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La organización de la personalidad La personalidad total, según la concebía Freud, está integrada por tres sistemas principales: el ello, el yo y el superyó. En la personalidad mentalmente sana esos tres sistemas forman una organización unificada y armónica. Al funcionar juntos y en cooperación, le permiten al individuo relacionarse de manera eficiente y satisfactoria con su ambiente. La finalidad de esas relaciones es la realización de las necesidades y deseos básicos del hombre. EL ELLO La función del ello es encargarse de la descarga de cantidades de excitación (energía o tensión) que se liberan en el organismo mediante estímulos internos o externos. Esa función cumple con el principio primordial o inicial de la vida, que Freud llamó EL PRINCIPIO DEL PLACER. La finalidad del principio del placer es reducir la cantidad de tensión a un nivel bajo y mantenerlo tan constante como sea posible. La tensión se experimenta como dolor o incomodidad, mientras que el alivio de la tensión se experimenta como placer o satisfacción. El ello es el fundamento sobre el cual se edifica la personalidad. El ello conserva su carácter infantil durante toda la vida. No puede tolerar la tensión y exige una gratificación inmediata. Es exigente, impulsivo, irracional, asocial, egoísta y amante del placer. Es el niño malcriado de la personalidad. Es omnipotente porque posee el poder mágico de realizar sus deseos mediante la imaginación, la fantasía, las alucinaciones y los sueños. EL “YO” A menos que el hombre tenga un cuidador permanente, como durante la infancia, durante el resto de la vida debe tratar de buscar su alimentación, su compañero sexual y muchos otros objetos necesarios para su vida. Para cumplir con éxito esas misiones le es necesario tener en cuenta la realidad exterior (el ambiente) y, ya sea acomodándose él mismo al mundo o afirmando su predominio sobre él, obtener de éste lo que precisa. Tales transacciones entre la persona y el mundo requieren la formación de un nuevo sistema psicológico, el yo. En la persona bien adaptada el yo es el ejecutivo de la personalidad, que domina y gobierna al ello y al superyó y mantienen un comercio con el mundo exterior en interés de la personalidad total. El yo no está gobernado por el principio de placer, sino por EL PRINCIPIO DE LA REALIDAD SUPER YO La tercera institución fundamental de la personalidad. Es la rama moral o judicial de la personalidad. Representa lo ideal más bien que lo real, y pugna por la perfección antes que por el placer o la realidad. El superyó es el código moral de la persona. Se desarrolla desde el yo como una consecuencia de la asimilación por parte del niño, de las normas paternas respecto de lo que es bueno y virtuoso y lo que es malo y pecaminoso. Características de la organización de la personalidad Allport establece que la característica más sobresaliente del hombre es su individualidad, o sea la organización exclusiva de cada persona,' lo que le da su naturaleza única. Según Gates la organización de la personalidad típica revela en alto grado las siguientes características: a) Unidad o integración. La personalidad se concibe como una configuración que manifiesta unidad relativa, la cual depende de la naturaleza individual, de la condición del organismo y del campo dinámico en que se conduce. Es un sistema en que las partes están dinámicamente ligadas, un cambio en una, producirá variaciones en todas las demás. Durante la infancia se presenta la "unidad dinámica elemental", con el desarrollo surge la diferenciación física o psíquica, pero inmediatamente-se presenta el proceso de integración y se organizan las reacciones específicas en unidades mayores, la integración absoluta nunca se logra pero normalmente hay un aumento en este sentido. b) Coherencia. El ser humano manifiesta cierto grado de unidad en su conducta, y aunque ésta siempre es relativa; según las situaciones o circunstancias que extraordinariamente la pueden alterar en forma acentuada; esperamos encontrar un alto grado de integridad en forma general, lo que es de gran valor porque nos permite predecir la conducta ajena. c) Continuidad y persistencia. Dentro de su estabilidad, la personalidad experimenta cambios desde el nacimiento hasta la muerte. Por ser dinámica, cambia constantemente, pero estos cambios no son repentinos sino continuos y graduales. Aunque factores ex traordinarios pueden alterar violentamente la personalidad, sus patrones generales básicos tienden a perdurar, ya que se caracteriza más por la reorganización gradual y no por la reconstrucción abrupta. d) Flexibilidad y coordinación. Es deseable que la personalidad sea flexibe en el sentido de que pueda adaptarse a las diferentes situaciones que encare. Sin embargo, esta