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© Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 159 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo ISSN: 0213-2079 DOI: http://dx.doi.org/10.14201/shhmo201335159199 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo. lA PolÍTICA ESTATAl DE SUMINISTRoS MIlITARES EN lA MoNARQUÍA ESPAÑolA DEl SIGlo XvIII* Direct Administration or Asiento. The State Military Supply Policy in Eighteenth-Century Spain Rafael ToRRES SÁNCHEZ Universidad de Navarra Correo-e: rtorres@unav.es RESUMEN: Uno de los supuestos más utilizados para comprender la construcción del Estado ha sido resolver la pregunta de cómo el Estado resolvió la necesidad de movilizar recursos para la guerra: por administra- ción o por asiento. Así, desde Thompson, se ha relacionado la decadencia del Estado de los Austrias con el tránsito de un sistema de administración a otro de asiento, del mismo modo que el fortalecimiento del Estado de los Borbones se ha vinculado a un mayor protagonismo de la administración frente a los asientos. Nuestro objetivo en este artículo es valorar la realidad histórica de este planteamiento. A partir de los estudios realizados para el siglo XvIII, concluimos que el recurso del Estado de los Borbones a los asientos estuvo más vigente de lo que tradicionalmente se ha pensado. los casos de suministros analizados muestran que no hubo ninguna evolución lineal en ningún sentido; más bien lo que aparece es una continua fluctua- ción entre métodos. la razón de este comportamiento es que los límites entre asientos y administración eran menores de lo que se ha sostenido y, * Este trabajo forma parte del Proyecto de Investigación financiado por el Ministerio de Econo- mía y Competitividad, HAR2011-23570. El objetivo es revisar la política de suministros militares de los estados europeos en el siglo XvIII desde una óptica de comparación. Sobre las actividades del grupo de investigación «Contractor State Group» veáse www.unav.es/centro/contractorstate/ http://dx.doi.org/10.14201/shhmo201335159199 © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 160 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo sobre todo, que no obstaculizó el fortalecimiento del Estado y el ejercicio de su autoridad. Palabras clave: Estado, siglo XvIII, administración, asiento, suministros militares, asentistas. ABSTRACT: one of the commonest handles on state construction in historical studies is to look at how the state solved its warfare resource mobilisation needs: by direct administration or by asiento (state contract) Thompson, for example, has related the decline of the Hapsburg state to the switch from a direct-administration to asiento system, just as the strength of the Bourbon state has been attributed to a greater role of direct administra- tion over asientos. our aim in this article is to weigh this approach against the historical evidence. on the basis of studies of the eighteenth century we have concluded that the Bourbon state turned to asientos much more often than past historical research might have suggested. The supply cases analy- sed show that there was never a strict linear development in any direction, rather a continual fluctuation from one to the other. The reasons for this behaviour is because the limits between asientos and administration were much more blurred than has hitherto been thought and, above all, because it did not balk the strength of the state or the exercising of its authority. Key words: State, Eighteenth century, Direct administration, Asiento, Military supplies, Asentistas. 1. ¿la naturaleza del Estado? Para la historiografía española ha resultado complicado abordar el estudio de los suministros militares sin tener presente su relación con la constitución política del Estado. la conocida obra de Irving A. Thompson Guerra y decadencia sigue siendo un referente ineludible1. En su excelente y seminal estudio sobre la movi- lización de recursos para la guerra por los gobiernos de los Austrias (1560-1620) expuso con rotundidad que la evolución del sistema empleado por el Estado para 1. los autores que han abordado revisiones de los avances realizados en estudios de historia militar, como luis Ribot, María del Carmen Saavedra, David García Hernán, Enrique Martínez Ruiz, Magdalena de Pazzis o Antonio Espino, insisten en la vigencia y trascendencia de la obra y tesis de Thompson. En su interesante síntesis, Espino señala que en todas esas revisiones «Thompson era el más alabado». Espino lópez, A.: «la historiografía hispana sobre la guerra en la época de los Austrias. Un balance, 1991-2000», Manuscrits, 21 (2003), pp. 161-191, cita en p. 163. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 161 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo abastecerse de recursos militares afectó profundamente a la constitución del propio Estado. Para Thompson, la decadencia del Estado durante el tránsito al siglo XvII se puede explicar por la descentralización administrativa que supuso acudir a asentistas privados y oligarquías regionales y locales para lograr los suministros materiales y humanos que necesitaba para la guerra. Su conclusión es clara: «Así, pues, elegir entre administración y asiento era tomar una decisión acerca de la naturaleza misma del estado. En el siglo XvIII esto se reconocía claramente»2. Con esta idea, Thompson no solo establecía la dimensión política que tenía el estudio de los suministros militares, sino que también establecía una evolución, por la que la decadencia del Estado se acabó cuando los gobiernos del siglo XvIII fueron conscientes de la trascendencia de recuperar, de nuevo, el nivel de control estatal sobre los suministros militares supuestamente alcanzado en tiempos de Felipe II. De manera que, concluye Thompson, la recuperación de ese control estatal durante el siglo XvIII sería producto de la nueva fortaleza del Estado borbónico y la crisis del setecientos se interpreta como un paréntesis en una dinámica aparentemente irre- mediable de progresivo aumento del control estatal sobre los suministros militares3. la sugerente tesis de Thompson ofrece un valioso material para reflexionar sobre la relación entre la naturaleza del Estado y los suministros militares, o, lo que es lo mismo, la construcción del Estado y la movilización de recursos para la guerra, pero también implica la limitación de las posibles interpretaciones del papel desempeñado por los suministros militares en el desarrollo español. Una buena prueba de los «peligros» que puede implicar una interpretación finalista la encontramos en la imagen que ofreció Jan Glete del caso español. Pese a que Glete escribió en una época en la que la historiografía había comenzado a superar una interpretación de la relación entre Estado y Guerra dominada hasta entonces por la idea de la «coerción» y dando pasos hacia una valoración más positiva que enfatizaba más la «cooperación y coordinación», su interpretación de la política de suministros militares y la construcción del Estado español fue negativa, preci- samente porque consideró que España se alejó del supuesto camino de mayor control estatal. Glete se limitó a quedarse con la conclusión de Thompson de que un supuesto menor control estatal de los suministros militares estuvo unido a su decadencia, algo que le llevaba a presentar el caso español como «diferente» del contexto europeo. En sus palabras: «el declive español fue un caso único entre los 2. Thompson, I. A. A.: Guerra y decadencia, gobierno y administración en la España de los Austrias, 1560-1620. Barcelona, 1981, p. 315. 3. Para Thompson, lo significativo del caso español era que se trataba de una marcha atrás en la tendencia centralizadora e intervencionista del Estado que se daba en el contexto europeo y que ya había sido alcanzada en buena medida con Felipe II: «en muchos sentidos Felipe II, al controlar directamente la maquinaria bélica, había marchado a la cabezade sus primos europeos», Thompson, Guerra y decadencia..., p. 344. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 162 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo estados europeos que alguna vez desarrollaron un Estado fiscal-militar»4. Es decir, de nuevo con Thompson, para Glete España era un Estado fiscal-militar en la época de Felipe II porque supuestamente era capaz de administrar directamente la movilización de sus recursos militares, pero dejó de serlo al perder ese control y tener que entregarlo a los asentistas privados. Esta dinámica de interpretación encajaba bien con los presupuestos metodo- lógicos desarrollados por científicos sociales para explicar la relación entre cons- trucción del Estado y guerra5, pero suscita más dudas cuando los historiadores han descendido a la realidad histórica. David Parrot ha cuestionado este, a su juicio, paradigma, y concluye que el aumento de la actividad bélica, en tamaño y tecnificación, no implicó en la Edad Moderna un irreversiblemente monopolio de las fuerzas y de la movilización de los militares en manos del Estado. Se aleja, pues, de interpretaciones finalistas y sostiene que no hay incompatibilidad entre el crecimiento del poder del Estado y el desarrollo de la participación privada en las esferas militares. A su juicio, la historiografía modernista europea demuestra que la coexistencia fue la norma y, es más, que en esa convivencia pudo llegar a aumentar la autoridad y la capacidad de acción del Estado. Para Parrot las esferas pública y privada no son un juego de suma-cero donde la ganancia de uno debe suponer la pérdida del otro. lo importante para este profesor es cómo ambas esferas se interrelacionaban en contextos históricos concretos, con resultados imprevisibles y de ningún modo sometidos a una tendencia determinada6. la importancia de la tesis de Parrot hacía conveniente incluir sus reflexiones en este informe de la revista Studia Historica7. Seguir pensando que lo esencial en el estudio del suministro militar es analizar la opción entre administración o asiento, porque ayuda a comprender la naturaleza del Estado, es limitarlo y desviar la atención de lo verdaderamente importante para el propio Estado, que era conseguir los suministros. Sin salir de la etapa de los Austrias, los excelentes trabajos de Antonio Jiménez Estrella o Alicia Esteban Estríngana han mostrado con claridad para el caso de la pólvora que en el paso de la administración al asiento no estaba en juego «la naturaleza del Estado», sino el desarrollo económico que sostenía la fortaleza de aquel Estado8. Del mismo modo, 4. Glete, J.: War and the State in Early Modern Europe. Spain, the Dutch Republic and Sweden as Fiscal-Military States, 1500-1660. londres, 2002, p. 29. 