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5_E Espacio Personal y Ecología del Pequeño Grupo Psicología Ambiental (Aragonés, Amérigo, 2010)

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• 
ªªº 
1. INTERACCION SOCIAL 
Y MEDIO AMBIENTE 
El entorno, físico y social, es parte del cop.texto 
situacional donde tiene lugar la conducta humapa. 
Las relaciones humanas se ven afectadas por el 
espacio físico donde se desarrollan las interaccio­
nes. Los conceptos espacio y lugar han ocupado 
una posición central en la Psicología Ambiental, 
según apunta Moser (2002), además de la reciente 
consideración del espacio como variable importan­
te en los estudios de interacción social (Patterson, 
1968). Entre las razones que éste apunta para la 
falta de atención en el pasado de las variables es­
paciales en los estudios de interacción social, esta­
ría la poca relevancia de las mismas en el efecto 
sobre las ·tareas o las variables subjetivas. La dimen­
sión espacial nos lleva a tratar la relación del entor­
no centrado en las personas y las comunidades por 
dentro, desde el nivel más cercano, conocido como 
espacio privado, hasta el nivel más lejano o entorno 
global. 
En este capítulo vamos a analizar la conducta 
espacial, haciendo hincapié en el espacio personal 
y en la ecología del pequeño grupo. El espacio per­
sonal se refiere al área situada alrededor del cuerpo 
humano donde no se puede entrar sin causar ma­
lestar. Asimismo, se examinará la ecología del pe­
queño grupo, centrada en la relación que éste man­
tiene con su entorno. Se analizará su estructura y 
© Ediciones Pirámide 
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ers·ona 1a 
e e ueno o 
JUAN MAR1ÍNEZ-TO RVISCO 
el grado de influencia en los procesos de interac­
ción, mediante la comunicación o la distancia entre 
las personas y la interdependencia que se produce 
entre ellas. Los dos primeros apartados del capítu­
lo se centran en la conducta espacial y en los pro­
cesos de interacción. En el tercer apartado se ana­
liza el entorno físico de los pequeños grupos, 
teniendo en cuenta la disposición de los objetos y 
las personas. Por último, el cuarto apartado se cen­
tra en los procesos comunicacionales, su estructura 
y realización, así como en los efectos de las claves 
verbales y no verbales en el desarrollo del grupo y 
su entorno. 
1.1. Psicología Ecológica 
Si hay que buscar un referente para la aparición 
de la Psicología Ecológica, éste es sin duda Kurt 
Lewin, quien influyó con su <<teoría de campo>> en 
todos los científicos sociales posteriores. Desde su 
famosa ecuación <<la conducta es una función de la 
interacción persona y entorno, C = f (P x E), mu­
chos de sus seguidores han desarrollado esta cues­
tión, donde se ha hecho hincapié en la <<situación>> 
donde la conducta tiene lugar. Este es el origen de 
la <<psicología ecológica>> . 
En opinión de Lenelis Kruse (1988), la psico­
logía ecológica no emerge como un componente del 
<<movimiento ecologista>>; su aparición se debe a la 
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100 / 
idea de psicología · en analogía con la biología­
de Barker. Poden1-os decir que entre los pri111eros 
trabajos que se ocupan del e.studio de las relaciones 
ser humano-medioambiente se encuentran los rea­
lizados en 1947 por los psicólogos Rogert G. Bar­
ker y Herbert F. Wright, quienes fundan el instituto 
de investigación Mifh,est Psychological Field Sta­
rion, en Oskal� Kansas, una pequeña población 
de 715 habitantes donde se encontraban 100 niños, 
dependiente de la Universidad de Kansas, con la 
finalidad de descubrir y describir las condiciones 
de vida cotidianas y la conducta atendiendo tam­
bién a sus relaciones con el entorno in situ (Barker, 
1987). Se trataba de conocer cómo las personas se 
veían afectadas por las condiciones ambientales 
reales 
El motivo que impulsó a la creación de este 
laboratorio o estación, según palabras del propio 
Barker, era el descontento producido por los resul­
tados entre los años 1930 y 1940, donde el paradig­
ma dominante era la metodología consolidada de 
laboratorio y la psicometría, dejando de lado el 
análisis observacional <<in situ>>. A la vez se creaba 
otra estación de observación en Inglater1 a, en don­
de se elegía un lugar de las mismas características 
para el citado objetivo. Estaba situada al norte del 
condado de York, en una pequeña aldea llamada 
Leybum, y serviría para hacer comparaciones con 
la población de Oskaloosa. 
Wicker ( 1979) en su libro An introduction to 
ecological psychology, describe las características 
del instituto de investigación fundado por Barker y 
Wright: un edificio con muebles antiguos y altas 
Paf1
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.
es. bóvtXla negra y fachada de color rojo. Poco 
� parecerse este lugar a un laboratorio. Pero lo 
más relevante fue que estos científicos dieron plena 
validez a las investigaciones que re41Jizaban en la 
Estación Psicológica. Tuvo ésta una duración de 
veinticinco años, y en este tiempo Barker y Wright 
registraron la conducta de personas corrientes, tanto 
en su entorno ��_,.� como en el laboratorio. De este 
nabajo se publicaron varios libros y artículos donde 
se recogían la mayoría de los logros alcanzados en 
el estudio de las relaciones entre los seres humanos 
Y su entorno (Barker, 1960, 1965, 1969; Barker y 
Wright, 1949, 1951, 1955; Wright, 1956, 1960). 
Según Barker ( J 978), originalmente el interés 
se centraba e11 el estudio y desarrollo, desde un 
punto de vista eco-psicológico, del tipo de <<hábi­
tats» en que vivían y crecían los niños. El origen de 
este enfoque se encuentra en la imposibilidad de 
estudiar la interrelación ser humano-medio ambien­
te desde ópticas exclusivamente sectoriales, que no 
tratan, ni pueden lograr, una explicación adecuada 
de la multiplicidad de factores empleados para dar 
cuenta de la variabilidad ambiental. Entre otros en­
foques parciales se encuentran los modelos conduc­
tistas y los modelos cognitivos-perceptivos. Los 
primeros estudian el ambiente como ca_jas unidas 
por flechas donde actúan los estímulos. Es decir, se 
trataría de analizar las relaciones funcionales entre 
el ambiente y la conducta. En el segundo caso, para 
los modelos cognitivo-perceptivos, las conductas 
son explicadas en virtud de la percepción del am­
biente y la interpretación que hagamos de esa per­
cepción. La dificultad de los modelos conductistas 
radica en la falta de conexión de los estímulos y lo 
artificial del proceso, mientras que los modelos 
cognitivo-perceptivos no tienen en cuenta los agen­
tes externos o circunstancias ambientales. 
Tanto Barker como Wright fueron alumnos de 
Kurt Lewin, de tal suerte que ambos recibieron la 
transmisión del enfoque sistémico que caracterizó 
la obra de este autor. Como se apuntó anteriormen­
te, para Lewin, tanto el entorno físico con10 el 
social tenían una importancia capital en la conduc­
ta, presentando a un individuo vinculado a un cam­
po de fuerzas. Basándose en las observaciones rea­
lizadas en la Estación Psicológica, Barker y Wright 
definieron un nuevo campo de trabajo en Psicolo­
gía al que llamaron Psicología Ecológica. Este 
campo tenía como principal objetivo el estudio de 
la influencia en las personas del ambiente físico 
donde se desarrollaba la actividad diaria. Este e11-
foque se presenta como una alternativa a los par,1-
digmas dominantes, que predecían la conducta en 
virtud bien de las diferencias individuales hallad,1s 
mediante exámenes psicológicos, bier1 n1e<li,tnte 
modelos que no tenían en cuenta las Cl)ndiciones 
ambientales. 
