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Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 1 Variables y técnicas psicológicas para optimizar el rendimiento deportivo Área de psicología Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 2 Temas: 1.1 Variables psicológicas que influyen en el alto rendimiento deportivo 1.1.1 Nivel de activación Nivel de activación óptimo Autorregulación del nivel de activación Check-points Técnicas de autoaplicación Actuación del entrenador Situaciones y señales relevantes 1.1.2 Motivación Motivación básica y motivación cotidiana Motivación en los deportes de equipo Beneficios y costos Compromiso de los deportistas Conflictos de intereses 1.1.3. Estrés Manifestaciones de estrés Situaciones potencialmente estresantes Características personales relevantes Control de las manifestaciones del estrés 1.1.4 Autoconfianza Beneficios de la autoconfianza Estrategias para fortalecer la autoconfianza Relacionar los resultados de las competencias con las conductas de los deportistas 1.2 Técnicas psicológicas para optimizar el rendimiento de los deportistas Establecimiento de objetivos Objetivos de resultado y objetivos de realización Objetivos finales y objetivos intermedios Objetivos inmediatos prioritarios Objetivos individuales y objetivos colectivos Aplicación de la técnica Reforzamiento social Modelado Características del modelo Modelos expertos y modelos competentes Búsqueda de modelos Características de la conducta-objetivo Sobre los videos y charlas “motivacionales” Imitación de conductas y estados psicológicos Control del aprendizaje por imitación Estrategias para la solución de problemas y toma de decisiones Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 3 Para poder comprender el funcionamiento psicológico de los deportistas en relación con su rendimiento e intervenir para optimizarlo es necesario conocer las variables psicológicas, y la interacción entre ellas, que inciden más directamente en el rendimiento deportivo. El listado de variables que pueden influir en el estado psicológico de los deportistas es extenso, pero para poder trabajar sabiendo cuál es el objetivo, es necesario seleccionar y ordenar aquellas que tienen una relación más directa, y a partir de ahí, según proceda, considerar otras variables que afecten a las primeras. Por ejemplo: una de las variables principales es el estrés; pero a su vez, el estrés está afectado por variables como el estilo de afrontamiento del deportista o sus creencias rígidas. Para optimizar el funcionamiento de los deportistas es necesario conocer cuál o cuáles son las variables prioritarias en cada momento, qué factores ambientales o personales están afectando a esas variables, y qué se puede hacer para gestionarlas en la dirección apropiada. Por ejemplo: para asesorar al entrenador sobre sus mensajes en la charla previa al siguiente partido, el psicólogo debe valorar qué variable o variables deben ser acentuadas (¿la autoconfianza? ¿la cohesión de equipo?) y de qué forma (¿destacando acciones bien hechas en los entrenamientos de la semana? ¿dando instrucciones sobre la comunicación en el campo?). Otro ejemplo: para ayudar a un deportista que pasa por un mal momento: ¿Qué variable se debe gestionar? (¿motivación? ¿autoconfianza?) y ¿cómo se puede hacer? (¿búsqueda de nuevos objetivos? ¿objetivos ambiciosos? ¿objetivos realistas?). Al igual que el preparador físico organiza su trabajo según sean las necesidades de variables de funcionamiento físico como la resistencia, la velocidad, la fuerza, etc., el psicólogo debe hacerlo atendiendo a las variables psicológicas relacionadas con el rendimiento. ¿Cuáles son estas variables principales?: motivación, estrés (con sus distintas manifestaciones: ansiedad, hostilidad, desánimo y agotamiento psicológico), autoconfianza, nivel de activación, atención y, en los deportes colectivos y otras situaciones de grupo, la cohesión de equipo. Después, como variables complementarias que influyen en las principales: la fortaleza mental: incluyendo las creencias y expectativas, y las experiencias pasadas de éxito/fracaso (que se relacionan con la autoconfianza); las emociones positivas, (relacionadas con la motivación); y las emociones negativas (relacionadas con el estrés). También, la salud mental: ya que el deportista sano rendirá mejor que el que no lo esté. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 4 Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 5 1.1.1 Nivel de activación Esta variable es el eje central de la relación entre el entramado de variables psicológicas y el rendimiento deportivo. La activación general del organismo es una respuesta fisiológica y/o cognitiva en la que intervienen el sistema nervioso central y el sistema neurovegetativo. Básicamente, se considera un continuo que se extiende desde el sueño más profundo hasta un estado de máxima alerta, tensión y excitación; aunque en el contexto del deporte es más apropiado que el continuo se refiera, únicamente, a la experiencia de los deportistas en estado de vigilia, de forma que el extremo inferior corresponda a un estado de máxima calma y relajación en el que el estado de alerta, la tensión y la excitación se encuentren prácticamente ausentes. Utilizando este concepto, cada deportista puede utilizar un "termómetro" o escala subjetiva entre 1 y 10 puntos para delimitar su propio continuo de activación y cuantificar los distintos niveles de activación que pueda experimentar. Se trata de un procedimiento sencillo que permite autoevaluar y comparar respuestas de activación a nivel intra-sujeto (no, entre sujetos), siendo el punto de partida para que los deportistas puedan autorregular su activación y conseguir situarla en el nivel de activación óptimo. 0--------1--------2--------3-------4-------5-------6--------7------8-------9--------10 MÍNIMA ACTIVACIÓN MÁXIMA ACTIVACIÓN Nivel de activación óptimo El nivel de activación óptimo es aquel que, en cada caso particular, favorece el máximo rendimiento del deportista; lógicamente, en función de su nivel deportivo, su estado de forma y otros factores no psicológicos que puedan estar presentes. Cuando el deportista se encuentra en su nivel de activación óptimo sus posibilidades de rendimiento aumentan; pero si se encuentra por debajo (menos activación de la que se considere óptima) o por encima (más activación de la óptima) su rendimiento será peor. La activación influye, por un lado, en el funcionamiento físico de los deportistas: fundamentalmente, en la tensión muscular, la movilización de energía y la coordinación motriz; por otro, en su funcionamiento mental: la atención/concentración y los subsiguientes procesos cognitivos que derivan en la toma de decisiones. Por tanto, tiene un efecto decisivo sobre las decisiones (funcionamiento mental) y la ejecución (funcionamiento físico): es decir, los componentes básicos del rendimiento deportivo; y así, mientras el nivel de activación óptimo propicia que ese efecto sea el mejor posible, los niveles de activación por debajo o por encima de Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 6 dicho nivel favorecen que el deportista no rinda según sus posibilidades: a veces, muy por debajo de estas. En general, el déficit de activación provoca, por un lado, que el deportista no movilice la energía física o tenga el nivel de tensión muscular que exige la tarea en la que debe rendir (funcionamiento físico); por otro, que no atienda a los estímulos más relevantes para poder rendir (funcionamientomental). Por su parte, el exceso de activación provoca que se movilice más energía de la necesaria o, al contrario, que se produzca un agarrotamiento que paralice esa movilización; también, que haya un exceso de tensión muscular que entorpezca la precisión (por ejemplo: en el tiro a canasta o a gol) (funcionamiento físico); asimismo, la sobreactivación entorpece la concentración de los deportistas en los aspectos más relevantes para rendir y, como expresan algunos de ellos, contribuye a "bloquearlos" o "agarrotarlos mentalmente", a crearles un "estado de duda" y a paralizarlos en la toma de decisiones; o también, a "acelerarlos" y provocar un estado de "querer actuar rápidamente", de "hacer algo", de "actuar como sea". Vemos, por tanto, que la sobreactivación puede provocar inhibición o impulsividad. En el primer caso, esa aparente “pasividad” a menudo se confunde con una falta de motivación, cuando en realidad es la consecuencia de un exceso de activación. Ese estado de inhibición provoca que no se tomen decisiones cuando sea necesario actuar, que se tomen tarde o que, aun tomándolas, no se movilicen todos los recursos necesarios para que tengan éxito. En el caso de la impulsividad, la consecuencia es o que se tomen decisiones erróneas por un exceso de precipitación, agresividad y control, movilizándose energía innecesaria y perjudicial. Los deportistas que se someten a un entrenamiento psicológico específico aprenden a identificar su propio nivel de activación óptimo. Este dependerá del patrón de respuesta singular de cada de deportista y de las características de la tarea en la que deba rendir. En general, las tareas de precisión y mayor complejidad requieren un nivel de activación menor que las tareas simples y que demandan, sobre todo, movilización de energía y agresividad controladas. En el primer caso se sitúan, por ejemplo, el tiro con arco, el swing en golf o el tiro libre en baloncesto; en el segundo, el levantamiento de pesas o el salto de longitud. El psicólogo debe ayudar al deportista a identificar su activación, determinar cuál es su nivel de activación óptimo para cada una de las tareas en las que debe rendir y aplicar las estrategias apropiadas para autorregular su activación