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Manchas y trazos El arte de fusionar pintura y dibujo M an ch as y t ra zo s La historia y la academia las ha separado, pero dibujar y pintar son dos técnicas tan imbricadas que, cuando se fusionan, producen obras explosivas. Felix Scheinberger lo sabe bien y con este libro se ha propuesto mostrárnoslo de forma práctica y directa. A través de 70 breves cápsulas teóricas y visuales, el popular ilustrador alemán nos cuenta las claves de la fusión de las manchas de color y los trazos, su potencial expresivo conjunto, la historia de su segregación y un sinfín de trucos, consejos y conocimientos que se convertirán en imprescindibles para llevar a cabo tus creaciones plásticas. En de�nitiva, una invitación entusiasta a despojarnos de nuestros prejuicios academicistas y a lanzarnos a crear sin la tiranía de la tradición. www.ggili.com Manchas y trazos El arte de fusionar pintura y dibujo Índice 37 Contrastes 41 Sombras de colores 42 De la mancha a la línea 44 Cuatro dedos 47 El pensamiento negativo 49 El dibujo automático 50 Nuestro amigo el azar 52 La cocina y el arte 55 Empieza por algo pequeño 57 Destaca ciertas zonas del dibujo 58 La perspectiva: un clásico 60 La perspectiva: lo pequeño y lo grande 62 La perspectiva: entre el dibujo y la pintura 64 Pintar el espacio a partir de la mancha 67 Delante, al lado y detrás 7 Dibujar frente a pintar 8 Los motivos del divorcio 10 La línea frente a la mancha 14 El volumen 16 El pez que sale de la mancha 19 “¿Acaso no ves al rey de los elfos, padre?” 20 La pareidolia 23 El truco del botón 25 La silueta 27 Una puntualización sobre el uso del color 28 La proporción lo es (casi) todo… 31 De la mancha a la perspectiva 32 La mirada de topo 34 El coche y la pera 68 Discrepancias 70 La perspectiva: las formas redondas 72 Casos especiales 74 El truco del marco de la diapositiva 76 De lo grande y lo pequeño 78 Las ruinas del monasterio de Eldena en las Montañas de los Gigantes 80 Photoshop analógico 84 El collage 86 Una lanza en favor de la copia 88 Espejito, espejito... 90 Borrar 93 Los coches de Matchbox 94 Ordenar el arte 97 Estructura 98 Colorido frente a chillón 101 La aplicación selectiva de los colores 102 Colores predominantes 105 Nada más que la verdad 106 De noche todos los gatos son pardos 109 Cómo animar las ilustraciones 111 De perros y de hombres 114 El dibujo de desnudo 2.0 116 Mírame a los ojos, cariño 118 El efecto Kuleshov 121 Soltura y virtuosismo 122 Cuestiones de estilo 125 Buenos y malos motivos 127 ¡Las ideas! 128 La madre de una buena idea a menudo es una mala 130 Evita los tópicos 134 Dinámicas de grupo 137 Series, secuencias e imágenes con objetos ocultos 139 La búsqueda de opuestos 141 La paciencia 143 Dibujos que hablan 145 El enfoque 147 El tiempo en la imagen 148 Pintar el tiempo 151 Sobre el valor de nuestro trabajo 155 El mejor palo de selfi es el lápiz 157 Una buena razón 158 Sobre el autor 6 7 Dibujar frente a pintar ¡Dibujar y pintar son dos cosas completamente diferentes! ¿Eso es lo que crees? Pues yo creo que no. En la pintura tradicional, el dibujo es en realidad un borrador, un boceto de base. Se comienza la obra haciendo un dibujo preliminar, se transfiere al lienzo, se pinta y se ennoblece con colores al óleo hasta que el dibujo preliminar desaparece bajo la pintura, dejando sitio para el cuadro pintado, la “verdadera” obra. El dibujo es, por tanto, la etapa preliminar, mientras que la pintura representa la culminación de una obra. Y con este proceso basado en la separación entre ambas disciplinas es como aprendemos a pintar cuadros, tanto si nos gusta como si no. Voy a ir al grano sin más dilación: sinceramente, creo que esa separación no tiene ningún sentido. Lo que sucede es que, al ponernos a dibujar, a falta de superficie, recurrimos a delinear los contornos, es decir, a trazar unas líneas que delimitan la superficie de una figura pero que, en realidad, son una extraña abstracción, porque esa línea no existe en la realidad. Lo único que esa línea marca es el límite que separa al objeto de lo que le rodea, pero ¡la gente no tiene contornos! La mancha de color que utilizamos en la pintura resulta ideal para representar la luz, la emoción, las proporciones o la densidad, pero en términos de detalle y claridad es inferior a la línea. La separación entre dibujo y pintura que seguimos aplicando por herencia del entorno académico no es, desde este punto de vista, más que la mitad del camino hacia la obra. Es como si quisiéramos contar toda una historia con la mitad del vocabula- rio. Si, por el contrario, no tuviéramos que dibujar y pintar por separado, sino más bien consideráramos las imágenes como una combinación de las dos artes, avanzaríamos mucho más y, sobre todo, mucho más fácilmente. A esa ventaja se le suma el hecho constatable de que la frontera entre los dos géneros está en constante fluctuación. El color por sí solo no basta para describir la diferencia entre el dibujo y la pintura; también podemos hacer un dibujo a color con lápices de colores, pero ¿lo convierte eso ya en un cuadro? Se puede colorear tanto con rotuladores como con acuarelas, y se pueden utilizar técnicas pictóricas en blanco y negro. A menudo pintar es simplemente dibujar con pintura, y a menudo dibujar es en realidad pintar con un pincel muy pequeño. Casi todas las obras que creamos contienen elementos tanto de dibujo como de pintura. Por todo ello, la separación tradicional de ambos géneros me parece muy poco productiva. Desde hace unos cuantos años, el dibujo, la ilustración y el urban sketching están de moda, y cuantas más personas se interesan por estos medios de expresión, más necesario resulta plantearse la cuestión de cuál es la mejor manera de aprender a dibujar y pintar. Por mi parte, estoy convencido de que muchos de los problemas a los que nos enfrentamos cuando creamos una obra pueden resolverse mucho mejor con una combina- ción significativa de ambos géneros que si los abordamos desde una perspectiva aislada. Por tanto, este libro no es “solo” un libro sobre dibujo, ni tampoco un libro que trate exclusiva- mente de pintura. Creo que las mejores ilustracio- nes se crean a través de un uso equivalente de ambos. Pintura y dibujo juntos se aprenden mucho mejor que por separado. Que las cosas se hayan hecho toda la vida de una cierta manera no significa que esa sea la manera apropiada de hacerlas hoy. Por eso, me gustaría invitaros a dejar atrás algunas viejas costumbres y a combinar ambos géneros con audacia. En realidad, el dibujo y la pintura no son solo hermanos, sino gemelos, que difieren en sus métodos, pero tienen el mismo objetivo: crear buenas obras. 8 Para entender el porqué de esta arraigada diferenciación entre dibujo y pintura tenemos que hacer un pequeño viaje en el tiempo, porque el divorcio del que estoy hablando tiene orígenes históricos. Al principio, el dibujo y la pintura eran una única actividad. En realidad, la división entre ambos no se produjo hasta el Renacimiento, época en la que surgieron los talleres artísticos y la pintura adoptó una metodología industrial, subdividiéndose el proceso en distintas etapas. Sobre todo en el caso de la técnica al fresco —es decir, en la pintura mural—, se constató la necesidad de aumentar la velocidad, porque las imágenes se pintaban directamente sobre una tersa capa de enlucido que secaba con rapidez. Para poder llevar a cabo esa tarea de forma oportuna, los pintores tuvieron que aprender a dividir su trabajo: cada vez más a menudo el maestro se dedicaba a diseñar los bocetos y los discípulos los pintaban, lo que gradualmente condujo a la división de los géneros. A esto se sumó el uso de pigmentos cada vez más valiosos. Algunos colores eranliteralmente más caros que el oro y, dado su precio, aumentó la exigencia de no desperdiciar la pintura. En consecuencia, los talleres debían esforzarse por lograr que la fase de abocetado fuera lo más económica posible. Solo se utilizaba un color y, si era posible, uno barato. Es decir, que si los dibujos preliminares se realizaban en medios como tinta, carboncillo, sanguina o grafito, no era por casualidad. (Por cierto, este ahorrativo método de trabajo es también la causa de que en la actualidad pensemos que los cuadros tienen que ser más caros que los dibujos...) El desarrollo de las técnicas de estampación y grabado, en especial de los grabados en madera y cobre, también favoreció la separación entre dibujo y pintura. En la Baja Edad Media, por regla general, solo se estampaba en blanco y negro, lo que provocó casi de manera automática que se considerara que el grabado pertenecía al ámbito del dibujo. Como vemos, la separación de géneros tiene causas históricas y económicas, pero la verdad es que hoy en día no sirve para nada. En las épocas en las que esa separación todavía no existía, la utilización de la línea y la superficie era mucho más relajada e intuitiva que ahora. El dibujo podía situarse por debajo o por encima de la superficie de pintura, o podía ir surgiendo a la vez que se pintaba. Es decir, que no solo había “dibujos preliminares”, sino también “dibujos ulterio- res”. Y el caso es que hoy ya no pintamos frescos, así que ya va siendo hora de reconsiderar este viejo divorcio, ¿no? Los motivos del divorcio Pero ¿de dónde viene realmente la separación de la pintura y el dibujo? 