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ÍNDICE AI: AMR 51/67/98/s 
FECHA DE EMBARGO: 05:00 HORAS GMT DEL MARTES 6 DE OCTUBRE DE 1998 
 
Los derechos humanos en Estados Unidos: Líder mundial en represión de 
alta tecnología 
 
 Miles de personas de todo Estados Unidos son víctimas de violaciones de derechos humanos, a 
menudo cometidas con instrumentos de represión de alta tecnología como aparatos de electrochoque, 
pulverizadores de sustancias químicas e inyecciones letales, ha declarado hoy Amnistía Internacional en la 
presentación de su primera campaña mundial sobre la situación de los derechos humanos en este país. 
 
 «Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley de Estados Unidos —desde la policía hasta 
los funcionarios de prisiones— tienen a su disposición un enorme despliegue de material que a veces 
contribuye a que se cometan violaciones de derechos humanos», ha afirmado Pierre Sané, secretario 
general de Amnistía Internacional. 
 
 «El mayor énfasis en el castigo en lugar de en la rehabilitación de los presos ha desembocado en 
recortes de los programas, las instalaciones y los tratamientos en numerosas prisiones, al mismo tiempo 
que las autoridades penitenciarias recurren a otros medios para controlar a los reclusos.» 
 
 Esta tendencia se viene caracterizando por el uso de medios de inmovilización mecánicos —sillas y 
tablas de inmovilización de cuatro puntos de sujección y armazón de acero, cadenas o grilletes—, más el 
aumento del uso de métodos de represión de alta tecnología, algunos de los cuales son crueles, causan 
dolor e incluso la muerte, y que abarcan desde las unidades de «super máxima» seguridad, las pistolas 
paralizantes y las pistolas taser hasta la ejecución mediante inyección letal. 
 
 «Como parte de nuestra campaña, pediremos a las autoridades de Estados Unidos que prohíban 
de inmediato el uso de los cinturones paralizantes, uno de los aparatos de electrochoque más 
preocupantes —ha declarado Sané—. El cinturón paralizante es un instrumento diseñado para infundir 
miedo y dolor. Incluso aunque no llegue a pulsarse el botón, la amenaza constante de recibir la descarga 
es inhumana, y uno de los símbolos más patentes de la actual y peligrosa tendencia hacia la erosión de los 
derechos humanos fundamentales en Estados Unidos.» 
 
 El uso de cinturones paralizantes saltó a las primeras páginas de la prensa en junio de este año, 
cuando una juez de California ordenó su imposición a un procesado que la había interrumpido en varias 
ocasiones durante un juicio. El cinturón —que un guardia puede activar pulsando un botón— produce una 
fuerte descarga eléctrica que causa un gran dolor y la incapacitación instantánea. Según la información que 
suministra el fabricante, el cinturón hace que el preso caiga al suelo y, en ocasiones, que defeque u orine 
involuntariamente. 
 
 Los presos no son las únicas víctimas de estos métodos de alta tecnología. Los agentes de policía 
de algunas zonas —particularmente en California— también recurren a las pistolas paralizantes o taser para 
incapacitar a los sospechosos, y al menos tres mil departamentos de policía utilizan actualmente 
pulverizadores de pimienta a pesar de la creciente preocupación respecto a los peligros que entrañan para 
la salud, en especial en personas que sufren asma o enfermedades cardiacas. 
 
 «Los pulverizadores de pimienta se han utilizado de forma cruel contra personas ya inmovilizadas, 
y en ocasiones, se ha derramado pulverizador líquido de pimienta en los ojos de manifestantes, y hubo un 
caso en el que a un manifestante le pulverizaron con pimienta los genitales, lo que equivale a tortura 
—afirma Amnistía Internacional—. Algunas personas han muerto después de recibir descargas de alto 
voltaje de armas de electrochoque.» 
 
 «Las autoridades estadounidenses deben revisar con urgencia el uso de los pulverizadores de 
pimienta y suspender el uso de las armas de electrochoque hasta que se realice una revisión independiente 
e imparcial», ha subrayado Pierre Sané. 
 
 Los métodos de represión de alta tecnología son sólo parte de la amplia gama de cuestiones que 
abordará Amnistía Internacional durante la campaña. Según Pierre Sané, «las sanciones contra los 
responsables de abusos contra los derechos humanos en Estados Unidos son a menudo inadecuadas, y 
hay claros indicios de que, salvo que se tomen medidas urgentes, los derechos de los ciudadanos de este 
país —en especial de los que pertenecen a grupos minoritarios— se erosionarán más aún.» 
 
