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KANT Y LA FILOSOFIA DE. LA HISTORIA 
A. — FILOSOFIA KAN'flANA DE LA HISTORIA E ILUSTRACION 
Puesto que las fuel) tes inmediatas de la filosofía kantiana de la 
historia se hallan en el pensamiento de la Ilustración, podemos co-
menzar el estudio de aquélla exponiendo brevemente los caracteres 
generales del pensamiento ilustrado. 
Para una definición de la actitud básica que caracteriza al Ilu-
minismo podemos apelar a aquella que el mismo Kant publicara en 
1784 en la "Revista Mensual de Berlín": "La Ilustración consiste 
en el hecho por el cual el hombre sale de la minoría de edad. Él 
mismo es culpable de ello. La minoría de edad estriba en la inca-
pacidad de servirse del propio entendimiento, sin la dirección de 
otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de edad, cuando la 
causa *de ella no yace en un defecto del entendimiento, sino en la 
falta de decisión y ánimo para servirse con independencia de él, sin 
la conducción de otro. Sapere aude ¡Ten valor de servirte de tu 
propio entendimiento! He aquí la divisa de la Ilustración".1 
El siglo xviii, el siglo de la Ilustración, es el siglo que proclama 
la divisa del ejercicio autónomo de la razón. Esta confianza en las 
luces de la razón será la característica central del Iluminismo. 
Sin embargo, también el Racionalismo del siglo anterior había 
declarado su fe en la razón. Es necesario precisar más aún los carac-
teres de esta "razón" que proclaman los ilurninistas como bandera. 
"La razón cartesiana como fuerza única, infalible y omnipotente 
había sufrido, por obra de Locke, un nuevo contraste que la había 
reducido a los límites del hombre. En virtud de este ajustamiento, 
la razón no puede prescindir de la experiencia, por ser fuerza rec-
tora y organizadora de la misma ( ) . Por lo cual, no extiende sus 
1 KANT, IMMANUEL, "Respuesta a la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?" (En: Filo-
sofía de la historia, Nova, Buenos Aires, pág. 57). 
SAPIENTIA, 1980, Vol. XXXV 
112 	 OSCAR G. LAPALMA 
poderes más allá de los limites de la experiencia: . ) fuera de esos 
límites no subsisten más que problemas insolubles o ficticios.2 
Por tanto, siguiendo a Abbagnano,3 el Iluminismo proclama 
una razón: 
1. Impotente para traspasar los límites de la experiencia. 
2. — Todopoderosa para explicar todo aspecto o dominio que 
caiga dentro de los límites de la experiencia y que, por ello, es "capaz 
tanto de desentrañar los misterios de la naturaleza como de organizar 
la sociedad sobre la base de ciertos principios establecidos por ella".4 
Por este motivo, el Iluminismo extiende su ámbito de acción 
hacia problemas que antes no aparecían dentro del campo propio de 
la filosofía: se pretenderá fundar una religión "dentro de los límites 
de la pura razón", una filosofía política, una interpretación filosó-
fica de la historia universal que eluda toda significación trascendente 
a la razón como principio inmanente de explicación del devenir 
histórico. 
De esta entronización de la razón en el campo experiencial, se 
sigue el rechazo de todo aquello que se sitúa más allá de ella, lo cual 
se traduce en una actitud antidogmática y antitradicionalista típica 
del Iluminismo: " . . . es la negativa de aceptar la autoridad de la 
tradición y a reconocerle ninguna clase de valor; es el propósito de 
llevar ante el tribunal de la razón a toda creencia o pretensión para 
que sea juzgada y rechazada si se demuestra contraria a la misma 
razón".5 
A la par, el dominio de la razón dentro del campo de la expe-
riencia de nada serviría si no lograse ir modificando dicho campo de 
tal manera que vaya modelándose cada vez más según las intenciones 
racionales. De aquí se sigue la idea del progreso y del optimismo 
históricos: " . . . la obra de la razón en el mundo puede y debe pro-
mover el progreso de la razón en el mundo. El concepto de una his-
toria en que sea posible el progreso, es decir, en que la razón, aún 
a través de luchas y contrastes, pueda afirmarse o predominar es uno 
de los resultados fundamentales de la filosofía iluminista".6 
No resulta difícil descubrir cómo estos conceptos de la Ilustra-
ción aparecen en la obra kantiana, interpretación racional a priori 
de la historia entendida como constante progreso hacia el desarrollo 
2 ABBAGNANO, NICOLÁS, Historia de la filosofía, Montaner y Simón, Barcelona, 1973, 
t. II, pág. 333. 
3 ABBAGNANO, N., op. cit., pág. 334. 
4 GARCIA VE:NTURINI, JORGE, Filosofía de la historia, Gredos, Madrid, 1972, pág. 77. 
5 ABBAGNANO, N., op. cit., pág. 334. 
6 ABBAGNANO, N., op. cit., pág. 334. 
KANT Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 113 
pleno de todas las capacidades racionales de la especie humana, rea-
lizadas en un ideal reino racional de carácter cosmopolita. Kant mis-
mo confiesa que su intención será encontrar el hilo conductor de 
la razón en la historia. 
Ahora bien, caeríamos en un error si creyésemos que la filosofía 
de la historia de Kant no es sino una aplicación de las ideas ilumi-
nistas: "El filósofo de Koenigsberg hunde las raíces de su pensamiento 
historiosófico en la Ilustración, también en Rousseau y Herder, aun 
en Leibniz, pero alcanza en definitiva una síntesis original".? 
Si bien Kant toma de la Ilustración las ideas de "razón" y "li-
bertad", de "Humanidad", de "progreso", éstas están elaboradas de 
modo tal que " 	tiñen con tonos diferentes a los iluministas y ofi- 
cian exactamente de puente entre dicha valoración y la que de las 
mismas expondrá el Idealismo";s en ellas están " . . . los gérmenes del 
ulterior desarrollo idealista y un anticipo minucioso de los grandes 
temas hegelianos".9 
Ejemplo de ello es el plan de análisis histórico que Kant pro-
pone (una historia universal que muestre la evolución de la huma-
nidad hasta la plena racionalidad) , que será el proyecto que Hegel 
llevará luego a término. 
Dentro de las ideas en las que Kant se separa del Iluminismo, 
podemos citar dos, siguiendo lo expuesto por García Venturini: 
—Así como para la Ilustración el progreso de la razón conducía 
a un estado de mayor felicidad, Kant afirma —siguiendo los princi-
pios de su ética— que el logro de tal felicidad es imposible aquí en 
la tierra: cuanto más, podremos realizar actos que nos conviertan en 
dignos de la felicidad. Como consecuencia, la felicidad individual no 
es el fin de la historia: " . . . la humanidad marcha hacia el perfec-
cionamiento moral y jurídico, y hacia una mejor constitución polí-
tica"," pero "hay casi una relación inversa entre la satisfacción in-
dividual y el progreso de la especie".11 
—En segundo término, hay en Kant cierta apertura hacia una 
instancia escatológica que ciertamente está muy distante del pensa-
miento ilustrado. 
Toma también Kant elementos del pensamiento romántico (aún 
cuando se opone al mismo, representado en la figura de Herder) 
como, por ejemplo, la idea de Naturaleza. 
7 GARCÍA VENTunnvi, J., op. cit., pág. 98. 
8 GARCÍA VENTURINI, J., op. cit., pág. 98. 
9 GARCÍA VENTURINI, J., op. cit., pág. 100. 
10 GARCÍA VENTURINI, J., op. cit., pág. 100. 
11 GARCÍA VENTURINI, J., op. cit., pág. 100. 
114 	 OSCAR G. LAPALMA 
Lo expuesto nos lleva a concluir que el pensamiento filosófico-
histórico de Kant representa una síntesis original fundada en los 
principios de su filosofía trascendental, originando, así, una nueva y 
particular manera de enfocar el problema filosófico de la historia. 
B. — UBICACION DE LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA EN EL CONTEXTO 
DE LA OBRA DE KANT. LA POLEMICA CON HERDER 
Tradicionalmente, se distinguen en la obra de Kant dos gran-
des períodos, que marcan su progresiva evolución hacia la formula-
ción de su singular visión filosófica. 
En el primero de ellos, llamado período pre-crítico, "Kant está 
de lleno dentro de la ciencia de la ilustración".12 Su pensamiento 
filosófico se nutre de la vertiente racionalista de Leibniz y, sobre 
todo, Wolff, y entrará en crisis por la lectura de los empiristas in-
gleses, particularmente de Hume, lo cual determinará, luego deuna 
etapa de semiescepticismo, la búsquda kantiana de una síntesis de 
ambas corrientes, con lo cual se abrirá el camino que lo conducirá 
a la formulación de su criticismo. 
Dentro del período pre-crítico se suelen distinguir dos etapas: 
en la primera, prevalece en Kant el interés por las ciencias naturales 
(la obra central es: Historia general de la naturaleza y teoría del cielo 
que data de 1755) ; en la segunda, el interés de Kant se traslada de 
lleno al campo filosófico (como documento más significativo nom-
bramos los Sueños de un visionario aclarados con los sueños de la 
metafísica de 1765, visión burlesca de la experiencia mística del sueco 
Swedemborg; en esta obra critica a Wolff y sostiene que "la meta-
física debe, en primer lugar, considerar sus propias fuerzas y, por eso, 
conocer si su objetivo está en proporción con lo que se puede saber 
y qué relación tiene esta cuestión con los conceptos de la experiencia, 
sobre los cuales deben apoyarse todos nuestros juicios") .13 
En el año 1700 se marca, comúnmente, el inicio del llamado pe-
ríodo crítico en la obra de Kant. En ese año, en la disertación que 
pronuncia al asumir el cargo de profesor titular de Lógica y Meta-
física ("De mundi sensibilis atque intelligibilis forma et principiis") 
se preludia su concepción del espacio y el tiempo como formas a priori 
de la sensibilidad y su concepto de fenómeno y noumeno. 
Suceden entonces diez años de silencio en los cuales Kant se 
dedica a la docencia y a la elaboración interior de la nueva dirección 
de su pensamiento, esbozada en la Disertación de 1770. Fruto de estos 
12 URDANOZ, TEÓFILO, "Manuel Kant. El idealismo crítico". (En: Historia de la fi-
losofía, BAC, Madrid, 1975, t. IV, pág. 13). 
13 KANT, 1., Sueños de un visionario aclarados con los sueños de la metafísica. Citado 
por ABBAGNANO, N., op. cit., pág. 419. 
