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PREGUNTAS FINANZAS 8

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USO DEL CRÉDITO PÚBLICO 
 
 
1 – DATOS DE LA DEUDA A PARTIR DEL PRESUPUESTO. 
La medición del déficit fiscal y del nivel de deuda pública es una tarea nada sencilla en la que se 
presentan una serie de problemas y dudas, siendo las siguientes algunas de ellas: 
I. Gastos de capital y gastos corrientes 
 
El gasto corriente comprende las erogaciones en bienes consumidos durante el año al cual se 
refiere el presupuesto. En cambio, los gastos de capital son realizados en servicios o bienes durables 
cuyo consumo se producirá en un período de tiempo superior al año (como autopistas, radares). Así, 
el presupuesto corriente de un país incluye los gastos corrientes y la depreciación de los bienes y 
servicios durables, y no las erogaciones por adquisición de estos últimos. La separación entre ambos 
conceptos a veces no es sencilla. 
El déficit operativo es mucho más preocupante que aquel que se genera como consecuencia de 
deducir al superávit los gastos de inversión. Es común que se pretenda incluir dentro de este último 
rubro gastos cuya ejecución se produce antes del año. La experiencia de los gobiernos de los estados 
de Estados Unidos es interesante al respecto, muchas constituciones prohíben los déficit operativos. 
La severidad de la regla varía según el estado, exigiendo algunos tan solo que el presupuesto enviando 
al Congreso sea balanceado, sin importar si finalmente las operaciones arrojan déficit. Pero en casi 
todos los estados han surgido mecanismos para burlar la norma. Algunos gastos que comúnmente se 
presentaban como operativos suelen presentarse como de capital. Tal el caso del mantenimiento de 
caminos y determinados proyectos de educación. 
A los efectos de evitar presentar mejores situaciones incluyendo erogaciones corrientes como 
de capital, las cuentas fiscales presenta ambos tipos de erogaciones por separado. 
II. Activos del Estado y Deuda Pública 
 
Suele argumentarse que los presupuestos deberían presentar también los activos del Estado y 
no solo la deuda pública. Al analizar la situación económica del Estado solo se considera el 
endeudamiento financiero y no el conjunto de sus bienes, como el oro, inmuebles en el mismo país o 
en el exterior y empresas, entre otros activos. Considerar únicamente al endeudamiento financiero 
como representativo de la situación económica financiera del Estado puede conducir a errores. 
Consecuentemente al analizar el déficit y la deuda pública deberían considerarse también los activos 
del Estado. 
III. Deuda explicita y deuda implícita 
 
Al estudiar la deuda de un país deben analizarse conceptos que incluye, pues algunos no suelen 
incluirse. Además de los títulos públicos y otras formas de endeudamiento explicito, suelen existir 
ciertas obligaciones del Estado que no suelen considerarse cuando se analiza su situación financiera o 
su nivel de endeudamiento, siendo las más importantes la deuda emergente de los regímenes de 
seguridad social y las posibles contingencias por el otorgamiento de avales. Estas contingencias, 
deberían incluirse al considerar la situación económica financiera del Estado. 
IV. Efecto de la inflación 
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La inflación produce la desvalorización de todo activo monetario, generando un beneficio para 
el deudor, en este caso el Estado, y un prejuicio para los acreedores. En general, los títulos de deuda 
pública prevén un rendimiento sobre el capital, por lo cual este deberá medirse en términos reales 
para conocer el verdadero efecto de la inflación sobre la deuda. Debe considerarse asimismo que 
muchos Estados emiten títulos ajustados por índices de inflación. En definitiva, la incidencia debería 
considerarse al momento de analizar la deuda pública. 
2 – DEUDA PÚBLICA INTERNA: EFECTOS ECONÓMICOS. 
Efectos económicos de la deuda pública interna: asignación de 
recursos entre generaciones y equidad intergeneracional 
Suponiendo una economía cerrada, y donde por lo tanto toda la deuda está en manos de los 
residentes en el país. El problema central será la comparación entre la financiación del gasto público a 
través de impuestos o de deuda pública. 
El problema central será la comparación entre la financiación del gasto público a través de 
impuesto o de deuda pública. Supóngase que se decide efectuar un gasto público adicional de $100. 
¿Qué diferencia hay en financiarlo a través de un aumento de $100 en impuestos o a través de la 
emisión de un empréstito público por $100? 
En realidad, la cuestión puede plantearse en una forma alternativa, que es mucho más clara. 
Detrás del empréstito emitido en este momento, lo que está implícito es la devolución en el futuro de 
dicha suma (más los pagos de intereses). Estos pagos futuros requerirán al Estado contar con medios 
adicionales para lo que deberá subir los impuestos en forma equivalente. Por lo tanto, la verdadera 
cuestión es: ¿poner ahora un impuesto extraordinario (por única vez) de $100 o poner impuestos 
adicionales en el futuro para devolver el capital y pagar los impuestos? 
El enfoque ingenuo 
 
Una primera posición, muy difundida incluso actualmente pero falsa, es la siguiente. A través 
de la deuda pública, la generación actual transfiere a las generaciones siguientes, o a las siguientes, la 
carga de financiación del gasto actualmente realizado. El razonamiento es el siguiente: la generación 
actual en lugar de pagar más impuestos por $100 para financiar el gasto adicional actual de $100 (en 
cuyo caso soportaría la carga de este), se endeuda por $100 vendiendo títulos de la deuda que los 
ahorristas voluntariamente compran, por lo tanto ni los contribuyentes actuales ni los suscriptores 
del empréstito sufren ningún sacrificio. En cambio la generación futura soporta la carga, pues deberá 
aumentar los impuestos para atender los servicios de la deuda pública. 
Este razonamiento, muy común en nuestros días (la actual alta deuda pública significa una 
hipoteca sobre nuestros descendientes), se basa en una analogía (falsa) entre el Estado y la familia: si 
el padre de familia realiza un gasto adicional financiándolo mediante una deuda, está perjudicando a 
sus descendientes ya que les transmitirá una hipoteca a la cual tendrán que hacer frente. 
Las consecuencias de este razonamiento han sido: 
 
a. debe evitarse la deuda pública, ya que no es adecuado transferir a las generaciones 
futuras la carga del financiamiento del gasto público de las generaciones presentes 
b. el uso de la deuda pública es una irresponsabilidad fiscal, ya que la generación presente 
toma su decisión comparando los beneficios de los gastos (actuales, que disfruta esta 
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generación) con los costos implicados por los impuestos que soportará la generación 
futura; el tamaño de gasto público será mayor que si se financiara con impuestos 
actuales ya que la generación presente en este último caso deberá comparar beneficios y 
costos que recaen sobre la misma generación 
c. la única excepción al financiamiento del gasto por la deuda pública se refiere a los gastos 
de capital, que presten servicios por un período comparable al de duración de la deuda; 
en este caso la generación presente, si bien transfiere a la generación futura la carga del 
financiamiento, también transfiere en contrapartida activos reales adicionales. 
Siguiendo la analogía con la familia, el padre compra una casa endeudándose pero junto 
a la hipoteca transfiere a sus hijos la casa. 
El enfoque Ricardo–Pigou 
 
