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Variablesdeterminantesdelaintencinemprendedoraenelcontexto2005

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Sánchez, Lanero y Yurrebaso 37 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Variables determinantes de la intención emprendedora en el contexto 
universitario 
Determinant Variables of the Entrepreneurial Intention in the University 
Context 
 
Sánchez, J.C.; Lanero, A.;Yurrebaso, A. 
Universidad de Salamanca 
 
RESUMEN 
La intención emprendedora constituye la 
clave para entender el fenómeno 
emprendedor y puede ser vista como el 
primer paso en el proceso de emprender. 
Así, el estudio de los antecedentes y 
determinantes de la intención emprendedora 
cobra especial relevancia para poder 
comprender el proceso de creación de 
empresas. El presente trabajo tiene como 
objetivo desarrollar un modelo explicativo 
de la intención emprendedora considerando 
variables de tipo personal (autoeficacia, 
proactividad, asunción de riesgos). La 
muestra de universitarios está justificada 
porque tal y como defienden algunos autores 
son las más adecuadas para el estudio en 
materia de intenciones emprendedoras. 
Mediante análisis de ecuaciones 
estructurales se demostró que la proactividad 
influía directamente sobre la intención de 
emprender mientras que la autoeficacia y la 
asunción de riesgos presentaban un efecto 
indirecto, a través de la proactividad. La 
autoeficacia presentó una relación directa 
sobre la proactividad y la asunción de 
riesgos. Se discuten las implicaciones 
prácticas y sugerencias para la investigación 
futura. 
 
Palabras clave: Emprendedorismo, 
autoeficacia, propensión al riesgo, 
proactividad 
 
ABSTRACT 
The entrepreneurial intention is key to 
understanding entrepreneurship, and can 
be viewed as the first step in this process. 
Thus, the study of the antecedents and 
determinants of the entrepreneurial 
intention take on special relevance for 
understanding the process of creating 
businesses. The aim of this paper was to 
develop an explanatory model of the 
entrepreneurial intention considering the 
personal variables of self-efficacy, 
proactiveness, and risk-taking. The sample 
of university students is justified because, 
as some authors defend, they are the most 
appropriate subjects for studying 
entrepreneurial intentions. Using structural 
equations, it was shown that proactivity 
directly affects the intention to be 
enterprising whereas self-efficacy and risk-
taking showed an indirect effect, through 
proactiveness. Self-efficacy was seen to be 
directly related to proactivity and risk-
taking. Practical implications and 
suggestions for future research are 
discussed. 
 
Key words: entrepreneurship; self-efficacy; 
risk-taking; proactiveness. 
 
Contacto. José C. Sánchez. Facultad de Psicología. Universidad de Salamanca 
Avda de la Merced, 109. 37005 Salamanca. SPAIN. E-Mail: jsanchez@usal.es 
 
Esta investigación ha sido patrocinada por CEEICALSA 
 
38 Algunas consecuencias psicosociales de las expectativas educativas 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
INTRODUCCIÓN 
Dentro del ámbito de estudio de la conducta emprendedora una línea 
de investigación que está adquiriendo importancia es el estudio de la 
intención hacia el autoempleo (Bird, 1988; Davidsson, 1995; Douglas, 
1999; Krueger y Carsrud, 1993; Reitan, 1996; Robinson, Stimpson, 
Huefner y Hunk, 1991; Shapero y Sokol, 1982). Si entendemos el proceso 
emprendedor como una forma de pensamiento que enfatiza las 
oportunidades más que las amenazas, entonces podemos considerar el 
proceso de identificación de oportunidades de negocio como un proceso 
intencional y, consecuentemente, las intenciones emprendedoras 
claramente merecen nuestra atención. 
 
En la literatura psicológica las intenciones aparecen como el mejor 
predictor de la conducta planificada (Ajzen, 1991), particularmente cuando 
esa conducta es rara o difícil de observar. La creación de una nueva 
empresa requiere tiempo e implica una considerable planificación. Resulta 
difícil imaginar la creación de un negocio simplemente como respuesta a 
un estímulo y no como una decisión planificada. De esta manera, la 
conducta emprendedora es exactamente un tipo de conducta planificada 
(Bird, 1988; Katz y Gartner, 1988) para la cual los modelos de intenciones 
son idealmente convenientes, puesto que nos pueden ofrecer un medio para 
explicar y predecir mejor dicha conducta emprendedora (Krueger, Reilly y 
Carsrud, 2000). 
 
Autores como Krueger (1993) han argumentado que las intenciones 
emprendedoras constituyen la clave para entender el proceso de 
emprendimiento y pueden ser vistas como el primer paso en el largo y 
complejo proceso de emprendimiento (Gardner, Kelly, Gatewood y Katz, 
1994). De esta forma, ya que las intenciones constituyen el principal 
predictor individual de la conducta emprendedora, el estudio de los 
antecedentes y determinantes de dichas intenciones cobra especial 
relevancia para poder comprender el proceso de creación de empresas. Es 
por ello que profesores, consultores, orientadores y emprendedores 
deberían beneficiarse más del conocimiento de cómo se forman las 
intenciones, así como también de un conocimiento específico de cómo los 
valores, actitudes, creencias, percepciones y motivos se unen dentro de la 
intención de comenzar un negocio. La cuestión entonces pasa a ser: ¿Qué 
determina la intención de emprender? 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 39 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
MARCO TEÓRICO 
Uno de los principales marcos teóricos que ha guiado la investigación 
sobre intenciones emprendedoras proviene de la Teoría de la Conducta 
Planificada (Ajzen y Fishbein, 1980; Ajzen, 1987; Ajzen, 1991), según la 
cual las intenciones que preceden a cualquier tipo de comportamiento 
planificado están determinadas por tres factores: actitud hacia la conducta, 
norma subjetiva (ambos referidos a la deseabilidad de la conducta) y 
control conductual percibido (referido a la factibilidad de la conducta). De 
hecho, la mayoría de modelos sobre intenciones emprendedoras toman 
como referencia el modelo de Ajzen (1991) junto con los elementos 
principales de la Teoría del Aprendizaje Social y Autoeficacia de Bandura 
(1997). En esta línea, es de destacar el Modelo sobre el Evento 
Emprendedor de Shapero (1982), quien, en el contexto de la teoría de 
Ajzen ha desarrollado uno de los modelos de intenciones más influyentes a 
la hora de explicar el fenómeno emprendedor. Dicho modelo argumenta 
que la decisión de iniciar una actividad emprendedora requiere de una 
creencia preexistente de que dicha actividad es deseable y factible, unida 
con alguna propensión personal a actuar sobre las oportunidades y algún 
tipo de factor precipitante. 
 
