Logo Studenta

pm 4613

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Varesi,	G.	(Comp.)
Hegemonía	y	lucha	política	en
Gramsci:	Selección	de	textos
Varesi,	G.	(Comp.)	(2016).	Hegemonía	y	lucha	política	en	Gramsci	:	Selección	de	textos.	Ciudad
Autónoma	de	Buenos	Aires	:	Luxemburg.	(Batalla	de	ideas).	En	Memoria	Académica.	Disponible	en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.4613/pm.4613.pdf
Información	adicional	en	www.memoria.fahce.unlp.edu.ar
Esta	obra	está	bajo	una	Licencia	Creative	Commons	
Atribución-NoComercial-CompartirIgual	4.0	Internacional
https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0
Gramsci BI.indb 2 16/11/16 13:43
Hegemonía y lucha 
política en Gramsci
Gramsci BI.indb 3 16/11/16 13:43
Gramsci, Antonio
 Hegemonía y lucha política en Gramsci : selección de textos / Antonio 
Gramsci ; compilado por Gastón Ángel Varesi ; prólogo de Gastón Ángel 
Varesi. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Luxemburg, 2015.
 158 p. ; 20 x 14 cm. - (Batalla de ideas / Atilio Alberto Boron)
 ISBN 978-987-1709-39-7
 1. Ideologías. 2. Política . I. Varesi, Gastón Ángel, comp. II. Varesi, 
Gastón Ángel, prolog. III. Título.
 CDD 324.2
Gramsci BI.indb 4 16/11/16 13:43
Colección Batalla de Ideas
Hegemonía y lucha 
política en Gramsci
Selección de textos
Antonio Gramsci
 
Buenos Aires, Argentina
Gramsci BI.indb 5 16/11/16 13:43
Colección Batalla de Ideas
Director: Atilio A. Boron
Hegemonía y lucha política en Gramsci. Selección de textos
Antonio Gramsci
Estudio Introductorio
Introducción a la perspectiva gramsciana de la hegemonía. Intelectuales, 
partidos y relaciones de fuerzas
Gastón Ángel Varesi 
© 2016 Ediciones Luxemburg
Tandil 3564 dpto. E, C1407HHF
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Email: edicionesluxemburg@yahoo.com.ar
Facebook / Ediciones Luxemburg
Twitter: @eLuxemburg
Blog: www.edicionesluxemburg.blogspot.com
Teléfonos: [54 11] 4611 6811 / 4304 2703
1ª Edición, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, noviembre de 2016
Edición: Ivana Brighenti y Virginia Feinmann
Diseño editorial: Santángelo Diseño
Impresión: Docuprint 
Distribución
Badaraco Distribuidor 
Entre Ríos 932, C1080ABE,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Email: badaracodistribuidor@hotmail.com
Sitio Web: www.badaracolibros.com.ar
Teléfono: [54 11] 4304 2703
ISBN 978-987-1709-39-7
Gabriel Badaraco
Ivana Brighenti
Paola Gallo Peláez
Marcelo F. Rodríguez
Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723.
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en 
un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio 
electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del editor.
Impreso en Argentina
Gramsci BI.indb 6 16/11/16 13:43
7
Estudio Introductorio
 Introducción a la perspectiva gramsciana 
 de la hegemonía. Intelectuales, partidos y 
 relaciones de fuerzas 
 Gastón Ángel Varesi 9
Selección de textos de Antonio Gramsci
 Análisis de las situaciones. 
 Relaciones de fuerzas 83
 La formación de los intelectuales 95
 Notas sobre Maquiavelo, sobre política y 
 el Estado moderno 105
 El partido político 113
 Lucha política y guerra militar 119
 Paso de la guerra de movimiento 
 (y del ataque frontal) a la guerra de 
 posición también en el campo político 129
Sumario
Gramsci BI.indb 7 16/11/16 13:43
 Introducción al estudio de la filosofía y 
 del materialismo histórico 131
Índices analítico y onomástico
 [de los textos de Antonio Gramsci] 153
Gramsci BI.indb 8 16/11/16 13:43
9
Estudio Introductorio
Introducción a la perspectiva 
gramsciana de la hegemonía.
Intelectuales, partidos
y relaciones de fuerzas
Gastón Ángel Varesi
Introducción
El pensamiento de Antonio Gramsci, comunista italiano de princi-
pios del siglo XX, muestra gran vigencia y relevancia para el aná-
lisis de los procesos contemporáneos. Gramsci escribió muchas de 
sus principales ideas en la cárcel, a la que estuvo condenado por 
el régimen fascista (1927-1937), a pesar de lo cual, en su agudeza, 
pudo entrever las tendencias que comenzaban a definir a las socie-
dades complejas, aportando claves indispensables para su estudio 
y transformación. 
El presente trabajo constituye un estudio introductorio a la 
perspectiva gramsciana de análisis de su período carcelario, des-
plegada a partir de la centralidad del concepto de hegemonía, dan-
do cuenta tanto de la vastedad que su propuesta teórica involucra 
como de la definición y localización específica de dicho concepto. 
En este sentido, tras delinear una primera aproximación sintética, 
articulamos la construcción de hegemonía con el plan de análisis 
de situaciones y relaciones de fuerzas, con el fin de poder entrever el 
alcance multidimensional y multiescalar que debe ser atendido 
para captar la riqueza y complejidad del pensamiento gramsciano. 
Habremos de visualizar el plan global en el que se inscribe la he-
gemonía para retornar luego al nivel estrictamente político donde 
se materializa la dirección de un grupo social sobre otros, en un 
Gramsci BI.indb 9 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
10
trayecto que universaliza una concepción del mundo expresando 
una unidad de fines políticos y económicos, intelectuales y mora-
les, definiendo los grandes temas de la agenda nacional hasta al-
canzar la fundación de un nuevo Estado. 
Luego de establecer la relación entre la dimensión específica 
donde se juega la hegemonía y los otros niveles y escalas de las rela-
ciones de fuerzas, ubicamos el origen de su desarrollo en el proceso 
de complejización de las sociedades, a partir del cambio de balance 
que se da entre la sociedad civil y el Estado, el cual motiva a Gramsci a 
delimitar dos tipos de sociedades, Oriente y Occidente. A partir de allí 
establecemos la vinculación entre hegemonía y estrategia política, 
en el paso, que Gramsci define, de la preeminencia de la guerra de 
maniobras a la guerra de posiciones, ligado al creciente desenvolvi-
miento de la sociedad civil. Culminamos dicha sección indagando 
la visión gramsciana sobre el Estado, con el fin de abonar el carácter 
político del concepto de hegemonía para volver a preguntarnos su 
relación con los fenómenos de carácter estructural, y re-pensar el 
concepto desde la unidad del bloque histórico.
Allí se desata una búsqueda que atraviesa un doble andarivel 
que transcurre estrechamente emparentado: el enfoque del Príncipe 
moderno y el rol de los intelectuales, ambos unidos en las dinámicas 
comunes de construcción de una voluntad colectiva y de la reforma 
intelectual y moral. El Príncipe moderno es abordado tanto en su ca-
rácter de “libro viviente” como de partido político. Delineamos un 
camino que atraviesa el lugar del mito y la pasión en la política, la 
interpelación y movilización que conlleva la construcción de suje-
to, el carácter nacional-popular de la voluntad colectiva, las diver-
sas acepciones de partido en Gramsci, hasta llegar a los distintos 
elementos que componen una fuerza política y los principios recto-
res de la vida partidaria, como el centralismo democrático.
El último apartado tiene como motivación indagar la concep-
ción gramsciana sobre los intelectuales, delimitando la amplitud 
del concepto y la función específica. Esta tarea nos convoca a pensar 
la relación entre ideología y política: desde la formación del sentido co-
mún, la activación de los núcleos de “buen sentido”, a centrarnos en 
el rol de la crítica como punto de inflexión para los procesos de toma 
de conciencia que actúan en la base de la organización y las luchas 
Gramsci BI.indb 10 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
11
por la emancipación de los grupos sociales subordinados. Esto nos 
lleva a vislumbrar los componentes de toda concepción del mundo 
y recuperar, en particular, la perspectiva de Gramsci sobre el mar-
xismo como concepción del mundo ligada a las clases subalternas. 
Luego, se vierten reflexiones en torno a las lógicas y tensiones de la 
construcciónde hegemonía, que atraviesan tanto el rol de los inte-
lectuales como del Príncipe moderno, abordando el debate sobre la 
relación intelectuales/masa y la unidad entre teoría y práctica[1].
Finalmente, se despliegan conclusiones que recuperan los 
principales conceptos vistos en articulación con los procesos de 
cambio que actualmente se desarrollan en América Latina, plan-
teando la vigencia y relevancia del pensamiento de Gramsci para 
comprender y transformar nuestras sociedades.
Una aproximación al concepto de hegemonía
En un primer acercamiento al concepto de hegemonía, podríamos 
señalar que el mismo remite (ya en su antecedente leninista[2]) a 
la dirección política, que en Gramsci es también dirección ideoló-
gico-cultural de un grupo social sobre otros. La hegemonía es una 
[1] Por otra parte, abordar el pensamiento de Gramsci hoy constituye una invitación a 
indagar los procesos contemporáneos en su complejidad buscando aportar a su trans-
formación. Es volver a plantearnos la pregunta por la revolución, en las múltiples 
dimensiones y escalas donde se materializan estos procesos, y plantear cuáles son 
las estrategias que definen hoy el avance de los pueblos. La etapa abierta en América 
Latina con el nuevo siglo parte del resquebrajamiento de los consensos de la era neo-
liberal y la gesta de nuevas búsquedas, que en sus casos más radicalizados volvieron 
a reinstalar al socialismo como horizonte societario. En este sentido, y con el fin de 
mantener la estructuración lógica de la articulación del entramado conceptual gram-
sciano, optamos por poner algunas ejemplificaciones y reflexiones sobre los procesos 
contemporáneos como notas al pie, de modo de facilitar algunos casos de aplicación 
concreta de los conceptos vistos. Estas reflexiones realizadas al pie de página se-
rán luego la base para extraer conclusiones que nos permitan vincular los conceptos 
abordados con las dinámicas contemporáneas que se presentan en América Latina.
