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_Dios en el Laboratorio - Jacinto Peraire Ferrer

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DIOS EN EL LABORATORIO
53 CIENTÍFICOS NOBEL QUE ARMONIZARON FE Y RAZÓN
 
 
 
 
 
 
 
3
JACINTO PERAIRE FERRER
 
 
 
 
DIOS EN EL LABORATORIO
53 CIENTÍFICOS NOBEL QUE ARMONIZARON
FE Y RAZÓN
 
 
 
 
 
4
 
 
 
 
Calle de la Playa de Riazor, 12
28042 Madrid
Teléfono: 91 594 09 22
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© 2015, Jacinto Peraire Ferrer
 
© 2015, Ediciones De Buena Tinta
 
Diseño de cubierta: Safekat
 
Primera edición en De Buena Tinta: abril de 2015
 
ISBN E-Book: 978-84-94385-61-2
Depósito Legal: M-9980-2015
 
Composición: Iván Bermejo
Impresión: Safekat
Impreso en España —Printed in Spain
 
No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su
transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por
grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.
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Índice
 
PRÓLOGO
 
I A VISTA DE MICROSCOPIO
1 John Strutt (1842-1919)
2 Albert Abraham Michelson (1852-1931)
3 Joseph John Thomson (1856-1940)
4 Max Planck (1858-1947)
5 William Henry Bragg (1862-1942)
6 Robert Millikan (1868-1953)
7 Guillermo Marconi (1874-1937)
8 Albert Einstein (1879-1955)
9 Max Born (1882-1970)
10 Victor Franz Hess (1883-1964)
11 Niels Bohr (1885-1962)
12 Erwin Schrödinger (1887-1961)
13 Walther W. Georg Bothe (1891-1957)
14 Arthur Compton (1892-1962)
15 Louis de Broglie (1892-1987)
16 Isidor Isaac Rabi (1898-1988)
17 Wolfgang Pauli (1900-1958)
18 Enrico Fermi (1901-1954)
19 Werner Heisenberg (1901-1976)
20 Paul Dirac (1902-1984)
21 Nevill Mott (1905-1996)
22 Charles Hard Townes (1915-2015)
23 Richard Phillips Feynman (1918-1988)
24 Arthur Schawlow (1921-1999)
25 Anthony Hewish (1924)
26 Abdus Salam (1926-1996)
27 Arno Penzias (1933)
28 Carlos Rubbia (1934)
29 Joseph Taylor (1941)
30 Steven Chu (1948)
31 William Philips (1948)
II CON BATA BLANCA
1 Paul Sabatier (1854-1941)
2 Ernest Ruthenford (1871-1937)
3 Peter Debye (1884-1966)
4 Christian Anfinsen (1916-1995)
5 Derek Barton (1918-1998)
6 Walter Kohn (1923)
7 John Charles Polanyi (1929)
8 Richard Smalley (1943-2005)
Ahmed Hassan Zewail (1946)
III JAQUE AL VIRUS
1 Santiago Ramón y Cajal (1852-1934)
2 Ronald Ross (1857-1932)
6
3 Alexis Carrel (1873-1944)
4 Alexander Fleming (1881-1954)
5 Albert Claude (1899-1983)
6 John Eccles (1903-1997)
7 Ernst Chain (1906-1979)
8 George Wald (1906-1997)
9 Joseph Murray (1919-2012)
10 Robert Edwards (1925-2013)
11 Luc Montagnier (1932)
12 John Ghurdon (1933)
13 Shinya Yamanaka (1962)
IV LOS QUE NO SON
1 Georges Lemaître (1894-1966)
2 Jacinto Convit (1913-2014)
3 Jerome Lejeune (1926-1994)
4 Francis S. Collins (1950)
5 Dios en la luna
 
DISTINCIONES Y MECENAS CIENTÍFICOS
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8
PRÓLOGO
 
 
 
 
 
 
Vaya por delante la sentencia del prestigioso genetista estadou​nidense Francis S. Collins:
 
A Dios se le puede encontrar en la catedral o en el laboratorio.
 
Ciertamente. Porque el respeto sagrado al templo y la refle xión seria en el aula de
investigación no están reñidos. En otras palabras: fe y razón, religión y ciencia no son
incompatibles.
Pío XII, en lejanas fechas, las presentó complementarias. Sus palabras:
 
La verdadera ciencia descubre a Dios detrás de cada nueva puerta que abre.
 