y conseguir ese nivel óptimo. En los deportes de equipo, lógicamente, existen diferencias individuales; y, por tanto, cada jugador tiene su propio nivel de activación óptimo. No obstante, se puede identificar una “activación colectiva” que puede definirse como el estado de activación en el que, aproximadamente, se encuentran la mayoría e incluso todos los componentes de un equipo deportivo. Existen diferencias individuales en lo que respecta a las características de la activación: cómo se manifiesta; las circunstancias en las que aumenta, disminuye o fluctúa, y su relación con el rendimiento deportivo. Sin embargo, determinadas circunstancias que tienen una Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 7 trascendencia para el equipo (por ejemplo: una competencia específica, un resultado importante, algún problema concreto que afecta a todos, etc.) pueden llegar a ensombrecer esas diferencias individuales en beneficio de una tendencia colectiva que predomine en los componentes de ese equipo. Esta “tendencia colectiva”, más que indicar una similitud cuantitativa en términos absolutos (es decir, que todos los componentes del grupo experimenten una cantidad similar de activación), se caracteriza, fundamentalmente, por el componente cualitativo de la activación con independencia de su cantidad, tanto en la fuente que la está nutriendo (motivación o estrés) coma en sus efectos perjudiciales o beneficiosos para el rendimiento de los deportistas del equipo. Es decir, que todos o la mayoría de los deportistas coincidirían en encontrarse en su nivel de activación óptimo, o por debajo o por encima de este, con independencia de cuál sea cuantitativamente ese nivel de activación. En estos deportes es muy relevante que el psicólogo ayude al entrenador a incidir favorablemente en esa tendencia colectiva y que, paralelamente, ayude a que cada deportista para que, a partir de ese input del entrenador, se sitúe en su particular nivel óptimo. Autorregulación del nivel de activación Los deportistas pueden aprender a autorregular su nivel de activación en los entrenamientos y las competencias. Dos momentos especialmente importantes son: antes de comenzar la competencia y, en el transcurso de esta, en los periodos de pausa (entre salto y salto, en los tiempos muertos, entre juego y juego, etc.). En el primer caso, puesto que es trascendente que los deportistas comiencen la competencia en su nivel de activación óptimo, tiene una gran importancia que sean capaces de autorregular su activación para poder alcanzar dicho nivel y, ya en este, Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 8 controlar pensamientos, conductas y respuestas fisiológicas que puedan alterarlo. Con este propósito es conveniente que, entre sus rutinas, los deportistas incluyan la autoobservación y evaluación de su activación y, si procede, su autorregulación, programando esta actividad en dos, tres o más momentos, según se considere conveniente en cada caso concreto. Por ejemplo: Pablo, jugador de baloncesto, observa y evalúa su nivel de activación en el vestuario cuando ha terminado de vestirse y, posteriormente, antes de salir al campo. Para ello, se fija en sensaciones corporales concretas que le indican la presencia de activación y utiliza una escala subjetiva de 0-10 puntos. Si se encuentra por debajo o por encima de su nivel óptimo, aplica estrategias que le ayudan a regular su activación. Más tarde, ya en el campo, Pablo observa, evalúa y, si procede, regula de nuevo su activación al comenzar y finalizar el calentamiento y justo antes de comenzar el partido. En ocasiones, también detecta excesos o déficits de activación durante los ejercicios de calentamiento, en cuyo caso aplica las estrategias correspondientes para conseguir el nivel óptimo. Este proceso de autoobservación, autoevaluación y autorregulación, tan decisivo en estos momentos, solo se puede realizar si los deportistas han sido entrenados previamente para ello. Asimismo, los que ya dominan estas habilidades, pueden perfeccionarlas y hacerse cada vez más expertos si continúan practicando. En general, es conveniente simplificar el proceso, de forma que sea viable aplicarlo. Para algunos deportistas, como el del ejemplo anterior, puede ser apropiado llevar a cabo tantos controles, pero en muchos otros casos, eso supondrá una dependencia excesiva de este proceso y planteará la dificultad de compaginarlo con otras rutinas. Check-points Por este motivo, en los últimos años se ha trabajado con deportistas, entrenadores y árbitros sobre la base de dos o tres “puntos de control” o “check-points” que ellos deben situar en su programa de rutinas previas a la competencia: por ejemplo; en el caso de los árbitros de baloncesto, antes de salir del hotel; en el vestuario antes de comenzar el calentamiento; y, ya en la cancha, mientras se presenta a los jugadores. En cada uno de estos tres puntos de control, el deportista debe evaluar su nivel de activación y observar si se encuentra en el nivel óptimo o bien por debajo o por encima de este, teniendo en cuenta cuál debe ser ese nivel en cada uno de los puntos de control para poder llegar en el nivel apropiado cuando la competencia comience. Es decir, el nivel óptimo al entrar al vestuario no será el mismo que unos minutos antes de comenzar el partido, sino que será aquél que favorezca mejor las rutinas de ese momento concreto y, sobre todo, que prediga cuál será el nivel óptimo cuando comience el partido. “Para poder estar en mi nivel óptimo cuando comience el partido, mi nivel óptimo ahora, antes del calentamiento, debería ser X”. Compilación: Psic.Luis Gonzalo Rojas Flores 9 Asimismo, los deportistas deben saber que, habitualmente, la activación es más elevada justo antes de empezar a competir, pero que cuando la competencia comienza, lo normal es que baje un poco. Evidentemente, en competencias muy breves esta cuestión no procede (por ejemplo: en los 100 o 200 metros lisos), pero en otras de duración mayor, es importante tenerlo en cuenta (por ejemplo: en un partido de baloncesto). De nuevo aquí, la autoobservación permitirá al deportista conocer en qué medida le sucede esto y, por tanto, cuál debería ser si nivel de activación justo antes de comenzar. Por ejemplo, si su nivel óptimo mientras está compitiendo lo puntúa con un 7, y sabe que lo normal es que cuando el partido comienza la sobreactivación que tiene justo antes de empezar suele bajar un par de puntos, al evaluar su activación en este último “check-point”, sabrá que se encuentra en su nivel óptimo (de ese momento) si lo puntúa con un 9; pero si fuera un 10, sabría que tiene que hacer algo para bajar un punto. Técnicas de autoaplicación Para autorregular el nivel de activación, las circunstancias de la situación exigen que se utilicen técnicas de aplicación sencillas, rápidas y con efectos inmediatos, como pueden ser: pensamientos activadores o que disminuyan la activación, ejercicios breves de relajación o respiración, autodiálogos con el contenido apropiado (lo que el deportista se dice a sí mismo), centrar la atención en las rutinas (por ejemplo: en los ejercicios de calentamiento), escuchar música, recordar situaciones pasadas y, en definitiva, cualquier estrategia que pueda aplicarse con discreción y eficacia en este momento. Hay que tener en cuenta que no se trata de eliminar del todo o reducir la activación al mínimo, sino de que disminuya (o aumente) algunos puntos hasta situarse en el nivel óptimo. También hay que considerar que, normalmente, las estrategias de autorregulación habrá que aplicarlas en presencia de otras personas (compañeros, adversarios, público…) por lo que la discreción es clave. Por ejemplo, los deportistas pueden aprender un ejercicio de relajación sencillo que, sin llamar la atención, puedan aplicar en el vestuario delante de sus compañeros. Por ejemplo: tensar el estómago durante unos ocho segundos, centrar la atención en el punto de mayor tensión, soltar la tensión y mantener la atención en el mismo punto observando cómo se va debilitando. Si necesitan reducir el nivel de activación, este tipo de ejercicio puede ser muy útil incluso justo antes de comenzar el partido en la propia cancha, de pie, delante del público y sin que nadie se dé cuenta. Antes de enseñar técnicas como estas, el psicólogo debe pedir a los deportistas que exploren en su experiencia y vean si en el pasado han utilizado alguna estrategia que les haya funcionado para controlar su activación, bien aumentándola, bien disminuyéndola. Los deportistas de élite no son novatos en la gestión de su Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 10 nivel de activación. Aunque no hayan recibido un entrenamiento específico, a lo largo de su carrera han desarrollado sus propias estrategias y, en muchos casos, estas habrán funcionado bien. Ahora se trata de optimizar, y el primer paso es recuperar y, si procede, mejorar lo que antes ha funcionado. Es posible que hagan falta algunos retoques, o incidir más en el entorno dónde se debe aplicar la técnica o en la forma de aplicarla, pero no es necesario incorporar nuevas técnicas si el deportista domina otras que, bien ubicadas, pueden funcionar bien. Pensemos, por ejemplo, en un deportista al que, “pensar en su familia” le ayuda a disminuir la ansiedad. Se podría hablar con él sobre el tipo de pensamientos que le ayudan y, quizá, hacerle alguna sugerencia sobre el contenido de esos pensamientos, pero, sobre todo, será importante ubicarlos en un “punto de control” (“check-point”) concreto y en función de su nivel de activación. Después de explorar y ubicar de la manera más eficaz las estrategias que los deportistas hayan utilizado previamente, procederá, cuando sea necesario, incorporar nuevas estrategias. Actuación