9 10 Por lo general, las líneas no definen los objetos en sí, sino que únicamente definen sus límites, de ahí que dibujar sea tan difícil, porque, como hemos visto, el contorno no es algo que percibamos de manera explícita. Casi nada de lo que pintamos está realmente delimitado por una línea oscura. Al contrario, la mayoría de las cosas poseen una presencia marcadamente corporal. Tienen masa y volumen, y son de carne y hueso. Además, en comparación con la mancha, la línea es de una sutileza muy delicada. Es mucho más difícil de representar con precisión que la gran mancha a la que rodea. Dado que, para lograr que la línea defina la forma, junto a la proporción y la perspectiva, esta debe encajar exactamente, y su trazado permite muchos menos errores que la aplicación de la mancha. Queda claro que no nos hacemos ningún favor basando nuestro trabajo en esa fina línea fronteriza. Así que, de momento, vamos a dejar la línea de contorno a un lado para centrar nuestra atención en el principio de los tiempos, en la época en la que surgieron el dibujo y la pintura... Probablemente todo comenzó cuando los cazado- res y recolectores de la Edad de Hielo vieron su propia sombra en las paredes de una cueva. Un día, alguien trató de encontrar el modo de retener la sombra en la pared. Me imagino a un hombre de las cavernas queriendo atrapar a ese fantasma para la posteridad... y descubriendo con asombro que había abierto la puerta al mundo de las imágenes. Todo lo que sucedió a continuación se originó a partir de la aplicación del ocre, el hollín y el carbón vegetal sobre la pared de una cueva. Ahí es donde comenzó el arte. Hay algo en esa escena que posee especial interés para nosotros: los primeros cuadros no eran ni dibujos ni pinturas, eran ambas cosas. Y eso puede aplicarse no solo a las creaciones primitivas —es decir, al arte prehistórico—, sino también a los pintores de siglos posteriores quienes se tomaban mucho menos en serio que nosotros la separación entre dibujo y pintura. De hecho, incluso en nuestras primeras obras —los dibujos de nuestra infancia— ambas técnicas convivían: las ilustraciones infantiles incluyen elementos tanto del dibujo como de la pintura; simplemente hacen uso de las técnicas en función de lo que se necesita en cada momento. Usan lo que tiene sentido en la imagen, y así es como tiene que ser. La línea frente a la mancha El dibujo clásico nos lo pone bastante difícil Dibujo infantil del autor, abril de 1973 12 Los objetos que pintamos tienen volumen. Son tridimensionales y están hechos de materia. El “truco” de la pintura radica en disponer las líneas o las manchas en un espacio bidimensional —es decir, sobre el papel— de modo que recreen más o menos el efecto óptico de un objeto tridimensional. El efecto espacial se consigue mediante contrastes, superposiciones y la reproducción correcta de las proporciones. Y, sin embargo, naturalmente, todas esas rayas y colores no dejan de ser una mera ilusión. Un caballo es un caballo, y un caballo pintado no es más que unos cuantos trazos sobre un papel. El dibujo clásico soluciona la ilusión óptica de la tridimensionalidad por medio de líneas, mientras que la simulación de la luz y la sombra se lleva a cabo por medio de tramas cruzadas o sombreados de rayas paralelas. En la pintura, en general, todo suele partir de la propia mancha. Y ambas técnicas tienen sus beneficios: la línea delimita las áreas situadas a su derecha y a su izquierda, mientras que, en un principio, la mancha se define por sí misma, pero su forma también delimita el espacio contiguo. Si nos paramos a reflexionar sobre qué es lo que realmente vemos cuando miramos un objeto, la mancha se acerca más a la realidad. Sin embargo, también son precisos esos límites más definidos (siguiendo con el ejemplo del caballo: líneas para definir los ojos, los cascos, la estructura del pelaje...). Por eso necesitamos ambas cosas: líneas y manchas, dibujo y pintura. La línea frente a la mancha Para empezar, vamos a concentrarnos en lo que vemos 14 Así es. Empezaban sus obras dibujando y pintando al mismo tiempo, y esa forma de trabajar tiene numerosas ventajas. Las pinturas rupestres parecían sombras pintadas. Por ejemplo, un pintor prehistórico desarrollaba un caballo a partir de una mancha, lo cual tiene mucho sentido porque se ajusta mejor a nuestra impresión de la realidad que al empezar por el contorno. De hecho, cuando contemplamos unos caballos al galope, lo que en realidad vemos es una especie de manchas en movimiento. Es mucho más fácil entender primero un cuerpo como una mancha o una sombra —es decir, representarlo de una manera más bien pictórica— que delimitarlo con una línea exterior. Por eso aconsejo a los principiantes que se inician en el dibujo de desnudos, que comiencen por captar el volumen del cuerpo con una mancha de color que recree las proporciones y la silueta del motivo, para luego, en un segundo paso, definir su contorno. Tal vez podrías empezar utilizando un lápiz de color claro, como un tono amarillo u ocre, y ponerte a representar el volumen (siguiendo así una técnica muy parecida a la de los primeros pintores, que empezaban a trabajar a partir de una sombra). Una mancha de tinta clara o acuarela también sería una buena opción, aunque en ese caso habría que tener en cuenta el tiempo de secado del material. Con este método, cuando pases a trazar el contorno de la mancha, la plantilla subyacente hará el trabajo mucho más fácil. Por cierto, fusionar dibujo y pintura no significa que prescindamos de las líneas. Lo que significa es que combinaremos de El volumen Los primeros pintores empezaban la casa a la vez por los cimientos y por el tejado 15 manera intuitiva el dibujo y la pintura. Si aceptamos la idea de que el orden en el que abordamos dibujo y pintura puede alterarse a voluntad, se abrirá ante nosotros un universo de representación mucho más amplio y libre. En ese universo, no estaríamos ya obligados a empezar siempre por un esbozo, sino que perfectamente podríamos acabar el trabajo con una sesión de dibujo. En otras palabras: Empecemos por la sombra en la pared, las manchas y los dibujos infantiles. Volver a ese punto inicial es, desde mi punto de vista, una forma maravillosa-mente fácil de aprender a dibujar. CO N S E J O Lo mejor para dibujar sobre la pintura húmeda son los lápices acuarelables. Si no es así, ¡simplemente espera a que se seque! 16 Para ejercitarte en la técnica de dibujar a partir de una mancha, te resultará muy práctica esta sencilla tarea: pintar un pez. Comienza simplemente creando una mancha que tenga más o menos la forma de un pez; puede ser de acuarela, una forma pintada con lápices de colores, pero también un papel recortado o arrancado sin más. A continuación, traza las líneas por encima de la mancha. Ya verás: cuando tengas en mente la forma básica gracias a la mancha, te será mucho más fácil trazar las líneas correspondientes que si trabajas sobre la superficie blanca. La mancha ya incluye las líneas que necesitas y todos los detalles —ojos, aletas, escamas— se complementan entre sí como por arte de magia. El pez que sale de la mancha Empecemos con algo sencillo 19 La razón por la que el truco con la mancha funciona tan bien tiene un nombre científico: pareidolia. Para explicar en qué consiste, voy a tener que extenderme un poco. ¿Te acuerdas de las primeras fotos de Marte? Todavía recuerdo como si fuera ayer el día en que cayó en mis manos un reportaje sobre los primeros años de los vuelos espaciales a nuestro planeta vecino. En varias de las páginas de la revista se describía la sonda Viking y se publicaban unas fotografías que esta había enviado a la Tierra y en las que se la veía orbitando en torno a Marte. Las fotos eran sensacionales para ese entonces: aquella era la tecnología punta de 1976 y, sin duda, estaba a solo un paso de la tecnología de la nave Enterprise (cuyas peripecias también seguía con gran interés en aquella época). Sin embargo, lo más fascinante de las fotos fue que por primera vez parecían ofrecer pruebas de la existencia de inteligencia extraterrestre: en las fotos podía reconocerse a un alienígena, en concreto, un rostro que nos miraba desde la superficie del planeta. Unos rasgos faciales de dimensiones gigantescas en los que se recono- cían nariz, boca y ojos adornaban Marte, sublimes e intemporales. ¡Alucinante! ¡¿Era un alienígena, entonces?! Para nada, era el efecto de la pareidolia, un fenómeno muy relevante para el tema que nos ocupa. ¡Bienvenido al fascinante mundo de la psicología de la percepción! ¿Lo has experimentado alguna vez? ¿Miras una mancha en la pared, un poco de pintura derramada en el suelo, la huella de una taza de café en la mesa o una foto borrosa y, de repente, ves una figura emerger de esa bruma informe? ¿No hay una cabeza en esa zona neblinosa? ¿No se distingue ahí claramente una persona? ¿No hay un perro ahí sentado, o un pato? El efecto de creer reconocer algo familiar en prácticamente todo, de ver caritas en los enchufes de la pared o un caballo al galope en las nubes que se alejan, se llama pareidolia. El término deriva de la palabra griega “apariencia” y describe el esfuerzo que hacen nuestros cerebros por reconocer patro- nes familiares en formas extrañas. De acuerdo, pero ¿por qué lo hacen? Por lo visto, existe una tendencia biológica en los humanos que nos mueve a completar las percepcio- nes incompletas. Nuestros cerebros completan la información recibida de forma automática, de lo contrario nos sentiríamos simple y llanamente sobrepasados ante la avalancha diaria de datos. Es decir, las imágenes no solo están compuestas por impresiones visuales reales, sino también por las expectativas de nuestra mente. Ese fenómeno nos es de ayuda en la medida en que completar las percepciones permite en la práctica que reco- nozcamos las cosas con mayor rapidez. (Reconocer rápidamente a un tigre genera una ventaja evolu- tiva, y siempre es mejor ver uno de más que uno de menos...). “¿Acaso no ves al rey de los elfos, padre?” Por qué reconocemos lo conocido en lo desconocido y por qué este don puede ayudarnos a dibujar 20 La pareidolia Ahora bien, ¿qué hace que el reconocimiento de