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1 HECHOS DE AGUJEROS NEGROS: REPRESENTACIÓN Y TRATAMIENTO DE LA MUERTE EN LA LITERATURA INFANTIL GABRIELA LOZADA PINZÓN TRABAJO DE GRADO Presentado como requisito para optar por el Título de Profesional en Estudios Literarios PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA Facultad de Ciencias Sociales Carrera de Estudios Literarios Bogotá D.C, mayo de 2020 2 PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES CARRERA DE ESTUDIOS LITERARIOS RECTOR DE LA UNIVERSIDAD Joaquín Emilio Sánchez García, S.J. DECANO ACADÉMICO Germán Rodrigo Mejía Pavony DIRECTOR DEL DEPARTAMENTO DE LITERATURA Óscar Torres Duque DIRECTOR DE LA CARRERA DE ESTUDIOS LITERARIOS Liliana Ramírez Gómez DIRECTOR DEL TRABAJO DE GRADO Luz Stella Angarita Palencia 3 Artículo 23 de la resolución No. 13 de julio de 1946: “La universidad no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus alumnos en sus trabajos de tesis, sólo velará porque no se publique nada contrario al dogma y a la moral católica, y porque las tesis no contengan ataques o polémicas puramente personales, antes bien se vea en ellas el anhelo de buscar la verdad y la justicia”. 4 Agradecimientos: A Luz Stella por no perder la cabeza. A mi familia por preguntar. A todas las personas que me aguantaron la perorata. A quien trasnochó conmigo. A mi mamá y mi papá, por ser quien soy y por los agujeros negros. Y también a R. L. Y a LimaLimónLimonaria, mi perro, que ni entiende pero me ama. 5 TABLA DE CONTENIDO INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8 1. LOS AGUJEROS NEGROS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 1.1. Los agujeros negros de Yolanda Reyes 1.2. Donde nacen los agujeros negros 1.3. Otros tipos de agujeros 2. LA MUERTE EN LA LITERATURA INFANTIL . . . . . . . . . . . . . . . 26 2.1. La muerte… ¿Definirla? 2.2. Comunicar la muerte 2.3. En la literatura para niños 3. EL LIBRO ÁLBUM Y EL LIBRO ILUSTRADO . . . . . . . . . . . . . . . . 36 3.1. El libro álbum 3.2. El libro ilustrado 4. MEDIADORES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46 4.1. El pato y la muerte 4.2. Cuando los peces se fueron volando 4.3. El corazón y la botella 4.4. El libro triste 4.5. Camino a casa 4.6. Finalmente… 5. A MODO DE CONCLUSIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 6. REFERENCIAS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76 7. LISTADO DE FIGURAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 79 8. ANEXOS (textos del corpus) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 6 7 EN UNA CAJITA DE FÓSFOROS Maria Elena Walsh En una cajita de fósforos se pueden guardar muchas cosas. Un rayo de sol, por ejemplo. (Pero hay que encerrarlo muy rápido, si no, se lo come la sombra). Un poco de copo de nieve, quizá una moneda de luna, botones del traje del viento, y mucho, muchísimo más. Les voy a contar un secreto: En una cajita de fósforos yo tengo guardada una lágrima, y nadie, por suerte la ve. Es claro que ya no me sirve. Es cierto que está muy gastada. Lo sé, pero qué voy a hacer, tirarla me da mucha lástima. Tal vez las personas mayores no entiendan jamás de tesoros. «Basura», dirán, «cachivaches, no sé por qué juntan todo esto». No importa, que ustedes y yo igual seguiremos guardando palitos, pelusas, botones, tachuelas, virutas de lápiz, carozos, tapitas, papeles, piolín, carreteles, trapitos, hilachas, cascotes y bichos. En una cajita de fósforos se pueden guardar muchas cosas. Las cosas no tienen mamá. 8 INTRODUCCIÓN ¿Recuerdas qué fue lo primero que perdiste? Yo perdí mi hogar. ¿Recuerdas el primer libro que leíste? El primer libro que tuve era más grande, y más pesado que yo; es una compilación de cuentos de hadas y tiene una dedicatoria del 98. Sé que es mi primer libro porque está trajinado e intervenido por mí (crayones y hojas rotas). Tuve libros de Taro Gomi y Satoshi Kitamura en los que podía meter los dedos para poder jugar. Sin embargo, sé que lo primero que intenté leer, seguramente, fue Winnie Pooh o algo de Disney porque era lo que más me gustaba ver en televisión y eso era lo que pedía que me compraran. Tuve de todos los libros de princesas, todos los libros más comerciales: Barbie bailarina, Escoge tu princesa, Aventuras en pañales, y un montón más, pero tampoco me gustaba leerlos. Luego vinieron los libros para colorear porque no me gustaba leer, solo quería libros con dibujos. Mis padres intentaron con libros pop-up, pero los rompía muy fácil. Recuerdo que también tuve audiolibros y libros que al oprimir un botón salían sonidos con relación a la historia, pero cuando se acababan las pilas ya no tenía ninguna gracia. Creo que intentaron con todo. Y sí, hubo un día en que las cosas cambiaron de repente. Pequeña Nenet, de Patricia Geis, llegó cuando tenía alrededor de 6 años. Este libro es uno de los diez textos que hace parte de la colección “Niños y niñas del mundo”. Inmediatamente después de leer la historia de la pequeña nenet quise tener todos los títulos de la colección. Me aprendí de memoria la historia y nunca lo quise dejar ir, había encontrado consuelo en las palabras que leí. A partir de ahí comencé a leer en casa con mis padres, en el colegio, en los buses, mientras iba caminando… Leía libros de Goofy y Campanita (el hada de Peter Pan) que encontraba en la sección de revistas en los supermercados, libros marcados por el mercado editorial para 9 vender rápido, que por tener los dibujos que más me gustaban en ese momento me llamaban la atención. Por otra parte, también leía todo lo que me pusieran en el colegio: el plan lector para quinto grado era Rimas y leyendas de Bécquer, el Mio Cid y varios libros de la colección Torre de papel, de Norma. Además, leía lo que mis papás creían era bueno que leyera. Este camino de libros, lo hice para exponer la diversidad que tiene la literatura infantil y sus intermediarios. Según Rosa Tabernero (2005), hay una serie de agentes dentro de la cadena de emisión y recepción de la literatura infantil; en primer lugar, tenemos al autor constructor del discurso. Luego está el editor como pre-receptor cuya función es evaluar y transmitir el texto a los demás agentes: padres, instituciones educativas, críticos y adultos en general, son los intermediarios, el primer receptor de la obra. Y por fin, tenemos al público infantil como último receptor. Es una larga fila de adultos para que un libro llegue a las manos de un niño. También es un largo camino para que las palabras lleguen. Creamos agujeros negros, llenamos el mundo de silencio. Durante varios años de mi infancia tuve dificultades para abordar temas complejos con los adultos. Yo hacía preguntas como ¿Quién es Dios? ¿Para qué es la vida? ¿Por qué llueve hacia abajo? ¿Puedo respirar debajo del agua? ¿Por qué los niños son malos? ¿Por qué se separaron? ¿Dónde está mi abuelo? A muchas de estas preguntas lo único que recibía era silencio, también me decían que no era asunto mío o que no entendería cuando fuera mayor. Las preguntas que nunca se fueron están relacionadas con la muerte. Ha sido una angustia constante que con los años y muchos libros entendí que era miedo, es algo que me obsesiona y al mismo tiempo me aterra, es una extrañeza que ha estado siempre presente. Es un silencio que me corre por el cuerpo desde que soy niña, porque lo primero que me enseñaron fue a callar la tristeza. Sin embargo, lo que me obsesiona de la muerte no es el 10 miedo oel terror que produce, mucho menos me interesa morir, en realidad lo que me abruma es su inmensidad, también es como entendemos el concepto y lo que lo rodea. También, en otro momento, me obsesione con las estrellas y con el universo. Mirar el cielo y dimensionar su inmensidad era un pasatiempo que practicaba a diario. Cuando me encontré con el podcast donde Yolanda Reyes habla de sus agujeros negros y luego supe que un agujero negro era resultado de la muerte de una estrella… Pensé en este trabajo como una combinación de ambas fascinaciones. Por eso consideré necesario explicar en el primer capítulo qué es un agujero negro, cómo se forma y qué tipos hay. No solo hablo de los agujeros negros que están en el espacio, sino también de los que se forman y de los que, eventualmente, ayudamos a formar en nuestra realidad a medida que crecemos. Enfocados en los agujeros que tienen como razón de ser la muerte, el segundo capítulo explora diferentes aspectos de ella, su definición, la manera de comunicarla y lo que ha pasado con ella en la literatura infantil. El tercer capítulo es una exposición sobre el libro álbum y el libro ilustrado empleando parte del texto Las siete relaciones dialógicas entre el texto y la imagen de José Rosero. Esta explicación la considero necesaria para entender las dinámicas de los libros escogidos para el corpus literario. Finalmente, el cuarto capítulo reúne los diferentes textos que he considerado son los mediadores para aligerar y darle luz a nuestros agujeros negros. Cada libro tiene una razón de ser y características únicas que confirman que la diversidad a la hora de abordar el tema de la muerte es esencial. Ilustración y texto se unen para comunicar la ausencia, el dolor, la pérdida y la nostalgia. 