Más cercano a nuestros días, Juan Pablo II, en fecha 3 de no​viembre de 1982,
hablando en la Complutense a representantes de la Universidad y de las Reales
Academias y a investigadores españoles, proclamó:
 
La ciencia y la fe no son opuestas, sino convergentes en el descu​brimiento de la realidad integral que tiene
su origen en Dios.
Ya el Concilio Vaticano II había sentado doctrina, haciéndo​las hermanas:
 
Ninguna verdadera disensión puede darse jamás entre la fe y la ra​zón, porque el mismo Dios que revela los
misterios e infunde la fe, puso dentro del alma humana la luz de la razón. Dios no puede negarse a sí mismo
y la verdad no puede contradecir jamás a la verdad.
 
Nuevamente el papa polaco, en el mes de septiembre de 1998, vuelve sobre la
cuestión, haciéndola tema exclusivo de la encíclica Fides et ratio, de cuyas páginas
recortamos:
 
La fe y la razón son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de
la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de
conocerle a Él para que, conociéndolo y amán​dolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí
mismo…
Se confirma una vez más la armonía fundamental del pensa​miento filosófico y el de la fe: la fe requiere
que su objeto sea comprendido con la ayuda de la razón; la razón, en el culmen de su búsqueda, admite
como necesario lo que la fe le presenta.
 
Hechos cantan.
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Y dejan constancia en la realidad de medio centenar de mentes privilegiadas, de
eminencias del laboratorio que supie​ron o saben compatibilizar fe religiosa y
racionabilidad cientí​fica, encarnando un mentís al pretendido inevitable enfrenta​miento
entre el corazón y el cerebro.
¡Científicos y creyentes!
Confesionalmente católicos, protestantes, judíos, musulma​nes, sin credo determinado.
Pero ¡creyentes!
Hombres universales honrados, entre variedad de recompen​sas económicas, títulos
académicos y distinciones de todo tipo, con el Premio Nobel que es el más prestigioso
galardón cientí​fico internacional.
Figuras científicamente gigantescas que sacrificaron tiempo y aficiones y ocio
legítimos persiguiendo el descubrimiento de las migajas de verdad que Dios ha dejado
para entretenimiento de los hombres.
Personajes confesionalmente conocidos a través de libros y prensa católica o de las
redes sociales, donde informativamente ha bebido el que suscribe.
Si abres páginas, en el capítulo «A pie de microscopio», ob​servante, afinando la
mirada y la paciencia, una treintena de profesionales de la física convencidos proclamará
la intervención divina en el origen y engranaje perfecto del Universo.
Nueve químicos «Con bata blanca» evidencian que balanzas, probetas, matraces,
cápsulas y cristalizadores no están reñidos con la presencia de Dios en el laboratorio.
Conocerás una docena de fisiólogos o profesionales médicos creyentes
experimentando cómo darle «Jaque al virus», que se ha comido o está mordiendo vidas
humanas.
Y finalmente prestando atención a «Los que no son», apar​tado que cierra el libro, te
sorprenderás con otras glorias de la ciencia. Un par de ellas tuvo el Nobel al alcance de la
mano, otra no consiguió mención y una cuarta aún puede merecerla. Más el testimonio
del puñado de aventureros, heroicos astro​nautas norteamericanos que confirman la
presencia de huellas divinas en el Universo.
Las páginas, abiertas a tu consideración.
 
10
 
 
 
 
 
 
 
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I
A VISTA DE MICROSCOPIO
 
 
 
 
 
 
 
 
Me hice creyente por el microscopio
 y por la observación de la naturaleza.
Karl Ludwig Schleich
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1
John Strutt (1842-1919)
 
