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LA_MALLA_INCONCLUSA_REV

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1 
Artículo publicado en: Antonio Ibarra y Guillermina del Valle, Coords, Redes sociales e 
instituciones comerciales en el imperio español, siglos XVII a XIX. Instituto Mora/ Facultad 
de Economía UNAM. México, 2007: Pp. 41-83. 
 
LA MALLA INCONCLUSA. VERACRUZ Y LOS CIRCUITOS 
COMERCIALES LUSITANOS EN LA PRIMERA MITAD DEL 
SIGLO XVII 
 
Antonio García de León.
1
 
 
 
Hoy se aprende más en un día gracias a los portugueses 
que en cien años con los romanos. 
García da Orta, Coloquios dos simples, 1563. 
 
 
 
EL ESCENARIO CENTRAL 
Lo que voy a proponer es la aproximación a un conjunto de eventos ocurridos en el 
principal puerto de la Nueva España que involucran la actuación de individuos insertos 
en solidaridades colectivas hechas de complicidad y confianza, a menudo basadas en las 
relaciones familiares extensas y que se desarrollaron en el interior de un sistema que 
más o menos funcionaba, es decir, en un espacio en construcción como lo fuera la 
Nueva España de esa época. Esta reflexión arranca de la posibilidad de mostrar parte de 
las mallas inconclusas que caracterizaron a la transición capitalista del XVII en un 
contexto a la vez central y periférico: el del tráfico de la Carrera de Indias, por una 
parte, y, por la otra, el de la América española dominada por un imperio que en esa 
época, lejos de decaer, lo que hizo en realidad fue nunca llegar a despegar. El énfasis 
 
1
 Este trabajo forma parte de una investigación más amplia sobre la historia colonial del puerto de 
Veracruz y su litoral sur, llamada ―costa de Sotavento‖ (Tierra adentro, mar en fuera: el puerto de 
Veracruz y su litoral a Sotavento, 1519-1821). Las siglas de los archivos mencionados son: AGNM 
(Archivo General de la Nación/México): en especial los ramos de Inquisición, Inquisición/Lote Riva 
Palacio, Real Fisco de Inquisición, Reales Cédulas Originales y Tierras, AGI (Archivo General de Indias 
de Sevilla), AHNM (Archivo Histórico Nacional de Madrid, en especial Inquisición Relaciones de causas 
de fe), AIC (Archivo de la Inquisición de Cartagena de Indias, Colombia), ANOR (Archivo Notarial de 
Orizaba, Veracruz), ANTT (Arquivo Nacional do Torre do Tombo, Lisboa), AMB (Arquivo Municipal 
da Bahía, Brasil), BN (Biblioteca Nacional, México) y BNM (Biblioteca Nacional, Madrid, España). 
Agradezco a la John Simon Guggenheim Memorial Foundation el apoyo económico para financiar parte 
de la investigación. 
 2 
puesto aquí en la Nueva España, y en particular en una de tantas redes comerciales que 
crecieron y se extinguieron en ella en esa época, ofrece la oportunidad de mostrar las 
vinculaciones de esta ―periferia‖ nada menos que con el ―núcleo‖ central mismo de un 
capitalismo comercial que se trasladaba al norte de Europa en el justo momento de la 
separación entre las coronas de España y Portugal. Por lo mismo, ésta es una historia 
que empieza en Veracruz y termina en Ámsterdam. 
 Pero en el contexto de ese gran proceso de transición, en donde las limitantes 
institucionales eran aún demasiado débiles, las redes comerciales resultaban muy 
efímeras, dado que dependían de circunstancias muy cambiantes y estaban sujetas a 
variaciones cualitativas que dificultan su encuadramiento actual a través de una sola 
herramienta, el análisis de redes sociales.
2
 Las formas de socialización que se 
establecieron en la Nueva España se fundaban principalmente en las estructuras 
familiares y de parentesco, en una diversidad de situaciones que derivaban tanto de las 
estructuras preexistentes como de las originadas en la Europa medieval, trasladadas a 
América en el proceso de colonización. Estas formas, que iban de la familia extensa 
cohesionada por los lazos de sangre a la construcción de redes de sociabilidad de muy 
diverso tipo, tendían a reforzarse en tanto tuvieran que preservar intereses construidos 
en su seno. Es por ello que el análisis de las redes comerciales, o el de las estructuras de 
poder de ese periodo, se entremezcla con el tema de las relaciones de parentesco y 
confianza, aun cuando la pertenencia a estas redes no excluyera la participación en otros 
tejidos de relaciones.
3
 De manera general, este tipo de lazos se encontraba entonces 
 
2
 Que ha sido principalmente diseñada por la sociología y la antropología: dos disciplinas particularmente 
sincrónicas y especialmente reacias a considerar la historicidad de los hechos sociales. Otras conclusiones 
se desprenden de todo esto y tienen que ver con la manera de abordar y representar estas relaciones sin 
perder la aprensión holística de los hechos históricos. Dicho de otra manera: ¿Es posible enredar a estos 
comerciantes, que sobrevivían en una playa inhóspita, en las mallas tupidas de la regularidad y el 
comportamiento lógico y ―económicamente correcto‖? Porque también, al poner el énfasis en esta parte 
de la red atlántica portuguesa, además de obviar sus relaciones múltiples, hemos debido trasladar los 
hechos a la centralidad del escenario de estudio (en este caso, Veracruz), aun cuando el verdadero centro 
de este fragmento de la red atlántica haya sido en realidad la ciudad de México, de cuyo Consulado 
dependía el principal puerto de la Nueva España; y que el nodo en el que confluían todas las relaciones 
del grupo haya sido, como veremos, el patriarca religioso y económico que en ella residía. 
3
 Véase acerca de esto el artículo de Michel Bertrand, ―Las redes de sociabilidad en la Nueva España: 
fundamentos de un modelo familiar en México (siglos XVII-XVIII)‖en Georges Baudot (comp.), Poder y 
desviaciones: génesis de una sociedad mestiza en Mesoamérica, México, Siglo XXI Editores/CEMCA, 
1998, p.p. 103-133. El mismo autor ensaya aquí una definición que puede sernos útil: ―Por red de 
sociabilidad entendemos el conjunto permanente o temporal de vínculos de naturaleza diversa que unen a 
los individuos entre sí. Estos lazos constituyen una verdadera organización social que rige al conjunto de 
los individuos unidos de esa manera. Suponen entre los participantes lazos de solidaridad del mismo tipo 
que los existentes en un linaje. Pero a diferencia de este último, reúnen a individuos relacionados también 
por lazos de dependencia. El conjunto de esos vínculos los lleva a actuar de manera colectiva en una 
misma dirección para la obtención de resultados que interesan, si no directa y simultáneamente, a la 
totalidad de sus miembros, por lo menos a una fracción importante de ellos. Esta acción se organiza 
entonces en torno a un elemento dinámico o central de la red que impulsa el movimiento hacia el todo‖. 
 3 
sujeto a eventualidades como las que veremos adelante, que podían implicar cambios 
bruscos y acontecimientos inmediatos que impiden hasta hoy considerar estas 
vinculaciones como inmóviles. 
 Y ya ubicándonos en el escenario de los hechos, se suele decir siempre que la 
Veracruz era la puerta y garganta de las mercaderías y la plata, el único puerto 
autorizado de la Nueva España y, por lo mismo, un foco de atención del imperio en esta 
parte de las Indias.
4
 Pero mucho de su desarrollo es contradictorio, pues su evidente 
fortaleza parece más hecha de una suma de debilidades, de porosidades internas y de 
paradojas combinadas, apenas flotando sobre un océano de negocios: justo como las 
paredes de las casas y fortalezas de esta ciudad hecha de mar, que combinan el ladrillo y 
la madera con la piedra múcara de las madréporas de sus vecinos arrecifes. Tan 
inestable como su asentamiento, la Veracruz terminó por imponerse gracias a las 
presiones del mercado, aún bajo las condiciones precarias impuestas por su fragilidad.
5
 
 Sin embargo, hay un aspecto digno de recalcar en todo esto: si la Veracruz se 
mantuvo, creció dificultosamente como ciudad y sobrevivió para la posteridad, no fue 
fundamentalmente por el gran comercio de la famosa Carrera de Indias —pues paraésta no era más que una terminal de la ciudad de México—, sino por la más intensa y 
constante actividad del tráfico de cabotaje, de contrabando y el sostenido legal e 
ilegalmente con otras colonias americanas, en donde redes como ésta florecieron. 
Porque a fin de cuentas, la Carrera solamente representaba una parte de la totalidad de 
los intercambios,
6
 aparecía en primer plano pero no era lo definitivo. Fue más bien el 
bullir de las actividades modestas pero constantes lo que hizo posible la supervivencia 
del puerto en condiciones de extrema debilidad, así como su posterior desarrollo al 
margen del debilitado monopolio sevillano. 
 En lo que se refiere a los mercados, aquí habrá que distinguir entre tres pisos 
dentro de la circulación que se entremezclaron y que, al mismo tiempo, se desarrollaron 
de manera independiente, dependiendo de las fluctuaciones del mercado y de los 
cambios generales: el comercio intercontinental, el interamericano y el local.
7
 Es en el 
 
4
 ―Es Gobierno Político y Militar de los de primera atención en Indias‖, como dice un informante 
anónimo en 1785: Anónimo, Índice comprensivo... BNM, Ms. 22572, 1785. 
5
 El viajero alemán Alejando de Humboldt, hacia 1802, llegó a decir que en su vida había visto clima más 
insano y características menos idóneas para la ubicación de un puerto. Posiblemente el único puerto 
americano que supera a Veracruz en esto haya sido Portobelo, desaparecido en ese siglo en el Istmo de 
Panamá. 
6
 Su estudio actual en el comercio atlántico es algo así como una ―historia oficial‖, que impide ver 
muchos detalles regionales y particulares. 
7
 Fernand Braudel, en su pequeño libro La dinámica del capitalismo, México, FCE, 1986, p, 11-12 que 
resume su imponente Civilización material y capitalismo, desglosa esta transición: ―Lo que me parece 
primordial en la economía preindustrial es, en efecto, la coexistencia de las rigideces, inercias y torpezas 
 4 
segundo y el tercer plano en el que se inscribe precisamente el surgimiento de una malla 
de intereses relacionada con las actividades diversas de quienes aparecían como simples 
accesorios del gran comercio atlántico en el momento de mayor auge de la Carrera de 
Indias: núcleos pequeños en los que la modernidad universal se instalaba, que 
dinamizaban el lado oscuro del gran tráfico y que construían a su alrededor una 
dinámica estructura paralela. 
 
