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El sistema ventricular es una extensión del espacio subaracnoideo en el cerebro que consiste en una serie de espacios y canales interconectados donde circula el líquido cefalorraquídeo (LCR). El conocimiento sobre la existencia de ventrículos en el sistema nervioso central se remonta a Aristóteles. Inicialmente se propusieron tres ventrículos (anterior, medio y posterior), pero las ideas, conceptos e hipótesis sobre el sistema ventricular sufrieron modificaciones con el tiempo. Hoy en día, la Terminología Anatómica acepta que en la región cerebral se ubican cuatro ventrículos: dos laterales ubicados en el cerebro, un tercer ventrículo en el diencéfalo y el cuarto ventrículo ubicado detrás del tronco encefálico. Además, se habla de la existencia de un quinto ventrículo en la parte terminal de la médula espinal, conocido como ventrículo terminal. Sin embargo, a diferencia de los otros cuatro ventrículos, dicho ventrículo terminal no está interconectado por forámenes y conductos. Y cabe mencionar, que estos ventrículos están revestidos por un tipo especializado de células gliales llamadas células ependimarias, ependimocitos o epéndimo. Tanto el encéfalo y la médula espinal están recubiertos por tres capas membranosas, la duramadre, aracnoides y piamadre, conocidas como meninges. La Duramadre; siendo la capa más externa, está compuesta de tejido fibroso denso, se encuentra en contacto con el cráneo y la columna vertebral. Se fusiona con el endostio (periostio interno) del cráneo, excepto allí donde se refleja hacia el interior de la bóveda o se estira a lo largo de la base del cráneo. Cuando se separa del periostio, el espacio intermedio contiene senos venosos los cuales reciben sangre de las venas cerebrales. Estos senos actúan como reservorios de sangre y ayudan a mantener un flujo sanguíneo adecuado en el cerebro. Además, reciben líquido cefalorraquídeo (LCR) del espacio subaracnoideo a través de las granulaciones aracnoideas y desembocan principalmente en la vena yugular interna. Los principales senos venosos son: el seno sagital superior; siendo el seno venoso más grande y se encuentra en la línea media superior del cerebro, recoge la sangre de las venas cerebrales superiores y se extiende desde la parte frontal hasta la parte posterior del cerebro, el seno sagital inferior; se encuentra debajo del seno sagital superior y recoge la sangre de las venas cerebrales inferiores, se extiende desde la parte frontal hasta la parte posterior del cerebro, el seno recto; que es un seno venoso pequeño que se encuentra en la línea media inferior del cerebro, justo debajo del seno sagital inferior, recoge la sangre de las venas cerebrales inferiores y se dirige hacia la parte posterior del cerebro, el seno transverso; ubicado en la base del cráneo y recoge la sangre de las venas cerebrales laterales, se extiende de un lado a otro del cráneo y el seno occipital; que se encuentra en la parte posterior del cráneo y recoge la sangre de las venas cerebrales occipitales. En cuanto a la inervación de la duramadre, esta es muy sensible y recibe inervación de los nervios meníngeos, que son ramas de los nervios espinales y craneales .Los nervios meníngeos se dividen en tres grupos: nervios meníngeos anteriores, nervios meníngeos medios y nervios meníngeos posteriores. En cuanto a su vascularización, esta se realiza mediante las arterias, venas y nervios meníngeos. Las arterias meníngeas son ramas de las arterias carótidas internas y vertebrales, y se encargan de irrigar la duramadre y los huesos del cráneo. Las venas meníngeas son las encargadas de drenar la sangre de la duramadre y desembocan principalmente en la vena yugular interna La capa intermedia de las meninges, la Aracnoides; que es una capa fibrocelular fina en contacto directo con la duramadre y está formada por dos hojas entre las cuales hay una verdadera malla que define un espacio entre ambas membranas; el espacio subaracnoideo. que está lleno del líquido cefalorraquídeo (LCR), por él cruzan innumerables trabéculas aracnoideas para alcanzar la piamadre. Y por último, tenemos a la Piamadre; caracterizada por ser la más interna y delgada, es transparente y reviste íntimamente el encéfalo, siguiendo sus contornos, así como varios surcos. Al igual que la aracnoides, es fibrocelular. El componente celular de la piamadre es externo y es permeable al LCR. Esta capa es muy vascularizada, envuelve durante una breve distancia la superficie de los vasos sanguíneos que entran y salen de la corteza cerebral. Además, forma invaginaciones en algunas partes de los ventrículos. Estas invaginaciones vascularizadas están revestidas por un plexo de células especializadas que producen LCR. Este plexo de células se denomina plexo coroideo. Cada ventrículo alberga un plexo coroideo. Los dos ventrículos laterales se ubican en el parénquima cerebral, uno en cada hemisferio. Estos presentan forma parecida a la letra ‘C’ y constan de un cuerpo con un asta frontal (anterior), una occipital (posterior) y una temporal (inferior). El asta temporal, como su nombre lo indica, se ubica en el lóbulo temporal, mientras que el cuerpo del ventrículo pasa a través del lóbulo parietal y dentro del lóbulo frontal. El asta frontal se extiende más allá, en el lóbulo frontal, mientras que el asta occipital se proyecta hacia atrás en el lóbulo occipital. El cuerpo, el asta occipital y el asta temporal de cada ventrículo lateral se unen en un área triangular llamada atrio (o trígono colateral). El plexo coroideo de los ventrículos laterales se encuentra en la porción superomedial del asta temporal y la porción anteromedial del cuerpo. El plexo que se encuentra en estas áreas también continúa hacia el atrio. El extremo anterior del cuerpo del ventrículo lateral (antes del comienzo del asta frontal) está delimitado por una abertura pareada llamada foramen de Monro, que se conecta y desemboca en el tercer ventrículo. El tercer ventrículo es una cavidad estrecha que se encuentra entre los hemisferios cerebrales. Específicamente, este ventrículo se encuentra en el diencéfalo donde está rodeado lateralmente por el hipotálamo y el tálamo. El tercer ventrículo está conectado con el cuarto ventrículo posteroinferiormente a través del acueducto de Silvio; este es un conducto estrecho en forma de tubo que recorre el mesencéfalo hacia el puente. En la unión del asta frontal y la porción inferior del cuerpo de los ventrículos laterales, el plexo coroideo continúa a lo largo del foramen interventricular (de Monro) en ambos lados. El trayecto del plexo coroideo desde cada ventrículo lateral se une a lo largo del techo del tercer ventrículo y se proyecta hacia la parte superior del ventrículo. El plexo coroideo del tercer ventrículo está irrigado por las arterias coroideas posteriores mediales (ramas de la arteria cerebral posterior). El cuarto ventrículo tiene forma de diamante y se encuentra a nivel del tronco encefálico, concretamente dentro del puente o en la porción superior del bulbo raquídeo. Los orificios laterales (de Luschka) y un orificio medio (de Magendie) en el techo del cuarto ventrículo, facilitan la salida del flujo de LCR. Y como se mencionó anteriormente, el tercer ventrículo está conectado con el cuarto ventrículo a través del acueducto mesencefálico, este no presenta plexo coroideo. El plexo coroideo se encuentra en el velo medular posterior (inferior) que forma parcialmente el techo del cuarto ventrículo. El plexo coroideo está irrigado por las ramas de las arterias cerebrales posteriores inferiores. Si bien cada ventrículo produce LCR, también recibe LCR del ventrículo suprayacente. Por lo tanto, el LCR producido en los ventrículos laterales viaja al tercer ventrículo, mientras que el LCR producido en el tercer ventrículo viaja al cuarto ventrículo. Una combinación de LCR producido por los ventrículos lateral, tercero y cuarto fluye hacia el espacio subaracnoideo para proteger todo el sistema nervioso central. El flujo del LCR ocurre de manera pulsátil impulsado por sístole cardiaca,inhalación respiratoria y, en menor proporción, por el movimiento de los cilios de células ependimales. La intensidad de estos pulsos de LCR forma un gradiente rostro-caudal: en promedio 60% menor a nivel lumbar respecto a los ventrículos, lo que facilita el desplazamiento del fluido. Por estas diferencias en el flujo del LCR, su velocidad no es uniforme, de modo que son más altas del fluido, se alcanzan en la parte baja del cuarto ventrículo. Además de estos compartimentos, el LCR puede fluir en otros sitios anatómicos como oído interno El líquido cefalorraquídeo (LCR) contribuye con 10% del volumen intracraneal. La capacidad total de la cavidad cerebroespinal en el adulto es de 1,600 a 1,700 ml. El volumen de LCR varía de 50 a 70 ml en lactantes, hasta 75 a 270 ml en el adulto, dividido entre el sistema ventricular (25%), canal espinal (20 a 50%) y espacio subaracnoideo (25 a 55%). El LCR ejerce efecto protector tanto al cerebro como a la médula espinal, ya que mantiene a la masa encefálica en suspensión para disminuir su peso de 1,400 en el aire a 50 g cuando está suspendida. Además, realiza funciones de transporte de nutrientes, se ha encontrado que contiene componentes como glucosa, vitaminas, hormonas (como la hormona liberadora de tirotropina y la hormona liberadora de corticotropina, que son importantes para la regulación del sistema endocrino), aminoácidos, ácidos nucleicos y electrolitos. La cantidad de nutrientes presentes en el LCR puede variar, pero se estima que el LCR contiene alrededor de un 1% de sólidos y un 99% de agua. Es importante destacar que el LCR no solo cumple una función nutricional, sino que también actúa como un amortiguador para proteger el cerebro y la médula espinal de golpes y lesiones, mantiene la presión interna estable. Y por otro lado, el LCR actúa como un sistema linfático del sistema nervioso, ya que