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,,,. NIKOLAUS HARNONCOURT LA MÚSICA COMO DISCURSO SONORO HACIA UNA NUEVA COMPRENSIÓN DE LA MÚSICA TRADUCCIÓN DE JUAN-LUIS MIL�N BARCELONA 2006 t AC ANTIL AD O rr• e rnrmr1 rwwrm Clas.�5t.Lti .31'418 20Qfo 11 22"'-l 33 TÍTULO ORIGINAL: PRIMERA EDICIÓN Musik als Klangrede diciembre de 2006 1 i Publicado por: A C A NTI L A DO Quaderns Crema, S. A., Sociedad Unipersonal Muntaner, 462 - 08006 Barcelona Tel.: 934 r44 906 .- Fax: 934 r47 ro7 correo@acantilado.es www.acantilado.es © r 9 8 2, by Residenz Verlag ©de lá traducción, 2006 by Juan Luis Milán ©de esta edición, 2006 by Quaderns Crema, S. A. Derechos exclusivos de edición en castellano: Quaderns Crema, S. A. ISBN· r3: 978-84-96r36-98-4 ISBN- I o: 84-96r 36-98-r DEPÓSITO LEGAL: B. 52.781 - 2006 Al GUA DEV ID RE Gráfica QUADERNS CREMA Composición ROMANYA-VALLS Impresión y encuadernación Cubierta a partir de un dibujo de A. M. Zanetti Este libro se ha publicado con la ayuda de la Fundación Privada Paper de Música de Capellades (Barcelona) Consejo asesor: Marius Bernadó y Benet Casablancas Esta obra cuenta con la ayuda a la traducción del Goethe Institut Bajo las sanciones establecidas por las leyes, quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro-incluyendo las fotocopias y la difusión a través de Internet-y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo públicos. w=w,r •••• 7 . ' coJ.T E N I D O 1 r. ASPECTOS FUNDA.�1ENTALES DE LA MÚSICA y DE LA INTERPRET�CIÓN ' La música en nues�ra vida, 7 Sobre la interpretación de l� música histórica, I2 Comprensión de la, música y formación musical, 20 Problemas de nbtación, 36 La articulación, 58 La medida del tiempo tientpo, 80 Sistemas tonales y afinación, 96 De l� «afinación mesotónica» a la 1 «afinación temperada», Io6 Música y sonoridad, 1 III Instrumentos �ntiguos: ¿ sí o no?, II6 La reconstrucción de �as condiciones sonoras originales en el estudío, I30 Las prioridades. Valoración de los diversos aspectos, I53 u. INSTRUMENTARIO Y DISCURSO SONORO Viola da brazzo y viola da gamba. Un esbozo de la historia de los instrumentos de cuerda, I69 El violín. El instrumento barroco solista, I8I La orquesta barroca, I86 La relación casi-palabra sonido en la música instrumental pura barroca, I99 Del barroco al clasicismo, 205 Origen y evolución del discurso sonoro, 2I8 III. MÚSICA BARROCA EUROPEA - MOZA:ttT Música programática - El op. 8 de Vivaldi, 234 El estilo italiano y el estilo francés, 242 Compositores barrocos austríacos. Intentos de conciliación, 250 Telen;iann. Los gustos reunidos , 268 Música instrumental barroca en Inglaterra, 277 Concerto grosso y trío sonata en Handel 282. ' Lo que dice un autógrafo, 298 Movimientos de danza. Las suites de Bách, 303 Música barroca francesa. Excitantemente nueva, 3z8 La ópera francesa: Lully-Ramea'u, 32z Reflexiones de un músico de orquesta sobre una carta de W. A. Mozart, 333 Observacipn final, 339 I ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA Y DE LA INTERPRETACIÓN La música en nuestra vida Desde la Edad Media hasta la Revolución francesa la música fue uno de los pilares fundamentales de nuestra cultura, de nuestra vida. Comprender la música formaba parte de la educación general. Hoy, sin embargo, la mú sica se ha convertido en un mero ornamento para guar necer noches vacías con visitas a óperas y conciertos, para realizar actos festivos públicos o también, a través de la radio, para disipar o avivar el silencio de la soledad del·hogar. Así, se da el caso paradójico de que aunque en la actualidad tenemos cuantitativamente mucha más mú� sica que en cualquier époc;:t anterior-incluso casi per manentemente-, ésta no significa nada en nuestra vida: ¡ un pequeño y agradable adorno! Y es que a nosotros nos parecen importantes cosas completamente diferentes que a los hombres de tiempos anteriores. Cuánta energía, sufrimiento y amor tuvieron que derrochar para construir templos y catedrales , y qué poco para las máquinas de la comodidad. Para los hom bres de nuestro tiempo un automóvil o un avión son más importantes y valiosos que un violín, y el esquema de un cerebro electrónico más importante que una sinfonía. Pagamos demasiado caro aquello que consideramos có modo y necesario para vivir; sin reflexionar, desprecia mos la intensidad de la vida a cambio de los destellos de 7 1 i 11 � i1 I' 1: h 1.i I• ¡i ¡· i lii ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA la comodidad; lo que perdimos una vez no volveremos a recuperarlo nunca. Esa transformación total del significado de la música se ha efectuado en los dos últimos siglos a una velocidad creciente. Junto a ella tiene lugar una transformación de la actitud hacia la música contemporánea, por no decir del arte en general: mientras la música era un compo nente esencial de la vida, sólo podía proceder del pre sente. Era la lengua viva de lo inefable, sólo podía ser en tendida por los contemporáneos. La música cambiaba al · hombre-al oyente, pero también al músico-. Tenía que ser creada de nuevo una y otra vez, de igual manera que las personas tenían que construir una y otra vez sus casas, adaptándose cada vez al nuevo estilo de vida, a la nueva espiritualidad. Así pues, la música antigua, la mú sica de generaciones anteriores, dejaba de entenderse y de utilizarse; sólo en ocasiones se admiraba su elevada habilidad artística. Desde que la música ha dejado de estar en el centro de nuestras vidas, todo esto ha cambiado: como orna mento, la música ha de ser ante todo «bella». En ningún caso ha de molestar, no debe asustarnos. La música ac tual no puede cum�lir con esa exigencia, ya que por lo menos refleja-como cualquier arte-la situación espiri tual de su tiempo, o sea del presente. Sin embargo, una reflexión honesta, sin consideraciones, sobre nuestra si tuación espiritual no puede ser sólo bella; se entromete en: nuestra vida, es decir, molesta. Así, se ha dado el caso paradójico de que la gente se ha apartado del arte del presente porque molestaba, porque quizá tenía que mo lestar. No se quería una reflexión, sólo belleza y disper- 8 LA MÚSICA EN NUESTRA VIDA sión de la cotidianidad grís. De esa manera el arte, en par ticular la música, se ha cdnvertido en mero ornamento y la gente se ha entregado 41 arte histórico, a la música an tigua: ahí se encuentra l� belleza y la arnionía que uno busca. · En mi opinión, esta ientrega a la música antigua con lo cual quiero decir C:ualq;tiier música que no ha sido creada por nuestr�s generaciones vivas-sólo ha podido ocurrir por una serie de ¡malentendidos sorprendentes. Es decir, sólo nos sirve una música «bella» que nuestra época evidentemente no f ºs puede dar. Una música así, «bella» sin más, no ha e;xistido nunca. La «belleza» es un componente de toda !música; sólo podemos conver tirla en criterio determiri.ante si dejamos de lado todos los demás componentes,lsi los ignoramos. No fue hasta que dejamos de concebirf la música como un todo, y qui zá dejamos de querer entenderla, que nos fue posible reducirla a su belleza, aplan�rla, podríamos decir. Desde que la música no es más �ue un simple adorno de nues tra vida cotidiana, no ppdemos comprender la música antigua en su totalidad-�es decir, lo que propiamente llamamos música-, porque de otro modo no podríamos reducirla a lo estético, a11Ianarla. Así pues, nos encontramos hoy en una situación casi sin salida cuando, creyenP,o todavía en la fuerza transfor madora de la música, te*emos que ver cómo el espíritu general de nuestro tiempo la ha desplazado de su posi- 1 ción central: de lo conmovedor a lo bonito. Pero no po- demos conformarnos con esto, es más, si tuviese que ad mitir que ésta es la situación irrevocable de nuestro artedejaría inmediatamente qe hacer música. 1 1 i 9 ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA Creo, pues, cada vez cor¡- más esperanza, que pronto acabaremos por reconocer que no podemos renunciar a la música-y la incomprensible reducción de la que he hablado es renuncia-, que nos podremos abandonar consolados a la fuerza y al m�nsaje de un Monteverdi, �n Bach o un Mozart. Cuanto más ahondemos y más inten samente nos esforcemos en comprender esa música, más podremos ver lo que es esa música, muy por encima de la belleza, cómo nos cautiva e ¡inquieta con la variedad de su lenguaje. Al final, a travék de la música así entendida de Monteverdi, Bach o Mozart, tendremos que reencon trar la música de nuestro tiempo, pues habla nuestra len gua, es nuestra cultura y la continúa. ¿No tendrá mucho que ver con lo que hace nuestro tiempo tan inarmónico y terrible el hecho de que el arte ya no esté involucrado en nuestras vidas? ¿No nos reducimos, vergonzosamente sin imaginación, al lenguaje de lo «decible»? ¿Qué habría pensado Einstein, qué habría descu bierto, si no hubiese tocado el violín? ¿No son las hipó tesis atrevidas, las más fantasiosas, las que sólo alcanza el espíritu imaginativo-para que luego puedan ser demos tradas por el pensador lógico? No es casual que la reducción de la música a lo bello, y con ello a lo que todo el mundo puede comprender, suce diera en la época de la Revolución francesa. En la historia siempre hubo períodos en los:que se ha intentado simplifi car la música, reduciéndola a lo emocional, para ·que cual quiera pueda entenderla. Todos esos intentos fracasaron y condujeron a una nueva variedad y complejidad. La mú sica sólo puede resultar comprensible para todos si se re duce alo primitivo o si todos-aprenden su lenguaje( 10 LA MÚSICA EN NUESTRA VIDA El intento de simplificar la música y convertirla en algo generalmente comprensible que tuvo mayores con secuencias se produjo, pues, como secuela de la Revolu ción francesa. Entonces se procuró, por primera vez en el marco de un gran Estado, hacer de la música algo útil a las nuevas ideas políticas : el artificioso programa pedagógico del Conservatoire fue el primer programa coordinado de nuestra historia. A partir de aquellos métodos se forma todavía hoy a los músicos de todo el mundo en la música europea y, siguiendo los mismos principios, se explica a los oyentes que no es necesario aprender música para comprenderla, que disfrutar sim plemente de su belleza ya basta . Así, cualquiera se sien te en su derecho y capacitado para juzgar sobre el valor y sobre la interpretación de la música-una actitud que quizá podría valer para la música postrevolucionaria, pero de ninguna manera para la música de épocas ante riores. Estoy profundamente convencido de que para la per manencia de la espiritualidad europea es de una impor tancia decisiva vivir con nuestra cultura. Esto presupo ne, por lo que respecta a la música, dos actividades. Primera: los músicos tienen que ser formados con mé todos nuevos ; o con métodos que conecten con los méto dos propios de hace más de doscientos años. En nuestras escuelas de música no se aprende la música como lengua je, sino sólo la técnica para hacer música; el esqueleto de la tecnocracia, que no tiene vida. Segunda: la educación general de la música debería ser reconsiderada de nuevo y se le debería conceder el lugar que le corresponde. Así, las grandes obras del pa- II ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA sado volverán a verse en toda su diversidad apasionante, transformadora; Y también volveremos a �star prepara dos para lo nuevo. Todos necesitamos la música, sin ella no podemos vivir. Sobre la interpretación de la música histórica Puesto que en la vida musical de hoy en día la música his tórica desempeña un papel dominante, está bien enfren tarse a los problemas relacionados con ella. Hay dos po siciones básicamente diferentes con respecto a la música histórica, a las que también corresponden dos formas completamente diferentes de interpretación: una la trasla da al presente, la otra intenta verla con los ojos del tiem po en que fue creada. La primera posición es la natural y habitual en todas las épocas que poseen una música contemporánea ver daderamente viva. Ha sido además la única posible a lo largo de toda la historia occidental de la música desde el principio de la polifonía hasta la segunda mitad del siglo XIX, y todavía hoy le rinden tributo muchos grandes mú sicos. Esta posición procede de la idea de que el lenguaje de la música está absolutamente ligado a un tiempo. Así, a mitad del siglo xvm, por ejemplo, las composiciones de la primera década del siglo se tenían por irremedia blemente pasadas de moda, si bien se les reconocía su valor. Una y otra vez nos maravillamos del entusiasmo con el que antes se encomiaban las composiciones con temporáneas, como si se tratase de grandes logros inédi tos. La música antigua se consideraba sólo como una eta- 1 2 INTERPRETACIÓN D E L A MÚSICA HISTÓRICA pa previa; en el mejor de;los casos se recurría a ella como material de estudio o, en:muy raras ocasiones, era objeto de un arreglo. para alguiia interpretación especial. Para todas estas interpretaciones extraordinarias de música antigua-en el siglo xv�n, por ejemplo-· -·se consideró que una modernizació� era absolutamente necesaria. En cambio, cuando los qompositores de nuestro tiempo arreglan obras histórica's , saben que ésfas serían igual mente acogidas con naturalidad por el público sin ser modificadas; así pues, ef arreglo no surge hoy en día de una necesidad absoluta bomo en siglos pasados-· -si hay 1 que hacer música histór�ca, que sea actualizada-, sino de la concepción completamente personal del arreglista. Directores de orquesta �orno Furtwangler o Stokowski, que tenían un ideal postr�mántico, han reproducido toda la música antigua en este sentido. Así se instrumentaron piezas de órgano de Bach:pata orquestas wagnerianas, o se interpretaron sus Pasion.'es de una manera hiperrománti ca con un gigantesco ap�rato instrumental. La segunda concepción, la de la llamada fidelidad a la obra, es mucho más reciente que la comentada ante riormente, pues sólo existe desde principios del siglo xx más o menos. Desde entonces se viene exigiendo cada vez más ser «fiel a la obra» al ejecutar la música históri ca, e intérpretes import�ntes lo definen como el ideal al que aspiran. Se intenta hacer justicia a la música antigua como tal, y reproducirla a tenor de la épocá en que fue creada. Esa actitud resílecto de la música histórica-es decir, no traerla al presdnte, sino trasladarse uno mismo al pasado-es síntoma de la pérdida de una música ac tual verdaderamente viva. La música de hoy no basta ni 1 i 1 1 1 3 1 1 ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA al músico ni al público, inchiso la mayor parte de éste la rechaza directamente, y para '. llenar el vacío generado de esta manera se recurre a la música histórica. En los últi mos tiempos ya nos hemos af:ostumbrado tácitamente a entender bajo el concepto de. música sobre todo la músi ca histórica; a la música contemporánea se la admite, como mucho, de paso. En la historia de la música, esta situación es del todo nueva. Un pequeño ejemplo puede servir de ilustración: si hoy en día se retirase la música histórica de las salas de conciertos y sólo se ejecutaran obras modernas, pronto qu:edaríah desiertas; exacta mente lo mismo, a la inversa; habría pasado en tiempos de Mozart si se hubiese privado al público de la música contemporánea y sólo se hubiese ofrecido música anti gua (por ejemplo, música ba�roca) . Como vemos, la mú sica histórica, en particular la· del siglo xrx, es hoy la por tadora de la vida musical. Eso no había sucedido nunca desde que existe la polifonía. De la misma manera, antes no había ninguna necesidad de una interpretación de la música histórica fiel a la obra', tal como se exige hoy día.La mirada histórica es absolutamente ajena al carácter de una época culturalmente �iva. Esto también se obser va en las otras artes: así, por ejemplo, se construía sin repa ros una sacristía barroca en una iglesia gótica, se echaban abajo los más espléndidos altares góticos y se colocaban otros barrocos, mientras que hoy todo se mantiene y se restaura hasta el más mínimo detalle. Pero esta actitud histórica tiene también algo bueno: nos permite, por pri mera vez en la historia de nuestro arte cristiano occiden tal, adoptar un punto de vist� libre y así contemplar con perspectiva toda la creación del pasado. Ésta es la razón INTE RPRETACIÓN DE LA M ÚSICA HISTÓRICA de que cada vez se extienda más la música histórica en los programas de conciertos. La última época musicalmente creativa viva fue el pos tromanticismo. La música de Bruckner, Brahms, Chai kovski y Richard Strauss, entre otros, era todavía la más viva expresión de su tiempo. Pero allí se quedó parada toda la vida musical: esa música es todavía hoy la más oída y la preferida, y la formación de los músicos en las academias sigue aún los principios de aquel tiempo. Es como si no quisiéramos admitir que desde entonces han transcur rido muchos decenios. Si bieri hoy cultivamos la música histórica, no pode mos hacerlo igual que nuestros antepasados. Hemos per dido la inocencia para ver el criterio en el presente , la voluntad del compositor es para nosotros la máxima au toridad,. vemos la música antigua en su propia época y por eso hemos de esforzarnos en interpretarla fielmente, no por razones museísticas, sino porque a nosotros nos parece hoy la única vía posible de reproducirla viva y dignamente. Pero una interpretación es fiel a la obra cua�do se acerca a la idea que tuvo el compositor cuan do la creó. Ya se ve que esto sólo es realizable hasta cier to grado: la idea primera de una obra sólo se puede in tuir, en particular cuando se trata de música de épocas remotas. Los puntos de referencia que muestran la vo luntad del compositor son las indicadones para la inter pretación, la instrumentación y los muchos usos de la práctica interpretativa que constantemente han ido cam biando y cuyo conocimiento el compositor presuponía en sus contemporáneos. Para nosotros esto significa un vas to estudio a partir del cual se puede degenerar en un 1 5 :i' ASPECTOS FUNDAMENTALE S D E LA MÚSICA error peligroso: practicar la música antigua partiendo sólo del conocimiento. Así surgen esas conocidas interpreta ciones musicológicas que desde el punto de vista histórico son a menudo impecables, pero que carecen de vida. Ahí es preferible una ejecución musicalmente viva aunque sea históricamente errónea. Es evidente que los conocimien tos musicológicos no han de ser un fin en sí mismo, sino que únicamente han de poner a nuestro al.canee los me dios para una interpretación mejor, pues, al fin y al cabo, una interpretación sólo será fiel a la obra cuando la repro duzca con belleza y claridad, y eso sólo es posible cuando se suman conocimiento y sentido de la responsabilidad con una profunda sensibilidad musical. Hasta ahora se ha prestado muy poca atención a las continuas transformacfones de la práctica musical, in cluso se las ha considerado como algo insignificante. La culpa de ello es la idea de la existencia de una «evolu ción» por la que a partir de formas originales primitivas y pasando por fases intermedias más o menos deficien tes, se alcanza una forma definitiva «ideal». Y ésta es por supuesto superior en todo a las «fases intermedias». Esta opinión, residuo de épocas con un arte más vivo, está to davía muy extendida en la actualidad. Así, a los ojos de aquellos hombres, la música, las técnicas de ejecución y los instrumentos musicales habían «progresado» hasta esa fase última, la época presente en cada caso. Pero des de que estamos en condiciones de obtener una visión ge neral, esa opinión, en lo que a la música respecta, se ha invertido: ya no podemos establecer diferencias de valor entre la