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2012 MÁSTER DE PREHISTORIA Y ARQUEOLOGÍA DE LA UNIVERSIDAD DE CANTABRIA. Memoria de prácticas sobre las labores arqueológicas en el yacimiento de Santa Marina Joaquín Callejo Gómez . TUTOR Eloy Gómez Pellón. TUTOR EXTERNO: Pedro Ángel Fernández Vega MASTER UC 2 ÍNDICE. 1. INTRODUCCIÓN. .................................................................................................... 3 2. LA FIGURA DEL MONITOR. ..................................................................................... 4 3. OBJETIVOS DE LA CAMPAÑA. ................................................................................. 5 3.1. OBJETIVOS GENERALES DE LA CAMPAÑA ARQUEOLÓGICA 2011-‐2012. .............................. 6 3.2. PARTICULARES EN YACIMIENTO DE SANTA MARINA (MONTE ORNEDO). ........................ 6 4. LOCALIZACIÓN DEL YACIMIENTO DE SANTA MARINA. ............................................ 7 4.1. EL CONVENTÓN. .............................................................................................................................................. 8 4.2. YACIMIENTO DE LA CUEVA. .................................................................................................................... 12 5. HISTORIA DE LAS EXCAVACIONES EN MONTE ORNEDO. ....................................... 13 5.1. El YACIMIENTO DE SANTA MARINA: Del siglo XIX a la actualidad. ..................................... 13 6. METODOLOGÍA DE TRABAJO. ............................................................................... 16 6.1. DETECCIÓN ELECTROMAGNÉTICA. .................................................................................................... 16 6.2. FOTOGRAFÍA AÉREA. ................................................................................................................................. 21 6.3. RECOPILACIÓN DE INFORMACION A TRAVÉS DE LAS FUENTES. ......................................... 23 6.4. PLANIFICACIÓN DE LA EXCAVACION. ................................................................................................ 23 6.5. MATERIAL DE EXCAVACION Y DOCUMENTACION DE HALLAZGOS. .................................... 24 6.6. REGISTRO DE MATERIALES EN CAMPO. ........................................................................................... 26 6.7. LIMPIEZA SIGLADO E INVENTARIADO. ............................................................................................. 26 6.8. DIBUJO Y FOTOGRAFÍA DE MATERIALES Y ESTRUCTURAS. .................................................... 27 6.9. TRABAJOS DE GABINETE. ........................................................................................................................ 28 7. EXCAVACIÓN. ...................................................................................................... 29 7.1. SONDEO 3 ........................................................................................................................................................ 29 7.1.1. Contextualización y precedentes. ...................................................................................................... 30 7.1.2. Estructuras .................................................................................................................................................. 31 7.1.3. Campaña 2011-‐2012. ............................................................................................................................. 32 7.2. SONDEO TRINCHERA ESTE. .................................................................................................................... 34 8. SÍNTESIS. .............................................................................................................. 36 9. LÁMINAS. ............................................................................................................ 38 10. BIBLIOGRAFÍA. ................................................................................................... 44 3 1. INTRODUCCIÓN. En la presente memoria se muestran los trabajos realizados durante la campaña 2011-‐2012 en el yacimiento de Santa Marina (Valdeolea) que fueron llevados a cabo a través de la iniciativa del Taller de Empleo Valdeolea en sus ediciones V y VI, promovida por el excelentísimo Ayuntamiento de Valdeolea y el Servicio Cántabro de Empleo de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo del Gobierno de Cantabria, y cofinanciada al 50% por el Fondo Social Europeo. Los trabajos que aquí se exponen han sido realizados bajo la supervisión y dirección del Dr. Pedro Ángel Fernández Vega, con los permisos y autorizaciones exigidas en la Ley 11/ 1998, de 13 de octubre, de Patrimonio Cultural de Cantabria (BOC. 11/1998) y las Disposiciones generales que desarrollan a esta en el Decreto 36/2001, de 2 de mayo y bajo la estrecha colaboración del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, que ha aportado sus instalaciones y técnicos para el desarrollo de algunas de las fases más técnicas del proyecto como los estudios de microscopia y con lentes de aumentos o los procesos de consolidación y restauración. El Taller de Empleo V constaba de dos módulos orientados a la investigación, conservación y restauración del Patrimonio Cultural de Valdeolea, con especial preponderancia del Patrimonio Arqueológico y la recuperación de las áreas degradadas. El primero de los módulos, de Auxiliar de Arqueología, se orientó hacia la investigación arqueológica en los yacimientos de El Conventón y Santa Marina (Valdeolea) y Las Rabas (Cervatos) (Ver Lámina 1). El módulo de recuperación de Áreas Degradadas tuvo el cometido de consolidar y/o rehabilitar las zonas exhumadas durante los trabajos arqueológicos, así como la rehabilitación de algunas de las zonas aledañas al centro del Arqueositio de Camesa y de las localidades y el entorno del valle. Por su parte, en el Taller de Empleo Valdeolea VI se sustituyo el módulo de recuperación de Áreas Degradadas por el módulo de Jardinería cuyo objetivo se centraba en la mejora delas zonas rehabilitadas en la campaña anterior, el desarrollo de zonas ajardinadas y la formación homologada de “Instalación y mantenimiento de zonas ajardinadas”. Los objetivos básicos de este tipo de talleres buscan conjugar la formación en itinerarios modulares y la puesta en práctica a través de trabajos específicos, que permitan mejorar la capacidad o incluso la inserción laboral de los participantes. Estos forman parte de colectivos con especial dificultad en la búsqueda u obtención de empleo, bien sea por la falta de formación y experiencia, bien por formar parte de profesiones con escasa demanda o excesivamente enquistadas. Las profesiones se han elegido en base a los Centros de Interés que pueden dar lugar tanto al empleo de los participantes como a la 4 búsqueda del desarrollo del municipio en base a la riqueza intrínseca existente en el territorio, en especial la base del patrimonio cultural. 