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Conferencia de consenso Hipertensión arterial y polı́tica de salud en España Hypertension and health policy in Spain José R. Banegas a,b,�, Albert Jovell c, Benjamı́n Abarca d, Manuel Aguilar Diosdado e, Luis Aguilera f, Pedro Aranda a, Vicente Bertoméu g, Pedro Capilla h, Pedro Conthe i, Fernando De Álvaro j, Antonio Fernández-Pro d, Xavier Formiguera k, Jesús Frı́as l, Lucı́a Guerrerom, José L. Llisterri n, José M. Lobos o, Juan F. Macı́as p, Ángel L. Martı́n De Francisco q, Jesús Millán r, Juan C. Morales s, Vicente Palomo d, Alex Roca-Cusachs a, Javier Román t, Carlos Sanchis f, Antonio Sarriá u, Julián Segura v, Álex De La Sierra a, Luis Verde x, Julio Zarco n y Luis M. Ruilope a,u a Asociación de la Sociedad Española de Hipertensión y Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial b Universidad Autónoma de Madrid, CIBERESP (CIBER de Epidemiologı́a y Salud Pública), Madrid c Foro Español de Pacientes d Sociedad Española de Medicina General e Sociedad Española de Diabetes f Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria g Sociedad Española de Cardiologı́a h Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos i Sociedad Española de Medicina Interna j Sociedad Española de Nefrologı́a en el Comité Español Interdisciplinario para la Prevención Cardiovascular k Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad l Departamento de Farmacologı́a y Terapéutica, Universidad Autónoma de Madrid, Madrid m Asociación de Enfermerı́a de Hipertensión y Riesgo Cardiovascular (EHRICA) n Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria o Comité Español Interdisciplinar de Prevención Cardiovascular (CEIP) p Sociedad Española de Geriatrı́a y Gerontologı́a q Sociedad Española de Nefrologı́a r Sociedad Española de Arteriosclerosis s Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria t Ibermutuamur-Corporación Mutua-Proyectos Sanitarios u Agencia de Evaluación de Tecnologı́as Sanitarias. Instituto de Salud Carlos III, Madrid v Asociación para la Prevención del Riesgo Cardiovascular (PRECAR) x Sociedad Española de Directivos de Atención Primaria, España I N F O R M A C I Ó N D E L A R T Í C U L O Historia del artı́culo: Recibido el 25 de julio de 2008 Aceptado el 5 de septiembre de 2008 Introducción La hipertensión arterial representa una puerta de entrada para la prevención del riesgo cardiovascular, es decir, para el control del riesgo cardiovascular total considerando la hipertensión y otros posibles factores de riesgo cardiovascular adicionales1. El presente documento, fruto del consenso de varias sociedades cientı́ficas, organizaciones profesionales, Administración sanitaria y pacien- tes, pretende constituir una ayuda para profesionales de todos los ámbitos con responsabilidades en la evaluación y tratamiento del paciente hipertenso y de la población con presión arterial elevada en general y, por lo tanto, en la prevención global de la enfermedad cardiovascular. No se ha intentado elaborar una relación exhaustiva de objetivos y actividades, sino una guı́a inicial que oriente la agenda polı́tica sobre el tratamiento de la hipertensión arterial en el futuro inmediato. La magnitud del problema y sus consecuencias La hipertensión arterial presenta una prevalencia considerable en los paı́ses desarrollados, donde afecta a casi el 40% de los ARTICLE IN PRESS www.elsevier.es/medicinaclinica 0025-7753/$ - see front matter & 2008 Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.medcli.2008.09.034 � Autor para correspondencia. Correo electrónico: joseramon.banegas@uam.es (J.R. Banegas). Med Clin (Barc). 2009;132(6):222–229 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 06/04/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. www.elsevier.es/medicinaclinica/gs dx.doi.org/10.1016/j.medcli.2008.09.034 mailto:joseramon.banegas@uam.es adultos2,3. Además, constituye una de las primeras causas de muerte y discapacidad en el mundo, debido a sus complicaciones cardiovasculares, renales y neurológicas4,5. También en España la hipertensión arterial es un problema de salud de primera magnitud6. Afecta al 35% de la población adulta, llegando a un 40% en edades medias y al 68% en los mayores de 60 años. La hipertensión arterial, cuya prevalencia continúa aumentan- do en el mundo, constituye actualmente una pandemia global. Algunos expertos han previsto que para el año 2025 habrá aumentado un 24% en los paı́ses desarrollados y hasta un 80% en aquéllos en vı́as de desarrollo2. Por otra parte, la mayorı́a de los pacientes hipertensos que reciben una intervención médica al respecto no están adecuada- mente tratados para el objetivo terapéutico7. Los datos disponibles sobre el control de la hipertensión proceden de diversos ámbitos (encuestas poblacionales nacionales o locales, encuestas clı́nicas y otros). La información más completa y global en España, como en otros paı́ses, es la procedente de encuestas en población general del conjunto del paı́s6. Estos datos poblacionales permiten evaluar el control en el conjunto del paı́s, en tanto que los estudios en muestras más concretas de pacientes hipertensos permiten conocer la situación en la práctica clı́nica, el medio laboral, etc., e indagar las diversas causas del escaso control. En el ámbito de la atención primaria, el estudio Prevencat, realizado en adultos diagnosticados de hipertensión, hipercolesterolemia o diabetes y atendidos en atención primaria, informó de que sólo el 32,8% de los hipertensos estaban correctamente controlados, porcentaje que