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ANTROPOLOGÍAS HECHAS EN LA ARGENTINA
Rosana GubeR y Lía FeRReRo
(editoRas)
asociación LatinoameRicana de antRopoLoGía
VoLumen i
www.flacsoandes.edu.ec
© Asociación Latinoamericana de Antropología, 2020
© Rosana Guber y Lía Ferrero (Editoras), 2020 
1era Edición, 2020
Asociación Latinoamericana de Antropología
Diseño de la Serie: Editorial Universidad del Cauca
Fotografía de portada: Leopoldo J. Bartolomé. Misiones, S.f. / S.a.
Diagramación: José Gregorio Vásquez C. 
Diseño de carátula: José Gregorio Vásquez C. 
Editor general de la Colección: Eduardo Restrepo
Copy Left: los contenidos de este libro pueden ser reproducidos en todo o en parte, siempre 
y cuando se cite la fuente y se haga con fines académicos y no comerciales.
Edición 2020
Rosana Guber y Lía Ferrero 
Antropologías hechas en la Argentina. Volumen I / Rosana Guber y Lía Ferrero (Editoras); 
1ra. Edición en español. Asociación Latinoamericana de Antropología, 2020
682p.; tablas.; gráficos; mapas.
ISBN: 
978-9915-9333-0-6 OBRA COMPLETA
978-9915-9333-4-4 Volumen I 
Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995
Catalogación en la fuente – Asociación Latinoamericana de Antropología
7
Contenido
Agradecimientos 11
Introducción 15
Rosana GubeR y Lía FeRReRo
1. El territorio habitado. Origen, arrinconamiento y periferia
Presentación, palabras clave y lecturas recomendadas 45
La eternidad de lo provisorio. El sistema geográfico 47
de Enrique Delachaux y el orden de las colecciones 
antropológicas en la Argentina
IRIna PodGoRny
Tucumán y su antropología de provincia con proyección nacional 77
seRGIo CaRRIzo
Religión, política y prehistoria: una nueva apreciación 95
del persistente legado de Oswald Menghin
PhILIP L. KohL y José a. PéRez GoLLán
Raza, raciología y racismo en la obra de Marcelo Bórmida 127
RoLando sILLa
Antropólogos y antropología entre las Universidades Nacionales 151
de La Plata, Litoral y Córdoba. Circulación de personas, 
saberes y prácticas antropológicas en torno del liderazgo académico 
de Alberto Rex González (1949-1976)
MIRta bonnIn y GeRMán soPRano
8
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica 183
en la Argentina
RaúL CaRnese, José CoCILovo y aLICIa GoICoeChea
2. Articulaciones locales de la expansión. 
Procesos de clasificación, colonización y nacionalización
Presentación, palabras clave y lecturas recomendadas 219
Los diaguitas y el Tawantinsuyu. Una hipótesis de conflicto 221
ana MaRía LoRandI 
Invención, circulación y manipulación de clasificaciones 241
en los orígenes de una antropología misionera
GuILLeRMo WILde
Perspectivas antropológicas para el análisis histórico de las fronteras 275
LIdIa R. naCuzzI y CaRIna P. LuCaIoLI
 
Los llanos riojanos en el siglo XVIII. Problemas, actores y métodos 305
en una investigación interdisciplinaria
Roxana boIxados y JudIth FaRbeRMan
Arqueólogos y brujos: la disputa por la imaginación histórica 327
en la etnogénesis Huarpe
dIeGo esCoLaR
3. Nuestra primera antropología social
Presentación, palabras clave y lecturas recomendadas 359
La producción del conocimiento antropológico-social 361
en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional 
del Litoral, entre 1956-1966. Vínculos y relaciones nacionales
edGaRdo GaRbuLsKy
Poblamiento y actividad humana en el extremo norte 379
del Chaco Santiagueño
santIaGo bILbao 
Antropologías hechas en la Argentina
9
De Empedrado a Isla Maciel. Dos polos del camino migratorio 441
huGo RatIeR
¿Patronazgo o cooperativismo? Obstáculos a la modificación del 463
sistema de interacción social en una comunidad del noroeste argentino
estheR heRMItte y CaRLos heRRán
Procesos de transición en comunidades de obreros rurales 487
y articulación social
hebe M.C. vessuRI
Ideología y organización de las Ligas Agrarias 525
del norte de Santa Fe, 1971-1976
eduaRdo aRChettI 
La familia matrifocal en los sectores marginados. 547
Desarrollo y estrategias adaptativas
LeoPoLdo baRtoLoMé
4. Las lenguas de un país monolingüe
Presentación, palabras clave y lecturas recomendadas 575
Los pueblos indígenas del Gran Chaco 577
José bRaunsteIn
Convergencia lingüístico-cultural en el análisis de los toba 589
‘qom’ hablantes asentados en el barrio Los Pumitas, Rosario, Argentina
MaRGot bIGot y héCtoR vázquez
El ‘hablar bien’ mapuche en zona de contacto: 605
valor, función poética e interacción social
LuCía GoLLusCIo y ana RaMos
“Guaraní sí, castellano más o menos”. Etnografía en colaboración 631
con niños/as en una escuela rural de Corrientes, Argentina
CaRoLIna GanduLFo
Clase, masculinidad y lenguas en el trabajo migrante santiagueño 657
héCtoR andReanI
Antropologías hechas en la Argentina
183
Análisis histórico y estado actual de la antropología 
biológica en la Argentina1
RaúL caRnese2, José cociLoVo3 y aLicia Goicoechea4
1 Publicación original: Carnese, Raúl; José Cocilovo y Alicia Goicoechea 1991-1992. Análisis 
histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina. Runa (20): 35-67. 
Agradecemos a Runa la autorización de republicar este artículo.
 Este artículo, presentado en el V Coloquio de Antropología Física “Juan Comas” (México 
1989) y luego en la mesa de Historia de la Antropología, en el 3º Congreso Argentino 
de Antropología Social (Rosario,1990), se inscribe en una serie de artículos elaborados 
por colegas acerca del estado de las subdisciplinas antropológicas en torno al cierre 
de la última dictadura militar argentina (1976-1983) y tras dos décadas de violentas 
intervenciones a la autonomía universitaria y la discontinuidad política nacional. Junto 
a las revisiones sobre la antropología en general (G. Madrazo 1982, E. Garbulsky 1990), 
la antropología social (L. Bartolomé 1980, C. Herrán 1982, H. Ratier y R. Ringuelet 1998), 
el folklore (Blache 1990-1) y la arqueología (M.T.Boschín 1990-1991; A.M. Llamazares), 
es éste el único texto de la época que encara una trayectoria disciplinar en la cual no 
sólo se modificaron sus perspectivas teóricas y prácticas, sino también su denominación: 
antropología física ayer, antropología biológica hoy. Aunque no podemos dispensarle aquí 
la atención que merece la antropología física-biológica en la Argentina, Raúl Carnese, José 
Cocilovo y Alicia Goicoechea nos presentan un amplio panorama del quehacer de una de 
las clásicas subdisciplinas antropológicas, comprometida en el pasado con los genocidios 
de la Segunda Guerra Mundial (en un país que recibió a varios de sus emigrados, ver 
Kohl-Pérez y Silla, esta sección), pero también, empeñada en el renacer de un campo 
de conocimientos que sería decisivo para enfrentar el gigantesco desafío de reconocer a 
argentinos y extranjeros asesinados por fuerzas estatales y paraestatales, yacentes en tumbas 
ilegales y no reconocidas. Mientras este artículo se estaba escribiendo, se formaba el Equipo 
Argentino de Antropología Forense (EAAF). Carnese (1941-2019) estudió antropología en la 
Universidad Nacional de La Plata, pero pasó a mediados de los ochenta a ocupar la titularidad 
de la única cátedra de la licenciatura antropológica de la Universidad de Buenos Aires, donde 
también se radicó su colega Goicoechea. Cocilovo, en cambio, desarrolló una trayectoria en la 
Universidad Nacional de Río Cuarto (en Córdoba). Posteriormente a este artículo, la Universidad 
Nacional de Córdoba redobló la presencia de la antropología biológica, ahora como parte 
de la especialidad homónima en la carrera de Antropología desde 2001. Complementar con 
secciones 3 (E. Garbulsky) y 9 (L. Fondebrider y V. Scheinsohn, A. Guglielmucci). 