Igualmente, otras muchas variables han sido hipotetizadas en la 
literatura como predictoras de las intenciones hacia el autoempleo. La 
mayoría de modelos argumentan que tanto las variables individuales como 
las situacionales son importantes en la determinación de las intenciones de 
conducta emprendedora. La historia personal como experiencia vicaria, las 
características personales como valores, actitudes, motivaciones, rasgos de 
personalidad, etc., y habilidades personales pueden predisponer a los 
individuos hacia la formación de intenciones emprendedoras. Igualmente, 
los factores políticos, económicos y el contexto social como apoyo social, 
normas subjetivas, percepción de oportunidades y recursos, etc., pueden 
también contribuir en la formación de las intenciones de autoempleo. 
 
Dentro de los constructos psicológicos vinculados al fenómeno 
emprendedor, algunas de las variables más frecuentemente estudiadas en 
relación a la conducta emprendedora han sido la autoeficacia, y los rasgos 
de personalidad, propensión al riesgo y proactividad. A pesar de que no son 
muchos los estudios centrados específicamente en la formación de 
intenciones emprendedoras,sí existe cierta evidencia sobre la asociación 
positiva entre estas tres dimensiones y las intenciones hacia el autoempleo 
(e.g., Brockhaus, 1982; Brockhaus y Horwitz, 1986; Crant, 1996; Scherer, 
Adams, Carley y Wiebe, 1989; Zhao, Seibert y Hills, 2005). 
 
40 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Algunos de los esfuerzos más recientes en esta dirección tratan incluso 
de integrar las variables autoeficacia y propensión al riesgo en los modelos 
explicativos de la formación de intenciones. Las relaciones planteadas entre 
ambas dimensiones son variadas. Por ejemplo, Zhao et al., (2005) han 
erigido a la autoeficacia como un predictor importante de las intenciones 
emprendedoras, al encontrar que ejercía sobre éstas tanto una influencia 
directa como mediadora de los efectos de otras variables como la 
propensión al riesgo, la experiencia emprendedora o las percepciones de 
entrenamiento formal. También recientemente, Segal, Borgia y Schoenfeld 
(2005) han verificado su modelo de intenciones en el que destacan las 
variables de autoeficacia, tolerancia al riesgo y percepción de deseabilidad 
como los principales determinantes en la formación de intenciones, tanto a 
nivel individual como tomados conjuntamente. 
 
Sin embargo, a pesar de la obvia asociación entre las intenciones hacia 
el autoempleo y estas tres variables, y de las evidenciadas relaciones entre 
ellas, la literatura existente sobre el tema no recoge ningún modelo que 
emplee simultáneamente autoeficacia, propensión al riesgo y personalidad 
proactiva como determinantes psicológicos de las intenciones 
emprendedoras. 
 
De cara a cubrir este vacío en la línea de investigación actual, el 
presente trabajo tiene por objetivo fundamental desarrollar un modelo 
psicológico integrador sobre la formación de intenciones emprendedoras, 
dando cabida en el mismo a las variables autoeficacia, propensión al riesgo 
y proactividad como principales antecedentes de la iniciativa emprendedora 
por su influencia sobre las intenciones hacia el autoempleo. 
 
A continuación se presenta una breve revisión de los resultados 
disponibles de investigaciones previas que relacionan autoeficacia, 
propensión al riesgo y personalidad proactiva con el fenómeno 
emprendedor en general y, más específicamente, con la formación de 
intenciones emprendedoras. 
 
Autoeficacia 
 
La autoeficacia se refiere a la convicción de que uno puede organizar 
y ejecutar efectivamente acciones para producir unos resultados requeridos 
(Bandura, 1997; Chen, Greene y Crick, 1998). Esto es, la autoeficacia es 
una atribución de competencia personal y control en una situación dada y 
refleja la percepción de una capacidad personal para realizar un trabajo o 
tarea concreto. La autoeficacia afecta a la elección de la acción y a la 
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cantidad de esfuerzo ejercido (Waung, 1995), siendo el principal predictor 
individual de la elección de carrera (Bandura, 1986). 
 
La relación entre autoeficacia y emprendimiento está justificada por 
diferentes motivos. En primer lugar, porque la gente evita carreras y 
ambientes que creen que exceden sus capacidades (sin reparar en los 
beneficios que podrían alcanzar), y emprenden vocaciones para los que se 
juzgan capaces (Krueger y Dickson, 1994). En segundo lugar, porque la 
iniciativa empresarial conlleva importantes riesgos y dificultades, por lo 
que parece claro que los emprendedores necesiten altos niveles de 
autoeficacia. En tercer lugar, dado que la autoeficacia predice la elección 
de carrera, los intereses ocupacionales, la perseverancia ante dificultades y 
la efectividad personal (Bandura, 1986; Krueger y Dickson, 1994; Waung, 
1995), también ha de estar relacionada con la actividad emprendedora. 
Finalmente, puesto que el incentivo para actuar es mayor cuando los 
emprendedores creen que sus acciones tendrán resultados alcanzables, la 
autoeficacia es un importante determinante de los comportamientos 
emprendedores exitosos. 
 