John William Strutt Rayleigh, tercer barón de Rayleigh —uno de los pocos miembros de la
nobleza destacados científica mente—, fue alumno, profesor y, finalmente, rector de la
Uni versidad de Cambridge que, en 1865, le tituló licenciado. En sus instalaciones
compartió docencia e investigación, nombrado en 1879 director del Laboratorio Cavendish
de física experi mental.
A partir de 1887 tuvo cátedra en Londres, siendo también suce sivamente secretario y
presidente de la Real Sociedad londinense.
John Strutt, autor de numerosas publicaciones, poderosa​mente influyente en la
formación del pensamiento científico de la época, es conocido principalmente por la
cuidadosa determi​nación de las densidades de los gases atmosféricos descubriendo, en
colaboración con sir William Ramsay, los elementos inertes argón y radón. Actividades
que le merecieron el premio de la Academia Noruega.
También investigó sobre ondulaciones ópticas, eléctricas y acústicas.
Hombre de raíces cristianasprofundas, lord Rayleigh, que bautiza sendos cráteres de
la Luna y Marte, dejó escrito:
 
Puedo decir que, en mi opinión, la verdadera religión y la verda​dera ciencia no pueden estar en
contraposición.
 
Entre las distinciones honoríficas de Lord Rayleigh, uno de los mayores científicos de
su tiempo, cuentan:
—Premio Nobel 1904.
—Medalla Copley.
—Medalla Rumford.
—Medalla Morgan.
—Miembro de la Real Sociedad de Londres.
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Albert Abraham Michelson (1852-1931)
 
Físico estadounidense, oriundo alemán y de confesión he brea, que ocupó pupitre
de alumno en la Academia Naval de Estados Unidos y en las universidades de
Berlín, Hei delberg y París. Previo un trienio de profesorado en el centro de
enseñanza superior americano de Clark, en Mas sachusetts, en 1892 pasó a
Chicago. Período docente donde fue jefe del departamento de Física hasta su
jubila ción en 1929.
Dos años antes se había convertido en el primer científico norteamericano premiado
por la Real Academia de Ciencias de Suecia. Merecedor del Nobel por sus instrumentos
ópticos de pre​cisión y las investigaciones espectroscópicas y metrológicas realizadas
con su ayuda.
La vocación científica de Michelson nació en la Acade mia Naval de Estados
Unidos, en Annapolis, donde ingresó a los diecisiete años de edad, en 1869, y
donde, según pro pia confesión, aprendió más de ciencia que del arte marí timo,
prestando servicios de oficial instructor entre 1875 y 1878.
Abandonada la Armada, tras un bienio de ampliación de es​tudios en Europa, a partir
de 1883 enseñó física en la Universi​dad de Cleveland, etapa previa a su presencia en el
claustro profesoral de Clark y Chicago. Etapa docente que compartió, entre 1923 y 1927,
con la presidencia de la Academia Nacional de Ciencias.
Michelson, con instrumentos de fabricación propia y distin​tas mediciones, determinó
con un alto grado de precisión la velocidad de la luz.
Muy conocido su «interferómetro», usado en colaboración con Edward Morley para
probar precisamente la inexistencia del éter, una sustancia que los científicos creían que
ocupaba el Universo. Inicialmente negativo el experimento, fue de utilidad para el
desarrollo de la teoría de la relatividad.
Desde el observatorio del Monte Wilson, el «interferómetro» hizo a Michelson
pionero en la medición del diámetro de la lejana estrella Betelgeuse.
Robert Abraham Michelson, un oficial de Marina creyente que acabó físico y
astrónomo, honrado con:
—Premio Nobel de Física 1907.
—Medalla Copley.
—Medalla Eddington.
—Medalla Rumford.
—Medalla Elliot Cresson.
—Medalla Franklin.
—Medalla Henry Draper.
—Medalla Matteucci.
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—Medalla Real Sociedad Astronómica.
—Medalla de Bienestar Público.
—Miembro de la Real Sociedad de Londres.
—Miembro de la Academia Nacional de Ciencias de Francia.
—Miembro de la Sociedad Americana de Física.
—Miembro de la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia.
 
 
 
 
 
 
 
 
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3
Joseph John Thomson (1856-1940)
 
Como creyente cristiano, modélico.
Testimonios de la religiosidad de Thomson son Owen Ri​chardson y Raymond Seeger.
El primero, Premio Nobel de Física, escribe en el Dicciona​rio Nacional de
Biografías, editado por Oxford:
 
Era sinceramente religioso, un hombre de Iglesia con una cierta aversión hacia el anglocatolicismo, un
comunicador constante, que cada día se arrodillaba en la oración privada…
 
Por su parte el físico americano Raymond Seeger, en 1986, deja constancia en las
páginas de la revista Perspectivas sobre la ciencia y la fe cristiana:
 
J. J. Thomson asistía los domingos al servicio nocturno en la capilla de la universidad… Fue un
comunicador habitual en la Iglesia anglicana… Con respecto a su vida devota privada, J. J. Thomson
invariablemente se arrodillaba cada noche antes de dormir para rezar y leer su biblia. ¡Era un cristiano
verdadera mente practicante!
 