11 Soy un agujero negro, nunca me explicaron nada. Fui víctima del silencio que se escondía en un “Yo no debería ser quien te hable de eso”, que en realidad escondía un “No sé cómo hablarlo”. La muerte existe, tal y como existen las estrellas, y el silencio funciona como la gravedad hasta el punto de crear un agujero negro. Siendo así, todos podemos llegar a ser agujeros negros de lo que la gente no dice por no saber cómo abordar “adecuadamente” ciertos temas complicados La literatura infantil no es solo para niños, porque ella es un medio para construir la realidad. Lastimosamente, debemos admitir que esas palabras no son suficientes para nombrar con precisión las emociones y lo que sucede cuando nos enfrentamos a un agujero negro, como el que muchos años después enfrenté en mi vida. Ojalá pudiéramos prepararnos del todo para esa experiencia. Pero así es la vida… 12 Figura 1. Nebulosa de la tarántula 13 1. LOS AGUJEROS NEGROS Quisiera poder empezar este capítulo explicando el inicio del universo, pero eso va más allá de mi conocimiento. Sin embargo, puedo explicar cómo nacen los agujeros negros según lo que han podido probar los astrofísicos. Principalmente hay dos formas en las que un agujero puede surgir: a partir de la muerte de una estrella inmensa o por una nebulosa excesivamente densa. Al igual que los seres humanos, las estrellas nacen y mueren, tienen un ciclo de vida, solo que ellas no son tan efímeras como nosotros. Nacen de una nebulosa (una nube de gas y polvo) que se va encogiendo poco a poco, gracias a su propia gravedad, hasta fragmentarse en pequeños pedazos que se calientan y, finalmente, se fusionan: he ahí una estrella. Estas suelen nacer en camadas, surgen cientos de estrellas pequeñitas, algunas grandes y unas pocas enormes, y por enormes me refiero a millones de veces más grandes que nuestro Sol. Toda estrella se mantiene constantemente fusionando hidrógeno en helio; sin embargo, las que son muy grandes pueden llegar a fusionar elementos más pesados, cuanta más masa, más energía para liberar y hacer fusión nuclear; es por eso que la masa de una estrella determina qué va a pasar cuando ya no pueda fusionar más y la gravedad empiece a ejercer presión (DeNooyer, 2018). Cuando una estrella comienza a fusionar hierro es cuando empieza a morir, este elemento tiene tantos protones que ya no hay energía suficiente para continuar la fusión y mucho menos para luchar contra la gravedad. Todo comienza a colapsar, la gravedad empuja las capas superficiales de la estrella hasta el núcleo, haciendo que estas reboten hacia afuera en una explosión masiva. Pero la gravedad sigue presionando el núcleo 14 haciéndolo cada vez más pequeño, hasta hacerlo infinitamente pequeño… Tenemos un agujero negro. La otra forma en la que nace un agujero negro es incluso más extraordinaria. Se necesita una nebulosa tan extremadamente densa que se salta el paso de ser estrella, se convierte en un vortex y finalmente en un agujero negro, así como el que está en el centro de nuestra galaxia, Sagitario A*: este agujero negro tiene cuatro millones de veces la masa de nuestro sol (DeNooyer, 2018), y al parecer no es el único agujero negro que está en el centro de una galaxia. Los astrónomos y astrofísicos todavía no logran confirmar si en el núcleo de todas las galaxias conocidas hay un agujero negro, se cree que es lo más probable, pero aún está por comprobarse. Si llegara a ser así, quiere decir que los agujeros negros son mucho más importantes de lo que pensamos. ¿Mantienen la estabilidad y el movimiento de la galaxia? ¿Es gracias a la creación de un agujero negro que las galaxias se van formando con el tiempo? Parece ser todo un ecosistema, es todo un tejido de espacio y tiempo donde, si haces cualquier cosa, si llegas a templarlo un poco, brilla. Esta es la primera foto, en la historia de la humanidad, que se ha podido obtener de un agujero negro. Este agujero negro supermasivo se encuentra en el centro de la galaxia Messier 87, posee una masa de 6.5 billones la masa del sol y está a 55 millones de años luz Figura 2. Agujero negro M83. 15 de la Tierra (Press Release, 2019). En realidad, lo que podemos ver no es el agujero, sino lo que sucede a su alrededor: la luz que se dobla por la enorme fuerza gravitacional. Todos los agujeros tienen tiene una singularidad que se llama “horizonte de sucesos1” y es lo que separa al agujero del resto del universo, es el límite a partir del cual nada puede salir, ni la luz logra escapar… No, este agujero negro no es como Galactus2 el devorador de planetas que consume todo a su paso; hay agujeros activos e inactivos, pero todo depende del entorno en el que estén. Normalmente se piensa en los agujeros negros como una ruptura o un espacio vacío en el universo, aunque realmente es lo contrario: un agujero es un punto del espacio que concentra masa muy densa bajo cantidades enormes de gravedad. Se cree que están vacíos porque no hay forma de saber con exactitud qué hay dentro de ellos. No hay que compararlo con los huecos portables marca ACME, estos solo eran en 2D; sin embargo un agujero negro ocupa todas las dimensiones en el espacio.. 1.1. Los agujeros negros de Yolanda Reyes La editorial Alfaguara con el apoyo de UNICEF en el año 2000 encargó a autores de varios países de habla hispana la creación de un cuento a partir de un derecho de los niños. Yolanda Reyes fue una de las escritoras escogidas para esta tarea y le fue asignado el derecho a recibir protección y auxilio3. De esta tarea surge su cuento Los agujeros negros: 1En inglés: event horizon. Gracias a esa singularidad es que el telescopio que tomó la foto de Gargantúa, toma su nombre: Event Horizon Telescope 2Supervillano de Marvel que absorbe la energía de los planetas para mantener un equilibrio en el universo y calmar su hambre. Se le puede ver en Los cuatro fantásticos y el Silver Surfer. 3Este derecho está contemplado en el artículo 44, capítulo II, de la Constitución Política de Colombia de 1991.16 Por las noches, Juan tiene miedo. Intenta reconstruir los agujeros negros que no lo dejan dormir desde que vio a sus padres por última vez. Su abuela no quiere hablar para protegerlo, pero él necesita saber la verdad. Por eso se lanzará a una búsqueda que lo llevará hasta el corazón del bosque y de su propia historia (Reyes, 2000). Los padres de Juan defendían el páramo de Sumapaz. Una noche desaparecieron y nunca volvieron. Es una historia bastante común en Colombia ver cómo desaparecen a líderes y activistas sociales, que lo único que hacen es defender sus derechos y su territorio. Juan es aún un niño que no sabe qué pasó con sus padres y su abuela tiene miedo de contarle. No obstante, Juan recuerda haber vivido cerca al páramo y su deseo de cumpleaños es ir hasta San Juan del Sumapaz. La abuela no se puede negar, promete pensarlo. Pasa el tiempo, y Juan cree que su abuela se olvidó de la promesa, pero no, el día ha llegado y Juan por fin va a volver al lugar que fue su primer hogar. Años más tarde, luego de la firma del Proceso de Paz, Yolanda Reyes participó en el proyecto cultural “La paz se toma la palabra” del Banco de la República, en la tercera entrega del podcast La paz se cuenta. El tema principal del podcast es el cuento, la reflexión sobre cómo hablar con los niños de las cosas tristes, sobre cómo la literatura y las palabras nos ayudan a nombrar la realidad. Después de 17 años, este cuento sigue siendo importante. Los agujeros negros no solo están en el espacio, “sé que hay agujeros negros en la noche. Yo los he visto. (...) En nuestra casa siempre está encendida la luz del corredor, pero los agujeros negros siguen ahí” (Reyes, 2000, p. 19). Siguen ahí y cada día que pasa sin saber, sin tener palabras, hace que los agujeros se hagan cada vez más grandes, más 17 oscuros, se alimentan de “cosas no dichas, de cosas no explicadas” (Banco de la República [BANREP], 2017, min 8:55). 1.2. Donde nacen los agujeros negros Un preámbulo: la noción de infancia ha ido cambiando a lo largo del tiempo, dependiendo del contexto cultural de la época. Por ejemplo, de acuerdo con José Puerto Santos (citado por Jaramillo, 2007), durante el siglo XVI a los niños se les veía como una persona inacabada, como si fuera un adulto pequeño. Luego, en el siglo XVII, se ve en los niños inocencia y bondad, haciendo que se les considerará como ángeles. Incluso, en el siglo XVIII, los niños son pensados como incompletos, ya tienen la categoría de infante, pero son más una especie de ser primitivo que no aportaba nada al progreso común hasta que llegara a la adolescencia. Durante el siglo XIX, gracias a los avances médicos la conciencia sobre la salud y la higiene aumenta de forma generalizada, nuevas conductas de cuidado personal y protección se vieron proyectadas en los niños. Finalmente, en el siglo XX, se pensó en los niños como un sujeto social de derecho, por ejemplo: (…) a partir de la Convención Internacional de los Derechos del niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, se lo define [al niño] como un sujeto de derecho, reconociendo en la infancia el estatus de persona y de ciudadano. Pensar en los niños como ciudadanos es reconocer igualmente los derechos y obligaciones de todos los actores sociales. (Jaramillo, 2007, p. 112) Finalmente, en Colombia, de acuerdo con la Ley 1098 de Infancia y Adolescencia (2006), los niños son tomados como sujetos de derecho desde su nacimiento sin importar 18 género, raza, etnia o estrato social; y se les define como seres activos, únicos, con necesidades biológicas, psíquicas, sociales y culturales. Por esto, el Ministerio de Educación (citado por Jaramillo, 2007) determinó que “educar a un niño significa abrirle el mundo y ponerlo a su alcance”. Es por los constantes cambios que ha tenido la noción de infancia que hoy se puede decir que los niños hacen parte del mundo4: se les protege y se les reconoce. Sin embargo, cabe notar que se pasó de pensar que los niños eran adultos en miniatura a considerarlos seres