5. Una valoración de esta historiografía en Torres Sánchez, R.: «The Triumph of the Fiscal- Military State in the Eighteenth Century. War and Mercantilism» en Torres Sánchez, R.: War, State and Development. Fiscal-Military States in the Eighteenth Century. Pamplona, 2007, pp. 13-44. 6. Parrott, D.: The Business of War: Military Enterprise and Military Revolution in Early Modern Europe. Cambridge, 2012. 7. véase el artículo de David Parrot en esta revista. 8. Jiménez Estrella, A.: «Asentistas militares y fraude en torno al abastecimiento de pólvora en el reino de Granada (siglo XvI)», Investigaciones históricas: Época moderna y contemporánea, 30, © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 163 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo para Carla Rahn Phillips, quien analiza con detalle el comienzo de la práctica de contratar a constructores privados la producción de buques para la armada real, se puede llegar incluso a una interpretación totalmente opuesta a la tesis establecida por Thompson, ya que, sostiene, solo cuando el Estado se consideraba fuerte, es decir, capaz de hacer cumplir las ordenanzas y leyes que él mismo daba, es cuando dejó de ir a alquilar o comprar barcos y comenzó a imponer contratos de construcción privados con condiciones precisas, de acuerdo a las necesidades geoestratégicas del Estado. la historiadora norteamericana concluye que solo cuando un Estado está desarrollado es cuando puede convertirse en regulador de la capacidad de producción de otros9. Caben, pues, más significados e interpreta- ciones de las establecidas por Thompson. Por todo ello parece conveniente abordar la cuestión de administración o asiento con un cierto alejamiento de la relación con la naturaleza del Estado o de cualquier paradigma sobre la construcción del Estado. la conveniencia de este planteamiento se confirma cuando nos adentramos en el siglo XvIII, donde tampoco resulta claro que se cumpla la tesis de Thompson, en la que un nuevo tipo de Estado, ya no supuestamente decadente, protagonizaría la recuperación de la «perdida» administración directa de los suministros militares. la evidencia de una reconstrucción militar del Estado borbónico y del notable esfuerzo estatal por reformar las fuerzas armadas heredadas han resultado pruebas suficientes para que tradicionalmente se sostenga que con un Estado fuerte daría lugar a una relación diferente con los abastecimientos militares. Como afirma Teijeiro, haciéndose eco de una idea muy arraigada «que a los estadistas ilustrados del siglo XvIII tenía que repugnarles el sistema (de asientos)»10. No obstante, la realidad parece más esquiva y, tras tanta nueva ordenanza, administración, arse- nales o fábricas, comenzamos a saber que más bien se escondía un activo mundo de asientos, más intenso de lo admitido habitualmente, y no tan alejado de los intereses y la política del mismo Estado. 2. Administración o asiento en el siglo xviii En 1814 luis María Salazar, ministro de Marina, escribió una obra en forma de «cartas a un amigo» en la que reflexionaba sobre la historia, características y 2010, pp. 11-30, y Esteban Estríngana, A.: «El suministro de pólvora en el ejército de Flandes. Sobre la gestión directa y delegada del aprovisionamiento militar (siglo XvII)» en García Hernán, E. y Maffi, D. (eds.): Guerra y Sociedad en la Monarquía Hispánica. Política, Estrategia y Cultura en la Europa Moderna (1500-1700). Madrid, vol. II, 2006, pp. 473-522. 9. Phillips, C. R.: Seis galeones para el rey de España: la defensa imperial a principios del s. XVII. Madrid, 1991. 10. Teijeiro de la Rosa, J. M.: La real hacienda militar de Fernando VII: el cuerpo adminis- trativo militar. Madrid, 1995, p. 44. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 164 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo problemas de la Marina española11. Entre los aspectos abordados en su «Juicio crítico», a Salazar le preocupó la relación que existía entre los suministros navales y el desarrollo de la economía y sociedad de la Monarquía española, o lo que él llamaba el «Estado»12. Esto le llevó a tratar en extenso el problema de cuál había sido la política seguida durante el siglo XvIII y qué creía él que era más conveniente para el «Estado» a la hora de conseguir sus suministros militares: administración o asiento. Su conclusión, siempre referida a la Armada, estaba clara: «hablando de los acopios y repuestos de la marina hemos sentado que por regla general es preferible el sistema de asientos al de administración»13. Para el ministro Salazar era algo evidente: «cualquier hombre medianamente instruido no podrá de dejar de convenir en la máxima muy trivial de que nunca el rey debe meterse a agricultor, ni fabricante, ni mercader»14. Sin entrar en el pensamiento de Salazar, de lo que nos hablan sus ideas es de que todavía a finales del siglo XvIII el «debate» no estaba ni mucho menos cerrado en una dirección. Que una persona de gobierno, con larga experiencia en la gestión política de los abastecimientos militares, cuestionase algunos de los supuestos principios políticos atribuidosal Estado borbónico resulta muy signi- ficativo. Creemos que si el «debate» persistía era porque la realidad del siglo XvIII fue, precisamente, la coexistencia de ambos sistemas, independientemente de la «naturaleza» del Estado. Resulta arriesgado adelantar conclusiones, especialmente cuando se hace frente a una potente historiografía que ha sostenido lo contrario, pero creemos que el Estado borbónico, como el de los Austrias, desarrolló su política de abasteci- miento militar apoyándose mayoritariamente en los asientos y en intermediarios 11. No contamos con ningún estudio sobre el pensamiento de luis María Salazar, pero al menos podemos suponer que sus ideas y reflexiones se fundamentaban en una contrastada experiencia como gestor político en el ámbito militar. Este alavés, nacido a mediados del siglo XvIII, se formó en uno de los principales centros de formación de la élite de la Monarquía, el Real Seminario de vergara. Pariente del influyente marino José de Mazarredo y Salazar, entró en la Armada como guardiamarina en 1775 y participó en las campañas navales hasta la Guerra de la Convención. Tras estos años en el Cuerpo General sus influencias familiares o su inclinación personal le permitieron pasar al Cuerpo del Ministerio. Colaboró en 1791 en la redacción de las nuevas ordenanzas Generales de la Armada, fue nombrado intendente del departamento de Ferrol, en 1807 intendente general de Marina, en 1812 secretario de Hacienda, y desde 1814 secretario de Marina, cargo en el que con algunas interrupciones se mantuvo hasta finales de la década de 1820, con absolutistas o con liberales, o’Donnell, H.: «luis María de Salazar, capitán de navío, ministro de Marina», Cuadernos monográficos del Instituto de Historia y Cultura Naval, 54, (Madrid, 2007), pp. 115-128. 12. Salazar, l. M.: Juicio crítico de la marina militar de España dispuesto en cartas de un amigo a otro. Madrid, 1814, Carta III, Enero 1814, p. 5. 13. Salazar, Juicio crítico… Carta XXv, p. 149. 14. «Reflexiones sobre los acopios y repuestos para el servicio de la marina. ventajas de los asientos». Carta XXIv, Salazar, Juicio crítico… Carta XXIv, Mayo 1814, p. 120. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 165 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo privados. la práctica totalidad de suministros militares fue conseguida en una elevada proporción a través de asientos. la lista de suministros es todavía incom- pleta y las circunstancias de cada uno de ellos variaban y evolucionaron de forma desigual a lo largo del siglo, pero la constante que comenzamos a tener en todos ellos es siempre la misma: una fluctuación entre métodos de gestión, con mayor presencia de los asientos sobre la administración. A nuestro juicio, lo que hubo tras esta aparente imprecisión es una realidad histórica en la que los límites entre administración y asientos eran menos nítidos de lo que los historiadores hemos supuesto, porque para los coetáneos el problema no estaba entre «público» o «privado», sino en si se conseguía o no el producto demandado y en si la autoridad del rey se fortalecía o no. Un rápido repaso de los principales suministros militares confirma la convivencia de ambos métodos a lo largo del siglo XvIII y la mayor presencia de los asientos. En el principal gasto en suministros militares al Estado, los víveres para las fuerzas armadas, el método de abastecimiento seguido por los Borbones fue el de los asientos15. El Estado intentó en diversas ocasiones poner el suministro de víveres en manos de la administración directa. El intento más importante fue en la década de 1730, cuando se encargó a los intendentes la función de directores de provisiones, con la misión de contratar la compra a los productores, su preparación y distribución a la tropa, así como la conta- bilidad de su gestión, mediante los tesoreros de Ejército. El nuevo sistema apenas funcionó una década y con notables limitaciones, y finalmente, en 1739 el gobierno tuvo que recurrir de nuevo a asentistas particulares16. Así se mantuvo hasta finales de siglo, cuando en 1799 se volvió a crear una «Direc- ción General de Provisiones», dependiente de la Secretaría de Hacienda, pero que también duró unos pocos años porque, como afirma Salazar, «desde aquel mismo punto comenzaron las escaseces, los apuros, la mala calidad de los géneros, los clamores, las quejas, y en suma el desorden absoluto y general de este ramo»17. Del mismo modo, en el suministro de vestuario a las fuerzas armadas nos encontramos con un predominio abrumador del abastecimiento 15. En tiempos de Carlos III el coste anual medio en víveres para las fuerzas armadas era de 48,5 millones de reales de vellón, véase Torres Sánchez, R.: «los navarros en la provisión de víveres a la armada española durante el siglo XvIII» en «Volver a la «hora navarra». La contribución Navarra a la construcción de la monarquía española en el siglo XVIII. Pamplona, pp. 213-264, 2009, p. 217. 