patrones sea tan interesante para nosotros los creadores? El fenómeno de la pareidolia sirve para mucho más que para reunir argumentos contra las teorías de la conspiración alienígena… Lo mejor de la pareidolia es que podemos utilizarla para estimular nuestra creatividad, y eso es realmente fantástico, pues la pareidolia también se pone en marcha cuando dibujamos. El fenómeno aparece incluso cuando dibujamos de manera inconsciente, en los garabatos que hacemos mientras hablamos por teléfono, en formas fruto de la casualidad o en los errores aparentes. Cuando nos ponemos a garabatear sin objetivo fijo, tendemos a descubrir en las formas resultantes patrones que, a su vez, evocan imágenes en nuestra mente. Se puede hacer un uso creativo de esta curiosa predisposición de la psique utilizando el azar como punto de partida para luego completar de manera consciente los descubrimientos y traducir las imágenes resultantes a un lenguaje visual legible. En la práctica esto funciona en la siguiente secuencia: garabatear, mirar, descubrir y completar. A través de la aplicación consciente de esos cuatro pasos, podemos abrir la puerta a la base de datos de imágenes de nuestro inconsciente. (En psicología, como método para obtener más información sobre su vida interior, a veces se intenta acceder a esa parte de la memoria haciendo que los pacientes interpreten manchas de tinta mediante el conocido test de Rorschach.) Un truco muy práctico que permite descubrir un nuevo potencial creativo es, por ejemplo, continuar un dibujo añadiéndole detalles absurdos con ánimo lúdico o pintar sobre una mancha creada al azar. Para hacerlo, ponte a mirar y a girar la hoja con la mancha hasta que aparezca un patrón —es decir, una figura o una escena— en el ojo de tu mente. Comprobarás que las creaciones aleatorias son auténticas minas de oro. Podrás seguir desarro- llando el juego visual de forma consciente aña- diendo, completando o repintando nuevas líneas. ¡Acaba las figuras, completa las formas! ¡Verás qué fuente de inspiración tan sorprendente te propor- ciona la pareidolia! CO N S E J O ¿Por qué no pruebas alguna vez a improvisar un dibujo a partir de una mancha? Se crean estructuras especial- mente bonitas haciendo impresiones o frottage de manchas de materiales pictóricos densos, como el acrílico o el gouache. Pero incluso una sencilla gota de café, como se ve en estas imágenes, encierra un gran potencial creativo. Ejemplos de pareidolia: ¿dibujos hechos con café o manchas de café con leche? ¿Y qué relación tiene todo esto con las fotografías de la Viking de la década de 1970? Debo reconocer que, muy a mi pesar, los extraterrestres se evapora- ron cuando las nuevas tomas de la sonda Mars Global Surveyor de 2001 revelaron el error de la primera expedición: visto desde otros ángulos, el famoso rostro alienígena resultó ser una simple formación rocosa, erosionada de forma natural, que debido a un juego de luces y sombras había desencadenado el fenómeno de la pareidolia entre el público de la época. Por muy decepcionante que parezca dicha revelación al principio, se torna emocionante si utilizamos la pareidolia para descubrir algo real- mente fascinante: nuestra capacidad única e ilimitada para crear. 22 23 En realidad, con frecuencia nos basta un solo punto para poder “leer” una mancha. Un buen truco es empezar la imagen con un ojo. Yo siempre tengo unos cuantos botones a mano (y estoy seguro de que tú también tendrás un par perdidos en algún cajón, entre unas llaves antiguas y las gafas 3D de tu última visita al cine...). No tienes más que ponerle uno de esos botones a la forma que has pintado como si fuera su ojo. Con este simple gesto, la silueta de repente se convierte en un personaje. Los ojos —incluidos los del botón— dan vida a cualquier forma y nos facilitan la tarea de concretar la figura. Merece la pena mencionar este truco,aunque solo sea porque nos permite servirnos del botón para orientarnos respecto a la forma sin tener que comprometernos con una decisión de modo precipitado. Una vez que has dibujado algo, no puedes cambiarlo de sitio como el botón de un pantalón. El botón crea un foco en torno al cual nuestra imaginación cristaliza y nos ayuda a imaginarnos el resto de la silueta. El truco del botón Cómo pasar del borrón al retrato 24 La silueta El camino que va de la mancha a la ilustración pasa por la silueta La silueta clarifica al mismo tiempo las proporcio- nes y el espacio, lo que la convierte en un instru- mento ideal para dar el primer paso a la hora de acometer un motivo. Cuando uno emprende el camino hacia una ilustración a través de una silueta, será capaz de dibujar cualquier cosa que desee, ya sea un gato, un coche o una silla. Trabajar con una forma plana facilita la reproducción de los objetos porque, de hecho, una superficie bidimensional contiene todo lo que se necesita saber para poder traducir un motivo tridimensional a un dibujo bidimensional. Al principio puede parecer que damos un rodeo al trazar la silueta del objeto antes de dibujar los contornos, pero cuanto más aprenda- mos a reconocer la forma, menos dependeremos en última instancia de ese paso. A medida que vayamos practicando, dejará de ser necesario pintar una mancha real para luego dibujar sobre ella. Y es que, naturalmente, esas “manchas orientativas” a veces pueden tener un efecto perturbador en la imagen acabada. Con el tiempo, acabarás teniendo un amplio conocimiento de la forma de los gatos o de los coches, por lo que te resultará fácil delimitar sus contornos. 27 Si en lugar de separar los pasos del dibujo y la pintura, los abordamos de forma más o menos simultánea, debemos tener en cuenta las peculiaridades de los respectivos materiales. Por ejemplo, la mayoría de los lápices no permiten dibujar bien sobre una pintura húmeda. Las capas gruesas de pintura afectan a la textura del papel y las “montañas y valles” impiden que los lápices se deslicen con fluidez por la superficie. Por eso, fusionar pintura y dibujo funciona especialmente bien cuando aplicamos finas veladuras de pintura. Por otro lado, la primera “mancha” tampoco debería tener una intensidad de color excesiva. Al principio solo es cuestión de tratar de reproducir la forma de un modo aproximado. Nadie te obliga a usar la pintura al óleo, que tarda semanas en secarse, así que utiliza acuarelas, gouache diluido o pintura acrílica y un pincel lo suficientemente grande. Si empiezas con una ligera capa de pintura y la dejas secar, podrás dibujar sin problemas sobre ella, y si eres proclive a impacien- tarte, los lápices de colores son ideales para trabajar en “terrenos húmedos”, ya que no son tan sensibles al agua como los rotulado- res de fibra. Si no quieres usar agua, también puedes utilizar lápices de colores (gruesos) o tizas para crear la forma. Es importante que no empieces con un tono demasiado oscuro: una mancha de color beis, amarillo o gris bastará para el primer paso. Lo mejor es seleccionar un tono que vaya a aparecer en la imagen de todos modos, así luego se perderá sin problemas bajo las siguientes capas de color. Aparte de eso, los ratos de secado también tienen algo bueno: si divides la ilustración en fases, no solo trabajarás en ella más relajadamente, sino que también podrás disfrutar de los necesa- rios descansos creativos mientras los colores se están secando. Una puntualización sobre el uso del color Trabajar por fases 28 La proporción lo es (casi) todo… ¿Pero realmente es más fácil dejar a un lado el contorno y dedicarse en primer lugar a la mancha? ¿No es tan complicado crear una forma como trazar bien el contorno? La respuesta es clara y directa: no, no lo es. Las formas no solo son más fáciles de captar que los contornos, sino que, además, gracias a sus siluetas, son ideales para abordar el problema más subestimado a la hora de dibujar: las proporciones. Es relativamente fácil considerar una mancha como una silueta y una silueta como un objeto. Y como las líneas no nos distraen, esta manera de trabajar nos permite concentrarnos en las proporcio- nes y, por tanto, en la esencia de una forma. Cuando hablamos de proporciones, normalmente nos referimos a las relaciones de las formas entre sí, como, por ejemplo, entre las partes de nuestro cuerpo: grandes frente a pequeñas, largas frente a cortas, etc. De hecho, el tema de la proporción abarca casi todo lo que percibimos cuando reconocemos un objeto; muchas cosas se transforman en otra cuando cambian sus proporciones. Tomemos un ejemplo del reino animal: si le alargamos el cuello a una gacela, se convierte en una jirafa. La gacela debe su meta- morfosis al hecho de que sus proporciones han cambiado, en concreto al cambio de la relación entre su cuello y el resto del cuerpo. De manera similar, una manzana con un “cuello” largo pasa a ser una pera, un lagarto con extremidades más gruesas se convierte en un cocodrilo, un niño con una cabeza más pequeña en relación con el cuerpo se convierte en un adulto. Como podemos ver, las proporciones son esenciales. Y, por eso, mientras trabajemos con una mancha y prestemos atención a las proporciones de la silueta, lograremos manejar este tema con elegancia. 