2. LA FIGURA DEL MONITOR. En la presente memoria se desarrollan algunas de las facetas que engloban el trabajo que realiza la figura del monitor de Auxiliar de Arqueología y Restauración dentro del proyecto del Taller de Empleo Valdeolea. Como se indica en la introducción, los objetivos del taller son los de formar trabajadores con escasa formación o de difícil inserción laboral en oficios que les puedan aportar nuevas vías para la búsqueda de empleo. Para lograr este fin se tienen que conjugar un conjunto de enseñanzas teórico-‐ prácticas que preparen al alumnado para desarrollar los trabajos específicos de auxiliar de arqueología1 con la suficiente autonomía. Para ello, la figura del monitor es la encargada de ofrecer esta formación que combina las lecciones teóricas en aula, con las prácticas sobre el terreno, en el yacimiento. La primera de las labores es la de desarrollar anualmente un itinerario modular que se amolde a cada grupo de nuevos alumnos, ya que se han tenido varias combinaciones de alumnos por año en cuanto a formación2, que obligan a adaptar el temario formativo a las capacitaciones del alumnado a principios del curso. En este itinerario se imparte al alumno una serie de temas relacionados con el ámbito de la Historia, la Arqueología y la ciencias y técnicas auxiliares que les puedan servir para comprender mejor el ámbito en el que van a trabajar durante el año de taller. La formación se imparte por medio de clases docentes, audiovisuales, didáctica activa, presentaciones en Power Point, documentación gráfica y las visitas formativas a yacimientos. Todos los complementos formativos que se utilizan en las clases, combinados con la experiencia de los formadores, consiguen un acercamiento al periodo histórico del yacimiento, a las distintas facetas de la arqueología y a la comprensión, protección y divulgación del Patrimonio Cultural, creando con esto individuos activos en la difusión, dentro de sus comunidades, de la importancia del Patrimonio y su conservación. Como complemento inseparable de la formación teórica, el taller ofrece una serie de clases prácticas útiles para el trabajo en campo, gabinete y laboratorio. Se les imparten 1 La figura de auxiliar de arqueología pese a verse reflejada en las pertinentes categorías contractuales no es posible certificarla por medio de acreditación o titulación específica oficial. 2 Este año se ha reducido aún más el nivel de formación exigido a los alumnos, con la consiguiente dificultad que esto presenta a la hora de abordar la formación teórica, algo que repercute obviamente el los trabajos de campo. 5 por ejemplo, entre otros, principios básicos de fotografía arqueológica, tanto para reflejo gráfico de las labores en el yacimiento y de los hallazgos, estratigrafías, etc. como para la fotografía técnica de piezas para su registro e inventario o publicación. Otras prácticas incluidas en el itinerario son nociones básicas de dibujo arqueológico, tanto de piezas como de perfiles y plantas, levantamientos topográficos o consolidación y restauración de materiales arqueológicos. Toda esta formación, tanto teórica como práctica, tiene que ser observada, pese a su amplitud, como una adaptación a las capacitaciones del alumnado, siendo la exigencia de conocimientos impartidos suficiente para el buen desempeño de las funciones que se les presuponen al finalizar el periodo del taller y marcadas en el itinerario formativo. Una vez sentadas las bases formativas teóricas, el trabajo se traslada al campo y es en este momento cuando el monitor combina su faceta de docente con la de arqueólogo. Pasa a controlar el buen desempeño de los trabajos de los alumnos y los pormenores que supone el día a día de una excavación: llevar a cabo la excavación con precisión, la metodología, controlar el buen funcionamiento de la recogida de materiales, realizar los dibujos arqueológicos, escribir cuaderno de campo así como resolver los problemas de control estratigráfico que surgen en el yacimiento. A su vez gestiona el equipo de trabajoque actúa en el laboratorio en funciones de procesado de materiales. Las labores que se realizan durante esta campaña 2011-‐2012 son la continuación de las que se llevan realizando en este yacimiento desde el año 2004 enmarcadas en el proyecto dirigido por Pedro Ángel Fernández Vega e impulsado desde el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, junto con el Ayuntamiento de Valdeolea y la Consejería de Cultura, Turismo y Deportes, rebautizada desde 2011 como Consejería de Educación, Cultura y Deporte. 3. OBJETIVOS DE LA CAMPAÑA. Los objetivos que se han planteado para la actual campaña han sido los de la resolución de algunos de los problemas preexistentes en el yacimiento de Monte Ornedo, como son la identificación de las estructuras fortificadas, su adscripción cronológica y su composición. Así mismo, se han dirigido los esfuerzos a esclarecer los aspectos cronoculturales del yacimiento de Santa Marina. De forma complementaria se seguirá interviniendo en el resto de yacimientos de los que consta el proyecto. Estas actuaciones servirán para continuar con el fin principal del proyecto, la identificación del conjunto de yacimientos a estudio, su adscripción cronológica completa y la interrelación que se da 6 entre ellos y su papel en los acontecimientos históricos y sociales que les rodearon.