[2] En Lenin (1973a), la hegemonía remite a la conducción de una clase sobre las otras, 
lo cual implica superar una fase gremial, corporativista, para convertirse en la di-
rección política en el plano nacional. El término también ha sido aplicado por Lenin 
(1973b) al campo internacional para denotar la dirección en este ámbito, ligado al 
concepto de imperialismo (aspecto que, como veremos, Gramsci también continúa 
para pensar las relaciones de fuerzas internacionales).
Gramsci BI.indb 11 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
12
relación social que atraviesa distintas dimensiones: parte de una 
base material ligada a la posición de las clases en la estructura y se 
realiza en las superestructuras, a través de una concepción del mun-
do que encarna la visión general y expresa los intereses del grupo 
dirigente pero de forma universalizada, al tiempo que se plasma 
de formas diversas en el sentido común, en las prácticas cotidianas 
y, en su momento más desarrollado, en un tipo particular de Estado 
(Gramsci, 2003; 2008). De este modo, el concepto de hegemonía pro-
vee una herramienta analítica que permite el abordaje de proble-
máticas de índoles diversas ligadas a la lucha de clases y al conflicto 
político en general, siendo este el terreno de su conformación.
En primera instancia, señalamos que la construcción de he-
gemonía contiene un sustrato material vinculado a la estructura. 
Como sostiene Campione, “no hay hegemonía sin base estructural, 
la clase hegemónica debe ser una clase principal de la estructura 
de la sociedad, que pueda aparecer como la clase progresiva que 
realiza los intereses de toda la sociedad” (2007: 75). Esto se vincula 
a que Gramsci (2008) concibe las sociedades en términos de bloque 
histórico, que se define por una relación de reciprocidad, un proceso 
dialéctico real, entre la estructura y las superestructuras, enten-
didas estas como un conjunto complejo, contradictorio y discorde, 
que expresan el conjunto de las relaciones de producción, sin ser 
ellas un mero “resultado” sino un compuesto de distintos elemen-
tos políticos, jurídicos, ideológicos y culturales con entidad propia 
y con capacidad de incidencia sobre la dimensión estructural mis-
ma. Gramsci sostiene que “la pretensión […] de presentar y exponer 
cada fluctuación de la política y la ideología como una expresión 
inmediata de la estructura, debe ser combatida teóricamente como 
un infantilismo primitivo, y prácticamente con el testimonio au-
téntico de Marx” (2008: 104). 
En este camino, rescata una y otra vez la cita de Marx que 
señala que es en el plano de la ideología en que los hombres to-
man conciencia de los conflictos en la estructura y le dan un valor 
gnoseológico, la convierten en método de análisis. Gramsci (2008) 
critica la noción peyorativa de ideología que había arraigado en el 
marxismo y que identificaba a toda ideología como mera apariencia 
o falsa conciencia. Sostiene que este error proviene de que solía 
Gramsci BI.indb 12 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
13
denominarse ideología tanto a una superestructura que posee co-
rrespondencia necesaria a una estructura dada, como también a 
meras elucubraciones arbitrarias de determinados individuos. En 
este sentido, el error opera al identificarse una ideología no orgáni-
ca a la estructura (o arbitraria); sostener que no son las ideologías 
las que modifican la estructura sino al revés, y entonces afirmar 
que una solución política es “ideológica”, en el sentido de ser insu-
ficiente para modificar una estructura, y así se pasa a pensar toda 
ideología como pura apariencia, inútil. Gramsci distingue entre un 
tipo de ideologías que él llama “históricamente orgánicas”, estre-
chamente ligadas a determinada estructura y al movimiento de la 
sociedad, y las separa de las ideologías “arbitrarias”, observando 
que las ideologías históricamente orgánicas organizan masas, for-
man conciencia e inciden en la lucha, mientras que las arbitrarias 
sólo crean movimientos individuales y polémicas. A su vez, Gramsci 
subraya afirmaciones de Marx que señalan que una persuasión po-
pular tiene a menudo la misma energía que una fuerza material[3].
El análisis de la hegemonía va a implicar entonces distintos 
momentos que Gramsci plasma en diversos escritos, pero para una 
aproximación más precisa es necesario vincularlo a su plan global 
de análisis de situaciones y relaciones de fuerzas, que desarrolla para 
comprender los procesos históricos en sus múltiples dimensiones y 
escalas. Estamos ante una concepción del poder que, lejos de verlo 
de forma monolítica, es desagregada para profundizar en sus dis-
tintos elementos, porque Gramsci ya percibía que las sociedades 
modernas avanzaban hacia un proceso de complejización creciente. 
En este camino, Gramsci (2003) sostiene que el análisis de situacio-
nes debe comenzar por las relaciones de las fuerzas internaciona-
les, lo cual nos convoca, por un lado, a indagar las variaciones en 
las relaciones sociales fundamentales del modo de producción glo-
balmente dominante y, por otro lado, a pensar las grandes poten-
cias, los agrupamientos de Estados en distintos bloques o sistemas 
[3] En este sentido, Gramsci (2008) sugiere pensar al bloque histórico teniendo en cuen-
ta que las fuerzas materiales son su contenido y las ideologías la forma, correspon-
dencia visible en que las fuerzas materiales no serían concebibles históricamente sin 
forma y las ideologías serían caprichos individuales sin la fuerza material.
Gramsci BI.indb 13 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
14
hegemónicos y a indagar las relaciones de soberanía o dependencia 
en lo que respecta a las potencias menores[4]. Estos dos momentos 
de las relaciones de fuerzas internacionales están orgánicamente 
vinculados[5], ya que como señala Gramsci, todo cambio en las re-
laciones sociales fundamentales tiene impacto en las relaciones 
internacionales a nivel de los Estados,por ejemplo, a partir de sus 
expresiones técnico-militares.
Luego, Gramsci presenta tres niveles de relaciones de fuerzas 
susceptibles de ser analizados en una escala nacional. Un primer 
nivel refiere a “una relación de fuerzas sociales estrechamente liga-
da a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los 
hombres […]. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas 
materiales de producción se dan los grupos sociales, cada uno de 
los cuales representa una función y tiene una posición determina-
da en la misma producción” (Gramsci, 2003: 57). Estamos frente a 
[4] Es una invitación a pensar las transformaciones del capitalismo en la actualidad, 
y ver cómo se articulan las lógicas de la acumulación (como la transnacionalización 
del capital, la disputa por los recursos naturales, las relaciones de fuerzas entre sus 
fracciones, etc.) y las disputas entre los bloques de Estado (la declinante hegemonía 
unipolar de Estados Unidos, que parecía incuestionada con el colapso de la Unión 
Soviética y el socialismo europeo, y la emergencia de nuevos polos de poder global 
como China y Rusia en el BRICS, así como la consolidación del bloque latinoamericano 
y su ampliación de soberanía frente a Estados Unidos). Esta vinculación de ambas 
dimensiones pone de manifiesto la relevancia de otra importante categoría leninista: 
la del imperialismo.
[5] Estos distintos elementos habían sido previamente rescatados por Rosa 
Luxemburgo, cuando llama la atención sobre al carácter dual de la acumulación del capi-
tal: “de un lado, tiene lugar en los sitios de producción de la plusvalía –en la fábrica, 
en la mina, en el fundo agrícola y en el mercado de mercancías–. Considerada así, la 
acumulación es un proceso puramente económico, cuya fase más importante se rea-
liza entre los capitalistas y los trabajadores asalariados […]. Paz, propiedad e igualdad 
reinan aquí como formas, y era menester la dialéctica afilada de un análisis cientí-
fico para descubrir cómo en la acumulación el derecho de propiedad se convierte en 
apropiación de propiedad ajena, el cambio de mercancías en explotación, la igualdad 
en dominio de clases. El otro aspecto de la acumulación del capital se realiza entre 
el capital y las formas de producción no capitalistas. Este proceso se desarrolla en la 
escena mundial. Aquí reinan como métodos la política colonial, el sistema de emprés-
titos internacionales, la política de intereses privados, la guerra. Aparecen aquí, sin 
disimulo, la violencia, el engaño, la opresión y la rapiña. Por eso cuesta trabajo descu-
brir las leyes severas del proceso económico en esta confusión de actos políticos de 
violencia, y en esta lucha de fuerzas” (1912: 224). Como recuerda Harvey (2005), estos 
dos aspectos de la acumulación están orgánicamente vinculados y la evolución his-
tórica del capitalismo sólo puede ser comprendida si los estudiamos conjuntamente.
Gramsci BI.indb 14 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
15
la posibilidad de captar un tipo de poder que emana de la estruc-
tura: en la actualidad, las grandes corporaciones transnacionales 
(muchas de las cuales manejan un producto mayor que el Producto 
Bruto Interno de los países donde se instalan) poseen distintos 
niveles de capacidad decisoria sobre las variables económicas ya 
que, por su volumen de negocios, sus propias acciones inciden, por 
ejemplo, sobre el empleo, la inversión, el crecimiento, la formación 
de precios, etc. Por su parte, la cantidad de asalariados, sus con-
diciones homogéneas o heterogéneas de trabajo, su distribución 
geográfica, etc., influyen también sobre el escenario de lucha de 
clases[6]. En síntesis, este nivel implica ver los grupos sociales en 
su anclaje material, en su posición específica en las relaciones de 
producción. Incluso debemos rescatar que en su análisis del ameri-
canismo y el fordismo, Gramsci observa cómo las transformaciones 
del proceso productivo dan lugar a una forma de hegemonía que 
parte de la fábrica misma. 
