la acción de las iglesias protestantes. La única ma-
nera de transformar este mapa político en Colombia es a 
través de la defensa de los acuerdos de paz y la constitución 
de una gran alianza política de quienes apoyan los acuerdos 
con la insurgencia.
276
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cuentra detenido” en El Tiempo, Bogotá, 19 de abril de 
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