(Ver Lámina 2) 3.1. OBJETIVOS GENERALES DE LA CAMPAÑA ARQUEOLÓGICA 2011-‐2012. • Formación de trabajadores poco cualificados en las labores de auxiliar de arqueología mediante la impartición de clases teóricas, con las que se introduce al alumno en los conocimientos básicos sobre la arqueología, sus ciencias auxiliares y la metodología arqueológica, así como en la Historia Social, Económica y Cultural de los yacimientos en los que van a intervenir. Este tipo de formación que se le ofrece a los alumnos, como se recalca en otras ocasiones en esta memoria, se amolda a las posibilidades y escasa formación del alumnado, nunca pretendiendo formar arqueólogos, sino aportar a los trabajadores unos conocimientos básicos que permitan conocer mejor el trabajo que van a desarrollar durante el curso y a la vez que realizar una concienciación del mismo en la necesidad de conocer, respetar y proteger el Patrimonio Cultural. • Estudio sistemático de la entidad y composición de las estructuras prerromanas y romanas del Yacimiento Monte Ornedo así como la interrelación de este yacimiento con las zonas arqueológicas cercanas como los yacimientos de La Cueva y El Conventón (Valdeolea), el castro de Las Rabas (Cervatos) o el campamento romano de La Poza (Campoo de Enmedio). En dicho estudio se plantea la consecución de un mayor entendimiento y comprensión de los acontecimientos históricos y sociales del entorno que rodea a estos yacimientos. • Documentación, procesado y estudio de los restos materiales recuperados durante el proceso de excavación arqueológica, procediendo a su restauración en los casos que su estado de conservación lo permita o lo exija con vistas a una futura difusión social. 3.2. PARTICULARES EN YACIMIENTO DE SANTA MARINA (MONTE ORNEDO). • El yacimiento de Santa Marina en el Monte Ornedo alberga una serie de estructuras arqueológicas que muestran una ocupación continuada en el tiempo desde el asentamiento prerromano, pasando por la instalación de un campamento 7 romano y reocupaciones medievales, hasta llegar a los restos de las fortificaciones de la reciente Guerra Civil. El proyecto en el que nos encontramos inmersos pretende profundizar en la documentación de las diferentes fases de ocupación del yacimiento, revisando los datos ya conocidos de las campañas de intervención antiguas y planteando nuevas zonas de excavación. • Se han planteado intervenciones sobre las defensas del campamento romano, la estructura defensiva prerromana y sobre una estructura situada en la ladera sur del monte (Sondeo 3). • Actualización del estudio topográfico del yacimiento mediante estación GPS centrimétrica HIPER PRO (TOPCOM). • Prospección electromagnética. • Adecuación de perímetro del yacimiento para su mejor comprensión a través de la fotografía aérea. 4. LOCALIZACIÓN DEL YACIMIENTO DE SANTA MARINA. El Yacimiento de Santa Marina se encuentra ubicado en la cima homónima que junto a la cima de Ornedo II, conforman el llamado alto del Monte Ornedo sito en el término municipal de Valdeolea (Cantabria). Con una altura de 1174 m domina una extensión amplia de territorio. El discurrir del rio Camesa y las tierras bajas que componen el valle de Valdeolea por el sur, permiten que gracias a su mayor altitud desde el yacimiento se controle el paso natural hacia el interior de Cantabria desde la meseta palentina y dominar visualmente a otro yacimiento de gran importancia como es el de Monte Bernorio (Villarén, Palencia), uno de los grandes oppida cántabros que fue tomado por Roma durante las Guerras Cántabras. Por el noroeste, en el entorno de Castrillo del Haya, las bajas alturas de El Valle o Valdenes también permiten un buen control del valle del alto Camesa y del paso por el alto del Bardal hacia Campoo de Enmedio. En el noreste pierde SantaMarina la visión del paso de la meseta, pero mantiene un dominio privilegiado de gran parte del Castro de Las Rabas, un enclave prerromano, también en fase de estudio por este equipo, que controla ese estratégico corredor natural. 8 4.1. EL CONVENTÓN. El yacimiento se encuentra englobado dentro de un conjunto de vestigios de diversos periodos relacionados entre sí. Se trata del conjunto de ruinas romano-‐ medievales que conforman el conjunto arqueológico de Camesa-‐Rebolledo. A parte del consabido cementerio visigodo y medieval, con sus tumbas de fosa, de lajas o sarcófagos que se extienden en un arco cronológico que va del siglo VI-‐VII al XII, los restos de la planta de estilo prerrománico de la iglesia alto-‐medieval que corona el sitio, lo más reseñable es el conjunto que conforman los restos del periodo romano. Varias han sido a lo largo de las décadas las interpretaciones que se le han dado a estas ruinas, las dos más plausibles, una Villa urbana o una Mansio al borde de una calzada que procedente de Pisoraca (Herrera de Pisuerga) discurriría por el entorno en dirección hacia Portvs Blendivm (Suances). Una edificación con raíces en el siglo I pero cuyo auge tuvo lugar entre los siglos II-‐III, desarrollándose en su periferia un núcleo urbano de importancia. La primera de ellas, dado los recientes estudios y la gran cantidad de hallazgos que se han documentado en la zona: La Cueva, Camesa, Rebolledo,… así como por la entidad de las estructuras que aparecen alrededor del Arqueositio del Conventón, hacen de esta interpretación la que en estos momentos más plausible resulta. El edificio romano consta de dos partes diferenciadas y al menos dos fases constructivas. La situada al Norte es la considerada Pars rustica, cuya planta converge en un patio centralizado, del que aún desconocemos si estaba o no cubierto y dedicada a las labores cotidianas del edificio (cocinas, almacenes,…). Cabe reseñar que pese a que esta memoria versa sobre las actuaciones que se llevaron a cabo en el yacimiento de Santa Marina, a lo largo del taller no ha sido posible subir todas las jornadas por razones climatológicas. Ha sido durante estas jornadas, con el consentimiento del director de las excavaciones y como parte fundamental del trabajo como monitor del taller de empleo, cuando desarrollamos una iniciativa museográfica nueva para la ampliación de la formación de los alumnos y la mejora del yacimiento. Teniendo en cuenta otras experiencias previas en el ámbito de la arqueología experimental3, nos planteamos darle una nueva visión complementaria al Arqueositio de Camesa-‐Rebolledo. Para ello apostamos por añadirle al itinerario de visita un serie de elementos que ayudaran al visitante a una mayor comprensión de aquello que estaba visitando. La idea surgió como actividad formativa paralela a la propia de la excavación, para los alumnos del taller de empleo. Contando con las habilidades de los mismos, y 3 Organizador de las II Jornadas de Arqueología Experimental del Grupo Arqueológico Attica. 