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La literatura australiana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 
La literatura australiana de principios de siglo: 
'SO far and tho' so close' 
Ma Socorro Suárez Lafuente 
Dpto. de Filología Anglo-Germánica 
Universidad de Oviedo 
Oviedo - 33071 
ABSTRACT 
Australian women writing during the time thar Europeans cal1 'Modernism' had to face 
circumstances very different in outlook to those European wrirers were depicring. Australian women 
had been doomed from the beginning of their national history wirh polarized archetypes thar lefr 
very little room for individuality - the settlement of the counrry by male convicts allowed women 
to be only whores or respectable wives. To this should be added rhe hard conditions imposed by 
the taming of the bush and the toll it exacred on women srill by rhe beginning of [he 20th century. 
Tossed berween freedom and respectability, hard work and natural life, Ausrralian women wrirers 
differ notably in toprcs and style from their European counrerparts. Nevertheless, once ourward 
appearances are difused, the core of the problems discussed in rhe t m s remain common to al1 
women rhrough rime and space: they are silenced, exploired and loved and revered beyond rheir 
own individual feelings. 
KEY WORDS: Australian literature, Modernisrn, Representation of wornen, Gender Studies 
RESUMEN 
Aparenremenre las autoras ausrralianas de la época correspondiente al modernismo 
europeo se ven inmersas en unas circunstancias ambienrales diamerralmenre opuestas a las que 
describen las auroras del viejo continenre. Las mujeres australianas han renido que sufnr desde 
el inicio de la colonización de su pais una polarización de los crirerios que las definen: debido a 
que los primeros pobladores blancos eran convicros y varones, las mujeres que luego importaron 
sólo podían ser prosriruras o esposas respetables. A esra dicoromía caracren'srica hay que aiiadir 
las duras condiciones ambienrales de poblar y 'civilizar' el espacio desértico del 'bush ', que aún 
penivían a principios de este siglo. Las escritoras ausrralianas se vieron, pues, arrapadas enrre 
la libertad y la respecrabilidad, el trabajo duro y la vida natural, y sus remas y su estilo difieren, 
por tanto. notablemente de los de las europeas. No obsranre, una vez que se difuminan las 
circunstancias externas vemos que los problemas a que se enfrentan las mujeres son los mismos 
a través del tiempo y el espacio: bien son silenciadas o erploradas o amadas con reverencia más 
allá de su propia personalidad individual. 
PALABRAS CLAVE: Literatura australiana, Modernismo, Representación de la mujer en 
literatura, Estudios de género 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
M a Socorro Suárez Lafuente 
Cuando las autoras europeas estaban confiriendo unas características 
formales específicas al movimiento modernista, las autoras australianas y 
neozelandesas inscribían, desde perspectivas realistas y naturalistas, su entorno 
socio-político y geográfico peculiar y las reacciones personales que dicho espacio 
suscitaba. Mientras Dorothy Richardson conformaba el "stream of consciousness" , 
May Sinclair enlazaba con la intertextualidad en Three Sisters, Virginia Woolf 
consolidaba un estilo modernista distintivo y Elizabeth Bowen o Rosamond 
Lehrnann narraban las pasiones veladas tras una fachada de distinción, las 
australianas Barbara Baynton, Katharine Susannah Prichard o Marjorie Barnard 
y Flora Eldershaw, entre otras, y la neozelandesa Jean Devanny expresaban con 
claridad los aspectos más crudos y los sentimientos más crueles o más exaltados 
de su devenir diario. 
La historia inmediata que explica diferencias formales tan dispares podría 
cifrarse en el siglo XIX. Mientras Gran Bretaña consolidó un imperio geográfico 
y económico que le permitió mantener la fachada de respectabilidad de su clase 
media e ignorar la miseria de las capas más bajas de la sociedad, Australia, 
afincada sobre un origen socialmente 'dudoso', responde a las necesidades de un 
pais aún por definir. El pasado inmediato de la colonia australiana fundada sobre 
convictos y especuladores y sobre presidiarias y mujeres abocadas a la 
prostitución tendrá un peso moral y social difícil de erradicar a lo largo del 
periodo decimonónico. Pero, mientras los hombres 'redimen' sus culpas a través 
del trabajo y la adquisición de riqueza. las mujeres ven perpetuarse el arquetipo 
de su ligereza sexual a menos que lo rediman con/formándose al arquetipo de 
respectabilidad que los hombres han creado para ellas: hija o madre dispuesta a 
acatar sumisa y dulcemente la voluntad del padre o del esposo. 
Las primeras mujeres llegaron a la colonia principalmente para remediar 
las necesidades sexuales de los convictos que ya habían cumplido sus penas y se 
instalaban fuera de los muros del penal, y también para iniciar la natalidad y el 
proceso de asentamiento en aquellas tierras lejanas. Las primeras transportadas 
se convirtieron así en mercancía, tan apetecible y disputada que los hombres 
esperaban en el muelle la llegada de los barcos para avalanzarse sobre los 
'mejores bocados'. 