2 Al momento de la publicación, Sección Antropología Biológica. Instituto de Ciencias 
Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
3 Universidad Nacional de Río Cuarto, CONICET.
4 Al momento de la publicación, Sección Antropología Biológica. Instituto de Ciencias 
Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires y Universidad 
Nacionalde La Plata.
184
Introducción
Evaluar el desarrollo de la antropología biológica en el país implica encarar el análisis de sus logros en función del tiempo e identificar los factores que influyeron en su progreso, que explican su retraso y que en definitiva 
determinan su situación actual. Su finalidad es prever el porvenir de la ciencia y 
recomendar la adopción de medidas correctivas para orientar su evaluación futura 
y asegurar un aporte básico al desarrollo de la sociedad. Algunos ensayos en esta 
dirección fueron realizados recientemente con el objeto de analizar y estimular la 
discusión de temas vinculados con la situación de la antropología física en el país 
y Latinoamérica (Schwidetzky 1984, Marcellino 1985, Cocilovo y Mendonga 1989).
El presente estudio fue realizado con la finalidad de contribuir al análisis histórico 
de la antropología física en la Argentina a través de sus principales tendencias y 
de las concepciones que condicionaron su evolución v determinaron la situación 
actual. Para ello, hemos empleado una periodificacion que tiene en cuenta los marcos 
teóricos y metodológicos predominantes en cada una de las etapas propuestas.
Decidimos comenzar el estudio a partir de la segunda mitad del siglo XIX, porque 
es en esos años cuando la antropología física se constituye como disciplina 
independiente de las Ciencias Naturales, incorporando sus técnicas (morfoscépicas 
y morfométricas) y el método tipológico provenientes particularmente de la 
anatomía comparada, de la zoología y de la paleontología y es, a su vez, cuando 
comienza con Florentino Ameghino a desarrollarse un proyecto positivista para la 
antropología Argentina, en un marco de consolidación de la teoría evolutiva. Esta 
concepción, que predominara hasta aproximadamente la década del veinte, será 
reemplazada progresivamente por las tesis hiperdifusionistas y antievolucionistas 
de los sostenedores de la escuela histórico-cultural. Esta nueva orientación tuvo 
una profunda influencia sobre nuestra disciplina hasta la década del sesenta. A 
partir de esa época y como consecuencia de los aportes del neodarwinismo y 
de la genética de poblaciones se produce dentro de la antropología biológica 
un replanteo de sus concepciones teóricas y metodológicas que, como veremos 
más adelante, se tradujo en un significativo avance de las investigaciones 
bioantropológicas.
Es preciso señalar que en la elaboración de este trabajo se han tenido en cuenta las 
principales contribuciones realizadas. Nos fue imposible incluir todas las personas 
que de una forma u otra cooperaron para generar el cuerpo de conocimientos 
que caracterizan a nuestra disciplina en el país y algunos trabajos estuvieron fuera 
de nuestro alcance. A pesar de ello creemos que la presente exposición, aunque 
de carácter preliminar, es suficiente pues proporciona los elementos de juicio 
necesarios para realizar una evaluación objetiva e independiente.
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
185
Desde 1860 hasta 1920
En 1860, Paul Broca organiza en Francia la primera catedra de antropología física, 
mientras que F. Galton en Gran Bretaña y A. Quetelet en Bélgica desarrollan 
la disciplina con un enfoque orientado hacia la biometría (Crognier 1989). Esta 
nueva ciencia, fundada como el estudio de la “Historia Natural del Hombre”, toma 
a su cargo la constitución de un inventario de la diversidad humana, actividad 
que coincide con la generalización de la aventura colonialista de las grandes 
potencias, que responde a la nueva curiosidad europea por la humanidad exótica 
(Crognier 1989). Toda esta situación se da dentro de un marco de consolidación, 
tanto en lo cultural como en lo biológico, de las concepciones materialistas y del 
evolucionismo darwiniano, frente a las tesis creacionista-catastrofistas que en el 
plano científico sostenía Cuvier.
En la Argentina en esta etapa se destaca la extraordinaria labor desplegada por 
Ameghino tanto a través de sus aportes teóricos y metodológicos en el campo de la 
paleontología y de la antropología como por sus postulados filosóficos (Ameghino 
1917). Entre sus principales contribuciones, Ameghino (1880) sostuvo la existencia 
del hombre terciario en las pampas argentinas. Elaboro tres árboles filogenéticos 
considerando en los dos primeros que el hombre pasó, en su proceso evolutivo, 
por un estado antropomorfo, teniendo el género Homo cuatro antecesores: 
Tetraprothomo, Triprothomo, Diprothomo y Prothomo (Ameghino 1884). Estas 
ideas son modificadas en 1909 al sostener que los antepasados de Homo sapiens 
serían prosimios de épocas geológicas tempranas (Ameghino 1909). Según 
Castellanos (1937), la concepción ameghiniana se adelantó por lo menos en seis 
años a la de Pingrin (1915); sin embargo, su filogenia fue criticada acertadamente. 
Kraglievich (1928) considero necesario marcar la concordancia con Pilgrim y 
señaló con énfasis que el “[…] supuesto rotundo fracaso, tan mentado, de las 
concepciones antropológicas de Ameghino suelen emplearse a menudo como una 
catapulta para intentar derribar con su embate toda la monumental obra científica 
del inmortal sabio argentino”. En otras palabras, la crítica intentaba derrumbar 
no solo una explicación particular, sino todo el andamiaje teórico propuesto por 
Ameghino, su concepción transformista y su posición filosófica adscripta a las 
escuelas materialistas. Sus postulados contradecían el paradigma predominante 
en su época que se expresaba en el campo científico, a través de la influencia de 
Cuvier como sostenedor de la hipótesis del catastofismo-creacionismo, y de quien 
Burmeister –investigador alemán residente en el país– fue su continuador.
De acuerdo con Arenas (1989), la concepción evolucionista y materialista de 
Ameghino cumplió un importante rol en el pensamiento naturalista de nuestro 
país entre 1890 a 1910. Esto se debió a que por un lado se aceptó la realidad 
cambiante de la época y, por otro, se articuló con instituciones que formaron una 
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
186
sólida trama donde se dieron las prácticas sociales que con solidaron el Estado 
liberal de fines del siglo XIX.
En 1907 aparece la revisión de Lehmamm-Nitsche vinculada con el problema de la 
antigüedad del hombre en nuestro país (Lehmann-Nitsche 1907a). Las ideas plasmadas 
son continuadas por Castellanos (1924), Rusconi (1941, 1959, 1962) y otros autores 
hasta el año 1960, a pesar de los trabajos críticos expuestos por Mocchi (1910) y por 
Hrdlicka (1912) y de las revisiones de Frenguelli y Outes (1924).
Las primeras misiones extranjeras de carácter científico arriban en esta época. 
Entre las más importantes debemos mencionar los estudios realizados en el sur de 
la Argentina, en yamanas, por Bove, Speggazzini, Lovisato (Bove 1888) y Hyades 
y Denilcer (1891). El noroeste fue visitado por la misión sueca de Nordenskjold 
(1902). Luego se destaca la misión francesa de Créqui Monfort y Senéchal de la 
Grange (1903-1904) que realizaron trabajos en el altiplano boliviano, algunos de 
cuyos resultados interesan para nuestro país (Chervin 1908). Paralelamente, durante 
esta época la actividad de investigadores argentinos y extranjeros residentes en 
el país también posibilitó el desarrollo de esta disciplina. Entre ellos debemos 
citar a Francisco P. Moreno (1874, 1876) y Ramón Lista (1887) en el sur argentino 
(Patagonia y Tierra del Fuego), a Fernando Lahille, quien en 1896 realizó estudios 
entre los onas (Lahille1926) y a Ten Kate (1892 y 1893).
En 1869 se fundó la Academia de Ciencias de Córdoba, en 1872 la Sociedad 
Científica Argentina y en 1884 el Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Con 
estas instituciones se consolida la actividad antropológica en general y se forman 
las grandes colecciones a partir de expediciones auspiciadas por la institución 
platense. Las principales contribuciones al estudio de restos esqueletales fueron 
hechas por Vernau (1903), Ten Kate (1893 y 1896) y Outes(1909b y 1912).