La generación futura soporta una carga en el sentido de carga financiera, pues debe aumentar 
la recaudación de impuestos para hacer frente al pago de intereses de la deuda. Pero no es una carga 
en sentido real, en cuanto a disminución de recursos reales disponibles por la colectividad en su 
conjunto. Los impuestos recaudados disminuyen el ingreso disponible delos contribuyentes de la 
generación futura, pero estos montos se convierten en pagos de intereses que aumentan el ingreso 
disponible de los tenedores de títulos. Como ambos importes son similares, el ingreso disponible 
(Yd = Y − T + Tr, donde los pagos de intereses son gastos de transferencia) permanece constante y 
por lo tanto la generación futura, en su conjunto, no sufre ningún perjuicio. Si la generación futura 
recibe la hipoteca de la deuda, también recibe los títulos heredados de la generación actual. 
La generación presente, en cambio, es la que sufre la carga real. En ocupación plena, el aumento 
del gasto público tiene como contrapartida la disminución del gasto privado (consumo privado o 
inversión privada). Es la generación actual la que tiene que reducir su nivel de gasto privado para 
liberar los recursos reales necesarios para la realización del gasto público. Si el gasto público adicional 
se debe a una guerra, sea que se financie con impuesto o con empréstitos, los recursos reales que debe 
liberar el sector privado para atender los requerimientos de la expansión del gasto público en defensa 
son los recursos actuales, no de las generaciones futuras. La verdadera opción entre deuda o impuesto 
debe expresarse como la opción entre un impuesto actual por única vez de $100 o un flujo de 
impuestos anuales futuros de $5 por año. El patrimonio neto del sector privado para la generación 
presente disminuye en $100 porque debe descontar el valor actual del flujo de impuestos futuros para 
hacer frente a los intereses de la deuda. 
Hay una única forma, en este enfoque, en que es posible transferir la carga real de la 
financiación del gasto a través de la deuda en comparación con el impuesto: si se define como carga el 
hecho de que disminuya el stock de capital que la generación presente dejará a la futura, y por lo tanto 
se reduce el consumo futuro, es posible que la deuda signifique una carga más importante que el 
impuesto. Supóngase que si se financia el gasto de $100 con empréstitos, la absorción de los nuevos 
títulos signifique una reducción de $20 en el consumo de los tenedores de títulos y de $80 en los 
ahorros que de otra manera hubieran estado destinados a la inversión privada. Por lo tanto el stock de 
capital que la presente generación transferirá a la siguiente será de $80 menor como consecuencia del 
endeudamiento. Si en lugar de financiarse con empréstitos, el gasto adicional se hubiera financiado 
con impuestos, puede imaginarse que los contribuyentes hubieran pagado $100 adicionales de 
impuesto a expensas de una reducción en $70 en el consumo y de $30 en los ahorros que de otra 
forma hubieran destinado a financiar la inversión privada; por lo tanto la financiación por impuestos 
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hubiera significado una reducción de solo $30 en el stock de capital productivo heredado por la 
generación siguiente. 
Con esta definición de carga, no sólo la deuda pública sino también el impuesto actual 
representa una carga sobre la generación futura. Que el traspaso de la carga a la generación futura sea 
mayor en el caso de la deuda que en el caso de impuesto, depende de la diferente reacción de la 
generación presente, en términos de reducir s consumo privado o su inversión privada ante la 
necesidad de disminuir el gasto privado para liberar recursos reales para los gastos públicos 
adicionales. 
Efectos económicos de la deuda pública interna: equidad 
intergeneracional en un análisis alternativo 
Diferentes definiciones de carga o de generación conducen a un resultado diferente al 
anteriormente expresado. En un modelo propuesto por Bowen, Davis y Kopf se muestra que si por 
carga se define la reducción en el consumo total a lo largo de toda la vida de un conjunto de personas, 
y por generación presente se define el conjunto de personas vivientes al momento del aumento del 
gasto público a financiar, a diferencia del conjunto de personas todavía no nacidas a dicho momento 
(generación futura) entonces es posible afirmar que el financiamiento a través de la deuda (en lugar 
de impuestos inmediatos) logra transferir la carga de la generación presente a la futura: la generación 
presente podrá, a lo largo de toda su vida mantener el mismo total de consumo (compensando la 
reducción inicial por un aumento final en el mismo) en tanto la generación que deba cancelar la deuda 
tendrá que reducir su consumo total (de toda su vida) en cantidad financiada con la deuda. 
Para la demostración, se supondrá que al momento de la realización del gasto (año 0) 
únicamente viven 21 jóvenes de 21 años, que reducen su consumo privado en el mismo importe ($5) 
en que aumenta el gasto público como consecuencia de su financiación a través de la deuda pública. 
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Año 44 Año 88 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Si no hubiera aumento del gasto público los contribuyentes hubieran consumido $45 (todo su 
ingreso) y los prestamistas $20 (tambien todo su ingreso); la emisión de la deuda pública por $5 
significó una reducción del consumo de los prestamistas a $15 y un ahorro adicional de $5. Por tanto, 
el consumo del año inicial fue de $60 en lugar de $65. 
Se supone que la Generación I, 44 años después, al llegar a los 65 años, se retira, al tiempo que 
la Generación II, que cumple 21 años (no había nacido en el año 0), comienza a trabajar. La 
Generación I vende los bonos a la Generación II por $5, no tomando en cuenta para simplificar el 
pago de intereses. El consumo a la Generación I alcanza a $5 por la liquidación de sus bonos, mientras 
que el consumo de la Generación II es de $60, $45 los contribuyentes y $15 los prestamistas, que 
disminuyen su consumo para ahorrar $5 y comprar los bonos de la Generación I. En total el consumo 
del año 44 es igual a $65. 
Para el año 45, la Generación I ha desaparecido (muerto) sin dejar herencia a la 
Generación II, todos los bonos los ha vendido en el año 44 a los miembros de la Generación II. El 
mismo proceso se repite para la Generación II, con una única diferencia que en el año 87 se resuleve 
cancelar la deuda a través de un impuesto por $5, que reduce el ingreso –y por tanto el consumo– de 
los contribuyentes de la Generación II en el mismo monto. El rescate de los bonos aumenta el ingreso 
y el consumo de los prestamistas de la Generación II en el año 87, por lo que el consumo total se 
mantiene en 65. En el año 88, cuando la Generación III se incorpora al cumplir los 21 años, no 
compra bonos de la Generación II ya que estos bonos han sido rescatados el año anterior. 
En la última fila puede observarse que el flujo total del consumo experimenta una única reducción de 
$5 en el año 0 en que se aumentó el gasto público financiado con la emisión de la deuda, mientras que 
Año 0 Año 0 Año 1 Años 45 Año 87 
sin ∆G ∆G = 5 a 43 a 86 ∆T = 5 
GENERACIÓN I 
Consumo Total 65 
 
 
60 
 
 
65 
 
 
5 
 
 
- 
 
 
- 
 
 
- 
 Contribuyentes 45 
 Prestamistas: 
45 45 0 - - - 
 Consumo 20 15 20 5 - - - 
 Ahorro 0 +5 0 -5 - - - 
GENERACIÓN II 
Consumo Total - 
 
 
- 
 
 
- 
 
 
60 
 
 
65 
 
 
65 
 
 
0 
 Contribuyentes - - - 45 45 40 - 
 Prestamistas: 
 Consumo - - - 15 20 25 0 
 Ahorro - - - +5 0 -5 - 
GENERACIÓN III 
Consumo Total 
 
 
65 
 Contribuyentes 
 Prestamistas: 
 45 
 Consumo 20 
 Ahorro 0 
CONSUMO TOTAL 65 60 65 65 65 65 65 
 
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en los demás años el consumo se mantuvo sin variación, independientemente de las ventas de bonos 
entre generaciones (en el año 44) o el rescate de la deuda pública mediante un aumento del impuesto 
(en el año 87). Esto confirma la idea de que la financiación del gasto público mediante endeudamiento 
disminuyóel monto del consumo global en el año 0, y que no significó un traslado de recursos del año 
0 al futuro. Pero la definición de generación permite observar que el flujo total de consumo de la 
Generación I se mantuvo invariante pese al aumento del gasto público (la reducción de $5 en el año 0 
se compensó con un aumento de igual monto en el año 44) en tanto que el flujo total de consumo de la 
Generación II en vida de la cual se pagó la deuda mediante un aumento del impuesto, se redujo en $5: 
en el año 44 consumió $60 en lugar de $65, y no lo recuperó en su año final 88. 
 