29 30 N O TA Para realizar la puerta de Abu Nabbut, decidí crear primero el esquema global de colores y, más tarde, añadir los detalles. El dibujo del castillo de Langeais fue desarrollado a partir de una mancha de acuarela; los detalles no se incorporaron hasta un segundo paso. De la mancha a la perspectiva Cómo calcular las proporciones a partir de una mancha Empezar a trabajar a partir de una mancha tiene aún más ventajas. No solo es más sencillo controlar las proporciones de un objeto y, por tanto, repre- sentar su forma de manera más hábil, sino que la mancha también nos ayuda a captar sus proporcio- nes más fácilmente. A veces el primer problema de dibujo es reducir un edificio grande (por ejemplo, un castillo como el de más abajo) al tamaño de una hoja de papel. No obstante, si uno considera en un principio su motivo como una silueta pura, la adaptación resulta mucho más fácil. Reducir una gran mancha a una pequeña es mucho más factible que reducir de manera proporcional un complejo edificio con aguilones, torretas y aspilleras. Si al acometer la representación tridimensional de un volumen, lo dibujamos de esta manera, podemos dividir el trabajo en varias etapas. Lo mejor es plasmar en primer lugar la forma exterior y reservar los detalles para más tarde. De este modo eludire- mos las trampas de perspectiva asociadas a ellos, como los que pueden plantear los ventanales o los puntos de fuga, entre otros, en los que solo nos concentraremos por completo en el segundo paso. Al escalonar esta problemática, es más fácil solucionar las dificultades, lo que hace de la fusión entre dibujo y pintura una técnica adecuada para resolver problemas complicados. El castillo de Langeais, valle del Loira, Francia 32 Pues bien, te propongo probar el procedimiento inverso: a veces, cuando se quiere representar algo, es conveniente no mirarlo con demasiada atención, sino, al contrario, mirarlo de forma muy imprecisa. El truco es este: simplemente mira tu modelo como si fueras un topo. Lo más importante de una imagen no son los detalles, sino las proporciones, la postura, la expresión y el planteamiento artístico; es decir, todos ellos aspectos que se derivan de la impresión general más que de los detalles más sutiles. Si, por ejemplo, se empieza un retrato dibujando los detalles (como los ojos o la boca), casi con toda seguridad se pasarán por alto las proporciones de la cabeza en su conjunto. Como vemos, resulta poco útil trabajar con lupa, ya que es fácil perder de vista La mirada de topo Estoy seguro de que alguien ya ha intentadoexplicarte que dibujar correctamente exige sobre todo mirar con atención la estructura básica. Para captar bien una imagen, es mucho más importante la impresión completa. Por eso, me gustaría enseñarte cómo trabajar pasando de lo más básico a lo más complejo y no de lo más complejo a lo más básico. Para mirar como un topo, tienes que entornar un poco los ojos como si hubieras perdido las lentillas (no importa si no usas lentillas, ya sabes a qué me refiero). El efecto resultante es que nada de lo que miramos está nítido. Las superficies se vuelven borrosas y la luz pierde sus matices. De este modo, el motivo adquiere una forma más sencilla: se ve el mundo sin detalles, se vuelve más parecido a las siluetas y a las xilografías. Lo que al principio parece una restricción resulta ser una gran ventaja a la hora de trabajar: de pronto, a través de la mirada del topo, solo vemos lo que es realmente esencial. La simplificación hace que sea mucho más fácil reconocer qué partes de la escena son importantes y qué condiciones de iluminación son las determi- nantes. Esto es tanto más decisivo cuanto más complicado nos parece un motivo. (Como, por ejemplo, esta calle atestada de gente en el centro de Jaffa.) La limitación de la mirada nos revela los componen- tes esenciales de nuestros motivos. Eso convierte la mirada de topo en una herramienta valiosa, porque hace que nos sea más fácil prestar atención a lo principal a través de esa “mala” visión. Lo primero que captamos es la forma de nuestro motivo: ¿cuál es la perspectiva? ¿Dónde están las luces y las sombras? Una vez que hemos comprendido la forma, también comprendemos cómo podemos dibujarla, y más tarde añadiremos los detalles sin demasiado esfuerzo. 33 CO N S E J O Esquema preliminar con “mirada de topo” del dibujo de la izquierda. Primero hice un boceto de la forma aproximada de la calle, los tejados y las casas. Prúebalo: la vista simplificada nos permite ver lo esencial. Nos ayuda a aclarar las dudas sobre qué perspecti- va, qué condiciones de luz y qué líneas de dirección son verdaderamente decisivas. 34 Hay más modos en los que la mirada de topo nos puede ayudar a la hora de dibujar. Podemos emplear la mancha para más cosas que encontrar algo nuevo en ella a través de la pareido- lia; también puede servirnos de base para comprender la forma de nuestros motivos. Cada vez que abordo el dibujo de un motivo cuyas proporciones y perspectiva me resultan difíciles, lo reduzco a algo más simple. Miro mi motivo con la “mirada de topo”, de modo que los detalles se desdibujen y, a partir de ahí, capto la forma básica. A continuación, trato de asignar esa misma forma a un motivo que sea fácil de dibujar. ¿Me recuerda tal vez a un sombrero, a una cama, a una pera? Es una idea muy fácil de poner en práctica. Desde la perspectiva adecuada, los contornos de un coche pueden muy bien resultar parecidos a una pieza de fruta. Así que sigo este sencillo proceso: en primer lugar, pinto la forma aproximada de mi fruta “imaginaria” y, en un segundo paso, trazo en esa mancha orientadora las líneas del objeto real, de mayor complejidad. Créeme, la fruta o los sombre- ros son mucho más fáciles de pintar que los coches. Es un buen truco que nos permite trasladar prácticamente cualquier motivo al papel sin frustraciones. Por tanto, lo repito: cuando algo te parezca complicado, observa tu motivo con la “mirada de topo”, así lo simplificarás. Luego piensa en una forma más sencilla que se le parezca y, a continua- ción, desarrolla a partir de ahí tu verdadero motivo. El coche y la pera Cómo plasmar las formas mediante la simplificación 35 Prueba a reducir el coche a una forma básica, luego reduce la forma a una pera, a continuación pinta la pera y, por último, vuelve a desarrollarlo todo en la forma de un coche incorporando los detalles a la forma auxiliar. De este modo, combinarás pintura y dibujo con el fenómeno de la pareidolia y desarrollarás una nueva técnica para aplicar tu propia creatividad a la representación de escenas especialmente complicadas. Te sorprenderá comprobar lo bien que funciona. 36 37 Contrastes Para dotar de volumen a la silueta, debemos añadirle luz El otro día me topé con una vieja carpeta con dibujos de mi época de estudiante. Contenía, entre otras cosas, el dibujo de una zapatilla de deporte del que me sentía muy orgulloso a los 14 años. En ocasiones, me había acordado de ese dibujo y debo confesar que cuando lo observé de nuevo después de tantos años, me sentí un poco decepcionado: mi zapatilla tenía un aspecto extrañamente plano. En aquel momento me había esforzado mucho para dar con la forma correcta, dibujando cada cordón, y aun así la zapatilla se resistía a tener volumen y seguía siendo una superficie gris con cordones. Y esa es justamente la razón por la que te estoy contando esto: las imágenes necesitan contrastes, altos y bajos, para generar una tridimensionalidad creíble. O sea, necesitan que les asignemos a las distintas áreas una luz convincente, unas sombras bien definidas y el tono intermedio adecuado. En cambio, la zapatilla que yo había dibujado carecía de luces y sombras. Hoy sé qué es lo que debería haber procurado plasmar en aquel entonces: los contrastes. Únicamente cuando se definen la luz y la oscuridad se genera corporeidad. Los contrastes nos permiten crear profundidad de imagen. CO N S E J O En el dibujo, a menudo se utiliza el sombreado para representar la luz y la sombra. Puede tratarse de un simple rayado o de una trama cruzada (ilustra- ción superior), que pueden utilizarse para reproducir los grises. Resulta todavía más eficaz si el sombrea- do sigue el contorno o la configuración del objeto que estamos dibujando (por ejemplo, la manzana de la izquierda), para así describir simultáneamente los valores tonales, las dimensiones y la textura de la superficie de nuestro motivo. 38 Contrastes ¿Cómo “reconocer” dónde situar qué valores? Para dibujar la profundidad espacial, tienes que verla primero, por supuesto. Te aconsejo que te pongas las gafas de topo otra vez: mira tu motivo con los ojos entornados, así verás el mundo con formas más simples y el objeto se difuminará en una mancha con luces y zonas oscuras. Pues bien, por extraño que pueda parecer, precisamente con ese borrón de luz y oscuridad es con lo que podrás trabajar mejor. Para hacer dibujos con mucho contraste, basta con asignar todos los valores tonales a uno de los dos “bandos”: a la luz o a la sombra. Al principio pueden ignorarse los valores medios y las transiciones se pueden añadir más tarde allí donde sean necesarias. Si además transfie- res con audacia las zonas oscuras de tus motivos a tus imágenes en tonalidades oscuras y dejas sin tocar las zonas claras, ¡descu- brirás cuánta tridimensionalidad puedes crear! CO N S E J O Cuando quieras hacer un dibujo con mucho contraste, no está de más exagerar un poco. Basta con acentuar todos los tonos de uno de los dos “bandos” y suprimir los valores medios. Barrio con rascacielos, São Paulo, Brasil 41 La forma más elegante de combinar pintura y dibujo es añadir color a las sombras de un motivo. En otras palabras, prescindir de las tramas y sombreados, y reemplazarlos por el color real del objeto. (Por ejemplo, el rojo para una fresa, el verde para una manzana o un tono de piel para una persona.) ¿Cómo crear la ilusión tridimensional? Igual que en un dibujo “normal”, utilizando el color del papel como el tono más claro de la imagen. En las zonas en las que brilla la luz y no hay sombras, dejo la superficie sin tocar. En las zonas en las que normalmente la oscuridad sería un área gris creada mediante el sombreado, simplemente aplico el color. Como ves, he construido la tridimensionalidad de mi motivo definiendo las sombras (que, en caso contrario, crearía con algún otro tipo de efecto) por mediode los