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EL ROL DE LA ENSEÑANZA MEDIA TÉCNICO-PROFESIONAL EN LA REPRODUCCIÓN DE LA DESIGUALDAD EDUCATIVA Un estudio cuasi-experimental basado en el modelo de efectos primarios y secundarios del origen social. POR PABLO GERALDO BASTÍAS Tesis presentada al Instituto de Socioloǵıa de la Pontificia Universidad Católica de Chile, para optar al grado de Magister en Socioloǵıa Profesor Gúıa: Andrea Canales Comisión de Tesis: Mat́ıas Bargsted Andrew Webb Noviembre, 2015 Santiago, Chile c©2015, Pablo Geraldo Bast́ıas ii Agradecimientos Agradezco a todos los que hicieron posible esta tesis. A mis profesores, especialmen- te Andrea Canales, por su paciencia y por compartir conmigo el interés en estudiar la desigualdad, y a Luis Maldonado, por la buena onda y por introducirme en la causalidad. A Elisa e Isabel, las mejores compañeras de estudio y cervezas. A mis padres, por su apoyo desde siempre. Al Jeremy, que se leyó mi tesis en vez de estudiar para sus ramos. Y especialmente a Carmen, quien con su cariño hizo que el proceso de investigar y escribir no fuera un sufrimiento, sino un regalo. No hubiese sido posible cursar el programa de magister sin el apoyo de CONICYT y Fundación Volcán Calbuco. iii Índice de Contenidos Índice de Contenidos III Índice de Tablas V Índice de Gráficos VI 1. Introducción 1 2. Marco teórico 6 2.1. Efectos primarios y secundarios del origen social . . . . . . . . . . . . . . . 6 2.2. Tracking y desempeño académico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 12 2.3. Formación de las expectativas educacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 2.4. Educación técnico-profesional en Chile . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21 2.5. Preguntas e hipótesis de investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 3. Diseño de investigación 28 3.1. Estrategias de estimación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 28 3.1.1. Propensity Score Matching . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29 3.1.2. Differences-in-differences . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33 3.1.3. Análisis de sensibilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 3.2. Datos y muestra anaĺıtica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 3.2.1. Base de Datos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37 3.2.2. Selección de la muestra anaĺıtica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38 3.3. Variables utilizadas y descriptivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 3.3.1. Variables de resultado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 3.3.2. Variable de tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41 3.3.3. Variables incluidas en el matching . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42 iv 4. Resultados 49 4.1. Balance previo y posterior al matching . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 4.2. Efectos de la modalidad educativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 54 4.2.1. Efecto de la modalidad educativa sobre Simce matemáticas . . . . . 54 4.2.2. Efecto de la modalidad educativa sobre expectativas educacionales . 57 4.3. Aproximación a la heterogeneidad del efecto de la modalidad educativa . . 60 4.3.1. Interacción del tratamiento con caracteŕısticas previas . . . . . . . . 62 4.3.2. Matching por subgrupos según caracteŕısticas previas . . . . . . . . 68 4.4. Sensibilidad de los resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 5. Discusión y Conclusiones 78 5.1. Efecto TP: hallazgos y posibles mecanismos explicativos . . . . . . . . . . . 78 5.2. Efectos primarios y secundarios: reformulación del modelo causal . . . . . . 84 5.3. Limitaciones de la investigación y agenda futura . . . . . . . . . . . . . . . 88 5.4. Palabras finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90 6. Anexos 94 6.1. Modelos de efectos primarios y secundarios . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 6.2. Descriptivos Simce según grupos de población . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 6.3. Dificultades de estimar efecto escuela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100 6.4. Estimaciones del propensity score . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 6.5. Tablas de Balance y descripción de los grupos de tratamiento y control . . . 107 6.6. Establecimientos incluidos en el análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 6.7. Heterogeneidad del efecto TP sobre Simce matemáticas . . . . . . . . . . . 112 6.8. Análisis de sensibilidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113 7. Bibliograf́ıa 115 v Índice de Tablas 1. Operacionalización de variables incluidas en Matching . . . . . . . . . . . . 43 2. Estad́ısticos descriptivos muestra Región Metropolitana . . . . . . . . . . . 47 3. Balance Matching para SIMCE matemáticas y Expectativas educacionales . 50 4. Efecto de la modalidad TP sobre Simce matemáticas . . . . . . . . . . . . . 55 5. Efecto de la modalidad TP sobre Expectativas educacionales . . . . . . . . 59 6. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Simce matemáticas . . 63 7. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Disminución de Expec- tativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 66 8. Balance Matching por subgrupos de Expectativas previas . . . . . . . . . . 69 9. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Simce matemáticas . . 70 10. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Simce matemáticas . . 71 11. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Disminución de Expec- tativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 12. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Disminución de Expec- tativas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 13. Descriptivos Simce a nivel nacional, RM y muestra anaĺıtica . . . . . . . . . 99 14. Estimaciones de la probabilidad de asistir a establecimientos TP (logit) . . 106 15. Balance previo y posterior al Matching para Simce matemáticas . . . . . . 107 16. Balance previo y posterior al Matching para Simce matemáticas (DiD) . . . 108 17. Balance previo y posterior al Matching para Disminución de Expectativas . 109 18. Balance previo y posterior al Matching para Aumento de Expectativas . . . 110 19. Establecimientos en la muestra, antes y después del matching . . . . . . . . 111 20. Heterogeneidad del efecto de la modalidad TP sobre Simce matemáticas . . 112 21. Sensibilidad de los resultados a variables no observadas . . . . . . . . . . . 113 22. Amplificación de los valores Γ del análisis de sensibilidad . . . . . . . . . . . 114 vi Índice de Gráficos 1. Gráficos de balance previo y posterior al Matching para Matemáticas . . . . 52 2. Gráficos de balance previo y posterior al Matching para Expectativas . . . . 53 3. Efecto de la modalidad TP sobre Simce matemáticas. . . . . . . . . . . . . 56 4. Modelo de efectos primarios y secundarios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 94 5. Modelo de efectos primarios y secundarios (U). . . . . . . . . . . . . . . . . 95 6. Modelo de efectos primarios y secundarios (Decisiones anticipatorias). . . . 95 7. Modelo de efectos primarios y secundarios (EMI). . . . . . . . . . . . . . . . 96 8. Modelo de efectos primarios y secundarios (Morgan). . . . . . . . . . . . . . 97 9. Modelo de efectos primarios y secundarios (Completo). . . . . . . . . . . . . 98 vii Resumen La enseñanza media técnico-profesional, que recibe a más del 40% de los estudian- tes secundarios en Chile, es una realidad poco estudiada en nuestro sistema educacional. La literatura reciente ha mostrado que sus alumnos provienen de familias socialmente desaventajadas, que ven disminuidos sus resultados académicos y posibilidades de conti- nuar estudios superiores a causa de esta modalidad de enseñanza.Sin embargo, dichas investigaciones se han centrado en el peŕıodo que va entre 3o y 4o medio, donde los estable- cimientos técnico-profesionales y cient́ıfico-humanistas tienen un curŕıculum diferenciado y, por ende, ciertas brechas resultan esperables. La presente tesis, en cambio, se centra en el peŕıodo que va entre 1o y 2o medio, buscando responder si asistir a un establecimiento que ofrece exclusivamente educación técnica tiene un efecto causal sobre los resultados académicos y expectativas educacionales de los estudiantes, aún antes de dicha diferencia- ción curricular. Con este propósito se utilizó un Panel de datos Simce (2007-2013), que hace posible seguir a estudiantes de la Región Metropolitana en su trayectoria desde 4o básico a 2o medio, explotando el carácter longitudinal de los datos a través de dos diseños cuasi- experimentales: propensity score matching y differences-in-differences. Esto nos permite atribuir causalidad a la modalidad educativa del establecimiento en que los estudiantes comienzan la enseñanza media sobre su desempeño académico y expectativas educacionales al finalizar 2o medio. Los resultados muestran que asistir a un establecimiento técnico-profesional impacta negativamente en el Simce matemáticas (-0.2 D.E.) y en las expectativas educacionales de los estudiantes, disminuyéndolas en relación a las que declararon al finalizar su enseñanza básica. Análisis posteriores muestran que los más afectados son estudiantes con expectati- vas previas de asistir a la universidad y, sólo en el caso del puntaje Simce, los estudiantes con mejor rendimiento previo. viii Estos resultados, por su parte, nos permiten incluir nueva evidencia en la discusión sobre el modelo de efectos primarios y secundarios del origen social, que busca explicar la desigualdad de oportunidades educativas a partir de decisiones individuales. Se destacan dos aspectos previamente poco desarrollados en la literatura: en primer lugar, que efec- tos primarios y secundarios forman parte de un proceso dinámico, condicionándose y/o reforzándose mutuamente en distintos momentos de la trayectoria educativa de los estu- diantes; en segundo lugar, que la configuración del sistema educativo, especialmente la existencia de tracks diferenciados, ejerce una importante influencia sobre ambos efectos y, por ende, sobre la persistencia de la desigualdad de oportunidades educativas. 