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Varesi, G. (Comp.) Hegemonía y lucha política en Gramsci: Selección de textos Varesi, G. (Comp.) (2016). Hegemonía y lucha política en Gramsci : Selección de textos. Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Luxemburg. (Batalla de ideas). En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/libros/pm.4613/pm.4613.pdf Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0 Gramsci BI.indb 2 16/11/16 13:43 Hegemonía y lucha política en Gramsci Gramsci BI.indb 3 16/11/16 13:43 Gramsci, Antonio Hegemonía y lucha política en Gramsci : selección de textos / Antonio Gramsci ; compilado por Gastón Ángel Varesi ; prólogo de Gastón Ángel Varesi. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Luxemburg, 2015. 158 p. ; 20 x 14 cm. - (Batalla de ideas / Atilio Alberto Boron) ISBN 978-987-1709-39-7 1. Ideologías. 2. Política . I. Varesi, Gastón Ángel, comp. II. Varesi, Gastón Ángel, prolog. III. Título. CDD 324.2 Gramsci BI.indb 4 16/11/16 13:43 Colección Batalla de Ideas Hegemonía y lucha política en Gramsci Selección de textos Antonio Gramsci Buenos Aires, Argentina Gramsci BI.indb 5 16/11/16 13:43 Colección Batalla de Ideas Director: Atilio A. Boron Hegemonía y lucha política en Gramsci. Selección de textos Antonio Gramsci Estudio Introductorio Introducción a la perspectiva gramsciana de la hegemonía. Intelectuales, partidos y relaciones de fuerzas Gastón Ángel Varesi © 2016 Ediciones Luxemburg Tandil 3564 dpto. E, C1407HHF Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina Email: edicionesluxemburg@yahoo.com.ar Facebook / Ediciones Luxemburg Twitter: @eLuxemburg Blog: www.edicionesluxemburg.blogspot.com Teléfonos: [54 11] 4611 6811 / 4304 2703 1ª Edición, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, noviembre de 2016 Edición: Ivana Brighenti y Virginia Feinmann Diseño editorial: Santángelo Diseño Impresión: Docuprint Distribución Badaraco Distribuidor Entre Ríos 932, C1080ABE, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina Email: badaracodistribuidor@hotmail.com Sitio Web: www.badaracolibros.com.ar Teléfono: [54 11] 4304 2703 ISBN 978-987-1709-39-7 Gabriel Badaraco Ivana Brighenti Paola Gallo Peláez Marcelo F. Rodríguez Queda hecho el depósito que establece la Ley 11723. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su almacenamiento en un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio electrónico, mecánico, fotocopia u otros métodos, sin el permiso previo del editor. Impreso en Argentina Gramsci BI.indb 6 16/11/16 13:43 7 Estudio Introductorio Introducción a la perspectiva gramsciana de la hegemonía. Intelectuales, partidos y relaciones de fuerzas Gastón Ángel Varesi 9 Selección de textos de Antonio Gramsci Análisis de las situaciones. Relaciones de fuerzas 83 La formación de los intelectuales 95 Notas sobre Maquiavelo, sobre política y el Estado moderno 105 El partido político 113 Lucha política y guerra militar 119 Paso de la guerra de movimiento (y del ataque frontal) a la guerra de posición también en el campo político 129 Sumario Gramsci BI.indb 7 16/11/16 13:43 Introducción al estudio de la filosofía y del materialismo histórico 131 Índices analítico y onomástico [de los textos de Antonio Gramsci] 153 Gramsci BI.indb 8 16/11/16 13:43 9 Estudio Introductorio Introducción a la perspectiva gramsciana de la hegemonía. Intelectuales, partidos y relaciones de fuerzas Gastón Ángel Varesi Introducción El pensamiento de Antonio Gramsci, comunista italiano de princi- pios del siglo XX, muestra gran vigencia y relevancia para el aná- lisis de los procesos contemporáneos. Gramsci escribió muchas de sus principales ideas en la cárcel, a la que estuvo condenado por el régimen fascista (1927-1937), a pesar de lo cual, en su agudeza, pudo entrever las tendencias que comenzaban a definir a las socie- dades complejas, aportando claves indispensables para su estudio y transformación. El presente trabajo constituye un estudio introductorio a la perspectiva gramsciana de análisis de su período carcelario, des- plegada a partir de la centralidad del concepto de hegemonía, dan- do cuenta tanto de la vastedad que su propuesta teórica involucra como de la definición y localización específica de dicho concepto. En este sentido, tras delinear una primera aproximación sintética, articulamos la construcción de hegemonía con el plan de análisis de situaciones y relaciones de fuerzas, con el fin de poder entrever el alcance multidimensional y multiescalar que debe ser atendido para captar la riqueza y complejidad del pensamiento gramsciano. Habremos de visualizar el plan global en el que se inscribe la he- gemonía para retornar luego al nivel estrictamente político donde se materializa la dirección de un grupo social sobre otros, en un Gramsci BI.indb 9 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 10 trayecto que universaliza una concepción del mundo expresando una unidad de fines políticos y económicos, intelectuales y mora- les, definiendo los grandes temas de la agenda nacional hasta al- canzar la fundación de un nuevo Estado. Luego de establecer la relación entre la dimensión específica donde se juega la hegemonía y los otros niveles y escalas de las rela- ciones de fuerzas, ubicamos el origen de su desarrollo en el proceso de complejización de las sociedades, a partir del cambio de balance que se da entre la sociedad civil y el Estado, el cual motiva a Gramsci a delimitar dos tipos de sociedades, Oriente y Occidente. A partir de allí establecemos la vinculación entre hegemonía y estrategia política, en el paso, que Gramsci define, de la preeminencia de la guerra de maniobras a la guerra de posiciones, ligado al creciente desenvolvi- miento de la sociedad civil. Culminamos dicha sección indagando la visión gramsciana sobre el Estado, con el fin de abonar el carácter político del concepto de hegemonía para volver a preguntarnos su relación con los fenómenos de carácter estructural, y re-pensar el concepto desde la unidad del bloque histórico. Allí se desata una búsqueda que atraviesa un doble andarivel que transcurre estrechamente emparentado: el enfoque del Príncipe moderno y el rol de los intelectuales, ambos unidos en las dinámicas comunes de construcción de una voluntad colectiva y de la reforma intelectual y moral. El Príncipe moderno es abordado tanto en su ca- rácter de “libro viviente” como de partido político. Delineamos un camino que atraviesa el lugar del mito y la pasión en la política, la interpelación y movilización que conlleva la construcción de suje- to, el carácter nacional-popular de la voluntad colectiva, las diver- sas acepciones de partido en Gramsci, hasta llegar a los distintos elementos que componen una fuerza política y los principios recto- res de la vida partidaria, como el centralismo democrático. El último apartado tiene como motivación indagar la concep- ción gramsciana sobre los intelectuales, delimitando la amplitud del concepto y la función específica. Esta tarea nos convoca a pensar la relación entre ideología y política: desde la formación del sentido co- mún, la activación de los núcleos de “buen sentido”, a centrarnos en el rol de la crítica como punto de inflexión para los procesos de toma de conciencia que actúan en la base de la organización y las luchas Gramsci BI.indb 10 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 11 por la emancipación de los grupos sociales subordinados. Esto nos lleva a vislumbrar los componentes de toda concepción del mundo y recuperar, en particular, la perspectiva de Gramsci sobre el mar- xismo como concepción del mundo ligada a las clases subalternas. Luego, se vierten reflexiones en torno a las lógicas y tensiones de la construcciónde hegemonía, que atraviesan tanto el rol de los inte- lectuales como del Príncipe moderno, abordando el debate sobre la relación intelectuales/masa y la unidad entre teoría y práctica[1]. Finalmente, se despliegan conclusiones que recuperan los principales conceptos vistos en articulación con los procesos de cambio que actualmente se desarrollan en América Latina, plan- teando la vigencia y relevancia del pensamiento de Gramsci para comprender y transformar nuestras sociedades. Una aproximación al concepto de hegemonía En un primer acercamiento al concepto de hegemonía, podríamos señalar que el mismo remite (ya en su antecedente leninista[2]) a la dirección política, que en Gramsci es también dirección ideoló- gico-cultural de un grupo social sobre otros. La hegemonía es una [1] Por otra parte, abordar el pensamiento de Gramsci hoy constituye una invitación a indagar los procesos contemporáneos en su complejidad buscando aportar a su trans- formación. Es volver a plantearnos la pregunta por la revolución, en las múltiples dimensiones y escalas donde se materializan estos procesos, y plantear cuáles son las estrategias que definen hoy el avance de los pueblos. La etapa abierta en América Latina con el nuevo siglo parte del resquebrajamiento de los consensos de la era neo- liberal y la gesta de nuevas búsquedas, que en sus casos más radicalizados volvieron a reinstalar al socialismo como horizonte societario. En este sentido, y con el fin de mantener la estructuración lógica de la articulación del entramado conceptual gram- sciano, optamos por poner algunas ejemplificaciones y reflexiones sobre los procesos contemporáneos como notas al pie, de modo de facilitar algunos casos de aplicación concreta de los conceptos vistos. Estas reflexiones realizadas al pie de página se- rán luego la base para extraer conclusiones que nos permitan vincular los conceptos abordados con las dinámicas contemporáneas que se presentan en América Latina. [2] En Lenin (1973a), la hegemonía remite a la conducción de una clase sobre las otras, lo cual implica superar una fase gremial, corporativista, para convertirse en