Más el testimonio personal del interesado que, cerrando un discurso inaugural
presidencial, en 1909, pronunció las palabras recogidas por la revista científica Nature:
 
A medida que conquistamos cumbre tras cumbre tenemos delante de nosotros regiones llenas de
interés y de belleza, mas no vemos nuestro objetivo, no vemos el horizonte. En la torre distante,
unas cumbres aún más altas permitirán pers pectivas aún más amplias a los que las asciendan, así
como la posibilidad de profundizar la sensación de que «grandes son las obras del Señor», cuya
verdad se destaca por cada avance científico.
 
Y su sentencia:
 
Si piensas con suficiente fuerza, la ciencia te obligará a creer en Dios.
 
Fue el Thomson creyente, luterano.
Del notable físico británico cabe señalar su formación en las aulas universitarias de
Manchester y de Cambridge, donde fue docente y director del Laboratorio Cavendish.
Profesionalmente destacable su descubrimiento del electrón y de los isótopos y la
invención del espectrómetro de masa. Preci​samente galardonado por la Academia Sueca
en reconocimiento de los grandes méritos de sus investigaciones teóricas y experi​-
mentales en la conducción de la electricidad generada por los gases.
Sir Joseph Thomson, que fue presidente de la Real Sociedad en el quinquenio 1915 a
1920, murió al frente del rectorado del Trinity College de Cambridge, cargo que venía
ejerciendo desde 1918.
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En su cuadro de honor figuran:
—Premio Nobel de Física 1928.
—Caballero de la Orden del Mérito.
—Medalla Real Sociedad.
—Medalla Hughes.
—Medalla Copley.
 
 
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Max Planck (1858-1947)
 
Max Planck, Premio Nobel de Física, es uno de los científicos más influyentes del último
siglo, bautizado en su ambiente como indis cutible patriarca, padre de la Física moderna.
De él dijo Einstein, el padre de la relatividad, con quien colaboró: «Se trata de un hombre al
que le fue dado aportar al mundo una gran idea creadora».
Max Planck, pionero en el estudio de la «mecánica cuántica», que le hizo
mundialmente famoso, toda una brillante revolución científica que proporcionó los
cimientos para la investigación en el campo de la energía atómica.
Nacido en el seno de una familia con gran tradición acadé mica, y decidida tras
vacilaciones su vocación científica, fue alumno de las universidades de Múnich y
Berlín, doctorándose a los veintiún años de edad en el centro superior bávaro, donde
en 1880 inició docencia, que en 1889 abandonaría para ocupar cátedra en la capital
alemana, bajo el decanato de Einstein. Y en 1913 le pusieron al frente de la
Universidad berlinesa.
Anteriormente, desde 1905 hasta 1909, había sido presidente de la Sociedad Alemana
de Física y, de 1930 a 1937, cargaría con idéntica responsabilidad en la Sociedad Kaiser
Guillermo para el Progreso de la Ciencia, principal agrupación germánica del ramo, que
acabaría llamándose Sociedad Max Planck.
Inseparable de su actividad académica es la fe del indiscutible patriarca de la Física
moderna:
 
Tanto la religión como la ciencia requieren de la creencia en Dios para sus actividades. Más aún, Dios está
en la primera al principio y en la segunda al final de todo el proceso del pensamiento. Para la religión Dios
representa la base; para la ciencia, la cumbre de cual​quier razonamiento sobre la visión del mundo.
 
En otras palabras:
Para las personas creyentes Dios está al principio; para los científi​cos al final de todas las reflexiones.
 
Abunda:
 
Lo que me ha sido de más ayuda y lo que considero como un favor del cielo es el hecho de que, desde mi
niñez, esté plantada en lo más profundo de mi ser una fe en el Todopoderoso y Bueno por excelencia, que
no iba a ser roto por nada.
 
