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Prólogo 
La movilidad humana internacional, como un fenómeno histórico asociado a cambios 
estructurales en el desarrollo de los países, nunca había ocupado un papel tan destacado en 
los medios de comunicación y en la agenda global. Su intensificación ha alcanzado su 
máxima expresión en el considerado como el mayor corredor migratorio del mundo, es 
decir, entre México, los países del norte de Centroamérica (NCA) y los Estados Unidos de 
América. Quince millones de personas, la mitad del total de migrantes de América Latina y 
el Caribe, y un promedio del 10% de la población de cada país, han seguido esta trayectoria, 
estimulados por las enormes brechas de productividad y salariales existentes entre 
los países. 
Aunque histórica, esta migración hacia el norte se ha complejizado debido a mayores 
desplazamientos internos forzados de población en sus países de origen (consecuencias de 
desastres naturales, de la variabilidad climática, la violencia y crisis sociopolíticas); a la 
violación de derechos humanos de los migrantes en sus rutas de tránsito y a políticas de 
inmigración cada vez más restrictivas en los países de destino. 
Las decisiones de migrar son tomadas con mayor frecuencia para sobrevivir. Los 
patrones de migración como el de niñas y niños no acompañados, de familias enteras, el 
aumento de personas retornadas y las caravanas de migrantes, están poniendo en jaque la 
gestión migratoria en los países de origen, tránsito y destino, e influyendo en sus relaciones 
geopolíticas y de cooperación mutua. 
Son incuestionables las evidencias que muestran los beneficios económicos, sociales 
y culturales que se derivan de la migración para todos los países, en particular para los de 
destino. Entre estos beneficios se encuentra la corrección de desbalances existentes entre las 
dinámicas demográficas y económicas en los países de origen y de destino. Mientras en los 
países del NCA el superávit de fuerza de trabajo alcanza al 25% de su población, un 38% del 
déficit de la fuerza de trabajo en los Estados Unidos es cubierto por personas inmigrantes 
latinoamericanas, de los cuales un 80% proviene de México y Centroamérica. 
El potencial que tiene la migración para contribuir en la reducción de las 
desigualdades en y entre los países muestra su pertinencia para implementar la Agenda de 
	Prólogo

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