la di- rección política en el plano nacional. El término también ha sido aplicado por Lenin (1973b) al campo internacional para denotar la dirección en este ámbito, ligado al concepto de imperialismo (aspecto que, como veremos, Gramsci también continúa para pensar las relaciones de fuerzas internacionales). Gramsci BI.indb 11 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 12 relación social que atraviesa distintas dimensiones: parte de una base material ligada a la posición de las clases en la estructura y se realiza en las superestructuras, a través de una concepción del mun- do que encarna la visión general y expresa los intereses del grupo dirigente pero de forma universalizada, al tiempo que se plasma de formas diversas en el sentido común, en las prácticas cotidianas y, en su momento más desarrollado, en un tipo particular de Estado (Gramsci, 2003; 2008). De este modo, el concepto de hegemonía pro- vee una herramienta analítica que permite el abordaje de proble- máticas de índoles diversas ligadas a la lucha de clases y al conflicto político en general, siendo este el terreno de su conformación. En primera instancia, señalamos que la construcción de he- gemonía contiene un sustrato material vinculado a la estructura. Como sostiene Campione, “no hay hegemonía sin base estructural, la clase hegemónica debe ser una clase principal de la estructura de la sociedad, que pueda aparecer como la clase progresiva que realiza los intereses de toda la sociedad” (2007: 75). Esto se vincula a que Gramsci (2008) concibe las sociedades en términos de bloque histórico, que se define por una relación de reciprocidad, un proceso dialéctico real, entre la estructura y las superestructuras, enten- didas estas como un conjunto complejo, contradictorio y discorde, que expresan el conjunto de las relaciones de producción, sin ser ellas un mero “resultado” sino un compuesto de distintos elemen- tos políticos, jurídicos, ideológicos y culturales con entidad propia y con capacidad de incidencia sobre la dimensión estructural mis- ma. Gramsci sostiene que “la pretensión […] de presentar y exponer cada fluctuación de la política y la ideología como una expresión inmediata de la estructura, debe ser combatida teóricamente como un infantilismo primitivo, y prácticamente con el testimonio au- téntico de Marx” (2008: 104). En este camino, rescata una y otra vez la cita de Marx que señala que es en el plano de la ideología en que los hombres to- man conciencia de los conflictos en la estructura y le dan un valor gnoseológico, la convierten en método de análisis. Gramsci (2008) critica la noción peyorativa de ideología que había arraigado en el marxismo y que identificaba a toda ideología como mera apariencia o falsa conciencia. Sostiene que este error proviene de que solía Gramsci BI.indb 12 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 13 denominarse ideología tanto a una superestructura que posee co- rrespondencia necesaria a una estructura dada, como también a meras elucubraciones arbitrarias de determinados individuos. En este sentido, el error opera al identificarse una ideología no orgáni- ca a la estructura (o arbitraria); sostener que no son las ideologías las que modifican la estructura sino al revés, y entonces afirmar que una solución política es “ideológica”, en el sentido de ser insu- ficiente para modificar una estructura, y así se pasa a pensar toda ideología como pura apariencia, inútil. Gramsci distingue entre un tipo de ideologías que él llama “históricamente orgánicas”, estre- chamente ligadas a determinada estructura y al movimiento de la sociedad, y las separa de las ideologías “arbitrarias”, observando que las ideologías históricamente orgánicas organizan masas, for- man conciencia e inciden en la lucha, mientras que las arbitrarias sólo crean movimientos individuales y polémicas. A su vez, Gramsci subraya afirmaciones de Marx que señalan que una persuasión po- pular tiene a menudo la misma energía que una fuerza material[3]. El análisis de la hegemonía va a implicar entonces distintos momentos que Gramsci plasma en diversos escritos, pero para una aproximación más precisa es necesario vincularlo a su plan global de análisis de situaciones y relaciones de fuerzas, que desarrolla para comprender los procesos históricos en sus múltiples dimensiones y escalas. Estamos ante una concepción del poder que, lejos de verlo de forma monolítica, es desagregada para profundizar en sus dis- tintos elementos, porque Gramsci ya percibía que las sociedades modernas avanzaban hacia un proceso de complejización creciente. En este camino, Gramsci (2003) sostiene que el análisis de situacio- nes debe comenzar por las relaciones de las fuerzas internaciona- les, lo cual nos convoca, por un lado, a indagar las variaciones en las relaciones sociales fundamentales del modo de producción glo- balmente dominante y, por otro lado, a pensar las grandes poten- cias, los agrupamientos de Estados en distintos bloques o sistemas [3] En este sentido, Gramsci (2008) sugiere pensar al bloque histórico teniendo en cuen- ta que las fuerzas materiales son su contenido y las ideologías la forma, correspon- dencia visible en que las fuerzas materiales no serían concebibles históricamente sin forma y las ideologías serían caprichos individuales sin la fuerza material. Gramsci BI.indb 13 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 14 hegemónicos y a indagar las relaciones de soberanía o dependencia en lo que respecta a las potencias menores[4]. Estos dos momentos de las relaciones de fuerzas internacionales están orgánicamente vinculados[5], ya que como señala Gramsci, todo cambio en las re- laciones sociales fundamentales tiene impacto en las relaciones internacionales a nivel de los Estados,por ejemplo, a partir de sus expresiones técnico-militares. Luego, Gramsci presenta tres niveles de relaciones de fuerzas susceptibles de ser analizados en una escala nacional. Un primer nivel refiere a “una relación de fuerzas sociales estrechamente liga- da a la estructura, objetiva, independiente de la voluntad de los hombres […]. Sobre la base del grado de desarrollo de las fuerzas materiales de producción se dan los grupos sociales, cada uno de los cuales representa una función y tiene una posición determina- da en la misma producción” (Gramsci, 2003: 57). Estamos frente a [4] Es una invitación a pensar las transformaciones del capitalismo en la actualidad, y ver cómo se articulan las lógicas de la acumulación (como la transnacionalización del capital, la disputa por los recursos naturales, las relaciones de fuerzas entre sus fracciones, etc.) y las disputas entre los bloques de Estado (la declinante hegemonía unipolar de Estados Unidos, que parecía incuestionada con el colapso de la Unión Soviética y el socialismo europeo, y la emergencia de nuevos polos de poder global como China y Rusia en el BRICS, así como la consolidación del bloque latinoamericano y su ampliación de soberanía frente a Estados Unidos). Esta vinculación de ambas dimensiones pone de manifiesto la relevancia de otra importante categoría leninista: la del imperialismo. [5] Estos distintos elementos habían sido previamente rescatados por Rosa Luxemburgo, cuando llama la atención sobre al carácter dual de la acumulación del capi- tal: “de un lado, tiene lugar en los sitios de producción de la plusvalía –en la fábrica, en la mina, en el fundo agrícola y en el mercado de mercancías–. Considerada así, la acumulación es un proceso puramente económico, cuya fase más importante se rea- liza entre los capitalistas y los trabajadores asalariados […]. Paz, propiedad e igualdad reinan aquí como formas, y era menester la dialéctica afilada de un análisis cientí- fico para descubrir cómo en la acumulación el derecho de propiedad se convierte en apropiación de propiedad ajena, el cambio de mercancías en explotación, la igualdad en dominio de clases. El otro aspecto de la acumulación del capital se realiza entre el capital y las formas de producción no capitalistas. Este proceso se desarrolla en la escena mundial. Aquí reinan como métodos la política colonial, el sistema de emprés- titos internacionales, la política de intereses privados, la guerra. Aparecen aquí, sin disimulo, la violencia, el engaño, la opresión y la rapiña. Por eso cuesta trabajo descu- brir las leyes severas del proceso económico en esta confusión de actos políticos de violencia, y en esta lucha de fuerzas” (1912: 224). Como recuerda Harvey (2005), estos dos aspectos de la acumulación están orgánicamente vinculados y la evolución his- tórica del capitalismo sólo puede ser comprendida si los estudiamos conjuntamente. Gramsci BI.indb 14 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 15 la posibilidad de captar un tipo de poder que emana de la estruc- tura: en la actualidad, las grandes corporaciones transnacionales (muchas de las cuales manejan un producto mayor que el Producto Bruto Interno de los países donde se instalan) poseen distintos niveles de capacidad decisoria sobre las variables económicas ya que, por su volumen de negocios, sus propias acciones inciden, por ejemplo, sobre el empleo, la inversión, el crecimiento, la formación de precios, etc. Por su parte, la cantidad de asalariados, sus con- diciones homogéneas o heterogéneas de trabajo, su distribución geográfica, etc., influyen también sobre el escenario de lucha de clases[6]. En síntesis, este nivel implica ver los grupos sociales en su anclaje material, en su posición específica en las relaciones de producción. Incluso debemos rescatar que en su análisis del ameri- canismo y el fordismo, Gramsci observa cómo las transformaciones del proceso productivo dan lugar a una forma de hegemonía que parte de la fábrica misma. El segundo nivel refiere a las relaciones de fuerzas políticas, que Gramsci ve vinculadas al grado de