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Estudios Bíblicos 63 (2005) 283-311 EL LIBRO DEL APOCALIPSIS: HISTORIA DE SU INTERPRETACIÓN ARIEL ÁLVAREZ VALDÉS SANTIAGO DEL ESTERO ARGENTINA Ningún otro libro bíblico ha provocado tantas y tan variadas interpretacio- nes a través de los siglos como el Apocalipsis. Ya desde los comienzos de la historia de la Iglesia la obra de Juan de Patmos ha sido a la vez rechazada y exaltada, tenida por herética y venerada como el centro mismo de la Escritu- ra. Y entre quienes lo han comentado ha surgido una diversidad tan amplia de propuestas de lecturas, que no resulta fácil trazar la historia de su inter- pretación. Nos proponemos en el presente trabajo ofrecer un panorama ac- tualizado de las diferentes opciones interpretativas sugeridas a lo largo de los siglos. Lo dividiremos en cuatro secciones, según las cuatro etapas clásicas: 1) Época Antigua; 2) Edad Media; 3) Época Moderna; 4) Época Contemporá- nea1. I. LA ÉPOCA ANTIGUA 1. Siglo II: las primeras alusiones Desde un principio la obra de Juan ejerció una gran influencia literaria y teológica entre los escritores eclesiásticos, debido a la ayuda que el libro 1 Entre los trabajos sobre la historia de la interpretación del Apocalipsis pueden verse los de M. C. TENNEY, Interpreting Revelation (Grand Rapids 1957) 136-146; E. CORSINI, “Appunti per una lettura teologica dell’Apocalisse”, en: L. PADOVESE (ed.), Atti del II Simposio di Efeso su san Giovanni Apostolo (Roma 1992) 187-205; C. R. KOESTER, “On the Verge of the Millennium: A History of the Interpretation of Revelation”: WW 15 (1995) 128-136; E. LUPIERI, L’Apocalisse di Giovanni (Milano 1999) XVII-XXXI. A. ÁLVAREZ 284 ofrecía a las comunidades cristianas durante el difícil período de persecucio- nes que debió enfrentar, tanto por parte de las autoridades romanas como de las judías. La fuerza combativa que el Apocalipsis brindaba, especialmente en relación con el poder corrupto, servía de gran aliento a los pequeños gru- pos despreciados de creyentes en su enfrentamiento con las poderosas fuer- zas del Imperio, y los hacía sentirse protegidos por el Cordero degollado, vencedor de todas las fuerzas del mal2. Entre los primeros autores que parecen aludir a alguna parte del libro figuran Cerinto († 110) y Papías de Hierápolis († 150). También Justino († 165) e Ireneo de Lyon († 202) comentan ciertos pasajes del Apocalipsis. Todos estos autores del siglo II siguen una línea interpretativa literal. Parale- lamente, grupos más radicales pero también de interpretación literal, inspi- rándose en la predicación de nuevos profetas, comenzaron a anunciar el cumplimiento inminente de los anuncios apocalípticos, mezclando pasajes del Apocalipsis con ideas fantásticas y estrambóticas. El más famoso de estos profetas fue Montano († 195)3. 2. Siglo III: la interpretación alegórica Como reacción a los abusos de la interpretación literal, en el siglo III se produjo la explosión de la exégesis simbólica alejandrina, que más tarde será la línea exegética de la ortodoxia cristiana. Entre sus primeros exponentes está Clemente de Alejandría († 210), para quien el Apocalipsis sólo es com- prensible mediante el empleo de una interpretación alegórica. Pero sobre todo será Orígenes († 255) el que pondrá las bases definitivas para la com- prensión simbólica de la obra de Juan4. Si bien Orígenes no llegó a escribir un comentario completo a este libro bíblico, dejó un gran número de citas y referencias sobre el Apocalipsis que muestran la riqueza de su exégesis5. 2 C. DOGLIO, “Duemila Anni di Tentativi. Storia dell’Interpretazione dell’Apocalisse”: PV 6 (2000) 5. 3 Sobre Montano pueden verse las ya clásicas obras de P. DE LABRIOLLE, La crise monta- niste (Paris 1913); ID., Les sources de l'histoire du Montanisme (Collectanea Friburgensia; Fri- bourg-Paris 1913). También K. ALAND, “Der Montanismus und die kleinasiatische Theologie”: ZNW 46 (1955) 109-116. 4 Para la interpretación bíblica de Orígenes, véase R. P. HANSON, Allegory and Event. A Study of the Sources and Significance of Origen's Interpretation of Scripture (Richmond 1959). 5 En 1911 se encontró una obra en griego que contenía diversas frases comentando el Apocalipsis. En un principio fue atribuida a Orígenes (A. DE BOYSSON, “Avons-nous un commen- taire d’Origène sur l’Apocalypse?”: RB 10 [1913] 555-567), pero la crítica posterior se encargó de EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 285 Dionisio de Alejandría († 264), su discípulo más brillante, seguirá esta línea, y será el primero en afirmar, apoyándose en bases literarias, que el autor del Apocalipsis no es el apóstol Juan. La interpretación alegórica permi- tió recuperar enteramente el texto del Apocalipsis, y dejó así abierto el cami- no para el surgimiento de los comentarios, en el siglo siguiente. Sin embargo, la exégesis alegórica no logró eliminar totalmente la inter- pretación más literal. Ésta se encuentra en autores como Tertuliano († 220), quien llama precisamente ‘alegórica’ a la interpretación sospechosa de here- jía6, y en Hipólito de Roma († 235), quien sostiene aún la creencia literal de un reino milenario7. 3. Siglos IV al VIII: el surgimiento de los comentarios En el año 312 se produjo el llamado ‘giro constantiniano’, con la conver- sión al cristianismo del emperador Constantino, y la unión del Estado Roma- no con la religión cristiana. Entonces las cosas cambiaron para el Apocalip- sis. Los cristianos pasaron a ser mayoría, y la literatura apocalíptica dejó de ser un estímulo para las comunidades cristianas, ahora fuertes y reconocidas por el Estado. Más aún, la obra de Juan se convirtió en sospechosa, puesto que criticaba al Imperio Romano identificándolo con Satanás y anunciando su ruina, lo cual era inaceptable ahora que el Emperador se había transfor- mado en un siervo de Dios. Por otra parte, en esta época el Apocalipsis em- pezó a ser usado por movimientos heréticos, especialmente por sectas mile- naristas que, en polémica con la Iglesia oficial, se sentían ahora minoritarios y perseguidos8. mostrar que, al menos en bloque, el libro no pertenecía a él. Algunas de sus frases son atribui- das a Ireneo, Clemente de Alejandría o Dídimo el ciego. Cf. A. G. HAMMAN (ed.), L’Apocalypse expliquée par Césaire d’Arles. Scholies attribuées à Origène (Les Pères dans la foi III 36; Paris 1989) 164. 6 Scorpiace XI,4 (PL 2,168). Cf. R. P. HANSON, “Notes on Tertullian’s Interpretation of Scrip- ture”: JTS 22 (1961) 274. Sobre la exégesis de Tertuliano puede verse T. P. O'MALLEY, Tertullian and the Bible: Language - Imagery - Exegesis. Latinitas Christianorum Primaeva (Utrecht 1967); J. H. WASZINK, “Tertullian's Principles and Methods of Exegesis”, en: W. R. SCHOEDEL-R. L. WILKEN (eds.), Early Christian Literature and the Christian Intellectual Tradition: In Honorem Robert M.Grant (Paris 1979) 17-31; J. F. JANSEN, “Tertullian and the New Testament”: SecC 2 (1982) 191-207. 7 In Dan 4,23 (PG 10,646). Sobre Hipólito cf. P. PRIGENT-R. STEHLY, “Les fragments du ‘De Apocalypsi d' Hippolyte’”: TZ 29 (1973) 313-333. 8 Según C. MAZZUCCO-E. PIETRELLA, “Il rapporto tra la concezione del millennio dei primi autori cristiani e l’Apocalisse di Giovanni”: Aug 18 (1978) 36, lo que volvió incómodo y política- A. ÁLVAREZ 286 Ante estas circunstancias, el historiador Eusebio de Cesarea († 340), ferviente partidario de Constantino y de su política imperial, comprendió los peligros que encerraba una lectura indiscriminada del Apocalipsis, y trató de descalificarlo, resaltando en sus escritos las diversas objeciones que contra él habían señalado en épocas anteriores los padres de la Iglesia9. A partir de entonces se observaen Oriente y en Occidente una doble actitud en relación con el Apocalipsis, y en estas dos regiones se seguirán caminos diferentes10. a) En Occidente. El libro gozó de amplia estima, y tuvo gran aceptación entre los autores11. La interpretación alegórica de los alejandrinos había provisto de un arma poderosa para la deshistorización de sus visiones antirromanas, de modo que se podía ahora espiritualizar cualquier intento de reacción contra la cris- tiandad establecida. Así, a partir del siglo IV aparecen los primeros comenta- rios al Apocalipsis12, y a lo largo de esta época verán la luz unas 20 obras, algunas de ellas anónimas. Siglo IV: la reacción contra el milenarismo.- El primero y más antiguo co- mentario a todo el libro del Apocalipsis que haya llegado hasta nosotros es el de Victorino de Pettau († 304), conservado gracias a la recensión de San mente sospechoso al Apocalipsis en esta época fue: a) la teoría de los cuatro imperios (subya- cente en Ap 6,1-8), que se remonta a Dn 7, y que expresa una oposición a las estructuras políti- cas en general; b) su visión antijerárquica del cristianismo, como reino de sacerdotes (1,6; 5,10; 20,6); c) su vigoroso espíritu antiromano (17,7-14). 9 Sobre la teología política de Eusebio, cf. R. FARINA, “Eusebio di Cesarea e la ‘svolta cos- tantiniana’”: Aug 26 (1986) 313-334. 10 Cf. B. CORSANI, L’Apocalisse e l’apocalitica del Nuevo Testamento (Bologna 1996) 129. 11 Para este apartado puede verse J. IRMSCHER, “La valutazione dell’Apocalisse di Giovanni nella Chiesa antica”: Aug 29 (1989) 171-176; C. MAZZUCCO, “L’Apocalisse: testimonianze patris- tiche e risonanze moderne”, en: M. NALDINI (ed.), La fine dei tempi. Storia e escatologia (Fiesole 1994) 9-23; M. C. PACZKOWSKI, “La lettura cristologica dell’Apocalisse nella Chiesa prenicena”: SBFLA 46 (1996) 187-222; C. NARDI, “L’Apocalisse nella lettura dei Padri”, en: M. NALDINI (ed.), La Bibbia nei Padri della Chiesa (Letture patristiche 8; Bologna 2000) 165-188. 