KANT Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 H5 
años de silencio es la publicación de la Crítica de la Razón Pura en 
1781, en la cual se presentan los fundamentos de su filosofía trascen-
dental, la legitimación de la ciencia matemática en virtud de las for-
mas a priori de la sensib .lad, de la ciencia de la naturaleza por las 
Categorías a priori del entendimiento, y la imposibilidad de la Me-
tafísica como ciencia por la carencia de dato empírico al cual aplicar 
las Categorías a priori del Sujeto Trascendental. 
Es en este momento, en que comienzan las primeras Repercusio-
nes de la filosofía crítica, en el cual ubicamos los opúsculos kantianos 
sobre la historia. 
En un primer momento, la Crítica de la Razón Pura no fue 
comprendida: se buscaba encasillar a su autor dentro de los moldes 
del racionalismo o del empirismo, pero " . . . nadie dio, por el mo-
mento, ni la menor prueba de comprensión de lo que era funda-
mental, a saber: que el planteamiento del problema (del conocimien-
to) en Kant no encajaba ya en modo alguno dentro de los marcos 
trazados por los deslindes tradicionales de las escuelas filosóficas".14 
Las malinterpretaciones de su obra hacen que Kant salga de su 
concentración de tantos años para explicitar y aclarar su pensamiento. 
Es particularmente significativa la querella con Christian Garve y 
Johann Georg Feder, puesto que su fruto será la publicación de los 
Prolegómenos a toda futura Metafísica que quiera presentarse como 
ciencia: 15 Christian Garve, escritor conocido y popular, realiza un 
extenso comentaria de la Crítica... que es publicado en la revista. 
"Noticias eruditas de Gotinga" el 19 de enero de 1782, pero modi-
ficado y extractado por el director de la revista, Feder, profesor de 
filosofía emprejuiciado respecto a Kant. La lectura de este equivocado 
comentario bibliográfico irrita a Kant, siendo el punto de partida 
de su toma de conciencia de las repercusiones de su nueva filosofía. 
Los Prolegómenos. .., que desarrollan breve y suscintamente las ideas 
de la Crítica de la Razón Pura, serán escritos por Kant con el fin de 
aclarar su pensamiento frente a las tergiversaciones de que es objeto. 
Pero esta síntesis de su posición filosófica que Kant se siente obligado 
a hacer, tiene consecuencias importantes para su mismo desarrollo: 
"Al abarcar libremente con la mirada todo lo realizado hasta aquí, 
Kant siente la necesidad de emprender una nueva y más vasta obra 
de creación. Su labor crítica no ha terminado aún; empieza a poner 
ya los cimientos para las futuras elaboraciones sistemáticas que ha-
brán de enlazarse a las tres críticas"." 
14 CASSIRER, ERNST, Kant, vida y doctrina, Fondo de Cultura Económica, México, 
1968, pág. 259. 
15 CASSIRER, ERNST, op. cit., págs. 259-261. 
16 CASSIRER, E., op. cit., pág. 262. 
11,6 	 OSCAR G. LAPALMA 
En 1784, Kant publica los Principios metafísicos de la ciencia de 
la naturaleza en donde se formula un nuevo concepto de la matéria : 
ella no es " . algo originario, sino (. ) algo derivadó, en cuanto 
que sólo se considera como una expresión distinta dé la acción y 
sujeción a las leyes de las fuerzas. La materia descansa ( . . . ) según 
su concepto empírico puro, en una determinada relación dinámica, 
en un equilibrio entre la atracción y la repulsión",17 ideas que Kant 
aplicará a Ja historia al designar al antagonismo sociabilidad-insocia-
bilidad como motor de la misma: la garantía del progreso histórico 
se fundamentará en la supervivencia de este conflicto interior de ten-
dencias ("atracción" hacia la sociedad-"repulsión" egoísta) propio 
de la especie humana. 
Justamente en este momento comienza a aparecer en la medi-
tación kantiana la problemática filosófica de la historia, en el clima 
de la polémica con Herder. 
Herder había sido discípulo y admirador de Kant, pero, en el 
momento que nos ocupa, las diferencias ideológicas habían terminado 
por separarlos. No había recibido con agrado la Crítica de la Razón 
Pura, interpretando que la filosofía crítica era una suerte de dogma-
tismo, intransigente con cualquier otro modo de pensar, fruto de 
la vanidad de quien pretende los honores de convertirse en jefe de 
una escuela. 
Antes de la aparición de las Ideas para una filosofía de la historia 
de la Humanidad de Herder, la ruptura entre ambos ya era un hecho. 
Es probable que, a través de Hartknoch. y Hamann —editores de la 
obra de Herder— Kant haya tenido acceso a ella aún antes de su 
publicación, de allí el enojo de éste cuando Kant, simultáneamente 
publica su opúsculo central sobre filosofía de la historia. Según María 
Carolina von Herder, "Kant se apresuró a publicar, en noviembre 
de 1874, la "Idea de una historia universal desde el punto de vista 
cosmopolita" con el fin de refutar de antemano a Herder, presen-
tando ese artículo como un anticipado preventivo o antídoto de las 
Ideas. . ." 18 
El segundo momento de esta polémica se produce en 1785, cuan-
do los editores de la "Revista general de Literatura" de Jena invitan 
a Kant a colaborar con ella y éste envía, como primer trabajo, una 
reseña crítica de la primera parte del libro de Herder, a la que luego 
se agregará el comentario a la segunda, en la cual Herder, sin nom-
brarlo directamente, criticaba con dureza las ideas de Kant. 
17 CASSIRER, E., op. cit., pág. 263. 
18 E s'In% EMILIO, "La filosofía kantiana de la historia". (En: KANT, IMMANUEL, 
Filosofía de la historia, Nova, Buenos Aires, 1958), pág. 13. 
KANT Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 117 
Citamos a continuación las principales diferencias ideológicas 
entre Kant y Herder, tal como las enumera Emilio Estiú en su el-
tudio sobre la filosofía kantiana de la historia:" 
(a) Para Kant, el destino individual es imposible de ser cum-
plido; para Herder, esta idea no es sino una forma de "averroísmo" 
(tal como más adelante desarrollaremos) . 
(b) Para Kant, el hombre necesita de un señor (de lo contrario 
se entregaría a los abusos de su libertad en perjuicio de lbs demás) ; 
Herder considera que, si el hombre necesita de un amo, entonces no 
es hombre sino animal. 
(c) Para Kant, el Estado es el centro de lasrelaciones humanas 
(el hombre abandona su salvajismo natural cuando ingresa en una 
sociedad civil en la que se somete a la voluntad general) , o sea, las 
vinculaciones entre los hombres se vuelven "humanas" en tanto los 
vínculos naturales se sustituyen por vínculos jurídicos. Para Herder, 
los vínculos propiamente humanos son los naturales. 
(d) Para Kant, la guerra es la condición natural de progreso de 
la humanidad; para Herder, la paz es el estado natural del hombre. 
(e) Para Kant, el ideal histórico se encuentra en la sociedad 
cosmopolita; para Herder, tal idea es sólo una abstracción. 
(f) Para Kant, el "Destino" es una determinación interna, el 
despliegue de una esencia; para Herder, un poder que "asalta" al 
hombré desde afuera. 
La distinción fundamental radica en que "Herder descubrió el 
valor de lo individual (aunque la conceptualización de su hallazgo 
haya sido vacilante y poco rigurosa) . Kant, en cambio, desde este 
punto de vista, continúa a la filosofía de la Ilustración. Jamás lo 
valioso se halla, para él, en las diferencias individuales, sino en el 
factor racional que las penetra y torna homogéneá".20 Por ello, el 
valor central estará en lo universal, puesto que allí reside lo racional. 
Las individualidades serán sólo portadoras de universalidades valiosas. 
En este clima poléniico de los años 1784 y 1785 es que ven la 
luz los principales opúsculos kantianos sobre filosofía de la historia: 
en 1784, Kant publicará el texto que ríos ocupa, "Idea de una historia 
universal desde el punto de vista cosmopolita"; en 1785, dará a luz 
la Fundamentación de la metafísica de las costumbres como intro-
ducción a su futura Crítica de la Razón Práctica (1788) ; en 1786, 
publicará las "Conjeturas sobre el comienzo de la historia humaná". 
19 ESTIÚ, EMILIO, op. cit., págs. 15-19. 
20 EsTrú, anuo, op. cit., pág. 17. 
118 	 OSCAR G. LAPALMA 
Colocamos estas citas para indicar cómo, en síntesis, el problema 
de la historia aparece en Kant en el momento en el cual comienza 
a trasladarse el foco de sus intereses desde los problemas teóricos a 
los problemas de la filosofía práctica: la Crítica de la Razón Pura 
ya estaba concluida, la doctrina ética de Kant comienza a esbozarse. 
Así, dice Cassirer, los escritos filosófico-históricos de Kant " . . . es-
tablecen e¿ enlace con todo un círculo de problemas nuevos en el 
que se iráj concentrando cada vez más intensamente, en lo sucesivo, 
el interés sistemático. El concepto kantiano de la historia no es sino 
un ejemplo concreto de un complejo de problemas que tienen todos 
ellos su verdadro centro de gravitación en el concepto de "Razón 
Práctica", campo que Kant investigará a fondo en esta nueva etapa 
de su vida y de su obra".21 
c. — EL VALOR DE LA FILOSOFIA KANTIANA DE LA HISTORIA 
La filosofía de la historia no fue, para Kant, objeto de estudio 
sistemático. Carecemos de un texto de nuestro autor en el cual se 
desarrolle metódicamente el tema que nos ocupa. 
La filosofía kantiana de la historia aparece diseminada en breves 
opúsculos aparecidos en diversas revistas filosóficas del momento. 
De entre ellos, nombramos: la ya citada "Idea de la historia 
universal desde el punto de vista cosmopolita" y la "Contestación a 
la pregunta: ¿Qué es la Ilustración?", ambos aparecidos en el número 
correspondiente a noviembre y diciembre de 1784 de la "Revista 
mensual de Berlín"; los dos comentarios bibliográficos a la primera 
y segunda parte de las Ideas para una filosofía de la historia de la 
Humanidad de Herder, publicadas por Kant en 1785 en la "Revista 
general de Literatura" de Jena; el "Comienzo verosímil de la his-
toria humana", publicado en 1786; el comentario "Acerca del refrán: 
`Lo que es cierto en teoría, para nada sirve en la práctica' ", publi-
cado por primera vez en la ya citada "Revista mensual de Berlín" en 
setiembre de 1793 y la "Reiteración de la pregunta de si el género 
humano se halla en constante progreso hacia lo mejor", que integra 
la segunda parte del Conflicto de las Facultades que Kant publicara 
en 1793. Si añadimos a estos opúsculos otros breves escritos kantianos 
de intención polémica o aclaratoria de su pensamiento, logramos 
tener una visión global de las páginas que Kant dedicó a la medita-
ción del problema filosófico de la historia. 