vulnerables y débiles a los que se les da un trato diferente todo en pro de la protección. Según Fonnegra (citado por Gómez & González, 2013). Lo anterior es una de las razones por las cuales hoy en día protegemos a los niños de gérmenes, situaciones peligrosas y hasta de las palabras. Evitamos a toda costa que los niños se enteren de temas o situaciones, como por ejemplo los detalles que rodean la muerte. Es común dejar a los niños al margen de este tema con el objetivo de no causarles dolor. El asunto ahora es ¿no se protege demasiado a los niños al querer apartarlos de temas que hacen parte de la vida como la muerte, el sexo, la violencia, entre otros? ¿Se les aparta con la intención de preservar su inocencia y alegría el mayor tiempo posible? ¿Es esto realmente necesario? Una actitud sobreprotectora, es sabido, no es la mejor para poner el mundo al alcance de un niño. El mundo humano es un lugar maravilloso pero roto, la realidad es muchas veces insoportable e imposible de creer, y aún más difícil de nombrar. En el afán de proteger a los niños, los adultos ocultan la realidad creyendo que no serán capaces de comprenderla. Lo cierto es que los niños nunca dejan de escuchar, tienen “una 4 No es que antes no hicieran parte del mundo, porque en realidad eso es imposible, sino que no se les reconocía como una población especial altamente vulnerable 19 aguda capacidad de observación, pero no solo para el mundo físico, sino también por el psicológico” (Aberastury, 1978, p. 163). Entonces, ¿es verdad que los niños no son capaces de entender? Según las etapas de desarrollo cognitivo planteadas por Piaget (1975), los niños, durante la fase preconceptual, entre los 2 y 4 años, van formando nociones y preconceptos5 gracias a las experiencias que van viviendo en el día a día. En este tiempo, la memoria y la imaginación se van desarrollando; además hay una madurez en el uso del lenguaje a través de las representaciones; también, es aquí cuando la función simbólica empieza a evidenciarse a través de los dibujos que los niños hacen. Respecto a esta etapa de desarrollo cognitivo, Sommer-Himmel y Maksim (2009) aseguran que la principal característica es que los niños suelen asociar la vida con el movimiento: el río está vivo, la naturaleza está viva, incluso un carro podría estar vivo porque lo pueden observar en movimiento. En ese orden de ideas, la muerte es asociada con la inmovilidad. En la siguiente fase, el periodo de pensamiento intuitivo (4 - 8 años)6, según Piaget (1975), conceptos sobre temas básicos e importantes se consolidan, las nociones que existían en la anterior etapa se expanden; no obstante, los niños están aún predispuestos al constante cambio y reordenamiento mental. Es en esta fase de desarrollo cognitivo cuando la muerte comienza a ser relacionada con la enfermedad y la vejez; además, el carácter definitivo e irremediable de la muerte es captado por los niños poco a poco. Finalmente, en este periodo las representaciones toman forma: la muerte es ahora algo o alguien (Sommer- Himmel y Maksim, 2009). 5 Valga la redundancia. 6 Los rangos de edad propuestos por Piaget se plantean sólo como referencia, en realidad no hay un límite fijo. 20 Durante las siguientes etapas (de 8 a 12 años y mayores) el desarrollo cognitivo se amplía hacia la lógica: se activa el pensamiento racional, se consolida la formación de ideas abstractas, y la muerte es pensada desde una perspectiva más realista: se comprenden las causas (Piaget, 1975). Es evidente que los niños pasan gradualmente por un proceso de adquisición de conceptos, también se puede observar que la capacidad de entendimiento está presentedesde temprana edad. Argumentar que los niños no entienden deja de ser válido. Entonces, ¿de dónde surge la impotencia de los adultos cuando un niño se acerca preguntando por la muerte? ¿Por qué ocultar la realidad? El investigador y crítico de literatura infantil, Fanuel Hanán Díaz (2015) aclara que puede haber “un recelo adulto que todavía no ha solventado su propio enfrentamiento con esta experiencia” (p.83). No solo los niños pueden ver los agujeros negros, “todos estamos construidos entre una capa de silencios y de palabras que es distinta y que hay y que nos funda a todos” (BANREP, 2017. min. 15:44). Tal vez los adultos nos hemos acostumbrado al silencio de los agujeros… 1.3. Otros tipos de agujeros negros. La muerte no es el único tema que tiene un agujero negro. La guerra, el sexo, el género, la comunidad LGBTIQ, las enfermedades y muchos otros temas tienen su propio agujero, tienen palabras no dichas, cosas no explicadas. La literatura es una de tantas herramientas que los niños tienen a su alcance para abordar problemáticas; es común que en las librerías y bibliotecas exista un anaquel para libros con temas que un adulto podría enredarse explicándole a un niño. No obstante, los libros que se encuentran en estos estantes, ¿son para niños o para adultos? Hay de ambos. 21 Por un lado, tenemos libros enormes escritos por psicólogos, educadores y especialistas en infancia cuyo asunto principal es el tratamiento de las formas para comunicar y manejar los temas difíciles mencionados anteriormente. Estos libros abordan, generalmente, las etapas de curiosidad que tiene un niño y las preguntas que pueden venir con dicha época. Por ejemplo, preguntas como por qué hay niños que tienen dos casas, ¿por qué Martín tiene dos mamás?, ¿cómo tienen cachorritos los perros? Pero estos libros están dirigidos y enfocados a los adultos que creen no tener las capacidades para hablar con los niños. Por otro lado, existe la literatura dirigida a los niños que tocan estos temas. Sin embargo, el mercado editorial se ve dividido en dos: autores y sectores editoriales que siguen insistiendo en que la literatura sobre estos temas debe tener una moraleja para enseñarlos a ser mejores adultos, cuando aún no son adultos; y la nueva literatura que cada Figura 3. Cubierta de A Day in the Life of Marlon Bundo 22 día desentraña más y más la realidad para poder acercar el mundo a las manos de los niños, un caso singular para observar es A Day in the Life of Marlon Bundo. El libro aparece en un contexto bastante inusual para un libro infantil. Como lo indica su portada, el libro es presentado en el programa de la cadena HBO Last Week Tonight with John Oliver. Este programa hace parte de las nuevas formas de opinión política en EE.UU. que surgieron en la última década: comediantes que, siguiendo el estilo de Jon Stewart en The Daily Show, usan las noticias para hacer comedia mientras emiten su opinión. El programa, lanzado en abril del 2014, es presentado por John Oliver, un comediante inglés que trabajó años antes como corresponsal para Jon Stewart. El show tiene siempre un tema que ocupa el bloque principal en los treinta minutos de emisión. La estrategia de Oliver es combinar la sátira con su gran habilidad para los chistes prácticos. Tras la llegada de Trump a la presidencia, Oliver ha sido uno de los más grande críticos de la gestión del presidente de los Estados Unidos y de su equipo de gobierno. El Figura 4 Cubierta de Marlon Bundo’s a Day in the Life of the Vice President 23 18 de marzo de 2018 la sección principal del programa estuvo enfocada en el vicepresidente Mike Pence y de su notable homofobia. Al dar inicio con el tema, Oliver promete que al final dirá algo sobresaliente sobre Pence. Tras catorce minutos de chistes y argumentos, el presentador cumple su promesa: al presentador le agrada el conejo de Pence, su nombre es Marlon Bundo (Stanton, 2018). A Finales de 2017, la familia Pence anunció que se haría un libro sobre Marlon Bundo. El libro se llama Marlon Bundo’s A Day in The Life of the Vice-President, este fue lanzado el lunes 19 de marzo del 2018. La historia de este libro es bastante sencilla: Marlon acompaña al vicepresidente de USA en un día normal de trabajo, van a la Casa Blanca, asisten a reuniones y, al terminar el día, se reúnen con toda la familia para leer la biblia y rezar. Como un chiste práctico y una crítica a lo que representa Mike Pence, Oliver hace el lanzamiento del libro A Day in The Life of Marlon Bundo, donde el conejo es homosexual y se enamora de otro conejo; deciden casarse, pero encuentran un obstáculo: hay un bicho apestoso7 que se los quiere impedir. Curiosamente, este bicho (figura 5) tiene rasgos físicos 7 Originalmente: “the stinky bug” Figura 5. El bicho apestoso. 24 ligeramente similares a Pence. No obstante, no hay de qué preocuparse, Marlon logra casarse y vivir feliz con su esposo. Es un libro bellísimo que surge de un contexto político bastante problemático con un tema bastante discutido: sí, el matrimonio de parejas del mismo sexo también es un agujero negro. 25 Figura 6 Estrellas Alpha Centauri A y B 26 2. LA MUERTE EN LA LITERATURA INFANTIL Nuestra galaxia está repleta de pequeños agujeros negros, que son cadáveres estelares de generaciones de estrellas que han venido y se han ido. Rushmore DeNooyer, 2018 2.1. La muerte… ¿Definirla? Antes de iniciar, cabe recordar que definir la muerte, y todos sus aspectos sociales, antropológicos, culturales y demás, no es la intención de este trabajo. Otra aclaración, los autores con los que aquí trabajo, y sus textos, están permeados por las características de la sociedad occidental y han sido escritos, en mayor medida, desde ella, desde las diferentes lógicas que la caracterizan. Por esta razón, la muerte y todo lo que de ella acontece será analizado y descrito principalmente desde la perspectiva de la sociedad occidental, además porque yo misma he crecido en una sociedad latinoamericana occidental. Después de hechas estas aclaraciones, iniciemos con lo que dice el diccionario cuando buscamos qué es la muerte. Primero observemos qué es la muerte física y biológica. Según la Real Academia de la Lengua Española: 1) Cesación o término de la vida. 2) Acción de dar muerte a alguien. 