12 Según Eusebio de Cesarea (HE 4,26 [PG 20,392]), ya Melitón de Sardes († 180) había escrito una obra titulada Peri. tou/ diabo,lou kai. th/j vApokalu,yewj vIwa,nnou (“Sobre el Diablo y el Apocalipsis de Juan”), de la que no tenemos fragmentos ni dato alguno sobre su contenido. Posiblemente eran dos libros: Peri. tou/ diabo,lou, y Peri. th/j vApokalu,yewj vIwa,nnou. Más seguro es el testimonio de San Jerónimo (De viris illustribus 61 [PL 23,707]), que afirma que Hipólito († 235) había dejado un comentario al Apocalipsis, desgraciadamente también perdido. Quizás el hecho de que los primeros intérpretes del Apocalipsis hayan sido casi todos partidarios del milenarismo haya favorecido la desaparición de estos primeros comentarios. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 287 Jerónimo13. Victorino sigue fundamentalmente la interpretación simbólica de Orígenes, por la cual él siente predilección. Sin embargo, no puede ocultar un cierto aprecio por las tradiciones milenaristas de los asiáticos. Por eso, en la primera parte del Apocalipsis, capítulos 1-19, aplica una exégesis de tipo espiritual. Pero al llegar a los capítulos 20-21, donde se menciona el reino de los mil años y sus derivaciones, cambia y emplea la interpretación literal. Aun así, varias secciones de los capítulos 20-21 las comenta según el método alegórico. Además, para lograr la unidad de las diferentes visiones sin caer en el historicismo, incorpora la teoría de la “recapitulación”, según la cual el Apocalipsis no narraría una serie continua de eventos futuros, sino que repite siempre los mismos sucesos bajo formas diferentes14. El comentario de Vic- torino se encuentra, pues, a mitad de camino entre las dos posturas interpre- tativas: la asiática, más arcaica, y la simbólica, promovida por Orígenes. Sin embargo, de todos los comentarios escritos en la antigüedad cristiana, el más importante y el que más ha influido en la literatura posterior es la Ex- positio in Apocalypsin, del obispo donatista Ticonio († 390)15. Toda la tradi- ción exegética latina a partir del siglo IV y hasta el siglo XIII depende de este comentario al Apocalipsis, desgraciadamente perdido16. Los críticos durante décadas se han dedicado a la tarea de reconstruirlo y recuperarlo a partir de las citas de autores posteriores, y lo han logrado en gran parte17. El comenta- 13 PL 5, 317-344. Sobre la figura de Victorino, véase J. QUASTEN, Patrología I (BAC Maior 206; Madrid 1960) 635-637; C. CURTI, “Vittorino di Petovio”, en: DPAC II (Casale Monferrato 1984) 3612-3615. Para la edición crítica de su In Apocalypsin, cf. VICTORIN DE POETOVIO, Sur l’Apocalypse et outres écrits. Introduction, texte critique, traduction, commentaire et index par M. Dulaey (SC 423; Paris 1997). 14 G. BIGUZZI, I settenari nella struttura dell'Apocalisse. Analisi, storia della ricerca, interpre- tazione (Supplementi della Rivista Biblica 31; Bologna 1996) 54-55. 15 El estudio más amplio y completo sobre el Apocalipsis perdido de Ticonio es el de K. B. STEINHAUSER, The Apocalypse Commentary of Tyconius. A History of its Reception and Influ- ence (European University Studies 23; Frankfurt-Bern-New York 1987). También puede verse A. PINCHERLE, “Alla ricerca di Ticonio”: SSR 2 (1978) 357-365; E. ROMERO POSE, “La Biblia de Alcuino y el perdido comentario al Apocalipsis de Ticonio”: RET 55 (1995) 391-397. 16 La última vez que se lo menciona es en un Catálogo del siglo IX del monasterio de St. Gallen. Cf. G. BECKER, Catalogi Bibliothecarum Antiquarum (Bonnae 1885) 48. Según Casiodoro († 580), estaba dividido en cinco libros. Pero más tarde Beda († 735) lo conocerá expuesto en tres libros. 17 Entre éstos sobresale I. M. GÓMEZ, “El perdido comentario de Ticonio al Apocalipsis. Principios de crítica literaria y textual para su reconstrucción”, en: R. M. DIAZ (ed.), Miscellanea Bíblica B. Ubach (Montisserati 1953) 387-411; F. LO BUE, The Turin Fragments of Tyconius’ A. ÁLVAREZ 288 rio de Ticonio, que al igual que el de Victorino desarrollaba una interpretación espiritual del Apocalipsis18, pasó a la historia como el más completo de todos los comentarios latinos antiguos, y fue sistemáticamente utilizado por la lite- ratura cristiana posterior. De hecho influyó en los comentarios posteriores de Jerónimo, Cesáreo, Primasio, Beda, Apringio de Beja, Casiodoro, Beato de Liébana, Ambrosio Autperto y Alcuino19. Pero fue sobre todo Agustín el que le dio perdurabilidad al comentario de Ticonio, pues su confesada admiración por éste lo llevó a asumir muchas de sus ideas, especialmente su lectura eclesiológica del Apocalipsis20. Ticonio escribió, además, una de las más importantes guías hermenéuticas de la exégesis cristiana: el Liber Regula- rum. Allí expone las siete reglas que sirven como hilo conductor para descu- brir lo que para él dice el Apocalipsis21. Siglo VI: los comentarios pre-medievales.- En el siglo VI aparecerán va- rios comentarios al Apocalipsis. Entre ellos, tenemos las 19 homilías sobre el Apocalipsis de Cesáreo de Arlés († 542), erróneamente atribuidas por la Patrología Latina a San Agustín22. Su interpretación se basa ampliamente en la obra de Ticonio, si bien elimina aquellas partes que le resultan sospecho- sas de donatismo23. Poco después escribe Apringio de Beja († 555) el Trac- Commentary on Revelation (TextS IV; Cambridge 1963); G. BONNER, “Toward a Text of Tyco- nius”: SP 10 (1970) 9-13. 18 Cf. E. ROMERO POSE, “Ticonio y su comentario al Apocalipsis”: Salm 32 (1985) 41. 19 Según STEINHAUSER, The Apocalypse commentary of Tyconius, 2, los autores antiguos que siguen a Ticonio son nueve. En cambio para ROMERO POSE,“Ticonio y su comentario”, 45- 48, son unos quince. 20 Cf. P. FREDRIKSEN, “Tyconius and Augustine on the Apocalypse”, en: R. K. EMMERSON-B. MCGINN (eds.), The Apocalypse in the Middle Ages (Itaca 1993) 20-37; M. A. TILLEY, “Agustín: ¿interpretó mal a Ticonio?”: Aug 40 (1995) 297-302; P. B. HARVEY, “Approaching the Apocalyp- se: Augustine, Tyconius and John’s Revelation”: AugStud 30 (1999) 133-151. 21 Cf. W. S. BABCOCK (ed.), Tyconius: the Book of Rules (Atlanta 1989); P. BRIGHT, The Rules of Tyconius: Its Purpose and Inner Logic (Notre Dame 1988). En italiano: L. LEONI-D. LEONI (eds.), Ticonio. Sette regole per la Scrittura (Epifania della Parola, Testi ermeneutici A 5; Bologna 1997). Para la influencia posterior de esta obra, cf. G. GAETA, “Le Regole per l'interpre- tazione della Scrittura da Ticonio ad Agostino”: ASE 4 (1987) 109-118; G. GAETA, “Il Liber Regu- larum di Ticonio, da Agostino a Erasmo”: ASE 5 (1988) 103-124; P. C. BORI, “La ricezione delle Regole di Ticonio, da Agostino a Erasmo”: ASE 5 (1988) 125-142. 22 PL 35,2417-2452. Sobre la paternidad de Cesáreo de Arlés de estas homilías, cf. G. MORIN, “Le commentaire homilétique de S. Césaire sur l’Apocalypse”: RBen 45 (1933) 43-61. 23 Para la edición crítica de Cesáreo, véase G. MORIN (ed), S. Caesarii Arelatensi Opera Omnia. Expositio de Apocalypsi S. Johannis II (Maredsous 1942). EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 289 tatus in Apocalypsin24. Su obra constituye el más antiguo comentario de un autor hispano al Apocalipsis. Únicamente se conserva su interpretación so- bre los cinco primeros y los cinco últimos capítulos (Ap 1,1-5,7 y Ap 18,7- 22,20). La obra sólo tuvo influencia en el área local, y aparece citada única- mente por Beda. Más tarde ve la luz la obra de Primasio de Adrumeto († 561), Commentarius in Apocalypsin25, el cual sigue a Victorino (Jerónimo) y Ticonio (Agustín)26. De menor importancia es el brevísimo comentario de Casiodoro († 580), quien al igual que sus contemporáneos sigue una inter- pretación alegórica del Apocalipsis27. Para Occidente, la interpretación considerada correcta del libro de Juan en este período es la alegórica. La interpretación literal, en cambio, se con- vierte en sinónimo de lectura ignorante, milenarista, carnal, sectaria, judai- zante y sospechosa de herejía28. El Apocalipsis se explica como un mensaje a las iglesias contemporáneas, y los mil años se interpretan espiritualmente como el tiempo que transcurre entre la encarnación de Cristo y su parusía gloriosa29. b) En Oriente. En Oriente, el mal uso que del Apocalipsis hacían las sectas, así como su sospechosa actitud antiimperial, hizo que su lectura entrara en crisis. El es- fuerzo de Orígenes y de Dionisio por instaurar el sentido espiritual no fue suficiente, y el hecho de que más tarde Eusebio lo colocara entre los libros sospechosos hizo que muchos terminaran ignorándolo, cuando no denigrán- dolo. Así se entiende el silencio de los Padres griegos sobre él. Sólo tenemos tres comentarios al Apocalipsis en Oriente. 24 En español tenemos la edición de A. DEL CAMPO HERNÁNDEZ (ed.), Comentario al Apoca- lipsis de Apringio de Beja. Introducción, texto latino y traducción (Estella 1991). 25 PL 68, 793-936. La mejor edición crítica de la obra de Primasio es A. W. ADAMS (ed), Primasius episcopus Hadrumentinus, Commentarius in Apocalypsin (Brepols 1985). 26 Su libro fue conocido en el occidente sobre todo gracias a Beda, quien lo uso ampliamente en su comentario. Cf. G. BONNER, Saint Bede in the Tradition of Western Apocalypse Commen- tary (Jarrow 1966) 7. 27 Complexiones Apocalypsis Ioannis (PL 70, 1405-1418). 