Frente a esta enumeración surge consecuentemente la pregunta 
acerca del valor que debemos atribuir a los escritos filosófico-histó-
ricos dentro del marco general de la producción kantiana. 
21 CAssmEN ERNST, op. cit., pág. 273. 
KA/s."I' Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 119 
Si adoptamos para responder este interrogante un punto de vis-
ta estrictamente cuantitativo, ciertamente debemos concluir que los 
mencionados opúsculos apenas si pueden competir frente a las gran-
des obras del pensamiento kantiano, relegándolos, a lo sumo, a la 
categoría de obras menores del autor. 
Si en segundo término, adoptamos un punto de vista formal, 
las páginas que Kant dedicara a la filosofía de la historia se nos 
aparecen como escritos ocasionales, simples artículos de periódico, 
carentes de continuidad sistemática y metódica, y que, en último tér-
mino, son irrelevantes frente a la gran obra del filósofo de la crítica 
de la razón. 
Si adoptamos un punto de vista histórico, los textos que nos 
ocupan aparecen signados por una intención de rebatir las ideas de 
Herder en lo referente a la visión filosófica de la historia. No ten-
drían otro fin, por tanto, que oponerse a las Ideas... de Herder, y 
representarían, como exponentes de esta querella, un desvío momen-
táneo de la atención de Kant del objeto central de su meditación 
filosófica con el fin de defenderse de los ataques de su antiguo dis-
cípulo y amigo. 
En último término, los tres puntos de vista anteriores coinciden 
en negar la importancia filosófica de los escritos kantianos sobre la 
historia y en relegarlos a un último lugar en la consideración de la 
obra del filósofo de Koenigsberg. 
Pero, si en vez de atender a la cantidad, forma o intención con 
que fueron escritos, adoptamos el punto de vista del contenido, de 
la sustancia filosófica que estos breves ensayos contienen, la valora-
ción de los mismos varia radicalmente. 
"Parece, a primera vista, que estos artículos no pasan de ser 
trabajos breves y ocasionales, redactados a la ligera, y, sin embargo, 
se contienen ya en ellos todos los fundamentos de la nueva concepción 
desarrollada por Kant acerca de la naturaleza del Estado y de la 
historia. Por eso hay que asignar a estos estudios, tan pequeños en 
apariencia, una significación, en cuanto a la trayectoria interna del 
Idealismo alemán, que apenas es inferior a la que, dentro del círculo 
de sus problemas, corresponde a la Crítica de la Razón Pura.22 
En efecto, dentro de la filosofía kantiana, los opúsculos referentes 
al tema de la historia se encuentran como una consecuencia lógica 
y una aplicación práctica de la doctrina ética y teleológica que Kant 
está madurando en el momento de publicar éstos, y a la vez, como 
fundamento de su filosofía del Derecho. En efecto, la filosofía de 
la historia, lejos de ser un incidente dentro del pensamiento kantiano, 
22 CASSIRER, ERNST, op. cit., pág. 264. 
120 	 OSCAR G. LAPALMA 
aparece como un eslabón indisolublemente unido a la doctrina de 
la razón práctica y el juicio teleológico, y fundamentada, al igual que 
las demás, en las ideas expuestas en la Crítica de la Razón Pura. 
Así, dice García Morente: "Los principios de la ética kantiana 
proporcionaban elementos maravillosos para una interpretación sis-
temática de la historia universal. La historia podría aparecer como 
la realización evolutiva, paulatina, del ideal moral".23 Y Cassirer: 
46 . . . el principio de la filosofía kantiana de la historia apunta de 
antemano al principio de la ética kantiana, que le sirve de remate y 
en el que se cifra su completa y acabada explicación. Y esta correla-
ción, sustancial para Kant en un sentido metodológico y forma ori-ginaria de su concepto de la historia, es también determinante para 
el contenido de ésta: la evolución histórico-espiritual de la humanidad 
coincide con los progresos, con la comprensión cada vez más clara 
y con la penetración cada vez más profunda de la idea de libertad".24 
Y en otro lugar: "La filosofía de la historia de Kant es, simplemente, 
un eslabón dentro de su sistema general de la teleología. Será el de-
sarrollo total de ese sistema en sus obras éticas fundamentales y en 
la Crítica del Juicio lo que permita emitir el fallo crítico último y 
definitivo sobre los problemas fundamentales de la teleología bis-
tórica".25 
A lapar, la idea kantiana del derecho cosmopolita no tiene otro 
fundamento que el ideal de la sociedad universal que desarrolla en 
su filosofía de la historia. 
El fin de estas consideraciones no es otroque demostrar hasta 
qué punto los opúsculos kantianos sobre la historia no son irrele-
vantes, sinoque, por el contrario, representan un momento impor-
tante dentro del pensamiento kantiano, que lejos de ser simples notas 
polémicas u ocasionales, están indisolublemente enlazados con toda la 
trama de la meditación filosófica de Kant, formando con ella una 
unidad rigurosa. 
D. — INTENCION Y CARACTER DE LA rILOSOFIA KANTIANA 
DE LA HISTORIA 
Antes de analizar las ideas fundamentales de la filosofía kantiana 
de la historia es menesterque precisemos su carácter y su intención 
rectora. 
Según Cassirer, "lo que debe retener nuestro interés no es tanto 
el contenido de esta concepción de la historia como su metodología 
23 GAItCíA MoRwrE, MANUEL, La filosofía de Kant, Espasa-Calpe, Madrid, 1975, 
pág. 173. 
24 CASSIRER, ERNST, op. cit., pág. 269. 
25 CASSIRER, ERNST, op. cit., págs. 267-286. 
KANT Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 121 
peculiar. Lo que Kant busca aquí es, ante todo, un 'nuevo punto de 
vista para considerar al mundo; una actitud distinta de nuestro co-
nocimiento ante el curso de la existencia histórico-empírica"." 
En virtud de ello, Kant establece dos modos diversos de acceder 
al estudio de la historia,que serán los que formalmente distingan a 
la Historia de la meditación filosófica de la misma. 
Podemos acceder a la historia desde un punto de vista empírico, 
es decir, "a posteriori", en virtud del cual podemos captar y exponer 
narrativamente los fenómenos históricos en el terreno puro de los 
hechos. Estep unto de vista es el que le corresponde al historiador. 
Peropodemos también acercarnos a la historia desde una pers-
pectiva trascendental y, por tanto, "a priori", perspectiva desde la 
cual se nos revelan no ya los fenómenos históricos sino el sentido de 
los mismos. Este punto de vista a priori es el propio de la filosofía 
de la historia. 
De esta manera, la filosofía kantiana de la historia implica un 
viraje del terreno del ser, puramente empírico, al del deber ser, tal 
como el mismo Kant lo atestigua al comienzo de su comentario al 
Noveno de susprincipios de filosofía de la historia, en el cual define 
su trabajo como el intento de "querer concebir una historia según 
la idea de la marcha que el mundo tendría que seguir para adecuarse 
a ciertos fines racionales".27 
Esta indagación a priori de la historia tiene un objetivo preciso: 
"Intentamos hallare un hilo conductor para tal historia",28 es decir, 
una intención racional que oriente y otorgue significado a la confusa 
marcha de los fenómenos históricos. 
"Creo que de este modo descubriremos un hilo conductor que 
no sólo nos servirá para la mera aclaración del juego ( . . .) de lag 
cosas humanas o del arte político de prever las futuras variaciones 
producidas en ese campo ( ) , sino también ( . . . ) nos abrirá una 
consoladora perspectiva para el futuro".29 
Para Kant, ambos puntos de vista frente a la historia —el empí-
ricoy el filosófico— no son excluyentes sino complementarios: "Se 
interpretaría mal mi propósito si se creyera que pretendo rechazar 
la elaboración de la ciencia histórica propiamente dicha, es decir, em-
píricamente concebida, cuando propongo la mencionada idea de la 
historia universal que, en cierto modo, tiene un hilo conductor a 
priori".3° 
26 CASSIRER, ERNST, Op. cit., pág. 267. 
27 KANT, ImmArrum, "Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmo-
polita". (En: Filosofía de la historia, Nova, Buenos Aires, 1958, pág. 53). 
28 KANT, I., op. cit., pág. 40. 
29 KANT, I., op. cit., pág. 54. 
80 KANT, I., op. cit., págs. 55-56. 
122 	 OSCAR G. LAPALMA 
No obstante lo cual, en repetidas oportunidades se pone de ma-
nifiesto la superioridad del punto de vista a priori. Así, en el citado 
comentario al Noveno principio, Kant afirma que el hilo conductor 
a priori puede servirnos "para exponer, por lo menos en sus linea-
mientos generales, y como sistema, lo que de otro modo no sería más 
que un agregado sin plan de las acciones humanas".31 
Al referirse a esto, Cassirer comenta: "Para Kant, sólo existe 
`historia' ( 	) allí donde consideramos una determinada serie de 
acontecimientos de tal modo que no vemos en ellos solamente la 
sucesión en el tiempo de algunos de sus aspectos o su conexión cau-
sal, sino que las referimos a la unidad ideal de una meta inmanente. 
Sólo allí donde aplicamos consecuentemente este pensamiento, esta 
manera de enjuiciar, se destaca el acaecimiento histórico, en su inde-
pendencia y peculiaridad, de la corriente uniforme del devenir, del 
complejo de la simple trama natural de causas y efectos".32 
Observemos desde ahora que la idea del sentido y fin de la 
historia no es, por tanto, para Kant, una realidad que brote de la 
observación empírica de los hechos históricos, sino un ideal orientador 
a priori que debe guiar la marcha de los sucesos humanos y que el 
filósofo sólo puede aclarar en su posibilidad, mostrándola conforme 
con el destino natural de los hombres. 
Esta es, justamente, la tarea de Kant. 
E. — CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE LA IDEA DE LA HISTORIA 
UNIVERSAL DESDE EL PUNTO DE VISTA COSMOPOLITA 
Para Kant, la historia se desarrolla de acuerdo a un plan de la 
Naturaleza cuya finalidad consiste en el progresivo desarrollo de todas 
las disposiciones racionales originarias de la especie humana (I) , 
para cuya consecución la naturaleza se vale del antagonismo entre la 
tendencia a la sociabilidad y la tendencia egoísta presente en el interior 
del hombre (II) , proceso que tiene como meta ideal el estableci-
miento de una sociedad civil de carácter cosmopolita como único am-
biente propicio para el despliegue pleno de las disposiciones racionales 
de la especie (III) . 
1. — EL FIN DE LA HISTORIA 
El objetivo final del plan que la naturaleza persigue en la his-
toria humana es, para Kant, el desarrollo pleno de todas las dispo-
siciones racionales de la especie humana; es decir, la meta ideal de 
31 KANT, I., op. cit., pág. 54. 
82 CASSERER, ERNST, op. cit., pág. 268. 
KANT Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 123 
la historia no debe ser otra que la actualización plena y absoluta 
de todas laspotencias racionales del hombre, la "humanización" plena 
de la Humanidad. 
Kant desarrolla estas ideas en los tres primeros principios de su 
filosofía de la historia; en base a ellos podemos reconstruir el razo-
namiento kantiano de la siguiente forma esquemática: 
1. Toda disposición originaria tiende a un fin. 
2. Ese fin es su propia y total realización y desarrollo. 
3. En el hombre, la razón es la disposición originaria fundamen-
tal y específica (tiende por ello a su desarrollo pleno) . 
4. La realización plena de esa disposición racional no se produce 
en el individuo, sino sólo en la especie humana. 
5. Por ser la razón el elemento que especifica al hombre, este 
desarrollo total de las disposiciones racionales debe ser el ideal orien-
tador que obre como meta y sentido de la historia de la Humanidad. 
Repetidas veces, a lo largo de su exposición, alude Kant a la 
citada finalidad ideal de la historia. Citamos algunos ejemplos; así, 
en el comentarioal tercer principio, afirma que el deber histórico 
de la humanidad es " . llevar los gérmenes depositados en nuestra 
especie al grado de desarrollo adecuado plenamente a la intención 
de la naturaleza. Y este momento, por lo menos en la idea del hom-
bre, tiene que ser la meta de sus afanes";33 y en el comentario al 
quinto principio, define "la suprema intención de la naturaleza con 
respecto a la humanidad, a saber: el desarrollo de todas las dispo-
siciones".34 
1.1. -- FUNDAMENTO: LA DOCTRINA TELEOLOGICA DE LA NATURALEZA 
La base sobre la cual se sustenta la filosofía kantiana de la his-
toria, sólo bajo cuya luz pueden hacerse comprensibles las afirma-
ciones anteriores, la constituye la doctrina teleológica de la naturaleza, 
tal como queda expresada en el primer principio kantiano: "Todas 
las disposiciones naturales de una criatura están destinadas a desa-
rrollarse alguna vez de manera completa y conforme a fin"." 
Más aún, Kant mismo decide explicitar más dicha idea en el 
comentario al citado principio: "Un órgano que no deba ser empleado 
o una disposición que no alcanza su fin constituyen una contradicción 
dentro de la doctrina teleológica de la naturaleza. En efecto, si re- 
33 KANT, L, op. cit., pág. 41. 
34 KANT, I., op. cit., pág. 45. 
35 KANT, L, op. cit., pág. 41. 
124 	 OSCAR G. I.ÁPALmA 
nuncia'ramos a dicho principio, ya no tendríamos una naturaleza 
regular, sino caprichosa y una desoladora contingencia reemplazaría 
el hilo conductor de la razón".3° 
Es decir, Kant parte en su reflexión del postulado de que toda 
capacidad natural de una criatura tiende a un fin, el cual no puede 
ser otro que el desarrollarse de la manera más completa y perfecta 
posible; en caso contrario, no habría otra posibilidad que la admisión 
de sinsentidos en la naturaleza (órganos que no se utilicen, capaci-
dades y disposiciones que, perteneciendo por naturaleza a una cria-
tura, carezcan de razón de ser y de sentido) . Por tanto, si existe una 
determinada disposición natural, debe tener una finalidad y esa fina-
lidad no puede ser otra que su pleno desarrollo y actualización. 
La importancia de la doctrina teleológico-natural como funda-
mento de la interpretación kantiana de la historia nos obliga a un 
breve examen de la misma dentro del sistema general del pensamiento 
kantiano. 
— La doctrina teleológico-natural en la Crítica del Juicio 
La comprensión de la idea kantiana de finalidad nos exige el 
análisis de aquella facultad que es su sede, a saber, la facultad de 
Juzgar. 
La Crítica de la Razón Pura había concluido con una afirmación 
tajante: sólo puede haber ciencia del mundo sensible, sólo puede ac:- 
cederse al conocimiento de los fenómenos, fruto de la aplicación 
sintética de las formas a priori de la sensibilidad y de las categorías 
a priori del entendimiento a la intuición caótica proveniente del 
mundo exterior. 
La Crítica de la Razón Práctica nos descubre un nuevo mundo, 
un reino dé fines, de libertad, sustraído del determinismo de los 
fenómenos físicos, en el cual la voluntad humana es autónoma en su 
determinación de sí. 
Tenemos, por tanto, dos mundos distintos separados por un abis-
mo: el mundo de la naturaleza, constituido por el conjunto de leyes 
naturales, que es puramente fenoménico, y por tanto, no realidad en 
sí; el mundo de los fines, es decir, el orden moral, constituido por 
el conjunto de las leyes mora' es, no fenoménico y, por tanto, en con-
tacto con lo inteligible, pero en un contacto ciego, puesto que carece 
de la necesaria intuición como premisa. 
"Y, sin embargo, no obstante ese abismo, entre los dos mundos, 
el mundo inteligible debe tener un influjo sobre el sensible, porque 
la libertad debe poder actuarse en el mundo sensible. Por consi- 
36 KANT, 1., op. cit., pág. 41. 
KANT Y LA FILOSOFÍA DE LA HISTORIA 	 125 
guiente, el noumeno, que es el fundamento del mundo natural, debe 
ser el reino de los fines".37 
Ahora bien, ¿con qué medio será posible la captación de ese re-
flejo de la razón en el mundo sensible, es decir, ¿cuál es el instru-
mentoque actúa como intermediario entre la razón —que sólo tiene 
un uso práctico— y el entendimiento —que sólo tiene un uso teo-
rético—? 
Ese intermediario es lo que Kant denomina "Facultad de Juz-
gar", la cual no tiene objeto propio, es decir, no intuye la raciona-
lidad de lo real objetivamente, de acuerdo a principios universales 
y necesarios, sino subjetivamente. 
" . En la familia de las superiores facultades de conocimiento 
hay ( . . . ) otro miembro intermediario ( . . . ) entre el entendimiento 
y la razón: es la facultad de juzgar, de la cual hay motivos para su-
poner ( . . . ) que puede contener igualmente, si no una legislación 
propia, sí un principio peculiar suyo para buscar leyes, bien que ese 
principio sea meramente subjetivo, a priori, el cual, sin tener como 
jurisdicción propia ningún campo de objetos, puede tener, sin em-
bargo, algún territorio y cierta cualidad del mismo para la cual pre-
cisamente sólo sería válido ese principio".38 
Esa intuición subjetiva del Juicio por la cual capta la inteligi-
bilidad de lo real se realiza: 
—a través de un sentimiento (juicio estético) 
—a través de una hipótesis que no llega a ser ciencia (juicio 
teleológico) 
Según lo dicho, "el principio supremo del Juicio es el principio 
de la inteligibilidad de lo real. Pero la inteligibildad de lo real no 
es sino la finalidad, puesto que decir que un ente está hecho para 
un fin quivale a decir que está hecho según una idea que lleva el 
vestigio de una inteligencia. El fundamento, el hilo conductor del 
Juicio es por tanto, el principio de finalidad".39 
En el juicio estético, la finalidad es indeterminada (finalidad 
sin fin) y subjetiva (el acuerdo entre una representación y nuestra 
facultad intelectiva) ; en el juicio teleológico, se busca una finalidad 
determinada y objetiva de la naturaleza. 
Ahora bien, es necesario precisar en qué sentido habla Kant de 
una finalidad de la naturaleza. Ciertamente que no puede entender 
por ello la existencia de un principio teleológico que intrínsecamente 
37 VANNI ROVIGHI, SOFÍA, "La intuición extrateorética de la 'inteligibilidad' de lo 
real". (En: Introducción al estudio de Kant, Fax, Madrid, 1948, pág. 199). 
38 KANT, IMMANUEL, Crítica del Juicio, Losada, Buenos Aires, 1961, págs. 19-20. 
89 VAN NI ROVICHI, SOFÍA, op. cit., pág. 201. 
126 	 oscAR G. LAPALMA 
pertenezca a las cosas. Ello sería imposible porque, en tal caso, seria 
necesario admitir ciertos postulados metafísicos, a saber, "una inteli-
gencia que pensara el fin del universo y los medios para realizarlo 
y, segundo, tener un conocimiento exacto de ese fin del universo"." 
Dichas hipótesis no pueden ser aceptadas por Kant puesto que 
no habría ningún fundamento procedente de la intuición que las 
atestigüe. 
Por tanto, el principio de finalidad no es, para Kant, ni una 
hipótesis metafísica, ni una comprobación de la experiencia: la rea-
lidad objetiva del concepto de fin no es demostrable. " ...no sólo 
no puede decidirse si cosas de la naturaleza consideradas como fines 
requieren o no para su producción una causalidad de índole muy 
especial (la intencional) , sino que ni siquiera puede plantearse esta 
cuestión, porque el concepto de un fin natural, según su realidad 
objetiva, tampoco es demostrable por la razón"." 
En conclusión, el principio de finalidad es, en última instancia, 
tan sólo una hipótesis de trabajo para explicar ciertos aspectos de 
la naturaleza. Por ello, el juicio teleológico no es un juicio determi-
nante (es decir, no determina la constitución de los objetos) , sino 
un juicio reflexivo: sólo prescribe una regla para la consideración 
subjetiva de los mismos. 
