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SOBRE LA TEOLOGÍA DE SPINOZA
JONATHAN TABORDA
La teología de Spinoza, aunque original, debe mucho al ambiente cultural al cual pertenecía
éste. Sus parientes pertenecieron a los denominados «Marranos»-judíos Portugueses quienes en
su tierra natal fueron obligados ha abrazar el Catolicismo Romano1-quienes tuvieron que emigrar
a Amsterdam a principios del siglo XVII.
En la libertad de éste nuevo país, la comunidad de inmigrantes Marranos recuperó totalmente
su herencia religiosa, y así abandonaron las creencias y prácticas contrarias a ésta. Sin embargo,
algunos de sus miembros, dentro de los cuales se encontraba Spinoza, no únicamente agregaron
Date: Enero de 2012.
1La palabra «marrano» procede del árabe muharram (”cosa prohibida”), expresión usada para designar, entre
otras muchas cosas, al cerdo, cuya carne está prohibida para judíos y musulmanes. La palabra se utilizó primero en
el romance peninsular para designar a este animal (documentada desde 965). Para designar, de forma hiriente, a los
cristianos nuevos está documentada en castellano desde comienzos del siglo XIII, seguramente porque estos conver-
sos se abstenían de comer carne de cerdo. En 1691, por ejemplo, Francisco de Torrejoncillo en su libelo antisemita
Centinela contra judios: puesta en la torre de la iglesia de Dios con el trabajo, escribía una descripción del término:
Otro nombre que les davan antiguamente por afrenta, de mas de perros ó canes, que era llamarlos marranos, como
lo dize Didarus á Velazquez. Pues qué razon avria para darles este nombre, llamando a los Judíos marranos?
Muchas razones dan estos graves Autores [...] Otros dizen, que los Españoles les salió este nombre, llamandoles
marranos, que en Español quiere decir puercos; y así por infamia les llamaban puercos marranos a los Christianos
nuevos, y dávanles, y se les puede dar este nombre con gran propiedad, porque entre los marranos, cuando gruñe,
y se quexa uno de ellos, todos los demás puercos o marranos acuden a su gruñido; y como son assi los Judíos, que
al lamento del vno acuden todos, por esso les dieron titulo, y nombre de marranos.
Aunque en un principio el término se empleaba tanto para los conversos procedentes del judaísmo como del Islam,
con el tiempo a estos últimos se les denominó moriscos, y la voz ńmarranoż quedó para designar únicamente a los
judeoconversos. En Portugal se conocía despectivamente a los judeoconversos como cristãos novos y en las Islas
Baleares como xuetes (”chuetas”). El término ńmarranoż está estrechamente relacionado con otros apelativos:
1. Los convertidos del Judaísmo al Catolicismo eran llamados conversos o cristianos nuevos. Este término era
igualmente aplicado a los conversos procedentes del Islam y tenía carácter discriminatorio, aunque menos
insultante que la voz «marrano».
2. Aquellos conversos que practicaban la Ley Judía o, al menos, una reconstrucción de los ritos y creencias del
Judaísmo, eran denominados judaizantes (en la actualidad se les denomina cripto-judíos, literalmente ńjudíos
secretosż, y sus prácticas religiosas se denominan cripto-judaísmo). Sobre las prácticas de los judaizantes
existe abundante documentación en los procesos de la Inquisición, aunque a veces es difícil deslindar cuáles
corresponden a hechos reales y cuáles son acusaciones calumniosas producto del antisemitismo.
3. Los sefardíes (literalmente «españoles») son los descendientes de los miembros de la comunidad hispanojudía
que mantuvieron su fe y tuvieron que exiliarse en 1492, tras lo cual se dispersaron por Europa y el Medite-
rráneo. Con posterioridad algunos marranos se reintegraron en esta comunidad, a veces con el recelo de los
que se habían mantenido fieles al judaísmo. Otros emigraron a América, aunque las autoridades vigilaban
que sólo cristianos viejos lo hicieran. En la actual América Latina, muchos dicen descender de aquellos que
mantuvieron su fe y creen poder reconocerse por los apellidos.