Partiendo de este tipo de razonamientos, diversos autores han puesto 
de manifiesto que la autoeficacia constituye un atributo distintivo de los 
emprendedores, en comparación con otros cargos empresariales o la 
población general (Chen et al., 1998; Krueger y Brazeal, 1994; Markman, 
Balkin y Baron, 2001; Markman y Baron, 2003). Igualmente, otros estudios 
empíricos unen la autoeficacia al éxito emprendedor, personal y financiero, 
medido por lo general en ganancias anuales (Markman et al., 2001). 
 
Por otro lado, la autoeficacia tiene cabida en los modelos de 
intenciones de la conducta planeada en general y emprendedora en 
particular, y frecuentemente se relaciona con el control conductual 
percibido, en el contexto de Azjen (1991), o con las percepciones de 
factibilidad según el modelo de Shapero (1982). Así, las percepciones de 
autoeficacia parecen ser críticas para entender la conducta planeada e 
intencional, dada su influencia en la formación de intenciones a través de 
las percepciones situacionales de factibilidad. Esta premisa hace que el 
estudio de la autoeficacia sea particularmente idóneo en las investigaciones 
sobre intenciones emprendedoras. Igualmente, dado que la autoeficacia 
predice el reconocimiento de oportunidades, no es sorprendente que las 
percepciones de autoeficacia aparezcan como centrales en las intenciones 
emprendedoras (Scherer et al., 1989). De hecho, en los últimos años 
algunas investigaciones han demostrado con éxito el poder predictivo de 
las percepciones de autoeficacia sobre la formación de intenciones 
emprendedoras, tanto por su influencia directa sobre éstas como por su 
42 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
asociación con otras variables de interés en la explicación de las 
intenciones de autoempleo (Zhao et al., 2005; Segal et al., 2005). 
 
Con todo ello, planteamos: 
 
Hipótesis 1: El grado de autoeficacia percibida influirá positivamente 
en las intenciones emprendedoras. 
 
Propensión al riesgo. 
 
La propensión al riesgo puede definirse como el rasgo de personalidad 
que determina la tendencia y disposición del individuo para asumir riesgos. 
Los individuos con puntuaciones altas en esta dimensión estarán inclinados 
a conductas de alto riesgo, es decir, considerarán las alternativas cuyas 
consecuencias finales puedan alejarse de su marco de expectativas de 
resultados. Por su parte, los sujetos con baja propensión al riesgo, tenderán 
a conductas de bajo riesgo, y evitarán las alternativas que puedan causar 
resultados que varíen mucho de sus expectativas (Das y Teng, 1997). 
 
El concepto de propensión al riesgo se ha relacionado con el 
emprendimiento. Es obvio que la actividad emprendedora implica, por 
definición, asumir riesgos de algún tipo. Siguiendo a Covin y Slevin 
(1989), la propensión al riesgo es, junto con la proactividad y la 
innovación, una de las tres dimensiones de la llamada orientación 
emprendedora. En este marco, la propensión al riesgo se refiere a la 
disposición del sujeto a comprometerse con fuentes de oportunidades bajo 
posibilidades de fracaso. 
 
La conducta emprendedora generalmente se ha relacionado con 
niveles moderados de propensión al riesgo en el individuo (McCelland, 
1961; Sexton y Bowman, 1983). Sin embargo, los resultados empíricos son 
bastante contradictorios cuando se trata de confirmar dicha dimensión de 
personalidad como rasgo distintivo del sujeto emprendedor. Así, algunos 
estudios han evidenciado que las personas que crean una nueva empresa y 
luchan porque salga adelante pueden percibir y reaccionar al riesgo de 
forma diferente (Busenitz, 1999; Busenitz y Barney, 1997). En la misma 
línea algunos estudios confirmanuna mayor propensión al riesgo en 
emprendedores fundadores de su propia empresa que en directivos de 
empresas ya creadas (Begley y Boyd, 1987). La propensión al riesgo se 
convierte desde esta perspectiva en un predictor de la elección de carrera. 
Por ejemplo, Kolvereid (1996) encontró que el argumento “evitar asumir 
riesgos” es mencionado frecuentemente como un factor impulsor en la 
elección de empleo en organizaciones ya existentes. 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 43 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
 
Frente a esta evidencia, otros estudios indican que los emprendedores 
no tienen una mayor propensión al riesgo que los directivos y la población 
general (Low y McMillan, 1988) incluso cuando, objetivamente, aceptan 
mayores niveles de riesgo en sus elecciones de carrera y decisiones de 
negocio. Desde esta postura se defiende que la diferencia clave entre 
emprendedores y no emprendedores puede ser la tolerancia al riesgo, y 
cómo procesan información sobre el éxito potencial de una nueva 
oportunidad de empresa. En esta línea, diferentes investigaciones apoyan 
que los emprendedores tienden a categorizar las situaciones de negocio 
como menos arriesgadas que los no emprendedores (Busenitz, 1999; 
Cornan, Perles y Vancini, 1988; Palich y Bagby, 1995). En otras palabras, 
los emprendedores pueden no pensar en ellos mismos como más propensos 
a asumir riesgos que los no emprendedores, pero están más predispuestos a 
categorizar las situaciones de riesgo como positivas (Palich y Bagby, 
1995). 
 