En la primera década de este siglo, Lehmann-Nitsche relevo un grupo ona (Lehmann-
Nitsche, 1927) y Outes estudio a hombres y mujeres ona y alakaluf (Outes 1909a). 
En 1905, se publica una descripción histológica de cerebros indígenas ( Jakob 
1905) y en 1911 aparece la obra de Torres sobre grupos cerámicos del Litoral 
fluvial (Torres 1911), a la cual se suman los trabajos de Dillenius sobre materiales 
de la Quebrada de Hiunahuaca (Dillenius 1910 y 1913) y los de Outes sobre 
patologías y materiales óseos del sur de Entre Ríos (Outes 1909b, 1911 y 1912).
Entre 1918 y 1924, Martin Gusinde realizó una serie de trabajos en Tierra del 
Fuego, en colaboración con otros investigadores. Su obra constituye un verdadero 
modelo de investigación integral por la recuperación de información relevante 
desde el punto de vista etnográfico y biológico (Gusinde 1982/86/ 89/91).
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
187
Las contribuciones de Ten Kate proporcionan la descripción de seis hombres del 
Valle Calchaqui, dos guayaqui del Paraguay y cuatro chiriguanos (Ten Kate 1896, 
1897, 1904). Para poblaciones del Gran Chaco, además de las tempranas referencias 
de Fontana (1881), debemos mencionar a Lehmann-Nitsche quien obtiene 
información primero sobre 23 individuos de origen guaycurú, y posteriormente 
sobre chiriguano, choroti, mataco y toba, proporcionando una importante base de 
datos (Lehmann-Nitsche 1904, 1907b, 1915a, 1915b).
De especial significación son los trabajos de Marelli producidos en las primeras 
décadas del siglo (1909, 1914, 1919) en colecciones craneanas de Patagonia 
porque fue el primero en utilizar técnicas estadísticas y diseños experimentales 
sencillos para el análisis de datos antropológicos. Otro de sus méritos fue haber 
publicado el mayor banco de información métrica disponible para Patagonia. Esta 
concepción de trabajo fue prácticamente ignorada por las principales figuras que 
a su turno dominaron este campo de las ciencias, hasta nuestros días.
En 1903 Lehmann-Nitsche dicta el primer curso libre de antropología en la Facultad 
de Filosofía y Letras de Buenos Aires (Lehmann-Nitsche 1921). Su contenido se 
vinculaba principalmente con la variabilidad biológica y las razas humanas. En 
1905 es nombrado catedrático en esa Facultad siendo su materia oficializada en la 
Universidad de Buenos Aires. En 1908 Félix Outes es nombrado profesor suplente 
de dicha asignatura hasta 1917 y dicta un programa referente, en especial, a la 
paleo antropología argentina. A partir de 1906, Lehmann-Nitsche se desempeña 
como profesor de Antropología en la Facultad de Ciencias Naturales y Museo de 
La Plata; bajo su dirección se desarrollaron varias tesis doctorales (Dillenius 1913, 
Peralta 1920, Thibon 1907).
Desde 1920 hasta 1960
Las ideas evolucionistas, con su progresismo indefinido tanto en lo biológico 
como en lo cultural, se vieron fracturadas por la crisis de 1890; es cuando surge 
el espiritualismo del Centenario cuyo correlato filosófico fueron los paradigmas 
antimaterialistas y antievolucionistas desarrollados por las ciencias sociales. Su 
expresión neta en Europa fue la escuela histórico-cultural que comienza a dominar 
el campo de la antropología en coincidencia con la vigencia de políticas de corte 
autoritario. La tradición positivista pre dominante en los principales centros de 
docencia y de investigación fue reemplazada progresivamente dentro de un 
contexto político e ideológico apropiado (Arenas 1989). El máximo representante 
local del historicismo cultural fue José Imbelloni, quien a partir de la década 
del veinte hizo su aparición en el escenario científico del país. Su pensamiento 
dominaría la formación de varias generaciones. Su importante obra comienza con 
sus contribuciones a la “creaneotrigonometría”, que, en realidad, fue una propuesta 
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
188
de geometría craneana (Imbelloni 1923a), y con aportes técnicos vinculados 
a la deformación artificial (Imbelloni 1925) y a la descripción de series locales 
(Imbelloni 1923b). Su concepción tipológica de la variación se impuso fácilmente 
en nuestro medio, mediatizando la real importancia de las contribuciones de 
Marelli, que hubieran podido fructificar en importantes líneas de investigación.
La descripción de series osteológicas, en algunos casos extensas, provenientes de 
lugares más o menos localizados, aunque fuera del contexto original del hallazgo, 
fue encarada por varios investigadores. Constanzé (1941, 1942a,1942b) se ocupó de 
los restos de Pampa Grande, Valle Calchaqui y Cuyo; Paulotti, Molina y Visuara (1949) 
publicaron los datos cronométricos de la serie de Belén y posterionnente de esta 
misma localidad y de Santiago del Estero (Paulotti y Paulotti 1950); Gonzalez (1944) 
reunió los materiales disponibles para Córdoba y Gaspary (1950) proporciona el 
relevamiento de los restos exhumados en un sitio del Delta del Parana.
La sistematización de la información disponible para Patagonia realizada por 
Bormida constituye una obra clave de la escuela morfológica argentina (Bormida 
1953-1954), cuya inspiración domina hasta nuestros días en los trabajos de autores 
como Gerber (1966), Patti de Martínez Soler (1967) y Fortich Baca (1976). La 
exposición de datos craneométricos con el cálculo de valores medios y desviaciones 
estandars no implicó necesariamente un cambio de concepción por cuanto son 
varios los investigadores que seguirán adoptando la metodología descriptiva 
tradicional, como Chávez de Azcona (1967), Marcellino (1969), Marcellino y 
Ringuelet (1973).
Los estudios de crecimiento y desarrollo tienen origen en la pediatría practica y 
comienzan con los trabajos de Garrahan y Bettinoti (1922), Winocur (1942) y Bonfils 
(1951). Su finalidad esencial es establecer las curvas estándars de crecimiento en 
diversas poblaciones de nuestro medio a fin de permitir un mejor diagnóstico del 
crecimiento patológico. Posteriom1ente, es tos estudios fueron continuados bajo 
una óptica similar por Cusminsky (1966), Funes Lastra et al. (1975). Aunque este 
capítulo, también, es reivindicado por la Antropología Biológica (Pucciarelli 1989), 
no se lo emplea –con las excepciones de Ringuelet (1978), Pucciarelli et al. (1991) 
y Guimarey et al. (1991)– para explicar la diferenciación entre las poblaciones 
humanas producida por la interaccion entre genotipo y ambiente.
La evolución dentaria también resulta de importancia para la antropología biológica 
y, en este aspecto, deben destacarse los trabajos de Sachetti (1958) y más adelante 
los de Devoto y Perroto (1973) y Bellota et al. (1966) que, lamentablemente, no 
tuvieron continuación ni fueron renovados, aun, bajo una perspectiva odontológica 
integral a nivel poblacional.
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
189
A fines de la década del cincuenta se organizan las primeras carreras de 
antropología en Buenos Aires y en La Plata, hecho que debió convertirse en un 
hito de trascendencia para el desarrollo de la antropología biológica del país. En la 
Universidad Nacional de La Plata, esta carrera se desarrolla en el Museo de Ciencias 
Naturales y en la Universidad de Buenos Aires en la Facultad de Filosofía y Letras. 
Estos dos ámbitos determinaron diferentes concepciones sobre las características 
de las correspondientes curricula y con ello del perfil profesional del antropólogo. 
En La Plata la orientación fue influida por las ciencias naturales, mientras que en 
Buenos Aires lo fue por la antropología social y por la arqueología. Esto significó 
un factor real mente decisivo para el progreso de la antropología biológica en 
el país, pero la inexistencia de una masa crítica de especialistas de mediano 
y alto nivel fue determinante para que dicho progreso se vea en gran medida 
obstaculizado. El número de graduados es escaso en comparación con las otras 
ciencias antropológicas, y su formación continuósiendo de tipo tradicional.