1 1. Introducción La educación técnico-profesional (en adelante TP) está en el centro de una serie de deba- tes y poĺıticas educativas promovidas al más alto nivel internacional. Diversos organismos la consideran clave en su agenda, tanto por promover el desarrollo económico sustentable, necesitado de mano de obra cada vez más especializada, como por ofrecer oportunidades laborales a jóvenes socialmente desaventajados, cuya población es más proclive a seguir este camino formativo, en busca de cualificaciones a bajo costo que posibiliten su inserción laboral temprana de manera rentable (Bassi et al. 2012; Cedefop 2011, 2014; OECD 2009). Este impulso internacional contrasta con la poca presencia de la educación técnica en el debate educacional en nuestro páıs, copado por temas como la expansión de la educación inicial, la efectividad escolar en la enseñanza básica y media, y el acceso y financiamiento en educación superior (Carrasco y San Mart́ın 2012; Ceppe, UAH y Ciae 2013; Mizala y Torche 2012; Mizala y Urquiola 2013; Muñoz 2014; San Mart́ın y Carrasco 2012; Torche 2005; Zubizarreta et al. 2014). Aśı, a pesar de un creciente interés en la tema, que ha sig- nificado la convocatoria a diversas comisiones asesoras sobre educación técnica (Comisión de Educación Técnica 2009; Comisión Asesora de Formación Técnico-Profesional 2010), la enseñanza media TP como camino formativo sigue siendo un terreno poco conocido, tanto en sus caracteŕısticas como en sus efectos. Parafraseando un reciente informe sobre la materia (Larrañaga et al. 2013), este desconocimiento parece reflejar un abandono de su alumnado que no es sólo sociológico, sino también social. La propia institucionalidad que rige este tipo de educación se encuentras bastante retrasada. Hasta hace poco tiempo, era regida por la misma normativa establecida en 1965, durante la reforma que extendió la educación primaria obligatoria hasta 8o básico (Ortiz 2009). Sólo el año 1998 se realizó una actualización de la misma, buscando poner al d́ıa la educación TP mediante cambios curriculares que afectaron tanto las especialidades 2 ofrecidas como la formación general1. Por ejemplo, la reforma implicó el establecimiento de 46 especialidades distribuidas en 14 áreas productivas, buscando dar mayor racionalidad a la oferta, para que estuviese en contacto con las necesidades económicas del páıs (Comisión de Educación Técnica 2009; Comisión Asesora de Formación Técnico-Profesional 2010; Sepúlveda 2011). Asimismo, se retrasó la diferenciación curricular desde 1o a 3o medio, en un intento de igualar las oportunidades educativas de los estudiantes en las distintas modalidades de enseñanza media (Espinoza, Castillo y Traslaviña 2011). Con una mejor formación general, los egresados TP podŕıan continuar estudios superiores, ya sea técnicos o universitarios; al mismo tiempo, se buscaba promover una inserción laboral más flexible, que en lugar de preparar a los estudiantes para un puesto de trabajo particular les permitiera mayor movilidad a través de la formación continua (Comisión de Educación Técnica 2009; Bassi et al. 2012; Larrañaga et al. 2013)2. Tras estos cambios, el sistema educacional alcanzó su actual estructura, con una edu- cación básica que comienza a los 6 años y se extiende hasta los 14 (1o a 8o básico), seguida por una educación secundaria de 4 años, dividida en dos tramos: el primero corresponde a la formación general, común a todos los establecimientos; el segundo, durante los dos años finales, donde algunos continúan ofreciendo sólo educación general, mientras otros deben dividir su jornada para incorporar la formación de especialidades técnico-profesionales. En los años posteriores a esta reforma, la proporción de estudiantes que cursa especialidades 1Entre otras cosas, la mencionada reforma buscó responder al verdadero caos en los planes de estudio de especialidades técnicas, que eran formulados a completo arbitrio de cada establecimiento, llegando a contarse 400 especialidades, sin aprobación de su plan de estudios y, en la mayoŕıa de los casos, con nulas posibilidades de inserción laboral y articulación con la educación superior. 2La magnitud de esta transformación no debe perderse de vista, pues significó un cambio no sólo para los estudiantes, sino también para profesores e instituciones educativas en general. Por un lado, los docentes debieron capacitarse en los nuevos planes de estudio, lo que tomó 5 años en realizarse, con un costo aproximado de USD 7,5 millones (Raczynski y Muñoz 2007: 46); por otro lado, los establecimientos técnico-profesionales debieron aumentar su cobertura en formación general y adaptar la enseñanza de sus especialidades a la mitad del tiempo, generando entre docentes y directivos desde apoyo entusiasta hasta desconfiada resistencia, actitudes que, al menos hasta hace poco tiempo, se manteńıan en conflicto (Sepúlveda 2011). 3 técnicas durante la enseñanza media se ha estabilizado entre el 40 y 45% de la matŕıcula, es decir, más de 200.000 alumnos distribuidos en 949 centros educativos3. En la actualidad, existe consenso de que la enseñanza media técnico-profesional no puede ser comprendida como un nivel de logro terminal, pues cada d́ıa son más los jóvenes que optan por continuar estudios superiores, ya sea inmediatamente después de egresados, o tras haber participado algunos años en el mercado laboral (Sevilla 2011a; Sevilla2011b). Por ende, si bien la inserción laboral de los egresados TP sigue siendo una preocupación importante (Bucarey y Urzua 2013; Cedefop 2012; Weinstein 2013), cada vez son más voces las que llaman la atención sobre la calidad de la formación general recibida durante la educación media, que resulta de vital importancia para los proyectos de continuidad de estudios de los jóvenes que han seguido el carril técnico-profesional (Faŕıas 2013; Faŕıas y Carrasco 2012; Faŕıas y Sevilla 2015)4. En este contexto, las supuestas bondades de la educación técnica se muestran pro- blemáticas desde un punto de vista de equidad social, por cuanto implican, aparentemente, un trade off entre favorecer la inserción laboral temprana de un grupo de la población nece- sitado de generar ingresos autónomos y, por otro lado, una disminución de sus proyecciones educativas y laborales, especialmente de aquellos jóvenes de origen social desaventajado con destacado rendimiento académico previo (Faŕıas, 2013; Larrañaga et al. 2014). De acuerdo a la literatura comparada, este efecto no deseado de la educación vocacional 3Según datos del MINEDUC, en Chile existen 2893 establecimientos que imparten enseñanza media, siendo 1944 exclusivamente cient́ıfico-humanistas, 373 exclusivamente técnico-profesionales y 576 estable- cimientos polivalentes, es decir, que imparten enseñanza media en ambas modalidades. La cantidad rela- tivamente pequeña de establecimientos TP que alberga una proporción tan grande de estudiantes se debe a que, en promedio, los establecimientos de esta modalidad cuentan con el doble de matŕıcula en 3o y 4o medio que los establecimientos cient́ıfico-humanistas. Por otro lado, existe gran variación regional en la proporción de estudiantes por modalidad, sin que se haya logrado determinar patrones que expliquen estas diferencias (Comisión Asesora de Formación Técnico-Profesional 2010; Larrañaga et al. 2013). 4Ya durante la década del ’90 comenzaba a alertarse sobre la progresiva obsolescencia de la educación secundaria TP, retrasada con respecto a las necesidades educativas contemporáneas, donde el aprendizaje continuo y las habilidades generales cobran mayor relevancia (CEPAL-UNESCO 1992; Bassi et al. 2012; Faŕıas y Sevilla 2012). Sin embargo, esta discusión sólo recientemente se ha comenzado a dar con más fuerza en nuestro páıs. 4 resulta tanto más pronunciado cuanto más temprano en su trayectoria los estudiantes sean divididos en carriles de educación general y técnica (Eichhorst et. al., 2012). En este sentido, resulta pertinente preguntarse por el momento en que, de facto, se produce la separación entre estudiantes técnico-profesionales y cient́ıfico-humanistas, más allá de que la legislación chilena establezca su inicio en 3o año de enseñanza media. Al respecto, si bien no existe evidencia contundente, diversos estudios han insinuado la posibilidad de que las diferencias de calidad entre los establecimientos cient́ıfico-humanistas y técnico-profesionales produzcan brechas de resultado entre sus estudiantes aún antes de la diferenciación curricular, es decir, al comenzar la enseñanza media (Comisión Asesora de Formación Técnico-Profesional 2011; Comisión de Formación Técnica 2009; Faŕıas 2013; Larrañaga et al. 2013). Diversos antecedentes explicaŕıan esta sospecha, especialmente las caracteŕısticas particulares de los establecimientos TP en cuanto a la composición de su alumnado, cuerpo docente, y una cultura organizacional más orientada al mundo del trabajo que al de la educación (Catalán 2014; Faŕıas y Carrasco 2012; Faŕıas y Sevilla 2012; Faŕıas 2013; Sepúlveda 2011). En este contexto, seŕıa esperable que cursar estudios TP afectara a los estudiantes aún en 1o y 2o medio. Por ende, la presente investigación busca abordar emṕıricamente dicha posibilidad, planteando las siguientes interrogantes: ¿Existe un impacto de cursar estudios en establecimientos