A parte de esta polémica, lo que sí parece claro es que el proceso de 
emprendimiento podría paliar la propensión al riesgo. Así, Brockhaus 
(1980) propone que los empresarios de mayor reputación pueden tener un 
perfil de riesgo diferente y Timmons, Smollen y Dingee (1985) predicen 
que la disposición al riesgo puede reducirse cuando hay fondos que 
proteger. De forma similar, Smith y Miner (1985) observan que la evasión 
del riesgo es mayor entre empresarios de firmas de crecimiento rápido que 
de crecimiento lento. 
 
Centrándonos en nuestro tema de interés, algunos estudios recientes 
han encontrado que la tolerancia y actitudes positivas hacia el riesgo 
predicen la formación de intenciones emprendedoras (Segal et al., 2005; 
Shepherd y Douglas, 1997). Igualmente, se ha encontrado que la 
propensión al riesgo está positivamente asociada con las intenciones de 
autoempleo a través de su influencia sobre ciertos predictores de éstas 
como son la autoeficacia (Zhao et al., 2005) y la actitud positiva hacia la 
conducta emprendedora (Lüthje y Franke, 2003). 
 
Con todo ello proponemos: 
 
Hipótesis 2: La propensión al riesgo influirá positivamente en las 
intenciones emprendedoras. 
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Personalidad proactiva. 
 
La personalidad proactiva se refiere a la tendencia a iniciar y mantener 
acciones que directamente alteran el ambiente circundante (Bateman y 
Crant, 1993). Las personalidades proactivas identifican oportunidades y 
actúan sobre ellas, muestran iniciativa, realizan acciones directas y 
perseveran hasta que consiguen un cambio significativo. En contraste, las 
no proactivas fracasan en identificar y actuar sobre las oportunidades para 
cambiar cosas. La proactividad implica un énfasis en anticipar y prevenir 
problemas antes de que ocurran y una orientación a la acción que incluye 
una interpretación creativa de las normas y un alto nivel de persistencia y 
paciencia para operar el cambio. 
 
La proactividad es otra de las dimensiones indispensables que Covin y 
Slevin (1989) incluyen en la denominada orientación emprendedora, en 
referencia a la implementación de lo necesario para la realización 
emprendedora, lo que supone perseverancia, adaptabilidad y disposición 
para asumir la responsabilidad ante el fracaso. Las empresas proactivas son 
aquellas que son más propensas a buscar oportunidades en el entorno 
externo (Lumpkin y Dess, 1996; Stevenson y Jarillo, 1990). 
 
En el contexto concreto de las firmas ya establecidas, la mayoría de 
investigaciones se han referido a dos atributos de la proactividad: el 
comportamiento agresivo hacia otras firmas y la búsqueda de 
oportunidades favorables de negocio, encontrándose que ambas son 
mayores en el caso de firmas emprendedoras (Khandwalla, 1977; 
Mintzberg, 1973). En otros estudios se ha confirmado la relación entre la 
personalidad proactiva y la conducta emprendedora, tanto en empresas ya 
creadas como en la población general (Becherer y Mauer, 1999; Jennings, 
Cox y Cooper, 1994). Finalmente, también existe evidencia de relación 
entre la proactividad en el contexto de la orientación emprendedora y el 
desarrollo empresarial por un lado (Brown 1996; Junehed y Davidsson, 
1998; Namen y Slevin, 1993), y la carrera exitosa por otro (Seibert, Crant y 
Kraimer, 1999; Seibert, Kraimer y Crant, 2001). 
 
Shapero (1982) ha sugerido que esta propensión personal a actuar 
sobre las oportunidades es uno de los factores que pueden influir sobre la 
relación intención-conducta precipitando o facilitando la realización de 
intenciones. En el ámbito concreto del emprendimiento, Crant (1996) 
encontró que las intenciones emprendedoras estaban positivamente 
asociadas con poseer una personalidad proactiva. Igualmente, este tipo de 
orientación de personalidad ha sido mencionado en la literatura de Shapero 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 45 
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y Sokol (1982) y Krueger y Brazeal (1994) como un importante precursor 
de las intenciones y el potencial emprendedor. 
 
A partir de este razonamiento, planteamos: 
 
Hipótesis 3: La proactividad influirá positivamente en las intenciones 
emprendedoras 
 
A partir de lo dicho anteriormente, el modelo que pretendemos poner 
a prueba en la presente investigación se presenta en la figura 1. 
 
 
MÉTODO 
 
Muestra 
 
Los datos se recogieron de una muestra de 907 sujetos, formada por 
320 varones (35,8%) y 574 mujeres (64,2%), con edades comprendidas 
entre 17 y 49 años, siendo la edad media de 22,5 años. Prácticamente, la 
totalidad de la muestra estuvo constituida por estudiantes universitarios, 
por considerarse ésta una población de potenciales emprendedores. En 
cuanto a la distribución de la muestra por áreas de conocimiento, las 
titulaciones predominantes corresponden a Ciencias Empresariales y 
Económicas (24,2%), Humanidades (11,1%), Ciencias Sociales (29,2), 
Ciencias Experimentales (4,6%), Ciencias Técnicas (15,2%), Ciencias 
Jurídicas (3,4%) Ciencias Sanitarias (3,1%) y Ciencias de la Educación 
(8,9%). El 53% de los encuestados se encontraban en el momento de la 
recogida de los datos en cursos iniciales de sus planes de estudios (tres 
primeros cursos académicos), mientras que el 47% estaban en sus dos 
últimos cursos de carrera. 
 