música de Brahms, Mozart, J osquin o Dufay; la teoría de un progreso ascendente ya no se puede sos- 1 6 INTERPRETACIÓN PE LA MÚSICA HISTÓRICA 1 tener. Ahora se habla def la intemporalidad de todas las grandes obras de arte y �sa concepción, tal como se en tiende en general, es tan� incorrecta como la del progre so. La música, como cualquier arte, está directamente li gada a su tiempo, es úni<¡:amente la expresión viva de su tiempo, y sólo es entendida íntegramente por sus con temporáneos. Nuestra «Gomprensión» de la música anti gua sólo nos permite intuir el espíritu a partir del cual surgió. Como vemos, la f11úsica se corresponde siempre con la situación espiritual de su tiempo. Su contenido no puede ir nunca más allá! de la capacidad expresiva del hombre, y todo lo que se gana por un lado se pierde por el otro. Como en general unó no se hace una idea clara de la naturaleza y de la envergadura de los cambios que, en in numerables detalles, ha !sufrido la práctica musical, ha blaremos brevemente de·ellos. La notación, por ejemplo, estuvo sometida hasta el siglo xvu a constantes trans formaciones y sus signo,s, �ún considerándose a partir de entonces «inequívocds», se entendieron con frecuen cia de maneras muy dift?rentes casi hasta finales del si glo xvm. El músico act�al toca exactamente lo que hay en la partitura sin saber que la notación matemáticamen te exacta no fue habitual¡ hasta el siglo x1x. Otro ejemplo lo constituye la cuestión de la improvisación, asociada a la práctica musical hasta finales del siglo XVIII aproxi madamente, y una fuent� inmensa de problemas. La di ferenciación entre las fases particulares de desarrollo correspondientes a cada'. período presupone un amplio conocimiento especializ�do cuyo aprovechamiento con secuente se muestra en los aspectos formales y estructu- 1 7 ASPECTOS FUNDAMENfrALES DE LA MÚSICA i rales de la reproducción. Pero lo que constituye una di- ferencia inmediatamente pefceptible es la imagen sono ra (es decir el timbre, el caráher y la potencia de los ins trumentos, entre otros) . Pués igual que la lectura de la 1 notación o la práctica de la improvisación estaban some- tidas a constantes modificaciones, siguiendo el espíritu de la época, al mismo tiemp'o se transformaban la con cepción y el ideal sonoros y c;on ellos también los instru mentos como tales, la manera de tocarlos y hasta la técnica del canto. Al tema de la imagen sonora pertenece también el espacio, es decir, sus dimensiones y su acústica. Incluso en la cuestión de las transformaciones en la manera de tocar-es decir de la técnica-no se puede hablar de un «progreso», ya:que se adapta siempre por completo, igual que los instrumentos, a las exigencias de su tiempo. A esto se podría objetar que las exigencias a la técnica instrumental han ido en aumento. siempre; esto es cierto, pero se refiere sólo a ciertos aspectos de la técnica instrumental, mientras que las exigencias en otros terrenos fueron cada vez menores. En efecto, nin gún violinista del siglo xvII\ habría podido tocar, por ejemplo, el concierto para vi9lín de Brahms, pero igual mente un violinista que toca! a Brahms tampoco está en condiciones de ejecutar de m�nera impecable obras difí ciles de la literatura violinística del siglo XVII. Para lo uno y para lo otro se requier� una técnica del todo dife rente; ambas son en sí igualrbente difíciles, pero funda- mentalmente diferentes. j · Modificaciones semejante� las vemos en la instrumen tación y en los propios instr?-mentos. Cada época tiene exactamente el tipo de instrumentos que más conviene a i 1 8i 1 i 1 1 INTERPRETACIÓN DE LA MÚSICA HISTÓRICA su música. En la imaginación de los compositores sue nan los instrumentos de su tiempo, a menudo escriben si guiendo los deseos de determinados instrumentistas; en todas las épocas se ha exigido que la música fuese apro piadaa la técnica de los. instrumentos; sólo se conside raban intocables las piezas mal compuestas y su autor se ponía en ridículo con ellas. El hecho de que muchas obras de viejos maestros se consideren hoy intocables (por ejemplo algunas partes para instrumentos de viento en la música barroca) se debe a que los músicos las abordan con los instrumentos y la técnica actuales. Lamentable mente es una exigencia casi imposible de satisfacer pedir a un músico de hoy que toque un instrumento antiguo y, además, según la técnica antigua. No hay, por tanto, que echar la culpa de los pasajes intocables o de otras dificul tades a los compositores antiguos o, como ocurre con fre cuencia, tachar la práctica musical de tiempos pasados de técnicamente insuficiente. I;.n todos los tiempos, los me jores músicos fueron capaces de ejecutar las obras más difíciles de sus compositores . A partir de todo esto se pueden intuir las enormes di ficultades a las que se enfrenta una práctica musical que intente ser fiel a la obra. No hay manera de evitar compro misos: son muchas las preguntas que quedan sin res puesta, muchos los instrumentos que ya no existen o para los que no se puede encontrar un músico. Sin embargo, allí donde es posible un alto grado de verdadera fideli dad a la obra, se ve uno recompen�ado con riquezas in sospechadas. Las obras se revelan desde un ángulo com pletamente nuevo y viejo a la vez y muchos problemas se resuelven entonces por sí mismos. Reproducidas así, las 1 9 1 i I' '· 1¡' !i. Íi'. ¡¡, ¡¡· �'' \: ¡i I· ¡'.: ASPECTOS FUNDAMENTALES D E LA MÚSICA obras suenan no sólo más correctas desde el punto de vista histórico, sino también más vivas, porque se las pre senta con los medios que les corresponden, y uno perci be las fuerzas espirituales que hicieron fructífero el pa sado. La práctica de la música antigua adquiere así para nosotros, más allá del mero disfrute estético, un sentido profundo. Comp rensión de la música y formación musical Son muchos los indicios que nos indican que nos dirigimos hacia un hundimiento cultural general, del cual la músi ca, claro está, ho quedaría excluida, pues la música no es más que una parte de nuestra vida espiritual y como tal no puede sino expresar lo que se encuentra en la totali dad. Si la situación es verdaderamente tan seria como yo la veo, entonces nü' está bien que nos quedemos de brazos cruzados hasta que todo haya pasado. La formación del músico desempeña ahí por supues to un gran papel, entendiendo por «músico» cualquiera que participe profesionalmente en la vida musical, tam bién el oyente entendido y, de hecho, el público en ge neral. Consideremos, desde este punto de vista, la impor tancia de la música en la historia. Quizá sea interesante remarcar que en muchas lenguas «poesía» y «canto» se expresan por medio de la misma palabra. Es decir, en el momento en que el lenguaje, más allá del enunciado objetivo, se vuelve profundo, se asocia al canto, porque con ayuda ·del canto se puede expresar mejor lo que se sale de lo puramente informativo. Esto es difícil de en- 20 1 MÚSICA Y F�RMACIÓN MUSICAL ' tender para nosotros pqrque en nuestra comprensión actual de la música ya no1está implícito. Por medio de so nidos, melodías, armoní�s se puede, por tanto, intensifi car la palabra hablada, el sentido de la palabra, lo que permite una comprensiqn que abarca algo más que lo puramente lógico. . 1. . . . . El efecto ·de la músi�a, sin embargo, no se limitaba a un refuerzo y a una prdfundización de la expresión ha blada, la música encontrcil pronto su propia estética (cuya conexión con el lenguaje se mantenía reconocible) y una gran cantidad de medios de expresión particulares: rit mo, melodía, armonía, entre otros. Así surgió un vocabu lario que confirió a la m(isica un enorme poder sobre el cuerpo y el espíritu del h!ombre. Cuando se observa al personas que escuchan música 1 . . 1 • � ·1 d se as ve en mov1m1ento; permanecer mmov1 sen ta o re- quiere un esfuerzo de concentración resistente. Ese mo vimiento puede elevarse;hasta el éxtasis. Pero incluso en un sencillo tránsito entr� disonancia y resolución se pro ducen tensión y distensiqn. También en lo melódico ocu rre algo semejante: toda secuencia melódica obedece a ciertas leyes, y cuando �a melodía corresponde a esas leyes se sabe después de cuatro o cinco sonidos cuáles tendrían que ser el sexto y el séptimo y esa sucesión, esa preescucha, causa una relajación corporal. Cuando el compositor quiere poner en tensión al oyente, frustra esa expectativa, lo lleva melódicamen;:e a la confusión para, en otro lugar, volver a relajarlo. Este es un proceso ex traordinariamente complejo que ha sido empleado por los compositores durante muchos siglos a lo largo de la historia de la música en Occidente. Cuando estamos sen- 21 ASPECTOS F UNDAMENTALES DE LA MÚSICA ' tados en un concierto y escuchamos con verdadera in tensidad-siempre y cuando la música se esté tocando bien e intensamente-, entonces sentimos la tensión y la distensión, las modificaciones que se producen en nues tra circulación sanguínea, en nuestra «audición musical corporal». Lo mismo vale p:ara la representación de los sentimientos, desde los tranquilos, de naturaleza positi vamente serena o dolorosa, hasta los que provocan la ex citación de la alegría más ve�emente, el furor o la ira; to dos ellos quedan expresados en la música de tal manera que provocan en el oyente agitación y sensaciones cor porales . A esas transformaciones del hombre por medio d.e la música hay que incluir por supuesto las que conciernen a lo espiritual. En e!ste aspecto la música tiene también una función moral � durante siglos ha sido ca paz de influir profundamente en el hombre y de trans formarlo. Sobra decir que la música no es intemporal, sino que está sujeta a su época y, como todas las expresiones cul turales del hombre, le es necesaria para vivir. Durante mil años, en la música occidental, la vida y la música han ca minado de la mano, es decir, la música era un componen te esencial de la vida-la música propia de cada época-. En el momento en que esa urüdad dejó de existir se tuvo que encontrar una manera nueva de entender la música Si pensamos .en la música actual, observamos enseguid� que está dividida: diferencianios entre «música popular» «�úsica l�gera» y «música setia» (un concepto que, par� m1, no existe) . Dentro de cac:I;a una de estas categorías se pueden encontrar aún elementos de unidad, pero la uni dad entre música y vida com� un todo se ha perdido. 