descendió al 16,8% si se consideraban los hipertensos que tenı́an otros factores de riesgo (diabetes e hipercolesterolemia)8. La hipertensión es, además, uno de los principales factores que condicionan el desarrollo de enfermedad renal en los diabéticos, que a su vez influye negativamente en la presión arterial. Dado que en la actualidad la diabetes es epidémica, la intervención multifactorial y multidisciplinaria temprana es importante para reducir su impacto9. Además, en pacientes ambulatorios de riesgo cardiovascular alto atendidos en consultas externas de medicina interna, sólo el 35% de los hipertensos estaban controlados y únicamente el 7% de los pacientes tenı́an controlados los 5 principales factores de riesgo10. En unidades de hipertensión, el control de la dislipemia y, sobre todo, de la diabetes fue menor que el de la propia hipertensión11. Ası́ pues, el control de la hipertensión continúa siendo relativamente escaso. Según los datos más actuales disponibles, este control sólo se consigue en el 40% de los pacientes tratados en atención primaria en España y en el 25% de la población general12,13. La situación del control ha mejorado algo en los últimos años, pero no sustancialmente14. Es de interés señalar que un estudio reciente ha puesto de manifiesto un mayor control de la hipertensión cuando se utilizan técnicas de registro ambulatorio de la presión arterial que cuando el control se basa en medidas convencionales en la clı́nica15. Aun ası́, el control no supera la cifra del 50%. Por otra parte, numerosos estudios han establecido que hay una relación directa entre las cifras de presión arterial elevadas y la frecuencia, hospitalización y mortalidad por enfermedades cardiovasculares (infarto agudo de miocardio, ictus), enfermedad renal y cerebral, e insuficiencia cardı́aca. En efecto, la hipertensión es el factor de riesgo responsable del mayor número de casos de insuficiencia cardı́aca, superando el 50% del total de casos atendidos en España16,17. En términos absolutos, se estima que la hipertensión está relacionada con la muerte de unas 40.000 personas al año en la población española de 50 años o más18. Además, la hipertensión—y su escaso control—genera una merma de la calidad de viday un incremento de la dependencia, amén de un gran volumen de costes sanitarios y sociales4,19,20. Sin embargo, el riesgo absoluto de desarrollar una enfermedad cardiovascular depende no sólo de los valores de presión arterial, sino también de otros factores de riesgo cardiovascular y trastornos clı́nicos asociados, de tal modo que las personas no hipertensas con varios factores de riesgo o enfermedad cardio- vascular presentarán con frecuencia un mayor riesgo absoluto de desarrollar eventos cardiovasculares que los hipertensos sin otros factores de riesgo21. Sin embargo, aunque la mayorı́a de los médicos conoce algún método de estratificación del riesgo, sólo el 40% lo aplica en la práctica clı́nica diaria22. No obstante, el uso del riesgo absoluto global de los individuos como criterio para el tratamiento podrı́a dejar sin tratamiento farmacológico a una mujer de 50 años con presión arterial de 180/100mmHg que no presente otros factores de riesgo, porque su riesgo cardiovascular global a los 5 años no es alto (3%). Además, el cálculo del riesgo no permite considerar cambios sutiles pero importantes en la cognición, los efectos de la presión arterial elevada sobre la función renal, la hipertrofia ventricular izquierda con disfunción diastólica y riesgo de fibrilación auricular, o las lesiones arteriales21. Por ello, puede decirse que, mientras que el cálculo del riesgo es esencial para determinar el efecto global de la hipertensión y la relación coste-efectividad del tratamiento, los valores de la presión arterial todavı́a deberı́an utilizarse en los pacientes individuales. De hecho, importantes guı́as terapéuticas combinan estos enfoques. Por ejemplo, la guı́a europea recomien- da el tratamiento farmacológico inmediato para individuos con una presión arterial de 180/100mmHg o mayor, y también con cifras inferiores dependiendo del nivel de riesgo (determinado por la presencia de otros factores de riesgo, diabetes o enfermedad cardiovascular)23. Por último, es importante considerar que, para que el sistema sanitario pueda asumir los costes que implican la carga y el manejo de la hipertensión, deberı́a potenciarse la prevención, sobre todo la prevención primaria, que debe contemplar igual- mente la infancia y adolescencia, ya que también los niños podrı́an beneficiarse de medidas de intervención dirigidas al mejor control de los factores de riesgo cardiovascular, como el exceso de peso o la presión arterial elevada24. Con todo, aunque se dispone de ciertas evidencias del beneficio de prevenir la hipertensión con medidas teóricamente sencillas25, son también necesarias más investigaciones para evaluar la efectividad de las estrategias de su implementación en la vida real. La respuesta polı́tica La dimensión global de la pandemia de hipertensión requiere una respuesta igualmente global5,26. Para ello serán necesarios el liderazgo y la coordinación internacionales con la implicación activa de la Organización Mundial de la Salud y otras entidades27. Es interesante observar que, hace unos pocos años, hubo un llamamiento de expertos internacionales al Parlamento Europeo para que la hipertensión y el ictus constituyeran áreas prioritarias en las agendas polı́ticas de los paı́ses europeos, desde una perspectiva supranacional, a través de medidas sobre los estilos de vida y la implementación de las directrices europeas de manejo de la hipertensión (Zanchetti y Dahlöf, comunicación personal). Hasta donde sabemos, el resultado es todavı́a nonato. Es necesaria la cooperación entre pacientes, profesionales sanitarios, la industria, los medios de comunicación social, educadores para la salud, planificadores sanitarios y los gobiernos. Además, la complejidad que representan las enfermedades o problemas de salud crónicos, como la hipertensión o la diabetes, implica que las respuestas para su buen manejo y control deben ser también complejas. No caben soluciones simples para dar una respuesta a los problemas complejos. Los profesionales sanitarios tienen un papel esencial que desempeñar: han de abogar por el cambio en nombre de la ARTICLE IN PRESS J.R. Banegas et al / Med Clin (Barc). 