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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 76 En el amplio período que transcurre entre una estructura etaria piramidal (población joven) y una con forma de ojiva (población en proceso de envejecimiento), se conjugan tres tendencias demográficas. Por un lado, la reducción de la población infantil y juvenil, tanto en términos de sus volúmenes absolutos como su peso relativo. Por otro lado, la población adulta mayor, aun cuando tiende a incrementarse en volumen absoluto, lo hace a un ritmo moderado que no logra manifestarse en un cambio significativo en la estructura etaria, manteniendo su bajo peso relativo. Por último, la población que actualmente está en edades activas (adultos jóvenes y adultos en general), mantienen un importante ritmo de crecimiento, debido a que esta población nació hace más de dos décadas y conforma las generaciones que nacieron durante la prevalencia de altas tasas de fecundidad y natalidad. Esta situación no puede mantenerse indefinidamente, pues a medida que estas generaciones avancen en sus respectivos cursos de vida, irá incrementándose la población adulta mayor, con lo que el envejecimiento de estas generaciones se traducirá en el envejecimiento de la población como un todo. Para que este proceso se manifieste como tal, se requiere un período intermedio, que corresponde al tiempo necesario para que estas generaciones avancen en su ciclo de vida. En otras palabras, se está ante las primeras fases del proceso de envejecimiento de las poblaciones de los países del NCA, aún incipientes y que solo se manifestarán en plenitud en varias décadas más, cuando el siglo XXI esté ya bien avanzado. Este período de transición de una estructura demográfica joven a una envejecida plantea un escenario muy favorable en términos de las relaciones de dependencia demográfica con un horizonte de varias décadas. La relación de dependencia, entendida como la carga que representa la población infantil (menores de 15 años) y la población adulta mayor (de 65 años o más) sobre la población en edades activas (población de 15 a 64 años), muestra por un período de varias décadas un continuo descenso que, sin embargo, tenderá a agotarse en algún momento en el futuro próximo. Esta situación favorable de las relaciones de dependencia demográfica se ha denominado la etapa del bono demográfico, que enfatiza la situación favorable, en términos de relaciones de dependencia y carga económica, que implica esta reducción de la población en edades inactivas (Pinto, 2016; Bloom, Canning y Sevilla, 2003). Nunca, y probablemente nunca más en la historia de las poblaciones de los países del NCA, se volverá a presentar una situación en donde la carga demográfica que representa la población en edades inactivas sea tan baja con relación a los volúmenes que representa la población en edades activas. Para el caso de los países del NCA, este horizonte de oportunidad demográfica se puede estimar a partir de la tendencia del indicador de este bono demográfico, que se puede medir a través del índice de dependencia demográfica, esto es, la carga que representa la población en edades inactivas para la población en edades activas. En el siguiente gráfico (I.19) se ilustra este indicador para los tres países del NCA para el período de 1950 a 2050.
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