El segundo nivel refiere a las relaciones de fuerzas políticas, que 
Gramsci ve vinculadas al grado de homogeneidad, conciencia polí-
tica colectiva y organización, y que posee distintas gradaciones: (a) 
un grado económico-corporativo, basado en una solidaridad que se 
limita al grupo profesional[7]. (b) Luego, hay un grado más avanzado 
de conciencia, solidaridad y organización que se extiende a todo el 
[6] En este sentido, puede pensarse, a modo de ejemplo, cómo la última dictadura en 
la Argentina buscó, según Villarreal (1985), heterogeneizar las condiciones objetivas 
de vida de los trabajadores para quebrar su solidaridad, mientras que procuró homo-
geneizar a la clase dominante y forjar un nuevo bloque de poder. Por el contrario, la 
experiencia de la Venezuela bolivariana emprendió una vasta estrategia para generar 
nuevas relaciones de producción y empoderar a los trabajadores, conformando una 
fuerza integral, en lo político, económico y social, que pudiera comenzar a disputarle 
el proceso productivo al gran capital. En esa línea se avanzó, por un lado, en nacio-
nalizaciones y expropiaciones y, por otro, en la creación de empresas dirigidas por 
sus trabajadores y de empresas mixtas, cogestionadas entre trabajadores y Estado.
[7] Por ejemplo, pensemos en el caso de un trabajador de cualquier rama, suponga-
mos un obrero de la construcción; en este grado ese trabajador se siente y se reconoce 
como obrero de la construcción, se organiza y lucha por sus reivindicaciones especí-
ficas, pero no toma conciencia de que el empleado de comercio es un trabajador igual 
que él, ni del conjunto de los trabajadores y, por ende, no toma parte en luchas por la 
clase en su conjunto.
Gramsci BI.indb 15 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
16
grupo social, pero aún en el plano netamente económico[8], pero to-
davía no aparece la pregunta por el poder político, no se cuestiona la 
subordinación respecto de otro grupo social, ni tampoco se plantea 
la posibilidad de que su propia clase dirija a la sociedad en su con-
junto. (c) Entramos finalmente en un grado superior, estrictamente 
político, donde sí se plantea la cuestión del poder en toda su magni-
tud, incluyendo las dimensiones anteriores, pero sobrepasándolas 
en un momento cualitativamente distinto “que señala el pasaje neto 
de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas”:
Es la fase en la cual las ideologías ya existentes se transforman en 
“partido”, se confrontan y entran en lucha, hasta que una sola de 
ellas, o al menos una sola combinación de ellas, tiende a prevale-
cer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, 
además de la unidad de los fines económicos y políticos, la unidad 
intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las 
cuales hierve la lucha, no sobre un plano corporativo, sino sobre 
un plano “universal” y creando así la hegemonía de un grupo social 
fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El Estado es 
concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear las 
condiciones favorables para la máxima expansión del mismo grupo; 
pero este desarrollo y esta expansión son concebidos y presentados 
como la fuerza motriz de una expansión universal, de un desarrollo 
de todas las energías “nacionales”. El grupo dominante es coordinado 
concretamente con los intereses generales de los grupos subordina-
dos y la vida estatal es concebida como una formación y una supera-
ción continua de equilibrios inestables (en el ámbito de la ley) entre 
los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, 
equilibrios en donde los intereses del grupo dominante prevalecen 
pero hasta cierto punto, o sea, hasta el punto en que chocan con el 
mezquino interés económico-corporativo (Gramsci, 2003: 57-58).
[8] En este caso, siguiendo el ejemplo del obrero de la construcción, este sí se reconoce 
como miembro de la clase trabajadora;se organiza no sólo en su sindicato específi-
co sino que se involucra en una central de trabajadores y participa de las peleas no 
sólo de su sector sino también de aquellas que impliquen la conquista de derechos 
económicos para toda la clase, como la distribución del ingreso, la mejora de las con-
diciones laborales, etcétera.
Gramsci BI.indb 16 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
17
En este punto se observan tanto las vastas implicancias que una 
perspectiva analítica en términos de hegemonía puede abarcar, 
como también su ubicación específica, donde se centra dicho re-
corrido: la dimensión superestructural, en su grado estrictamente 
político, que está soldada a la realización de una concepción del 
mundo, a una reforma intelectual y moral que se plasma en acción, 
en dirección de un grupo social sobre otros. El párrafo citado cons-
tituye uno de los aportes más ricos de la literatura gramsciana, en 
tanto que en el mismo se consolidan aspectos clave de su pensa-
miento. Por una parte, la hegemonía aparece asociada a la disputa 
ideológica. Como afirmábamos en el comienzo, la batalla de ideas 
ocupa un lugar importante en el pensamiento gramsciano; estas 
se transforman en “partido”, es decir, en un proyecto de sociedad, 
en tanto es una concepción del mundo que cobra forma concreta 
tomando posición sobre los aspectos cardinales que atraviesan la 
vida de una nación en un momento determinado, por lo cual impli-
ca establecer definiciones sobre los grandes temas de la agenda pú-
blica (“planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve 
la lucha”) y alcanza, en ese sentido, a expresar una unidad. Esta 
unidad incluye distintos aspectos: es una unidad de fines económi-
cos y políticos, lo que nos permite pensar que da forma a un pro-
yecto de gobierno, ligado a los intereses estratégicos de la clase o 
fracción hegemónica pero articulando concesiones en relación con 
los grupos subordinados, y es unidad intelectual y moral, modifi-
cando ideas, valores, incidiendo sobre el plano de la cultura. Pero 
esta hegemonía logra constituirse en tanto tal porque traspasa el 
nivel corporativo, y se piensa y plantea desde el lugar de lo univer-
sal, como el desarrollo de “todas las energías nacionales”, por lo 
que el componente consensual de la política tiende a prevalecer por 
sobre el componente de la coerción. 
Esto se debe a que la hegemonía se relaciona con el carácter 
dual de la acción política, que Gramsci ve en Maquiavelo, correspon-
diente “a la doble naturaleza del centauro maquiavélico, de la bestia 
y del hombre, de la fuerza y del consenso, de la autoridad y de la 
hegemonía” (Gramsci, 2003: 48). Es por ello que podemos entender 
entonces que la hegemonía, como nos recuerda Campione, es “el 
predominio intelectual y moral, diferente del ‘dominio’ en el que se 
Gramsci BI.indb 17 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
18
encarna el momento de la coerción, pero esa ‘dirección’ tiene raíces 
en la base, componentes materiales junto a los ‘espirituales’. Es una 
acción con elementos tanto ‘materiales’ como ‘ideales’” (2006: 31). 
Como ya señalamos, no hay hegemonía sin base estructural, por lo 
que la clase hegemónica debe ser una clase principal de la estruc-
tura de la sociedad, que, asimismo, pueda aparecer como la clase 
progresiva, que realiza los intereses de la sociedad en su conjunto. 
Es por esto que el análisis de relaciones de fuerzas a nivel nacional 
posee un primer nivel en las fuerzas sociales, en el análisis mate-
rial del orden de la reproducción económica, viendo el lugar y fun-
ción que los grupos sociales ocupan en la producción. Pero la clase 
con pretensiones hegemónicas debe superar la mera dominación 
en el plano de la economía, e incluso debe superar la mera domina-
ción por coerción en el plano de la política, y para ello debe ponerse 
por encima de sus propios intereses corporativos y articularlos con 
ciertas concesiones a otros grupos sociales para devenir en clase 
dirigente, en clase hegemónica. En simultáneo, debe construir y 
difundir una concepción del mundo que se vaya constituyendo en 
sentido común, y de la que participen los grupos sociales subalter-
nos, otorgando adhesión y legitimidad al orden social[9]. 
Pero si la política contiene la naturaleza del centauro maquia-
vélico, entonces el momento de la coerción y de la violencia ocupa 
también un importante lugar. Es por esto que Gramsci señala un 
tercer nivel en las relaciones de fuerzas: las relaciones de fuerzas mi-
litares. Gramsci sostiene el carácter decisivo de estas relaciones de 
fuerzas cuando son puestas en juego[10]. Él distingue, al interior de 
[9] Uno de los grandes triunfos de la burguesía en su devenir hegemónico se materia-
liza cuando las clases subalternas adhieren a sus proyectos al punto de no identificar 
la relación de explotación a la que están sujetos, a naturalizarla, dejando de percibir, 
por ejemplo, la estructura clasista de las sociedades capitalistas (o asumiéndola como 
lo natural o la mejor forma posible), y los trabajadores se asumen a sí mismos bajo 
otras categorías que velan la desigualdad concreta, como la de ciudadano (en tanto 
igualdad formal frente a la ley) o consumidor (como igualdad y libertad formal de 
compra y venta de bienes).
[10] Esto se confirma constantemente, como en años recientes, en los que países 
como Irak o Libia fueron sometidos en tiempos mínimos por fuerzas al servicio de las 
principales naciones imperialistas, ya sea con la invasión directa en el primer caso, 
o a través de tropas mercenarias con asistencia bélica y financiera, en el segundo.