 
Figura 1. Modelo general de intenciones emprendedoras 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Autoeficacia 
Proactividad 
Riesgo 
Intención de 
emprender 
H.1 
H.3 
H.2 
46 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Respecto a la situación laboral, la mayoría de los sujetos se dedicaba 
en el momento de la encuesta sólo a sus estudios (81,4%) y, por tanto, no 
trabajaban. Entre los sujetos que desarrollaban algún tipo de actividad 
laboral, predominaban las dedicaciones al sector servicios en actividades de 
escaso o medio nivel de cualificación (41% y 23,1%, respectivamente). Por 
otro lado, el 46% de los encuestados reportó algún tipo de experiencia 
laboral, mientras que el 54% carecía de ella. En la línea de lo anterior, las 
actividades predominantes correspondían a servicios de nivel de estatus y 
formación bajo (39%)o medio (25%). 
 
Por lo que se refiere a los antecedentes laborales familiares, el 9% de 
los padres de los sujetos no trabajaban, el 27% eran autónomos, el 41% 
trabajaban en una organización o empresa privada y el 23% desarrollaban 
su actividad en una empresa pública. Las actividades predominantes se 
enmarcaban de nuevo en el sector servicios, esta vez en la línea de niveles 
de cualificación medios-altos (30% y 25%, respectivamente). En el caso de 
la actividad laboral de las madres, el 56% no trabajaban, el 9% eran 
autónomas, el 14% trabajaban en una empresa privada y, finalmente, el 
21% trabajaban en una organización pública. 
 
Instrumentos 
 
La recogida de datos se basó en la administración de un cuadernillo de 
preguntas a la totalidad de la muestra descrita. Dicho cuadernillo constó de 
diferentes apartados y escalas que se describen a continuación. 
 
Autoeficacia emprendedora. Se adaptó la escala de De Noble, Jung y 
Ehrlich (1999) que mide la creencia de la persona en sus propias 
habilidades para desempeñar las tareas requeridas para la creación de una 
empresa. Se compone de 23 items y los encuestados expresan si se sienten 
o no capaces de realizar lo que se les indica en cada ítem. Las puntuaciones 
van de 1 a 10, cuya equivalencia oscila desde “completamente incapaz” a 
“perfectamente capaz”. Los items que se utilizan se pueden agrupar en 
torno a distintos temas: a) desarrollo de nuevos productos y oportunidades 
en el mercado, b) construir un entorno innovador, c) iniciar relaciones con 
los inversores, d) definición del objetivo central, e) afrontar los cambios 
inesperados, y f) desarrollo de los recursos humanos críticos. 
 
Personalidad proactiva. Se empleó la versión de 10 items de la Escala 
de Personalidad Proactiva, desarrollada por Seibert et al. (1999, 2001) a 
partir de la selección de los items más significativos de la versión previa de 
17 items de Bateman y Crant (Bateman y Crant, 1993; Crant, 1995; Crant y 
Bateman, 2000), empleada para la medición de la propensión individual 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 47 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
hacia la conducta proactiva. Con estos items, los sujetos valoran en qué 
medida (a través de una escala tipo Likert de 0 a 5 puntos) emprenden 
acciones significativas para influir en el ambiente en que se desenvuelven. 
 
Propensión al riesgo. Se utilizó la versión reducida, facilitada por el 
propio autor (Rohrmann, 1997), del Cuestionario de Orientación al Riesgo 
(ROQ), que evalúa la tendencia general de los sujetos a asumir riesgos a 
partir de una serie de items sobre la propensión y evitación de situaciones 
arriesgadas. Los sujetos respondieron a un total de 8 items referentes al 
afrontamiento del riesgo y actitudes hacia las decisiones de riesgo. Las 
respuestas de los sujetos se categorizaron en una escala tipo Likert de 0 a 5, 
en función del grado de acuerdo con las proposiciones presentadas. 
 
Intenciones emprendedoras. Se evaluó pidiendo a los sujetos que 
indicasen, en una escala tipo Likert de 0 a 5, la probabilidad de crear su 
propia empresa en los próximos cinco años. 
 
Procedimiento 
 
Los datos obtenidos fueron sometidos, en primer lugar, a un Análisis 
Factorial (con la mitad de la muestra) con el propósito de identificar los 
factores objeto de estudio y los items que los integran. Se utilizó como 
método de extracción el Análisis de Componentes Principales, y como 
método de rotación la Normalización Varimax con Kaiser. La fiabilidad de 
los factores resultantes se evaluó a partir del Coeficiente alfa de Cronbach. 
Los criterios para la eliminación de items o, en su caso, de factores, fueron 
los siguientes: que saturasen por debajo de ,40; que teniendo una saturación 
por encima de ,40 lo hiciesen en más de un factor; que el factor tuviera una 
fiabilidad inferior a ,70. A partir de dichos criterios, se procedió, en cada 
una de las escalas, a la eliminación de aquellos items que no cumpliesen 
con los mismos, y a la realización de nuevos análisis factoriales hasta 
conseguir que los items y factores resultantes cumpliesen con los requisitos 
propuestos
1
. Los factores de las escalas de autoeficacia, propensión al 
riesgo y personalidad proactiva obtenidos finalmente, fueron sometidos a 
un Análisis Factorial Confirmatorio (utilizando la otra mitad de la muestra) 
a través del programa estadístico AMOS 5.0. 
1
A disposición de los interesados los ítems que se mantienen en cada una de las 
escalas 
48 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
 
Por último, se realizaron análisis de Ecuaciones Estructurales con toda 
la muestra, mediante el programa AMOS, para poner a prueba el modelo 
propuesto. Se utilizaron diversos índices de ajuste como la prueba χ
2 
. Los 
valores no significativos indican que el modelo hipotetizado se ajusta a los 
datos. No obstante, este índice es sensible al tamaño de la muestra por lo 
que se recomienda, para resolver este problema, utilizar otros índices como 
el RMSA (Root Mean Square Error of Approximation), CFI (Comparative 
Fit Index), GFI (Goodness of Fit Index), AGFI (Adjusted Goodness of Fit 
Index), TLI (Tucker-Lewis Index), y NFI (Normed Fit Index) (Marsh, 
Balla y Hau, 1996). Generalmente, valores inferiores a ,08 en el índice 
RMSA indican un ajuste aceptable, mientras que valores mayores a 0,1 
deberían conducir a rechazar el modelo (Browne y Cudeck, 1989). Para el 
resto de los índices, valores mayores a ,90 son considerados indicadores de 
un buen ajuste a los datos (Hoyle, 1995). 
 