1 22 ¡ \ ¡ MÚSICA Y FORMACIÓN MUSICAL En la música popular podemos ver todavía cierta uni dad con la cultura del pueblo en cuestión; pero como ya sólo qu�dan enclaves, la música es en realidad parte de los usos y costumbres. (Lo que también es una decaden cia cultural, pues los usos y las costumbres no deberían ser algo que necesita ser «cultivado», sino algo que per tenece a la vida. En el momento en que lo designamos como «USOS y costumbres», ya se ha convertido en un ob jeto de museo. ) En la música ligera, en cambio, encontra mos todavía vestigios de la vieja función de la música. Así por ejemplo, resulta fácil dereconocer la influencia corpo ral sobre el oyente. Me parece que vale la pena refle xionar sobre por qué existe una mfü;ica ligera actual que desempeña un papel del todo necesario en la vida cultu ral, mientras que no hay una «música seria» actual que desempeñe algún papel en esa vida cultural. En la música ligera se conservan muchos aspectos de la antigua forma de entender la música: por ejemplo, la unidad entre poesía y canto que en los orígenes de la mú sica había sido tan importante, la unidad entre el oyente y el intérprete, la unidad entre la música y su época; la música ligera no puede tener más que cinco o diez años, es decir, forma parte del presente . Quizá podamos, por medio de la música ligera, entender mejor lo quela mú sica era antes en la vida, pues en su ámbito, por otra par te muy estrecho, la música ligera es hoy un componente fundamental de la vida. Y ahora . llegamos a nuestro desconsolado pariente pobre, la «música seria», que también hemos dividido ya en «moderna» y «clásica». La música moderna, «cultiva da» desde hace alrededor de mil años por músicos im- 23 "i' !� !11 !-ji 1,,, i' ¡ii :ii ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA portantes y eminentes, existe sólo para un diminuto cír culo de viajeros interesados que en todas partes son siem pre los mismos. Y no lo digo con ironía, sino que más bien lo observo como síntoma de un derrumbamiento que no resulta fácil de entender ni de explicar. Pues si la música se aleja de su público, no es por culpa de la músi ca ni por culpa, del público. En cualquier caso .no es por el arte en general ni por la música, sino por la situación espiritual de la época. Ahí habría que cambiar algo: pues to que la música es necesariamente un reflejo del presen te, si se quisiera cambiar la música, habría que cambiar primero el presente. No es una crisis de la música sino' ' que la música refleja una crisis de su tiempo. Así pues, se- ría tan absurdo querer modificar la música como si un médico tratara los síntomas en lugar de la enfermedad. No se puede, «curar» la música contemporánea por me dio de «medidas político-culturales» como, por ejemplo, fomentando tendencias «más moderadas»-quien crea que eso sería p:osible, no comprende la función de la mú sica en la vida del hombre-. Un compositor auténtico escribe, tanto si quiere como sino, según se lo exige la si tuación espiritual de su época-si no, sería un parodista que produce imitaciones a pedido. Entonces, ¿qué hemos hecho? Nos hemos «salvado»; en el momento en que la unidad entre la creación cultu ral del p resente y la vida ha desaparecido, hemos inten tado huir hacia el pasado. El llamado «hombre de cultu ra» intenta salvar en su presente la parte de la herencia cultural, de la herencia musical de los últimos mil años ' que ahora puede ver con perspectiva por primera vez porque ya no hay un presente vivo. Y esto lo hace apar- ·J: . ,,r '!'I"'. 1 ; E 1 , MÚSICA Y FORMACION MUSICAL tando de la totalidad uno¡o dos componentes que par,a él tienen validez, componentes que él cree comprender. Esta es, pues, la forma en la q�e hoy se hace y se oy: l� músic�: separamos del conjunto de la música de los últimos mil años los componentes es�éticos y disfrutamos. Tomamos sencillamente la parte que hál.aga el oído, lo que es «be llo», y no nos damós cuenJt:a de que así estamos degradan do por completo la músiCa. No nos interesa en absoluto saber que al buscar la belleza, que en el conjunto de una obra quizás ocupe sólo un lugar modesto, estamos, �es oyendo sin más los contenidos esenciales de esa mus1ca. Con esto llego a la siguiente cuestión: ¿qué lugar de bería tener la músiea en nuestro tiempo?, ¿es posible una transformación?, ¿tiene sentido intentar cambiar algo?, ¿es erróneo el lugar que concedemos ac::tualmente a la mú sica en nuestra vida? En mi opinión, la situación es gra ve y, si no conseguimos' restablecer u�a unidad, e.ntre nuestra escucha musical, n-qestra necesidad de mus1ca Y nuestra vida musical-ya sea porque la demanda Y la oferta en la música contci:mporánea vuelvan a encontrar el equilibrio, o porque d�scubramos una nueva forma de comprenderla música clásica, la música antigua-, el fin está a la vista. Entonces no seremos más que los con servadores de un museo ,y no haremos más que mostrar lo que hubo en otros tieuipos; no sé si habrá muchos mú- sicos que estén interesadps en ello. , . Nos ocuparemos ah9ra del pap, el. del 1:1�s1c o. 1:'-n. la Edad Media, la separación entre mus1co teonco, mus1co práctico y músico «completo» era muy clara. El. :eórico era aquel que tenía conoCimientos sobre la creac10n mu sical, pero que no la ejecutaba de modo práctico. No sa- l 25 :� ASPECTOS F UNDAMENTALES DE LA MÚSICA 1 bía tocarla, ni componerlk, pero comprendía su consti tución y su estructura teóiica-y gozaba .de una alta con sideración por parte de sus contemporáneos, pues la teoría de la música se concebía como una disciplina científica independiente para la cual la música real tocada carecía prácticamente de importancia-·. (Hoy día ocasionalc mente encontramos una concepción parecida entre algu nos musicólogos.) El prác{ico, por el contrario, no tenía ningún conocimiento de l� teoría musical, pero tenía la capacidad de ejecutar la mósica. Su comprensión de la mú sica era de tipo instintivo; aunque no podía explicar nada teóricamente y no tbnía noción de las relaciones históricas, era capaz, sin embargo, de hacer la música que se necesitaba en cualquier momento. Para ilustrarlo, un ejemplo del lenguaje: el lingüista tiene conocimiento y una concepción de la con�trucción y la historia del len guaje; el hombre de la call�.contemporáneo no tiene idea de todo eso, pero puede hablar esa lengua de forma correcta y convincente porque es la lengua de su época. Ésta es la situación del instrumentista o del cantante du rante mil años de historia: occidental; él no sabe, pero puede; y comprende sin sa,ber. También existía el «músico completo», que era tanto teórico como práctico. Ést� conocía y comprendía la teo ría, pero no la veía como upa cuestión aislada, lejana a la práctica y autosufi.ciente, podía componer y hacer músi ca, ya que conocía y entendía todas las conexiones. Estaba mejor considerado que el teórico y que el práctico, pues dominaba todas las formas de la ejecución y del saber. ¿Y qué ocurre hoy en día? El compositor actual qui zá es también un músico en este sentido que hemos men- MÚSICA Y FORMACIÓN MUSICAL donado en último lugar. Posee el saber teórico, conoce la posibilidades prácticas, pero lo que le falta es el con tacto vivo con el oyente, con los hombres que necesitan a toda costa de su música. Es evidente que falta realmente la necesidad vital de música totalmente nueva, hecha pre cisamente para cubrir esa necesidad. El práctico, el mú sico ejecutante, es en principio tan desconocedor como lo era hace siglos. A él le interesan sobre todo la ejecu ción, la perfección técnica, el aplauso inmediato o el éxito. Él no crea la música, sólo la toca. Pero como la unidad entre su tiempo presente y la música que él interpreta ya no existe, le falta la comprensión natural sobre esa músi ca que desde luego tenían los músicos prácticos de tiem pos pasados, pues sólo tocaban música de sus contem poráneos . Nuestra vida musical se encuentra en una situación pésima: en todas partes hay teatros de ópera, orquestas sinfónicas, salas de conciert9s; una oferta rica para el pú blico. Pero allí tocamos música que no entendemos en absoluto , destinada a hombres de otros tiempos; y lo más curioso de esta situación es que no tenemos ni idea del problema, porque creemos que no hay nada que en tender, que la música se dirige directamente al corazón. Todo músico aspira a la belleza y a la emoción, eso es lo natural para él, constituye la base de su capacidad ex presiva. EL conocimiento que sería necesario, precisa mente porque ya no existe la unidad entre la música y la época, no le interesa de ninguna manera; no puede inte resarle, porque no es consciente de la carencia de ese sa ber. El resultado: él reproduce sólo el componente pura mente estético y emocional de la música, el resto del 27 1 ! ¡ ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA contenido es ignorado. Esta situación aún se consolida más con la imagen del artista construida en el siglo XIX; el romanticismo del siglo XIX hizo del artista poco a poco una especie de superhombre que con ayuda de la intui ción es capaz- de adquirir una inteligencia de las cosas más allá de la de los hombres «normales». Se convierte realmente en una especie de «semidiós», y él mismo se siente también así y se deja adorar en consecuencia. Este «semidiós» esen