No, simplemente los pillaron a calzón bajado. Stalin no quería creerse todos los indicios e informes de inteligencia que apuntaban a un inminente ataque alemán porque (según diversos autores):
…a lo que cabe añadir, por supuesto, las purgas que estaban decapitando al Ejército Rojo (y seguirían haciéndolo con la guerra ya empezada.) Básicamente, toda la alta oficialidad estaba más preocupada por salvarse de Stalin que por unos inciertos informes procedentes de la frontera.
Así pues, cuando los nazis atacaron, se encontraron con un Ejército Rojo a medio armar, a medio equipar, a medio entrenar, y esencialmente sin liderazgo. Cuando 3 de 5 mariscales, 15 de 16 generales de ejército, 50 de 57 generales de cuerpo de ejército, 154 de 186 generarles de división, 401 de 456 coroneles y la práctica totalidad de los comisarios políticos en jefe tienen un agujero en la cabeza, todos ellos sustituidos por novatos presuntamente más leales, y además todo está a medio montar, es realmente difícil hacer la guerra.
En esas condiciones, pese a los inconcebibles actos de valentía de algunas fuerzas soviéticas que intentaron contener la avalancha, la catástrofe era inevitable. Lo sorprendente, de hecho, fue que lograran reponerse tan pronto: estaban consiguiendo contenerlos en octubre, detenerlos en noviembre e iniciar la primera gran contraofensiva con éxito el 5 de diciembre, menos de 6 meses después. Con eso, la inicialmente arrasadora operación Barbarroja quedó en un fracaso total que no conquistó ninguno de sus objetivos estratégicos críticos: ni Moscú, ni Leningrado, ni la línea del Volga, ni el petróleo del Cáucaso, ni la línea A-A ni la capitulación soviética.
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