Varias décadas de esta situación y el rápido desarrollo económico y 
político de Australia, que en 1850 ya contaba con una Constitución propia, 
aconsejaron a sus próceres la adquisición de mujeres respetables y temerosas de 
Dios y los hombres para sentar las bases de una burguesía. El dinero corría 
entonces con tal facilidad que Australia convirtió a la familia en unidad básica de 
su organización social en un tiempo record "unequalled anywhere else in the 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
La literatura australiana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 139 
Western world" (Surnrners: 307). Pero esta situación no hizo sino acentuar la 
dicotomía del arquetipo y complicar el desarrollo personal de cada mujer: las 
mujeres que bebían, fumaban. escribían u opinaban se convertían en prostitutas 
a los ojos de la opinión pública. Sin duda muchas mujeres se desanimaron con 
ataques tan absurdos y se perdieron para la causa feminista, pero ante tal situación 
otras muchas se convirtieron en luchadoras incansables por la libertad y la 
igualdad. 
En Inglaterra las condiciones demográficas favorecían, de manera 
indirecta, que las mujeres buscasen otras alternativas al matrimonio; a finales de 
siglo surge el concepto de la 'new woman', que incluso cuenta con una novela en 
su apoyo, The Odd Women (1893), de George Gissing. Pero en Australia sigue 
habiendo escasez de mujeres y la sociedad se vuelca en convencerles de las 
ventajas del matrimonio y la maternidad. 
Este desarrollo histórico confiere a las autoras australianas la claridad 
necesaria para exponer abiertamente ciertas consideraciones éticas y sociales 
propias de su entorno, de manera tal que la vieja Europa se escandalizó ante las 
'monstruas' generadas por el nuevo mundo. Frank O'Comor, espantado, y quizás 
despechado, por las libérrimas costumbres sexuales de Katherine Mansfield, 
pierde todo sentido de la proporción y, olvidándose de la valía literaria de la 
autora, arremete en su libro The Lonely Voice: A Study of the Short Story (1963) 
contra su obra adentrándose en lo puramente personal. Si bien tampoco en las 
antípodas quisieron o pudieron ver más allá de sus propios prejuicios. En un 
número especial dedicado a celebrar el 150 aniversario de la colonización de 
Australia. el Publicist se lamenta: 
Gone are the robust pioneer days, gone forever, Australia's females 
are now become vessels, not so much of maternity, as of modemity; and 
the rot has set in - post-war hysteria, post-war boom, post-war 
emancipation of women. the drift from domesticity, the drift to decadence, 
to office jobs, to 'equality' with men! (Munro 1983: 29)' 
Una de las varias asociaciones neofascistas surgidas en el periodo de 
entreguerras y alimentada por las sacudidas económicas de la depresión del '29 
y de la crisis de los años '30, "Australia-FirstMovement", arremete también 
contra las ideas feministas, bien servidas en Australia por las autoras e 
intelectuales del periodo modemista: 
1. Munro cita del artículo de P.R. Stephensen en Publicist, January 1938. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
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A married woman who goes out to work not only degrades herself to a 
low class, she also detracts from her husband's pride and dignity. It can 
be no pleasant knowledge to a man that another man has first claim on his 
wife's time and energy, gives her orders and comrnands her submission, 
obedience and devotion. (Munro 1983: 3 1)' 
La Australia de la primera mitad del siglo XX presenta un panorama 
intelectual y literario cuajado de mujeres, las autoras no solamente dominan en 
número, sino también en calidad y ellas son las que articulan y defienden los 
derechos de las mujeres tanto en literatura como en política. Sin embargo. será 
un puñado de escritores, entre los que destaca Joseph Furphy y Henry Lawson, 
quienes, ayudados por la prensa y más tarde por la academia, instauran lo que van 
a ser las características australianas de ese periodo modemista, todas ellas 
definidas en tomo a un concepto masculino por excelencia: el 'mateship'. Los 
'mates' representan un mundo de hombres rudos y arrojados, fieles a una idea 
férrea de la amistad, pero suficientemente cuajados en la vida dura del 'bush' 
como para defenderse solos: "(mateship is) crude masculinity elevated into a 
national mythology " (Altman 1987: 163) . 3 
Por una u otra razón, lo cierto es que las autoras australianas de la época 
modemista han tenido que esperar más de medio siglo para ver su obra 
revindicada, recuperada del olvido, rescatada de pseudónimos masculinos, 
reeditada y leída y estudiada convenientemente. La temática de estas autoras se 
mueve entre la descripción de la c ~ d e Z a del mundo australiano menos refinado 
y la crítica social, a la manera de Jane Austen, de la bur-guesía de ciudad. Uno 
de los aspectos más interesantes de la literatura australiana escrita por mujeres a 
principios del siglo XX es su interés genuino por los aborígenes. a quienes 
consideran tan marginados como ellas mismas. 
La escritura femenina se inicia, como en otras culturas, a través de los 
diarios personales y las cartas a familiares y amigas que habían quedado en 
Inglaterra; en ambos medios registran el mundo cotidiano y privado, considerado 
alsocial y alhistórico por el patriarcado, y vierten sus opiniones mientras 
configuran, casi sin darse cuenta, un 'Weltanschauung' diferente y muy 
importante. El paso de la correspondencia al periodismo se da tan pronto 
convergen las circunstancias sociales que permiten a las mujeres explayarse en un 
medio de comunicación público; de tal manera que, bien con su propio nombre 
2. MUNO cita del artículo de Dora Watts, firmado como Anna Brabant en Publicisr, May 1939. 
3. Altman parafrasea a Warren Osmond en su biografía sobre Sir Frederick Eggleston. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
La literatura australiana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 141 
bien con pseudónimo, las mujeres acapararon las páginas de los periódicos 
australianos de finales del XIX y principios del XX. 