el romanticismo una aparición prodi giosa; pensemos en la situación de Berlioz, Liszt o Wag ner: encaja perfectamente en esta época. Es cierto que se besaba el dobladillo de la bata de noche de Wagner, es lo más normal para su época. Pero la imagen del artista que se forjó en aquella época decadente se ha conservado, petrificada podríamos decir, como tantas otras cosas de aquel tiempo. Y ahora la pregunta: ¿cómo debería ser en realidad el artista? La respuesta dependerá forzosamente de la for ma en que debería entenderse la música en la actualidad. Si el músico tiene verdaderamente la tarea de reproducir la herencia musical completa-en tanto que sea intere sante para nosotros-, y no sólo sus aspectos estéticos y técnicos, entonces tendrá que adquirir los conocimien tos necesarios para ello. Ante eso no hay escapatoria po sible. La música del pasado-porque la historia ha se guido su curso, por su alejamiento del presente, por la separación de su ,época-se ha convertido en su totali dad en una lengua extranjera. Algunos aspectos pueden tener una validez general o ser intemporales, pero el mensaje como tal está ligado a la época y sólo se puede recuperar si se traslada a la época actual en una especie , 1 , MUSICA Y FORMACION MUSICAL de traducción. Es decir:. para que la música de épocas pasadas sea actual en u� sentido profundo y amplio, y pueda ofrecernos todo su! mensaje-o al menos más de lo que suele ofrecernos hoy día-, tendremos que com prender esa música a partir de sus propias leyes. Tene mos que saber qué es lo que la música quiere decir, para saber qué es lo que nos<¡>trds queremos decir con ella. Por tanto, a lo puramente emocional, a la intuición, hay que añadir ahora tambié:i¡i el saber. Sin ese saber históri co no se puede reproduci� de manera adecuada la música histórica, la que llamamqs nuestra «música seria». En cuanto a la formadión del músico, antes ésta tenía lugar de tal modo que la �ducación de los aprendices de pendía del grado de m�estría del que le enseñaba; es decir, la relación entre maestro y alumno, habitual en los oficios artesanos durante:muchos siglos, también se daba en la música. Uno se dirigía a un maestro determinado para aprender de él «el ofici.o», su forma de hacer músi ca. Se trataba en primer lugar de la técnica musical: la composición y la ejecución instrumental, pero también, en relación con ellas, la retórica, para poder hacer que la música fuera elocuente. Una y otra vez, en particular en el barroco; desde 1 6 0 0 aproximadamente hasta las últi mas décadas del siglo xvrn, se repetía que la música es un lenguaje de sonidos, quera música gira en torno a un diá logo, a un conflicto drarriático. El maestro, pues, enseña al alumno su arte y todo& los aspectos de dicho arte. No sólo le enseña a tocar u� instrumento o a cantar, sino también a ofrecer la música. En esta relación natural no había problemas, la evolución de los estilos se efectuaba progresivamente de generación en generación, de tal ma- 1 \. i ! ASPECTOS FUNDAMENTALE S DE LA MÚSICA nera que no había que volver a aprender nada de nuevo, 1 pues se trataba más bien de una transformación y de un crecimiento orgánicos. ¡ En este desarrollo hay algunas rupturas interesantes que cuestionan y modifican la relación entre maestro y alumno. Una de estas rupturas fue la Revolución france sa. En el gran giro que ésta provocó, se puede observar. cómo toda la formación i;nUsical y también la vida musi cal adquirieron una función fundamentalmente nueva. La relación maestro-alunrno fue sustituida por un siste. ma, por una institución: 'el conservatorio. El sistema de ese conservatorio se podría calificar como educación musical política. La Revolución francesa tenía a casi to dos los músicos de su pdrte, y se era consciente de que con ayuda del arte, y muy en especial de la música que no trabaja con palabras sin� con «venenos» de misteriosos efectos, se podía influir en los hombres. La utilización política del arte para ado:ctrinar a los ciudadanos o a los súbditos, de forma más o menos evidente, ya se conocía desde antiguo, pero nunca antes se había hecho un uso de la música de forma ta� planificada. El método francés, concebido para conseguir una uni ficación del estilo musical.hasta los más mínimos detalles, consistía en integrar la música en la concepción política global. El principio teórico es el siguiente: la música ha de ser tan sencilla como para! que cualquiera la pueda enten der (si bien el término «entender» no es exactamente el apropiado) , ha de conmover, excitar; adormecer . . . a cual quiera, sea una persona cultivada o no; ha de ser un «len guaje» que todo el mundo entienda sin tener que apren derlo. 30 MÚSICA Y FORMACIÓN MUSICAL Estas exigencias eran sólo necesarias y posibles por que la música de la época anterior se dirigía en primer lugar a los «cultivados», o sea a personas que habían aprendido el lenguaje de la música. La formación musi cal en Occidente ha sido desde siempre parte esencial de la educación. Luego, si se suspende la educación musical tradicional, deja de existir la comunidad elitista de mú sicos y oyentes cultivados. Si la música ha de dirigirse a todo el mundo, si el oyente ni siquiera necesita entender algo de música, habrá que eliminar de la música todo discurso-que exige ser comprendido-; el compositor tiene que escribir una música que se dirija directamente y de la manera más sencilla e inmediata al sentimiento. (Los filósofos dirán en este contexto : si el arte sólo es agradable es que sólo es bueno para los ignorantes . ) Bajo estos supuestos, Cherubini abolió la vieja rela ción maestro-alumno en el conservatorio. Encargó a las grandes autoridades musiq.les de la época que escribie ran obras para la enseñanza que debían llevar a la músi ca el nuevo ideal de la egalz"té (igualdad) . Con esta con cepción escribió Baillot su método de violín y Kreutzer sus estudios. Los pedagogos musicales más importantes de Francia tuvieron que someter las nuevas ideas de la música a un sistema rígido. Desde el punto de vista técni co, se trataba de sustituir lo retórico por lo pictórico. Así se desarrolló el sostenuto, la gran línea, el moderno legato. Por supuesto existía ya antes la gran línea melódica, pero siempre estaba constituida, lo que se apreciaba en la audi ción, por pequeños elementos. Esta revolución en la for mación de los músicos se llevó a cabo de un modo tan ra dical que en pocas décadas se educaba a los músicos de 3 1 ASPECTOS FUNDAMENTALES D E LA MÚSICA toda Europa según el sistema del conservatorio. Lo que a mí me parece verdaderamente grotesco es que ese sistema sea todavía hoy la base de nuestra educación musical ( ! ) . Todo lo que antes era importante fue así aniquilado. Resulta interesante que uno de los primeros grandes admiradores de la nueva forma de hacer música fuera Ri chard Wagner. Cuando dirigió la orquesta del Conserva toire observó entusiasmado cómo los arcos arríba y abajo de los violines se sucedían sin costuras, cómo podían ex tender ampliamente las melodías, y afirmó que desde en tonces se podría pintar con la música. Más tarde explicó repetidas veces que nunca había conseguido con orques tas alemanas un legato semejante. Pienso que ese método es óptimo para la música de Wagner, pero verdaderamen te fatal para la música de Mozart. Bien mirado, el músico actual recibe una formación donde el maestro compren de tan poco el método como él mismo. Aprende los sis temas de Baillot y Kreutzer, que fueron desarrollados para los músicos por sus contemporáneos, y los aplica a la música de épocas y estilos completamente diferentes . Todos los fundamentos teóricos que hace ciento ochenta años eran del todo razonables se aceptan todavía en la educación musical actual, evidentemente sin ponerlos en cuestión, aunque no se entiendan. Hoy, cuando la música actual es la música histórica(nos guste o no), la formación de los músicos tendría que ser completamente diferente y debería basarse en otros principios. A la larga, la educación musical no se puede limitar a enseñar en qué parte del instrumento uno ha de colocar los dedos para conseguir un determinado sonido y a obtener cierta agilidad. Una formación de marcada 3 2 MÚSICA Y FORMACIÓN MUSICAL i tendencia técnic� no prod¡uce músicos sino acróbat�s ;ra cíos. Brahms dijo una ve� que para ser un buen m�s1co había que emplear tanto t�empo leyendo como practican do al piano. Con eso en rttalidad está todo dicho. Puesto que nosotros tocamos la f11úsica de más o menos cuatro siglos, tenemos que estu�iar, a diferencia de los músicos de tiempos anteriores, las condiciones más adecuadas para la interpretación de jcada tipo de música. Un violi nista con la técnica Kreu:tzer/Paganini más perfecta no ha de creer que con ella �a está bien preparado para en frentarse a Bach o a Mozart. Para ello tendría que esfor zarse en comprender y aplrender las condiciones técnicas y el sentido de la música �<elocuente» del siglo xvm. Se trata aquí sólo de 1 una parte del problema, pues también el oyente debería: ser guiado hacia una compren sión mucho más amplia. �or el momento, el oyente toda vía sufre, sin saberlo, la infantilización provocada por la Revolución francesa. La bellieza y el sentimiento son para él, como para la mayoría ! de los músicos, los únicos ele mentos a los que se redu�e la experiencia y la compren sión de la música. ¿En qué consiste la formación del oyente? En la enseñanza �e la música que recibe en la es cuela y en los conciertos ?