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Argumentación
Argumentación:
La argumentación es una práctica discursiva que tiene como propósito defender una postura o una opinión y disuadir al otro de la propia. Para ello emplea razonamientos (argumentos) lógicos, conscientes, demostrables.
Se trata de un ejercicio común en ámbitos de confrontación de ideas, como los parlamentos nacionales, los debates públicos o las negociaciones. Se considera saludable para la convivencia democrática y para la pluralidad de opiniones, ya que permite el contraste apasionado de ideas, en lugar de recurrir a la violencia.
Al mismo tiempo, se llama argumentación (o Teoría de la argumentación) al estudio de los argumentos, de la mano de la lógica, la filosofía y la oratoria, así como a los textos argumentativos que una persona puede producir, en los cuales hace uso de sus capacidades expresivas y de su razonamiento para defender o atacar ciertas ideas.
Estructura de la argumentación
La argumentación no consiste en el manejo libre de las premisas, sino que se apega a ciertas estructuras para resultar eficaz. Así, debe constar de:
· Una tesis a defender, o sea, a favor de la cual se argumenta.
· Un conjunto de premisas a partir de las cuales se desprende la tesis.
· Un argumento que vincula las premisas con la tesis a demostrar.
Características de la argumentación
En líneas generales, todo ejercicio de argumentación cumple con las siguientes características:
· Aspira a convencer, a modificar el punto de vista contrario, o sea, a la persuasión.
· No consiste simplemente en opinar, sino en sustentar las opiniones de manera comprobable.
· Se basa en la construcción y el manejo de argumentos. Emplea para ello premisas, datos e información para sustentar lógicamente un punto de vista.
· Apela a la razón y no las emociones.
Tipos de argumentaciones
Los argumentos pueden clasificarse de acuerdo a diferentes criterios, como son:
· Según su capacidad de persuasión. Esto es, según qué tanto convenzan al otro, podemos hablar de argumentos débiles (fáciles de rebatir), argumentos sólidos (difíciles de rebatir) o argumentos irrefutables (imposibles de rebatir).
· Según su validez formal. O sea, según se adapten o no a un modelo de lógica riguroso, podemos diferenciar entre argumentos válidos e inválidos.
· Según su contenido. Es decir, según el tipo de argumentos que proponen, podemos distinguir entre diversas tendencias, enmarcadas en categorías de tipo social y cultural que pueden variar.

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