LA NATURALEZA DE LA RED LUSITANA 
Entre 1580 y 1640, Portugal y los reinos de Castilla estuvieron unidos coyunturalmente 
bajo la hegemonía de los Austrias: en condiciones que permitieron que los súbditos de 
Lisboa —herederos de un imperio que se extendía por el Extremo Oriente, el África, el 
Atlántico y el Brasil— se incrustaran por todo el imperio español implantando en él sus 
formas de expansión comercial
8
 y ofreciendo sus servicios a los asientos y 
consignaciones de la Corona española. Fue así como las redes mercantiles y financieras, 
locales e internacionales, establecidas por ellos se fueron consolidando en el contexto de 
la mentalidad emprendedora e itinerante de sus miembros, imbuidos de ese espíritu de 
búsqueda y empresa que los llevó a cambiar constantemente de residencia en todo el 
mundo conocido, en los dominios de Portugal, España, Holanda y Francia. Extrema 
movilidad debida a la naturaleza de sus negocios y a los cambios impuestos por la 
veleidad de los mercados. Así, con la unión de las dos Coronas, no fueron los 
castellanos los que se infiltraron en el imperio portugués, sino los portugueses en el de 
Castilla. Y por sobre la natural aversión que los españoles tenían entonces por la 
industria y el comercio,
9
 —en tanto que preferían participar de la burocracia y la 
iglesia—, esta supuesta infiltración de quienes se consideraban de la ―nación‖ judía 
sefardí ibérica, se había desarrollado precisamente en estas actividades económicas de 
riesgo, de tráfico de dinero, papeles valorizados, mercancías y seres humanos. 
 
de una economía aún elemental con los movimientos limitados y minoritarios, aunque vivos y poderosos 
de un crecimiento moderno. Por un lado están los campesinos en sus pueblos, que viven de forma casi 
autónoma, prácticamente autárquica; por otro, una economía de mercado y un capitalismo en expansión 
que se extienden como una mancha de aceite, se van forjando poco a poco y prefiguran ya este mismo 
mundo en el que vivimos.‖ 
8
 Desde antes de la unión de las dos Coronas, un artificio de los portugueses era cruzar la raya de 
Portugal, asentarse en Sevilla o en Extremadura, españolizarse y luego pasar a las Indias de Castilla. 
Diego Santiago del Riego, un fiscal de Santo Domingo lo expresaba así en 1563: ―Los extranjeros, en 
especial portugueses, han hallado una invención para pasar a estas partes y comerciar, y es que teniendo 
su naturaleza, casa y familia y hacienda en Portugal, vanse a un lugar de la corona de Castilla y piden 
vecindad y dánsela, y como vecinos pasan a estas partes‖ (Citado por Marcel Bataillon, ―Santo Domingo 
‗era Portugal‘‖, en B. García Martínez, et al., Historia y sociedad en el mundo de habla española. 
Homenaje a José Miranda, México, El Colegio de México, 1970, p. 115). 
9
 Lo que Pierre Vilar llama ―el irrealismo español‖, el divorcio ―entre su manera de vivir y su manera de 
producir‖ (P. Vilar, ―Le temps du Quichotte‖, Europe. Enero1956: 1-16). 
 5 
 En la primera mitad del XVII, el más amplio entramado portugués estaba 
centrado en la capital lusitana y explica los sucesos que llevaron a su posterior 
independencia. Como tal, era un vasto y frágil sistema, que no duró más que algunos 
decenios, pues después de la ―restauración‖ de su monarquía, Portugal caería pronto 
bajo la dinámica de otros sistemas imperiales más poderosos, principalmente los 
centrados en Ámsterdam y Londres.
10
 
 Asimismo, la distribución de las vinculaciones del grupo de banqueros 
portugueses que servían a la Corona castellana desde 1627 por lo menos, de 
arrendadores y asentistas residentes en el imperio español, corresponde con la parte del 
mundo controlada entonces por los conversos lusitanos y su ―estrategia de negocios.‖
11
 
Era un conjunto de rutas y una cadena de prestación de servicios que conformaban 
desde años atrás una malla internacional de próspero comercio marítimo, privilegiada 
por las concesiones o asientos que les habían sido otorgadas por la Corona española, en 
especial el de introducción de esclavos africanos y el de provisiones generales,
12
 
dándole a los portugueses (en su mayoría conversos) una serie de privilegios que eran 
muy criticados por los arbitristas, los consejeros del rey e, inclusive, por los 
intelectuales cercanos a la corte.
13
 La vitalidad de las redes y de las rutas dependía a su 
 
10
 Según Fernand Braudel, ―el sistema portugués, extendido a las dos orillas, africanas y americanas del 
Atlántico, constituye una inmensa red que se expande a través del nuevo mundo en una decena o en una 
veintena de años. Esta viva expansión es forzosamente un hecho de importancia internacional. Sin ella, 
Portugal no se hubiera ―restaurado‖ en 1640, es decir, no hubiera recobrado su independencia de España. 
Explicar la restauración, como se hace de ordinario, por el florecimiento del azúcar brasileño, no sería, en 
todo caso, suficiente […] La plata clandestina del Potosí, gracias a los nuevos cristianos portugueses, 
prestamistas de Felipe IV el Rey Planeta, se unirá así con la plata oficial, regularmente desembarcada en 
los muelles de Sevilla.‖ Fernand Braudel, Civilización material, economía y capitalismo…, tomo 2, 
Madrid, Alianza Editorial, 1984, p.130-131. 
11
 La bancarrota de 1627 obligó a sustituir a los banqueros genoveses por losportugueses, y quien 
favoreció esta medida en el Consejo de Hacienda fue el principal asesor o valido del rey: el conde duque 
de Olivares. Una de las estrategias de los ricos conversos portugueses consistió en efectuar ―asientos de 
anticipación‖, es decir, préstamos de dinero a la Corona a cambio del disfrute de una renta determinada, 
especificando el tiempo del disfrute y la cantidad a percibir. Así, el 66 por ciento de las operaciones 
realizadas en vellón por los portugueses en esta época se ajustaron a cambio de arrendamientos de rentas, 
prorrogaciones en el disfrute de las mismas, o garantías de exclusividad ante la oferta de algún otro 
arrendador, todo lo cual los había convertido en los dueños virtuales de las aduanas y los puertos (como 
lo demuestra Rafael Valladares, Felipe IV y la restauración de Portuga, Málaga, Editorial Algazara, 
Málaga, 1994, p.p. 199-235. Sobre esta estrategia véase también: Frédéric Mauro, Le Portugal et 
l’Atlantique au XVIIe siècle, 1960. Asimismo, sobre el origen de las redes comerciales portuguesas: J. 
Gentil da Silva, Stratégie des Affaires à Lisbonne entre 1595 et 1607. París, 1956. 
12
 Nicolás Broens, Monarquía y capital mercantil: Felipe IV y las redes comerciales portuguesas (1627-
1635, Madrid, Universidad Autónoma de Madrid, 1989. El uno se refería a la concesión exclusiva para 
introducir esclavos de Angola, el Congo y Guinea en la América hispana, y el otro a las ―provisiones‖ y 
préstamos de los financieros portugueses a la Corona española. 
13
 Algunos de los argumentos antisemitas y antiportugueses más duros de la época provienen de Francisco 
de Quevedo, uno de los autores más conocidos del Siglo de Oro español: Execración contra los judíos. 
Crítica, Barcelona, 1996. Se trata de un texto de 1633 contra ―la blasfema obstinación de los judíos que 
hablan portugués‖: ―Porque‖, dice, ―los judíos hacen con nosotros lo que Satanás hizo con Cristo (…) el 
propio metal acuñan que Satanás‖. Bartolomé de Legasa, uno de los secretarios del ministro de la Real 
Hacienda exclamaba, durante la escasez de fondos de 1646 (motivada por la persecución) que ―estos 
 6 
vez de la circulación de mercancías y recursos, o, dicho de otro modo, del comercio que 
en ellas se llevara a cabo.
14
 Y es que en la plena expansión de los inicios del siglo, la 
Corona española no disponía de un sistema para movilizar sus ingresos dentro del 
mismo imperio, o para trasladar la plata hacia las diversas plazas en donde se requería, 
teniendo que recurrir precisamente a estas redes de comerciantes, los que ponían a 
disposición de la Corona tanto el crédito necesario, las letras de cambio y los endosos, 
como la transferencia de los ingresos y recursos en metálico. Además, la concesión en 
Castilla de ―cartas de naturaleza‖ para el comercio con América, más todos los 
privilegios anteriores, permitían la inserción de estas mallas de intereses en todas las 
áreas del comercio. 
Por su parte, y en lo que concierne a la Nueva España, la mayoría de los 
portugueses establecidos en ella desde fines del XVI participaban de esta gran red de 
transacciones y servicios: traficando negros esclavos de Guinea, Angola y el Congo, 
cacao de Venezuela y Guayaquil, perlas de la isla de Margarita, plata y harinas, telas 
europeas y asiáticas, metales preciosos y diversos productos americanos y europeos, 
cuyo centro de distribución se hallaba precisamente en Veracruz, extendiéndose a 
algunos puntos estratégicos del interior (la ciudad de México, Puebla, Guanajuato, 
Querétaro, Taxco, Pachuca, Guadalajara, Zacatecas, las minas del norte y Acapulco). 
Además, ante una serie de privilegios obtenidos por las cláusulas del asiento de negros 
—entre ellos los de incautar esclavos de contrabando, revisar las cargas de los navíos, 
interferir en la formación y control de las milicias de negros y mulatos, intervenir en el 
control de las Lonjas de comerciantes y ejercer ciertas funciones tributarias en los 
puertos habilitados como factorías de los asientos— la presencia de estos mercaderes se 
hacía cada vez más indispensable mientras que los síntomas de rechazo a sus 
actividades se venían acumulando en todo el imperio hispano-portugués. Y es que desde 
la unión de las dos Coronas en 1580, los españoles, principalmente en América, no 
acababan de integrar a los portugueses como súbditos de la Corona ni los aceptaban 
totalmente, acusándolos en conjunto de practicar el judaísmo, lo cual era un buen 
 
