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El_ritmo

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Bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza. I.E.S. López-Neyra. 
 
1 Análisis Musical I. El ritmo. 
 
 
El ritmo. 
 
Introducción. 
El ritmo es uno de los elementos fundamentales de cualquier tipo de música, junto con la melodía, la 
armonía y el timbre. La música es un arte que se desarrolla en el tiempo y el ritmo añade la 
dimensión temporal en la música. El ritmo es consustancial a la música, sobre todo en la música de 
danza. Ésta no es posible sin algún tipo de ritmo. 
El concepto de tempo podría definirse como la velocidad a la que se ejecuta una pieza musical. Un 
tempo lento, a base de notas largas, da la impresión de tranquilidad, reposo, dignidad o nobleza. Por 
el contrario, un tempo rápido, con muchas notas cortas y variadas en su duración, despierta ideas de 
excitación y movimiento en nuestro cuerpo. Esto es solo un ejemplo del análisis que podría hacerse 
sobre los efectos emocionales del ritmo o, para expresarlo de otra forma, de la manera en que las 
emociones se expresan por medio de ritmos. 
 
 
Definición. 
El ritmo en música podemos definirlo como la sucesión y ordenación de diversas duraciones de 
sonidos y silencios en el tiempo. Las duraciones de las notas musicales se representan en el 
pentagrama mediante las figuras rítmicas y sus correspondientes silencios. 
En un sentido más amplio, el ritmo cubre todos los aspectos del movimiento musical que se ordenan 
en el tiempo. De esta manera, la música es ritmo en muchos niveles, pues está llena de 
acontecimientos que se repiten: frases, secciones musicales, intervenciones instrumentales, acordes, 
timbres, texturas e intensidades. Así, también se establece un ritmo en las distintas intervenciones 
a solo o de orquesta en un concierto para solista y orquesta. Muchos músicos hablan de un ritmo 
armónico en relación a la frecuencia en que se cambia de acorde a lo largo de una pieza musical. 
 
 
 
 
Bachillerato de Artes Escénicas, Música y Danza. I.E.S. López-Neyra. 
 
2 Análisis Musical I. El ritmo. 
 
El pulso. Los compases. 
El oído pide en la música la presencia de una unidad de tiempo, de una especie de punto de 
referencia que se repite regularmente cada poco tiempo a lo largo de una pieza musical. Esto es lo 
que llamamos pulso. El pulso de la música es la unidad de tiempo sobre la que se estructura el ritmo. 
Una vez percibidos los pulsos se siente la necesidad de reunirlos en grupos de dos o tres. 
Dentro del ritmo hablamos de compás para referirnos a la sucesión regular de pulsos tiempos fuertes 
(con acento) y débiles (sin acentuar). Esa sucesión tiene dos estructuras básicas: de dos en dos 
(constituido por una pulsación fuerte y otra débil) y de tres en tres (pulsación fuerte seguida de dos 
débiles). En el primer caso hablamos de ritmo o compás binario, como el 2/4 o 4/4, mientras que 
en el segundo de ritmo o compás ternario: ¾ o 3/8. Es el acento el que define estas agrupaciones. 
Este agrupamiento de pulsos en forma de unidades de tiempo iguales, los compases, están separados 
entre sí por barras o líneas divisorias. 
 
La mayor parte del repertorio se encuadra en uno de estos dos compases básicos: binario o ternario. 
En ocasiones se mezclan ambos compases en los denominados compases compuestos (compás binario 
de subdivisión ternaria) de amalgama. Hablamos de piezas de ritmo libre, como en el canto 
gregoriano, cuando resulta imposible encuadrara las duraciones y pulsos dentro de un compás.

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