La Psicología Ecológica con10 e11t·oqt1e alce 1
11a 
tivo defiende la metodología ctialitativ,t erl tin °10-
• 
mento donde la corriente imperante es cuantitativa. 
En su visión del estudio de la conducta se incluye 
el conocimiento de las características de la situa­
ción en la que ésta tendrá lugar. Esta información 
debe ser recabada en el 1narco donde se desarrolla 
la conducta diariamente, y no en situaciones ficti­
cias o de laboratorio. 
Escenarios o marcos de conducta K-21 
(behavior settings) 
Según Barker (1968), la unidad básica de aná­
lisis de la Psicología Ecológica es el marco, situa­
ción o escenario de conducta K-21 (K-21 behavior 
settings), que ha sido definidacomo <<la parte esta­
ble del medio ambiente físico y social de la comu­
nidad que incluye un patrón constante de compor­
tamiento humano>> (Wright, 1956). 
Antes de pasar a desarrollar este concepto, es 
conveniente una breve explicación de las dos posi­
'bles traducciones de behavior setting por <<marco 
de conducta>> o <<escenario de conducta>> . En el pri­
mer caso, <<marco de conducta>> se entiende como 
un concepto más a1nplio, ya que no distingue entre 
actores y observadores, coherentemente con la idea 
de Roger Barker, quien defiende que cualquier per­
sona, esté donde esté, participa y/o se ve influida 
por la acción; sin embargo, el <<escenario de con­
ducta>> conllevaría una visión parcial de la acción. 
Esta acepción del térmi.no behavior setting compor­
taría dos categorías de sujetos, los actuantes en el 
escenario y los observadores, que estarían fuera de 
escena. Dicho esto, y en aras de una mejor com­
prensión del término, se utilizará a partir de ahora 
la acepción más comúnmente utilizada, es decir, 
<<escenario de conducta>> . 
Un escenario de conducta es un lugar en el es­
pacio y en el tiempo dotado de una estructura que 
interrelaciona propiedades físicas, sociales y cul­
turales, y que elicita formas comunes y regulares 
de .conducta (lttelson, Proshansky, Rivlin y Winkel, 
1974). 
En un primer momento, el objetivo de Barker 
era determinar la relación entre lo que llamó pautas 
extraíndividuales de conductas (extraindividual 
pattern of beha.vior ), es decir� la conducta que las 
C Ediciones Pirámide • 
Espacio personal y ecologfa del pequeño grupo I 101 
personas desarrollan en un escenario de conducta y 
las propiedades estructurales del entorno o situa­
ción. Sin embargo, Barker en 1987 realiza una de­
finición más explícita: 
<<Los escenarios de conducta son fenómenos 
eco-conductuales lnoridos; son patrones limitados 
de actividades humanas y no humanas controlados 
por sistemas de fuerzas que mantienen sus activi­
dades en equilibrio semiestable. Las partes y los 
procesos de los escenarios de conducta tienen un 
alto grado de interdependencia interna, en conse­
cuencia de lo cual son unidades discretas, siendo 
entidades dentro del ambiente ecológico>> (Barker, 
1987: p. 1.420). 
Desde una óptica interpretativa, los escenarios 
de conducta serían las unidades básicas del tejido 
de las sociedades, con identidad propia e indivisi­
ble. En su acción se construye, en gran medida, la 
dotación psicológica de los individuos. Están for­
mados por la reunión de entidades ambientales, en­
tidades sociales y objetos, relacionados dentro de 
un sistema. Se convierten en unidades discretas, 
parecidas a un <<genoma>> eco-conductual, donde los 
patrones permanentes de actividad humana y no 
humana se relacionan de modo dinámico. Georgiou, 
Carspecken y Willems (1996) defmen los escena­
rios de conducta como un sistema social a pequeña 
escala localizado dentro de límites espacio-tempo­
rales. Las diversas partes que componen el escena­
rio de conducta interactúan de manera sincronizada 
para llevar a cabo una secuencia ordenada de suce­
sos. Estos escenarios presentan dos conjuntos de 
elementos: los patrones de conducta (sentarse, can­
tar, recitar o discutir) y los objetos físicos (la silla, 
la casa, la mesa, etc.) que la conducta emplea. Estos 
segundos se sitúan en un espacio determinado, y las 
interrelaciones se llevan a cabo en un tiempo espe­
cífico. 
Sin embargo, hay que decir que Barker ( 1968) 
no define en sí mismo el concepto de escenarios de 
conducta, sino que se limita a describir su compo-
. . , 
s1c1on, esto es: 
1. Como conjunto organizado de patrones es­
tables de conductas. 
■ 
1 02 / Psicología ambiental 
2. Que tienen lugar o se desarrollan en una 
parte concreta del ambien�e. ,, . 3. Dentro de una gama amplia de rasgos f1s1-
cos, espaciales y temporales. 
U11a de las cuestiones a destacar de los marcos 
de conducta es el concepto de sinomorfia. Se refie­
re a la similitud de fom1a entre el medio físico y _ la pauta fija de conducta (Gump y Ross, 1977). Exis­
te una relación sinomórfica entre los patrones de 
conducta y los elementos no conductuales u obje­
tos. Se ha constatado que los escenarios de conduc­
ta son estables, extraindividuales y con poder coer­
citivo para las conductas que tienen lugar dentro de 
ellos (Barker, 1968). El nexo de unión entre lo que 
sería la estructura ambiental y la conducta sería la 
relación sinomórfica que existe entre ambas, es de­
cir, lo que ajustaría las conductas a las característi­
cas del entorno. 
Para Barker (1968), un escenario de conducta 
está compuesto por una o más pautas fijas de con­
ducta. Una pauta estable de conducta es una entidad 
discreta de conducta con coordenadas espacio-tem­
porales unívocas; sin embargo, no es una c�act�­
rística que posean los individuos concretos 1mpl1-
cados. Es un fenómeno de conducta extra-individual 
y posee características que persisten incluso cuando 
los participantes cambian. El escenario de conduc­
ta se compone de conducta y ambiente. Las pautas 
. / de conducta de un marco de comportanuento estan 
unidas a una particular constelación de fenómenos 
no conductuales. Las partes de una ciudad construi­
das por el ser humano ( edificios, calles, parques, 
etcétera) y los elementos naturales (colinas, lago_s, óos, etc.) forman el entorno o soma de un escenano 
de conducta. 
Asimismo, en un escenario de conducta: 
1. Hay elementos relacionales de la conducta 
y el medio ambiente (a esta relación se la 
llama sinomorfia). 
2. El ambiente es circundante a la conducta y 
sinomórfico a la misma. 
3. Las sinomorfias tienen un grado específi­
co de interdependencia y tienen un mayor 
grado de interdependencia entre ellas mis-• 
mas que con las partes de otros escenarios 
de conducta. 
2. CONDUCTA ESPACIAL O PROXÉMICA 
En el estudio de la conducta espacial y el espa­
cio psicológico y social se han utilizado dos líneas 
de investigación. Por un lado, la proxémica, intro­
ducida por el antropólogo Edward T. Hall en 1966 
en su libro La dimensión oculta (The hidden dimen­
sion ), y vinculada a la antropología, con una me­
todología de análisis observacional. Por otro, la es­
cuela de pensamiento llamada del Espacio personal, 
iniciada por Robert Sommer en 196�, que emp�ea 
una metodología experimental, mediante estudios 
controlados de campo y laboratorio. 