3) Destrucción, aniquilamiento, ruina. 4) Figura del esqueleto humano, a menudo provisto de una guadaña, como símbolo de la muerte (2020). De acuerdo con el diccionario de la Universidad de Oxford: 27 1) The action or fact of dying or being killed; the end of the life of a person or organism. 2) The permanent ending of vital processes in a cell or tissue. 3) The destruction or permanent end of something8 (2020). Es el fin. Ahí se acaba la vida. Sin embargo, el aparente fin de la vida, o del universo, no acaba ahí. La muerte estrictamente física no es tan definitiva como se creía. La primera ley de la termodinámica, afirma que la energía no se destruye, sino que se transforma. La segunda ley dice que no es exclusiva para máquinas térmicas, sino que se ocupa en general de todos los procesos naturales que suceden de manera espontánea, es decir que se ocupa de la evolución natural de los sistemas termodinámicos, de la dirección en que avanzan. Es a través de la ley de la termodinámica que Louis-Vincent Thomas (1983), en su libro Antropología de la muerte, explica lo que sería la realidad física de la muerte, así “la vida permanece en el seno de la potencialización, mientras que la muerte camina hacia la actualización” (p. 20). En otras palabras, la vida como el mundo de posibilidades creadoras en las que se manifiesta la energía, y la muerte como el siguiente paso de transformación de la energía para ser todahomogénea. Pues bien, al igual que la conceptualización de la infancia, la muerte ha ido cambiando constantemente a lo largo del tiempo de acuerdo con sus acepciones culturales y contextuales, como la religión entre otras. Por ejemplo, en la antigüedad la muerte era considerada una prolongación de la existencia: los faraones egipcios hacían construir en 8 1) La acción o el hecho de morir o ser asesinado; el fin de la vida de una persona u organismo. 2) Fin permanente de un proceso vital de una célula o tejido. 3) La destrucción o el fin permanente de algo. (Traducción propia) 28 vida sus propias tumbas y, ya muertos, el ritual de embalsamado era cuidadoso pues se debía preparar el cuerpo para el mundo de los muertos. En algunas religiones monoteístas la muerte es solo el acto de poner fin a la vida, “polvo eres y en polvo de convertirás”, dice la tradición cristiana. De ahí que la muerte es también la separación del cuerpo y del alma; no obstante, después de esta separación el alma será juzgada para ser castigada o ir al paraíso prometido como forma de reconvertir la vida. En contraste con lo anterior, actualmente, la sociedad occidental evita la muerte, como Gómez y González (2013) explican: La medicina y la ciencia actualmente están orientadas a la prolongación de la vida, la exaltación de la juventud y la negación de la muerte, aspectos vitales como la enfermedad, el deterioro y la vejez, están asociados a la noción de fracaso y decadencia (p. 43). Sentimos que la muerte no hace parte del orden de las cosas. No obstante, en los periódicos, noticieros, redes sociales, videojuegos, espectáculos, etc. siempre hay alguien que muere, es corriente. Hay más muertos que vivos y todos morimos, eso lo sabemos, entonces ¿por qué el miedo a la muerte? Todo ser vivo es un muerto en potencia, esta es una de las muchas variaciones que tiene la muerte, aun así, parte de la sociedad occidental vive en constante negación frente al fin de la vida: La muerte ocupa una situación ambigua en el pensamiento occidental: se le concede demasiado, puesto que, como suele decirse, ella “nadifica” al ser; pero no se le otorga bastante, ya que se la ve como un acontecimiento reducido a un punto (…) para el hombre moderno los muertos jamás están en su sitio, siguen obsesionando el 29 inconsciente de sus sobrevivientes que tratan de olvidarlos, y el rechazo del diálogo hace a los difuntos más crueles, y sobre todo más presentes. (Thomas, 1983, p.8) Surge el aspecto contradictorio de la muerte: la ignoramos, pero tenemos miedo de ella (sería raro que no), es irreversible y absoluto, igual que conceptos como “siempre” y “nunca”, ¿en realidad los comprendemos en su totalidad? Somos muy efímeros y bastante pequeños en este universo. 2.2. Comunicar la muerte. Una de las pruebas de la negación en la que vive el hombre occidental con la muerte son las maneras en la que se le anuncia en los diferentes medios de comunicación. Fabre- Luce lo explica así: “en líneas generales el público cuando se le habla de la muerte, espera dos cosas: 1) escapar del tedio mediante una impresión fuerte; 2) que se le vuelva a instalar enseguida en su sillón tranquilizador mediante un consuelo final.” (citado por Thomas 1983, p. 8). No queremos verla, y si la vemos es mejor que no nos afecte. La causa de nuestro deseo de ignorar la muerte puede deberse a que no haya una educación inicial clara sobre lo que es, no hay una pedagogía generalizada sobre la vivencia de la muerte en nuestra cultura individual de Occidente. Es decir, no se enseña durante la primaria sobre la muerte como sí se enseñan, por ejemplo, las partes de la célula animal. Las clases de filosofía podrían ser el espacio para esa conversación sobre la muerte; sin embargo, en muchos currículos escolares esta clase se toma solo en secundaria. Recuerdo haber tenido clases en el colegio sobre la cosmogonía Maya e Inca, sé que me explicaron la visión de estas culturas; también, en clases de español y literatura me enseñaron a identificar en los poemas la figura de la muerte. Aun así, nadie me explico lo que se siente 30 durante el duelo o cómo era despedir a un ser querido. Esos detalles no se enseñan en el colegio esperando que la red familiar o de apoyo lo haga, pero muchas de estas personas tampoco saben cómo transmitirlo. A lo largo de su libro, Antropología de la muerte, Thomas (1983) compara a la sociedad africana arcaica con la civilización occidental. La sociedad negro-africana acepta la relación estrecha que tiene la vida con la muerte, y es por esto, que desde la primera infancia se educa sobre la importancia de los duelos, ritos y formas que la muerte puede tomar; para ilustrar, los muertos nunca son abandonados ni olvidados y hay una constante recordación de los antepasados. Por el contrario, las diferentes sociedades occidentales no tiene una pedagogía oficial generalizada que ofrezca un tratamiento para el antes y después de la pérdida; ignoramos la muerte aún con esos enormes monumentos y cementerios que construimos, no aceptamos fácilmente la relación que tienen la vida con la muerte. Incluso el duelo, teniendo en cuenta que hay distintas formas de vivirlo, llega a ser considerado, equívocamente, como una patología; así lo explica la escritora Rosa Montero después de la muerte de su esposo, Pablo Lizcano, tras una larga enfermedad: A mí me sucedió que tomé el duelo como una enfermedad de la que había que curarse cuanto antes (…) Un error bastante común porque en nuestra sociedad la muerte es vista como una anomalía y el duelo, como una patología (…) Como si se tratara de una de una hepatitis (pero no te recuperas nunca, ese es el error: no se recupera, uno se reinventa)” (2013, pp. 28-30). Sin embargo, referirnos a la sociedad occidental de forma generalizada, en cuanto a la falta de pedagogías del duelo, es invisibilizar tradiciones y ritos. Podemos hablar de una educación de la muerte en algunas culturas latinoamericanas, por ejemplo, el Día de los 31 Muertos en México: las personas celebran el regreso de sus familiares y conocidos difuntos. Es un ritual en el que la muerte no significa ausencia, por el contrario, quiere captar la presencia de los que ya no están. Además, es un rito que ha ido pasando de generación en generación y se ha adaptado a cada una de las familias; en él se resalta la importancia de recordar para ser recordado. Ciertamente, podríamos decir que hay una pedagogía de la muerte por varios factores: en primer lugar, toda persona que quiera participar del rito lo puede hacer, en los últimos años se ha vuelto cada vez más popular alrededor del mundo y esta celebración no es exclusiva a una sola religión gracias a su sincretismo. Segundo, acepta la muerte en relación con la vida, ofrendar a los muertos en vida para ayudarlos a llegar a la muerte. Por último, no hay nadie de la comunidad que se quede por fuera del ritual, los niños están incluidos y no se les enajena sobre la muerte. Se trata de honrar y revivir en la memoria de los vivos a quienes han muerto, sentirlos cerca con el recuerdo colectivo. En esa misma línea, la comunicación también se ve reflejada en los recuerdos. La capacidad y el deseo que tenemos de comunicar las memorias que poseemos de quienes se han ido refleja, además, nuestra relación con la muerte. Según los negros africanos… la etapa final de la muerte se produce cuando el esqueleto ha desaparecido por completo, o cuando la familia del difunto se extingue, o cuando por haber perdido el recuerdo del muerto ya no se hace sacrificio para él (este entonces no tiene los recursos requeridos para mantener su vida en el más allá). (Thomas, 1983, pp. 53-54) El recuerdo también es parte de la vida en la tradición africana, y no solo el recuerdo individual, tambiéngrupal; hay un soporte social de la memoria del difunto. 