técnico-profesionales sobre los resultados académicos, antes de la diferenciación curricular? ¿Se ven afectadas también las expectativas educacionales de los estudiantes en este peŕıodo? Por último, de existir tales efectos, ¿son heterogéneos para distintos grupos de la población? Al abordar estas preguntas, se pondrá en diálogo el caso chileno con el enfoque de rational choice, que busca explicar la desigualdad educativa a partir de la distinción entre efectos primarios y secundarios, es decir, basándose en las brechas de desempeño académico y decisiones educativas tomadas por jóvenes de distinto origen social (Breen y Goldthor- pe 1997; Jackson et al. 2013). Diversos autores han evidenciado las limitaciones de esta 5 perspectiva, destacando la necesidad de reformular sus supuestos si se pretende desarrollar un modelo causal créıble sobre la reproducción de la desigualdad educativa que, al mismo tiempo, permita identificar el papel que desempeñan en ella las brechas de rendimiento académico y las decisiones educativas individuales (Lucas 2009; Morgan 2012; Morgan et al. 2013). Por ende, otro objetivo de esta tesis es hacerse parte de este debate en curso, a partir de la evidencia levantada desde el caso chileno. En definitiva, la presente investigación tiene un doble propósito: por una parte, produ- cir evidencia sobre los efectos de cursar enseñanza media en un establecimiento técnico- profesional en nuestro páıs y, por otra parte, poner en relación estos resultados con el proyecto de formular un modelo sociológico capaz de dar cuenta de la reproducción de la desigualdad educacional. Para abordar las preguntas planteadas, haremos uso de métodos semi-experimentales (propensity score matching y differences-in-differences), lo que nos permitirá aproximar el efecto causal de la modalidad educativa, evaluando de manera más rigurosa nuestras hipótesis. Además de la presente introducción, el plan de esta tesis es el siguiente. En primer lugar, se revisa el modelo de efectos primarios y secundarios, que constituye nuestro marco conceptual; a continuación, se reseñan los principales hallazgos de la literatura tanto inter- nacional como relativa al caso chileno, que ofrecen la base para las hipótesis que pondremos a prueba en la sección emṕırica. Luego, se presenta el diseño de investigación, incluyendo las estrategias de estimación y los supuestos necesarios para interpretar causalmente nuestros resultados, aśı como los datos y variables incorporadas en el análisis. La cuarta sección pre- senta los resultados obtenidos, en relación al efecto de cursar estudios en un establecimiento TP sobre desempeño académico y expectativas educacionales, aśı como la heterogeneidad de dicho efecto. Finalmente, la última sección concluye discutiendo los hallazgos de esta tesis, tanto en su aporte a lo que sabemos sobre la enseñanza media técnico-profesional en Chile, como a partir de los indicios que entrega al proyecto de reformular el modelo de efectos primarios y secundarios. 6 2. Marco teórico 2.1. Efectos primarios y secundarios del origen social Inspirada por el trabajo seminal de Raymond Boudon (1973; Cf. Hauser 1975), existe una corriente de la socioloǵıa de la educación que ha buscado explicar la desigualdad educativa como producto de decisiones individuales tomadas racionalmente. Los individuos perseguiŕıan sus propósitos a partir de estimaciones subjetivas de costo/beneficio, haciendo uso de su conocimiento sobre las condiciones, limitaciones y oportunidades con las que cuentan, sin que esto implique, por otro lado, un conocimiento perfecto de su situación ni absoluta claridad sobre sus propias metas (Goldthorpe 1996). En este marco, la trayectoria educativa individual es entendida como una serie de de- cisiones en torno a permanecer estudiando o dejar de hacerlo. Si bien es deseable alcanzar un mayor nivel educativo para obtener una mejor posiciónsocial en el futuro, permanecer estudiando resulta a la vez costoso. Por ende, en cada punto cŕıtico de su trayectoria los es- tudiantes se enfrentan a este dilema, que resolverán optando por la decisión que maximice su beneficio subjetivo. En esta versión sociológica de la teoŕıa de la elección racional, por cierto, la utilidad considerada por los individuos van más allá de la estrictamente económi- ca, tratándose de una más amplia “utilidad social”(Goldthorpe 2014; Holm y Jaeger 2005, en Canales 2013). Buscando conceptualizar el modo en que el origen social influye sobre las decisiones educativas, Boudon introdujo la distinción entre efectos primarios y secundarios, poste- riormente adoptada y desarrollada por Breen y Goldthorpe (1997; Goldthorpe 1996). La distinción es sencilla. Por un lado, la clase de origen estaŕıa asociada al desempeño del estudiante, tal como se observa emṕıricamente que quienes provienen de la parte baja de la pirámide social obtienen resultados académicos inferiores, mientras los estudiantes so- cialmente aventajados suelen tener mejor desempeño académico. A esta asociación entre origen social y desempeño académico se le denomina efecto primario. Por otro lado, los 7 estudiantes de familias privilegiadas permanecen más tiempo educándose y suelen tomar rutas académicas más ambiciosas que sus pares de estratos bajos, aún a un mismo ni- vel de desempeño previo. Esta asociación entre origen social y expectativas y decisiones educacionales corresponde a los efectos secundarios. Por su parte, dos mecanismos explicativos estaŕıan detrás de tales asociaciones. En pri- mer lugar, los efectos primarios influiŕıan en la decisión educativa a través de la probabili- dad subjetiva de éxito, es decir, entregando al estudiante una señal sobre sus posibilidades de superar adecuadamente el próximo nivel educacional. Por ende, la brecha de desempeño entre estudiantes de distinto origen social se traduce en una percepción desigualmente dis- tribuida de sus opciones académicas futuras, afectando la decisión de continuar estudios. Simultáneamente, las expectativas y decisiones educacionales estaŕıan relacionadas con el origen social por un segundo camino, dada la dependencia entre la clase de origen y la utilidad generada por las decisiones educacionales. Breen y Goldthorpe (1997; Goldthorpe 1996) sostienen que, a través de sus decisiones, los estudiantes buscaŕıan evitar descender socialmente; por esta razón los individuos de origen aventajado suelen alcanzar un mayor nivel educativo, el que les resulta necesario para reproducir su posición de clase, mientras los estudiantes de origen más bajo pueden cumplir el mismo propósito con menos años de educación. En referencia a este último mecanismo los autores denominan su teoŕıa como Relative Risk Aversion (Breen y Goldthorpe 1997; Lucas 2009). Mientras los individuos compar- tiŕıan, sin importar su clase social, una aversión similar al riesgo de descender socialmente, la educación necesaria para evitarlo seŕıa en cada caso relativa a la posición de origen. De alĺı que Goldthorpe (1996) interprete las diferencias en los planes educacionales de los jóve- nes de distinto origen social, no como expresión de una mayor o menor valoración de la educación, sino como aspiraciones estructuralmente relacionadas con su punto de partida5. 5En contraposición a las llamadas teoŕıas de la reproducción cultural (Bourdieu y Passeron 1996; Lareau 2003; Sullivan 2001), el modelo de efectos primarios y secundarios busca dar cuenta de la desigualdad educativa prescindiendo de explicaciones normativas o subculturales, basadas en la supuesta aversión de 8 El modelo de efectos primarios y secundarios recién descrito ha sido aplicado en nume- rosas investigaciones emṕıricas, las que han destacado la importancia de tomar en cuenta las decisiones individuales, más allá de las brechas de desempeño académico, para explicar las tendencias comparadas de la desigualdad educacional (Becker y Hecken 2009; Erikson et al. 2005; Glaesser y Cooper 2014; Jackson et al. 2007, 2012, 2013; Jaeger y Holm 2012; Ress y Azzolini 2014; Shindler y Lörz 2012; van de Werfhorst y Hofstede 2007). Sin embar- go, como han reconocido sus propios cultores (Jackson 2013), existe también una creciente insatisfacción con el modelo causal subyacente a la distinción entre efectos primarios y secundarios, llevando a la necesidad de reformular sus supuestos, dada su falta de realismo y excesiva simplicidad (Morgan 2012). A continuación abordaremos tres aspectos de esta cŕıtica, los que serán de importancia a la hora de discutir nuestros resultados posteriores. En primer lugar, un propósito expĺıcito del modelo de efectos primarios y secundarios es evaluar la importancia relativa que tendŕıan tanto las brechas de desempeño como las diferencias de decisión en la reproducción de la desigualdad educativa, lo que supone que efectos primarios y secundarios son emṕıricamente distinguibles (Jackson 2013; Kartsonaki, Jackson y Cox 2013; Ress y Azzolini 2014). Mientras en la formulación original de Breen y Goldthorpe dicha separabilidad simplemente se asume, otros autores han sostenido que el desempeño académico puede ser afectado de manera anticipada por las decisiones que un estudiante proyecta realizar en el futuro, volviendo problemática la identificación de ambos efectos. En otras palabras, la influencia indirecta de las decisiones anticipatorias a través del desempeño académico, impediŕıa capturar el efecto secundario del origen social simplemente “controlando”por el rendimiento observado (Erikson et al. 2005; Erikson y Rudolphi 2010; Jackson et al. 2007)6. los estudiantes de clase trabajadora a seguir rutas académicas más ambiciosas, dada la lejańıa de sus valores y formas de vida con el mundo académico y la cultural oficial. De acuerdo a Breen y Goldthorpe, su teoŕıa busca evitar“(...) any assumption that these actors will also be subject to systematic influences of a (sub)cultural kind, whether operating through class differences in values, norms or beliefs regarding education or through more obscure ‘subintentional’ processes”(Breen y Goldthorpe 1997: 278). 