homogeneidad, conciencia polí- tica colectiva y organización, y que posee distintas gradaciones: (a) un grado económico-corporativo, basado en una solidaridad que se limita al grupo profesional[7]. (b) Luego, hay un grado más avanzado de conciencia, solidaridad y organización que se extiende a todo el [6] En este sentido, puede pensarse, a modo de ejemplo, cómo la última dictadura en la Argentina buscó, según Villarreal (1985), heterogeneizar las condiciones objetivas de vida de los trabajadores para quebrar su solidaridad, mientras que procuró homo- geneizar a la clase dominante y forjar un nuevo bloque de poder. Por el contrario, la experiencia de la Venezuela bolivariana emprendió una vasta estrategia para generar nuevas relaciones de producción y empoderar a los trabajadores, conformando una fuerza integral, en lo político, económico y social, que pudiera comenzar a disputarle el proceso productivo al gran capital. En esa línea se avanzó, por un lado, en nacio- nalizaciones y expropiaciones y, por otro, en la creación de empresas dirigidas por sus trabajadores y de empresas mixtas, cogestionadas entre trabajadores y Estado. [7] Por ejemplo, pensemos en el caso de un trabajador de cualquier rama, suponga- mos un obrero de la construcción; en este grado ese trabajador se siente y se reconoce como obrero de la construcción, se organiza y lucha por sus reivindicaciones especí- ficas, pero no toma conciencia de que el empleado de comercio es un trabajador igual que él, ni del conjunto de los trabajadores y, por ende, no toma parte en luchas por la clase en su conjunto. Gramsci BI.indb 15 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 16 grupo social, pero aún en el plano netamente económico[8], pero to- davía no aparece la pregunta por el poder político, no se cuestiona la subordinación respecto de otro grupo social, ni tampoco se plantea la posibilidad de que su propia clase dirija a la sociedad en su con- junto. (c) Entramos finalmente en un grado superior, estrictamente político, donde sí se plantea la cuestión del poder en toda su magni- tud, incluyendo las dimensiones anteriores, pero sobrepasándolas en un momento cualitativamente distinto “que señala el pasaje neto de la estructura a la esfera de las superestructuras complejas”: Es la fase en la cual las ideologías ya existentes se transforman en “partido”, se confrontan y entran en lucha, hasta que una sola de ellas, o al menos una sola combinación de ellas, tiende a prevale- cer, a imponerse, a difundirse por toda el área social, determinando, además de la unidad de los fines económicos y políticos, la unidad intelectual y moral, planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha, no sobre un plano corporativo, sino sobre un plano “universal” y creando así la hegemonía de un grupo social fundamental sobre una serie de grupos subordinados. El Estado es concebido como organismo propio de un grupo, destinado a crear las condiciones favorables para la máxima expansión del mismo grupo; pero este desarrollo y esta expansión son concebidos y presentados como la fuerza motriz de una expansión universal, de un desarrollo de todas las energías “nacionales”. El grupo dominante es coordinado concretamente con los intereses generales de los grupos subordina- dos y la vida estatal es concebida como una formación y una supera- ción continua de equilibrios inestables (en el ámbito de la ley) entre los intereses del grupo fundamental y los de los grupos subordinados, equilibrios en donde los intereses del grupo dominante prevalecen pero hasta cierto punto, o sea, hasta el punto en que chocan con el mezquino interés económico-corporativo (Gramsci, 2003: 57-58). [8] En este caso, siguiendo el ejemplo del obrero de la construcción, este sí se reconoce como miembro de la clase trabajadora;se organiza no sólo en su sindicato específi- co sino que se involucra en una central de trabajadores y participa de las peleas no sólo de su sector sino también de aquellas que impliquen la conquista de derechos económicos para toda la clase, como la distribución del ingreso, la mejora de las con- diciones laborales, etcétera. Gramsci BI.indb 16 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 17 En este punto se observan tanto las vastas implicancias que una perspectiva analítica en términos de hegemonía puede abarcar, como también su ubicación específica, donde se centra dicho re- corrido: la dimensión superestructural, en su grado estrictamente político, que está soldada a la realización de una concepción del mundo, a una reforma intelectual y moral que se plasma en acción, en dirección de un grupo social sobre otros. El párrafo citado cons- tituye uno de los aportes más ricos de la literatura gramsciana, en tanto que en el mismo se consolidan aspectos clave de su pensa- miento. Por una parte, la hegemonía aparece asociada a la disputa ideológica. Como afirmábamos en el comienzo, la batalla de ideas ocupa un lugar importante en el pensamiento gramsciano; estas se transforman en “partido”, es decir, en un proyecto de sociedad, en tanto es una concepción del mundo que cobra forma concreta tomando posición sobre los aspectos cardinales que atraviesan la vida de una nación en un momento determinado, por lo cual impli- ca establecer definiciones sobre los grandes temas de la agenda pú- blica (“planteando todas las cuestiones en torno a las cuales hierve la lucha”) y alcanza, en ese sentido, a expresar una unidad. Esta unidad incluye distintos aspectos: es una unidad de fines económi- cos y políticos, lo que nos permite pensar que da forma a un pro- yecto de gobierno, ligado a los intereses estratégicos de la clase o fracción hegemónica pero articulando concesiones en relación con los grupos subordinados, y es unidad intelectual y moral, modifi- cando ideas, valores, incidiendo sobre el plano de la cultura. Pero esta hegemonía logra constituirse en tanto tal porque traspasa el nivel corporativo, y se piensa y plantea desde el lugar de lo univer- sal, como el desarrollo de “todas las energías nacionales”, por lo que el componente consensual de la política tiende a prevalecer por sobre el componente de la coerción. Esto se debe a que la hegemonía se relaciona con el carácter dual de la acción política, que Gramsci ve en Maquiavelo, correspon- diente “a la doble naturaleza del centauro maquiavélico, de la bestia y del hombre, de la fuerza y del consenso, de la autoridad y de la hegemonía” (Gramsci, 2003: 48). Es por ello que podemos entender entonces que la hegemonía, como nos recuerda Campione, es “el predominio intelectual y moral, diferente del ‘dominio’ en el que se Gramsci BI.indb 17 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 18 encarna el momento de la coerción, pero esa ‘dirección’ tiene raíces en la base, componentes materiales junto a los ‘espirituales’. Es una acción con elementos tanto ‘materiales’ como ‘ideales’” (2006: 31). Como ya señalamos, no hay hegemonía sin base estructural, por lo que la clase hegemónica debe ser una clase principal de la estruc- tura de la sociedad, que, asimismo, pueda aparecer como la clase progresiva, que realiza los intereses de la sociedad en su conjunto. Es por esto que el análisis de relaciones de fuerzas a nivel nacional posee un primer nivel en las fuerzas sociales, en el análisis mate- rial del orden de la reproducción económica, viendo el lugar y fun- ción que los grupos sociales ocupan en la producción. Pero la clase con pretensiones hegemónicas debe superar la mera dominación en el plano de la economía, e incluso debe superar la mera domina- ción por coerción en el plano de la política, y para ello debe ponerse por encima de sus propios intereses corporativos y articularlos con ciertas concesiones a otros grupos sociales para devenir en clase dirigente, en clase hegemónica. En simultáneo, debe construir y difundir una concepción del mundo que se vaya constituyendo en sentido común, y de la que participen los grupos sociales subalter- nos, otorgando adhesión y legitimidad al orden social[9]. Pero si la política contiene la naturaleza del centauro maquia- vélico, entonces el momento de la coerción y de la violencia ocupa también un importante lugar. Es por esto que Gramsci señala un tercer nivel en las relaciones de fuerzas: las relaciones de fuerzas mi- litares. Gramsci sostiene el carácter decisivo de estas relaciones de fuerzas cuando son puestas en juego[10]. Él distingue, al interior de [9] Uno de los grandes triunfos de la burguesía en su devenir hegemónico se materia- liza cuando las clases subalternas adhieren a sus proyectos al punto de no identificar la relación de explotación a la que están sujetos, a naturalizarla, dejando de percibir, por ejemplo, la estructura clasista de las sociedades capitalistas (o asumiéndola como lo natural o la mejor forma posible), y los trabajadores se asumen a sí mismos bajo otras categorías que velan la desigualdad concreta, como la de ciudadano (en tanto igualdad formal frente a la ley) o consumidor (como igualdad y libertad formal de compra y venta de bienes). [10] Esto se confirma constantemente, como en años recientes, en los que países como Irak o Libia fueron sometidos en tiempos mínimos por fuerzas al servicio de las principales naciones imperialistas, ya sea con la invasión directa en el primer caso, o a través de tropas mercenarias con asistencia bélica y financiera, en el segundo. Gramsci BI.indb 18 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 19 las mismas, dos subniveles. Uno técnico-militar, ligado a las condicio- nes objetivas de las fuerzas: su tamaño, organización, armamento, etc.