portugueses son aquellos que ni negocian con SM ni arriendan sus rentas, sino un género de gente que 
trata con el dinero en cambios secos y otras negociaciones perniciosas, atravesando la negociación y 
dando ley a los cambios‖. 
14
 Recordemos que en lo general, el imperio español estaba ya comercial y financieramente dominado por 
genoveses, portugueses, ingleses, flamencos, alemanes y holandeses, que operaban en Sevilla, el corazón 
mismo de las transacciones de la Carrera de Indias. Para darnos una idea de esta presencia, habría que 
subrayar que, según Broens, en 1640 había 2 mil comerciantes portugueses de todo tipo solamente en 
Sevilla y Madrid. Por lo mismo, el periodo de unión de las dos coronas, las seis décadas del imperio 
―hispano-portugués‖, marca un hito importante en el primer impulso a la globalización de cuatro 
continentes. Cfr. Serge Gruzinski, Les quatre parties du monde. Histoire d’une mondialisation, Turín, 
Éditions de la Martiniêre, 2002. 
 7 
pretexto para aplicar un criterio exclusivista según los intereses del Estado español y sus 
mecanismos de represión político-religiosa. Los portugueses, por su parte, nunca 
acabaron tampoco de considerar como propio al monarca español, conservando Portugal 
su autonomía bajo una especie de ―dominación,‖ lo que terminó por empujarlos hacia la 
―infidelidad‖ desde 1640.
15
 En América, como bien se sabe, ―portugués‖ era sinónimo 
de ―judío,‖ ―judaizante‖ o ―cristiano nuevo‖. 
A este clima de creciente animadversión se vino a sumar el hecho de que las 
rutas comerciales se hallaban, desde entonces y por lo mismo, severamente afectadas o 
cada vez más fuera del control directo de la Corona española. En estas circunstancias, y 
una vez habiendo triunfado en su guerra de independencia —en su ―restauración‖ y 
separación de la Corona española— se aceleró desde 1641 el hostigamiento contra los 
portugueses, año crucial en el cual, además, la flota no había arribado de España por los 
constantes ataques de los piratas holandeses en el Caribe.
16
 
Así, dentro de los sucesos que se desencadenaron en la Nueva España a partir de 
entonces, quedó al descubierto la existencia previa de una extensa filigrana de rutas 
comerciales y financieras, paralelas al comercio oficial y controladas por los conversos, 
que atravesaban el Pacífico, desde el Perú hasta las islas Filipinas, y que cubrían todo el 
entorno del Atlántico de Sevilla y la costa occidental de África, el Brasil y, 
eventualmente, Venecia, Génova, Burdeos, Ruán y Ámsterdam.
17
 
 Y si acercamos la mirada hacia el principal puerto de la Nueva España, las 
actividades primordiales de los lusitanos se concentraban claramente en siete campos de 
actividad económica relacionados entre sí, que se habían ido creando —sobre todo y a 
partir de las licencias para la introducción de esclavos africanos— en el ámbito del 
 
15
 La guerra de independencia de Portugal se produjo 14 meses después de la derrota de la monarquía 
española en el Mar del Norte y a 23 semanas de iniciada la rebelión de Cataluña. Habiendo triunfado en 
1641 con la ascensión del duque de Braganza al trono portugués (Juan II), se convirtió en una guerra de 
27 años, hasta los tratados de 1668, cuando España admitió su derrota en todos los frentes y recibió a 
cambio laposesión de Ceuta, en el norte de África. ―Su revuelta fue la más coherente, un bloque sin 
fisuras de todo un pueblo; con algunas adherencias de tipo económico y social que no restaron un ápice a 
su carácter de revolución política, de revolución nacional, y por ello fue la única que triunfó‖, dice 
Antonio Domínguez Ortiz, ―Prólogo‖ a J. H. Elliott, et al., 1640: La Monarquía hispánica en crisis, 
Barcelona, Centre d‘Éstudis d‘Historia Moderna Pierre Vilar/ Editorial Crítica, 1992, p. 11. 
16
 Véase nuestro libro Contra viento y marea. Los piratas en el Golfo de México, México, Plaza Janés, 
2004, en donde analizamos la piratería como parte del continuum comercio legal, ilegal, contrabando y 
piratería: un fenómeno que no puede solamente atribuirse al ―enemigo‖ sino como parte de la dinámica de 
la corrupción en el seno del mismo imperio español. También en 1641, y como preámbulo a la guerra de 
independencia, Portugal perdió temporalmente el control sobre sus fuentes de aprovisionamiento de 
esclavos y azúcar, a apoderarse Holanda de la importante colonia de Angola y de una parte del Brasil. 
17
 Tomando a la red atlántica portuguesa en su conjunto, podemos decir que los principales puertos de 
abastecimiento y de salida eran, en orden de importancia, Lisboa, Oporto, Viena, Pernambuco, Sevilla, 
los del norte de España y los puertos franceses del Atlántico. La amalgama que cohesionaba todo esto era 
un eficiente sistema de transferencia de pagos al que los historiadores europeos han llamado Atlantic 
Paysystem. 
 8 
comercio intercolonial del Gran Caribe (comercio que crecía a la par de la decadencia 
creciente de la Carrera), en el de cabotaje hacia el sur de la Nueva España y Yucatán y 
en los entresijos del comercio con España. Fue así como a partir de varias ciudades 
fueron creando una auténtica red comercial capitalista, toda una tupida malla de 
relaciones de intercambio de mercancías y esclavos, servicios fiscales, financieros y de 
información, dado que a través de esas rutas circulaba también una parte del correo 
escrito oficial.
18
 Tenían incluso personas, socios, sucursales y colonias mercantiles en 
varios puertos del Caribe insular y de Tierra Firme. Así, la red se desarrollaba en varias 
esferas de actividad: 
1) Como factores o rendeiros de los asientos y el tráfico negrero: considerando a 
éstos como la obligación contractual entre el monarca y los comerciantes a cambio de 
un pago convenido por la prestación de un servicio. Así, la introducción de esclavos por 
las compañías portuguesas a Nueva España tuvo su principal factoría en Veracruz entre 
1590 y 1640, contándose aproximadamente unos 70 mil los que llegaron con registro en 
ese periodo,
19
 y un 10 por ciento más los introducidos por las vías del contrabando. A 
pesar de su importancia local, los negreros oficiales y ―sueltos‖ en realidad dependían 
del centro de la red comercial que se ubicaba en la ciudad de México y que dirigía 
Simón Váez Sevilla, originalmente vecino de la ciudad andaluza. Como puede 
deducirse de los documentos, los negreros de Veracruz
20
 no eran más que agentes de los 
establecidos en la capital. La ciudad de México era el centro del tráfico esclavista de la 
Nueva España y Veracruz el puerto de desembarco, base de la factoría y cauce hacia la 
capital. Por otro lado, —como ocurrió con los asientos esclavistas posteriores— el 
 
18
 Podemos decir que la información era la principal arma para el control de rutas y asociaciones de 
comerciantes: Al transportar metálico, papeles y documentos oficiales, quienes controlaban las rutas se 
enteraban del comportamiento de los precios, de noticias varias (entre ellas y con antelación de las 
cédulas y edictos que les eran contrarios) y de las fluctuaciones de los mercados. Esta información 
circulaba y se guardaba celosamente en el seno de una comunidad basada en un complejo tejido de 
confianzas mutuas, las que sólo serían rotas por la labor represiva y de ―contrainteligencia‖ del Santo 
Oficio de la Inquisición. Una vez hechos prisioneros, eran ampliamente interrogados para obtener 
información acerca de sus contactos y transacciones. El Tribunal del Santo Oficio ejercía entonces un 
papel estrictamente político para la salvaguarda de los intereses de la Corona. 
19
 Enriqueta Vila Vilar, Hispanoamérica y el comercio de esclavos, Sevilla, EEHS, 1977, p. 207. 
20
 Los factores de Veracruz se instituyeron desde 1596 y fueron: Francisco López Enríquez (1596-1601), 
Juan Fernández de Moza (1602), Manuel Carrillo, con su Guarda Mayor y escribano Martín Cabral 
(1603-1604), Francisco López (1605-1616), Tomás de León (1617-1622), Alfonso Váez de Oliveira, con 
su Guarda Mayor Luis Pereira (1623-1633), Francisco Sánchez de Sosa (1632-1635) y Fernando 
Rodríguez (1636-1641). Antonio, el hermano de Francisco Sánchez de Sosa, fue uno de los principales 
factores en Cartagena de Indias. Por su parte, el primer factor, Francisco López Enríquez, fue acusado en 
su tiempo de delitos contra la fe. BN, Archivo Franciscano, caja 66, exp. 1218, 1601-1606, ―Proceso 
contra Francisco López Enríquez, portugués, mercader de negros, por judaizante‖. 
 9 
comercio de esclavos no era tan jugoso en sí mismo, sino más bien, se erigía como un 
parapeto autorizado que encubría la introducción ilegal de otras mercancías.
21 
2) Como introductores de cacao. Precisamente, el comercio del cacao 
venezolano, que fue de hecho iniciado por esta red desde 1621, se creó gracias a una 
creciente demanda: importándose a la Nueva España en virtud de la crisis agrícola que 
no permitía cubrir las necesidades del consumo novohispano y de la redistribución a 
Europa.
22
 Y es que después de 1620, Venezuela se había convertido en una plantación 
al servicio del mercado novohispano: entre 1620 y 1650, el 99% de las exportaciones 
venezolanas iban a la Nueva España. Este comercio se realizaba en fragatas propiedad 
de miembros de la red que transportaban el cacao desde Maracaibo o desde La Guaira 
(Caracas) hasta Veracruz, y que navegaban de regreso al Caribe con harina y trigo del 
valle de Puebla, loza, plata labrada particular, y luego también, con la moneda metálica 
que el virrey de Nueva España —aprovechando esta red de fragatas— distribuía para el 
pago de la administración militar y civil de un fragmento del Caribe español: el llamado 
situado de la plata. Las naves de tráfico del cacao pertenecían en su mayor parte a 
contratistas venezolanos, a los Fernández Gramajo (judíos portugueses de Cartagena), a 
algunos de los lusitanos vecinos de Veracruz y a Simón Váez Sevilla. De hecho, este 
tráfico, que iba en ascenso antes de la persecución, se suspendió totalmente entre 1641 y 
1645, recuperándose significativamente hasta finales del siglo.
23
 