 Año 0 
sin ∆G 
Año 0 
∆G = 5 
Año 1 
a 43 
Año 44 
a 87 
GENERACIÓN I 
Consumo Total 
 
 
65 
 
 
60 
 
 
65 
 
 
- 
 Contribuyentes 45 40 45 - 
 Prestamistas: 
 Consumo 20 20 20 - 
 Ahorro 0 0 0 - 
GENERACIÓN II 
Consumo Total 
 
 
- 
 
 
- 
 
 
- 
 
 
65 
 Contribuyentes 
 Prestamistas: 
- - - 45 
 Consumo - - - 20 
 Ahorro - - - 0 
CONSUMO GLOBAL 65 60 65 65 
 
En este argumento, puede compararse la situación de financiamiento con deuda con el 
financiamiento con impuesto en el momento del gasto; el consumo en el año 0 disminuye a $60, 
porque el impuesto disminuye el consumo de los contribuyentes a $40; pero posteriormente nunca la 
Generación I consigue recuperar (a través de la venta de bonos a la Generación II) el nivel de 
consumo perdido. A su vez la Generación II mantendrá un consumo inalterado de $65 en toda su vida 
útil (años 44 a 87). La financiación por impuesto hace recaer la carga a la Generación I que no la 
puede trasladar a la Generación II. 
El supuesto implícito de este enfoque es que la Generación I no transfiere por herencia a la 
Generación II los bonos, sino que se los vende. Como el aumento del gasto público de $5 se tradujo 
por hipótesis en una reducción del consumo en la misma cantidad de $5 sin alterar la inversión del 
año 0, el stock de capital heredado por la Generación II no ha sido afectado por la financiación a 
través de la deuda, pero sí afecta el valor patrimonial heredado por la Generación II para entrar en 
posesión con el capital heredado en el año 44, la Generación II primero tiene que efectuar un ahorro 
de $5 par comprar los bonos que le vende la Generación I. Pero todo depende de las decisiones de la 
Generación I en estos últimos años; podría financiar su aumento de consumo de $5 (u otra cantidad) 
en el año final 44 mediante la venta de bonos o mediante la venta de otros activos financieros o reales 
a la Generación II. De la misma manera, en el caso de financiamiento por impuesto, la Generación I 
podría despedirse en el año 44 con un último aumento de su consumo de $5 (u otra cantidad) 
mediante la venta a la Generación II de otros activos financieros o reales acumulados, en lugar de 
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transferirlos gratuitamente por herencia a la Generación II. La comparación entre financiación por 
deuda y financiación por impuesto, en cuanto que una permite aumentar el consumo de la 
Generación I en los años posteriores mientras que la otra no lo permite, es independiente de la 
posesión de bonos de la deuda pública en el primer caso y la ausencia de bonos en el segundo, ya que 
la Generación I puede vender otros activos si desea recuperar el consumo perdido en el año 0. 
Otro enfoque que ataca la conclusión tradicional del enfoque Ricardo-Pigou se plantea 
definiendo la carga real como el sacrificio incurrido por cada generación. La idea básica es simple: la 
Generación I no sufre sacrificio si el gasto público se financia mediante deuda, ya que los ahorristas 
voluntariamente reducen en $5 su consumo privado para comprar los bonos. Ello quiere decir que su 
bienestar es mayor con $15 de consumo y $5 de bono que con $20 de consumo (de acuerdo a sus 
preferencias). El hecho de los $5 se utilicen para rescatar el bono de mano de los prestamistas de la 
Generación II, en lo que respecta a los prestamistas, que voluntariamente estaban dispuestos a 
retener los bonos y que por lo tanto preferían la tenencia de bonos a la tenencia de $5 en efectivo. Por 
lo tanto, en el esquema de financiamiento a través de la deuda pública la carga real, definida por 
Buchanan, como el sacrificio subjetivo, es soportada por la Generación II y no por la Generación I. En 
cambio si se financia mediante impuestos, es la Generación I la que sufre el sacrificio (ya que la 
coacción implícita en las tributaciones recae sobre la Generación I, violentando sus preferencias). 
Aquí es crucial la definición de carga real: en lugar de una reducción en el consumo, la carga 
consistiría en sacrificios por decisiones colectivas que violentan las preferencias individuales. Pero 
este argumento tampoco es válido: si la decisión entre impuesto presente versus impuesto futuro 
(deuda pública) es tomada por la colectividad reflejando las preferencias sociales y se prefiere el 
esquema de deuda pública (con pago futuro de impuestos) al esquema de impuesto presente no 
puede hablarse estrictamente de un sacrificio: al elegir los impuestos futuros como parte de un 
paquete de decisión en lugar de los impuestos presentes, la colectividad está efectuando una elección 
libre y no coactiva, por lo que en la terminología de Buchanan no habría sacrificio. 
Efectos económicos de la deuda pública interna: equidad 
intrageneracional 
Hasta aquí se ha analizado la posibilidad de transferencia de la carga del gasto financiado por 
deuda pública (en lugar de impuesto) entre la generación actual y la generación futura, lo que ha 
planteado el problema de la equidad intergeneracional. El análisis realizado muestra la conveniencia 
de distinguir dentro de cada una de las generaciones distintos grupos de personas, lo cual plantea la 
cuestión de equidad intrageneracional. 
Tómese la generación presente, definida como las personas que viven al momento de la 
decisión de financiar el gasto por deuda o por impuesto. En ciertas condiciones existe una 
equivalencia entre el valor del impuesto actual $100 y el valor actual del flujo de impuestos necesarios 
para atender el pago de intereses de una deuda perpetua ($5 de intereses anuales descontados a la 
tasa de interés del 5% tienen un valor actual de $100). Es indiferente la elección entre un método u 
otro: 
a. si el Gobierno elige el impuesto actual y existen 100 personas en iguales condiciones, 
cada contribuyente puede pagar ese impuesto especial tomando de $1, a préstamo $1 en 
el mercado de capital; 
b. viceversa, si el Gobierno elige el impuesto futuro (deuda pública), cada persona puede 
cancelar su compromiso futuro de impuestos para el pago de intereses ($0,005 anual) 
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realizando un esfuerzo en el presente para aumentar sus activos en $1 (reduciendo su 
consumo privado o sus inversiones en otros activos). 
La diferencia de resultado más simple se refiere a la menor tasa de interés a que podrían 
endeudarse colectivamente las 100 personas (a través del Estado mediante la deuda pública) en lugar 
de endeudarse individualmente. La explicación es que dentro de la tasa de interés a pagar se incluye 
una cuota de riesgo, y para los prestamistas ofrece menor riesgo el Estado (que tiene el poder coactivo 
de cobrar impuestos en el futuro, e incluso de recurrir a otros medios como la emisión monetaria) que 
cada uno de los particulares. El Estado en este caso puede visualizarse como una enorme cooperativa 
de personas que consiguen mejores términos (una tasa de interés más baja) a través de un 
endeudamiento grupal que a través de un endeudamiento individual. Los principios básicos de 
económica de escala implícitos en las operatorios financieras y de las compañías de seguro se 
aplicarían en este caso, reforzado por la circunstancia de que en realidad cada persona tiene una vida 
limitada a diferencia del Estado que tiene unaexistencia permanente, y que los ingresos de cada 
persona pueden tener un cierto rango de variación en el futuro mientras que el ingreso nacional tiene 
una menor variación por la compensación implícita en los grandes números. Bajo estas condiciones, 
cada una de las 100 personas está en mejores condiciones, si en lugar de pagar $1 de impuesto actual 
paga por ejemplo $0,05 de impuestos anuales en el futuro (cuyo valor actual, descontado a la tasa que 
tendría que pagar en préstamos individuales, sólo vale $0,50). 
Hasta aquí se supuso igualdad de condiciones entre todos los miembros de la colectividad. Pero 
si hay diferencia entre ellos, es posible establecer que, a igualdad de impuesto pagado por cada uno de 
ellos, algunos preferirán el método del impuesto actual y otros el método del impuesto futuro. Por 
ejemplo: 
 Las personas de ingresos bajos podrán obtener crédito sólo a tasas mayores de interés 
que las personas de ingresos altos, por lo que preferirán la deuda pública en lugar del 
impuesto actual. 
 Las personas que obtienen sus ingresos del trabajo estarán en peores condiciones para 
tomar préstamos que las personas cuyos ingresos provienen de la propiedad; los 
asalariados preferirán la deuda pública. 
Sin embargo, la distribución de la carga tributaria entre los distintos grupos será diferente en el 
caso del impuesto extraordinario (actual) o del impuesto futuro (para pagar la deuda pública): 
i. El impuesto extraordinario se aplicaría sobre el patrimonio mientras que los impuestos 
futuros se aplicarían sobre los ingresos netos. Por lo tanto los capitalistas preferirán la 
financiación a través de la deuda mientras que los trabajadores preferirán el impuesto 
extraordinario (que incidirá proporcionalmente más sobre los propietarios actuales). 
ii. Por la misma razón, como la concentración de la propiedad es mayor que la 
concentración del ingreso neto los pobres preferirán el impuesto extraordinario, más 
progresivo, en tanto los ricos preferirán la deuda pública. 
iii. Quienes prevén ingresos futuros crecientes preferirán la deuda pública, mientras que 
quienes esperan ingresos futuros declinantes se inclinarán por el impuesto 
extraordinario. 
iv. Los ancianos preferirán la deuda pública, pues tienen pocos años por delante para pagar 
impuestos futuros, en tanto los jóvenes preferirán el impuesto extraordinario. 
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v. Los solteros preferirán la deuda pública pues pagarán impuestos únicamente durante su 
vida, mientras que los padres de familia, que toman en cuenta los impuestos que 
pagaran sus descendientes, preferirán el impuesto extraordinario. 
Un nuevo elemento se agrega al análisis cuando se toma en consideración la posibilidad de que 
el método del financiamiento, por impuesto o por deuda, afecte el volumen del gasto a financiar. Si los 
votantes prefieren la deuda pública al impuesto, sea por los motivos, o simplemente por una ilusión 
financiera que les oculta la equivalencia fundamental de ambos métodos y les induce a esperar 
transferir la carga a la generación siguientes, existe peligro de la aprobación de mayores gastos si se 
pueden financiar por deuda pública en lugar de impuestos. La recomendación de los clásicos (desde 
Adam Smith) de financiar las guerras con impuestos extraordinarios, y no por deuda pública, 
descansaban en su esperanza de que los gobiernos tendrían mayores frenos a desencadenar o 
prolongar guerras si debían financiarse con impuestos extraordinarios, que aparecían visiblemente a 
los ojos de los contribuyentes, en lugar de la deuda pública cuyos efectos no eran tan directamente 
perceptibles por parte de los votantes. 
Efectos económicos de la deuda pública interna: otros efectos 
La existencia de una elevada deuda pública puede provocar diversos problemas: 
 