[11]. Y otro político-militar, que refiere a la capacidad de desplegar formas de acción política que busquen disgregar “íntimamente” al enemigo (por ejemplo, desmoralizándolo), o en acciones de masas a lo largo del territorio que permitan diluir y dispersar parte de su capacidad bélica[12]. Las imágenes de la guerra y de las relacio- nes de fuerzas militares tiñen de modo significativo la perspectiva gramsciana de la hegemonía. Esto se debe a que, para el análisis de la propia dinámica política, Gramsci ha tendido a utilizar analogías de la estrategia militar. En síntesis, una primera aproximación al concepto de hege- monía implica reconocer que es una relación social basada en la conducción de un grupo social sobre otros, que esta dirección se gesta en una dinámica conflictiva, de lucha, en la cual los compo- nentes consensuales tienden a prevalecer por sobre los coercitivos. Estos consensos refieren a articulación de demandas e intereses de los subordinados dentro del marco de la concepción del mundo de los dirigentes, y en su punto más elevado tienden a expandirse por toda el área social, apareciendo como la realización de un uni- versal, definiendo los grandes temas que puntualizan la vida de una nación, a nivel político, económico, ideológico y cultural, y a conformar un nuevo Estado. [11] En la actualidad, en este subnivel de las relaciones de fuerzas, Estados Unidos parecería seguir siendo el predominante en toda la línea; su capacidad de fuego, su desarrollo tecnológico y la posesión de la mayor cantidad de armas de destrucción masiva lo ponen a la cabeza, además de haber gestado un sinnúmero de ejércitos privados y mercenarios que actúan cuando su gobierno no puede hacerlo directamen- te. También cuenta con los países europeos como aliados subordinados en la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte). Aun así, la posible unión de China con Rusia y otros aliados podría representar todo un desafío al dominio bélico unipolar. [12] Casos como la Revolución Cubana y la guerra de Vietnam constituyen ejemplos destacados de este subnivel, donde la unidad de revolución política ylas tácticas po- lítico-militares desplegadas permitieron ganar guerras que, en el subnivel técnico- militar, sugerían pronósticos sumamente desfavorables. Gramsci BI.indb 19 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 20 Tipos de sociedades, estrategia política y Estado De la guerra de maniobras a la guerra de posiciones Si bien la construcción de hegemonía posee anclajes estructurales, su nivel específico es el político y, en ese sentido, debe ser compren- dida en relación con la estrategia política. Esta articulación es desple- gada por Gramsci a partir del análisis que realiza de dos tipos de sociedades, disímiles en cuanto al grado de desarrollo de la sociedad civil y el peso del Estado[13], a las que denomina Oriente y Occidente: En Oriente el Estado era todo, la sociedad civil era primitiva y gela- tinosa; en Occidente, entre Estado y sociedad civil existía una justa relación y bajo el temblor del Estado se evidenciaba una robusta es- tructura de la sociedad civil. El Estado sólo era una trinchera avan- zada, detrás de la cual existía una robusta cadena de fortalezas y casamatas (Gramsci, 2003: 83). Encontramos entonces en Oriente un Estado preponderante y un escaso desarrollo de la sociedad civil, mientras que en Occidente se ha gestado un proceso de complejización a partir de la ampliación de la sociedad civil, desplegando diversas instancias que resguar- dan al orden establecido. A partir de esta caracterización, Gramsci piensa las distintas estrategias políticas a llevar adelante según el tipo de sociedad[14], para lo que utiliza una analogía entre la guerra militar (a partir de las experiencias dejadas por la Primera Guerra Mundial) y la lu- cha política. La estrategia a desarrollar en Oriente es la del ataque [13] La sociedad civil remite a los espacios “privados” de participación voluntaria (que también podrían ser pensados como ámbitos de vida pública no estatal), tales como sindicatos, partidos, iglesias, medios de comunicación, centros de fomento, en- tre otros. También hay que notar que Gramsci maneja dos acepciones de Estado: una en sentido estricto, ligada a lo político-jurídico con centro en la coerción (la sociedad política) y otra ampliada, donde en el Estado se funden la sociedad civil y la sociedad política, el momento de la coerción y el del consenso. En las citas seleccionadas sobre la tipificación de Oriente y Occidente, utiliza la versión del Estado en sentido estricto y su relación con la sociedad civil. [14] Tengamos en cuenta que Gramsci es un dirigente revolucionario tributario del marxismo-leninismo, por lo que el análisis de las sociedades está motivado por el objetivo de su transformación. Gramsci BI.indb 20 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 21 frontal, la guerra de maniobras o de movimientos. Como resume Piotte: “en la guerra de movimientos, la artillería se utiliza para abrir una brecha en las defensas del enemigo, brecha que sea suficiente para hacer posible la irrupción de las tropas y conseguir un éxito estra- tégico importante, si no definitivo” (1973: 91). Es decir, que en las sociedades con escaso desarrollo de la sociedad civil, la estrategia política revolucionaria puede triunfar a partir del ataque frontal contra la clase dominante teniendo en cuenta que la destrucción del aparato estatal y de las fuerzas militares del enemigo garanti- zarían de modo casi concluyente el triunfo; esta sería la estrategia practicada victoriosamente en la Revolución Rusa. En una forma- ción social sin gran desarrollo de su sociedad civil y con una vida centrada alrededor del Estado, la confrontación abierta y directa contra la dirección de ese Estado (en este caso, la exterminación del zarismo y sus instituciones) sumada a la derrota de sus fuerzas militares, en un contexto de crisis signado por la guerra mundial y la crisis económica, fue suficiente para abrir una brecha que posibi- litara el avance decisivo de las fuerzas revolucionarias. Sin embargo, esta estrategia es inadecuada para conducir un proceso de transformación en Occidente donde el Estado puede con- siderarse la trinchera más avanzada, pero la sociedad civil posee ca- pacidad de reconstrucción del sistema hegemónico. En este caso, la estrategia a aplicar es la guerra de posiciones, que es la lucha por la hegemonía previa a la conquista del Estado, la cual requiere de es- fuerzos prolongados y de gran cantidad de recursos humanos y mate- riales, porque, en términos militares, la guerra de posiciones incluye tanto las trincheras como el sistema organizativo e industrial y las fuentes de reabastecimiento. Esto debe ser traducido a la política: [En] los Estados más avanzados, donde la “sociedad civil” se ha con- vertido en una estructura muy compleja y resistente a las “irrup- ciones” catastróficas del elemento económico inmediato (crisis, depresiones, etc.), las superestructuras de la sociedad civil son como el sistema de trincheras en la guerra moderna. Así como en este ocurría que un encarnizado ataque de la artillería parecía des- truir todo el sistema defensivo adversario, cuando en realidad sólo había destruido la superficie exterior y en el momento del ataque Gramsci BI.indb 21 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 22 y del avance los asaltantes se encontraban frente a una línea de- fensiva todavía eficiente, lo mismo ocurre en la política durante las grandes crisis económicas (Gramsci, 2003: 81). Nuestras sociedades latinoamericanas han avanzado hacia cons- tituirse en genuinas sociedades complejas, del tipo Occidente, por lo cual los análisis de las estrategias políticas en la actualidad deben ser vistos a la luz de la guerra de posiciones. Esto implica una apreciación minuciosa de los distintos factores políticos, eco- nómicos y culturales que se articulan en la construcción de hege- monía y cómo esta se disputa palmo a palmo en cada “trinchera” de la sociedad[15]. Por otra parte, es importante resaltar que la reflexión de Gramsci contiene una fuerte crítica al economicismo. Esta crítica se encuentra presente, por ejemplo, en relación con el trabajo de Rosa Luxemburgo, “Huelga de masas, partido y sindicato”, donde la su- perestructura política e ideológica aparece como mero reflejo inme- diato de la estructura económica, en tanto se plantea que la crisis económica abre la posibilidad de asalto al poder (es decir, la crisis económica sería un escenario propicio para el triunfo a través de la guerra de maniobras). Gramsci critica esta lectura tanto porque reduce la lucha política al contexto económico como porque se basa en una caracterización errada del tipo de sociedad y de la estrategia necesaria para el desarrollo de un proceso revolucionario. Como ya señalamos, en contraposición a la estrategia del ataque frontal como estrategia revolucionaria a ser desarrolla- da en Oriente, Gramsci entiende necesario el despliegue, en las sociedades de tipo occidental, de la estrategia de la guerra de posiciones, que como señala Buci-Glucksmann “responde a una nueva fase histórica que exige una estrategia de largo aliento, un [15] También debemos notar que la construcción de hegemonía como guerra de posiciones adquiere formas particulares cuando ya no es “previa” a la conquista del Estado, sino cuando sus principales tareas se ejercen también “desde” el Estado, como viene sucediendo en los casos de Venezuela, Argentina, Bolivia y Ecuador, entre otros. Esto implica vislumbrar un proceso de construcción hegemónica que combina de forma singular dinámicas provenientes tanto de la sociedad política como de la sociedad civil. En este caso, la noción de Estado ampliado en Gramsci parece de suma relevancia. Gramsci BI.indb 22 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 23 asedio permanente al adversario, una concentración inaudita de hegemonía que es, también, una nueva forma de hacer política” (1978: 310).Es necesario aclarar también que Gramsci no niega la importancia de la guerra de maniobras para