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REPENSANDO 
LA HISTORIA DE 
LA UNIÓN SOVIÉTICA 
 
REPENSANDO 
LA HISTORIA DE 
LA UNIÓN SOVIÉTICA 
 
Hugo Fazio V. 
Biblioteca Virtual OMEGALFA 
- 2 - 
Repensando la Historia de la Unión Soviética 
Por 
Hugo Fazio V. 
Profesor de la Universidad de los Andes 
 
 
 
Fuente: 
Dialnet, unirioja.es 
 
 
 
Maquetación 
Demófilo 
2022 
 
 
 
La edición digitalizada de esta obra carece de interés lucrativo. 
Su lectura se ofrece con una finalidad exclusivamente cultural. 
 
 
Libros Libres para 
Una Cultura Libre 
 
 
_______________________ 
 
Biblioteca Virtual 
OMEGALFA 
2022 
Ω
 
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2186508.pdf
http://www.omegalfa.es/
http://www.omegalfa.es/
http://www.omegalfa.es/
http://www.omegalfa.es/
 
 
 
Contenido 
 
LA HISTORIA SOVIÉTICA ENTRE LA INTERPRETACIÓN Y LA IDEOLOGÍA: .. 4 
MODERNIZACIÓN Y REVOLUCIONES EN RUSIA ...................................... 15 
LA NEP: ¿MODERNIZACIÓN O SOCIALISMO? ......................................... 24 
LOS FUNDAMENTOS DEL SISTEMA SOVIÉTICO ...................................... 29 
EL JRUSCHOVISMO: RESPUESTA DESCENTRALIZADA AL MODELO ........ 35 
DIRECCIÓN COLECTIVA Y LUCHA DE TENDENCIAS ................................. 42 
EL GORBACHOVISMO ............................................................................. 47 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
- 4 - 
 
Hugo Fazio V. 
 
 
 
LA HISTORIA SOVIÉTICA: 
ENTRE LA INTERPRETACIÓN Y LA IDEOLOGÍA 
 
 
 
OCOS son, sin duda, los tópicos de interés por parte 
de los investigadores sociales que han dado lugar a 
tantas desavenencias o interpretaciones encontradas 
como los acontecimientos que han particularizado y mode-
lado los procesos históricos en la URSS. Si solamente nos 
atenemos a la forma como los dentistas sociales han abor-
dado el fenómeno Gorbachov podemos dar buena cuenta 
de esto: para unos la actual ola reformista es la repetición 
eterna de la contradicción entre reformistas y conservado-
res[1]; para otros, representantes de la extrema derecha, el 
gorbachovismo no sería más que una nueva artimaña para 
engañar a Occidente y dominar el mundo; para los terceros, 
justificadores del sistema soviético, las transformaciones 
serían una confirmación del dinamismo de la sociedad so-
viética y de las nuevas atracciones que está despertando el 
socialismo; para otros no es más que la voluntad del sector 
tecnocrático de la clase dirigente para proseguir en la senda 
del socialismo burocrático[2]. Los apologetas del actual sis-
tema ven en el gorbachovismo una nueva forma de síntesis 
 
1 Cohén, S. F., "Friends and Foes of Change: Reformism and Conserva-
tism in the Soviet Union", en Cohén, S. F., Rabinowitch, A. y Sharlet, 
R., editores, The Soviet Union since Stalin, Indiana University Press, 
1980. 
2 Mandel, E., Oú va l'URSS de Gorbatchev?, La Breche, Montreuil, 1989. 
P 
- 5 - 
entre sociedad civil y Estado, lo que permitiría augurar que 
se está construyendo un verdadero socialismo[3]; y los últi-
mos ven en el nuevo curso la demostración del fin del socia-
lismo y los inicios del tránsito hacia el capitalismo. 
Además de las múltiples interpretaciones de fondo sobre el 
alcance y contenido de los cambios, otros problemas tam-
bién emergen. Pocos son los temas de interés académico y 
político que hayan estado tan vinculados a prerrogativas de 
Estado, como lo ha sido la problemática soviética, asevera-
ción válida para Occidente y para la URSS. El uso político 
de la experiencia soviética se ubica en el trasfondo de la 
ideologización de las interpretaciones. Más que un interés 
por la comprensión de los hechos, de los acontecimientos y 
de los procesos, lo que ha primado en ambas partes ha sido 
la defensa de una actitud favorable u hostil con respecto a la 
URSS. Esto se refleja claramente en las principales corrien-
tes interpretativas del acontecer soviético. 
 
De un lado, la mayor parte de los investigadores de la Unión 
Soviética, bajo las orientaciones del discurso oficial, trataron 
siempre de compatibilizar el modelo soviético y sus formas 
de reproducción con una determinada interpretación del 
marxismo. Para ellos, la experiencia soviética constituía la 
puesta en práctica y la validez del referente doctrinario del 
que se hacían sus voceros. Esta adecuación llevó fácilmen-
te a que la comprensión de la realidad fuera sustituida por 
referencias a los clásicos del pensamiento marxista. De más 
está decior que ni siquiera este marxismo soviético fue con-
textualizado en su propia historicidad. 
 
3 Kurashvili, B. P., "Towards a New Model of Socialism", en Brumberg, 
A., editor, Chronicle of a Revolution, Pantheon Books, Nueva York, 
1990, pp. 163-168, y Guerra, A., "La Perestroika comme retraite et 
comme offensive", en Actuel Marx, No. 6, 1989, pp. 15-26. 
- 6 - 
Con ello no sólo la realidad fue vaciada de contenido, sino 
que el marxismo fue despojado de sus atributos críticos, y 
se lo convirtió en una amalgama de citas que debían ajus-
tarse a las directrices y usos del discurso oficial. 
 
Sin embargo, no se debe pensar, como es común encon-
trarlo en la opinión de muchos analistas extranjeros, que 
siempre los investigadores soviéticos de una forma esque-
mática y vulgar han interpretado la experiencia de la URSS. 
Las constantes variaciones y contradicciones del marxismo 
soviético los han obligado a practicar una gimnasia intelec-
tual para poner a tono sus investigaciones con las líneas 
generales de la doctrina, fenómeno que ha abierto espacios 
para la investigación y comprensión del pasado nacional[4]. 
 
De otra parte, en Occidente no se avanzó mucho más en la 
comprensión de la realidad soviética. En estos países, la 
ideologización de la experiencia de desarrollo de la URSS 
ha sido, podríamos decir, aun mayor y más dogmática que 
la referencia cotidiana de los investigadores soviéticos a su 
doctrina. Desde la década de los años cincuenta, cuando 
germinaron por doquier los centros especializados en el es-
tudio de la realidad soviética, principalmente en los países 
anglosajones, el estudio de la URSS obedeció a necesida-
des políticas de los Estados que debían, en condiciones de 
guerra fría, justificar sus acciones y sus posiciones hostiles 
en relación con la Unión Soviética. 
 
Fue, entonces, cuando se acuñó el término de totalitarismo 
para conceptualizar el desarrollo histórico de la URSS[5]. 
 
4 Véase Ferro, M., Histoires de Russie et d'ailleurs, Balland, Paris, 1990, 
p. 156. 
5 Véase Cohén, S. F., Rethinking the Soviet Experience, Oxford Univer-
- 7 - 
Esta noción, de por sí totalitaria, por su autosuficiencia vacía 
de contenido[6], reducía a unas cuantas variables funda-
mentales de tipo político toda la experiencia soviética. Con 
esta noción no se pretendía explicar el desenvolvimiento de 
la URSS, sino simplemente descalificarlo con este fuerte 
calificativo. A través de este proceder y esta conceptualiza-
ción, los sostenedores de la "escuela totalitaria" se trazaban 
también otro objetivo: justificar la experiencia occidental, su 
supremacía sobre cualquier intento de construir un desarro-
llo alternativo al capitalismo, y constituía también un llamado 
a luchar en todos los frentes contra el enemigo totalitario 
que pretendía destruir los cimientos de la "civilización occi-
dental". 
 
Desde los años sesenta, un buen número de especialistas 
occidentales empezaron a abandonar la estrecha visión de 
la "escuela totalitaria" y comenzaron a interesarse princi-
palmente por los aspectos económicos y sociales de la his-
toria soviética. Esta vertiente, que podríamos denominar 
revisionista[7], ha sido sin duda la que ha proyectado más 
luces sobre la experiencia soviética. Sin embargo, también 
adolece de insuficiencias que no podemos soslayar: al igual 
que la corriente totalitaria, concebía el desarrollo soviético a 
la luz dela experiencia occidental y las opciones que ha 
desarrollado se han orientado a descubrir aquellos elemen-
tos y situaciones que podrían acercar a la URSS a lo que 
sería el desarrollo "normal" catalizado por el curso empren-
dido por Occidente. 
 
sity Press, 1985, C. I. 
6 Lewin, M., La grande mutation soviétique, La Découverte, Paris, 1989, 
p. 20. 
7 Pertenecen a esta corriente investigadores tales como Moshé Lewin, 
Stephen Cohén, Marc Ferro, M. Reiman, A. Rabinowitch, entre otros. 
- 8 - 
Por último, las interpretaciones que las diversas izquierdas 
han realizado tampoco han escapado de este tipo de valo-
raciones subjetivas. El pensar que la experiencia soviética 
no habría tenido sus promesas, que habría traicionado los 
proyectos de la izquierda, las condujo a remplazar el culto 
incondicional de antaño por el rechazo categórico, con lo 
cual el único resultado obtenido fue que con este procedi-
miento se engañaron a sí mismas y se alejaron aún más de 
la posibilidad de formular nuevas propuestas sobre la base 
de la comprensión de los fenómenos históricos[8]. 
Por nuestra parte, consideramos que la historia soviética en 
particular debe abordarse desde un ángulo de interpretación 
totalmente diferente de lo que ha sido común hasta ahora. 
En primer lugar, vemos como una primera aproximación 
válida al repensar la interpretación de los procesos en su 
propia historicidad, en la cual la sociedad rusa no ha sido 
una instancia atomizada por la política, sino que ha sido un 
poderoso factor que ha marcado y definido el curso de los 
acontecimientos y en particular la evolución a largo plazo 
del sistema político y social. 
 