28 Cf. LUPIERI, L’Apocalisse, XXI. 29 Un estudio sobre la relación entre los comentarios de Victorino, Ticonio, Cesáreo de Arlés, Apringio, Primasio y Casiodoro puede verse en R. GRYSON, “Les commentaires patristiques latins de l’Apocalypse” I: RTL 28 (1997) 305-337. A. ÁLVAREZ 290 El más antiguo que nos ha llegado es el del filósofo y orador Ecumenio, que vivió en el siglo VII30. Escribió su obra alrededor del año 60031, y se muestra inclinado hacia la interpretación alegórica, en la línea de Orígenes y Ticonio. Pero sobre todo hace hincapié en que las profecías de Juan no sólo señalan al futuro, sino también al pasado, es decir, a toda la historia de la Iglesia. Se trata de una exégesis muy diferente a la desarrollada en Occiden- te. Este comentario no tuvo demasiado influjo en los autores posteriores32. El segundo es el de Andrés de Cesarea, en Capadocia († 620) 33. Escribió poco después de Ecumenio, hacia el 610, y su vErme,neia e;ij th.n vApoka,luyin vIwa,nnou tuvo tanto éxito que se convirtió en el comentario clásico bizantino y en el modelo exegético del Apocalipsis de la tradición griega. Hace una inter- pretación muy diferente a la de Ecumenio, con el cual polemiza en numero- sos puntos34. Su discrepancia se nota sobre todo en el hecho de que para Andrés las profecías del Apocalipsis no se refieren al pasado, como decía Ecumenio, sino sólo al presente y al futuro. Su tendencia, pues, está mucho más orientada hacia lo escatológico. Por lo demás, siguiendo los pasos de Orígenes, hace una interpretación de tipo alegórico distinguiendo en el libro de Juan tres niveles distintos de sentido: el carnal o literal, el moral o psíqui- co y el espiritual o alegórico35. Finalmente, hacia el 925 compuso su comentario Aretas de Cesarea († 944)36. En su obra sigue de cerca a Andrés de Cesarea, su predecesor en 30 El comentario de Ecumenio fue descubierto en Mesina en 1901 por F. Diekamp. La más reciente edición crítica es la de M. DE GROOTE (ed.), Oecumenii commentarius in Apocalypsin (Traditio Exegetica Graeca 8; Louvain 1999). 31 Así se desprende del comentario de Ecumenio a Ap 1,2, donde dice que la revelación le fue dada a Juan unos 500 años antes. Cf. A. MONACI, “Il problema della datazione dei Commenti all'Apocalisse di Ecumenio e di Andrea di Cesarea”, en: Atti dell' Accademia delle Scienze di Torino 114 (1980) 1-24. 32 Cf. M. DE GROOTE, “Die Quaestio Oecumeniana”: SacEr 36 (1996) 67-105, quien afirma, entre otras cosas, que Ecumenio no era el Ecumenio seguidor del monofisita Severo de Antio- quia (como sostienen BIGUZZI, I settenari, 42, y DOGLIO, “Duemila Anni”, 5), ni tampoco el Ecu- menio obispo de Trica en Tesalia (como dice SWETE, The Apocalypse, CXCVIII). 33 PG 106, 215-458. J. SCHMID, Studien zur Geschichte der griechischen Apokalypse-Textes (München 1955-1956) 3 vol. 34 Cf. A. MONACI, “I Commenti di Ecumenio e di Andrea di Cesarea: due letture divergenti dell’Apocalisse”, en: Memorie dell'Accademia delle Scienze di Torino 5 (1981), II Classe di Scienze Morali, Storiche e Filologiche, 303-426. 35 Para el estudio de la obra de Andrés de Cesarea, cf. J. SCHMID, “Der griechische Text der Apokalypse-Kommentare”: BZ 19 (1931) 239-250. 36 PG 106, 499-786. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 291 la sede episcopal. Y al igual que éste, emplea el principio de Orígenes del triple nivel de sentido, aunque con algunas innovaciones, por influjo de otras necesidades exegéticas. Ambos autores representan un raro ejemplo de uso de la tripartición origeniana37. El de Aretas es el último comentario que conocemos de la tradición bizan- tina38. II. LA EDAD MEDIA Fue la época de oro del Apocalipsis, ya que durante este tiempo la Iglesia tomó de él muchas de sus enseñanzas. Pasó a ser la fuente del arte y del sentir cristiano39. Podemos dividirla en dos grandes momentos. 1. Siglos VIII al XI: los últimos alegoristas En el Medioevo, el Apocalipsis atrae de nuevo la atención de los comenta- ristas, y el siglo VIII ve surgir cuatro importantes obras. En Inglaterra, el monje benedictino Beda (672-735) escribe hacia el 710 su Explanatio Apocalypsis40, compilando y fundiendo diversas interpretacio-nes que conocía de autores anteriores, especialmente de Ticonio41. El tema determinante para él es la predicación del mensaje cristiano, y la misión en- tre los no creyentes. En Italia, Ambrosio Autperto (740-784), monje benedictino de Capua, es- cribe su gigantesco comentario hacia el 767, el más amplio de los escritos en 37 C. NARDI, “L’ermeneutica di Andrea e Areta di Cesarea: il triplice senso biblico nei loro Commenti all'Apocalisse”: VH 8 (1,1997), número monográfico a cargo de S. TAROCCHI y L. MAZZINGHI (eds.), “Ecco l'uomo”, Studi in memoria di Mons. Valerio Mannucci, 169-198. 38 Así lo afirma SCHMID, “Der griechische Text”, 254. Hay que esperar hasta el siglo XII para encontrar el primer comentario de un autor sirio, Dionisio Bar Salibi († 1171), obispo de Amida, el cual, retomando la antigua interpretación de Hipólito, intenta explicar el sentido de los tormen- tosos acontecimientos que le tocó vivir. 39 Para este período véase el ya citado libro de EMMERSON y MCGINN (eds.), Apocalypse in the Middle Ages. Según EMMERSON, “Scholarship has not fully appreciated the full extent of the influence of the Apocalypse on medieval culture” (p. 294, nota 31). 40 PL 93, 129-206. Cf. J. A. GILES (ed.), Venerabilis Bedae opera quae supersun tomnia XII (Londini 1844) 337-452. 41 Cf. ROMERO POSE, “Ticonio”, 43-44; J. F. KELLY, “Bede and the Irish Exegetical Tradition on the Apocalypse”: RBen 92 (1982) 393-406. A. ÁLVAREZ 292 la antigüedad. Titulado Expositionis in Apocalypsin42, sigue a Ticonio, pero sobre todo a Primasio, de quien se muestra deudor y admirador43. Su exége- sis, como todas las de este tiempo, es de orden espiritual, y busca acomodar las visiones de Juan con los demás datos de la teología44. En España, Beato de Liébana (735-798), abad de Liébana, en Cantabria, escribió en el año 776 su Commentarius in Apocalypsin en 12 tomos, para explicarlo a los monjes45. Basado en otros libros de Santos Padres, lo cual pone de manifiesto la gran biblioteca que debía de poseer, Beato no se muestra muy original en su exégesis. Depende, como él mismo confiesa, de numerosos predecesores, de quienes toma literalmente sus citas al estilo de una Catena in Apocalypsin46. Sin embargo, de manera incipiente ya presenta una interpretación historicista del libro, al dividir las edades del mundo en seis períodos, el último de los cuales finalizaría en el año 800 con la segunda venida de Jesucristo47. Beato ha pasado además a la historia del arte, por- que en su libro comenzaron a incluirse junto a los textos ilustraciones o mi- niaturas cuya temática y técnica fueron fundamentales para la evolución de la pintura y escultura españolas48. 42 La edición crítica de la obra de Ambrosio Autperto puede verse en R. WEBER (ed), Ambro- sius Autpertus, Opera. Espositionis in Apocalypsin Libri X (Brepols 1975). 43 Cf. S. BOVO, “Le fonti del Commento di Ambrogio Autperto sull’Apocalisse”, en: A. METZIN- GER (ed.), Miscellanea biblica et orientalia R. P. Athanasio Miller completis LXX annis oblata (Studia Anselmiana 27-28; Roma 1951) 372-403. 44 C. LEONARDI, “Spiritualità di Ambrogio Autperto”: StMed 9 (1968) 1-131. 45 La edición generalmente citada del comentario de Beato es la de E. ROMERO POSE (ed.), Sancti Beati a Liebana Commentarius in Apocalypsin I-II (Scriptores Graeci et latini consilio Academiae Lynceorum editi; Romae 1985). Véase también J. GONZÁLEZ ECHEGARAY (ed.), Beato de Liébana: Obras completas (BAC Mayor 47; Madrid 1995). Para el texto que sigue Beato, cf. M. C. DÍAZ y DÍAZ, “La tradición del texto de los Comentarios al Apocalipsis”, en: Actas del Sim- posio para el estudio de los códices del Comentario al Apocalipsis de Beato de Liébana. Madrid, 22-25 de noviembre de 1976, I (Madrid 1978) 215-247. 46 Un estudio sobre el comentario de Beda y Beato puede verse en R. GRYSON, “Les com- mentaires patristiques latins de l’Apocalypse” II: RTL 28 (1997) 484-502. 47 J. GIL FERNÁNDEZ, “Los terrores del año 800”, en: Actas del Simposio para el estudio de los códices del Comentario al Apocalipsis de Beato de Liebana (Madrid, 22-25 de noviembre de 1976) I (Madrid 1978) 216. Beato murió dos años antes de esa fecha, así que no pudo compro- bar lo errado de su predicción. 48 Perdida la obra original, sólo se han conservado 25 códices ilustrados, de los siglos IX al XIII, que del autor del Comentario han tomado el nombre de “Beatos”. Véase J. YARZA LUACES, Beato de Liébana. Manuscritos Iluminados (Barcelona 1998) donde se recoge las miniaturas más importantes de los códices. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 293 Antes de que termine el siglo tenemos a Alcuino de York (735-804), nota- ble erudito del renacimiento carolingio49. Su comentario llega sólo hasta Ap 12,12, y en él sigue sobre todo a Beda y a Ambrosio Autperto, a éste último a veces literalmente50. A partir de aquí el Apocalipsis conocerá más bien obras de compilación, poco interesadas en la historia y más centradas en la vida de la Iglesia, como las de Haimo de Halberstadt († 853)51, o la del autor desconocido que firmó su comentario, original e interesante, con el seudónimo de Berengaudo (s. XII)52. En el período de la lucha por las investiduras y de la reforma gregoria- na, el Apocalipsis adquirió gran actualidad por su temática de enfrentamiento entre la Iglesia y el poder político, y Bruno de Asti († 1123), obispo de Segni, escribió un comentario en 1080, en pleno conflicto, explicando el texto de Juan como una defensa del papado contra las pretensiones imperiales53. En esta primera parte del Medioevo, pues, sigue interpretándose el Apo- calipsis con el método alegórico, en la línea de la salvación ya realizada y ofrecida al hombre en la Iglesia. La idea que domina la exégesis del Apoca- lipsis, iniciada ya en el siglo IV, y que continúa en este período, es que las visiones de Juan describen a los apóstoles y doctores cristianos que difun- den con su palabra y su predicación los misterios de la fe, para la salvación de los justos y la perdición de los pecadores54. 