 Amnistía Internacional ha publicado un informe completo sobre la situación actual de los 
derechos humanos en Estados Unidos, que acompaña a la presentación de la campaña. En el informe se 
exponen los siguientes temas: 
 
Una pauta generalizada y persistente de brutalidad policial: Los abusos policiales son un problema tan 
extendido en Estados Unidos que todos los años se pagan millones de dólares a presuntas 
víctimas. Son habituales los informes sobre el trato discriminatorio que da la policía a las minorías 
raciales y étnicas, y las personas de raza negra detenidas por infracciones menores, por ejemplo, 
parecen especialmente vulnerables a sufrir la brutalidad policial. La inmensa mayoría de las 
denuncias se refieren a agentes de policía que han golpeado a personas en el curso de 
detenciones, registros, controles de tráfico o incidentes callejeros, especialmente en las zonas 
urbanas deprimidas habitadas en su mayor parte por grupos minoritarios. 
 
Muchos sospechosos han muerto bajo custodia policial mientras estaban inmovilizados boca abajo, en su 
mayoría con las muñecas y los tobillos atados juntos a la espalda. Aunque algunos departamentos 
de policía han prohibido ya este método de inmovilización, otros continúan empleándolo. 
 
Violencia física y sexual endémica contra los presos: La actual respuesta de Estados Unidos a la 
delincuencia se centra en la imposición de penas más duras, y el país cuenta ya con una de las 
mayores poblaciones reclusas del mundo. Algunas prisiones sufren un elevado grado de violencia 
entre reclusos, y a veces los propios guardias incitan los ataques o no actúan para prevenirlos. 
También se han producido casos de guardias que han golpeado a los reclusos o que los han 
sometido a abusos sexuales, incluida la violación, que es una forma de tortura. 
 
Un hecho especialmente preocupante es el aumento de las unidades de seguridad de alta tecnología, 
donde los presos permanecen mucho tiempo, o incluso de forma permanente, en régimen de 
aislamiento. A menudo los reclusos, muchos de ellos enfermos mentales, están sometidos a 
medios de inmovilización mecánicos durante horas o días seguidos. A pesar de que las normas 
internacionales lo prohíben, el encadenamiento de presos —incluido su traslado con grilletes en 
las piernas— es una práctica generalizada en el sistema penitenciario estadounidense. En algunas 
jurisdicciones se ha encadenado a mujeres embarazadas. 
 
Sin embargo, no todos los sectores de la sociedad se ven afectados de la misma manera por ello. En un 
país que aún está luchando para erradicar la discriminación racial, más del 60 por ciento de los 
presos proceden de las minorías raciales. Hasta un tercio de los varones jóvenes de raza negra 
están en prisión o en libertad condicional. 
 
La pena de muerte, un castigo arbitrario, injusto y racista: En Estados Unidos, la pena de muerte se 
aplica de forma racista y los políticos utilizan su postura respecto a esta pena como parte de su 
campaña electoral. Aunque blancos y negros son víctimas de los delitos violentos en una 
proporción muy similar, el 82 por ciento de las personas ejecutadas desde 1977 fueron declaradas 
culpables de dar muerte a víctimas de raza blanca. Factores como las circunstancias agravantes no 
pueden explicar esta disparidad. 
 
Contrariamente a lo que establecen las normas internacionales, en Estados Unidos siguen produciéndoseejecuciones de minusválidos psíquicos y menores. Además, en un momento en el que se produce 
un preocupante aumento del número de ejecuciones, muchos procesados que pueden ser 
condenados a la pena capital no disponen de una defensa jurídica adecuada. 
 
La mayoría de los estados del país han adoptado ya la ejecución mediante inyección letal, afirmando que 
es «más humana». Pero la crueldad de esta pena es ineludible, con independencia del método 
empleado, y en muchos casos los reclusos han padecido una larga agonía debido a los problemas 
del personal médico para encontrar una vena donde inyectar el veneno, o por haber tenido que 
esperar con la aguja clavada en el brazo a que se resolviera una apelación de última hora. 
 