 
Gráfico: Exportaciones de cacao de Venezuela a Nueva España, 1621-1700 
 
 
21
 Habrá que decir, sin embargo, que en algunos años de prosperidad del tráfico negrero, el pago de 
derechos por la introducción de esclavos de Angola, superaba al almojarifazgo del 10 por ciento por la 
entrada de la flota. Como ocurrió en el lapso de marzo de 1638 a junio de 1639, cuando, de 297 mil 111 
pesos cobrados por la Caja Real de Veracruz, 59 mil 55 correspondieron a la flota y 85 mil 380 a 
derechos de esclavos introducidos. Véase: Klein, Herbert S. y John J. Te Paske, Las Cajas de la Real 
Hacienda de la América española. Siglos XVI a principios del XIX. [Veracruz.xls, Carlos Rodríguez 
Venegas]. Disco compacto. El Colegio de México/ INAH/ Facultad de Economía UNAM. México, 2004 
22
 Un 12% del cacao introducido no procedía del Caribe sino del puerto de Guayaquil, en el Reino de 
Quito. Se introducía a través de Acapulco y se redistribuía desde México y Veracruz. Este cacao era más 
barato y amargo: era consumido por los pobres y bebido con azúcar, aumentando la demanda de este 
último producto.Uno de los actores de este tráfico fue Francisco López de Fonseca, quien residió por 
temporadas en Santa Fe de Bogotá, Riobamba (Ecuador), Quito, Guayaquil y Acapulco. La persecución 
lo sorprendió en Orizaba. 
23
 Eduardo Arcila Farías, La economía colonial de Venezuela, México, FCE, 1946. Este mismo autor 
describe lo que fue la llamada ―feria del cacao‖ en el puerto de Veracruz, desde la primera mitad del 
XVII. A mediados de la siguiente centuria era ya el 80 por ciento de cacao venezolano el que se conducía 
a Veracruz, mientras que el total consumido ascendía a unas 322 mil 664 fanegas. 
 10 
0
10000
20000
30000
40000
50000
60000
1621-
1625
1641-
1645
1661-
1665
1681-
1685
Fanegas
 
 
3) Como introductores de textiles finos. El tráfico de las telas europeas (principalmente 
de Ruán, de Inglaterra y de Holanda) y de sedas chinas, así como de otros productos 
textiles. Esto implicaba una relación directa no solamente con Filipinas y Sevilla, sino 
también, a través de Sevilla y las Canarias con otros puertos europeos y asiáticos dentro 
y fuera del imperio español, que contaban con fuertes comunidades de judíos 
portugueses. Estas telas se introducían legalmente y usando también las extendidas 
redes del contrabando y el llamado ―comercio de balandra‖ que en ese entonces 
prosperaba en el litoral del Golfo. La redistribución de estas mercancías se orientaba 
principalmente hacia tierra adentro, la capital y las Provincias Internas, y hacia los 
puertos del sur: Alvarado, Coatzacoalcos, Villahermosa, Campeche y Yucatán. 
4) Como arrendadores de impuestos. La administración y el cobro de alcabalas y 
tributos, que sentó las bases del mercado interno regional y estableció sus relaciones a 
corta y gran distancia, se basaban en la larga experiencia de los portugueses en la 
administración de la Casa de Contratación de Sevilla y otros lugares de España y 
Portugal, permitiendo que se ocuparan de cobrar los impuestos de avería, almojarifazgo, 
alcabalas y otras imposiciones al tráfico comercial —a través del control o la 
complicidad con los Oficiales Reales— así como los tributos a algunas comunidades 
indígenas situadas al sur del puerto, en las regiones de la Veracruz Nueva, 
Cosamaloapan y la cuenca del Coatzacoalcos: precisamente allí donde los españoles 
demostraban poca o ninguna eficiencia en el control fiscal de los indios. En este último 
caso, se usaban negros libres y parte de las milicias de pardos y morenos que estaban de 
hecho bajo el control de los portugueses.
24
 Esta posición les daba además la capacidad 
 
24
 Algunos de los vecinos menores de la red, como Duarte Castaño, empleaban grupos de negros libres 
armados –sus propias guardias o mesnadas- para obligar al pago del tributo, del que se guardaban una 
comisión, a las comunidades renuentes en la Veracruz Nueva (Medellín, Tlalixcoyan, Tlacotalpan…), en 
Cosamaloapan y en Coatzacualco. En esta última jurisdicción, uno de los acusados en 1642, Jorge 
Serrano, había sido organizador de milicias de pardos y morenos, y luego, Corregidor y visitador de la 
Real Hacienda precisamente en el ramo de los tributos de los indios. Cfr. Antonio García de León, ―Las 
 11 
de visualizar potenciales mercados de consumidores en un mercado interno en 
construcción sobre el litoral del Golfo. Los que sobrevivieron a los acontecimientos de 
1642, pequeños tratantes y dueños de tiendas, seguirían por décadas imponiendo su 
presencia en los pueblos más alejados. 
5) Como redistribuidores de plata y cereales. El inicio del situado de las harinas 
y el trigo, que al igual que el situado de la plata, vinculaba a Veracruz con la Florida, 
Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico; Trinidad y el oriente de Venezuela (principalmente 
la isla de Margarita y el puerto oriental de Cumaná). Estos situados eran una red de 
suministros y relaciones de todo tipo entre la Nueva España y las colonias españolas del 
Caribe: además, en los años anteriores al golpe inquisitorial, la redistribución estaba 
bajo la supervisión del Corredor Mayor de la Lonja de Veracruz, quien fue durante este 
tiempo aliado o miembro de la red. 
6) Como poseedores de títulos de deuda, es decir, de préstamos hechos a 
deudores en México, Provincias internas, Filipinas, Caracas, Maracaibo, Campeche, San 
Juan de Puerto Rico, La Habana, Pernambuco, Angola y varias ciudades españolas 
(Sevilla, Madrid, entre otras).
25
 Préstamos basados en créditos frescos concedidos en 
periodos frecuentes de atraso de las remesas y los situados, lo cual habla no sólo de la 
gran movilidad y del grado de inclusión en la economía-mundo de los principales 
comerciantes acusados, sino de la capacidad de inserción en los tiempos discontinuos 
del tráfico. En el momento de la represión, una gran cantidad de escrituras y letras de 
cambio fueron decomisadas por el Real Fisco de Inquisición, convirtiéndose desde 
entonces en simples documentos sin valor, pues su valoración era virtual mientras no se 
convirtieran en metálico. La letra de cambio, era más que una mera orden de pago, 
debido a que no implicaba únicamente la transferencia de dinero, sino también su 
conversión en otra moneda. Esto, a su vez, hacía posible la especulación, dadas las 
continuas fluctuaciones de cotización. Otros cobros eran las comisiones, las que 
producían un promedio de cinco por ciento de interés anual.
26
 
7) Como funcionarios menores. El usufructo y control de cargos intermedios en 
la administración civil y militar, y en los negocios particulares; y en donde miembros 
menores de la red, no necesariamente portugueses, actuaban como escribanos, 
 
milicias de pardos y morenos en el Veracruz del siglo XVIII: una aproximación general,‖en Ejércitos y 
rebeldes. XXV Jornadas de Historia de Occidente, Jiquilpan, Mich., CERMLC, 2005, p.p. 75-90 
25
 AGNM, RFI, 18, ½. Ff. 5-84, 1644, ―Relación de bienes y deudores de Fernando Rodríguez, 
reconciliado‖. 
26
 Esto puede verse por ejemplo, en las donaciones que Antonio Méndez alcanzó a hacer a sus hijos 
tenidos con negras de Angola (AGNM, RFI. 43, 14: 172-177, 1642-1643) meses antes de su aprehensión, 
de seis mil pesos a cada uno, ―de cinco por ciento al año, que son trescientos pesos…‖ 
 12 
secretarios, capitanes de milicias, albaceas de bienes particulares, etcétera. En estos 
cargos participaban también mulatos libres ilustrados que se habían iniciado como 
empleados de los portugueses, algunos de origen angolano, y que de hecho 
sobrevivieron a la expulsión.
27
 
En virtud de todo lo anterior, el papel de los judíos portugueses en el 
mantenimiento de las redes mercantiles del Atlántico y el Caribe resulta un aspecto 
fundamental que ha sido poco considerado en el análisis del comercio del siglo XVII 
entre España y las Indias. Asimismo, habría que resaltar la importante contribución que 
esta comunidad tuvo en la expansión de los vínculos comerciales y humanos, enlazando 
ciudades y puertos del imperio español en América con las ciudades, puertos y 
establecimientos coloniales franceses, portugueses, ingleses y holandeses: en una red 
que se extendía, por decir algo, desde Jamaica y Saint Domingue, hasta Barbados, la 
Martinica,
28
 Cartagena de Indias, las Guyanas, Curazao
29
 y el Brasil portugués y 
holandés. También, al propiciar la activación de las Lonjas de comerciantes y la 
creación, en 1636, de la Armada de Barlovento (originalmente subsidiada por los 
integrantes del Consulado de Comercio de la ciudad de México para la defensa del 
Caribe);
30
 se insertaban en la estrategia política y militar del imperio, fortaleciendo las 
rutas y los modos de operación comercial y financiera que desarrollaron los portugueses 
en América, el Lejano Oriente, África y Europa. Se trataba en todaforma de un ―campo 
magnético‖ de relaciones humanas a gran distancia. Es más, la cohesión misma del 
imperio hispano-portugués, caracterizada por su gran extensión, estaba determinada por 
la unión a través de ésta y otras redes de rutas comerciales que desarrollaban su 
actividad dentro de los límites a menudo inciertos del imperio.
31
 Es más, estos 
itinerarios comerciales le daban forma y marcaban su periferia, constituyéndose en las 
 
27
 AGNM, RCO, 32, 14: ff. 34-35v., 1704, ―Contra funcionarios mulatos de origen portugués en la Vera 
Cruz Nueva‖. 
28
 Abraham Cahen, ―Les Juifs de la Martinique au XVIIe siècle‖ en Revue d’Études Juifs, 2, 1981, pp. 93-
122. 
29
 Oruno D. Lara ha detallado la red en Curazao: ―Marchands juifs à Curaçao‖ en Caraïbes en 
construction : espace, colonisation, résistance. t. I, CERCAM, Epinay sur Seine, 1992, p.p. 219-146. 
También Linda M. Rupert, Rethinking Curaçao’s Commercial History. Some Initial Notes on the Role of 
Black Seafarers and Jewish Merchants in the Early Modern Period (1648-1790). Ms. Duke University, 
2003. 
30
 Manuel Alvarado M., La ciudad de México ante la fundación de la Armada de Barlovento, 1635-1643, 
México, El Colegio de México/Universidad de Puerto Rico-Río Piedras, 1983. También: AHNM, 
Diversos, 31, doc. 47, 3 junio 1637, ―Despacho del Cabildo de México a los Oficiales Reales de Vera 
Cruz para el cobro del servicio de los 200 mil pesos destinados a la fundación y sustento de la Armada de 
Barlovento, en virtud de la provisión del Marqués de Cadereyta de fecha 7 de enero de 1637.‖ 
31
 Los portugueses eran muy influyentes pero no los únicos ni los más poderosos en ciertas áreas del 
imperio. Con fortunas de 200 mil pesos o más, y sus contactos comerciales internacionales, establecieron 
posiciones de fuerza diversas, pero el comercio directo con las Indias, organizado alrededor de la 
Carrera, estuvo lejos de ser monopolizado por ellos. 
 13 
arterias que permitían su existencia como tal. Destruirlas significó, como veremos, un 
daño irreversible. 
 