Mientras que la antropología social y la arqueología experimentaron notables 
progresos, el conocimiento biológico del hombre permaneció congelado en 
la década de treinta. En lo sucesivo, el desarrollo de la antropología biológica 
dependió de inquietudes personales y de la organización circunstancial de grupos 
de trabajo con interés afín.
En este periodo se incorporaron los estudios serológicos para la caracterización 
de poblaciones aborígenes (en la Tabla 1 se detallan las poblaciones estudiadas en 
diversas investigaciones, desde 1927 a 1958. Se describen el número de muestras y 
de individuos analizados, así como también, los marcadores genéticos empleados 
para su caracterización). Entre 1927 y 1938 se circunscribieron a la determinación 
del Sistema ABO. En ese sentido, el primer trabajo en Argentina y Sudamérica 
fue realizado por Mazza y Franke (1927) sobre autóctonos del Norte Argentino. 
Posteriormente fueron analizados grupos mataco salteños Mazza y Franke (1928), 
Álvarez, (1938), chulupi, choroti, mataco y toba (Mazza et al. 1933); grupos guaraní 
ubicados cerca del Río Yaboti (Misiones) (Ribeiro et al. 1935) y pilagás y collas 
(Mazza 1933).
A partir de 1939, comienzan a emplearse otros marcadores grupales san guineos. 
Mazza (1939) analiza la distribución de los alelos LM y LN en Chulupi de la 
provincia de Salta. Hasta 1958 se conocen únicamente cuatro trabajos de serología 
genética: en dos de ellos –puneños de Jujuy (Paulotti et al. 1943-1945) y tobas de 
Formosa (Paulotti 1948)– solo se determinaron los factores del Sistema ABO. Pero, 
Scaro (1957-58) además de describir el Sistema ABO y MN, incluye la determinación 
de los factores D y Dia de los Sistemas Rh-Hr y Diego respectivamente en una 
muestra constituida por 74 quechuas de la Quebrada de Humahuaca.
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
190
En la década del cuarenta y cincuenta, se realizaron estudios sobre poblaciones 
relacionadas históricamente con los aborígenes de la Argentina; deben mencionarse 
entre otros los trabajos de Urizar (1942) sobre los macé del Chaco Paraguayo y los 
de Sachetti (1953) sobre la serología de los aborígenes del Lago Titicaca (Bolivia). 
Por otra parte, Paulotti (1949) introduce un nuevo método en Antropología al 
realizar un estudio sobre la ceguera gustativa a la feniutiocarbamida (FTC) en tobas 
de Laguna Blanca con la finalidad de comprender la herencia de ese carácter, su 
comportamiento en relación con la “raza” y sus variaciones vinculadas al sexo y 
a la edad.
Una revisión de la genética serológica de esta etapa fue realizada por Palatnik (1966), 
quien además efectuó un análisis de la distribución de las frecuencias fenotípicas y 
génicas de los diferentes marcadores eritrocitarios, y los vínculos con un mapa génico 
tentativo para permitir una visión prospectiva en futuros estudios de campo.
Imbelloni (1937a, 1938a, 1939) apoyó la incorporación de los sistemas grupales 
sanguíneos en las investigaciones antropológicas porque, aparente mente, los 
grupos sanguíneos tenían una extraordinaria eficacia heurística, dado que se 
heredan independientemente de la edad y el sexo, no se modifican durante el 
desarrollo ontogénico y es escasa o nula la influencia ambiental. Por esa razón, se 
constituían en elementos de interés para el establecimiento de diferenciación entre 
las poblaciones, permitiendo analizar sus relaciones genéticas y rutas migratorias.
Sin embargo, se consolidaron los trabajos morfológicos producidos por los 
autores adscriptos a la escuela histórico-cultural, cuya principal preocupación era 
sistematizar la información mas que resolver problemas de carácter evolutivo. La 
variabilidad biológica era comprendida e interpretada desde una metodología 
tipológica. Esta razón explica tanto la publicación referida a “los Ydmana y el ojo 
mongólico”, o el anélisis de la estatura como elemento clasificatorio y el rescate 
de información sobre un grupo tehuelche (Imbelloni 1944, 1948, 1949), como los 
trabajos de Scolni de Klimann (1938) o el de Chillida (1943) sobre características 
del fémur y del humero humano.
La mencionada concepción tipológica se encuentra claramente indicada en 
los intentos de Imbelloni por obtener un cuadro clasificatorio de poblaciones 
sudamericanas (Imbelloni 1937b, 1938b, 1941, 1950, 1958, etc.) basado en 
características somáticas y creaneoscopicas. En adelante la tarea del antropólogo 
físico terminaba con un diagnóstico de pertenencia de los datos a alguna de las 
entidades “raciales” postuladas en esos trabajos. El alto nivel de incertidumbre 
asociado con el cumplimiento de este objetivo obedece tanto a la metodología 
tipológica en si como a la exclusión de otras fuentes posibles de variación biológica, 
además de la geográfica y cronológica) tales como edad, sexo y deformación 
artificial. Conspicuos ejemplos son la conocida contribución al conocimiento de 
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
191
los constructores de sambaquies del litoral centro sur de Brasil (Imbelloni 1955) o 
los intentos clasificatorios realizados por Canals Frau (1950, 1953).
Dentro de ese contexto intelectual, Imbelloni considera –pero ahora a partir de 
la información proporcionada por los nuevos caracteres genéticos– que la labor 
del antropólogo, consiste en elaborar los números brutos de frecuencia de los 
cuatro grupos sanguíneos, de manera que se evidencie la relativa proporción de 
los genes y, posteriormente, en construir representaciones aptas para discernir la 
disposición, difusión e intensidad respectiva de los mismos en toda la superficie 
del globo con el fin de facilitar la deducción de juicios generales y clasificatorios, 
en el campo de la adjudicación racial y la agrupación geográfica. Imbelloni 
adscribe a la hipótesis de Bernstein que sostenía la existencia de tres focos de 
irradiación de las razas serológicas humanas y considera que “[…] la infiltracién 
de elementos recíprocamente distintos realizada en todos los lugares de la Tierra, 
en proporciones desiguales ha llegado a constituir la composición serológica de 
los pueblos” (Imbelloni 1955). Esta concepción hiperdifusionista descriptiva y 
clasificatoria no fue privativa de la antropología biológica Argentina, sino también 
de la europea continental hasta la década del sesenta. Como bien lo señala 
Crognier (1989), “la actividad de la antropología europea de la posguerra, no está 
en oposición con los trabajos de la época precedente. Por el contrario, parece 
haberla refinado con la inclusión de nuevos caracteres biológicos y nuevas técnicas 
como por un esfuerzo sin precedentes que lleva a las naciones que aun tienen 
colonias importantes (Gran Bretaña, Francia, Portugal, Bélgica) a sistematizar la 
información en sus posesiones de ultramar”.
En síntesis, la incorporación de la genética serológica, si bien constituyo un cambio 
importante desde el punto de vista metodológico, no modifica la concepción 
básica de la variabilidad biológica de la época. El criterio tipológico de acuerdo a 
como fuera definido por Mayr (1968) y por Hennig (1968) fue, y aún sigue siendo, 
nodal en las explicaciones que se brindan en nuestra disciplina. Aun con los 
trabajos serológicos de Boyd (1950) se llega a una conceptualización raciologica 
similar, en lo esencial, a la de Blumenbach (Carnese 1989, Pucciarelli 1989). Lo 
que sucede en realidad es que se produjeron cambios en las técnicas más que 
en los aspectos teóricos y metodológicos, o en la posición del antropólogo con 
respecto al objeto de estudio.
Estos cambios se concretarán posteriormente cuando el concepto de población 
pase de una fase declamatoria a otra de verdadera aplicación (Pucciarelli 1989). 
Esta orientación será promovida, principalmente desde los Estados Unidos e 
Inglaterra, a partir de las investigaciones de Wright, Dobzihansky, Fisher, Haldane, 
etc. quienes intentaban armonizar los conceptos de la genética de las poblacionescon el neodarwinismo, insistiendo en la necesidad de entender la intervención 
del medio ambiente en la expresión de la variabilidad humana (Crognier 1989).