Así, sólo podemos decir que " . . . por la constitución peculiar 
de mis facultades de conocimiento, no puedo juzgar la posibilidad 
de esas cosas y de su producción de otro modo que concibiendo para 
éstas una causa que actúe según intenciones .".42 O sea, el principio 
de finalidad no demuestra la existencia objetiva del mismo, sino sólo 
que " . . . según la constitución de nuestras facultades de conocimien-
to ( ) no podemos en absoluto hacernos concepto alguno de la 
posibilidad (de este mundo) como no sea concibiendo para él una 
causa suprema que obre intencionalmente".43 
1.1.2. La idea de la finalidad en la Historia 
Las consideraciones precedentes nos ayudan a precisar la manera 
como Kant entiende la idea de un plan de la historia humana. 
"El problema del fin de la historia tiene para Kant, en conso-
nancia con su fundamental concepción trascendental, un significado 
completametne distinto que para la concepción usual del mundo y 
para la metafísica tradicional. Así como sólo se conseguía penetrar 
40 GARCiA MORENTE, MANUEL, op. cit., pág. 189. 
41 KANT, IMMANUEL, op. cit., págs. 246-247. 
42 KANT, IMMANUEL, op. cit., pág. 248. 
43 KANT, IMMANUEL, op. cit., pág. 249. 
KANT Y LA FILOSOF1A DE LA HISTORIA 	 127 
plenamente en la vigencia de las leyes naturales al comprender que 
no es que la naturaleza "tenga" leyes, sino que es, en rigor, el con-
cepto mismo de "Ley" el que determina y constituye el concepto de 
naturaleza, la historia no posee tampoco, ni siquiera accesoriamente, 
un "sentido" y una "finalidad" peculiares, considerada como un con-
tenido, por lo demás, fijo, de hechos y acaecimientos, sino que es la 
misma premisa de este sentido la que crea su propia posibilidad, la 
posibilidad y la significación específica de la historia".44 
No hay, por tanto, en la historia, ningún plan preordenado e 
infalible como el mismo Kant lo expresa en el comienzo del opúsculo 
que nos ocupa: "Puesto que los hombres no tienden a realizar sus 
aspiraciones de un modo meramente instintivo, como los animales, 
ni tampoco según un plan concertado en sus grandes líneas, como 
ciudadanos racionales del mundo, parece que para ellos no sería po-
sible ninguna historia conforme a plan".45 
Volvemos así, al citado carácter fundamental de la filosofía kan-
tiana de la historia: el plan de la historia humana, lejos de ser una 
realidad, no es sino un ideal orientador que debe guiar la marcha 
de los sucesos humanos, el cual se justifica por el hecho de que el 
hombre, por la índole misma de sus facultades cognoscitivas, aplica, 
en la consideración de las cosas, y particularmente, en el conocimiento 
de los seres vivos, el principio de finalidad que brota de su facultad 
de juzgar. 
Por ello, aun cuando a primera vista la historia de los hombres 
aparezca como un conjunto" . . . entretejido por la torpeza, la vanidad 
pueril, y, con frecuencia, por la maldad y el afán de destrucción 
igualmente pueriles . . . " 46 se impone la consideración y la búsqueda 
de un hilo conductor de naturaleza racional en el cual deban los 
hombres guiar sus acciones para que la humanidad avance de acuerdo 
con una marcha progresiva, no necesaria ni infalible sino posible, 
que "por lo menos en la idea del hombre, tiene que ser la meta de sus 
afanes; porque, de otro modo, las disposiciones originarias tendrían 
que ser consideradas ( . . . ) como vanas y carentes de finalidad".47 
1.1.3. — Naturaleza y Libertad en la filosofía kantiana de la historia 
Ahora bien, la idea de un plan de la historia humana no tiene 
su origen en el hombre: la consideración de la experiencia histórica 
lejos de mostrarnos un hilo conductor de carácter racional, nos mues- 
44 CASSIRER, ERNST, op. cit., pág. 269. 
45 KANT, IMMANUEL, "Idea de una historia universal desde el punto de vista cosmo-
polita". (En: Filosofía de la historia, Nova, Buenos Aires, 1958, pág. 40). 
46 KANT, op. cit., pág. 40. 
47 KANT, op. cit., págs. 40-41. 
128 	 OSCAR G. LAPALMA 
tra las marchas y contramarchas de los sucesos humanos que van en-
cadenándose unos a otros sin que los liguen una intención común ni 
un propósito que progresivamente se lleva a término. 
"El filósofo no puede sacar, en este caso, sino la siguiente indi-
cación: ya que para el hombre y su juego, vistos en grandes trazos 
no puede dar por supuesta ninguna intención racional propia, tendrá 
que investigar si no le es posible descubrir una intención de la na-
turaleza en semejante absurda marcha de las cosas humanas. Ella po-
sibilitaría una historia, conforme con determinado plan de la natu-
raleza, en criaturas que, sin embargo, se conducen sin propio plan".48 
Esta idea de un plan de la naturaleza para la historia de los 
hombres exige que se aclaren las relaciones entre naturaleza y liber-
tad dentro del pensamiento kantiano." 
—En un primer sentido, Kant llama "naturaleza" a la existencia 
de las cosas en cuanto está determinada por leyes universales, es decir, 
al conjunto de los fenómenos reunidos bajo las categorías a priori del 
entendimiento. 
La libertad, en cambio, es, para Kant, esencialmente, una idea, 
y, como tal, se inscribe dentro de la razón. La razón es, justamente, 
aquella que en el plano teorético impele al entendimiento a la tota-
lización de la experiencia y, en el plano práctico, a conformarnos 
como seres morales. En uno y otro caso, la razón trabaja con ideas 
que no tienen verificación en la experiencia, que no son nociones 
de algo real sino nociones reguladoras que tienen la misión de orde-
nar y organizar lo real. Por ello dice Lacroix: "la razón es el dominio 
de lo que no es dado: se aplica más a una tarea que a un objeto".5° 
En última instancia, la razón expresa la idea de autonomía, o 
sea, la libertad: es la autonomía de la razón la que, dando leyes, 
ordena la naturaleza y la moralidad. 
Sin embargo, la tarea de la razón en ambos planos no es idén-
tica: en el campo teórico, la razón necesita de un dato para trabajar 
(por tanto, no es creadora: está limitada al conocimiento de la na-
turaleza) ; en el campo moral, la razón no requiere ningún dato de 
experiencia, por ello, su labor es creadora: supera toda naturaleza 
en su obrar autónomo. Es, entonces, plena libertad, trascendiendo la 
causalidad vigente en la naturaleza. El único límite que puede tener, 
estaría dado por la intromisión, en el plano moral, de móviles de 
acción ajenos a la norma de moralidad, es decir, al Imperativo Ca- 
48 ICANT, op. cit., pág. 40. 
49 Las ideas básicas referentes a la concepción de naturaleza y libertad son de: LA-
C:ROIX, JEAN, "La filosofía kantiana de la historia". (En: Historia y Misterio, Fontanella, 
Barcelona, 1963, págs. 42-59. 
5° LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 45. 
KANT Y LA. FILOSOFÍA. DE LA,. HISTORIA 
tegórico que, puesto que no • son móviles morales, quedan integrando 
el campo , de la naturaleza. 
En síntesis, encontramos en Kant dos conceptos de "Naturaleza": 
A) En el plano del conocimiento, tal como hemos dicho, la na-
turaleza es "la sistematización de los fenómenos conforme a las leyes 
del entendimiento".51 
B) En el plano moral, la naturaleza es "la sensibilidad, esto es, 
los móviles sensibles que continuamente corren el riesgo de dar a la 
acción otra motivación que la del Deber".52 
Sea en uno u otro sentido, la naturaleza es siempre limitación: 
en el plano teórico, implica la restricción de nuestro conocimiento 
al campo fenoménico, con la consiguiente imposibilidad de acceder 
al campo noumenal; en el plano práctico, una valla que es necesario 
franquear si buscamos establecernos en el verdadero campo de la 
moralidad. 
En síntesis, Kant plantea una distinción profunda: " . . . de un 
lado ponemos a la naturaleza con la ley de causalidad; de otro, la 
moralidad con la ley de autonomía, de libertad. Entre ambas esferas 
queda trazada una división total y definitiva. Lo moral y lo teórico 
están ya perfectamente separados. Lo teórico es naturaleza; lo moral 
es libertad".53 
Ahora bien, una vez establecida la dicotomía naturaleza-libertad, 
Kant busca conciliarlas. Esta conciliación se lleva a cabo en tres cam-
pos: la moral, el arte y la historia. 
—En el plano moral, la naturaleza aparece como "el punto de 
aplicación de la libertad".54En efecto, si esto no fuese posible, prác-
ticamente no existiría la libertad puesto que el lugar de realización 
de la misma es este mundo concreto; más aún, la misma libertad po-
dría ser definida como "la introducción del orden racional en el orden 
sensible o empírico".55 
Por ello, la acción moral postula la sumisión de la sensibilidad 
a la razón, la reconciliación de naturaleza y libertad, la cual se realiza 
plenamente en la felicidad, entendida como "la identidad de natu-
raleza y moralidad, que encuentra su verdad en la inmortalidad del 
alma, la cual es garantizada por El Dios Legislador de la religión"." 
—E1 arte, en segundo término, realiza la síntesis subjetiva entre 
el determinismo de la naturaleza y la libertad del espíritu. El juicio 
51 LACROIX, JEAN, Op. cit., pág. 46. 
52 LACROIX, JEAN, Op. Cit., pág. 46. 
55 GARCÍA MORENTE, MANUEL, op. cit., pág. 159. 
54 LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 47. 
55 LACROIX, JEAN, ap. cit., págs. 47-48. 
56 LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 49. 
130 	 - OSCAR G. LAPALMA 
estético implica "el goce de percibir lo universal en lo singular, gra-
cias a la resonancia de la finalidad del todo en cada partícula".57 En 
la emoción estética, lo sensible se intelectualiza y lo inteligible es 
sensibilizado, la libertad se hace naturaleza y la naturaleza, libertad, 
aun cuando tal identificación no tiene carácter objetivo. 
—Llegamos ahora a la tercera conciliación de naturaleza y liber-
tad que se produce en la historia y que es la que en particular nos 
interesa. 
"Si Kant mantuvo siempre el dualismo de lo sensible y lo inte-
ligible, también trató siempre ( . . . ) de comprenderlo de tal modo 
que no resultara incompatible con la idea de una naturaleza donde 
la libertad pudiera desplegar su acción y cuyo devenir mismo anuncia 
o prefigura, sin explicarlo no obstante, el advenimiento de la razón".58 
Aplicado este principio a la filosofía de la historia concluimos 
que, para Kant, la historia es la que prepara a la naturaleza a some-
terse a la libertad. 
