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LA TECNOLOGÍA NUESTRA
DE CADA DÍA
Daniel Edgardo VEDOYA
Corrientes (Argentina)
Octubre de 2001
© Ediciones del I.T.D.A.Hu.
(Instituto de Investigaciones Tecnológicas para
el Diseño Ambiental del Hábitat Humano)
Avenida Maipú 228
(W3408HRP) Corrientes
República Argentina
itdahu@arq.unne.edu.ar
ISBN: 950-656-055-2
Procesado por Sistema Digital
en el Laboratorio de Medios y Recursos Multisensoriales
del Área de Técnicas Educativas del I.T.D.A.Hu.
Impreso en Argentina
Printed in Argentina
Ediciones del I.T.D.A.Hu. - 2005
Diseño de cubierta del CD: Arq. Vanina Boccolini
Dedico este libro a cada uno de aquéllos que han confiado en mí, porque
ellos me han dado razones para tener fe.
También lo dedico, y ¿por qué no? a quiénes no han confiado, porque
ellos me han dado las fuerzas para luchar.
D. E. V.
PRÓLOGO
Decir que la arquitectura ofrece numerosas vertientes para penetrar más sus misterios y
profundizar su conocimiento parece una obviedad.
Afortunadamente, alejada hoy de la limitada tríada vitruviana, una increíble simplificación que,
sin embargo duró muchos siglos hasta culminar con el funcionalismo actual, llegó a exagerar de
una manera tan excluyente los aspectos estético-formales de la disciplina y la mecánica funcional
casi robotizada de las viviendas repetidas hasta el infinito, con tenues variaciones pero
esencialmente idénticas, tanto que prácticamente este caudaloso universo abarcante quedó reducido
a un puñado de pequeñas cosas que son, precisamente, aquéllas que actualmente están puestas
en cuestión.
Ciertas vanguardias han comprendido que esto las conduce a un callejón sin salida y, lo que más
les preocupa es que esta arquitectura ha colaborado grandemente con el desconcierto, el escepticismo
y la soledad del hombre actual perdido en un mundo en el que le está vedado intervenir.
Este alejamiento real de la disciplina del complejo mundo- a veces misterioso- del ser humano
único, que atesora, muchas veces, en silenciosa reflexión, dentro de su hogar tanto como en el
bullicio urbano con la ciudad como escenario, en ambos casos le ha permitido advertir al hombre
que la arquitectura y el urbanismo pasan raudamente lejos de él: y, como es lógico, él también ha
tomado distancia de ellos.
Todas estas reflexiones que, reconozco, son francamente polémicas, me permito hacerlas luego
de leer este notable libro de Daniel Vedoya; confieso que su lectura me llenó de ímpetu y bríos y me
impulsó a asumir mi verdad sin cortapisas.
Porque se trata de un libro serio, finamente elaborado pero que tiene, como la disciplina que lo
nutre, numerosas lecturas; buena parte de ellas aparecen casi escondidas en una prosa contenida
dentro de una suerte de énfasis puesto ostensiblemente en aspectos tecnológicos, científicamente
desarrollados.
Cuando uno, luego de la tercer lectura descubre finalmente el sentido que le ha querido dar este
Profesor- y dos veces decano de la FAU-UNNE1, a este conciso volumen, no tarda en advertir que
más allá de una exposición de los avances de las tecnologías, la producción, el desarrollo actuales y,
sobre todo, los modos de introducirlos en la actividad académica constituyen sólo un aspecto,
fundamental por cierto, pero sólo uno de su visión epistemológica que descansa en una asombrosa
amplitud intelectual.
Aparecen numerosos otros datos que se van descubriendo con la lectura de los siete capítulos y
el epílogo en una secuencia ordenada que no excluye el Factor Social: el individuo, la familia, en
fin, la sociedad.
Curiosamente, esta visión no es ajena a las últimas exploraciones éticas en las que se han
abocado las llamadas ciencias duras. La suerte de inocencia que parecía justificar cualquier
investigación en las que antaño ellas se refugiaban, su olímpica ignorancia por las consecuencias
-a veces terribles- de sus avances científicos, ha ido dando paso, lentamente, a una madura reflexión
que comienza, precisamente, por donde empezó Vedoya. Ni más ni menos que por una visión integral,
humanística de las tecnologías que auxilian en sus aspectos positivos al ser humano. Pero teniéndolo
a éste como protagonista fundamental, “última causae” de toda elaboración teórica.
No es en modo alguno casual el nombre del libro, “La Tecnología Nuestra de Cada Día”.
Mediante él puede leerse el sentido que impregna toda la obra. La tecnología ya no aparece más
como un hecho lejano, ajeno a las complicadas y duras circunstancias del hombre enfrentado a la
cotidianidad, sino formando parte de ella, ensamblándose con la vida diaria, ofreciéndole nuevos y
luminosos horizontes.
Y entonces, lógicamente, surge la pregunta:
¿Por qué eligió Vedoya la arquitectura para hacer comprender este sesgo absolutamente novedoso
del compromiso tecnológico con la vida cotidiana y este auspicioso y nuevo sesgo de las ciencias y la
tecnología?
¿Por qué eligió esta disciplina para mostrar el nuevo signo de los tiempos?
¿Por qué usó esta argumentación para esbozar su visión del mundo que se avecina?.
Creemos que hay muchas razones por haberse decidido por esta opción.
Vedoya es profesor.
Vedoya es un hombre que cavila, reflexiona sin atarse a los caminos conocidos.
Vedoya conoce profundamente el área de la tecnológica en nuestra profesión.
Pero, por sobre todo, porque le permite comprender el confuso universo que rodea a la arquitectura
actual que necesita, como nunca, revisar sus principios y ampliar su horizonte.
Creo que estos son algunos indicios, bastante vagos por cierto, que les puedo ofrecer luego de la
lectura de este libro: un libro que no es de tecnología a la manera habitual de nuestras Facultades
Universitarias.
¿Tal vez de Ciencias Sociales?. Tampoco, porque trata un sujeto algo distante de los esquemas
que habitualmente manejan estas Ciencias.
¿De economía?
¿Del trabajo?
¿De la globalización?
No. Nada de eso.
O por mejor decir, de todo eso conjuntamente, razonablemente, en exacta dosis que abarca una
visión antropológica del hombre común.
Para que el protagonista real no quede excluido: ese personaje solitario del que hablamos antes.
Y así como Proust, Sartre, Cortázar usaron la literatura para mostrar al hombre con una realidad
que ellos querían corregir -al menos mostrándolo en una verdadera y descarnada magnitud-, así
como Leibniz se valió de las matemáticas como vehículo para incorporar el concepto epistemológico
del límite y las incertidumbres, Vedoya usa la arquitectura para ofrecer su concepción del mundo a
través de ella.
Porque Vedoya, como lo demuestra con su libro, no es ni más ni menos que un arquitecto. Pero
digámoslo de una manera más explícita: constituye, ostensiblemente un nuevo tipo de arquitecto.
 César Luis CARLI
 Septiembre de 2001.-
I. INTRODUCCIÓN
Capítulo 1
CIENCIA, TÉCNICA Y TECNOLOGÍA
CIENCIA, TÉCNICA Y TECNOLOGÍA
CIENCIA
La ciencia contemporánea se ha tornado demasiado compleja. Por ello, resulta inaplicable alguna
de las fórmulas simples imaginadas por los filósofos tradicionales o por los especialistas científicos.
Sólo un generalista podría esperar captar los rasgos esenciales de la ciencia, aunque es poco probable
que lo logre si sólo se limita a algunos relativos resultados de la investigación, que además pueden
aprenderse en libros de texto.
Para que la definición de un concepto sea adecuada debería establecer las condiciones necesarias
y suficientes que permitan caracterizarlo e individualizarlo, esto es, distinguirlo de otros concep-
tos.
Y las definiciones corrientes del concepto de ciencia serán adecuadas, cuando se ajusten a la
práctica de la investigación científica.
Un concepto muy popular de ciencia es el que la identifica con el descubrimiento, sea de ideas o
de cosas antes desconocidas.
Este concepto es aplicable tanto a la matemática pura como a las ciencias fácticas. También se
conoce a la ciencia como un sistema organizado de conocimientos referidos a la naturaleza, la
sociedad y el pensamiento.Otra opinión, igualmente difundida, es que la ciencia es recolección y elaboración de datos.
Según este concepto, los datos se sistematizan, sea en forma de clasificaciones, tablas o curvas
empíricas o, si no hay más remedio, en forma de teorías (de las que siempre hay que desconfiar).
Contrapuesto a este concepto basado en el dato, hay quiénes opinan que la ciencia, sea formal o
fáctica, es una libre creación de la mente humana. Aunque esta opinión da cuenta de la creatividad,
pasa por alto las limitaciones impuestas por la lógica y por la realidad. Por este motivo, es incapaz de
distinguir las obras científicas de las artísticas.
Una cuarta opinión, igualmente difundida, trata la naturaleza del quehacer científico asegurando
que éste consiste en conjeturar y criticar. Según esta opinión, llamada "racionalismo crítico",
investigar es plantear problemas y resolverlos imaginando conjeturas y sometiéndolas a discusiones
críticas y a rigurosas pruebas empíricas que se proponen antes de confirmarlas. De este modo, las
hipótesis que no son refutables (falsables), aunque sea en principio, son consideradas "metafísicas"
antes que científicas.
A partir de la falta de convencimiento de estas cuatro epistemologías tan populares surge una
quinta, más fiel a la práctica de la investigación científica. No obstante, antes de emprender esta
búsqueda debemos decir algo sobre criterios de cientificidad. Una definición establece las condiciones
necesarias y suficientes; un criterio, sólo las condiciones suficientes.