6Frente a esta dificultad, algunos autores recurren a un argumento ad hoc para resolver la situación, 9 En segundo lugar, Morgan y otros han dedicado una serie de art́ıculos a señalar las limitaciones del modelo de efectos primarios y secundarios en tanto modelo causal, dada su omisión de factores relevantes, que vuelven poco créıbles los supuestos de la descompo- sición entre efectos primarios y secundarios (Morgan 2012; Morgan et al. 2013 a, 2013 b, 2013 c). Estos factores omitidos seŕıan todos aquellos que influyen simultáneamente sobre la posición social y el destino educacional de los estudiantes, sobre su desempeño académi- co y percepción de oportunidades, o bien los que, no estando relacionado con el origen social, afectan al mismo tiempo el desempeño, las decisiones y el logro educativo. Morgan ejemplifica estas variables, para el caso de EEUU, aludiendo a la raza de los estudiantes y las desigualdades locales en la calidad de la educación. Dicho en términos formales, tal como ha sido aplicada emṕıricamente, la descomposición entre efectos primarios y secundarios supone que no existen entre ellos causas comunes (back-door paths) que puedan abrir rutas alternativas, y por ende generar asociación, entre el origen social y el logro educativo; es decir, ha supuesto que toda la asociación entre el origen social y el logro educativo que no pasa por el desempeño académico puede ser atribuida a decisiones individuales7. Un tercer ámbito de cŕıtica se debe a que, en el modelo de Breen y Goldthorpe, el sistema educacional parece no jugar ningún papel activo, sino actuar simplemente como sosteniendo que mientras el desempeño académico enmomentos cercanos a una transición educativa se encontraŕıa “contaminado”por decisiones anticipatorias, esto no afectaŕıa al desempeño medido en momen- tos lejanos a dichas transiciones (Jackson 2013). Aśı, proponen controlar por alguna medida de habilidad obtenida previamente, lo que revelaŕıa no sólo la existencia de decisiones anticipatorias sino el hecho de que los efectos secundarios seŕıan subestimados si no son tomadas en cuenta (Erikson et al. 2005; Erikson y Rudophi 2010; Jackson et al. 2007). 7En la literatura emṕırica referida se suele observar únicamente el desempeño académico, considerando como efecto secundario la asociación entre origen social y logro educativo que permanece aún controlando por desempeño. Aśı, dado que estimar la magnitud de los efectos secundarios sólo controlando por el desempeño académico refleja todas las fuentes de asociación entre el origen social y el logro educativo que no pasan por el desempeño académico, es posible que los efectos secundarios sean incluso sobrestimados por la metodoloǵıa estándar (Morgan et al. 2013 a). Por ende, el problema que no se soluciona condicionando por un desempeño académico más o menos lejano al momento en que se toma una decisión (Erikson et al. 2005), pues coincidimos con Morgan en que no existe ninguna justificación para suponer que tal asociación residual entre origen social y logro educativo sea atribuible exclusivamente a decisiones individuales (el detalle de la discusión en Morgan 2012). 10 un medio de contraste que permite revelar la influencia del origen social sobre el logro edu- cacional, sin causarla ni modificarla. Esto lleva a que las brechas de desempeño académico (efectos primarios) permanezcan como un fenómeno sin explicación sociológica, y a que las diferentes expectativas y decisiones (efectos secundarios) se expliquen o bien a través de la probabilidad subjetiva de éxito, o bien por la aversión relativa al riesgo, pero en ningún caso en referencia a las caracteŕısticas institucionales del sistema educativo. Quien más ha desarrollado este punto de cŕıtica ha sido Samuel Lucas (2001; 2009), entrando en diálogo expĺıcito con las propuestas de Breen y Goldthorpe, para complementarlas alĺı donde sea posible, y establecer una agenda de investigación que determine cual es la formulación más adecuada alĺı donde sus predicciones entren en conflicto8. Lucas sostiene que las diferencias cualitativas en la educación recibida son relevantes y tienen importantes consecuencias sobre el destino social de los estudiantes (Lucas 2001, Lucas y Beresford 2010). Por ende, estas diferencias seŕıan utilizadas por los grupos aven- tajados como medio para mantener su privilegio social. De alĺı que su teoŕıa se denomine Effectively Maintained Inequality o EMI, en referencia al hecho de que los grupos privi- legiados utilizaŕıan, ya sea individualmente o como clase social, todos los recursos a su disposición para traspasar efectivamente su privilegio a sus hijos (Cf. Marks 2013)9. 8Los planteamientos de Lucas surgen en directa discusión con la llamada maximally maintained inequa- lity o MMI, elaborada por Raftery y Hout (1993). Dichos autores sostienen que la influencia del origen social sobre el logro educativo permanece constante a su máximo nivel posible, a menos que la clase más aventajada alcance una participación prácticamente universal en determinada transición educativa. Solo en ese escenario, la influencia del origen social sobre el logro educativo declinaŕıa. Por ende, según proponen los autores, la única manera de combatir la desigualdad de resultados educativos seŕıa mediante la expansión de la cobertura educacional, hasta alcanzar su universalización. 9En consecuencia, si lo que importa no es únicamente el logro educativo sino las diferencias sustanciales en el tipo de educación recibida, dif́ıcilmente la expansión de la matŕıcula logre el efecto de disminuir la desigualdad. En cambio, a cualquier nivel de cobertura dado, seŕıa posible obtener ventajas y, por ende, el conflicto por la ubicación en el sistema educacional no declinaŕıa necesariamente con su expansión (Lucas 2009: 500). Lucas sostiene asimismo que las familias de origen aventajado invertirán los recursos necesarios para trans- mitir su privilegio a sus hijos, compensando dificultades iniciales en la trayectoria educacional. Este plan- teamiento ha dado lugar a una ĺınea de investigación sobre ventajas compensatorias del origen social, que ha generado evidencia sobre la menor dependencia de los estudiantes de familias privilegiadas respecto de fracasos previos en su trayectoria educacional (Bernardi 2012, 2014; Bernardi y Cebolla-Boado 2014a, 11 En este contexto, los arreglos institucionales concretos de cada sistema educativo, con sus diferencias sistemáticas en la calidad de la educación provista, se vuelven objeto de análisis. Mientras los estudiantes socialmente aventajados aprovecharán las mejores opor- tunidades educativas, los estudiantes más pobres se verán relegados a rutas académicas de menor calidad, preservando la desigualdad. Un ejemplo de tales desigualdades cualita- tivas es la ubicación de los estudiantes en determinados tracks educativos, académicos o vocacionales, en cuya asignación el origen social juega un rol determinante. Un aspecto presente en la agenda de investigación propuesta por Lucas (2009) que resulta fundamental para la presente tesis es el origen de la probabilidad subjetiva de éxito y las expectativas educacionales. Mientras Breen y Goldthorpe sostienen que éstas dependen directamente del rendimiento previo, Lucas se declara agnóstico de dicha rela- ción, asignándoles, en cambio, una mayor determinación a partir tanto del origen social como de la ubicación (track) del estudiante en el sistema educacional. Sobre esto último, sin embargo, la teoŕıa de RRA no se pronuncia. Por ende, estudiar el efecto que podŕıa tener la ubicación de los estudiantes al interior del sistema escolar sobre sus expectativas de continuidad de estudios resulta muy relevante para determinar, en este punto, si la formulación más adecuada proviene de RRA o EMI (Lucas 2009: 503). En resumen, los aspectos del modelo de Breen y Goldthorpe que la literatura ha puesto en tensión son tres. En primer lugar, el supuesto de que los efectos primarios y secun- darios son claramente distinguibles en términos emṕıricos, es decir, de que ambos efectos constituyen caminos paralelos. En segundo lugar, el supuesto de que no existen factores de asociación entre origen social y logro educativo distintos a los efectos primarios (desem- peño) y secundarios (decisión), es decir, variables omitidas que confundan la influencia 2014b). Aśı, contrario a la predicción de RRA de que la mayor influencia del origen social estaŕıa entre los estudiantes con desempeño intermedio, dado que en ese tramo los resultados académicos seŕıan poco informativos de las probabilidades de éxito futuro (Jackson et al. 2007; van der Werfhorst y Hofstede 2007), Bernardi muestra que el mayor efecto del origen social se produce entre los estudiantes de peor desempeño previo, pues este grupo requiere mayor inversión de recursos para alcanzar el rendimiento de sus pares. 