En este sentido pensamos que una de las mayores dificul-
tades a las cuales debe enfrentarse cualquier investigador 
que desee ahondar en la comprensión de la URSS, es que 
hasta la fecha se ha desarrollado un aparato conceptual y 
un marco de interpretación de los procesos globales sobre 
la base de lo que ha sido o, mejor dicho, lo que hemos creí-
do que ha sido la experiencia occidental. En lo que a esto 
respecta, Rusia y la Unión Soviética han sido sociedades 
con una morfología social, tradiciones, culturas, formas de 
solidaridad, tipos de organización de la política diferentes de 
 
8 Lewin, M, La formation du systéme soviétique, Gallimard, Paris, 1987, 
p. 9. 
- 9 - 
la experiencia occidental. Un buen testimonio de esto fueron 
las dificultades que tuvo Marx para responder la carta de 
Vera Zasúlich sobre la aplicabilidad del marxismo a la reali-
dad rusa. 
 
Reivindicar la historicidad, es decir, el análisis del desarrollo 
soviético a la luz de las características propias de esta so-
ciedad, comporta una doble función académica. La primera 
consiste en que nos permite una aproximación mayor y más 
profunda de cómo se tejió el sistema soviético y nos facilita 
la aprehensión de esta experiencia en relación con lo que 
pueden ser los sistemas de desarrollo alternativos al capita-
lismo. La segunda, por su parte, radica en el hecho de que 
un análisis en esta proyección nos acerca a la comprensión 
de cuáles son los elementos propios, particulares de la 
URSS, de los generales en relación con los desarrollos al-
ternativos, y nos concede elementos de juicio importantes 
para superar la visión “unilineal” y metahistórica del desarro-
llo de la humanidad. 
 
En segundo lugar, la historia rusa y soviética en los últimos 
cien años debe interpretarse desde una óptica de análisis 
que tenga en cuenta los elementos propios de esta socie-
dad y su posición frente a la modernización occidental. La 
experiencia soviética solamente puede ser aprehendida en 
esta contextualización mayor. Tanto las revoluciones como 
las otras grandes transformaciones que han sacudido la his-
toria de este país han sido respuestas contrarias a la intro-
ducción de esta nueva racionalidad, y siempre ha estado 
presente la idea de cómo encontrar una adecuación so-
cietal de la URSS a los requerimientos del mundo moderno. 
Por último, y por paradójico que pueda parecer, sólo un aná-
lisis en términos marxistas puede servir de marco interpreta-
- 10 - 
tivo para la comprensión de la historia de la URSS. En este 
sentido, nuestro trabajo toma como fundamento explicativo 
para el análisis de la evolución histórica de la URSS, la ca-
tegoría marxista de contradicciones de clase. Los sucesivos 
giros y reorientaciones de la política soviética son la expre-
sión, no de deseos individualizados en personas específicas 
que se encuentran en las altas esferas del poder en la 
Unión Soviética, como lo ha pretendido ver la escuela totali-
taria, sino de procesos mayores en los cuales se enfrentan 
propuestas alternativas de desarrollo de clases y grupos 
sociales diversos. Es precisamente el juego que se estable-
ce entre determinados actores sociales lo que define cuáles 
son la orientación del desarrollo económico y la calidad de 
los proyectos sociales, políticos, culturales e ideológicos que 
dicho modelo de desarrollo implique. 
 
A primera vista, reivindicar una interpretación marxista ba-
sada en la correlación y conflictos entre clases podría pare-
cer un anacronismo con el tiempo presente. Pero, a nuestro 
modo de ver, Marx, en su calidad de gran crítico del ideal 
del progreso, de las formas de la acumulación capitalista, y 
en su calidad de teórico de la interrelación entre proyecto 
político e intereses y necesidades de las clases sociales, 
nos ayuda a formular un marco interpretativo de la evolu-
ción, los objetivos y las limitantes de los cambios operados 
en la URSS en las últimas décadas. 
 
En la actualidad, asistimos a una aceptación implícita de los 
patrones de desarrollo capitalista, sin que medie un proceso 
de reflexión sobre sus posibles consecuencias. Es más, los 
cambios vertiginosos que sacuden actualmente a la huma-
nidad entera, obligan a pensar nuevamente en cuáles son 
las condiciones que han posibilitado dicha transformación y 
- 11 - 
cuáles son los paradigmas sobre los que se construye nues-
tro entorno. Para el análisis de estos diferentes problemas, 
los interrogantes que Marx planteara hace más de cien años 
conservan plena vigencia. 
 
Un proceder tal nos viene sugerido también por algunos in-
vestigadores que, desde posiciones diferentes, han introdu-
cido nuevas perspectivas de análisis en el campo de las 
ciencias sociales. Tengo en mente concretamente a Robert 
Brenner[9], quien ha puesto en duda la explicación smithe-
niana del crecimiento económico, concepción de la cual en 
alto grado todos nosotros somos herederos, y ha reivindica-
do la tesis de que la transición de un sistema social a otro, 
en el caso por él estudiado del feudalismo al capitalismo, 
fue el resultado directo de una serie de conflictos sociales 
entre actores, que finalmente sellaron el destino del tipo y 
las formas de transición. 
 
Como acertadamente demuestra este investigador, el esta-
blecimiento de un nuevo modo de producción fue la resul-
tante de la correlación de fuerzas entre los agentes econó-
micos y sociales del sistema señorial, y no, como se ha pre-
tendido, la consecuencia de la gestación de un mecanismo 
exógeno a dicho sistema. El modelo de Brenner nos ilustra, 
para el caso de la URSS, que la racionalidad de los agentes 
ha normativizado la implantación de propuestas de desarro-
llo. O sea, el actual curso en la URSS no debe ser visuali-
zado como una propuesta de superación de los aspectos 
"aberrantes" del sistema soviético, sino como un proyecto 
del cual determinados agentes se han hecho portadores. 
 
9 Le libéralisme économique, Editions du Seuil, Paris, 1989, L'áge de 
l'autogestión, Editions du Seuil, París, 1976, y La crise de l'Etat-
providence, Seuil, Paris, 1981. 
- 12 - 
También se encaminan en este mismo sentido los sugesti-
vos trabajos de Pierre Rosanvallon[10], quien ha demostrado 
de manera brillanteque el problema del mercado no es sim-
plemente un proceso técnico de la economía, sino que ha 
formado el núcleo para la constitución de un pacto social 
que ha despersonificado las relaciones sociales, ha estable-
cido un mecanismo de regulación y ha otorgado una presun-
ta normatividad a las relaciones interpersonales. En tal sen-
tido, el liberalismo más que una doctrina es una cultura que 
Occidente ha querido y podido universalizar, a la cual no 
han escapado ni los mismos críticos del capitalismo. Marx, 
al proponer la reabsorción de la política por la sociedad civil, 
la posterior desaparición de la política y de la economía, no 
hizo más que retomar los presupuestos del proyecto liberal. 
En lo que respecta al análisis de la realidad soviética, una 
visión tal nos permite comprender el alcance y la dirección 
de los actuales cambios, pues, con el liberalismo, en el capi-
talismo se ha enmascarado la realidad bajo una profunda 
idealidad. El proyecto gorbachoviano no es otra cosa que el 
deseo de objetivizar esa idealidad reproduciendo la realidad 
del capitalismo. 
Por último, en el centro de mi reflexión se hallan las ideas 
de J. Ph. Peemans[11], para quien la conceptualización de 
modernización y totalitarismo son el alfa y omega de los 
procesos políticos, sociales y económicos del tiempo pre-
sente. La modernización occidental es el rasero con el cual 
se estudian y se miden las otras formas de desarrollo. Tal 
 
10 Le libéralisme économique, Editions du Seuil, Paris, 1989, L'áge de 
l'autogestión, Editions du Seuil, París, 1976, y La crise de l'Etat-
providence, Seuil, Paris, 1981. 
11 "Revoluciones industriales, modernización y desarrollo" (véase en 
este volumen de Historia Crítica) y Marx, "Les révolutions du XXéme 
siécle et la modernisation", Contradictions, N9 62, 1990, partie I, 
"L'avenir du socialisme réel", Bruxelles, pp. 21-51. 
- 13 - 
proceder ha conducido a concebir el proceso occidental co-
mo un horizonte me-tahistórico al cual las restantes nacio-
nes deben acercarse para alcanzar el verdadero desarrollo. 
Si la experiencia de Occidente se ha convertido en el refe-
rente obligado para los países de Europa del Este y sobre 
todo para la URSS, dado que ha sido prácticamente el único 
país que ha alcanzado un proceso rápido de industrializa-
ción siguiendo pautas de acumulación y desarrollo que le 
han sido propias y diferentes de las occidentales. Este con-
junto de ideas nos proporciona un referente de interpreta-
ción que define en su movimiento evolutivo la historia sovié-
tica y muestra las articulaciones de los proyectos en el pe-
ríodo de posguerra y nos sugiere la crítica a la historiografía 
tradicional. 
 
Estos tres autores tienen mucho en común. Han sometido a 
una dura crítica y han desmitificado los presupuestos sobre 
los cuales se construyó Occidente, demostrando que si bien 
se les ha pretendido universalizar en tanto que objetivos-
meta del desarrollo, son unos medios y mecanismos de rea-
lización del desarrollo con base en una acumulación articu-
lada y generadora de desigualdad económica, social y polí-
tica. 
 
Partiendo de este esquema general de interpretación, en las 
páginas que siguen trataremos de demostrar que la historia 
soviética ha sido un proceso en el cual se han enfrentado 
dos proyectos alternativos de desarrollo: el primero enraiza-
do en los elementos populares propios del desarrollo ruso, 
principalmente las tradiciones campesinas, y el segundo 
sustentado por los sectores que se han beneficiado de la 
modernización capitalista iniciada a finales del siglo XIX. 
 