Gramsci BI.indb 18 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
19
las mismas, dos subniveles. Uno técnico-militar, ligado a las condicio-
nes objetivas de las fuerzas: su tamaño, organización, armamento, 
etc.[11]. Y otro político-militar, que refiere a la capacidad de desplegar 
formas de acción política que busquen disgregar “íntimamente” al 
enemigo (por ejemplo, desmoralizándolo), o en acciones de masas 
a lo largo del territorio que permitan diluir y dispersar parte de su 
capacidad bélica[12]. Las imágenes de la guerra y de las relacio-
nes de fuerzas militares tiñen de modo significativo la perspectiva 
gramsciana de la hegemonía. Esto se debe a que, para el análisis de 
la propia dinámica política, Gramsci ha tendido a utilizar analogías 
de la estrategia militar.
En síntesis, una primera aproximación al concepto de hege-
monía implica reconocer que es una relación social basada en la 
conducción de un grupo social sobre otros, que esta dirección se 
gesta en una dinámica conflictiva, de lucha, en la cual los compo-
nentes consensuales tienden a prevalecer por sobre los coercitivos. 
Estos consensos refieren a articulación de demandas e intereses 
de los subordinados dentro del marco de la concepción del mundo 
de los dirigentes, y en su punto más elevado tienden a expandirse 
por toda el área social, apareciendo como la realización de un uni-
versal, definiendo los grandes temas que puntualizan la vida de 
una nación, a nivel político, económico, ideológico y cultural, y a 
conformar un nuevo Estado.
[11] En la actualidad, en este subnivel de las relaciones de fuerzas, Estados Unidos 
parecería seguir siendo el predominante en toda la línea; su capacidad de fuego, su 
desarrollo tecnológico y la posesión de la mayor cantidad de armas de destrucción 
masiva lo ponen a la cabeza, además de haber gestado un sinnúmero de ejércitos 
privados y mercenarios que actúan cuando su gobierno no puede hacerlo directamen-
te. También cuenta con los países europeos como aliados subordinados en la OTAN 
(Organización del Tratado del Atlántico Norte). Aun así, la posible unión de China con 
Rusia y otros aliados podría representar todo un desafío al dominio bélico unipolar.
[12] Casos como la Revolución Cubana y la guerra de Vietnam constituyen ejemplos 
destacados de este subnivel, donde la unidad de revolución política ylas tácticas po-
lítico-militares desplegadas permitieron ganar guerras que, en el subnivel técnico-
militar, sugerían pronósticos sumamente desfavorables.
Gramsci BI.indb 19 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
20
Tipos de sociedades, estrategia política y Estado
De la guerra de maniobras a la guerra de posiciones
Si bien la construcción de hegemonía posee anclajes estructurales, 
su nivel específico es el político y, en ese sentido, debe ser compren-
dida en relación con la estrategia política. Esta articulación es desple-
gada por Gramsci a partir del análisis que realiza de dos tipos de 
sociedades, disímiles en cuanto al grado de desarrollo de la sociedad 
civil y el peso del Estado[13], a las que denomina Oriente y Occidente:
En Oriente el Estado era todo, la sociedad civil era primitiva y gela-
tinosa; en Occidente, entre Estado y sociedad civil existía una justa 
relación y bajo el temblor del Estado se evidenciaba una robusta es-
tructura de la sociedad civil. El Estado sólo era una trinchera avan-
zada, detrás de la cual existía una robusta cadena de fortalezas y 
casamatas (Gramsci, 2003: 83). 
Encontramos entonces en Oriente un Estado preponderante y un 
escaso desarrollo de la sociedad civil, mientras que en Occidente se 
ha gestado un proceso de complejización a partir de la ampliación 
de la sociedad civil, desplegando diversas instancias que resguar-
dan al orden establecido. 
A partir de esta caracterización, Gramsci piensa las distintas 
estrategias políticas a llevar adelante según el tipo de sociedad[14], 
para lo que utiliza una analogía entre la guerra militar (a partir de 
las experiencias dejadas por la Primera Guerra Mundial) y la lu-
cha política. La estrategia a desarrollar en Oriente es la del ataque 
[13] La sociedad civil remite a los espacios “privados” de participación voluntaria 
(que también podrían ser pensados como ámbitos de vida pública no estatal), tales 
como sindicatos, partidos, iglesias, medios de comunicación, centros de fomento, en-
tre otros. También hay que notar que Gramsci maneja dos acepciones de Estado: una 
en sentido estricto, ligada a lo político-jurídico con centro en la coerción (la sociedad 
política) y otra ampliada, donde en el Estado se funden la sociedad civil y la sociedad 
política, el momento de la coerción y el del consenso. En las citas seleccionadas sobre 
la tipificación de Oriente y Occidente, utiliza la versión del Estado en sentido estricto 
y su relación con la sociedad civil.
[14] Tengamos en cuenta que Gramsci es un dirigente revolucionario tributario del 
marxismo-leninismo, por lo que el análisis de las sociedades está motivado por el 
objetivo de su transformación.
Gramsci BI.indb 20 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
21
frontal, la guerra de maniobras o de movimientos. Como resume Piotte: 
“en la guerra de movimientos, la artillería se utiliza para abrir una 
brecha en las defensas del enemigo, brecha que sea suficiente para 
hacer posible la irrupción de las tropas y conseguir un éxito estra-
tégico importante, si no definitivo” (1973: 91). Es decir, que en las 
sociedades con escaso desarrollo de la sociedad civil, la estrategia 
política revolucionaria puede triunfar a partir del ataque frontal 
contra la clase dominante teniendo en cuenta que la destrucción 
del aparato estatal y de las fuerzas militares del enemigo garanti-
zarían de modo casi concluyente el triunfo; esta sería la estrategia 
practicada victoriosamente en la Revolución Rusa. En una forma-
ción social sin gran desarrollo de su sociedad civil y con una vida 
centrada alrededor del Estado, la confrontación abierta y directa 
contra la dirección de ese Estado (en este caso, la exterminación 
del zarismo y sus instituciones) sumada a la derrota de sus fuerzas 
militares, en un contexto de crisis signado por la guerra mundial y 
la crisis económica, fue suficiente para abrir una brecha que posibi-
litara el avance decisivo de las fuerzas revolucionarias.
Sin embargo, esta estrategia es inadecuada para conducir un 
proceso de transformación en Occidente donde el Estado puede con-
siderarse la trinchera más avanzada, pero la sociedad civil posee ca-
pacidad de reconstrucción del sistema hegemónico. En este caso, la 
estrategia a aplicar es la guerra de posiciones, que es la lucha por la 
hegemonía previa a la conquista del Estado, la cual requiere de es-
fuerzos prolongados y de gran cantidad de recursos humanos y mate-
riales, porque, en términos militares, la guerra de posiciones incluye 
tanto las trincheras como el sistema organizativo e industrial y las 
fuentes de reabastecimiento. Esto debe ser traducido a la política: 
[En] los Estados más avanzados, donde la “sociedad civil” se ha con-
vertido en una estructura muy compleja y resistente a las “irrup-
ciones” catastróficas del elemento económico inmediato (crisis, 
depresiones, etc.), las superestructuras de la sociedad civil son 
como el sistema de trincheras en la guerra moderna. Así como en 
este ocurría que un encarnizado ataque de la artillería parecía des-
truir todo el sistema defensivo adversario, cuando en realidad sólo 
había destruido la superficie exterior y en el momento del ataque 
Gramsci BI.indb 21 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
22
y del avance los asaltantes se encontraban frente a una línea de-
fensiva todavía eficiente, lo mismo ocurre en la política durante las 
grandes crisis económicas (Gramsci, 2003: 81). 
Nuestras sociedades latinoamericanas han avanzado hacia cons-
tituirse en genuinas sociedades complejas, del tipo Occidente, por 
lo cual los análisis de las estrategias políticas en la actualidad 
deben ser vistos a la luz de la guerra de posiciones. Esto implica 
una apreciación minuciosa de los distintos factores políticos, eco-
nómicos y culturales que se articulan en la construcción de hege-
monía y cómo esta se disputa palmo a palmo en cada “trinchera” 
de la sociedad[15]. 
Por otra parte, es importante resaltar que la reflexión de 
Gramsci contiene una fuerte crítica al economicismo. Esta crítica se 
encuentra presente, por ejemplo, en relación con el trabajo de Rosa 
Luxemburgo, “Huelga de masas, partido y sindicato”, donde la su-
perestructura política e ideológica aparece como mero reflejo inme-
diato de la estructura económica, en tanto se plantea que la crisis 
económica abre la posibilidad de asalto al poder (es decir, la crisis 
económica sería un escenario propicio para el triunfo a través de 
la guerra de maniobras). Gramsci critica esta lectura tanto porque 
reduce la lucha política al contexto económico como porque se basa 
en una caracterización errada del tipo de sociedad y de la estrategia 
necesaria para el desarrollo de un proceso revolucionario. 
Como ya señalamos, en contraposición a la estrategia del 
ataque frontal como estrategia revolucionaria a ser desarrolla-
da en Oriente, Gramsci entiende necesario el despliegue, en las 
sociedades de tipo occidental, de la estrategia de la guerra de 
posiciones, que como señala Buci-Glucksmann “responde a una 
nueva fase histórica que exige una estrategia de largo aliento, un 
[15] También debemos notar que la construcción de hegemonía como guerra de 
posiciones adquiere formas particulares cuando ya no es “previa” a la conquista 
del Estado, sino cuando sus principales tareas se ejercen también “desde” el Estado, 
como viene sucediendo en los casos de Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador, 
entre otros. Esto implica vislumbrar un proceso de construcción hegemónica que 
combina de forma singular dinámicas provenientes tanto de la sociedad política 
como de la sociedad civil. En este caso, la noción de Estado ampliado en Gramsci 
parece de suma relevancia.
