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_Anatomia con Orientacion Clinica (1585)

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de contención medial y lateral son unas expansiones triangulares de las vainas de
los músculos rectos medial y lateral, que se unen a los huesos lagrimal y cigomático,
respectivamente. Estos ligamentos limitan la abducción y la aducción. Al mezclarse
los ligamentos de contención con la fascia de los músculos recto y oblicuo inferiores
se forma una banda de suspensión, semejante a una hamaca: el ligamento
suspensorio del bulbo ocular. Un ligamento de contención inferior similar
procedente de la vaina fascial del recto inferior retrae el párpado inferior al dirigir la
mirada hacia abajo (v. fig. 8-45 A). En conjunto, los ligamentos de contención actúan
con los músculos oblicuos y la grasa retrobulbar para resistir frente a la tracción
posterior sobre el bulbo ocular producida por los músculos rectos. En procesos
patológicos o situaciones de caquexia que reducen la grasa retrobulbar, el bulbo
ocular se retrae en la órbita (enoftalmos).
Inervación de la órbita
Los grandes nervios ópticos son nervios puramente sensoriales que transmiten los
impulsos generados por los estímulos ópticos (v. figs. 8-45 A y 8-50 A).
Convencionalmente se consideran como nervios craneales (NC II), aunque se
desarrollan como dos extensiones anteriores del prosencéfalo; en realidad, son tractos
de fibras del sistema nervioso central (SNC) formados a partir de neuronas de
segundo orden. Los nervios ópticos se inician en la lámina cribosa de la esclera,
donde las fibras nerviosas amielínicas perforan la esclera, y luego se mielinizan
posteriormente al disco óptico. Salen de las órbitas a través de los conductos ópticos.
A su paso por la órbita, el nervio óptico está rodeado por extensiones de las meninges
craneales y el espacio subaracnoideo, este último ocupado por una delgada capa de
LCE (v. fig. 8-45 A, recuadro). Las extensiones intraorbitarias de la duramadre
craneal y la aracnoides constituyen la vaina del nervio óptico, que se continúa
anteriormente con la vaina fascial del bulbo ocular y la esclera. Una capa de piamadre
cubre la superficie del nervio óptico dentro de la vaina.
Además del nervio óptico (NC II), los nervios de la órbita incluyen los que
penetran a través de la fisura orbitaria superior e inervan los músculos oculares: los
nervios oculomotor (NC III), troclear (NC IV) y abducens (NC VI) (figs. 8-55 y 8-
57). Los nervios troclear y abducens pasan directamente al músculo inervado por
cada uno. El nervio oculomotor se fracciona en una división superior y otra inferior.
El ramo superior inerva los músculos recto superior y elevador del párpado superior.
El ramo inferior inerva los músculos rectos medial e inferior y el oblicuo inferior, y
lleva fibras parasimpáticas presinápticas al ganglio ciliar (fig. 8-58). Los
movimientos binoculares estimulados por los nervios oculomotor, troclear y
abducens, a partir de la posición primaria en las órbitas derecha e izquierda, se
exponen en la figura 8-59.
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	8 CABEZA
	Ojo, órbita, región orbitaria y bulbo ocular
	Inervación de la órbita
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