LA COMPLICIDAD GRANDE: LOS SUCESOS DE 1642 
Pero después de haber desarrollado estrategias tan efectivas como fue mantener las 
fragilidades de una red en expansión, sobrevino la guerra de independencia portuguesa 
y con ella la decisión de la Corona española de erradicar a estos ―extranjeros‖ del 
comercio y la administración del imperio. La secesión de Portugal coincidía con un 
debilitamiento en sus posesiones africanas y americanas, con el fortalecimiento de los 
reductos holandeses a raíz de su propia independencia y con un reacomodo total de las 
colonias del Caribe, en donde se había recrudecido la intromisión de los enemigos de 
España en varias islas y franjas de la Tierra Firme. Es en ese contexto de alarma que se 
sitúan los acontecimientos que en México se atribuyeron a la llamada ―complicidad 
grande.‖ 
 Habiendo sido una práctica recurrente del Tribunal del Santo Oficio de la 
Inquisición la persecución a los judíos de Nueva España, desde que se estableció 
formalmente en México, en 1571,
32
 arreció en forma notable en 1642, por el 
quebrantamiento total de las relaciones entre España y Portugal. Esta acción punitiva 
tiene sus antecedentes en el clima de persecución que ya se vivía en España
33
 y en el 
virreinato del Perú, en donde había ocurrido una ola previa de persecuciones entre 1635 
y 1639, que culminaron con un gran Auto de Fe que involucró a una parte de la red 
portuguesa enlazada con la Nueva España. La persecución y el clima de antisemitismo 
exacerbado coincidían además con la crisis política y económica de ambos virreinatos, 
la que le daba el motivo para culpar a los judíos de las desventuras reales y supuestas 
que sufría esta parte del mundo colonial americano. 
Por otra parte, la administración como virrey de México de don Diego López de 
Pacheco y Bobadilla, marqués de Villena y duque de Escalona, —de agosto de 1640 a 
junio de 1642— así como la directa relación de éste con los sucesos de Portugal,
34
 
crearon el clima propicio para que se hablara en México de una ―gran complicidad,‖ en 
 
32
 Solange Alberro, Inquisición y sociedad en México, 1571-1700, México, FCE, 1988. También: Stanley 
M. Hordes, The Crypto Jewish Community of New Spain, 1620-1649. A Collective Biography Ph. D. 
Thesis. Tulane University, 1980, y Robert Ricard, « Pour une étude du judaïsme portugais au Mexique 
pendant la période coloniale », Revue d’Histoire Moderne. Paris, 1939, p.p. 459-471. 
33
 Debida a la declinación del conde duque de Olivares, supuestamente favorable a los portugueses y a la 
expansión de sus negocios. Cfr. Antonio Domínguez Ortiz, Los judeoconversos en España y América, 
Madrid, Ediciones Istmo, 1971 (Fundamentos; 11) 
34
 La guerra de independencia de Portugal, que estalló en junio de 1640, estuvo bajo la dirección del 
duque de Braganza, nada menos que cuñado del virrey de Nueva España y quien se proclamó rey de 
Portugal con el título de Juan IV, separándose de la corona de Castilla. 
 14 
donde supuestamente el virrey, ligado al nuevo rey de Portugal, varios funcionarios y el 
grupo compacto de los portugueses y sus aliados, pretendían arrastrar a la colonia entera 
hacia los brazos de los enemigos del rey de España. 
Estos sucesos, de los que se supo en México hasta abril de 1641, influyeron así 
directamente en la cancelación de las concesiones para la introducción en América de 
esclavos africanos, otorgadas desde 1580 a las compañías portuguesas por la Corona 
española. La factoría del asiento en Veracruz, la segunda en importancia después de 
Cartagena de Indias, fue cancelada desde mayo de 1641 y su principal factor, Fernando 
Rodríguez, fue desconocido como tal por las autoridades del puerto. La tensión entre 
españoles y portugueses aumentó a mediados de ese año, pues en la ciudad de México 
circulaba el rumor de una conspiración en Cartagena de Indias y de que en el Brasil los 
portugueses habían dado muerte a 3 mil españoles. El famoso obispo de Puebla y 
visitador general,
35
 Juan de Palafox y Mendoza fue uno de los primeros en escribir al 
rey diciendo que también la Nueva España estaba en serio peligro por todos estos 
sucesos. ―Lo siguió la Inquisición, la cual informó a España, al inquisidor general, que 
la capital, Puebla y Veracruz, eran presa de tensión por el temor de que los portugueses 
de México estuvieran acumulando, como se creía, armas de fuego y parque. Palafox 
recordó a la Corona que el duque de Escalona estaba emparentado con los Braganza.‖
36
 
El duque de Escalona, en respuesta al rey, consideró entonces que todos estos 
temores eran infundados y exagerados y defendió a los hermanos Váez de Acevedo, 
principales acusados ante el Tribunal por ―judaizar‖ y por supuesto acopio de armas 
aprovechando sus cargos militares,
37
 pues según él eran católicos a toda prueba y leales 
a la Corona, como lo habían demostrado en el desempeño de sus cargos en México y 
Filipinas. Y la verdad es que lo único que los portugueses estaban acumulando eran 
 
35
 Comisionado por la Corona para inspeccionar la conducta de los Oficiales Reales y de los ministros de 
la Iglesia. 
36
 Jonathan I. Israel, Razas, clases sociales y vida política en el México colonial, México, FCE, 1980, p. 
213. También: AGNM, Inquisición, 407, ff. 439-442, 1641. El virrey duque de Escalona era viudo de una 
hermana de Braganza. A los ojos de la Corona, todos estos sucesos estaban encadenados por relaciones 
familiares que se tejieron alrededor del conde duque de Olivares, Gaspar de Guzmán: recuérdese que 
estalló también en esos meses una rebelión en Andalucía, encabezada por el Marqués de Ayamonte y el 
duque de Medina Sidonia; y que éste último, don Gaspar de Guzmán y Sandoval, era pariente y 
homónimo del conde duque de Olivaresy hermano de doña Luisa de Guzmán, esposa del mismísimo 
Braganza. 
37
 Pues en especial, gran parte de los ataques se dirigían contra un personaje supuestamente protegido por 
el virrey, el comerciante portugués sefardí Sebastián Váez de Acevedo, encargado del abastecimiento de 
provisiones y municiones de la Armada de Barlovento, mientras su hermano mandaba un destacamento 
de infantería en la ciudad de México. El virrey Escalona los defendió a capa y espada, minimizando los 
rumores de riesgo, pues según él, eran oficiales leales con muchos años al servicio del Rey. Sebastián y 
Luis Váez de Acevedo eran, además, gruesos introductores de esclavos de Angola: véase, por ejemplo: 
AGNM, Tierras. Vol. 3259, ff. 106-362v, 1615-1626: ―Cuentas en lengua portuguesa de introducción de 
esclavos a Veracruz, en los navíos Nossa Señora de Nasaré y Nossa Señora de Ayuda‖. 
 15 
caudales y fortunas, los que terminaron en poder del Real Fisco de Inquisición, la 
administración del Tribunal del Santo Oficio: no sin antes haberles arrancado un 
―donativo,‖que muchos dieron por temor a mayores represalias.
38
 
Pero a los ricos comerciantes portugueses de México, ―comerciantes gruesos‖ —
que eran en realidad sólo un grupo dentro de los inmigrantes conversos y cristianos 
viejos de Portugal y Angola— se les acusaba no solamente de practicar de manera 
oculta la ―ley de Moisés,‖ o de apoyar a los rebeldes de Portugal, sino principalmente de 
preparar en México una revuelta contra el rey de España en alianza con los africanos. Se 
decía entonces algo que sólo era parcialmente cierto: que en Veracruz y Campeche 
controlaban las milicias y las unidades militares estacionadas allí, que habían 
establecido nexos de colaboración económica con las órdenes religiosas 
(subvencionando a conventos y cofradías)
39
 que tenían muchos esclavos y empleados 
mulatos, que algunos vivían en unión libre con sus esclavas o libertas, que gozaban de 
la lealtad del conjunto de la población de origen africano y que tenían abundante dinero 
para llevar a cabo sus planes de supuesta subversión.
40
 La Real Cédula de febrero de 
1642, dirigida por el monarca español al virrey duque de Escalona, reflejaba muy 
 