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
192
De 1960 hasta la actualidad
Tras haber permitido captar la amplitud de la diversidad humana, el método 
tipológico, que era inadecuado para analizar la variación, se transformó en un 
verdadero impasse metodológico. Había proporcionado documentación científica 
e informaciones únicas sobre numerosos grupos huma nos que constituyen aun 
hoy un material de una riqueza excepcional. 
A partir de este momento, los adelantos de la antropología física son llevados a 
cabo por investigadores que han integrado el neodarwinismo en investigaciones 
sobre grupos humanos. Conscientes de las conquistas conceptuales y factuales de la 
genética de poblaciones, estén decididos a hacer del concepto de población –aplicado 
con precaución a las situaciones biológicas sociales complejas de las colectividades 
humanas–, la unidad de estudio de la diversidad humana (Crognier 1989).
Esta nueva concepción se corresponde con el abandono del método tipológico 
y con la incorporación de métodos estadísticos multivariados, qua se consideran 
más adecuados para analizar la variabilidad biológica. Las variaciones 
interpoblacionales comienzan a estimarse a partir de diversos coeficientes de 
distancias biológicas. Algunas de estas técnicas habían sido desarrolladas en la 
primera década del siglo por Czekanowski (1909). Más adelante, otras técnicas 
para medir esa diversidad fueron propuestas por Pearson (1926), Mahalanobis 
(1936), Rao (1948), Penrose (1954), Hiernaux (1965), Cavalli-Sforza y Edwards 
(1967), Masatoshi Nei y Roychoudhury (1974).
La antropología biológica comienza, entonces, a demostrar un interés creciente 
por los problemas relacionados con los procesos microevolutivos y la dinámica de 
la adaptación. También se enfatiza la incidencia que los factores socioculturales 
tienen sobre la biología de las poblaciones. Así, por ejemplo, la reducción de la 
mortalidad por medidas sanitarias disminuyo el efecto aparente de la selección 
natural a través de la mortalidad diferencial (Palatnik 1987). A su vez, se comprueba 
que grandes cambios en la fecundidad de las poblaciones fueron inducidos por 
factores socioculturales (Cavalli-Sforza y Bodmer 1981).
La concepción analítica que domina el criterio somatométrico de este periodo, 
permitió determinar, entre otras cosas, qué condiciones socioeconómicas adversas 
influyen sobre la estatura, que había sido reivindicada antes como adecuada para 
el establecimiento de clasificaciones raciales. Esta variable junto con otras de 
distinto nivel de información puede sufrir alteraciones en un ambiente proteínico 
calórico deficitario y, más aun, esas condiciones pueden ser la causa de una 
alteración del dimorfismo sexual (Baffi y Cocilovo 1989, Guimarey et al. 1991, 
Pucciarelli et al. 1991).
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
193
Uno de los conceptos fundamentales de la antropología biológica actual es que 
la distribución de los polimorfismos genéticos en las poblaciones es el producto 
de una interacción constante entre la constitución genética de los individuos 
y el medio ambiente. Un hecho probatorio es el de la anemia falciforme, que 
propende a conservar la variabilidad por medio de un polimorfismo estabilizado. 
Se observó que los individuos heterocigotas presentaban una resistencia a la 
malaria (enfermedad de alta incidencia en África Ecuatorial, Mediterráneo, India 
y Asia Meridional) muy superior a la de los individuos homocigotas (HbA HbA). 
Por lo tanto, el alelo Hbs, cuyos efectos son letales para los homocigotasj alcanza 
y conserva frecuencias elevadas en las zonas maláricas al dar a los heterocigotas 
(Hb- Hbs) una ventaja de supervivencia y por consiguiente de reproductibilidad 
sobre los homocigotas Hbs. Un hecho remarcable se produjo cuando se 
trasladaron esclavos negros desde África a otras regiones no maláricas como 
Estados Unidos; la frecuencia de Hbs bajó desde un porcentaje estimado hace 200 
o 300 años en no menos del 22 % hasta el 9 % actual. Esto representa un claro 
ejemplo de cambio evolutivo rápido (de unos pocos siglos) debido a traslado 
(migración y flujo génico) en condiciones ambientales favorables, en este caso 
no maláricas. Otros ejemplos susceptibles de analizarse en relación con la malaria 
son la talasemia y la deficiencia a la Glucosa-6-Fosfato Deshidrogenasa (GGPD). 
También, aparentemente, los grupos sanguíneos O, A y B estarían relaciona dos 
con la peste, viruela y sífilis respectivamente. Las evoluciones geográficas y clínicas 
parecen avalar esas asociaciones, aunque aún se requieren nuevos estudios que 
sostengan esa afirmación (Coon 1969, Dobzhansky 1978).
También, se sabe que en poblaciones negras de África los portadores del fenotipo 
Fy (a-b-) serían más resistentes a la malaria y que la endemia seria mantenida 
mientras existan individuos Fy (a+) Fy (b+) o Fy (a+b+) (Miller et al. 1975). 
Existen indicios de que la sustancia P
1
-símil presente en áscaris y otros parásitos 
intestinales estaría comprometida en la producción de anticuerpos anti -P en un 
tercio de las mujeres con amenaza de aborto en Australia (Palatnik 1987).
Estas breves referencias nos permiten observar la forma en que el ambiente 
y las condiciones socioculturales influyen tanto sobre los rasgos de variación 
continua como discreta; por consiguiente, hoy se admite que para interpretar la 
variabilidad biológica humana es necesario tener en cuenta los factores bio-eco-
socio-tecnológicos que en su interacción dinámica la de terminan.
Lejos está nuestra disciplina, en la actualidad, de ser considerada como una simple 
rama de las Ciencias Naturales y de dedicarse únicamente al estudio de la “Historia 
Natural del Hombre” tal como fue definida en el siglo pasado. Su ubicación precisa 
es sin duda la interface biología-cultura. Según Crognier (1989): 
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
194
[…] los antropobiólogos, tras haberse abierto a los genetistas y a los 
científicos sociales, se sienten también concernidos por los trabajos de los 
demógrafos. Estos cambios en las perspectivas que los investigadores en 
biología de poblaciones humanas conciben con respecto a su objeto de 
estudio tradicional, que es la población, traducen un desplazamiento de 
la disciplina de su antigua inserción en las ciencias naturales a un campo 
disciplinario que se halla en la intersección de las ciencias biológicas y 
ciencias sociales. Las investigaciones multidisciplinarias que comienzan a 
tener un tímido impulso son el producto lógico de la toma de conciencia 
de esta época.
En síntesis, esta etapa produce la ruptura epistemológica entre la antropología 
clásica y la antropología actual, y marca el pasaje de la antropología física a la 
antropología biológica. 
Dentro de este contexto intelectual, las primeras contribuciones sobre genética 
de poblaciones humanas en nuestro país fueron desarrolladas por Palatnik, quien 
presentó su tesis doctoral sobre la distribución del factor Diego en 400 judíos, hizó 
una recopilación de datos seroantropológicos de la Argentina y realizó estudios de 
grupos sanguíneos incorporando nuevos marcadores (ABO, Rh-Hr, MNSs, P, Kell-
Cellano, Kidd, Lewis, Duffy y Diego) en una comunidad de aborígenes ranqueles 
de la Provincia de Bue nos Aires (Palatnik 1964, 1966, 1968). 
1 No se subagrupó A
1
 y A
2
2 Se empleó solo Anti-D
3 Se incluyen en estas muestras nativos de la Puna Jujeña, collas y quechuas.
Tabla 1. Sistemas grupales sanguíneos en poblaciones aborígenes de la Argentina
(Periodo 1927-1958).
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
Población Nº de muestras Nº de individuos ABO (1) MN RH-Hr (2) Diego
Mataco 3 440 440 
Chulupí 2 337 337 282
Chorotí 1 147 147
Toba 2 596 596
Pilagá 1 46 46
N.O.A.(3)3 518 518 74 74 74
Guaraní 1 107 107
Macá 1 111 111
Totales 14 2302 2302 356 74 74
195
Tabla 2. Sistemas grupales sanguíneos en poblaciones aborígenes de la Argentina (Periodo 1968 
a la actualidad).