RESULTADOS 
 
El Análisis Factorial realizado con los items que medían el nivel de 
proactividad de los sujetos, utilizando para la extracción el método de 
Componentes Principales y la Rotación Varimax con Kaiser, dio como 
resultado tres factores que explicaron el 56% de la varianza. El primer 
factor dio cuenta del 33,98% de la varianza total y tuvo un valor propio de 
3,39. Los dos siguientes factores tuvieron unos valores propios de 1,21 y 
1,05 y explicaron el 12,18% y 10,47% de la varianza, respectivamente. El 
tercer factor fue eliminado ya que presentó una fiabilidad (alfa de 
Cronbach) de ,51, inferior por tanto al criterio establecido de ,70. Se realizó 
un nuevo Análisis Factorial con los items que no fueron eliminados. Se 
obtuvieron dos factores que explicaron el 57,79% de la varianza. El primer 
factor estuvo integrado por 4 items y se refieren todos ellos a la 
persistencia en las acciones. El segundo factor lo integraron tres items que 
se refieren a la búsqueda e identificación de oportunidades. El alfa de 
Cronbach de estos dos factores fue de ,70 para ambos. 
 
Se realizó un Análisis Factorial Confirmatorio a través del programa 
estadístico AMOS. 5.0. Este análisis produjo un χ
2
 significativo (χ
2
 = 
36,51, df = 13; p = ,000 ). No obstante, el resto de los índices demostraron 
que el modelo se ajustaba a los datos, tal y como se puede apreciar en los 
siguientes valores: NFI = ,973; AGFI = ,943; GFI = ,983; TLI = ,962; CFI 
= ,983; RMSA = ,045. 
 
Por lo que se refiere a la escala de autoeficacia, el Análisis Factorial, 
realizado con el método de Componentes Principales para la extracción y la 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 49 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Rotación Varimax, reveló la existencia de cuatro factores que explicaron el 
49,13% de la varianza. Tras la eliminación de aquellos items que no 
cumplían con los criterios establecidos se realizaron nuevos análisis 
factoriales hasta lograr que todos los items y los factores resultantes 
cumpliesen los criterios. En el Análisis Factorial que resultó como 
definitivo se extrajeron tres factores que explicaron el 55% de la varianza. 
Estos tres factores presentaron unos valores propios de 4,56, 1,53 y 1,06, 
respectivamente,y explicaron el 35,107%, 11,75% y 8,17% de la varianza, 
respectivamente. 
 
El alfa de Cronbach de los factores fue ,79 ,70, y ,74 respectivamente. 
El análisis factorial confirmatorio mediante AMOS arrojó un buen ajuste 
del modelo a los datos (NFI = ,953; AGFI = ,932; GFI = ,973; TLI = ,960; 
CFI = ,973; RMSA = ,038). El valor de χ
2 
fue de 144,13 (df = ,62; p = 
,000). 
 
Finalmente, en relación a la escala de propensión al riesgo, el Análisis 
Factorial, utilizando para la extracción el método de Componentes 
Principales y la Rotación Varimax, reveló la existencia de tres factores que 
explicaron el 62,32%. Tras la eliminación de aquellos items y factores que 
no cumplían con los criterios establecidos se quedo un único factor con una 
fiabilidad de ,71. Este factor lo integraron tres items, por lo que se optó por 
evaluar el nivel de riesgo de los sujetos a partir de la puntuación en estos 
tres items. 
 
Las relaciones entre las variables y su influencia en las intenciones de 
emprender fueron analizadas vía Ecuaciones Estructurales según el modelo 
hipotetizado. En la figura 2 se presenta este modelo considerando los 
factores de autoeficacia y proactividad que resultaron de los análisis 
factoriales confirmatorios. El ajuste de este modelo a nuestros datos, a 
través del programa AMOS, dio como resultado un modelo aceptable, con 
unos valores de NFI = ,975; AGFI = ,935; GFI = ,985; TLI = ,962; CFI = 
,985; RMSA = ,038. El valor de χ
2 
fue de 25,39, con 11 grados de libertad 
y con un nivel de probabilidad igual a ,008. No obstante, dado que los 
pesos de la regresión de autoeficacia y percepción de riesgo sobre 
intenciones no fueron significativos se optó por eliminar estas relaciones. 
 