De esta manera, la historia se inscribe, junto con la moral y el 
arte. al intento kantiano de insertar la moralidad dentro de la natu-
raleza, con lo cual, la historia 9arece como "la realización de una 
vocación a la que la especie humana ha sido convocada a causa de 
las disposiciones depositadas en ella por la naturaleza, si bien esta 
vocación no se cumple, en definitiva, sino por la libertad".59 
o sea que el mismo desarrollo de las tendencias naturales del 
hombre es el que va creando un orden que abre paso a la moralidad 
facilitando su ejercicio: el hombre, por naturaleza, es racional, y este 
desarrollo de la naturaleza en el hombre, puesto que es el desarrollo 
de la razón, es, a la vez, un desarrollo moral, puesto que ella es la 
sede de la libertad. 
En este sentido es que debemos entender la expresión "finalidad 
de la naturaleza". Hemos visto que la finalidad es esencial para la 
representación de la vida, la cual requiere, para su comprensión, 
la aplicación de una causalidad no mecánica. Pero ello no quiere decir 
que, al hablar de "finalidad de la naturaleza", Kant traslade tal cual 
este principio al universo visto como totalidad. Ello "supondría la 
asimilación de la naturaleza entera a un organismo inmenso, sería 
imaginar una especie de alma del mundo e identificar la Idea de la 
cual la naturaleza sería realización, con una especie zoológica"." 
Tampoco esta idea impliCa la admisión de una finalidad incon-
ciente en la naturaleza, "pues tal idea vendría a suponer una especie 
57 LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 49. 
58 LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 51. 
59 LACROIX, JEAN, Op. Cit., pág. 51. 
su LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 56. 
KANT Y LA ~SOFÍA DE LA HISTORIA 	 131 
de objetivación fuera de la inteligencia propiamente dicha de lo que 
interviene sólo como acto de reflexión"." 
En síntesis, no hay un plan objetivo de la naturaleza, como ya 
dijimos, sino tan sólo la necesidad de postularlo que tienen nuestras 
facultades cognoscitivas. Y, en este sentido reflexivo, no determinante, 
afirma Kant que la naturaleza colabora a ese fin que la trasciende, 
sometiéndose a la libertad que, a la vez, prepara. Es desde este punto - 
de vista como debemos entender la relación naturaleza-lertad erg 
la historia, como identificación de los fines de ambas: el fin de la 
naturaleza (es decir, el desarrollo de las disposiciones naturales ra-
cionales del hombre) coincide con el fin de la moralidad. 
Por ello, en última instancia, "la verdadera relación entre na-
turaleza y libertad se halla en la vía de la teleología hecha posible, 
en definitiva, por la moral. Pues solamente con arreglo al 'reino de 
los fines', esto es, con arreglo al enlace sistemático de diversos seres 
dotados de razón, la misma naturaleza puede considerarse como un 
`reino' ".62 
Este enlace entre plan de la naturaleza y libertad de la voluntad 
ya aparece en los primeros párrafos de la obra de Kant: "Cualquiera 
sea el concepto que se tenga sobre la libertad de la voluntad, desde 
un punto de vista metafísico, las manifestaciones de la misma, es de-
cir, las acciones humanas, están determinadas por leyes universales 
de la naturaleza, tanto como cualquier otro acontecimiento natural". 63 
Es decir, los actos humanos considerados en si mismos (o sea, 
como noumenos) se determinan por leyes morales, pero, en sus ma-
nifestaciones (en cuanto vistas por un espectador) , o sea, como fe-
nómen.os, las acciones humanas aparecen determinadas por leyes na-
turales, como efectos de ciertas causas. 
Kant mismo ejemplifica lo dicho anteriormente apelando a "los 
matrimonios, los nacimientos ( . . . ) y las muertes: todos son acon-
tecimientos en los que la libre voluntad del hombre tiene gran in-
flujo y no parecen, por eso mismo, someterse a regla alguna que 
permita calcular de antemano la determinación del número de los 
mismos. Sin embargo, los grandes países tienen estadísticas anuales 
que demuestran que también esos hechos transcurren según leyes 
naturales . . . " 64 Es decir, estos actos, .aun cuando considerados en sí 
mismos pertenezcan al plano moral, considerados fenoménicarnente 
aparecen como obedeciendo a ciertas causas, lo mismo que todo hecho 
natural. 
Desde este punto de vista, afirma Collingwood, "Kant está cier-
tamente justificado al llamar al plan de la historia plan de la natu- 
61 LACFt0IX, JEAN, Op. cit., pág. 57. 
62 LACROIX, JEAN, op. cit., pág. 57. 
63 KANT, op. cit., pág. 39. 
64 KANT, op. cit., pág. 39. 
132 	 OSCAR G. LAPALMA 
raleza, porque el paralelismo entre leyes de la naturaleza en la ciencia 
y planes de la naturaleza en la historia es completo"." 
Finalmente, queremos acentuar la idea de que, para Kant, la 
idea del fin de la historia es, en última instancia, coincidente con un 
avance progresivo haci,a la libertad. Así, comenta Collingwood: "Kant 
comprendía el plan de la naturaleza en la historia como un plan de 
desarrollo de la libertad humana, ( . . . ) el propósito de la naturaleza 
al crear al hombre es ( 	) el desarrollo de la libertad moral; y el 
curso de la historia humana puede concebirse, en consecuencia, como 
la consumación de este desarrollo. Así, el análisis que hace Kant de 
la naturaleza humana como naturaleza esencialmente moral o libertad 
es lo que proporciona la clave decisiva para su concepción de la his-
toria"."; y Sawiki: " . . . dado que la prerrogativa verdaderamente 
esencial de la personalidad se encuentra en la autonomía como ver-
dadera libertad de los espíritus ( . . . ) , el fin de la historia (consiste) 
en el avance hacia la libertad"." 
1.2. — CONSECUENCIAS: LA ESPECIE HUMANA COMO PROTAGONISTA 
DE LA HISTORIA 
Ahora bien, este desarrollo pleno de las disposiciones racionales 
originarias, esta marcha progresiva hacia la libertad, es decir, esta 
finalidad que Kant asigna a la historia, no tiene como protagonista 
al individuo, sino a la especie humana, es decir a la humanidad. 
La razón fundamental de esto nos larefiere Kant en el segundo 
de los principios: "En el hombre (entendido como la única criatura 
racional de la tierra) las disposiciones originarias, que se refieren al 
uso de la razón, no se desarrollan completamente en el individuo, 
sino en la especie"." 
Es decir, hemos dicho que toda disposición originaria tiende a 
un fin el cual no puede ser otro que su propio desarrollo en el mayor 
grado posible. Por tanto, en el hombre las disposiciones originarias 
tienen por fuerza que llegar a una plena actualización y realización 
(en caso contrario, negaríamos el principio teleológico, pues las dis-
posiciones naturales no tendrían sentido si no llegasen a desarrollarse 
plenamente) . Pero, como la mencionada realización plena de las dis-
posiciones no se produce en el individuo, es forzoso admitir —por el 
mismo principio teleológico que las rige— que la sede de esa reali-
zación sea la especie, con lo cual, ésta se convierte en la verdadera 
protagonista de la historia. 
65 COLLTNGWOOD, R. G., "El umbral de la historia científica". (En: Idea de la his-
toria, Fondo de Cultura Económica, México, 1952, pág. 118). 
66 COLLINGWOOD, op. cit., pág. 120. 
67 SAWIKI, FRANCISCO, Filosofía de la historia, Capitel, Buenos Aires, 1948, pág. 32. 
68 KANT, op. cit., pág. 41. 
KANT Y LA FILOSOFIA DE LA HISTORIA 	 k 433 
Acabamos de decir que es en la especie ¿pie las disposidtínct 
racionales logran su fin propio, porque no lo logran en cada indi-
viduo; es necesario aclarar las razones de esto último. 
Dice Kant en el comentario a este principio: "La razón de una 
criatura consiste en la facultad de ampliar las reglas e intenciones 
del uso de todas las fuerzas más allá del instinto natural, y en sus 
proyectos, no conoce límite alguno"." Es decir, la razón implica la 
liberación y superación de todo instinto, abriendo, de esta forma, un 
campo de posibilidades prácticamente infinito para la realización del 
hombre: quedan rotos los esquemas fijos instintivos invitando al hom-
bre a una permanente superación, a un camino de perfectibilidad 
prácticamente ilimitado. "Si bien el hombre es un animal racional, 
la 'clifferentia specifica', la racionalidad, no constituye el don de algo 
ya realizado, sino de una mera facultad o capacidad de realización. 
La historia, en efecto, es el gradual desenvolvimiento de las poten-
cialidades de la razón. Si ésta consistiera en el repertorio fijo de ideas 
innatas, mecánica o instintivamente actualizadas, no existiría histo-
ria alguna. La condición de la misma está en la perfectibilidad del 
hombre".7° 
Ahora bien, por cuanto la razón implica este horizonte ilimitado 
de posibilidades de realización, el desarrollo de las disposiciones ra-
cionales no puede ser llevado a término plenamente por cada indi-
viduo, puesto que su vida tendría que ser también ilimitada para 
lograr actualizar esas ilimitadas posibilidades racionales. Y puesto que 
el fin de esas disposiciones no es otro que su pleno desarrollo, es 
forzoso admitir que, si éste no se produce en cada individuo humano, 
tiene que producirse en la especie. Luego, la especie es la protago-
nista de la historia porque sólo ella puede llevar a término su fina-
lidad básica. 
Además, la razón "no actúa instintivamente; necesita ensayar, 
ejercitarse e instruirse, para sobrepasar de un modo continuo la in-
teligencia de los demás".71 Es decir, la razón, al elevarse por sobre el 
instinto, pierde la seguridad que es propia de este último. En efecto, 
el instinto, como mecanismo innato, no requiere el ejercicio para su 
pleno desarrollo; por eso, no hay en él modificaciones ni progreso 
alguno. Pero la razón, al sobrepasar al instinto, carece de la seguridad 
que caracteriza al mecanismo instintivo para realizar sus posibilida-
des ilimitadas: el progreso de la razón es lento y procede por ensayo 
y tentativas. 
se KANT, op. cit., pág. 41. 
7° EsTr6, anuo, "La filosofía kantiana de la historia". (En: KANT, IMMANUEL, Fi-
losofía de la historia, Nova, Buenos Aires, 1958, pág. 21. 