Gramsci BI.indb 22 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
23
asedio permanente al adversario, una concentración inaudita de 
hegemonía que es, también, una nueva forma de hacer política” 
(1978: 310).Es necesario aclarar también que Gramsci no niega la 
importancia de la guerra de maniobras para Occidente, pero esta 
se convierte en un elemento parcial y táctico que depende de la 
estrategia de la guerra de posiciones[16]. En síntesis, la guerra de 
posiciones es la lucha por la hegemonía, es su construcción en las 
sociedades complejas: así se explicita el nexo entre hegemonía y 
estrategia política. 
Clases y Estado
En el análisis histórico concreto se plantea siempre una tensión 
que debe ser tratada cuidadosamente en el plano de la teoría: el 
problema de la relación entre clase social y Estado. Vemos en el mar-
xismo clásico una tendencia a pensar los grandes movimientos 
estructurales de la historia en términos del modelo dicotómico de 
clases fundamentales en el capitalismo, burguesía/proletariado, 
y ver a la fuerza política que conduce al Estado como una expre-
sión directa de la clase en el poder. Esto se vincula con los pasa-
jes de Marx y Engels en los que sostienen, como en El Manifiesto 
Comunista, que cuando la burguesía conquista el poder político a 
través de la forma de Estado representativo moderno, “el Poder 
público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administra-
ción que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” (1960: 
19). Aun así, a la hora de analizar las dinámicas singulares de 
los procesos históricos situados en las sociedades contemporá-
neas, debemos procurar alejarnos de toda lectura simplificadora 
y reduccionista de la relación clase/Estado. Si bien, como señala 
Jessop, resulta imposible aprehender una teoría unificada sobre el 
Estado en Marx y Engels, ya que ellos “adoptaron diversas apro-
ximaciones y razonamientos de acuerdo a los problemas con los 
[16] Como señala Campione, Gramsci critica aquí “uno de los errores ultraizquierdis-
tas más clásicos: el querer destruir una construcción social hegemónica por medio 
de la pura fuerza militar, ignorando la importancia de la lucha cultural” (2006: 35). 
Gramsci BI.indb 23 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
24
que se veían periódicamente enfrentados pero no intentaron nin-
guna sistematización en sus diferentes formas de análisis” (1982: 
33), sí nos parece necesario sostener una mirada crítica sobre las 
lecturas meramente instrumentalistas que podrían erigirse de la 
misma. Como define Jessop, “el enfoque instrumentalista implica 
simplemente la afirmación de que el Estado no es un sujeto polí-
tico independiente y soberano sino un instrumento de coerción 
y administración que puede ser usado para diversos propósitos 
por cualquier interés que consiga apropiarse de él” (1982: 14). Sin 
caer en el error opuesto de pensar al Estado como independiente 
y soberano, es preciso desvincularse de las connotaciones tanto 
economicistas como voluntaristas que podrían alcanzarse extre-
mando los supuestos de la visión instrumentalista. Nos referimos 
a los derivados economicistas de reducir al Estado a mero gestor 
inmediato de los intereses corporativos de tal o cual clase o frac-
ción, y a los derivados voluntaristas de pensar al Estado como in-
dependiente y neutral capaz de ser usado sin mayores problemas 
por la fuerza que lo conduzca[17]. 
A diferencia de la visión instrumentalista, parece intere-
sante rescatar la perspectiva que construye Nicos Poulantzas, re-
tomando elementos clave de la visión que Gramsci tenía sobre 
el Estado, y que este lee como una condensación de relaciones 
de fuerzas, sustanciándolo bajo el criterio de autonomía relativa. 
Poulantzas (1981) sostiene que el Estado, sin dejar de representar 
de manera predominante los intereses de la clase o fracción hege-
mónica, reviste una autonomía relativa, en tanto asegura el interés 
político general del conjunto del bloque en el poder[18], organi-
zando el “equilibrio inestable de compromisos” (Gramsci) entre 
las distintas fracciones al tiempo que organiza esta hegemonía 
igualmente respecto de las clases subalternas. Esta perspectiva 
es coherente con el planteo de Gramsci de que el grupo social en 
[17] Esta última derivación se encuentra, según Jessop, en la base de las posiciones 
socialdemócratas.
[18] Como señala Poulantzas, el bloque en el poder “designa una alianza específica de 
las clases y fracciones de clase dominante” (1981: 24). Este concepto lo emparenta con 
el de pueblo como alianza de clases y fracciones subalternas.
Gramsci BI.indb 24 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
25
ascenso hegemónico debe ceder a ciertas demandas de los grupos 
subordinados para construir los consensos que le permitan reves-
tir a su propio proyecto de sociedad de cierto cariz universal, para 
lo cual el Estado que funda debe aparecer con algún grado de au-
tonomía, en el sentido de que, como decía Gramsci, debe expresar 
los intereses del grupo dirigente, pero hasta cierto punto, donde 
se puede chocar con aquellas demandas netamente corporati-
vas cuyo alcance pondrían en riesgo su apariencia universal. Sin 
embargo, esta autonomía es relativa porque el Estado es fundado 
para reproducir y expandir al propio grupo hegemónico y, en ese 
sentido, es siempre la expresión de un particular.
Existe un segundo tipo de tensión que versa sobre la relación 
entre clase y hegemonía. Por un lado, las clases parten de la estructu-
ra, según la posición y función que los grupos sociales ocupan en 
la producción, aun así las clases rebasan la dimensión estructural 
y se dan en su dimensión histórica en el terreno de la lucha de cla-
ses, atravesadas por todos los niveles de las relaciones de fuerzas. 
Por otro lado, ubicamos la hegemonía en el momento político de las 
superestructuras, pero que también las rebasa y no puede ser pen-
sada sin sus anclajes estructurales. ¿Cómo es entonces este vínculo 
entre clase y hegemonía? 
En este punto se nos plantean dos aportes teóricos de 
Gramsci que son cruciales para comprender esta relación: el papel 
de los intelectuales y el partido político (el Príncipe moderno); teniendo 
en cuenta que es el bloque histórico, en tanto concepto de totali-
dad, el centro en el cual se resuelve teóricamente dicha tensión. 
Esto se debe a que, como señala Portelli (1987), el bloque histórico 
es el vínculo orgánico entre la estructura y las superestructuras y, 
en ese camino, Gramsci da una expresión concreta a este vínculo: 
los intelectuales, el problema de la lucha ideológica y la estrategia 
política. Pero no hay lucha ideológica ni política sin fuerza política 
organizada, y aquí entra en escena el Príncipe moderno gramscia-
no. De hecho, en el pensamiento de Gramsci, Príncipe moderno e 
intelectuales comparten un mismo núcleo, un mismo rol orgánico: 
la dirección ideológico-cultural (“reforma intelectual y moral”) y la 
dirección política (construcción de una “voluntad colectiva”).
Gramsci BI.indb 25 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
26
El Príncipe moderno
El Príncipe moderno tiene origen en las lecturas que Antonio Gramsci 
realiza sobre El Príncipe de Maquiavelo (1995), a la luz de las ne-
cesidades del movimiento revolucionario de su tiempo. Podemos 
encontrar en el Príncipe dos cualidades esenciales que serán cons-
titutivas de la concepción gramsciana del Príncipe moderno: se 
trata de un “libro viviente”, un manifiesto político, “en el que ideo-
logía política y ciencia política se fundan en la forma dramática del 
‘mito’” (Gramsci, 2003: 9), y es la fuerza política, el partido, que lleva 
adelante la tarea histórica de fundar un nuevo Estado. El Príncipe 
en Maquiavelo es la personificación simbólica de la voluntad colecti-
va que procura la concreción de un fin político para el cual deberá 
ser un instrumento de instrucción y convencimiento, “que intenta 
realizar la educación política de […] la clase revolucionaria de su 
tiempo, el ‘pueblo’ y la ‘nación’ italiana” (Gramsci, 2003: 17). Así 
también, Gramsci avanza en la configuración del Príncipe moder-
no partiendo de estemismo esquema: el nuevo Príncipe será un 
manifiesto político, un “libro viviente”, ya que para Gramsci, como 
afirma Portantiero, “la posibilidad de transformar un pensamien-
to sobre la política en acción política devenía de la capacidad de 
construir una ideología-mito” (2000: 151). Por otra parte, el Príncipe 
moderno no es un héroe individual, sino que “sólo puede ser un or-
ganismo, un elemento de sociedad complejo en el cual comience a 
concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcial-
mente en la acción. Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo 
histórico y es el partido político” (Gramsci, 2003: 12). 
La centralidad del mito se vincula con la función de “creación 
de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y pul-
verizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva” (Gramsci, 
2003: 10). En este sentido, el Príncipe moderno debe movilizar las 
pasiones, volverse pueblo en la construcción de una voluntad co-
lectiva a partir de la articulación de los grupos sociales subalter-
nos, dando origen a una fuerza social y política transformadora que 
avance en un proceso de acumulación de fuerzas hacia la creación 
de un nuevo Estado.
Gramsci BI.indb 26 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
27
El Príncipe moderno como libro viviente
Según Gramsci, el carácter de “libro viviente” está dado por ser un 
manifiesto político que, sin ser un tratado sistemático, apela al mito 
para movilizar y organizar la voluntad colectiva de un pueblo, abor-
dando en su análisis las problemáticas que requieren ser esclare-
cidas para la concreción de determinado fin político que, tanto en 
Gramsci como en Maquiavelo, refiere a la necesidad de construc-
ción de un nuevo Estado, forjando también las formas organizati-
vas y estrategias para su consecución. 