Cf. Diccionario Enciclopédico Salvat. S.A. Barcelona. 1988. Tomo 9.
1
2 JONATHAN TABORDA
elementos no-judíos en la cultura Marrano, sino que, también abrazaron la revolución en las cien-
cias físicas asociada con Galileo, Bacon y Descartes2, con el propósito de desear sus implicaciones
en la religión. Cuando él contaba con aproximadamente 23 años, debido a que parcialmente no
renunció a aquellos intereses no-judíos, la sinagoga de Amsterdam a la que pertenecía lo expulsó
y excomulgó. Y entonces, el 27 de Julio, de 1656 (el sexto del Av 5416 en el calendario Judío), la
siguiente proclama fue leída en Hebreo en frente del arca de la Torah en la sinagoga:
«Los senhores de la maámad [la congregación de la junta de gobierno laico] que desde hace
mucho tiempo conocen las opiniones sobre el mal y los actos de Baruch de Spinoza, han in-
tentado por diversos medios y promesas, que se convierta de sus malos caminos. Sin embargo,
al no hacerle reparar sus malos caminos, y, por el contrario, todos los días recibir información
cada vez más graves sobre las abominables herejías que practicaba y enseñaba y sobre sus actos
monstruosos, y que para estos numerosos testigos dignos de confianza que han depuesto y lle-
vado testimonio de este efecto en la presencia de dicho Espinoza, se convencieron de la verdad
de este asunto, y después de todo esto ha sido investigado en la presencia del honorable chacha-
mim [”hombres sabios”, o rabinos] quienes decidieron, con su consentimiento, que debido a lo
dicho por Espinoza debe ser excomulgado y expulsado del pueblo de Israel. Por decreto de los
ángeles y por el mandato de los hombres santos, excomulgar, expulsar, maldecir y condenar a
Baruch de Espinoza, con el consentimiento de Dios, bendito sea, y con el consentimiento de la
congregación cristiana entera, y frente a estos pergaminos sagrados con los 613 preceptos en
ella escritos; lo maldecían con la excomunión con la que Josué prohibió Jericó y con la maldi-
ción que Eliseo maldijo a los niños y con todos los castigos que están escritas en el Libro de
la ley. Maldito sea de día y maldito sea de noche, maldito sea cuando se acuesta y maldito sea
cuando se levanta. Maldito sea cuando sale y maldito sea cuando entra. El Señor no le sobra,
pero entonces la ira de Jehová y su celo contra el humo que el hombre, y todas las maldiciones
que están escritas en este libro se asentará sobre él, y el Señor manche su nombre de debajo
del cielo. Y el Señor lo apartará a mal de todas las tribus de Israel, de acuerdo con todas las
maldiciones del pacto que están escritas en este libro de la ley. Pero que se unirá al Señor tu
Dios son testigos cada uno de ustedes el día de hoy».3
El texto empleado para el cherem (expulsión) vino proveniente de Venecia a Amsterdam a tra-
vés del Rabbi Saul Levi Mortera casi unos 40 años atrás. Aunque es conveniente y comúnmente
etiquetado, llamar a lo que Spinoza recibió en 1656 como «excomunión» no es completamente
correcto. Una religión que no tendrá «comunión» para ser lo con, un conjunto no formal de sa-
cramentos obligatorios y ritos de los que uno pueda ser excluido, no puede «ex-comulgar» a sus
miembros.
El judaísmo, en sus estructuras de poder y prerrogativas, no es similar a la iglesia católica. Esta
pérdida de autoridad centralizada y dogma teológico hace que sea difícil tomar los términos de
sanción operados en el catolicismo y aplicárselos completamente al Judaísmo. Además, Spinoza
fue excluido no por autoridades eclesiásticas, sino por una comunidad. Él estuvo privado de lo
2Al igual que la mayoría de sus contemporáneos de mentalidad científica, Spinoza creía que Descartes tuvo que
mostrar que el universo físico es un plemun extendido no-acotado, en el que la frontera o la existencia de cosas
finitas existen como modificaciones debidas a la virtud de movimientos internos para la cantidad que es conservada.