9 basándonos en las fuentes bibliográficas4, diseñamos y reprodujimos un par de elementos que se añadieron a la museografía de El Conventón. Por un lado, se llevó acabo la reproducción de un andamiaje romano que no hizo otra cosa que completar a otro recurso museográfico que ya formaba parte de la exposición, el panel de la pintura mural. Con este andamiaje, una serie de herramientas (un sistema de poleas también elaboradas por los propios alumnos, logramos crear un efecto que asemeja las labores constructivas romanas Foto 1: Vista de la reproducción de andamiaje romano Por otro lado con nuestro asesoramiento, el módulo de Áreas Degradadas llevó acabo la reproducción de un muro tapial que se acopló a uno de los muros originales de la villa. Se realizó por bloques de encofrado dejando a distintos acabados el conjunto, para que se vieran las distintas fases constructivas del mismo. El éxito de estas dos nuevas 4El libro de Jean-‐Pierre Adam, “La construcción romana, materiales y técnicas” desarrolla una reconstrucción gráfica de este tipo de estructuras constructivas que nos ha servido de guía para la elaboración de nuestras réplicas. 10 incorporaciones museográficas desde el punto de vista de los visitantes, nos ha motivado para que a lo largo de este taller que estamos cursando, ampliemos el número de elementos que compongan la nueva visita del Arqueositio, dotando al mismo de un sentido dinámico de constante mejora. Foto 2: Vista de la reproducción del tapial. La segunda de las zonas que compone el edificio es la Pars urbana, aquella que se reservaba a los señoresde la casa. Se trata de una doble planta con varias estancias con decoración en las paredes al fresco y con suelos de mortero de Opvs signinvm (FERNANDEZ, 1999) que se organizan entorno a un patio descentralizado y a un pasillo interno que comunica toda la planta baja entre si y ésta con la parte rural a través de una pequeña puerta con escalera. Es esta zona donde se encuentra el recinto termal, que otorga a este conjunto su elemento diferenciador. Se trata de una sistema termal romano compuesto por una estancia circular absidiada, con paredes y suelo calefactados (Caldarivm), una sala rectangular también calefactada dedicada a vestuario con hornacinas a modo de casilleros y sala para masajes (Apodyterivm), a continuación una sala con una pequeña bañera absidiada de agua templada (Tepidarivm), que mantenía el mismo suelo calefactado (Hypocavstvm) que las dos anteriores. Todo este sistema de calor venía alimentado por un horno de leña (Praefvrnivm), el cual calentaba una posible caldera de bronce que almacenaba el agua que nutría la pequeña piscina del Caldarivm. El Praefvrnivm calentaba así mismo, por medio de aire caliente el suelo de las dos primeras 11 estancias al circular por el Hypocavstvm5. Por último una sala de bañera de agua fría, Frigidarivm que mantiene parte del fondo de la piscina, formado por un compuesto hidrófugo llamado Opvs signinvm. Las estructuras del edificio se completan con una torre en la zona SE que albergaba las letrinas de la terma6y un pórtico sustentado por cinco pilastras, que fue remodelado durante la segunda fase constructiva del edificio, siéndole añadida una habitación, que cierra la puerta de acceso al edificio termal. Esta habitación tiene como característica más destacable que se construye amortizando las dos columnas centrales que sustentan el voladizo de la segunda planta, con la probable función de protección contra las inclemencias del tiempo7 y los vientos del Sur que aún es apreciable, hacen de esta fachada la menos protegida. En esta zona del yacimiento desarrollé otra de las funciones que mi puesto de monitor contemplaba: la de restauración. Dentro del plan de mejoras emprendido en el yacimiento, el proyecto contaba con una parte específica de consolidación y restauración de los elementos murarios que componen el edificio. Estos, tras el paso del tiempo tras su exhumación habían quedado deteriorados y muchos de ellos apenas mostraban indicios de su forma o estructura. Por ello y siempre bajo la supervisión y el consejo de los técnicos del MVPAC, procedimos a consolidar y restaurar los muros de la esquina SW del edificio. Este tipo de intervenciones fueron llevadas a cabo siguiendo unos estrictos criterios de diferenciación entre la parte original y la restaurada prescritos por las normativas internacionales sobre restauración de restos arqueológicos, así como las normas planteadas por los técnicos para su puesta en valor ( García Mingo 2003)8. Se restauran los muros diferenciando claramente las partes originales de las restauradas mediante la utilización de morteros con de cal y arena (proporciones 1:3) claramente distinguibles, así como la aplicación de tintes minerales de varios tonos para lograr una distinción entre estructuras de distintos periodos y así ofrecer una mejor 5 Término, que en la Antigua Roma, designaba el sistema de calefacción (sobre todo de las termas), situado en un espacio hueco debajo del edificio sustentado por columnas de ladrillo refractario. 6Un sistema que aprovecha por medio de un canal de tegulae el agua que desagua de la bañera del frigidarivm para limpiar los desperdicios de las mismas. 7 Este tipo de añadidos con función de protección térmica se aprecian también en las estancias de la villa, modificándose el tipo de construcción romana de habitaciones entorno al patio central del atrio. Se añaden muros que a modo de pasillo evitan que las estancias estén expuestas al frio. También se añaden estancias antepuestas a las principales que servían tanto de aislante térmico como de estancia para el servicio. 8Fue la “Carta del Restauro” de 1972 la que sentó las bases acerca de la salvaguarda y restauración de antigüedades, atendiendo a los criterios de “respeto al original, reconocimiento de los añadidos, reversibilidad de los tratamientos, compatibilidad de los materiales, el apoyo de las técnicas científicas de análisis, la mínima intervención o la importancia de la documentación”. (PASÍES et alii, 2011). 