Del grupo de autores del periódico Bulletin, reputado 'creador' de la 
literatura específicamente australiana, sobresalen nombres femeninos señeros, tales 
como Barbara Baynton, Henry Handel Richardson, Mary Gilmore, Nettie Palmer 
o Kylie Tennant. Así mismo, el primer periódico feminista editado en Australia, 
The Dawn, fue dirigido por Louisa Lawson en la época que estamos comentando; 
en él se establecía. sin ningún paliativo, tanto la igualdad de los sexos como la 
seguridad de que las mujeres eran capaces de hacer lo que se propusieran, y se 
invitaba a las lectoras a expresar sus ideas públicamente y a escribir. 
A principios de siglo algunas autoras, como Ada Cambridge o Rosa Praed, 
ya han establecido su fama literaria y convertido sus novelas en auténticos 'best 
sellers'. La curiosidad de los ingleses por saber cómo estaban viviendo sus ex- 
compatriotas 'down under' and 'at the back of beyond' favoreció la expansión de 
las novelas más costumbristas sobre la sociedad australiana, lo que propició que 
un buen número de autoras aprovecharan la literatura para defender sus ideas: 
Rosa Praed, Catherine Martin, Eleanor Dark o Katharine Susannah Prichard 
introdujeron a las aborígenes como personajes principales de algunas de sus obras, 
destacando el derecho de éstos a una identidad personal y humana; Zora Cross, 
Marie Pitt o Mary Gilmore defendieron sus tesis socialistas o comunistas 
aplicadas al papel de las mujeres en la sociedad australiana patriarcal y capitalista, 
mientras Nettie Palmer, Miles Franklin, Alice Henry y Flora Eldershaw, entre 
otras muchas, exigían el derecho a ser oídas y leídas por su valía individual, en 
vez de ser prejuzgadas y etiquetadas bajo el genérico 'mujeres'. M. Barnard 
Eldershaw escribió en 1938: 
A great many silly women have written a great many silly novels - and a 
great many silly men have too. But the scores are kept differently. Out of 
chivalry perhaps an individual woman's failures are charged not against 
herself but against her sex. She is a bad novelist because she is a woman. 
A man's failures he must bear himself. A woman in the world is a sort of 
collective noun; a man remains an individual.. . (Spender 1988a: 241) 
La infatigable labor de tantas y tantas autoras obligó al Fellowship of 
Australian Writers, en su reunión de Septiembre de 1933 en Sydney, a admitir, 
no sin reticencias. la influencia de las mujeres en la construcción de la literatura 
australiana. Fundamental en este quehacer había sido la comunidad literaria de 
mujeres creada y alimentada por Nettie Palmer; ella fue la mecenas intelectual de 
cuantas mujeres pasaron por su casa durante casi cuarenta años: leía sus escritos, 
los comentaba. escuchaba sus lecturas, expresaba su opinión, escribía cartas de 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152 
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ánimo y apoyo a las ausentes y ayudaba siempre. en la medida de sus 
posibilidades, a publicar cualquier esfuerzo literario. 
Como resultado de todas estas circunstancias se puede aseverar de las 
autoras de la rica tradición literaria en la Australia modernista que "they were 
political, they were feminists, and they were unapologetically Australian. They 
were experimental, they were exciting, they were successful" (Spender 1988a: 
239). La literatura australiana de las décadas de los '30 y los '40 brilló con luz 
propia gracias a la fuerza de tantas autoras, sin embargo la historia oficial optó 
por omitirlas, y hasta la década de los '80 la literatura nacional saltaba del 'bush' 
a la segunda guerra mundial, con un puente tendido por Patrick White y la 
historia económica de la época. La denuncia social, el comunismo y socialismo 
exhibidos y defendidos por las autoras, así como su feminismo, asustaron a unas 
'fuerzas vivas' empeñadas en basar la nueva nación sobre los pilares de la familia 
tradicional, el patriarcado dominante y el capitalismo económico. 
Barbara Baynton es, sin lugar a dudas. la autora que da réplica. de manera 
más contundente, al mito del 'Bush' y del 'Mateship'. Creada literariamente al 
abrigo del Bulletin, como el propio Henry Lawson, deconstruye limpiamente las 
aureolas añadidas a la vida dura y cruel de la Australia decimonónica. Henry 
Lawson y Joseph Furphy construyen un discurso épico para denotar el espacio de 
expansión territorial necesario para la fundamentación financiera del pais, y lo 
pueblan de héroes y heroinas valientes, multifuncionales y que conservan el 
sentido del humor y el 'glamour' social de la ciudad en medio de la miseria, los 
peligros, las muertes y los desastres naturales. El amor a Australia. a la tierra 
aparentemente inhóspita y el sentido de futuro de estos personajesles convierten 
en favoritos de la corriente nacionalista y conservadora. 