- 14 - 
Esta división social y política, que reproduce en una versión 
remozada la oposición entre occidentalistas y eslavófilos[12], 
ha penetrado incluso al marxismo soviético. Valga señalar 
que el pensamiento mismo de Marx fue atravesado por una 
"contradicción nuclear", que A. Gouldner dividió en marxis-
mo crítico y marxismo científico. Los partidarios de este úl-
timo "están más dispuestos a afirmar que la ciencia y la tec-
nología —las fuerzas productivas— son fundamentales para 
definir el carácter esencial del mundo moderno, están vincu-
lados con los esfuerzos de 'modernización', y consideran a 
ésta como centrada en la ciencia"[13], mientras que "el mar-
xismo crítico compensa con su énfasis en el voluntarismo la 
deficiencia de las condiciones económicas y tecnológicas, 
antaño juzgadas (por los marxistas científicos) como un re-
quisito para el socialismo y, por lo tanto, en un marxismo 
apropiado para los esfuerzos revolucionarios en las nacio-
nes subdesarrolladas"[14]. 
 
Esta "contradicción nuclear" podemos percibirla con sus 
matices propios en las opciones políticas sostenidas por los 
líderes rusos y soviéticos. Sin ahondar en mayores detalles, 
podemos decir que serían partidarios del marxismo científi-
co hombres tales como Plejanov, el Lenin constructor de la 
Nep, Bujarin, Trotski de los años veinte y del exilio, 
 
12 "Es tiempo de acabar con el mito de una ruptura brutal y definitiva que 
dataria de octubre de 1917. Recordemos que los intelectuales que per-
tenecen a la capa dirigente del proceso revolucionario ruso entre 1870 
y 1917, después se formaron principalmente en la escuela de los de-
bates ideológicos y políticos que tuvieron lugar en Rusia más que en la 
escuela de la socialdemocracia como so afirma generalmente". Zapa-
ta, R., La philosophie soviétique, Presses Universitaires de France, 
1989, p. 5, 
13 Los dos marxismos, Alianza, Madrid, 1983, p. 56. 
14 Ibid., p. 61. 
- 15 - 
Jruschov, Kossiguin y Gorbachov. Serían marxistas críticos, 
por el contrario, el Lenin de la revolución y del comunismo 
de guerra, Stalin, Suslov, Brezhnev y Ligachov. 
 
 
 MODERNIZACIÓN Y REVOLUCIONES EN RUSIA 
 
Tomando como esbozo explicativo los elementos anterior-
mente señalados, pasaremos a abordar los procesos que 
han caracterizado la historia soviética. Como los aconteci-
mientos no son discernibles en su momento inmediato, sino 
en una longue durée, y puesto que nuestro interés no con-
siste en describir la situación actual, sino desarrollar un mo-
delo de análisis, pasaremos revista previamente a las pos-
trimerías de la Rusia imperial, ya que el estado general de la 
sociedad en ese entonces nos entrega elementos sustancia-
les de cómo y por qué se instaló el sistema soviético. 
 
Al despuntar el siglo XX la Rusia imperial constituía una so-
ciedad en plena mutación. Desde la década de los ochenta 
del siglo pasado se inició un acelerado proceso de moderni-
zación capitalista, principalmente industrial, suscitado direc-
tamente por la intervención del Estado, contando para esto 
con una elevada participación del capital extranjero que se 
orientó a desarrollar las ramas más importantes de la eco-
nomía rusa. 
 
Rusia, en vísperas de la Primera Guerra Mundial, era un 
país que se encontraba en pleno crecimiento económico. 
Entre sus logros podrían citarse el aumento de las reservas 
de oro, la creación de modernos ferrocarriles y de una tec-
nología bastante avanzada en la rama textil. Entre sus debi-
lidades cabe mencionar la mediocridad de algunas indus-
- 16 - 
trias tales como la química y la de construcción mecánica. 
Desde el punto de vista de las instituciones, Rusia se había 
convertido en un país moderno: los bancos y el comercio 
minorista se acercaban a los estándares franceses e ingle-
ses. El ingreso per cápita era inferior al de los países más 
avanzados, pero era equivalente al de España o al del impe-
rio austro-húngaro. En cuanto a la capacidad productiva, 
hacia 1913 Rusia ocupaba el tercer lugar entre las potencias 
económicas del mundo.15 
 
Un análisis tal, constantemente destacado por la historiogra-
fía soviética y la occidental en términos de "progreso" de la 
industrialización y de modernización, para demostrar que el 
socialismo no se creó en un país atrasado (interés de losprimeros) o para evidenciar que el crecimiento económico 
pudo haber sido mayor de seguirse en la senda de la "mo-
dernización" (objetivo de los segundos), no plantea en toda 
su dimensión la magnitud de los problemas que el país de-
bía resolver. Tampoco nos muestra el grado de permeabili-
dad del capitalismo en la sociedad rusa ni la cantidad de 
tensiones que generó. 
 
Para llevarse a cabo esta política de industrialización, se 
requería abordar principalmente el problema social que 
afectaba directamente a la población campesina, cuestión 
nada fácil de solucionar si tenemos en cuenta que, de 
acuerdo con el censo de 1897, en Rusia había 96.9 millones 
de campesinos, o sea aproximadamente el 77% de la po-
blación total del país. Cifra que podría haber sido mucho 
mayor si se hubieran incluido algunos grupos tales como los 
cosacos y los agricultores no rusos. 
 
15 Seurot, François, Le systéme économique de l'URSS, Presses Uni-
versitaires de France, París, 1989, pp. 30-31. 
- 17 - 
Para realizar la industrialización era necesario, en primer 
lugar, producir una disolución, al menos parcial, de la es-
tructura social típica campesina y una creciente integración 
de sus miembros en la vida del país. En segundo lugar, una 
política de industrialización se vería obligada a reducir, al 
menos en forma parcial, la importancia de la agricultura por 
medio de la inversión de los excedentes agrícolas en la for-
mación de capital industrial. En tercer lugar, llevar esto a 
cabo significaría la supresión política y el control, o al menos 
la neutralización, del campesinado, lo cual sumiría a éste en 
su crisis más aguda[16]. 
 
Para alcanzar la mentada "modernización", las autoridades 
realizaron grandes esfuerzos que modificaron el panorama 
social, debilitando a la nobleza rusa que, al no poder man-
tener el desafío planteado por la producción capitalista mo-
derna, debió vender la mayor parte de sus tierras. Pero lo 
más importante fue la abolición de los derechos de reden-
ción que debían pagar los campesinos por el rescate de sus 
tierras. De acuerdo con una serie de reformas iniciadas en 
1906, los campesinos eran ahora libres de abandonar sus 
comunidades (obschinas), adquirir la propiedad de las tie-
rras que cultivaban, comprar y vender tierras, trasladarse a 
la ciudad o emigrar. La finalidad que se proponía el primer 
ministro Stolipin era fomentar la aparición de una clase de 
campesinos propietarios que fuese próspera, eficiente y po-
líticamente leal. Esta fue la llamada "apuesta por el fuerte". 
Hacia 1916, cerca de dos millones de familias habían aban-
donado sus aldeas y explotaban fincas privadas. Esto re-
presentaba aproximadamente el 24% de las familias de 40 
provincias afectadas en la Rusia europea. 
 
16 Shanin, Teodor, La clase incómoda, Alianza, Madrid, 1983, p. 53. 
- 18 - 
A pesar de las garantías económicas y jurídicas del go-
bierno por "modernizar" el agro ruso, la obschina siguió 
siendo la institución principal, pues para enero de 1917 sólo 
el 10.5% de los hogares campesinos se habían separado 
constituyendo propiedades privadas diferentes de las comu-
nales[17]. Aun cuando la reforma no dio los dividendos espe-
rados en el corto plazo, constituyó un cambio radical en la 
composición social del campesinado en la medida en que se 
aceleró el proceso de diferenciación del campesinado y se 
distorsionaron los vínculos de solidaridad y de organización 
anteriormente existentes. A pesar del acelerado crecimiento 
del capitalismo, éste no logró permear toda la sociedad ni 
constituirse en un sistema universalizador. Se reprodujo en 
forma de enclave principalmente urbano, fenómeno que fa-
cilitó la erradicación posterior del mismo. 
 
Sin embargo, como resultado de la industrialización, la so-
ciedad rusa fue objeto de grandes transformaciones que 
aceleraron la diferenciación social del grueso de la pobla-
ción, ya que ésta era una condición imprescindible para 
desarrollar el proceso de acumulación de tipo capitalista. 
Por esta razón, en vísperas de la Primera Guerra Mundial 
en la sociedad rusa ya habían madurado las condiciones 
para eventuales estallidos sociales, como lo testimonió la 
profundidad y radicalidad de la revolución de 1905-1907. La 
guerra no hizo más que agudizar estas tensiones. 
Las sucesivas derrotas militares restaron legitimidad al Es-
tado autocrático; las dificultades productivas, agravadas por 
las necesidades que exigía el frente y por la suspensión de 
las inversiones extranjeras, empeoraron la de por sí difícil 
 
17 Male, D. J., Russian Peasant Organization befare Collectivisation, a 
Study of Commune & Gathering, 1925-1930, Cambridge University 
Press, Great Britain, 1971, p. 19. 
- 19 - 
situación económica, que se tradujo en un aumento de la 
carestía; la incapacidad del Estado para hacer frente a las 
serias amenazas económicas, militares y políticas aumenta-
ron el malestar social e indispusieron a vastas clases res-
pecto de la política gubernamental; por último, los vicios po-
líticos de la clase dirigente (en los cuales el problema Ras-
putín fue sólo la parte visible del asunto) disociaron comple-
tamente la sociedad del Estado, lo cual redundó en una to-
ma de posición política por parte del elemento burgués que 
hasta entonces había vivido bajo el amparo de las políticas 
estatales. 
 