Para una mejor comprensión de cada concepto, caracterizaremos a las ciencias, las tecnologías,
las humanidades, las seudociencias y las ideologías, como campos de conocimientos.
Un campo de conocimiento puede caracterizarse como un sector de la actividad humana dirigido
a obtener, difundir o utilizar conocimiento de alguna clase, sea verdadero o falso.
El que un campo de conocimientos (CC) logre alcanzar la verdad, el poder, la persuación,la utilidad,
o alguna otra meta, comparte ciertas características con otros campos.
La herramienta intelectual que utiliza la ciencia es conocida como método científico. Consiste
en un procedimiento reglamentado que permite evaluar la validez en la construcción de proposiciones
generales con apoyo empírico, confrontadas con la teoría de la que forman parte.
El desarrollo científico es concebido así como un proceso regulado por un código de racionalidad,
por un lado, y un código de honestidad profesional, que convierten a tal desarrollo en un proceso
progresivo y acumulativo de acercamiento a la verdad.
Se trata, en todo caso, de un proceso regulado por una lógica autónoma respecto a condicionantes
externos (sociales, políticos o psicológicos). Cuando la incertidumbre plantea la alternativa de dos
desarrollos teóricos igualmente aceptables en un momento dado, aquella autonomía es preservada
apelando a algún criterio metacientífico igualmente objetivo.
Ésta es, en síntesis, la imagen de la ciencia heredada de los movimientos predominantes du-
rante este siglo agonizante.(1)
"La técnica, cuya misión es resolverle los problemas al hombre, se ha convertido de pronto en un nuevo y
gigantesco problema."
José ORTEGA Y GASSET
1) GONZÁLEZ GARCÍA, Marta I., LÓPEZ CEREZO, A. y LUJÁN LÓPEZ, José L. - CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD (págs. 26 a 29) - Editorial Tecnos S. A., Madrid, 1996
Ocupémonos brevemente de los criterios más populares de cientificidad, o sea, criterios para
averiguar si cierta actividad (o sus resultados) puede considerarse científica. Los criterios más
populares en la actualidad son los siguientes:
1) Tautológico: la ciencia es lo que hacen los científicos.
2) Consensual: a diferencia de las letras y de las ideologías, que rebosan de controversias, la ciencia
las evita o al menos se propone alcanzar la unanimidad.
3) Empírico: la ciencia admite tan sólo datos o síntesis inductivas de los mismos.
4) Falibilista: la ciencia se ocupa solamente de hipótesis falibles, en particular empíricamente
refutables.
5) Pragmatista: en ciencia sólo cuenta el éxito práctico.
6) Formalista: el sello de lo científico es la matematización.
7) Metodologista: el único requisito para hacer ciencia es adoptar el método científico.
La noción de ciencias de transferencia aborda de manera metódica el establecimiento de pasarelas
entre la ciencia y la tecnología. Esta noción supone una distinción entre dos grupos de ciencias: las
ciencias puras y las ciencias de transferencia. Las características de las ciencias puras comprenden
el carácter fundamental de sus actividades (la exploración de las fronteras del conocimiento sin
preocuparse por las incidencias prácticas de los resultados); sus reglas y códigos de comportamiento
relativos a la divulgación y la confirmación de los conocimientos; su origen (universidades o
laboratorios públicos estrechamente vinculados con las universidades); su financiamiento
(principalmente a partir de fondos públicos), y su prioridad en relación con la formación de
investigadores (para su acceso a los laboratorios) consagrados al estudio de ciencias fundamentales.
Los temas abordados por esas disciplinas pertenecen esencialmente a las áreas de las ciencias
físicas y biológicas y los científicos que se dedican a ellas forman comunidades sólidas a escala
nacional e internacional.
Las ciencias de transferencia (que engloban las diversas ramas de la ingeniería o ciencias
tecnológicas) tienen en común con las ciencias puras el interés por la ciencias exactas. Ambas
tienen características relativamente diferentes. No obstante, su actividad está principalmente guiada
por el deseo de resolver problemas surgidos de actividades sociales o económicas; sus centros de
investigación se sitúan en las universidades técnicas, las escuelas de ingenieros, los
establecimientos sectoriales de I+D públicos y la industria; el sector industrial asegura una buena
parte de su financiamiento; sus investigadores son normalmente empleados por la industria. Las
ciencias de transferencia abordan temas ampliamente ligados a objetos y fenómenos artificiales y
las comunidades de investigación en esas áreas están muy próximas de las profesiones más
interesadas por la aplicación de sus resultados.
Sería erróneo, como en el caso de las ciencias tecnológicas (que sin duda deben clasificarse
dentro de las ciencias de transferencia) considerarlas como simples ciencias aplicadas, situándose
adelante de la ciencia fundamental.
Las ciencias de transferencia desempeñan un papel esencial sirviendo de interfase entre el
mundo de las ciencias puras y el de la industria. Se ocupan de problemas concretos que se presentan
efectivamente en todos los campos de la actividad humana.
Consideradas como áreas o disciplinas, las ciencias de transferencia pueden trascender las
fronteras clásicas que separan a la ciencia de la tecnología: las mismas estructuras de organización
(tanto si se trata de empresas como de universidades) pueden, en ciertos casos, engendrar
innovaciones simultáneamente en los conocimientos tecnológicos y científicos. Sus fronteras no
siempre son netas, y a menudo son pluridisciplinarias (por ejemplo, las ciencias de los materiales)
y su desarrollo analítico refleja en gran parte las necesidades sociales y económicas. Esas disciplinas
desempeñan las funciones de toda disciplina científica (es decir, creación, transmisión y organización
de ciertos tipos de conocimiento) y tienen también por objetivo llevar a cabo o mejorar proyectos
técnicos. Desde el punto de vista de la sociología de las ciencias, ellas hacen intervenir comunida-
des híbridas constituidas por personas que poseen los mismos conocimientos generales y la misma
formación inicial; algunas trabajan en el marco de la ciencia pura, o al menos cerca de ella, y otras,
en la industria. Por su importancia creciente y su complejidad, la política científica debería tener
como objetivo, entre otros, la creación y el apoyo de una red de relaciones y vínculos entre los
diferentes tipos de instituciones, es decir, entreaquéllas que producen y las que utilizan la inves-
tigación.
Presentación inicial de las ciencias de transferencia
A. Áreas de la Ingeniería:
* Ingeniería mecánica (fluidos, sólidos), ingeniería civil, ciencia geotécnica.
* Ciencia térmica, termodinámica, ciencia de combustiones.
* Óptica, ciencia del láser, ingeniería eléctrica.
B. Áreas ligadas a las tecnologías de la información:
* Microelectrónica, automatización y robótica.
* Ciencia informática.
C. Áreas ligadas a la química:
* Ciencia de los materiales, ingeniería química* Química de base (toda la química, con
excepción de ciertos sectores, como la química cuántica, la bioquímica y geoquímica).
D. Áreas ligadas a la medicina, la farmacia y la agronomía:
* Biotecnología, microbiología, química farmaceútica, investigación química, ciencias de la
tierra y diferentes sectores agronómicos.
E. Ciertas áreas de las ciencias sociales que requieren una defnición más precisa.
TÉCNICA
Técnica es sinónimo de 'habilidad', 'destreza' para realizar una acción determinada. En la acción
participa, naturalmente, un actor (el hombre) que ejecuta la acción, y un objeto, que es sometido a
dicha acción.
Según Francisco SUAREZ (op. cit.): "La técnica propiamente dicha presenta tres aspectos sobre
los que es necesario insistir rápidamente:
a) el 'instrumento', el útil (el medio);
b) la 'operación' (manual o mental);
c) el ‘técnico’ mismo (tanto una persona como algún instrumento que acciona).
Debemos agregar aquí un cuarto aspecto, sin el cual la técnica no podría ejecutarse. Es la actitud
necesaria para ejecutar una acción técnica, que llamaré, por ese mismo motivo, ‘actitud técnica’,
es decir, la acción ejercida por el actor sobre la herramienta, los movimientos que realiza para
manipular la herramienta, sin los cuales no podría hacer un efectivo y adecuado uso de ella.
Estos aspectos o elementos son distintos entre sí, aunque están indisolublemente unidos para la
acción. Un análisis pormenorizado de cada uno de ellos podría llegar a ser incongruente, si se los
aisla del conjunto que forman, pero resultaría fundado si se los estudia en relación a sus propias
interacciones.
En efecto, ellos "...evolucionan con una cierta independencia, interactuando sin cesar los unos
sobre los otros."(2) (Para profundizar en este tema, remito al lector al Apartado «TRANSVERSALIDAD»
del Capítulo 3: INFORMACIÓN, ENSEÑANZA Y TRANSVERSALIDAD).
TECNOLOGÍA
La tecnología es, en algún sentido, el estudio de las técnicas. Por ello pareció oportuno, previo a
analizar lo que es, en definitiva, la tecnología, considerar el concepto de 'técnica'.
Por otra parte, es común asociar los conceptos de ciencia y tecnología, considerándolos sinónimos
o vinculados, dependiente uno del otro, afirmando que "la tecnología es ciencia aplicada".
La actividad puramente científica está orientada a satisfacer una curiosidad, a resolver las
dudas acerca de cuáles son y cómo están organizadas las leyes de la naturaleza, en tanto que la
actividad estrictamente tecnológica está orientada a producir bienes y servicios de utilidad económica
y social.
No obstante, la ciencia y la tecnoloía tienen algo en común: son formas organizadas de
conocimientos. Sin embargo, estos conocimientos están organizados para fines distintos: en el
caso de la ciencia, para saber 'por qué'; en el caso de la tecnología, si bien el por qué es útil y muchas
veces imprescindible para continuar evolucionando, su característica conceptual consiste en sa-
ber 'cómo'.