50 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Figura 2. Modelo específico de intenciones 
 
El modelo que resultó tras la eliminación de estos parámetros aparece 
en la figura 3. En este modelo también se consideró la relación entre 
autoeficacia y proactividad de manera unidireccional, en el sentido de que 
las personas autoeficaces serán más proactivas. El ajuste de este modelo a 
los datos presentó los siguientes valores: NFI = ,971; AGFI = ,937; GFI = 
,984; TLI = ,964; CFI = ,983; RMSA = ,037. El valor de χ
2
 fue de 27,88, 
con 13 grados de libertad y con un nivel de probabilidad igual a ,006. Este 
modelo nos pone de manifiesto que la intención de emprender está 
determinada por la proactividad de los sujetos. Esta proactividad está 
determinada a su vez por la autoeficacia (Ratio Crítica, R.C. = 9,92) y por 
el nivel de riesgo (R.C. = 5,02) que están dispuestos a asumir los sujetos. El 
nivel de riesgo es una variable que está determinada por la autoeficacia de 
los sujetos (R.C. = 3,43). Las relaciones entre estas variables podemos 
sintetizarlas de esta manera. Cuanto mayor es la autoeficacia de los sujetos 
mayor es su proactividad y su nivel de asunción de riesgos, y este mayor 
nivel de aceptación de riesgo les lleva a ser más proactivos. Los sujetos 
más proactivos son los que presentan una mayor intención de emprender 
una empresa. 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 51 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Figura 3. Modelo resultante de la intención de emprender 
 
Con todo esto, puede decirse que los resultados obtenidos apoyan 
significativamente nuestra tercera hipótesis, de modo que podemos 
confirmar la existencia de una relación positiva directa entre la 
personalidad proactiva y las intenciones emprendedoras. Las hipótesis 
primera y segunda sólo han recibido un apoyo parcial, en el sentido de que, 
si bien parecen estar asociadas con las intenciones de emprender, dicha 
relación no se produce de manera directa, tal como hipotetizamos en 
nuestro modelo inicial, sino por su influencia sobre la proactividad del 
sujeto. Más aún, la variable autoeficacia no se presenta únicamente como 
antecedente de la proactividad, sino también de la propensión al riesgo, 
pasando esta variable a erigirse como mediadora entre autoeficacia y 
personalidad proactiva en la predicción de las intenciones hacia el 
autoempleo. 
 
52 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
DISCUSIÓN 
 
A partir de la presentación de un modelo hipotético de intenciones 
para la explicación del fenómeno emprendedor, la presente investigación 
ha perseguido el objetivo general de comprobar la influencia que 
determinadas variables tienen sobre la intención de emprender, como 
principal antecedente de la conducta emprendedora. En concreto, nos 
hemos centrado en variables de tipo personal que en la literatura se han 
venido especificando como variables importantes a la hora de explicar el 
fenómeno del emprendimiento. Estas variables han sido la autoeficacia, la 
proactividad y la propensión al riesgo. 
 
El modelo significativo resultante tras sucesivos análisis estadísticos 
apoya de forma significativa únicamente una de las tres hipótesis 
planteadas, introduciendo importantes matices en el modelo inicial puesto a 
prueba. En este sentido, los resultados obtenidos plantean una doble vía de 
interacción entre las variables autoeficacia, propensión al riesgo y 
personalidad proactiva en la predicción de las intenciones emprendedoras. 
Por un lado, se encuentra una influencia directa de la autoeficacia sobre la 
proactividad, variable que a su vez determina las intenciones de emprender. 
Por otro lado, se observa que la variable propensión al riesgo se convierte 
en mediador entre la autoeficacia y personalidad proactiva, con el mismo 
resultado predictivo sobre las intenciones emprendedoras. 
 
Comenzando por la variable autoeficacia, el matiz que aporta el 
presente trabajo respecto a otros previos, es que en este caso la influencia 
de la autoeficacia sobre la formación de intenciones no se da de una forma 
directa como ha sido hallado en otros estudios (Zhao et al., 2005; Segal, et 
al., 2005), sino que está mediatizada por la proactividad del sujeto, con la 
que mantiene una doble relación directa e indirecta por mediación de la 
propensión al riesgo. 
 
Una posible explicación de la asociación entre autoeficacia y 
proactividad, parte del constructo de percepción de oportunidad, como una 
de las dimensiones de la personalidad proactiva. En este sentido, Dutton 
(1993) ha mostrado que las percepciones de oportunidad dependen de las 
percepciones de que la situación dada es positiva y controlable. Puesto que 
las percepciones de controlabilidad están, a su vez, fuertemente 
influenciadas por las percepciones de competencia personal, autores como 
Krueger y Dickson (1994) erigen la autoeficacia como antecedente de las 
percepciones de oportunidad. En resumen, podría afirmarse que cuanto 
mayor es la autoeficacia emprendedora del sujeto, mayores serán también 
sus percepciones de factibilidad y oportunidad en una situación dada y 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 53 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
mayor su propensión a actuar proactivamente sobre la posibilidad de 
emprender, puesto que la propensión a actuar sobre las oportunidades se ve 
también fuertemente influida por las percepciones de control sobre la 
situación. No obstante, reservamos para nuevas investigaciones el estudio 
de esta posibilidad más a fondo, así como otras posibles vías de relación 
entre la autoeficacia y la proactividad en el contexto concreto de la 
formación de intenciones emprendedoras. 
 
Otra relación interesante es la que se plantea entre las variables 
autoeficacia y propensión al riesgo en la configuración de las intenciones 
emprendedoras por mediación de la personalidad proactiva. Recientemente, 
Zhao et al. (2005) han encontrado evidencia de la asociación entre ambas 
variables, de forma que la propensión alriesgo del sujeto resultó ser un 
antecedente de la autoeficacia como principal determinante de la intención 
de emprender. Los autores explican este resultado en relación a la premisa 
de que los individuos con mayor propensión al riesgo poseerán una mayor 
tolerancia al estrés de situaciones inciertas, como puede ser el comienzo 
empresarial, y tenderán en mayor medida a perseguir una carrera 
emprendedora por mediación de una alta autoconfianza en las propias 
capacidades para desempeñar los roles y tareas necesarias para tener éxito 
en el intento empresarial. 
 