colores. Y como es habitual al fusionar pintura y dibujo, eso puede suceder antes o después de que se haya realizado el dibujo de línea. Sombras de colores Cómo dibujar la oscuridad con colores 42 De la mancha a la línea Capturar la forma mediante el dibujo a ciegas La técnica del dibujo a ciegas es especialmente adecuada para ese primer momento en el que buscamos capturar la silueta básica de un objeto. Dibujar a ciegas, por supuesto, no significa que trabajemos con los ojos cerrados, sino que mientras dibujamos miramos menos o no miramos la hoja de papel que tenemos delante, pero sí observamos el motivo de manera ininterrumpida. La cosa funciona así: mientras observas tu modelo, sigue tu mirada trazando en el papel una única línea; es decir, traza una línea continua, dejando que el lápiz se deslice de forma suelta sobre la hoja sin detenerse, manteniendo en todo momento la vista sobre el modelo. Al principio, el resultado puede recordar un poco a un dibujo de Pablo Picasso. No obstante, notarás que después de un rato de práctica lograrás captar las formas básicas y las proporcio- nes con gran fluidez y viveza. Esta técnica resulta especialmente útil a la hora de representar personas u otros objetos en movimiento y la realidad es que, cuando trabaje- mos al aire libre, los motivos no se quedarán quietos como un modelo desnudo en el estudio. Lo mejor del dibujo a ciegas es que, aunque con esta técnica no se pueden reproducir los detalles, la forma básica suele salir bastante bien. En el fondo, es como trabajar a partir de una mancha, excepto que en esta ocasión la mancha se crea mediante una línea continua. De la misma manera que cuando se trabaja sobre la mancha, a esta forma aproxi- mada se le pueden ir añadiendo detalles de modo gradual. Esto es: en un primer momento, las dimensio- nes, la postura, las proporciones y la idea básica, y, en un segundo momento, la textura, las sombras y la luz. De este modo evitarás tener que corregir constantemente tu dibujo mientras trabajas. Lo irás construyendo paso a paso. El dibujo a ciegas es de gran utilidad: seguimos la línea y luego vamos creando poco a poco la forma. CO N S E J O A veces el dibujo a ciegas es el método preferible porque las condiciones de iluminación apenas permiten controlar cómo está quedando el dibujo. Los dibujos de estas páginas fueron creados en la oscuridad de un club de música tecno de Berlín. ¿Sabías que el Pato Donald tiene solo cuatro dedos en cada mano en lugar de cinco? ¿Te habías dado cuenta de que tampoco tienen cinco dedos Olaf el Vikingo, Mickey Mouse o los Simpson? Si le pregun- tas a los dibujantes el porqué de ese dedo de menos, te dicen que es más rápido y, sencillamente, más fácil dibujar cuatro dedos en lugar de cinco. Además, añaden, de todos modos, los espectadores ni se dan cuenta. Y tienen razón: apenas nos percata- mos de ello. Es otra curiosidad de la pareidolia: uno puede dejar a un lado muchas cosas a la hora de dibujar, porque nuestro cerebro completa lo que le falta al dibujo. También lo hace con las palabras (por ejemplo, al ver FCK NZS leemos FUCK NAZIS), pero con las imáge- nes el efecto es todavía más fuerte. Por eso, en el boceto del pub de esta página pinté únicamente las manos de mi modelo y omití el resto. Lo mejor de todo es que la imagina- ción del espectador a menudo completa nuestras ilustraciones con trazos mejores de los que podría- mos pintar nosotros. Mi consejo es que te des el gusto de holgazanear un poco. Si les brindas un poco de ayuda aquí y allá, ¡la pareidolia y la fantasía harán el resto! Cuatro dedos Priorizar y dejar a un lado 45 CO N S E J O Cuando dibujamos, siempre priorizamos y economizamos mucho. Distinguimos automá- ticamente entre lo importante y lo irrelevante, y solo plasmamos en el papel aquello que nos parece esencial. Si eres consciente de esto, te resultará más fácil utilizar esta tendencia de una manera calculada y coherente en tus imágenes. 46 N O TA En las ilustraciones es impor- tante no solo lo que se pinta, sino también lo que no se pinta. Por tanto, presta atención a los espacios “en negativo”, ¡tus obras se beneficiarán de ello! 47 El pensamiento negativo El subestimado poder del espacio en blanco Probablemente conozcas esas ilusiones ópticas en las que primero ves dos caras, una frente a la otra, y luego, de repente, ves un gran jarrón en el espacio negativo. Este tipo de imágenes se denominan imágenes ambiguas o figuras reversibles. Se construyen basándose en nuestra capacidad para percibir en un primer momento de forma incons- ciente todas las partes de una imagen como equivalentes y no poder separar hasta más tarde los distintos motivos, lo que solo logramos recurriendo a nuestra experiencia visual. Es algo que hacemos todo el tiempo y es posible que ni siquiera mereciera la pena mencionarlo aquí, si no fuera porque este fenómeno nos permite llegar a una sencilla conclusión: si percibimos todas las partes de una imagen por igual, es obvio que todas las partes tienen la misma importancia óptica. Eso nos lleva a la constatación de que ambas partes —la negativa y la positiva— son igualmente importantes desde un punto de vista neutro. Hace mucho tiempo que los pintores lo saben y, por eso, los profesionales prestan la misma atención al espacio en blanco de sus composiciones que a la superficie pintada. Por tanto, como pintores debemos pensar en ambas direcciones; un esfuerzo que, también en este caso, la fusión entre pintura y dibujo nos facilita mucho, porque es evidente que resulta más complicado lograrlo con un dibujo lineal que cuando abordamos un trabajo con un planteamiento pictórico. Las manchas son más fáciles de “leer” que las construc- ciones hechas solo de líneas. Por tanto, mi consejo es utilizar la fusión entre pintura y dibujo para clarificar la composición y moldear el espacio blanco de forma consciente. Tal vez podrías comenzar con una mancha de color claro, ya que, por supuesto, la mancha no solo delimita su propia forma, sino que también define el espacio negativo que la rodea. Al igual que con el jarrón reversible, podemos contemplar todas las manchas tanto en positivo como en negativo. Mientras consigas percibir tu motivo como una mancha o una silueta y no como algo específico, te será mucho más fácil planificar la composición. Por eso, procura que en tus imágenes no solo los motivos, sino también el espacio en blanco circun- dante esté cuidadosamente elaborado. La forma que rodea a la forma es casi tan importante como la forma misma. Te propongo un buen ejercicio de liberación artística: fíjate en cómo los niños organizan su lugar de trabajo. Ponen todos sus materiales sobre la mesa, distribuyen los utensilios más diversos frente a ellos y recurren a los colores, los pinceles y los lápices según el “estado de la cuestión”; es decir, no reflexionan demasiado cuando, por ejemplo, usan colores para representar a una persona: si quieren pintar unos pantalones azules, usan la tiza azul que les queda más a mano; una cara puede ser una mancha rosa; y si el cabello es rubio, cambian a un rotulador amarillo y listo. Podemos aprender mucho de ese modo de actuar. Venga, prueba alguna vez a trabajar eligiendo tus colores de manera intuitiva. Cambia de materiales cuando lo necesites y mezcla automática- mente diferentes técnicas, colores y materiales de dibujo sin demasiada planificación. ¡Te sorprenderás de lo liberador que es! El dibujo automático Cómo aprender a dibujar de nuevo como dibujábamos antes de aprender a dibujar Trabajos de distintos estudiantes de la Münster School of Design (véase la página de créditos) G A R A B AT OS He tomado prestado este ejercicio de los surrealistas, reunidos en torno a André Breton en la década de 1920. Breton tomaba los más distintos materiales y se lanzabaa garabatear con ellos sobre el papel sin pensárselo mucho: lo mismo que hacemos cuando hablamos por teléfono, casi sin darnos cuenta. 50 Estadísticamente, el azar se manifiesta de la siguiente manera: en la mitad de los casos, la tostada cae por el lado de la mantequilla; es decir, que solo en la otra mitad de los casos lo hace por el lado sin untar (aunque, por cierto, a mí me da la impresión de que casi siempre cae por el lado de la mantequilla, ¿no? Sin embargo, esto no es lo que importa ahora). Hasta aquí todo claro. Si en nuestra vida normal apostamos al azar, estadísticamente tenemos un 50 % de probabilidad de acierto. Para casi todo —la ruleta, lanzar monedas al aire o el pan con mantequilla— la probabilidad es la misma y, por tanto, no siempre es inteligente apostar sin pensar. En el arte, sin embargo, la cosa es diferente y, aunque no suene científico ni lógico, esa es justamente la opción más inteligente. Porque el arte es un poco mágico. Cuando creamos, trabajamos más a menudo de lo que imaginamos en el límite de nuestro control racional. Decidimos de manera espontánea, dejamos que los colores y los trazos surjan de modo intuitivo y a menudo nos asombramos ante los deliciosos resultados que obtenemos en nuestras imágenes cuando dejamos vía libre a la casualidad. En cambio, a menudo el exceso de exigencia y control nos hace fracasar, sobre todo en los primeros momentos, cuando muchas veces da la impresión de que pintar es un poco como tirar una moneda al aire; lo cual también explicaría por qué en algunos cuadros conseguimos resultados excelentes y en otros no… ¿Así que todo es puro azar? Por supuesto que no, pero, aunque suene extraño, en algunos momentos el azar se convierte en nuestro amigo de un modo casi mágico. Cuanto más tiempo seguido permanezcas pin- tando, más aciertos inesperados saldrán de tus pinceles. En un momento dado, los efectos, las tentativas y los errores aparentemente aleatorios se integran en nuestras imágenes y, en lugar de