49 Commentarium in Apocalypsin (PL 100, 1085-1156). 50 Cf. TH. W. MACKAY, “Apocalypse Comments by Primasius, Bede and Alcuin: Introduction- ship, Dependency and Individuality”, en: M. F. WILES-E. J. YARNOLD-P. M. PARVIS (eds.), Studia Patriótica 36: Paper Presented at the Thirteenth Internacional Conference on Patristic Studies Held in Oxford 1999 (Leuven 2001) 28-34. 51 Expositionis in Apocalypsin B. Joannis libri septem (PL 117,937-1220). 52 Su libro, Expositionem Apocalypsis Admonitio, ha sido publicado erróneamente entre las obras de san Ambrosio, en la Patrología Latina 17,841-1058. Estudios críticos posteriores lo ubican en el siglo XII. Cf. G. KRETSCHMAR, Die Offenbarung des Johannes. Die Geschichte ihrer Auslegung im 1. Jahrhundert (Calwer Theolgosiche Monographien 9; Stuttgart 1985) 137. 53 Expositio in Apocalypsim (PL 165, 605-736). 54 Para las consecuencias históricas en la Edad Media de la interpretación del Apocalipsis por parte de Victorino, Ticonio, Jerónimo, Primasio, Ambosio Autperto, Beato de Liébana y Hai- mo de Halberstadt, cf. D. W. LUMSDEN, And Then the End Will Come. Early Latin Christian Inter- pretations of the Opening of Seven Seals (New York-London 2001). A. ÁLVAREZ 294 2. Siglos XII al XVI: el modelo historicista a) Joaquín de Fiore. Pero en el siglo XII surge en Italia una nueva forma de interpretar el Apo- calipsis, con Joaquín de Fiore (1135-1202)55. Este monje calabrés, de la or- den del Cister, usó el Apocalipsis para exponer sus propias ideas, con una novedad y una fuerza tal que sólo se explican por el hecho de que él mismo se creía un iluminado56. Según él, toda la historia humana se desarrolla en tres fases o etapas, de 42 generaciones cadauna; en total, 1260 años por etapa57. La primera edad, del Padre, terminó con el AT; la segunda, del Hijo, empezó con la venida de Jesucristo y estaría por terminar en su época; y la tercera, del Espíritu, comenzaría precisamente en el año 1260. Partiendo de esta concepción de la historia, Joaquín de Fiore escribió en 1195 su Expositio in Apocalypsim58, donde divide el libro de Juan en ocho partes. A cada una de ellas le corresponde una época de la historia de la Iglesia, las cuales se caracterizan por un ‘orden’ o modo de vida religioso, y por un perseguidor de turno59. Mediante la técnica de la ‘recapitulación’, Joa- 55 Joaquín nació en Célico, aldea de Calabria. Ingresó en la Orden del Cister, pero conside- rando que ésta se había relajado en la disciplina original de San Bernardo, se retiró a las monta- ñas de Calabria y se instaló en Fiore, donde fundó con algunos de sus discípulos un monasterio bajo la regla más rigurosa del Cister. Su congregación se extendió luego por casi toda Italia. Para su biografía cf. H. GRUNDMANN, Gioacchino da Fiore. Vita e opere (Opere di Gioacchino da Fiore: testi e strumenti 8; Roma 1997). 56 B. MCGINN, Visions of the End. Apocalyptic Traditions in the Middle Ages (New York 1998) 130. 57 Dando a cada generación la duración de 30 años, 42 generaciones hacen 1260 años. Así, Joaquín le dio una nueva y original interpretación a las cifras tradicionales de Dn 7,25 y de Ap 11,2; 12,6. 58 La obra puede verse en E. K. BURGER (ed.), Joachim of Fiore, Enchiridion super Apoca- lypsim, with Notes and Introduction (Toronto-Ontario 1986). También en K. V. SELGE (ed), Gioacchino da Fiore: introduzione all’Apocalisse (Opere di Gioacchino da Fiore: testi e strumenti 6; Roma 1995). 59 Estas ocho partes son: 1) El “orden” de los apóstoles, que enfrenta el ataque de los judíos (Ap 1-3); 2) El “orden” de los mártires, perseguido por los emperadores (Ap 4-7); 3) El “orden” de los doctores, combatido por los herejes (Ap 8-11); 4) El “orden” de los monjes, perseguidos por los musulmanes (Ap 12-14); 5) La Iglesia de Roma, hostigada por los emperadores alemanes (Ap 15); 6) El tiempo de Joaquín de Fiore, en el que deberá enfrentarse con el Dragón (Ap 16- 19); 7) El reino de Cristo, en el que Satanás será derrotado (Ap 20); 8) La consumación definitiva (Ap 21-22). Cf. E. R. DANIEL, “Joachim of Fiore: Patterns of History in the Apocalypse”, en: EM- MERSON-MCGINN, Apocalypse in the Middle Ages, 80. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 295 quín sostiene que muchos de los elementos de una época se repiten en la otra, de modo que los eventos históricos (el Islam, las cruzadas, Saladino) se encuentran aludidos en diferentes lugares. Según su especial concepción de la historia, el florense considera que está viviendo los últimos tiempos, antes de la llegada del reino de Cristo y de la era de prosperidad y paz anunciada en el capítulo 20 del Apocalipsis60. Las ideas de Joaquín de Fiore significaron una revolución en la interpreta- ción del Apocalipsis, puesto que por primera vez se leía en este libro la histo- ria del mundo, haciendo así pasar la exégesis del plano de la eclesiología apologética y edificante de sus predecesores, al plano concreto de la histo- ria61. Antes de él, y debido a la terminante actitud de San Agustín de recha- zar toda lectura literal, los comentaristas habían evitado cualquier intento de hacer del Apocalipsis un libro de anuncios proféticos, tanto de la historia pa- sada como de la futura. Pero Joaquín rompió con esta tradición, y buscando en las imágenes y símbolos apocalípticos los diversos períodos de la Iglesia, pasada, presente y futura, elaboró una teología de la historia. Esto lo convir- tió en el hermeneuta más famoso del Medioevo, y su teoría tuvo una reper- cusión inmensa62. b) El joaquinismo. Siguiendo esta misma línea, el franciscano Nicolás de Lira (1270-1340) compuso en 1329 su gran comentario bíblico Postillae Perpetuae in Univer- 60 A. RODOLFI, “Regno millenario e fine del mondo nell’ «Enchiridion super Apocalypsim» di Gioacchino da Fiore”, MR 8 (1997), 1-24. Como afirma B. MCGINN, The Calabrian Abbot. Joachim of Fiore in the History of Western Thought (New York 1985) 154: “Probably no single part of the long commentary shows Joachim’s break with 700 years of Latin exegetical tradition more decisively than his treatement of the Apocalypse’s description of the thousand-year reign of Christ and the saints upon earth”. 61 Según MCGINN, The Calabrian Abbot, 108: “No other apocalyptic author was as concerned as Joachim with the ordering of history”. 62 Las ideas teológicas de Joaquín de Fiore fueron criticadas por Tomás de Aquino. Cf. J. I. SARANYANA, Joaquín de Fiore y Santo Tomás de Aquino. Historia doctrinal de una polémica (Pamplona 1979). En 1215 el IV Concilio de Letrán condenó su doctrina trinitaria, y en 1263 el Concilio de Arlés condenó en bloque toda su producción teológica. Cf. E. REINHARDT, “Joaquín de Fiore y el IV Concilio Lateranense”: AHIg 11 (2002) 95-104. Como Joaquín afirmaba que la era del Hijo, es decir del Evangelio, debía ser reemplazada por otra del Espíritu, después de su muerte circuló la noticia de que éste había intentado reemplazar las Escrituras y el Evangelio con un Evangelio Eterno que él mismo había compuesto, idea que perduró en diversos círculos esotéricos. Cf. M. REEVES-W. GOULD, Joachim of Fiore and the myth of the Eternal Evangel in the nineteenth century (Oxford 1987). A. ÁLVAREZ 296 sam S. Scripturam empleando idéntica exégesis que Joaquín de Fiore63. Pero el franciscano abandonó la teoría de la recapitulación y sostuvo que las imágenes del Apocalipsis presentaban una secuencia continuada de la histo- ria de la Iglesia desde el siglo I en adelante. Con su obra, Nicolás de Lira consagró como legítima esta exégesis, y a partir de este momento se volvió habitual interpretar el Apocalipsis como una profecía de las diversas etapas de la historia de la Iglesia, desde su comienzo hasta el fin de los tiempos, en orden cronológico y sin repeticiones64. Algunos no se contentaron con historizar el Apocalipsis, sino que lo politi- zaron y lo aplicaron a diversos ámbitos de la reflexión65. De todos modos, el gran logro de esta interpretación fue sobre todo el haber conseguido reinser- tar el texto de Juan en la historia contemporánea. Sin embargo, era previsible que semejante principio hermenéutico excita- ra la fantasía de muchos exegetas, que terminaron por descubrir en el Apo- calipsis el anuncio de cuantos hechos históricos quisieran ver66. Así, durante la tensión antieclesial de los siglos XIII al XV, el Apocalipsis se usó para ata- car los errores de la Iglesia y denigrar al papado67. En esta línea interpretati- va se inscriben Gerardo del Borgo de San Dionisio (1234-1290)68, Fra Dolci- 63 Para el estudio de esta obra véase PH. D. KREY, Nicholas of Lyra’s Apocalypse Commen- tary, transl. with an introd. and notes (Kalamazoo 1997). 64 Cf. PH. D. KREY-S. L. SMITH, Nicholas of Lyra: The Senses of Scripture (Leiden 2000). Véase también M. TABET, “El misterio de la Revelación divina en la Biblia según Nicolás de Lira”, en: C. IZQUIERDO (ed.), Dios en la Palabra y en la Historia (Pamplona 1993) 569-578. 65 La visión optimista de la historia de Joaquín de Fiore con el anuncio de la llegada, des- pués de la etapa del anticristo que se pensaba inminente, de una época de esplendor y prospe- ridad, influyó en innumerables pensadores posteriores como Lessing, Schelling, Fichte, Hegel, Marx, Bloch e incluso Hitler. La gran repercusión de las ideas joaquinitas ha sido estudiada por HENRI DE LUBAC en su obra enciclopédica La postérité espirituelle de Joachim de Flore (Paris 1978 [vol I], 1981 [vol II]). Véase también R. RUSCONI (ed.), Storia e figure dell’Apocalissefra ‘500 e ‘600. 