Pero Barbara Baynton escribe sobre personajes de talla humana que 
reaccionan como tal en el entorno de una naturaleza hostil que se resiste a ser 
domeñada. Sus mujeres, anónimas, son, indudablemente, valientes, pero también 
conocen el miedo, y lo que motiva su quehacer diario no es la idea de una Gran 
Australia sino la necesidad pura y dura de sobrevivir. La mítica 'drover's wife', 
de Henry Lawson, se convierte en 'Squeaker's mate' en las narraciones de 
Baynton; la protagonista de Baynton es tan fuerte como la de Lawson, como lo 
demuestra el hecho de que los apelativos funcionales de madre, hija o esposa 
hayan sido sustituídos por 'mate', perteneciente al mundo exclusivo de los 
hombres. 'Mate' labora a diario al lado de Squeaker y se gana a pulso el derecho 
a ser considerada con admiración por los hombres del entorno, pero la relación 
de pertenencia permanece y sólo es reconocida socialmente en función de su 
relación con Squeaker, quien, por otra parte, es vago, miedoso e inútil en las 
circunstancias del 'bush'. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152 
La literatura australiana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 143 
Cuando la mujer se rompe la espalda en un accidente y queda 
inmovilizada. Squeaker la confina en una choza de la granja, donde es consolada 
fundamentalmente por su perro. Ella guarda silencio y observa la desintegración 
de su entorno físico a través de una ranura entre los troncos de la cabaña. Esta 
limitación del espacio visual es común en la historia de la literatura escrita por 
mujeres: las que viven confinadas en harenes y 'havelis' sólo ven el mundo 
exterior bien demarcado por las cuatro paredes que forman el patio interior o por 
la ínfima ranura que abren en las paredes contiguas a los salones públicos o en 
los laterales de los coches que las transportan. En el primero de los casos un 
cuadrilátero de cielo ha de permitirles reconstruir el total; cuando las túnicas que 
cubren su rostro sólo les dejan ver los pies de los demás, se han de convertir en 
psicólogas podólogas. La ventana y la 'verandah' son los otros espacios 
enmarcados y, por tanto. limitados, a través de los cuales las mujeres se asoman 
al mundo y se dejan ver. Las chozas perdidas en medio del 'bush', sin embargo, 
ofrecen protección a las mujeres, y son las ranuras las que les asustan porque por 
ellas se cuela el peligro exterior: la serpiente maligna, el viento destructor y la 
mano asesina del vagabundo. 
La compañera de Squeaker, activa en los espacios abiertos, se convierte 
en una fiera enjaulada por la inmobilidad y la soledad, y cuando él trae una nueva 
mujer a la casa, para que le solucione el vivir diario, 'mate' se metamorfosea en 
una fiera herida de muerte: "As a wounded, robbed tigress might hold and look, 
she held and looked" (Krirnrner & Lawson 1980: 25). La crisis y resolución final 
de la historia se alcanzan a través de la resistencia moral de la inválida que, 
ayudada por su perro, recupera la atención de Squeaker. En esta mujer no hay 
coquetería, sino sentido práctico. y no constituye un dechado de virtudes 
femeninas que hay que preservar, ni exhibe su maternidad en potencia ni su lado 
femenino y débil, sino su necesidad imperiosa de supervivencia. De la misma 
manera, la mujer de "The chosen vessel", madre de un bebé al comienzo de la 
narración, se convierte en encrucijada de las nociones arquetípicas de los varones 
que la rodean. Hennessy ve en ella la promesa cumplida de la maternidad y la 
aureola virginal de la mujer idealizada, el vagabundo desea tanto su cuerpo como 
sus pocas posesiones materiales y su marido sólo ve una mujer común y cotidiana, 
poco apetecible sexualmente: "Needn't flatter yerself, nobody 'ud want ter run 
away with yew" (Krirnrner & Lawson 1980: 82). Volvemos, pues, a encontrar 
una mujer anónima e invisible, atrapada entre las generalidades que se le 
atribuyen a su sexo, y esta mujer, desesperada por el terror y acuciada por la 
violación y la muerte. será la víctima propiciatoria de una sociedad hipócrita. 
Sarah Miles Franklin dulcifica parcialmente, por la misma época, las 
terribles historias de Baynton. Franklin sitúa a la protagonista de su primera 
novela, My Brilliant Career (1901), en un entorno más habitado, si bien igual de 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
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hostil; este personaje narra las dificultades con que se encuentra en un pueblo 
fronterizo para potenciar las aptitudes intelectuales que sabe que posee. Si bien 
no teme por su vida, ni se encuentra sola ante peligros de gran magnitud, Sarah 
está atrapada por la pobreza de su familia y por su condición de mujer; el tiempo 
se le escapa en las faenas de una casa rudimentaria poblada de niños y cuando 
atisba una posibilidad de escape su madre la reclama como ayuda indispensable 
para la supervivencia familiar. Sus hermanos varones, sin embargo, a medida que 
llegan a la adolescencia abandonan tranquilamente el hogar en busca de algo 
mejor. 