Según Bonnes y Secchiaroli (1995), la investi­
gación de la <<conducta espacial>> ha revelado que 
el concepto «espacio» no sólo es el antecedente_ �e 
la <<conducta ambiental>> , sino que es la expres1on 
de los usos que la gente hace del espacio. Por tanto, 
más que centrarse en respuestas asociadas a una 
determinada configuración espacial, el interés está 
en analizar las complejas funciones que la <<conduc­
ta espacial>> puede mostrar en la interacción perso­
na y ambiente. 
El concepto <<proxémica>> fue acuñado por Hall 
para denominar un modelo de antropología del �spa­
cio. Este modelo reúne un conjunto de observaciones 
y presupuestos teóricos sobre el uso, culturalm�nte 
especializ·ado, que el ser humano hace del espacio, y 
cómo responden las personas haciendo uso de la dis­
tancia entre ellas y otras. Para Freedman (1975), la 
proxémica se refiere al estudio del espacio personal. 
La cantidad de espacio disponible y la distancia 
entre las personas es un elemento importante en el 
• conocimiento del entorno. Tiene efectos sustancia-
les en el comportamiento de las personas y también 
indica, en alguna medida, cómo se sienten al utilizru· 
el espacio y entrar en interacción con otros sujetos. 
La idea fundamental de Hall es que los distintos 
criterios que definen las relaciones entre distancia 
y situación social no son universales, sino que po­
drían variar en función de la ct1ltura. 
© Ediciones Pirámide 
f 
Según Romru'lá ( 1 994), a la hora de t1t i l izar el 
espacio lo estructut·runos e11 tt�s niveles. El pritnero, 
o infrac1,lrural, se refiere a aquel los niveles deco1n.­
portat11iento espaci al cuya organi zacil1n desc,ltlsa so­
bre una base bi1ológica filogenética. La base es, por 
tanto� el pa�do biológico del ser l1urnano. La segun­
da din1ensión� o /Jn>culturol, se centra en aquellos 
comportamientos arraigados sobre bases sensoriales 
y fisiológicas .. tiene una base común a todos los seres 
hun1ano · y e ·refiere al presente. Los aspectos cultu­
rales dotan de significado específico. Por último, la 
din,ensión m.icrocultural se refiere al nivel d·irecta­
mente observable de la proxémica o espacio personal. 
Heinemann ( 1 980) destaca tres niveles de aná­
l i i s para 1os fenómenos espaciales : 
a) Análisi s de l as condic iones espaciales, in­
mutables del entorno, o espacio de carac­
teres fijos. Por ejemplo, el análisis de las 
panes de una vivienda atendiendo a su fun­
ción (cocina, baño, dormitorio, salón) o de 
una escuela (au las, comedor, patio .. sala 
de profesores . . . ) o de cualquier edificio, o 
en mayor escala la organización espacial de 
una ciudad. Otra característica se refiere a 
que puede no ser estrictamente visible pero 
funcionar con10 si lo fueran (por ejemplo, 
l fr1eas divisorias imaginarias en la sala de 
estar y el comedor en muchas viviendas 
occidentales ). 
h) Anál is is de la di·sposición de los objetos 
móvi les o espacio de cardcteres semifijos 
ft)rrnado por el mobi l iario y su distribución 
Ct.)n destacada influencia en e l comporta­
n1iento y las pautas de i nteracción. Osmond 
( 1 957) destacó dos tipos de estructuras de 
carácter no fijo: sl>t'iófuga,. o estructura que 
no t·ac i l ita las interacciones sociales. y so­
c.iópata, que t'ac i lita el i ntercambio social . 
<�) Por último, de cacar el anális is de la distan­
cia interpersonaJ de los comunicantes entre 
sí o e .. pacio int
--or·rnaJ que sm'e como me­
cani�n10 regulador no �onsciente de las dis� 
tancias en virtud deJ objetivo a que � des­
·tirut. Esta distancia � di,, ide en cuatro 
grados que veremos más adelanle. 
Espacio personal y ecologf a del pequeño grupo I 1 03 
2.1 . El espacio personal 
El espacio personal puede ser definido como e l 
área que mantienen los individuos alrededor de sí 
misrnos en la cual los otros no pueden inmiscuirse 
sin despertar molestias. Sommer ( 1 974) lo define 
como <<e l área dotada de unas fronteras invisibles, 
que circunda el cuerpo de la persona y en la que los 
intrusos no deben penetrar>> . WaJmsley y Lewis 
( 1 993) dotan al espacio personal de signi ficado tra­
tándolo como sistema de co1nunicación. Morval 
(20()9) l lama espacio personal o <<Zona tampón>> ( bo­
dy-buffe r zone) a aquélla en la que tenemos control 
de e l la y tenemos e l poder de pennitir, o no, que otros 
tengan acceso a e lla. En general, n11estra e lección 
dependerá de nuestra situación y de la naturaleza de 
las personas con quien interactuamos: por ejemplo, 
esperamos que los extraños se queden más lejos de 
nosotros, que mantengan al menos una distanci a con­
siderable en relación a nosotros. Normalmente, po­
nemos en marcha el mecanismo de protección natu­
ral, o hasta un re·flejo de cariz host i l, cuando hay 
extraños que penetran en nuestro espacio personal. 
Asimismo� Hal l ( 1959) consideraba e l espacio 
personal como una forrna de comun icación no ver­
bal . El espacio regu la la distancia en la interacción 
(proxemia), el territorio propio (conducta terri torial) 
y la experiencia, posi tiva o negativa, del hacina­
miento (Firestone, l 977; Hayduk, 1 978 ; Patterson, 
1 978; Sundstrom y Sundstrom, 1 978) . Además de 
otros factores, el espacio personal está en función 
del contexto cultural que infl uye en los individuos. 
También se ha reconocido la importancia de otras 
variables: estatus soc ioeconómico ( Patterson, 
1 ?74), caracte_rí�t icas de la personal idad -por eJemplo: .�gres1v1�ad- (Linde, 1 974 ), o género y 
caractensttcas del invasor (Storms y Thomas, 1 977) .. 
A menudo se uti l izan diferentes analogías para 
descri,bir el espacio personal . Entre el l as está la de 
la burbuja, según la cual el espacio personal se 
describiría como una burbuja de espac io alre<ledor 
de una persona, s i bien esta comparación no es n1uy 
adecu� ya que cuando ';C pre�i<.)11a una burbu_ja 
contra otra �u superficie� �e repelen n1utuamente, 
mientra.\ que en el espat: io �r�onal el r�pel ido es 
el cuer¡x> del otro, y nt) la t·rl>ntera del t�pacio per-
1 04 / Psicología ambiental 
sonal del otro (Musitu et al., 1 987). Otra analogía 
alternativa utilizada habitualmente es la del ca,npo 
eléctrico. Dichos campos son tridi1nensionales, su 
fuerza decrece con la distancia y su signo puede 
producir tanto atracción entre los cuerpos como 
repulsión. Incluso esta analogía deja sin explicar la 
posibilidad de que las distancias puedan ser tanto 
inconfortablemente an1plias como inconfortable­
n1ente pequefias (Altman, 1 975; Sundstrom y Alt­
man, 1 974). 