El espacio vacío es una nada; por un atributo necesita ser un atributo de algo, y la extensión de un espacio vacío
tendría que ser un atributo de nada. El infinito plemun, sin embargo, es un infinito no absoluto;pero éste no tendrá
modos que no son modos de extensión. Este no puede, por ejemplo, pensarse. Pero en éste principio-rex extensa- éste
es infinito. Cf. Alan Donagan. Spinoza’s theology. Essay 8. pp. 348. in: The Cambridge Companion to Spinoza. Cambridge
University Press. 2006.
3Cf. Steven Nadler. Spinoza’s Heresy. Immortality and the Jewis Mind. Oxford. Clarendon Press. 2006. pp. 3 y ss.
SOBRE LA TEOLOGÍA DE SPINOZA 3
que constituye el verdadero núcleo de la religión Judía, i.e., de participar en ciertas ceremonias
litúrgicas. Esto, en efecto, es justamente el corazón de lo que significa ser Judío.4
El empleo del término cherem por la comunidad Judía para referirse al castigo, amenaza, o coer-
ción para sus miembros rebeldes data de finales del primer y segundo siglo, del período Tannaitic,
cuando los sabios del Mishnah, el Tannaim, estaban luchando por el establecimiento de la ley Ju-
día. Originalmente, en su uso bíblico, el término cherem designó alguna cosa o alguien que es
separado fuera de las cosas ordinarias y con el que el uso común o contacto sea prohibido. La
Torah, por ejemplo, declara que alguien quien sacrifique algo a algún otro dios que no sea el Dios
de los Israelitas debe ser cherem (Exodo 22:20)5
Él debe ser destruido, y los ídolos que él idolatra quemados. Ser colocado bajo cherem tendría
grandes consecuencias para un judío. Esto afectaba la vida individual y su familia en las esfe-
ras secular y religiosa, en materias tanto públicas y privadas. La persona bajo un cherem estaba
exiliada, de un grado u otro, para participar en los rituales de la comunidad y así de presentar
muchos de los trabajos cotidianos en la vida diaria de un judío. La dureza y duración del castigo
usualmente dependían de la severidad de las ofensas. También se le prohibiría servir como uno
de los diez hombres requeridos para un minyan (grupo de oración), o de ser llamado para leer la
Torah en la sinagoga, o de servir en la enseñanza de la congregación, o de presentar algún número
de mitzvot, totalmente necesarios para las obligaciones morales y legales de todo judío. En casos
extremos, el castigo se extendía a la relatividad de las ofensas: una persona que estaba bajo un
cherem, sus hijos no podrían ser circumsidados, sus hijos estaban fuera de los límites del matri-
monio, y no había miembro de la familia al que se le pudiese dar un apropiado entierro judío.
Claramente, un cherem acarreaba tremendos impactos emocionales y espirituales.6
Repudiando las doctrinas trinitrarias y cristológicas las cuales encontró como carentes de sentido,
elaboró su concepción de Dios como un creador supernatural del universo natural, y desarrolló
una teología «naturalizada», en la que el universo natural, es concebido en el sentido de la ciencia
natural Baconiano-Cartesiana, derivando su existencia de que no hay nada sobre y más allá de
éste.7
Tales puntos de vista teológicos presentan dos grandes divisiones: uno especulativo y otro prác-
tico. La teología especulativa trata de la existencia de Dios y la naturaleza, y de su relación con el
mundo natural y los seres humanos. La teología práctica versa sobre como viven los seres huma-
nos, dada la naturaleza de Dios y su relación con ellos; y esta se subdivide en una parte natural (ó
filosófica), que trata de que puede ser establecido por la razón a la luz de la experiencia humana,
y una parte revelada, que trata de como Dios8 tendría que comunicarse en forma individual a los
seres humanos.