El 'bush', a pesar de su horizonte abierto y lejano, es para Sarah una 
limitación a sus aspiraciones, y es la ciudad la que se perfila como un lugar de 
libertad y futuro. Si la compañera de Squeaker contemplaba su entorno inmediato 
a través de una ranura, Sarah busca Sydney en la distancia y no repara en lo que 
rodea sus pies. Al final, como muchas otras mujeres de ficción tanto de su tiempo 
como de la historia literaria universal, Sarah calla y espera su oportunidad 
mientras recoge su experiencia diaria en el papel, cansada de no encontrar un 
interlocutor apropiado en todo su entorno, y precisamente a través de la escritura 
conseguirá materializar su escape, no ya sólo a Sydney, sino a Europa y Estados 
Unidos. 
La novela constituyó un éxito inmediato debido al estilo costumbrista con 
que está escrita y a que describe la incipiente vida urbana en el 'bush' de un 
puñado de pioneros; pero el estar narrada en primera persona y ser tomada por 
sus contemporáneos como una autobiografía le trajo a la autora serios problemas 
familiares y sociales: a nadie le gustaron las claras acusaciones de machismo e 
ignorancia que Franklin achaca a los pueblos fronterizos. ni tampoco la sospecha 
de que los bravos pioneros, padres de grandes familias, futuro del país, pudieran 
ser borrachos, incontinentes y sucios. La 'dulcificación' del 'bush' no fue del 
agrado de los australianos, que preferían un bush épico, más alejado de sus 
propias inconsistencias político-sociales. 
Jean Devanny, en su novela The Butcher Shop, publicada en 1926 y 
ambientada en un rancho de ovejas neozelandés, conjuga magistralmente los temas 
importantes de la época: gran parte de la narración constituye un romance 
tradicional. con una pareja de jóvenes fuertes, sanos y guapos que forman un 
matrimonio convencional, alegre y rico y que genera unos hijos llamados a 
perpetuar su fortuna, su apellido y su bienestar. También colma la novela el gusto 
por el costumbrismo y se nos da cuenta exacta del quehacer diario en un rancho 
de esas características, cubriendo todas las épocas del año a través del ritmo de 
trabajo con el ganado. El rancho constituye una comunidad de trabajadores en 
tomo a la casa principal y se nos explica cumplidamente cómo están pagados y 
tratados esos trabajadores, cómo viven y cómo se relacionan entre sí y con los 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
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propietarios, y cuál es el ambiente en el seno de la familia. Los maoris, 
reflejando la realidad neozelandesa, son una parte esencial en la buena marcha del 
rancho. y reciben oportunamente sus parabienes en las páginas de la novela. 
Pero lo que pudiera ser una novela idílica, de lectura apta para jóvenes 
europeos, se va transformando sutilmente en una narración escabrosa. Primero 
leemos que algún trabajadorno es tan equilibrado como los demás, que incluso 
es cruel, y páginas más tarde se nos describe su brutalidad para con los animales; 
otro no es tan paternal y bonachón como parece, sino totalmente irresponsable de 
sus actos durante sus frecuentes borracheras; el trabajo con las ovejas exige, con 
frecuencia, manejarlas como a máquinas sin sentidos para que el ahorro en tiempo 
se convierta en beneficio material. En todos estos casos, centrados en la vida 
exterior del rancho, la narración se toma naturalista y los bellos atardeceres y los 
oteros refrescantes no logran contrarrestar lo que ya queda inscrito como una 
existencia dura y poco gratificante. La vida en el interior de la casa va mostrando 
paulatinamente sus fisuras: uno de los niños, bello e inteligente, tiene una 
enfermedad de corazón que le impide desarrollarse con normalidad; la joven 
esposa, dulce y equilibrada, sabe cómo insultar a su amigo maori cuando se ve 
confrontada con su propia inconsistencia en una de las crisis de la narración, y, 
a pesar de ser madre de tres hijos! confiesa que no conoce el orgasmo hasta que 
no aparece en escena el capataz del rancho. 
Todo el desarrollo de la trama anteriormente expuesto culmina en el 
capítulo XIII de una obra compuesta por XVX; es decir, que a mitad de la novela 
los lectores hemos modificado las expectativas del principio y comprendemos que 
estamos leyendo algo muy diferente de lo que habíamos pensado, si bien Devanny 
nos vuelve a engañar conduciéndonos por caminos erráticos. Porque en este punto 
de la narración surge una Margaret nueva: una Margaret modemista, desinhibida, 
activa, resuelta y librepensadora; el recién estrenado conocimiento del placer 
sexual abre a sus ojos nuevas posibilidades de enriquecimiento vital, y con la 
connivencia de su esposo amplía el círculo familiar hasta abrazar en él al capataz 
y a su anciana madre. La obra vuelve a adquirir tintes de romance en la 
superficie, a pesar de que el triángulo amoroso es más propio de una trama 
escabrosa y la tensión bulle bajo la aparente tranquilidad cotidiana. 
La generosidad de los esposos Messenger les lleva a ampliar aún más el 
ámbito de su hogar con parientes recién llegados de Europa, quienes rompen el 
ya difícil equilibrio de la casa y obligan a Margaret a optar, corroída por celos 
absurdos, por su marido o su amante. El tramo final de la novela se resuelve en 
un ambiente hosco y oscuro que acentúa los matices naturalistas que apuntaban 
en la primera parte, y la misma Margaret se transforma de reina de los cuentos 
de hadas en bruja malvada, incluso para sus hijos. La obra emparenta, entonces, 
con las grandes novelas de adulterio occidentales, tales como Madame Bovary, 
Cuadernos de Filología Inglesa. 611, 1997, pp. 137-1 52. 