32 ¿Occidente lo hace? Durante la celebración de Día de Muertos se hace. En contraste con otros contextos culturales donde los primeros años luego de la muerte se promete no olvidar a la persona fallecida, no obstante, con el tiempo cada vez menos se piensa en la persona que se fue; el afán y la forma de vida no dejan un espacio para los que se han ido. Hay que seguir con la vida. Son pocos, en comparación con todas las personas que han muerto, los que son recordados por largos periodos, suelen ser personajes o muertos célebres. Como un ejemplo de socialización de la muerte fuera de occidente, encontramos en el hinduismo el sraddha, una ceremonia para honrar a los antepasados que se hace al menos una vez al año y es diferente al período de duelo acostumbrado. En la práctica, el karta (la persona que dirige la ceremonia) invita a los brahmaanas (sacerdotes) al rito para invocar a los espíritus de sus ancestros y alimentarlos, esto con el fin de fortalecer el cuerpo etéreo de los fallecidos. El primer sraddha, luego de la muerte de un familiar, se realiza para que el difunto deje de ser un fantasma errante y pueda conseguir un lugar entre los “padres divinos” o pitris. Esta ceremonia pretende que los vivos recuerden a sus ancestros, que cuiden de ellos. 2.3. En la literatura para niños Como dijo Fanuel Díaz (2015): “La muerte ha sido en la literatura infantil la gran ausente, la eludida, la disfrazada. Es difícil encontrar textos que aborden con naturalidad esa problemática” (p. 83). ¿Por qué evitarla? ¿Por qué no dejar que los niños lean sobre este tema de forma directa? Porque hasta hace unas décadas los libros para niños que trataban la muerte con realismo y sin decoraciones estaban en la misma categoría que la pornografía, explica Masha Rudaman (citado en Rauch y Zaidman, p. 232). 33 Es irónico, puesto que, antes de que se consolidara la noción de infancia, los niños consumían directa o indirectamente las mismas obras literarias que los adultos. “Solo con el nacimiento y desarrollo de la literatura infantil se va consolidando el propósito de proteger la infancia, ahora ya considerada un público concreto, de contenidos poco apropiados o dañinos, en relación con temores o prevenciones supersticiosas.” (Vara, 2016, p. 2). Hay una actitud sobreprotectora hacia los niños que proviene del miedo de los adultos. Afortunadamente este fenómeno ha ido mermando poco a poco. Sin embargo, aunque el panorama ha cambiado, hoy en día la muerte tiene muchos rostros: “el niño de hoy ve la muerte en sus facetas más distorsionadas a través de la televisión, acompañada de fuertes dosis de violencia y en el mayor de los casos sin una justificación lógica” (Díaz, 2015, p. 84). La muerte está presente de forma gráfica diariamente en periódicos y noticieros, en películas y videojuegos; entonces, ¿por qué no tener una pedagogía de la muerte y de la vida? ¿Por qué censurarla o esconderla si actualmente los niños pueden ver muerte en todas partes? La muerte hace presencia en la literatura infantil desde el principio; Fanuel Díaz (2015) expone varios de los tipos de relatos en los que aparece. En los cuentos de hadas, por ejemplo, la muerte acecha a la princesa a lo largo de todo el texto. La madrasta siempre tiene la intención de matar a Blancanieves e incluso le pide al cazador pruebas de ello: quiere ver su hígado y sus riñones. De igual manera, el desdichado destino de Cenicienta es definido por la muerte de su madre la cual lamenta a lo largo del texto. No obstante, el tema principal de estos relatos no es la muerte o el duelo. “Leer sobre la muerte es vivirla por anticipado” (Díaz, 2015, p. 83), es recrear y obtener experiencia sobre ella. Si la lectura es un acto personal e íntimo, para tratar el tema en los libros infantiles y juveniles se deberían “crear puentes invisibles entre adentro y 34 afuera, entre lo local y lo global, entre lo sensible y lo inteligible, entre la forma y el intelecto, entre el mundo subjetivo y el mundo objetivo, entre la sensibilidad y la razón” (Ospina, 2016, p. 28). Comparar y conciliar conceptos, crear una noción propia de la muerte y el duelo es la respuesta de porqué debería haber textos que aborden el tema de forma real. Adicionalmente, para los procesos de duelo permitir que los niños lean ayuda a manejar el dolor y la pérdida. Las características que poseen textos cuyo tema principal es la muerte son bastantes específicas. Al principio, se suavizaba el tema, las figuras y símbolos bastante decorados eran la norma. Sin embargo, el tiempo fue avanzando y ya no fue necesario esforzarse por minimizar la muerte: la claridad y sencillez se abrieron paso, así lo ha venido haciendo la literatura infantil contemporánea (Díaz, 2015), se habla de la muerte como un fenómeno natural, como una parte más de la existencia. Además, se presentan las etapas de principio a fin: la muerte no es estática, no es de un solo acontecimiento, siempre hay un antes (entender que todos morimos), un durante (duelo y aceptación) y un después (recuerdo y memoria) en el relato. La narración en primera persona facilita la identificación del lector con el personaje principal cuando este expone sus reacciones y sus sentimientos por la pérdida. Afortunadamente, la literatura infantil ha permitido nuevos espacios para este tema complicado de hablar. El campo literario se ha ido ampliando y libros como Llora corazón pero no te rompas (Glemm Ringted), ¿Cómo es posible? La historia de Elvis (Peter Schsow) y Cuando la muerte vino a nuestra casa (Jürg Schubiger) se han abierto paso demostrando la importancia de tocar temas difíciles en las narrativas para niños. 35 Figura 7 Tycho supernova remanente 36 3. EL LIBRO ÁLBUM Y EL LIBRO ILUSTRADO Aún para los más brillantes astrofísicos es inexplicable entender la complejidad, la estructura y el origen de los enormes agujeros negros Rushmore DeNooyer, 2018 Definir a la literatura infantil, en cuanto a género, presenta dificultades dada su riqueza y complejidad. Perry Nodelman9, en su libro The Hidden Adult: Defining Children’s Literature, primero analiza la trama, los temas y la estructura de seis obras para identificar características compartidas: Alicia en el país de las maravillas (Lewis Carroll), The Purple Jar (Maria Edgeworth), Dr. Doolittle (Hugh Lofting), Henry Huggings (Beverly Clearly), Un día de nieve (Ezra Jack Keats), y Plain City (Virginia Hamilton); todas escritas por personas de diferentes edades en diferentes épocas y lugares del mundo. Nodelman señala en cada uno de estos relatos rasgos que le permitirán a un lector adulto entender el texto como una historia para niños, dejando ver las formas en las que el conocimiento adulto permanecen escondidos en textos aparentemente simples e inocentes. Posteriormente, Nodelman involucra diferentes puntos de vista sobre la literatura infantil de otros autores, críticos literarios, teóricos culturales y educadores, estableciendo un diálogo, explorando puntos y temas en común, para desarrollar una definición compuesta de la literatura infantil. Finalmente, el autor acepta haber llegado a una definición “pragmática”: “children’s literature is the literature published as such”10 (Nodelman, 2008, p. 146). Es una definición 9 Crítico de literatura infantil 10 La literatura infantil es la que es publicada como tal. (Traducción propia) 37 que se queda corta al inicio, sin embargo, los argumentos planteados alrededor de esta afirmación la sustentan: “(…)children’s literature centrally represents adult views of childhood, not those of children themselves. A text genuinely expressive of childhood or childlike thinking as experienced by a child would lack a fundamental defining qualityof children’s literature”11 (Nodelman, 2008, p. 149). ¿Es la literatura infantil un género mediado y creado por adultos según su noción contemporánea de niñez? Sí, son los padres, educadores, editores, bibliotecarios y muchas más personas adultas quienes crean contenido literario infantil y así mismo se encargan de clasificarlo. La clasificación interna de la literatura infantil es igual de compleja que su definición gracias a la variedad de temas, formatos, tipo de texto, objetivo del texto, edad de los lectores, etc., son estas variables tan diversas las que caracterizan la literatura para niños en la actualidad. En este trabajo de grado el corpus literario está compuesto por dos tipos de texto: el libro álbum y el libro ilustrado. Por consiguiente, ahondaré en ambos conceptos a continuación. 