- los que asiste. Incluso alguien que no haya tenido educajción musical en la escuela y que no va nunca a conciertos¡ recibe también una formación musical, pues no hay probablemente nadie en el mundo occidental que no oiga l� radio. Los sonidos que desde ésta le llegan chisporrot�ando diariamente al oyente lo forman musicalmente al impregnarle, sin que él mismo se dé cuenta, el valor y el significado-sea positivo o negati vo-de la música. ' 3 3 ,,. .. i ASPECTOS FUNDA¡MENTALES DE LA MÚSICA Todavía una cuestión, desde el punto de vista del pú blico: ¿a qué conciertos acudimos? Pues sólo a aquéllos en los que se toca música que conocemos. Éste es un he cho que cualquiera que prganice conciertos puede cons tatar. Allí donde el programa tenga alguna importancia, el oyente querrá oír sólo1lo que ya conoce. Esto tiene que ver con nuestras costumbres auditivas. Si el desarrollo de una obra musical, en c�anto al efecto que ha de producir en el oyente, está concebido de tal manera que el hombre en toda su persona sea g�iado e incluso a menudo arras trado literalmente por ella, esto presupone que no conoce mos la obra, que la oím0s por primera vez. Entonces el compositor, en lugar de satisfacer nuestras expectati vas, puede crear un choque repentino, comenzando, por ejemplo, una cadencia normal y llevándola hacía una ca dencia rota; una cadencia rota que uno ya conoce no rom pe nada, deja de ser una .cadencia rota. Hay infinitas po sibilidades de ese tipo y· nuestra música está construida de tal manera que guíe ai oyente por medio de sorpresas y choques hacia la comprensión y la experiencia que co rresponden a la idea de la obra. Pero actualmente las sor presas y los choques hanj sido excluidos: cuando hoy es cuchamos una sinfonía �lásica que contiene cientos de esos choques, ya nos incifoamos un par de compases an tes del lugar en cuestióni para escuchar «cómo será esta vez». Y por eso, esa múska-considerándola .de manera rigurosa-no debería ser interpretada en absoluto si ya es tan conocida que no ppdemos ni sorprendernos ni es pantarnos, ni maravíllarrios-a no ser, quizá, por el cómo de la interpretación-. I?ara nosotros una sensación no puede estar nunca su:fici�ntemente gastada, pues al fin y 1 3 4 r 1 MÚSICA Y FORMACIÓN MUSICAL . al cabo no queremos ser impresionados o sorprendidos, sino que más bien lo único que queremos es disfrutar y saber: ¿cómo tocarán esto? Un «pasa:je bonito» ya cono cido puede ser aún más bonito, o un fragmento alargado puede resultar todavía más largo o quizá todo lo contra rio. En estas pequeñas comparaciones entre posibilidades diferentes se agota nuestra escucha musical, con lo que hemos alcanzado un ridículo estadio primitivo de recep ción. Sólo de ahí, del hecho de que mientras nosotros as piramos a oír con frecuencia una obra que nos gusta mientras los hombres de antes no tenían esa aspiración, ya podemos discernir la diferencia fundamental entre los hábitos de escucha de ayer y hoy. Estoy seguro de que no existe en la actualidad nadie que no quiera volver a es .cuchar las obras que ya conoce y en lugar de ellas prefie ra escuchar sólo obras nuevas . Somos como niños que quieren volver a oír una y otra vez el mismo cuento por que nos acordamos de determinadas bellezas que expe rimentamos en la primera escucha. Si no conseguimos volver a. interesarnos por aquello que no conocemos-sea viejo o nuevo-, volver a en contrar el sentido del efecto que ejerce la música-un efecto sobre nuestro espíritu y sobre nuestro cuerpo-, entonces hacer música carecerá por completo de senti do. Entonces habrá sido también un esfuerzo vano el de los grandes compositores al llenar sus obras con mensa jes que hoy no nos llegan, que no comprendemos en ab soluto. Si en sus obras sólo hubieran querido expresar la belleza, que hoy es lo único que significa algo para nos otros, bien se podrían haber ahorrado mucho tiempo, esfuerzo y penalidades. 3 5 íf{}�f' , . l !li 1 ' '11 i t ' ¡¡ , � 1 t � 1: � 1 1 l 1 1 ' ' I 1 ' 1 , 1 , . i' i ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA La maestría técnica de la música por sí sola no es su ficiente. Creo que sólo cuando consigamos volver a en señar al músico el lenguaje, o mejor dicho los muchos lenguajes de los muchos estilos musicales y, en igual me dida, la formación del oyente alcance la comprensl.ón de ese lenguaje, llegará el día en que esa forma esteticista y embrutecida de hacer música dejará de ser aceptada, así como la monotonía de los programas de conciertos . (¿Son esas pocas piezas, siempre las mismas, que se to can desde Tokio hasta Moscú y París, verdaderamente la esencia de la música occidental?) Y como consecuencia lógica de todo ello desapa�ecerá la división entre música «ligeta» y música «seria», y finalmente también la ruptu ra erttre la música y su época, y la vida cultural se volverá a fusionar en una unidad. Ésta debería ser la finalidad de la educación musical en nuestro tiempo. Puesto que ya existen las institucio nes para ello, no debería ser difícil cambiar sus objeti vos, infiltrarlos , darles nuevos contenidos . Lo que la Re volución francesa con su programa de conservatorio llevó a cabo-una transformación total de la vida musi cal-, lo tendría que lograr también nuestra época ac tual, siempre y cuando hubiera una conciencia de la ne cesidad de esa transformación. r:roblemas de notact'ón Una y otra vez se le presenta al músico la cuestión de cómo fija el compositor sus ideas y deseos para intentar así transmitirlos a sus contemporáneos .y a la posteridad. PROBLEMÁS DE NOTACIÓN ; Constantemente observai:n.os los límites de estos esfuer- zos, vemos los intentos d� diversos compositores de sor tear la ambigüedad med�ahte indicaciones más o menos precisas. Se establece así para cada compositor una es pecie de notación perso111al que hoy sólo podemos desci frar si la estudiamos en ; su contexto histórico. Por su puesto resulta fatal el ertor, todavía muy extendido, de creer que los signos de l�s notas, las expresiones de ca rácter y tempo, así como �as indicáciones dinámicas, han tenido siempre el mismÓ significado que en la actuali dad. Esta opinión errónea se basa en el hecho de que des de hace siglos al escribir �a música se emplean los .mismossignos gráficos, pero no �e tiene en cuenta que la nota ción musical no es un méfodo intemporal y supranacional para escribir música, váÜdo para varios siglos de forma invariable; con las transfhrmaciones estilísticas de la mú sica, de las ideas de los cornpositores y de los músicos in térpretes, se transforma farn.bién el significado de los di ferentes signos de notac�ón. Dicho significado 'se puede estudiar en parte en las obras didácticas, en párte hay que inferirlo del contexto mufical y :filológico, lo que también comporta siempre el peligro de cometer errores. La nota ción es, por tanto, un sistema extremadamente complejo de escritura codificada. Cualquiera que haya intentado alguna vez representar en notas una idea musical o una estructura rítmica sabe que eso es algo relativamente fá cil. Pero cuando a continuación se le pide a un músico que toque lo escrito, entqnces uno se da cuenta de que no está tocando en absolutá lo que uno había pensado. Tenemos, pues, una notación que nos tiene que dar una información tanto de los sonidos individuales como 3 7 ( ( e e r' \ \ ... . I[ _ ' ASPECTOS FUNDAM1ENTALES DE LA MÚSICA del desarrollo de las piezas musicales. Para cadá músico, sin embargo, debería estar claro que esa notación es muy inexacta, que precisamente las cosas que nos dice no nos las indica con exactitud: no nos da información de la lon gitud de un sonido, o de su altura, y tampoco nos da in formación del tempo, porque los criterios técnicos que serían necesarios para ello no pueden ser transmitidos por la notación. La duradión de una nota sólo se podría 1 indicar con exactitud con' una unidad de tiempo; la altu- ra de los sonidos sólo poqría representarse propiamente con frecuencias de vibración; un tempo constante se po dría tal vez indicar con el metrónomo-pero el tempo constante no existe. j � . . ¿No es muy sorprendente que mus1cas en esencia y estilo tan diferentes como, por ejemplo, una escena de ópera de Monteverdi o una sinfonía de Gustav Mahler se escriban con los mismos 'signos de notación? Si uno es consciente de las. diferencias extremas que existen entre los diversos tipos de mús�ca, tiene que parecer realmen te extraño que para la música de cada época, de cada es tilo, por muy diferentes qt!ie sean, se empleen desde 1 500 más o menos los mismos signos. A pesar de esa igualdad de los signos gráficos existen dos principios fundament�lmente diferentes para su uti- lización: ! i. Es la obra, la compo�ición misma la que se escribe; su reproducción en detalle no es reconocible a partir de la notación. : 2. Es la ejecución la que �e escribe; de esta manera, la no tación es algo así como una serie de instrucciones para tocar; no muestra (como en el primer caso) la forma y la PROBLEMAS D E NOTACIÓN estructura de la composición cuya reproducción habría que deducir a partir de otras informaciones, sino que in tenta indicar con la mayor exactitud posible la repro ducción misma: así hay que tocar aquí. La obra toma for ma por sí misma en el momento de la ejecución. En general, la música se ha anotado hasta aproxi madamente 1 800 según el principio de obra , después como indicaciones para la ejecución . Con todo, existen numerosas interferencias: así, por ejemplo, las tablatu ras (notaciones de la posición de los dedos) para ciertos instrumentos son ya en los siglos xvr y xvn puras indi caciones para la ejecución-y por tanto no representan gráficamente la obra-. Estas tablaturas muestran con exactitud dónde debe colocar los dedos el instrumen tista, cuándo ha de pulsar una cuerda (por ejemplo en el laúd) ; la música prevista surge entonces en la realiza ción sonora. Al mirar una tablatura; uno no se puede imaginar sonidos, sólo pu�de ver las posiciones-éste es un caso extremo de notación del tipo indicaciones para la ejecución-. En composiciones posteriores a l 8 o o escritas , igualmente en el sentido de indicaciones para tocar, con la notación convencional (por ejemplo en obras de Berlioz o Richard Strauss y otros muchos) , está indicado con la mayor precisión posible cómo debe sonar lo escrito; sólo cuando se tocan con exacti tud esas l)Otas, cuando se cumplen todas las instruccio nes, surge la música. Si, por el contrario, queremos tocar música escrita según la notación de la obra, es decir música anterior al límite antes mencionado (hacia 1 800) , nos faltan unas «instrucciones de uso» exactas. Hemos de recurrir para 3 9 i I · ASPECTOS FUNDAMENTALES DE LA MÚSICA ello a otras fuentes. Todo esto supone, claro está, un gran problema pedagógico, pues en general uno aprende en primer lugar la escritura de las notas y más tarde a dar forma a la música; la notación se presupone tácitamente como algo válido para todo tipo de música, y nadie le dice al estudiante que la música anterior a esa frontera de la notación tiene que leerse de una forma diferente a la de después. Quienes enseñan, así como los estudiantes, son muy poco conscientes de que en un caso se hallan sólo ante unas indicaciones para tocar, mientras que en el otro caso ante una composición, ante una obra anota da en una forma fundamentalmente diferente. Estas dos posibilidades de lectura de una y la misma notación-no tación de la obra e instrucciones para la ejecución deb ei-ían ser explicadas a todo estudiante desde el prin cipio en sus clases de teoría, de instrumento y de canto. Si no, el estudiante tocará o cantará en ambos casos «lo que pone» (fórmula esta muy frecuente entre maestros de música) , y no podrá hacer justicia en absoluto a la no tación de obra si no se ha enfrentado previamente a ella. Quizá se pueda explicar todo esto más fácilmente con el concepto de ortografía. Existe una ortografía mu sical proveniente de los tratados de música, de teoría y de armonía. De esta ortografía musical resultan particu laridades de la notación, como por ejemplo el hecho de que retardos, trinos y apoyaturas a menudo no se escri ban, lo que con frecuencia resulta bastante confuso si uno cree tener que tocar lo que está escrito. O el hecho de que la ornamentación no esté fijada: si se escribiese, se excluiría la fantasía creadora del músico y ésta es pre cisamente requerida para la ornamentación libre. (Un 40 1 PROBLEM1S D E NOTACIÓN 1 • buen «intérprete de adagios» en los siglos XVII y xvrn es un músico que, improvis�ndo libremente, ejecuta aque lla ornamentación que c<j>rresponde a la expresión de la obra y la refuerza.) i Así pues, cuando estoy afite una pieza musical, inten to en primer lugar ver la ¿bra y determinar cómo hay que leerla, qué significaban esas notas para el músico de en tonces. La notación de aquel tiempo, en- la que no se re presentaba la manera de !tocar sino la propia obra, exige de nosotros el mismo conocimiento de la lectura que exi gía de los músicos para quienes la obra fue escrita. Tomemos un ejemplo ¡que será evidente para cualquier músico actual: la música qe baile vienesa del siglo XIX, una polca o un vals de Johanri Strauss. El compositor intenta ba aquí reflejar en la notafión lo que en su opinión era ne cesario para los músicos- He la orquesta sentados delante de él; ellos ya sabían exactamente lo que era un vals o una polca y cómo había que toc;arlos. Si se da esta música a una orquesta que no pose¡e este conocimiento, que no co noce estas danzas, y los m¡úsicos tocan exactamente lo que pone en la partitura, el rerulta�o será u?� música �o.mpletamente diferente. No es posible escribir esa mus1ca de baile exactamente como ha de ser tocada. A menudo una nota ha de entrar un poco antes o un poco después, o ha de ser más corta o más larga que lo que está escrito, etc. Así, esa música se podría:tocar exactamente-con exacti tud metronómica-. -, per¡o el resultado no tendría nada que ver con la obra que quería el compositor. Si la comprensión correcta de la notación musical ya es problemática hasta ese gradocon música de J ohann Strauss, a pesar de que �quí nunca se produjo una rup- 41 \ 1 ASPECTOS FUNDAMENTALES D E LA MÚSICA ! tura de la tradición, cuábto más problemática no será en el caso de una música cuya tradición se ha interrumpido por completo hasta el punto de no saber cómo se tocaba realmente esa música en tiempos del compositor. Supon gamos que la música de Strauss dejara de tocarse por completo durante cien apos y al cabo de ese tiempo fue se «redescubierta» y nu�vamente interpretada. ¡ Apenas se atreve uno a imagina� cómo sonaría ! Algo semejante, me parece a mí, sucede con los grandes compositores de los siglos xvn y xvm, con cuya música no hemos mante nido una relación constante porque sus obras dejaron de interpretarse durante siglos . No existe nadie que pueda decir a ciencia cierta cómo hay que leer esa música, cómo hay que proceder en detalle para tocarla. Claro está que en las .fuentes se encuentra mucha in formación al respecto, pho al final cada uno lee en ellas lo que se imagina. Cuando, por ejemplo, en las fuentes se dice que cada nota se ha de tocar la mitad de larga que el valor que está escrito, eso se puede entender literalmen te: cada nota se ha de mantener sólo en la mitad de su va lor. Pero también se podría entender de otra manera: hay, en efecto, una vieja regla que dice que hay que dejar sonar todo sonido hasta que se extinga. El sonido se ge nera y se extingue-com\o el sonido de una campana-, acaba «perdiéndose», n0 se puede oír su final preciso porque la ilusión, la fant'asía del oyente que prolonga la nota, es inseparable de la experiencia real del oyente. De esta manera, no es posible determinar la duración exac ta del sonido. Éste se pu�de considerar como nota man tenida en la totalidad dej su valor, o también como nota muy acortada, según si la: ilusión se tiene en cuenta o no. 42 PROBLEMAS DE N OTACIÓN Hay además algunos casos en los que, por razones técnicas o musicales, es imposible mantener el sonido al pie de la letra; tales situaciones muestran, al menos, que la notación y la práctica difieren a menudo en este pun to. Esto se ve con claridad en el caso de los acordes toca dos en instrumentos de cuerda (en los que, por razones técnicas , no se pueden mantener todas las notas) , o en el caso de un instrumento en el que no es posible sostener las notas en toda su duración (el piano, el clave u otros instrumentos de cuerda pulsada) . En un clave o en un laúd no se puede oír una nota larga mantenida, sólo se oye el ataque del sonido, que seguidamente se extingue; el resto lo añade la fantasía, el sonido real desaparece. Ese desaparecer no significa que el sonido deje de exis tir, sino que más bien el «oído interior» sigue escuchán dolo hasta que es relevado por la siguiente nota. Si esa nota · siguiera sonando con toda su fuerza, estorbaría la transparencia auditiva de la, composición y oscurecería, además, la entrada de la siguiente nota; esto se oye con frecuencia en conciertos de órgano (en el órgano sí que se puede mantener teóricamente cualquier sonido tanto tiempo como requiera su notación) . La realidad (un so nido mantenido) no es mejor que la fantasía (la ilusión de ese sonido), al contrario, en determinadas condicio nes puede cubrir y estorbar la comprensión del resto. Esto se puede percibir con toda claridad en aquellas fu gas del Arte de la fuga de Bach en las que hay una au mentación; la música se entiende mucho mejor cuando se tocaO: al clave que al órgano, a pesar de que en el ór gano se pueden mantener las notas. En el violín, por ejemplo, no es posible mantener las cuatro voces de un 43 •, , •I- � 1 ¡I � 11 1, ! 1 ! 1 1 ¡ , : ! 1 ¡ ASPECTOS FUNDAMENTALE S DE LA MÚSICA acorde de cuatro notas durante todo un compás, pues en el momento en que se llega a la cuerda mi, ya no queda nada de la .nota del bajo en la cuerda sol. No se pueden atacar, tal como están escritas, todas las notas del acorde simultáneamente, es decir, hay que considerar la nota ción, como se hace siempre, como una imagen ortográfica de la composición y la ejecución como una representa ción musical que ha de tener en cuenta las posibilidades técnicas y la capacidad perceptiva del oyente. Eso significa en este caso que las notas del acorde se tocarán sucesiva mente y no simultáneamente. Esto no sólo es válido para los instrumentos de cuerda con arco, sino también para el laúd y a veces para el clave y el piano, cuando el acor de sobrepasa la extensión que se puede abarcar con la mano, o cuando el clavecinista no tiene la intención de tocar todas las notas a la vez. No basta, pues, con apropiarse de las obras didácti cas históricas y decir: cada nota se tiene que tocar acor tando su valor, cada nota tiene su parte fuerte y su parte débil. Incluso si siguiéramos literalmente todas las reglas allí contenidas, gran parte de la música antigua podría sonar como una caricatura grotesca. Sonaría de una ma nera posiblemente más distorsionada que en el caso de un aficionado a la música que, por ignorancia, lo hiciese todo «mal». Las reglas de las viejas obras didácticas co mienzan a volverse interesantes para la práctica cuando las entendemos-o, al menos , cuando tienen un signifi cado para nosotros, tanto si las entendemos en su senti do original como si no. Vep con mucho escepticismo que hoy en día sea po sible una comprensión completa de la música. No hay 44 PROBLEMAS DE NOTACIÓN que perder de vista que todos los tratados didácticos de los siglos XVII y xvin fueron escritos para los con temporáneos del autor, t que ese autor podía presupo ner unos conocimientos! de los que no tenía necesidad alguna de hablar. No es a nosotros a quien iban dirigi das sus enseñanzas, sinp precisamente a sus contem poráneos. Así que todas esas valiosas informaciones no pueden adquirir para :1;1osotros todo su significado a no ser que también posea�os el mismo conocimiento bá sico sobrentendido. ¡ Lo ino escrito, lo