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Silvana Contreras: una aproximación a la noción de
industrias culturales
Introducción
El concepto de industrias
culturales es acuñado por los teóricos de
la escuela de Frankfurt para marcar el
nuevo lugar social de la cultura a partir de
la industrialización de la superestructura,
es decir, de la expansión de los grandes
consorcios industriales sobre las empresas
del sector cultural y la aplicación de los
principios tayloristas de la organización
del trabajo para la producción cultural (la
mercantilización de la cultura era un
proceso que ya había sido puesto en
marcha desde mucho antes).
Adorno y Horkheimer
unilateralizaron la concepción de la
cultura al asimilarla a la concepción del
materialismo histórico clásico, como
parte de una superestructura determinada
por una base económica y que sólo
permitía reproducción de las relaciones de
dominación. De esta forma, no pudo ver
las condiciones que las nuevas industrias
crearían para nuevas expresiones
artísticas, así como tampoco su
vinculación con la cultura popular.
Otra línea de estudio fue la
estructuralista (Althusser), que, si bien
rechaza el determinismo economicista,
reduce a los medios masivos como meros
aparatos ideológicos del Estado,
asociados a sus aparatos represivos. Una
postura así no puede tener en cuenta el rol
que juegan las instituciones en la
legitimación de un orden social
desigualitario.
Cuáles son las industrias culturales
La cultura tradicional no
industrializada (artes plásticas y de
representación), las actividades culturales
e informativas no mercantiles y la
artesanía quedan fuera del concepto de
industria cultural. La cultura
industrializada es organizada por un
capital que busca reproducir y ampliar su
valor, estructurando procesos de trabajo y
producción.
Pero es preciso diferenciar las
industrias culturales (productoras de
contenidos simbólicos) de las
suministradoras de soportes materiales
(discos compactos, papel, televisores,
computadoras, redes de comunicación
telefónicas, etc.).
La prensa, la radio, la televisión,
el cine, la industria editorial y la
publicidad son ejemplos de industrias
culturales. Las actividades de ocio, como
el deporte y el turismo, están más ligadas
a la administración del tiempo libre que a
la producción/consumo cultural.
Rasgos específicos de las industrias
culturales
A pesar de ser intangibles, los
productos culturales son contenidos
simbólicos con un alto valor comercial. El
disco compacto por sí mismo no vale
mucho, pero si sirve como soporte
material para un contenido simbólico
intangible puede adquirir un alto valor
social y comercial.
La aleatoriedad en la realización
está vinculada a la incertidumbre con
respecto a la formación de la demanda de
bienes culturales. Como sólo un pequeño
porcentaje de la producción cultural es
rentable, el "vedetismo" que se instaura
orienta la demanda hacia autores
reconocidos para estabilizar la tendencia
de moda en géneros, obras y autores.
Además, la producción cultural es eficaz
porque permite la reproducción social y
cultural.
Economía política de la comunicación y
la cultura: un abordaje crítico de la
industrialización de la cultura
El estudio de las relaciones de
poder expresadas en el nivel cultural debe
tener en cuenta el rol de los medios en el
proceso de acumulación de capital,
atendiendo al problema de las clases
sociales en conflicto y la legitimación de
la estratificación social.
Además tendrá que analizar el
proceso de desarrollo desigual y
contradictorio sobre el cual tienen lugar
las prácticas culturales. Es precisamente
la contradictoriedad de la naturaleza
económica de estos procesos lo que la
escuela de Frankfurt no tuvo en cuenta.
Actualidad y relevancia de este enfoque
En una época donde la lógica del
mercado y de la acumulación del capital
abarca todas las áreas de la comunicación
y la cultura, es necesario atender al
contexto de circulación de los bienes
culturales. En ciertos países, el proceso de
progresiva concentración derivó en la
conformación de unos pocos grandes
conglomerados difusores.
La producción de mercancías
culturales se inscribe en un proceso
desigual según las industrias y según los
países. En ciertas naciones todavía hay
espacio para las pequeñas empresas y el
trabajo autónomo. Es por eso que el rol
del Estado se revela fundamental para la
formulación de políticas que organicen el
campo de la comunicación y la cultura.

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