Occidente, pero esta se convierte en un elemento parcial y táctico que depende de la estrategia de la guerra de posiciones[16]. En síntesis, la guerra de posiciones es la lucha por la hegemonía, es su construcción en las sociedades complejas: así se explicita el nexo entre hegemonía y estrategia política. Clases y Estado En el análisis histórico concreto se plantea siempre una tensión que debe ser tratada cuidadosamente en el plano de la teoría: el problema de la relación entre clase social y Estado. Vemos en el mar- xismo clásico una tendencia a pensar los grandes movimientos estructurales de la historia en términos del modelo dicotómico de clases fundamentales en el capitalismo, burguesía/proletariado, y ver a la fuerza política que conduce al Estado como una expre- sión directa de la clase en el poder. Esto se vincula con los pasa- jes de Marx y Engels en los que sostienen, como en El Manifiesto Comunista, que cuando la burguesía conquista el poder político a través de la forma de Estado representativo moderno, “el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administra- ción que rige los intereses colectivos de la clase burguesa” (1960: 19). Aun así, a la hora de analizar las dinámicas singulares de los procesos históricos situados en las sociedades contemporá- neas, debemos procurar alejarnos de toda lectura simplificadora y reduccionista de la relación clase/Estado. Si bien, como señala Jessop, resulta imposible aprehender una teoría unificada sobre el Estado en Marx y Engels, ya que ellos “adoptaron diversas apro- ximaciones y razonamientos de acuerdo a los problemas con los [16] Como señala Campione, Gramsci critica aquí “uno de los errores ultraizquierdis- tas más clásicos: el querer destruir una construcción social hegemónica por medio de la pura fuerza militar, ignorando la importancia de la lucha cultural” (2006: 35). Gramsci BI.indb 23 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 24 que se veían periódicamente enfrentados pero no intentaron nin- guna sistematización en sus diferentes formas de análisis” (1982: 33), sí nos parece necesario sostener una mirada crítica sobre las lecturas meramente instrumentalistas que podrían erigirse de la misma. Como define Jessop, “el enfoque instrumentalista implica simplemente la afirmación de que el Estado no es un sujeto polí- tico independiente y soberano sino un instrumento de coerción y administración que puede ser usado para diversos propósitos por cualquier interés que consiga apropiarse de él” (1982: 14). Sin caer en el error opuesto de pensar al Estado como independiente y soberano, es preciso desvincularse de las connotaciones tanto economicistas como voluntaristas que podrían alcanzarse extre- mando los supuestos de la visión instrumentalista. Nos referimos a los derivados economicistas de reducir al Estado a mero gestor inmediato de los intereses corporativos de tal o cual clase o frac- ción, y a los derivados voluntaristas de pensar al Estado como in- dependiente y neutral capaz de ser usado sin mayores problemas por la fuerza que lo conduzca[17]. A diferencia de la visión instrumentalista, parece intere- sante rescatar la perspectiva que construye Nicos Poulantzas, re- tomando elementos clave de la visión que Gramsci tenía sobre el Estado, y que este lee como una condensación de relaciones de fuerzas, sustanciándolo bajo el criterio de autonomía relativa. Poulantzas (1981) sostiene que el Estado, sin dejar de representar de manera predominante los intereses de la clase o fracción hege- mónica, reviste una autonomía relativa, en tanto asegura el interés político general del conjunto del bloque en el poder[18], organi- zando el “equilibrio inestable de compromisos” (Gramsci) entre las distintas fracciones al tiempo que organiza esta hegemonía igualmente respecto de las clases subalternas. Esta perspectiva es coherente con el planteo de Gramsci de que el grupo social en [17] Esta última derivación se encuentra, según Jessop, en la base de las posiciones socialdemócratas. [18] Como señala Poulantzas, el bloque en el poder “designa una alianza específica de las clases y fracciones de clase dominante” (1981: 24). Este concepto lo emparenta con el de pueblo como alianza de clases y fracciones subalternas. Gramsci BI.indb 24 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 25 ascenso hegemónico debe ceder a ciertas demandas de los grupos subordinados para construir los consensos que le permitan reves- tir a su propio proyecto de sociedad de cierto cariz universal, para lo cual el Estado que funda debe aparecer con algún grado de au- tonomía, en el sentido de que, como decía Gramsci, debe expresar los intereses del grupo dirigente, pero hasta cierto punto, donde se puede chocar con aquellas demandas netamente corporati- vas cuyo alcance pondrían en riesgo su apariencia universal. Sin embargo, esta autonomía es relativa porque el Estado es fundado para reproducir y expandir al propio grupo hegemónico y, en ese sentido, es siempre la expresión de un particular. Existe un segundo tipo de tensión que versa sobre la relación entre clase y hegemonía. Por un lado, las clases parten de la estructu- ra, según la posición y función que los grupos sociales ocupan en la producción, aun así las clases rebasan la dimensión estructural y se dan en su dimensión histórica en el terreno de la lucha de cla- ses, atravesadas por todos los niveles de las relaciones de fuerzas. Por otro lado, ubicamos la hegemonía en el momento político de las superestructuras, pero que también las rebasa y no puede ser pen- sada sin sus anclajes estructurales. ¿Cómo es entonces este vínculo entre clase y hegemonía? En este punto se nos plantean dos aportes teóricos de Gramsci que son cruciales para comprender esta relación: el papel de los intelectuales y el partido político (el Príncipe moderno); teniendo en cuenta que es el bloque histórico, en tanto concepto de totali- dad, el centro en el cual se resuelve teóricamente dicha tensión. Esto se debe a que, como señala Portelli (1987), el bloque histórico es el vínculo orgánico entre la estructura y las superestructuras y, en ese camino, Gramsci da una expresión concreta a este vínculo: los intelectuales, el problema de la lucha ideológica y la estrategia política. Pero no hay lucha ideológica ni política sin fuerza política organizada, y aquí entra en escena el Príncipe moderno gramscia- no. De hecho, en el pensamiento de Gramsci, Príncipe moderno e intelectuales comparten un mismo núcleo, un mismo rol orgánico: la dirección ideológico-cultural (“reforma intelectual y moral”) y la dirección política (construcción de una “voluntad colectiva”). Gramsci BI.indb 25 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 26 El Príncipe moderno El Príncipe moderno tiene origen en las lecturas que Antonio Gramsci realiza sobre El Príncipe de Maquiavelo (1995), a la luz de las ne- cesidades del movimiento revolucionario de su tiempo. Podemos encontrar en el Príncipe dos cualidades esenciales que serán cons- titutivas de la concepción gramsciana del Príncipe moderno: se trata de un “libro viviente”, un manifiesto político, “en el que ideo- logía política y ciencia política se fundan en la forma dramática del ‘mito’” (Gramsci, 2003: 9), y es la fuerza política, el partido, que lleva adelante la tarea histórica de fundar un nuevo Estado. El Príncipe en Maquiavelo es la personificación simbólica de la voluntad colecti- va que procura la concreción de un fin político para el cual deberá ser un instrumento de instrucción y convencimiento, “que intenta realizar la educación política de […] la clase revolucionaria de su tiempo, el ‘pueblo’ y la ‘nación’ italiana” (Gramsci, 2003: 17). Así también, Gramsci avanza en la configuración del Príncipe moder- no partiendo de estemismo esquema: el nuevo Príncipe será un manifiesto político, un “libro viviente”, ya que para Gramsci, como afirma Portantiero, “la posibilidad de transformar un pensamien- to sobre la política en acción política devenía de la capacidad de construir una ideología-mito” (2000: 151). Por otra parte, el Príncipe moderno no es un héroe individual, sino que “sólo puede ser un or- ganismo, un elemento de sociedad complejo en el cual comience a concretarse una voluntad colectiva reconocida y afirmada parcial- mente en la acción. Este organismo ya ha sido dado por el desarrollo histórico y es el partido político” (Gramsci, 2003: 12). La centralidad del mito se vincula con la función de “creación de una fantasía concreta que actúa sobre un pueblo disperso y pul- verizado para suscitar y organizar su voluntad colectiva” (Gramsci, 2003: 10). En este sentido, el Príncipe moderno debe movilizar las pasiones, volverse pueblo en la construcción de una voluntad co- lectiva a partir de la articulación de los grupos sociales subalter- nos, dando origen a una fuerza social y política transformadora que avance en un proceso de acumulación de fuerzas hacia la creación de un nuevo Estado. Gramsci BI.indb 26 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 27 El Príncipe moderno como libro viviente Según Gramsci, el carácter de “libro viviente” está dado por ser un manifiesto político que, sin ser un tratado sistemático, apela al mito para movilizar y organizar la voluntad colectiva de un pueblo, abor- dando en su análisis las problemáticas que requieren ser esclare- cidas para la concreción de determinado fin político que, tanto en Gramsci como en Maquiavelo, refiere a la necesidad de construc- ción de un nuevo Estado, forjando también las formas organizati- vas y estrategias para su consecución. Gramsci habla de libros vivientes en tanto poseen la cualidad de trascender un carácter meramente teórico para convertirse en motorizadores de la transformación social. Es decir, que conjugan el análisis científico con el carácter literario centrado en la idea del