del entrenador El entrenador puede influir en el nivel de activación de los deportistas, fundamentalmente, a través de la motivación, el estrés y la autoconfianza. Cuando el nivel de activación se encuentre por debajo del nivel óptimo debido a una falta de motivación o de estrés (de ansiedad u hostilidad), suele ser más fácil incrementar con rapidez la activación mediante el estrés más que a través de la motivación. Por ejemplo: ante un partido aparentemente fácil los deportistas se encuentran muy relajados. Se acerca el partido y siguen relajados. En el vestuario continúan relajados. En general, será más fácil que se activen y alcancen rápidamente su nivel de activación óptimo para jugar bien el partido, si el entrenador provoca estrés que si intenta motivarlos (por ejemplo: enfadándose con ellos o recordándoles un partido similar en el que, por estar tan relajados, perdieron el partido). Sin embargo, es más fácil mantener el nivel de activación óptimo cuando la activación depende de la motivación, ya que, si bien el estrés puede aumentarla con mayor rapidez, es más difícil de controlar, y lo habitual es que no tarde en sobrepasar el nivel óptimo. En el ejemplo anterior, el estrés que proporciona el entrenador habrá provocado un aumento de la activación que ha situado a los deportistas en su nivel óptimo, pero si se mantiene ese estrés (por ejemplo; el entrenador echa una bronca a los deportistas por cualquier error y les recuerda continuamente que así no ganarán el partido) el nivel de activación continuará aumentando hasta sobrepasar, también con rapidez, el nivel óptimo alcanzado. Por tanto, para provocar activación es recomendable que el entrenador estimule la Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 11 motivación en lugar del estrés, reservando este para los momentos en los que aquélla no sea suficiente. Además, hay que tener en cuenta que cuando se utiliza el estrés con frecuencia, este pierde efectividad, y por eso es conveniente reservarlo para momentos muy concretos en los que, no estando desgastado, pueda ser eficaz. En el caso anterior, el entrenador, en primer lugar, podría haber intentado provocar motivación por ese partido, mediante estrategias como establecer objetivos especiales o utilizar incentivos atractivos. Y solo en el caso de que estas medidas no fuesen suficientes, recurrir a las estrategias para provocar estrés. Cuando se haya provocado estrés para incrementar el nivel de activación, una vez alcanzado el nivel de activación óptimo es recomendable sustituir el estrés por motivación. En el ejemplo que estamos siguiendo, una vez alcanzado el nivel de activación óptimo, el entrenador debería sustituir las broncas y los comentarios sobre la posibilidad de perder el partido, por estrategias que favoreciesen la motivación (por ejemplo; dar información constructiva, destacar retos interesantes, elogiar a los deportistas). Cuando la activación sea baja por falta de interés o exceso de relajación, las estrategias para incrementarla serán más eficaces si no se abusa de ellas (sobre todo, las estrategias que provocan estrés), por lo que es conveniente alternar diferentes estrategias. Así, como ya se ha señalado, el entrenador que consigue su propósito echando una bronca, no por eso debe utilizar siempre esta estrategia, pues llegará un momento en el que ya no será eficaz. Cuando la activación sea baja debido al desánimo o el agotamiento psicológico, lo apropiado será intentar reducir el estrés que provoca que esto suceda, al tiempo que se procura aumentar la motivación; pero no es una buena medida intentar que aumente la activación provocando más estrés. Por ejemplo: intentar activar a un deportista que está desanimado,gritándole para que se mueva o amenazándole con lo que puede pasarle si no reacciona, añadirá más estrés; y, en esa situación, solo se conseguirá que el jugador siga poco activado. En cambio, será más apropiado potenciar su autoconfianza (por ejemplo, pidiéndole que realice cosas que domina) para que, a través de esta, aumente su motivación y disminuya su desánimo. Cuando la activación sobrepasa el nivel óptimo, el objetivo es que disminuya; para eso, los deportistas pueden emplear técnicas de autorregulación para controlar su propia activación (recuérdese un apartado anterior) y, en muchos casos, el entrenador puede intervenir para reducir el exceso de motivación o de estrés que provocan esa sobreactivación. Por ejemplo: un deportista joven va a debutar y está sobreactivado los días anteriores al partido. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 12 Si ha sido entrenado por el psicólogo deportivo, podrá aplicar técnicas psicológicas para reducir esa activación y situarla en el nivel óptimo. Además, el entrenador le podrá ayudar aplicando medidas para reducir el exceso de motivación y de estrés que puede tener este deportista (disminuyendo la trascendencia que el deportista le concede al partido, ajustando sus expectativas de rendimiento, estableciendo objetivos realistas, anticipando dificultades que puedan surgir y preparando planes para controlarlas, etc.). Situaciones y señales relevantes ¿Cómo sabe el entrenador si la activación es baja o alta y, por tanto, si debe intentar aumentarla o disminuirla? En primer lugar, aprendiendo a identificar situaciones deportivas que suelen influir en el nivel de activación de sus deportistas en uno u otro sentido (por ejemplo: determinados ejercicios de los entrenamientos, competencias aparentemente fáciles, competencias contra determinados rivales, tareas específicas en el campo, errores, aciertos, situación adversa del marcador, etc.). En segundo lugar, aprendiendo a identificar señales externas relacionadas con la falta o el exceso de activación (reacciones tardías, precipitación, inhibición, etc.) y aprendiendo a interpretarlas teniendo en cuenta las situaciones que aparentemente las provocan (en lugar de hacerlo aisladamente). Por ejemplo: ver a un deportista más pasivo que habitualmente, puede considerarse una señal de que no está motivado y, sin embargo, ser la consecuencia de encontrarse muy agarrotado (es decir, muy activado) por el estrés que provoca un exceso de responsabilidad. Este error es menos probable si el entrenador sitúa la pasividad del deportista en el contexto de la situación que esté presente. Así, por ejemplo, suponiendo que se trate de un jugador que debuta en el primer equipo o juega la final de un campeonato importante, parece razonable que en principio se descarte una falta de motivación (pues se trata de situaciones en general muy motivantes), pero si se trata de un deportista que ha pasado de titular a suplente, y sale al campo cuando faltan sólo diez minutos y el partido está decidido (situación, en general, poco motivante), parece apropiado pensar que su pasividad tiene que ver con una motivación baja. En realidad, no es posible determinar "desde fuera del deportista" cuál es su nivel de activación y, por tanto, cualquier interpretación debe hacerse con mucha cautela, pero el entrenador puede aprender a identificar situaciones y señales que le orienten con un margen de error pequeño. Por supuesto, la ayuda del psicólogo deportivo en esta faceta puede ser enorme, pues desde su posición de observador especializado puede identificar con mayor facilidad y precisión las situaciones y señales clave, e informar al entrenador para que éste actúe con más eficacia. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 13 1.1.2 Motivación No es necesario explicar lo importante que es la motivación en el deporte. En numerosos casos, la motivación de los deportistas es bastante elevada, pues de otra forma no podrían afrontar, eficazmente, los múltiples retos y dificultades de su actividad deportiva. Sin embargo, en algunos de estos casos, no es lo suficientemente alta o estable como para perseguir metas cada vez más ambiciosas o perseverar en los momentos más críticos. Así, puede ocurrir que un deportista, en general, esté muy motivado por su deporte o, por conseguir unos resultados deportivos, pero que le falte ese "extra de motivación" que puede ser decisivo en los momentos más importantes. Cuantitativamente, este "extra de motivación" puede ser mucho más pequeño que la elevada dosis de motivación que, en general, el deportista tiene, pero su trascendencia suele ser enorme, estableciendo la diferencia clave, en muchos casos, entre el éxito y el fracaso deportivo. De hecho, muchos deportistas se estancan en su progreso y no llegan al nivel deportivo que podrían, o no rinden bien en los momentos más delicados de la temporada, porque aun siendo su motivación bastante alta, carecen del "extra de motivación" que cualitativamente es tan decisivo en el deporte de competencia. También hay deportistas de alta competencia que, en general, están poco motivados y "viven de las rentas" de otros tiempos. Por ejemplo, han sido buenos deportistas y, ahora, aprovechan su pasado para seguir consiguiendo contratos, pero su interés por el deporte que practican es muy bajo. A lo largo de la temporada, estos deportistas pueden rendir bien en algunas competencias menores, pero suelen fracasar en los momentos más trascendentes. Motivación básica y motivación cotidiana Para poder influir en la motivación de los deportistas, es conveniente distinguir entre motivación básica y motivación cotidiana. La motivación básica, se refiere a la base estable de motivación que determina el compromiso del deportista con su actividad; tiene que ver con el interés y la ambición de los deportistas por los resultados deportivos, su rendimiento personal y/o las consecuencias beneficiosas de ambos (dinero, contratos, victorias, campeonatos, prestigio, posición social, satisfacción personal, autorrealización, etc.). La