16. Archivo General de Simancas [en adelante AGS], Dirección General del Tesoro [en adelante DGT], inv. 25, leg. 14. Sobre este intento véase Torres Sánchez, R.: «Cuando las reglas del juego cambian. Mercados y privilegio en el abastecimiento del ejército español en el siglo XvIII», Revista de Historia Moderna, 20 (2002), pp. 487-511 en pp. 491-494. 17. Salazar, Juicio crítico… Carta XXv. p. 176. El propio Salazar ratifica que «casi todo el siglo pasado estuvo el ramo de víveres por asiento», p. 175. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 166 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo por particulares durante todo el siglo18. De nuevo, fue en la década de 1730, con el secretario Patiño, cuando hubo un intento de pasar este suministro a la adminis- tración directa, con el resultado similar al apuntando con los víveres19. Además de este proyecto, podemos añadir que el Estado pretendió que al menos el suministro del vestuario de los batallones de Marina pasara a ser realizado por el Estado20. Entre los recursos militares suministrados con un predominio claro de los asientos se podría incluir también a los soldados, puesto que plantearon el mismo problema de método de abastecimiento. Como ha venido demostrando con rotundidad Francisco Andújar, el recurso a levas privadas para crear nuevos cuerpos de ejército no fue un patrimonio del siglo XvII, sino que también estuvo muy arraigado durante todo el siglo XvIII. la opción de confiar en un sistema de reclutamiento gestionado directamente por el Estado, como eran las quintas y reclutas, fue, a juicio de Andújar, ineficaz e insuficiente, y el Estado borbónico necesitó acudir al sistema de asientos privados para crear los cuerpos militares que requería21. Por su parte, Thomas Glesener, ha concluido recientemente que «la preocupación por el carácter “público” del reclutamiento ha ocultado toda una vertiente del sistema que estaba en gran parte asumida por empresarios privados». Una realidad que, a su juicio, la historiografía no ha tenido presente, y ha preferido «oponer los asientos por un lado y las quintas por otro, considerándolos como dos etapas sucesivas de una evolución lineal, es necesario (concluye) restituir las experiencias concretas del quehacer dieciochesco que buscaba nuevas formas de colaboración entre los empresarios, los militares y la administración real»22. En otros suministros tenemos menos certezas, en buena medida porque todavía no se han investigado, pero también se puede ver que incluso cuando parte del suministro pasó a la administración, el recurso a los contratistas particulares 18. Solbes Ferri, S.: «Contracting and Accounting: Spanish Army Expenditure in Wardrobe and the General Treasury Accounts in the Eighteenth Century» en Harding, R. y Solbes, S. (coord.): The Contractor State and Its Implications, 1659-1815. las Palmas, 2012, pp. 273-293. véase también su trabajo en esta revista, donde afirma que«El aprovisionamiento del Ejército genera una esquizofrenia permanente en los ministros de la Corona, pues el recurso a asientos de provisión que acabamos de describir realmente funciona y se convierte en fórmula dominante durante todo el siglo». 19. Solbes Ferri, S.: «Contracting and Accounting…», p. 283. 20. Marqués de Castejón a Miguel Múzquiz, Madrid 8-9-1776. Se refiere a la orden de 2-9-1763. En 1777 se volvió al sistema anterior de que cada batallón contratase de su cuenta el vestuario, gasto que se incluiría en la llamada «Gran masa» y que se añadía al presupuesto anual de cada Departamento marítimo. En 1771 había 12 batallones de marina, AGS, Secretaría Superior de Hacienda [en adelante SHS], leg. 50. El gasto provocado al Estado desde 1763 a 1777 en AGS, DGT, inv. 46, leg. 5. 21. Andújar Castillo, F.: El sonido del dinero. Monarquía, ejército y venalidad en la España del siglo XVIII. Madrid, 2004. véase también su artículo en esta revista. 22. Glesener, T.: «la estatalización del reclutamiento de soldados extranjeros en el siglo XvIII», en García Hurtado, M. R. (ed.): Soldados de la Ilustración. El ejército español en el siglo XVIII. la Coruña, 2012, pp. 237-261, citas en pp. 238 y 239. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 167 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo siguió existiendo. Así, por ejemplo, en el abastecimiento de pólvora sabemos que en 1760 se produjeron en España 103.480 arrobas de salitre, de las que el 23% fueron producidas en «fábricas del Rey» y el resto, el 77%, en «fábricas de particulares»23. En América, el recurso a contratistas particulares pudo ser aún más intenso. En el principal centro de producción, México, el asiento fue el único sistema hasta 1767, pero el paso a la administración directa fue compatible con la continuación de la demanda del Estado a los contratistas principales, como ocurrió en 1781, cuando la producción estatal resultó insuficiente y hubo que encargar una masiva compra de pólvora24, una convivencia que también se dio en España, como muestras las grandes contratas de pólvora con los comerciantes Francisco Cabarrús o Juan Gil Meester25. los suministros en los que el Estado protagonizó una voluntad más clara de intervención fueron los navales, pero tras el esfuerzo de arsenales y construcción naval se esconde una fuerte presencia de asientos. Durante todo el siglo XvIII las anclas fueron adquiridas mayoritariamente por el Estado mediante contratas parti- culares, aunque hubo varios intentos de pasar a la administración su producción a mediados del siglo XvIII26. la provisión de anclas se contrató por asiento hasta finales de siglo, cuando se creó la fábrica de Marrón en Santander, y entonces fue sobre todo por motivos estratégicos y para evitar los peligros de la proximidad a la frontera francesa. Con todo, la gestión por administración no llegó a una década, y en 1804 volvió a contratarse por asiento el suministro27. Del mismo modo, en la provisión de los betunes y brea el abastecimiento de la Armada se hizo exclusivamente por asentistas. Pese a que llegaron a funcionar durante varios años hasta tres fábricas de betunes por administración para suministro naval, el Estado dependió de contratos privados para asegurar este abastecimiento28. Aún más claro fue el recurso a asientos en la provisión de herrajes y clavos. la exis- tencia de fraguas en los arsenales no limitó la completa dependencia del Estado 23. El salitre componía el 75% de la pólvora, García-Torralba Pérez, E.: La Artillería Naval Española en el Siglo XVIII. Madrid, 2010, p. 572. 24. villar ortiz, C.: La renta de la pólvora en Nueva España (1569-1767), Sevilla, 1988; Núñez Torrado, M.: «Estudios de costes en la renta de la pólvora de nueva España ante la implantación de un nuevo sistema de gestión (1766-1785)», Revista española de financiación y contabilidad, 111 (2002), pp. 47-74. 25. Contrata con la casa Cabarrus y lalanne, 1779 en AGS, SSH, leg. 1048. Con Juan Gil de Meester (de Amsterdam) en 1-1-1780 en Archivo Histórico Nacional, Hacienda, libro 6731. Con Meester el Estado también había contratado la provisión de pólvora en 1776, AGS, SSH, leg. 269. 26. Analizamos esta cuestión en Torres Sánchez, R.: «Producir o comprar, la demanda de la corona española de productos industriales en el siglo XvIII» en Ribot l. A. y Rosa, l. de: Industria y Época Moderna. Madrid, 2000, pp. 95-131, pp. 118-123. 27. Merino, J. P.: La Armada española en el siglo XVIII. Madrid, 1981, p. 99. 28. Merino: La Armada española… pp. 281-286. véase también Torres Sánchez, R.: La llave de todos los tesoros. La Tesorería General de Carlos III. Madrid, 2012, pp. 254-255. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 168 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo de productores y comerciantes particulares. En otros productos, como el cáñamo o la madera, la política intervencionista del Estado fue mucho más activa, pero la necesidad de seguir acudiendo a los contratos particulares subsistió y durante la segunda mitad del siglo XvIII se impuso como el método mayoritario de abas- tecimiento29. Esta realidad de mayoritario abastecimiento de suministros navales por asiento se reflejó en el modo de financiación, que fue retirado de la gestión de las juntas departamentales en beneficio de la Tesorería General, quien pagaba finalmente a los asentistas navales30. Y todos estos asientos, además, daban lugar a una circulación incesante de transportes con suministros por todo el país, en carretas y embarcaciones, cuyo principal medio de contratación era casi siempre por asiento. Como reconocía el ministro Arriaga en el transporte de betunes para la Armada: «se ha cuidado siempre mucho la diligencia de establecer por asiento estas prácticas (de transporte) pues de disponerla por administración no se lograría en todos tiempos puntual y suficiente carruaje, ni con igualdad en precio»31. El transporte, en realidad, sería la punta de lanza de un mundo de pequeños asientos, en palabras de Francisco Andújar «microasientos» que con el Estado o entre parti- culares multiplicarían la trascendencia de los asientos de suministros militares32. la presencia de los asientos fue relevante incluso en el terreno más celosa- mente controlado por el Estado como fue el armamento y la construcción naval. En cuanto al abastecimiento de armas, González Enciso sostiene que hasta 1760 el sistema de asientos fue el único medio de suministro, y que solo a partir de entonces el peso de la administración directa fue mayoritario33. No obstante, en el programa que él mismo denomina «estatalizador» de la producción de armamento, la contribución de los particulares tuvo cierta presencia y, de nuevo, el proceso no 29. Torres Sánchez, R.: «la política de abastecimiento de cáñamo a la Armada en la segunda mitad del siglo XvIII», Revista de Historia Naval, 116 (2012), pp. 47-71. véase también el excelente trabajo de Díaz ordóñez, M.: Amarrados al negocio. Reformismo borbónico y suministro de jarcia para la Armada Real (1675-1751). Madrid, 2010. 