Recientemente ha aparecido otra modalidad de 
espacio personal, conocida como el <<espacio neu­
ropsicológi·CO>>, que describe el entorno en términos 
de tipos de proximidad al cuerpo. Según Elias y 
Saucier (2006) existen tres tipos de espacio: a) el 
«extrapersonal>>, en el que el mismo está fuera del 
alcance del individuo; b) el <<peripersonal>>, que es­
taría dentro del alcance de cualquier miembro del 
individuo, por ejemplo estar al alcance de la mano, 
y e) el espacio <<pericutáneo>>, el cual describiría el 
espacio exactamente fuera de nuestro cuerpo pu­
diendo estar cerca para tocarlo. Los campos percep­
tivos táctil y visual se solapan al analizar este espa­
cio, de modo que un individuo podría ver una pluma 
sin tocarle, y sin embargo sentirla como si le hubie­
·ra tocado. 
Asimismo, desde este campo de la neuropsi­
cología acaba de descubrirse un dato fundamental 
a la hora de entender el espacio personal. Un estu­
dio realizado por Kennedy, Glascher, Tyszka y 
Adolphs (2009) en el Instituto Tecnológico de Ca­
lif omia muestra la relación entre la amígdala del 
cerebro y el manten.imiento de la distancia personal. 
Se conocía el papel que juega la amígdala en la 
co.gnición social y en las emociones, pero se des­
conocía lo relacionado con el espacio personal. Se 
encontró que una persona •Con lesiones de amígdala 
com.pleta carecía de sentido de la noción de <<espa­
cio personal». Además, los individuos sanos mos­
traban a.ctivación de la amígdala que regulaba la 
proxi.midad personal . El experimento muestra que 
aquellas personas .que tiene este órgano con alguna 
disfunción no ·tienen conciencia de su espacio per­
sona] y de su posible invasión por otros. Una ver­
·sión electrónica de este estudio ha sido recog·ida en 
·el Scien.ceDaily (2009). 
2.2. Distancias interpersonales 
(tipología de los espacios 
personales) 
Kirnble ( 1 990) apunta que no tiene sentido ha­
blar del espacio personal si se está solo; por tanto 
se refiere al espacio que existe siempre que esté 
implicada otra persona, y a este espacio lo llamare­
mos espacio interpersonal (Patterson, 1 976). 
La distancia personal no es un espacio estable, 
sino que varía considerablemente dependiendo· de 
varios factores incluida la relación entre las perso­
nas y sus características personales. Cuanto más 
amigas sean dos personas más próximas tienden a 
pennanecer. En un salón repleto de personas, los 
amigos, los matrimonios, los novios, la familia y 
los niños tienden a estar mucho más próximos entre 
sí que los extraños y conocidos. Además, una per­
sona normalmente permanece más próxima a al­
guien que le gusta que a alguien que le desagrada, 
aun conociendo a ambas de igual modo. 
Hall destacó que las personas de diferentes cul­
turas necesitan diferentes cantidades de espacio 
(Hall, 1 966; Sussman y Rosenfeld, 1 982). Las per­
sonas del norte de Europa, incluidos los británicos, 
prefieren espacios más amplios para sus interaccio­
nes y se sienten más incómodas que los norteame­
ricanos cuando no tienen el espacio que necesitan. 
Por su parte, las culturasárabe y europea-mediterrá­
nea necesitan menos espacio en sus contactos y es 
frecuente ver personas tocándose sin molestarse por 
ello. Las personas normalmente no son conscientes 
de que las exigencias del propio espacio personal 
pueden diferir de las de los otros, así que se pueden 
producir malentendidos cuando interactúan dos in­
dividuos de diferentes culturas. Cada uno de ellos 
puede confundirse o molestarse cuando el otro no 
mantiene la distancia <<adecuada>>. Muchas investi­
gaciones indican que las preferencias de espacio de 
las personas no varían sólo entre diferentes grupos 
culturales, sino también entre muchos otros grupos. 
Hall distingue cuatro distancias espaciales que 
permiten regular las diversas interacciones socia­
les: la distancia íntima cubre un espacio próxirno� 
que va de O a 1 5 cm., y otro más alej,1do de 1 5 a 
45 cm. En esta distancia son característicos los 
© Edic io11�s Piru.nu<le 
• 
1 
estímulos visuales, auditivos, olfativos, táctiles e 
incluso .de tempe.ratura que provienen del otro. Esta 
proximidad no se considera conveniente en públi­
co. Cuando estamos a esta distancia en ciertas si­
tuaciones (por ejemplo: vagón de metro l leno, auto­
bús, etc.) , reaccionamos mostrando un semblan te 
inexpresivo, el cuerpo rígido, l a mirada en otra di­
rección y evitando rozarnos con l os otros. La di�s­
tancia pers·onal tiene un espacio próximo de 45 a 
75 cm. y un espacio más alejado de 75 cm. a 1 ,25 
metros. Esta zona se considera zona de protecció·n 
entre uno y l os demás. Los individuos realizan unas 
comunicaciones más fluidas, ya que pueden. tocar­
se tendiendo el brazo; también son perceptibles 
algunos olores y los detal les vi suales y los sonidos 
son numerosos. Esta es l a distanci a que uti l i zamos 
habitualmente para los contactos normales. La dis­
tancia social tiene un espacio próxi mo que va de 
1 ,25 a 2 metros y un espacio alejado de 2 a 3,5 
metros. En esta di stancia todavía es posible l a co­
municación .. Un ejemplo lo tenemos en dos com­
pañeros que trabajan en un m ismo despacho en 
mesas distintas. Esta distancia no permite tocarse, 
aunque las expresiones del rostro son claramente 
visibles y se pueden mantener conversaciones en 
tono ·normal. Asimismo, esta di stancia se uti l iza 
para los contactos profesionales, dado que es nece­
sario el contacto social en una distancia que no 
i·mplique intimidad. Por ú l ti mo, se encuentra la dis­
tancia pública, con un espacio próximo d.e 3,5 a 
7,25 metros y un espacio alejado de más de 7,25 me­
tros. Se trata de una distancia formal la que se da, 
por ejemplo, entre un conferenciante y la audie11-
cia. El alejamiento obliga a adoptar un tono de voz 
más articulado y más formal , y del mismo modo 
se pueden percibir las posturas y las expresiones de 
los hablantes. 
2.3. Funciones del espacio personal 
El espacio personal se puede entender como un 
mecanismo de regu lación de los límites interperso­
nales y de mantenimiento del nivel de respuestas a 
la i nvasi
.
ón de nuestro espacio. Desde este enfoque, 
el espacio personal cumpliría dos funciones prima-
© Ediciones Pirámjde 
Espacio personal y ecología del pequeño grupo I 1 05 
rias: de autoprotección (Bell , Greene, Fisher y 
Baum, 1 996; Dosey y Meisels, 1 969; Rolaban, 
1 982; Horowitz, Duff y Stratton, 1 964; McAndrew, 
1 993 ; Saks y Krupat, 1 988; Vei tcb y Arkkel in, 
1 995) y de comi,nicación y regulación de la intimi­
dad (Aiel lo y Thompson, 1 980; Bell et al. , 1 996; 
McA·ndrew, 1 993; Vei tch y Arkkelin, 1 995) . La 
función de autoprotección actúa como un amort.i­
guador contra las amenazas físicas y .emocionales 
que provienen de otras personas, y también actúa 
contra posibles encuentros sociales física y psíqui­
camente incómodos, mediante la regulación y el 
control de la cantidad y tipo de estimulación sen­
sorial . El espacio personal se ha desarrol l ado para 
dominar las agresiones y reducir el estrés. Con un 
/ . 
mayor espacio personal , las personas estan meJor 
preparadas pa:ra alejarse y evitar el peligro fís ico o 
para reducir el impacto de l a amenaza emocional . 