presupuesto, será entonces probablement� más importante que lo escri to ! Por mi parte, piens� que es frecuente, y muy pro bable, que del estudio qe las fuentes surjan malenten didos y las numerosas colecciones de citas que se han publicado en los últimos años no deberían considerar se como pruebas de nada, pues con igual facilidad se podría «demostrar» toqo lo contrario con otras citas extraídas de su context� . );'"o quisiera ante todo adver tir de una sobrevaloración de nuestra comprensión histórica de la música. Sólo cuando descubramos ver daderamente el significado de los viejos preceptos y tratados será concluyente una interpretación musical según esas reglas. Las informaciones que tenemos proceden de una serie de tratados de los siglos XVII y XVIII . Si sólo leemos una de esas fuentes, por �ejemplo el método de flauta de 1 Quantz, creemos saber ya mucho sobre el tema. Pero a continuación estudiamos otra fuente y encontramos allí algo completamente dif�rente y no pocas veces lo con trario. Si se leen varios autores, observamos muchas 1 contradicciones en tema,s semejantesy, hasta que no he- 4 5 ( / - · - - -· -1 - 1 1 -· - 1 1 1 1 ASPECTOS FUNDAME NTALES DE LA MÚSICA mos comparado un grari. número de fuentes entre sí , no empezamos a comprender que se trata de contradiccio nes aparentes . Sólo entbnces es posible empezar a ad quirir una imagen más o menos clara y global de las · cosas . Si tomamos diferentes afirmaciones y las super ponemos, por decirlo así, se ponen de relieve las dife rentes tendencias a las ',que corresponden los diversos autores . La música y eL ejercicio de la música no eran entonces de ninguna manera algo uniforme. Un autor se habrá atenido a lo que sus padres dijeron o escribie ron, orientando su mirkda: más bien hacia el pasado. Otro describe los usos musicales en un determinado lu gar-o está entusiasmado con alguna corriente moder na-. Todo ello se distiO:guebastante bien comparando las fuentes. En principio, encontramos que una des cripción de la práctica general, del ejercicio corriente de la música, no figura en tales textos. Más bien se co difica algo sólo cuando amenaza con caer en el olvido; o también cuando un aficionado pretende preservar prácticas ya anticuadas, ' como se puede ver muy bien, por ejemplo , en la defensa de la viola de gamba de Le Blanc. Y después hay tarp.bién autores , claro, que quie ren introducir algo nuevo y que para ello se lanzan «a las barricadas», como por ejemplo Muffat, quien hacia :finales del siglo xvu quería dar a conocer el estilo fran cés moderno e introdu�irlo fuera de Francia. Muffat intentó resumir las peculiaridades esenciales de ese es-1 tilo, explicarlo a los músicos que no estaban familiari- zados con él en absoluto. Por otro lado, también hay que tomar en consideración dónde se sitúa desde el pun to de vista estilístico un� fuente: si, por ejemplo, uno PROBLEMAS DE NOTACIÓN toca una obra de 1 7 20 según directrices de 1 7 5 6, eso no tendrá mucho sentido . Todas estas cuestiones han de verse en su contexto y se han de valorar y juzgar de nue vo cada vez. El ejemplo de J ohann Strauss que he citado antes me parece tan útil porque su música, en mi opinión, se toca todavía correctamente en Viena, de una manera del todo primigenia y natural. Los m�sicos de más edad habían tenido en su juventud todavía contacto con gen te que había tocado bajo la dirección de Strauss y sus sucesores. Allí todavía se sabe sencillamente-sin dar muchas vueltas-cómo se han de repartir luz y sombra en la dinámica, dónde hay que tocar notas largas o cor tas, cómo obtiene esa música el impulso apropiado para bailar y dónde está la gracia de todo ello. En la música antigua nos faltan esos conocimientos-no exis te una tradición ininterrumpida-, sólo a partir de las descripciones podemos saq.r conclusiones para los tempi y para las :finezas no escritas de la ejecución musical. Sabemos demasiado poco,. al menos a partir de la sen sación corporal, sobre las viejas danzas, las cuales son muy instructivas para la determinación del tempo. Cuando se conocen las reglas de los pasos de danza, se pueden aplicar muy fácilmente a la música. Ahí tene mos por tanto cierta posibilidad palpable, perceptible corporalmente, de interpretar la notación. Puesto que las danzas siguen determinados ritmos y tempi, :fijados en una ocasión y conocidos por todos, que son relativa mente fáciles de reconstruir, habrá que verlas como la más importante fuente de información sobre la forma de tocar, el tempo y todo tipo de acentos . 47 ji !! . , 1 1 . :: ¡; : : � ' ' 1 ASPECTOS F UNDAMENTALES DE LA MÚSICA En el resto de la música, el ritmo fundamental, el tempo y la acentuación se han de inferir a partir de las in dicaciones de compás y del barrado de los compases. Las barras de compás, a principios del siglo xvn, sólo servían de orientación. Se colocaban «en algún lugar» (yo, en cualquier caso, aún no he conseguido encontrarles otra función) . No es hasta bien entrado el siglo xvn que se coloca la barra de compás «correctamente», según nues tra acepción; entonces nos da también información sobre la acentuación de la música. Gracias a ella la jerarquía que ya antes era evidente-de acentos, procedente del lenguaje, se convierte en un sistema visible. Esta jerar quía-como explicaré en detalle más adelante-es para la música de los siglos XVII y XVIII quizá lo más elemen tal e importante. Expresa algo muy natural, a saber (y lo diré de una forma muy simplificada) , que según el prin cipio de la acentuación en el lenguaje hablado a algo fuerte sigue algo débil, a algo pesado sigue algo ligero; esto se expres:¡trá también en la forma de tocar. Quizá por esa razón los instrumentos musicales, por ejemplo los de cuerda, están construidos de manera que la alter nancia entre fuerte y flojo, entre pesado y ligero, se pue da realizar fácilmente y con naturalidad. En el uso del arco barroco, en particular, el arco arriba es por sí mis mo algo más débil que el arco abajo. Por tanto los tiem pos «fuertes» (en 4/ 4, por ejemplo, el primero y el terce ro) se han de tocar en principio arco abajo. Para los instrumentos de viento existe todo un abanico de golpes de lengua con los que se expresa una variabilidad similar y, para los instrumentistas de tecla, hay unas digitaciones propias que provocan un efecto equivalente. PROBLEM4\.S DE NOTACIÓN Los instrumentistas\actuales opinan a menudo que los efectos deseados t�mbién se pueden obtener por otros medios; eso es ci�rto en muchos casos, no cabe duda de que también s� puede acentuar un arco arri ba, pero al revés es m�s natural. Yo pienso que tam bién hoy se debería intentar en primer lugar esa vía natural y, sólo cuando hay algo que no se puede ejecu tar de esa manera, recurrir a otras opciones. Esto se 1 puede observar muy bi�n en los tratados de violín de Leopold Mozart y de Oeminiani: el uno dice que todo acento se ha de interpr�tar arco abajo, el otro, afirma que también debería ser posible marcar el acento de otra manera. En la música de los siglos pasados hay leyes escritas y leyes no escritas cuyo conocimiento por parte de los mú sicos de entonces se dab� por sobrentendido y que noso tros tenemos que descubrir con esfuerzo. Una de esas leyes dice: una disonancia c;lebe ser acentuada y su reso lución, perdiéndose, de�e ir ligada a ella. Muchos músi cos-también entre aquellos que se dedican más a la mú sica antigua-descuidan esta importante y muy natural regla de acentuación e impiden de esa manera acentos atractivos que el compositor, precisamente mediante esas disonancias, había colocado allí, a menudo en con- 1 tra de las reglas habitua�es de acentuación; de este modo ocurre que ocasionalmente se acentúe el cuarto tiempo del compás, normalmente sin acento, y que se disuelva en la nada en el primei¡ tiempo, que en general habría sido acentuado. Esta importantísima perturbación resul ta hoy día lamentablem�nte equilibrada por la mayoría de los músicos. 49 \. \. ASPECTOS FUNDA�ENTALES DE LA MÚSICA Tomemos, como un ejemplo más de las diferentes acep ciones de la notación de �yer y de hoy, la manera en que se leían y escribían las notas punteadas en el siglo xvm y cómo se tocaban y se tbcan. La regla oficial moderna dice que el punto alarga !la nota en la mitad de su valor y que la siguiente nota corta posee exactamente el valor rítmico de ese puntillo de prolongación. No existen en nuestra notación métodos diferenciados para represen tar las infinitas posibilidades que hay de tocar ritmos punteados, desde valores de notas casi iguales hasta la marcada sobre puntuacipn; todos los ritmos punteados parecen iguales en el papel, al margen de lo que signifi quen. Sin embargo, está demostrado, y se desprende de gran cantidad de textos !. didácticos de las más diversas épocas, que existía un número casi incalculable de varian tes para tocar los ritmos punteados, sobre todo aquellas que aguzaban la puntuación, es decir, aquellas en las que la nota corta tras el puntillo tenía que tocarse más tarde de lo que sería su momento «correcto», a veces en el úl timo instante. La única repartición que hoy es corriente, la proporción 3 :1 , se tocaba también en pocos casos ex- cepcionales. i En interpretaciones <<modernas» se adaptan riguro samente todos los valores¡ de las notas a su (supuesta) du ración correcta, los puntiUos se tocan casi con una exac titud ejemplar. La razón \ para poner tanto hincapié en esa meticulosidad rítmica debe de ser que los músicos por naturaleza-y con ra¡zón-. tienen tendencia a tocar · un ritmo menos preciso, �on lo que el director tiene que exigir de alguna manera Ja reproducción exacta de las 1 notas . 50 PROBLEMAS DE NOTACIÓN . También los signos de articulación, como el punto y la ligadura, se malentienden con mucha frecuencia
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