38
 Se trataba de ―…un donativo crecido a Vuestra Magestad, por estar los más ricos y caudalosos presos‖: 
AGI, México, 35, N22, 9 febrero-28 marzo 1643, ―Cartas del virrey Conde de Salvatierra‖, f. 2. A pesar 
de esto, se pudieron recoger 24 mil 200 pesos de oro de los residentes portugueses (10 mil de México, 5 
mil de Puebla, mil 200 de Cholula, 3 mil de Tlaxcala, mil de Huejotzingo y 4 mil de Veracruz). Ya desde 
1642 se habían reunido otros 2 mil 127 pesos entre 70 vecinos portugueses de Puebla, existiendo la 
relación detallada de nombres y cantidades, y entre quienes destacan, por ―donar‖ más de 200 pesos, 
Manuel Gómez, Manuel Borrego, Luis de Amézquita, Antonio García, Antonio Correa, Francisco 
González, Gaspar Negrero, Vicente Rodríguez y Pedro de Sosa Cfr. María de las Mercedes Gantes 
Tréllez, ―Aspectos socioeconómicos de Puebla de los Ángeles (1624-1650)‖ en Carlos Contreras Cruz y 
Miguel Ángel Cuenya, Ángeles y constructores. Mitos y realidades en la historia colonial de Puebla 
(siglos XVI-XVII, Puebla, BUAP, 2000, p.p. 207-317. 
39
 En especial se sospechaba de los jesuitas. En el mismo Veracruz, el grueso de la comunidad portuguesa 
vivía alrededor de la plazoleta de la Compañía de Jesús, y el mismísimo rector del colegio de los jesuitas, 
el padre portugués Andrés González, había sido objeto de una investigación del Tribunal del Santo Oficio 
en 1635, ―porque no se le han oído decir, cuando dice misa, las palabras de la consagración‖ (AGNM, 
Inq., Vol. 381, exp. 10: 13 ff, 1635). Se acusaba también a los jesuitas de guardar vales, cartas poder, 
cartas de orden, letras de cambio y comisiones de los comerciantes portugueses del puerto en su 
convento. Por lo demás, a ellos estaba encargada la evangelización y bautismo de los esclavos bozales 
introducidos en las cargazones provenientes de África, motivo por el cual visitaban las ―armazones‖ de 
esclavos una vez llegados al puerto. De esos años datan las primeras expresiones inquisitoriales, que 
luego se harían vox populi en el puerto, de que la causa de que los portugueses y los negros no murieran 
durante las epidemias de fiebre amarilla o ―mal de Luanda‖, era que mantenían secreta su adhesión a la 
Ley de Moisés y un supuesto pacto colectivo con el demonio. Al parecer, la inmunidad de la comunidad 
provenía de la leche materna de las nodrizas angoleñas, pero ésa es sólo una hipótesis de la que ya hemos 
hablado en otro lugar. 
40
 A su vez, entre los portugueses también circulaban versiones alejadas de la realidad que eran producto 
del clima de hostigamiento. En una carta de Fernando de Amézquita, fechada en Veracruz en 1641, se 
mencionaban los rumores sobre cierto navío portugués con 150 soldados a bordo que estaría llegando a 
las islas Canarias, en camino hacia Nueva España, para liberar a la comunidad de la persecución 
inquisitorial, así como de un inminente arribo de los holandeses en el mismo sentido. AGNM, Inq., 449, 
1: ff. 5-6, ―Proceso y causa criminal contra Luis de Amézquita, 1642‖. Luis era vecino de Puebla. 
 16 
claramente todos estos temores. En ella se le advertía, antes de retirarlo de su cargo, 
que: 
Estéis con advertencia a reconocer el gran cuidado que pueden dar los 
portugueses, respecto de ser como son en gran número y hallarse en los puertos 
más armados de gente, más caudalosos de dinero que los naturales y más unidos 
entre sí que todo el resto; que en los Reales de Minas están muy ricos y estoy 
informado que vienen a ser la esponja de todo el oro y la plata de rescate y que 
extravían mis reales quintos, y que no se recatan en hablar contra la fidelidad. 
Que están muy mezclados con los negros, con quien tienen grande unión y 
gran parentesco, y ellos los respetan, así por hallarse con mucho número de 
esclavos, como por haberlos criado y llevado de Angola y mirarlos como a 
Padres, los cuales componen gran parte del pueblo y que se puede tener 
cualquier riesgo de ellos […] Y estéis con gran recato atendiendo que en la 
Veracruz no introduzcan los rebeldes de Portugal ninguna negociación ni 
correspondencia […] y particularmente al que nombráredes por Corregidor de la 
Veracruz, procurando sea de entera y segura satisfacción y vos la habéis de tener 
de que sea ajeno a toda codicia que es por donde se corrompe más fácilmente lo 
seguro del gobierno.
41 
 
Fue así bajo estas circunstancias que, en junio de 1642, don Juan de Palafox y Mendoza, 
obispo de Puebla y visitador (ligado desde antes al principal asesor o valido del rey, el 
conde duque de Olivares, recibiendo de él órdenes expresas de vigilar al virrey), fue 
nombrado arzobispo electo de México y, mediante un golpe de estado avalado por una 
real provisión, se erigió como virrey y capitán general en sustitución del duque de 
Escalona.
42
 A partir de entonces, varias familias de comerciantes, tratantes de poca 
monta y simples artesanos o colonos, fueron exterminadas, expropiadas en sus bienes, 
dispersas o desterradas. Los procesos en México en realidad habían empezado con una 
serie de denuncias hechas en 1641 en el Tribunal de Sevilla contra el rico comerciante 
 
41
 AGNM, RCO, 1, 288: 528. De Felipe IV al virrey. Febrero de 1642. En esos días, el mismo Felipe IV 
escribía, después de la caída del conde-duque de Olivares, que ―Habiendo considerado que el gran 
número de portugueses que hay en estos reinos, y la mano que por medio de los asientos y 
arrendamientos tienen, puede causar inconvenientes de mucho perjuicio. Tengo sometido a junta 
particular pensar en los medios de atajarlos, y mientras se me consulta, me ha parecido ordenaros que los 
arrendamientos de rentas que en adelante se hicieren, particularmente los puertossecos, no se rematen en 
portugueses‖. 
42
 AHCV, ―Real provisión indicando al Duque de Escalona, cese en su cargo de Virrey de la Nueva 
España y lo tome don Juan de Palafox y Mendoza‖. 1642. Caja 1, Vol. 1: 297-303. Don Juan de Palafox 
se enfrascaría luego en un largo pleito con los jesuitas en su diócesis de Puebla, sufriría desavenencias 
políticas a varios niveles y terminó por regresar a España. A fines del XVII sus hechos gloriosos fueron 
objeto de varias hagiografías redactadas en la península, en donde se le atribuyen varios milagros: lo que 
dio lugar a un proceso fallido de beatificación. Cfr. Antonio Rubial García, La santidad controvertida. 
Hagiografía y conciencia criolla alrededor de los venerables no canonizados de Nueva España, México, 
UNAM/FCE, 1999. Curiosamente, uno de sus más entusiastas admiradores fue el jesuita portugués 
Antonio de Vieira (Lisboa, 1608- Bahía, 1697), quien en 1642 se convirtiera en valido, promotor y 
recaudador de fondos para el naciente gobierno del rey Juan II de Portugal. Por su protección a los 
conversos, Vieira fue perseguido por el Santo Oficio de Coimbra y terminó como predicador y misionero 
en Brasil. Debatió sobre cuestiones teológicas con la monja poetisa mexicana Sor Juana Inés de la Cruz 
Robert Ricard, ―Antonio Vieira y sor Juana Inés de la Cruz‖, en: 
www.dartmouth.edu/research/sorjuana/Commentaires/Ricard/Ricard.html. 
 17 
―mexicano‖ Simón Váez Enríquez (o Váez Sevilla, o Váez de Castelo Branco), en un 
tiempo vecino de la ciudad andaluza, que mantenía tratos comerciales con la Nueva 
España, —a donde finalmente se trasladó— y quien era el más rico de la comunidad 
asentada en México, además, depositario de conocimientos religiosos del judaísmo, lo 
que le dio un enorme prestigio en el seno de la comunidad sefardí mexicana: 
considerándosele una especie de rabino, en cuya casa se reunían todos los ―judaizantes‖ 
de la ciudad de México.
43
 La acusación contra Simón Váez comprendía también a todos 
los Váez de Acevedo, a la mayoría de los miembros de la numerosa familia Enríquez y 
a otros conversos que habían cruzado el Atlántico y se habían establecido en el Perú y 
México,
44
 o bien, que habían emigrado a Ámsterdam y a los puertos de la costa atlántica 
francesa,
45
 sin romper sus nexos con los portugueses de Sevilla, ubicados en la calle de 
la Sierpe, o ―calle de los portugueses‖. En 1620 Simón Váez se había casado con Juana 
Enríquez, hija de Blanca Enríquez, ―descrita por los inquisidores como una de las más 
pérfidas dogmatistas rabinas que pisaron la Nueva España,‖
46
 y de Fernando Rodríguez, 
el mismo factor del asiento de negros en el puerto de Veracruz. 
Por su parte, el breve gobierno de Palafox (de junio a noviembre de 1642) 
deshizo los nexos financieros de Escalona con la comunidad judía, denunció su 
sospechosa actitud de protección hacia ella y se apropió también de sus deudas con 
algunos de los comerciantes perseguidos, en especial con Antonio Méndez Chillón, 
mercader de Veracruz ligado a Váez Sevilla y a Fernando Rodríguez.
47
 Se ordenó 
también, en virtud de la Real Cédula de febrero de 1642, que los portugueses entregaran 
todas las armas que tuvieran en su poder (lo cual dio una magra cosecha de sólo 16 
 
43
 Simón Váez nació en 1598 en Santiago de Castilla y se crió en Castelo Branco (Portugal). Heredó de su 
padre, Gaspar González Soburro, el interés por los negocios, pues éste había sido cobrador de rentas 
reales en Lisboa (además de hostelero, carnicero y verdugo), hasta que un juicio inquisitorial lo obligó a 
trasladarse a Sevilla, en donde un primo suyo, también llamado Simón Váez, había sido nada menos que 
Contador del impuesto de Avería de la Casa de Contratación desde 1604. AGI, Contratación, 5874, L3, 
ff. 129-129v., 4 0ctubre 1604, ―Nombramiento…‖ Sobre Simón Váez, véase: Eva Alexandra Uchmany, 
―Simón Váez Sevilla‖, Estudios de Historia Novohispana, 9, México,. UNAM., 1987, p.p. 67-93; 
Seymour B. Liebman, ―Fuentes desconocidas de la historia mexicano-judía‖, Historia Mexicana, 14, 56. 
México, junio 1965, p.p. 707-719. 
44
 Estos procesos se encuentran en varios ramos del AGNM, en especial en Inquisición y Real Fisco de 
Inquisición, y resumidos en el AHNM. Cfr. Seymour Liebman, Los judíos en México y América Central. 
Fe, llamas, Inquisición, México, Siglo XXI Eds., 1971 y Luis Gerardo López Hernández, Los orígenes 
del contrabando en México: Gobierno, guerra comercial e Inquisición en la Complicidad Grande (1624-
1649), México, UNAM. Facultad de Filosofía y Letras, 2003 (Tesis Licenciado en Historia) 
45
 Cfr. Gérard Nahon, ―Le modèle français du marranisme: perspectives nouvelles‖ en Inquisiçao. 
Ensaios sobre mentalidades, heresias e arte. Brasil, Universidad de Sao Paulo, Expressao e Cultura, 
1987, p.p. 227-265. 
46
 Uchmany, op. cit., p. 70. También: AGNM, Inq., 398, 1: ―Proceso y causa criminal contra Simón Váez 
Sevilla por observante de la Ley de Moysén, 1642-1649‖. Blanca Enríquez, avecindada en Veracruz junto 
con su marido, murió en las cárceles secretas por efectos de la tortura y fue quemada en estatua en el Auto 
de Fe de 1649. 
47
 Después de refugiarse varios meses en un convento, el duque de Escalona retornó a España, enfrentó un 
juicio en donde obtuvo el perdón del rey y el cargo de virrey en Navarra. 
 18 
armas de fuego) y que todos abandonaran el puerto de Veracruz y otras plazas 
estratégicas, retirándose a más de veinte leguas tierra adentro, por su posible 
complicidad con los rebeldes a la Corona. Algunos de los perseguidos, vecinos de 
Veracruz, se trasladaron a Puebla y a la ciudad de México con sus familias, y otros se 
refugiaron en la cercana villa de Orizaba, esperando que la tormenta amainara. Al 
corregidor del puerto, Juan Fernández de Córdoba, acusado de participar en la supuesta 
conspiración, se le condujo preso al fuerte de San Juan de Ulúa, y todos los portugueses 
titulares de cargos militares o administrativos fueron despedidos, con excepción de 
Sebastián Váez de Acevedo, cuyas funciones de proveedor de la Armada de Barlovento 
se consideraron irremplazables. El único personaje conocido y sospechoso de judaizante 
que escapó a la persecución fue Melchor Suárez, reconciliado de la Inquisición en 
Portugal, quien era nada menos que secretario del virrey Palafox y que, como delator de 
la comunidad, tuvo después una larga trayectoria política al servicio de Sanz de la 
Mañozca y otros inquisidores, escapando a todas las acechanzas de la época.
48
 
