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Definición de Estrés

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Definición de Estrés 
El estrés es un mecanismo vital innato, adaptativo y necesario que nos permite 
responder a las demandas de nuestro ambiente natural y social. 
Día a día nos encontramos con diversas situaciones (reales o imaginarias) que 
amenazan la homeostasis o equilibrio de nuestro funcionamiento 
psiconeurobiológico. Para hacer frente a esas situaciones o estímulos específicos 
(psicológicos o físicos, internos o externos) que nuestro sistema cognitivo evalúa 
como amenazantes, es decir, que ponen en riesgo nuestra integridad física, 
emocional y/o psicológica, poseemos diferentes mecanismos de autorregulación 
que nos ayudan a ajustarnos a las demandas del ambiente de una manera 
adaptativa. Este mecanismo es una respuesta del organismo que implica la puesta 
en marcha de ciertos recursos cognitivos, conductuales y biológicos que intervienen 
en nuestras reacciones frente a esas situaciones que consideramos, cuanto menos, 
problemáticas. Por lo tanto, considerando esta forma de respuesta, podríamos 
preguntarnos: ¿Por qué generalmente se asocia al estrés con un estado negativo? 
Para poder responderlo, es necesario que diferenciemos entre los conceptos de 
eustrés y distrés. 
El estrés: Diferencia entre eustrés (respuesta 
adaptativa) y distrés (fracaso adaptativo) 
El eustrés es la respuesta adaptativa del organismo que genera cambios orgánicos 
sistémicos y nos ayuda a enfrentar las situaciones que evaluamos como 
amenazantes, sin perder el estado de equilibrio u homeostasis, a partir de la puesta 
en acción de diversos recursos cognitivos, emocionales, conductuales y fisiológicos. 
Es importante remarcar que es en función de la evaluación cognitiva que realicemos 
del estímulo, de la situación y de las estrategias de afrontamiento disponibles que se 
producirá o no el proceso de estrés. De esta manera, podemos afirmar que ningún 
estímulo tiene la capacidad por sí mismo de ser un estresor ya que sólo puede 
considerarse como tal aquello que consideramos una amenaza. 
En otras palabras, el desencadenamiento de la respuesta de estrés dependerá de 
cómo el individuo perciba, valore y reaccione ante la realidad en un momento 
determinado. En este sentido, podemos pensar que una misma situación o un mismo 
estímulo va a funcionar como estresor para algunos individuos y para otros no. Es 
más, ni siquiera un mismo estímulo funciona como estresor en el mismo individuo 
en diferentes momentos de su vida. 
Ahora bien, si la respuesta que en principio funcionó de manera adaptativa y nos 
permitió ajustarnos a las demandas de nuestro medio ambiente se mantiene a lo 
largo del tiempo, puede conducir a un fracaso adaptativo y poner en riesgo nuestra 
salud de manera integral. Esto se debe a que la respuesta de estrés implica, entre 
muchísimas otras cuestiones, el aumento de los niveles de una hormona que se llama 
cortisol. 
En una primera instancia la activación de dicha hormona es funcional, ya que nos 
permite realizar los ajustes necesarios para hacer frente a la situación que evaluamos 
como amenazante, por ejemplo favoreciendo los procesos de percepción, atención y 
memoria. Pero, el mantenimiento de altos niveles de cortisol en el cuerpo a lo largo 
del tiempo impacta negativamente en el estado integral de nuestra salud, 
produciendo por ejemplo un debilitamiento del sistema inmunológico, lo cual nos 
hace más propensos a contraer ciertas enfermedades. Por ello, la respuesta de estrés, 
para ser adaptativa, debe ser transitoria. 
De lo contrario, conduce a un fracaso adaptativo llamado distrés (estrés crónico o 
agudo). Esto puede ocurrir tanto si la presencia del estímulo que el individuo evalúa 
como amenazante se sostiene en el tiempo como si la evaluación de amenaza es muy 
intensa. 
Tipos de distrés 
Muchos autores concuerdan en diferenciar dos tipos diferentes de distrés: 
– El distrés agudo se caracteriza por la irrupción de un hecho imprevisto altamente 
amenazante que irrumpe en la vida de una persona desbordando sus capacidades 
de adaptación y defensa. 
– El distrés crónico se caracteriza por la ocurrencia de reiteradas situaciones 
experimentadas como amenazantes a lo largo del tiempo, las cuales le exigen al 
individuo un esfuerzo adaptativo constante que lo llevan a un gradual desgaste en 
donde se ve sobrepasado su umbral de resistencia. Esto también genera una 
declinación progresiva en sus capacidades de adaptación. 
 
Respuestas psicológicas asociadas al estrés 
Junto a las respuestas fisiológicas (como el aumento de la hormona cortisol) se 
producen respuestas psicológicas que acompañan la experiencia de estrés. La 
principal es de tipo emocional y la solemos experimentar de manera negativa, ya 
que se traduce en un sentimiento de malestar y/o de tensión subjetiva. Algunas de 
las emociones asociadas al estrés son, por ejemplo, el miedo y la ira. Por el contrario, 
la alegría no suele estar asociada a los estados de estrés. En cuanto a las respuestas 
cognitivas asociadas solemos experimentar algunas tales como preocupaciones en 
exceso, bloqueos mentales, sensación de irrealidad y falta de control. Respecto a las 
respuestas conductuales, se pueden dar determinados comportamientos como un 
aumento en el consumo de sustancias adictivas y la aparición de conductas hostiles. 
El caso del burnout 
Es un tipo de estrés crónico (con todas las características del mismo que 
mencionamos anteriormente del distrés) que implica un desajuste entre el individuo 
y su contexto laboral. En este sentido, el burnout tiene la particularidad de que todos 
los estresores son situaciones relacionadas con el trabajo (tales como ser víctima de 
mobbing o violencia laboral). El síndrome se caracteriza por un estado de 
agotamiento total, físico, emocional y psicológico que impacta de manera negativa 
en la calidad de vida del individuo, produciendo una declinación de sus 
capacidades y rendimiento. También pueden ocurrir síntomas de 
despersonalización.

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