Gramsci habla de libros vivientes en tanto poseen la cualidad 
de trascender un carácter meramente teórico para convertirse en 
motorizadores de la transformación social. Es decir, que conjugan 
el análisis científico con el carácter literario centrado en la idea del 
mito para dar forma a un proyecto político cuya realización requie-
re de la construcción de una voluntad colectiva. 
El Príncipe moderno, como libro viviente, en Gramsci to-
maría dos cuestiones fundamentales: la voluntad colectiva y la 
reforma intelectual y moral. Con respecto a la voluntad colectiva, 
constituida en objetivo cardinal de la estrategia política, indagaría 
acerca de las condiciones en las cuales esta podría desarrollarse, a 
partir de un análisis histórico y económico de la estructura social 
del país y “una representación ‘dramática’ de las tentativas realiza-
das a través de los siglos, para suscitar esta voluntad y las razones 
de sus sucesivos fracasos” (Gramsci, 2003: 13). La reforma intelectual 
y moral refiere a una disputa respecto de la concepción del mundo, 
incluyendo una reforma cultural que vaya en dirección de elevar 
en este sentido a los estratos sociales más bajos ligada, a su vez, a 
un programa de reforma económica. El Príncipe moderno debe ser 
quien organice y lidere estas reformas, “lo cual significa crear el 
terreno para un desarrollo ulterior de la voluntad colectiva nacional 
popular hacia el cumplimiento de una forma superior y total de ci-
vilización moderna” (Gramsci, 2003: 15). Gramsci lleva incluso más 
lejos el carácter radical de la transformación social liderada por el 
Príncipe moderno, señalando que el Príncipe-partido comenzaría a 
ocupar el lugar de la religión en un proceso de laicización de la vida 
construyendo una nueva visión hegemónica sobre el mundo. Hay 
Gramsci BI.indb 27 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
28
que recordar que la religión es considerada (retomando a Croce) 
como una concepción del mundo que deviene en norma de vida, o 
sea, con capacidad de incidir en las prácticas cotidianas.
El nuevo Príncipe como libro viviente tendría también una 
parte dedicada al jacobinismo “en cuanto ejemplificación de cómo 
se formó y operó en concreto una voluntad colectiva que al menos 
en algunos aspectos fue creación ex novo, original” (Gramsci, 2003: 
13). Quintana señala que el espíritu que rescata Gramsci del jacobi-
nismo, y que debe incorporar el Príncipe moderno, es el que refiere 
“a un partido determinado de la Revolución Francesa que concebía 
de determinada manera el desarrollo de la vida gala, con un progra-
ma determinado, apoyándose sobre determinadas fuerzas sociales 
y que llevó adelante una acción de partido y de gobierno con un 
método caracterizado por una extrema energía, decisión y resolu-
ción” (2000: 103). 
Estos temas mencionados del Príncipe moderno como libro 
viviente son también inherentes al partido político, ya que es libro 
viviente en tanto procura la transformación social, para lo cual es-
tudia las circunstancias históricas que lo rodean y busca generar, 
también en su apelación al mito, la instrucción acerca de las herra-
mientas políticas y estrategias para el despliegue de dicha ideolo-
gía-mito, que en Gramsci tienen un carácter revolucionario ligado 
al fin de construir un nuevo bloque histórico basado en las clases 
subalternas. Así, este Príncipe-partido deberá desempeñar un rol 
fundamental en la construcción hegemónica de una voluntad co-
lectiva que logre articular los reclamos subalternos y gestar una 
fuerza social y política capaz de fundar un nuevo Estado.
El Príncipe moderno como partido revolucionario
Gramsci afirma que “en la época moderna el protagonista del 
nuevo Príncipe no podría ser un héroe personal, sino un partido 
político, el determinado partido que en cada momento dado y en 
las diversas relaciones internas de las diferentes naciones inten-
te crear […] un nuevo tipo de Estado” (2003: 28). Como señalamos, 
el Príncipe moderno se constituye con base en una doble tarea: 
Gramsci BI.indb 28 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
29
un rol ideológico-cultural, que Gramsci denomina como reforma 
intelectual y moral, y un rol ligado a la estrategia política, el de 
construcción de una voluntad colectiva. La reforma intelectual y 
moral implica una tarea de crítica del orden social y las formas de 
dominación vigentes, sumada a la construcción de concepciones 
del mundo alternativas y la difusión de dichas concepciones. La 
voluntad colectiva está vinculada con la articulación de ese pueblo 
disperso que, superando la dimensión económico-corporativa de 
los reclamos, alcance la dimensión estrictamente política con el fin 
de fundar un nuevo Estado. Esta construcción de la voluntad colec-
tiva se vincula con su capacidad de articulación y movilización de 
los grupos sociales subalternos, en un proceso de universalización, 
en tanto los intereses y demandas de esta fuerza social y política 
puedan aparecer como portadores del bien común, como aquellos 
capaces de dar desarrollo a “todas” las energías nacionales. La tarea 
del partido es entonces la de crear y organizar esa voluntad colec-
tiva, de la cual él mismo es la expresión más activa, y emprender 
una reforma intelectual y moral en esa misma dirección, disputan-
do la influencia ideológica y cultural de los otros grupos sociales. 
Así, debe servir de elemento cohesionante para el despliegue de la 
estrategia política y la construcción de hegemonía. Aquí podemos 
observar la revalorización de la subjetividad en Gramsci como un 
elemento central de la política que conlleva necesariamente la for-
mación de una nueva concepción del mundo, la construcción de un 
sujeto-pueblo con base en una labor permanente de organización y 
conciencia, que apela también a la pasión. 
Gramsci parte de la concepción del partido político como ex-
presión de un determinado grupo social y, en ese sentido, sostie-
ne que “cada partido no es más que una nomenclatura de clase” 
(2003: 32). Gramsci admite que los partidos orgánicos a cada clase 
puedan aparecer divididos en fracciones y presentarse como parti-
dos particulares diferentesy que “con mucha frecuencia el Estado 
Mayor intelectual del partido orgánico no pertenece a ninguna de 
esas fracciones pero actúa como si fuese una fuerza dirigente total-
mente independiente, superior a los partidos y a veces considerada 
así por el público” (Gramsci, 2003: 29). Este sería, por ejemplo, el 
caso de los periódicos y la prensa informativa que, si bien pueden 
Gramsci BI.indb 29 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
30
llamarse a sí mismos “apolíticos” o “independientes”, defienden y 
reproducen, en condiciones normales, los intereses fundamenta-
les y la concepción del mundo de la clase a la que son orgánicos. 
Incluso vale recalcar, como lo hace Piotte (1973), que si, por un lado, 
las fracciones del partido orgánico, proclamadas a sí mismas como 
“partidos”, se encuentran muchas veces en situación de disputas 
polémicas ligadas al interés inmediato de su propia organización, 
por ejemplo, en coyunturas electorales o respecto de factores se-
cundarios (no los fundamentales que atañen a la dominación de la 
clase representada), por otro, los representantes del Estado Mayor 
intelectual de la clase, que se ubican por fuera de estas organiza-
ciones y desligados de los intereses particulares de estas, serán 
más sensibles a los intereses fundamentales de la clase y a la pla-
nificación política de largo plazo[19]. En este sentido, la relación 
partido-clase no es una relación directa, de expresión de intereses 
como reflejo, sino una acción dinámica, compleja, relacionada con 
la construcción de hegemonía. 
De este modo, observamos en Gramsci una doble acepción 
del término partido: una noción amplia en la que el partido de ca-
rácter orgánico aparece como expresión del conjunto de la clase y 
como ideología general, superior a las distintas agrupaciones inme-
diatas, y una concepción del partido en sentido estricto, el partido 
como organización particular y concreta, es decir, como instru-
mento para la resolución de uno o varios problemas de la vida na-
cional e internacional. 
Luego de esta introducción general a la concepción gramscia-
na del partido, es necesario señalar la activa participación política 
que tuvo Gramsci en su vida y el instrumento político específico al 
que él aportó en busca de la configuración de ese Príncipe moderno: 
[19] También parece interesante recalcar que, en determinadas coyunturas, los me-
dios de comunicación pueden abandonar su lugar de “Estado Mayor intelectual” para 
ocupar una posición expresamente de “partido” en el sentido más específico. Esto 
ocurrió, por ejemplo, con el estallido del conflicto agrario en la Argentina en 2008, 
cuando los principales grupos mediáticos nacionales abandonaron el rol de orienta-
ción estratégica y general para situarse directamente en uno de los bandos en con-
flicto, oficiando de genuinos partidos de oposición, situación que continuaría en los 
años siguientes.
Gramsci BI.indb 30 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
31
el Partido Comunista Italiano, del cual Antonio Gramsci fue secre-
tario general desde 1924, cuando desplazó a Bordiga, hasta 1927, 
cuando, ya prisionero del fascismo, fue reemplazado por su compa-
ñero Palmiro Togliatti. 