12 interpretación del conjunto del yacimiento. También se han llevado a cabo labores de excavación en varios de los sectores del Conventón. Se han excavado zonas en el interior del recinto que han servido para interpretar algunas zonas poco claras del mismo así como para el control en zonas que debían ser acondicionadas. También se han excavado sectores en el exterior del Conventón como parte de la ampliación de la interpretación del contexto alrededor del edificio termal como para el desarrollode las actividades formativas que se imparten a los alumnos de los campos de trabajo que nos visitan cada verano. (Ver Lámina 6) 4.2. YACIMIENTO DE LA CUEVA. A setecientos metros de distancia del Conventón, en el lugar de La Cueva (Camesa), se hallaron restos arquitectónicos y abundantes materiales romanos que fueron interpretados como “tabernae”, que debían dar a un patio grande, a modo de foro” (GARCIA y EYNDE, 1991: 12).Estas son las primeras noticias que tenemos del que actualmente se conoce como el yacimiento de La Cueva. Este sitio fue excavado en los años 86, 89 y 91 por el equipo de Miguel Ángel García Guinea cuenta con los restos de una estructura cercana a los 100 m de longitud (aún sin comprobar su extensión total). El conjunto muestra un muro con una serie de compartimentaciones de distinto tamaño, al que desde un primer momento se han dado dos posibles interpretaciones, ambas de carácter público: un recinto militar campamental, concretamente una zona de barracones (ROBLES, 1985) y una de carácter civil, posibles Tabernae que compondrían el perímetro de un patio central a modo de foro9. Lo único que de momento parece certero es su adscripción como edificio de tipología romana, puesto que a falta de una excavación más pormenorizada tanto los materiales cerámicos (sigillata) como las monedas halladas, encuadran el yacimiento entre los siglos II y III, periodo de los Antoninos y Severos. En esta campaña una de las labores planificadas en el proyecto es la intervención en este área, pero hasta el momento y debido a la amplitud e importancia de los trabajos en Santa Marina ha sido pospuesta hasta finalizar el resto de intervenciones. 9Las similitudes con otros foros peninsulares como el de Baelo Claudia (Bolonia-‐Tarifa, Cádiz) y su ubicación son las bases para esta argumentación. 13 5. HISTORIA DE LAS EXCAVACIONES EN MONTE ORNEDO. Parece lógico hacer una pequeña contextualización acerca de las diversas actividades arqueológicas que se han desarrollado a lo largo del tiempo en tanto en el yacimiento de Monte Ornedo como en los yacimientos que lo rodean ya que este forma de un entramado arqueológico interrelacionado, sin el que su interpretación sería incompleta. Desde las primeras noticias del erudito Ángel de los Ríos y Ríos en el año 1889 hasta las últimas intervenciones en la pasada década de Javier Peñil y el Pedro Ángel Fernández Vega han marcado la evolución del conocimiento sobre Monte Ornedo y sentado las bases sobre las que se asientan nuestras investigaciones. Foto 3: Plano de la edificación del yacimiento de La Cueva. 5.1. El YACIMIENTO DE SANTA MARINA: Del siglo XIX a la actualidad. El Patrimonio Arqueológico sito en Valdeolea siempre ha sido objeto de fascinación y atracción. Ya en el siglo XVIII se encuentran las primeras menciones a los hitos terminales de la Legión IIII Macedónica hincados para dividir el territorio de la ciudad de Julióbriga. En 1768 Enrique Flórez hacía las primeras referencias a ellos: “Confirmase la situación expresada (Retortillo) en virtud de cinco inscripciones terminales que perseveran en aquel territorio a cosa de legua y media de allí y hacia el Mediodía, donde acababa (por ese respecto) el término propio de la de la ciudad, y empezaba el de la otra población llamada Legión IV” (FLOREZ, 1768: 123). Esta separación territorial marcada por el padre Flórez condicionó la futura interpretación espacial y arqueológica de los yacimientos romanos localizados en el sur de Cantabria. Se marcaba así una hipótesis topocentrista centrada en la identificación de Juliobriga con Retortillo, que nadie se planteó poner en duda hasta hace pocos años y que iba a condicionar la atribución del resto de ciudades descritas en las fuentes clásicas. 14 Con las premisas preconcebidas en 1889 el erudito Ángel de los Ríos y Ríos (1889: 512) informó sobre el hallazgo de estructuras fortificadas en lo alto de la cima de Santa Marina (Monte Ornedo) que identificó como recintos campamentales romanos y que asoció a la Legión IIII Macedónica al localizarse, en el desmantelamiento de la derruida ermita de Santa Marina, al menos tres hitos augustales10. Alentado por estas noticias el arqueólogo alemán Adolf Schulten decide emprender unas excavaciones arqueológicas en junio de 190611. Realizó un buen número de sondeos, excavaciones en área y documentaciones planimétricas. Logró sacar a la luz un fondo de cabaña y constató la existencia de varias líneas defensivas, además de una puerta fortificada que identificó como un castro de la Edad del Hierro (SCHULTEN, 1942: 3ss). Entre las piezas localizadas destacaban los herrajes de la puerta del supuesto portón de madera del recinto castreño12. Foto 4: Plano de la topografía de Santa Marina realizado por Schulten.10 Demolida en 1822 (DE LOS RÍOS y RÍOS, 1889) o en 1882 según Schulten (1942: 3). 11Según Schulten, A. (1942: 2):”en junio de 1906, cuando recorrí Cantabria antes de continuar mis excavaciones en Numancia, dediqué una exploración de diez días a dicho castro”. 12Hoy desaparecidos. Fueron depositados en el Museo Arqueológico Nacional en julio de 1906 (Expediente 1906/45. Serie Fondos museográficos. Asignaciones. Museo Arqueológico Nacional). 