2009;132(6):222–229 223 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 06/04/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. población a la que sirven y comprender las agendas polı́ticas de los gobiernos, que contemplan objetivos más amplios con componentes sociales y económicos, que pueden no coincidir con los de los investigadores28. Sin embargo, su contribución más directa tiene lugar mediante acciones más concretas. En particu- lar, los profesionales sanitarios, respaldados por sus sistemas sanitarios y orientados por las guı́as clı́nicas adaptadas a las condiciones socioeconómicas locales, deberı́an detectar y prevenir la hipertensión, valorar el riesgo cardiovascular total, colaborar activamente con el paciente, tratar la hipertensión según el objetivo terapéutico y crear un ambiente que facilite el control (p. ej., administrando material educativo apropiado culturalmente). La participación de los pacientes es también, obviamente, esencial. Sin embargo, hay variaciones geográficas y sociales en las medidas que adoptan los propios hipertensos para el control de su enfermedad29, lo que indica la necesidad de acciones supraindividuales y un potencial de mejora. Por ejemplo, aunque el 98,1% de los adultos norteamericanos con hipertensión auto- rreferida informaron de que realizaban al menos una acción para reducir o controlar su presión arterial, y la mayorı́a (70–80%) declaraba realizar todas y cada una de 5 acciones propuestas (cambiar los hábitos dietéticos, reducir o suprimir el consumo de sal, reducir o suprimir el consumo de alcohol, practicar actividad fı́sica y tomar la medicación antihipertensiva), estos porcentajes variaban según el sexo, la edad y la región geográfica29. Por eso, el escaso control de la hipertensión refleja desafı́os en múltiples planos: no sólo retos clı́nicos o asistenciales, sino también retos que incluyen factores económicos, sociales y culturales, de organización y recursos de los sistemas de salud, la práctica clı́nica y la educación y responsabilización (empowerment) de los pacientes. Diversos comités de expertos y sociedades cientı́ficas han bosquejado propuestas conjuntas para mejorar las tasas de control de la presión arterial23,26,30–34. Pero deseamos hacer un llama- miento a la acción especı́fica en España. Concretamente, aten- diendo a la envergadura de este problema de salud tanto en términos sanitarios como socioeconómicos, las sociedades cientı́- ficas y organizaciones firmantes de este documento quieren mostrar su apoyo a las autoridades sanitarias en el impulso y desarrollo de las estrategias que se relacionan a continuación, algunas de ellas en mayor o menor grado de desarrollo en diferentes ámbitos de España en la actualidad. Estas estrategias tienen como objetivo principal mejorar la prevención y el control de este grave problema de salud en España. Muchas de ellas se basan en evidencias cientı́ficas—las antes comentadas y otras que se expondrán más abajo—, en documentos de expertos y guı́as internacionales de práctica clı́nica basadas en eviden- cias23,26,30–34, y en argumentos sobre su factibilidad y efectividad o eficiencia. El proceso metodológico de elaboración de este documento partió de un trabajo previo consistente en varias fases. En una primera etapa se definió una estructura de documento que fue modificado y criticado por los autores firmantes en una confe- rencia de consenso siguiendo una técnica de brainstorming estructurado, técnica Metaplan35. El objetivo principal de dicha técnica es la obtención libre y ordenada del conocimiento—basa- do, hasta donde estaba disponible,en evidencias y guı́as clı́nicas—de los consultados, a fin de conseguir un debate ordenado, la estructuración del conocimiento y de las aportacio- nes de todos los asistentes, la identificación de consensos y disensos, una reflexión individual y una participación libre y ordenada. Tras realizar la sı́ntesis de dicha sesión, se introdujeron las modificaciones y se obtuvo un documento de consenso que aprobaron o modificaron los autores a través de correo electró- nico. Dicho documento sirvió de base para la redacción del artı́culo, que se consensuó en una segunda etapa mediante una nueva conferencia de consenso con la participación activa de los autores. Posteriormente, mediante correo electrónico los autores que no pudieron asistir a la reunión hicieron llegar todas aquellas aportaciones que consideraron oportunas, y quienes sı́ asistieron completaron sus aportaciones. Declaración sobre polı́ticas de salud para la prevención y el manejo de la hipertensión arterial en España 1. En las polı́ticas sanitarias debe reconocerse que la hipertensión arterial es un problema de salud pública. Para ello, se propone una serie de acciones: 1.1. Elaborar una estrategia nacional de control de la hiperten- sión y el riesgo cardiovascular que establezca prioridades y objetivos de salud comunes, impulse y mejore las iniciativas actuales, y facilite su desarrollo operativo por parte de las comunidades autónomas. Diversas actuaciones pretéritas apuntan en esta lı́nea32,36–40, pero falta definir con concreción y, sobre todo, implementar una estrategia global de control de la hipertensión en el marco más amplio del riesgo cardiovascular. La incorporación de la hipertensión a la agenda polı́tica ya se está considerando o proponiendo en algunos paı́ses5,26,41. Y no sólo para prevenir o paliar el tremendo daño cardiovascular o renal que genera, sino también el cerebral42,43. 