mito para dar forma a un proyecto político cuya realización requie- re de la construcción de una voluntad colectiva. El Príncipe moderno, como libro viviente, en Gramsci to- maría dos cuestiones fundamentales: la voluntad colectiva y la reforma intelectual y moral. Con respecto a la voluntad colectiva, constituida en objetivo cardinal de la estrategia política, indagaría acerca de las condiciones en las cuales esta podría desarrollarse, a partir de un análisis histórico y económico de la estructura social del país y “una representación ‘dramática’ de las tentativas realiza- das a través de los siglos, para suscitar esta voluntad y las razones de sus sucesivos fracasos” (Gramsci, 2003: 13). La reforma intelectual y moral refiere a una disputa respecto de la concepción del mundo, incluyendo una reforma cultural que vaya en dirección de elevar en este sentido a los estratos sociales más bajos ligada, a su vez, a un programa de reforma económica. El Príncipe moderno debe ser quien organice y lidere estas reformas, “lo cual significa crear el terreno para un desarrollo ulterior de la voluntad colectiva nacional popular hacia el cumplimiento de una forma superior y total de ci- vilización moderna” (Gramsci, 2003: 15). Gramsci lleva incluso más lejos el carácter radical de la transformación social liderada por el Príncipe moderno, señalando que el Príncipe-partido comenzaría a ocupar el lugar de la religión en un proceso de laicización de la vida construyendo una nueva visión hegemónica sobre el mundo. Hay Gramsci BI.indb 27 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 28 que recordar que la religión es considerada (retomando a Croce) como una concepción del mundo que deviene en norma de vida, o sea, con capacidad de incidir en las prácticas cotidianas. El nuevo Príncipe como libro viviente tendría también una parte dedicada al jacobinismo “en cuanto ejemplificación de cómo se formó y operó en concreto una voluntad colectiva que al menos en algunos aspectos fue creación ex novo, original” (Gramsci, 2003: 13). Quintana señala que el espíritu que rescata Gramsci del jacobi- nismo, y que debe incorporar el Príncipe moderno, es el que refiere “a un partido determinado de la Revolución Francesa que concebía de determinada manera el desarrollo de la vida gala, con un progra- ma determinado, apoyándose sobre determinadas fuerzas sociales y que llevó adelante una acción de partido y de gobierno con un método caracterizado por una extrema energía, decisión y resolu- ción” (2000: 103). Estos temas mencionados del Príncipe moderno como libro viviente son también inherentes al partido político, ya que es libro viviente en tanto procura la transformación social, para lo cual es- tudia las circunstancias históricas que lo rodean y busca generar, también en su apelación al mito, la instrucción acerca de las herra- mientas políticas y estrategias para el despliegue de dicha ideolo- gía-mito, que en Gramsci tienen un carácter revolucionario ligado al fin de construir un nuevo bloque histórico basado en las clases subalternas. Así, este Príncipe-partido deberá desempeñar un rol fundamental en la construcción hegemónica de una voluntad co- lectiva que logre articular los reclamos subalternos y gestar una fuerza social y política capaz de fundar un nuevo Estado. El Príncipe moderno como partido revolucionario Gramsci afirma que “en la época moderna el protagonista del nuevo Príncipe no podría ser un héroe personal, sino un partido político, el determinado partido que en cada momento dado y en las diversas relaciones internas de las diferentes naciones inten- te crear […] un nuevo tipo de Estado” (2003: 28). Como señalamos, el Príncipe moderno se constituye con base en una doble tarea: Gramsci BI.indb 28 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 29 un rol ideológico-cultural, que Gramsci denomina como reforma intelectual y moral, y un rol ligado a la estrategia política, el de construcción de una voluntad colectiva. La reforma intelectual y moral implica una tarea de crítica del orden social y las formas de dominación vigentes, sumada a la construcción de concepciones del mundo alternativas y la difusión de dichas concepciones. La voluntad colectiva está vinculada con la articulación de ese pueblo disperso que, superando la dimensión económico-corporativa de los reclamos, alcance la dimensión estrictamente política con el fin de fundar un nuevo Estado. Esta construcción de la voluntad colec- tiva se vincula con su capacidad de articulación y movilización de los grupos sociales subalternos, en un proceso de universalización, en tanto los intereses y demandas de esta fuerza social y política puedan aparecer como portadores del bien común, como aquellos capaces de dar desarrollo a “todas” las energías nacionales. La tarea del partido es entonces la de crear y organizar esa voluntad colec- tiva, de la cual él mismo es la expresión más activa, y emprender una reforma intelectual y moral en esa misma dirección, disputan- do la influencia ideológica y cultural de los otros grupos sociales. Así, debe servir de elemento cohesionante para el despliegue de la estrategia política y la construcción de hegemonía. Aquí podemos observar la revalorización de la subjetividad en Gramsci como un elemento central de la política que conlleva necesariamente la for- mación de una nueva concepción del mundo, la construcción de un sujeto-pueblo con base en una labor permanente de organización y conciencia, que apela también a la pasión. Gramsci parte de la concepción del partido político como ex- presión de un determinado grupo social y, en ese sentido, sostie- ne que “cada partido no es más que una nomenclatura de clase” (2003: 32). Gramsci admite que los partidos orgánicos a cada clase puedan aparecer divididos en fracciones y presentarse como parti- dos particulares diferentesy que “con mucha frecuencia el Estado Mayor intelectual del partido orgánico no pertenece a ninguna de esas fracciones pero actúa como si fuese una fuerza dirigente total- mente independiente, superior a los partidos y a veces considerada así por el público” (Gramsci, 2003: 29). Este sería, por ejemplo, el caso de los periódicos y la prensa informativa que, si bien pueden Gramsci BI.indb 29 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 30 llamarse a sí mismos “apolíticos” o “independientes”, defienden y reproducen, en condiciones normales, los intereses fundamenta- les y la concepción del mundo de la clase a la que son orgánicos. Incluso vale recalcar, como lo hace Piotte (1973), que si, por un lado, las fracciones del partido orgánico, proclamadas a sí mismas como “partidos”, se encuentran muchas veces en situación de disputas polémicas ligadas al interés inmediato de su propia organización, por ejemplo, en coyunturas electorales o respecto de factores se- cundarios (no los fundamentales que atañen a la dominación de la clase representada), por otro, los representantes del Estado Mayor intelectual de la clase, que se ubican por fuera de estas organiza- ciones y desligados de los intereses particulares de estas, serán más sensibles a los intereses fundamentales de la clase y a la pla- nificación política de largo plazo[19]. En este sentido, la relación partido-clase no es una relación directa, de expresión de intereses como reflejo, sino una acción dinámica, compleja, relacionada con la construcción de hegemonía. De este modo, observamos en Gramsci una doble acepción del término partido: una noción amplia en la que el partido de ca- rácter orgánico aparece como expresión del conjunto de la clase y como ideología general, superior a las distintas agrupaciones inme- diatas, y una concepción del partido en sentido estricto, el partido como organización particular y concreta, es decir, como instru- mento para la resolución de uno o varios problemas de la vida na- cional e internacional. Luego de esta introducción general a la concepción gramscia- na del partido, es necesario señalar la activa participación política que tuvo Gramsci en su vida y el instrumento político específico al que él aportó en busca de la configuración de ese Príncipe moderno: [19] También parece interesante recalcar que, en determinadas coyunturas, los me- dios de comunicación pueden abandonar su lugar de “Estado Mayor intelectual” para ocupar una posición expresamente de “partido” en el sentido más específico. Esto ocurrió, por ejemplo, con el estallido del conflicto agrario en la Argentina en 2008, cuando los principales grupos mediáticos nacionales abandonaron el rol de orienta- ción estratégica y general para situarse directamente en uno de los bandos en con- flicto, oficiando de genuinos partidos de oposición, situación que continuaría en los años siguientes. Gramsci BI.indb 30 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 31 el Partido Comunista Italiano, del cual Antonio Gramsci fue secre- tario general desde 1924, cuando desplazó a Bordiga, hasta 1927, cuando, ya prisionero del fascismo, fue reemplazado por su compa- ñero Palmiro Togliatti. Es por esto que Gramsci, como hombre de partido, profundi- za en cuáles son los elementos fundamentales del partido revolu- cionario y, en una nueva analogía bélica, señala tres. Un elemento primario, compuesto por los “soldados”, que aportan participación, disciplina y fidelidad pero que no se caracterizan por altas cualida- des en cuanto a la planificación y organización. La disciplina debe ser entendida aquí, no como un cumplimiento de órdenes no com- prendidas, sino como la asimilación consciente del despliegue de la política partidaria. Gramsci reconoce que el partido no podría existir sin ellos, pero tampoco podría existir sólo con ellos, ya que necesitan de una fuerza que los cohesione y los direccione (estos son los “capitanes”). Según Piotte, esto se vincula con la oposición de Gramsci a las teorías