15 La contienda de la Guerra Civil Española y la Postguerra supuso un parón en los trabajos arqueológicos. Ambos cerros de Monte Ornedo y Santa Marina fueron objeto de fortificaciones 13 (trincheras, cuevas de retirada excavadas artificialmente, pozos de tirador, nidos de ametralladoras, etc.) y de asalto (bombardeo, etc.) que dieron lugar a un importante deterioro y alteración de las estructuras antiguas, en especial del primer recinto de Santa Marina (ver Lámina 5). En 1956 A. García Bellido, A. Fernández de Avilés y M. A. García Guinea publican el hallazgo de construcciones castreñas en ambas cimas, diversos fragmentos de cerámica lisa y pintada (GARCÍA, 1956). No será hasta 1964 cuando se retomen las excavaciones arqueológicas de la mano de M. A. García Guinea y J. González Echegaray, centrándose en recinto superior de Santa Marina). De los resultados R. Bohigas hará unas pequeñas referencias a finales de los 70 (BOHIGAS, 1978). Dado que interpretaron casi todos los hallazgos como materiales medievales, concluyó que se trataba de un yacimiento altomedieval. Estos resultados motivaron un cierto abandono de las investigaciones al decaer las expectativas formadas en un primer momento. Sin embargo, se recuperaron tres piezas de fechas más antiguas: un fragmento de Terra Sigillata Hispánica tardía, un denario de la República romana de la serie de los dioscuros (de acuñación entre el 209-‐ 208 a.C.) y un cuchillo de hoja afalcatada. En la primera década del siglo presente, año 2003 concretamente, de la mano del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria y bajo la dirección de Pedro Ángel Fernández Vega y contando con el apoyo de la por entonces Consejería de Cultura, Turismo y Deporte del Gobierno de Cantabria, a los que se sumarían ya en 2005 el Servicio Cántabro de Empleo junto con el Ayuntamiento de Valdeolea por medio de la fórmula de Talleres de Empleo, se retoma el interés por el yacimiento de Santa Marina. En este momento se le encuadra dentro de un proyecto más amplio que tuvo como objetivo principal la reinterpretación mediante un estudio nuevo de los vestigios de asentamientos cántabro-‐romanos del valle de Valdeolea, tomando como núcleo principal del proyecto el yacimiento de Camesa-‐Rebolledo, El Conventón, a los pies del Monte Ornedo, junto con otros vestigios arqueológicos como los de La Cueva, también sito a faldas del mismo. Santa Marina se integraba como una pieza más en el estudio para interpretar El Conventón, pero pronto la intuición hizo al equipo dirigido por Fernández Vega pensar que la historia de este enclave se había iniciado arriba, en Santa Marina (FERNANDEZ y BOLADO, 2011) 13Probablemente por el batallón nº 123 de la División 54 (antigua Columna de Operaciones nº 3 y División 3ª) que se hallaba en el frente de Mataporquera a las ordenes del Comisario de guerra asimilado a Comandante D. Leonardo Mesones de Félix (GUDÍN y GUTIÉRREZ, 2005: 67). 16 Los primeros trabajos de excavación por parte del equipo de Fernández Vega que se llevaron a cabo en el año 2004, sirvieron para confirmar la importancia y el potencial del enclave que ya en los inicios del s. XX Schulten vislumbró en este cerro. Confirmaron las hipótesis que planteaban Gutiérrez Cuenca y Hierro Gárate en el año 2001 (GUTIERREZ y HIERRO, 2001) sobre la existencia de un sistema defensivo romano prototípico, Fossa y Agger. La evidencia de una fortificación romana era clara, aún así faltaban por concretar muchos interrogantes, que aún a día de hoy, el proyecto en el que se basa esta memoria sigue tratando de esclarecer. (Ver Lámina 5) 6. METODOLOGÍA DE TRABAJO. 6.1. DETECCIÓN ELECTROMAGNÉTICA. La arqueología es un campo de investigación que ha sufrido una evolución técnica sobresaliente en las últimas dos décadas, que ha facilitado la obtención de nuevos registros de información que antes quedaban en el olvido o simplemente se dilataban en el tiempo, por la lentitud de los métodos de excavación clásicos. La aparición y aplicación de nuevas técnicas como la prospección sísmica o acústica, la prospección electromagnética, la mejorada fotografía aérea con su vertiente de infrarrojos, los últimos avances en la aplicación de los sistemas de teledetección activa como la tecnología SAR (Radar de apertura sintética), o los más novedosos radares o GPR (Ground Penetrating Radar) que nos acercan a nuevas posibilidades en la localización de yacimientos y estructuras, sin necesidad de sondear con anterioridad, incluso a distancia (PALACIOS yMARTIN-‐BUENO, 2004). Dentro de este ámbito de nuevas tecnologías 14 aplicadas al campo de la arqueología, la detección electromagnética, los detectores de metales en concreto, es quizás la más accesible para la mayoría de equipos de investigación, ya que su bajo coste en relación al resto de las tecnologías que hemos citado y los resultados que se obtienen de ella son razonablemente positivos. Hay que dejar claro que el uso de esta tecnología no 14Entendamos a los detectores de metales como nuevas tecnologías pese a su ya larga vida, simplemente por su tardía generalización en el terreno de la arqueología terrestre y su más tardía aceptación como herramienta útil para la investigación. 17 es ni mucho menos excluyente de la aplicación de otras técnicas arqueológicas clásicas que la complementen, pero también nos ofrece unas nuevas fuentes de información. La utilización de los detectores de metales en las labores de investigación arqueológica sin embargo, se ha visto envuelta en una polémica constante a los largo de los años, dentro del ámbito científico. La lucha entre los defensores de su utilización y sus detractores ha llenado congresos y artículos sin lograr un acercamiento de posturas, incluso a día de hoy. La leyenda negra que rodea a estos aparatos, ganada a pulso por su uso indiscriminado en el furtivismo, le ha granjeado enemigos entre los arqueólogos. Es obvio que el daño que este colectivo de delincuentes patrimoniales se ha visto enormemente acrecentado desde la aparición de estos aparatos, pero también es cierto que durante mucho tiempo no se le han reconocido las enormes posibilidades, que al colectivo investigador podía aportarle. Pese a dichas reticencias éticas, muchas investigaciones arqueológicas han apostado por su uso de manera sistemática en sus trabajos de campo, con fructíferos resultados, pero obviando su mención a la hora de exponer su metodología de trabajo por considerarlo algo impúdico (RODRIGUEZ TEMIÑO, 2003). Sin embargo no todos los ámbitos de la arqueología han sido tan reticentes o pudorosos a la hora de blandir el detector de metales como una de sus principales herramientas de trabajo. El campo de la Arqueología submarina, es sin duda uno de esos ámbitos en los que se ha demostrado con creces los