12 de efectos primarios y secundarios. Por último, el supuesto de que el sistema educacional juega sólo un rol pasivo en la existencia de desigualdades educativas, en lugar de ser un agente que influye tanto en las brechas de desempeño como en las decisiones educativas de los jóvenes. Estas limitaciones, en conjunto, refuerzan la necesidad de interpretar con precaución (es decir, descriptivamente) los resultados presentes en la literatura enmarcada en el modelo de efectos primarios y secundarios; al mismo tiempo, refuerzan la necesidad de reformular la propuesta de Breen y Goldthorpe, si lo que se busca es desarrollar un modelo causal cuyos supuestos seancréıbles, y que permitan identificar el papel que las brechas de desempeño y las decisiones individuales juegan en la reproducción de la desigualdad educativa. Las dos siguientes subsecciones estarán dedicadas a reseñar la evidencia emṕırica dis- ponible, que respalda la necesidad de reformular teóricamente el modelo propuesto por Breen y Goldthorpe (1997); en la tercera subsección se revisará la literatura reciente sobre la educación técnico-profesional en Chile, que constituye el caso de estudio a partir del cual abordaremos la discusión sobre el modelo de efectos primarios y secundarios. Final- mente, se presentan las preguntas e hipótesis de investigación que se pondrán a prueba emṕıricamente en esta tesis. 2.2. Tracking y desempeño académico La mayoŕıa de los sistemas educacionales del mundo cuentan con algún grado de estrati- ficación curricular en su interior, si bien su magnitud, el momento de la primera separación, el grado de rigidez y las consecuencias de la separación vaŕıan enormemente de un lugar a otro (Bol y van de Werfhorst 2013; Bol et al. 2014). La literatura comparada distingue entre dos tipos de tracking (Lucas y Beresford 2010; Chmielewski 2014). En primer lugar, el que se produce al interior de un mismo establecimiento, separando a los estudiantes por materias con distintos niveles de dificultad, conocido como ability grouping o within 13 tracking, caracteŕıstico del modelo anglosajón. Por otro lado, hay sistemas donde los es- tablecimientos se especializan en modalidades educativas, ya sean generales/académicas, o bien vocacionales/técnicas. En este último caso, conocido como between tracking, los estudios se cursan en v́ıas paralelas e incluso lugares f́ısicos diferentes. Su presencia es ma- yoritaria en los sistemas educativos de Europa y América Latina, por lo que concentrará nuestra atención en lo sucesivo. Al evaluar la pertinencia de contar con caminos separados entre estudios académicos y vocacionales, se presenta una tensión entre los supuestos beneficios obtenidos, como un mejor manejo de la heterogeneidad de los estudiantes y beneficios laborales para aquellos que siguen el camino vocacional, y los costos de la separación, especialmente el aumento de la desigualdad de resultados educativos entre los que siguen la modalidad académica y técnica (Hanuschek y Woessmann 2006) 10. En la literatura que aborda el tracking a partir de sus resultados espećıficamente edu- cativos, diversos autores (Holm et al. 2013; Bol et al. 2014) destacan la importancia de considerar separadamente dos fenómenos de interés, el efecto selección y el efecto track. Mientras el primero refiere a la asociación entre origen social y la modalidad cursada, el segundo refiere al efecto de cursar estudios en modalidad vocacional sobre resultados edu- cativos, ajustando por selección. Aśı, la estructura del sistema educativo contribuiŕıa a reproducir la desigualdad social, primero, atrayendo a jóvenes de clase baja hacia el track menos prestigioso y exigente y, luego, disminuyendo sus oportunidades de aprendizaje. Las investigaciones que han abordado el llamado efecto selección, han puesto en eviden- cia la asociación existente entre las desventajas sociales de los estudiantes y la “elección”de 10De acuerdo a Bol y van de Werfhorst (2013), dicha tensión remite al origen mismo del sistema dife- renciado durante el siglo XIX, que respondeŕıa simultáneamente a la creciente necesidad de mano de obra calificada para cumplir labores técnicas, como a la búsqueda de preservar la estratificación social en el sistema educativo en una época de expansión (Ainsworth y Roscino 2005; Bertocchi y Spagar 2004). Esta tensión persistiŕıa en los sistemas contemporáneos pues, como muestra la evidencia comparada, cuanto más ŕıgido, especializado y temprano sea el tracking, mayor será su retorno laboral y al mismo tiempo la desigualdad de resultados educativos que produzca (Bol y van de Werfhorst 2013). 14 una ruta educacional menos prestigiosa, destinada a una temprana inserción laboral. Es- ta asociación operaŕıa tanto a través de las decisiones familiares, como de las prácticas institucionales del propio sistema educacional, que por medio de docentes y consejeros es- timulaŕıa a los estudiantes de origen menos privilegiado a seguir dichas trayectorias. En efecto, no sólo quienes hayan experimentado dificultades académicas en su trayectoria, sino especialmente quienes sufren desventajas económicas y sociales (incluyendo poblacio- nes minoritarias y migrantes), tienen una probabilidad muy superior de cursar estudios técnicos o vocacionales, cuestión que al menos parcialmente se explicaŕıa por la presencia de un “habitus institucional”del staff de los establecimientos, quienes tienden a percibir las opciones de sus estudiantes de tal forma que reproducen su posición social de origen (Barg 2013; Bernardi y Cebolla-Boado 2014a; Bonizzoni, Romito y Cavallo 2014; Glaesser y Cooper 2014; Catalán 2014). En cuanto al llamado efecto track, la evidencia acumulada ha llevado a algunos autores a afirmar que el tracking constituye la dimensión de los sistemas educacionales que pro- duce el mayor efecto sobre el desempeño de los estudiantes (Bol et al. 2014), generando gran desigualdad de oportunidades educativas. Tal afirmación se sustenta en una serie de estudios comparados, que han utilizado datos de las pruebas TIMSS y PISA, y diversas metodoloǵıas, para dar cuenta de la heterogeneidad entre páıses y sistemas educacionales (Bol et al. 2014; Brunello y Checci 2006; Hanushek y Woessmann 2006; Pekkarinen 2014; Schuetz, Ursprung y Woessmann 2008; Woessmann 2009; Woessmann et al. 2009; Cf. Wal- dinger 2007), aśı como numerosos estudios de casos nacionales, que han destacado tanto la importancia del tracking en la reproducción de las desigualdades educativas, como de las dificultades que enfrentan las reformas que buscan revertir su influencia (Malamud y Pop-Eleches 2011; Holm et al. 2013; van Elk, van der Steeg y Webbink 2011; Cf. Durst- mann, Puhani y Schönberg 2014). En resumen, la investigación disponible sobre efecto track muestra que la existencia de una ruta educativa vocacional tiende a exacerbar la de- sigualdad de resultados educativos, sin mejorar sustancialmente las proyecciones laborales 15 de sus estudiantes y, en cambio, perjudicando notoriamente sus posibilidades de continuar estudios. Pero la importancia de las v́ıas separadas en los sistemas educacionales va más allá de su influencia sobre desempeño académico. Por ejemplo, Kelly y Carbonaro (2012) estudian el impacto del camino tomado por un estudiante al interior de la escuela sobre las expectativas de sus profesores, centrándose en estudiantes con ubicaciones discrepantes (i.e., que toman algunos cursos de alta exigencia y otros de baja exigencia). Sus hallazgos muestran que cada profesor se forma una imagen de sus capacidades a partir del track donde ellos enseñan, con independencia de su comportamiento y desempeño en las demás asignaturas y el resto de su vida escolar. Este argumento es fácilmente extrapolable al escenario de separación entre escuelas, por cuanto los profesores de establecimientos TP estaŕıan recibiendo una clara señal sobre la poca habilidad de sus estudiantes, a diferencia de los profesores de modalidad académica. Esto afecta su percepción sobre el esfuerzo y las posibilidades de sus alumnos, influyendo so- bre la cultura institucional del staff académico, su satisfacción laboral y, en último término, sobre sus prácticas instruccionales y expectativas sobre los estudiantes (van Houtte 2004, 2006; van Houtte, Demanet y Stevens 2013). Otros autores han señalado que la modalidad educativa propicia la formación de redes de amistad entre estudiantes de un mismo track, con su consiguiente influencia mutua y reforzamiento de la jerarqúıa de estatus entremodalidades (Kubitschek y Hallinan 1998); por otro lado, se ha argumentado que el track también afecta el comportamiento y la autoestima de los estudiantes, disminuyéndola entre los que siguen estudios vocacionales, brecha especialmente aguda en establecimientos con segregación interna11, a causa de la comparación directa que posibilita (van Houtte et al. 2012; van Houtte y Stevens 2009). En śıntesis, los mecanismos posiblemente subyacentes a la influencia del track voca- cional, descontando el efecto de selección a nivel individual, podŕıan resumirse en cuatro 11Es decir, aquellos establecimientos que en Chile denominaŕıamos Polivalentes. 16 grandes dimensiones: a) efecto de los pares asignados a una misma modalidad, b) el es- tigma social que implica cursar estudios vocacionales, c) las diferencias curriculares y, d) en general, la diferencia de oportunidades educativas, es decir, la discordante calidad de la educación recibida en los distintos tracks del sistema educacional, ya sea por aspectos institucionales, docentes, expectativas, etc. (Hallinan y Kubitshek 1998; Holm et al. 2013; Faŕıas 2013). En conjunto, tanto el tipo de estudiantes seleccionados como las consecuencias de es- ta selección ponen en evidencia el rol de la modalidad vocacional en la reproducción de las desigualdades educativas. A todo lo anterior, se suma la pérdida de credibilidad de la narrativa que asocia educación vocacional con mejores resultados en el mercado laboral, mostrando que, de existir, estos beneficios seŕıan mı́nimos y decrecientes con el tiempo (Brunello y Cecchi 2006; Dunstmann 2004; Eichhorst et al. 2012). Por ende, los antece- dentes recopilados a partir de la evidencia internacional justifican el tratamiento de la modalidad técnico-profesional en términos del rol que podŕıa jugar en la reproducción de la desventaja social de los grupos que acceden a este tipo de educación. 