El cuerpo de ideas llamado ciencia consiste en un conocimiento racional, sistemático, exacto y
verificable; el conocimiento tecnológico, en cambio, no requiere de estos atributos, en tanto nos
permita producir bienes y servicios en forma confiable y cumpliendo con determinados prerrequisitos
2) LEFEBVRE, Henry (citado en DUCASE, Pierre - LAS TÉCNICAS Y EL FILÓSOFO - Compañía General Fabril Editora, Buenos Aires, 1962
sociales y económicos.
En sus formas extremas, ambas actividades son distintas en cuanto a sus motivaciones básicas,
su estructura de valores, y el tipo de personal que se dedica a ellas. Con base en lo anterior, sin
embargo, la ciencia y la tecnología resultan indispensables para el desarrollo integral de una nación.
Hechas estas acotaciones previas, podemos pasar ahora a analizar en profundidad el concepto de
‘tecnología’. Se entiende por tecnología al conjunto organizado de conocimientos aplicados para alcanzar
un objetivo específico, generalmente el de producir y distribuir un bien o servicio.
“La tecnología es una actividad social centrada en el saber hacer que, mediante el uso racional,
organizado, planificado y creativo de los recursos materiales y la información propios de un grupo humano,
en cierta época, brinda respuesta a las necesidades y a las demandas sociales en lo que respecta a la
producción, distribución y uso de bienes, procesos y servicios. La tecnología nace de necesidades, re-
sponde a demandas e implica el planteo y la solución de problemas concretos, ya sea de las personas,
empresas, instituciones, o del conjunto de la sociedad”(3).
Se puede hablar de dos definiciones de 'tecnología', una restringida y otra general. En la primera
sólo se hace referencia al aspecto técnico (conocimiento, destreza y técnica, herramientas,
máquinas o recursos), en la que se incluirían las concepciones intelectualista y artefactual, mientras
que la segunda incorpora, además de los rasgos ya mencionados, los aspectos organizativos (actividad
económica e industrial, actividad profesional, usuarios y consumidores) y los aspectos culturales
(objetivos, valores y códigos de comportamiento).
Los cambios técnicos pueden producir ajustes en los aspectos culturales y organizativos, del
mismo modo que las innovaciones en la organización pueden conducir a cambios técnicos y
culturales.
Tecnología es, en términos generales, el conjunto de acciones que realiza el hombre en procura
de lograr el mejoramiento de sus relaciones con los objetos -bienes y servicios-, para un mejor y
más efectivo uso de los mismos, en beneficio de una mejor calidad de vida.
La actividad puramente científica está orientada a satisfacer una curiosidad, a resolver las
dudas acerca de cuáles son y cómo están organizadas las leyes de la naturaleza, en tanto que la
actividad tecnológica está orientada a producir bienes y servicios de utilidad.
Aún continúa manteniéndose hoy en día la concepción tradicional de la ciencia-tecnología como
una actividad autónoma, valorativamente neutral y benefactora de la humanidad, una concepción
que hunde firmemente sus raíces en el siglo pasado.
Esta concepción tradicional, asumida y promovida por los propios científicos y tecnológos, sigue
usándose aún en nuestros días para legitimar formas tecnocráticas de gobierno y continúa orientando
el diseño curricular en todos los niveles de la enseñanza.
De acuerdo con la imagen tradicional o concepción heredada de la ciencia, ésta constituye
fundamentalmente una actividad teórica cuyo producto son las teorías científicas.(4)
Son científicas y tecnológicas aquellas actividades sistemáticas, estrechamente relacionadas
con la generación, mejoramiento, difusión y aplicación del conocimiento científico y tecnológico en
todos los campos de la ciencia y la tecnología.
Podemos dividir a las actividades científicas y tecnológicas en tres categorías:
A. Investigación y Desarrollo Experimental (IDE)
Trabajo sistemático y creativo realizado con el fin de aumentar el caudal de conocimientos -
inclusive el conocimiento del hombre, la cultura y la sociedad-, y el uso de estos conocimientos
para idear nuevas aplicaciones. Se divide, a su vez, en investigación básica, investigación aplicada
y desarrollo experimental.
# Investigación basica: es el trabajo experimental o teórico realizado principalmente con el
objeto de generar nuevos conocimientos sobre los fundamentos de fenómenos y hechos
observables, sin prever ninguna aplicación específica inmediata.
# Investigación aplicada: es la investigación originalrealizada para la adquisición de nuevos
conocimientos, dirigida principalmente hacia un fin u objetivo práctico, determinado y
específico.
# Desarrollo experimental: trabajo sistemático llevado a cabo sobre el conocimiento ya
existente, adquirido de la investigación y de la experiencia práctica, dirigido hacia la
producción de nuevos materiales, productos y servicios, a la instalación de nuevos procesos,
3) Definición de 'TECNOLOGÍA' propuesta en los Contenidos Básicos Comunes para la Educación General Básica, aprobados por el Consejo Federal de Cultura y Educación - Ministerio de
Cultura y Educación de la Nación, Argentina, Diciembre de 1994
4) GONZÁLEZ GARCÍA, Marta I., LÓPEZ CEREZO, A. y LUJÁN LÓPEZ, José L. - Op. cit. (pág. 26)
sistemas y servicios, y hacia el mejoramiento sustancial de los ya producidos e instalados.
B. Educación y Enseñanza Científica y Técnica (EECyT)
Se refiere a todas las actividades de educación y enseñanza de nivel superior no universitario
especializado (estudios técnicos terminales que se imparten después de la secundaria), de educación
y enseñanza de nivel superior que conduzcan a la obtención de un título universitario (estudios a
nivel de una licenciatura), estudios de posgrado, capacitación y actualización posteriores y de
formación permanente y organizada de científicos e ingenieros.
C. Servicios Científicos y Tecnológicos (SCyT)
Son todas las actividades relacionadas con la investigación y el desarrollo experimental que
contribuyen a la generación, la difusión y la aplicación de los conocimientos científicos y tecnológicos.
Los SCyT pueden ser clasificados como sigue:
1. Los servicios de ciencia y tecnología prestados por las bibliotecas, los archivos, los centros
de información y documentación, los servicios de consulta, los centros de congresos científicos, los
bancos de datos y los servicios de tratamiento de la información.
2. Los servicios de ciencia y tecnología proporcionados por los museos de ciencias y/o tecnololgía,
los jardines botánicos y zoológicos y otras colecciones de ciencia y tecnología (antropológicas,
arqueológicas, geológicas, etc.).
3. Actividades sistemáticas de traducción y preparación de libros y publicaciones periódicas de
ciencia y tecnología.
4. Los levantamientos topográficos, geológicos e hidrológicos; observaciones astronómicas,
metereológicas y sismológicas; inventarios relativos a los suelos, los vegetales, los peces y la fauna;
ensayos corrientes de los suelos, del aire y de las aguas, y el control y la vigilancia corriente de los
niveles de radiactividad.
5. La prospección y las actividades asociadas cuya finalidad sea localizar y determinar recursos
petroleros y minerales.
6. Recolección de información sobre los fenómenos humanos, sociales, económicos y culturales,
cuya finalidad consiste, en la mayoría de los casos, en recolectar estadísticas corrientes, por ejemplo:
los censos demográficos, las estadísticas de producción, distribución y consumo, junto con el
establecimiento y el mantenimiento de normas y patrones de medida.
7. Ensayos, normalización, metrología y control de calidad; trabajos corrientes y ordinarios
relacionados con el análisis, el control y el ensayo de materiales, productos, dispositivos y
procedimientos, mediante el empleo de métodos conocidos, junto con el establecimiento y el
mantenimiento de normas y patrones de medida.
8. Trabajos corrientes y regulares cuya finalidad consiste en aconsejar a clientes, a otras
secciones de una organizacion o a usuarios independientes y en ayudarles a aplicar conocimientos
científicos, tecnológicos y de gestión.
9. Actividades relativas a las patentes y licencias; trabajos sistemáticos de carácter científico,
jurídico y administrativo realizados en organismos públicos.
Con este trasfondo intelectual, no es sorprendente la imagen simplista y despreciativa que
usualmente se asociaba a la tecnología. Ésta era vista únicamente como ciencia aplicada a la
construcción de artefactos, o bien identificada simplemente con tales artefactos. La tecnología
constituía, en este difuso lugar común, el brazo armado de la ciencia pura, su vínculo terrenal con
el mundo social.
El progreso científico sólo era posible si la búsqueda de la verdad (reglada únicamente por la
ecuación lógica + experiencia), constituía el objetivo exclusivo de la empresa científica. Cualquier
valor externo, por benemérito que éste fuera, era visto como una interferencia que sólo podía
obstaculizar o detener el desarrollo del conocimiento. Aún objetivos tales como el bienestar social
debían ser evitados como ideales reguladores del desarrollo del conocimiento científico.
La verdad, alcanzada así de un modo autónomo por la aplicación de un método privilegiado,
produciría más tarde o más temprano un mundo de posibilidades tecnológicas y, a la larga, de
bienestar social. Se trata de la conocida concepción unidireccional del progreso humano:
progreso científico
progreso tecnológico
 progreso económico
 progreso social
Esta imagen tradicional de la ciencia y la tecnología, que recibe una formulación programática
rigurosa en el segundo cuarto de este siglo por parte del empirismo lógico, no aparece por generación
espontánea. Se deriva de una serie de factores heterogéneos que convergen durante el siglo XIX en
la producción de una determinada imagen, hoy cuestionada, de la ciencia como conocimiento puro
libre de cargas valorativas y compromisos prácticos. Se referiere principalmente al proceso de
profesionalización de una nueva clase vocacional, la de los científicos, y a la institucionalización
del modelo contemporáneo de Universidad de Alemania. La ciencia, sólo en tanto que búsqueda de
la verdad, era concebida como motor del desarrollo tecnológico, un desarrollo que se suponía en la
base de la revolución industrial y, en última instancia, de la realización social de los ideales de la
revolución política franco-americana. Pero más que el origen del mito de la ciencia pura, interesa
ahora su función en una ideología bien conocida, la ideología científica.(5)
La mayoría concuerda en asegurar que el desarrollo explosivo y la rápida difusión de la tecnología
son peculiares de la civilización moderna, sea capitalista o socialista.