aportes que la detección electromagnética puede ofrecernos. Las especiales condiciones en las que desarrolla la misma han promovido la búsqueda de soluciones técnicas, que optimicen las labores arqueológicas bajo el agua. Las condiciones de fondos, visibilidad y tiempo de permanencia en el medio, hicieron necesaria la búsqueda de sistemas que agilizaran las labores de prospección y excavación. El detector se mostró desde un principio, como una gran herramienta para localización vestigios y para el ahorro en tiempo, esfuerzos y costes. Otro de los ámbitos en el que el detector se ha granjeado buena prensa entre los profesionales de la arqueología, debido a sus grandes aportes de información, es el del ámbito de la arqueología militar y concretamente, en el estudio de los campos de batalla. La peculiaridad y complejidad de estos escenarios arqueológicos, extensión, dispersión de restos o por la naturaleza de los mismos se han visto compensadas en gran medida por el uso de los detectores de metales, agilizando y aumentando los registros de materiales mostrándose como una herramienta con amplia capacidad operativa y productiva 18 (REDDÈ, 1999), que de otro modo probablemente no serían localizados y recogidos por sus peculiares características de tamaños y aislamiento. Este último es el campo en el que se han desarrollado nuestras intervenciones. A lo largo de las últimas dos décadas se ha desarrollado un creciente interés por el estudio arqueológico de los campos de batalla históricos. Se trata de una corriente de investigaciones que trata de vislumbrar el desarrollo de los acontecimientos bélicos que conforman el pasado histórico de los ámbitos en los que se produjeron así como los patrones generales de la continuidad y el cambio cultural en la guerra, y conflictos a través del tiempo y el espacio (SCOTT-‐MCFEATERS, 2010). Esta nueva corriente ha tenido una evolución paralela a ambos lados del atlántico, pero atendiendo a diferentes intereses y ámbitos cronológicos Se han llevado acabo estudios de campos de batalla aplicando el uso de los detectores de metales buenos ejemplos como los de Rickey en Big Hole (1877) y Little Bighorn (1876) en la década de los 50, las campañas llevadas acabo por Scott también en Little Bighorn en 1983, los trabajos de localización de los las fortificaciones Wade y Cogun (1863), de la Guerra Civil norteamericana, llevados acabo por Bearss. En Texas, Hole combinó las técnicas de arqueología clásicas con el uso del detector en la localización de la batalla de San Jacinto (1836) en 1994, como ya hicieran en los 70 Baxter y Killen en el campo de batalla de Palo Alto(1846), Texas. Todos estos ejemplos han sentando las bases del uso de detectores de metales en este tipo de estudios en los Estados Unidos. Ya en el ámbito europeo, encontramos ejemplos del uso del detector de metales en los trabajos de prospección y excavación de campos de batalla como los estudios realizados por J. W. y en el 2001 en Olynthos (348 a C.) un campo de batalla urbano o los llevados acabo por Michel Reddè en el entorno de la batalla cesariana de Alesia (52 a.C.). Kalkriese, localización probable de la batalla de Teutoburgo, (9 d.C.) es otro de los escenarios de conflicto bien documentados gracias al uso de la detección magnética. Si fijamos nuestra atención en los estudios llevados realizados en nuestro país, destacan varios ejemplos sobresalientes de trabajo con detector en los campos de batalla. El equipo coordinado por Francesc Xavier Hernández Cardona y Xavier Rubio aplican el detector también en su proyecto de estudio del campo de batalla de Talamanca (1714), dentro de su metodología de trabajo. En la provincia de Jaén se desarrollan los trabajos de prospección para limitar el espacio y la composición del escenario de la batalla de Baecula durante la Segunda Guerra Púnica, que han llevado acabo el equipo de A. Ruiz y M. Molinos. Unzueta y Otxarán entre los años 1997 y 2003 realizan las campañas de 19 prospección magnética y excavación de otro campo de batalla, el de Andagoste (38 a. C.), en Álava, precedente a la conquista del norte de España por Augusto durante las Guerras Cántabras, con la recogida de una ingente cantidad de materiales metálicos, glandes, tachuelas, monedas pertenecientes a los legionarios romanos que allí pelearon. Situémonos ahora en el entorno del norte de España y el estudio de las Guerras Cántabras y la romanización augústea. De este periodo y en este ámbito geográfico son destacables las intervenciones con detector llevadas a término por Eduardo Peralta en los asedios de La Loma, La Espina del Gallego (PERALTA, 2000-‐2003), donde el uso del detector determinó los puntos de asalto de ambas fortificaciones, gracias a la localización de acumulaciones determinantes de objetos de militaria romana y armamento. A reseñar también el uso del detector en los trabajos de prospección de el campamento romano de La Poza llevados acabo por Juan José Cepeda (CEPEDA, 2004), y que forma parte del complejo militar romano de asalto del yacimiento de Las Rabas, otro de los objetos de estudio en nuestro proyecto general del Taller que nos ocupa. La metodología que hemos aplicado en las labores de prospección del yacimiento ha sido la basada en la prospección visual superficial del terreno complementada con el uso del detector de metales. La gran extensión de los recintos fortificados, así como de los frentes extramuros de probable interés arqueológico, planteó unas largas labores de prospección por sectores. Se realizaron jornadas específicas de revisión de estos sectores, tanto durante las campañas de excavación programadas para el yacimiento, como en periodos sin otro tipo de intervención arqueológica15. Las labores fueron realizadas por arqueólogos con formación y experiencia en el uso detectores de metales y siempre bajo control administrativo de la Dirección General de Cultura del Gobierno de Cantabria, por medio de la concesión de permisos específicos para el uso de detectores de metales en labores arqueológicas, atendiendo a lo exigido por la Ley 11/1998, de 13 de octubre, de Patrimonio Cultural de Cantabria y por el Decreto 36/2001, de 2 de mayo, de desarrollo parcial de la Ley. La especial configuración de este tipo de yacimientos con escasa potencia estratigráfica y de tipo horizontal, a la que se suma la abundancia de afloramientos rocosos superficiales en gran parte de su gran extensión, pueden resultar idóneos para el uso de detectores de metales que aporten una mayor cantidad de información a su estudio. 