3.1. El libro álbum Para comenzar, expondré el concepto de libro álbum que varios teóricos han elaborado, para luego pasar al concepto de este bajo el formato físico, esto es importante porque el libro álbum tiene unos rasgos particulares que lo diferencian de otros. [en el libro álbum] las palabras no se sostienen por sí solas (…) Son las imágenes las que proporcionan la información que omiten las palabras. De hecho, el libro- 11 La literatura infantil suele ser la representación de los adultos sobre la niñez, no la de los mismos niños. Un texto que exprese genuinamente la niñez o represente el pensamiento infantil dentro de la experiencia de un niño carecería de cualidades que lo definan como literatura infantil. (Traducción propia) 38 álbum no solo depende de las ilustraciones para ampliar aquello que dicen las palabras, sino que también requiere de ellas para esclarecer el texto e, incluso, a veces para tomar su lugar. En un libro-álbum tanto las palabras como las imágenes son leídas. (Shulevitz, 2005, p. 10) Todo se trata de una relación que el autor (o los autores, cuando hay autor e ilustrador) va creando entre el texto y la imagen para que entre estos se complementen. José Rosero, escritor colombiano, llama a esta relación “simbiosis”, donde cada uno de los lenguajes permite una manipulación de los equilibrios en la narración: “cada uno se trata con su potencia particular para convertir el libro en un objeto de total apreciación que afecta tanto el pensamiento visual como el lógico discursivo, y le da al lector la última ficha para completar la obra” (Rosero, 2010, p. 13). Adicionalmente, “un libro-álbum, a diferencia de uno ilustrado, es concebido como una unidad, una totalidad que integra todas sus partes designadas en una secuencia de interrelaciones” (Tabernero, 2006, p. 76). Es por esto que, en el capítulo “La arquitectura del libro álbum”, en el libro El libro álbum. Experiencias de creación y mundos posibles de la lectura en voz alta, la profesora Galia Ospina (2016) anota que cada uno de los elementos que contiene un libro-álbum tiene un sentido y una función, o en sus palabras: “nada resulta gratuito” (p. 67). El título del capítulo del libro de Ospina se debe a la comparación del libro-álbum con una casa: existe un espacio físico para ser recorrido de muchas maneras. Estamos hablando del formato y cómo este también influye en la narración. Iniciando tenemos la cubierta, la cual la profesora Ospina (2016) designa como la puerta de entrada. 39 En este ejemplo, podemos observar relación entre la imagen y el texto. La ilustración refleja el tema principal de la narración, que finalmente es cómo la responsabilidad del hogar recae sobre la madre y como se ve (Figura 8) ella es quien lleva a sus espaldas a los demás miembros de la familia. Y en la contracubierta (Figura 9) vemos la pezuña de un cerdo vestido de traje sosteniendo una nota. ¿Quién viste de traje en la cubierta? El padre. Desde la entrada, desde “la puerta” el libro álbum ya nos está comunicando en dos lenguajes. Figura 8. Cubierta El libro de los cerdos Figura 9. Contracubierta El libro de los cerdos. 40 Continuando con la metáfora propuesta por Ospina, luego están las guardas, que es el corredor donde está la mesita en la que dejamos las llaves, el recibidor: varios cerdos anuncian la entrada a El libro apestoso de Babette Cole, todos caminando hacia la derecha, el sentido en que en occidente pasamos las páginas (Figura 9). Este texto es una recopilación de los olores más apestosos que hay en el mundo, los olores más horribles que un niño podría experimentar: “Hieden cerdos y ratones como hieden los hurones” (Cole, 1991, pp. 16-17) . Pero esos olores también los pueden producir los niños: “Hizo mal quien haya echado la bomba fétida en clase; por eso hubo que quedarse en el salón castigados. Lo bueno es que nadie vio ¡que esa maldad la hice yo!” (Cole, 1991, pp. 32-34). Ahora, las guardas también están a la salida de la casa: satisfechos los cerdos, salen del libro en la misma dirección: hacia la derecha. Esto con el propósito de que haya un cierre al recorrido Figura 10. Guardas iniciales, El libro apestoso 41 que fue el libro (Figura 10). Y así podemos ir avanzando por cada cuarto de la casa según la metáfora de Ospina. 3.2. El libro ilustrado Ahora bien, un libro ilustrado no tiene esa relación íntima entre imagen y texto, en este formato la imagen solo cumple con la función de acompañar el texto, pero uno es completamente independiente del otro. Según Rosero, la relación entre texto e ilustración en el libro ilustrado se encuentra en las categorías de vasallaje y clarificación, a las cuales estaré volviendo constantemente en este trabajo. El vasallaje puede identificarse “cuando la ilustración es hecha a partir de textos previamente escritos, es decir, cuando el relato fue realizado sin un presupuesto visual y puede sostenerse sin la imagen” (Rosero, 2010, p. 7). Figura 11. Guardas finales, El libro apestoso 42 En el caso de la edición del 2014 de Matilda que Alfaguara distribuía en Colombia12, las ilustraciones de Quentin Blake se han convertido en un clásico, y si hablamos de Roald Dahl generalmente se nos vienen a la cabeza estas imágenes. En este caso el texto puede sostenerse sin la imagen, ya que desde un principio no fue pensado para ser una unidad texto-imagen. La imagen representa lo que sucede en la narración sin intentar ahondar en una explicación por medio de ella; por ejemplo, en esta imagen Matilda y la señorita Honey comparten té y pan mientras charlan: –Al fin fui libre –dijo la señorita Honey –. No puedo explicarte lo maravilloso que resultó. –Pero ¿realmente se las ha arreglado para vivir aquí con una libra a la semana durante dos años? [Pregunta Matilda] (Dahl, 2014, p. 216). 12 Hago esta anotación porque la composición de imagen-texto pueden variar dependiendo del editor y de la edición de Matilda. Por ejemplo, hay ediciones en inglés que se concentran más en las ilustraciones; en cambio la edición de Editora Richmond para Alfaguara, es edición de bolsillo, tapa blanda y con ilustraciones a blanco y negro. Figura 12 Matilda y la Señorita Honey. 43 En efecto, la ilustración no tiene una profundidad o un significado en relación con el texto, solo está para hacer visual la forma en la que se desarrolla la conversación. El otro aspecto del que habla Rosero es la clarificación: es la relación en la que la ilustración debería recrear y resignificar situaciones o hilos argumentativos que se encuentran en la narración (Rosero, 2010, p. 9) como en este fragmento (Figura 8 y 9) de Bien vestidos13 de Ivar Da Coll. En este caso la interacción de los animales con el humano y los detalles alrededor de los cuartos y de los vestidos van creando una lectura diferente, tal vez más cómica, que si solo estuviera el texto. Es decir, “la narración se enriquece con la poética visualdel ilustrador, por su capacidad de componer un hipertexto con las imágenes 13 “Tengo un perro y dos gatas. Los tres usan mis corbatas. Siempre traen su pijama cuando duermen en mi cama. Otras veces les encanta llevar gorro y bufanda. Como perro es quien cocina, tiene guantes y boina. Cuando guisa los pucheros usa botas y un sombrero. Mientras tanto las gatas mi ropero desbaratan. Mezclan formas y colores, rayas, puntos y hasta flores. Medias rojas, color malva, y otras verdes con guirnaldas. Un chaleco con botones, zapatillas sin cordones. Los tres juegan divertidos escogiendo sus vestidos” (Da Coll, 1999) Figura 13 Perro con boina y sombrero, Bien Vestidos Figura 14 Gatos con ropa, Bien Vestidos. 44 haciendo también señalamientos que la narración no trae en sí que retroalimentan todo lo que el texto contiene” (Rosero, 2010, p. 9). A lo largo de este trabajo estaré volviendo constantemente a estas categorías de la relación imagen-texto que José Rosero ha expuesto. 45 Figura 15 Agujero negro supermasivo en el centro de la galaxia NGC 5548 46 4. MEDIADORES Tenemos la pulsión de volver otra vez a ese instante donde estaba lo que aún no se había roto, a ese instante anterior por si pudiera evitarse la ruptura Yolanda Reyes, 2015 Dice Rosa Montero (2003) que todos los escritores escriben siempre contra la muerte, escriben para cauterizar con las palabras los impensables e insoportables silencios de la niñez, en otras palabras, escriben también para atenuar el peso de los agujeros negros. En mi caso, yo leía y buscaba cuanto libro tuviera como tema principal la muerte y el duelo, sin saber muy bien por qué; buscaba eso que no se me había explicado porque no lo había vivido, pero que no dejaba de merodear por mi casa. Mucho tiempo después, entendí que una de las muchas funciones que tiene la literatura es, como dice Yolanda Reyes (2015), reordenar el mundo con palabras. La literatura ha sido siempre un medio para explicar la realidad, necesidad innata en el ser humano. Entonces, ¿no es la literatura uno de los mejores caminos para responder a la realidad planteada? ¿Es posible nombrar el dolor y la ausencia? ¿Cómo se representa lo aparentemente indecible? Finalmente, ¿cómo logra la literatura entablar una discusión tanto con los niños como con los adultos sobre el tema de la muerte en relación con la ausencia, la pérdida y la muerte? Fue así, de pregunta en pregunta, como llegué a estos cinco libros: El corazón y la botella, de Oliver Jeffers; El pato y la muerte, de Wolf Erlbruch; Cuando los peces se fueron volando, de Sara Bertrand, ilustrado por Javier Olea; Camino a casa, de Jairo Buitrago, ilustrado por Rafael Yockteng; y El libro triste, de Michael Rosen, ilustrado por Quentin Blake. En cada uno de estos textos la muerte se presenta de forma distinta, a veces 47 hay paz cuando se menciona a quien se ha ido y en otras ocasiones la ausencia aparece causando dolor y más silencio. Por más que la muerte nunca sea un tema amable, como dice la Revista Babar14 (2005), estos libros tienen un rasgo en común: no son libros para niños, sino también para niños. A continuación, en este capítulo, analizaré libro por libro la aproximación de la muerte y la pérdida, la representación de la ausencia y el diálogo en torno al duelo. Para esto voy a tener en cuenta varios aspectos fundamentales al momento de abordar el texto: 1) construcción de los personajes, 2) uso de metáforas y símbolos, 3) soluciones y desenlaces planteados. Sumado a esto, ya que los libros que componen el corpus son libro álbum y libro ilustrado, indagaré en la tensión poética entre texto e imagen de acuerdo con lo que presenté en el anterior capítulo de este documento. Aquí debo hacer una precisión con respecto a un término específico que usaré en el análisis, que he mencionado antes. Aunque, tanto el libro álbum como el libro ilustrado sean en sí mismos una unidad, hay dentro de ellos diferentes tipos de lenguaje: lenguaje escrito y lenguaje ilustrado, y ambos forman un lenguaje único, que llamaremos, el texto entero. El orden en el que presento los libros tiene una intención. Cada uno de ellos está narrado desde un momento distinto de la muerte. En primer lugar, El pato y la muerte se sitúa antes de la pérdida, se enfoca en la vida y reconoce la incertidumbre de la muerte, pero no trata el duelo. El segundo libro, Cuando los peces se fueron volando, narra el inicio de la tragedia, la muerte y el dolor, pero tampoco nos da una solución. Ya hemos pasado por el antes y por el durante, ahora viene el después. 