4º Congresso internazionale di studi gioachimiti (Opere di Gioacchino da Fiore: testi e strumenti 7; Roma 1997); G. L. POTESTÀ, “Linee di ricerca e questioni aperte riguardo a Gioac- chino da Fiore e alla sua eredità storica e dottrinale”: AHIg 11 (2002) 105-112. Uno de los más claros y mejores escritos sobre el pensamiento y la influencia de Joaquín de Fiore es el artículo de M. REEVES, “The Originality and Influence of Joachim of Fiore”: Traditio 36 (1980) 269-316. 66 Para las principales debilidades del modelo historicista, cf. OSBORNE, Revelation, 19. 67 Cf. A. DE ZABALLA BEASCOECHEA, “La discusión conceptual sobre el milenarismo y mesia- nismo en Latinoamérica”: AHIg 10 (2001) 357. 68 Este franciscano siciliano escribió en 1254 la obra Liber Introductorius in Evangelium Aeternum, condenada por la Iglesia y destruida. Algunos extractos han sobrevivido, y han sido editados en H. DENIFLE, “Protocoll der Commission zu Anagni”: ArchLitKgMA 1 (1885) 99-142; EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 297 no (1270-1307)69, Pedro de Juan Olivi (1248-1298) con su Postilla super Apocalypsim70, Ubertino de Casale (1259-1320) con el Arbor vitae crucifixae Jesu Christi71, Angel Clareno (1267-1337)72 y Juan de Parma73. Se podría incluir además a Dante Alighieri74, y al dominico Savonarola (1452-1498). Durante la época de la Reforma esta interpretación degeneró en polémi- cas contra la Iglesia de Roma, de modo que las visiones de Juan fueron leí- das en clave anticatólica. El mismo Lutero (1483-1546), que al principio re- chazaba el libro del Apocalipsis, en 1534 escribió un breve comentario, de tono netamente político y antirromano, en el que identificaba a las dos bes- tias de Ap 13 con el Imperio (en ese entonces gobernado por Carlos V) y el Papa75. Actualmente, la lectura historicista del Apocalipsis no es muy popular en- tre los estudiosos. Sin embargo sigue siendo empleada por sectas y movi- mientos religiosos con tendencias fanáticas y fundamentalistas, que creen que el Apocalipsis con sus visiones predice los sucesos cronológicos que desembocarán en la aparición de un nuevo paraíso en la tierra76. ID., “Das Evangelium aeternum und die Commission zu Anagni”: ArchLitKgMA 1 (1885) 49-98. Véase también B. TÖPFER, “Eine Handschrift des Evangelium aeternum des Gerardino von Borgo San Donnino”: ZG 8 (1960) 156-163. 69 R. ORIOLI (ed.), Fra Dolcino. Nascita, vita e morte di una eresia medievale (Milan 1983); C. MORNESE, Eresia dolciniana e resistenza montanara (Roma 2002); G. BURATTI, L'anarchia cris- tiana di fra Dolcino e Margherita (Pollone [Biella] 2002). 70 Cf. D. BURR, Olivi’s peaceable kingdom. A Reading of the Apocalypse commentary (Phila- delphia 1993); E. PISPISA, Gioacchino da Fiore e i cronisti medievali (Messina 1988). 71 Un comentario al Arbor vitae crucifixae puede verse en M. DAMIATA, Aspettando l'Apoca- lisse in fervore e furore con Ubertino da Casale (Arbor vitae crucifixae) (Roma 2000). 72 Cf. L. VON AUW, “La vraie église d'après les lettres d'Angelo Clareno”, en: L'attesta dell'età nuova nella spiritualità della fine del medioevo. Convegni del Centro di studi sulla spiritualità medievale III, 16-19 ottobre 1960 (Todi 1962) 433-442. G. L. POTESTÀ, Angelo Clareno dai poveri eremiti ai Fraticelli (Nuovi Studi Storichi 8; Roma 1990). 73 General de la OFM entre 1247 y 1257, y destituido del cargo por San Buenaventura, que quiso limpiar la orden de los ‘espirituales’. 74 Por algunas secciones de la Divina Commedia, como Infierno 19,106-111; Purgatorio 29,64-105; 32,109-160. Cf. P. ARMOUR, “L’Apocalisse nel canto XXIX del Purgatorio”, en: G. BARBLAN (ed.), Dante e la Bibbia. Atti del Convegno Internazionale promosso da ‘Biblia’ 26-27-28 settembre 1986 (Firenze 1988) 145-149. 75 Cf. K. G. NEWPORT, “Revelation 13 and the Papal Antichrist in Eighteenth-Century Eng- land: A Study in New Testament Eisegesis”: BJRL 80 (1997) 143-160. 76 Sobre la interpretación historicista F. F. Bruce comenta: “No important contribution to exegesis of Revelation was made by (historicists), whether J. A. Bengel in Germany or Joseph A. ÁLVAREZ 298 III. LA ÉPOCA MODERNA 1. La interpretación futurista Con el despertar del espíritu humanista científico y crítico del Renacimien- to decayó la espiritualidad de la Época Medieval, y en muchos sectores se perdió el interés que había por las profecías. Surgió entonces a fines del siglo XVI, como reacción a las excesivas fantasías exegéticas del método historicista precedente, un nuevo sistema interpretativo que acentuaba la óptica escatológica. Según este sistema, las visiones del Apocalipsis se refie- ren a los acontecimientos finales de la historia, sin decir nada de la fase in- termedia. Sólo profetizaban los eventos del fin del mundo. Esta exégesis fue inaugurada por el jesuita español Francisco Ribera (1537-1591), autor del voluminoso Commentarii in Apocalypsin, publicado en Salamanca en 1591, y uno de los primeros comentarios propiamente moder- nos al Apocalipsis. Según Ribera, el libro de Juan se refiere a los primeros tiempos de la Iglesia sólo hasta Ap 6,8. A partir de allí se narran las calami- dades inmediatamente anteriores al Anticristo. Y desde el capítulo 11 se describen las persecuciones que sufrirá la Iglesia en los últimos tiempos77. Esta visión de la obra de Juan tuvo éxito, y fue seguida por otros autores, como Roberto Bellarmino (1542 - 1621 )78, Brás Viegas (1554-1599), Benito Pereyra (1535-1610), y el famoso jesuita belga Cornelio a Lápide (1567- 1637)79. Mede, Sir Isaac Newton, and William Whiston in England. The book itself has suffered in its reputation from the extravagances of some of its interpreters, who have treated it as if it were a table of mathematical conundrums or a divinely inspired Old Moore’s Almanack”; cf. F. F. BRUCE, Revelation (Grand Rapids 1986) 1595. 77 F. RIBERA, In sacra beati Iohannis Aposstoli et Evangelistae Apocalypsim Commentarii (Salamanca 1591) 333. Un estudio sobre el comentario de Ribera puede verse en A. SALERNO, “Chiesa e storia del Commmento all’Apocalisse di Francisco de Ribera S. J. (1537-1591)”: Laós 2 (2,1995) 35-48. Ribera murió al año siguiente de publicado su libro, de modo que no pudo desarrollar ulteriormente su óptica. Según él, los tres años y medio de tribulaciones de las que habla el Apocalipsis no deben tomarse simbólicamente (para evitar las arbitrarias fantasías) sino literalmente, y sería una época inmediatamente anterior a la segunda venida de Cristo. 78 En su obra publicada entre 1581 y 1593, y titulada De Controversiis Christianae Fidei, Adversus Huius temporis haereticos, en la que trasladaba estas profecías hacia el futuro. 79 En su comentario al Apocalipsis de 1625. Cf. R. OSCULATI, “‘Hic Romae’: Cornelio a Lapi- de commentatore dell’Apocalisse al Collegio Romano”, en: RUSCONI, Storia e figure, 315-329; sobre la lectura jesuítica del Ap en esa época, cf. A. SALERNO, “Chiesa e storia nel Commento all’Apocalisse di Gregorio Ferrari (1580-1659)”: Laós 4 (1997) 35-55. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 299 Modernamente, la interpretación futurista se dividió en dos corrientes principales. La primera, se encuentra en la corriente evangélica llamada ‘dis- pensacionalismo’, difundida sobre todo por J. N. Darby a partir de 1830, y popularizada por C. Scofield en su Scofield Reference Bible, publicada en 1909. Según el dispensacionalismo, la historia del mundo se divide en varias eras o “dispensaciones”80. El libro del Apocalipsis apuntaría a esta última dispensación o era escatológica81. La segunda, menos literal y más seria, se encuentra en numerosos movimientos religiosos que sostienen igualmente que el Apocalipsisdescribe las pruebas que deben atravesar los cristianos en los últimos tiempos, pero no consideran de un modo tan estricto las visio- nes como secuencia cronológica de los sucesos futuros82. 2. La interpretación preterista En el siglo XVI, y paralelamente a la interpretación futurista, surgió un segundo modo de leer el Apocalipsis, como reacción al método de la historia universal difundido por Joaquín de Fiore. Es la lectura llamada de la historia contemporánea. Según ésta, los símbolos del Apocalipsis señalan principal- mente a los sucesos de la época del autor, es decir, hacen referencia a las dificultades que debían enfrentar en el siglo I las nacientes comunidades cristianas en relación con el judaísmo y el Imperio Romano83. El iniciador de este sistema fue el dominico belga Johan Henten (1499- 1566), famoso corrector de la Vulgata84, seguido por Alfonso Salmerón (1515-1585). Pero su gran sistematizador y propulsor fue el jesuita español Luis de Alcázar (1554-1613) en su monumental obra Vestigatio arcani sen- 80 Éstas son: 1) De Adán hasta la caída; 2) Desde la caída hasta Noe; 3) Desde el diluvio hasta Abraham; 4) Desde Abraham hasta Sinaí; 5) Desde Sinaí hasta la cruz; 6) Desde la cruz hasta la segunda Venida; 7) Desde la Segunda Venida hasta el Reino Eterno. Cf. C. I. SCOFIELD, Rightly Dividing the Word of Truth (Neptune 1896) 9-11. 81 Aunque el dispensacionalismo fue rechazado por la mayoría de las iglesias americanas a fines del siglo XIX, sin embargo a partir del siglo XX logró gran aceptación entre los movimientos pentecostales fundamentalista, y hoy goza de enorme popularidad. 82 Véase G. K. BEALE, The Book of Revelation (Grand Rapids-Michigan-Cambridge 1999) 46- 47. 83 Para el significado del preterismo, cf. T. ICE, “What Is Preterism?”, en: LAHAYE-ICE, The End Times Controversy, 17-35. 