El primer estallido social en febrero de 1917, revolución es-
pontánea y anónima, fue la explosión de todas estas con-
tradicciones y desavenencias. Con la caída de la autocracia 
y la constitución de nuevos bastiones del poder, el proceso 
rápidamente pasó a una segunda fase en la cual los diver-
sos sectores sociales y políticos se radicalizaron. En térmi-
nos generales, la característica principal que particularizó el 
período comprendido entre febrero y octubre de 1917 fue 
que hubo una insatisfacción social y una inadecuación polí-
tica entre las amplias masas y las órdenes y políticas ema-
nadas del Gobierno Provisional, cuyos dirigentes y líderes 
pensaban ante todo que el objetivo primordial era fortalecer 
las instituciones para acelerar el proceso modernizador, 
cuando en realidad la revolución se había producido preci-
samente como una respuesta social a la desigualdad gene-
rada por la acumulación y modernización capitalistas y co-
mo un intento de revertir la situación y desarticular los bas-
tiones del "progreso". 
 
Como resultado de estas incompatibilidades y desavenen-
cias de percepciones y objetivos entre amplias capas de la 
- 20 - 
sociedad y la nueva clase política, el divorcio entre ambos 
sectores creció a medida que transcurrieron los meses, y se 
crearon las premisas para la segunda ola revolucionaria. En 
este punto con vergieron varios procesos revolucionarios 
que crearon el clima, debilitaron el proyecto modernizador y 
desarticularon totalmente la capacidad de acción de las cla-
ses dirigentes. 
 
Desde los meses de marzo-abril los campesinos iniciaron su 
revolución agraria. Se emparentaron de la tierra de los no-
bles, golpearon duramente a los kulaks (clase de campesi-
nos enriquecidos, bastión de las reformas de Stolipin), a los 
que obligaron a volver a las obschinas. En estos meses se 
asistió a un renacimiento de las obschinas que solidificaron 
el poder popular en el campo y destruyeron los resortes so-
bre los cuales se estaba construyendo el capitalismo agra-
rio. Puede decirse que la revolución agraria fue una revolu-
ción "conservadora", arcaica, en la medida en que, más que 
proponer nuevas brechas para la modernización del campo 
ruso, destruyó los cimientos del modelo de desarrollo segui-
do desde finales del siglo XLX y restableció las formas tradi-
cionales e igualitarias del campesinado ruso. 
 
Un segundo proceso revolucionario lo conformaron las ac-
ciones de los soldados, quienes exigían el cese inmediato 
de las hostilidades y su licénciamiento pararetornar a sus 
lugares de origen y engrosar las filas de aquellos que esta-
ban desencadenando la revolución agraria. La radicalidad 
de los soldados arrebató a la clase política el control de los 
aparatos represivos que desde ese momento quedaron en 
manos de los sectores revolucionarios[18]. 
 
18 Anweiler, O., Les soviets en Russie, 1905-1921, Gallimard, París, 
1972. 
- 21 - 
El tercer proceso fue una revolución urbana, liderada por los 
obreros, los cuales ante el masivo cierre de las empresas 
por parte de los patrones, respondieron creando sus comi-
tés de fábrica, órganos de representación que si bien no 
cuestionaron la propiedad de las empresas, cumplieron un 
importante papel que consistió en velar por la continuidad 
laboral, la mejoría en las condiciones de vida para sus re-
presentados y desarticular el capitalismo fabril. 
 
Por último, se produjo un cuarto movimiento representado 
por las minorías nacionales que ansiaban hacer valer el de-
recho a la autodeterminación de los pueblos. Tras la caída 
del zar, la autoridad y el poder quedaron profundamente 
debilitados en la periferia del imperio, situación que fue 
aprovechada por los alógenos para crear sus propias insti-
tuciones de representación y control[19]. 
 
La revolución de octubre, o bolchevique, fue la cristalización 
política de la convergencia de estas explosiones revolucio-
narias con un radicalismo intelectual, representado por el 
partido bolchevique, cuyos líderes, y sobre todo Lenin, su-
pieron comprender cuál era el estado de ánimo de las ma-
sas y la orientación de sus reivindicaciones, para incorporar-
las en su programa político. Esta convergencia, sin embar-
go, duraría poco. Las demandas de la población no se com-
patibilizaban con los anhelos de transformación de los líde-
res revolucionarios que llegaron al poder en la cresta de la 
ola revolucionaria. 
 
 
19 Para las reivindicaciones y profundidad del movimiento revolucionario 
en esos meses de 1917, véase Ferro, M., La revolución rusa de 1917, 
colección Zimmerwald, Editorial Villalar, Madrid, 1977, y del mismo au-
tor, La revolución de 1917, Laia, Barcelona, 1975. 
- 22 - 
Si la revolución fue, en otras palabras, un levantamiento 
contra las desigualdades generadas por la modernización y 
contra la introducción de formas de dirección y gestión forá-
neas, que no tenían en cuenta las características societales 
de la población rusa, las acciones de los años inmediata-
mente posteriores —el famoso comunismo de guerra— no 
fueron más que un conjunto de medidas tendientes a garan-
tizar la seguridad del Estado soviético en condiciones de 
guerra e intervención externa, y a erradicar completamente 
los bastiones de la modernización y de la acumulación capi-
talista. 
 
En el agro, el restablecimiento de la obschina con mayores 
poderes y facultades, la destrucción de la clase de los ku-
laks, la eliminación del tráfico comercial, la orientación de la 
producción hacia la autosubsistencia, pusieron fin al capita-
lismo agrario en Rusia. De otra parte, la nacionalización de 
las empresas industriales —grandes y pequeñas— de los 
bancos, el establecimiento del monopolio del comercio exte-
rior, la eliminación de la moneda y del mercado, destruyeron 
los elementos capitalistas que perduraban en las ciudades. 
 
Todo esto nos permite estipular que en la Rusia soviética lo 
que se produjo en esos momentos fue una arcaización de la 
sociedad en tanto que todos los elementos capitalistas fue-
ron violentamente suprimidos. En esto estaban interesados 
tanto los sectores marginados por el proceso de moderniza-
ción, como los líderes bolcheviques que veían en estas 
transformaciones la creación de las condiciones para la for-
mación de la nueva sociedad. 
 
Socialmente, los años del comunismo de guerra trajeron 
consigo cambios sustanciales. La anterior configuración cla-
- 23 - 
sista de la sociedad se modificó radicalmente. La burguesía 
y la nobleza fueron privadas de sus propiedades y privile-
gios, con lo cual perdieron los atributos que las habían man-
tenido como clases dominantes. Los obreros y otros grupos 
urbanos quedaron seriamente debilitados. 
 
En 1920 —escribe M. Lewin— los citadinos no repre-
sentaban más que el 15% de la población contra el 
19% en 1917. Moscú había perdido la mitad de sus 
habitantes y Petrogrado los dos tercios... Las ciuda-
des cambiaron la estructura social. Las estadísticas... 
de 1920 indican que las clases medias y los peque-
ños productores —miembros de las profesiones libe-
rales, comerciantes, artesanos y obreros cualifica-
dos— estaban completamente agotados[20]. 
 
Los campesinos —grueso de la población—, por el contra-
rio, fueron la única clase que sobrevivió a las guerras, las 
epidemias, al hambre y a las revoluciones, afirmándose co-
mo la única fuerza capaz de contribuir a la reestructuración 
de la sociedad. Como resultado de esto se asistió a un pro-
ceso de ruralización, de arcaización de las estructuras so-
ciales en Rusia. 
 
Dada la disociación en los objetivos, el apoyo social que 
garantizó la consolidación bolchevique no fue completo ni 
podía durar eternamente. Los campesinos, los obreros, las 
minorías nacionales apoyaron el poder soviético, no porque 
se identificaran con sus posiciones, ni porque se compatibi-
lizaran con los ideales socialistas, sino porque representa-
ban el mal menor. El regreso del antiguo orden, tal como se 
 
20 Lewin, M., La formation du systéme soviétique, op. cit., pp. 302-303. 
- 24 - 
demostró en las regiones que cayeron en manos de los 
blancos, habría equivalido a la privación de la posesión de 
la tierra campesina, el retorno de las empresas a sus anti-
guos dueños y la política centralista y colonialista frente a 
las minorías nacionales. 
 
Una vez alcanzada la normalización, tras la derrota de la 
oposición armada, los dirigentes se vieron en la necesidad 
de encontrar una solución al agudo problema de la recons-
trucción. Hacia finales del comunismo de guerra, las clases 
de apoyo a los bolcheviques, una vez que se había disipado 
la amenaza blanca, se levantaron en contra del poder sovié-
tico pues estaban interesadas en poner fin a los excesos y a 
la violencia sistemática ejercida durante el comunismo de 
guerra. En la provincia de Tambov, enarbolando las bande-
ras de la revolución verde, una poderosa insurrección dirigi-
da por el eserista Antonov, se rebeló en contra de la política 
bolchevique de requisas (prodrazviort-ka). En 1919 en va-
rias ciudades hubo huelgas de los obreros y en marzo de 
1921 los marinos de Kronstadt, artífices de la insurrección 
armada de 1917, se sublevaron contra el poder soviético[21]. 
Todo esto evidenciaba que de no introducirse cambios inme-
diatos el poder soviético se hallaría seriamente debilitado. 
 
 
LA NEP: ¿MODERNIZACIÓN O SOCIALISMO? 
 
Los dirigentes soviéticos se encontraron ante la imperiosa 
necesidad de tener que normalizar y restablecer los vínculos 
con las clases de apoyo. Para alcanzar este proceso era 
menester un cambio radical, principalmente en relación con 
 
21 Hosking, G., A History of the Soviet Union, Fontana Press, London, 
1985. 
- 25 - 
los campesinos. Se dio inicio a la NEP ("Nueva política eco-
nómica"), la cual despuntó con la sustitución de las requisas 
forzosas por un impuesto en especies y posteriormente en 
dinero, el cual fue fijado muy por debajo de los niveles de 
requisa de los años anteriores. Junto a este cambio de acti-
tud se adoptaron otras medidas no menos radicales. En 
mayo de 1921 se revocó el decreto nacionalizador de la pe-
queña industria; el Estado dispuso el arriendo de empresas 
estatales a particulares; a algunos antiguos propietarios se 
les restablecieron sus antiguas propiedades, y se procedió 
al arriendo de empresas a inversionistas extranjeros. Todo 
ello significó la recomposición de una economía privadaque 
fue estimulada por medio del restablecimiento del mercado 
como principio regulador y normativizador de la economía. 
 