a. Si bien el pago de impuestos se compensa con los gastos de transferencia a los 
poseedores de títulos existe una carga real derivada de los efectivos de incentivos (al 
trabajo, al ahorro y a la inversión) de una mayor tribulación: una alta deuda pública 
tiene un costo real para la comunidad por una mayor distorsión en la asignación de los 
recursos derivados de la mayor presión tributaria. 
b. La existencia de un alto stock de deuda pública podría implicar la formación de una 
clase rentista que obtiene ingresos provenientes de los cupones de los títulos sin 
necesidad de efectuar trabajo alguno. Además, podría producirse una redistribución 
personal regresiva del ingreso, en la medida que la propiedad de los títulos se 
concentrase en los estratos de ingresos altos mientras que los impuestos requeridos 
para la atención de la deuda provendrían de los distintos estratos. 
c. La existencia de una alta deuda pública puede perturbar las posibilidades de la política 
monetaria. 
3 – DEUDA PÚBLICA EXTERNA: EFECTOS ECONÓMICOS. 
Efectos económicos de la deuda pública externa: el caso de las 
deudas públicas de los gobiernos locales 
Cuando hay tenedores de títulos que no residen en la comunidad, se plantea la situación de una 
deuda externa. 
En el caso de la deuda de los gobiernos locales, se trata de analizar la situación planteada por el 
hecho de que parte de la deuda de un gobierno local está en manos de residentes en otras provincias 
del país. Este caso es menos complicado analíticamente que el caso de la deuda internacional, ya que 
dentro del país existe una única moneda, una única legislación y sistema judicial y ausencia de 
barreras internas. Desde el punto de vista político, permite analizar mayor desapasionamiento de los 
resultados entre dos jurisdicciones pertenecientes al mismo país, en comparación con la deuda 
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externa internacional, es que es más difícil mantener la objetividad si las pérdidas son para el propio 
país y las ganancias para el extranjero. 
Ahora la comparación es más complicada, pues se trata de tres alternativas de financiamiento 
del gasto público: impuesto, deuda pública interna o deuda pública externa. Se comienza el análisis 
con el caso más simple de una economía de consumo, donde tanto el impuesto como la deuda pública 
interna reducen en igual magnitud el consumo, y por lo tanto no hay posibilidad de trasladar la carga 
real (por reducción del acervo de capital) a la generación siguiente. 
 