Si consideramos que los acusados ante el Santo Oficio efectivamente vivían en 
las principales plazas de Nueva España, en ciudades como Puebla y Guadalajara, reales 
de minas como Pachuca y Taxco
49
 y puertos como Veracruz, Campeche y Acapulco, 
entonces podemos decir que ocupaban los lugares estratégicos de la economía 
novohispana. Pero muy especialmente, el grueso de esta inmigración estaba ubicado en 
las dos principales plazas del virreinato: la ciudad de México (en donde se decía, desde 
1622, que tenían una sinagoga) y, en Veracruz. ―La Veracruz es la llave principal de 
estos reynos y se hallan hoy en ella más portugueses que castellanos‖, decía Palafox en 
una carta de noviembre de 1641,
50
 mientras que otros testimonios insistían sobre esta 
presencia dominante en el litoral vecino, al sur del puerto. 
Fue así como durante el gobierno de Palafox, unos 50 judíos portugueses (entre 
los que había algunos extremeños) fueron apresados, entre ellos Simón Váez Sevilla, 
Matías Rodríguez de Oliveira, Francisco de Texosso, Antonio Váez de Castelo Branco
51
 
y varios más junto con sus familias. Hombres, mujeres, niños y ancianos ingresaron a 
 
48
 Sobre Melchor Juárez, véase: Alberro, op. cit.; Pilar Huerga Criado, En la raya de Portugal. 
Solidaridad y tensiones en la comunidad judeoconversa, Salamanca, Universidad de Salamanca,1994. 
(Cap. 4.2, ―Cristianos viejos y nuevos en Badajoz.‖) 
49
 Cfr. Araceli Reynoso, Judíos en Taxco, México, Gobierno de Guerrero/ Instituto Mora, 1991. También 
Seymour B. Liebman, op. cit. Así como: Stanley M. Hordes, op. cit. y María Herrera Sotillo, Ortodoxia y 
control social en México en el siglo XVII: el Tribunal del Santo Oficio, México, 1980. 
50
 AGNM, Inq., 489, ff. 85-88v., ―Carta del obispo Palafox al virrey Escalona‖. 
51
 O Antonio Váez de Acevedo, hermano de Sebastián, era nativo de Lisboa y de 30 años ―poco más o 
menos‖. Era comprador y traficante de esclavos como agente de su hermano. Era vecino permanente de 
Veracruz, alojado en la parte alta de la casa de un tal Gonzalo Rodríguez. Los esclavos los enviaba a 
México e iban facturados a nombre de su hermano. 
 19 
las cárceles secretas de la ciudad de México, saturándolas y obligando a la Inquisición a 
construir nuevas prisiones, mientras que los bienes incautados eran puestos a 
disposición de un fideicomiso creado para el efecto y administrado por el Tribunal y la 
Real Hacienda: el Real Fisco de Inquisición. Y si bien varios tratantes escaparon a la 
acción del Tribunal, no cabe duda que en esos meses el núcleo fuerte de la comunidad 
judía de Nueva España fue totalmente capturado y destruido. A Simón Váez, el más rico 
de la comunidad de México, le fueron entonces incautados más de 100 mil pesos en 
bienes y capitales,
52
 aún cuando logró ocultar una parte de su fortuna. Otros acusados, 
entre ellos los más ricos de Veracruz, no lograron evadir la acción depredadora del 
Tribunal: los principales fueron reconciliados y desterrados en 1647.
53
 En el Auto de fe 
del 11 de abril de 1649 —―el más grandioso y costoso que haya tenido lugar fuera de la 
península ibérica‖
54
— varios de los cautivos fueron quemados.
55 
 
 
Nudos y nodos 
Los principales afectados por la persecución en la Nueva España correspondían al 
estereotipo imperante del judío portugués, al supuesto intruso y convertido en la 
―esponja‖ que absorbía el oro y la plata. Los más conocidos fueron varios vecinos del 
puerto de Veracruz, entre los que destacaban Fernando Rodríguez, último factor del 
asiento de negros, Francisco Texosso y Antonio Méndez Chillón, uno de los 
 
52
 Entre sus deudores se encontraba quien fuera alguna vez Prior del Consulado de México, Álvaro de 
Lorenzana, quien le debía 50 mil pesos. Louisa Schell Hoberman. ―Merchants in Seventeenth-Century 
Mexico City: A Preliminary Portrait‖. Hispanic American Historical Review. Vol. 57, no. 3. Duke 
University, 1977, p 488. Según esta autora, entre 1621 y 1653, se distinguieron en la ciudad de México un 
total de 23 comerciantes gruesos. Por sus lugares de origen, 9 eran de Sevilla, 4 de México, 3 de Toledo, 
2 de Castelo Branco (Baixa, Portugal), 1 de La Rioja, 1 de Palencia, 1 de Moguer, 1 de Córdoba y 1 de 
Bilbao. 
53
 Simón Váez y su mujer, arrepentidos, fueron azotados en el Auto de Fe de abril de 1649 y expulsados 
poco después. En ese famoso Auto fueron quemados vivos Antonio Váez, hermano de Simón, Duarte de 
León, mercader y vecino de México, y Tomás Treviño de Sobremonte (el más ―rebelde y contumaz‖, 
obcecado en su fe). ―El lunes 12 de dicho mes y año de 49 sacaron del Tribunal siete personas, los seis 
hombres y a doña Juana Enríquez, mujer del dicho capitán Simón Váez Sevilla […] A todos los 
sentenciaron a destierro perpetuo de estos reinos […] Entre los de Sambenito perpetuo fue uno el dicho 
capitán y su mujer doña Juana, quienes mandaron en esta ciudad, y eran visitados por oidores y oidoras, 
regalados y respetados como si fueran los más nobles del reino; fueron confiscados todos sus bienes, fue 
su padre de dicho capitán carnicero en Casteloblanco, de donde fue natural, y a falta de verdugo hizo el 
oficio…‖ Gregorio M. de Guijo, Diario, 1648-1664, Tomo 1[1648-1654], Edición y prólogo de Manuel 
Romero de Terreros, México, Editorial Porrúa, 1952, p.p. 38-47. 
54
 Israel, op. cit., p. 135. 
55
 De los casi 200 judíos perseguidos en México entre 1642 y 1646, ―cerca de cien habían nacido en 
Portugal, principalmente en Lisboa y en Castelo Branco; más o menos treinta y cinco eran nativos de 
Nueva España, pero hijos de padres portugueses y otros quince o veinte, también hijos de portugueses, 
procedían de Francia, España, Italia y el Perú‖. Algunos de los desterrados en 1647, y que eran vecinos 
del puerto de Veracruz, eran criollos de Angola, o bien, eran hijos de padres portugueses y madres 
africanas. De hecho, los portugueses vecinos de Veracruz, capturados en diferentes redadas entre 1642 y 
1646, eran casi un tercio de todos los perseguidos en la Nueva España. 
 20 
comerciantes más ricos del lugar. Otros cautivos, relacionados con ellos tanto familiar 
como comercialmente, eran también comerciantes y pequeños tratantes, como Francisco 
López de Fonseca,
56
 otro yerno de Fernando Rodríguez, quien era natural de Batán en 
Portugal, que había sido vecino de Coimbra y La Guarda, de Valladolid, Madrid y 
Sevilla, de Tenerife y Luanda, de Cartagena de Indias, Santa Fe de Bogotá, Quito, 
Guayaquil, Riobamba y Maracaibo. Fue conocido en Perú como Francisco Méndez y 
llegó como introductor de cacao a la ciudad de México, en donde, a través de Váez 
Sevilla, se relacionó con Rodríguez. Su confesión ante el Santo Oficio ofrece mucha 
información sobre la particular cultura religiosa de los conversos y los demás 
procesados de Veracruz.
57
 
Las lealtades primordiales del grupo se reproducían por medio de la adhesión a 
la ―ley de Moisés‖ y a su particular interpretación hispanoamericana. La fe de los 
conversos, así como sus vinculaciones y manifestaciones religiosas y de grupo, giraban 
alrededor de algunos ritos y celebraciones, de los ayunos en determinadas fiestas —
como la ―fiesta grande‖ o yom kippur—
58
 de observar el sábado como día de descanso, 
de las oraciones en español aprendidas de memoria,
59
 de la iniciación de los neófitos en 
la pubertad o la juventud (cuando la familia podía transmitir a los hijos el ―secreto de su 
fe‖ sin arriesgarse a una delación) y toda una concepción de la salvación personal con 
rasgos más cristianos que judíos. En suma, un posibilismo marcado por una cultura 
 