Algunos investigadores han denominado al espacio 
personal como una <<zona amortiguadora o de pro­
tección del cuerpo>>. El tamaño, la for1na y el nivel 
de penetración de esta zona dependen probable­
mente de acontecimientos interpersonales i nmedia­
tos, de estados del yo, así como de los antecedentes 
psicológicos y culturales del individuo (Horowitz, 
Duff y Stratton, 1 964) . 
Otra función es la de comunicación y regi,lación 
de la intiniidad. En el primer caso, se trata de trans­
mitir información acerca de la relació.n entre los 
actuantes y el tipo de interacción al. compartir con 
las otras personas datos de la di stancia que ha sido 
escogida. Hal l ( 1 966) señala que la util ización del 
espacio es el medio a través del cual tiene l ugar l a 
comunicación. Por esa 1n isma línea se han decan­
tado Pedersen y Shears ( .1 973), quienes han descri­
to, desde la perspectiva si stémica, un n1odelo para 
analizar la conducta espacial como vía para la co­
municación de actitudes, sentimie11tos y hechos que 
tie11en luga1· enti·e los inte1·vinientes. En el segundo 
caso, el espacio personal 1·egu la l a cantidad de inti­
·midad qt1e existe enu·e dos pe1·sonas. Por definición , 
dos pe1�s011as que interactúan tratan de ajustar su 
espacio, y su i mplicación e·n l a situación dete1mina 
e ] nivel de intin1idad (McAndrew, .1 993). 
Además de es·tas dos funciones primarias, Ho­
lahan ( 1 982) resalta una tercera función y es la 
1 06 / Psicología ambiental 
atracción interpersona,l* Se ha constatado que el 
espacio personal regula las muestras de atracción 
interpersonal. La amistad, la atracción física, la 
aversión hacia las personas, la afinidad entre ellas, 
sus características físicas y el tipo de influencia que 
ejercen, son factores determinantes de la distancia 
interpersonal. 
2.4. Perspectivas teóricas y medidas 
del espacio personal 
Perspectivas teóricas 
De las cuatro teorías discutidas por Hayduk 
(1 978) sobre el espacio personal, sólo la Teoría del 
equilibrio (Argyle y Dean, 1 965) se mantiene cons­
tante respecto a su forma original. La Teoría de la 
sobreestimulación defiende que los individuos 
mantienen la distancia con respecto a otros con el 
fin de evitar el exceso de estimulación que se pue­
de producir en la interacción. Esta teoría ha sido 
absorbida dentro de la perspectiva teórica actual­
mente dominante llamada Teoría de la atribución. 
Por su parte, la Teoría del aprendizaje social fue 
totalmente revisada durante su transformación en 
la Teoría de las expectativas. Por último, la Teoría 
de la protección (Dosey y Meisels, 1 969) no se ha 
desarrollado, probablemente por contener sólo una 
proposición. Además, la mayor parte de la investi­
gación cultural desarrollada ha empleado el <<mo­
delo comunicacional>> como explicación concep­
tual. En este modelo, la distancia interpersonal es 
considerada como información y determinante de 
la calidad y cantidad de la información intercam­
biada. 
Teoría de la atribución 
La suposición básica que subyace en este enf o­
que es que al alterar el espacio personal se crea un 
estímulo no específico (Middlemist, Knowdes y 
Matter, 1 976) que, si es lo suficientemente fuerte, 
está cognitivamente etiquetado para determinar en 
su momento respuestas específicas de comporta­
miento. Por tanto, se supone que los espacios próxi-
mos intensifican las •evaluaciones existentes en vez 
de aumentarlas o reducirlas sistem.áticamente .. Ade-
1nás, Patterson ( 1976, 1 977., 1 978) conclu ó, que i 
la desig11ación (etiqueta) es positiva, tiene como 
resultado reacciones recíprocas (por ejemplo, acre­
centar la posibilidad de la relación que induce a una 
aproximación inicial), y si la designación es nega­
tiva da como resultado reacciones compensatorias 
(por ejemplo, reducir la intimidad de la relación 
dejando de utilizar otros comportamientosno ver­
bales). La jus·tificación de ,esta división, compensa-
. . ,,, . . 
tona-negativa y rec1proca-pos1t1va� parece ser con-
sistente con los resultados existentes. Asimismo, 
Bechtel señala qu·e gran parte de los trabajos de 
invasión del espacio personal son explicados bajo 
la teoría de la atribución (Bechtel, 1 997). 
Algunas de las Ji11ritaciones conceptuales que se 
le señalan a la teoría son: a) sólo se consideran las 
designaciones (clasificaciones) evaluativas, aunque 
la potencia y la actividad sean dimensiones adicio­
nales subyacentes en la mayoría de los juicios hu.­
manos (Osgood, Suci y Tannenbaum, 1957); b) no 
se tienen en cuenta los estados emocionales de par­
tida; e) es fácil que ·1a teoría se estanque en círculos 
de feedback; un único cambio que sea considerable 
y positivamente evaluado se corresponde con im­
portantes cambios positivos, de manera que el ciclo 
está dispuesto para interminables repeticiones, y d) 
la teoría no especifica qué resultados son positivos 
en oposición a las evaluaciones negativas. Aunque 
se puede predecir que la compensación va a seguir 
a una evaluación negativa y que la reciprocidad va 
a seguir a una evaluación positiva, esto no nos in­
forma de cuándo tendrán lugar la compensación o 
la reciprocidad, ya que no se establecen presupues­
tos teóricos que permitan predecir las evaluaciones 
positivas o negativas. El sonreír, por ejemplo, pue­
de, aunque no siempre, ser positivamente evaluado 
(Patterson, 1 97 6). 
Teoría del equilibrio 
Aunque la mayor parte de las inves·tigaciones se 
realizan desde la teoría de la atribución, una consi­
derable cantidad de trabajos relacionados con el 
espacio personal continúa centrándose en la teoóa 
© Ediciones Pirán1ide 
• 
del equilib�io de Argyle y Dean ( 1 965). Estos auto­
res prop·us1eron que cualquiera de las distintas di­
m,ensio�es_ d�l _espacio _personal (contacto visual, d1s�a11c1a, 1nt1m1dad tópica, sonrisa) pueden ser in­
fluidas por _fuerzas de aproximación (afiliación contacto, re�erzo positivo) y de evitación (mied� 
de ser con,oc1do, de revelar estados interiores de 
percibir rechazo) . Por ejemplo, al estar demasiado 
cerca de otro se produce una reacción de ansiedad 
debi?a a la _posibilidad de un contacto físico po­
tencial, y el estar demasiado lejos hace difícil la 
conversación. Además, estas dimensiones diversas 
independientemente equilibradas, al sumarse deter� 
minan el grado de intimidad entre los individuos , . que estan interactuando. Al comienzo de cada inte-
racción hay un período de inestabilidad no verbal ' 
durante el cual cada persona intenta establecer el 
eq�ilibrio. �na vez restablecido el equilibrio, cual­
quier cambio en una persona se corresponderá con 
conductas no verbales en la otra. 