destruirlas, las mejoran. De forma ilógica e incomprensible, fallos como introducir el pincel en el bote de pintura equivocado, un vaso que vuelca o una mancha de tinta no planificada resultan a veces más beneficiosos que perjudiciales. La naturaleza escurridiza del caos, de aquello que escapa a nuestro control, ya no se vuelve contra nosotros, sino que se convierte en algo más que un mero producto de un golpe de suerte estadístico. Y a ese “algo más” es a lo que llamamos arte, así que dales a tu musa y a tu confianza en ti mismo tiempo para crecer. Utiliza el humor, objetos encontrados y coincidencias para combinarlos de forma divertida. El juego y la curiosidad son partes esenciales de la creatividad, mientras que el miedo suele ser un mal consejero. Permite que tu intuición participe en el proceso creativo. Sé valiente y espontáneo, y deja el miedo al fracaso para las clases de matemáticas. Lo característico de los procesos creativos es que no se sabe de antemano lo que va a salir de ellos. Por tanto, si te arriesgas con el lado de la mante- quilla, te sorprenderá ver que tus tostadas pictóri- cas, cada vez con mayor frecuencia, y contra toda probabilidad, caen más y más a menudo por el lado correcto. En pocas palabras, haz que el azar sea tu amigo y tus ilustraciones empezarán a superarse a sí mismas. Nuestro amigo el azar Por qué a veces es lógico hacer caso omiso de la lógica 51 No es posible pintar buenos cuadros simplemente siguiendo una fórmula; un fenómeno paradójico que la pintura, de hecho, tiene en común con la cocina. Podemos establecer muchísimas comparaciones entre la pintura y el trabajo entre fogones. Por ejemplo, de buenas a primeras, diríamos que podemos pintar un buen cuadro “según la receta”, como en un libro de cocina. Podríamos imaginarnos las instrucciones de la receta más o menos como las que nos brindó durante décadas el legendario pintor de la televisión estadouni- dense Bob Ross: “Coge un pincel, 400 gramos de pintura, un lienzo fresco y remuévelo durante 20 minutos...”. Sin embargo, la verdadera creación no funciona de esa manera, de ahí que el arte sea comparable con el proceso creativo de cocinar. Aunque las recetas básicas son útiles, si realmente queremos que una sopa tenga un sabor especial y único deberemos sazonarla y probarla una y otra vez durante la preparación. Así como una pizca de sal puede mejorar o estropear el sabor, un cuadro cambia también cuando se le añade un nuevo “ingrediente”. Una mancha de color aquí, un trazo ahí, un sombreado allí… todo influye en el efecto global de una obra. Únicamente la combinación armoniosa de los ingredien- tes hace que la imagen salga redonda. Si quisiéramos producir siempre el mismo tipo de imágenes, esta información sería menos significativa, pero como en la mayoría de los casos lo que buscamos son nuevas soluciones visuales e individuales (para seguir con el ejemplo: “elaborar sopas siempre nuevas”), sería contraproducente que las creáramos basándonos en una mera fórmula, y aquí es donde la cosa se complica, pues si no nos basamos en fórmulas porque la solución tiene que ser nueva, entonces tenemos que confiar en nuestra sensibilidad. Debemos ser capaces de imaginar durante el proceso hasta qué punto el resultado global está cambiando por la influencia de uno u otro ingrediente. Esto sirve especial- mente en el trabajo analógico, pues al pintar es habitual que no nos demos cuenta de que hemos usado demasiado un “ingrediente” hasta después de haberlo utilizado, mientras que la pintura digital te permite deshacer el último paso con un par de clics. Evidente- mente, eso no es tan fácil de hacer con los pinceles y el papel: en las técnicas analógicas cuesta mucho eliminar un elemento una vez lo hemos creado. La creación es el resultado de la interacción de todos los elementos: los colores, los espacios vacíos, los focos de atención, las zonas de concentración de elementos o los contrastes dan como resultado un todo. Por tanto, a menos que queramos hacer siempre lo mismo, para aprender a pintar no es menester saberse de memoria recetas prácticas y sencillas como las de Bob Ross; es mucho más eficaz desarrollar nuestro gusto, y con él también esa “misteriosa” cualidad de nuestro trabajo: el estilo propio. Sigue tus propias ideas y llegarás a desarrollar un sexto sentido a la hora de decidir qué ingrediente necesitas incorporar a tu obra y cuál no. En resumen, la creatividad requiere imaginación y fantasía, y esas capacidades no se entrenan siguiendo una receta al pie de la letra. Si interiorizas esta idea, puedes llegar muy lejos, tanto en la cocina como en la creación, de modo que trata de hacer una pausa de vez en cuando y prueba a imaginar cuál podría ser el siguiente paso. Pintar bien a veces no significa trabajar sin levantar la cabeza del papel, sino también detenerse a reflexionar sobre la obra. La cocina y el arte Porque entre la pintura y la cocina pueden establecerse muchas comparaciones 54 Puerta en Esauira, Marruecos. Aquí la imagen terminada, a la derecha los bocetos previos 55 Cuando empezamos a pintar un cuadro en el que será su formato final, los errores aparecen por sí solos. Con frecuencia, cuando se trabaja en el tamaño original, se pierde de vista el concepto general. Una vez pintado un cuadro, es difícil hacer que se despinte... Una buena manera de conseguir un óptimo dominio de la escena es pintar previamente una miniatura de la misma, así podremos planificar fácilmente la composición, las proporciones y el espacio en blanco. Así que antes de empezar tu obra, realiza una serie de minibocetos, no más grandes que la palma de tu mano. No solo los elaborarás en un abrir y cerrar de ojos, sino que además te ayudarán a ajustar el motivo y el tamaño. Ya lo verás: con un poco de trabajo preparatorio y un dibujito como chuleta, se trabaja másrelajado y con más seguridad. Empieza por algo pequeño Es más fácil visualizar la obra mediante miniaturas Destaca ciertas zonas del dibujo Cómo guiar al espectador a través de la imagen Un dibujo es más interesante cuando en él se puede apreciar qué elemen- tos eran más importantes para el autor y cuáles menos, por eso te recomiendo que no trates todas las partes del dibujo de la misma manera. No pasa nada si elaboras únicamente una parte de un motivo y dejas el resto abocetado. Al contrario, al priorizar, enfocar y omitir las partes sin importancia, tus dibujos se cargarán de tensión. Ciertos aspectos de un motivo merecen más atención, y otros menos; algunos despiertan tu interés y otros no. Así pues, muestra lo que es impor- tante para ti dedicándole más tiempo, detalle o color a la imagen en esas zonas. De ese modo, además, guiarás el ojo del futuro espectador a través de la imagen. 58 Vamos a recordar brevemente cómo funciona la perspectiva clásica. En la perspectiva clásica normalmente se trabaja sobre la premisa de la existencia de unos puntos de fuga en la imagen, lo cual quiere decir que hay unos puntos dentro de ella hacia los cuales convergen todas las líneas. Como vemos, dicho así parece que se trata de un tema fácil de entender. Sin embargo, no había nada que yo odiara más de las clases de dibujo que la “perspectiva clásica”. Me volvía loco el nivel de concentración que exigía aplicarla. Lo peor era construir los dibujos isomé- tricos. Recuerdo una escalera que nunca logré dibujar... ¿Quién demonios había inventado algo tan complicado? Han hecho falta un sinfín de experiencias artísticas diversas hasta que he llegado a entenderla a fondo. Lo difícil de la perspectiva es, en mi opinión, que ¡se explica de una manera demasiado complicada! En lugar de atormentar a los estudiantes con puntos de fuga, isométricas y líneas de horizonte, podemos resumirlo todo en una sola frase: la perspectiva es cuando lo cercano es grande y lo lejano pequeño. Cualquier niño puede entenderlo. Un objeto que está lejos parece diminuto y el que tienes delante se ve grande, sin más. Todo el resto de los concep- tos, como los puntos de fuga y la línea del hori- zonte, se derivan de ese fenómeno. Así, una persona situada en la línea del horizonte es más pequeña que una persona que se encuentra a corta distancia de nosotros. Por supuesto que la pala de la grúa (en la ilustración de la derecha) es más pequeña que la propia grúa, pero en la imagen se ve grande porque está mucho más cerca. La perspectiva: un clásico 60 En realidad, no llegamos a percibir con total claridad el tema de lo pequeño y lo grande hasta que observamos una serie de objetos del mismo tamaño... El acortamiento de las líneas resulta espe- cialmente obvio cuando nos fijamos en una hilera de casas. Por eso, las calles, los edificios y similares son los motivos que mejor se prestan a los dibujos en perspectiva y, por esa misma razón, no es de extrañar que la regularidad de la perspectiva sea particularmente importante en la arquitectura. Y aquí entran de nuevo en juego los ya mencionados puntos de fuga. Intentaré explicar en pocas palabras cómo funcionan: “punto de fuga” se refiere a un hipotético punto en la imagen hacia el que convergen las líneas de los objetos o formas dibujados. Tomemos como ejemplo una calle en el desierto: el punto de fuga está situado aproximadamente en el centro, todas las líneas de la imagen se dirigen hacia él. Esta vista se llama perspectiva central y es la forma de perspectiva más simple. La siguiente forma importante de perspectiva se compone de dos puntos de fuga. Por lo general, vemos más de una vista de cada objeto (por ejemplo, dos paredes de una casa o de un cubo). En este caso, se trabaja con dos puntos hacia los que se dirigen todas las líneas de fuga de la imagen. Suena complicado, pero en la práctica resulta más fácil de lo que uno espera. Todo lo que tienes que hacer es medir con