84 En su libro Enarrationes in Acta Apostolorum et in Apocalypsin (Louvain 1845). A. ÁLVAREZ 300 sus in Apocalypsi, editada en Amberes en 161285. Esta nueva dirección in- terpretativa se difundirá ampliamente en Francia durante los siglos XVII y XVIII. Y en Alemania, los estudiosos de la crítica literaria del siglo XIX se basaron en este sistema para intentar reconstruir el trasfondo histórico de la obra joánica. Sin embargo hubo también muchas exageraciones y desviacio- nes de parte de los que trataron de ver en cada escena del Apocalipsis alu- siones a detalles históricos del siglo I86. Actualmente la corriente preterista se encuentra dividida en tres ramas principales: a) el preterismo liberal87, que refiere las visiones del Apocalipsis a los acontecimientos del año 70 y a la destrucción de Jerusalén, como sim- ples profecías ex eventu; b) el preterismo extremo88, que en su obsesión de aplicar todo el Apocalipsis a los acontecimientos anteriores al año 70, llega a negar la resurrección de los muertos, la parusía de Jesucristo, el juicio final, y la resurrección corporal de Jesús; c) el preterismo evangélico actual, que sostiene que el Apocalipsis alude a los sucesos de los años 30 al 70 como un acontecimiento redentor único, puesto que allí Dios amplió la redención universal, al hacernos pasar de un culto basado en el Templo a un culto ba- sado en el espíritu. A su vez, los hechos del año 70 son un anuncio de lo que sucederá en la segunda venida de Jesús89. 85 Según Alcázar, Ap 1-11 describe el rechazo de los judíos y la destrucción de Jerusalén por los romanos; Ap 12-19 la derrota del mundo pagano y la conversión del imperio romano al cristianismo; Ap 20 la persecución del anticristo Nerón; y Ap 21-22 el triunfo de la Iglesia Católi- ca Romana. Al igual que el sistema futurista, el sistema preterista de Alcázar buscaba eliminar la aplicación del Apocalipsis al tiempo intermedio de la Iglesia y a las polémicas antipapales. Véase el estudio sobre Alcázar de F. CONTRERAS, “Luis de Alcázar, Vestigatio arconi sensus in Apoca- lypsi (1614). Presentación, estudio y comentarios”: ATG 58 (1989) 51-168. 86 Siguieron también la visión preterista estudiosos como H. Grotius (1583-1645), H. Ham- mond (1605-1660), J. Lightfoot (1601-1675), J. Le Clerc (1657-1736), M. S. Terry (1840-1914), y P. Schaff (1819-1893). 87 Por ejemplo, J. MOFFATT, The Revelation of St. John the Divine, The Expositor’s Greek Testament (London 1910). 88 Por ejemplo, J. S. RUSSELL, The Parousia: A Critical Inquiry into the New Testament Doc- trine of Our Lord's Second Coming (Grand Rapids 1999 [18871]); S. GREGG, Revelation: Four Views. A Parallel Commentary (Nashville 1997) 248. 89 Para una historia del preterismo, cf. T. ICE, “The History of Preterism”, en: LAHAYE-ICE, The End Times Controversy, 37-66. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 301 IV. LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA 1. El nacimiento de la exégesis científica A partir del siglo XVIII se desarrolla una transformación exegética, prece- dida y acompañada por una verdadera revolución teológica. Comienza a perfilarse la exégesis científica como indagación de la razón, con métodos propios e independientes de la fe. En el campo del Apocalipsis, aparecen los primeros intentos de estudiar el libro dentro del judaísmo de su tiempo90. En el siglo XIX, el auge de la crítica histórica, literaria y de la historia de las religiones aportó numerosos elementos para una mejor comprensión del texto joánico. Por ejemplo, las contribuciones de la escuela de la historia de las religiones permitieron situar la obra en el contexto de la cultura religiosa de Grecia y del Oriente antiguo. En este sentido sobresalen los estudios de W. Bousset91, A. F. Loisy92, y H. Gunkel93. Se cuestionó la unidad literaria de la obra, y empezó a vérsela como un tejido de varios apocalipsis de épocas diversas, y de distintos autores (Cerinto, Juan Marcos, Juan el Presbítero), reunidos por un redactor posterior, que debían ser estudiados por separado con su propia historia. A comienzos del siglo XX, los estudios sobre el Apocalipsis vienen inser- tados en el ámbito de la literatura apocalíptica judía, de la cual el libro de Juan tomaría el lenguaje, las imágenes y las concepciones. El más insigne representante de esta corriente de estudios fue R. H. Charles, quien había encontrado en la categoría de la ‘apocalíptica’, recientemente descubierta e identificada como un conjunto homogéneo de escritos, nuevos materiales para utilizar y confrontar con la obra de Juan94. Estas contribuciones venían a enriquecer, y en parte a sustituir, los elementos aportados por la escuela de 90 Así por ejemplo J. G. HERDER en su comentario Das Buch von der Zukunft des Herrn, des Neuen Testaments Siegel, Riga 1779. Antes que él, J. Hardouin (1741), J. J. Wetstein (1752), J. Harenberg (1759), y F. Abauzit (1770). Después que él, H. G. Hartwig (1780). Cf. Lupieri, L’Apocalisse, XXIV. 91 Cf. W. BOUSSET, The Antichrist Legend. A Chapter in Christian and Jewish Folklore (Lon- don 1896) cuyo estudio sobre el mito del anticristo marcó una época en la exégesis. 92 A. F. LOISY, L’Apocalypse de Jean (Paris 1923). 93 Sus obras en esta línea son numerosas. Véase por ejemplo H. GUNKEL, Zum religionsgeschichtlichen Verständnis des Neuen Testaments (FRLANT 1; Göttingen 1903). Gun- kel es considerado el fundador de la crítica de las formas. 94 R. H. CHARLES, A Critical and Exegetical Commentary on the Revelation of St. John I (Edinburgh 1920) L-LV. A. ÁLVAREZ 302 la historia de las religiones, que privilegiaba el contexto cultural griego y oriental. Otros autores como E. B. Allo95, C. Brütsch96, A. Wikenhauser97, M.-É. Boismard98, U. Vanni99, dieron realce y prestigio a los estudios del Apocalip- sis en el siglo XX. 2. La creciente actualización de las visiones A partir de la década de los 70 comienza un cambio en la interpretación delApocalipsis100. Hasta ese momento se tenía como dato indiscutible que el libro hacía referencia a sucesos que debían cumplirse en el futuro, con la segunda venida de Jesús al final de los tiempos. Esto, como consecuencia de haberse estudiado durante décadas el Apocalipsis en estrecha relación con la literatura apocalíptica judía, la cual se caracteriza justamente por su proyección de eventos del futuro, y por su lenguaje amenazador y catastrófi- co. Pero en las últimas décadas del siglo XX, junto con las crecientes dudas sobre la ‘apocalíptica’ como categoría de pensamiento y como grupo de es- critos homogéneos101, se produce un reajuste del Apocalipsis en relación con los demás escritos apocalípticos. No se niega su vinculación, pero se nota que tal semejanza es más formal que conceptual. Por otra parte, se tiende a subrayar las diferencias entre Apocalipsis y apocalíptica, más que sus analo- gías102. Este distanciamiento del Apocalipsis con la literatura apocalíptica produjo un mayor acercamiento con el AT, en especial con la profecía bíblica, consi- 95 E. B. ALLO, Saint Jean, L’Apocalypse (Paris 31933). 96 C. BRÜTSCH, La Clarté de l’Apocalypse (Genève 51965 [11940]). 97 A. WIKENHAUSER, Die Offenbarung Johannes (Das Neue Testament 9; Regensburg 31959 [11947]). 98 M.-É. BOISMARD, “‘L’Apocalypse’ ou ‘les apocalypses’ de S. Jean”: RB 56 (1949) 507-527. 99 U. VANNI, La struttura letteraria dell'Apocalisse (Brescia 21980 [11971]). 100 Para un análisis de los estudios del Apocalipsis en el último cuarto del siglo XX, cf. C. MAZZUCCO, “A proposito di alcuni studi recenti sull’Apocalisse”: RivB 31 (1983) 213-225. 101 Cf. K. KOCH, The Rediscovery of Apocalyptic: A Polemical Work on a Neglected Area of Biblical Studies and Its Damaging Effects on Theology and Phiilosophy (SBT 22; Naperville 1972); P. SACCHI, “L’apocalittica e il problema del male”: PV 25 (1980) 325-329. 102 Cf. U. VANNI, “L’Apocalypse johannique. État de la question”, en: LAMBRECHT, L'Apoca- lypse, 27-28; M. DE GROOTE, “Apokalyptik und die eigene Art der Johannesapokalypse”: BZ 46 (2002) 103-106. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 303 derada ahora como clave para interpretar su contenido y su lenguaje103. Co- mo consecuencia de este acercamiento a la profecía, comenzó a rechazarse el carácter ‘misterioso’ y ‘catastrófico’ del Apocalipsis104, y a abandonar la idea de que el libro de Juan mencione sucesos exclusivamente futuros, o referentes al fin del mundo. Hoy en día, se nota una tendencia a aplicar las visiones del Apocalipsis cada vez más a una escatología realizada, a reducir las alusiones al futuro, y a englobar su mensaje en una perspectiva cronoló- gica omnicomprensiva y más general, alejada de la rígida dimensión tempo- ral futurista. De todos modos, y con diferentes matices, los estudiosos siguen considerando algunas pocas secciones como referidas al futuro. Se reconoce que la victoria de Jesucristo y la salvación realizada por Él en la historia son parte del mensaje central, aunque el cumplimiento definitivo y su plena mani- festación aún se esperan para el final de los tiempos105. Es en este contexto en el que aparece un nuevo modelo interpretativo del Apocalipsis. 3. El modelo pascual a) E. Corsini y el modelo pascual preparatorio. En 1980, el patrólogo italiano E. Corsini inauguró un nuevo modelo inter- pretativo, que suscitó gran interés tanto en Italia como fuera de ella. En un comentario al Apocalipsis publicado en 1980, sostiene que las visiones de Juan relativas a Cristo no se refieren a su segunda venida sino a su primera venida, de modo que el libro relata únicamente los sucesos referentes a la venida histórica de Jesús, en especial a su muerte y su resurrección106. 