Período Períodos Futuros 
 Inicial 1 2 3 … 
Ingreso Nacional 100 100 100 100 … 
I Impuesto 30 0 0 0 … 
Impuesto 
Consumo 70 100 100 100 … 
Ingreso Nacional 100 100 100 100 … 
Impuesto 0 +3 +3 +3 … 
II Transferencia 0 +3 +3 +3 … 
Deuda Pública 
Interna Ingreso Disponible 
 
100 
 
100 
 
100 
 
100 
 
… 
Ahorro 30 0 0 0 … 
Consumo 70 100 100 100 … 
Ingreso Nacional 100 100 100 100 … 
Impuesto 0 +3 +3 +3 … 
III 
Transferencia 0 0 0 0 … 
Deuda Pública 
Externa Ingreso Disponible 100 97 97 97 … 
Consumo 100 97 97 97 … 
IV 
Diferencia entre Diferencia de Consumo 
 
+30 
 
-3 
 
-3 
 
-3 
 
… 
I = II y III 
 
El cuadro muestra un ejemplo numérico de la financiación de un gasto público adicional de 
$30. Si se establece un impuesto por esa magnitud en el período inicial, el ingreso disponible se reduce 
de $100 a $70 y por lo tanto el consumo privado se establece en $70; en el futuro, el consumo privado 
retoma a su nivel de $100. Si se financia con deuda pública, comprada por integrantes de la 
comunidad, el ingreso disponible del período inicial queda en $100, pero se destina $30 al ahorro 
(para la compra de los títulos), y quedan $70 para el consumo privado. En los períodos siguientes, si 
bien los impuestos aumentan $3 con una tasa de interés de 10%, los pagos de transferencia (por 
intereses) también aumentan en $3, por lo que consumo se puede mantener en $100. Para simplificar 
se supone una deuda perpetua, de modo que la venta de títulos por una persona se compensa por la 
comprade títulos de otra persona, sin disminución neta de la cantidad de títulos y por lo tanto sin 
cambio en el consumo privado. En este caso simple se vuelve a obtener el resultado del análisis de 
Ricardo-Pigou de equivalencia entre ambos modos de financias el gasto público. El flujo de consumo 
privado a lo largo del tiempo es idéntico en ambas alternativas. 
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En cambio, la posibilidad de emitir deuda externa, es decir, comprada por ahorristas que no 
integran la comunidad permite cambiar el flujo de consumo privado a lo largo del tiempo. En el 
período inicial, de emisión de la deuda externa, el consumo privado de la comunidad puede 
mantenerse en $100, ya que el ahorro para financiar el aumento del gasto público proviene del 
exterior. Las importaciones subirán y las exportaciones bajarán, permitiendo aumentar en $30 los 
recursos reales para aumentar el gasto público en dicho monto, sin afectar el consumo privado. En 
cambio, los períodos siguientes el ingreso disponible para los miembros de la comunidad disminuye 
de $100 a $97, ya que el pago de intereses se realiza a tenederos externos a la comunidad y no se 
compensa con el pago de impuestos que afecta a los miembros de la comunidad; por lo tanto el 
consumo privado se reduce a $97 por año. 
Comparando el flujo de consumo resultante de la utilización de la deuda externa con el flujo 
obtenido en las dos alternativas anteriores, puede observarse que mediante la deuda externa la 
comunidad consigue mantener sin reducir el consumo privado en el período inicial ($100 en lugar de 
$70) a expensas de reducirlo permanentemente ($97 en lugar de $100). Aumenta en $30 el consumo 
del período inicial, respecto al nivel compatible con un aumento del gasto público de $30 a casto de 
reducirlo permanentemente en $3 cada año. La conveniencia de acudir a la deuda externa el lugar de 
la deuda interna, dependen de las preferencias temporales de la comunidad. Supóngase que la tasa de 
preferencia temporal sea muy alta. Concretamente, que la comunidad está dispuesta a sacrificar $4,50 
anuales en el futuro con tal de aumentar en $30 el consumo presente. En este caso es conveniente la 
deuda externa, que le permite obtener $30 de consumo presente sacrificando solamente $3 anuales en 
el futuro. Visto en otros términos: la tasa de interés que debería pagarse por la deuda interna seria en 
tal caso del 15% (ya que la tasa de descuento que iguala el valor presente de $30 con el valor actual 
del flujo de $4,50 anuales es 15%, y los ahorristas domésticos deberían recibir dicha tasa para ahorrar 
y comprar títulos) mientras que la comunidad puede tomar fondos externamente al 10%. 
Por el contrario, si la comunidad solamente está dispuesta a sacrificar $1,50 anuales por un 
aumento de $30 en el consumo presente (la tasa interna de retorno del 5% anual), no le conoviene la 
deuda externa a través de la cual el aumento de $30 en el consumo presente significará un coste de $3 
anuales en el futuro. En términos de tasas de interés, la deuda interna requiere sólo un 5% anual en 
comparación con la deuda externa disponible sólo al 10% anual. 
Hasta aquí se analizó una economía de consumo. Si se introduce la posibilidad de cambios en 
los acervos de capital, la situación es más compleja, ya que la generación futura se verá perjudicada. 
La pregunta será cuál de los tipos de deuda es más perjudicial para la generación futura. 
 
Capital 300 300 300 300 … 
Ingreso 100 100 100 100 … 
Impuesto 
Impuesto 30 30 30 30 … 
Consumo 70 70 70 70 … 
Deuda Capital 300 270 270 270 … 
Pública Ingreso (TIR = 10%) 100 97 97 97 … 
Interna Consumo 100 97 97 97 … 
Capital 300 300 300 300 … 
Deuda 
Ingreso 100 100 100 100 … 
Pública 
Externa Impuesto (i = 6%) 
30 1,80 1,80 1,80 … 
Capital 100 98,20 98,20 98,20 … 
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Supóngase que el aumento del impuesto reduce en la misma magnitud el consumo privado sin 
afectar el capital mientras que la emisión de la deuda pública interna reduce en el mismo monto el 
capital inicial sin afectar el consumo privado inicia. En este último caso, la reducción del capital 
disminuye en forma permanente el nivel anual del ingreso real futuro. Si se supone que la eficiencia 
marginal del capital es de 10%, la reducción de $30 en el capital significará una reducción de $3 en el 
nivel de ingreso nacional. Por lo tanto, en el caso de la deuda pública interna el consumo privado se 
mantendrá inicialmente en $100, en lugar de reducirse a $70 como en el caso de financiamiento por 
impuesto, pero luego declinará permanentemente a $97 anuales. 
Si la comunidad puede endeudarse a una tasa de interés (real) menor que la eficiencia 
marginal del capital le conviene la deuda externa en lugar de la deuda interna. Con la deuda externa al 
6% anual, el ingreso nacional permanecerá en $100 anuales en el futuro, en lugar de reducirse a $97 
anuales como en el caso de la deuda pública interna, y la deducción de intereses a transferir al exterior 
($1,80 anuales) reducirá el consumo privado futuro a $98,20 en lugar de $97 como en el caso de la 
deuda pública interna. Por el contrario, si la tasa de interés a pagar por la deuda externa fuera 
superior a la eficacia marginal del capital, es más conveniente, en términos del flujo de consumo 
futuro, la deuda pública interna. 
Hasta aquí, se ha supuesto implícitamente que el gasto público es totalmente improductivo y se 
analizan las diversas alternativas de financiar dicho gasto. Si el gasto público tiene efectos positivos a 
lo largo del tiempo, puede interesar observar la distribución entre generaciones de los beneficios del 
gasto público, y de los costos de financiamiento a través de reducciones a nivel de consumo privado. 
Musgrave ha construido un modelo para mostrar que en tal caso, la única forma de lograr la equidad 
intergeneracional es a través de la deuda externa. 
 