flexibilidad que es un medio de supervivencia, no se debe confundir con la hipocresía o conducta contradictoria. Lo que debe entenderse es que la persona puede afrontar diversas situaciones con entereza sin que se sienta incómoda o infeliz en ninguna de ellas. En el desarrollo saludable, las diversas tendencias opuestas se coordinan armoniosamente en vez de chocar entre sí. Trastornos de la personalidad Los trastornos de la personalidad en general son patrones de pensamiento, percepción, reacción y relación generalizados y duraderos que causan malestar significativo o deterioro funcional. Los trastornos de la personalidad y sus manifestaciones varían significativamente, pero todos ellos parecen ser consecuencia de una combinación de factores genéticos y ambientales. Muchos se vuelven gradualmente menos graves con la edad, pero ciertos rasgos pueden persistir en cierto grado después de la desaparición de los síntomas agudos que motivaron el diagnóstico. El diagnóstico es clínico. En el tratamiento se utilizan terapias psicosociales y a veces fármacos. Los rasgos de personalidad representan patrones de pensamiento, percepción, reacción y relación que se manifiestan relativamente estables a lo largo del tiempo. Hay un trastorno de la personalidad cuando estos rasgos son tan prominentes, rígidos e inadaptados que deterioran el funcionamiento laboral y/o interpersonal. Estas inadaptaciones sociales pueden causar malestar significativo en las personas con trastornos de la personalidad y en aquellos que los rodean. Para las personas con trastornos de la personalidad (a diferencia de muchos otros que buscan asesoramiento psicológico), la angustia causada por las consecuencias de sus comportamientos socialmente inadaptados suele ser la razón por la que buscan tratamiento, más que por malestar con sus propios pensamientos y sentimientos. Por lo tanto, los profesionales inicialmente deben apuntar a que los pacientes vean que sus rasgos de personalidad son la raíz del problema. Los trastornos de personalidad por lo general comienzan a hacerse evidente durante la adolescencia tardía o adultez temprana, aunque a veces los signos se evidencian más adelante (durante la infancia). Los rasgos y los síntomas varían considerablemente de acuerdo a su duración en el tiempo; muchos se resuelven con el tiempo. Concepto de Normalidad Lo normal es aquello que se considera natural, que fluye y ocurre espontáneamente y por esta razón simplemente es aceptado, es lo común, lo que no afecta ni molesta a la propia persona ni a los demás, por esta razón nadie parece preocuparse ni inquietarse por eso llamado normalidad, tanto así, que la normalidad se juzga a partir de lo anormal, o en otras palabras de lo patológico, esto ocurre en muchos planos pero más a nivel psicológico. La psicología clínica se ha ocupado de la conducta anormal, se observa, se diagnostica, se trata y se estudia lo que se observa o se siente inapropiado, las emociones disruptivas, lo inusual o lo enfermo tanto a nivel individual como a nivel grupal o poblacional, pero, esto demuestra cómo se ha descuidado al hombrenormal, la actividad normal, lo que la gente es o siente en condiciones normales y esto representa un gran vacío para entender al individuo en su totalidad. Por lo general, en Psicología las definiciones de lo normal suelen girar en torno a cuatro dimensiones: Relacionado con la salud. Entendiendo lo normal como lo contrario a la enfermedad, la ausencia de signos y síntomas. Entendido como medida estadística. En estos casos, el modelo de sociedad se establece a partir de la conducta mayoritaria. Lo normal pasa a ser todo aquello que la población manifiesta con más frecuencia según la edad, raza, origen, nivel socioeconómico, etc. De este modo, lo normal sería el “ideal”, mientras que lo anormal implicaría una desviación de la norma. Un ejemplo simple: está bien lavarse las manos, y es “normal” hacerlo. Sin embargo, hay personas que lo hacen compulsivamente, incluso sabiendo que sus manos están limpias. Ahí sí puede hablarse de una desviación de lo normal, entendiendo que se trata de un trastorno obsesivo compulsivo. Como un proceso dinámico, que puede retornar a un equilibrio. Esta apreciación se origina por las corrientes conductistas, que entienden que la forma de comportarse de las personas es consecuencia de ciertas experiencias significativas para su personalidad. Estas experiencias son las que determinan la adaptación (normalidad), o la presencia de patología en las personas. Como el ideal a realizar. Fundamentado en las teorías de Freud, y entendida como “una mezcla armoniosa y perfecta” de los distintos elementos de la mente: el yo, el ello y el superyo). Para estos planteos, lo normal es una utopía a alcanzar.
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