basadas en la espontaneidad de la masas, que generan movimientos esporádicos fácilmente reprimibles por la clase dirigente, ya que “las masas, comprendiendo en ellas su parte más consciente, no pueden llevar a cabo una acción perma- nente y continua si no se hallan encuadradas en una organización fuertemente estructurada” (Piotter, 1973: 50). El segundo elemento, los “capitanes”, corresponde a los cuadros superiores del partido e incluye a los grandes organizadores, teóricos y estrategas. Es “el elemento de cohesión principal, centralizado en el campo nacional, que transforma en potente y eficiente a un conjunto de fuerzas” (Gramsci, 2003: 33) y está dotado de capacidad de inventiva y con- ducción política. Gramsci considera que, si bien el partido no po- dría funcionar sólo con este elemento, es sin embargo el primordial ya que “un ejército existente sería destruido si le llegasen a faltar los capitanes, mientras que la existencia de un grupo de capitanes, acordes entre sí, con fines comunes, no tarda en formar un ejérci- to aun donde no existe” (Gramsci, 2003: 33). El tercer elemento es el medio, es decir, los cuadros intermedios, que son articuladores de los otros dos elementos y los ponen en contacto físico, moral e intelectual, en el sentido de que son el carril orgánico que los co- munica con la dirección y asimismo desempeña un valioso papel Gramsci BI.indb 31 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 32 en la formación de los soldados. Este elemento es también de gran importancia, ya que en caso de ser eliminados los “capitanes”, se constituirá en el fermento de donde surgirán nuevos cuadros supe- riores. Gramsci aclara que estos tres elementos no son estancos. En este sentido, es fundamental la tarea que desarrollen el segundo y tercer elemento en la instrucción política de los soldados; el partido cumple una función de creación constante de elementos dirigentes que multiplican su acción política en tanto aportan a consolidar el rol del partido como movilizador de la voluntad colectiva y refor- mador moral e intelectual, procurando desarrollar al máximo las capacidades de todos sus miembros y con un fluido pasaje entre los distintos elementos. Así, Gramsci concibe que la formación de cuadros es una tarea fundamental del partido político. El principio que Gramsci promovía para la organización es- tructural y la vida de su partido es el centralismo democrático: El carácter “orgánico” sólo puede pertenecer al centralismo de- mocrático, que es un centralismo en movimiento, vale decir, una continua adecuación de la organización al movimiento real, una ca- pacidad de equilibrar el impulso de la base con las directivas de la superioridad, una inserción continua de los elementos que surgen de lo profundo de la masa en el sólido marco del aparato de direc- ción, el cual asegura la continuidad y la acumulación regular de las experiencias (Gramsci, 2003: 92). Gramsci considera que esta dinámica de ida y vuelta entre los tres elementos constitutivos del partido tiene un valor preponderante para evitar que el centralismo democrático degenere en un centra- lismo burocrático, donde se estancaría este movimiento y el grupo dirigente buscaría perpetuarse en forma indefinida para asegurar sus privilegios. En este caso, el partido aparecería como un fin en sí mismo, disociándose de su rol como herramienta de transfor- mación social. El centralismo democrático consiste en el funciona- miento fluido entre los distintos elementos del partido generando, en términos de Piotte, una “corriente de ósmosis” donde los cua- dros superiores provienen de los intermedios, mientras que estos provienen de los soldados. A su vez, los “capitanes” organizan a los cuadros intermedios, y estos a los soldados, garantizando, por un Gramsci BI.indb 32 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 33 lado, la democracia interna delpartido, y por el otro su carácter orgánico y centralizado. Es importante recordar que la base organizativa propuesta para el partido –formulada por Gramsci y Togliatti en las Tesis de Lyon, presentadas en 1926 para el III Congreso del Partido Comunista Italiano con el objetivo de avanzar hacia la “bolchevización” del partido– es la organización por células a partir del lugar de trabajo. Al respecto, ambos señalan que “la organización por célula implica que en el partido se forme un estrato bastante amplio de elementos dirigentes […] que son parte de la masa y permanecen en ella aun- que desempeñen funciones directivas” (Gramsci y Togliatti, 1984: 28). La célula sería la forma organizativa por excelencia para la vin- culación constante del partido con la masa. Duverger, en Los Partidos Políticos (1961), distingue dos rasgos fundamentales en la célula: la base de agrupación y el número de miembros. La célula descansa principalmente en una base profe- sional, según el lugar de trabajo o de desempeño cotidiano de ta- reas, pero también se contemplan células locales para reunir a los militantes dispersos en torno a una construcción territorial. Con respecto al número, Duverger señala que la célula debe partir al menos de tres miembros y alcanza su número óptimo entre quince y veinte. También remarca las cualidades que hacen de la célula una forma organizativa superadora de las anteriores: Se trata, en primer lugar, de un grupo absolutamente permanente, puesto que está formado donde se encuentran cotidianamente los miembros del partido. Fuera de las reuniones propiamente dichas, el contacto entre sus miembros es constante. A la entrada o salida del trabajo, el secretario puede fácilmente difundir consignas, repartir tareas, controlar la actividad de cada cual. Acción tanto más fuerte cuanto el número medio de miembros es poco elevado […] Resulta también que los miembros de la célula se conocen bien, y que la soli- daridad hacia el partido se hace más fuerte (Duverger, 1961: 58). Duverger entiende que estos factores también son de especial utili- dad en tiempos de clandestinidad. Para concluir, debemos recordar que el accionar del Príncipe moderno se orienta, en materia de estrategia política para las Gramsci BI.indb 33 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 34 sociedades complejas, a la propuesta de Gramsci de guerra de po- siciones, que requiere un esfuerzo prolongado de construcción de hegemonía. Hegemonía que implica la construcción de concepcio- nes del mundo alternativas a partir de una crítica del orden so- cial imperante y que, en este sentido, se relaciona con la dirección cultural, con la reforma intelectual y moral. Hegemonía que es al mismo tiempo estrategia política para la conformación de una vo- luntad colectiva, que organice lo disperso y movilice las pasiones. Una voluntad colectiva que Gramsci define como nacional y popular. Nacional porque Gramsci retoma la concepción de Marx de que la revolución es nacional en su forma e internacional en su conte- nido, porque si bien el capitalismo es un modo de producción que se expande mundialmente, cada escenario nacional, con su propio Estado, partidos, sindicatos, tradiciones culturales, etc., constituye el ámbito concreto donde se desarrollan las luchas cotidianas con- figurando el marco de la acción de las distintas fuerzas. Gramsci observa la importante capacidad de interpelación de lo nacional así como el peso del Estado-nación como espacio de desarrollo de la estrategia política: frente a la derrota del proceso revolucionario llevado a cabo entre 1919 y 1920 del cual fue partícipe, Gramsci con- cluyó: “no conocíamos Italia”. Aparece entonces la imposibilidad de reducir mutuamente clase y nación, y con esta imposibilidad emerge la necesidad de comprender al conjunto de agentes y a la cultura de un pueblo. Así, cobra importancia lo popular porque, si bien afirma la centralidad en la clase obrera –viendo en los produc- tores directos de plusvalor el sujeto clave para la transformación social por ocupar el centro de las contradicciones en la relación ca- pital/trabajo–, no se limita a esta, sino que debe articular al con- junto de grupos sociales subalternos con el fin de universalizar sus intereses y construir una nueva hegemonía que logre confrontar con la dominante y derrotarla; así, los sujetos subalternos deben conformarse en pueblo[20]. En este sentido, Gramsci observa que [20] En el caso de Italia, Gramsci realizaba la autocrítica respecto de las dificultades que había tenido el movimiento obrero revolucionario del norte del país para articu- larse con los reclamos del campesinado del sur y, debido a ello, para poder conformar la voluntad colectiva nacional-popular. Gramsci BI.indb 34 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 35 es clave el rol tanto del partido político como de los intelectuales, para organizar la nueva concepción del mundo, dar homogeneidad y conciencia al grupo social de sus propios intereses y objetivos, construir la unidad de ese pueblo disperso y movilizar las pasiones para el desenvolvimiento de la estrategia política. Los intelectuales en el pensamiento gramsciano Intelectuales: alcance máximo y función específica Junto al enfoque del Príncipe moderno, Gramsci desarrolla otro componente clave en cuanto a la conformación de la voluntad co- lectiva nacional-popular y a su dirección política y cultural: los intelectuales. ¿Pero quiénes son los intelectuales? Gramsci se pre- gunta si los intelectuales son un grupo autónomo o si cada grupo social tiene una categoría propia y especializada de intelectuales. Encuentra que en la historia se han dado dos modos fundamentales de formación de intelectuales. En primera instancia señala: Cada grupo social, al nacer en el terreno originario de una función esencial en el mundo de la producción económica, se crea conjunta y orgánicamente uno o más rangos de intelectuales que le dan homo- geneidad y conciencia de la propia