1.2. Fomentar la incorporación de medidas relativas a la prevención y control de la hipertensión en los planes autonómicos de salud existentes en el ámbito del riesgo cardiovascular, definiendo objetivos operativos dotados de presupuesto especı́fico y evaluados mediante mecanismos explı́citos. Y es que no hay planificación coordinada sin financiación44. 1.3. Desarrollar campañas de educación y comunicación que contribuyan a un mayor conocimiento y sensibilización de la sociedad civil respecto al impacto en la salud y social que tiene la hipertensión, ası́ como a su posible prevención y control gracias a la adopción de estilos de vida saludables y estrategias terapéuticas efectivas. En este sentido, se estima oportuno desarrollar acciones especı́ficas en segmentos de población de mayor riesgo. La estrategia NAOS (Nutrición, Actividad Fı́sica y prevención de la Obesidad) del Ministerio de Sanidad y Consumo, y otras similares en varias comunidades autónomas, pueden ser ejemplos en este sentido45. En concreto la estrategia NAOS, elaborada por el Ministerio de Sanidad y Consumo a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), pretende contri- buir a prevenir la obesidad mediante la promoción de la alimentación saludable y de la actividad fı́sica. El programa PERSEO para prevenir la obesidad infantil46 y el Consenso de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO 2007) para la evaluación del sobrepeso y la obesidad y el estableci- miento de criterios de intervención terapéutica47, son otros ejemplos de estrategias en la misma dirección. Actuar sobre la prevención de la obesidad y la actividad fı́sica contribuye también a prevenir y controlar la hipertensión23–27,30. En la misma lı́nea, serı́a deseable la cooperación con las Administraciones sanitarias relacionadas con la alimentación y con la propia industria alimentaria. Hay evidencias de que la reducción del consumo de sal disminuye no sólo la presión arterial, sino también el riesgo de episodios cardiovasculares a largo plazo48. Además, las estrategias basadas en la reducción del consumo de sal son asumibles por el sistema de salud sin cargas extraordinarias de financiación sanitaria. No debe olvidarse tampoco que la hipertensión, incluso la hipertensión enmascarada (la que sólo se pone de manifiesto con registro ambulatorio), puede quedar establecida en una etapa temprana de la vida49. Datos recientes evidencian asimismo que la presión arterial elevada en los niños se relaciona con la creciente ARTICLE IN PRESS J.R. Banegas et al / Med Clin (Barc). 2009;132(6):222–229224 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 06/04/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. epidemia de obesidad50. Un metaanálisis reciente refuerza el concepto de que la presión arterial puede persistir (tracking) desde la infancia hasta la edad adulta, y que una presión elevada en la niñez probablemente prediga la hipertensión cuando se llega a adulto. La presión arterial en la infancia se asocia a la presión en una edad posterior, y tanto su medición desde edades tempranas como la intervención precoz son importantes51. 2. Debe priorizarse el control de la hipertensión arterial en la gestión de procesos asistenciales. Para ello se proponen las siguientes acciones: 2.1. Fomentar, desde los servicios autonómicos de salud, un enfoque integral en la prevención y control de la hipertensión por parte de los equipos asistenciales, ası́ como la cooperación efectiva entre los distintos niveles. En esta última lı́nea, desde hace muchos años hay iniciativas de cooperación entre los niveles asistenciales de atención primaria y atención hospitalaria en la asistencia sanitaria en España, y, aunque el problema ha mejorado, se necesitan valoraciones más profundas52. Dicha cooperación podrı́a ser más efectiva si se hiciera en conjunción con las sociedades cientı́ficas locales. Más aún, la creación de unidades multidisciplinarias podrı́a permitir que las perspectivas contrapuestas de médicos de atención primaria y de atención hospitalaria enriquecieran el conocimiento y manejo de la hipertensión, que se diseñaran y llevaran a cabo trabajos de medicina preventiva a gran escala, y que se potenciaran nuevos estı́mulos de competencia mediante la colaboración de los médicos de ambos ámbitos. Por ejemplo, grupos de trabajo como el Grupo MAPA-Madrid, formado por profesionales de atención primaria y especializada de un área sanitaria, fomentan la coordinación entre niveles asistenciales en el campo del manejo de la hipertensión. Un objetivo más ambicioso que persiguen estas unidades es, aun partiendo de pacientes con valores elevados de presión arterial, plantear estrategias de prevención cardiovascular global, es decir, convertirse en unidades integrales de manejo del riesgo cardiovascular. Para ello serı́a preciso disponer de una estructura organizada que integrara la atención primaria y hospitalaria, y que posibilitara la realización de una investigación clı́nica de la mayor calidad (Juan Garcı́a Puig, comunicación personal). 