2.3. Formación de las expectativas educacionales Haber establecido las expectativas educacionales como un factor explicativo de primer orden de las diferencias de logro educativo y estatus ocupacional es debido, sin duda, al llamado modelo de adquisición de estatus, modelo psico-social o simplemente modelo de Wisconsin. Tras el influyente trabajo de Blau y Duncan (1967) en estratificación social, el modelo de Wisconsin surgió como un intento de complementar aspectos insatisfactoria- mente tratados, en especial la falta de mecanismos explicativos de la relación entre origen y destino social (Sewell, Haller y Portes 1969). En efecto, el modelo Blau-Duncan destacaba patrones de movilidad, pero sin consi- derar los posibles mediadores del efecto del origen social sobre el destino educacional y 17 ocupacional. El modelo de Wisconsin, en cambio, desagrega la influencia del origen social en mecanismos causales particulares, rol que pueden cumplir variables psicológicas como la habilidad, y psico-sociales, como la autoestima, grupos de referencia, otros significati- vos y expectativas educacionales, que seŕıan transmitidas tempranamente en el proceso de socialización y, por ende, tendeŕıan a reproducir la estructura social (Haller y Portes 1973)12. Recientemente, se han establecido importantes ĺıneas de investigación que buscan re- tomar y complementar el modelo de Wisconsin. Por ejemplo, Morgan (et al. 2013 b) ha destacado que las expectativas educacionales, para ser predictivas del logro educativo, requieren ser consistentes y estar acompañadas de información adecuada sobre el nivel educacional requerido para cumplir las propias expectativas ocupacionales. Aśı, las expec- tativas educacionales mediaŕıan el efecto de las expectativas ocupacionales en el proceso de adquisición de estatus. Por otro lado, se ha destacado la importancia de lo que podŕıa llamarse la “calidad”de las expectativas de los estudiantes, de la cual parece depender en parte importante su influencia sobre resultados educativos. Por ejemplo, analizado los patrones temporales de las expectativas, se ha encontrado que tienden a persistir en el tiempo, especialmente en estudiantes cuyo origen social, rendimiento académico y soporte familiar son consistentes. Sin embargo, los estudiantes de origen más bajo están expuestos a señales, tanto académicas como familiares e institucionales, que son contradictorias, inconsistentes y variables, por lo que sus expectativas resultan cambiantes y menos predictivas del logro educativo futuro 12Mientras los otros significativos, es decir, tanto padres como grupos de pares y profesores referentes, ejercen una influencia decisiva sobre las expectativas de los estudiantes, éstos a su vez influiŕıan en las expectativas que los otros significativos tienen sobre ellos, mediante su propio desempeño académico (Sewell, Haller y Ohlendorf 1970). El desempeño de los estudiantes generaŕıa una impresión en los otros significativos respecto de su habilidad académica, cuya influencia luego retornaŕıa al propio estudiante, en un proceso de reajustes reflexivos (Haller y Portes 1973). En términos generales, sin embargo, se asume que dichos reajustes no seŕıan de gran magnitud, y que las expectativas educacionales se encuentran ya formadas en un momento temprano del proceso de socialización (Sewell, Haller y Portes 1969; Sewell, Haller y Ohlendorf 1970; Haller y Portes 1973; Andrew y Hauser 2011). 18 (Alexander et al. 2008; Bozick et al. 2010). Otra ĺınea de estudio dice relación con el origen de las expectativas educacionales, es- pećıficamente la medida en la cual se veŕıan influenciadas por experiencias significativas en la trayectoria educacional. Una referencia obligatoria al respecto es el de Andrew y Hauser (2011), Adoption? Adaptation? Evaluating the Formation of Educational Expectations, en el cual testean emṕıricamente los postulados del modelo de obtención de estatus, por un lado, y nuevas perspectivas como las propuestas por Morgan (2005; citado en Andrew y Hauser 2011). Mientras la perspectiva tradicional sobre formación de expectativas afirma que estas se constituyen tempranamente en base al origen social del estudiante y persisten en el tiempo, Morgan (2005) sostiene, basado en modelos de aprendizaje bayesianos, que los estudiantes ajustaŕıan constantemente sus expectativas a partir de nueva información disponible sobre su potencial académico, señal que recibiŕıan de su desempeño en la escuela. Andrew y Hauser (2011) encuentran que, si bien los estudiantes tienen la capacidad de adaptar sus expectativas, sólo lo hacen en presencia de grandes cambios de rendimiento, siendo mayoritariamente estables y formadas tempranamente. La validez de la teoŕıa ba- yesiana parece ser, por ende, muy restringida, habiendo indicios de adaptación temprana, limitada en magnitud y declinante con el tiempo. Para reforzar su argumento, los auto- res citan estudios provenientes de la psicoloǵıa experimental, que demostraŕıan que las creencias sedimentadas tempranamente persisten aún en presencia de nuevos antecedentes discordantes. La adaptación de las aspiraciones educacionales en base a nueva informa- ción seŕıa de alcance limitado, y ocurriŕıa únicamente “en circunstancias especiales en las cuales los individuos experimentan eventos inesperados o exigentes, o emociones fuertes y viscerales”(Andrew y Hauser 2011). Resulta esperable que sean precisamente los estudiantes de origen más desaventajado quienes estén en mayor medida expuestos a dicha adaptación (Bernardi y Cebolla-Boado 2014a; Bozick et al. 2010; Iatridis y Fousiani 2009), probablemente en el sentido de reducir sus expectativas educacionales (Kirpatrick y Reynolds 2013), dado la menor concordancia 19 de los est́ımulos recibidos por su entorno respecto de su potencial académico. Mientras, los estudiantes de origen privilegiado reciben señales consistentes sobre su capacidad, aún cuando puedan experimentar fracasos en su trayectoriaacadémica13. En efecto, Bernardi y Cebolla-Boado (2014 a, 2014 b; Bernardi 2012, 2014) han mos- trado que pertenecer a clases altas no sólo hace menos probable experimentar fracaso académico (obtener bajas calificaciones, repetir de grado), sino que también aminora sus consecuencias. Este fenómeno, denominado por los autores “ventaja compensatoria”, se explica por el hecho de que las familias privilegiadas estén en condiciones de invertir los recursos necesarios, académicos y extra-académicos, para reponerse a esta experiencia, mientras las familias desaventajados tienden a ver en ello un signo de poca habilidad que no puede revertirse. Por ende, mientras los estudiantes de familias privilegiadas reciben apoyo para alinear sus resultados con las expectativas que hay sobre ellos, los hijos de fa- milias pobres deben demostrar constantemente su habilidad para no ser catalogados como estudiantes sin proyecciones. Por otro lado, autores como Lucas (2001, 2009) han destacado como un factor relevante en la configuración de sus expectativas educacionales la ubicación de cada estudiante en la jerarqúıa de los tracks. Esta influencia puede venir al menos por dos v́ıas. Como se discutió anteriormente, existe evidencia del impacto negativo de la modalidad vocacional sobre los resultados académicos; por ende, si los estudiantes conforman sus expectativas a partir de su probabilidad subjetiva de éxito, la asistencia a establecimientos técnicos generará en ellos una baja de expectativas mediante una baja de desempeño (Breen y Goldthorpe 1997; Morgan 2005). Una segunda alternativa, en ĺınea con lo planteado por otros autores (van Houtte et al. 2012; Kelly y Carbonaro 2012) apunta al efecto de etiquetado que tendŕıa la 13Iatridis y Fousiani (2009) han mostrado que, mientras los resultados académicos concordantes con el origen social suelen ser explicados en términos de habilidad, los resultados discordantes son atribuidos al esfuerzo. En otras palabras, mientras el éxito académico de un estudiante de origen privilegiado se atribuye a su habilidad innata y su fracaso a una transitoria falta de esfuerzo, lo contrario ocurre con estudiantes de origen social bajo, a quienes se juzga como intŕınsecamente faltos de habilidad si fracasan e incidentalmente esforzados si tienen éxito. 20 modalidad educativa sobre los estudiantes del track vocacional, afectado directamente sus expectativas aśı como indirectamente, a través de la influencia de sus otros significativos, incluidos compañeros, profesores y familia. El rol que las propias instituciones educacionales podŕıan jugar en la configuración de las aspiraciones de los estudiantes ha sido también objeto de amplio estudio. El trabajo pionero de Burton Clark (1960; 1980) sobre los Community College durante los años ’50, mostró la existencia de un proceso que él denominó cooling out o enfriamiento de expectativas. Según Clark, el staff académico de estas instituciones no selectivas se véıa enfrentado a un grupo de estudiantes heterogéneo y con distintos grados de habilidad, pero con altas aspiraciones educacionales, en muchos casos poco realistas. De alĺı que consideraran parte de su función propia ir moderando las sobreexpectativas de los estudiantes académicamente rezagados, ayudándolos a valorar las alternativas disponibles, distintas a la formación universitaria (Brand et al. 2014). La noción de una función de cooling out fue luego adoptada por la literatura y adap- tada a nuevos contextos institucionales, con interpretaciones del proceso no siempre tan optimistas como las de Clark, poniendo en evidencia su nexo con la estratificación de las expectativas y el logro educacional (Cf. Clark 1980; Hellmich 1993). De hecho, diversos autores han mostrado que el proceso de enfriamiento de las expectativas impulsado por las instituciones educacionales está lejos de ser imparcial pues, aún a niveles similares de desempeño previo, las recomendaciones de las autoridades educativas suelen ser sesgadas en términos de género, étnia y origen social (Barg 2013; Bonizzoni, Romito y Cavallo 2014; Resh y Erhard 2002). Lamentablemente, a pesar de la importancia teórica que tiene el rol de las instituciones académicas en la gestión de las expectativas de sus estudiantes, especialmente relevantes en contextos donde las aspiraciones académicas ambiciosas son la norma, la investigación emṕırica al respecto no es concluyente (Alexander et al. 2008). Uno de los propósitos de esta tesis es, por ende, contribuir a la comprensión de los efectos que la estratificación del 21 sistema educativo tiene sobre las aspiraciones educacionales de los estudiantes. 