Otra proposición formulada por Argyle y Dean 
se refiere a que el grado de intimidad en sí mismo 
puede mantenerse en un nivel apropiado (equili­
brio) por medio de cambios compensatorios . Por 
tanto, la intimidad se mantendría al adoptar una 
distancia menor a la determinada por las fuerzas de 
aproximación/evitación. 
Teoría de las expectativas 
Burgoon y Jones ( 1 977) desarrollaron la idea de 
la <<violación de las expectativas>> del espacio per­
sonal, lo que supone una actualización de las pri­
meras ideas referentes a la violación de la norma. 
Estos autores proponen que al considerar las nor­
mas situacionales y las características de los indi­
viduos que interactúan, surge una distancia de in­
teracción esperada. No obstante, puede que no se 
perciban las desviaciones de esta distancia esperada 
y que las desviaciones extremadamente grandes en 
cualquier dirección ( demasiado cerca o demasiado 
lejos) produzcan efectos negativos; los efectos de 
las desviaciones moderadas dependen del valor re­
compensante del otro .. Las desviaciones moderadas 
hacia un otro recompensante o l•ejos de un otro re­
chazante son evaluadas ambas positivamente. 
C Ediciones Pirámide 
Espacio personal y ecología del pequeño grupo / 1 ,07 
Estrategias de estudio del espacio personal 
Bell et al. ( 1996) describen distintas estrategias 
empleadas para analizar los factores que afectan al 
espacio pers•onal, entre ellas: los métodos de labora­
torio, donde se someten a los sujetos a c•ondiciones 
experimentales que simulan la realidad; métodos de 
simulación, en los cuales se manipulan figuras y 
muñecos, y métodos de campo, que utilizan la ob­
servaci ón y la experimentación en un entorno natu­
ral, basándose en las diferencias individuales o en 
variables situacionales. En general, los investigado­
res sostienen que existe un gran consenso entre las 
distintas estrategias, aunque su nivel de convergencia 
es sólo moderado. Sin embargo, otros autores (Aie­
llo, 1987) sostienen que diferentes formas de medir 
el espacio personal no están 1nidiendo lo mismo. 
Los dos tipos de medida más utilizados en la 
mayor parte de las investigaciones relativas al espa­
cio personal son la observación y el registro• siste­
mático de la •distancia que hay entre dos personas 
que intervienen en la interacción social en el mun­
do real; las medidas proyectivas que requieren la 
manipulación de figuras en miniaturas, siluetas, mu­
ñecos o dibujos sobre papel ; y medidas en la vida 
real consistentes en detener la aproxi1nación de una 
persona (a menudo ·un e.xperimentador) en un pun­
to donde la persona comienza a sentirse incómodo. 
Este procedimiento se conoce como de <<aproxima­
ción-alto>>. 
2.5. Factores que influy·en en el espacio 
personal 
Si las observaciones de Hall son ciertas, es po­
sible definir tres categorías de variables que influ­
yen en el uso que le damos a las distancias inter­
personales y a las reacciones que se derivan de la 
utilización de dichas distancias: a) -diferencias indi­
viduales en el uso del espacio personal; b) variables 
sociales y situacionales que afectan al tamaño del 
espacio pe.rsonal, y e) respuestas a la invasión 
del espacio personal (Veitch y Arkkelin, 1 995). 
Los hombres parecen necesitar más espacio que 
las mujeres (Gifford, 1 982; Wittig y Skolnick� 
1 08 / Psíco/ogf a ambiental 
1978). Por otra parte, no es de extrañar que a los 
hombres y a las mujeres les agrade permanecer y 
sentarse más cerca de miembros del mismo género 
que de género contrario. También se sabe que, a la 
hora de interactuar, las mujeres lo hacen a distan­
cias más próximas que los hombres. Sin embargo, 
hay que decir que se han obtenido resultados en 
ambas direcciones (Aiello, J_ 987). Hay razones para 
creer que el género de los otros es más importante 
que el propio; es decir, independi�ntemente del pro-
. ,,, ,,, .,, . 
p10 género, se tendera a permanecer mas prox1mos 
a una mujer que hacia un hombre. 
La investigación sobre la intimidad destaca la 
importancia del género de la otra persona. Por un 
lado, las parejas de hombre-mujer mantienen dis-
• ,,. 1 • ,,, ,,. • 
tanc1as mas cortas en una conversac1on 1nt1ma que 
cuando hablan de cosas irrelevantes (Scott, 1984). 
Por otro lado, los hombres que no se conocen se 
sitúan a mayor distancia cuando se tratan temas de 
sexo. También se ha observado que personas extra­
ñas se colocan a mayor distancia entre ellas cuando 
se les dice que van a ser grabadas en vídeo y des­
pués vistas por un grupo de expertos en conducta, 
que cuando se les asegura intimidad. 
Las personas de clase media necesitan más es­
pacio que las de clase trabajadora; los adultos ne­
cesitan más espacio que los niños (Aiello y Aiello, 
1974). En una comparación entre reclusos violentos 
y no violentos, el psiquiatra Augusto Kinzel ( 1970) 
encontró que los reclusos con pasado violento ne­
cesitaban casi cuatro veces más de espacio personal 
que aquéllos con una historia no violenta. En el 
experimento que llevó a cabo en Springfield, los 
ocho sujetos de calificación violenta mostraron que 
el espacio que necesitaban era superior en la parte 
trasera que en la delantera, mientras que con los seis 
sujetos no violentos las zonas delanterasera supe­
rior a la trasera ( véase la figura 5 . 1 ) . 
Según Kimble ( 1990), uno de los aspectos que 
está presente en muchos estudios sobre el espacio 
personal es la familiaridad. No cabe duda que el 
grado en que se conocen dos personas es un buen 
predictor del espacio personal. Podemos observar 
cómo los padres sostienen a sus hijos en brazos, có­
mo dos enamorados se abrazan, cómo los amigos 
• 
Juegan y permanecen bastante próximos, y cómo 
No 
violento 
•¡ 
, 
Figura 5 . 1 .-Espacio personal utilizado por internos de prisión. 
todos ellos se alejan de los extraños. En los estudios 
de laboratorio se ha constatado que los sujetos se 
sienten incómodos cuando se les acerca un extraño. 
La afirmación de que los amigos requieren menos 
espacio que los extraños ha existido desde las pri­
meras discusiones sobre el espacio personal. Una 
explicación posible para los pequeños espacios en­
tre los amigos es que éstos perciben un mayor con­
trol de la situación y, por tanto, no necesitan utilizar 
el espacio como un control suplementario (Edney, 
Walker y Jordan, 1976). Otra explicación pudiera 
ser que la familiaridad supone una expectativa de 
cooperación previa, y son los efectos de la coope­
ración los que se reflejan en las diferencias de fa­
miliaridad. 
La edad parece ser otra variable que determina 
el tipo de espacio personal. Tanto los adultos como 
los niños están influidos por las diferencias de edad. 
Por ejemplo, las intrusiones de los niños dentro de 
los espacios de los adultos que permanecen de pie 
haciendo cola hace que los adultos se giren hacia 
ellos, les hablen y sonrían cuando su edad oscila 
alrededor de los cinco años, mientras que se mue­
ven, apartan y agitan si el invasor tiene aproxima­
damente diez años (Dean, Willis y La Rocco, 1 976; 
Fry y Willis, 197 1 ). 