En tomo del Dr. Palatnik se reúne un equipo de investigación constituido por 
médicos bioquímicos, bioantropólogos y antropólogos sociales, los cuales 
practican un estudio integral de la comunidad toba de Fortín Lavalle (Palatnik 1975, 
Camese et al. 1975), procediéndose a la determinación de parámetros genéticos, 
biomédicos, clínicos, antropométricos, demográfico-genéticos y socioculturales y 
convirtiéndose, por ello, en el primer estudio realizado en Argentina donde la 
variabilidad biológica se analiza desde un enfoque holístico.
También se desarrollaron técnicas para la tipificación de sustancias solubles 
ABH (Palatnik y Carnese 1969, 1970a, 1970b y 1971) que luego se aplicaron a la 
investigación criminolégica y forense (Palatnik y Camese 1972). Los primeros intentos 
de determinación de grupos sanguíneos en restos óseos o tejidos desecados fueren 
realizados por Gerber (1965-1966) y por Camese y Palatnik (1972).
Matson et al. (1969) analizaron por primera vez marcadores haptoglobínicos, 
además de les diferentes Sistemas Crupales Sanguíneos, en mataco, chulupí, toba, 
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
Población
Nº de 
muestras
Nº de 
individuos
ABO 
(1)
MNSs P Rh-Hr2 Duffy Kidd
Kell--
Cellano
Diego Lewis
Mataco 3 397 397 397 397 393 230 230 230 396 230
Chulupí 1 96 96 96 96 96 96 96 96 95 96
Chorotí 2 204 204 200 204 199 142 142 142 204 142
Toba 4 418 418 409 415 405 210 210 210 416 151
Pilagá ¹ 85 85 81 85 77
Mocoví 1 68 68 63 55 66 69 74
Chiriguano 1 90 90 90 90 90 90 90 90 81 90
Chané 1 120 120 90 90 119 90 120 120 81 120
N.O.A.(3) 3 807 807 388 388 807 38 38 38 28 38
Mapuche 6 608 608 347 273 595 372 272 178 352 178
Totales 21 2893 2893 2151 2093 2847 1268 1198 1104 1707 1045
¹ Mutchinik y col. (1970) y Palma (1971) no subagruparon A
1
 y A
2
2 Mutchinik y col. (1970) y Palma (1971) emplearon solo anti-D. El resto de los autores utilozó 5 sueros (anti-D, 
-E, -C, -c,e-).
3 Se incluyeron en estas medidas nativos de Salta, Jujuy y un grupo calchaquí.
196
chané, chiriguano y calchaqui de la Provincia de Salta; choroti del Chaco Argentina 
y mapuche del Neuquén. Un grupo mapuche de Chiquillihuin (Prov del Neuquén) 
fue estudiado bajo un enfoque más integral, proporcionándose información clínica, 
dermatoglífica, somatométrica y serológica (Grupos sanguinees ABO y factor 
D del Sistema Rh-Hr) (Mutchinilc y Castilla 1970). Estudios con otros criterios 
metodológicos fueron realizados para analizar el Sistema ABO en puneños del 
N.O. Argentina (Palma 1971).
Las distancias biológicas entre poblaciones usando rasgos serológicos y siguiendo 
la técnica de Cavalli-Sforza y Edwards (1967) fueron desarrolladas por primera vez 
en poblaciones aborígenes actuales por Palatnjk (1980). A instancias del movimiento 
estudiantil, en la Universidad de La Plata se renuevan los planes de estudio de 
la carrera de antropología entre 1965 y 1969 incorporando asignaturas como 
genética, matemáticas, estadística y antropología social. La curricula fue dividida 
en tres orientaciones: antropología social, antropología biológica y arqueología. 
Hasta este momento, el estudiante cursaba materias fuertemente impregnadas 
por la concepción histórico-cultural, ignorándose a autores como White, Steward, 
Childe, Wahsbum, Lévi-Strauss, etc. En esta época, en el Museo de La Plata la 
historia de los grupos de investigación fue sumamente azarosa en el marco de la 
disputa tradición-progreso. Al respecto debemos citar la resistencia a la creación 
de una Unidad de Genética Serológica, la cual debió concretarse en la Facultad de 
Bioquímica y Farmacia. Sus principales aportes (algunos de los cuales ya fueron 
mencionados), se plasmaron en varias tesis doctorales sobre temas como, por 
ejemple, la determinación de grupos sanguíneos en tejidos momificados (Camese 
1971), la distribución de los polimorfismos de grupos sanguíneos (Cabutti 1977) 
y el estado secretor ABH en una población toba de Fortin Lavalle (Etcheverry 
1977). De esta manera, se logró consolidar un grupo de trabajo que permitió la 
formación de recursos humanes en un área del conocimiento que tenía escasa o 
nula incidencia en el país.
En la época de 1970 también se renueva el estudio de los grupos prehistóricos a partir 
de una fuerte crítica a la escuela tradicional. Se producen algunas contribuciones 
orientadas en un marco teórico más realista asociado con el conocimiento de la 
biología de las poblaciones. Se abandona el concepto de “raza”, se propone el 
estudio de grupos poblacionales (materiales provenientes de uno o varios sitios 
próximos) y la investigación de los factores de variación intramuestral (sexo, 
edad y deformación artificial), como requisito previo e ineludible para encarar 
la estimación de relaciones biológicas entre series de distintas localidades. Estos 
trabajos, que demandaban el manejo de un volumen considerable de datos y 
de cálculos complejos, fueron posibles gracias a la incorporación de diseños 
experimentales apropiados y al apoyo de técnicas de computación (Cocilovo 
1973, 1975, Cocilovo y Toraglio 1978). Desde 1975 se realizaron varios estudios de 
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
197
variación geográfica, gran parte de los cuales permanecieron inéditos hasta 1980 
(Cocilovo y Marcellino 1973, Cocilovo 1981).
A partir de 1974 comienzan a desarrollarse una serie de experimentos destinados a 
probar hipótesis y observaciones antropológicas no corroborables desde el punto 
de vista descriptivo-comparativo. Pucciarelli desarrolla una serie de experiencias 
tanto en materiales humanos como en animales de laboratorio, con la finalidad de 
aportar información sobre los factores que influyen en la morfogénesis craneana 
(Pucciarelli 1974a, 1978, 1980, 1981a, Pucciarelli y Niveiro 1981). La incorporación 
de la experimentación a la resolución de temas antropológicos está basada 
en un antiguo concepto de Washburn (1943) y su factibilidad como método 
antropobiologico fue propuesto en nuestro medio (Pucciarelli 1974b, 1989, 1991).
La renovación intelectual de los setenta, que también se nota en las restantes 
Ciencias Antropológicas, sufrió una dura interrupción, desde 1976 hasta 1983 con 
el advenimiento de la dictadura militar. que cerro las carreras de Antropología 
de varias unidades académicas. El impacto de la época significo un retroceso 
significativo de la Antropología en general y en particular de nuestra disciplina. 
En los primeros meses de 1976 se produjo el desmembramiento de la Unidad de 
Genética antes citada, que siguió el mismo destino de muchos otros grupos de 
trabajo. Desde 1974 subsiste a los avatares de la época el llamado Laboratorio 
de Genética y Hemotipología en el Instituto de Antropología de la Universidad 
Nacional de Córdoba.
En la década del ochenta, Barcena amplía la información osteológica del Valle 
de Uspallata en Mendoza. Los estudios somatométricos continuaron con Vellard 
(1981) en diversas etnias del Chaco. Marcellino et al. (1984) y Pagés Larraya et al. 
(1978) incorporaron la tipificación de polimorfismos seroproteicos con técnicas 
electroforéticas en varias localidades de Jujuy y en poblaciones chaquerias 
respectivamente. Son muy escasas las investigaciones efectuadas sobre la 
distribución del sistema leucocitario HLA. El primer trabajo en el país fue realizado 
por Ciraudo et al. (1982 y 1985) en un semi aislado humano de la sierra de 
Comechingones (Cordoba), y en nativos de la Puna. Vullo et al. (1984) y Haas et 
al. (1985) hicieron lo propio sobre mataco y mapuche, respectivamente. Mientras 
que Pirosky et al. (1983) relevaron el locus DR en tobas migrantes a la Provincia 
de Buenos Aires.