No obstante, no existe consenso acerca de la naturaleza misma de la tecnología.
Tanto el lego como el filósofo suelen confundirla con la industria, y frecuentemente advierten
sólo su aspecto benéfico o maléfico, sin llegar a reconocerlos a ambos.
Hay quiénes se niegan a diferenciar la tecnología de la ciencia, y pretenden reconocer a una y
otra como consecuentes y solidariamente desarrolladas.
Según Peter Drucker, la palabra tecnología "es un manifiesto en cuanto combina 'techne' (el misterio
de un arte manual) con 'logos', el saber organizado, sistemático y con un fin determinado". Para Eugene
Skolnikoff la ciencia "quiere saber cómo y por qué las cosas son como son", y como solía decir Isaac
Asimov, "al comienzo era curiosidad... hoy es el deseo de saber".
Jorge Sábato definió a la tecnología como "el conjunto de conocimientos científicos, técnicos y
artesanales que permiten producir un buen servicio". Esta explicación puede complementarse con la de
la American Association for the Advancement of Sciences que destaca que las tecnologías "amplían
nuestras habilidades para cambiar el mundo, para cortar, modelar y unir materiales, para mover cosas
de un lugar a otro, para llegar más lejos con nuestras manos, voces y sentidos. Usamos tecnologías para
tratar de cambiar el mundo, para que se adapte mejor a nuestras necesidades".
La palabra y el concepto de tecnología no surgieron hasta los primeros años del siglo XVIII. El
documento fundamental de este cambio fue la Encyclopédie, editada entre 1751 y 1772. En este
período también nacieron las primeras escuelas tecnológicas en Francia y Alemania.
Es común relacionar el concepto de tecnología con la informática, la microelectrónica, el láser o
a las actividades espaciales, tecnologías conocidas como ‘duras’, al igualque las tradicionales.
Sin embargo, la mayoría de las definiciones usuales de tecnología también permiten reconocer
a otras, en una concepción moderna del término, a las que se suele denominar ‘blandas’.
Las tecnologías blandas -en las que su producto no es un objeto tangible-, pretenden mejorar el
funcionamiento de las instituciones u organizaciones para el cumplimiento de sus objetivos. Estas
organizaciones pueden ser empresas industriales, comerciales o de servicios o instituciones, con
o sin fines de lucro. Entre las ramas de la tecnología llamadas blandas se destacan la educación (en
lo que respecta al proceso de enseñanza), la organización, la administración, la contabilidad y las
operaciones, la logística de producción, el marketing y la estadística, la psicología de las relaciones
humanas y del trabajo, y el desarrollo de software.
En la generalidad, se identifican como duras a aquellas tecnologías basadas en los conocimientos
de las ciencias también llamadas ‘duras’, como la física o la química. En cambio, las denominadas
‘blandas’ se fundamentan en las ciencias modernas también llamadas blandas, como la sociología,
la economía o la administración.
Estas tecnologías son llamadas ‘nuevas’ porque, en lo sustancial, han aparecido y, sobre todo, se
han perfeccionado, difundido y asimilado después de la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces
su desarrollo y, por qué no, sus consecuencias, son de una magnitud y trascendencia sin precedentes.
Si recorremos listas de nuevas tecnologías (NT), veremos que, más allá del detalle o de sus
diferentes objetivos, hay total coincidencia en destacar tres NT: las biotecnologías (BT), las que
surgen de los nuevos materiales (NM) y las tecnologías de la información y la comunicación (TIyC).
También existen otras NT, las ambientales, las energéticas y las espaciales. Estas NT se nutren
de la producción científica más avanzada, considerada la frontera del conocimiento: tecnologías de
punta, tecnologías calientes (hot technologies), o altas teconologías (high tech).
Hay otras formas de identificarlas, según su importancia estratégica en la economía: se sostiene
5) GONZÁLEZ GARCÍA, Marta I., LÓPEZ CEREZO, A. y LUJÁN LÓPEZ, José L. - Op. cit. (pág. 26)
que si no se las domina será imposible, en el mediano y corto plazo, controlar las manufacturas de
productos que aseguren una posición relevante en la competencia económica y comercial
internacional. Por eso se las suele denominar también ‘tecnologías estratégicas’.
Según Lewis Branscomb, profesor en Harvard y ex-vicepresidente de investigación y desarrollo
de IBM, la "tecnología es, probablemente, el factor de mayor trascendencia individual en la evolución de
la competencia global. La aceleración de la innovación tecnológica crea nuevos negocios, transforma otros
y redefine las reglas del éxito en la competitividad".
Hoy día el acceso a la información es un factor importante que ningún gobierno debe despreciar,
por la sencilla razón que el control de las NTIyC constituye un factor de poder.
La biotecnología se dedica al estudio de la genética de plantas, animales y microorganismos con
el fin producir sustancias útiles a la humanidad.
Consiste en la producción de bienes y servicios aplicando principios científicos y de ingeniería
para procesar materiales, por medio de agentes biológicos.
En el desarrollo de las BT intervienen varias disciplinas científicas, como la biología molecular,
la biología estructural, la genética molecular, la inmunología, la biología celular, la ingeniería
bioquímica, la ingeniería de proteinas, etc.
Por otra parte, los nuevos materiales, en su significado absoluto, se refieren a aquéllos que son
completamente novedosos con respecto a los existentes.
Así como en la antigüedad los materiales marcaron eras, como las de piedra, del bronce o del
hierro, hoy los nuevos materiales están definiendo con sus características campos muy diferentes,
como el de los vehículos (autos, aviones, bicicletas), el de la moda, de las estructuras (edificios,
puentes), o de las prótesis.
Los especialistas en materiales rechazan la idea de categorizarlos como nuevos materiales,
aunque están convencidos de que la mayoría de las NT depende de ellos.
El desarrollo de estas denominadas nuevas tecnologías tiene su base de sustentación, en buena
parte, en los adelantos de las últimas décadas en las ciencias y las tecnologías de los materiales.
Los espectaculares avances de la microelectrónica, de la navegación espacial, de las
telecomunicaciones, de los transportes, el aprovechamiento de las fuentes alternativas de energía,
y aún las biotecnologías, no habrían sido posibles sin el mejoramiento de los materiales tradicionales
y el desarrollo de otros, completamente nuevos.
En realidad, dado que la expresión ‘material’ sólo cobra sentido práctico cuando está referida a
un objeto (producto) fabricado con determinado proceso, quizá sería más correcto hablar de nuevos
productos y de nuevos procesos. Hoy la palabra producto está muy generalizada y también se la usa
para denominar bienes intangibles como, por ejemplo, los productos bancarios.
Un rasgo común a los nuevos materiales es que son preconcebidos o diseñados para satisfacer
alguna necesidad de la que se han determinado los requerimientos. Precisadas las condiciones que
el nuevo material debe cumplir, se lo fabrica, a partir de los conocimientos científicos adquiridos
durante los últimos años.
Es decir, así como se sabe cómo armar, gen a gen, los organismos que sean capaces de producir
lo que deseemos y cómo diseñar drogas, molécula a molécula, gracias a las BT, en razón de las NT,
hoy se sabe cómo construir, a veces también molécula a molécula, y aún átomo a átomo, los
materiales que se necesitan para cada caso en particular.
Por último, las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación (TIyC) cubren un
variado conjunto de alternativas que pasa por la microelectrónica, el software, las telecomunicaciones
y la informática. Todas se basan en tecnologías electrónicas y usan un mismo lenguaje: la señal
digital.
II. EL FACTOR SOCIAL
Capítulo 2
INDIVIDUO, FAMILIA Y SOCIEDAD
Capítulo 3
INFORMACIÓN, ENSEÑANZA Y TRANSVERSALIDAD
INDIVIDUO, FAMILIA Y SOCIEDAD
INDIVIDUO
El hombre, en el transcurso de su vida, va acumulando experiencias, internalizando conceptos,
asimilando conocimientos, que le permiten actuar y desempeñarse en el mundo, frente a sus
semejantes. Actúa en función de lo que conoce y reacciona ante lo que no conoce. Asimismo, actúa
o recciona frente a eso que conoce o no conoce, según tenga o no conciencia de que posee o no ese
conocimiento.
Es así que sabe aquello que conoce y aquello que aún le falta conocer, por un lado, pero también
sucede que, en muchos aspectos, tiene internalizados conocimientos sin tener conciencia de ello,
y desconoce que existen muchos temas de los que ni siquiera tiene noción de que así fuere.
Resumiendo, el hombre desarrolla aptitudes, destrezas, conceptos, procedimientos, en función
de su mundo conciente, y busca encontrar los mecanismos adecuados y apropiados para que ese
mundo le sea útil.
Es quizá, dentro del reino animal, uno de los seres más indefensos en el momento de su
nacimiento. Es incapaz de desarrollar acciones inmediatas que le permitan preservarse. La madre
debe asistirlo en todo.
No obstante, a partir del alumbramiento comienza un proceso de aprendizaje que le permitirá ir
incorporando, poco a poco, lentamente, pero permanentemente, conocimientos de todo tipo. Sus
primeros gestos, sus primeros esfuerzos por erguirse, sus primeros gorjeos intentando comunicarse
con ese mundo parlante que comienza a abrirse a su alrededor, del que sólo tiene contacto inmediato
a tavés de su propia madre que, a su vez, también hace esfuerzos por comunicarse con su bebé.