146 M a Socorro Suárez Lafuente 
Anna Karenina, The Awakening o La Regenta; como en ellas, la mujer atrapada 
en un matrimonio tan modélico como monótono, en el mejor de los casos, 
desecha a un marido respetable por los amores inciertos de un amante que nunca 
va a conseguir el beneplácito de la sociedad, poniendo así en entredicho su 
seguridad y rompiendo la estabilidad familiar. En estos casos la mujer se 
convierte en el personaje negativo de la obra; nadie toma en consideración su 
derecho a decidir sobre su propia vida ni la posibilidad de que un hombre pasivo 
pueda no ser un buen compañero. Generalmente estas mujeres son abandonadas 
a su suerte y su única salida es el suicidio o entregarse a la locura. 
Margaret, que vive rodeada en el rancho de actividad reproductiva, de 
pasión e incluso de muerte, vitalista ella misma no quiere renunciar a su recién 
adquirido goce sexual; pero Margaret, a través de Jean Devamy, ha participado 
en Nueva Zelanda de las teorías socialistas y de las enseñanzas de igualdad de las 
mujeres de principios del siglo XX y está mejor pertrechada teóricamente que sus 
compañeras de infortunio. Así pues Margaret sobrevive al trágico final de sus dos 
hombres, ya que como la propia autora explicó: "for me to draw a logical 
conclusion 1 could not have ended it in any other way" (Devamy 1926: 228). 
Lo inesperado del final, de una novela ya provocadora por la cruda 
exposición de la vida en el rancho, en que la mujer disruptora no sólo no recibe 
su merecido sino que se erige en justiciera. escandalizaron de tal manera a sus 
contemporáneos que se prohibió su venta en Nueva Zelanda, si bien constituyó 
un éxito en Inglaterra debido al morbo de la prohibición y a que lo allí expuesto 
sucedía en lugares remotos e ignotos, muy alejados de la civilizada Europa. La 
novela fue considerada "a bad book al1 round - sordid, unwholesome and unclean. 
It makes evil to be good. We are of opinion that it should be banned." (Devamy 
1926: 226).4 El propio título apunta al talante desmitificador de la narración, 
poniendo en guardia a los lectores sobre el significado y el tono de la obra. Es un 
título, además, pluridireccional: la carnicería podría muy bien referirse al ciclo 
vital de las ovejas como materia prima del rancho, que son sistemáticamente 
deconstruídas en sangrientos procesos: desde el 'lambing' o parto al inicio de la 
obra, pasando por el recorte del rabo y orejas, la marca del amo con un hierro 
candente, la castración de los corderos, la esquila generalizada, en que algunos 
animales son heridos debido a la rápidez del proceso (los esquiladores cobran por 
pieza realizada) y, como final, el degüello. el desolle, el curtido de la piel y el 
despiece de la carne. 
Es de nuevo la propia Devamy quien aclara, sin embargo, sus intenciones 
al escribir la novela: 
4. Anotación de Bill Pearson sobre la prohibición de la novela en Nueva Zelanda. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137- 152. 
La literatura australiana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 147 
1 wrote that book with a purpose. (...) In writing this story with al1 its 
vivid bmtality, 1 have taken every scene from life. 1 have endeavoured to 
show the subjugation of woman from ancient times. It is the man who 
chooses his mate - not the woman. 
It is a man's prerogative to make the choice. The wife has been 
merely a chattel. In this 1 had fully explained my theme which is based on 
the materialistic conception of history . (. . .) 
When 1 te11 you why 1 am against the present system of society you 
may say that 1 am an embittered woman, a depressing woman. 1 am a 
revolutionary (. ..) 1 do not feel particularly soured of soul. (Devanny 
1926: 228-29). 
Leída. pues, la novela como una alegona de la subyugación marital, es 
fácil establecer el paralelismo con la carnicería ovina: Margaret, joven, bella y 
acuciada por la pobreza, es elegida por Messenger para esposa y madre de sus 
hijos; ella consiente, y se inicia el ritual de la desfloración, embarazos y partos, 
lactancia y fuerza de la maternidad; su libertad se recorta y en la misma medida 
ella renuncia a sus sueños y expectativas; del mundo de la posibilidad baja al 
mundo de la realidad y participa de las pasiones sexuales, de la ira, de los celos, 
de la mentira, del engaño, del abandono total del cuidado humano impuesto por 
la sociedad, y se topa con la muerte y el asesinato. La novela no completa el ciclo 
del matadero. aún quedaría la ley y el reparto de los despojos, pero Devanny ha 
seguido hasta los límites humanos las consecuencias de la desigualdad social y 
sexual. Sólo Thomas Hardy se había atrevido antes a llegar tan lejos y, aún 
siendo un hombre, había sido castigado por la critica y los lectores por su osadía. 