Las preferencias espaciales son sensibles al 
contexto físico. Las personas prefieren más espacio 
cuando están en un rincón, bajo un techo bajo, en 
una situación inductora de estrés o ansiedad, o es­
perando un encuentro hostil. Los factores situacio-
© Ediciones PiráJ11ide 
' 
f 
' 
nale� que ti�n�n poco o ningún efecto son la pre­
sencia de mus1ca progra.mada, el mome11to del día 
el vivir en lugares hacinados ver .. r,us nor1nales, la 
existencia de una justificación para una mayor .. . � ......... . . aproxin1ac1on y pequenas vai1-ac1ones en el tamaño 
del grupo (entre 4 y 8 personas). 
La 11aturaleza ave1·siva de la invasión del espa­
cio personal ha sido ampliamente apoyada por las 
investigaciones . En el primero de dos estudios lle­
v·ados a cabo por Felipe y Sommer ( 1966), realiza­
do con pacientes psiquiátricos en Mendocino, Ca­
lifornia, s.e analizaba la invasión del espacio 
personal de un paciente por un experimentador, que 
en este caso era el mismo Robert Sommer, con el 
objeto de analizar las reacciones de los sujetos a 
los que se les invadía su espacio. Los pacientes 
estaban solos, sentados en algún banco. La situa­
ción se realizaba con un grupo control y con otro 
experimental. Según cuenta el propio Sommer, a 
los nueve minutos de invasión habían huido la mi­
tad de los sujetos experimentales y un 8 por 100 de 
los miembros del grupo control. El segundo estudio 
tuvo lugar en la sala de estudio de una biblioteca, 
donde mujeres solas estaban leyendo o estudiando. 
Nancy J. Felipe invadió el espacio personal me­
diante la aproximación de la silla a la otra silla de 
las mujeres que se encontraban solas, sin contacto 
físico. La invasión se realizaba sentándose al lado 
de la persona elegida, pero encarado hacia ella, es 
decir, en una postura de estudio atípica. La reacción 
más frecuente consistió en la huida, aunque con 
gestos defensivos y de desaprobación. Pasados 
treinta minutos, el 70 por 100 del grupo experimen­
tal de mujeres se habían retirado del lugar y sólo 
-el 1 3 por 100 del grupo control. Esta condición no 
s-e cumple cuando los individuos trataban de de­
fender su intimidad mediante la elección de espa­
cios de difícil acceso, una zona vallada o una silla 
aislada . . 
Los resultados de los dos estudios son muy si­
milares, con reacciones idénticas, es decir, abando­
no de la situación de intrusión. Sin embargo, en el 
primer estudio las personas se enfrentaban inmedia­
ta.mente al invasor, empujando su espalda y colo­
cando lo·s codos en el lado del otro. Aquellos que 
no se marcharon optaron por colocar objetos entre 
© Ediciones Pirámide 
Espacio personal y ecologfa del pequeño grupo / 1 09 
el experimentador y el paciente; en el segundo es­
tudio se t1tilizaron diferentes objetos para hacer una 
barrera de aislamiento, como libros, apuntes, ropas 
e incluso sillas. Estos tipos de conductas no fueron 
observadas durante la invasión del grupo control. 
De este modo, la experiencia psicológica del <<ha­
cinamiento>> puede ser debida más a invasiones del 
espacio personal que a respuestas a un número 
grande de personas presentes. 
Una cuestión que queda clara es q·ue la inva­
sión del espacio personal produce incomodidad a 
las personas invadidas, pero poco se ha dicho de las 
personas invasoras (Bell et al. , 1 996). Diversos es­
tudios han puesto de manifiesto que las personas. 
que se encargan de la invasión del espacio de otros 
no lo hacen de buen grado. También se ha consta­
tado que la edad, e.l género y el nivel social del 
intruso determinan la reacción del individuo ante la 
invasión de su espacio personal. 
3. LA ECOLOGÍA DEL PEQUEÑO GRUPO 
3.1 . Entorno físico y desarrollo grupal 
Hasta la década de los años treinta no se estu­
diaron grupos completos en el laboratorio . Kurt 
Lewin ( 1 935) y sus colaboradores desarrollaron 
conceptos apropiados al estudio del grupo como 
una entidad completa: estilo del líder, cohesión gru­
pal y clima social del grupo. Asim.ismo, se ha es­
tudiado la formación de los grupos desde distintas 
perspectivas que implican integraciones sociales: 
integración ambiental, integración conductual, in­
tegración afectiva e integración cognitiva (More­
land, 1 987). 
Un grupo es, como señala Sommer ( 1 969), una 
agregación o conjunto de individuos que se sitúan 
<<cara a cara>> y mantienen objetivos comunes, 
siendo esto lo que les permite estar juntos. Sin 
embargo, el concepto de grupo ha variado a lo 
largo del tiempo. Según Bar-Tal ( 1 990), hay tres 
condiciones necesarias y suficientes para que un 
determinado colectivo se convierta en t1n gr·upo 
psicológico: 1 ) que los co1nponentes de ese colec­
tivo se definan como miembros del grt1po; 2) qt1e 
1 1 O / Psicologfa ambiental 
compartan las creencias grupales� y 3) que exista 
algún grado de actividad coordi nada. Si los i11di · 
viduos no comparten estas condiciones, no se con­
sideran mie111bros del grupo. 
Los grupos poseen u11 entorno co1nplejo que 
ejerce una fuerte influencia sobre la mayoría de los 
aspectos de los �os grupales. &ta co1nplejidad 
hace que e l tratan1iento que se le ha de dar al en­
torno sea un tratamiento plural . El grupo existe 
dentro de distintos entornos: el físico (los edificios, 
las salas� la disposición de sil las y mesas, los cana­
les de comunicación, etc.), el social (composición 
del grupo .. estructura del grupo, etc .) y el de tarea 
(objetivos de] grupo, características de l a tarea, 
etc.) .. El interés se centra en el primero de el los, es 
decir, en el entorno físico. 
3.2. Funciones a desarrol lar por el grupo 
Hay tres tipos de funciones a desarrol lar por el 
grupo: función integradora, función dinámica y 
ión de identificación. Según las vinculaciones 
entre las personas o las integraciones sociales que 
promueven, se observan diversos procesos de in­
tegración ambien.tal, afectiva y cognitiva. En este 
epígrafe se hará referencia a la integración ambien­
tal . La mayoría de los investigadores se han cen­
trado en el «ambiente físico», que afecta de diver­
sas fo1111as la formación de los pequeños grupos. 
Se desa,1ol la en los grupos donde e l ambiente pro­
porciona los recursosnecesarios; es decir, sería 
aquélla donde los grupos se for 1nan, por ejemplo, 
por razo-nes de vec indad, de convivencia o, en el 
lugar de trabajo .. por razones laborales. Willsie y 
Riemer ( 1980) analizaron e l papel de los bares de 
C4tropus universitario.s, los cuales favorecían la for­
mación de pequeños grupos, ya que proporciona­
ban espacio para los contactos sociales. Los psi­
có gos ambientales han descubierto factores que 
influyen en la agr�dabi lidad de los l ugares; entre 
ellos se encuentran el nivel de ruido, Ja calidad del 
aire y el � de n1asificación (Russel l y Ward, 
1 982). Al igual que se ha estudiado el entorno fí­
sico se ha estudiado eJ �entorno social», que tam­
bién puede influir en la formación de gruJ)Os. L,a 
i nvest igación en este ámbito se ha centrado en el 
estudio de las «redes sociales>> . U na red social es 
u11 patrón de relaciones entre fam i l iares, amigos y 
conocidos (Moreland, 1 987). 