En síntesis, el niño va acumulando conocimientos y desarrollando destrezas desde los primeros
días de su existencia.
Aprende a darle un uso adecuado a su boca -que, a la hora de mamar, le permitirá alimentarse,
habiendopara ello desarrollado la que hasta entonces fuera su única destreza innata: la succión-,
a sus brazos, a sus manos, a sus dedos.
A poco tiempo de nacer descubre que, cerrando los deditos de sus manos, puede aprehender
objetos pequeños, que llorando anuncia su hambre, que una posición incómoda en la cuna se suple
por otra más cómoda con sólo girar el cuerpo.
Algunos antes, otros más tarde, alrededor del primer año el niño comienza a desarrollar una
nueva destreza: haciendo uso de sus extremidades superiores se irgue, y accionando
convenientemente sus extremidades inferiores comienza a dar los primeros pasos. Entonces vienen
los primeros movimientos de desplazamiento, conocidos como “gateo”, que lo llevarán lentamente a
alcanzar esa nueva meta: caminar.
¿Qué ha pasado desde el nacimiento hasta este momento?
El niño ha desarrollado destrezas, por un lado; pero, por el otro, ha estado empleando un recurso
de eficientismo para que esas destrezas le sean útiles: estuvo desarrollando tecnologías, adaptando
el uso de cualquier objeto que encontraba a su alrededor, para ponerlo a su servicio: una silla, la
pata de una mesa, el andador, etc.
Pero le bastó con aplicar las técnicas adecuadas para hacer un buen uso de cada objeto. También
debió adecuar el uso de su cuerpo (de cada extremidad de su cuerpo), para que el resultado sea el
esperado.
Hay muchas maneras de mover las piernas, pero sólo existe una reducida variedad de ellas que
permiten llegar a los movimientos adecuados para poder caminar. Tampoco basta con mover
adecuadamente las piernas, pues deben entrar en función otros músculos del cuerpo que le
posibiliten mantenerse erguido, en posición vertical, que le den el movimiento apropiado para ese
acto que lo impulsará hacia adelante, etc. Todo esto implica una serie de técnicas asociadas para
un nuevo fin, el desarrollo de una destreza: caminar.
Es muy similar a lo que significa “tecnología”. Hacer un uso adecuado de los objetos (en el caso
del hombre, de sus extemidades, sus músculos, etc.), de modo de lograr que éste le sea beneficioso,
que mejore su calidad de vida. Caminar, en este caso, es una acción beneficiosa para el hombre,
una manera de mejorar su calidad de vida.
En el principio, el hombre estaba solo en el mundo, y debió preocuparse por resolver muchos
"Si a la técnica no se le pone un bozal de humanismo, morderá al hombre"
MAIAKOWSKI, 1925
problemas: alimentarse, cobijarse, protejerse, defenderse, comunicarse.
Pronto descubrió que los recursos inmediatos de su cuerpo le eran insuficientes para lograr cada
una de esas necesidades vitales.
Así, fue incorporando a su bienestar una serie de objetos que le permitían incrementar sus
recursos. Fue ideando y construyendo artefactos que le servían para aumentar sus posibilidades de
vida. Eran verdaderos extracuerpos que incrementaban potencialmente sus recursos.
De esta manera fueron ingresando al hábitat natural del hombre los utensilios domésticos, su
refugio, el mobiliario, las herramientas, etc. A cada cúmulo de situaciones se correspondía un
sinnúmero de técnicas y el desarrollo de nuevas tecnologías. Domesticó animales, cultivó la tierra,
construyó refugios, fabricó herramientas de trabajo, etc.
Con el correr de los tiempos estos recursos fueron multiplicándose, perfeccionándose,
sofisticándose.
La palabra hablada se complementó con la palabra escrita, pasando sucesivamente por al chasqui,
el correo pedestre, el telégrafo alámbrico y el inalámbrico, la radio, la televisión y, hasta hoy, por lo
menos, Internet, las webs y las autopistas informáticas.
La movilidad pronto se vió enriquecida, a partir de la invención de la rueda, con el transporte
terrestre, en sus sucesivos avances: los carruajes tirados por caballos, el automóvil y el ferrocarril.
Ya a fines del siglo XIX, comienzan los primeros esbozos de un nuevo medio de movilidad: la aviación.
Poco duró la euforia de los vuelos a explosión. Los motores a reacción comenzaron a multiplicarse a
mediados del siglo XX, y de allí a los viajes exploratorios al espacio extraterrestre no hubo más que
un suspiro.
En todo este transcurso, es digno de destacar un fenómeno que fue el artífice de la mayoría de
estos progresos: el chip electrónico.
Pero el chip electrónico no hubiera tenido razón para existir sin la complicidad del proceso de
cambio sufrido por la escritura.
La escritura quizá es la tecnología del hombre que más cambios ha sufrido a lo largo de la historia
de la humanidad.
Cambios que se dieron, por un lado, por la diversidad de idiomas subyacentes en un mundo
demográficamente explosivo. Pero por otro, por la búsqueda incesante del hombre por perfeccionar
sus mecanismos de comunicación con ese mundo.
La escritura de nuestros días es el resultado de un largo proceso de transformaciones que vienen
desde la prehistoria.
No obstante también, a la diversidad, consecuencia directa de un mundo cada vez más complejo,
se oponía una pertinaz búsqueda de mecanismos de comunicación que, a la vez que simplificaran
los medios, también los unificaran, para contrarrestar esa multiplicidad de lenguajes.
De esta manera se llegó al descubrimiento más extraordinario de todos los tiempos.
Se dice que, hace miles de años, empezamos a contar con los dedos y que de allí nacieron los
primeros dígitos, que fueron diez (del uno al diez), hasta que se inventó el 0 (cero), un invento que se
atribuye a un hindú que vivió no después del siglo noveno.
Le llevó al hombre cerca de cinco mil años, a partir del comienzo de los símbolos numéricos,
concebir uno que representara la nada. No se sabe quién fue el hombre que lo logró, sin duda uno de
los pensadores más creativos y originales de la historia.
Los hindúes denominaron a este símbolo “sunya”, que quiere decir “vacío”. Este mismo símbolo
que representaba la nada fue más tarde recogido por los árabes, quiénes lo denominaron “cefer”,
que en su idioma también quiere decir “vacío”. De aquí a la palabra cero, cada uno puede sacar sus
propias conclusiones (en inglés: “cipher” y “zero”). También dió origen al término “cifra”.(1)
Pero ahora ya no son necesarios los números, ni siquiera las letras que cada idioma utiliza para
armar sus rompecabezas literarios.
Todo el cúmulo de complejos abecedarios existentes en el mundo se han debido hacer a un lado,
para dar paso a sólo dos componentes que han logrado resumirlo todo, a la vez que se erigen como
monumentales colosos que todo lo resuelven: el 1 y el 0.
Cero (0) o no cero (1). Sí o no. Verdadero o falso. Blanco o negro. El ying o el yang. El ser o el no ser
del Hamlet de Shakespeare que hoy se proyectan como la alternativa válida del fin de siglo para
resolver la incertidumbre de la humanidad.
1) ASIMOV, Isaac - DE LOS NÚMEROS Y SU HISTORIA (pág. 15) - Ediciones LIDIUM, Buenos Aires, 1988
En realidad, este descubrimiento fascinante, y a la vez trascendental, no es un producto de este
siglo, y ni siquiera del XIX.
Gottfried Wilhelm LEIBNIZ (1646-1716) probó que todos los números se pueden escribir con sólo
dos dígitos, el 1 y el 0. Se inauguró así, en el siglo XVII, la “era binaria”. Después se demostró que
esta simplificación favorecía el cálculo automático y que las máquinas podían efectuar cualquier
cálculo realizado efectivamente por un calculista no humano (conocido también como “computador”).
Estas máquinas se conocieron en el mundo por su nombre en inglés: “digi-tal computers”
(computadoras digitales). A los dígitos binarios 1 y 0 se los bautizó “bits”, como abreviación de su
denominación en inglés: “binary digits”, y se conviertieron en los elementos básicos de la
información. A mediados del siglo XX comenzó, como consecuencia de ello, la “era digital”.(2)
Un bit no tiene forma, ni color, ni tamaño, ni peso, y puede desplazarse a la velocidad de la luz. Es
el elemento atómico más pequeño en la cadena ADN de la información que describe el estado de
algo: encendido o apagado, verdadero o falso, arriba o abajo, adentro o afuera, blanco o negro.(3)
FAMILIA
La familia, en cambio, debióconformar sus espacios de acuerdo a las tecnologías que circundaban
a su alrededor.
Las nuevas tecnologías que se han ido incorporando al seno del hogar, modificaron normas de
conducta, perfeccionando modos de vida, por un lado, y desarticulando vínculos familiares, por otro.
Las actividades del hogar encontraron en las nuevas tecnologías que se incorporaban a los
quehaceres domésticos, la liberación de una variedad de incomodidades hasta esos momentos
estables en su seno.
También exigieron cambios en las disposiciones y costumbres. Primero el mobiliario tradicional.
Luego la introducción de los medios de comunicación: el teléfono, la radio y la televisión. Por último,
el ingrediente que faltaba: el computador electrónico que, si bien en una primera instancia representó
un privilegio de sólo un reducido número de hogares, hoy es un componente obligado de toda familia,
tanto para llevar la contabilidad doméstica, como para el control y la seguridad, la regulación de las
condiciones de habitabilidad, el trabajo, el estudio y el esparcimiento, y hasta el control climático y
de habitabilidad y la seguridad del hogar.(4)
La vinculación del hogar con el mundo se da hoy día a través de un computador elctrónico,
conectado por medio de un módem a una línea telefónica, y de allí a una red de Internet.