E insistente en el proclamado maridaje:
 
En todas partes, y por mucho que alarguemos la mirada, no sola​mente no encontramos ninguna
contradicción entre religión y cien​cia, sino que, precisamente en puntos decisivos, descubrimos pleno
acuerdo. Religión y ciencia no se excluyen —como algunos han creído o aún lo temen hoy—, sino que se
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complementan y condicio​nan mutuamente… El hombre necesita a la ciencia como un instru​mento de
percepción, y a la religióncomo una guía para la acción.
 
En ¿A dónde va la ciencia?, que es su publicación más im​portante, editada en 1932,
el físico alemán sigue, machacón:
 
Nunca podrá haber ninguna oposición verdadera entre la religión y la ciencia, porque la una complementa a
la otra. Cualquier per​sona seria y reflexiva se da cuenta, pienso yo, de la necesidad de re​conocer y cultivar
el aspecto religioso presente en su propia natu​raleza, si quiere que todas las fuerzas del alma actúen
conjunta​mente en perfecto equilibrio y armonía. Y no es casualidad que los grandes pensadores de todas las
épocas hayan sido almas profun​damente religiosas.
 
Y, aludiendo a la ejecución de su hijo Erwin por los nazis en febrero de 1945,
implicado en un frustrado golpe de Estado contra Adolf Hitler, en fecha 14 de marzo
siguiente escribía a su amigo Anton Kippemberg:
 
Si en algún lugar hay consuelo es en el Eterno y considero que es una gracia del cielo que la creencia en el
Eterno haya estado arrai​gada profundamente en mí desde la infancia.
 
Max Planck, que había proclamado que su fe no sería rota por nada del mundo, al final de
su larga vida, saturada de contrariedades, mudó la pertenencia religiosa luterana por la
confesión católica. Es de justicia señalar su oposición y sus críticas a la política nazi.
También en sus labios:
 
Sobre la entrada del templo de la ciencia están escritas estas pala​bras: «Tú debes tener fe».
 
El gran físico alemán, que bautiza un cráter lunar y el satélite puesto en órbita en
2009, se hizo merecedor de los más presti​giosos reconocimientos científicos:
—Premio Nobel de Física 1918.
—Premio Pour le Mérite.
—Premio Goethe.
—Medalla Copley.
—Medalla Franklin.
—Medalla Lorentz.
—Miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias.
—Doctor honoris causa por las universidades de Frankfurt, Múnich, Rostock,
Berlín, Graz, Atenas, Cambridge, Londres y Glasgow.
—Titular de la Medalla homónima.
—Titular de un asteroide.
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William Henry Bragg (1862-1942)
 
Físico y matemático inglés formado académicamente en Cambridge y, de 1886 a
1923, profesor de Física en las universidades australiana de Adelaida y británicas
de Leeds y Londres.
Cambiando de aulas y docencia, acabó catedrático de Quí mica en el Real Instituto
de Gran Bretaña, combinando la enseñanza con la dirección del laboratorio de
investigación Davy Faraday.
En colaboración con su hijo —William Lawrence Bragg— fue pionero en el
estudio con rayos X de la estruc tura de los cristales, cuya actividad científica fue
premiada, singularmente compartiendo padre e hijo el mismo Nobel de Física.
William Henry Bragg también es padre del espectómetro, aparato que mide la longitud
de onda de los rayos X. Y durante la I Guerra Mundial estuvo al frente de un grupo de
investiga​ción inventor del hidrófono, un instrumento que permitía la detección de
submarinos.
William Bragg ostentó la presidencia, en los últimos años de su existencia humana, de
las prestigiosas entidades Real Socie​dad y Asociación Británica para el Progreso de las
Ciencias.
Existencia la de Bragg, que el creyente luterano autodefinió:
 
Esta vida es una preparación, no una prueba final.
 
Y su propia hija, Gwendolen María Caroe, escribió:
 
La fe religiosa a W. H. Bragg fue su voluntad de apostar su todo a la hipótesis de que Cristo tenía razón, y
probarlo mediante un ex​perimento vitalicio en la caridad.
 
Partidario Bragg, al igual que otros eminentes investigadores, de la armonía entre fe y
ciencia, que explicaba:
 
De la religión proviene el propósito del hombre; de la ciencia su capacidad de conseguirlo. Algunas veces la
gente se pregunta si la religión y la ciencia no estarán opuestas la una a la otra. Lo están, en el mismo
sentido que el dedo pulgar y los otros dedos de mi mano se oponen entre sí.
 