2.2. Adoptar los objetivos de presión arterial y recomendacio- nes terapéuticas basados en la evidencia cientı́fica; concretamen- te, en hipertensos adultos (418 años) lograr un descenso de la presión arterial por debajo de 140/90mmHg, y menor de 130/ 80mmHg en pacientes diabéticos o con enfermedad cardiovascu- lar o renal establecida23,30–34, pues es conocida la clara mejora que experimenta la enfermedad cardiovascular asociada cuando se alcanzan dichos objetivos, incluso en personas aún mayores53. Además, en España el riesgo cardiovascular absoluto de los hipertensos no controlados en atención primaria es muy relevan- te22. Más de la mitad de los pacientes mantienen un riesgo alto o muy alto, con elevada prevalencia de lesiones de órganos diana y enfermedad cardiorrenal,y la actitud terapéutica ante ellos sigue siendo conservadora, aunque se observa una mejorı́a respecto a estudios anteriores54. 2.3. Introducir en los sistemas de gestión de atención primaria indicadores de valoración ligados a la consecución de objetivos de salud en el control de la hipertensión. Hay algunas iniciativas en esta lı́nea tanto fuera como dentro de España26,55,56. Además, se dispone de conjuntos especı́ficos de indicadores de valoración del rendimiento de los profesionales dirigidos a la mejora de la calidad en sus consultas38,57,58 . Incluso algunas carteras de servicio de los servicios de salud de comunidades autónomas de España cuentan con una lista de indicadores que intentan evaluar la calidad de la atención médica prestada al paciente hipertenso y algunas medidas preventivas59. En cuanto al seguimiento y la evaluación del control de la hipertensión en el ámbito clı́nico, serı́a interesante consolidar iniciativas como las de los estudios Clue11 y PRESCAP12 en España, y llevar a cabo comparaciones del control de la enfermedad entre diversos paı́ses (estudio EURIKA; Banegas y Rodrı́guez-Artalejo, comunicación personal) que per- mitan hacer un seguimiento del control clı́nico de la hipertensión y de sus determinantes a lo largo de tiempo, concibiéndolo como un instrumento de evaluación continuada de la calidad de la atención médica en este terreno, a semejanza de experiencias desarrolladas en otros paı́ses60. También son necesarias nuevas iniciativas que mejoren y actualicen la información poblacional disponible sobre la hipertensión y otros factores de riesgo56,61,62. 2.4. Promover, desde los sistemas de gestión de atención primaria, acciones concretas encaminadas a una mejor identifi- cación de los pacientes y una mayor perseverancia y sistemática en el control que eviten la inercia clı́nica. En efecto, la detección no alcanza todavı́a al 100% de los pacientes hipertensos6,63. En España, la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria ha recomendado el cribado oportunista de la hipertensión, que aprovecha cualquier visita del paciente a su médico o diplomado en enfermerı́a por cualquier motivo38. Entre las estrategias para aumentar el diagnóstico de los hipertensos desconocidos figura también la promoción de la toma de la presión arterial en revisiones laborales y en las oficinas de farmacia64,65. Deben abordarse asimismo las barreras que favorecen la inercia clı́nica y la manera de combatirlas6,21,22,26,33,54,66, ası́ como la educación de los pacientes mediante programas sencillos y efectivos67. En este sentido, se sabe que la inercia terapéutica hace que muchos hipertensos no controlados sigan con monoterapia farmacológica, que puede no bastar para el control de la presión arterial en muchos hipertensos de grado 2. Por ello, el comité norte- americano para el manejo de la hipertensión recomendó el tratamiento de combinación con 2 fármacos complementarios (a dosis fijas) como tratamiento inicial en pacientes con presión arterial mayor o igual que 160/100mmHg30. 3. Deben potenciarse la autonomı́a y capacidad de los profesio- nales sanitarios en la prevención y el control de la hipertensión. Además, es necesario integrar las actividades de los diferentes profesionales en el mismo proceso. Para ello se proponen las siguientes acciones: 3.1. Desarrollar, desde los planes formativos de los servicios de salud, programas estables de formación de alta calidad que permitan a los profesionales actualizar y mejorar sus conoci- mientos sobre el manejo de la hipertensión y el riesgo cardio- vascular. En este sentido, son ya clásicos los cursos de formación continuada en hipertensión que imparte la Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial y otras sociedades cientı́ficas y profesionales68. Sin embargo, es necesario considerar la importancia de la )acreditación* de la formación continuada69, de la que todavı́a se dispone de poca experiencia. 3.2. Potenciar el papel de los profesionales de enfermerı́a en el proceso de identificación, seguimiento, educación y control de los pacientes. Se considera oportuno desarrollar sistemas de indica- dores que permitan objetivar el desarrollo e impacto de esta labor. El papel del personal de enfermerı́a incluye realizar mediciones regulares de la presión arterial, educación sanitaria, medidas dietéticas y estilos de vida. En cuanto a la medición de la presión arterial, es muy importante su realización correcta siguiendo normas estandarizadas, pues esto mejora sustancialmente el grado de control de los hipertensos tratados y atendidos en consultas de atención primaria en España, en comparación con la medida realizada en la práctica clı́nica habitual70. También es importante la adecuada dotación de equipos para la correcta toma y control de la presión arterial. En cuanto a las medidas sobre los estilos de vida, pueden efectuarse en sesiones individuales o grupales, dirigidas al paciente y/o su familia y cuidadores (espe- cialmente importante en ancianos o pacientes con demencia)71. ARTICLE IN PRESS J.R. Banegas et al / Med Clin (Barc). 