Ada Cambridge, por el contrario, elige el ambiente urbano y la sociedad 
burguesa incipiente en Australia y escribe, a la manera de Jane Austen, sobre la 
gran preocupación de madres e hijas para asegurarse un buen partido que provea 
por su bienestar futuro. Cambridge omite todos los detalles fisiológicos de la vida; 
ni sexo, ni partos, ni enfermedades, ni mucho menos pasiones incontroladas 
parecen ser un componente de su microcosmos social. Hombresy mujeres 
aparecen en sus páginas vestidos y compuestos para la confrontación galante, y 
así, la definición de la mujer ideal responde a los calificativos externos de 'serene 
and cheerful', 'delicious [to look at]', 'wonderfully charming voice' and 'softly 
5. Citado por Bill Pearson de periódicos de la época: "Banned by the Censors", Nav Zealand 
Times, 4 June 1926, y una entrevista realizada en Sydney, 4 December 1930, y publicada en 
Orago Wirness. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
148 M" Socorro Suárez Lafuente 
singing' (Spender. 1988b: 169).6 El hombre ideal es el que puede proveer casa, 
coche y comodidades. 
La novela de Cambridge A Girl's Ideal es un buen exponente de la 
situación que la autora está describiendo. Las que opinan no son mujeres, son 
'girls'. jóvenes inexpertas, que se ven apremiadas a aceptar o rechazar las 
propuestas de los hombres que la rodean porque su único valor. la juventud. 
caduca también rápidamente. Así, esposas inrnaduras y madres prematuras, se ven 
atrapadas en un ciclo social que las convertirá, en su madurez, en alocadas 
consejeras de sus propias hijas. El ciclo, a pesar de estar herido de muerte en su 
mismo origen, se mantiene. 
La heroína de A Girl S Ideal se diferencia de sus coetáneas en su inquietud 
social, en su interés por los demás y en que no parece estar inquieta ni por su 
futuro ni por su decadencia física. En un momento de la novela, Mary sube sola 
al compartimento de un tren, 
-anunprotected maiden lady, singularly becoming that undignified position 
- serene in her majestic consciousness of being perfectly able to take care 
of herself; and on reaching Melboume, she streamed away with the crowd 
into the crowded streets, walking in almost a straipht line along the 
pavement, amongst the hunying men and youths, canying her parasol 
over her shoulder, to shade her stately head, with the air of a princess. 
(Spender 1988b: 258). 
Con estas premisas Mary bien podría ser una feminista. pero su interés en 
asumir el papel del padre difunto en la familia para que su madre y su hermana 
puedan seguir jugando a ser delicadas y desvalidas convierte en puro voluntarismo 
lo que podría haber significado el inicio de un cambio social. Mary, por otra 
parte. se parapeta tras un somnoliento episodio con un apuesto militar en su 
adolescencia para eludir cualquier decisión sobre su vida íntima. Lo que 
Cambridge parece querer dibujar como virtudes personales en medio de una 
sociedad de devaneos y apariencias, culmina en una comedia medio de enredo, 
medio de salón, con final feliz. 
El mérito literario de Ada Cambridge es haber dejado constancia de que 
la pequeña burguesía australiana es la que mejor remeda los modos ingleses, 
incluso en sus vicios provincianos, y que los problemas y aspiraciones a ambos 
lados del globo se semejan peligrosamente: "Oh, to be mistress of Bungil, to be 
sister-in-law at Wattlebank, to be 'settled' so confortably, so luxuriously, so 
6 . A Girl's Ideal, novela de Ada Cambridge recogida en Spender: 1988,2 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152 
La literatura australiana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 149 
safely, with no more need for shifts and pinchings! That was the great prospect 
that tantalised and fascinated her" (Spender 1988b: 199). 
Pero las autoras australianas de la época no estaban dispuestas a dar 
cuartel a sus lectores haciéndoles creer que Australia era, después de todo, 
solamente un apéndice de la vieja y culturizada Europa. Katharine Susannah 
Prichard recoge otro tema escabroso como centro de su narrativa, el trato que los 
australianos blancos estaban dando a los aborígenes y la incontestable dimensión 
racional y humana de éstos. Prichard, al igual que Jean Devanny, convertida a la 
teoría del vitalismo modernista desde su visita a Londres entre 1912 y 1915, 
celebra en los aborígenes su relación intimista con la tierra y con los ciclos de la 
naturaleza; pero el paupérrimo peso específico de esta raza en el conjunto de la 
sociedad australiana también colma las aspiraciones socialistas de la autora. 
Prichard estaba, no obstante, atrapada en el discurso político de su tiempo 
y defiende los derechos de los aborígenes manteniendo a éstos en una posición de 
inferioridad respecto a los australianos blancos. Y es que el discurso, según lo 
define Foucault, como un complejo sistema de signos y prácticas que organiza la 
existencia y la reproducción social, ha resultado ser una trampa básica para 
muchas buenas intenciones. Prichard que, como buena socialista, creía también 
en la utopía, vió en la cultura aborigen del 'dreamtime', el 'walkabout' y la 
espiritualidad con la naturaleza los restos de la inocencia radical perdida ya para 
el mundo blanco. Paradójicamente, al intentar describir esa inocencia primordial 
Prichard describe también la adulteración y modificación que sufre la cultura 
aborigen en su contacto con la cultura blanca. 