Del antiguo teléfono con discado manual se pasó al digital. La radio de válvulas es hoy un material
de museo. Hasta el transistor pasó a la historia, dando lugar al chip electrónico. Los microprocesadores
invadieron el hogar para proveerlo de todas las variedades de comodidades en procura de un mejor
confort y una economía de esfuerzos.
La “caja boba”, como se diera en llamar al televisor, pronto se convirtió en el monitor terminal de
un computador, con el cual el niño juega (con jueguitos electrónicos), pero también estudia (tanto
con enciclopedias digitalizadas, programas de simulación o Internet), el ama de casa resuelve todos
los problemas hogareños, y el padre recrea sus asuntos de oficina.
La incorporación de tecnologías ha permitido a la familia disponer de más tiempo para el
esparcimiento, conectarse con sus amistades, comunicarse con el mundo, conocerlo directamente,
viajando en los modernos y confortables jets del momento, o a través de alguna página web que le
acerca cualquier punto, por más distante que sea, en tiempo real.
El tiempo dejó de ser un mito, y la realidad se confundió con lo virtual, gracias al milagro de la
informática.
SOCIEDAD
La ciencia es esencial porque ofrece un método y un proceso para establecer nuevas verdades y
para poner en tela de juicio las verdades aceptadas, y porque ha llegado a estar íntimamente ligada
a la tecnología, que tiene la llave para la satisfacción de las necesidades humanas a gran escala.
Sin embargo, la ciencia y la tecnología pueden echar raíces en una sociedad determinada sólo si
sus estructuras y objetivos se ajustan bien a las formas de pensamiento y acción prevalecientes.
2) BATTRO, Antonio M. y DENHAM, Percival J. - LA EDUCACIÓN DIGITAL (pág. 13) - EMECÉ Editores, Buenos Aires, 1997
3) NEGROPONTE, Nicholas - SER DIGITAL (págs. 21-22) - Editorial ATLÁNTIDA S.A., Buenos Aires, 1995
4) PAPERT, Seymour - LA FAMILIA CONECTADA (págs. ) - EMECÉ Editores, Buenos Aires, 1997
Algunos países tienen éxito con mayor facilidad mientras muchos otros fracasan en sus intentos
de aprovechar al máximo los recursos científicos y tecnológicos disponibles.
En otras palabras, ¿qué tienen en común los así llamados países recientemente industrializados
(Brasil, la India, Corea del Sur o Taiwan), a pesar de ser tan diferentes entre sí en lo que hace a su
historia, su cultura, su organización política, su dirección económica y sus elecciones sociales? No
podemos dar una respuesta definitiva, aunque sí surgen las siguientes conclusiones:
1. En contraste con el África, todos estos países comparten una larga historia cultural asociada
con la escritura y la imprenta.
 2. Todos tienen un pasado científico en la intersección de los métodos tradicionales y la ciencia
europea, a veces con una herencia científica mucho más antigua que la ciencia europea.
3. A diferencia de la mayoría de las otras colonias, todos han sido industrializados, en alguna
medida, durante casi un siglo, y han tenido el aparato necesario para la formación avanzada, apoyado
por una larga tradición de intercambios científicos y culturales con instituciones de investigación
de los países industrializados.
Estas características compartidas muestran la importancia del tiempo y la continuidad en la
construcción de instituciones académicas e industriales capaces de abrir camino hacia una relativa
autonomía tecnológica.
Pero el tiempo no es suficiente. Hay otras dos características que explicarían ampliamente los
sorprendentes resultados de las políticas de modernización que aplican estos países recientemente
industrializados.
4. De una manera o de otra, todos tienen alguna forma de capitalismo de estado, y los más altos
niveles de gobierno son conscientes, desde hace ya bastante tiempo, del papel que juegan la ciencia
y la educación para el desarrollo.
5. En sus esfuerzos para la educación y la investigación, todos demuestran querer liberarse de
su dependencia de los países industrializados. La disponibilidad de recursos naturales y las presio-
nes demográficas pueden determinar la línea de pobreza, pero es la voluntad colectiva (es decir, los
sistemas políticos, la organización social, la distribución del ingreso, el acceso a la educación general
y la eficiencia del sistema educativo) la que debe definir los límites de la capacidad de movilizar
recursos humanos y financieros.
El estudio de estos casos muestra cuán profundamente interdependientes son los factores técnicos,
económicos, políticos, sociales y culturales, involucrados en el proceso de cambio técnico.
Las transformaciones de la sociedad y de la tecnología son al mismo tiempo causa y efecto, y la
forma en que las sociedades se adaptan a estas transformaciones es tan sistemática como estático
es el sistema técnico.
En este sentido, ya no se puede igualar a la tecnología con cierto equipamiento de computación
o con procesos de producción específicos. La tecnología también es la gente, las organizaciones
sociales y las formas de gestión; como tal, se la debe definir como proceso social que da forma a la
sociedad en la misma medida en que la sociedad le da forma a ella. Esto implica también que la
comprensión y el control eficiente del proceso de cambio tecnológico requieren un enfoque que
incluya la práctica y las herramientas analíticas de varias disciplinas, de las ciencias “duras” a las
“blandas”, de la historia, la sociología, e incluso la filosofía, a la tecnología como tal, la economía o
las ciencias de gestión.
Por otro lado, el nuevo sistema técnico que está surgiendo actualmente a nuestro alrededor
amenaza aumentar, mas que reducir, la brecha entre los países industrializados y los países en
desarrollo.
Existe el riesgo real de que el efecto Mateo en la ciencia, bien demostrado por Merton en el caso
de los científicos y los descubrimientos científicos, también resulte aplicable al desarrollo económi-
co y social, es decir, que los ricos reciban más y los pobres, menos.
Las nuevas tecnologías abren nuevas oportunidades. Sin embargo, el impacto de su amplia difusión
amenaza con incrementar la brecha entre ricos y pobres.
Las disparidades económicas interactúan con las características del nuevo sistema técnico y
crean una barrera más, que separa el control de la producción del control del uso de la nuevas
tecnologías; el uso se asocia cada vez menos con la producción, de modo que apenas unos pocos
países (en algunos casos, apenas unas pocas empresas) están en posición de producir los bienes y
servicios más avanzados que resultan imprescindibles para obtener ventajas comparativas, sino
para el futuro de todo el sistema económico, al menos para un sector determinado.
El pluralismo tecnológico es imprescindible. Esto significaque los métodos tradicionales no
resultarían beneficiados por las mejoras en la productividad mediante la introducción de tecnologías
más avanzadas.
Por el contrario, el uso de algunos elementos del nuevo sistema tecno-económico posibilita la
modernización de sectores tradicionales.
La combinación de tecnologías nuevas y tradicionales y el manejo deliberado del pluralismo
tecnológico para hacer uso de productos y procesos con diferentes niveles de productividad son las
únicas opciones capaces de satisfacer tanto las restricciones económicas como las demandas
sociales reales de la mayoría de los países en desarrollo.
Esta opción es menos prestigiosa y al mismo tiempo más difícil de implementar que otra en que
las tecnologías avanzadas sean importadas, sin que importe su costo. Por otro lado, es la que
posibilitará extender las mejoras en higiene, vivienda, nutrición, salud y empleo a una mayor parte
de la población antes que a un grupo limitado que se aproveche de un proceso de crecimiento
acelerado en unos pocos y pequeños sectores de la economía.
En cuanto a la investigación básica, es evidente que muy pocos países en desarrollo cuentan con
la infraestructura necesaria (en recursos humanos, físicos, o financieros) para aportar más que
marginalmente al progreso científico. Esto es, la ciencia, tal como la promueve y la entiende la
comunidad científica internacional, en la que los criterios, tópicos y objetivos son definidos casi
exclusivamente por los laboratorios universitarios o privados de los países industrializados líderes.
En este contexto, la noción de una ciencia relevante es algo contradictoria: hay ciencia excelente
y nada más, excepto prácticas científicas indiferentes según los criterios, tópicos y objetivos de la
ciencia internacional.
En síntesis, la investigación académica se ocupa de tópicos y valores de investigación que motivan
a los mejores laboratorios de los países industrializados, en tanto que en muy pocos países en
desarrollo la investigación académica puede operar en circunstancias que no resulten precarias,
totalmente diferentes de las que se gozan en el modelo al que quieren emular.
Aunque esto no significa que no haya lugar para otro tipo de investigación básica, dirigida a la
situación social.
El establishment científico es elitista por naturaleza; al igual que en los países ricos, en los
países pobres la ciencia no está dirigida a ayudar a los pobres sino a desarrollar el conocimiento.
Los aportes de la investigación básica al bien de la humanidad llegan pasando por tortuosos e
impredecibles caminos en los que la investigación no estaba destinada, al comienzo, a resolver los
problemas sociales.
Esto significa que el tropismo de la ciencia internacional lleva en muchos países en desarrollo a
dos excesos: uno, que demasiada investigación dirigida a tópicos que están muy lejos de ser los
problemas más urgentes, y otro, que hay demasiados científicos que ni siquiera están interesados
en solucionar estos problemas.
Es típico del subdesarrollo, de hecho, que se forme demasiada gente muy altamente calificada en
comparación con los recursos y disponibilidades existentes, y muy pocos técnicos y administradores
de nivel medio, comparados con las necesidades reales de la sociedad.
La mera expansión del sistema de educación superior conlleva el riesgo de agravar la distorsión
entre la necesidad más urgente de personal técnico de nivel medio y la inútil provisión de científicos
de alto nivel.