2009;132(6):222–229 225 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 06/04/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. Cuanto más estrecha es la colaboración entre la enfermera, el médico, el paciente y otros profesionales sanitarios, más probable es que el paciente alcance cambios duraderos en su estilo de vida. La actitud, conducta y buena voluntad del personal de enfermerı́a para trabajar con el paciente pueden ser la clave para que éste considere realmente cambiar su estilo de vida72. Además, el programa EuroAction ha mostrado que un equipo multidiscipli- nario conducido por personal de enfermerı́a, dirigido al paciente y su familia, y centrado en cambios saludables en los estilos de vida (dieta, actividad fı́sica), consigue objetivos terapéuticos en la presión arterial, lı́pidos y glucemia en mayor medida que los cuidados habituales73. Sin embargo, los resultados obtenidos fueron modestos y tal vez no generalizables, por lo que se necesita más investigación en este terreno. El buen desarrollo del papel profesional se puede favorecer fomentando la asistencia a cursos de formación entre los profesionales de la enfermerı́a. Algunas guı́as dirigidas al personal de enfermerı́a del ámbito de atención primaria y de las unidades de hipertensión hospitalaria desarrollan estas cuestiones. Por ejemplo, el Grupo de Enfermerı́a de Hipertensión y Riesgo Cardiovascular (EHRICA) ha elaborado una guı́a pionera al respecto74. 3.3. Implicar a las oficinas de farmacia en el proceso de información, detección, y seguimiento de los pacientes. De hecho, la Ley de Garantı́as y Uso Racional del Medicamento, en su artı́culo 84, recoge esta función de los farmacéuticos. La oficina de farmacia, con medidas estandarizadas y aparatos electrónicos validados, puede ser un lugar ideal para mejorar el grado de conocimiento de la hipertensión, pero es preciso hacer medidas repetidas de la presión arterial para confirmar el diagnóstico de hipertensión75. 3.4. Mejorar las habilidades de comunicación de los profesio- nales que faciliten una relación más efectiva con los pacientes. Ésta continúa siendo una asignatura pendiente para muchos profesionales sanitarios. En efecto, los problemas de salud crónicos como la hipertensión, la diabetes y la obesidad, entre otros, requieren tratamientos prolongados, por lo que el estable- cimiento de un vı́nculo básico constituye la piedra fundamental de toda acción terapéutica. En el enfoque centrado en el paciente se busca entrar en su mundo para comprender la vivencia subjetiva de la enfermedad en un marco más amplio. Es relevante integrar al paciente como un participante activo, valorado y esencialen el proceso de cambio. La manera en que se prescribe es tan valiosa como el tratamiento mismo; el objetivo es enseñar al paciente a seguirlo, y las recaı́das no deben verse como fracasos, sino como una oportunidad más de aprender. Los pacientes necesitan encontrar sus propias soluciones y motivaciones, y hacerse responsables de su salud; los profesionales de la salud debemos darles el poder para hacerlo. Las intervenciones satisfactorias y más efectivas a largo plazo requieren un enfoque terapéutico que haga hincapié en el cumplimiento del tratamiento y en el autocuidado23,26,30,47,76–78. Por otra parte, el 80% de los ciudadanos desconoce que existe una carta de los derechos de los pacientes. Es necesario pasar de la información a la comunicación para que los pacientes no sólo tengan la información, sino que además sepan ponerla en práctica (Albert Jovell, comunicación personal). Los profesionales de atención primaria pueden trabajar conjuntamente con los del ámbito especializado para ofrecer respuestas a las preguntas que a diario plantean los pacientes hipertensos79. 4. Debe mejorarse el cumplimiento terapéutico del paciente. Para ello se propone una serie de acciones: 4.1. Los servicios de salud han de promover la elección de estrategias terapéuticas adecuadas y coste-efectivas que aseguren el cumplimiento del tratamiento a largo plazo22,23,26,30,80. Ante todo, es preciso resaltar que se dispone de evidencias que muestran que, en los sistemas sanitarios bien organizados, el cumplimiento terapéutico mejora sensiblemente26. El cumplimiento del régimen farmacológico prescrito y la perseverancia de los pacientes en su seguimiento tienen un impacto directo en la consecución de objetivos de presión arterial81. La observancia terapéutica se ha estudiado ampliamen- te en la literatura cientı́fica, al igual que su relación con la pérdida de efectividad de los tratamientos. Por ejemplo, algunos estudio publicados muestran que el 24–51% de los pacientes hipertensos no cumple correctamente con el tratamiento a lo largo de un año, y que el 29–58% no lo continúa tras el primer año82,83. Simplificar las pautas terapéuticas es probablemente la mejor intervención relacionada con los medicamentos para mejorar el cumplimiento del tratamiento23,84. En este sentido, simplificar las pautas de dosificación puede mejorar entre el 8 y el 20% la toma de la medicación por parte de los pacientes85. Además, el uso de asociaciones a dosis fijas, junto con otras medidas, puede contribuir a reducir los costes de prescripción86. No obstante, se requiere más investigación al respecto. 