Sin embargo, la relación hallada entre autoeficacia y propensión al 
riesgo, en nuestro caso, adopta el sentido contrario. Es decir, es la variable 
autoeficacia la que juega el papel de antecedente de la propensión del 
sujeto a asumir riesgos en la formación de intenciones. En este sentido, 
cabría decir que cuanto mayor sea la confianza del individuo en sus propios 
recursos y habilidades para desempeñar con éxito la conducta 
emprendedora, mayor será su disposición a asumir el riesgo de fracaso de 
la misma por su mayor tolerancia al estrés causado por dicha posibilidad. 
 
En cualquier caso, la relación positiva encontrada con respecto a la 
intención de emprender aporta nueva evidencia al valor predictivo de la 
propensión al riesgo sobre la actividad emprendedora. Igualmente, nuestro 
resultado es congruente con el de Lüthje & Franke (2003), quienes han 
evidenciado la influencia de la propensión al riesgo en la formación de 
intenciones emprendedoras por mediación de una actitud positiva hacia la 
conducta en cuestión. En nuestro caso, el mediador utilizado se refiere de 
nuevo al rasgo de proactividad del sujeto, lo que sugiere que la 
predisposición del sujeto a aceptar riesgos calculados y moderados es uno 
de los principales indicadores de su tendencia a percibir y actuar sobre las 
oportunidades. 
 
54 Intención emprendedora en el contexto universitario 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
Por otro lado, en el contexto de la denominada orientación 
emprendedora propuesta por Covin y Slevin (1989) podemos hallar una 
segunda explicación posible a la relación encontrada entre las dimensiones 
de propensión al riesgo y proactividad. Ambas constituyen, según estos 
autores, junto con la dimensión de innovación, una “orientación estratégica 
básica y unidimensional” (Covin y Slevin, 1989, p. 79), por tanto, es de 
esperar que ambas variables covaríen y mantengan entre sí una relación 
positiva. De cualquier forma, estas posibles explicaciones deben tomarse 
con cierto escepticismo hasta que nuevas evidencias aporten una mayor luz 
sobre el asunto. 
 
Lo que si puede decirse es que, según los resultados encontrados, 
nuestras tres variables de interés interactúan significativamente en la 
determinación de las intenciones emprendedoras. De esta forma, parece que 
la alta autoeficacia percibida por el potencial emprendedor, unida a la 
consecuente mayor disposición a asumir los riesgos de la situación, 
determinan la mayor tendencia del sujeto a actuar proactivamente sobre la 
situación, lo que se convierte en el predictor más potente de las intenciones 
emprendedoras. 
 
En esta línea, la variable de personalidad proactiva tal vez sea, como 
se viene sugiriendo, la que más ha visto confirmada, como se demuestra en 
nuestro estudio, su importancia en el terreno del emprendimiento, al 
haberse hallado una doble influencia de esta dimensión, directa y como 
mediadora, sobre la formación de intenciones. Como quiera que sea dicha 
relación, los resultados obtenidos permiten afirmar, en la línea de 
investigaciones previas, que determinados rasgos del sujeto como la 
persistencia en las acciones y la búsqueda e identificación de oportunidades 
constituyen un potente predictor de la iniciativa hacia el autoempleo (Crant, 
1996; Krueger y Brazeal, 1994; Shapero y Sokol, 1982). Igualmente, estos 
resultados son consistentes con otras investigaciones previas que han 
sugerido la importancia de la propensión a actuar en el desarrollo de las 
carreras emprendedoras. Este es el caso, por ejemplo, del modelo sobre el 
Evento Emprendedor de Shapero (1982), quien, en el contexto de la teoría 
de Ajzen, argumenta que la decisión de iniciar una actividad emprendedora 
requiere de una creencia preexistente de que dicha actividad es deseable y 
factible, unida con alguna propensión personal a actuar sobre las 
oportunidades y algún tipo de factor precipitante. En este marco, poseer 
una personalidad proactiva puede ser un importante elemento de la 
propensión a la acción. 
 
Por otro lado, de cara a considerar las posibilidades de generalización 
de los resultados, cabe mencionar alguna de las limitaciones de este 
 Sáchez, Lanero y Yurrebasco 55 
Revista de Psicología Social Aplicada Vol 15, nº 1, 2005 
 
estudio. Quizá el principal obstáculo se refiera a la escasa variabilidad de la 
muestra a lo largo de ciertas dimensiones importantes como la edad, el 
nivel educativo y el grado de iniciación en el proceso emprendedor. No 
obstante, este tipo de muestra resulta de gran utilidad para una 
investigación de estas características puesto que, como ha argumentado 
Krueger (1993), las muestras de estudiantes son las más adecuadas para el 
estudio en materia de intenciones emprendedoras. 
 
En suma, estos resultados nos ponen de manifiesto, entre otras cosas, 
la necesidad de seguir profundizando en esta temática, tanto en lo que se 
refiere al diseño de escalas más ajustadas y fiables, como en la 
investigación sobre otros componentes, fundamentalmente cognitivos, de 
las variables personales que aquí no han sido considerados, y sobre otras 
variables contextuales, que tal vez puedan explicar la intención de 
emprender mejor que las variables de personalidad. De hecho, una mayor 
profundización en el perfil psicológico del emprendedor, considerando no 
sólo variables de personalidad, sino también y principalmente variables 
cognitivas, tal como apuntan algunos estudios (e.g. Baron y Ward, 2004; 
Gaglio, 2004; Hindle, 2004; Keh, Foo y Lim, 2002; Mitchell, Busenitz, 
Lant, McDougal, Morse y Smith, 2002), así como variables contextuales, 
son algunas de las líneas por las que puede discurrir la investigación en este 
campo. 
 
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