precisión. La mejor manera de visualizar la disposición de las líneas es determinar sus ángulos. No te preocupes, La perspectiva: lo pequeño y lo grande 61 ¡no me voy a poner matemático! Simplemente imagina la esfera de un reloj y compara las líneas de la perspectiva con las manecillas del reloj. (“Línea del techo: 13 horas, margen derecho de la calle: 17 horas”). También puedes ayudarte cogiendo un lápiz. Gíralo sobre el motivo con el brazo extendido y traslada los ángulos correspondientes. Si cierras un ojo mientras mides, el resultado es mejor aún, porque de ese modo ya verás el motivo en dos dimensiones. Por supuesto, el dibujo en perspectiva se asocia a cierta rutina que va adoptando cada dibujante, pero lo más importante es no abordar la espaciali- dad solo desde el punto de vista constructivo. La visualización de lo que está por delante y por detrás también puede representarse mediante el uso del color, mediante la técnica de lo grande y lo pequeño o mediante la superposición de objetos. Por eso en las siguientes páginas me gustaría explicarte la perspectiva más allá de la perspectiva. CO N S E J O Este dibujo del templo de Dendur en el Metropoli- tan Museum de Nueva York es un ejemplo de perspectiva clásica con dos puntos de fuga. Importante: los puntos de fuga no tienen que encontrarse necesaria- mente dentro de la ilustración, pero siempre a la altura de los ojos. 62 La perspectiva: entre el dibujo y la pintura Estamos acostumbrados a asociar el término perspec- tiva con el dibujo: la perspectiva se “dibuja”, y esa idea, de hecho, es la clave de las dificultades que muchos principiantes tienen con ella. Entendemos la espaciali- dad casi exclusivamente en términos constructivos. Por cierto, es interesante destacar que esto sucede porque los seres humanos también damos forma al mundo que nos rodea por medio de construcciones. Pero, ¡intenta encontrar una perspectiva clásica de dos puntos en el bosque y en el prado! Allí, la espacialidad se hace visible mucho más a través de las proporcio- nes, a través de las luces y las sombras, de las concen- traciones de elementos, de las superposiciones o de la forma en que se desvanecen los objetos distantes. Solo a partir del momento en que empezamos a construir el mundo en ángulos rectos contamos con cantos y líneas para explicar las leyes del espacio con la ayuda de los puntos de fuga. En una ciudad, una casa, una calle o algo igualmente “fabricado por el hombre”, la perspectiva constructiva resulta una herramienta muy útil. No obstante, eso no quiere decir que deba ser la única manera de expresar la espaciali- dad. Si consideramos el espacio como una distancia desde nuestra posición y no como una construcción hecha con líneas, nos resultará mucho más fácil de entender. Por consiguiente, te aconsejo que empieces por la mancha y te olvides por un momento de todas las líneas constructivas. 64 La espacialidad también puede representarse mediante una combinación de pintura y dibujo. La clave del asunto es que, con la desaparición de las líneas, todos los puntos de fuga también desaparecen. Cuando observamos una mancha —es decir, un plano— solo existen cerca y lejos. De repente, el elemento real de la espacialidad —es decir, las proporciones— representa el papel principal y todas las líneas rectas y los puntos de fuga se retiran de la escena. Y otra cosa: si miras los motivos que vas a dibujar con “mirada de topo”, también puedes simplificar la perspectiva reduciéndola al efecto espacial de cerca y lejos. Resulta muy práctico imaginarse una hilera de casas como una figura geométrica —por ejemplo, un trapecio—, y después, sobre esta “primera mancha”, ir añadiendo fácilmente las líneas constructivas. Además, como siempre, si realizamos primero la mancha, mantenemos abierta la posibilidad de un segundo intento, a diferencia de lo que ocurre si trazamos una línea fija. Deesta forma, puedes entender la mancha como orientación y rebasar la línea o dibujarla por dentro de sus límites. Es decir, que es conveniente no tratar de empezar un dibujo en perspectiva por las líneas, sino con una silueta. Puedes pintarla en un tono muy claro para que no se note cuando la cubras con pintura más tarde. Al no trazar el dibujo de línea sobre la mancha hasta el segundo paso, los problemas de dibujo quedarán divididos en dos fases: en la primera utilizaremos la silueta para definir los tamaños y las proporciones y en la segunda clarificaremos detalles y contornos mediante las líneas. Cuando dibujamos en dos pasos, trabajar resulta mucho más fácil, pues al no hacer ambas cosas a la vez, solo cometemos la mitad de los errores. Pintar el espacio a partir de la mancha Cómo simplificar la perspectiva a través de la pintura CO N S E J O Una silueta clara no solo te proporciona una primera orientación y, por tanto, permite abordar sin tensión el tema de la perspectiva, sino que además te brinda la posibilidad de acometer un segundo intento en caso de que el primero no fuera lo suficientemente preciso. Las líneas son difíciles de eliminar. En cambio, siempre es posible cubrir una superficie clara con un dibujo. Suena como una frase sacada de Barrio Sésamo, pero los conceptos “delante”, “al lado” y “detrás” son elementales en el tratamiento de la espacialidad y la profundidad de imagen. Que las cosas queden ocultas unas detrás de otras crea sensación de espacio y, por eso, la superposición de objetos permite crear profundidad en la imagen con gran eficacia. No obstante, desenredar las líneas de los objetos superpuestos es a veces una tarea bastante difícil. Mi consejo es dibujar de adelante hacia atrás. Si empiezas con las cosas que se encuentran delante (en este caso, por ejemplo, las costillas del lado izquierdo del dinosaurio) y no dibujas los huesos que hay detrás de ellas hasta el segundo paso, el dibujo se desarrollará de forma mucho más orgánica que si intentas plasmar os dos arcos de costillas al mismo tiempo. Delante, al lado y detrás CO N S E J OCuando nos enfrentamos a motivos complejos, a veces es útil trabajar como un dibujante de cómic; es decir, en dos pasos. Comienza con un boceto a lápiz en bruto y a continuación dibuja sobre el mismo un dibujo más detallado con algún tipo de material de pintura que lo cubra (por ejemplo, con tinta o con un rotulador de punta fina). Después, borra el dibujo prelimi- nar. Esta forma de trabajar mantiene viva la línea. (Puede incluso resultar interesante dejar el pálido dibujo preliminar bajo las fuertes líneas del dibujo final. No “limpiar” el dibujo con una goma de borrar propor- cionará una dinámica especial a tu ilustración.) 68 No existe una perspectiva universalmente válida para todos los observadores, al menos en lo que atañe a imágenes. La perspec- tiva surge entre nuestros ojos y solo la mente nos permite ver, lo cual implica que nadie puede comprobar cuál era en realidad la perspectiva del motivo que has reproducido. En resumen, puedes tratar el tema con mucha más libertad de la que te imaginas, de ahí que en mis dibujos a menudo utilice perspectivas imposibles o extrañas. Como regla general, mis puntos de fuga no están calculados matemáticamente y bastantes de las casas que pinto se inclinan como tallos de hierba en todas direcciones. Lo curioso es que, aunque la representación no se corresponda con la realidad, no queda nada mal. Las perspectivas oblicuas pueden incluso ser beneficiosas para la ilustración. Por ello, en el dibujo de la derecha he dejado que las líneas verticales se inclinen para acentuar el efecto general del lugar (una “casa inclinada” tiene un aspecto mucho más animado que una casa recta). Lo que isométricamente es incorrecto puede tener sentido desde el punto de vista pictórico cuando, como artistas, “traducimos” la realidad al terreno pictórico. Las perspectivas no deberían enfocarse solo desde el punto de vista de la lógica. Conocer la ley es una cosa, pero si las leyes se aplican de manera inflexible, a menudo el resultado es, por desgracia, poco espectacular. En mi opinión, el efecto de una imagen es más importante que su lógica. Si en nuestra imagen un edificio se encorva, resultará amenazador y si se estira, parecerá inaccesible. La perspectiva “real, matemática” no tiene necesariamente que ser la correcta: tu imagen debe ser coherente consigo misma. Si quisieras dibujar un elemento en diagonal, lo que necesitas es que esté armoniosamente en diagonal dentro de la imagen. El mundo real es el mundo real, y un dibujo es un dibujo. Después de todo, no quieres construir la casa, solo quieres dibujarla. Por eso, lo repito una vez más: naturalista no siempre significa bueno. Unas torres que bailen pueden ser poco realistas, pero como imágenes resultan imbatibles. Discrepancias Un secreto más de la perspectiva CO N S E J O Nadie te obliga a dibujar las líneas rectas “como es debido”, ni en un ángulo recto perfecto. Los objetos estáticos resultan más interesantes si no se dibujan a regla. 