El tipo de formación científica que suele encontrarse en los países en desarrollo, basada en el
modelo de las instituciones líderes de Occidente, es claramente al menos adecuado para las
circunstancias locales, tanto en lo que hace a su contenido como en cuanto a los objetivos de los
programas.
En el caso de los países recientemente industrializados como los cuatro pequeños dragones deL
Asia, cuyo desempeño en la innovación técnica no estuvo precedido ni acompañado por logro alguno
en la ciencia internacional, La mayoría de sus logros estuvieron vinculados a calificaciones obtenidas
en escuelas técnicas más que en laboratorios universitarios.
Nunca se insistirá lo suficiente en la elección de las prioridades que juegan un papel esencial
en la adaptación de las nuevas tecnologías a las necesidades, restricciones y condiciones nacionales.
En general, estas necesidades son bien conocidas, desde la producción y la distribución de alimentos,
la higiene y la salud, hasta los problemas urbanos, los desechos industriales y el control ambiental.
El desarrollo de la infraestructura básica necesaria debería reflejar la voluntad para definir e
implementar estrategias de desarrollo que estén en armonía con el ambiente, conserven la base de
recursos físicos e incluyan nuevos enfoques de la educación y los servicios. Vinculada con esto, la
noción de ciencia, como recurso básico para el desarrollo, se refiere una vez más a todo el sistema
de disciplina, que abarca desde las ciencias naturales hasta la ingeniería y las ciencias sociales,
que tienen que jugar un papel crucial en la formulación e implementación de políticas y programas
tecnológicos para satisfacer los diferentes desafíos.
La cuestión es que el cambio técnico no es (ni debería ser tratado nunca como si lo fuera) un fin
en sí mismo: es un medio para alcanzar objetivos económicos y sociales mayores. El dominio del
cambio técnico y de la tecnología misma conforman un proceso social en el que individuos y grupos
hacen elecciones sobre la asignación de recursos extremadamente escasos.
Lo que está en juego es encontrar el mejor camino (para mantener el equilibrio o corregir el
desequilibrio) entre la necesidad de innovar, de adaptar el cambio técnico y de modernizar las
estructuras sociales por un lado, y la necesidad de preservar el ambiente, elegir las soluciones
técnicas que resultan adecuadas para las condiciones locales y defender la coherencia de las raíces
culturales, por el otro.
La evaluación social de la tecnología no puede reducirse a un debate técnico sobre cuestiones
técnicas: el cambio técnico provoca un debate que involucra cierta elección de valores y cierta
concepción del desarrollo económico y social.
El choque entre la lógica tecnocrática y la lógica democrática tiene un costo que puede parecer
elevado a quienes toman las decisiones, pero siempre será menor que el que habría que pagar si no
hubiera intentos de previsión o regulación.
De hecho, no hay espacio en los regímenes totalitarios para una evaluación social de la tecnología,
ya que no sólo esos sistemas, por definición, no tienen en cuenta la opinión de las minorías sino
que además, basan la razón para sus decisiones exclusivamente en la capacidad técnica.
La vulnerabilidad de las sociedades democráticas radica en su capacidad de adaptarse a los
cambios técnicos. Los países que tratan de minimizar las pérdidas y maximizar las ganancias no
son necesariamente timoratos, sino que pagan muy cara su voluntad de permitir el debate público.
Si el desarrollo es un viaje entre la tradición y la modernidad, la tecnología es, ciertamente, una
de las locomotoras más potentes que viabiliza este viaje. Los organismos que diseñen las políticas
tendrán que conducir esta locomotora de manera tal que realmente sirva a las necesidades y a las
exigencias del desarrollo.
A modo de ejemplo, analicemos lo que sucede con el Tratado de Libre Comercio (TLC) suscripto
entre los Estados Unidos, México y Canadá Aún cuando sea primordialmente eso, es decir, un
tratado que propone la libertad en el intercambio comercial entre esos países miembros, su texto
impone un número de disposiciones ambientales sin precedente que jamás se han visto antes en
ningún otro tratado bilateral o multilateral, las que, sin embargo, establecen el respeto a la autonomía
de los países.
Dichas disposiciones incluyen, entre otras cláusulas, el derecho de cada país de hacer valer sus
normas de salud, de seguridad y ambientales existentes, así como el compromiso por parte de sus
miembros, de trabajarconjuntamente para mejorarlas hacia los estándares más elevados de los
mismos.
Bajo este TLC también se acordó adherir a tres acuerdos ambientales internacionales que
incluyen: el Protocolo de Montreal sobre “Sustancias que Reducen la Capa de Ozono”, el Convenio
sobre “Comercio Internacional de Especies de Fauna y Flora Silvestres en Peligro de Extinción” (CITiES),
y el Convenio de Basilea sobre el “Control de los Movimientos Transfronterizos de Desechos Peligrosos
y o Descarte”.
Este TCL subraya la protección ambiental por medio de sus disposiciones en relación con la
inversión.
Estas estipulaciones consolidan específicamente los derechos de las partes a fin de garantizar
que la actividad se emprenda de manera ambientalmente sensible y se renuncia firmemente al
relajamiento de las normas ecológicas como medio para reducir las inversiones encarando
definitivamente el tema del llamado "Refugio para Contamindores".
Las disposiciones ambientales del TCL de América del Norte han sido complementadas por la
negociación del Tratado Norteamericano de Cooperación Ambiental y la creación posterior de la Comisión
Norteamericana para la Cooperación Ambiental (CEC), cuyo encargo es resolver las disputas ambientales
que surgieren entre los países miembros del TCL, asegurarse de que sus leyes ambientales
correpondientes sean impuestas, y evaluar el impacto ambiental de los proyectos propuestos. La
sede del CEC está en Montreal y se compone de un Consejo de Representantes de Nivel Ministerial
de México, Canadá y Estados Unidos, una Secretaría encabezada por un Director Ejecutivo y un
Comité Conjunto Consultivo Público (JPAC) compuesto por quince miembros que incluye a
representantes de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de los tres países del miembros.
INFORMACIÓN, ENSEÑANZA Y TRANSVERSALIDAD
INFORMACIÓN
A fines de 1991 la máquina de reproducción facsimilar súbita y brutalmente le arrebató la vida al
telégrafo.
Durante más de 150 años el telegrama representó todo lo que era inmediato e importante (primero
por cable, luego sin hilos). Era el paradigma de la urgencia. A la luz de este acontecimiento, la
Western Union clausuró su servicio telegráfico en todo el mundo. No obs-tante, continúa prestando
un servicio, hoy novedoso, basado precisamente en el empleo del fax: la transferencia inmediata de
dinero a cualquier parte del mundo.
El fax constituyó una nueva tecnología frente a la cual el telegrama no pudo sobrevivir.
El paso del teletipo y del telegrama a la transmisión facsimilar representa un aspecto de lo que
algunos futurólogos, asesores de negocios, denominarían un "cambio de paradigma", la discontinuidad
en la -de otra forma estable- marcha del progreso empresarial.
Y, hablando de discontinuidades, también lo fué el automóvil, que transformó radicalmente la
economía y la sociedad. Cuando el automóvil apareció por primera vez parecía que era sólo una
versión sin caballo del conocido carruaje. Predecir las consecuencias de la introducción del automóvil
habría sido casi imposible. ¿Quién habría imaginado entonces que una máquina ruidosa, maloliente
y poco confiable, con el tiempo sería la responsable de la creación de los suburbios, de la división de
las familias y del crecimiento de los supermercados, los centros comerciales y el sistema de
autopistas?
Ver más allá de una discontinuidad de estas carácterísticas es tan difícil como lo sería para un
niño de nueve años imaginar que tiene quince. Puede visualizar fácilmente que tiene diez, y quizá
soñar que tendrá doce, pero para él es prácticamente imposible planear lo que será su vida cuando
comiencen a funcionar sus hormonas. Las hormonas son una discontinuidad.
Pasar por esa discontinuidad, trátese de una innovación tecnológica, de una transferencia
tecnológica, o del cambio producido por la adolescencia, es como afrontar una experiencia de
aprendizaje, dolorosa, pero a menudo recompensatoria. En la obra “The Age of Unreason”, Charles
Handy se refiere a las experiencias de aprendizaje en la siguiente forma:
“Pídale a alguien que evoque dos o tres de las experiencias de aprendizaje más importantes de su
vida, y nunca hablará de los cursos que siguió o los diplomas obtenidos, sino de los roces con la muerte,
las crisis que soportó, las confrontaciones o los desafíos nuevos e inesperados. En otras palabras, hablarán
de las ocasiones en que se rompió la continuidad, en que no pudieron apoyarse en la experiencia anterior,
ni pudieron basarse en las normas o el manual. Pero sobrevivieron, y llegaron a considerar el episodio
como una experiencia de aprendizaje, de crecimiento. Por consiguiente, el cambio discontinuo, cuando se
lo afronta debidamente, es el modo de crecer”.
Si las máquinas de fax, ya instalados en tantos hogares, y los artefactos a los cuales uno puede
hablar, hoy parecen exagerados, recordemos lo que era un mundo sin máquinas de calcular
automáticas, sin impresoras láser y sin teléfonos celulares. Esta historia no corresponde al siglo
pasado. Así era el mundo cotidiano en 1980. En ese año el número de televisores con control remoto
era estadísticamente insignificante, no se conocían aún los discos compactos, eran escasas las
grabadoras de video, y no había locales de alquiler de videos. Sólo los restaurantes tenían hornos de
microondas. Cada máquina de fax costaba varios miles de dólares, y se necesitaban cinco minutos
para transmitir una sola página; además, sólo las compañías muy grandes contaban con este servicio.
Nadie poseía una computadora personal. Las primeras PCs salieron al mercado a partir de 1982,
aproximadamente. Las computadoras portátiles, más comúnmente llamadas “notebook” pudieron
utilizarse sólo a partir de 1990.