71 KAN'', op. cit., pág. 41. 
OSCAR G. likv*ALm.A. 
Por esta razón, el individuo no puede lograr el desarrollo pleno 
dé todas las disposiciones racionales, puesto que no logra abarcar en 
la brevedad de su vida este lento proceso de actualización de sus ca-
pacidades racionales. Luego, por esta vía también concluimos que esa 
actualización debe realizarse en la especie, porque, de otro modo, 
habría que considerar que las disposiciones naturales son carentes de 
finalidad. 
« Las cdhsideraciones precedentes nos demuestran, entonces, que 
el verdadeit protagonista de la historia es la especie humana, puesto 
que el individuo no lograría, para Kant, cumplir con el destino que 
la naturaleza le ha asignado al hombre. 
En esta afirmación se cifra la posibilidad y la razón de ser de la 
historia. En efecto, si cada individuo llevase a término el desarrollo 
de todas las disposiciones naturales que lo conforman, no existiría un 
proceso histórico: cada uno realizaría sin más el fin de la historia a 
lo largo de su vida. Es justamente la imposibilidad de alcanzar ese fin 
individualmente lo que posibilita y justifica la existencia de la historia 
entendida como lento proceso de desarrollo de todas las disposiciones 
racionales de la humanidad. 
Dice Collingwood: "Kant ha logrado aquí la notable hazaña de 
demostrar por qué debería haber tal cosa como la historia; la hay, nos 
demuestra, porque el hombre es un ser racional, y el desarrollo cabal 
de sus potencialidades requiere, por tanto, un proceso histórico"." 
"Si las disposiciones racionales del hombre se realizaran en cada 
individuo, no habría curso histórico alguno: cada uno se determinaría 
plenamente a sí mismo. Pero la razón es una facultad de poderes in-
determinados. Realizar las posibilidades de la razón equivaldría pues, 
a determinar algo infinito en la experiencia, que siempre es finita. 
La infinitud de las capacidades racionales supone una actividad inde-
terminada por sus alcances, llevadas a cabo en un tiempo igualmente 
ilimitado"." 
En última instancia, entonces, el hombre, como ser racional, no 
es autosuficiente, requiere de todos los demás hombres para su desa-
rrollo como tal. 
Es necesario que aclaremos el sentido en el cual Kant utiliza el 
término "especie" en la tesis anteriormente citada, pues es por una 
falta de comprensión del sentido con que Kant lo utiliza por lo que 
recibió, de parte de Herder, la acusación de "averroísta". 
En la reseña de la segunda parte de las Ideas para una filosofía 
de la historia de la humanidad, Kant cita la crítica de Herder: "Si 
alguien sostuviera que no es el hombre individual el que ha sido edu- 
72 COLLINGWOOD, op. cit., pág. 121. 
EsTrá, op. cit., pág. 22. 
KANT Y LA. 'FILOSOFÍA DE LA. HISTORIA 	 435 
cado, sino el género, diría algo que„ para mí, es incomprensible, puesto 
que el género y la especie sólo son conceptos universales, que no exis-
ten fuera de los seres individuales . . . Es como si yo hablase _ de la 
animalidad, de la mineralidad o de la metabilidad en general y los 
decorase con los más excelente atributos; no obstante, en los individuos 
singulares serán contradictorios entre sí. Nuestra filosofía de la histo-
ria no ha de transitar por ese camino, que es el de una filosofía ave-
rroísta".74 
La respuesta kantiana a esta acusación de Herder nos servirá 
para precisar el concepto de "espece" tal como aparece en la obra 
de Kant. 
En primer término, es necesario reconocer que la objeción es 
seria: si se habla de la especie humana como protagonista de la his-
toria, el individuo concreto existente quedaría absorbido en esta en-
tidad abstracta. 
Además, la especie lógica es tal por la abstracción de las dife-
rencias individuales, por tanto, el individuo contiene más notas que 
la especie (todas aquellas que lo singularizan como individuo) , no se 
entiende entonces cómo podría la especie contener más que el indi-
viduo como tal. "Si el género humano fuese un concepto, y, como tal,abstracto, es decir, sin contenido, dicho concepto contendría menos 
que la cosa singular a que se aplica, justamente individualizada por 
el conjunto de notas que la singularizan. ¿Cómo podría haber más en 
el género que en los individuos? ¿Cómo el todo podría contener más 
que las partes, siendo éstas reales y aquél abstracto? ¿Acaso lo abs-
tracto podría tener algo que faltara a lo concreto?" 75 
Kant responde a la objeción distinguiendo dos formas de enten-
der a la especie: 
—Especie desde el punto de vista lógico: " ...es la nota en la que 
todos los individuos concuerdan entre Si".743 Es decir, una noción uni-
versal abstracta. Es a esta forma de entender a la especie a la que se 
refiere la objeción de Herder. 
—Especie desde el punto de vista histórico: " ...es un todo cons-
tituido por una serie de generaciones que se extienden hasta lo infinito 
(a lo indeterminable) . . . puesto que esa serie se aproxima incesan-
temente a la línea de su destino, que corre a su lado, no es contradic-
torio afirmar que ésta le es asintónica en cada una de las partes, aunque 
en el todo se confundan"." 
74 HERDER, Ideas para una filosofía de la historia de la humanidad. (Citado por Kant 
en: "Sobre un libro de Herder". En: Filosofía de la historia, págs. 110-111. 
EsTrá., op. cit., pág. 22. 
76 KANT, "Sobre un libro de Herder". (En: Filosofía de la historia, Nova, Buenos 
Aires, 1958, pág. 111). 
77 KANT, op. cit., pág. 111. 
Me 	 OSCAR G. LA 
Es decir, desde esta perspectiva —desde la cual pierde toda validéz 
la acusación de Herder— la especie no es la suma de los individuos, 
sino aquello que los hace ser tales. O sea, aquí "especie" equivale a 
"Humanidad", es decir, " a un todo que no está sumativamente 
compuesto por individuos, sino que es el supuesto del ser de las in-
dividualidades que lo constituyen. Los individuos no se desvanecen 
en la abstracción genérica de la Humanidad, sino que reciben de ésta 
el sentido que ellos tienen, porque, en cierto modo, desde el punto de 
vista de la razón, aquélla los precede".78 
La especie es, entonces, la totalidad de las generaciones en tanto 
que éstas, al desarrollarse, van actualizando las disposiciones racionales 
originarias cumpliendo, de tal suerte, el fin de la historia. Por eso 
es que la especie puede ser más rica en determinaciones que cada in-
dividuo que la constituye, justamente porque contiene la totalidad del 
proceso: cada individuo, generación o época histórica contendría sólo 
un momento del desarrollo de las potencialidades racionales, pero la 
especie abarcará todo el conjunto de los despliegues de las disposicio-
nes originarias en un progreso hacia la plenitud. "El individuo del 
siglo xx . . . estará dentro de un mundo cultural que contiene 'más' 
que el de otro que ha vivido en el siglo xvi. El número de invenciones 
técnicas, de producciones artísticas, de sistemas de ideas, etc., es mayor 
ahora que antes. Con términos más simples: el pasado histórico de 
los individuos 'aumenta' a medida que la Humanidad se va tempo-
ralmente desarrollando. Luego, el todo (indeterminado) de ese desen-
volvimiento encerrará la totalidad del curso histórico, y contendrá 
más materia y contenido que cualquier período singularmente con-
siderado".79 
II. -- EL MOTOR DE LA HISTORIA 
Hemos visto que el fin de la historia es, para Kant, el desarrollo 
pleno de todas las disposiciones racionales que la naturaleza ha colo-
cado en al especie humana, de manera tal que la historia misma apa-
rece como el avance progresivo de todas las generaciones hacia el logro 
de esa Idea. 
Ahora bien, podemos preguntarnos acerca del móvil que impulsa 
este progreso de la especie. Kant responde que: 
—ese móvil está en el interior del hombre, de manera tal que la 
realización de esas disposiciones racionales de la especie es una auto-
rrealización. 
—ese móvil interior consiste en el antagonismo entre la tendencia 
a la sociabilidad y la tendencia a la individualidad. 
78 EsTn5, op. cit., pág. 15. 
79 EsTrv, op. cit., pág. 23. 
KANT Y LA FILOSOFÍA, DE LA HISTORIA. 	 137 
ILI — LA HISTORIA COMO PROCESO DE AUTORREALIZACION DE LA ESPECIE 
"La naturaleza ha querido que el' hombre saque enteramente de 
si mismo todo lo que lleva más allá de la ordenación mecánica de la 
existencia animal, y que no participe de otra felicidad o perfección 
fuera de la que él mismo, libre de instinto, se haya procurado me-
diante la propia razón".8° 
Es decir, todo aquello que contribuya al progreso de la realiza-
ción de las disposiciones originarias de la especie humana debe tener 
como fundamento el propio ejercicio de la razón. En otras palabras, 
la especie humana lleva en sí misma la fuente de su propia perfección 
y felicidad, a saber, la razón, de tal manera que el progreso histórico 
de la especie debe ser el resultado de su propia obra a partir de 
la razón. 
Kant fundamenta esta afirmación en su misma concepción teleo-
lógica: 
(a) (La naturaleza) " . al dotar de razón al hombre y de la 
libertad de la voluntad, que se fundamenta en ella, indicó con claridad 
(. ) la intención perseguida"." 
Es decir, si la historia no es un proceso de autorrealización de 
la especie, no tendría sentido ni fin alguno, dentro del plan de la na-
turaleza, la posesión de la razón y la voluntad libre. Si la naturaleza 
hubiese dispuesto que el motor de la historia fuese exterior al hombre, 
no lo habría dotado de un principio intrínseco que posibilite su 
autodesarrollo. 
b) Por esto mismo, "el hombre no debe ser conducido por el 
instinto, ni cuidado o instruido por conocimientos innatos; antes bien, 
ha de lograr todo por sí mismo".82 
O sea, sólo porque está en el plan de la naturaleza la idea de la 
autorrealización histórica de la especie humana es que el hombre no 
posee esquemas de conocimiento y de acción precontenidos o prefor-
mados dentro de sí, de tal manera que el hombre está obligado a ad-
quirirlos mediante su propio esfuerzo racional. 