 Generación Total 
Período Concepto en cada 
 I II II período 
 Impuesto 25 25 Aún no existe 50 
I Deuda pública 0 +50 Aún no existe 50 
 Consumo -25 -25 Aún no existe -50 
 Impuesto Ya no existe 25 25 50 
II Deuda pública Ya no existe -50 0 -50 
 Consumo Ya no existe -25 +25 -50 
 Impuesto 25 50 25 100 
Total Deuda pública 0 0 0 0 
 Consumo -25 -50 -25 -100 
Participación en los costos ¼ ½ ¼ 
Participación en los beneficios ¼ ½ ¼ 
 
Supóngase que el gasto público realizado genera beneficios durante dos períodos (por ejemplo 
la construcción de un parque). La Generación I vive en la comunidad durante el período 1 pero no en 
la siguiente (muere o emigra a otra comunidad). La Generación II vive en el período 1 y también en el 
período 2, mientras que la Generación III vive únicamente en el período 2 (nace en dicho período, o 
entra en la comunidad como inmigrante). El gasto público realizado en el período 1 se financia 
mediante un impuesto de $50 en dicho período y una deuda den$50 tomada en el exterior y que por lo 
tanto no reduce el consumo de las generaciones vivientes al momento de la inversión (el consumo de 
la el consumo de la el consumo de la Generación I se reduce $25 por el impuesto, y lo mismo la 
Generación II). En el período siguiente, se cobra un impuesto total de $50 que permite rescatar la 
deuda externa emitida en el período anterior. Tanto la Generación II como la Generación III reducen 
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su consumo en el período 2 en $25 cada una. En definitiva, la reducción total del consumo ha sido de 
$25 por parte de la Generación I (que disfrutó el parque durante un período), de $50 por la 
Generación II (que lo disfrutó durante dos periodos) y de $25 por la Generación III (que lo disfrutó 
únicamente en el período 2). Por lo tanto, con la deuda pública se logró la equidad intergeneracional, 
manteniendo la igualdad tributaria en cada período.De no existir deuda pública, hubiera sido imposible (en un modelo de consumo) hacer 
contribuir a la Generación III, que aún no vivía en la comunidad; la distribución entre las dos 
generaciones vivientes al momento inicial, para mantener la proporción de beneficios a recibir, 
hubiera debido ser de $33 de impuestos para la Generación I y de $67 de impuestos para la 
Generación II, con una discriminación tributaria entre contribuyentes simultáneos. 
De existir deuda pública pero interna, para equilibrar la carga total entre las generaciones es 
necesario alterar el patrón de consumo privado de la Generación II: 
 
 Generación Total 
Período Concepto en cada 
 I II II período 
 Impuesto 25 25 50 
I Deuda pública +50 50 
 Consumo -25 -75 -100 
 Impuesto 25 25 50 
II Deuda pública -50 -50 
 Consumo +25 -25 0 
 Impuesto 25 50 25 100 
Total Deuda pública 
 Consumo -25 -50 -25 -100 
 
La deuda pública de $50 emitida en el período 1 sólo puede ser tomada por la Generación II a 
costa de reducir su consumo privado en el mismo monto de dicho período. Cuando en el período 2 se 
recaude $50 de impuestos y se destine a rescatar la deuda pública, la Generación II podrá aumentar 
su consumo privado en la misma magnitud. 
Un supuesto en el análisis de Musgrave es el de que cada generación termine su vida en la 
comunidad consumiendo todos sus activos. Si se interpreta la desaparición como la muerte, se está 
eliminando la posibilidad de herencia de los títulos a la generación siguiente. 
Efectos económicos de la deuda pública externa: el caso de las 
deudas públicas de los gobiernos nacionales 
El análisis realizado para la deuda interna (otros efectos) puede aplicarse al caso de la deuda 
pública de un país en manos de extranjeros. Conviene insistir en que la verdadera comparación no se 
realiza entre tener mucha deuda externa vs poca deuda externar; la cuestión es comparar en el 
momento de emisión las alternativas de duda externa o de deuda interna (o de impuestos), a igualdad 
del gasto público financiado. 
Así si un país tiene acceso a créditos externos a una tasa de interés inferior a la productividad 
marginal del capital dentro del país puede ser conveniente la deuda externa en comparación con la 
deuda interna, que implicaría una mayor tasa de interés. La carga de intereses a transferir al exterior 
para el servicio de la deuda podrá asumirse con la producción neta adicional obtenida mediante el 
mayor acervo de capital con que puede contar la economía nacional en comparación con otras formas 
alternativas de financiamiento del gasto público adicional, deuda pública interna o impuestos. 
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En la literatura se ha discutido muy extensamente el llamado problema de las transferencias. 
Se alega que en el caso de las deudas externas –a diferencia de lo que sucede con deudas internas– no 
sólo es necesario que el Estado tenga éxito en recaudar en moneda nacional los montos necesarios 
para los servicios de la deuda, sino que aparece el problema adicional de convertir dichos montos a 
divisas extranjeras en las cuales deben pagarse los servicios. Si la única forma de pagar los servicios es 
a través de un aumento del saldo de la balanza comercial (exportaciones menos importaciones), para 
aumentar dicho saldo el país deudor deberá aumentar sus exportaciones, pero ello puede ocasionar 
una baja en los precios de sus exportables en el mercado mundial. El deterioro de los términos del 
intercambio del país, es decir, de la relación entre el precio de sus exportables y de sus importables, 
perjudica al mismo, y ese empobrecimiento aparece como una carga real que debe soportar el país en 
adición a la cargar presentada por los servicios de la deuda. 
Los ajustes internacionales (en la balanza de pagos) no se operan a través de cambios en los 
precios relativos (en este caso, baja los precios de los exportables de un país en relación a sus 
importables) sino de cambios en los niveles de gasto global de los distintos países: si el gobierno tiene 
éxito en obtener el monto en moneda nacional necesaria para atender los servicios de la deuda 
pública (aumentando los impuestos o disminuyendo los gastos públicos), automáticamente se obtiene 
un saldo mayor en la balanza comercial de la misma magnitud, que permite efectuar la transferencia 
internacional de recursos sin ningún problema adicional. 
En la discusión posterior, aparecen otros tipos de posibles dificultades respecto a la fluidez del 
proceso de reasignación de recursos reales implícitos en los pagos al exterior por servicios de la 
deuda. El proceso de transferencia puede implicar una reducción del nivel de producción nacional, 
llevándolo a una situación de desocupación, en cuyo caso la mayor carga real de la deuda externa, 
adicional en comparación con una deuda interna, estaría medido por el derroche de recursos reales 
que significa una situación de desocupación. 
4 – TIPOS DE DEUDA. 
Las distintas formas que puede llegar a tener la deuda pública global de un determinado país, 
efectuando para ello su clasificación, según circunstancias de lugar, tiempo y forma: 
a) Deuda interna y deuda externa 
 
Esta clasificación deriva de una circunstancia de lugar. Se define a la deuda interna como 
aquella forma por los empréstitos en moneda del mismo país, emitidos en su mercado de capitales, 
según su régimen legal. La deuda interna puede ser también suscripta por inversores extranjeros. 
Deuda externa es aquella que se encuentra formada por empréstitos emitidos en moneda extranjera, 
colocados en mercados financieros del exterior y pagaderos en ellos, mediante una transferencia de 
valores. 
b) Deuda consolidad y deuda flotante 
 