4.2. Desarrollar, tanto en atención primaria (personal de enfermerı́a) como en las oficinas de farmacia, programas educa- tivos (individuales o grupales) que sensibilicen al paciente respecto al impacto que en su salud tiene el seguimiento del plan terapéutico para que ası́ mejoren la observancia terapéutica. Dedicando más tiempo al paciente, el personal de enfermerı́a puede, potencialmente, resultar muy eficaz a la hora de conseguir el cumplimiento y la eficacia del tratamiento, estrategia que funciona mejor cuando el paciente, el médico, el profesional de enfermerı́a, el farmacéutico y los familiares trabajan como un equipo integrado71,72,75. Esto resultarı́a más fácil si se establecie- ran acuerdos especı́ficos con las organizaciones colegiales de ambos sectores profesionales. 4.3. Aumentar la corresponsabilidad médico-paciente en el seguimiento del tratamiento prescrito y en el control de éste, gracias, entre otras actividades, a la utilización de medidas de presión arterial fiables y accesibles al paciente fuera del centro de salud; por ejemplo, utilizando la tecnologı́a de automedición de la presión arterial23,30,87,88. En este sentido hay experiencias como las derivadas de los estudios COROPINA y COREVALUA, que forman parte del programa CORRESPONDE, que consiste en una intervención asistencial centrada en reforzar la corresponsabi- lidad médico-paciente en el control de los factores de riesgo cardiovascular (entre ellos, la hipertensión)67. En este estudio, las medidas para el control de la hipertensión arterial con mayor impacto potencial son aumentar los recursos asistenciales, concienciar al paciente de la importancia del cumplimiento del tratamiento y simplificar los planes terapéuticos. 4.4. Incorporar nuevos canales y herramientas de comunica- ción—como las tecnologı́as de información y comunicación (TIC)—que permitan complementar las iniciativas actuales en el ámbito del seguimiento y la educación de los pacientes. Los médicos deberı́an liderar el cambio hacia una práctica médica que facilite la salud y la atención efectiva. Para ello, el objetivo deberı́a ser valorado por los pacientes, la práctica médica deberı́a organizarse alrededor de las condiciones médicas y los ciclos de cuidados, y los resultados (ajustados por riesgo y costes) deberı́an medirse89. Además, los avances tecnológicos en la difusión de la información han abierto nuevas avenidas para la atención de los pacientes. Sin embargo, pocos estudios han utilizado las TIC o la telemedicina para mejorar la presión arterial de los hipertensos. Alguno de ellos ha mostrado la eficacia de un servicio de telecomunicación para reducir la presión arterial90. En España hay también algunas experiencias similares. Ası́, la asistencia mediante TIC a diversos problemas de salud, entre ellos los factores de riesgo cardiovascular, constituye una modalidad asistencial con una realidad y un futuro que permite la práctica de ARTICLE IN PRESS J.R. Banegas et al / Med Clin (Barc). 2009;132(6):222–229226 Documento descargado de http://www.elsevier.es el 06/04/2016. Copia para uso personal, se prohíbe la transmisión de este documento por cualquier medio o formato. una medicina comunitaria y el acercamiento entre el médico de atención primaria, el especialista hospitalario y el paciente91. Constituye una herramienta asistencial, de información y forma- ción. Permite una resolución de consultas del 50% y sólo genera un 20% de revisiones, con una derivación a atención especializada del 30%. De este modo facilita una gestión mejor de los recursos, al evitar la duplicidad de pruebas complementarias y desplaza- mientos, y todas las partes implicadas han manifestado un alto grado de satisfacción. Otros proyectos en centros de salud, como el Ciclo-risk, permiten valorar qué efectividad tienen a lo largo del tiempo diferentes intervenciones de mejora de la calidad (ciclos de mejora) en el mejor control de los factores de riesgo y en el descenso del riesgo cardiovascular en personas hipertensas92. Dicho estudio mostró que la intervención de mejora de la calidad realizada con los profesionales del grupo de intervención tiene un efecto positivo en la mejora global de la calidad asistencial y, especialmente, en los criterios que habı́an obtenido una puntua- ción más deficiente en la evaluación inicial. 5. Debe generarse evidencia que permita cuantificar la razón coste/beneficio del control de la hipertensión arterial. Para ello se proponen las siguientes acciones: 5.1. Generar información que permita medir la carga de la hipertensión arterial y el impacto de las medidas de control. Antes que nada, es necesario tener en cuenta que las intervenciones que tienen un impacto real en la salud de las poblaciones deben tener un enfoque global y ser de ámbito estructural, con medidas de salud pública decididas en la esfera polı́tica, por lo que los responsables de poner en marcha esas medidas deben implicarse en el proceso de toma de decisiones y en la posterior evaluación de su efectividad93. Para poder evaluar el impacto en la salud, hay que facilitar la integración de los datos existentes para realizar el diagnóstico inicial y poder investigar a posteriori los efectos de las medidaspolı́ticas llevadas a cabo. De esta manera será posible comprobar los efectos que sobre la salud tienen