en el cerebro y la médula no hay conductos linfáticos. De este modo el LCR sirve para eliminar desechos del metabolismo cerebral, especialmente CO2, lactato e hidrogeniones. Sin embargo, existe un sistema llamado sistema glinfático, que es una vía de limpieza de desechos del sistema nervioso central (SNC) de los organismos mamíferos. Este sistema está compuesto por una red de vasos linfáticos que se encuentran en el espacio subaracnoideo. El sistema glinfático se comunica con el LCR a través de las granulaciones aracnoideas, que son estructuras que se encuentran en la aracnoide. Asimismo, a través de esta vía, el LCR fluye por los espacios perivasculares y se encarga de eliminar los productos de desecho y sustancias tóxicas acumuladas en el cerebro durante el funcionamiento normal de las células nerviosas. El LCR es producido principalmente por los plexos coroideos, el 10 y 30% del fluido proviene del líquido intersticial cerebral. La secreción del LCR resulta de un bombeo constante de Na+; para intercambio de iones, hay muchos transportadores en la superficie adluminal y luminal de las células ependimales que secretan Na+, HCO3- y Cl-. Dos terceras partes del volumen del LCR se producen mediante secreción activa en plexos coroideos situados en ventrículos laterales. La capa ependimaria de ventrículos secreta cantidades adicionales de LCR; una cantidad pequeña proviene del cerebro desde los espacios perivasculares, de los cuales pasa a la cisterna magna y de allí al espacio subaracnoideo. La tasa de formación del LCR es de 0.35 a 0.40 ml/min, que equivale a 20 ml/h o 500 a 650 ml/día. Esta velocidad permite reponer el volumen total de LCR 4 veces al día, su recambio total ocurre en 5 a 7 horas. Los plexos coroideos pueden producir LCR a una tasa de 0.21 ml/min/g tejido, la que es mayor a la de cualquier otro epitelio secretor. La secreción del LCR varía en forma circádica, siendo las primeras horas de la mañana en las que se produce la mayor cantidad del fluido. A lo largo de la base del encéfalo y a los lados del tronco del encéfalo, existen lagunas de LCR que ocupan las cisternas subaracnoideas, ubicadas en el espacio subaracnoideo, (el espacio entre la aracnoides y la piamadre). La mayor de éstas es la cisterna magna, que se sitúa entre el cerebelo y la médula oblongada. A nivel más rostral se encuentra la cisterna pontina anterior al puente; la cisterna interpeduncular, entre los pedúnculos cerebrales, y la cisterna ambiens, lateral al mesencéfalo. Estas cisternas subaracnoideas actúan como reservorios de líquido cefalorraquídeo y contienen vasos sanguíneos y estructuras nerviosas. Además, se comunican con el sistema ventricular a través de los agujeros medianos y laterales, situados en el cuarto ventrículo. Las cisternas subaracnoideas no son lo mismo que los ventrículos cerebrales. Mientras que los ventrículos cerebrales son cavidades en el cerebro que contienen líquido cefalorraquídeo (LCR) y están interconectados entre sí, las cisternas subaracnoideas son espacios más amplios y están en relación con estructuras específicas, como los tubérculos cuadrigéminos, la glándula pineal y los recesos posteriores del tercer ventrículo No hay que olvidar mencionar a los órganos circunventriculares (CVO), que son estructuras neuroepiteliales especializadas que se encuentran en la línea media del cerebro, agrupadas alrededor del tercer y cuarto ventrículo. Estos órganos permiten la comunicación entre el sistema ventricular y el espacio subaracnoideo que rodea al encéfalo y a la médula espinal, permitiendo el flujo del líquido cefalorraquídeo (LCR) desde los ventrículos cerebrales hacia el espacio subaracnoideo. Además, desempeñan funciones sensoriales y secretoras, que son facilitadas por el aumento de la vascularización y la ausencia de una barrera hematoencefálica. Sorprendentemente, se sabe poco sobre los orígenes de los CVO (tanto evolutivos como de desarrollo). Los órganos circunventriculares pueden clasificarse como sensoriales o secretores; son sensoriales cuando contienen neuronas que pueden recibir señales químicas desde la sangre, posibilitando la comunicación entre la sangre, el líquido cefalorraquídeo y el parénquima cerebral. Los OCV sensoriales incluyen al órgano subfornical, el órgano vascular de la lámina terminalis y el área postrema (que es el centro del vómito). La neurohipófisis, la eminencia media, la glándula pineal y el órgano subcomisural son los OCV secretorios. Entre sus funciones podemos describir el mantenimiento de la homeostasis de los fluidos corporales, la regulación del reflejo del vómito, la regulación cardiovascular y la generación de respuestas centrales febriles e inmunológicas. Para cumplir con estas funciones, los OCV están conectados con el hipotálamo, el bulbo y el eje hipotálamo–hipofisario. Son vulnerables a los gérmenes patógenos circulantes y pueden ser portales para su entrada al sistema nervioso.
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