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Gerd Baumann: El ritual implica “otros”
Releer a Durkheim en una sociedad plural
Lecturas estrechas de Durkheim,
dice Baumann en la conclusión, “ven a los
rituales como la cristalización de valores
básicos generalmente aprobados por las
comunidades que los realizan, teniéndose
como perspectiva a ellos mismos, para
crear y confirmar su cohesión como
comunidad”.
Pero “en las sociedades plurales
esta posición es complicada por la
presencia de ‘otros’. Los rituales,
entonces, tendrán tanto que ver con un
‘nosotros’ como con un ‘ellos’”.
El autor de este ensayo comienza
con un ejemplo de la aparición en un
periódico semanal de Londres de una
noticia sobre el servicio anual de
conmemoración de los combatientes
punjabíes en la primer guerra mundial. El
ejemplo le sirve para presentar su hipótesis
inicial: Baumann sostiene que este ritual,
en vez de reproducir la diferenciación
entre un “nosotros” y un “otros”, es
producido para reformular dicha división.
Objetivos y propuestas
Baumann cree necesario
reformular el enfoque con el que, desde
Durkheim, se estudian los rituales en
sociedades culturalmente heterogéneas con
cosmovisiones distintas (plurales).
En primer lugar sugiere que los
rituales no siempre son realizados por
comunidades homogéneas, sino que
también participan miembros de diversos
orígenes. En sociedades plurales,
frecuentemente se observa la participación
de miembros externos (outsiders).
Además cree que los rituales no
siempre celebran la perpetuación de
ciertos valores sociales, sino que también
pueden reflejar aspiraciones a un cambio
cultural.
La observación a la que está
constantemente expuesto un ritual público
sugiere la posibilidad de que esté siendo
dirigido a un “otro”, aunque no se trate de
una presencia física. Los rituales también
pueden ser dirigidos a una categoría
referencial para negociar las relaciones
con estos “otros” y para reclamar
reconocimiento público.
Rituales públicos: la presencia de otros
Para ilustrar la función que
cumplen los rituales públicos en los
reclamos de reconocimiento, Baumann
convoca el ejemplo de la apertura oficial
de un centro deportivo comunitario.
El ritual cívico de apertura fue
realizado en base a una agenda simbólica
que tenía como objetivo político el
reconocimiento de sus reclamos de acceso
a determinados derechos.
Navidades familiares: el “otro” como
referente
Para demostrar sus hipótesis,
Baumann estudiará dos rituales
domésticos de familias punjabíes del
suburbio londinense de Southall: las
navidades y las celebraciones de
cumpleaños infantiles.
Ambos rituales se tornan centrales
a la hora de redefinir la red de relaciones
con los “otros”, aún cuando éstos estén
ausentes físicamente durante el ritual,
están presentes como referentes culturales.
La negociación de las relaciones entre
ellos ubica al ritual al servicio de
aspiraciones vinculadas a un cambio
cultural y a nuevas definiciones de sí
mismos.
Diversas familias sikhs adoptaron
y adaptaron un ritual totalmente ajeno
como la navidad cristiana occidental,
permitiendo ciertas costumbres como los
saludos y los intercambios recíprocos,
pero conservando otras como las comidas
típicas sudasiáticas.
Lejos de adoptar la figura del Papá
Noel distribuidor de todos los regalos, los
punjabis cristianos entregan y reciben los
regalos cara a cara.
Con sus compañeros de escuela,
los niños exageran el grado de celebración
al que llegan sus familias cuando festejan
la navidad con el fin de proteger a sus
padres de ser considerados conservadores.
Mientras, los adultos calculan los méritos
de ir demasiado lejos o no en la réplica de
un ritual originariamente extranjero.
Los cumpleaños infantiles: “sus” ritos y
“los nuestros”
En el Punjab, los cumpleaños
individuales no se celebraban. Pero los
niños punjabíes residentes en Londres
comenzaron a notar las celebraciones de
sus pares ingleses, por lo que por los años
setenta sus padres empezaron a responder
a las nuevas expectativas.
Ya en la década del ochenta los
festejos eran comunes entre los niños
punjabíes ingleses. Pero en lugar de ser
invitados todos sus pares de edad, como en
las celebraciones anglo-europeas, eran
invitados los mayores, la familia punjabí.
Baumann analiza la celebración
organizada para el cumpleaños de dos
hermanos en forma conjunta. Esto marca
una primer diferencia con los rituales
clásicos europeos, en los cuales cada
homenajeado tenía su festejo por separado.
De todas formas, la falta de
entusiasmo por la celebración quizás
explique la atmósfera apagada de la sala
en la que se ubicaban los adultos. No
obstante, los padres habían envuelto los
regalos y preparado una torta de
cumpleaños para ser compartida.
Luego de cantar el feliz
cumpleaños en inglés, todos los invitados
mayores se dispusieron a alimentar a los
homenajeados. Esto invertía el ritual
clásico europeo, que ordenaba que los
homenajeados fueran los que repartían la
torta entre sus invitados.
Esto, y el hecho de que hayan
bailado el bhangra, permite pensar que, si
bien refleja un alejamiento evidente de las
tradiciones punjabíes, al mismo tiempo se
registra una reafirmación de concepciones
punjabíes.
Evidencia desde las sociedades
no-plurales
Los rituales, por lo general, suelen
ser retratados como realizaciones cerradas
de congregaciones unificadas. En
sociedades no-plurales, los “otros”
también están implicados en el ritual y
pueden participar en formas socialmente
diferenciadas como invitado, observador,
huésped o testigo.
Baumann evoca su primer trabajo
de campo, en 1976: el Festival de la lluvia
que llevan a cabo los Miri de Sudán. Este
ritual está estructurado en base a una
división rural-urbana, y el objetivo de los
aldeanos es negociar su identidad con la
sociedad árabe-parlante de las ciudades del
Sudán.
Si bien el ritual debe ser visto
como un mensaje hacia “otros”, a su vez,
consiste en lo que Leach denominó
“mensajes colectivos a nosotros mismos”.
La definición de un “nosotros”/”otros” no
sólo es contextual sino dialéctica.
Conclusión
Al final, Baumann concluye que la
visión de Durkheim de lo que es un ritual
fue siempre asumida de forma esencialista.
Para éste, la sociedad no era un hecho
empírico sino más bien una idea abstracta.
Los etnógrafos que consideraron a
la sociedad como un objeto empírico
mantuvieron presupuestos que el registro
etnográfico no sostiene. Porque, en
definitiva, las sociedades, remata
Baumann, no constituyen una mónada
cerrada, sino que más bien tienen ventanas
y se definen a sí mismas, durante los
rituales, en el mirar a través de ellas.

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