función, no sólo en el campo eco- nómico sino también en el social y en el político (Gramsci, 2004: 9). En el capitalismo, junto con el empresario aparecen también los técnicos y especialistas que dan forma a la nueva economía, orga- nizan la cultura, el derecho, etc. En síntesis, con cada clase se crea y forma un grupo de intelectuales orgánicos que son fundamentales para su desarrollo y para la conformación de una concepción del mundo acorde a sus intereses que, a su vez, le permita aparecer como el portador del “bien universal”, dando homogeneidad y con- ciencia al propio grupo al tiempo que avanza hacia la dirección po- lítica y cultural de los grupos subalternos. En segundo lugar, Gramsci identifica un conjunto de intelec- tuales tradicionales ligados principalmente a estructuras económicas precedentes y que aparecen como portadores de una continuidad histórica no interrumpida. El ejemplo característico, que Gramsci Gramsci BI.indb 35 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 36 señala, es el de los eclesiásticos, que si bien en su momento fueron intelectuales orgánicos de la aristocracia terrateniente, perviven en sociedades posteriores, incluso aunque haya desaparecido la conducción política del grupo social que le dio origen. Esta con- tinuidad les permite forjar, a los intelectuales tradicionales, un espíritu de cuerpo y generar la percepción de sí mismos como autónomos del grupo social dominante. Estas dinámicas a su vez tienen implicancias superestructurales sobre otros grupos de inte- lectuales –como Gramsci observa en su época respecto de la filoso- fía idealista–, que asumen para sí mismos la creencia de constituir una categoría de intelectuales independientes de los poderes esta- blecidos (Gramsci, 2004). Luego Gramsci se pregunta sobre la amplitud de la categoría de los intelectuales, indagando cuál es el límite máximo que la mis- ma admite.En este punto señala que el error más difundido es el de identificar a los intelectuales sólo con aquellos que desarrollan actividades específicamente intelectuales y no haber buscado esta categoría partiendo del entramado de relaciones sociales en que estas actividades se enmarcan y de los grupos sociales a los cuales se vinculan. Así, llega a visualizar el límite máximo de la categoría: Todos los hombres son intelectuales, podríamos decir, pero no todos los hombres tienen en la sociedad la función de intelectuales […]. Cuando se distingue entre intelectuales y no intelectuales, en rea- lidad sólo se hace referencia a la inmediata función social de la ca- tegoría profesional de los intelectuales, es decir, se tiene en cuenta la dirección en que gravita el mayor peso de la actividad específica profesional, en la elaboración intelectual o en el esfuerzo nervioso- muscular. Esto significa que si se puede hablar de intelectuales, no tiene sentido hablar de no intelectuales, porque los no-intelectuales no existen. Pero la misma relación entre esfuerzo de elaboración intelectual-cerebral y esfuerzo nervioso-muscular no es siempre igual; por eso se dan diversos grados de actividad específicamente intelectual. No hay actividad humana de la que se pueda excluir toda intervención intelectual, no se puede separar el homo faber del homo sapiens. Cada hombre, considerado fuera de su profesión, despliega cierta actividad intelectual, es decir, es un “filósofo”, un Gramsci BI.indb 36 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 37 artista, un hombre de buen gusto, participa en una concepción del mundo, tiene una consciente línea de conducta moral, y por eso con- tribuye a sostener o a modificar una concepción del mundo, es decir, a suscitar nuevos modos de pensar (Gramsci, 2004: 13). Esta afirmación es de gran importancia a la hora de pensar la cons- trucción de hegemonía, ya que implica que todo grupo social fun- damental, independientemente de la tarea específica que realiza en el ámbito de la producción, puede generar su propia categoría de intelectuales. Gramsci reitera esta perspectiva acerca de la amplitud de la categoría de los intelectuales en su abordaje sobre la articulación entre filosofía, religión y sentido común, afirmando que “todos los hombres son ‘filósofos’” (2008: 7). Esta premisa se sustenta en que es posible dar cuenta de una “filosofía espontánea” de la cual “todo el mundo” participa, brindándonos un conjunto de factores clave para pensar la gravitación de las concepciones del mundo, su con- formación y disputa, que tienen un lazo indisoluble con la hege- monía. Esta filosofía espontánea se encuentra contenida en tres anclajes: a) En el lenguaje, que no es neutro ni inocuo, sino que posee un conjunto articulado de nociones y conceptos cargados de sentido y contenido que expresa una visión cristalizada de lo social. Es filosofía y cultura de uso cotidiano, ya que como enfatiza Gramsci, en el lenguaje está contenida una determi- nada concepción del mundo. b) En la participación del sentido común y los núcleos de buen sentido, que representan la capacidad de los grupos sociales de tomar conciencia del lugar que ocupan en la estructura de la sociedad y de las contradicciones que los atraviesan, lo cual habilita un primer paso hacia la distinción en términos de clases. c) En la participación de distintas variantes de religión popu- lar y del folklore, entendido como un sistema de creencias, supersticiones y modos de ver y actuar arraigados en un pueblo. Gramsci BI.indb 37 16/11/16 13:43 Estudio Introductorio | Introducción a la perspectiva gramsciana 38 De este modo, todos son partícipes al menos de una filosofía es- pontánea en tanto que en la más mínima actividad intelectual está contenida una concepción del mundo, lo cual nos pone frente a la problemática del conocimiento y el rol de la crítica. Aquí se abre una disyuntiva fundamental que está en la base de cualquier proceso emancipatorio posible: se puede participar de una concepción del mundo “‘impuesta’ mecánicamente por el ambiente externo, o sea, por uno de los tantos grupos sociales en que uno se encuentra in- cluido” (Gramsci, 2008: 8) o se puede elaborar la propia concepción del mundo de manera consciente y crítica. Pero Gramsci plantea, en esta misma mirada sobre la actitud crítica y la toma de conciencia, el terreno que constituye el punto de partida: la propia esfera de actividad; porque como decían Marx y Engels (1985) en La ideología alemana, los hombres son lo que hacen y cómo lo hacen. Esta esfera de actividad es la base para entrar en el mundo consciente y par- ticipar activamente en la elaboración de la “historia del mundo”, en tanto implica como punto de partida comprender en qué lugar de la estructura uno está inscripto. Aquí visualizamos otro puente sólido con su enfoque de los intelectuales orgánicos: cada grupo social, situado en un espacio determinado de la producción de la vida material, crea una categoría de intelectuales que aportan a la conformación de la propia visión del mundo, a la organización y homogeneización del grupo, es decir, a su reconocimiento como co- lectivo objetivo en el plano de las relaciones sociales de producción (más allá de la voluntad) y como sujeto en el plano de la historia a través de la batalla política e ideológica en la que se constituye la voluntad colectiva. En este punto aparece una lectura dinámica y rica de la rela- ción entre estructura y superestructura: el hombre como ser colec- tivo, en el terreno de las relaciones de producción, está fracturado en clases sociales a partir de un conjunto de coordenadas, siendo la principal la relación trabajo asalariado/capital que divide el campo de lo social entre propietarios de medios de producción y los despo- seídos de los mismos que sólo tienen para vender su fuerza de tra- bajo. Pero al mismo tiempo Gramsci dice: “por la propia concepción del mundo se pertenece siempre a un determinado agrupamiento” (2008: 8). Entonces existe la posibilidad de una doble pertenencia Gramsci BI.indb 38 16/11/16 13:43 Gastón Ángel Varesi 39 que vuelve a poner el foco en la lucha por la hegemonía y que se ancla en las contradicciones que el capitalismo arrastra consustan- cialmente sobre la humanidad entera y muy particularmente sobre los que ocupan las posiciones subalternas en la producción social: es posible, y en general es usual, tener una visión del mundo inco- herente con el propio lugar que se ocupa en el terreno social y, para decirlo más claramente, se puede ser un explotado y participar de la visión del explotador[21]. Por eso, como sostiene Gramsci, lo que media y actúa de base de cualquier posibilidad de liberación es el “conócete a ti mismo”, porque además, “cuando la concepción del mundo no es crítica ni coherente, sino ocasional y disgregada, se pertenece simultáneamente a una multiplicidad de hombres masa” (2008: 8) y esta es la definición misma que Gramsci da al sentido común, entendiéndolo como una concepción del mundo absorbida acríticamente de numerosos ambientes culturales en los que se desarrolla la individualidad moral del hombre medio; una concep- ción del mundo disgregada e incoherente, que generalmente es in- congruente respecto de la posición social de las multitudes. Aquí se evidencia el papel liberador de la crítica, porque según Gramsci criticar la propia concepción del mundo es tornarla consciente; o sea, ver cuáles son las ideas que nos atraviesan y componen, cuáles son esos hombres-masas que nos están constituyendo. Esto implica desnaturalizar las ideas y los valores, percibirlos como una cons- trucción producto de una lucha histórica, comprendiendo que estos no son inocuos sino que se vinculan con intereses determinados y que habilitan la reproducción del orden social. Por eso el sentido co- mún es siempre el sentido común dominante de una época y tiende a expresar, de forma difusa y
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