La NEP significó la puesta en marcha de un nuevo plan de 
construcción social. La importancia asignada a la tecnolo-
gía, al mercado, a la empresa privada, a las formas tayloris-
tas y fordistas de trabajo, al capitalismo de Estado (en su 
versión alemana) determinó que esta política fuera una va-
riante particular de la modernización. A través de la descen-
tralización administrativa y el estímulo a las fuerzas del mer-
cado, se optó por una línea de desarrollo que debía recons-
tituir la diferenciación social y fijar normas "económicas" de 
acumulación con base en la acordada prioridad del desarro-
llo de la ciudad sobre el del campo, de los campesinos em-
prendedores sobre los pobres, de la industria sobre la agri-
cultura (la famosa "crisis de las tijeras").22 
 
En 1924 un alto representante del Comisariado Popular pa-
ra la Agricultura se expresaba en los siguientes términos 
 
22 Véase Nove, A-, Historia económica de la URSS, Alianza, Madrid, 
1973. 
- 26 - 
sobre la necesidad de la diferenciación social: 
El papel del campesino acomodado en el aumento de 
la producción de grano y ganado adquiere un signifi-
cado exclusivo en la economía nacional. En estos es-
tratos del campesinado, lo mismo que en los agentes 
que transportan las mercaderías a los mercados ex-
teriores o interiores, descansa la tarea de reconstruir 
la economía. Todas las medidas que se tomen con 
vista a la recuperación económica han de estar im-
puestas, por tanto, por las consideraciones objetivas 
de promover las condiciones en las que la recupera-
ción sea posible; estas medidas fomentarán el desa-
rrollo de las granjas acomodadas y ayudarán a con-
vertir a los campesinos medios en campesinos aco-
modados. El otro factor de la economía doméstica (la 
industria) también empuja a la agricultura campesina 
por el camino de la diferenciación en el próximo futu-
ro. A medida que la industria se desarrolla, las casas 
campesinas débiles y pequeñas abandonarán la agri-
cultura para dedicarse a la industria, dejando que se 
acentúen las diferencias de clase en el campo[23]. 
 
Este proceso de desigualdad, que debía crear las condicio-
nes para una acelerada industrialización, requisito principal 
para la construcción de la sociedad socialista, a juicio de los 
líderes soviéticos, no fue un error en la política de precios, 
como lo han pretendido ver algunos analistas[24], que habría 
favorecido a la industria, sino que era un determinado pro-
yecto de sociedad, anclado en la lógica occidental. 
 
23 Citado en Carr, E. H., El socialismo en un solo país, 1924-1926, T. I, 
Alianza, Madrid, 1973, p. 231. 
24 Medvedev, R., El stalinismo al tribunal de la historia, Albert Knopf, 
Nueva York, 1971 (en ruso). 
- 27 - 
 
Los años 1925-1926 marcan el apogeo de la NEP. Se al-
canzaron los índices de producción de preguerra, se recom-
puso la inserción de Rusia en la economía mundial y se di-
seminó la libre empresa en la economía soviética. La parti-
cipación del sector privado en el ingreso nacional era del 
54.1%. En 5 años, de 1921 a 1926, el índice de la produc-
ción industrial aumentó más de tres veces y de hecho al-
canzó el nivel de 1913; la producción agrícola aumentó dos 
veces y sobrepasó en un 18% la de 1913. Inclusive después 
de alcanzar el período de reconstrucción, el crecimiento de 
la economía aumentó rápidamente: en 1927 y 1928 el cre-
cimiento de la producción fue del 13 y del 19%, respectiva-
mente, y la producción global de la agricultura aumentó en 
un 2.5% anual[25]. 
 
Esta rápida reconstrucción económica, fundamentada en un 
modelo dual de economía —privada y estatal—, generó 
nuevamente elementos de diferenciación de todo tipo que 
sellaron finalmente el destino de la NEP. Por una parte, la 
reaparición y el crecimiento de capas de la población que 
conocían la prosperidad despertaron el descontento de los 
ciudadanos soviéticos más pobres, si bien las nuevas cir-
cunstancias mejoraban también la situación de éstos[26]. 
 
De otra parte, la paz civil conquistada con la introducción de 
la NEP garantizó la neutralidad de las capas campesinas. 
La obschina conoció una resurrección general. El 95% de 
las tierras estaba en manos del régimen comunal. Esta obs-
 
25 Shmeliov, N. y Popov, V., En el viraje: la Perestroika económica en la 
URSS, Agencia de Prensa Novosti, Moscú, 1989, p. 22 (en ruso). 
26 Reiman, M., El nacimiento del stalinismo, Crítica, Barcelona, 1982, pp. 
13-14. 
- 28 - 
china —aproximadamente había 319.000 en todo el territo-
rio soviético— se convirtió en una instancia totalmente libre, 
pues se había liberado de las presiones administrativas y 
las funciones fiscales pasaron a los soviet rurales. En las 
aldeas, los instrumentos de poder estatales eran institucio-
nes débiles y poco influyentes, mientras las obschinas go-
zaban de gran autoridad y sus asambleas eran las adminis-
tradoras de la tierra y de todos los aspectos de la vida ru-
ral[27]. 
 
En general, la masa campesina pesaba más durante la NEP 
que durante el antiguo régimen. Además de restablecer to-
das sus prerrogativas e instituciones, el campesinado se-
guía siendo el grupo social más importante, con más de un 
80% de la población. 
 
La NEP, en tanto que estrategia global de desarrollo, estaba 
condenada al fracaso. El resurgir de la acumulación privada, 
con los problemas sociales que acarreaba, la desmoviliza-
ción de la clase obrera y del campesinado pobre y los con-
flictos en el interior de las élites, cada vez más alejadas de 
las preocupaciones de las clases populares, polarizaron 
nuevamente la sociedad[28]. 
Esta contradicción global fue aumentada por el hecho de 
que el Estado intentaba ejercer un control cada vez mayor 
sobre la campiña, coartando libertades y derechos de los 
campesinos, en aras de garantizar las condiciones de la 
modernización. Pero como los campesinos producían fun-
damentalmente para el autoconsumo, ellos no generaban 
las riquezas necesarias para la industrialización. La suerte 
 
27 Male, D. J., op. cit. 
28 Véase Peemans, J. Ph., Marx, les révolutions du XXéme siécle et la 
modernisation, op. cit, p. 39. 
- 29 - 
de la NEP estaba echada: o bien se seguía con la lógica de 
Bujarin, que había hecho un llamado a los campesinos a 
enriquecerse, con la idea de que sus dineros podrían servir 
para continuar con la política de la NEP, o bien el Estado 
tomaba medidas encaminadas a generar las condiciones 
sociales de reproducción de la NEP, de manera administra-
tiva. Cualquiera de estas dos opciones iba en contravía de 
las consignas que hicieron posible la Revolución de Octu-
bre. En otras palabras, este tipo de políticas hubiera signifi-
cado, en condiciones particulares, la reconstitución plena y 
abierta de los principios modernizadores occidentales, aun-
que estuvieran encubiertos bajo un ropaje marxista. 
 
 
LOS FUNDAMENTOS DEL SISTEMA SOVIÉTICO 
 
La implantación del modelo estalinista fue la consecuencia 
lógica de las dificultades que encontró y generó la NEP; fue 
el regreso a las consignas por las cuales se había realizado 
la Revolución de Octubre. Los fundamentos del sistema so-
viético fueron instalados en estos años: la colectivización de 
la agricultura, la industrialización y la planificación. 
 
A pesar de todas las distorsiones con que se interpreta la 
colectivización, puede argumentarse que la violencia ejerci-
da contra los campesinos ricos fue el resultado de la con-
vergencia de intereses y objetivos de los campesinos po-
bres con un ala radical en el interior del Partido Comunista. 
A los campesinos pobres se les prometió el 25% de los ce-
reales que con su ayuda fueran confiscados a los campesi-
nos ricos. A través de estas medidas, y con la organización 
de expediciones punitivas contralos acaparadores de ce-
reales en el campo soviético, se desató una verdadera lucha 
- 30 - 
de clases. Los campesinos pobres participaron masivamen-
te junto a las autoridades en el desmantelamiento de los 
sectores enriquecidos. El estalinismo no fue, como gene-
ralmente se pretende demostrar en la literatura especializa-
da, la obra de un hombre. Sin un vasto apoyo social estas 
medidas nunca hubieran podido ser aplicadas. 
 
La colectivización, además de destruir a los sectores enri-
quecidos por la política de diferenciación de la NEP, tuvo 
otro objetivo: la conformación de los koljoses dentro de los 
marcos de una economía colectivizada. El restablecimiento 
de las antiguas obschinas, agrarias, con sus formas tradi-
cionales de solidaridad, no podía en las nuevas condiciones 
asegurar la creación de la nueva sociedad. Por eso era ne-
cesaria su rápida transformación. 
 
Los koljoses, que conservaron numerosos atributos de las 
antiguas obschinas —la tenencia y explotación colectiva de 
la tierra, por ejemplo—, fueron una institución que pudo 
adaptarse a los cambios que deseaba establecer el nuevo 
poder. La obschina no podía servir de garantía para la in-
dustrialización, en la medida en que la explotación de la tie-
rra se realizaba de una manera que no podía adecuarse con 
los imperativos del desarrollo industrial. 
 