Esta clasificación deriva de la consideración de las obligaciones en relación con el tiempo. La 
mayoría de los autores coinciden en agrupar dentro de la deuda consolidada a la exigible en el 
mediano y largo plazo, aun cuando la expresión consolidada tiene su origen en la palabra inglesa 
consolidated, que se refería a la deuda pública permanente, la cual era atendida con un fondo especial 
que no requería la aprobación anual de los recursos por parte del Parlamento. La deuda flotante, en 
oposición a la deuda consolidada, es aquella deuda exigible en el corto plazo, ya que otros elementos 
distintivos, tales como: recursos para atender su pago, tasa de interés, nominativos o a portador, etc., 
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no tienen trascendencia, y fuera del plazo, son comunes a cualquiera de las dos formas, dependiendo 
de ellos las circunstancias del momento. 
La deuda flotante es aquella que el Tesoro usa para cubrir los déficits estacionales de caja, y por 
consiguiente, la conforman los demás recursos de los que se vale el Tesoro para cubrir los referidos 
déficits estacionales. Estos, financieramente, pueden llegar a ser menos exigibles, en función del plazo, 
que la deuda consolidada. 
El Estado tiene un cumulo de recursos tributarios que no le son suficientes para cubrir un 
volumen de gastos y, en consecuencia, se endeuda en forma permanente o duradera, es decir, en un 
plazo mayor, tomando ese endeudamiento como recurso adicional y no como una medición 
transitoria (flotante) para cubertura de un déficit estacional. Se trata de una operación para la 
obtención de un recurso a través del endeudamiento a más largo plazo. 
c) Deuda amortizable y deuda perpetua 
 
Amortizar una deuda significa pagarla al vencimiento. Así se reduce no sólo el capital sino los 
servicios por intereses a los títulos amortizados. Deudas amortizables son el conjunto de empréstitos 
que se han emitido con esa característica. 
La deuda perpetua está constituida por el conjunto de empréstitos que no contienen obligación 
alguna de amortizar su capital, a condición de pagas en cambio, siempre, los intereses. Puede que ella 
lleguea ser amortizada, pero se tratará de una amortización voluntaria. 
d) Otras clasificaciones 
 
Existen, además, otras clasificaciones: 
 
1) Deuda administrativa y deuda financiera: 
 
La deuda administrativa tiene su origen en la existencia de organismos burocráticos 
necesarios para la marcha de la administración y la prestación directa o indirecta de 
servicios públicos. Por otra parte, la deuda financiera es la que contrae el Estado a través 
del uso del crédito público. 
En realidad, toda deuda contraída por el Estado, administrativa o no, cuando surge 
de obligaciones contraídas por préstamos de suma de dinero, es financiera. Debe 
interpretarse a la deuda administrativa como una parte de la deuda financiera. 
2) Deuda inscripta y deuda no inscripta: 
 
Esta distinción que efectúa la doctrina francesa quien distingue una de otra por la 
inscripción o no en el Gran Registro de la Deuda Pública. En verdad existe una 
correlación entre plazos y su inscripción, dado que actualmente se inscriben las deudas 
a largo plazo y los títulos de pensiones (deuda vitalicia). Por el contrario, no se inscriben 
los Bonos del Tesoro y las deudas contraídas por empresas estatales. 
3) Deuda lastre, deuda pasiva y deuda activa: 
 
Deuda lastre es aquella en la que se incurre como consecuencia de ciertos 
desembolsos que de ninguna forma aumentan la capacidad productiva de la comunidad 
y que no da ni un ingreso monetario ni una futura corriente de utilidades. 
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La deuda pública pasiva es aquella en la que se incurre a consecuencia de ciertos 
gastos que, aun cuando proporcionan utilidad y disfrute de la comunidad, no producen 
por sí mismos ningún ingreso monetario ni aumentan la eficacia y productividad del 
trabajo y el capital. 
La deuda pública activa es aquella en la que se incurre a consecuencia de 
desembolsos de capital en proyectos autoliquidables; desembolsos de tal índole que 
tienden, directa o indirectamente, a aumentar el poder productivo de la comunidad o 
desembolsos en la mejora y la conservación de los recursos naturales para aumentar la 
productividad de la nación. 
5 – TIPOS DE AMORTIZACIÓN. 
Duverger distingue dos formas de amortización de la deuda pública: 
 
I. Amortización obligatoria 
 
Es aquella que se produce como consecuencia de haberse fijado en su oportunidad una fecha de 
vencimiento y por haber llegado este, debe inexorablemente cumplirse. Algunas de las modalidades 
de esta forma de amortización son las siguientes: 
a. Amortización en fecha única: consiste en la amortización de un determinado tipo 
de deuda, totalmente, a la fecha de su vencimiento. Este sistema no deja de 
resultar bastante gravoso, ya que se debe hacer frente a la totalidad de una deuda 
en fecha determinada, originando una voluminosa erogación por parte del 
Tesoro. Este sistema puede atemperarse mediante la amortización voluntaria y, 
en caso de que esta no esté permitida, mediante la adquisición anticipada de los 
títulos en los mercados bursátiles. 
b. Amortización por partes: en realidad este sistema es el más utilizado para la 
amortización de la deuda pública tomada a largo plazo. Dentro de este sistema 
existen tres manera, a saber: 
i. Las anualidades de amortización: consisten en amortizar, por períodos 
generalmente anuales, una parte del capital, pagando juntamente el 
interés. Como consecuencia, la deuda pública se va reduciendo en forma 
gradual y paulatina. Es el sistema que nuestro país adoptó para la 
amortización de los Valores Nacionales Ajustables que amortizan capital e 
intereses ajustados al índice de precios mayoristas nacionales no 
agropecuarios. 
ii. La amortización por sorteo: consiste en amortizar íntegramente cada titulo 
representativo de la deuda de una sola vez, anualmente, mediante un 
sorteo, que comprende solo una parte de la deuda. Se determina por un 
sorteo anual los títulos que se reembolsarán. Este sistema fue el que se 
adoptó para la amortización de los Bonos del Empréstito 9 de Julio, 
originalmente a un plazo de veinticinco años. 
iii. La amortización por licitación; consiste en convocar a los poseedores para 
que hagan ofertas relacionadas con el valor de rescate, aceptándose las 
más reducidas. Este sistema no resulta muy usual, aun cuando combinado 
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con la amortización por sorteo y en relación con el valor de paridad, sirvió 
de base opcional para la amortización del Crédito Argentino Interno 1960. 
II. Amortización voluntaria 
 
Es la que se produce como consecuencia de la cancelación de la obligación, antes de la fecha de 
vencimiento. Es una característica de las deudas perpetuas. Se trata en realidad de reembolsos 
anticipados, ya se directamente o por medio de la adquisición de los títulos en los mercados o bolsas 
de valores. 
La adopción de este método es preferible al del reembolso directo, ya que puede suceder que 
los títulos se estén cotizando a un precio menor, es decir, bajo la par, por lo que el Estado pagaría 
menos que el valor nominal. Con la misma cantidad de dinero se estaría en condiciones de rescatar 
una mayor cantidad de títulos, haciendo, por lo tanto menos pesada la carga de la deuda. 
En algunos países, se trató de proveer fondos especiales para hacer frente a la amortización 
voluntaria, pero es indudable que los Estados sólo amortizan la deuda pública cuando están obligados 
a ellos. 
III. Amortización indirecta 
 
