Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
Piel. 2009;24(9):463-4 463 EDITORIAL Urgencias en dermatología Ricardo Suárez Fernández Servicio de Dermatología. Hospital Gregorio Marañón. Madrid. España. ¿Hace falta un dermatólogo en urgencias? ¿Existen las urgencias de dermatología? Es una pregunta que he es- cuchado en varias reuniones de distinta índole. La pri- mera vez, siendo residente y al reunirnos con la direc- ción en una época de recorte presupuestario en el hospital, que intentaba disminuir el personal de guardia entre los que estábamos los residentes de dermatología; años más tarde, siendo ya tutor de residentes y mientras intentaba conseguir la implantación de atención conti- nuada de nuestros MIR, volví a oír la misma cuestión. También en las reuniones de tutores MIR ha surgido la duda y, finalmente, en el simposio de nuestro Congreso Nacional de 2009 en Madrid, el mismo abordaje de la pregunta. Es un tema que preocupa a numerosos servi- cios de dermatología y, por ende, a sus residentes, que están pendientes de conseguir o incluso recuperar las famosas guardias de dermatología. Tratemos de desarro- llar la cuestión. El concepto de emergencia en dermatología implica aquella situación patológica con riesgo vital inmediato para el paciente. Evidentemente no hay muchas, pero las hay: sepsis de origen cutáneo, necrólisis epidérmica tóxica, psoriasis pustulosa eritrodérmica y algún cuadro más que suponga una insuficiencia cutánea aguda. Otro concepto es el de urgencia dermatológica, que es la que implica que el paciente demande atención inmediata. Y aquí sabemos todos que hay muchísimas, aunque no constituyan una situación de emergencia. Un 6-10% de los pacientes que acuden a un servicio de urgencias lo hacen por dermopatías, con trastornos de lo más variados: infecciones, eccemas, urticarias, reac- ciones cutáneas por fármacos, picaduras y un amplio cuadro de procesos como dermatosis neutrofílicas, pso- riasis, dermatitis de contacto o atópica, incluso afeccio- nes tumorales, enfermedades de transmisión sexual y su equivalente de venereofobia, etc. Hay referencias biblio- gráficas que afirman, como era de esperar, que las afec- ciones cutáneas no se tratan adecuadamente si no es por dermatólogos, y reconocen una escasa correlación entre el diagnóstico de presunción de la dermopatía por los médicos no especialistas con el diagnóstico final1. Esta conclusión conlleva, entre otras conclusiones, una incorrecta derivación a urgencias de hasta un 24%2. Con estos datos, ¿cómo planteamos a nuestras geren- cias y direcciones médicas la necesidad de un dermató- logo en urgencias? Si un 5-10% de las urgencias de un hospital son dermatológicas, existen tres opciones: 1. Se remite al paciente a su médico de atención pri- maria esgrimiendo el argumento de que no hay «emer- gencias» dermatológicas. Esta posibilidad es impensable en nuestra sanidad y nuestra sociedad, ante el riesgo de que pueda haber algo grave subyacente, con el posible escándalo social. 2. Que fuera atendida por el médico de guardia de me- dicina interna. Ésta es una solución demasiado frecuen- te y que puede ser rebatida: la patología dermatológica, lamentablemente, no la manejan bien los médicos no dermatólogos, que acaban pidiendo pruebas innecesa- rias y tratamientos incluso contraindicados, lo que supo- ne dos cosas muy negativas para las gerencias: el exceso de frecuentación de los pacientes y, sobre todo, el tiem- po de estancia media en urgencias que se desborda. Este punto también se apoya en bibliografía que trata de la capacidad resolutiva del dermatólogo3. 3. Que haya un dermatólogo con «busca» que atienda estos casos y se sepa que pide pocas pruebas en urgen- cias, con lo que se rebaja el tiempo medio de estancias. Además lo podemos apoyar con otros argumentos. Se- gún el programa nacional de la especialidad de Derma- tología, los MIR de la especialidad realizarán, de forma imprescindible para su completa formación, guardias hospitalarias, inicialmente en medicina interna o cirugía durante su periodo rotatorio de 6-12 meses y, desde en- tonces y hasta el final de la residencia, en la unidad de dermatología, con un número aconsejable entre 4 y 6 al mes, y con supervisión del tutor o algún médico adjunto, sin especificar si la supervisión es instantánea o demo- rada al día siguiente. Con ello, si el hospital en cuestión quiere y de hecho tiene docencia de posgrado, tendrá que asumir ciertos compromisos de formación o enfren- tarse a una posible reclamación de los MIR ante la Co- misión