motivación cotidiana se refiere al interés del deportista por la actividad y los retos diarios y la gratificación inmediata que producen estos. Tiene que ver, fundamentalmente, con el atractivo del ambiente de trabajo y las tareas diarias (la relación diaria con los compañeros y el equipo técnico, los retos que plantea el entrenamiento, el ambiente de trabajo, etc.); el disfrute, la satisfacción y el rendimiento personal cotidianos (divertirse entrenando o jugando, sentirse Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 14 satisfecho por lo que uno ha hecho, etc.); y la obtención de cualquier tipo de gratificación que al jugador le resulte interesante (atención y reconocimiento por parte del entrenador, pequeños premios materiales, etc.). Ambos tipos de motivación son importantes y deben complementarse. En ausencia de motivación básica, los deportistas no alcanzarán el nivel de compromiso suficiente como para afrontar retos verdaderamente ambiciosos; y en estos casos, una elevada motivación cotidiana propiciará que la experiencia diaria sea más grata, pero aumentará el riesgo de que se produzca un peligroso estado de conformismo que abortará el interés y el esfuerzo por objetivos deportivos más ambiciosos. Motivación en los deportes de equipo En los deportes de equipo, el objetivo final es que el equipo consiga sus objetivos deportivos. Y ese objetivo será más probable si el equipo funciona como un conjunto. Para que esto ocurra, el entrenador debe conseguir una interacción eficaz entre lo colectivo y lo individual, ya que el equipo es un conjunto que está formado por personas individuales. Por tanto, por un lado, el equipo debe estar motivado como conjunto, con unos intereses comunes que resulten atractivos para el grupo (por ejemplo: ascender de categoría,mejorar la clasificación del año anterior, etc.). Pero, además, paralelamente, es importante que cada jugador del equipo se encuentre motivado por intereses particulares que sean compatibles con los intereses comunes. Por tanto, para potenciar la motivación en los deportes de equipo, es importante que el equipo como conjunto tenga unos objetivos colectivos atractivos, y que cada jugador del equipo, en particular: (a) tenga unos objetivos individuales por los que se encuentre motivado; (b) perciba que sus objetivos individuales están relacionados con los objetivos que persigue el equipo como conjunto; y (c) perciba que la consecución de los objetivos colectivos del equipo, le puede proporcionar beneficios individuales interesantes. Beneficios y costos En gran parte, la motivación depende de: (a) el atractivo que para el deportista (o el equipo) tienen los beneficios de todo tipo que se pueden conseguir (resultados importantes, dinero, prestigio, satisfacción personal, diversión, etc.); (b) los costos necesarios para conseguir tales beneficios (horas de entrenamiento, esfuerzo físico y psicológico, sufrimiento, disciplina, etc.) y (c) la relación entre beneficios y costos. El entrenador y el directivo deben preguntarse: - ¿Qué beneficios pueden ser lo suficientemente atractivos para este deportista (o Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 15 este equipo)? - ¿Qué costo está dispuesto a pagar el deportista (o el equipo) para conseguir estos beneficios?; - ¿Cómo se puede conseguir una relación apropiada entre los posibles beneficios y su costo? Muchos entrenadores y directivos cometen el error de intentar motivar a sus deportistas hablándoles de los posibles beneficios, pero sin mencionar los costos. Esta forma de actuar puede provocar que, momentáneamente, los deportistas se muestren muy motivados por los atractivos beneficios, y que esta motivación, en muchos casos, confunda a los entrenadores o directivos, haciéndoles creer que han realizado un buen trabajo. Sin embargo, como los deportistas ignoran los costos, es muy posible que su motivación no sea estable, disminuyendo en la medida que se presenten esos costos y consideren que no están dispuestos a pagarlos. Por tanto, es importante que los deportistas conozcan los beneficios y los costos para que puedan establecer una relación entre ambos, pues de esta relación, en gran parte, dependerá su motivación. ¿Quiere esto decir que cuanto menor sea el costo, mayor será la motivación de los deportistas por un beneficio deseado? No exactamente. Por ejemplo, muchos deportistas no se motivarán por beneficios que sean demasiado fáciles (es decir, con un costo muy bajo); y para otros, el simple hecho de sentirse capaces de afrontar y superar un elevado costo se convertirá en un reto que aumentará su motivación. En general, el costo debe ser lo suficientemente alto como para que el deportista valore la importancia de su esfuerzo personal, pero proporcionado respecto al posible beneficio y, por supuesto, viable para el deportista en función de su disponibilidad y sus posibilidades reales. Compromiso de los deportistas Para que los deportistas adquieran un compromiso firme, es una buena estrategia que participen y se involucren activamente en las decisiones que les conciernen, en lugar de adoptar un papel pasivo aceptando (aparentemente) la decisión que toman el entrenador o el directivo. Así, para conseguir una buena motivación es mejor que el entrenador y el directivo, en lugar de decidir por su cuenta los beneficios que podrían satisfacer a los deportistas y los costos que estos estarían dispuestos a afrontar, escuchen los deseos y opiniones de estos, analicen con ellos las ventajas e inconvenientes de las posibles alternativas y propicien que la decisión final sea una decisión conjunta. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 16 De esta forma, a lo mejor no se decide, exactamente, aquello que preferirían el entrenador o el directivo, pero se adoptará un planteamiento que hará más probable una motivación estable a lo largo de la temporada. Conflictos de intereses En ocasiones, adquirir un compromiso es difícil porque existen conflictos de intereses entre beneficios incompatibles. En el deporte de alta competencia, es frecuente que surjan conflictos de intereses cuando, por cualquier motivo, se considera necesario realizar cambios significativos en el funcionamiento de los deportistas. Pensemos, por ejemplo, en un equipo de baloncesto acostumbrado a jugar de una determinada manera, al que su nuevo entrenador, a mitad de la temporada, pretende enseñar un sistema de juego diferente; o en un jugador que siempre ha jugado como base, pero que ahora, al llegar un compañero que también juega en esa posición, debe adaptarse a estar de suplente y salir a jugar de escolta. En ambos casos, es probable que la motivación por el cambio no sea apropiada, pues existe un claro conflicto de intereses. En el primer caso, el entrenador tendrá que valorar las ventajas e inconvenientes de cambiar el sistema de juego a mitad de la temporada, considerando, entre otras cuestiones, la falta de motivación que podría encontrar en sus jugadores. Y si, finalmente, decidiese cambiar, deberá procurar que la motivación aumente para que el equipo se comprometa verdaderamente (no sólo aparentemente) a realizar el coste que supone el cambio. En el segundo caso, aunque el entrenador tenga claro cuál es el papel que debe desempeñar ese jugador, deberá valorar que este tiene que adaptarse a un cambio desfavorable respecto a su situación anterior y que, por ello, en principio no estará muy motivado por ese cambio. Considerando esta circunstancia, tendrá que ocuparse de mejorar la motivación de ese jugador por su nuevo cometido, pues de otra forma lo más probable es que no se adapte convenientemente. En la línea de este segundo ejemplo, en los deportes de equipo pueden plantearse conflictos entre los intereses colectivos y los intereses individuales, siendo necesario encontrar beneficios individuales ligados a los intereses colectivos que compensen la pérdida de los intereses individuales que estaban en conflicto. Así, en este ejemplo, será conveniente que el entrenador encuentre cómo podría beneficiarse el jugador si se adapta bien a su papel de suplente. De esta forma, será más probable que este jugador, aun no estando en la situación ideal para él, se motive lo suficiente por el nuevo papel que el entrenador le encomienda. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 17 1.1.3 Estrés El estrés es una respuesta del organismo ante situaciones internas o externas que le resultan amenazantes (o estresantes). Esta respuesta consiste, básicamente, en la movilización de recursos fisiológicos y psicológicos para poder evitar o hacer frente a la situación amenazante. El estrés puede ser beneficioso para la salud y el rendimiento de los deportistas. Por ejemplo, la preocupación de un atleta por estar aumentando de peso puede propiciar que siga una dieta alimentaria más apropiada; o el temor a perder una carrera, favorecer que el atleta se prepare y se cuide mejor para esa competencia. Sin embargo, el exceso de estrés puede perjudicar, gravemente, la salud y el rendimiento. Para muchos deportistas, el exceso de estrés provoca que obtengan pocas satisfacciones de la práctica de su deporte, que no rindan como podrían, que se lesionen con frecuencia y tarden en recuperarse, que lo pasen mal, que sufran cansancioy agotamiento mental, problemas emocionales, e incluso, en los casos más graves, que desarrollen trastornos psicopatológicos. Manifestaciones de estrés Básicamente, el estrés se puede manifestar como (a) ansiedad (nerviosismo, preocupación, miedo…; (b) hostilidad (enfado, agresividad incontrolada); (c) desánimo; y (d) cansancio y agotamiento mental. Las dosprimeras manifestaciones contribuyen a aumentar el nivel de activación y las dos últimas a disminuirlo. Todos podemos encontrar