Encarcelamiento de solicitantes de asilo: Un número creciente de personas que huyen de la 
persecución se encuentra entre rejas tras llegar a Estados Unidos. Los solicitantes de asilo no han 
cometido ningún delito, y a pesar de ello se los recluye a menudo en cárceles y prisiones junto 
con delincuentes. A diferencia de los presuntos delincuentes, muchas veces se les niega la libertad 
condicional y no saben cuándo serán puestos en libertad. 
 
A los solicitantes de asilo recluidos en estas condiciones se les dispensa el mismo trato que a los demás 
reclusos: muchas veces padecen condiciones inhumanas, son sometidos a registros corporales o 
encadenados y objeto de abusos físicos o verbales. A menudo se les impide entrevistarse con sus 
abogados, intérpretes y organizaciones de asilo. Las solicitantes de asilo tienen más probabilidades 
que los hombres de ser recluidas junto con delincuentes comunes, y no existe un sistema de 
alojamiento alternativo para los niños que, según el derecho internacional, deben permanecer 
junto con sus familias y nunca ser privados de libertad. 
 
Exportaciones de armas: La contribución de Estados Unidos a los abusos contra los derechos 
humanos en otros países: Como mayor productor y exportador de armas del mundo, Estados 
Unidos contribuye a que se cometan abusos contra los derechos humanos al proporcionar 
material y formación a gobiernos y grupos armados que se sabe han cometido torturas, 
homicidios políticos y otros abusos. El tipo de armas de electrochoque que exporta Estados 
Unidos se ha utilizado para torturar en todo el mundo, y ahora están prohibidas en algunos países 
de Europa Occidental y en Canadá. En Estados Unidos, se está haciendo muy poco para 
garantizar que este material no se utiliza para cometer violaciones de derechos humanos; las leyes 
y procedimientos vigentes en Estados Unidos no abordan el problema. 
 
«Dado su destacado papel en el mercado mundial de armas, Estados Unidos debe tener como meta la 
transparencia total en todas las transferencias y adoptar un código de conducta para que los países 
que torturan no puedan adquirir ni la tecnología ni los conocimientos necesarios para ello —ha 
declarado Pierre Sané—. Hay que poner fin de inmediato a todas las transferencias que puedan 
contribuir a que se cometan abusos contra los derechos humanos.» 
 
Reticencias para respetar las normas internacionales: A pesar de su destacado papel en la creación del 
sistema internacional de protección de los derechos humanos, Estados Unidos se ha mostrado 
reacio a someterse a la vigilancia internacional y a respetar las mismas normas mínimas que exige 
a otros países. Además, el nivel de protección de los derechos humanos que reconoce la 
legislación estadounidense incumple muchas veces las normas mínimas establecidas en los 
tratados internacionales, y existen importantes derechos y normas reconocidas 
internacionalmente que no siempre se reflejan en la legislación nacional estadounidense, como la 
prohibición de imponer la pena de muerte a menores. 
 
Amnistía Internacional pedirá a las autoridades estadounidenses que pongan fin a su enfoque selectivo en 
la aplicación del derecho internacional dentro del país y fuera de él, y adapten la legislación 
nacional a fin de que sea conforme a las normas internacionales. 
 
En concreto, Estados Unidos debe ratificar sin reservas todos los tratados internacionales de derechos 
humanos —en especial los que protegen los derechos de la mujer y de los niños —y retirar las 
reservas formuladas al Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y a la Convención 
contra la Tortura. 
 
 «Las autoridades federales y estatales de Estados Unidos no proporcionan a muchos de sus 
ciudadanos la abundancia de derechos civiles y políticos que garantizan tanto el derecho internacional 
como la Constitución y la Carta de Derechos estadounidenses. Amnistía Internacional trabajará para 
obtener de las autoridades de Estados Unidos su compromiso renovado de situar la protección de los 
derechos humanos en el centro de la política interior y exterior estadounidenses», concluyó Pierre Sané. 
 
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Si desean más información, concertar una entrevista (en inglés, español, francés o árabe) o un ejemplar 
del informe Estados Unidos: Derechos para todos, llamen por teléfono a la oficina de prensa de 
Amnistía Internacional: +44 171 413 5566/5808 
 
Amnistía Internacional dispone ya en sus oficinas de Londres de una línea RDSI para entrevistas con 
calidad de estudio. Llamen si desean más información. 
 
Página Web de la Campaña sobre Estados Unidos de Amnistía Internacional: 
http://www.rightsforall-usa.org.

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