14 Revista de literatura infantil y juvenil. 48 Continuamos con El corazón y la botella, donde la muerte es el detonador, pero no la protagonista; de hecho, es el manejo de las emociones, que vienen después de la pérdida, lo que mayor relevancia tiene en este libro. Posteriormente, los pensamientos y las ocurrencias que llenan el día a día durante el duelo son descritos en El libro triste, de Michael Rosen. Y para terminar, observaremos cómo la vida continua en Camino a casa. 4.1. El pato y la muerte Figura 16 Cubierta El pato y la muerte. 49 Este texto, escrito por Wolf Erlbruch, narra la historia de un pato que un día nota que alguien lo sigue, es la Muerte. Pasan algunos días juntos y el pato llega a conocerla hasta considerarla una amiga cercana, “si no se tenía en cuenta quién era, hasta resultaba simpática” (Erlbruch, 2007, p. 12). Sigue pasando el tiempo, ambos visitan el estanque y trepan árboles, un día el pato comienza a reflexionar sobre qué pasaría si muriera: “El estanque quedará… desierto. Sin mí” (Erlbruch, 2007, p. 22). También le cuenta a la Muerte los comentarios que se cuentan entre los patos, por ejemplo: hay un infierno en el que asan patos que no fueron buenos cuando estaban vivos (Erlbruch, 2007). Sin embargo, a pesar de sus inquietudes, la Muerte no le da una respuesta al pato. Finalmente, el verano acaba, el pato enferma y muere, dejando sola a la Muerte, pero así es la vida. Es también la vida quien se encarga de que los patos se enfermen y tengan horribles accidentes (Erlbruch, 2007), explica la muerte en este relato. Aunque no esté en el título, en este libro la vida también aparece por doquier, está en la naturaleza que surgen todo el tiempo acompañando al pato, hasta que es tiempo de morir. El pato es como cualquier otro al que le gusta ir al estanque; no obstante, su curiosidad le permite al lector, gracias a sus preocupaciones, reflexionar sobre los significados de la muerte. Cuando este tiene dudas sobre el cielo, la Muerte le responde que Figura 17 La Muerte. 50 él de todos modos ya tiene alas y ha estado ahí (Erlbruch, 2007). Así es la Muerte, realmente, un personaje muy sincero. El autor ha usado la tradicional representación cadavérica de la muerte, a pesar de que puede llegar a ser aterradora para niños y adultos. No obstante, la Muerte tiene puesto camisón, guantes, zapatos y, en vez de una guadaña, tiene un tulipán que carga a todos lados (Figura 2). Su aspecto es bastante amable, lo que puede permitirle al lector acercase con la tranquilidad de que nada malo o escabroso va a suceder. Tan amable es su forma de actuar que el pato le ofrece ayuda cuando ella tiene frío y ella acepta. Nos acercamos a una figura indefensa, al contrario de lo que se cree; además, también es capaz de sentir y empatizar con las Figura 18 El pato y la Muerte tomados de la mano 51 emociones de otros: “–Tengo frío –dijo una noche–.[El pato] ¿Te importaría calentarme un poco?” (Erlbruch, 2007, p. 26) (Ver figura 3). Aunque en el texto escrito no hay una respuesta, la ilustración contesta la pregunta. Es este juego de preguntas y respuestas, que se darecurrentemente en todo el libro, al que se refiere José Rosero (2019): “(…) así pues el texto escrito complementa aquello que la imagen no presenta o la imagen brinda información que el texto no revela” (p. 11). Sin importar las cortas explicaciones que ofrece el libro, su lenguaje es comprensible y asimilable. De tantas preguntas que surgen por la muerte, este libro concluye en la incertidumbre. Estamos apenas en la primera etapa de la muerte, el antes, cuando buscamos una explicación a eso que desconocemos, esto es solo una parte de un agujero negro. Figura 19 La Muerte contemplado al pato 52 Contrariamente, este libro abre paso a la meditación: la muerte se presenta como una amiga que se encarga de cuidar del pato cuando el momento de partir ha llegado. También hay que notar que, la muerte del pato es muy tranquila, sucede de repente, sin ninguna queja de dolor. 53 4.2. Cuando los peces se fueron volando Este relato, escrito por Sara Bertrand e ilustrado por Francisco Javier Olea, es un poema en prosa en el que un niño (nunca mencionan su nombre) narra una serie de pérdidas que hacen que la ausencia aparezca. La narración del texto escrito inicia con el final: “Un hombre tiene una cabeza y la pierde. Eso dijo mi mamá: tu papá perdió la cabeza. Y se Figura 20 Cubierta Cuando los peces se fueron volando. 54 fue.” (Bertrand, 2015, p. 4), como narrando un recuerdo. Luego nos devolvemos: primero se perdió un zapato, luego Rosita, la perra salchicha, por ir detrás de la pelota, y un día perdieron a Andrés. Y entonces el papá pierde la cabeza y su fuego se apaga… En realidad, la narración del texto entero inicia desde las guardas (Figura 21): esta imagen recuerda a la pared de una casa donde están las fotos, de buenos momentos, con toda la familia. En este libro la muerte hace presencia por su ausencia. A pesar de que no se pronuncia nunca la palabra muerte, nos aproximamos a ella desde la tragedia por la pérdida y el abandono. El lugar común, en este relato, es el destino de las personas que mueren. Según la mamá, Andrés y Rosita atravesaron las nubes “Diez, veinte o un millón trescientas mil. Más allá de la cresta de los cerros. Sobre esa suavidad imaginada en la blancura.” (Bertrand, 2015, p. 13), Javier Olea ha dibujado las nubes como espirales punteados, que Figura 21 Guardas iniciales, Cuando los peces se fueron volando 55 también pueden leerse como corrientes de aire. Puede ser que estén hablando de llegar al cielo del que hablan las religiones abrahámicas. Esta teoría se refuerza con la imagen que cierra el libro (Figura 22). Andrés, el hermano perdido, aparece una última vez, con una especie de alas y en vez de ojos nubes, ¿se ha convertido en un ángel o en un pájaro? Ahora bien, el duelo en este relato lo viven tres personas, cada una de forma diferente. Primero el niño que hace un reclamo (figura 23), “diez, veinte o un millón, no sé, no me esperó. Se fue solo y se perdió” (Bertrand, 2015, p. 16). Después la mamá desconsolada (figura 24), “una mujer tiene un espejo y se rompe. Como mi mamá que lloró y lloró esa noche” (Bertrand, 2015, p. 16). Y el papá que, al perder a su hijo, también se pierde (figura 25), “Un hombre tiene un fuego y se apaga. Como mi papá cuando mi Figura 22 Guardas finales, Cuando los peces se fueron volando. 56 hermano dejó su silla” (Bertrand, 2015, p. 19). Este libro está en medio del agujero negro, en todo el centro del dolor, del silencio, de la ausencia y la tragedia. Aunque el niño no exprese sus emociones podemos sentir el deseo y la añoranza en sus palabras, “Y un niño quería ser pez. Como mi hermano cuando lo metían en la tina. Hace tanto.” (Bertrand, 2015, p. 20), y en las ilustraciones (Figura 26). En cambio, sí vemos el dolor de los adultos, ese dolor que muchas veces en el día a día, en la realidad, esconden porque “estar triste está mal”. Figura 23 Pp. 14-15,Cuando los peces se fueron volando 57 Figura 24 P. 17, Cuando los peces se fueron volando. Figura 25 P. 18, Cuando los peces se fueron volando. 58 Por último, en este caso, las ilustraciones mantienen una relación con el texto, según dice Rosero (2010), de clarificación y vasallaje: las ilustraciones sin el texto pierden sentido narrativo; y el texto despojado de las imágenes no tiene la misma fuerza comunicativa. Figura 26 Pp. 20-21,Cuando los peces se fueron volando. 59 4.3. El corazón y la botella Tras perder a alguien muy importante, una niña decide guardar su corazón en una botella y así protegerlo para no sentir tristeza otra vez. Sin embargo, al guardar su corazón, también dejó de sentir asombro, felicidad y curiosidad por el mundo que la rodeaba. Con el Figura 27 Cubierta El corazón y la botella. 60 paso del tiempo la botella se hizo cada vez más pesada y estorbosa. Hasta el día en que, siendo adulta, no supo responder la pregunta de una pequeña niña. Entendió que necesitaba su corazón. Intentó de mil formas para sacarlo de la botella, “Pero no sabía cómo hacerlo; ya no se acordaba. Nada funcionaba. La botella no podía romperse; solo rebotó y rodó… Justo hacia el mar” (Jeffers, 2010, pp. 25-28). Y en el mar estaba la niña. Solo hacía falta unas manos pequeñas y una niña aún llena de curiosidad para devolver el corazón a su lugar. La relación simbiótica sea hace evidente en este texto, aunque suceda aquí un poco al revés, si sustrajéramos la imagen no sabríamos quién murió. Solo gracias a la ilustración, podemos deducir que alguien falta. Por el contrario, si quitáramos el texto, la imagen todavía mantendría una línea narrativa; un poco simple, ya que pierde significado en algunos momentos, sin embargo, se sostiene. Figura 28 Portada, El corazón y la botella 61 Figura 29 P. 5, El corazón y la botella. Figura 30 P. 7, El corazón y la botella. 