ejemplos de deportistas que se ponen nerviosos, se enfadan se desaniman o se agotan mentalmente. Situaciones potencialmente estresantes En el deporte de competencia existen numerosas situaciones que pueden ser amenazantes, pero esto no quiere decir que, automáticamente, provoquen estrés. En realidad, se debe hablar de situaciones “potencialmente estresantes” (es decir, que tienen la cualidad de provocar estrés) que en unos casos serán verdaderamente estresantes y en otros no, dependiendo de la valoración subjetiva de cada deportista. Así, numerosas situaciones tienen el potencial suficiente como para provocar estrés, pero es la interacción entre estas situaciones y cada deportista individual o grupo de deportistas, la que determina que el estrés esté presente y, más aún, la intensidad del estrés. En general, son potencialmente estresantes aquellas situaciones que implican cambios en la vida de una persona, o tienen para ello una trascendencia, sobre todo si son novedosas, inciertas, ambiguas, conflictivas, difíciles o insolubles, que resultan dolorosas, desagradables, molestas, incómodas o poco gratificantes, o que Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 18 conllevan una evaluación de otras personas cuya opinión importa. Muchos de estos "ingredientes" forman parte del entorno habitual de los deportistas de competencia, sobre todo de los deportistas de élite, por lo que éstos están expuestos, casi continuamente, a situaciones potencialmente estresantes que pueden provocar estrés. Las situaciones potencialmente estresantes no son, necesariamente, situaciones negativas para el deportista. También pueden serlo situaciones aparentemente positivas. Por ejemplo: para algunos jugadores puede ser muy estresante pasar de ser suplentes a titulares. Este cambio es una situación positiva que, en principio, desea cualquier jugador, pero conlleva más responsabilidad, mayor nivel de exigencia, mayor exposición a las situaciones estresantes de los partidos, mayor evaluación de otras personas y, en ocasiones, un deseo incontrolado de hacerlo bien. Muchos jugadores no saben hacer frente a esta situación positiva pero estresante, y desaprovechan su oportunidad no por falta de recursos físicos, técnicos o tácticos, sino por no disponer de recursos psicológicos para controlar el estrés. Asimismo, es importante señalar que las situaciones potencialmente estresantes no incluyen, únicamente, excesos (por ejemplo: muchas horas de entrenamiento, mucha responsabilidad, errores graves, una evaluación muy negativa, etc.), sino también déficits que pueden resultar muy impactantes (por ejemplo: monotonía y aburrimiento en los entrenamientos, falta de interés por la actividad, sentirse infrautilizado en el equipo, no mejorar, etc.). En el deporte de competencia, las situaciones potencialmente estresantes pueden agruparse en cinco grandes apartados: Situaciones ajenas a la actividad deportiva, pero que pueden influir en el rendimiento y la salud del deportista (por ejemplo: problemas familiares, pérdida de seres queridos, "presión" de la novia para casarse, hipotecas, etc.); Situaciones relacionadas con la organización y las características propias de la actividad deportiva; Situaciones relacionadas específicamente con el entrenamiento; Situaciones relacionadas específicamente con los partidos; Lesiones deportivas. Las situaciones ajenas a la actividad deportiva exceden el ámbito de trabajo del entrenador y los directivos, pero los deportistas suelen apreciar que éstos se interesen y les apoyen como personas. El psicólogo deportivo tampoco puede eliminar las situaciones estresantes extradeportivas, pero sí ayudar al deportista a controlar su impacto. En muchos casos, esta ayuda puede ser suficiente para que el deportista se centre mejor en su cometido deportivo y rinda a buen nivel a pesar de sus problemas extradeportivos. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 19 Características personales relevantes La interacción entre las situaciones potencialmente estresantes y determinadas características personales, es lo que influye en la percepción de amenaza de las situaciones, en la movilización de recursos "extraordinarios" para hacer frente a tales situaciones y en la aparición, duración e intensidad del estrés con sus distintas manifestaciones y efectos. ¿Qué características personales de los deportistas pueden interactuar con las situaciones potencialmente estresantes, para reducir o aumentar la probabilidad del estrés? Básicamente, las que se señalan a continuación. Motivación básica controlada. A mayor motivación básica controlada, menor vulnerabilidad a sufrir estrés. Sin embargo, un exceso de motivación incontrolada puede favorecer que los deportistas perciban las situaciones potencialmente estresantes como muy amenazantes. Racionalidad y flexibilidad de los valores, creencias y actitudes de los deportistas. En general, cuanto más racionales y flexibles sean, menor será el impacto de las situaciones potencialmente estresantes; y al contrario, cuanto menos racionales y más rígidos, más probable y más grave será el estrés. Por ejemplo: un deportista que crea rígidamente (es decir, sin aceptar otras opciones) que "no puede fallar", será más propenso a tener estrés cuando cometa un error en un partido, que otro jugador cuya creencia sea más flexible ("no debo fallar, pero a veces se falla"; "los fallos son parte del juego"). Trayectoria deportiva de éxitos-fracasos. En general, los deportistas con una trayectoria más exitosa atribuida a su propio esfuerzo serán menos vulnerables al impacto de las situaciones estresantes. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 20 Experiencias pasadas relacionadas con situaciones concretas. Por ejemplo, un deportista que se haya lesionado gravemente en un tipo de acción será más propenso a sufrir estrés ante esa misma situación. Otro ejemplo: un jugador que haya tenido una mala experiencia frente a un determinado rival será más fácil que reaccione con estrés cuando vuelva a enfrentarse a ese mismo rival. Fortaleza mental. A mayor fortaleza mental menor impacto de las situaciones estresantes. La fortaleza mental se caracteriza por la capacidad de asumir las situaciones estresantes como retos que pueden ser controlados, adquiriendo el compromiso de afrontarlos a pesar de las dificultades que surjan, tolerando los fracasos y persistiendo en el esfuerzo por lograr el objetivo. Autoconfianza y autoestima. En la misma línea, los deportistas con una autoconfianza y una autoestima altas sufrirán menos estrés. Por ejemplo: un futbolista que ha estado de suplente durante gran parte de la temporada, por fin tiene su oportunidad de jugar. Es una situación potencialmente estresante que podría provocar mucho estrés y perjudicar el rendimiento del jugador. Si la autoconfianza de este jugador es alta (es decir, confía verdaderamente en sus recursos para afrontar la situación con eficacia), el impacto de la situación estresante será menor que en el caso de que su autoconfianza fuera baja. Estilo de afrontamiento de las situaciones estresantes. En general, los deportistas que afrontan las situaciones potencialmente estresantes analizándolas fría y objetivamente, contemplando cuáles son las mejores alternativas disponibles para controlarlas, situando su gravedad en una perspectiva apropiada, y adoptando con optimismo la mejor solución posible, son menos vulnerables a sufrir estrés. Recursos disponibles para controlar el estrés. Los deportistas que dominen habilidades para controlar el estrés se sentirán más seguros ante situaciones potencialmente estresantes cuyo impacto puedan controlar. Por ejemplo: unfutbolista que domina técnicas de autocontrol para controlar pensamientos negativos y estados de sobreactivación que perjudican su rendimiento, se sentirá más seguro ante situaciones estresantes (por ejemplo, un marcador en contra quedando poco tiempo para terminar) que podrían provocar pensamientos negativos y sobreactivación, que otro jugador que no domine tales técnicas. Apoyo social. Los deportistas que perciben el apoyo de las personas que les rodean, en general son menos vulnerables a las situaciones potencialmente estresantes. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 21 Control de las manifestaciones del estrés Puesto que las manifestaciones del estrés (ansiedad, enfado, desánimo y agotamiento) son la consecuencia de la interacción entre las situaciones potencialmente estresantes del entorno de los deportistas y determinadas características personales, su control puede lograrse, de forma indirecta, interviniendo en estas dos parcelas: por un lado, eliminando, aliviando o controlando las situaciones potencialmente estresantes; por otro, modificando o controlando las características personales. Sin embargo, también se debe prever que, aun controlando bien las dos parcelas señaladas, las manifestaciones de estrés se presentarán en muchos casos. Por eso, es conveniente entrenar a los deportistas para que autocontrolen estas manifestaciones, evitando que perjudiquen su rendimiento y aumenten el riesgo de lesiones. Así, por ejemplo, el jugador que se enfada y tiende a insultar al árbitro, puede aprender a autocontrolar el enfado y evitar el insulto; o el deportista que tras cometer varios errores se desanima y ya no se esfuerza como antes, puede aprender a autocontrolar este estado de ánimo y seguir esforzándose al máximo hasta el final del partido. 