Es por esto que Gramsci, como hombre de partido, profundi-
za en cuáles son los elementos fundamentales del partido revolu-
cionario y, en una nueva analogía bélica, señala tres. Un elemento 
primario, compuesto por los “soldados”, que aportan participación, 
disciplina y fidelidad pero que no se caracterizan por altas cualida-
des en cuanto a la planificación y organización. La disciplina debe 
ser entendida aquí, no como un cumplimiento de órdenes no com-
prendidas, sino como la asimilación consciente del despliegue de 
la política partidaria. Gramsci reconoce que el partido no podría 
existir sin ellos, pero tampoco podría existir sólo con ellos, ya que 
necesitan de una fuerza que los cohesione y los direccione (estos 
son los “capitanes”). Según Piotte, esto se vincula con la oposición 
de Gramsci a las teorías basadas en la espontaneidad de la masas, 
que generan movimientos esporádicos fácilmente reprimibles por 
la clase dirigente, ya que “las masas, comprendiendo en ellas su 
parte más consciente, no pueden llevar a cabo una acción perma-
nente y continua si no se hallan encuadradas en una organización 
fuertemente estructurada” (Piotter, 1973: 50). El segundo elemento, 
los “capitanes”, corresponde a los cuadros superiores del partido 
e incluye a los grandes organizadores, teóricos y estrategas. Es “el 
elemento de cohesión principal, centralizado en el campo nacional, 
que transforma en potente y eficiente a un conjunto de fuerzas” 
(Gramsci, 2003: 33) y está dotado de capacidad de inventiva y con-
ducción política. Gramsci considera que, si bien el partido no po-
dría funcionar sólo con este elemento, es sin embargo el primordial 
ya que “un ejército existente sería destruido si le llegasen a faltar 
los capitanes, mientras que la existencia de un grupo de capitanes, 
acordes entre sí, con fines comunes, no tarda en formar un ejérci-
to aun donde no existe” (Gramsci, 2003: 33). El tercer elemento es 
el medio, es decir, los cuadros intermedios, que son articuladores 
de los otros dos elementos y los ponen en contacto físico, moral e 
intelectual, en el sentido de que son el carril orgánico que los co-
munica con la dirección y asimismo desempeña un valioso papel 
Gramsci BI.indb 31 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
32
en la formación de los soldados. Este elemento es también de gran 
importancia, ya que en caso de ser eliminados los “capitanes”, se 
constituirá en el fermento de donde surgirán nuevos cuadros supe-
riores. Gramsci aclara que estos tres elementos no son estancos. En 
este sentido, es fundamental la tarea que desarrollen el segundo y 
tercer elemento en la instrucción política de los soldados; el partido 
cumple una función de creación constante de elementos dirigentes 
que multiplican su acción política en tanto aportan a consolidar el 
rol del partido como movilizador de la voluntad colectiva y refor-
mador moral e intelectual, procurando desarrollar al máximo las 
capacidades de todos sus miembros y con un fluido pasaje entre 
los distintos elementos. Así, Gramsci concibe que la formación de 
cuadros es una tarea fundamental del partido político.
El principio que Gramsci promovía para la organización es-
tructural y la vida de su partido es el centralismo democrático: 
El carácter “orgánico” sólo puede pertenecer al centralismo de-
mocrático, que es un centralismo en movimiento, vale decir, una 
continua adecuación de la organización al movimiento real, una ca-
pacidad de equilibrar el impulso de la base con las directivas de la 
superioridad, una inserción continua de los elementos que surgen 
de lo profundo de la masa en el sólido marco del aparato de direc-
ción, el cual asegura la continuidad y la acumulación regular de las 
experiencias (Gramsci, 2003: 92). 
Gramsci considera que esta dinámica de ida y vuelta entre los tres 
elementos constitutivos del partido tiene un valor preponderante 
para evitar que el centralismo democrático degenere en un centra-
lismo burocrático, donde se estancaría este movimiento y el grupo 
dirigente buscaría perpetuarse en forma indefinida para asegurar 
sus privilegios. En este caso, el partido aparecería como un fin en 
sí mismo, disociándose de su rol como herramienta de transfor-
mación social. El centralismo democrático consiste en el funciona-
miento fluido entre los distintos elementos del partido generando, 
en términos de Piotte, una “corriente de ósmosis” donde los cua-
dros superiores provienen de los intermedios, mientras que estos 
provienen de los soldados. A su vez, los “capitanes” organizan a los 
cuadros intermedios, y estos a los soldados, garantizando, por un 
Gramsci BI.indb 32 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
33
lado, la democracia interna delpartido, y por el otro su carácter 
orgánico y centralizado. 
Es importante recordar que la base organizativa propuesta 
para el partido –formulada por Gramsci y Togliatti en las Tesis de 
Lyon, presentadas en 1926 para el III Congreso del Partido Comunista 
Italiano con el objetivo de avanzar hacia la “bolchevización” del 
partido– es la organización por células a partir del lugar de trabajo. 
Al respecto, ambos señalan que “la organización por célula implica 
que en el partido se forme un estrato bastante amplio de elementos 
dirigentes […] que son parte de la masa y permanecen en ella aun-
que desempeñen funciones directivas” (Gramsci y Togliatti, 1984: 
28). La célula sería la forma organizativa por excelencia para la vin-
culación constante del partido con la masa. 
Duverger, en Los Partidos Políticos (1961), distingue dos rasgos 
fundamentales en la célula: la base de agrupación y el número de 
miembros. La célula descansa principalmente en una base profe-
sional, según el lugar de trabajo o de desempeño cotidiano de ta-
reas, pero también se contemplan células locales para reunir a los 
militantes dispersos en torno a una construcción territorial. Con 
respecto al número, Duverger señala que la célula debe partir al 
menos de tres miembros y alcanza su número óptimo entre quince 
y veinte. También remarca las cualidades que hacen de la célula 
una forma organizativa superadora de las anteriores: 
Se trata, en primer lugar, de un grupo absolutamente permanente, 
puesto que está formado donde se encuentran cotidianamente los 
miembros del partido. Fuera de las reuniones propiamente dichas, el 
contacto entre sus miembros es constante. A la entrada o salida del 
trabajo, el secretario puede fácilmente difundir consignas, repartir 
tareas, controlar la actividad de cada cual. Acción tanto más fuerte 
cuanto el número medio de miembros es poco elevado […] Resulta 
también que los miembros de la célula se conocen bien, y que la soli-
daridad hacia el partido se hace más fuerte (Duverger, 1961: 58). 
Duverger entiende que estos factores también son de especial utili-
dad en tiempos de clandestinidad.
Para concluir, debemos recordar que el accionar del Príncipe 
moderno se orienta, en materia de estrategia política para las 
Gramsci BI.indb 33 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
34
sociedades complejas, a la propuesta de Gramsci de guerra de po-
siciones, que requiere un esfuerzo prolongado de construcción de 
hegemonía. Hegemonía que implica la construcción de concepcio-
nes del mundo alternativas a partir de una crítica del orden so-
cial imperante y que, en este sentido, se relaciona con la dirección 
cultural, con la reforma intelectual y moral. Hegemonía que es al 
mismo tiempo estrategia política para la conformación de una vo-
luntad colectiva, que organice lo disperso y movilice las pasiones. 
Una voluntad colectiva que Gramsci define como nacional y popular. 
Nacional porque Gramsci retoma la concepción de Marx de que la 
revolución es nacional en su forma e internacional en su conte-
nido, porque si bien el capitalismo es un modo de producción que 
se expande mundialmente, cada escenario nacional, con su propio 
Estado, partidos, sindicatos, tradiciones culturales, etc., constituye 
el ámbito concreto donde se desarrollan las luchas cotidianas con-
figurando el marco de la acción de las distintas fuerzas. Gramsci 
observa la importante capacidad de interpelación de lo nacional 
así como el peso del Estado-nación como espacio de desarrollo de 
la estrategia política: frente a la derrota del proceso revolucionario 
llevado a cabo entre 1919 y 1920 del cual fue partícipe, Gramsci con-
cluyó: “no conocíamos Italia”. Aparece entonces la imposibilidad 
de reducir mutuamente clase y nación, y con esta imposibilidad 
emerge la necesidad de comprender al conjunto de agentes y a la 
cultura de un pueblo. Así, cobra importancia lo popular porque, si 
bien afirma la centralidad en la clase obrera –viendo en los produc-
tores directos de plusvalor el sujeto clave para la transformación 
social por ocupar el centro de las contradicciones en la relación ca-
pital/trabajo–, no se limita a esta, sino que debe articular al con-
junto de grupos sociales subalternos con el fin de universalizar sus 
intereses y construir una nueva hegemonía que logre confrontar 
con la dominante y derrotarla; así, los sujetos subalternos deben 
conformarse en pueblo[20]. En este sentido, Gramsci observa que 
[20] En el caso de Italia, Gramsci realizaba la autocrítica respecto de las dificultades 
que había tenido el movimiento obrero revolucionario del norte del país para articu-
larse con los reclamos del campesinado del sur y, debido a ello, para poder conformar 
la voluntad colectiva nacional-popular.
Gramsci BI.indb 34 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
35
es clave el rol tanto del partido político como de los intelectuales, 
para organizar la nueva concepción del mundo, dar homogeneidad 
y conciencia al grupo social de sus propios intereses y objetivos, 
construir la unidad de ese pueblo disperso y movilizar las pasiones 
para el desenvolvimiento de la estrategia política.
Los intelectuales en el pensamiento gramsciano
Intelectuales: alcance máximo y función específica
Junto al enfoque del Príncipe moderno, Gramsci desarrolla otro 
componente clave en cuanto a la conformación de la voluntad co-
lectiva nacional-popular y a su dirección política y cultural: los 
intelectuales. ¿Pero quiénes son los intelectuales? Gramsci se pre-
gunta si los intelectuales son un grupo autónomo o si cada grupo 
social tiene una categoría propia y especializada de intelectuales. 
Encuentra que en la historia se han dado dos modos fundamentales 
de formación de intelectuales. En primera instancia señala:
Cada grupo social, al nacer en el terreno originario de una función 
esencial en el mundo de la producción económica, se crea conjunta y 
orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan homo-
geneidad y conciencia de la propia función, no sólo en el campo eco-
nómico sino también en el social y en el político (Gramsci, 2004: 9).