Hay dos formas en que las redes sociales afec­
tan a la creación de peqt1eños gn1pos: primero, las 
redes sociales potencian los contactos entre las per­
sonas; segundo, las redes sociales desarrol lan, 
transmi ten y refuerzan norr11as de actuac ión sobre 
quién debe interactuar con quién. A pesar de que 
el estudio de la for1nación de peqt1eños grupos ha 
estado básicamente copado por el análisis del en­
torno físico o el entorno soc ial, no es menos cierto 
que hay un <<entorno cultural>> que ha recibido muy 
poca atención. Los estudios l levados a cabo mues­
tran que los factores cul turales desempeñan un im­
portante papel en la for111ación de los pequeños 
grupos. Uno de estos factores es e l proceso de ur­
banización. En los entornos urbanos se desarrol la 
una mayor variedad de pequeños grupos que en los 
entornos rurales, aunque la razón de e l lo no está 
aún clara. 
Wirth ( 1 983) especula con el tamaño, la den­
sidad y la heterogeneidad de las ciudades como 
desencadenantes del sentimiento de al ienac ión en­
tre los residentes; de este modo, los habitantes de 
una c iudad tratarían de enfrentarse a es,l soledad 
o alienación f or111ando grupos. Habría un proceso 
de afil iación de los miembros sueltos del grupo en 
los entornos urbanos que fomentaría la un ión de 
sus miembros. Otro e lemento que se podría enu­
merar dentro de l as causas de forrnación de peque­
ños grupos sería l a presenci a de viejos grupos. 
Existen varias for·111as por l as cuales los v iejos gru­
pos faci l i tarán l a creación de nuevos. Primera, la� 
personas que pertenecen a viejos grupos y se 
muestran satisfechas con e l lo, serv irán de tnodelo 
para otros que no fo1·111an parte de ningún grupo. 
Segunda, aquel las personas que están satist'echa� 
de su pertenencia a un grupo estarán n1ás predis­
puestas a f 01·111ar o a unirse a otro grupo. Tercera, 
cuanto más pequeño son los grupos es mas proba-­
ble que sus miembros pertenezcan al 111 is1110 grupo, 
y e l compartir la pertenenci,l al gn1po puede ser\' l f 
de faci l i rador para la creac ión de r1uevt)S grupl)S . 
Finaln1enle, a lgunos peqt1eños grupos ayudai1 a 
fonna,r -otros si sus n1ien1bros co1nparter1 metas 
con1un.es. ·Otro factot· para to1�ma1· pequeños gi·ti­
pos. dentro del a111biente cultu1·al, se refie1Ae a la 
libertad que tie11en qtie tene1· las perso11as para 
hacerlo. 
.3.3. Influencia de la situación espacial 
e·n et grupo 
El hecho de estudiar los procesos grupales desde 
u11 punto de vista ecológico tiene que ver con la nece­
sidad de exanunar y comprender el valor de adapta­
bilidad de la unión de individuos. Esta cuestión tiene 
gran in1portancia a la hora de diseñar lugares de re­
unión y de interacción, tanto públicos como privados, 
y para la conservación de espacios funcionales en los 
que se desarrollen las relaciones humanas. 
Sommer ( 1 97 4) describe diferentes estrategias 
ecológicas para analizar ciertas actitudes de los su­
jetos, entre otras la cooperación, la competición o 
la actividad separada. Para estudiar estas actitudes 
exploró los límites espaciales dentro de los cuales 
se puede llevar a cabo una conversación. Se situaron 
dos s.ofás frente a frente, ofreciendo a los sujetos la 
posibilidad de elegir el lugar en que deseaban sen­
tarse. Se varió sistemáticamente la distancia con un 
resultado claro: los sujetos preferían la conversa­
ción frente a frente hasta llegar a 1 06 cm., distancia 
en que cambiaban sus preferencias por hablar uno 
al lado del otro en el misn10 sofá. También analizó 
la ubicación de l·os asientos alrededor de distintos 
tipos de mesas (redondas o rectangulares), la dis­
tancia e intin1idad psicológica, la colocación de 
asientos entre niños y con pares de adultos, los te­
mas de d.iscusión que son favorecidos por la dispo­
sición de los asientos o los límites espaciales de una 
conversación cómoda, entre otras cuestiones. Can­
ter ( 1 974. citado en Canter y Kenny, 1 97.8) replicó 
el estudio del sofá y encontró que los sujetos habla­
ban frente a frente hasta llegar a los 96,5 cm. A par­
tir de esta distancia los sujetos prefirieron colocar­
se de modo contiguo. 
A ,cont·in,uación se describen algunos de los 
ejemplos en los que Sommer estudió el espacio y la 
distan,cia y como ést.os vienen dete1·1ninados por 
© Ediciones Pirámide 
Espacio personal y eoologfa del pequeño grupo I 1 1 1 
la actividad que se realiza. En dos experime·ntos se 
observaba a una serie de personas sentadas en dif e­
rentes lugares, y posteriormente se les preguntaba 
el motivo de su elección. En mesas rectangulares, a 
la hora de conversar o trabajar juntos, los estudian­
tes eligieron la posición de <<frente a frente>> o en 
un <<ángulo de aquélla>> . Para una actividad de co­
operación, los sujetos seleccionaron la colocación 
<<hombro con hombro>>, debido a que era más fáci l 
compartir los objetos empleados. En el caso de ta­
reas competitivas, la mayoría de los sujetos esco­
gieron la situación <<frente a frente>> a lo largo de la 
mesa (véase la figura 5.2). 
En cuanto a las mesas redondas, para conversar 
o trabajar juntos los sujetos eligieron las sillas con­
tiguas; para las parejas en competencia, los sujetos 
escogieron puestos diametralmente opuestos; final­
mente, para trabajar de modo separado, el .igieron 
puestos entre los que había una o más sillas vacías 
(véase la figura 5.3). 
Steinzor ( 1 950) anotó el número de veces que 
una persona seguía a otra en su discurso, y para ello 
realizó diferentes intentos, separando a los sujetos 
desde uno a cinco asientos. Los resultados indican 
que los sujetos situados frente a frente se seguían 
con una frecuencia significativamente mayor que el 
mero azar. Este fenómeno, conocido como efecto 
Steinzor, se comprobó en un estudio sobre jurados 
realizado por Strodtbeck y Hook ( 1 96 1 ). En este 
trabajo se probó que las personas que se situaban 
en los extremos ejercían una mayor influencia que 
los miembros de los lados, y tenían más probabili­
dades de ser elegidos coordinadores del jurado. 
Canter ( 1 969) analizó la naturaleza interactiva 
de los escenarios de conducta, tratando de averiguar 
la relación entre la distancia y los ángulos. Al igual 
que en el experimento de Sommer ( 1 969), los estu­
diantes debían elegir el asiento preferido. En este 
trabajo entraban en juego los roles desempeñados, 
1.as actividades y el marco físico. Se constató que 
en los elementos de interacción el profesor ejercía 
un papel fundamental. Las variables manipuladas 
fuero·n la distancia a la que se situaba el protesor 
en relación con la primera fila de sillas (tres rnetros 
o medio metro) y la disposición de los asientl)S, en 
filas e hileras, formand() Ll ll rectángtilo o e11 semi-
' 
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