(c) Ahora bien, para cumplir este fin de la autorrealización, el 
hombre no sólo posee razón y libertad y carece de instintos e ideas 
innatas, sino también le pertenecen un cúmulo de necesidades que 
obran como acicate para esta autorrealización. "La naturaleza parece 
haber caído en este caso en la máxima economía: en apariencia midió 
el equipo animal del hombre del modo más estrecho y ajustado a las 
80 KAhrr, I., "Idea de la historia universal desde el punto de vista cosmopolita". (En: 
Filosofía de la historia, Nova, Buenos Aires, 1958, pág. 42). 
81 KANT, op. cit., pág. 42. 
82 KANT, op. cit., pág. 42. 
138 	 oscAR LAPALMA 
supremas hecésidades de una existencia incipiente. Parece que hubiese 
querido que el hombre, al esforzarse alguna vez por ir de la mayor 
grosería a la más grande habilidad (. . . ) y, de este modo, ( . . . ) a la 
felicidad, tuviera, él solo, todo el mérito, y sólo a sí mismo se loagra-
deciera".83 
Puesto que el hombre carece de instintos y tiene frente a sí la 
tarea de su autodesarrollo histórico, hubiese parecido lógico que la 
naturaleza lo hubiese colocado "en un estado en que fuese, físicamente 
considerado, superior a toda otra criatura".84 Sin embargo, "lo creó 
más lleno de necesidades y más desamparado que a otros seres preci-
samente para que aquella plétora de necesidades fuese el acicate que 
le moviese a salir de su natural limitación y su natural aislamiento"." 
Es decir, justamente para impulsar esa autorrealzación es que el 
hombre debía ser el más débil y necesitado de los seres: El motor in-
terior básico de la autoconstrucción moral del hombre es la necesidad. 
Con lo cual, parecería que "la naturaleza hubiese atendido, más que 
al bienestar del hombre, a la propia estimación racional de él mismo"." 
11.2. — EL ANTAGONISMO "SOCIABILIDAD-INDIVIDUALIDAD" COMO GARANTIA 
DEL PROGRESO HISTORICO 
Hemos dicho que el motor de la historia es inmanente a la especie 
humana, razón por la cual ésta posee razón y libertad, un conjunto 
básico de necesidades y carece deideas innatas y de instintos enten-
didos a f la manera del animal. Ahora bien, justamente porque este 
motor de la historia es interior al hombre es que se manifiesta en un 
conflicto de tendencias específicamente humanas: la tendencia a la 
sociabilidad y la tendencia al aislamiento. 
"El medio de que se sirve la naturaleza para alcanzar el desarrollo 
de todas las disposiciones consiste en el antagonismo de las mismas 
dentro de la sociedad por cuanto éste llega a ser, finalmente, la causa 
de su orden regular".87 
Kant llama "antagonismo" a "la insociable sociabilidad de los 
hombres", es decir, la inclinación que los llevará a entrar en sociedad, 
ligada, al mismo tiempo, a una constante resistencia, que amenaza de 
continuo con romperla".88 
De esta forma, como dice Cassirer, "la justificación moral inte-
rior de la historia surge cuando se comprende que el camino hacia 
la verdadera unidad moral del género humano pasa siempre a través 
83 KANT, op. cit., pág. 42. 
84 CASSIRER, op. cit., pág. 265. 
86 CASSMER, op. cit., pág. 265. 
KANT, op. cit., pág. 43. 
87 KANT, op. cit., pág. 43. 
88 KANT, O. cit., pág. 43. 
KANT Y LA. FILOSOFÍA. DE LA HISTORIA 	 139 
deda lucha y la contradicción, que el camino -hacia las leyes autónomas 
del hombre tiene que remontar siempre los obstáculos de la coacción"." 
O sea, el progreso hacia la libertad, el desarrollo de la moralidad pura, 
la actualización de todas las disposiciones racionales de la especie se 
liplgra como resultado sintético de la tensión dialéctica entre individuo 
Sr sociedad, entendida como lucha de tendencias naturales de la especie 
humana. 
Veamos cada una de estas tendencias por separado: 
—La sociabilidad: Kant llama así a la tendencia que inclina a los 
hombres a entrar en sociedad. En el comentario al cuarto de sus prin-
cipios, el mismo Kant nos indica el fundamento, la razón de ser y la 
importancia de la citada tendencia: "El hombre tiene propensión a 
socializarse porque en este estado siente más su condición de hombre; es 
decir, tiene el sentimiento de desarrollar sus disposiciones naturales".9° 
Es decir que, en última instancia, la sociedad, para Kant, es 
connatural al hombre, expresión de una tendencia. Y, por tanto, de 
una necesidad natural. En este sentido, Kant coincide con Rousseau: 
"No fue un impulso social colocado primitivamente en el hombre el 
que dio vida a las primeras agrupaciones sociales, sino que fue el agui-
jón de la necesidad, que siguió constituyendo también en lo sucesivo 
una de las condiciones esenciales que mantuvieron en pie y consoli-
daron la trabazón social".91 
Sin embargo, aun cuando Kant coincide con Rousseau respecto 
del origen de la social, se aparta de él en lo concerniente al Valor 
que se le asigna. Comenta Cassirer: "Mientras que Rousseau concibe 
la historia humana como un proceso en el que el hombre va desvián-
dose del estado primitivo de inocencia y de dicha en que vivió antes 
de su entrada en la sociedad ( ) , Kant considera como algo pura-
mente utópico la idea de aquel estadio primitivo, en cuanto hecho, y 
en cuanto idea moral, la cree equívoca y confusa. Es cierto que la ética 
kantiana gira en torno al individuo y al concepto fundamental de la 
personalidad moral y de sus leyes autónomas, pero la concepción his-
tórica y filosófico-histórica de Kant conduce a la convicción de que 
sólo a través de la sociedad puede llegar a realizarse empíricamente, 
de hecho, la misión ideal de la autoconciencia moral del hombre".92 
De esta manera, el valor de la sociedad y del Estado debe ser consi-
derado desde la perspectiva de "lo que significan como medios de 
educación para la libertad",93 como instrumentos para el logro del 
CASSIRER, op. cit., pág. 265. 
90 KANT, op. cit., pág. 43. 
91 CASSIRER, op. cit., pág. 265. 
92 CASSIRER, op. cit., págs. 264-265. 
93 CASSIRER, op. cit., pág. 265. 
140 	 OSCAA G. LAPALMA 
desarrollo pleno de las disposiciones racionales de la especie, y no desdér' 
la perspectiva de la dicha que estas puedan reportar al individuo. 
—La individualidad Es también una tendencia natural que Kant, 
caracteriza y fundamenta: el hombre . . . también posee una grlp 
inclinación a individualizarse (aislarse) ,porque, al mismo tiempo, 
encuentra en él una cualidad insociable de querer dirigir todo simple-
mente según su modo de pensar; por eso espera encontrar resistencias 
por todos lados, puesto que sabe por sí mismo que él, en lo que le 
incumbe, está inclinado a resistirse a los demás".94 
Kant define a la individualidad con rasgos predominantemente 
negativos: son manifestaciones de la misma el egoísmo, la ambición, 
el afán de dominio, la codicia, en última instancia, un afán de afir- 
marse a sí mismo negando a los demás, imponiéndose por sobre eliós 
en forma despótica y absoluta. 
Ahora bien, a pesar de esto, es justamente la introducción de este' 
elemento negativo lo que posibilita el progreso histórico de la especie 
humana. Sólo por esta tendencia a la disolución y a la discordia es 
que es posible el avance del hombre en el desarrollo de sus disposi-
ciones racionales. "Tal resistencia despierta todas las facultades del 
hombre y lo lleva a superar su inclinación a la pereza"." 
A primera vista, parecería que nos encontramos frente a una 
contradicción: antes Kant ha afirmado que sólo en el seno de la so- 
ciedad es posible el logro del fin de la historia, y ahora afirma que 
el motor de la historia es la tendencia antisocial a la disgregación. Sin 
embargo, tal contradicción no puede sorprendernos puesto que es jus- 
tamente ella la que obra como motor de la historia humana, y como 
el fin de la misma sólo puede realizarse en la sociedad, esta tendencia 
antisocial será la que garantice, paradójicamente, el progreso de la 
sociabilidad. 
Kant justifica esta tesis mostrándonos cómo, en caso contrarió, 
no podría haber progreso humano: en efecto, si la vida social fuese 
absolutamente armónica, sin disidencias ni enfrentamientos, sin deseos 
de dominio ni tendencia a la disgregación, entonces la historia se 
estancaría puesto que ello implicaría un cierto estado de perfección 
en el cual no hay nada que obre para empañado. Por ello también 
desaparecería el desarrollo de las capacidades racionales del hombre, 
porque el citado estado utópico no exigiría tal desarrollo, o, más bien, 
lo supondría como ya realizado y lo tendría como fundamento de 
posibilidad de ese estado idílico. Dice Kant: "Sin la mencionada cuá-
lidad de la insociabilidad ( ) todos los talentos hubiesen quedado 
ocultos .por la eternidad en sus gérmenes en medio de una arcádica 
94 KArrr, op. cit., págs. 43-44. 
98 KANT, op. cit., pág. 44. 
KANT Y LA FILOSOF/A DE LA HISTORIA 	 141. 
Vida de pastores, dado el completo acuerdo, la satisfacción y el amor 
mutuo que habría entre ellos"." 
De esta forma, la insociabilidad, al crear nuevas tensiones de 
fuerzas, garantiza el progreso hacia la actualización plena de las po-
tencalidades racionales de la especie humana dentro del marco de una 
sociedad cada vez más perfecta. 
Comenta Cassirer: "Lo que en su estudio de los Principios meta-
físicos de la ciencia de la naturaleza había desarrollado con vistas al 
organismo físico es también aplicable ( . . . ) al organismo social. Tam-
poco éste se mantiene en cohesión simplemente por obra de aquella 
armonía interior primitiva de las voluntades individuales ( . . . ) . sino 
que tiene sus raíces, lo mismo que la cohesión de la materia, en las 
leyes de la atracción y la repulsión, es decir, en un antagonismo de 
fuerzas " .97 
Por tanto, "la verdadera idea del- orden social no consiste en 
hacer que las voluntades individuales desaparezcan en una nivelación 
general, sino en mantenerlas en su propia peculiaridad y, por tanto, 
en su antagonismo; pero, al mismo tiempo, en determinar la libertad 
de todo individuo de tal modo que termine allí donde empiece la 
libertad de los demás"." 
Podríamos preguntarnos por las intenciones últimas de Kant al

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