En el capitalismo, junto con el empresario aparecen también los 
técnicos y especialistas que dan forma a la nueva economía, orga-
nizan la cultura, el derecho, etc. En síntesis, con cada clase se crea 
y forma un grupo de intelectuales orgánicos que son fundamentales 
para su desarrollo y para la conformación de una concepción del 
mundo acorde a sus intereses que, a su vez, le permita aparecer 
como el portador del “bien universal”, dando homogeneidad y con-
ciencia al propio grupo al tiempo que avanza hacia la dirección po-
lítica y cultural de los grupos subalternos.
En segundo lugar, Gramsci identifica un conjunto de intelec-
tuales tradicionales ligados principalmente a estructuras económicas 
precedentes y que aparecen como portadores de una continuidad 
histórica no interrumpida. El ejemplo característico, que Gramsci 
Gramsci BI.indb 35 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
36
señala, es el de los eclesiásticos, que si bien en su momento fueron 
intelectuales orgánicos de la aristocracia terrateniente, perviven 
en sociedades posteriores, incluso aunque haya desaparecido la 
conducción política del grupo social que le dio origen. Esta con-
tinuidad les permite forjar, a los intelectuales tradicionales, un 
espíritu de cuerpo y generar la percepción de sí mismos como 
autónomos del grupo social dominante. Estas dinámicas a su vez 
tienen implicancias superestructurales sobre otros grupos de inte-
lectuales –como Gramsci observa en su época respecto de la filoso-
fía idealista–, que asumen para sí mismos la creencia de constituir 
una categoría de intelectuales independientes de los poderes esta-
blecidos (Gramsci, 2004).
Luego Gramsci se pregunta sobre la amplitud de la categoría 
de los intelectuales, indagando cuál es el límite máximo que la mis-
ma admite.En este punto señala que el error más difundido es el 
de identificar a los intelectuales sólo con aquellos que desarrollan 
actividades específicamente intelectuales y no haber buscado esta 
categoría partiendo del entramado de relaciones sociales en que 
estas actividades se enmarcan y de los grupos sociales a los cuales 
se vinculan. Así, llega a visualizar el límite máximo de la categoría:
Todos los hombres son intelectuales, podríamos decir, pero no todos 
los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales […]. 
Cuando se distingue entre intelectuales y no intelectuales, en rea-
lidad sólo se hace referencia a la inmediata función social de la ca-
tegoría profesional de los intelectuales, es decir, se tiene en cuenta 
la dirección en que gravita el mayor peso de la actividad específica 
profesional, en la elaboración intelectual o en el esfuerzo nervioso-
muscular. Esto significa que si se puede hablar de intelectuales, no 
tiene sentido hablar de no intelectuales, porque los no-intelectuales 
no existen. Pero la misma relación entre esfuerzo de elaboración 
intelectual-cerebral y esfuerzo nervioso-muscular no es siempre 
igual; por eso se dan diversos grados de actividad específicamente 
intelectual. No hay actividad humana de la que se pueda excluir 
toda intervención intelectual, no se puede separar el homo faber 
del homo sapiens. Cada hombre, considerado fuera de su profesión, 
despliega cierta actividad intelectual, es decir, es un “filósofo”, un 
Gramsci BI.indb 36 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
37
artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción del 
mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso con-
tribuye a sostener o a modificar una concepción del mundo, es decir, 
a suscitar nuevos modos de pensar (Gramsci, 2004: 13).
Esta afirmación es de gran importancia a la hora de pensar la cons-
trucción de hegemonía, ya que implica que todo grupo social fun-
damental, independientemente de la tarea específica que realiza 
en el ámbito de la producción, puede generar su propia categoría 
de intelectuales. 
Gramsci reitera esta perspectiva acerca de la amplitud de la 
categoría de los intelectuales en su abordaje sobre la articulación 
entre filosofía, religión y sentido común, afirmando que “todos los 
hombres son ‘filósofos’” (2008: 7). Esta premisa se sustenta en que 
es posible dar cuenta de una “filosofía espontánea” de la cual “todo 
el mundo” participa, brindándonos un conjunto de factores clave 
para pensar la gravitación de las concepciones del mundo, su con-
formación y disputa, que tienen un lazo indisoluble con la hege-
monía. Esta filosofía espontánea se encuentra contenida en tres 
anclajes: 
a) En el lenguaje, que no es neutro ni inocuo, sino que posee 
un conjunto articulado de nociones y conceptos cargados de 
sentido y contenido que expresa una visión cristalizada de 
lo social. Es filosofía y cultura de uso cotidiano, ya que como 
enfatiza Gramsci, en el lenguaje está contenida una determi-
nada concepción del mundo.
b) En la participación del sentido común y los núcleos de buen 
sentido, que representan la capacidad de los grupos sociales 
de tomar conciencia del lugar que ocupan en la estructura 
de la sociedad y de las contradicciones que los atraviesan, lo 
cual habilita un primer paso hacia la distinción en términos 
de clases.
c) En la participación de distintas variantes de religión popu-
lar y del folklore, entendido como un sistema de creencias, 
supersticiones y modos de ver y actuar arraigados en un 
pueblo.
Gramsci BI.indb 37 16/11/16 13:43
Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana
38
De este modo, todos son partícipes al menos de una filosofía es-
pontánea en tanto que en la más mínima actividad intelectual está 
contenida una concepción del mundo, lo cual nos pone frente a la 
problemática del conocimiento y el rol de la crítica. Aquí se abre una 
disyuntiva fundamental que está en la base de cualquier proceso 
emancipatorio posible: se puede participar de una concepción del 
mundo “‘impuesta’ mecánicamente por el ambiente externo, o sea, 
por uno de los tantos grupos sociales en que uno se encuentra in-
cluido” (Gramsci, 2008: 8) o se puede elaborar la propia concepción 
del mundo de manera consciente y crítica. Pero Gramsci plantea, en 
esta misma mirada sobre la actitud crítica y la toma de conciencia, 
el terreno que constituye el punto de partida: la propia esfera de 
actividad; porque como decían Marx y Engels (1985) en La ideología 
alemana, los hombres son lo que hacen y cómo lo hacen. Esta esfera 
de actividad es la base para entrar en el mundo consciente y par-
ticipar activamente en la elaboración de la “historia del mundo”, 
en tanto implica como punto de partida comprender en qué lugar 
de la estructura uno está inscripto. Aquí visualizamos otro puente 
sólido con su enfoque de los intelectuales orgánicos: cada grupo 
social, situado en un espacio determinado de la producción de la 
vida material, crea una categoría de intelectuales que aportan a la 
conformación de la propia visión del mundo, a la organización y 
homogeneización del grupo, es decir, a su reconocimiento como co-
lectivo objetivo en el plano de las relaciones sociales de producción 
(más allá de la voluntad) y como sujeto en el plano de la historia a 
través de la batalla política e ideológica en la que se constituye la 
voluntad colectiva.
En este punto aparece una lectura dinámica y rica de la rela-
ción entre estructura y superestructura: el hombre como ser colec-
tivo, en el terreno de las relaciones de producción, está fracturado 
en clases sociales a partir de un conjunto de coordenadas, siendo la 
principal la relación trabajo asalariado/capital que divide el campo 
de lo social entre propietarios de medios de producción y los despo-
seídos de los mismos que sólo tienen para vender su fuerza de tra-
bajo. Pero al mismo tiempo Gramsci dice: “por la propia concepción 
del mundo se pertenece siempre a un determinado agrupamiento” 
(2008: 8). Entonces existe la posibilidad de una doble pertenencia 
Gramsci BI.indb 38 16/11/16 13:43
Gastón Ángel Varesi 
39
que vuelve a poner el foco en la lucha por la hegemonía y que se 
ancla en las contradicciones que el capitalismo arrastra consustan-
cialmente sobre la humanidad entera y muy particularmente sobre 
los que ocupan las posiciones subalternas en la producción social: 
es posible, y en general es usual, tener una visión del mundo inco-
herente con el propio lugar que se ocupa en el terreno social y, para 
decirlo más claramente, se puede ser un explotado y participar de 
la visión del explotador[21]. Por eso, como sostiene Gramsci, lo que 
media y actúa de base de cualquier posibilidad de liberación es el 
“conócete a ti mismo”, porque además, “cuando la concepción del 
mundo no es crítica ni coherente, sino ocasional y disgregada, se 
pertenece simultáneamente a una multiplicidad de hombres masa” 
(2008: 8) y esta es la definición misma que Gramsci da al sentido 
común, entendiéndolo como una concepción del mundo absorbida 
acríticamente de numerosos ambientes culturales en los que se 
desarrolla la individualidad moral del hombre medio; una concep-
ción del mundo disgregada e incoherente, que generalmente es in-
congruente respecto de la posición social de las multitudes. Aquí 
se evidencia el papel liberador de la crítica, porque según Gramsci 
criticar la propia concepción del mundo es tornarla consciente; o 
sea, ver cuáles son las ideas que nos atraviesan y componen, cuáles 
son esos hombres-masas que nos están constituyendo. Esto implica 
desnaturalizar las ideas y los valores, percibirlos como una cons-
trucción producto de una lucha histórica, comprendiendo que estos 
no son inocuos sino que se vinculan con intereses determinados y 
que habilitan la reproducción del orden social. Por eso el sentido co-
mún es siempre el sentido común dominante de una época y tiende 
a expresar, de forma difusa y

Continuar navegando

Materiales relacionados