Distinciones honoríficas al físico y matemático inglés:
—Premio Nobel de Física 1915.
—Caballero del Imperio Británico.
—Medalla Rumford.
—Medalla Copley.
—Miembro de la Real Sociedad.
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—Miembro de la Asociación Británica para el Progreso de las Ciencias.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
21
6
Robert Millikan (1868-1953)
 
Religión y ciencia convivieron armoniosamente en la vida del físico experimental
estadounidense Robert Andrews Millikan, premiado con el Nobel de Física por su trabajo
sobre la carga eléctrica elemental y sobre el efecto fotoeléctrico.
Millikan, creyente cristiano, cumplimentando a un entrevis​tador en fecha 24 de
octubre de 1925, expresaba:
 
Esto es lo que puedo decir en definitiva: que no hay base científica para la negación de la religión, ni hay a mi juicio
ninguna excusa para un conflicto entre la ciencia y la religión, ya que sus campos son completamente dife rentes. Los
hombres que saben muy poco de la ciencia y los hombres que saben muy poco de la religión llegan de hecho a pelear, y
los espectadores se imaginan que hay un conflicto entre la ciencia y la religión, siendo que el conflicto es simplemente
entre dos especies diferentes de ignorancia.
 
Abundando rotundamente:
 
Puedo afirmar con toda decisión que la negación de la fe carece de toda base científica. A mi juicio jamás se
encontrará una verdadera contradicción entre la fe y la ciencia.
 
Alusión, también en 1925, a la experiencia personal:
 
Nunca he encontrado un hombre pensante que no crea en Dios.
 
Y veinte años más tarde sentenciaría:
 
Para mí es impensable que un verdadero ateo pueda ser científico.
 
Fue el reverso de la medalla.
En el anverso:
 
La ciencia dominada por el espíritu de la religión es la clave del progreso y la esperanza de la Humanidad.
 
Alusión a su fe en el más allá:
 
La cosa más importante en el mundo es la creencia en los valores mo rales y espirituales —la creencia en que la
existencia tiene un signifi cado y un sentido—, la creencia de que ¡vamos hacia algún lugar!
 
Robert Millikan, doctorado en 1895 por la Universidad de Columbia, consiguió
inicialmente plaza de asistente en la de Chicago, donde a partir de 1910 tendría cátedra
que, once años más tarde, abandonaría para pilotar, hasta su retiro en 1945, la dirección
del Instituto Tecnológico de California, donde inves​tigó sobre los rayos cósmicos,
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convirtiendo el centro en una de las instituciones estadounidenses pioneras en su género.
Aparte la presidencia y vicepresidencia, respectivamente, de la Sociedad Americana
de Física y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, perteneció a la
Comisión de Cooperación Intelectual de la Sociedad de Naciones y fue repre​sentante
estadounidense en el Congreso Internacional de Física, celebrado en Bruselas en 1931, y
figuró como miembro de nu​merosas instituciones docentes de su país y extranjeras.
Algunas de sus distinciones honoríficas:
—Premio Nobel de Física en 1923.
—Premio Comstock.
—Medalla Real Sociedad.
—Medalla Franklin.
—Medalla Hughes.
—Medalla Edison IEEE.
—Comandante de la Legión de Honor francesa.
—Doctorado honoris causa por veinticinco universidades.
 
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7
Guillermo Marconi (1874-1937)
 