70 Puede sonar baladí, pero es increíblemente importante. Las formas redondas son tan comunes en nuestros motivos como las rectas. Cuando dibujas un arco o una taza de café, las leyes de la perspectiva también los afectan, y en ese campo los resultados de los dibujantes inexpertos no son del todo correctos. Para ser honesto, yo también he tenido que lidiar con ese problema durante mucho tiempo, hasta que descubrí un truco que ahora os desvelo. Pero antes vamos a observar juntos: si, por ejemplo, miramos una taza de café desde arriba, el borde, naturalmente, forma un círculo. En cambio, al mirar desde un lado, su redondez queda distorsionada por la perspectiva. El círculo se convierte en una elipse. ¿Cómo diablos se dibuja eso? Cuando te enfrentas al reto de dibujar un círculo distorsionado por la perspectiva porque, por ejemplo, quieres representar una taza de café de lado, no empieces por el círculo, sino por el marco imaginario que lo rodea. Esa parte es más sencilla de construir que el círculo; sobre todo, es mucho más fácil ajustar ese marco a las distorsiones de la perspectiva. O sea, empieza con una construcción auxiliar angular, ajústala a la perspectiva y solo entonces inscribe en ella tu elipse. Ya verás: de repente, todos los problemas de perspectiva se resolverán solos, y los arcos, las copas de vino, las ruedas y las tazas de café no te llevarán a la desesperación, sino que se integrarán armoniosamente en la imagen. La perspectiva: las formas redondas El acortamiento afecta a todas las formas geométricas, no solo a las líneas rectas. La respuesta es simple. Si quieres dibujar algo redondo, colócalo en algo recto. Eso es así porque los ángulos rectos son mucho más fáciles de ajustar a la perspectiva que las formas curvas. Así pues, inscribe primero el círculo en un cuadrado (com- probarás que dibujar un círculo dentro de un cuadrado sí es fácil). Añade una cruz en el centro del cuadrado y te resultará todavía más sencillo. Dos cafés Planta (círculo) Perspectiva (elipse) Arco de una puerta Alzado / perspectiva 71 Pájaro visto a “vista de pájaro” 72 En materia de perspectiva, el caso normal, y el más sencillo de dibujar, es que únicamente las líneas horizontales “se inclinen” y, por tanto, se acorten. Eso simplifica mucho las cosas, ya que te permite hacer caso omiso de todas las líneas verticales. Pero ese no siempre es el caso, porque la perspectiva está relacionada con el propio punto de vista. Cuando observas un objeto desde una posición muy baja o muy alta, notarás que la distorsión también afecta a las líneas verticales. A esas vistas las llamamos “plano contrapicado” y “perspectiva a vista de pájaro”, dependiendo del punto de vista del que observa. Y como en cualquier otra perspectiva, tambiénen este caso las líneas se dirigen hacia un punto de fuga que se encuentra lejos de nosotros. Imagina un camino que se estrecha hacia el horizonte; solo que el horizonte está ahora muy por debajo o muy por encima de ti. Para abordar estas perspectivas, en lugar de los dos puntos de fuga habituales, en esta ocasión se necesitan tres; es decir, hace falta uno adicional hacia el que convergerán las verticales. Depen- diendo de si estás mirando desde abajo o sobrevo- lando la escena como un pájaro, el tercer punto estará ahora por encima o por debajo de ti. ¿Entiendes? Por supuesto, en la mayoría de las imágenes no aparecen estos ángulos de visión extremos, ya que rara vez dibujamos desde muy lejos, muy abajo o muy arriba. Pero son una opción maravillosa cuando deseamos enfatizar el efecto espacial de un objeto: inclinando y distorsionando las líneas verticales se puede incrementar la sensación de tamaño de un objeto. Casos especiales Contrapicado y perspectiva a vista de pájaro N O TA Vista desde un plano contrapicado. Para represen- tar esta perspectiva empecé dibujando una leve silueta y luego añadí las líneas. Iglesia de San Ludgero, Münster, Alemania. Marco de diapositiva 74 Un buen método para definir un motivo es llevar contigo un marco de diapositiva estándar o un pequeño paspartú. Si lo sostienes como si fuera un “marco” delante de tu motivo y miras a través de él entornando un ojo, te será mucho más fácil determinar qué encuadre funciona bien y cuál no. La distancia a la que te sitúes del motivo y la zona que elijas reproducir es de vital importancia para tu obra. El truco del marco de la diapositiva Cómo buscar motivos y decidir el encuadre de la imagen Escuela de música en Río de Janeiro, Brasil El mismo edificio a cuatro distancias diferentes CO N S E J O Llevando contigo un marco de diapositivas o un pequeño paspartú podrás determinar de inmediato el encuadre: qué parte de lo que ves vas a incluir en la imagen. E J E RC I C I O Trata de dibujar el mismo tema desde diferentes posiciones. El dibujo terminado. 76 Intenta dibujar algo grande en tamaño pequeño y algo pequeño en tamaño grande. Ya sabes que las dimensiones cambian con la distancia. Aun así, puede lograrse un maravilloso efecto tridimen- sional simplemente exagerando las dimensiones; es decir, podemos representar cosas pequeñas en primer plano (como las flores de un paisaje) a gran escala y formato, porque están muy cerca, y a la inversa, se pueden reproducir las cosas grandes, pero distantes (como el castillo del fondo), mucho más pequeñas de lo que son. Con ello, la impresión de espacialidad de tus imágenes aumentará notablemente. De lo grande y lo pequeño Juegos con las dimensiones E J E RC I C I O Resulta especialmente interesante reunir opuestos en la misma imagen. Prueba a pintar algo muy grande y algo muy pequeño juntos en un solo cuadro, por ejemplo, un ratón y un elefante, o una hormiga y una casa. 78 Recuerdo el entusiasmo que me inspiraba un cuadro de Caspar David Friedrich cuando era estudiante. En él se ve un amplio paisaje al atarde- cer, frente a un camino arenoso y unos arbustos bajos, con unas pocas figuras que desaparecen delante de una granja achaparrada, y, dominándolo todo, en el centro, los restos de un monasterio en ruinas. Un único arco de medio punto se dobla ante la amplitud del cielo y, al fondo, una sierra recorre en horizontal el centro de la imagen. Las ruinas de Eldena en las Montañas de los Gigantes ejercía una extraña fascinación sobre mí. Un pasado lejano y anhelado, inmerso en un crepúsculo creado por la bruma del atardecer y los pálidos reflejos dorados de un sol que hace mucho que se puso. Sin embargo, lo sorprendente de este cuadro pintado alrededor de 1830 es que tiene truco. Las ruinas y el paisaje existen en la realidad, pero no en el mismo lugar. Los muros del monasterio de Eldena todavía se alzan cerca de Greifswald, en el mar Báltico, mientras que las Montañas de los Gigantes delimitan la frontera entre la República Checa y Polonia. Para su cuadro, Caspar David Friedrich desplazó las ruinas unos 15 km al sur. Cuando averigé este hecho me quedé sin habla. ¿Cómo podía un pintor clásico, que además pintaba cuadros melancólicos y realistas, tratar la realidad de forma tan despreocupada? ¿Cómo podía permitirse hacerlo? Hoy puedo responder: sí, se puede. Y no solo eso, sino que podemos, deberíamos y debemos hacer lo mismo. Las imágenes no aspiran a ser realidad, y copiar la realidad tal como es no solo genera aburrimiento, sino que también implica renunciar a las virtudes de la pintura. Las ruinas de Eldena en las Montañas de los Gigantes Por qué no tenemos que dejar que la realidad dicte cómo tenemos que pintar Si lo único que quieres es reproducir una imagen idéntica de la realidad, más vale que hagas una foto. Los cuadros, en cambio, deberían ser escenificacio- nes. En nuestras obras no solo mostramos lo que vemos, sino también cómo lo vemos. Además, al pintar, a menudo te darás cuenta de que tu obra mejora cuando combinas los distintos elementos de forma diferente a como lo hace el motivo. No es indispensable desplazar las ruinas de un monasterio 15 km, pero a veces uno querría, por ejemplo, que un árbol, un coche o una señal de tráfico estuvieran situados a la derecha en lugar de a la izquierda del motivo. Así que, ¿por qué no lo mueves con total libertad a la manera de Caspar David Friedrich? Es mucho más importante capturar tu impresión en tus imágenes que crear miniaturas de gran precisión topográfica. Al fin y al cabo se trata de tu cuadro, y no tienes que rendir cuentas a tus motivos. Por eso, deberías tomarte la libertad de componerlo como quieras. CO N S E J O Boceto de un solar en obras en Berlín. En este caso, moví la valla y el camión a la derecha para obtener un efecto visual superior. (En realidad, ambos estaban casi fuera de mi campo de visión.) 80 Photoshop analógico El truco de los objetos encontrados Hay un sencillo ejercicio que nos ayuda con la composición de imágenes que funciona de la siguiente manera: ¡echa un vistazo a lo que llevas en el bolsillo! Estoy seguro de que encontrarás un manojo de llaves, unas cuantas monedas, una piedrecita o tal vez un encendedor o algo por el estilo. Y si no, mira en el cajón de tu escritorio: probablemente haya un par de sacapuntas, un mon- tón de papeles, varios cartuchos de recambio o algunas ceras viejas. Mi consejo es el siguiente: utiliza esos objetos encontrados para “probar” directamente en tus imágenes qué tal resulta la idea del diseño que tienes en mente, las manchas y el espacio negativo. El problema con el trabajo analógico es que una vez que se ha pintado algo, ya está pintado. Una vez hayas incorporado un elemento a la imagen, afectará al diseño general sin que apenas puedas cambiarlo. A menudo resulta que la composición habría sido más efectiva si hubieras colocado el objeto un poco más a la derecha o a la izquierda. Eso no supondría ningún problema con las obras digitales —en Photoshop se podría simplemente mover ese elemento—, pero en una hoja de papel el elemento queda fijado en el sitio. Y aquí es donde los objetos que contiene tu bolsillo resultan de gran utilidad: si distribuyes los artículos sobre tu ilustración y te pones las “gafas de topo”, las llaves, los bolígrafos y las monedas se fundirán con el motivo y formarán una única superficie pictórica, y, al contrario que los objetos pintados, estos todavía se pueden mover. CO N S E J O Los objetos encontrados son idóneos para elaborar la composición de nuestra obra, para hacer pruebas de zonas de color o para ver con mayor claridad qué tal armonizan unos colores con otros. 81 Cuaderno de dibujos de Jerusalén, otoño de 2014 CO N S E J O Cuando estamos trabajando en el cuaderno de bocetos, fuera del estudio, resulta práctico hacer
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