1.1.4 Autoconfianza La autoconfianza es la confianza que un deportista (o un equipo) tiene en sus propios recursos para poder alcanzar un determinado resultado. Por tanto, no es estar convencido "a ciegas", porque sí, porque "hay que estarlo", ni hacer declaraciones como "seguro que ganamos", "somos unos ganadores" o "no podemos pensar en perder", ni aparentar que uno está convencido de la victoria con comentarios como "venga, que en la segunda parte seguro que remontamos", sino un estado interno de fortaleza psicológica que implica un conocimiento real de la dificultad del objetivo, de los recursos propios que uno puede utilizar para conseguir ese objetivo y, en función de todo ello, de las posibilidades realistas que uno tiene de lograrlo. Por tanto, el deportista con autoconfianza respecto al que no la tiene, conoce aproximadamente sus posibilidades reales y sabe cuáles son las conductas propias que debe emplear para que esas posibilidades existan. También conoce las dificultades que podrían impedirle conseguir el objetivo deseado y las conductas que, en ese caso, podría utilizar para neutralizar en lo posible tales dificultades. La autoconfianza se fortalece cuando el deportista percibe que es eficaz controlando las situaciones potencialmente estresantes de los entrenamientos y las competencias. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 22 En los deportes de equipo, es importante desarrollar la autoconfianza tanto a nivel individual como a nivel colectivo, de forma que cada deportista y el equipo como conjunto, perciban que son eficaces para controlar las situaciones que deben afrontar en los entrenamientos y, sobre todo, en los partidos. Así, la “autoconfianza colectiva” se refiere al grado de confianza realista que el equipo, como conjunto, tiene en sus propios recursos. Beneficios de la autoconfianza Entre otros beneficios, la autoconfianza favorece que los deportistas sean más perseverantes para conseguir sus objetivos, se encuentren mejor en los días y horas anteriores a las competencias, se esfuercen al máximo y sigan compitiendo con inteligencia en los momentos adversos (por ejemplo, con un marcador en contra), consigan que no les afecten gravemente los errores que cometen, se recuperen mejor de los malos resultados y actuaciones, y en definitiva, se centren en lo que verdaderamente pueden hacer en cada momento, sabiendo que, de esta forma, es como mejor pueden influir en los resultados que desean. A nivel de equipo, la autoconfianza colectiva influye en el esfuerzo conjunto del equipo, su perseverancia, concentración y buen hacer en los momentos más difíciles de los partidos, la tolerancia de cada deportista ante los errores de los compañeros y la capacidad del grupo para reaccionar y superar marcadores adversos y situaciones críticas. En definitiva, la autoconfianza ayuda a controlar el estrés en beneficio de la motivación. Así, cuando la autoconfianza es alta, una situación potencialmente estresante de los entrenamientos o los partidos, en lugar de ser amenazante puede convertirse en motivante, provocando que los deportistas se sientan atraídos por el reto de controlarla en lugar de estresarse por la amenaza de no poder hacerlo. Por ejemplo: ante un partido muy importante (situación potencialmente estresante), el equipo con autoconfianza tenderá a percibir este partido como un reto motivante más que como una amenaza estresante, y esto provocará que prevalezca la motivación por ganar, hacerlo bien, etc., más que el miedo a perder o a las consecuencias de la derrota. Estrategias para fortalecer la autoconfianza Para potenciar la autoconfianza de sus deportistas, el entrenador puede emplear estrategias como las siguientes: Utilizar modelos significativos (es decir, ejemplos de deportistas que puedan ser imitados). El entrenador debe elegir modelos competentes que muestren a sus deportistas las conductas que resultan eficaces para lograr objetivos de rendimiento. Los deportistas deben estar preparados para poder imitar las conductas de los modelos. La autoconfianza se fortalecerá si los deportistas Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 23 perciben que también ellos podrían realizar las conductas eficaces que proporcionan buenos resultados a los modelos. Establecer objetivos realistas en los entrenamientos y las competencias. De esta forma, los deportistas percibirán que los objetivos que el entrenador les propone son verdaderamente alcanzables, y confiarán más en que pueden conseguirlos. Asimismo, la consecución de objetivos es una experiencia de éxito que contribuye a fortalecer la autoconfianza de los deportistas; y puesto que los objetivos realistas tienen una mayor probabilidad de conseguirse, resultarán muy útiles para propiciar esta experiencia de éxito. Nivel de exigencia apropiado. El entrenador debe exigir a los deportistas en función de sus posibilidades. Si les exige más de lo que en realidad pueden hacer, propiciará que desconfíen de sus posibilidades de éxito y les conducirá a experiencias de fracaso que debilitarán más su autoconfianza. El deportista que fracasa porque no tiene recursos para rendir como su entrenador le exige, puede percibir que no es tan eficaz como se supone que debería; y como consecuencia de ello, disminuirá su autoconfianza. En este apartado, el entrenador debe tener muy en cuenta no solo el nivel deportivo de los deportistas, sino también su estado de forma física y psicológica en cada momento de la temporada. Proporcionar información a los deportistas sobre lo que hacen (feedback). La autoconfianza se fortalece si los deportistas reciben información sobre sus conductas. Si la información es positiva, porque confiarán en las conductas que realizan bien. Si la información es negativa (pero el feedback les ayuda a corregir futuras acciones), porque percibirán que controlan el proceso de aprendizaje y confiarán en que pueden lograr sus objetivos. Preparar las competencias. Una buena preparación de cada competencia, considerando todos los detalles que el entrenador estime relevantespara rendir bien, reduce la incertidumbre de los deportistas sobre lo que podría suceder en esa competencia, favoreciendo que perciban más control y, de esta forma, que confíen más en lo que pueden hacer para lograr sus objetivos. La preparación de la competencia debe incluir aspectos como los siguientes: (a) que los deportistas sepan cuáles son sus objetivos de realización para ese partido, tanto a nivel colectivo como a nivel individual (es decir, lo que deben hacer en el partido para que aumenten sus posibilidades de éxito); (b) que ensayen específicamente las principales conductas a utilizar en el partido; (c) que conozcan las principales dificultades que podrían encontrarse en el partido, y sepan cómo actuar en el caso de que se presenten tales dificultades. Controlar expectativas de rendimiento. El entrenador debe controlar, en la medida posible, lo que los deportistas esperan que suceda respecto a su Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 24 rendimiento colectivo e individual en las competencias (resultado del partido, trayectoria del marcador, actuación personal, grado de esfuerzo requerido, etc.). En general, una expectativa realista favorece una autoconfianza apropiada, mientras que una expectativa demasiado optimista puede propiciar un exceso de confianza (y un efecto negativo si después no se cumple esa expectativa) y una expectativa demasiado pesimista suele provocar una autoconfianza baja. El trabajo del entrenador antes de las competencias, entre otros cometidos, debe incluir ajustar en lo posible las expectativas de rendimiento de sus deportistas para que estas sean realistas. De esta forma, favorecerá que los deportistas afronten la competencia con la autoconfianza adecuada, y evitará que la autoconfianza se debilite si, en el transcurso de esta, las cosas no salen como los deportistas esperaban. Por ejemplo: en un deporte de equipo, los deportistas esperan ganar el partido con cierta facilidad porque se enfrentan a un rival aparentemente más débil. Comienza el partido y las cosas no son como se esperaba: el equipo contrario plantea muchas dificultades y hasta se adelanta en el marcador. Este contraste entre lo que se esperaba y lo que en realidad sucede puede perjudicar al rendimiento del equipo durante todo el partido. El entrenador debe prevenir este problema ajustando correctamente las expectativas previas de los deportistas; en este caso, anticipando las dificultades que podría plantear el equipo contrario. Utilizar un sistema de evaluación apropiado. La forma en que el entrenador evalúa el rendimiento influye en la percepción de control que tienen los deportistas sobre su propio rendimiento y, por esta vía, influye en la autoconfianza de estos. En general, el entrenador puede contribuir a fortalecer la autoconfianza de sus deportistas si utiliza un sistema de evaluación que reúna características como las siguientes: Que sea un sistema objetivo; es decir, basado en datos y no en intuiciones o apreciaciones personales (por ejemplo: cuántas veces se ha realizado correctamente el fuera de juego y cuántas no; cuántos pases de determinadas características se han dado, etc.); Que se base en criterios establecidos previamente (el entrenador debe establecer antes del partido, o antes de los ejercicios del entrenamiento, con la mayor exactitud posible, qué deberían hacer los deportistas para que se considere que su rendimiento es apropiado; la valoración posterior del rendimiento debe basarse en estos criterios previos, y no en otros que, caprichosamente, se le ocurran al entrenador después); Que sea una evaluación específica, en vez de global (que el entrenador evalúe acciones específicas del juego, distinguiendo el rendimiento de los Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 25 deportistas en unas y otras acciones, en lugar de decir, simplemente, hemos jugado bien o mal); Que la evaluación se centre en las conductas de los deportistas, y no solo en los resultados de estas conductas (por ejemplo: cuántas ocasiones de gol o tiros a gol se han producido, en lugar de valorar, simplemente, cuántos goles se han metido); Que la evaluación se realice con independencia del resultado final del partido; evitando la tendencia a ver las cosas de manera positiva cuando se ha ganado y de forma negativa cuando se ha perdido (el entrenador debe valorar las conductas positivas de los deportistas, aunque el resultado del partido haya sido adverso, y considerar las conductas que se deben mejorar, aunque se haya ganado el partido). Por el contrario, el entrenador que evalúa el rendimiento de sus deportistas de manera arbitraria, poco precisa, sin diferenciar unos aspectos de otros, según sean los resultados de sus acciones, en función del resultado del partido, etc., propicia que los deportistas se sientan inseguros y no sepan a qué atenerse, pues percibirán que las mismas acciones pueden ser consideradas buenas o malas "según le de al entrenador ese día". De esta forma, la autoconfianza de los deportistas será más débil, pudiendo repercutir negativamente en su rendimiento. Relacionar los resultados de las competencias con las conductas de los deportistas En la línea del apartado anterior, el entrenador debe relacionar las victorias y buenas actuaciones con conductas de los deportistas que puedan volver a repetirse en competencias futuras, y las derrotas y malas actuaciones con conductas que verdaderamente puedan ser modificadas; de esta forma, contribuirá a que los deportistas perciban que los resultados, en cierta medida, dependen de sus conductas. Por ejemplo: después de ganar un partido, el entrenador puede destacar las conductas concretas de esfuerzo (bajar a defender; marcar a los contrarios en los saques de esquina, presionar, etc.) que han contribuido a esa victoria, de manera que los deportistas perciban que disponen de recursos eficaces para ganar partidos. Esto se llama “éxito controlado”. Se destacan acciones que han contribuido a un buen resultado y se pueden repetir en competencias futuras. Otro ejemplo: después de una derrota, el entrenador puede destacar los errores concretos en los marcajes que propiciaron los goles contrarios, de manera que los deportistas perciban que, corrigiendo esas conductas, dispondrán de recursos eficaces para ganar sucesivos partidos. Esto se llama “fracaso controlado”. Se destacan las acciones que podrían corregirse de cara a competencias futuras. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 26 Papel del Psicólogo del Deporte Para fortalecer la autoconfianza de los deportistas, también puede ser importante el trabajo del psicólogo del deporte, asesorando al entrenador para que aplique correctamente las medidas señaladas, y ayudando a los deportistas a tener expectativas realistas, percibir un mayor control de las situaciones deportivas y manejar, correctamente, sus experiencias de éxito y fracaso. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 27 1.2 Técnicas psicológicas para optimizar el rendimiento de los deportistas En estos apuntes se explican técnicas psicológicas que pueden ser incorporadas por el entrenador a su método de trabajo. Establecimiento de objetivos El establecimiento de objetivos es una de las técnicas psicológicas más utilizadas en el deporte de alto rendimiento. Bien empleada, puede contribuir al control de diferentes variables psicológicas relevantes: motivación, autoconfianza, estrés, atención y cohesión de equipo. El uso correcto de la técnica depende de la variable específica sobre la que pretende incidir. Por ejemplo: si se trata de estimular la motivación básica, lo más conveniente suele ser utilizar objetivos que resultado ambiciosos que sean muy atractivos, pero si el propósito es fortalecer la autoconfianza, lo aconsejable esestablecer objetivos de realización que, sobre todo, sean alcanzables en el corto plazo. Objetivos de resultado y objetivos de realización En el deporte de alto rendimiento tenemos que diferenciar dos tipos de objetivos: los objetivos de resultado y los objetivos de realización. Los “objetivos de realización” se refieren a la conducta del deportista, lo que el deportista hace o puede hacer (su conducta), mientras que los “objetivos de resultado” se refieren a lo que el deportista consigue o puede conseguir. A su vez, conviene distinguir entre objetivos de resultado “intersujetos”, y objetivos de resultado “intrasujeto”. Los primeros son aquellos por los que el deportista compite contra otros (por ejemplo: ganar una carrera), mientras que los segundos se refieren a los logros respecto a uno mismo (por ejemplo: el tiempo que el deportista hace en esa carrera). Por tanto, se debe distinguir entre: “objetivos de realización” (lo que el deportista hace): de “resultado intrasujeto” (lo que consigue a nivel personal) y de resultado “intersujetos” (lo que consigue en competencia con otros). Como resulta obvio, el deportista tiene un mayor control sobre su realización y, después, sobre el resultado intrasujeto. De hecho, en algunas especialidades como, por ejemplo, una carrera de 100 metros, los objetivos de realización y de resultado intrasujeto se encuentran muy próximos, pudiéndose concluir que, salvo circunstancias excepcionales, el deportista, a través de su realización, tiene un control elevado de su propio resultado. Es trascendente que los deportistas tengan objetivos de resultado: “inter” y, si procede, “intra”, y objetivos de realización. Los objetivos de resultado contribuyen poderosamente al incremento de la motivación, pero pueden ser perjudiciales si la Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 28 autoconfianza es baja. Y, en cualquier caso, deben estar acompañados por objetivos de realización. De esa forma, por un lado, el deportista se motivará por alcanzar un resultado atractivo y estará dispuesto a salir de su zona de confort para realizar el sobreesfuerzo necesario; y, al mismo tiempo, centrará su atención en lo que depende de él para conseguir ese resultado y percibirá un mayor control que fortalecerá su autoconfianza y, por esa, vía, su motivación. Los objetivos de realización son un elemento fundamental para el buen funcionamiento psicológicos de los deportistas por los siguientes motivos: a) Acentúan la trascendencia de la propia conducta para poder influir sobre los resultados; b) Contribuyen a que el deportista se centre y se ocupe de su conducta, en lugar de especular improductivamente sobre los posibles resultados; c) Ayudan a valorar mejor, de forma más realista, la accesibilidad de los objetivos de resultado; d) Facilitan una evaluación sencilla y fiable del rendimiento, contribuyendo a que el deportista utilice como indicador de progreso su propia conducta, lo que depende fundamentalmente de él, en vez de los resultados; e) Contribuyen a establecer contingencias beneficiosas entre la propia conducta y sus consecuencias favorables. Objetivos finales y objetivos intermedios En general, es conveniente que los deportistas tengan objetivos finales, habitualmente a largo o medio plazo, y objetivos intermedios progresivos, a corto plazo, relacionados entre sí, de forma que la consecución de los objetivos intermedios aproxime al deportista al logro del objetivo final. Los objetivos finales señalan a dónde se debe llegar, lo que finalmente justifica todo el esfuerzo, y los objetivos más cercanos son las etapas que el deportista debe cubrir para llegar a esa meta. Sin el objetivo final, el deportista no tendrá claro hacia dónde debe ir, y sin los objetivos intermedios, le faltará una referencia que le indique si va por el buen camino o debe rectificar. Algunos deportistas prefieren tener muy claro el objetivo final desde el momento en que inician el camino, mientras que otros prefieren no concretarlo hasta alcanzar algunos objetivos a corto plazo y comprobar que el objetivo final es verdaderamente realista. En este caso, el deportista tendrá una idea aproximada del posible objetivo final, pero no la concretará hasta más adelante, cuando tenga más información sobre sus posibilidades de conseguirlo. Para el entrenador es importante comprender esta diferencia y actuar según convenga a cada deportista. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 29 Los objetivos finales, tanto de resultado como de realización, suelen ser objetivos lejanos, y aunque la preferencia de algunos deportistas sea concretarlos desde el principio, es importante complementarlos planificando objetivos más cercanos que mantengan al deportista permanentemente motivado y atento a su cometido. La consecución de cada objetivo intermedio indicará que se está más cerca del objetivo final y que se es capaz de conseguir los retos que uno se va proponiendo, fortaleciéndose la autoconfianza cada vez que esto suceda. En el deporte de alto rendimiento, el objetivo final es un objetivo de resultado, pero conviene que esté ligado a un objetivo final de realización. Los objetivos intermedios progresivos, en la mayoría de los casos, también deben ser de resultado y de realización. Por un lado, se pueden establecer los resultados deportivos a alcanzar; por otro, los logros personales necesarios para poder conseguir tales resultados. Una ventaja importante de establecer ambos tipos de objetivos es que, si no se consiguen los objetivos intermedios de resultado, pero se logran los de realización, estos pueden contribuir al fortalecimiento de la autoconfianza del deportista y, como consecuencia, su motivación para seguir adelante, aun en presencia de la decepción que puede suponer ese mal resultado. Los objetivos intermedios de realización permiten que los deportistas puedan avanzar hacia sus objetivos finales dependiendo fundamentalmente de ellos, sin que su progresión se vea amenazada por cuestiones