El funcionamiento de la obschina era el siguiente: la asam-
blea de la obschina (sjod) dividía la tierra en franjas iguales 
(en la región central de Rusia el promedio de las franjas os-
cilaba entre 2.1 y 4 metros de ancho y 21 y 30 metros de 
largo) que eran entregadas a cada familia perteneciente a la 
comunidad, con el fin de que las explotara. El hecho de que 
un campesino dispusiera de estrechas franjas que no esta-
ban unidas entre sí, impedía la utilización de maquinaria 
- 31 - 
moderna en la explotación de la tierra. Dada su baja produc-
tividad las formas de tenencia comunal dificultaban además 
cualquier intento estatal por capitalizar recursos que pudie-
ran ser orientados a la industrialización.29 
 
Por el contrario, el optar por los koljoses facilitó esa tarea. 
Estas cooperativas de producción se diferencian de la obs-
china básicamente en los siguientes puntos: en primer lugar, 
la explotación de la mayor parte de la tierra se realizaba en 
conjunto por todos los campesinos integrantes de la colecti-
vidad. Esto permitió que se dispusiera de grandes superfi-
cies de terreno para su cultivo, lo que agilizaba la introduc-
ción de máquinas y el desarrollo de cultivos en gran escala. 
En segundo lugar, a los campesinos koljosianos se les asig-
naron pequeñas parcelas de tierras de uso personal y desde 
1932 se crearon los mercados koljosianos en las ciudades 
para que los campesinos vendieran la producción de sus 
parcelas. En tercer lugar, dado el control que ejercía el Es-
tado, los koljoses debieron vender sus productos a los órga-
nos estatales, con normas estipuladas por las autoridades 
competentes, es decir, su producción estaba orientada ha-
cia el mercado. 
 
La creación de los koljoses permitió superar uno de los ma-
yores problemas que debía enfrentar la URSS en esos 
años: la industrialización. Sabido es que el país no disponía 
de factores productivos que agilizaran la acumulación para 
la industrialización. La colectivización fue la solución encon-
trada a esta disyuntiva. A través de la compra a bajos pre-
cios de los productos agropecuarios y su venta a precio ma-
yor en los puntos de distribución nacional o en las exporta-
 
29 Lewin, M., La formation du systéme soviétique, op. cit., p. 138. 
- 32 - 
ciones, el Estado pudo acumular parte del capital necesario 
para la industrialización. Si bien la acumulación se realizó a 
expensas de la población rural, el Estado dispuso la crea-
ción de condiciones e instituciones nuevas para que el cam-
pesinado no desapareciera con el proceso industrializador. 
Este fue el papel desempeñado, por ejemplo, por las parce-
las que aseguraban aproximadamente el 45% de la produc-
ción agrícola total hacia el año de 1938. Las parcelas y los 
mercados koljosianos fueron la segunda economía de los 
campesinos, a través de los cuales pudieron paliar parcial-
mente los rigores de la acelerada acumulación. 
 
Es decir. A diferencia de procesos similares ocurridos en los 
países occidentales, en la URSS la acelerada acumulación 
no significó la destrucción del campesinado, ni tampoco su 
pauperización, sino, por el contrario, su conservación. La 
colectivización, podemos decir, fue uno de los engranajes 
principales de la acumulación, pero, a diferencia de otras 
experiencias, tuvo siempre en cuenta las necesidades so-
ciales de los sectores más pobres de la población. De otra 
parte, la colectivización mantuvo -he aquí su elemento revo-
lucionario— las tradiciones, culturas, formas de solidaridad y 
de gestión del campesinado. El koljós era un estadio supe-
rior de desarrollo de la obschina y en nigún caso la negación 
de ésta, como sí lo hubiera sido la implementación total del 
proyecto de la NEP. 
 
La industrialización, segundo pilar del sistema soviético, 
transformó radicalmente el panorama económico y social 
del país, sin requerir de procesos negativos como los acon-
tecidos en Occidente durante su industrialización. No sólo 
desapareció completamente el desempleo de los años de la 
NEP, sino que, además, se buscó crear instituciones y con-
- 33 - 
diciones nuevas que frenaran las tendencias hacia la dife-
renciación social entre la población citadina. Un resultado de 
esto fue que los 17 millones de campesinos que se instala-
ron en las ciudades entre 1928 y 1939 no conformaron "cin-
turones de miseria", pues fueron absorbidos por la acelera-
da industrialización. Aquí encontramos una segunda pecu-
liaridad del sistema soviético: en lugar de fortalecer el ejérci-
to de reserva, tal como había sido característico en las otras 
experiencias industrializadoras, en la URSS se trató de ho-
mogeneizar la sociedad, garantizando a los obreros las 
condiciones mínimas de subsistencia. 
 
Por último, la planificación, uno de los aspectos más revolu-
cionarios e innovadores del modelo soviético[30], fue la insti-
tución coordinadora que permitió el establecimiento y desa-
rrollo de proporciones en el crecimiento, con lo cual se pu-
dieron evitar los desequilibrios y satisfacer las necesidades 
sociales. 
 
A nivel político el estalinismo generó una gran violencia, y 
éste es el aspecto más conocido del modelo. Sin embargo, 
la represión y la concentración del poder político deben en-
tenderse dentro de las tendencias generales que particulari-
zaban el desarrollo de la URSS en esos años. La violencia, 
una especie de lucha de clases, se empleó no contra el 
pueblo en general, como lo ha pretendido demostrar toda 
una literatura especializada, sino contra aquellos sectores 
partidarios del modelo anterior o que se beneficiaban de la 
diferenciación social introducida por la NEP: intelectuales, 
nepmen, campesinos ricos. Esta violencia fue una reacción 
de las clases pobres de la ciudad y del campo. Las purgas y 
 
30 Roland.G.. Economie polilique du systéme soviétique, L'Harmatan, 
París, 1989. 
- 34 - 
la represión fueron la cristalización de una promoción masi-
va de nuevos funcionarios de origen popular que aceleraron 
la movilidad social, fenómeno que Marc Ferro denomina la 
plebeyización del poder[31]. Fue la llegada al poder del pro-
letariado urbano y de los campesinos identificados con las 
nuevas orientaciones de la política estatal. 
 
En el plano de la cultura también se observa la afirmación 
de nuevos principios acordes con las transformaciones so-
ciales y políticas de los años 30. El realismo socialista 
"realizó, en el plano de lo imaginario, una valorización del 
pueblo, como ninguna sociedad lo había hecho anteriormen-
te". Esta reacción, quegolpeó duramente la intelligentsia, 
fue de hecho el ascenso de los valores y tradiciones popula-
res y el descrédito de los valores heredados de la ilustración 
y de la burguesía[32]. El realismo socialista constituía una 
nueva forma de arte que debía destacar y valorar a los nue-
vos sectores que deseaban la dignificación de su trabajo. 
 
El culto a la figura de Stalin tampoco fue, como lo han pre-
tendido ver la historiografía occidental[33] y la soviética pos-
terior al XX Congreso del PCUS, una deformación del socia-
lismo y una justificación para la concentración del poder. 
Más bien consideramos que se recuperó la figura del "vene-
rable zar bueno", muy presente en la conciencia popular, y 
pensamos, como Peemans, que este problema se debe vi-
sualizar en términos de la dinámica sociopolítica, en la que 
un nuevo vector —"líder carismático-masas populares"— se 
introduce en las relaciones intra-élites, modificando la rela-
 
31 Ferro, M., Leu origines de la Perestroika, Ramsay, París, 1990- 
32 Ferro, M., Histoires de Russie et d'ailleurs, op. cit, p. 122. 
33 Ulam, A., Stalin, Noguer, Barcelona, 1975. 
- 35 - 
ción de fuerzas en el interior de esta dinámica y haciendo 
partícipes a los sectores populares de la toma de decisiones 
en la alta política. 
 
Tratando de sintetizar las orientaciones de los cambios ini-
ciados en la década de los años treinta, podemos decir que 
el estalinismo, más que la aplicación concreta de la doctrina 
de la cual dicho líder se hacía portador, fue una convergen-
cia de un radicalismo popular y uno intelectual, en la cual se 
desarrolló la necesidad de dar curso a un rápido proceso de 
modernización, pero sobre la base de los elementos propios 
de la cultura popular rusa: igualitarismo, espíritu colectivista, 
simbología política en el vector líder carismático-masas, de-
nuncia de la desigualdad y de las tradiciones y culturas aje-
nas a los valores populares. En este proceso el papel del 
marxismo no fue más que el de un marco justificador y legi-
timador de las acciones implementadas. Por esta razón, en 
lugar de socialismo preferimos hablar de sistema soviético, 
porque el modelo fue ante todo el irrumpir de las tradiciones 
populares en la definición del proceso de desarrollo que iba 
a seguirse. 
 
 
EL JRUSCHOVISMO: RESPUESTA 
DESCENTRALIZADA AL MODELO ESTALINISTA 
 
Un cambio radical de orientación se consumó hacia media-
dos de la década de los años cincuenta. La debilidad de la 
forma de organización sociopolítica en los años de Stalin en 
el poder, es decir, el que la ecuación política de las décadas 
de los treinta y cuarenta reposara principalmente en la figura 
de un líder carismático, selló el destino de este proceso en 
la medida en que la desaparición del líder debilitó la articu-
- 36 - 
lación política anterior y, de otra parte, la crítica al culto de la 
personalidad permeó en sus cimientos el modelo social, po-
lítico y económico anteriormente existente. Esta erosión fue 
aún más rápida debido a las dificultades que afrontó el ré-
gimen estalinista en las postrimerías del mandato del líder 
georgiano. La reconstrucción posbélica, la conformación del 
glacis en el Este europeo, la lucha inter sistémica, el temor a 
que renaciera un enfrentamiento social y político como pro-
ducto de la emergencia de un nuevo sector modernizador, la 
avanzada edad de Stalin, etc., concentraron la atención del 
equipo dirigente en nuevos aspectos, y se relegaron a se-
gundo plano los problemas ligados a la reproducción del 
sistema que ya evidenciaba síntomas de debilidad. 
La gestión dirigente de Nikita Jruschov ha sido definida tra-
dicionalmente como reformista. Es indudable que, aunque 
no siempre fuera muy exitosa, Jruschov durante su mandato 
se dio a la tarea de realizar significativos cambios en lo eco-
nómico y lo político. En general sus años en el poder han 
sido vistos con muy buenos ojos por los estudiosos de la 
Unión Soviética. Podríamos preguntarnos cuál es la razón 
de ser de esta simpatía. La respuesta la podemos formular 
de manera relativamente simple: Jruschov inició el desmon-
te del sistema creado por Stalin y en este sentido ha sido 
percibido como el introductor de la "modernidad", ya que 
intentó afanosamente que la URSS se ciñera a una nueva 
racionalidad en la gestión del país. 
 