62 La figura paterna marca el inicio de la historia. Hay un padre15, que impulsa a la niña a descubrir el mundo que tiene a su alrededor, también le ayuda a entenderlo y darle un orden lógico. Con la perdida de esta figura paterna, el mundo de la pequeña pierde su orden vuelve a empezar. Es así como nos acercamos a la ausencia y al dolor en este libro, igual que en el anterior. Con la diferencia de que en este podemos evidenciar como el proceso emocional de duelo se convierte lentamente en un agujero negro. Habla Alicia Vara16(2016), sobre esta escena (figura 31) en específico: en la ilustración se potencia la incertidumbre del personaje, manifestada en su pequeño tamaño en oposición a las importantes dimensiones del sillón. La selección de una habitación a oscuras, únicamente iluminada en la zona del asiento con la luz de la luna, facilita la expresión de la negatividad de la pérdida. No existe ninguna fuente de iluminación en la estancia y el personaje, trazado de manera esquemática y sencilla, contempla desde su pequeñez la gran ausencia (pie de página 12) 15 O un abuelo, la narración nunca aclara el parentesco. 16 Miembro de la Facultad de Ciencias del Lenguaje, área de lingüística general, de la Universidad de Córdoba, España. Figura 31 Pp 16-17, El corazón y la botella. 63 Y así es como Oliver Jeffers le dice a los lectores que alguien ha muerto, con un sillón vacío. Ese mismo sillón que unas páginas atrás era el lugar para el conocimiento y la curiosidad, se ha convertido en la ausencia misma. Hace falta algo en ese espacio, y sabes lo que falta, pero también sabes que no va a volver. Los objetos y lugares cotidianos que habitaban las personas que se fueron, se resignifican, suelen llenarse de figuras invisibles. En seguida viene el duelo. En este proceso el autor ha decido que el corazón es el principal órgano sensitivo y donde se alojan las emociones, es por esto que la niña decide ponerloa salvo. Decide sacar su corazón y ponerlo en una botella. En realidad, si el estilo de ilustración de Oliver Jeffers no fuera caricaturesco en infantil, esta imagen (figura 32 y 33) podría ser considerada espeluznante. Es decir, literalmente la niña sacó su corazón y lo guardó en una botella para asegurarse de que iba a estar bien. Afortunadamente, el corazón vuelve a su lugar y el sillón ya no vuelve a estar vacío. Figura 32 P. 18, radiografía Figura 33 P. 18, el corazón en la botella. 64 Esta es una historia que se desenlaza en una moreleja: permítete sentir, esconder y evitar tus emociones solo hace que el día a día se convierta en una carga, así como la botella pesaba. 4.4. El libro triste Figura 34 Cubierta El libro triste 65 Este soy yo cuando estoy triste. Quizá pueda parecer que estoy contento en esta foto. En realidad estoy triste pero finjo que estoy contento. Lo hago porque creo que no le gusto a los demás cuando tengo aspecto triste. A veces la tristeza es muy grande. Está por todas partes. Me envuelve. Y no puedo hacer nada para evitarlo. Lo que más triste me pone es cuando pienso en mi hijo Eddie. Murió. Yo lo quería muchísimo, y sin embargo murió (Rosen, 2004, pp. 5-7). Así inicia este texto escrito por Michael Rosen, quien, a lo largo del libro, explora las emociones y pensamientos que acompañan su tristeza luego de la muerte de su hijo. Figura 35 P. 5, El libro triste. Figura 36 P.7 , El libro triste. 66 Este libro está narrado desde el duelo diario. No sabemos cómo o por qué murió Eddie, pero podemos observar las situaciones a las que se enfrenta diariamente el escritor luego de haber perdido a su hijo. El juego entre las ilustraciones y el texto escrito comienza con un retrato de Rosen en el que parece estar feliz (figura 35), pero apenas pasas la página, todo se vuelve gris (figura 36). Las imágenes aclaran y soportan el texto como llevándolo de la mano. Los recuerdos sobre Eddie surgen en las ilustraciones, pero el texto solo es capaz de preguntarse cómo pudo pasar, por qué Eddie se fue, “¿Cómo pudo morirse así sin más? ¿Cómo pudo hacerme eso? Y él no dice nada. Porque él ya no está aquí” (figura 37) (Rosen, 2004, pp. 8-9). A veces así es el duelo, es preguntar una y otra vez por qué a nosotros, por qué tenía que pasar así, es un agujero lleno de preguntas, pero que no te da ninguna respuesta. Figura 37 Pp.8-9 , El libro triste.. 67 El escritor experimenta todo tipos de tristeza e, igual que el niño de Cuando los peces se fueron volando, añora el pasado, porque ya nada es como antes, esto lo pone más triste. A pesar de todo, el autor demuestra buscar soluciones para la tristeza; por ejemplo, hacer algo de lo que pueda sentirse orgulloso (Rosen, 2004). También escribe sobre la tristeza: “¿Quién se siente triste? Cualquiera puede estar triste. La tristeza viene y te encuentra” (Rosen, 2004, p. 19). Y entonces viene el poema que describe a la tristeza, y le da palabras al agujero negro: La tristeza es un lugar profundo y oscuro, como el espacio que hay debajo de la cama. La tristeza es un lugar alto y luminoso, como el cielo que hay sobre mi cabeza (Rosen, 2004, p. 21). Está la necesidad de los escritores de escribir sobre la tristeza, de la muerte, de la vida. Y así ir curando los silencios de la infancia. De nuevo la incertidumbre es la conclusión del texto… Figura 38 Pp. 36-37, El libro triste. 68 4.5. Camino a casa De los días del duelo, hemos pasado a los días del recuerdo. Este libro, ganador del IX Concurso de Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento, es narrado por una niña que le pide a un león que la acompañe durante su día. Salen juntos de la escuela y caminan por la ciudad, hacia la guardería donde recogen al hermano de la niña, mientras, van asustando a todos los transeúntes que se cruzan por el camino. Luego se dirigen a casa, la niña invita al Figura 39 Cubierta Camino a casa. 69 león a comer y esperar con ella a que regrese su madre del trabajo. Al final del día, la niña se despide del león, “Puedes irte de nuevo, si quieres, pero vuelve cuando te lo pida” (Buitrago, 2008, p. 23-24). Y se acuesta a dormir con su hermano y su mamá. En la narración de este libro se puede observar con claridad el equilibrio de lenguajes y la relación simbiótica (Rosero 2010): sin las ilustraciones no sabríamos que el personaje a quien la niña le habla es un león, que en realidad representa la figura paterna que ha perdido. No está la palabra muerte en ninguna parte del texto, pero nos acercamos a los agujeros negros por la nostalgia. La razón de la ausencia del padre no se menciona, sin embargo, el escenario en el que la niña se sitúa podría ser cualquier ciudad latinoamericana, incluso podría ser Bogotá. Entonces, es posible pensar, que debido a conflictos sociales, el papá está ausente, ya que en realidad tampoco se nos deja saber si realmente está muerto. Figura 40 Pp. 4-5, Camino a casa 70 Ahora bien, la vida continua: mamá tiene que ir a la fábrica, la niña debe ir a la escuela y el bebé a la guardería. Y es en la cotidianidad donde la ausencia, contradictoriamente, hace más presencia. Es empezar a vivir de nuevo sabiendo que alguien falta y recordar cómo era el día a día con esa persona. Es así como la niña recuerda a su papá, como un león, pero eso el texto lo deja saber hasta el final de la narración mediante la ilustración. Figura 41 Fotografía, Camino a casa 71 4.6. Finalmente… Los agujeros negros no van a desaparecer, el silencio y las cosas no dichas, no explicadas nunca se van del todo. Solo queda hacer más ligeros nuestros agujeros, reconocerlos y buscar darles palabras. Cada uno de estos libros aborda el tema de la muerte desde un punto distinto, algunos ni siquiera lo hacen de forma directa. Como muestra, de los cinco libros, solo dos mencionan la palabra muerte o alguna de sus variaciones (El pato y la muerte y El libro triste), los demás anuncian la muerte a través de las ilustraciones o con palabras como abandono, perdido, o vacío, esto demuestra la forma sutil en la que el autor del texto desea abordar el tema. En ese mismo sentido, el final de estos textos es siempre abierto, con la intención de que el lector, ya sea niño o adulto, pueda desarrollar su propia interpretación de los conceptos tratados en el relato, logre reorganizar su realidad y pueda dar sentido a los silencios de sus agujeros negros. 72 Figura 42 Sagitario A*, en medio de la Vía Láctea 73 5. A MODO DE CONCLUSIÓN (...)no las palabras no hacen el amor hacen la ausencia(...) Pizarnik, 2014. Cuando crecemos y nos volvemos adultos creemos entender estos temas, los asumimos como parte de nuestra realidad. Hasta que nos vemos en la posición contraria: cuando debemos hablar sobre la muerte con un niño. En ese momento todo se complica, el agujero negro dentro de nosotros nos recuerda que sigue ahí, se reencuentra con la muerte y el silencio y vuelve a hacerse grande. Aparece un nuevo agujero negro en el niño que tenemos enfrente y la realidad vuelve a quedarse sin palabras para darle sentido a la muerte. En mi familia hubo un caso así: un tío político desapareció y mis primos se quedaron sin su papá. Aunque hablar de una desaparición es mucho más complicado que hablar de la muerte, los agujeros negros volvieron a aparecer. Nadie sabía cómo hablar con ellos, todo el mundo huía del tema para evitar el dolor y la tristeza que conlleva una desaparición. Mis primos, aún pequeños, fueron condenados al silencio. Los agujeros negros volvían a aparecer dentro de mi familia y yo solo veía cómo iban tomando fuerza. Cuando tuve la oportunidad de hablar con ellos a solas, me reprendieron. Al parecer en mi familia estaba restringido hablar sobre el tema y solo pocas personas podían
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