103 También se produjo un acercamiento del Apocalipsis con el NT, no sólo con los párrafos apocalípticos, sino con las demás corrientes neotestamentarias. Véase por ejemplo E. CORSINI, Apocalisse prima e dopo (Torino 41982) 65-82; D. HELLHOLM (ed.), Apocalypticism in the Medite- rranean World and the Near East (Tübingen 1983). Para la apocalíptica y los Evangelios, cf. V. FUSCO, “Gesù e l’apocalittica. I problemi e il metodo”: RSB 8 (1995) 37-69; J. S. KLOPPENBORG, “Symbolic Eschatology and the Apocalypticism of Q”: HTR 80 (1987) 287-306; G. SEGALLA, “La memoria simbolica del Gesù Terreno nel libro dell’Apocalisse”: LA 50 (2000) 115-141. Para la apocalíptica y San Pablo, cf. L. E. KECK, “Paul and Apocalyptic Theology”: Int 38 (1984) 229-241; P. VON DER OSTEN-SACKEN, “Die paulinische Theologie als Form apokalyptischer Theologie”: EvT 39 (1979) 477-496; S. PAGE, “Revelation 20 and Pauline Eschatology”: JETS 23 (1980) 31-44. 104 Cf. P. PRIGENT, “Et le ciel s’ouvrit”. Apocalypse de saint Jean (Lire la Bible 51; Paris 1980) 18, 203, 207; J. P. PRÉVOST, Para terminar con el miedo. El Apocalipsis (Madrid 1987); CORSINI, Apocalisse, 15. 105 Cf. MAZZUCCO, “Alcuni studi recenti”, 221-222. 106 CORSINI, Apocalisse, 34-39. A. ÁLVAREZ 304 Según cuenta el propio Corsini107, cuando se encontraba realizando la traducción del comentario de Orígenes al evangelio de Juan, le llamó la atención ver que el Alejandrino se remitiera regularmente al Apocalipsis para interpretar el Cuarto Evangelio como algo completamente normal, cuando nosotros haríamos precisamente al revés: utilizaríamos el Cuarto Evangelio para explicar el Apocalipsis, que es más complejo. Así, dice Corsini, quedó en evidencia que Orígenes, cuando leía el Apocalipsis, lo hacía desde el misterio pascual, y no desde la escatología, ni desde la óptica del combate final entre las fuerzas del mal y la Iglesia. Corsini estudió, como patrólogo, la extraña forma de proceder de Orígenes, y comprobó que esta manera de interpretar el Apocalipsis era corriente en los primeros siglos, mientras que la aparición de la interpretación escatológica —y la desaparición de la exégesis pascual— se remonta a Eusebio de Cesarea (s. IV). Esto explicaría porqué fue posible atribuir en la antigüedad el libro del Apocalipsis al mismo autor del Cuarto Evangelio. En efecto, esta obra se revela en sí antiapocalíptica, al afirmar que el creyente recibe la vida eterna ya en esta vida, y que no hay que esperar para ello una segunda venida de Cristo. Si los primeros cristia- nos, cuando leían el Apocalipsis, hubieran interpretado que este libro poster- gaba el triunfo de Jesús para un futuro más o menos lejano, ¿lo habrían en- contrado compatible con el pensamiento del evangelio de Juan, como para adjudicarlo al mismo autor?108. La nueva interpretación suscitó diferentes reacciones entre los estudio- sos, algunas favorables y otras más escépticas109. A esta lectura, nosotros la denominamos ‘modelo pascual preparatorio’, puesto que según ella gran 107 En una conferencia pronunciada en Roma el 20 mayo 1981, y evocada por I. DE LA POT- TERIE, María en el misterio de la Alianza (Madrid 1993) 285. 108 CORSINI, Apocalisse, 41-42. 109 En los años siguientes a la publicación del libro de Corsini pude leer 24 recensiones. La constatación fue que los teólogos italianos y franceses en líneas generales fueron más bien receptivos con la nueva opinión. Incluso un exegeta de la talla de X. León Dufour la acogió favorablemente, le dio todo su apoyo haciendo traducir el libro para su colección de estudios bíblicos que dirige en la Editorial Seuil, y escribió incluso el prólogo, en el cual afirma animosa- mente que ningún nexo une indisolublemente al Apocalipsis con el final de los tiempos, y que por consiguiente la hipótesis de Corsini ofrece indudables ventajas sobre todas las otras que se han propuesto hasta ahora. Puede verse esta versión francesa en E. CORSINI, L’Apocalypse maintenant (Paris 1984) 9-14. En cambio los biblistas ingleses se mostraron más escépticos.Y los alemanes directamente la ignoraron. La primera recensión de un autor alemán que pude encontrar fue seis años posterior a la publicación del libro, lo cual demuestra el poco interés que despertó en ese ambiente. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 305 parte de las visiones del libro aparece referido a las etapas del AT, que pre- paran y desembocan en la venida de Cristo110. El modelo de Corsini tuvo un entusiasta partidario en M. Goémine111. Su comentario se sitúa en la misma línea del de Corisni, y al igual que éste considera el Apocalipsis no ya como una miranda hacia el fin de los tiempos, sino como una recapitulación de toda la historia bíblica hasta llegar al misterio pascual de Jesucristo. Gémine explota al máximo este nuevo filón, en el que cree encontrar la clave principal para entender todo el libro de Juan112. b) P. Prigent y el modelo pascual consecutivo. Al año siguiente, en 1981, publicó P. Prigent su comentario al Apocalip- sis113, curiosamente en la misma línea interpretativa que el patrólogo italiano, aun cuando no había tenido tiempo de leer la obra de Corsini. Pero mientras Corsini, como ya dijimos, sostenía que varias visiones del Apocalipsis se refieren a etapas del AT (al pecado original, la esclavitud de Egipto, la pere- grinación en el desierto, el reinado de Salomón, etc.) a modo de preparación para la venida de Cristo, Prigent sugería que todas las escenas del libro hacen alusión a los efectos benéficos ya producidos por la muerte y resu- rrección de Jesús. Por lo tanto su interpretación, a diferencia de la de Corsini, puede denominarse ‘modelo pascual consecutivo’, pues para él lo que narra el Apocalipsis son las maravillas que podemos disfrutar desde ahora, gracias a la victoria de Jesucristo sobre la muerte. El comentario de Prigent, por lo demás, a diferencia del de Corsini, estaba muy bien fundamentado bíblica- mente, a la vez que enriquecido con el aporte de la patrística, lo que le dio enorme solvencia al nuevo enfoque interpretativo114. 110 A la obra de Corsini se le ha hecho fundamentalmente dos críticas. La primera es que, quizás por no ser biblista, carece de un análisis exegético que justifique su postura. La segunda, que no ofrece prueba alguna de las cosas que afirma, además de que a lo largo de las 560 páginas del libro no hay absolutamente ninguna nota, y casi no tiene bibliografía. 111 M. GOEMINE, L’Évangile de Jésus-Christ selon l’Apocalypse de saint Jean (Paris 1995) 112 GOEMINE, L’Apocalypse, 8. 113 P. PRIGENT, L’Apocalypse de Saint Jean (Paris 1981). Casi veinte años después publicó una edición totalmente renovada y aumentada, siempre en la misma línea: P. PRIGENT, L’Apocalypse de Saint Jean (Commentaire du Nouveau Testment 14; Genève 2000). 114 Aunque Prigent destaca en varios pasajes el aspecto de realización de la nueva Jerusa- lén, sin embargo se lo ve fluctuar permanentemente entre la realización y la espera futura. A. ÁLVAREZ 306 En 2002, Prigent publicó Les secrets de l’Apocalypse115, en el que acen- túa y profundiza estas ideas. Afirma que el Apocalipsis de Juan no puede entenderse como anticipación profética de unos tiempos que vendrán cuando el mundo acabe, sino que es una expresión del misterio escondido en la Pascua de Jesús, con la cual ha llegado el fin de los tiempos116. Prigent pone de relieve las similitudes con la perspectiva de la profecía de Qumrán, que no habla de algo que sucederá más adelante (en un futuro temporal), sino de aquello que está sucediendo ahora (en forma de revelación escondida), en la experiencia de los fieles de la comunidad. En esta misma línea, los cristianos interpretan la pascua de Jesús como irrupción del tiempo definitivo de Dios; por eso no esperan la gran novedad como algo futuro, sino que viven desde ahora (aunque amenazados por la persecución) la presencia salvadora de Dios117. El libro de Juan, pues, no debe interpretarse como libro de historia, o como promesa de un futuro de manifestación final de Dios, sino como expe- riencia mística de revelación, como visión interna de una vida ya culminada en Cristo118. La obra de Prigent significó un gran aporte a la nueva corriente interpreta- tiva pascual, y permitió superar los defectos y las lagunas dejadas por Corsi- ni. De este modo, el modelo pascual se convirtió, en la historia de la interpre- tación del Apocalipsis, en una importante alternativa frente a las líneas de lectura tradicionales, y abrió un nuevo panorama, permitiendo superar los modelos habituales que habían llevado a los exegetas a un callejón sin sali- da119. 115 P. PRIGENT, Les secrets de l’Apocalypse. Mystique, ésotérisme et apocalypse (Paris 2002). 116 PRIGENT, Les secrets, 25-27. 117 PRIGENT, Les secrets, 37-62. 118 PRIGENT, Les secrets, 93. 119 Aunque no tuvo muchos seguidores, podemos encontrar algunos intentos en este senti- do, como el trabajo de J. MANIPARAMPIL, “A Spiral-Theological Literary Structure (An Overall Structure to the Book of Revelation)”: Biblebashyam 27 (2001) 44-75, para quien el Apocalipsis es una interpretación de la primera venida de Jesús, si bien su segunda venida está entrelazada con la primera. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 307 V. CONCLUSIÓN Después de haber presentado la historia de la interpretación del Apocalip- sis, creemos que es posible clasificar las opiniones y posturas allí encontra- das en diversos sistemas o modelos120. Casi todos los manuales suelen agruparlos en cuatro121. Nosotros, según la historia que hemos expuesto, creemos que se pueden clasificar en cinco: A) el simbólico; B) el historicista; C) el futurista; D) el preterista; E) el pascual. Estos modelos no se encuen- tran en estado puro entre los autores, sino con mayor o menor acentuación de elementos en uno u otro. A continuación expondremos las características de estos modelos, así como sus puntos débiles y criticables. 