Una de las primeras medidas del nuevo equipo dirigente fue 
erradicar los aspectos más represivos del modelo anterior, 
creando nuevos mecanismos de legitimación de la clase 
política en el poder. En un compromiso sellado entre los 
sectores modernizadores y "ortodoxos" se restableció la 
autoridad del partido, se fijaron normas para estabilizar la 
- 37 - 
clase política y crear nuevos mecanismos de legitimación a 
través del desarrollo del consumismo, la libertad de gestión, 
la descentralización, etc. Esta estabilización política engen-
draría posteriormente la célebre nomenclatura en la medida 
en que se destruyeron los vasos comunicantes entre la po-
blación y la élite política y se le pondría freno a la movilidad 
social de los sectores populares. 
 
De Jruschov se ha destacado sobre todo el hecho de haber 
iniciado la crítica a Stalin (el famoso informe secreto durante 
el XX Congreso del PCUS) y de haber creado los mecanis-
mos necesarios para el ascenso de las clases medias y pa-
ra la conformación de una opinión pública en torno a los in-
telectuales[34]. Dicho de otro modo, la política populista pro-
pugnada por Jruschov consistió en crear condiciones para 
que los sectores que emergieron con el proceso de indus-
trialización —intelectuales, clase obrera calificada, técnicos, 
etc.— pudieran satisfacer sus intereses y necesidades. El 
gran quiebre con respecto a la fase inmediatamente anterior 
fue que con los cambios operados en los años cincuenta, en 
lugar de buscarse nuevos mecanismos que posibilitaran el 
desenvolvimiento ulterior del modelo de acumulación inicia-
do por Stalin en los años treinta, que preveía generar las 
condiciones para el desarrollo teniendo en cuenta el conjun-
to de las necesidades de la población, se empezó a esta-
blecer un nuevo patrón en el cual el desarrollo se articularía 
sobre la base de la desigualdad creciente de la sociedad. 
 
Es un hecho que no necesita demostración el que la eco-
nomía soviética hacia mediados de la década de los cin-
 
34 Breslauer, G., Krushcheu Reconsidered, en Cohén, S. F., Rabino-
witch, A. y Sharlet, R., editores, The Soviet Union since Stalin, op. cit, 
pp. 50-70. 
- 38 - 
cuenta necesitaba correctivos. La planificación tal como fue 
concebida sólo podía satisfacer las necesidades mediante 
unos cuantos valores de uso. Eso no fue un problema ma-
yor cuando las demandas sociales y las necesidades pro-
ductivas eran bastante escasas. Pero con el proceso de in-
dustrialización se complejizó la sociedad, aparecieron nue-
vos segmentos sociales, con nuevas necesidades y deman-
das. Debido a las deficiencias en el circuito de la informa-
ción, la planificación no podía complejizar la producción pa-
ra satisfacer esas demandas sociales. Por ello era menester 
realizar reformas. Pero la dirección reformista, en lugar de 
buscar los correctivos en el mismo modelo, prefirió optar por 
copiar el sistema occidental. Con ello el modelo soviético se 
anquilosó y, dada la incompatibilidad con las recetas que se 
han querido aplicar, todas las políticas de reformas fracasa-
ron. Esta es la raison d'étre del estancamiento. 
 
Por estas razones consideramos que el verdadero trasfondo 
de las transformaciones iniciadas por Jruschov no debe 
concebirse como una liberalización de la sociedad que poco 
a poco se habría ido desgarrando de los tentáculos del Es-
tado, sino en el hecho de que con él se comienzan a yuxta-
poner los elementos de apoyo al modelo occidental en la 
realidad soviética, subvirtiendo los condicionantes básicos 
del sistema soviéticode desarrollo, iniciado por Stalin. 
 
Jruschov no sólo internacionalizó económica y políticamente 
a la URSS, es decir, la insertó en la dinámica política y eco-
nómica mundial; también creó el medio para que en la pro-
pia URSS se difundiera la utilización de algunos elementos 
consustanciales de la modernización occidental. 
 
Jruschov no fue el artífice de una apertura social y política 
- 39 - 
general, sino particular para que los emergentes sectores 
medios accedieran a los puestos de mando. En tal sentido 
la gran obra de Jruschov fue haber destruido el consenso 
general en torno al modelo popular anterior. 
 
El nuevo proyecto por él sostenido facilitó el aumento de la 
influencia ejercida sobre la URSS por los países desarrolla-
dos de Occidente. En la Unión Soviética empezaron a arrai-
garse algunos principios, tales como el consumismo, la im-
portancia asignada al desarrollo de la técnica, siguiendo los 
patrones occidentales, la descentralización de la economía, 
que no fue más que un intento de remplazar la planificación 
por la libre competencia capitalista en la realidad soviética, 
la introducción del sistema estadounidense de gestión de la 
agricultura, etc.[35]. 
 
Es decir, se incorporó un conjunto de prácticas que empeza-
ron a echar raíces y constituyeron un nuevo paradigma de lo 
que debería ser la acumulación, la gestión y el desarrollo en 
la sociedad socialista. Todas estas medidas encontraron 
coherencia en la famosa consigna jruschoviana de que al 
cabo de algunos años la URSS alcanzaría y superaría a los 
Estados Unidos en los índices básicos. Esto significaba em-
pezar a competir con los mismos medios que Occidente y 
alcanzar un nivel de desarrollo tal que permitiera modificar 
la brecha existente. 
 
En otras palabras, el jruschovismo, en vez de adecuar el 
modelo de desarrollo generado años antes a las nuevas 
necesidades del tiempo presente en la URSS, favoreció la 
modernización a la occidental y de esa manera enquistó en 
 
35 Medvedev, R-, et, Khrouchtchev, J., Les années de pouvoir, Maspero, 
París, 1977, pp. 132-146. 
- 40 - 
el interior mismo de la realidad soviética un doble proceso 
contradictorio: la lucha entre las fuerzas que propugnaban 
por el mantenimiento del modelo anterior y las partidarias 
del desarrollo de uno nuevo. En ese entonces, cuando di-
chos procesos no se identificaban concretamente con fuer-
zas sociales específicas, la necesidad de encontrar solución 
a dicha disyuntiva no se planteó. Pero se introdujo la semilla 
de lo que sería el posterior desarrollo de la URSS: la lucha 
entre fuerzas sociales que deseaban imponer una u otra de 
dichas tendencias.36 
 
Jruschov reeditó, a su manera, el vector político entre ma-
sas y líder. Pero, a diferencia de Stalin, este vector no se 
apoyaba en los sectores populares, sino en las emergentes 
clases medias. Durante su mandato intentó afanosamente 
fortalecer esta vinculación para eliminar a los sectores que 
seguían siendo partidarios del modelo anterior. La expulsión 
del "grupo antipartido" en 1957, la destitución de Zhukov, la 
liberalización de la vida intelectual fueron algunas de las 
primeras medidas con las que Jruschov intentó modificar la 
correlación de fuerzas en el plano social y político en la 
URSS. El momento más álgido de este esfuerzo fue cuando 
planteó la necesidad de establecer un sistema de rotación 
de los funcionarios, para acelerar la cooptación de los espe-
cialistas, y cuando propuso la división del partido y de las 
jerarquías estatales en las ramas industrial y agrícola. Estas 
reformas generalmente han sido percibidas de una manera 
mecánica, instrumental, como si su objetivo fuera solucionar 
los candentes problemas administrativos y económicos. En 
realidad, Jruschov estaba apostando a la solución de los 
problemas económicos a través de la expansión de las fron-
 
36 Breslauer, op. cit., p. 58. 
- 41 - 
teras de la toma de decisiones, mediante la incorporación 
de nuevas fuerzas provenientes de los especialistas y la 
disminución del poder político de las autoridades. Frente a 
estos cambios la clase política reaccionó en octubre de 
1964 y destronó al líder reformista. 
 
A pesar de haber sido eliminado del poder, Jruschov dejó 
tras de sí una gran herencia: en primer lugar, la división de 
la clase política y de la sociedad en torno a los dos proyec-
tos antes mencionados; en segundo lugar, el anquilosa-
miento y la incapacidad de reproducción del sistema soviéti-
co, y, tercero, el fortalecimiento de las tendencias diferen-
ciadoras: en aras de alcanzar un mayor desarrollo económi-
co se favoreció la descentralización de las empresas, la es-
pecialización de las regiones y la diferenciación de la pobla-
ción con base en el ingreso. La aplicación de esta estrategia 
produjo la desigualdad entre las empresas, entre las unida-
des productivas agrícolas, entre las regiones (verdadero 
trasfondo del actual problema nacional en la URSS) y entre 
los individuos, pues la actividad expansiva de las empresas 
se canalizaba principalmente hacia aquellos sectores que 
disponían de mayores recursos. En este sentido, el jruscho-
vismo representó un cambio radical en relación con el esta-
linismo. Mientras en el modelo instaurado en las décadas de 
los años treinta y cuarenta los recursos se dirigían de las 
regiones más desarrolladas a las menos desarrolladas[37] en 
un intento de conformar una sociedad homogénea, el 
jruschovismo apostó precisamente a la tendencia contraria. 
 