A partir de 1979, el estudio de las poblaciones prehistóricas comenzó a consolidarse 
conla constitución de un grupo de trabajo argentino-chileno entre investigadores 
de varias instituciones (Museo Nacional de Historia Natural, Facultad de Medicina 
de la Universidad de Chile y Universidad Nacional de Rio Cuarto en Argentina). 
El efectivo apoyo al plan de trabajo propuesto solo se lograría en nuestro país 
cuatro años después.
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
198
En 1983 se produjeron algunas acciones que intentaban reparar el daño intelectual 
y moral sufrido, con la reincorporación de numerosos docentes e investigadores. 
Esto permitió organizar nuevos grupos de investigación. Por ejemplo, en 1986, en 
la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, con el apoyo del Consejo Nacional 
de Investigaciones Científicas y Técnicas (CO NICET) y de la Secretaria de 
Ciencia y Técnica de la UBA (UBACYT) se formé un equipo de investigación de 
carácter multidisciplinario que bajo la dirección de uno de los autores (F.R.C.) ha 
desarrollado trabajos en genética de poblaciones y en crecimiento y desarrollo 
de comunidades aborígenes y cosmopolitas (Carnese et al. 1987, 1988, Camese et 
al. 1990, Carnese et al. 1991a,1991b, Pucciarelli et al. 1991, Guimarey et al. 1991).
Este grupo de investigación efectuó los primeros estudios sobre la distribución de 
los polimorfismos cromosomicos en una comunidad toba de Villa Iapi (Quilmes, 
Provincia de Buenos Aires) ( Jeison-Retyk y Camese 1991) y la tipificación molecular 
de los alelos HLA de clase II en mapuche de Blancura Centro, Provincia de Rio 
Negro (Theiler et al. 1991). Asimismo dentro de este campo de la bioantropología 
se creé el Equipo Argentino de Antropología Forense, que realizó importantes 
contribuciones en relación con la identificación de personas “desaparecidas” por 
la dictadura militar de los años 1976-1983.
En La Plata continúan los experimentos realizados por el equipo dirigido por 
Pucciarelli que investigan el impacto ambiental (principalmente desequilibrios 
nutricionales) sobre el crecimiento craneofacial en distintos ti pos de mamíferos. 
(Pucciarelli y Goya 1983, Pucciarelli y Oyhenart 1987, Pucciarelli et al. 1990). En 
Buenos Aires y en Río Cuarto se consolida el grupo de trabajo interdisciplinario 
coordinado por Cocilovo y formado por antropólogos, biólogos y matemáticos. 
Sus planes de investigación se integran a nivel sudamericano con grupos de 
antropólogos y genetistas de Chile y Brasil, y con el aporte sustancial de fondos 
recibidos de CONICET, SUBCYT y CONICOR (Argentina); CONICYT-FONDECYT 
(Chile) y CNPQ (Brasil).
El apoyo así recibido se traduce en la cantidad y en la calidad de las contribuciones 
producidas en el ámbito nacional e internacional, en el volumen de datos 
recuperados a nivel sudamericano, en el desarrollo de nuevos procedimientos 
estadísticos para facilitar el procesamiento de la información y en e1 nivel de 
aproximación alcanzado por los resultados y su discusión en el marco de una 
moderna concepción teórica. Podemos citar, entre otros, varios trabajos vinculados 
con el aporte de información básica en series pequeñas y en grandes colecciones 
(Bordach et al. 1985, 1989, Mendonca y Bordach (msa y msb); Cocilovo 1984, 
Cocilovo et al. 1982, Cocilovo y Baffi 1985; Cocilovo y cols. ms.), estudios de 
variación geográfica, como los realizados por Cocilovo y Di Rienzo (1985), 
Rothhammer y cols. (1984), Rothhammer et al. (1986), Cocilovo y Neves, ep, 
Neves y Cocilovo (1989) e investigaciones sobre variación cronológica como las 
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
199
de Rothhammer et al. (1982), Quevedo et al. (1985), Cocilovo et al. (1987-1988), 
en los cuales se proponen modelos de relaciones de parentesco entre diversos 
grupos de nivel macro y microgeográfico y se sugieren los principales factores 
que influyeron en el proceso microevolutivo El problema de la influencia de 
la deformación artificial en la morfología craneana fue analizado prolijamente 
en varios trabajos citados anteriormente, y en particular en los producidos por 
Mendonca et al. (1986), Mendonga y Di Rienzo (1981-1982, 1983), y Cocilovo y 
Guichon (ep).
Mientras tanto, la escuela tradicional se aggiomaba introduciendo procedimientos 
numéricos para el estudio de materiales osteológicos. Se produce una serie de 
trabajos. Algunos se relacionan con la aplicación de técnicas de taxonomía numérica 
para identificar “tipos”, “morfotipos” o “razas” (Salcedo et al. 1981). Otros se 
vinculan con el cálculo de distancias morfológicas entre diversos conglomerados, 
que difieren de lo avanzado originalmente, por la técnica empleada por el desafío 
experimental y por la composición por sexo, edad y deformación artificial de cada 
“muestra”. Una serie muy particular de estos trabajos se basa en una versión local 
de la técnica vestibular de Fenart para la representación craneana que no tiene 
correlato lógico con los criterios esgrimidos por el resto del mundo científico. Se 
destacan en esta línea los aportes de Marcellino y Colantonio (1985) y Colantonio 
et al. (1986a, 1986b).
En la actualidad se promueve un debate abierto en relación con la función social 
de nuestra ciencia. Hay coincidencias respecto a la necesidad de promover la 
formación de recursos humanos en un marco teórico-práctico que facilite una 
efectiva transferencia a la comunidad. Es decir, se trata de estimular la generación 
de proyectos de investigación cuyos objetivos sean no solo el conocimiento y el 
diagnóstico de la realidad, sino también –y a partir de ello–, su transformación.
Hoy existen escasas líneas de trabajo y aún quedan otras no desarrolla das en el 
campo del crecimiento y del desarrollo, y en el de la nutrición. Sobre el particular 
creemos necesario sugerir el estímulo de grupos interdisciplinarios y el efectivo apoyo 
económico para que se encare el estudio de las poblaciones desde una perspectiva 
totalizadora –biológica, social y económica–, y a la vez promueva acciones que 
incentiven el proceso de auto gestión de las comunidades (formación de agentes de 
salud, creación de unidades sanitarias, educacionales, alimentarias, etc.).
En algún caso, estas propuestas se estén llevando a cabo; pero debemos recordar 
que no hay un proyecto nacional que las contenga. Por lo tanto, en esta etapa 
el desarrollo especifico de las mismas se circunscribe al esfuerzo muchas veces 
individual o voluntario de los equipos de investigación. A esto se suma una 
perversa crisis económica que afecta el desarrollo de la sociedad toda, y que en 
las tareas de investigación se expresa por el escaso apoyo oficial en el suministro 
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
200
de fondos y por los magros salarios que perciben tanto becarios como técnicos e 
investigadores. Nuestros centros de trabajo carecen de una bibliografía actualizada. 
Las principales publicaciones periódicas de la especialidad o nunca llegaron o 
están incompletas o ya han cesado de recibirse. Si no se supera esta situación, se 
puede prever que sus logros futuros serán pobres y en muchos casos los mejores 
resultados dependerán de la capacidad de gestión de los distintos grupos de 
trabajo para captar fondos de instituciones privadas y extranjeras.
Instituciones de enseñanza e investigación
En la Argentina actualmente la antropología biológica se imparte en varias 
asignaturas dentro de carreras de licenciatura en ciencias antropológicas, por 
ejemplo en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, en 
las Facultades de Ciencias Naturales de las Universidades Nacionales de La Plata y 
Catamarca y en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional 
de Salta, en la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de 
Rosario, en la Universidad Nacional de Tucumán y en la de Jujuy, y en la Facultad 
de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional del Centro. Existe también como 
materia curricular en carreras de ciencias biológicas en la Facultad de CienciasExactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de Córdoba, en Rio Cuarto 
y en San Luis.