Cada veinte años, desde 1900, la cantidad de poder informático (inteligencia artificial), que puede
adquirise por un dólar ha aumentado por mil. Es decir, un incremento de más de un millón de veces
desde 1950. Si el costo real de la fabricación de automóviles hubiese disminuido desde 1950 a la
misma tasa que el correspondiente al del procesamiento de la información, hoy sería más barato
abandonar en la calle un Rolls Royce y comprar uno nuevo en lugar de despositar un peso en cualquier
parquímetro. Actualmente hay más capacidad informática en un automóvil moderno que la que se
“Cualquier persona debería ser capaz de... ...maquinar una invasión, ...gobernar un barco,
...escribir un soneto, ...recibir ordenes, ...resolver ecuaciones, ...programar una computadora,
...morir con gloria. La especialización es cosa de insectos.”
Robert HEINLEIN
utilizó en la nave espacial Apolo que fue a la luna.
Dicho de otro modo, con lo que costaba a una empresa comercializadora, en 1950, hacer un
seguimiento de cada compra y transacción de un solo cliente, el comerciante actual puede rastrear
cada compra y transacción de varios miles de clientes específicos, de a uno por vez, y a menor
precio.
No es difícil reconocer la importancia que la tecnología tiene hoy en todos los ámbitos de nuestra
sociedad. Basta con echar una mirada a nuestro alrdedor. Por esto, es sorprendente que el estudio
del fenómeno tecnológico haya suscitado tradicionalmente tan poco interés académico. Existen,
sin embargo, razones que pueden explicar este fenómeno, en que el estudio de la tecnología haya
sido relegado frente, por ejemplo, al de las ciencias humanísticas y de las ciencias sociales.
Las imágenes de la tecnología, como ciencia aplicada o como colección de artefactos, han
contribuido, sin duda, a considerar de escasa importancia el análisis de la tecnología. Si la tecnología
fuera nomás ciencia aplicada, lo que debería hacerse es analizar el proceso científico, ya que esto
nos daría la clave para entender a la tecnología. Por el contrario, de ser la ciencia valorativamente
neutral, consecuentemente los artefactos resultantes de su aplicación también lo serán: más bien,
será el uso que se haga de ellos lo que plantee problemas éticos, políticos y sociales. De este modo,
no es difícil entender por qué el análisis de la tecnologíaen general, y el estudio filosófico de la
tecnología en particular, se ven frenados en algunos ámbitos de decisión y control.
ENSEÑANZA
El incremento de los recursos para las actividades de I+D debe ir acompañado de una estrategia
que consiste en abordar los siguientes interrogantes: invertir en qué, cómo y para qué.
En los países industrializados, la vinculación Universidad-Empresa (U-E) expresa una de las
características más destacables del actual proceso productivo: el valor estratégico del conocimiento
científico y tecnológico.
Pero una tecnología más íntimamente ligada que en otras etapas, con el conocimiento científico.
Por eso, en los países más avanzados la relación U-E llega, en su máxima expresión, conviven e
interactúan dentro de un mismo espacio físico.
En Argentina, la evolución de la relación U-E es el resultado del comportamiento de actores
sociales dotados de una lógica diferente a la de los países desarrollados, en un contexto de:
a) pautas culturales distintas;
b) normas poco estimulantes;
c) políticas de CyT tradicionales; y,
e) escasos instrumentos de promoción de la innovación.
Muchas dificultades se interponen para el desarrollo de una cultura innovadora en la Argentina,
todas ellas derivadas de la condición periférica de su economía, las políticas proteccionistas aplicadas
durante muchos años, el ajuste recesivo, la dependencia tecnológica de las empresas, la baja tasa
de inversión, la escasez de crédito y el peso estructural de la deuda externa, recientemente
renegociada.
En este contexto, gran parte de las empresas, que durante largo tiempo han disfrutado de una
legislación que las protege de la competencia internacional, encontraron más rentable orientar su
producción y venta hacia el mercado interno, utilizando normalmente procesos licenciados o
comprados llave en mano, que realizar el esfuerzo de desarrollar tecnologías propias y luchar por la
obtención de un espacio en el mercado externo. El resultado de esta situación es que la mayoría de
los integrantes del sector productivo carecen de una clara percepción de la necesidad de la I+D, lo
que se traduce en que el gasto privado en ciencia y tecnología represente apenas un 10% del gasto
total del país, y determina una lógica actoral poco propicia al riesgo innovador.
El sector científico y académico también debe modificar sus patrones culturales tradicionales
para estar en condiciones de convertirse en un actor relevante de los procesos de innovación. La
Universidad, en Argentina, es una de las instituciones de mayor importancia desde el punto de
vista del desarrollo científico y tecnológico y del estímulo a las capacidades innovadoras. En particular,
las universidades públicas constituyen la más grande reserva de investigadores del país, ya que
reúnen según el censo de 1988 el 54,7% del personal científico y tecnológico (PTC).
Los investigadores universitarios son los de mayor productividad, medida a través de indicadores
clásicos, tales como la producción de publicaciones en revistas científicas con referato, poniéndose
de manifiesto durante los últimos años una fuerte tendencia de crecimiento, pese a las restricciones
impuestas por la crisis económica.
Son, sin embargo, los que disponen de peor financiamiento, ya que en forma directa apenas se
asigna a las universidades el 8,1% del presupuesto nacional para ciencia y tecnología.
El resultado es que los laboratorios universitarios se encuentran en una situación claramente
desfavorable, de gran debilidad estructural, debido a la baja tasa de inversión en infraestructura
científica. Poseen, sin embargo, recursos humanos de alta calidad. Semejante contradicción está
operando como un elemento crítico que impulsa a los investigadores universitarios hacia la búsqueda
de fuentes alternativas de fondos para financiar sus actividades.
La necesidad material estimula un cambio de valores en cierta cultura tradicional de las
universidades, pero no es el único motivo. En una sociedad como la Argentina, que trata de emerger
de una crisis de varias décadas, los universitarios son actores especialmente sensibles, con vocación
de contribuir al logro de objetivos sociales.
En Argentina, las universidades que desarrollan actividades de investigación y de posgrado de
alto nivel son más propensas a la relación U-E (universidad-empresa) que aquéllas que se dedican
exclusivamente a la docencia, debido a que la capacidad de transferencia está directamente
relacionada con la de producir conocimiento científico y tecnológico.
La ideología neoliberal que actualmente domina la escena política tiende a presentar a las
universidades privadas (que en Argentina realizan muy escasa investigación) como las más
adecuadas para colaborar con el sector privado, confundiendo la naturaleza empresaria de estas
universidades con la capacidad de brindar servicios a las empresas. La realidad, que es resistente,
muestra lo contrario. Son aquellas universidades públicas que cuentan con mayores recursos
científicos las más vinculadas en emprendimientos concretos con el sector productivo.
Las modalidades de vinculación que se pueden detectar en Argentina son muy variadas, aunque
resultan clasificables en tres tipos:
a) órganos de vinculación propios (departamentos u oficinas con funciones específicas en el
tema);
b) órganos externos, de derecho privado, para facilitar la viculación, sea bajo la modalidad de
fundación (sin fines de lucro) , o comercial;
c) adecuación normativa de las actividades de vinculación, particularmente en cuanto a la
propiedad de resultados, elaboración de cláusulas y contratos tipos y a la participación de docentes
e investigadores en los beneficios obtenidos.
Si bien es sabido y aceptado que la función de la Universidad se asienta en tres pilares
fundamentales: Docencia, Investigación y Extensión, no siempre se da que se desarrollen sendas
misiones en forma estructurada y sistemática.
Es cierto, puesto que quién hace docencia, no siempre investiga; por lo general, quién investiga,
no enseña; y la extensión queda relegada a una actividad que se realiza en un ámbito ajeno al de la
enseñanza y la investigación, a través de una secretaría, por lo general descentralizada.
Es cierto, también, que esta situación está cambiando, y que actualmente se aprecia una
pronunciada tendencia a encauzar estas misiones a un carril que las integre, las compatibilice, y
permita que lo que se investiga sea transferido a la enseñanza, quién hace docencia,
necesariamente, se integre a grupos de trabajo que realicen investigación, y tanto la docencia
como la investigación, promuevan efectivas acciones de extensión al medio.
En el caso concreto de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional del Nordeste, la
necesidad de establecer nexos entre estas tres misiones indiscutibles e imprescindibles de la Uni-
versidad, llevó a la creación del I.T.D.A.Hu. (Instituto de Investigaciones Tecnológicas para el Diseño
Ambiental del Hábitat Humano). Allí se han desarrollado dos proyectos de I+D referidos a la
problemática de la enseñanza de la tecnología y del diseño en la carrera de Arquitectura
(1)
El principio básico que orienta la actividad del I.T.D.A.Hu., se basa en el concepto de que el objeto
de la arquitectura es la producción de espacios habitables, adecuados y suficientes para el desempeño
de las diversas actividades del hombre, y la búsqueda de soluciones, en este campo disciplinario,
que lleve a mejorar su calidad de vida.
Para el logro de este objetivo primario de la arquitectura, es necesario que los espacios estén
de acuerdo a las normas de habitabilidad, que establezcan simultáneamente condicionantes de
1) Proyectos de I+D: TÉCNICAS EDUCATIVAS APLICADAS EN EL PROCESO DE ENSEÑANZA Y APRENDIZAJE EN LA CARRERA DE ARQUITECTURA, acreditado ante la Secretaría General de Ciencia
y Técnica de la U.N.N.E. (Código: PI-238), y ante la Secretaría de Políticas Universitarias, del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, para el Programa de Incentivos a la Investigación
(Código:

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