 
 
 
37 Fejtó, F., Histoire des démocraties populaires, T. I, "L'ére de Stalin", 
Seuil, París, 1984, p. 169. 
- 42 - 
DIRECCIÓN COLECTIVA 
Y LUCHA DE TENDENCIAS 
 
La concentración del poder en manos del secretario general, 
el voluntarismo de su mandato y los deseos de modificar la 
correlación de fuerzas en el interior de la clase dirigentes 
llevaron a que los nuevos gobernantes iniciaran una práctica 
de dirección política diferente, para evitar posibles desave-
nencias en la cúpula directiva y también para poder repre-
sentar en el alto poder a las diversas fuerzas políticas en 
cuestión. Así fue como se introdujo el sistema colegiado[38]. 
Desde mediados de los años sesenta tres hombres, repre-
sentantes de tres tendencias, tomaron las riendas del poder: 
Suslov, Brezhnev y Kossiguin. 
 
Este último asumió como propios los elementos moderniza-
dores introducidos por Jruschov en su plan de reformas. 
Kossiguin representaba en las altas instancias a un nuevo 
sector modernizador que pretendía fortalecer el sistema so-
viético acentuando las premisas descentralizadoras en la 
vida económica soviética. Su principal caballo de batalla fue 
el plan de reformas de 1965, que tuvo como puntos princi-
pales los siguientes aspectos: una reforma administrativa 
que daba mayor cobertura de acción independiente a las 
empresas, la disminución de los índices ejecutados a partir 
de normas impuestas por el plan, la reforma de los precios y 
la aplicación de nuevos criterios de performance en la reali-
zación de la producción. En términos generales, podemos 
decir que esta reforma preveía afianzar aún más los ele-
mentos de autogestión y autofinanciamiento de las unidades 
productivas, es decir, crear una especie de libre comercio y 
 
38 Duhamel, L., Le systéme politique de l'Union Soviétique, Editions 
Quebec/Amérique, Montreal, 1988, pp. 38-45. 
- 43 - 
libre competencia en la URSS. 
 
El segundo grupo, representado en el alto poder por Suslov, 
se trazó como objetivo el mantenimiento de las formas de 
dirección y desarrollo iniciadas en la década de los treinta; 
fue un crítico acérrimo de la propuesta descentralizadora y 
deseó conservar la integridad del sistema soviético. Si el 
equipo anterior concentró esfuerzos y personal en el ámbito 
económico, los "ortodoxos" le prestaron mayor atención a 
los aspectos políticoideológicos. Suslov,el "ideólogo en je-
fe", supervisaba un conjunto de sectores compuestos por 
los departamentos del comité central relativos a la propa-
ganda, la cultura, la ciencia, la educación y dos departamen-
tos internacionales. Controlaba además la dirección política 
del ejército y la marina, el Komsomol, los medios de comu-
nicación y la censura, las agencias de información Tass y 
Novosti, el ministerio de la Cultura, la radio y la televisión, 
los sindicatos artísticos, los comités de la paz, la Academia 
de Ciencias, las instituciones de enseñanza primaria, se-
cundaria y superior y las relaciones del Estado con las dife-
rentes organizaciones religiosas[39]. Es decir, todo el espec-
tro de instituciones relacionadas con la cultura, la política y 
la ideología estaban directamente en sus manos y consti-
tuían la plataforma de acción de este sector político. 
 
Por último, el secretario general, Brezhnev, representaba un 
sector de centro que debía unir y compatibilizar los princi-
pios diferentes de los otros dos grupos. La posición de este 
sector no venía dada por una propuesta propia, sino más 
bien de organización dentro de la cúpula dirigente, con el fin 
de evitar que las contradicciones y oposiciones entre los dos 
 
39 Medvedev, J., Andropov au pouvoir, Paris, 1983, pp. 14-15. 
- 44 - 
grupos principales pudieran desgarrar la vida política nacio-
nal. Brezhnev fue, ante todo, el hombre de la tolerancia. 
 
En la segunda mitad de la década de los sesenta, el sector 
modernizador tuvo a su cargo la conducción de la política 
soviética. Fueron los años en los cuales la reforma econó-
mica fue aplicada, se favoreció el ascenso de los sectores 
medios y se pretendió racionalizar la vida interna y las rela-
ciones exteriores de la URSS. Fueron también los años en 
que se limitó fuertemente la censura y se posibilitó el desa-
rrollo de la libre discusión sobre temas de gran interés. En 
estos años fue muy apasionante, sobre todo, la discusión 
sobre el contenido y la pertinencia de las reformas propues-
tas. 
El hecho de que la reforma no pudiera dar los dividendos 
deseados desarmó a los sectores modernizadores, que se 
vieron parcialmente relegados a segundo plano. La conduc-
ción recayó en manos de los sectores llamados comúnmen-
te "ortodoxos", los cuales mostraron mayor celo en garanti-
zar la conservación de la integridad del sistema soviético y 
en su afirmación mundial tanto cualitativa como cuantitati-
vamente. 
 
Si los aspectos políticos y militares en la conducción de la 
política interna y exterior quedaron en manos de los secto-
res "ortodoxos", el aspecto económico siguió conducido di-
rectamente por los sectores modernizadores. La introduc-
ción de dicha racionalidad, apoyada fundamentalmente por 
sectores de la intelligentsia, ya era un hecho bien real en la 
sociedad soviética. Valga señalar que los sectores "ortodo-
xos" mostraron una real incapacidad en la búsqueda de 
propuestas de modernización que dinamizaran el modelo 
soviético. Esta fue la causa por la cual sus acciones se 
- 45 - 
orientaron principalmente hacia el ámbito político y militar 
como un último intento de mantener la integridad del siste-
ma. 
 
Los años setenta, bajo el impulso de los sectores que privi-
legiaban el mantenimiento de la integridad del sistema, fue-
ron un período en el cual la Unión Soviética se volcó hacia 
el mundo exterior (la internacionalización de la URSS era un 
hecho real), fomentando mayormente la identificación con 
las fuerzas revolucionarias en el Tercer Mundo[40], mostran-
do mayor sensibilidad a las demandas de los sectores radi-
cales y siendo un real partidario de la consolidación cuanti-
tativa del socialismo a escala mundial[41]. Este sector "orto-
doxo" se preocupó mayormente por el estado de las relacio-
nes entre las dos grandes potencias y fomentó la lucha por 
la hegemonía en los nuevos espacios, principalmente en 
África, continente que se prestaba fácilmente para devenir 
arena de competición intersistémica en la medida en que 
constituía una zona en la cual zero sum game no afectaba 
la seguridad de las grandes potencias. 
 
Sin embargo, a partir de mediados de los años 70, los sec-
tores modernizadores, fortalecidos por haber logrado bue-
nos términos de negociación, intercambio y cooperación con 
Occidente (los acuerdos entre Brezhnev y Nixon y la Confe-
rencia de Helsinki), relanzaron propuestas para una mayor 
integración de la URSS en la vida económica y política 
mundial. Dos fueron los campos en los cuales ejercieron 
mayor presión: en los tipos de competición con Occidente 
 
40 Laidi, Z., Les superpuissances et l'Afrique. Les contraintes d'une rivali-
té, La Découverte, París, 1987. 
41 Lévesque, J., L'URSS et sapolitique internationale de Lénine á Gorba-
tchev, Armand Colin, París, 1988, p. 308. 
- 46 - 
(importación de tecnología, revolución científico-técnica, 
mayor racionalidad en las relaciones económicas exteriores) 
y en las nuevas valoraciones de lo que debía ser la política 
internacional de la URSS. 
 
No menos importante que el ejercicio de la estrategia ante-
rior fue la visualización de los problemas internacionales 
desde un nuevo ángulo. Si la tesis predominante de inter-
pretación de la política mundial se basaba tradicionalmente, 
desde Lenin, en un enfoque clasista, que consideraba que 
al igual que los grupos sociales fundamentales, los Estados, 
en tanto que aparatos políticos de las clases dominantes, 
eran la representación y el instrumento de determinada cla-
se en el poder y en ese sentido podían ser divididos si-
guiendo el mismo rasero clasista, la nueva interpretación de 
la política mundial empezó a ver la vida internacional con la 
mirada puesta en los procesos globales, generales y únicos 
para todos los países. En este sentido, las reinterpretacio-
nes giraron en torno de la economía mundial, de la cual la 
URSS y los restantes países socialistas también hacían par-
te. Ya no se trataba más de una economía capitalista y otra 
socialista. 
 
Dentro de esta nueva visión de lo que era la vida económica 
y política mundial, se revisaba lo que debería ser la posición 
asumida por la URSS. El acento ya no se ponía en la cons-
trucción de un nuevo tipo de relaciones internacionales, sino 
en cómo incorporar mejor a la URSS en la división interna-
cional del trabajo y en la economía mundial. Esta reinterpre-
tación no era un simple maquillaje sino que tocaba proble-
mas de fondo. Era una relectura de la política internacional 
de la URSS, la cual poco a poco empezó a ser avalada por 
importantes centros investigativos: el Instituto de la Econo-
- 47 - 
mía Mundial y de Relaciones Internacionales, el Instituto de 
los Países Socialistas, el Instituto de Historia Universal, et-
cétera[42]. 
 
 
EL GORBACHOVISMO 
 
La consolidación y mayor difusión de esta propuesta facilitó 
nuevamente el ascenso y la consolidación de los sectores 
partidarios de la modernización, fenómeno que se ubica en 
el trasfondo de las grandes transformaciones operadas en 
los años ochenta. El advenimiento del gorbachovismo al 
poder no fue una simple casualidad. No ha sido un hombre 
que desde el alto poder ha intentado reconstituir y reacondi-
cionar a la URSS. Es un proceso en el cual un gran número 
de factores crearon las condiciones internas e internaciona-
les para que se optara por las transformaciones actuales. 
 
Poco a poco los cambios realizados bajo el mandato de Ni-
kita Jruschov han ido concretándose hasta convertirse en un 
proyecto político bien definido. La internacionalización de la 
economía soviética, la incapacidad de convertir al CAME en 
un subsistema económico, la imposibilidad de articular un 
tipo de organización política de los países socialistas y la 
influencia creciente de la economía mundial como resultado 
de la introducción de factores capitalistas en las formas in-
ternas

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