56
 Quien en su confesión ante el Santo Oficio acusaba a otros de ser mercachifles: ―que buscando la vida 
así mercachiflean‖. 
57
 AGNM, Inq., 410, 2: ff. 270-274, 1642, ―Contra Francisco López de Fonseca, judío portugués vecino 
de Veracruz‖. Otros vecinos del puerto son: Tomás Méndez, también yerno de Fernando Rodríguez y 
natural de Covilha en Portugal, Beatriz Enríquez, su mujer, Juan López Correa, hijo de Rodríguez, su 
hermano el bachiller Rodrigo Fernández Correa, Joan Cardoso (natural de Silves, en el Algarbe de 
Portugal), Francisco de Acosta (sobrino de Antonio Méndez Chillón e itinerante entre Veracruz y 
Guatemala en el tráfico del añil), Manuel Díaz, Duarte Rodríguez, Clara Texosso (quien conducía 
esclavos de Veracruz a México), Jorge de Espinosa o Jorge Serrano, natural de la ―raya de Portugal‖, que 
había sido vecino de Pernambuco y San Salvador de Bahía. Cfr. AMB, Protocolos, 28, 1638. 
Reconciliado en el Perú y Corregidor de Coatzacoalcos, Duarte Castaño (natural de Abrantes en Portugal 
y vecino de Caracas), Diego de Campos (vecino de Campeche), Francisco y Manuel Gómez Álvarez, 
Antonio González Jamaica, Alberto Duarte Correa (―tenedor de armas y bastimentos de la Armada de 
Barlovento‖), Manuel Méndez Miranda, Catalina Enríquez, Antonio de Burgos (natural de Badajoz y 
socio de Rodríguez), Juan de Araujo, Simón de Araujo (muerto en La Guaira ―en el terremoto de 1641‖), 
etcétera. 
58
 Es curioso que en el código clandestino de la comunidad conversa de Veracruz, ―cobrar la escritura‖ 
significaba llevar a cabo un ayuno. 
59
 AGNM, Inq., 670, 83: ff. 18-50v., 1635, Nueva Veracruz, ―Proceso contrala memoria y fama de 
Manuel Gómez de Acosta, portugués difunto, vecino de la ciudad de la Nueva Veracruz…‖. Varios 
procesos de 1642 incluyen colecciones de estas oraciones. Gómez de Acosta, relajado después de muerto, 
era dueño de una fragata del tráfico del cacao, la Nuestra Señora de la Natividad, miembro de la Lonja, a 
veces Corredor Mayor de ella, controlador de los corredores, entre ellos un Manuel Coronel también 
acusado de judaizar, relacionado con los jesuitas y con Duarte Rodríguez, uno de los expulsados en 1646. 
En su agonía, acusó a los santos y al ―Cristillo‖ de no curarlo de sus males, se confesó adorador del 
verdadero dios, Adonai, y pidió no se le enterrara con el hábito franciscano, sino a la usanza judía, 
envuelto en una sábana blanca y con un bastón en la mano, pues desde los 16 años había traicionado a sus 
padres adoptando la fe católica. 
 21 
religiosa perseguida y obligada a carecer de manifestaciones públicas, de lugares 
abiertos de culto y de reconocimiento social. Sus expresiones religiosas en el contexto 
de la cultura dominante y su expresión local en un momento de profundo sincretismo en 
toda la Nueva España, marcaron para estas comunidades la adopción de algunas formas 
católicas populares, la interpretación de los textos alterada por la lejanía de las fuentes 
originales, el uso de Biblias ―en romance‖ editadas en Venecia o Ámsterdam, el ver 
asociado al judaísmo con la riqueza y muchos elementos solamente posibles bajo el 
clima de asedio en que estas comunidades se reproducían.
60
 
Como en muchas otras partes, la comunidad sefardí de Veracruz era un tejido 
social presidido por un patriarca rico (Fernando Rodríguez), influido desde México por 
un dirigente espiritual y protector de sus vinculaciones personales y económicas (Simón 
Váez Sevilla, yerno del primero), y en donde la mayoría de los miembros eran parientes 
o relacionados entre sí y empezaban a descollar como nuevos miembros ricos de la 
comunidad (Antonio Méndez Chillón, Francisco López de Fonseca, etcétera). Toda esta 
estructura de lealtades, fue severamente trastornada a través de las denuncias y 
confesiones arrancadas bajo tortura, lo cual generó diferencias personales 
irreconciliables. Al acusarse unos a otros de participar en los ritos y ayunos, los 
miembros de la comunidad sólo podían sobrevivir en el destierro, la culpa, el 
aislamiento, la sospecha y la dispersión. 
 Los dos personajes más importantes en Veracruz, y cuyos casos hemos podido 
seguir hasta su expulsión a Sevilla, su posterior traslado a Pernambuco (Brasil) y su 
incorporación a la comunidad sefardí de Ámsterdam, son Fernando Rodríguez y 
Antonio Méndez Chillón, ambos expulsados de México en 1647 y puestos a disposición 
del Tribunal de Sevilla.
61
 El primero era natural de la villa de Aveiro, hablaba 
―portugués cerrado‖ y tenía más de 60 años cuando fue expulsado en 1647. ―Sabía de 
antemano la llegada de los judíos a Veracruz, y por muchos años mantuvo su casa 
abierta para que éstos pudieran descansar después de tan arduo viaje marítimo y 
 
60
 Algunos elementos de esta fe sincrética quedaron hasta hoy en la magia popular del litoral veracruzano: 
como el culto a Adonai, mencionado en el proceso contra Gómez de Acosta, y que aparece ahora como 
advocación del demonio en la magia popular de los Tuxtlas, en el sur de Veracruz. Cfr. Marcela 
Olavarrieta, Magia en los Tuxtlas, México, INI, 1977. La huella afrolusitana también quedó en la 
toponimia del puerto, pues de esa época datan las primeras referencias al lugar llamado ―Mocambo‖: 
nombre afroportugués de los ―palenques‖ o kilombos de negros cimarrones. Aunque el Mocambo de 
Veracruz recordaba más bien el nombre de uno de los barrios de Lisboa, que hasta hoy se mantiene en la 
capital lusitana. 
61
 AGNM, Inq. LRP, 35,18: ff. 1-6, 1647, ―Relación de los reos que este Tribunal de la Inquisición de 
México ha penitenciado y castigado en dos Autos de Fe que ha celebrado, y van desterrados 
perpetuamente de Nueva España, Perú, Tierra Firme y Madrid‖. También: AHNM, Inquisición-Tribunal 
de México, Libro 1605, Año de 1647, ―Memoria de los reos a quienes se les ha dado testimonio de las 
sentencias para salir desterrados a España, desde Veracruz‖. 
 22 
recobraran sus fuerzas para el difícil viaje a la ciudad de México.‖
62
 Tenía mercancías 
distribuidas y esclavos vendidos a plazos, o deudores importantes en Orizaba, 
Acatzingo, Puebla, México, Tlaxcala, Campeche, Cartagena de Indias, Sevilla, San 
Paulo de Luanda, Caracas, Maracaibo, Pernambuco, etcétera. Fue reconciliado y había 
contraído matrimonio con Blanca Enríquez (muerta en las cárceles del Santo Oficio y 
―relajada en estatua‖ en el Auto de Fe de 1649). Ella era parte del grupo de ―las 
Blancas‖, en cuya familia, —según una tradición milenarista propia de los judíos 
novohispanos— nacería el Mesías en 1642 o 1643. A Rodríguez se le incautaron, entre 
muchas otras cosas de menor valía, lotes de esclavos, letras de cambio, cartas poder, 
libranzas, vales, recibos, escrituras de obligación, cobranzas, cuentas de libros, etcétera, 
escritas en portugués y español
63
. De Fernando Rodríguez se cuentan otras historias 
anteriores de persecución en Portugal y en Badajoz,
64
 y se decía que era sobrino del 
célebre Antonio Rodríguez, gobernador de Angola. Su hija Beatriz Enríquez contrajo 
matrimonio con Tomás Méndez, otro de los perseguidos, y Ana Suárez, otra de sus 
hijas, era esposa de Francisco López de Fonseca. También, todos sus hijos fueron 
encarcelados y desterrados. 
El segundo personaje, Antonio Méndez Chillón, había nacido en Lisboa, en el 
seno de una familia acomodada de conversos,
65
 presidida por su padre, Francisco 
Méndez, y que se trasladó a Veracruz desde 1601.
66
 Desde Veracruz, Antonio Méndez 
empezó a controlar el tráfico del cacao de Maracaibo a partir de 1628, cuando llegó de 
Angola con un cargamento de esclavos como capitán de fragata de la compañía de 
 
62
 Liebman, 1965, p. 708. En la relación de los reos del AGNM se dice (f. 2): ―Fernando Rs. Natural de la 
villa de Aveiro en Portugal vezino de la ciudad de la Nueva Veracruz a donde fue factor de los negros por 
la corona de Portugal, viudo de doña Blanca Enríquez observante de la Ley de Moysén que murió en las 
cárceles secretas de este Santo Oficio. Es de edad de más de sesenta años de buen cuerpo, blanco con 
pecas en el rostro al lado derecho. Ojos azules, barba y cabello blanco y habla muy serrado la lengua 
portuguesa‖. Según este documento, mostraba señales de circuncisión. Cuando llegó a Veracruz en el 
comercio de esclavos, Rodríguez usaba el nombre de ―Francisco López‖. 
63
 AGNM, RFI, 20, 21: ff. 238-245, 1648, ―Bienes y esclavos confiscados a Fernando Rodríguez y doña 
Blanca Enríquez, su mujer‖; AGN, Real Fisco de Inquisición, 17,8: ff. 124-160v., ―Secuestro de los 
bienes de Joan y Simón de Araujo, naturales de Orense y comerciantes y vecinos de Veracruz‖. 
64
 Cfr. Pilar Huerga, op. cit., p.p. 140-147. 
65
 Luis Moure-Mariño, ―Apuntes sobre los Mendes de Lisboa‖, El Correo Gallego, Santiago de 
Compostela, 25 de mayo 1997: ―Los Mendes de Lisboa monopolizaban casi ellos solos el comercio 
portugués y a principios del siglo XVII admitían que su fortuna no bajaba de los ochenta millones de 
ducados‖. Los Mendes Chillón eran de la tribu de Naar, descendientes de Isaac Naar. Otros ―alias‖ usados 
por los Naar en Europa, África y América eran: Pina, Guillao, Chillón, Lópes de Lisboa, Lópes de Liz, 
Lópes de Matos, Lópes de Oliveira y ―Lópes de Tepotzotlán‖ 
(http://www.jewishgen.org/jhscj/Genealogy.html).. 
66
 Francisco Méndez fue acusado en Veracruz de estar en contubernio con los contrabandistas holandeses 
y estuvo preso en México, por esta causa, en 1608 (AGI, México, 27, nos. 52 y 57, ―Carta de don Luis de 
Velasco a Su Majestad, 23 de junio 1608‖).

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