Coonardoo, personaje principal y aborigen de la novela homónima, 
Coonardoo (1929), se desarrolla como mujer y manifiesta libremente sus 
sentimientos, pero su enamorado, Hugh, amo del rancho en que ella trabaja, ve 
rebajada su estimación social y eventualmente su propia auto-estima al admitir 
abiertamente que la ama. Es decir, que Coonardoo, no ya como mujer sino por 
ser aborigen, sólo puede acceder al calificativo de prostituta, el ser esposa 
respetable no entra en el campo definitorio que los blancos reservan a los 
aborígenes. Y el único punto de vista que se expresa en la novela es el de los 
australianos blancos, los aborígenes y Coonardoo con ellos permanecen como 'los 
otros', 'los objetos' de la mirada blanca, de su opinión, de sus sentimientos y , 
como tal, son focalizados a través del discurso blanco. De hecho la novela ofrece 
una visión no tanto de la cultura aborigen como del modo en que los aborígenes 
eran percibidos en la Australia del periodo de entreguerras. 
Coonardoo, pues, se encuentra en la encrucijada de una visión que la 
contempla como ejemplo de vitalismo, como hija de la naturaleza, como 
representante de la libertad, ágil, despierta y relajada, y, de otro lado, como 
ejemplo de libertinaje y de salvajismo, licenciosa, retardada y cruel. En el centro 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152. 
150 M" Socorro Suárez Lafuenre 
de la polémica está Coonardoo, la persona, la mujer a quien nadie realmente 
conoce y a quien no se han preocupado de conocer. En la cruel invisibilidad a que 
el mundo la condena, ella parece ser capaz de conciliar lo que a la Margaret de 
The Butcher Shop le estuvo radicalmente vedado: el amar libremente y sin 
condicionamientos éticos artificiales, pero, como decíamos, puesto que la propia 
Prichard estaba atada a la ética de su discurso las posibilidades se revelaron nulas. 
Prichard, sin embargo, al igual que Devanny, admite la fuerza sexual que emana 
de la tierra misma y que prende en aquellas personas más cercanas a ella: 
What was this impulse of man to woman, woman to man, but the law of 
growth moving within them? How could a man stand still, sterilize himself 
in a land where drought and sterility were hell? Growth, the law of life, 
which brought beauty and joy in al1 the world about him? No wonder the 
blacks worshipped life, growth, sex, as the life force. (Prichard 1929: 
109). 
Pero admitir la existencia de este impulso vital no significa asimilarlo a la propia 
práctica ética. La dualidad que asfixia a Coonardoo, asfixia también a Prichard, 
su autora, por definición. 
La novela se complica con la llegada de Mollie, la esposa legal de Hugh. 
Mollie es una joven de ciudad al estilo de los personajes de Ada Cambridge, que 
busca un marido adinerado para asegurar su futuro y que ostenta claros prejuicios 
no sólo de raza sino también de clase: los aborígenes son inferiores no sólo por 
ser de color, sino por ser los criados. Las tensiones que se originan en la obra 
entre Molly y Hugh,entre éste y los abongenes, y entre Hugh y Coonardoo, sólo 
pueden presagiar un final trágico en que las connotaciones edénicas del rancho se 
convierten en un desierto de penitencia y ayuno: 
And that withering and dying of Coonardoo's spirit had caused a blight on 
the place. Was she not the well in the shadow? Had she not some 
mysterious affinity with that ancestral female spirit which was responsible 
for fertility generation, the growth of everything? (. . .) The ancient native 
well, after which Coonardoo had been named, was drying up. (Prichard 
1929: 199-200). 
Las historias de Coonardoo, de Margaret, de Mary, de la compañera de 
Squeaker o de Sarah como personaje nos presentan la lucha sorda de estas 
mujeres por conseguir sobrevivir de acuerdo con sus sentimientos y por establecer 
su propia identidad; las novelas en que aparecen no son descripciones de éxitos 
ni logros materiales, sino exposiciones de estados mentales y anímicos 
debatiéndose para concluir el dia a dia. A pesar de llevar sobre sí la mayor parte 
Cuadernos de Filología Inglesa, 6/1, 1997, pp. 137-152 
La literatura ausrraliana de principios de siglo: 'so far and tho' so close' 151 
del peso de la literatura australiana de la primera mitad del siglo XX, a estas 
mujeres no se les reconoce el derecho no ya a hacer, si no tan siquiera a ser, a 
ser ellas mismas con sus defectos personales, sus errores y sus equivocaciones 
individuales. Estos se magnifican y se extienden como definición de su sexo y, 
amparándose en la fuerza de este argumento, a las mujeres se les acalla. se les 
minimiza y se les explota social y culturalmente. 
Lo mismo sucede en ese momento con las autoras y los personajes 
femeninos del mundo occidental, donde hasta un ingenio como el de Virginia 
Woolf tendrá que esperar décadas para ser reconocido por los cnticos oficiales. 
El grado de sofisticación de una cultura no garantiza la igualdad de derechos, ni 
la objetividad de criterios. pero la exigencia sistemática y la persistencia en la 
palabra rinden poco a poco sus frutos. 
Fecha de recepción: 18 - 10 - 1996. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 61 1 , 1997, pp. 137- 152. 
M " Socorro Suárez Lafuenre 
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Penguin. 
Cuadernos de Filología Inglesa, 611, 1997, pp. 137-152.

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