30. Torres Sánchez, R.: La llave de todos los tesoros…, p. 237. 31. Cádiz 18-2-1760. AGS, Marina, leg. 609. Esta realidad de un mundo de transportes por asiento estaba presente incluso en las producciones que habían pasado a manos del Estado, como los cañones de bronce de Sevilla. Aguilar Escobar, A.: Cañones de bronce para el Ejército. Historia de la Real Fundición de Sevilla en el siglo XVIII. Madrid, Adalid, Ministerio de Defensa, 2010, p. 168. Un ejemplo de transporte por asiento González Enciso, A.: «la renovación del asiento de transporte de municiones y armas en 1793 y el protagonismo de una familia navarra» en Memoria y Civilización, 15, 2012, pp. 51-69. véase también la sugerente reflexión en González Enciso, A.: «Estado militar y empresarios de industrias militares» en González Enciso, A. (ed.): Un Estado Militar. España,1650-1820. Madrid, 2012, pp. 423-447. 32. Expresión utilizada en el artículo de Francisco Andújar en esta misma revista. 33. González Enciso, A.: «Del contractor state al Estado fabricante. El cambio de propiedad en la fábrica de municiones de Eugui en 1766», Revista de Historia de la Economía y de la Empresa, BBvA. Madrid, vII, 2013, pp. 455-480. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 169 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo fue irreversible. En los cañones, por ejemplo, las dificultades para producir en las fábricas estatales obligaron a realizar compras masivas en el exterior, la provisión de materiales fue siempre mediante contratos y a finales de siglo incluso se volvió a introducir el sistema de asientos con particulares34. Aún más importante fue la presencia de asientos en el suministro de armamento ligero, como fusiles, pistolas y espadas, donde el Estado mantuvo durante todo el siglo el recurso mayoritario a los asentistas privados35. Algo similar encontramos en la construcción naval. Cuando el profesor Merino comentó el gráfico de navíos construidos durante el siglo XvIII hizo un comentario muy revelador: «confieso mi sorpresa ante el resultado del gráfico «navíos» en la primera mitad del siglo XvIII»36. Su sorpresa se fundaba en el hecho de que el mayor esfuerzo de construcción naval de la primera mitad del siglo no procedía de los nuevos arsenales establecidos por el Estado en la Península, sino de la Habana y Guarnizo y construidos por asientos particulares37. Esta idea ha quedado ratificada y ampliada por el estudio de Iván valdez-Bubnov, quien ha demostrado de forma convincente que en el programa de construcción naval de los Borbones la presencia de la construcción naval por asiento fue muy superior a lo que tradicionalmente se ha planteado, y tampoco aquí se produjo una irremediablemente e irreversible mayor intervención de la administración. Como nos recuerda el propio autor, hacia finales de la década de 1780 se «definía la reintroducción de las contratas y asientos en el sistema naval como una prioridad estratégica, lo cual demuestra que el ideal de la administra- ción directa aparecía menos que rentable ante las altas esferas del gobierno. la documentación conservada por los departamentos navales de la Península, por otra parte, confirma enteramente esta perspectiva»38. 34. Un análisis de las consecuencias prácticas del paso a una producción estatal de cañones en Torres Sánchez, R.: «velas sin Cañones. la eficacia de las reformas artilleras tras la Guerra de los Siete Años» en Morales Padrón, F. (coord.): Piratería, Corso y Guerra Marítima. XVII Coloquio de Historia Canario-Americana. las Palmas de Gran Canaria, 2008, pp. 1717-1728. Un ejemplo de la vuelta a los asientos particulares en Carmona, X.: «Antonio Raimundo Ibáñez, un empresario en el filo de dos épocas» en oCAMPo, J.: Empresa y empresarios en el norte de España (Siglo XVIII). Trea, pp. 69-90. 35. Martí, R.: Cataluña armería de los Borbones. Las armas y los armeros de Ripoll, Barcelona, Manresa, Igualada… de 1714 a 1794. Barcelona, 2004, pp. 51-70. 36. Merino: La Armada española…, p. 359. 37. Esta idea ya fue expuesta con rotundidad por María Mestre en un sugerente artículo, que desgraciadamente no ha tenido continuidad. Mestre Prat de Padua, M.: «la construcción naval de guerra en la España del siglo XVIII. El marco legal de los procesos de financiación» en Martínez Shaw, C. (ed.): El derecho y el mar en la España moderna. Granada, 1995, pp. 299-322. Sobre los asientos de construcción en Guarnizo y la Habana véanse: Castanedo Galán, J. M.: Guarnizo, un astillero de la Corona. Madrid, 1993, y Serrano Álvarez, J. M.: El astillero de La Habana y la construcción naval militar (1700-1750). Madrid, 2008. 38. valdez-Bubnov, I.: Poder naval y modernización del Estado: política de construcción naval española (siglos XVI-XVIII). México, 2011, p. 365. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 170 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo Parece razonable concluir que, en el conjunto del siglo XvIII, los Borbones emplearon, al igual que los Austrias, los asientos con particulares como el método principal para conseguir los suministros militares, pese a que la «naturaleza» del Estado pudiese haber evolucionado. lo que nos interesa ahora es explicar las causas de la política de suministros seguida por los Borbones, y por qué no hubo una definición más clara del método a seguir, ya fuese por administración o por asiento. 3. la política pragmática Creemos que los gobernantes borbónicos actuaron en materia de suministros militares con un marcado sentido pragmático: cualquier método era válido, siempre que sirviese para lograr el objetivo inmediato de la provisión y, al mismo tiempo pero igual de importante, no supusiese una cesión de la autoridad real. Para el Estado de los Borbones lo esencial fue asegurar que tendría soldados y que estos tuviesen uniformes o sables, el cómo y las consecuencias podía ser muy secundario, de ahí que el incumplimiento en un suministro o el temor al desabastecimiento fuera el principal estímulo para cambiar de método. Nume- rosos ejemplos muestran la vigencia durante todo el siglo XvIII de este orden de prioridades. Así, el nuevo método por administración del suministro de vestua- rio ordenado en 1763 por el Estado para los batallones de marina tuvo que ser desmontando en 1776 a petición del propio secretario de Marina por «los perjuicios que se siguen a la tropa de los batallones de marina de la practica actual de sumi- nistrarla el vestuario por cuenta de la Real Hacienda, por las pérdidas y averías que experimenta en los transportes de mar, y por el atraso con que lo reciben»39. Nada importó que se estuviese en plena oleada de medidas intervencionistas, lo más importante era asegurar que esa tropa contase con los vestuarios. Del mismo modo, el fracaso de producción de la Real Fábrica de anclas en Rentería en 1749 aconsejó al Estado renunciar a todas las inversiones realizadas y a confiar en el suministro por asiento40. la regularidad con la que en adelante la Armada recibió las anclas que necesitó desanimó cualquier nuevo intento de volver a la adminis- tración, y el abastecimiento fue asegurado por los que el propio Estado llamaba 39. Castejón a Miguel Múzquiz, Madrid 8-9-1776. Se refiere a la orden de 2-9-1763. En 1777 se volvió al sistema anterior de que cada batallón contratase de su cuenta el vestuario, gasto que se incluirá en la llamada «Gran masa» y que se añadía al presupuesto anual de cada Departamento marítimo. En 1771 momentos había 12 batallones de marina, AGS, SSH, leg. 50. El gasto provocado al Estado desde 1763 a 1777 en AGS, DGT, inv. 46, leg. 5. 40. las razones de este fracaso en odriozola oyarbide, M. l.: «la Real Fábrica de anclas de Renteriola: un intento fallido», Boletín de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País, 46:1-2 (1990), pp. 41-78. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 171 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo «Ympresarios de anclas»41. En la misma dirección apunta Germán luis Andrade cuando, al analizar los suministros navales en México concluye: «los fracasos y excesivos gastos que se tuvieron en los casos de los astilleros de la Habana y Coatzacoalcos hicieron que la marina volviera a utilizar el sistema de asientos»42. A la misma conclusión se llega cuando se comprueba la reactivación de la cons- trucción naval por asiento en el Cantábrico y la Habana en la primera mitad del siglo XvIII, y que no se puede entender sin tener presente la lentitud y fracaso en los planes de construcción de Patiño y Ensenada en los arsenales estatales. Como sostuvo el Intendente General de la Armada Julián Arriaga, ante la lentitud y los problemas en la construcción del arsenal de la Carraca y la imposibilidad de cumplir elprograma de construcción naval previsto, «es positivo que los asientos no son buenos, pero los hace precisos la dificultad de exacta administración»43. El fracaso o el desabastecimiento como motor de cambio de método de abaste- cimiento no iba solo en una única dirección; el fracaso de un asentista era también el principal motivo para volver a una gestión directa. En 1753 el marqués de Ensenada ordenó que el suministro de víveres se hiciese por administración para resolver las dificultades y carencias de la provisión por asiento, y en administración estuvo durante dos años, cuando se volvió a proveerse por asiento44. lo mismo ocurrió diez años después, cuando en una coyuntura de fuerte alza de precios agrícolas, los Cinco Gremios Mayores mostraron su deseo de abandonar la provisión. Entonces la reacción fue la misma, y el Estado ordenó que el suministro se hiciese enteramente «por cuenta de la Real Hacienda», y los Cinco Gremios Mayores actuaran como empleados del Rey. Pasada la crisis agrícola, el Estado volvió al sistema de asientos anterior45, y, de nuevo, en la siguiente década, ante los problemas que tenía el Banco de San Carlos para cumplir su suministro de víveres por asiento, el secretario de Hacienda Pedro lópez de lerena ordenó cambiar de método «porque si no se rescinde este asiento vendrá a arruinar a los accionistas (del Banco)», y se ajustó con los Cinco Gremios Mayores para que hiciese este suministro, explícitamente, «por administración»46. 41. Una relación de estos asientos de anclas en AGS, Marina, leg. 606. 42. Andrade Muñoz, G. l.: Un mar de intereses. La producción de pertrechos navales en Nueva España, siglo XVIII. México 2006, p. 83. 43. 1752 citado por Baudot Monroy, M.: «Barcos para el Rey. Julián de Arriaga, la madera y la construcción naval (1752-1759)» en García Hurtado, M. R. (ed.): La Armada española en el siglo xviii. Ciencia, hombres y barcos. Madrid, 2012, pp. 297-328, en p. 316. 44. AGS, DGT, inv. 25, leg. 14. Torres Sánchez, R.: «El gran negocio de la época, la provisión de víveres al ejército por Francisco Mendinueta (1744-1763)», en Aquerreta, S. (ed.): Francisco Mendinueta: Finanzas y mecenazgo en la España del siglo XVIII). Pamplona, 2002, pp. 101-134 y 127. 45. El expediente en AGS, SSH, leg. 644. 46. Pedro de lerena, 3-9-1789, AGS, SSH, leg. 647. El problema se analiza en Torres Sánchez, R.: «los Cinco Gremios Mayores y la provisión de víveres al ejército español en el siglo XvIII», Studia Historica. Historia Moderna, 34 (2012), pp. 407-432 y 430. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 172 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo Para el Estado parece que la prioridad era que la tropa tuviese su suministro, y con ello estuviese operativa, y el método podía quedar en un segundo plano. En realidad, esta forma de actuar no era muy diferente de la que empleaba Gran Bretaña, donde el fracaso de los proveedores fue el principal motivo para cambiar de sistema de suministro, como ocurrió en la guerra de la oreja de Jenkins47. 4. El precio político Tradicionalmente la opción entre administración o asiento se ha interpretado en clave económica, es decir, el motor de cambio era la creencia de que se reduciría el coste, en una u otra dirección. También aquí encontramos indefinición, y nada parecido a la declaración de principios que hizo el Victualling Board cuando se le preguntó expresamente sobre cuál era el medio más económico para abastecer las fuerzas armadas británicas: «no es necesario insistir en el principio general de que el gobierno consigue sus suministros militares más baratos por contrato que si los obtuviera por medio de sus empleados»48. la cuestión, de nuevo, es por qué no hubo argumentos claros y mantenidos en el tiempo hacia alguna opción. Creemos que un elemento que pudo contribuir a esa persistente indefinición y dualidad de métodos de abastecimiento fue, precisamente, el precio de los suministros, o más concretamente la falta de un precio económico, o si se prefiere, la existencia de un significado político concedido por Estado y asentistas al precio, que no tiene que ver estrictamente con las reglas del mercado. A partir de los procesos de negociación seguidos en algunos asientos podemos establecer que el precio de los suministros tenía un contenido esencialmente polí- tico y no solo económico, como cabría pensar. Al Estado le resultaba muy difícil precisar el precio de los suministros, imprescindible para valorar la conveniencia de un sistema u otro. Cuando el contador general del Consejo de Indias, Tomás ortíz de landázuri, exigió en 1772 que se determinase el coste real que tenía para el Estado la producción de la pólvora mexicana que se hacía en las fábricas del rey, la respuesta que recibió fue sorprende: que se calculaba sobre la base de 3 reales la libra, que era «el precio al que el último asentista del ramo vendía la pólvora a 47. Morris, R.: The Foundations of British Maritime Ascendancy. Resources, Logistics and the State, 1755-1815. Cambridge, 2011. véase también Bannerman, G. E.: Merchants and the Military in Eighteenth-Century: British Army Contracts and Domestic Supply, 1739-1763. londres, 2008 y Knight, R. y Wilcox, M.: Sustaining the Fleet, 1793-1815. War, the British Navy and the Contractor State. The Boydell Press, Woodbridge, 2010. 48. En el texto original, de octubre de 1814, en cursiva «general principle». Morris, R.: The Foundations of British Maritime…, nota 117, p. 113. Sobre el funcionamiento del Victualling Board, véase Macdonald, J.: Feeding Nelson’s Navy. The True Story of Food at Sea in the Georgian Era. londres, 2006, pp. 45-71. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 173 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo la Corona», que a su vez era el mismo precio que el Estado fijó en 1642, precio fijado entonces dentro de una negociación que incluía la gestión de la renta. En este ejemplo, el precio no se determinaba a partir de algo parecido a un análisis del coste del suministro, sino que se basaba en la memoria institucional. las recomendaciones finales del fiscal fueron la de «no incluirse unos cargos y datas imaginarios por virtud del precio ideal de tres reales», pero ni siquiera eso se llegó a seguir y el precio de la pólvora producida por el Estado a finales del siglo XvIII siguió siendo determinado por el precio de mediados del siglo XvII49. otros muchos ejemplos nos permiten sostener que el grado de desconocimiento con el que se manejaba el Estado en el terreno del cálculo de costes fue realmente elevado, y parece que los avances en las instituciones de control presupuestario, como fue la Tesorería General, no cambiaron de forma sustancial esta persistente realidad. En una relación detallada del coste que había tenido al Estado la provisión de víveres al ejército desde 1744 a 1757 se pudo establecer con aparente precisión cuánto había costado cada ración de pan y de cebada en cada año que había sido proporcionado por asiento, pero no los dos años, 1753 y 1754, en que «no hubo asiento y corrió por comisión de cuenta de la Real Hacienda y en la Tesorería Mayor no hay noticia del coste que tuvo»50. la razón es que la Real Hacienda sabía perfectamente cuánto se abonaba al asentista, pero reconocía que no podía precisar el coste que tenía para la administración porque muchos gastos no se computaban. lo que había sido un argumento tradicional en defensa de que los suministros pasasen a ser gestionados por el Estado, que la administración no necesitaba sostener una red de corresponsales ya que podía usar la propia admi- nistración estatal, en realidad era el mayor obstáculo para controlar el precio de un suministro51. Incluso en los suministros mejor fiscalizados, como eran en general los de la Armada y, de forma especial, en la construcción naval, el Estado no logró, pese a que lo intentó en repetidas ocasionesa lo largo del siglo XvIII, conocer cuál era el precio final de los suministros, y, en concreto, de un buque construido y equipado, según fuese realizado por administración o por asiento. Todavía en 1790 la Secretaría abordó un último estudio de los costes de construcción para decidir «el método que debía emplearse en la construcción de nuevos buques» sin que 49. las ventajas para la administración de precisar el coste real eran obvias porque «se podría descender el celo al examen de la causa de la alteración», y determinar si es por cambio en los precios de las materias primas, mano de obra, producción, distribución «o por descuido o malversación del Administrador». Núñez Torrado: «Estudios de costes en la renta de la pólvora…», p. 72. 50. AGS, SSH, leg. 641. 51. Como afirmaba Fermín Folch, porque «directores son los Intendentes, por oficiales de cuenta y razón sirven las contadurías principales, tesoreros son los de los Ejércitos, por otros dependien- tes sirven los comisarios de guerra» Madrid 22-9-1740, Informe de Fermín Buenaventura Folch a Fernando verdes Montenegro sobre la propuesta de provisión de víveres hecha por Manuel Santos, administrador de la casa del marqués de valdeolmos, AGS, SSH, leg. 640. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 174 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo tampoco entonces fuese algo concluyente, porque la decisión final se basó más en las presiones ejercidas por los propios marinos52. Si el Estado de los Borbones tuvo serias dificultades para conocer el precio de los suministros, no parecen fundamentadas las críticas de despilfarro con las que habitualmente se acusaba a los asentistas. Así, por ejemplo, cuando Gabriel Arrieta escribió su popular Alphabeto y Cartilla Militar criticó abiertamente los métodos de abastecimiento de los asentistas por las «ganancias y utilidades con que se han enriquecido los asentistas», no ofreció datos precisos de cuánta habría podido ser la ganancia ni cuáles podrían ser los beneficios si se hiciera por admi- nistración. lo sorprendente es que para hacer sus especulaciones reconocía que «ha sido preciso, para hacer la regulación de su importe con todo conocimiento, valerse de los asientos»53. Probablemente muchos de los críticos de los asentistas, en su mayoría administradores del Estado, no se apoyaron en datos precisos de ningún tipo, y argumentaron con el convencimiento de que el dinero pagado por el Estado era un despilfarro de la Real Hacienda. Como resumía el marqués de Castejón, secretario de Marina, haciéndose eco de las quejas y críticas de varios empleados de la Secretaría, «todo es pérdida de la hacienda del Rey y todo ganancia de los asentistas»54 lo que parece claro es que las dificultades del Estado para controlar el precio de los suministros, especialmente cuando estaba en administración, abría el campo para que el precio de los asientos se llenase de contenido político. El Estado solo podía contrastar el precio en función de la memoria institucional, de los precios anteriores, y la decisión final quedaba más bien dentro de un proceso de negocia- ción política. El análisis de los procesos de adjudicación de asientos muestra que el precio final casi nunca estaba determinado por el mercado, y el procedimiento legal establecido de subasta pública en realidad era compatible con la negociación política. En un modesto asiento de tablonería de roble en Navarra los asentistas impusieron la condición de que no se publicasen los precios del asiento puesto que «recela que si este (el asiento) se publica como se quiere, alterarán los dueños (de los árboles) los precios»55. El Estado ordenaba a sus representantes en los lugares de subasta que interviniesen e influyesen directamente sobre los postores, antes incluso de que llegasen a la subasta, para acordar previamente un precio. Como le exigía el marqués de Ensenada al ministro de marina de Bilbao en el proceso de adjudicación de un contrato de provisión de clavazón y herraje en 1750 para 52. El estudio se hizo en la Habana en 1792, y la comparación de costos realizados entre ambos sistemas mostró que era más barato por asiento: un 8% en el navío y un 40% en la fragata, valdez- Bubnov: Poder naval…, p. 423. 53. Arrieta, G.: Alphabeto y cartilla militar, Cádiz, 1757, referencias en pp. 465 y 447. 54. Marqués de Castejón, 1774, AGS, SSH, leg. 50. 55. Belderrain. Cádiz 11-8-1760, AGS, Marina, leg. 610. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 175 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo toda la Armada, «es preciso que vS se valga de su maña, y no solo de inteligentes, para solicitar en este contrato toda la posible conveniencia a la Real Hacienda, respecto de la gruesa cantidad que se anticipa al asentista y la puntual segura paga de lo que se proveyese»56. El precio no reflejaba exactamente lo que el suministro valía, sino más bien lo que se había negociado, y en un asiento se negociaba prác- ticamente todo: el tiempo de duración del contrato, las fianzas del asentista, el modo de pago, los anticipos entregados por la Real Hacienda, cantidades, lugares de entrega, impuestos, privilegios y un largo etcétera. Cambiar cada uno de esos elementos podía alterar el precio final, sin que para nada hubiese intervenido una modificación en las condiciones del mercado, y el Estado aprendió las ventajas de enfrentar a los asentistas en una negociación paralela al procedimiento de subasta pública: «el Rey manda que se diga reservadamente a Aragorri que los Gremios han hecho la baja… por si está en ánimo de hacer otra mejora»57. En estas negociaciones paralelas entre Estado y asentistas había un sorpren- dente límite: la opinión pública. Durante todo el siglo, pero de forma clara en la segunda mitad del siglo XvIII, el Estado procuró seguir en los asientos la máxima de que los precios no aumentasen respecto a los anteriores. la memoria institucional funcionaba como el principal mecanismo regulador del precio, y siempre que se iniciaba una negociación se pedía informes sobre cuáles habían sido los precios anteriores. El objetivo de estas miradas retrospectivas era justificar el manteni- miento, el descenso o, en el peor de los casos, la ligera subida del nuevo precio, porque eran conscientes de que el precio sería finalmente publicado y conocido. Aunque pueda resultar extraño, para el Estado español era muy importante lo que opinase «el público», y se hacían auténticos esfuerzos para que el precio recogiese lo que ellos llamaban «economía», hasta el punto de que hemos encontrado casos de verdadera ocultación del precio público de un suministro, y que se hacía por un presumible temor a la opinión pública. Así se reconocía expresamente en un asiento de víveres para el ejército en 1756 al admitir que, para que el precio final acordado entre la Secretaría de Hacienda y el asentista fuese igual que el anterior se podían compensar los precios entre los diversos suministros que incluía el asiento: «para que a los que no tienen experiencia, no cause disonancia, este último precio se puede aumentar en la ración, y bajar en correspondencia en la cebada»58. En algún caso la negociación incluyó la ocultación del precio real acordado entre el Estado y asentistas, incluso con la expresa autorización del propio secretario de Hacienda: «Yo cumpliré a vmds mi palabra de que no se publicaran sus precios»59. 56. Marqués de Ensenada a Andrés Marver y vera, Madrid 12-9-1750, AFB, Judicial, Corregidor/ Civil, 694/23. 57. Miguel Múzquiz, 3-10-1771, AGS, SSH, leg. 645. 58. AGS, SSH, leg. 641. 59. Miguel Múzquiz a Cinco Gremios Mayores, 4-10-1772, AGS, SSH, leg. 645. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 176 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo Un factor que aparecía con fuerza en la negociación del precio entre el Estado y asentistas era la forma de pago del suministro.En concreto, el punto más conflicto era si la Real Hacienda adelantaba al asentista el coste total en mensualidades o anualidades, denominados anticipos o «mesadas». El coste se estimaba con los datos de consumo del Estado de cada suministro en los años anteriores. las mesadas permitían resolver un problema de contabilidad importante. Antes de procederse al pago por los suministros entregados, el Estado debía comprobar los certificados emitidos por los comisarios de guerra y ordenadores, reunidos por las tesorerías de Ejército, elevados a la Tesorería General y finalmente, todo ello, comprobado por el Tribunal Mayor de Cuentas. Este era un largo proceso de control contable en el que se podían emplear varios años y provocar insufribles retrasos a los asentistas. Para los proveedores estas consignaciones eran un medio de hacer efectivo el pago sin acumular insoportables retrasos, al tiempo que un eficaz instrumento de financiación con el que sostener su crédito. los asentistas que gestionaban la fábrica de cañones de bronce de Sevilla, por ejemplo, necesitaban estas consignaciones, precisamente, para mantener el crédito con el que realizaban las compras de materiales en los mercados internacionales60, y sabemos que algunos asentistas llegaron a negociar con esas anticipaciones61. Para los asentistas estas «mesadas» se convirtieron en algo esencial, y en algún caso, como los asentistas de construcción de seis navíos por asiento en 1766, lo fijaron por contrato: «Si no se le paga mensualmente, cesará la obra y se le indemnizará por la suspensión»62. Este método de anticipaciones no se puede calificar como una imposición de los asentistas al Estado español, sino que era el sistema habitual en Europa, donde hasta el Estado británico lo empleaba con sus asentistas y, además, era considerado como «un sistema que animaba el rápido cumplimiento de contratos»63. No obstante, el método de las anticipaciones fue un argumento recurrente en los discursos de los administradores para demostrar precisamente lo contrario, el «despilfarro» de la Real Hacienda, y una prueba concluyente contra los excesos de los asentistas. Como afirmaba Fermín Buena- ventura «es preciso confesar que si se dieran a la Administración la anticipación y consignación que pide D. Manuel Santos, me parece que no saliera a más precios 60. Aguilar Escobar: Cañones de brone…, p. 93. 61. El Consejo de Hacienda declaró que era motivo de fraude: «En este proceder de los D’Hugues advierte el Consejo dos fraudes, pues habiendo capitulado entregar las mesadas en las arcas de Partearroyo, se las cedieron después a larralde, y luego solicitó y con efecto recibió la de octubre, dejando a los dos en este descubierto», Madrid, 12-11-1763, AGS, SSH, leg. 642. 62. las mesadas eran de 25.000 pesos (375.000 rsv) a recibir de 1768 a 1772. Se utilizaba como indicador la cantidad pactada en el anterior asiento de Manuel Zubiría, Arriaga, Madrid 23-10-1766, AGS, Marina, leg. 607. 63. Morris: The Foundations of British Maritime…, pp. 107-108. varios ejemplos en Baker, N.: Government and Contractors: the British Treasury and War Supplies, 1775-1783. londres, 1971, pp. 56-57. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 177 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo que los que refiere este supuesto, porque con los tres millones de rsv prontos, se podría asegurar ahora trigo de dentro y fuera del reino con alguna conveniencia»64. lo que hacía que este método fuese una cuestión central en las negociaciones era que obligaba a la Real Hacienda a enfrentarse con el problema de que necesi- taba una mayor liquidez en sus arcas reales. Precisamente fue su crónica falta de liquidez, mantenida durante todo el siglo, la que hizo que las «mesadas» fuesen un elemento clave en el proceso de negociación de los contratos de suministros. los asentistas reclamaban el pago mensual y lo más ajustado posible al gasto real contratado, mientras que la Real Hacienda pretendía reducir y retrasarlo lo más posible. El margen de maniobra para la Real Hacienda fue cada vez menor, puesto que en la primera mitad del siglo XvIII pudo resolver el pago de las «mesadas» mediante su vinculación o consignación a los ingresos de determinadas rentas65, pero en la segunda mitad, tras el paso de la recaudación de algunas rentas reales a la administración, el Estado estuvo obligado a intensificar el proceso de negocia- ción de las anticipaciones con los asentistas. la negociación de cada renovación de asiento se convirtió entonces en algo complejo, especialmente en los asientos más importantes. las pretensiones del Estado de imponer bajas a las anticipaciones solo podían ser aceptadas por los asentistas a cambio de negociar el número de años del contrato o cualquier tipo de privilegio, incluido el monopolio. Se trataba de un juego peligroso, en el que cuanto más importantes fuesen las anticipaciones, más complejas eran las negociaciones, y mayores las contrapartidas. De hecho, hubo administradores conscientes del peligro y preferían excluir las anticipaciones, como admitió la Junta del Departamento Marítimo del Ferrol, quien concluía en una negociación de asiento: «razón porque no convendría anticipar nada a los asentistas, además tienen el inconveniente las anticipaciones que muchas veces precisa a admitirles lo que no es arreglado a contrata»66. No obstante, la realidad se imponía y las anticipaciones finalmente casi siempre se incluían en la negocia- ción. los equilibrios entre todos estos factores eran muy diferentes en cada caso, pero siempre con el referente de que el precio final publicado no fuese «escanda- loso», de tal manera que el estancamiento o la bajada en el precio de un asiento 64. Informe de Fermín Buenaventura Folch a Fernando verde Montenegro sobre la propuesta de provisión de víveres hecha por Manuel Santos, administrador de la casa del Marqués de valdeolmos, Madrid 22-9-1740, AGS, SSH, leg. 640. 65. la unión entre arrendadores y asentistas durante el reinado de Felipe v no debería enten- derse exclusivamente como una imposición política de los hombres de negocios al Estado; a nuestro juicio, cabe también una lectura más pragmática, por la que el Estado lograba la liquidez necesaria para asegurar los suministros militares, sin por ello poner en cuestión la autoridad real, ya que era el Estado quien finalmente decidía qué asentista y qué anticipación. El mejor trabajo disponible sigue siendo Ibáñez Molia, J.: Rentas Provinciales, administración real y recaudadores en el reino de Felipe V (1700-1739). Granada, Tesis doctoral en microfichas, 1985. 66. Consignación Departamento Marítimo del Ferrol, 1777, AGS, SSH, leg. 50. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 178 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo era el resultado de toda esa negociación, que podía incluso ocultar un aumento en la cantidades anticipadas por el Estado. El mecanismo podía funcionar en la dirección contraria, y la renuncia a recibir la anticipación podía ser la mejor baza para que el Estado autorizase el cambio de los titulares de un asiento, sin que el precio se modificase67. Por lo tanto, si la administración tenía un grave problema para identificar el coste real de los suministros cuando era proporcionados por el Estado, y el precio en los asientos respondía más a una negociación en la que intervenían muchos más factores, el resultado es que el Estado no trabaja en la dirección de conocer e imponer el método más eficaz, al menos desde el punto de vista económico. Si la economía no era tampoco tan importante, de nuevo se imponía una inter- pretación pragmática: lo importante era tener el producto, el cuánto costaba era secundario. En medio de una compleja negociación de asiento de víveres entre los Cinco Gremios Mayores y la secretaría de Hacienda en 1772, Miguel Múzquiz lanzó un órdago para que los asentistas redujesen suspretensiones: «se le amenace con pasar las dos actividades (provisión de víveres y gestión de Excusado) a administración… y si aún metiesen la cabeza a no abrazar el partido, conviene que se ponga en ejecución la administración, por la mano o manos que parezca más a propósito a vS, y que no sea ninguna de los Gremios, para que salga mejor la cuenta al Rey, y los halle vS en adelante con más moderación»68. la prioridad para el ministro estaba clara, el resto era todo negociable, incluido el método de suministro, los privilegios concedidos, el precio o las anticipacio- nes. Y en esa negociación la última palabra la tenía siempre el Rey, porque era él quien daba el exacto valor a lo concedido, por lo que su autoridad se reforzaba en cada nueva renovación. Esta creciente politización del precio de los suministros tenía que ver, como veremos a continuación, con el margen de maniobra política que en la realidad ofrecía al Estado un contrato de abastecimiento y que, en definitiva, hacía que los límites entre asiento y administración se diluyesen. 5. la acción política. Mercantilismo compartido En la tesis de Thompson, con el recurso al asiento el Estado perdía parte de su capacidad de desarrollar acción política. Creemos que para el Estado de los Borbones esto no fue tan evidente. Es más, pensamos que, precisamente, una de 67. Torres Sánchez, R.: «In the shade of power. Monopolist entrepreneurs, the State and Spanish Military victualling in the Eigthteenth Century» en Fynn-Paul, J. (ed.): War, Entrepreneurs, and the State. Brill, leiden, Netherlands, 2013, pp. 17-45. 68. «Informe reservado», Madrid, 5-11-1771, AGS, SSH, leg. 645. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 179 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo las razones de que no se impusiese un sistema de provisión determinado estuvo en que el Estado de los Borbones pudo ejercer la acción política sin mayores cortapisas. El Estado estuvo en condiciones de ejercer plenamente su autoridad, sin ningún límite, independientemente de si la provisión procedía de la adminis- tración o de asiento. Quizás en el terreno donde fue más clara la existencia de una orientación política en el terreno del abastecimiento militar fue en el seguimiento de los principios mercantilistas. Aunque pueda parecer una obviedad repetir el hecho de que la acción política estuvo en buena medida presidida por ideas mercantilistas, lo cierto es que lo fue en una medida incluso más importante de lo que se podría creer. Como viene insistiendo la historiografía, el mercantilismo no fue solo una corriente de pensamiento sino también uno de los principales motores de acción política durante todo el siglo XvIII, incluso de forma destacada en Gran Bretaña. Según Kenneth Morgan, sus «políticas mercantilistas, sostenidas por un Estado fiscal-militar y una exitosa dirección de la guerra, permitieron a Gran Bretaña forjar un imperio global»69. Patrick o’Brien llega a afirmar que una mirada histórica atenta de lo que él llama «mitos liberales y realidades mercantilista» permite sostener que el éxito inglés durante el siglo XvIII fue fundamentalmente el éxito del Estado europeo más mercantilista, porque fue el que mejor logró asegurar en el reino «seguridad, estabilidad y soberanía», objetivos últimos del Estado y base esencial para sostener el crecimiento70. En la España del siglo XvIII también había una destacada unanimidad en perseguir esos objetivos, y las ideas mercantilistas de Uztáriz fueron una guía permanente durante toda la centuria. El principal objetivo de la acción política era la seguridad nacional y el benefi- cio y estímulo de la economía del reino. la unión de ambos elementos se podía alcanzar con una política que permitiese asegurar el abastecimiento militar de expresa producción nacional, que evitase la necesidad de que la riqueza fuese a parar a manos extranjeras, ya fuese porque los proveedores no fuesen súbditos o porque hubiese que pagar en el exterior por suministros. Cuando, por ejemplo, el secretario de Marina, marqués de Castejón, exponía en 1781 que la mejor y única política de abastecimiento de cáñamo era fomentarlo en España, lo argumentaba porque este suministro se convertía en un medio útil de acción política: «para 69. Morgan, K.: «Mercantilism and the British empire, 1688-1815» en Winch, D. y o’Brien, P. K. (eds.): The Political Economy of British Historical Experience, 1688-1914. oxford, 2002, pp. 165-191. 70. Esta tesis en o’Brien, P.: «Taxation for British Mercantilism from the Treaty of Utrecht (1713) to the Peace of Paris (1783)», en Torres Sánchez, R.: War, State and Development… pp. 295-356. Una elaboración más detallada de la tesis en o’Brien, P.: «The nature and historical evolu- tion of an exceptional fiscal state and its possible significance for the precocious commercialization and industrialization of the British economy from Cromwell to Nelson», The Economic History Review, 64:2 (2011), pp. 408-446. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 180 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo sostener nuestra Marina, la del Comercio Nacional y evitar que en los sucesivo se extraigan tantos millones fuera del Reino»71. Es decir, sus argumentos se limi- taban a repetir las ideas mercantilistas de Uztáriz. Para la mayoría de los gestores públicos españoles era una verdad indiscutible que a través de la reserva del consumo de las fuerzas armadas españolas a la producción nacional se lograrían beneficios económicos y políticos, y el modelo para ellos era Gran Bretaña. Todavía en 1792 para el secretario de Hacienda Diego Gardoqui el modelo de política económica a seguir era «el modelo inglés», que en palabras del ministro se resumía en un uso inteligente de la protección del consumo nacional: «tres especies de medios además de las prohibiciones han seguido y siguen los Ingleses, que son ciertamente los que con más celo, vigilancia y fruto han cuidado del fomento de su riqueza nacional»72. Como sostiene Guillaume Garner, la presencia y la influencia de las ideas mercan- tilistas en el discurso político del siglo XvIII se explican por la necesidad del Estado de hacer efectiva su autoridad y soberanía, lo que él llama «economía territorial»73. la vigencia de estas ideas entre los gestores españoles durante todo el siglo queda reflejada en las recomendaciones que hizo el secretario de Marina y de Hacienda Salazar sobre la mejor política de suministros, quien reclamaba un claro programa mercantilista: «como lo aseguran con sobrada razón el Sr. Ustariz y todos los economistas…» ora políticas, ora económicas, el que los surtimientos de todas clases sean siempre y en cuanto fuese dable de géneros nacionales, aun dado caso que su calidad sea inferior y precio mucho más subido que el de los extranjeros; porque como la riqueza del Estado es una misma que la de los indi- viduos que lo componen, los caudales que de las arcas del erario pasan a manos de los particulares, siendo propiedad de españoles, no empobrecen a aquel de ninguna manera, sino que por mil rodeos vuelven a engrosar sus fondos; y este perpetuo círculo es el que da vida a los gobiernos al modo que el de la sangre la da a los animales»74. De nuevo lo prioritario no es el precio de los suministros, y para Salazar lo importante es su posibilidad de acción política. Estas ideas mercantilistas expuestas en 1814 nos indican que no estamos hablando de ideas teóricas o aplicables solo a las etapas iniciales del siglo XvIII, sino que marcaron profundamente la política del Estado hacia los suministros militares durante todo el siglo. Ahora bien, la cuestión para nosotros es si ese «programa» mercantilista se podía desarrollar solo mediante la administración, 71. Castejón a Múzquiz, 2-10-1781, AGS, SSH, leg. 51. 72. Diego Gardoqui, 1792, AHN, Estado, leg. 232. 73. Garner, G.: «Caméralisme et territoire. Ètat, espaceet économie dans le discours économique allemand au XvIIIe siècle», Revue du Nord, 85 (octubre-décembre 2003), pp. 729-745, referencia en pp. 730-731. 74. Salazar, Juicio crítico de la marina militar.., Carta III, Enero 1814, p. 78 y Carta XXIv, Mayo 1814, p. 122. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 181 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo lo que habría justificado la elección de este sistema como instrumento de acción política. lo que nos muestra la relación entre el Estado y los asentistas es que esas ideas mercantilistas fueron ampliamente compartidas también por los asen- tistas, que hicieron suyo el discurso oficial imperante, y que los asientos sirvieron igualmente al Estado de los Borbones para poner en práctica su política marca- damente mercantilista. Cuando el asentista privado de vestuario Marcos Antonio de Andueza propuso en 1780 un nuevo contrato de vestuario para las tropas de América, Andalucía y Ceuta de 12 años lo justificó con argumentos mercantilis- tas, plenamente identificados con los deseos del Estado: «con el fin de fomentar las fábricas y manufacturas, extendiendo el beneficio que con este ramo había logrado solo el Principado de Cataluña hasta aquí en (a) las demás Provincias del Reino,… desterrando la mayor parte de la mendicidad… Que siendo el ánimo de vM promover, y fomentar cuanto sea posible las fábricas en aquellos cuatro reinos de Andalucía, me obligo a que la construcción de dichos vestuarios sean hechos con géneros de paños y estameñas de las fábricas de aquellas provincias de Andalucía…»75. Del mismo modo, los discursos de los directores del Banco de San Carlos al justificar el interés de su gestión al frente del asiento de víveres son igualmente mercantilistas, priorizando un abastecimiento nacional: «prefiriéndose, no obstante, en cuanto sea compatible con la utilidad de este las producciones de estos Reinos, conforme está prevenido en la Real Cédula de Erección del Banco para el fomento de la agricultura e industria de ellos»76. los ejemplos son muchos, pero la conclusión es la misma: el Estado podía desarrollar una política mercanti- lista también con el recurso a los asientos, porque los asentistas, por conveniencia o por convicción, compartían plenamente el discurso político dominante. Esta sincronía reducía también la trascendencia política de elegir entre administración o asiento, y con ello la vigencia de ambos sistemas. Ahora bien, que se pudieran aplicar ambos modos de suministro para conseguir los mismos objetivos mercantilistas no asegura que estos se alcanzasen, ni siquiera que uno u otro modo asegurase un mayor nivel de éxito en el ideal mercantilista. En los resultados prácticos de la política mercantilista encontramos que hay una diferencia notable si hablamos de asentistas o de suministros. En cuanto a los hombres de negocios, el éxito fue completo, y con él un triunfo de los principios mercantilistas del Estado borbónico. Es decir, a lo largo del siglo XvIII se consi- guió y se mantuvo un completo dominio de los proveedores españoles sobre los suministros militares. El proceso de sustitución de nacionalidad en los asentistas es todavía mal conocido. No obstante, contamos con estudios que insisten en que la fuerte entrada de extranjeros en esta actividad desde finales del siglo XvI, 75. Madrid, 6-1-1779. AHN, FCH, leg. 6732. 76. San lorenzo, 10-xi-1783. AGS, DGT, inv. 25, leg. 15. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 182 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ ADMINISTRACIÓN o ASIENTo como ya destacara Thompson, fue compatible con la continuidad de proveedores españoles durante el siglo XvII y con un proceso de sustitución y expansión ante- rior a 1700. la intensa actividad bélica en la Península y la movilización local de recursos militares facilitó el desarrollo de los asentistas españoles, algunos de los cuales llegaron a constituir casas de negocios de gran capacidad, hasta el punto de poder actuar en otros territorios de la monarquía77. Esta dinámica de expansión de los asentistas españoles no se detuvo con el cambio de dinastía y la llegada de políticos, asentistas y suministros franceses. Ni la capacidad de influencia política de orry, con pasado y conexiones con asentistas franceses78, ni la necesidad de importaciones masivas de suministros de Francia durante la Guerra de Sucesión79 lograron crear las condiciones efectivas para permitir el avance de los proveedores franceses. Como sostiene Jean Pierre Dedieu fue la necesidad financiera de Felipe v la que finalmente decantó el favor real hacia los españoles, y con él la supervivencia de los asentistas españoles, en un enfrentamiento que el profesor francés identifica entre «el grupo» de Jean Baptiste orry y el «conglomerado» Goyeneche80. Esta lucha probablemente se debería comprender en un contexto más amplio de sote- rrada pero muy intensa lucha de varios países europeos por el mercado español, en la que, como ha demostrado Pérez Sarrión, no hubo ninguna involución y salieron triunfantes los intereses españoles. El resultado de todo este proceso era muy visible ya tras la Guerra de Sucesión, cuando todos los asientos militares estaban controlados en todos sus niveles, desde titulares a factores, pasando por fiadores, por españoles. No conocemos todavía bien las claves de este triunfo de los hombres de negocios españoles pero debió desempeñar un papel esencial el 77. El problema está planteado en Rodríguez Hernández, A. J.: Los tambores de Marte: el reclutamiento en Castilla durante la segunda mitad del siglo XVII (1648-1700). valladolid, 2011. véase también Sanz Ayán, C.: «Negociadores y capitales holandeses en los sistemas de abastecimientos de pertrechos navales de la monarquía hispánica durante el siglo XvII», Hispania, 182 (1992), pp. 915-945. Esteban Estríngana, A.: «Administración militar y negocio de guerra en los Países Bajos católicos. Siglo XvII» en Crespo A. y Herrero, M. (eds.): España y las 17 Provincias de los Países Bajos. Una revisión historiográfica (XVI-XVIII). Córdoba, 2002, tomo I, pp. 65-100. Jiménez Estrella, A. y F. Andújar Castillo (eds.): Los nervios de la guerra. Estudios sociales sobre el ejército de la Monarquía Hispánica (ss. XVI-XVIII): nuevas perspectivas. Granada, Ed. Comares, 2007. 78. Dubet, A.: Un estadista francés en la España de los Borbones. Juan Orry y las primeras reformas de Felipe V (1701-1706). Madrid, 2008, p. 54. 79. Calvo Poyato, J.: «la industria militar española durante la Guerra de Sucesión» Revista de Historia Militar, 33:66 (1989), pp. 51-71. 80. Dedieu, J. P.: «les intermédiaires privés dans les finances royales espagnoles sous Philippe v et Ferdinand vI» en v. Meyzie (ed.): Crédit public, crédit privé et institutions intermédiaires. Monarchie française, monarchie hispanique, XVIe-XVIIIe siècles. limoges, 2012, pp. 223-239. véase nota 9. Al grupo francés de orry, añade también a Sartine Dedieu, J. P.: «les groupes financiers et industriels au service du roi. Espagne, fin XvIIe-début XvIIIe siècle» en Dubet, A. y luis J. P. (eds.): Les financiers et la construction de l’Etat - France, Espagne (XVIIe-XIXe siècle). Rennes, 2011, pp. 87-104 y 103. © Ediciones Universidad de Salamanca Stud. his., H.ª mod., 35, 2013, pp. 159-199 RAFAEl ToRRES SÁNCHEZ 183 ADMINISTRACIÓN o ASIENTo apoyo decidido de la autoridad real, sin duda por la propia debilidad financiera del Estado, la necesidad de contar con capitalistas solventes y con la entrada de algunos de ellos en la misma maquinaria del Estado. De cualquier modo, el dominio absoluto de los españoles en los suministros militares fue indiscutible entonces y en el resto del siglo, sin duda un auténtico éxito mercantilista. la continuidad del dominio español no se puede explicar exclusivamente por una cuestión de inercia; también hubo que pelear para sostenerlo, y en esa lucha colaboraron los asentistas españoles.
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