1. El modelo simbólico Llamado también espiritual, o idealista, o de la teología de la historia, con- siste en interpretar las imágenes y visiones del Apocalipsis de una manera simbólica, es decir, sin relación con acontecimientos históricos determinados. Según este sistema, las escenas del libro tienen sólo un valor teológico, espi- ritual, aplicable a la Iglesia de todos los lugares y de todos los tiempos, por- que expresan el constante drama, que durará tanto como el mundo, de la lucha entre el bien y el mal, entre la Iglesia y los poderes de este mundo, hasta la venida triunfal de Jesucristo. Según este sistema, pues, el Apocalip- 120 Sobre los sistemas interpretativos, cf. A. FEUILLET, “Les diverses méthodes d’interpré- tation de l’Apocalypse et les commentaires récentes”: AdC 71 (1961) 257-270; D. MOLLAT, “Prin- cipi d’interpretazione dell’ Apocalisse”, en: ASSOCIAZIONE BIBLICA ITALIANA, Apocalisse (Brescia 1967) 9-36; B. MARCONCINI, “Differenti metodi nell’interpretazione dell’Apocalisse”: BeO 18 (1976) 121-131; A. F. JOHNSON, “Revelation” (The Expositor’s Bible Commentary 12; Grand Rapids 1981) 408-413; C. M. PATE (ed.), Four views on the book of Revelation (Grand Rapids 1998). 121 Véase por ejemplo BEALE, Revelation, 44-49. Una excepción la constituye S. BARTINA, “Apocalipsis de San Juan”, en: La Sagrada Escritura. Texto y comentario por profesores de la Compañía de Jesús (Nuevo Testamento III; Madrid 1962) 576-584, quien enumera siete mode- los: 1) el milenarista; 2) el recapitulativo; 3) el de la historia universal de la iglesia; 4) el escatoló- gico; 5) el de la historia contemporánea del autor; 6) el del análisis literario; 7) el de las religiones comparadas. Pero sobre esta clasificación conviene notar que: a) el milenarismo es sólo un modo de interpretar el capítulo 20, no todo el libro; b) la recapitulación no es un sistema de interpretaciónsino un procedimiento literario, que puede aplicarse a diversos sistemas; c) el análisis literario tampoco es un sistema de interpretación sino un paso previo de crítica literaria para determinar las fuentes y documentos empleados por el autor o los autores. A. ÁLVAREZ 308 sis contiene más que nada una teología de la historia, o como dice Allo, una filosofía de la historia religiosa válida para todos los tiempos122. Una de las críticas más significativas que se le señala a este sistema es que no tiene en cuenta las numerosas alusiones a la historia que el autor del libro ciertamente hace, como cuando se refiere a la ciudad de Roma (17,9), o al emperador reinante (17,10)123. 2. El modelo historicista Conocido también como modelo de la historia universal, o de la historia del mundo (“weltgeschichtlich”), sostiene que en los símbolos del Apocalipsis se encuentran anunciados, en forma enigmática, los grandes acontecimientos de la historia desde el comienzo de la Iglesia hasta el fin del mundo. Para este modelo interpretativo, algunas de las visiones del libro ya se han cumplido, otras se están cumpliendo en el presente, y algunas, las últimas, aún faltan cumplirse en un futuro cercano. Beato de Liébana, en su famoso Commentarius, inicia de manera inci- piente este modelo en el siglo VIII, pero su gran exponente será Joaquín de Fiore. La principal observación que se le hace a este sistema es que se presta para que cada intérprete descubra en los símbolos del libro lo que le plazca, como vimos que de hecho ocurrió con el protestantismo que lo empleó contra el papado y la Iglesia Católica, y los católicos contra los enemigos de turno de la Iglesia. Además, un libro así habría tenido escaso interés para los lectores del siglo I, al que estaba dirigido124. Actualmente casi nadie lo sigue, y la exégesis científica lo considera ignominioso125. 122 ALLO, L'Apocalypse, 273. 123 G. E. LADD, A Theology of the New Testament (Grand Rapids 1993) 672-673. 124 H. HAILEY, Revelation: An Introduction and Commentary (Grand Rapids 1979) 49. 125 Con razón ALLO, L'Apocalypse, 232, declara que esta forma de leer el Apocalipsis consti- tuye el método más opuesto que existe al espíritu de Juan. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 309 3. El modelo futurista Se lo llama también modelo escatológico, o de la historia final (“end- geschichtlich”). Afirma que el Apocalipsis describe los últimos acontecimien- tos de la historia inmediatamente anteriores al juicio universal y a la consu- mación final. Según este sistema, lo que Juan detalla en su obra es ante todo el fin del mundo, de manera que las calamidades y castigos que allí vienen descritos deben entenderse como las señales precursoras propias de esta época terminal de la historia. Esta forma de interpretación, inaugurada por F. Ribera en el siglo XVI, fue compartida y desarrollada por numerosos autores después de él126. Se trata, como notan los críticos, del sistema más cómodo de todos puesto que deja los pasajes más obscuros librados al porvenir, priva de toda actualidad al Apocalipsis, y lo relega como manual de los futuros supervivientes de la gran tribulación final127. 4. El modelo preterista Denominado también modelo de la historia contemporánea (zeitgeschich- tlich), propone ver en el Apocalipsis una descripción de los sucesos políticos contemporáneos al autor, narrados de una manera simbólica. El modelo pre- terista tiene dos líneas principales. Según una, el libro relata el surgimiento de la Iglesia, y el esfuerzo del judaísmo por aniquilarla. Según la otra, el enemigo que trata de aniquilar a la Iglesia es el Imperio Romano. El Apoca- lipsis anunciaría, pues, sea la caída de Jerusalén en el año 70, sea el hundi- miento del Imperio Romano, y las visiones se refieren a los acontecimientos históricos que tienen que ver con alguno de esos dos sucesos128. Sólo desde el capítulo 21 en adelante se aplica a la etapa última de la Iglesia y a la se- gunda venida de Jesucristo. 126 A pesar de las diferencias, muchos comentaristas modernos sostienen que gran parte del Apocalipsis anuncia sobre todo el final de los tiempos y la segunda venida de Cristo. Y la creen- cia popular está marcada por esta interpretación, a la que hay que añadir el preconcepto del elemento catastrófico. Por eso hoy en día hablar del Apocalipsis para muchos equivale a hablar del fin del mundo. 127 BARTINA, “Apocalipsis”, 581. 128 JOHNSON, “Revelation”, 409. A. ÁLVAREZ 310 Luis de Alcázar fue el gran propulsor de este sistema en el siglo XVII, y partir de él se extendió a numerosos autores y comentaristas129. Este sistema tiene el mérito de respetar el contexto histórico original del libro. Sin embargo, se presta a muchos excesos cuando se trata de identificar cada visión del libro con acontecimientos concretos del siglo I. Además, tiene la debilidad de aplicar las descripciones del Apocalipsis sólo a los hechos históricos antiguos que conocemos gracias a otras fuentes, lo cual limita en gran parte su credibilidad. 5. El modelo pascual Expuesto por primera vez sistemáticamente por E. Corsini, este modelo sostiene que en el Apocalipsis no debe buscarse la clave de la historia mili- tar, ni política, ni social del mundo, ni tampoco los acontecimientos futuros. Su tema único y central es la historia de la venida de Jesucristo al mundo, concretamente su muerte y resurrección, y la transformación operada en el cosmos gracias a ella. Las diversas visiones del libro no describen la crono- logía del final de los tiempos sino que son variaciones del mismo y único tema, del que no se cansa de revelar sus múltiples facetas. El Apocalipsis es, pues, la mirada de fe de un creyente que descubre lo que ocurrió ya en la historia. Frente a los ojos de los demás, la Iglesia aparece como un grupo débil, vacilante, sin importancia ni futuro. Para los ojos de la fe, se trata de un pueblo vencedor, que ya vive la gloria de las bendiciones eternas. No se trata de una revelación estructurada en el famoso esquema ‘ya pero no todavía’. En este modelo, el ‘no todavía’ ya está todo en el presente. El cristiano no goza ahora sólo de primicias, sino que puede vivir hoy en plenitud las consecuencias de la salvación operadas con el misterio pascual de Jesucristo. Es la visión de la escatología realizada. Este modelo puede subdividirse en dos corrientes. Una, que llamamos ‘modelo pascual preparatorio’, explica una parte de las visiones del Apocalip- sis como alusiones a distintas etapas del AT preparatorias a la venida de Cristo. Es la línea seguida por Corsini130. La otra, que denominamos ’modelo pascual consecutivo’, explica todas las visiones del Apocalipsis como des- 129 Recientemente han defendido esta interpretación las obras de C. VAN DER WAAL, Openba- ring van Jezus Christus. Inleiding en Vertaling (Groningen 1971); CHILTON, Days of Vengeance. 130 CORSINI, Apocalisse, 18. EL LIBRO DEL APOCALIPSIS 311 cripción de las consecuencias producidas en el mundo por la victoria de Je- sucristo sobre la muerte. Es la postura de Prigent131. Según nuestra opinión, el modelo pascual es el sistema interpretativo más convincente de cuantos se han propuesto hasta el presente. Sin embargo, la línea de Corsini nos parece menos probable, e incluso por momentos forza- da132. Por lo tanto creemos que el modelo propuesto por Prigent es el que más perspectivas abre para una interpretación del Apocalipsis. Resumen.- El libro del Apocalipsis ha provocado desde el comienzo mismo de su publicación las más variadas interpretaciones a través de los siglos. Las hipótesis de lectura son tan variadas, que no resulta fácil trazar la historia de su interpretación. El presente trabajo se propone ofrecer un panorama
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