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Definición de Discriminación

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Definición de Discriminación 
1. La discriminación es la acción de apuntar, cuestionar, condicionar, privar, o 
distanciar a algo/alguien, asociado principalmente con el trato diferenciado, en 
cuanto injusto y/o prejuiciado, aplicado a un individuo motivado por diferencias de 
juicio, por la apariencia, forma de pensar, estatus, raza, religión, u otro factor sin 
ningún fundamento sólido, es decir, basado únicamente en los valores y 
sentimientos personales de quien discrimina. Ejemplos: A) ‘Todavía hay mucha 
discriminación contra las mujeres en el mercado laboral’. B) ‘Estaba claro que sufrió 
discriminación racial cuando fue el único a quien cuestionaron qué estaba haciendo 
mientras sus compañeros de clase hacían lo mismo’. 
Discriminación 
De manera general, entendemos por discriminación al acto de distinguir y separar 
distintos objetos de acuerdo con un criterio determinado. No obstante, más allá del 
uso común del término, el cual resulta valorativamente neutral, en general, al hablar 
de discriminación, nos referimos específicamente a la discriminación social, bajo un 
uso no neutral de la expresión, comprendiendo cualquier impedimento o restricción 
del pleno ejercicio de los derechos humanos y constitucionales de las personas, por 
motivos como la pertenencia étnica, el color de piel, la cultura, la religión, la 
nacionalidad, la ideología, la participación política, la condición social o económica, 
los caracteres físicos, la identidad, el sexo o el género. 
 
La discriminación social 
De acuerdo con la definición del Instituto Nacional contra la Discriminación, la 
Xenofobia y el Racismo (INADI) del Estado argentino, en su Plan Nacional contra la 
Discriminación (2005), se entiende por “práctica social discriminatoria” a la acción 
de contribuir u originar la distribución de estereotipos hacia un determinado 
conjunto de personas, así como ataques directos o indirectos. Las agresiones pueden 
darse de formas muy diversas, más o menos evidentes. 
Ante cualquier forma de ataque, persecución y/o segregación de un individuo por 
alguna de las condiciones mencionadas, nos encontramos frente a actos 
discriminatorios. En nuestras sociedades, la discriminación no acontece de manera 
excepcional, sino que se halla profundamente anclada en los modos en que se ordena 
la vida comunitaria. Esto se observa, en la actualidad, a partir de la existencia de 
amplios sectores de la población mundial cuyos derechos (a la salud, al trabajo, a la 
educación, a la identidad cultural, a la dignidad) se ven sistemáticamente 
vulnerados, por lo que, toda distinción legal-económica-laboral que pretenda 
restringir en cierto grado tales derechos, ya sea con el objetivo expreso de hacerlo o 
como un efecto “colateral”, aunque se perciba como “normal”, consiste y debe ser 
señalada como una práctica discriminatoria. 
El problema de la discriminación en las sociedades humanas ha existido desde 
tiempos remotos. La diversidad humana, que se manifiesta en una multiplicidad de 
culturas y rasgos físicos, ha sido tomada muchas veces en la historia como una 
excusa para la hostilidad, la marginación y segregación de grupos sociales. De esta 
manera, como hemos dicho, características como el color de piel, la fisonomía, la 
edad, así como la identidad, las aptitudes y capacidades, el lenguaje, las costumbres, 
entre otras cualidades, son señaladas como motivo para la agresión contra otras 
personas, percibidas como diferentes desde el punto de vista de quien ejerce la 
discriminación. 
Cabe notar que la amplia extensión de las prácticas discriminatorias en las 
sociedades occidentales ha estado, a lo largo del tiempo, íntimamente relacionada 
con los modos de organización económica de éstas, develando un estrecho vínculo 
entre discriminación y desigualdad material; no obstante, la discriminación es un 
problema que atraviesa a todas las clases sociales de manera interseccional. 
 
Discriminación, otredad e igualdad 
La discriminación se expresa como un comportamiento derivado del prejuicio, el 
miedo infundado y el rechazo de la diferencia. Se trata de un modo de negación de 
la otredad, es decir, de aquello que hace de las demás personas sujetos diferentes a 
nosotros mismos. La anulación del otro, al reafirmar nuestra posición como la única 
posible, constituye un ejercicio de violencia cuyos efectos son profundamente 
lesivos para la vida de las personas. 
Usualmente, la discriminación se apoya sobre la idea de que lo más próximo a 
nosotros —ya sea en un sentido físico o en nuestros comportamientos, costumbres 
y demás— es “mejor”, es más “natural”, ya que, en última instancia, se considera 
superior a otros modos de existir. 
Entonces, ¿en qué sentido se puede decir que la discriminación atenta contra la 
igualdad? Partimos de la base de una igualdad de derechos de la que gozan todos 
los seres humanos desde su nacimiento. Luego, el concepto de la discriminación es 
correlativo a la organización humana en sociedades civiles, bajo normativas 
convencionales, a partir de las cuales se reconoce a todos los hombres como iguales. 
La discriminación atenta contra la igualdad formal entre las personas, en tanto es el 
resultado de un incumplimiento de los derechos universales de un grupo social 
específico. 
Al mismo tiempo, tal vulneración de los derechos, en la mayoría de los casos, viene 
asociada a situaciones de desigualdad material. Así, si bien puede afirmarse que la 
discriminación se trata de una práctica orientada hacia la homogeneización de los 
diversos modos de vida en función de criterios establecidos por ciertos sectores de 
la sociedad y, en ese sentido, apunta a una igualación, puesto que niega las 
diferencias; no obstante, su condición de posibilidad es la desigualdad social.

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