ajenas que puedan afectar a los resultados. Evidentemente, si se trata de objetivos intermedios de resultado que son clasificatorios para una competencia mayor (por ejemplo: los de un preolímpico), se deben considerar objetivos finales, ya que no conseguirlos supone el final del trayecto. El objetivo intermedio más próximo se debe establecer teniendo en cuenta los objetivos finales y los siguientes objetivos intermedios. Son objetivos que pueden tener un importante efecto motivacional, pero sobre todo si el deportista percibe que su consecución significa un acercamiento al objetivo final y una mayor percepción de control. También en este caso, conviene establecer objetivos de resultado y, sobre todo, de realización. Estos deben permitir que el deportista tenga una experiencia cercana de “éxito controlado” que fortalezca su autoconfianza y su motivación, por lo que tienen una gran importancia. A diferencia de los objetivos finales, los objetivos a corto plazo se deben concretar lo mejor posible, de forma que esté muy claro qué hay que hacer (realización) y qué se pretende conseguir (resultado). Objetivos inmediatos prioritarios Una vez determinados los distintos objetivos, el rendimiento de los deportistas en cada una de sus actuaciones en entrenamientos y competencias se podrá optimizar si se establecen objetivos prioritarios inmediatos. Estos objetivos, casi siempre de realización, permiten dirigir la atención del deportista a las decisiones y acciones Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 30 que se consideren más relevantes en cada momento concreto. Antes de las sesiones de entrenamiento, estos objetivos, pocos en número, contribuyen a que los deportistas centren su atención en las cuestiones más prioritarias de ese entrenamiento, pudiéndose obtener, así, un beneficio mayor del tiempo que se dedica a entrenar. En la gran mayoríade los casos, los objetivos prioritarios de los entrenamientos deben ser objetivos de realización, de forma que los deportistas se centren en su conducta y no en el resultado de esta. Esta manera de funcionar es muy útil para optimizar el rendimiento del deportista y, también, para acostumbrarse a utilizar un criterio objetivo (la consecución del objetivo de realización) para valorar ese rendimiento y desarrollar un estilo de funcionamiento cuya generalización a las competencias resultará muy beneficiosa. En ocasiones, cuando el entrenamiento deportivo incluya la repetición rutinaria de movimientos (por ejemplo: un elevado número de tiros a canasta) se pueden introducir objetivos inmediatos de resultado que obliguen a los deportistas a estar alerta y que su motivación y atención no decaigan. En las competencias, los objetivos inmediatos de realización contribuyen a que los deportistas, antes de comenzar a competir, perciban un mayor control, fortalezcan su autoconfianza, neutralicen el estrés y concentren su atención en lo que tienen que hacer. En cuanto a los resultados, es evidente que cada competencia tiene sus propios objetivos, pero en ocasiones (por ejemplo: cuando el deportista afronta competencias aparentemente “fáciles”), puede resultar muy útil el establecimiento de objetivos de resultado añadidos con el fin de paliar un posible estado de baja activación. En general, se trata de resultados relacionados con el resultado final en la competencia, pero centrados en aspectos específicos (por ejemplo: conseguir una determinada diferencia en el marcador, conseguir hacer X puntos de saque, etc.). Objetivos individuales y objetivos colectivos En los deportes de equipo se deben establecer objetivos colectivos para el equipo como conjunto y objetivos individuales para cada jugador. Obviamente, debe existir una conexión de interdependencia recíproca entre ambos, de forma que los objetivos individuales contribuyan a los objetivos colectivos y que estos satisfagan los intereses individuales de los jugadores. La interacción apropiada entre objetivos colectivos e individuales contribuye a incrementar la motivación de los deportistas, potenciar la cohesión de equipo y optimizar el rendimiento individual y colectivo. Algunos problemas que con cierta frecuencia se observan en estos deportes son la falta de objetivos individuales y/o de criterios claros para determinar en qué consiste, exactamente, la realización colectiva y la realización individual. Estos problemas repercuten negativamente en el funcionamiento de los jugadores y dificultan la evaluación de su rendimiento con independencia de los resultados. Por tanto, es importante que el psicólogo se fije en esto y, cuando lo vea necesario, aconseje que Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 31 se establezcan objetivos individuales y, tanto colectivos como individuales, objetivos de realización suficientemente concretos. Aplicación de la técnica El establecimiento de objetivos es una técnica que pueden aplicar tanto los entrenadores como los propios deportistas, y en muchos casos, es necesario que ambos lo hagan conjuntamente. De hecho, cuando los deportistas participan en el establecimiento de los objetivos que les atañen, se motivan más, confían más en que pueden alcanzarlos y se involucran más para conseguirlos que si el entrenador, el club o la federación se los impone. En cualquier caso, tanto el entrenador como los deportistas deben dominar la técnica del establecimiento de objetivos para plantear objetivos que sean eficaces. El dominio de la técnica incluye que se establezcan objetivos con las siguientes características: a) Objetivos de resultado y objetivos de realización: con más peso de unos u otros según sea la variable psicológica que se quiera potenciar (¿motivación? ¿autoconfianza? ¿concentración?) b) Objetivos finales y objetivos intermedios; c) Objetivos prioritarios inmediatos; d) Objetivos lo suficientemente concretos: sobre todo, los más cercanos; e) Objetivos atractivos, desafiantes y alcanzables; f) En los deportes de equipo, objetivos colectivos y objetivos individuales Reforzamiento social El reforzamiento social (por ejemplo: el entrenador reconoce, aprueba o elogia una conducta concreta) es una herramienta fundamental para consolidar las conductas a las que se le vincula (conductas técnicas, táctico-estratégicas, de esfuerzo, de cooperación…): es decir, no se trata de reconocer o elogiar sin más, sino de hacerlo, quedando claro, que es como consecuencia de una conducta concreta. Por ejemplo: el deportista hace algo bien, y el entrenador le dice ¡Bien, muy bien! Nótese que se refuerza lo que el deportista hace, no lo que consigue; es decir, se refuerzan conductas, no resultados. Además, el reforzamiento social es algo en lo que suelen fijarse otros deportistas, por lo que también favorece el aprendizaje por observación. Por añadidura, su talante positivo contribuye al buen ambiente del equipo o grupo de entrenamiento y fortalece la motivación cotidiana. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 32 Pensemos, por ejemplo, en un entrenador que desea mejorar la comunicación entre sus jugadores dentro de la cancha. a) En primer lugar, debe concretar mejor la conducta: es decir, a qué se refiere en concreto: qué mensajes, cómo quiere que se transmitan (señales, palabras, gritos…) y quién debe transmitirlos. b) Después, debe especificar en qué situaciones quiere que se transmitan esos mensajes. c) Por último, debe proporcionar reforzamiento social cada vez que los deportistas ejecutan esa conducta en esa situación. d) Más adelante, cuando la conducta esté consolidada, convendrá que aplique el reforzamiento de manera intermitente (no siempre), ya que, así, esa conducta se fortalecerá todavía más. Modelado El “modelado” es una técnica de aprendizaje por imitación de modelos. Su objetivo fundamental es la adquisición o eliminación de una conducta o un estado psicológico a través de la observación de un modelo que ejecuta (o no ejecuta) esa conducta, o muestra (o no muestra) ese estado psicológico. Por ejemplo: un jugador, tras un error, puede aprender a reaccionar de una manera positiva observando e imitando a otros jugadores que reaccionan así; o puede fortalecer su motivación y su autoconfianza observando a otros con una motivación y autoconfianza altas. En el deporte de alto rendimiento son numerosas las conductas y estados psicológicos que de forma "natural" (es decir, sin que se aplique un programa de intervención) se aprenden por imitación, y muchos más los que se podrían aprender si se aplicara bien la técnica del modelado. Por tanto, por un lado, el entrenador y el psicólogo deben estar alerta respecto a los deportistas que puedan ser modelos y su posible influencia positiva o negativa sobre los compañeros que los observan, permitiendo, por un lado, que prosperen los buenos ejemplos y neutralizando, por otro, las situaciones de aprendizaje vicario que puedan resultar perjudiciales. Por otro lado, ante la necesidad de aprender una conducta o estado psicológico determinados, se puede utilizar el modelado como única técnica o, como es más habitual, en combinación con otras técnicas (reforzamiento positivo, feedback, autoinstrucciones…). El modelado es una de las principales técnicas que puede utilizar el entrenador incorporándolo a sus demostraciones, ejercicios, videos charlas y ejemplos. Compilación: Psic. Luis Gonzalo Rojas Flores 33 Características del modelo Las características del modelo ejercen una gran influencia sobre el aprendizaje del observador. Aspectos como la edad, el sexo, la raza, las actitudes ante las cosas, el grado de competencia, el prestigio, etc. son relevantes atrayendo la atención de los observadores, pudiendo tener más impacto unas u otras características en función de las
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