En realidad, este sistema nada tiene que ver con el reembolso efectivo por parte del Estado de 
los títulos en circulación. Se la llama indirecta porque se relaciona con el efecto que ocasiona en los 
tenedores de títulos públicos, la emisión monetaria. En función de la depreciación constante del valor 
de la moneda, el Estado ve reducida la carga de la deuda pública, ya que su obligación consiste en 
efectuar los reembolsos, al valor nominal de los títulos. Se llega la paradójica consecuencia de que 
aquellos países con tasas de inflación muy altas, a pesar de que el volumen de la deuda pública ha 
aumentado, la carga de esta, con respecto al total del gasto público, ha disminuido. 
Por supuesto, esto produce consecuencias funestas para los inversores y, a su vez, 
inequitativas. Aquellos que confiaron en el Estado y le dieron sus ahorros, se ven de pronto 
despojados por la actitud que el Estado ha tomado, empobreciéndolos. Son inequitativas porque, en su 
momento, pudieron por haber tomado otro tipo de colocación o inversión, con los que hubieron 
conservado su poder adquisitivo. Comparando aquellas personas que, ante la opción, efectuaron una u 
otra inversión después del proceso, se encuentran resultados tan opuestos en la composición 
patrimonial que cuesta creer, hayan sido provocadas por una acción del Estado. 
Las destrucciones de riqueza, producidas por la inflación, son más que proporcionales a los 
ingresos que el Estado obtiene mediante la emisión. 
IV. Otras formas 
 
Existen otros sistemas de extinción de las obligaciones emergentes de la deuda pública y que 
los autores tratan dentro del concepto de “repudio de la deuda pública” o “supresión de la deuda 
pública”. 
El repudio de la deuda pública consiste en el acto de soberanía en virtud del cual un Estado 
desconoce o niega íntegramente la obligación derivada del empréstito. Es, de alguna forma, el 
incumplimiento deliberado de las obligaciones emergentes de la deuda pública. 
Su supresión provoca distorsiones importantísimas en la economía de los países que acuden a 
ellas. El caos financiero general, la quiebra de instituciones financieras, el desconcierto en el mercado 
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monetario y la rápida monetización de los restantes empréstitos que pueden quedar en vigencia, 
constituyen los factores más salientes del proceso. A todo esto bajarán losniveles de consumo y las 
perspectivas de inversión por parte de la actividad privada, se verán profundamente reducidas en 
virtud de la pérdida de confianza en el gobierno. 
El repudio de la deuda por parte de los gobiernos resulta prácticamente desconocido, excepto 
cuando se la ha justificado por causas extraordinarias: guerra o revolución. 
6 – FUENTES DE FINANCIAMIENTO. 
Financiar al Estado mediante la emisión de deuda o el cobro de impuestos es una de las dudas 
fundamentales de las Finanzas Públicas. Algunos modelos y criterios que persiguen explicar qué 
fuente de financiamiento puede ser preferible son los siguientes: 
I. Modelo neoclásico 
 
La decisión del Estado de endeudarse o financiarse con impuestos afectará la economía. Así 
cuando el Estado se financia con impuestos afecta el consumo en el sector privado. En cambio, cuando 
se endeuda compite en el mercado financiero con otros individuos y empresas en la demanda de 
fondos. Con esto último reduce la formación de capital en el sector privado y aquel del que podrían 
disponer las futuras generaciones. Para corroborar esta hipótesis habría que analizar el 
comportamiento de la tasa interés y el nivel de endeudamiento del Estado a lo largo de un período 
determinado. Si existiera un comportamiento positivo corroboraría el modelo neoclásico. Sin 
embargo, determinar el nivel real de la tasa de interés, se dificulta, pues ella puede variar por otros 
motivos como, por ejemplo, por un proceso de recesión económica. Además la tasa de interés que 
paga el Estado en economías abiertas de países en vías de desarrollo es en general la tasa de mercado 
internacional, la que suele ser inelástica respecto del nivel de endeudamiento de estos países. De 
acuerdo con este modelo, no puede determinarse con precisión cuanto afecta a futuras generaciones 
(a través de la reducción en la formación de capital) el endeudamiento del Estado. 
II. Teoría del beneficio (Beneficit-Received principale) 
 
De acuerdo con esta teoría, como deben aportar a las arcas del Estado quienes reciben 
beneficios del mismo y en proporción a la utilidad generada, si las deudas se contraen por programas, 
como los de intervención temprana que benefician a futuras generaciones, es entonces razonable que 
el endeudamiento presente sea soportado por estas últimas. 
III. Equidad intergeneracional 
 
Si se espera que las futuras generaciones sean más ricas que las actuales, por ejemplo, por 
cambios tecnológicos, es razonable que paguen la deuda, más allá que los programas financien bienes 
y servicios para las actuales generaciones. Viceversa, si se espera que sean más pobres, por ejemplo, 
porque se acabó el petróleo, entonces es razonable que la carga sea soportada por la actual generación 
y los beneficios recibidas por las futuras. 
IV. Eficiencia 
 
¿Qué genera más carga excedente: el endeudamiento o los impuestos? En primer lugar, debe 
considerarse que todo incremento del gasto público será finalmente financiado con impuestos. El 
problema consiste en determinar cuándo establecer los impuestos: en el momento actual para 
financiar de inmediato el gasto o en el futuro, primero para pagar los intereses y luego para pagar el 
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capital de la deuda pública. Si el valor presente de la recaudación tributaria en ambos momentos fuera 
el mismo no habría diferencia entre elegir un medio de pago y otro. Si el valor presente de la 
recaudación tributaria futura fuera inferior al valor presente de la actual, convendría financiar el gasto 
presente con emisión de deuda. 
Si el gasto fuera financiado con un impuesto a los salarios (como el impuesto a la renta de las 
personas) como la carga de excedente que genera este gravamen es muy elevada, probablemente sea 
preferible el endeudamiento a los impuestos. Sin embargo, si consideramos que el endeudamiento del 
Estado reduce la formación de capital, ello también genera carga excedente. Consecuentemente, si 
bien el endeudamiento puede ser preferible a los impuestos desde la óptica de la oferta de trabajo, no 
lo es desde la de la formación y colocación de capital. 
V. Consideraciones macroeconómicas 
 
¿Pero cuál debería ser la elección entre endeudamiento o impuestos en el corto plazo? En el 
modelo estándar keynesiano ello dependerá del nivel de desempleo. Si el desempleo es elevado el 
aumento del gasto público incrementará la demanda de trabajo. Por el contrario si es bajo como el 
aumento del gasto público genera inflación, el aumento de impuestos contribuirá a detenerla. Esto se 
conoce como financiamiento funcional, el uso de los impuestos o la deuda para mantener la demanda 
agregada en un nivel adecuado, sin considerar los efectos del desequilibrio fiscal. 
VI. Consideraciones políticas 
 
Suele argumentarse también que el problema del déficit no es económico sino moral y que el 
endeudamiento a partir del cual algunos políticos sostienen que el superávit debe utilizarse para 
reducir la deuda pública. Tal consideración parecería descansar en la cuestión de porqué las futuras 
generaciones debería soportar la carga de la deuda. Sin embargo, la teoría del beneficio puede ser una 
razonable respuesta a ello. 
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