La investigación científica se desarrolla casi exclusivamente en instituciones 
universitarias, por grupos de trabajo que al mismo tiempo hacen docencia en 
las asignaturas especificas antes citadas. En Córdoba existe el Laboratorio de 
Genética y Hemotipología en el Instituto de Antropología (Facultad de Filosofía y 
Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba), y en Jujuy, el Instituto de 
Biología de Altura dependiente de la Universidad local. En el Museo Etnográfico 
“Juan B. Ambrosetti” de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de 
Buenos Aires, funciona una Sección de Antropología Biológica con becarios e 
investigadores. En el Museo de La Plata existe el Departamento Científico de 
Antropología, integrado por especialistas con distintas orientaciones. En Rio 
Cuarto, la principal actividad se cumple en la Orientación Antropología y 
Evolución (Facultad de Ciencias Exactas, Fisicoquímicas y Naturales de la 
Universidad Nacional de Rio Cuarto). El apoyo económico principal proviene 
del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), de las 
Universidades, de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de 
Buenos Aires (CIC), del Consejo de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de 
la Provincia de Córdoba (CONICOR). También contribuyen algunas instituciones 
privadas, como la Fundación Antorchas.
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
201
Áreas de investigación y de docencia
Los principales temas de trabajo se vinculan con el estudio de la biología de 
poblaciones prehistóricas y actuales, orientados al análisis del dimorfismo sexual, 
la deformación artificial, paleodemografía, paleopatología, relaciones biológicas 
y microevolución, estilo de vida, crecimiento y desarrollo, salud y nutrición, 
grupos sanguíneos, dermatoglifos, etc. A estos temas debemos agregar los que se 
desarrollan en el campo de la experimentación biológica: morfogénesis craneana, 
factores genéticos y ambientales.
Asociaciones y colegios
En nuestro país existe la Asociación Argentina de Antropología, con sede en 
Buenos Aires, que agrupa a la mayoría de los especialistas en diversas ramas 
del conocimiento antropológico. Se destaca además la Asociación Cuyana 
de Antropología, con sede en Mendoza, también de carácter generaliza do. 
Recientemente se fundó la Sociedad Argentina de Antropología Biológica (SABA) 
y la Asociación Latinoamericana de Antropología Biológica (ALAB), con sedes 
en Chile, Argentina, Uruguay y Brasil. Por otra parte, los antropólogos argentinos 
de todas las especialidades integran el Colegio de Antropólogos dedicado a los 
aspectos de desempeño profesional.
Publicaciones periódicas y producción editorial
En la Argentina no existen publicaciones periódicas exclusivas de la disciplina. 
La producción actual se canaliza en revistas de Antropología general tales 
como Relaciones de la Sociedad Argentina de Antropología, RUNA, Revista del 
Museo de La Plata (Sección Antropología), Anales del Instituto de Arqueología y 
Etnología, Antropología, Publicaciones del Instituto de Antropología de Córdoba, 
Comechingonia, etc. Recientemente apareció un pequeño boletín de la SABA y se 
encuentra en preparación la Revista de la ALAB.
Congresos, coloquios y reuniones en la especialidad
No se producen reuniones específicas. Los resultados de investigaciones particulares 
se exponen en congresos de otras especialidades: Biología, Arqueología, Medicina, 
etc. No obstante, esta situación se está revirtiendo: en el mes de noviembre de 1990 
se desarrolló en Montevideo el Primer Congreso Internacional de Antropología 
Biológica organizado por la ALAB.
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
202
Síntesis final
La situación actual de la antropología biológica en la República Argentina puede 
ser comprendida como resultado de su desarrollo histérico, que se encuentra 
inmerso en un contexto intencional que influye de acuerdo con la alternancia de 
los focos de poder político, ideológico y económico. Desde la década del veinte 
se define la “escuela tradicional”, de origen europeo y conocida en las restantes 
ciencias antropológicas como “histórico cultural”, cuya influencia se traslada hasta 
nuestros días. Solo recién en la década del sesenta, y particularmente en la de 
setenta, se define la que llamamos “escuela actual”. A continuación ofrecemos una 
síntesis de las principales características de cada una de ellas.
La escuela tradicional
Los miembros de esta escuela trabajaron en temas vinculados con el poblamiento, las 
migraciones y las razas; estaban profundamente preocupados por la sistematización 
de la información antropológica para la elaboración de esquemas clasificatorios 
y cuadros taxonómicos. La deformación artificial del cráneo también ocupo un 
espacio considerable en su producción. El marco teórico es hiperdifusionista, se 
cree en la asociación estrecha entre entidades biológicas y culturales, los hechos 
son sincrónicos y atemporales, la variabilidad biológica se reduce a entidades 
ideales, estables en el tiempo y en el espacio. El diagnóstico racial es el fin último 
de todo su estudio. Las variables para la descripción del objeto de estudio, son 
fundamentalmente morfoscópicas y métricas, y el método para su caracterización 
es la tipología. Sus seguidores –por adscribirse a un fuerte principio de autoridad– 
consideran irrebatibles conceptos y descubrimientos solo concebibles a nivel 
de hipótesis y de supuestos. Sus antecedentes pueden fácilmente detectarse en 
Alemania e Italia desde antes de la Segunda Guerra Mundial.
La escuela actual
La escuela actual se define alrededor de la década del sesenta y alcanza su 
mayor desarrollo entre 1970 y 1980 como consecuencia de un replanteo teórico 
y metodológico fuertemente influido por la biología de poblaciones, y por la 
búsqueda de nuevas direcciones frente a la incertidumbre de los contenidos 
logrados por la escuela tradicional. Sus principales temas se vinculan con la 
genética y la ecología (interacción genético-ambiental); el ori gen y la evolución 
de las poblaciones es una preocupación constante, así como la anatomía funcional 
y la adaptación, el crecimiento y el desarrollo, la salud y la nutrición.
Análisis histórico y estado actual de la antropología biológica en la Argentina
203
Desde el punto de vista teórico sus miembros aceptan claramente que la especie se 
encuentra organizada en poblaciones locales, que estas entidades reales constituyen 
las unidades operativas de estudio, que no son estáticas sino que varían espacial 
y temporalmente, que entre ellas existen relaciones de parentesco susceptibles de 
ser estimadas, y que la evolución se produce por selección, deriva y migración. 
Los métodos y las técnicas incluyen el planteo de hipótesis, el empleo de diseños 
experimentales adecuados, el control de supuestos, la utilización de variables 
(atributos y métricas) exomorfológicas y genéticas y el proceso de la información con 
procedimientos estadísticos univariados y multivariados. Sus antecedentes pueden 
ubicarse en la renovación de las Ciencias Naturales y en la de la propia Antropología 
Biológica operada a partir de la década del cincuenta en Estados Unidos.
Actualmente existen tres líneas principales de investigación:
a) Biología de poblaciones actuales: en las Tierras Bajas y Altas se práctica la 
caracterización biológica y se estudia la adaptación biosocial, la salud, la nutrición, 
la genética y el crecimiento y desarrollo;
b) Biología de poblaciones prehistóricas: en las Tierras Bajas y Altas, a partir de la 
caracterización de cada grupo, se estudian las relaciones y afinidades biológicas, la 
variación geográfica y cronológica, el proceso de microevolución y la adaptación;
c) Interacción genético-ambiental: se realizan una serie de estudios en di versos 
animales de experimentacióna fin de cuantificar el grado de influencia de factores 
relevantes del medio sobre el desarrollo céfalo-craneano y facial, con objeto de 
dirimir por la vía experimental las contradicciones irresolubles que plantea la 
craneología comparativa.
Formación de recursos humanos
Esta actividad se realiza a nivel de posgrado a través de becas y pasantías en 
laboratorios especializados. Se efectúan trabajos y tesis en los citados temas. Se 
dictan cursos y seminarios de actualización. Los recursos actuales se encuentran 
distribuidos por áreas geográficas y temáticas.
Agradecimientos
Nuestro sincero agradecimiento al Dr. Héctor Pucciarelli por la lectura crítica 
y sugerencias realizadas al trabajo original. A Silvia Valdano, a María Victoria 
Zavattieri y a Virginia Passarella por su ayuda en la preparación del manuscrito 
del presente artículo.
Raúl Carnese, José Cocilovo y Alicia Goicoechea
204
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