Nacional, con la teóricamente posible retirada de la docencia MIR. Esta opción arriesgada no gusta a las gerencias, pues la docencia MIR da prestigio a un hospi- tal, sobre todo si es universitario, y existe una Comisión de Docencia que nos apoya. Un tercer argumento es la comparación con otros hos- pitales del mismo nivel en la zona. No podemos compa- rar un hospital comarcal con otro de referencia pero, si existen otros hospitales en el área de similar población e igual categoría, podemos exponer este punto. Para completar este proyecto, que debería presentarse por escrito y con bibliografía4,5, incluso con el gasto que supondría (se puede conseguir en personal el gasto por día, los módulos de pago, etc.), podemos añadir ventajas como la atención de los pacientes operados en CMA dermatológica o la vigilancia a los ingresados en la plan- ta de dermatología, si los hubiere. Correspondencia: Dr. R. Suárez Fernández. Máiquez, 6. 28009 Madrid. España. Correo electrónico: suarez@aedv.es 01 EDIT 3130 (463-464).indd 463 7/10/09 11:05:37 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 24/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Piel. 2009;24(9):463-4 Tras defender este planteamiento, surgen de la direc- ción los inconvenientes: ¿Por qué no hay adjunto de dermatología? Pode- mos explicar que, en todos los casos de guardias de der- matología, se depende del médico adjunto de medicina, que habitualmente no pone trabas, ya que un MIR de se- gundo año de Dermatología domina más y mejor los problemas cutáneos que casi cualquier internista. Inclu- so en algún hospital, si se plantea a los adjuntos de Der- matología guardias localizables mediante «busca» y lla- mada de su residente, con los ingresos económicos que podría suponer, posiblemente aceptarían. Ello responde a la pregunta y habitualmente no insisten más, ya que pagar una atención continuada a un adjunto, aunque sea localizable, es caro y el hecho de que haya un preceden- te con esta fórmula puede facilitar su aceptación. ¿Cuántos días de la semana y con qué horario? Es imprescindible la comparación con otros casos del pro- pio hospital. Aquí no hay normas estrictas, sino compara- ciones con otros especialistas y estudio particular de cada caso. En el supuesto de dos MIR de Dermatología por año, es asumible la realización de 5-6 guardias/mes, incluso de 24 h, aunque está muy extendida la fórmula de hasta 22 h, lo cual es, como podemos suponer, lo ideal. En el caso de un MIR por año, habría que estudiar caso a caso para poder implantar esas guardias (días concretos de la semana), aunque hay grandes dificultades para de- fenderlas. Por último, hay muchos servicios que asumen en el horario de mañana la derivación de pacientes desde el servicio de urgencias. En el caso de que no haya MIR, probablemente se tenga que atenderlos de una u otra for- ma, con la consiguiente negociación de horarios, capa- cidad asistencial, etc., pero la solución siempre es mala (sobrecarga asistencial). Si hay MIR, es planteable esta asistencia de forma más ordenada, con la necesidad de negociación particular en cada centro. Una vez implantadas las guardias de dermatología, he- mos comprobado que la formación del MIR es mucho más completa, pues maneja afecciones agudas y graves, lo que supone mayor prestigio hospitalario y extrahospi- talario además de, por supuesto, ofrecer una mejor asis-tencia dermatológica del paciente, lo que, recordemos, es el principal objetivo. BIBLIOGRAFÍA 1. Fleicher A, Herbert CR, Feldman S. Diagnosis of skin disease by nondermatol- gist. Am J Manag Care. 2000;6:1149-56. 2. Elcuaz R, Beorlegui J, Cortes F, Goñi G, Betelu E, Arce S. Análisis de las deriva- ciones urgentes a dermatología. Aten Primaria. 1998;21:131-6. 3. Maza A, Berbis J, Gaudy C, Morand JJ, Berbis P, Grob JJ, et al. Evaluation of dermatology consultations in a prospective multicenter study involving a fren- ch teaching hospital. Ann Dermatol Venereol. 2009;136:241-8. 4. Herrera M, Calvente MJ, Del Cerro M, Rueda M, Fernández C, Robledo A. Ur- gencias en dermatología: estudio descriptivo. Actas Dermosifiliogr. 1996;87:675- 80. 5. Valcuende F, Ferraz C, Tomás G, Pitarch A, Almela T, Bertomen F. Análisis de las urgencias dermatológicas en el servicio de urgencias de un hospital comar- cal. Actas Dermosifiliogr. 1996;87:305-9. 464 Suárez Fernández R. Urgencias en dermatología 01 EDIT 3130 (463-464).indd 464 7/10/09 11:05:37 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 24/11/2009. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato.
Compartir