2.4. Educación técnico-profesional en Chile En la presente sección se busca sintetizar la información disponible sobre la enseñanza media técnico-profesional en nuestro páıs, caracterizando el origen social y trayectoria académica de su población, lo que nos permitirá, en último término, enlazar la evidencia del caso chileno con la revisión teórica y la literatura internacional. En concordancia con la evidencia internacional, en Chile quienes cursan su educación secundaria en modalidad TP representan un grupo de la población caracterizado por su origen social desaventajado, proveniente de familias con menores ingresos, cuyos padres tienen menos años de educación formal y menores expectativas respecto de sus hijos. Por su parte, estos jóvenes presentan un desempeño académico inferior al de sus pares cient́ıfico- humanistas a lo largo de su trayectoria educativa. En este sentido, se encontraŕıa operando lo que en la sección anterior se denominó efecto selección, es decir, el hecho de que los estudiantes socialmente más vulnerables sean los que tomen caminos educativos menos prestigiosos y presumiblemente de peor calidad. De Iruarrizaga (2009), quien estudió la elección de la modalidad educativa realizada por los estudiantes, sostiene que tanto las restricciones financieras como restricciones cognitivas o de habilidad tendŕıan influencia sobre la modalidad educativa seleccionada. Sus resultados indican que el promedio de ingreso en los hogares de estudiantes cient́ıfico-humanistas es casi el doble que entre los estudiantes TP, y que la proporción de estudiantes que cursan TP disminuye con cada quintil de ingreso. Por su parte, la relación entre modalidad de estudios y rendimiento previo (ya sea medida como Simce o ranking de curso) se comporta de manera similar, aunque presenta una pendiente menos empinada que el ingreso (De Iruarrizaga 2009; Geraldo y Salinas 2014; Larrañaga et al. 2013; Sevilla 2011a, 2011b). Asimismo, la información disponible indica que los estudiantes que cursan educación TP 22 provienen de hogares con padres formalmente menos educados: mientras los estudiantes cient́ıfico-humanistas tienen padres que, en promedio, han cursado algún estudio post- secundario, los estudiantes de técnico-profesional suelen venir de hogares con padres que no han concluido su escolaridad media (Sevilla 2011a; Sevilla 2011b; Larrañaga et al. 2014). Una brecha similar se observa en las expectativas que los padres tienen sobre el futuro educativo de sus hijos, en cuanto la abrumadora mayoŕıa de los jóvenes que asisten a edu- cación general tienen padres que esperan que ellos cursen estudios universitarios, situación en la que están solo un tercio de los estudiantes de educación técnica (De Iruarrizaga 2009). En alguna medida, estás expectativas parentales pueden estar influenciadas por los meno- res niveles de desempeño de sus hijos, o por dificultades previas en su trayectoria educativa expresadas, por ejemplo, en un mayor porcentaje de repitencia de los estudiantes de TP (17%), en relación a sus pares de HC (12%) (Sevilla 2011b). Por otro lado, un estudio reciente (Catalán 2014) sugiere que, junto con los factores es- trictamente académicos y económicos,la decisión de cursar estudios técnico-profesionales estaŕıa influenciada por aspectos culturales, espećıficamente por el habitus de las fami- lias socialmente desaventajadas, que experimentaŕıan mayor lejańıa hacia la trayectoria académica hacia la universidad. Incluso los establecimientos que imparten TP tendŕıan cierto habitus institucional centrado en el mundo del trabajo más que en la educación académica, por lo que la decisión de acudir a este tipo de establecimientos influiŕıa pos- teriormente sobre las preferencias de educación superior, alejando a los estudiantes TP de las universidades más selectivas y orientadas a la investigación. La importancia de estos hallazgos radica en que, como señalan los antecedentes dispo- nibles, la educación técnico-profesional se ha consolidado como una modalidad de estudios no terminal. Según un reciente informe realizado por el PNUD con datos de la cohorte egresada el 2005, a los 5 años de finalizada la enseñanza media un 67% de los estudiantes de HC y un 41% de TP han accedido a la educación superior (Larrañaga et al. 2013; 2014). Por ende, a pesar de que tanto en la educación universitaria como en la superior técnica 23 los estudiantes de establecimientos cient́ıfico-humanistas son mayoŕıa (90 y 61% de la matŕıcula respectivamente, según Faŕıas y Sevilla 2012), los egresados de educación media técnica representan una proporción creciente de la población que cursa estudios superiores. De hecho, el porcentaje de estudiantes TP que ingresa directamente a la educación terciaria al finalizar su enseñanza media pasó de un 14 a un 27% entre los años 2006 y 2011 (Faŕıas y Sevilla 2012), aún cuando sus trayectorias académicas siguen siendo más prolongadas y suelen conjugarse con participación laboral (Sevilla 2011a; 2011b). Los estudios cualitativos disponibles muestran que muchos estudiantes de enseñanza media TP esperan continuar estudios superiores una vez egresados (Espinoza, Castillo y Traslaviña 2011; Sepúlveda y Valdebenito 2014), compatibilizando estudios e inserción laboral, dada su necesidad de ingresos (Sepúlveda 2011). La expectativa de realizar una trayectoria mixta es compartida por los profesores de establecimientos técnico-profesionales (Sevilla 2011 b). Quizás por esta razón, y a pesar del diagnóstico cŕıtico que se ha levantado en las ya citadas comisiones asesoras, muchos estudiantes de TP se muestran conformes con la for- mación recibida, enfatizando la obtención de su t́ıtulo técnico-profesional como un recurso que favorecerá eventualmente su continuidad de estudios (Sepúlveda 2011). Sin embargo, este mismo estudio entrega antecedentes sobre lo que el autor denomina la “ambigüedad estratégica”de la educación media TP, poniendo de manifiesto que sus estudiantes, a pesar de la valoración positiva del t́ıtulo de nivel medio, consideran que será dif́ıcil cumplir sus planes de continuidad de estudios, dada la falta de apoyo institucional para realizar el fin de la educación media técnico-profesional que es, supuestamente, compatibilizar trabajo y estudios. Las razones de esta dificultad son diversas. En primer lugar, se tiene la Prueba de Selec- ción Universitaria (PSU) como barrera de entrada. Según estimaciones de Faŕıas y Carrasco (2012) quienes utilizan métodos cuasi-experimentales para corregir por sesgo de selección en la modalidad educativa, cursar enseñanza media TP causaŕıa un menor rendimiento en 24 la PSU (0.28 desviaciones estándar menos que sus pares cient́ıfico-humanistas), brecha que seŕıa heterogénea según rendimiento previo, llegando a 0.59 desviaciones estándar entre quienes teńıan mejores resultados académicos en la enseñanza básica. Dado que en nuestro páıs el resultado en la PSU define tanto la posibilidad de acceder a la universidad como de obtener financiamiento estatal, el menor desempeño alcanzado por los estudiantes de EMTP tiene grandes consecuencias. Por ejemplo, Sevilla (2011b) destaca que sólo el 44% de los egresados de enseñanza media técnico-profesional que da la PSU logra obtener 500 puntos, cifra mı́nima para postular a beneficios económicos estatales. Por otra parte, incluso si logran ingresar finalmente a la educación superior, los titulados de TP desertan casi el doble que sus pares cient́ıfico-humanistas (19% contra 9.8%). Faŕıas y Sevilla (2012, 2015) estiman que cursar enseñanza media TP genera peores resultados y menor persistencia en la enseñanza superior incluida la técnica, excepto en estudiantes que cursan carreras del área tecnológica relacionada sus estudios secundarios. Una posible explicación de esta situación, complementaria a las dificultades de acceder a financiamiento, es la brecha de rendimiento entre egresados de las distintas modalidades educativas, dando cuenta de una desigual preparación para enfrentar estudios superiores (Idem). Dadas estas inmensas brechas de resultados entre estudiantes de distintas modalidades educativas, cabe preguntarse qué distingue a uno u otro tipo de establecimiento educacional según su modalidad educativa. Ciertamente, un primer aspecto a destacar corresponde a las diferencias de curŕıculum entre los establecimientos técnico-profesionales y cient́ıfico- humanistas, pues estos últimos dedican por completo a la formación general las horas de clases que en la educación TP deben dividirse entre formación general y de especialidad (Sevilla 2011a). Sin embargo, esta diferencia, que por ley aparece únicamente en 3o y 4o medio, no es la única a considerar para explicar las brechas de resultados entre los distintos establecimientos. En efecto, la composición de los establecimientos es distinta en términos del nivel so- cioeconómico de sus estudiantes y de su desempeño académico previo, lo que sin duda 25 genera condiciones de aprendizaje que difieren entre modalidades educativas aún antes de la diferenciación curricular. Por su parte, la influencia de la composición del alumnado seŕıa reforzada por el estigma asociado a cursar estudios técnicos, las menores expecta- tivas del staff del establecimiento respecto de los estudiantes, o la presencia de docentes menos motivados, todo lo cual redundaŕıa en el ya mencionado habitus institucional que alejaŕıa a los estudiantes de establecimientos TP de seguir trayectorias académicamente más exigentes (Catalán 2014; Faŕıas y Sevilla 2012; Geraldo 2015). Dados los antecedentes presentados en esta sección, resulta esperable que la forma- ción entre establecimientos de educación técnico-profesional y cient́ıfico-humanista difiera incluso antes de 3o medio, momento en que se produce la diferenciación curricular. Esta suposición se ha recogido en diversos informes sobre el estado de la educación técnica en Chile (Consejo Asesor Presidencial para la Calidad de la Educación 2006; Larrañaga et al. 2013; 2014) sin ofrecerse, sin embargo, evidencia emṕırica en apoyo de esta afirmación. Por ende, hasta donde llega nuestro conocimiento, la presente tesis constituye la primera investigación diseñada con el propósito de abordar dicha hipótesis. 