Spinoza expuso varias partes de su teología en los siguientes escritos: su teología especulativa en su
publicada póstumamente Ética partes I y II (la primera mitad); su teoría histórico-filosófica de la
revelación divina y de los límites para la teología revelada en el Theological-Political Treatise, que él
publicó anónimamente en 1670; y su teología práctica en el Theological-Political Treatise y en la Ética
partes 4 y 5.
4Ibid.
5«20. Quien ofreciere sacrificio a otros dioses, sino es solo a el Señor, será muerto.»
6Ibid. pp. 7 y ss.
7Cf. Donagan. Op. cit. pp. 343 y ss.
8Spinoza emplea el nombre Latín «Deus» para referirse a Dios, que es masculino; y su nombre para un ser infinito
que debe ser identificado con Dios, «Natura», es femenino. En algunas ocasiones se refiere a éste individualmente
como «Deus sive Natura»-«Dios ó Naturaleza.» Ibid. pp. 379. n. 2.
4 JONATHAN TABORDA
En teología natural, Spinoza en la Ética Parte I rompe con la ortodoxia Judeo-Cristiana por conce-
bir a Dios, no como el creador de los seres humanos y el mundo que ellos habitan, sino como un
ser infinito en el que existen como modos finitos (E Ip15).9 No hay substancia excepto Dios, él
contiene, puede ser, ó es concebido; y él traza la inevitable inferencia de que las cosas pensadas
y extendidas a la experiencia cotidiana «son atributos de Dios, ó afecciones [i.e., modos] de los
atributos de Dios.» (E I p14c2).10 Dios, él concluye, no puede crear algo fuera de sí mismo. Él
es «inmanente, no trascendente, la causa de todas las cosas», y no para la existencia única, pero
también para la esencia, que no puede ser idéntica con tal existencia.11
Spinoza concibió a Dios como una substancia consistente de todos los atributos infinitos que cons-
tituyen una esencia infinita, las leyes constitutivas de aquella naturaleza determinan, para algún
modo de estos atributos, ambos que también serían constituidos por todos los otros, y como estos
deben ser así bien constituidos.
La cuestión sobre la existencia de Dios, se reduce a: ¿Puede cada uno de los varios atributos que
expresan una esencia infinita expresar la esencia de un ser único consistente de atributos infinitos,
o son aquellos atributos distribuidos los que pertenecen más a un ser?
En el Theological-Political Treatise, por «Dios», Spinoza entiende una substancia absoluta infinita,
que él identifica con la Naturaleza, considerada como una causa inmanente infinita que lo abarca
todo, y no simplemente el universo corpóreo. El escribe:
«Por tanto nada puede ser ó ser concebido fuera de Dios, es cierto que todas aquellas cosas que
están en la naturaleza involucran y expresan el concepto de Dios, en proporción a su esencia y
perfección. Por tanto lo que nosotros más comprendemos de las cosas naturales, lo más grande
y más perfecto es la cognición de Dios que nosotros adquirimos, o (por tanto la cognición de los
afectos a través de sus causas es nada pero conocemos algunas propiedades de tales causas) las
causas naturales que más comprendemos, lo más perfecto que nosotros conocemos es la esencia
de Dios, que es la causa de todas las cosas. Así que toda nuestra cognición, que es nuestra
grandeza, no únicamente depende sobre la cognición de Dios pero consiste enteramente en
éste.»(TTP. iv. ii.)12
El Dios de Spinoza no puede racionalmente ser idolatrado como el Dios del Judaísmo y del Cris-
tianismo: los seres humanos no están hechos a su imagen, y sus relaciones con él no son similares
a las Judeo-Cristianas. Si Dios es concebido con la mentalidad Judía y Cristiana tradicional, Spi-
noza niega su existencia, y puede legítimamente ser acusado de Ateísmo.
Los principios filológicos Spinozistas para el estudio de las escrituras Judías y Cristianas no es
original. Pertenecían a los filólogos de los Países Bajos, y entre ellos se destaca especialmente J. J.
Scaliger quien fue agregado a la cátedra en la Universidad de Leiden en 1594, donde regularmen-
te se continúo el estudio no-escritural de los textos.