15 Se han llevado acabo prospecciones durante el periodo de intervalo entre el final de el Taller de Empleo Valdeolea V y el comienzo del VI. Siempre contando con la vigencia de los permisos de prospección de la Consejería. 20 Se distinguieron en el yacimiento zonas de intervención varias, prospectándose por un lado los interiores de los recintos fortificados, caracterizados por le escasa existencia de estructuras de hábitat apreciables y de materiales distintos a los metálicos. Durante estas labores se localizan monedas de diversas épocas, restos de militaria romana, indígena y de la Guerra Civil, que pueden llegar a ser una gran fuente de información para identificar las distintas ocupaciones romana de las posiciones. Otra de las zonas objeto de revisión han sido las estructuras defensivas, en las que gracias a la información aportada por los hallazgos realizados mediante detector, se han podido identificar las zonas de asalto principales al castro, en las que se acumula grannúmero de objetos como puntas de flecha, proyectiles, tachuelas de caligae romanas y diversas piezas de militaria romana similares a las que se recogen en los estudios sobre fortificaciones de las Guerras Cántabras como el campamento de La Loma (PERALTA, 2006), las Rabas (FERNÁNDEZ. y BOLADO, 2010b) y sobre el mismo yacimiento de Santa Marina en el 2009 (FERNÁNDEZ Y BOLADO, 2011) La tercera de las zonas preferenciales de estudio han sido las laderas y pendientes que caracterizan la orografía del emplazamiento. La prospección de estas zonas aporta una serie de materiales depositados por procesos postdeposicionales, que si bien pueden mostrarse descontextualizados, pueden sernos útiles para la identificación cronológica del asentamiento. Como es lógico, es necesario hacer referencia a aquellas carencias o defectos que nos encontramos a la hora de realizar las prospecciones con detector de metales y que nos obliga a no olvidar el resto de técnicas propias de nuestro método (prospección visual, sondeos, catas, etc.) y compaginarlas. La efectividad de detección de este tipo de aparatos depende de una multiplicidad de factores, la calidad de los mismos, de la presencia y el tipo de vegetación, humedad, interferencias causadas por la “basura” que se abandona en el campo (papel de aluminio, latas, chapas…), posicionamiento de los propios objetos, su estado de conservación, los diferentes tipos de aleaciones, materiales nobles, etc. La propia conductividad del terreno afecta a la calidad capacidad de detección de los aparatos y por ende de su coste. Si tomamos como referencia los aparatos utilizados por nuestro equipo16, de gama media-‐alta, obtendremos una capacidad de penetración de aproximada de unos 30 cm, salvo para objetos de gran tamaño, en los cuales la calidad de detección decrece progresivamente atendiendo a los factores de profundidad y tamaño de la pieza. Este factor es bastante determinante, dado que la mayoría de los objetos que se 16Detector de metales MinelabExplorerSE Professional. 21 encuentran depositados en este tipo de yacimientos son de pequeña entidad, menos de 3 cm, lo que muchas veces dificulta su localización. Este mismo problema del rango de penetración del detector complica su efectividad en niveles estratigráficos de mayor potencia como fossae o terrazas de cultivo situadas sobre el yacimiento erosivos. Pese a estos problemas y gracias a la información que de manera individual y en conjunto, como complementario al resto de las técnicas prospectivas y de excavación, podemos afirmar la validez y productividad que nos ha aportado el uso del detector al conocimiento y comprensión de los acontecimiento bélicos que afectaron a este emplazamiento arqueológico. Las funciones del monitor en este tipo de prospección han sido las de planificar sobre la cartografía las zonas de batida a realizar, teniendo en cuenta aquellos terrenos más propicios para ellas. Los criterios que se seguían a la hora de proyectarlas eran los de accesibilidad y limpieza del terreno, extensión del mismo y sobretodo la experiencia a la hora de localizar zonas similares a las de otras campañas y yacimientos. Los trabajos de prospección magnética los efectuamos siempre en grupos de dos detectores bajo mi supervisión y la colaboración de otros arqueólogos, para orientar a los alumnos en la interpretación de los distintos tipos de señales acústicas que proporcionan los primeros indicios de a qué metal puede adscribirse cada señal. También supervisaba las labores de extracción de los hallazgos, su fotografiado, registro y georeferenciación con el GPS y la caracterización estratigráfica en que se encuentre. En caso de que el hallazgo sea significativo se lleva a cabo un sondeo para micro-‐contextualizar la pieza. En el kit de material que portábamos para estas labores adjuntábamos siempre material de consolidación para piezas de difícil extracción por encontrarse excesivamente deterioradas, así como material para la recogida de muestras orgánicas que estuvieran adscritas a estos hallazgos. Para este tipo de intervenciones más técnicas siempre pudimos contar con el asesoramiento de los técnicos en restauración del MVPAC que nos marcaban las directrices de intervención en cada caso. 6.2. FOTOGRAFÍA AÉREA. En Arqueología, especialmente en estudios de conjunto o complejos arqueo-‐ históricos como el que pretende el proyecto en el que me encuentro inmerso, se hace necesaria la realización de un vuelo fotográfico de toda la zona de interés con el fin de detectar estructuras o enclaves invisibles a nuestros ojos sobre el terreno y que una visión aérea pueden ayudar a vislumbrar. 22 En los yacimientos necesitamos que se emplee un par de técnicas de prospección mediante fotografía aérea, considerándose necesario el empleo de ambas de forma individual o complementada (de cada yacimiento sería necesario disponer de fotografías efectuadas con las dos técnicas). Esto es: fotografía oblicua convencional y fotografía infrarroja. En un principio se ha optado únicamente por