2.5. Preguntas e hipótesis de investigación El hecho mayor que una parte importante de la socioloǵıa de la educación contem- poránea intenta explicar es la persistencia de las desigualdades educativas (Goldthorpe 1996). A pesar de la democratización en el acceso y el constante aumento del gasto edu- cacional, tanto el desempeño como el logro académico siguen fuertemente estratificados (Breen 2010; Jackson et al. 2013), patrón que resulta observable en prácticamente cual- quier páıs donde hayan sido estudiados (Torche 2005). Hasta este punto, se discutieron algunas teoŕıas que buscan explicar este fenómeno, es- pecialmente aquellas enmarcadas en la corriente de rational choice: RRA (Breen y Goldt- horpe 1997) y EMI (Lucas 2001). Después de explicar susaspectos fundamentales, se puso 26 en evidencia lugares donde ambas teoŕıas ofrecen predicciones contrarias, lo que representa una oportunidad para evaluar los supuestos del modelo de efectos primarios y secundarios, cuya plausibilidad ha sido puesta en duda por diversos autores (Lucas 2009; Morgan 2012; Morgan et al. 2013). Igualmente, se reseñó la evidencia disponible sobre el caso chileno, que nos entrega el contexto donde serán puestas a pruebas nuestras hipótesis emṕıricas. Aśı, a partir de la literatura discutida hasta este punto, hemos formulado las siguientes hipótesis. En primer lugar, respecto de la existencia de efectos causales: • Hipótesis 1: Asistir a establecimientos de educación TP tendrá un impacto negativo sobre los resultados del Simce matemáticas en 2o medio. • Hipótesis 2: Asistir a establecimientos de educación TP hará más probable disminuir las expectativas educacionales de los estudiantes. • Hipótesis 3: Asistir a establecimientos de educación TP hará menos probable au- mentar las expectativas educacionales de los estudiantes. En segundo lugar, respecto de la heterogeneidad de dichos efectos, se espera que: • Hipótesis 4: El impacto negativo de asistir a establecimientos TP sobre el Simce será mayor para aquellos estudiantes con mejor desempeño en el Simce matemáticas de 8o básico. • Hipótesis 5: El impacto negativo de asistir a establecimientos TP sobre el Simce será mayor para aquellos estudiantes con expectativas educacionales más ambiciosas en 8o básico. • Hipótesis 6: El impacto negativo de asistir a establecimientos TP sobre las expec- tativas académicas será mayor para aquellos estudiantes con mejor desempeño en el Simce matemáticas en 8o básico. 27 • Hipótesis 7: El impacto negativo de asistir a establecimientos TP sobre las expecta- tivas académicas será mayor para aquellos estudiantes con expectativas educacionales más ambiciosas en 8o básico. Finalmente, también será abordada en esta tesis una última pregunta de carácter teóri- co: ¿En qué contribuyen nuestros resultados a la agenda de investigación que busca re- formular el modelo de efectos primarios y secundarios en tanto modelo causal? En este sentido, esperamos que contrastar emṕıricamente las predicciones de distintas teoŕıas en disputa permitirá avanzar en la formulación de un modelo causal que de cuenta de la re- producción de la desigualdad educativa, capaz de incorporar la evidencia disponible sobre el rol del tracking en los sistemas educacionales y sobre los factores asociados a las brechas de expectativas educacionales (véase supra). Esta pregunta será retomada en la discusión final, una vez que hayamos presentado los resultados emṕıricos de nuestra investigación. 28 3. Diseño de investigación Como se señaló previamente, la sección emṕırica de esta tesis busca estimar el efecto causal de cursar los primeros dos años de enseñanza media en un establecimiento técnico- profesional, en comparación con hacerlo en un establecimiento cient́ıfico-humanista, sobre el desempeño académico en el Simce matemáticas 2o medio y las expectativas educacionales de los estudiantes. En este apartado se introducen, en primer lugar, las estrategias de estimación a través de las cuales se pretende identificar dicho efecto; para, a continuación, describir la construcción de la base de datos y la selección de las variables consideradas en el estudio, que buscan hacer plausibles los supuestos de identificación invocados. 3.1. Estrategias de estimación El aparato teórico que permite formular preguntas causales en términos estad́ısticos es conocido como modelo contrafactual de causalidad14. En este marco, el efecto de interés a nivel individual (δi) es conceptualizado como un contraste entre los resultados obtenidos por un individuo bajo dos situaciones: la de haber sido tratado o expuesto a determinada intervención o causa (t), y la de no haberlo sido (c), es decir: δi = Y t i − Y ci (1) Sin embargo, es imposible observar ambos escenarios simultáneamente, y sólo se tendrá información del resultado bajo la exposición efectivamente realizada. Una manera de lidiar con este problema es, en lugar de centrarse en el efecto causal a nivel individual, estimar su valor esperado en una población determinada. Este efecto, denominado efecto promedio del tratamiento o ATE, puede ser estimado insesgadamente contrastando los resultados de 14Utilizo esta formulación en lugar de hablar de modelo Neyman-Rubin o de resultados potenciales, por ser más amplia e incluir igualmente la aproximación gráfica de Judea Pearl (2009), y los aportes provenientes de la epidemioloǵıa (Hernan y Robins 2015). 29 un grupo de tratamiento y uno de control, siempre que la asignación a cada estado sea independiente de caracteŕısticas observadas, no observadas, y resultados potenciales. Aśı: ATE = E[δ] = E[Y t − Y c] = E[Y t|D = t]− E[Y c|D = c] (2) cuando D |= Y t, Y c, X, u, donde X representa las caracteŕısticas observadas de los gru- pos, u la heterogeneidad no observada, siendo Y t e Y c los resultados potenciales bajo la situación de tratamiento y control respectivamente. La manera de asegurar razonablemente el cumplimiento de dicho supuesto es la asignación aleatoria del tratamiento en contextos experimentales (Imbens y Rubin 2015; Gelman 2010). En diversas situaciones, sin embargo, la asignación aleatoria es irrealizable. Por ende, para establecer relaciones causales se recurre a métodos denominados semi-experimentales, que buscan generar grupos comparables, aproximando un experimento aleatorio (Hansen 2011). Para hacerlo, por cierto, dicho experimento debe ser al menos imaginable, pues en caso contrario el efecto de interés resultaŕıa indeterminado (Imbens y Rubin 2015). En la presente tesis se emplean dos de estos métodos semi-experimentales: propen- sity score matching, propuesto inicialmente por Rubin (Rubin y Rosenbaum 1983); y differences-in-differences, que se beneficia del carácter longitudinal de los datos, y es de amplio uso en economı́a (Angrist y Pischke 2009). Los supuestos que ambos modelos re- quieren para identificar efectos causales con datos observacionales, y su plausibilidad en el contexto de la presente investigación, se discutirán en los apartados subsiguientes. 3.1.1. Propensity Score Matching El matching, en sus distintas versiones, se ha convertido en uno de los métodos más utilizados para estimar relaciones causales con datos observacionales (Clouston 2014; Sek- hon 2009; Stuart 2010). Como estrategia no-paramétrica para controlar por las diferencias observadas entre los grupos (King y Zeng 2006), el matching busca reducir los sesgos de 30 interpolación y extrapolación, a los que son sensibles las estimaciones obtenidas sobre el total de las casos cuando los grupos a comparar son excesivamente disimiles o, en otras palabras, cuando hay observaciones fuera de la zona de soporte común. Privilegiando la validez interna de los resultados (Hansen, Rosenbaum y Small 2014), en el matching se pre-procesan los datos para generar una submuestra anaĺıtica en la que los grupos de tratamiento y control tengan caracteŕısticas similares y, por ende, no sea necesario realizar supuestos dif́ıcilmente defendibles sobre la correcta especificación del modelo para obtener estimaciones del efecto de interés (King y Zeng 2006). Como contraparte, la estimación obtenida suele ser más local que el ATE, restringiéndose en la mayoŕıa de los casos a un efecto sobre los tratados (ATT ), o sobre los controles (ATC ) (Morgan y Winship 2015). Para estimar el efecto sobre los tratados, que corresponde al interés de esta tesis, es necesario construir un contrafactual válido para los que han recibido el tratamiento, pero no viceversa. Es decir, idealmente tendŕıamos controles para cada tratado, pero no nece- sariamente tratados para cada control.
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