Ingeniero eléctrico, empresario e inventor italiano, que en su juventud logró convertir
un experimento científico casero en una gran innovación en el mundo de las
comunicaciones. Aunque nunca pudo imaginar que abriría camino al radiotelé grafo, a la
radiotelefonía, al radar, a la radiodifusión y a la tele visión, convirtiéndose en padre de
la moderna comunicación electrónica.
Guillermo Marconi, que había iniciado ensayos de comuni​cación telegráfica con ondas
electromagnéticas cuando aún era alumno universitario en Bolonia, en 1896 y 1898,
respectiva​mente, llevó el experimentó a Gran Bretaña e Italia, y al si​guiente año a
Francia, desde donde lograr contactar inalámbri​camente Dover y Wimereux.
Las ondas habían saltado el mar, en el estrecho de Calais. Pero Marconi ambicionaba
mayor distancia. Anhelaba el vuelo de la voz humana sobre el Atlántico.
Sueño cumplido satisfactoriamente en 1907. Ya logrado el cruce de mensajes
inaugurales entre el presidente estadounidense Theodore Roosevelt y el rey EduardoVII de
Inglaterra. Y el acuerdo con los servicios postales británicos en la transmisión comercial
radiofónica. Y, finalmente, la puesta en marcha del primer periódico marítimo que recibía
información por radio.
Famoso Marconi a raíz del protagonismo de las ondas hertzia nas, salvando centenares
de vidas, cuando los catastróficos nau fragios del Republic y del Titanic, en 1909 y 1912
respectiva mente. Protagonistas destacadas también cuando la guerra italo turca de 1911 y el
conflicto armado europeo de 1914.
Con la paz, Marconi, en su laboratorio flotante Elettra, si​guió experimentando con
onda corta y la trasmisión inalám​brica dirigida.
Es justo dejar constancia que, en fecha 21 de junio de 1943, la Corte Suprema de
Estados Unidos otorgó prioridad a Nikola Tesla en la patente de invención de la radio y
no a Guillermo Marconi, pero indiscutiblemente el físico italiano resultó pio​nero en su
desarrollo comercial.
Marconi, padre de Radio Vaticana, inaugurada por Pío XI el 12 de febrero de 1931,
fue un gran creyente.
Valiente confesión:
 
Lo declaro con orgullo: soy creyente. Y creo no sólo como cató​lico, sino también como científico.
 
Explicativo:
 
A cada paso que da la ciencia nos trae nuevas sorpresas y logros. Y sin embargo la ciencia es como la luz
tenue de una linterna parpa​deando en un bosque profundo y espeso, a través del cual la hu​manidad se
esfuerza por encontrar su camino hacia Dios. Es úni​camente la fe la que la puede llevar a la luz y servir
24
como un puente entre el hombre y el Absoluto.
 
Y, refiriéndose a la gran inquietud humana de todos los tiempos, reflexionaba:
 
El misterio de la vida es, sin duda, el problema más persistente que se haya posado en la mente del hombre.
Indudablemente, desde que la humanidad comenzó a pensar, ha estado preocupada por el problema de la
vida. La incapacidad de la ciencia para resolverlo es absoluta. Resultaría verdaderamente aterrador si no
fuera por la fe.
 
Piadoso él, aunque acabaría mudándose a la fe anglicana:
 
En la oración el espíritu humano puede enviar ondas invisibles a la eternidad, ondas que alcanzan su meta
delante de Dios.
Guillermo Marconi, merecidamente distinguido por sus compatriotas —
nombrado en 1918 senador vitalicio, ennoblecido con un marquesado en 1929,
puesto al frente de la Real Academia de Italia en 1930 y, diez años más tarde,
delegado plenipotenciario de su país en las conver saciones parisinas de paz que
pusieron fin a la I Guerra Mundial—, como científico recibió numerosos recono -
cimientos:
—Premio Nobel de Física 1909.
—Medalla Franklin.
—Medalla del IEEE.
—Medalla John Fritz
—16 distinciones académicas.
—12 ciudadanías honoríficas.
—25 condecoraciones.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
25
8
Albert Einstein (1879-1955)
 