Spinoza establece y defiende sus principios filológicos para el estudio de la escritura:
«Justamente como el método para interpretar la naturaleza consiste sobre todo en colocar jun-
tas una historia de la naturaleza, de la que, como un cierto dato, nosotros inferimos las de-
finiciones de las cosas naturales, así para interpretar la escritura es necesario preparar una
historia directa de la misma y para inferir la mentalidad de los autores de las escrituras, por
razonamientos legítimos, como de ciertos datos y principios. Pero si alguien tuvo que admitir
9i.e.,Ética parte I. Proposición 15. Cf. Ibid. pp. 345.
10i.e., Ética parte I. Proposición 14. Corolario 2. Ibid.
11E I p 18, 24, 25.
12Cf. Donagan. Op. cit. pp. 354.
SOBRE LA TEOLOGÍA DE SPINOZA 5
como principios o datos para la interpretación y discusión de las escrituras las cosas conteni-
das en ésta únicamente trazadas de las escrituras mismas y su historia, él siempre procederá
fuera de algún peligro de error.»(TTP. viii. 8.)13
Spinoza arguye que el Pentateuco, Jueces, Ruth, I y II de Samuel, y I y II de Reyes, «fueron todos
escritos por uno y el mismo historiador, quien, escribió sobre el pasado histórico de los judíos
desde sus orígenes hasta la primera destrucción de la ciudad.»(TTP. viii. 42.)14
Spinoza señala que esto está implícitamente en la religión revelada; a saber «que nada sucede en
la naturaleza que no se siga de sus propias leyes, que tales leyes se extienden a todas las cosas
que son concebidas por el intelecto Divino en sí mismo, y finalmente, que la naturaleza mantie-
ne un orden fijo e inmutable», y por tanto que «el término milagro no puede ser comprendido
excepto en relación a la opinión de los hombres, y no significa nada excepto un trabajo (Opus)
cuya causa natural nosotros no podemos explicar por el ejemplo de algunos otros [que nosotros
estamos] acostumbrados, o a lo sumo que no pueden ser explicados por aquellos quienes relatan
los milagros.» (TTP. vi. 13.)15
Para Spinoza los principios fundamentales de las escrituras, pueden resumirse en los siguientes
siete:
1. Se tiene un ser supremo, supremamente justo y misericordioso.
2. El ser supremo es único.
3. El ser supremo es omnipresente.
4. El ser supremo tendrá el supremo derecho y dominio (dominium) sobre todas las cosas.
5. El ser supremo es idolatrado y obedecido únicamente por justicia y caridad, o el amor de
su entorno.
6. Únicamente aquellos quienes obedecen al ser supremo vívidamente en la dirección pre-
escrita en (5) serán salvados.
7. El ser supremo perdona a todos aquellos quienes se arrepienten.
Esta fue la substancia de las enseñanzas religiosas de Moisés para el pueblo judío; la función pri-
maria para la revelación cristiana fue enseñar esto a todas las personas. Si la teología naturalizada
de Spinoza es verdadera, entonces las afirmaciones del judaísmo y el cristianismo para la verdad
revelada son falsas.16
REFERENCIAS
[1] Alan Donagan. Spinoza’s theology. Essay 8. pp. 348. in: The Cambridge Companion to Spinoza. Cambridge University
Press. 2006.
[2] Steven Nadler. Spinoza’s Heresy. Immortality and the Jewis Mind. Oxford. Clarendon Press. 2006.
13Ibid. pp. 358.
14Ibid. pp. 359.
15Ibid. pp. 360.
16Ibid. pp. 374.
6 JONATHAN TABORDA
[3] Olli Koistinen Ed. The Cambridge Companion to Spinoza’s Ethics. Cambridge University Press. 2009.
[4] Ludovico Geymonat. Historia de la Filosofía y de la Ciencia. Presentación, adaptación y edición al cuidado de Pere
Lluís Font. Crítica. 1998. Cap. 10. pp. 320-330.
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