las acciones identificadas en la evaluación de impacto en salud, a fin de maximizar sus potenciales efectos positivos y evitar los posibles efectos adversos93. Ya se dispone de cierta información sobre la carga de hipertensión y sus consecuencias tanto sanitarias como económicas en el mundo4,6,7,26, información que se está actuali- zando en algunos paı́ses, entre ellos España, gracias a la investigación promovida por sociedades cientı́ficas mediante sus grupos de trabajo12,20,26,62 y estudios puestos en marcha recien- temente, como el Estudio Nacional de Nutrición y Riesgo Cardiovascular (ENRICA), en población general, y el estudio HINT, en unidades de hipertensión (Banegas y Rodrı́guez-Artalejo, comunicación personal). Los estudios ya realizados indican que los pacientes con mal control de la presión arterial presentan una mayor morbilidad cardiovascular, con un ligero aumento en los costes directos. Ası́ pues, se deberı́a prestar más atención a la prevención primaria de los pacientes hipertensos, para quienes los profesionales sanitarios deberı́an establecer medidas coste-efec- tivas encaminadas a fomentar estrategias de intervención. En este sentido, las estrategias (no farmacológicas) centradas en el riesgo cardiovascular han mostrado ser más coste-efectivas que las centradas en factores de riesgo aislados94. En cuanto a las estrategias farmacológicas, de momento parece que lo importante para reducir el riesgo cardiovascular es bajar las cifras de presión arterial, independientemente del tipo de fármaco y sus mecanis- mos de acción23,30. 5.2. Generar evidencia sobre el impacto que las diferentes intervenciones educativas, de gestión u organizativas que se desarrollen en los servicios de salud tienen en el control de la hipertensión. Éste es un reto pendiente para la investigación evaluativa. El punto de partida puede ser, como señala algún estudio reciente, que la mejor calidad de la atención (manejo y seguimiento de los pacientes hipertensos) se asocia a un control mejor de la presión arterial95. La calidad de la atención, como ya se ha comentado anteriormente, puede evaluarse con sistemas de medición apropiados. En EE.UU., el paciente hipertenso medio no recibe al menos una de las recomendaciones esenciales sobre los cuidados de la hipertensión, y aquéllos con atención subóptima tienen peor control de la presión arterial95. Si bien los proveedores de atención sanitaria dirigen apropiadamente la atención a los pacientes con factores de riesgo adicionales, no tratan como debieran a otros hipertensos que, sin embargo, presentan un riesgo aumentado para los mismos efectos adversos. En el futuro, la investigación deberı́a comprobar si la medición sistemática de la calidad del proceso de atención a los hipertensos en grupos de proveedores o planes lleva a una mejora de los procesos y del control de la presión arterial. 5.3. Fomentar la realización de estudios sobre la utilización de medicamentos antihipertensivos, de ámbito tanto nacional como local, que permitan evaluar su impacto social, económico y en salud. Se dispone ya de algunas experiencias al respecto, aunque escasas y limitadas96. El consumo de antihipertensivos se ha incrementando en España de un modo notable en los últimos años. El coste global ha aumentado de forma proporcional, aunque la contribución de los diferentes subgrupos es muy desigual. Dado el infratratamiento de la hipertensión (y el escaso control logrado) en España, dicho incremento del consumo de fármacos anti- hipertensivos puede juzgarse favorable. Sin embargo, aunque algunos de los aspectos estudiados apuntan a una mayor racionalidad de la prescripción respecto a años anteriores, sigue habiendo desviaciones entre la utilización de las distintas clases de antihipertensivos y las evidencias cientı́ficas que los avalan. En el apartado económico, las diferencias encontradas entre el uso y los costes indican puntos crı́ticos para intervenciones tendentes a mejorar la eficiencia de los tratamientos96 que deben estudiarse. Parece razonable evaluar también el efecto de las combinaciones fijas de fármacos antihipertensivos, de la politerapia en general y de las medidas no farmacológicas en conjunto. Para finalizar, podemos decir que, como ya se ha señalado en otros foros cientı́ficos y polı́ticos, es hora de movilizarse a fin de progresar en el manejo del problema de salud pública que representa la hipertensión arterial97. Agradecimientos A Andreu Covas y sus colaboradores, de Gestió, Organització, Comunicació SA, por dirigir el proceso metodológico de consenso utilizado para elaborar este documento. Financiación Este documento ha sido una iniciativa de la Asociación de la Sociedad Española de Hipertensión y Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial, y ha recibido una beca sin restricciones de Novartis Farmacéutica SA. Las agencias que han apoyado este estudio no han participado en la selección e interpretación de los datos presentados, en su redacción ni en la decisión de remitirlo para su publicación. Bibliografı́a 1. Messerli F, Williams B, Ritz E. Essential hypertension. Lancet. 2007;370: 591–603. 2. Kearney PM, Whelton M, Reynolds K, Muntner P, Whelton PK, He J. Global burden of hypertension: analysis of worldwide data. Lancet. 2005;365:217–23. 3. Wolf-Maier K, Cooper RS, Banegas JR, Giampaoli S, Hense HW, Joffres M, et al. Hypertension prevalence and blood pressure levels in 6 European countries, Canada, and the United States. JAMA. 2003;289:2363–9. ARTICLE IN PRESS J.R. 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