Físico alemán nacionalizado sucesivamente suizo y estadouni​dense, considerado el
científico más importante del siglo úl​timo, padre de la famosa «teoría de la relatividad».
Albert Einstein aún hoy figura mítica.
Cursó estudios superiores, que inició en 1896, en el Politéc​nico de Zúrich donde a
partir de 1909 estrenaría enseñanza, que continuaría en Praga y recuperaría en las aulas
suizas en las que había sido alumno. Hasta 1912.
Dos años más tarde el estallido bélico europeo le sorprende en Berlín, miembro de la
Academia Prusiana de Ciencias.
Albert Einstein, que ya había publicado sobre el tema en 1905, diez años más tarde da a
luz su teoría de la relatividad, reformu lando un nuevo concepto de gravedad, que avalarían
las observa ciones británicas de un eclipse solar el 29 de mayo de 1919.
A partir de la fecha el físico judío, aureolado de fama—procla mado por el The Times
«nuevo Newton» y «personaje del siglo XX»—, se lanzó a la vulgarización de su hallazgo
científico, saltando fronteras, conferenciante aplaudido en Europa y América.
Huyendo del nazismo en 1933, Einstein buscó residencia y ciudadanía en Estados
Unidos, donde transcurrió el resto de su vida, docente en el Instituto de Estudios
Avanzados de Princeton
Algunos le atribuyen la paternidad de la bomba atómica.
Ha sido el retrato de la personalidad científica de Albert Eins tein, distinguido con el
Premio Nobel de Física, precisamente por sus explicaciones sobre el efecto fotoeléctrico y
sus numerosas contribu ciones a la física teórica; no por la teoría de la relatividad.
Saltando de la ciencia a la fe, fuera dudas sobre la aceptación reli​giosa del coloso de la
ciencia moderna, nacido en el seno de una familia judía no practicante y alumno en su
infancia de una escuela católica.
En carta desde Roma, en fecha 12 de julio de 1925, al repu​tado científico y amigo
Giovanni Giorgi, coló estas palabras:
Dios creó el mundo con mucha elegancia e inteligencia.
Evidentemente no sólo creyente, sino además ofendido por quienes pretendieron
catalogarle entre los ateos. A respecto el testimonio de otra amistad, recogido por el
moderno biógrafo Walter Isaacson:
 
Hay gente que dice que no hay Dios, pero lo que realmente me enfada es que me citen para apoyar su punto
de vista…
 
Abundando:
 
La generalizada opinión según la cual yo sería un ateo se funda en un gran error. Quien lo deduce de mis
teorías científicas, no las ha comprendido. No sólo me ha interpretado mal, sino que me hace un mal
26
servicio si él divulga informaciones erróneas a propósito de mi actitud con la religión. Yo creo en un Dios
personal y puedo decir, con plena conciencia, que en mi vida jamás me he alistado a una concepción atea.
 
Sentenció:
 
El ateísmo no tiene ninguna base científica…
 
Por otra parte, Max Jammer, en las páginas de su libro Einstein y la religión,
recoge una sentencia ilustrativa de labios del interesado, conferenciante en el
Seminario de la Unión Teológica de Nueva York, que ha alcanzado resonancia:
 
La ciencia sin la religión es coja y la religión sin la ciencia resulta ciega.
 
También en labios del físico bávaro:
El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir… La ciencia no niega la
existencia de Dios, la reafirma.
 
Y:
 
Cuanto más profundizo en la ciencia, más creo en Dios.
 
Frases ciertamente lapidarias.
A las que cabe sumar las siguientes reflexiones:
 
A través del Universo incomprensible se manifiesta una Inteligen​cia superior infinita…
Todo aquel que está seriamente comprometido con el cultivo de la ciencia, llega a convencerse de que
en todas las leyes del Uni​verso está manifiesto un espíritu infinitamente superior al hombre, y ante el cual
nosotros debemos sentirnos humildes.
 
Finalmente sorprendente:
 
Aunque es verdad que los resultados científicos son enteramente in dependientes de cualquier tipo de
consideraciones morales o religio sas, también es cierto que justamente aquellos hombres a quienes la ciencia
debe sus logros más significativamente creativos, fueron in dividuos impregnados de la convicción
auténticamente religiosa de que este Universo es algo perfecto y susceptible de ser comprendido por medio del
esfuerzo humano de comprensión racional.
 En el cuadro de honor del genial científico alemán:
—Premio Nobel de Física 1922.
—Medalla Copley.
—Medalla Max Planck.
—Medalla de la Real Sociedad Astronómica de Londres.
—Medalla Franklin.
—Medalla Matteucci.
—Medalla Barnard.
 
27
9
Max Born (1882-1970)
 
Otro creyente, luterano, sin pelos en la lengua.
Categórico:
 
Sólo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo.
 
Pero da la casualidad que quien así habló no era un cual quiera. Max Born fue
matemático pero sobre todo una eminencia entre los físicos del siglo último; nacido judío
en Breslau, cuando la ciudad era alemana, hoy Wroclaw y territorio polaco.
Alumno en las universidades de Breslau, Heidelberg, Zúrich y Gotinga, donde alcanzó
el doctorado y se relacionó con no pocos ilustres científicos y matemáticos. También cursó
estudios en Cambridge.
Tras un inicial profesorado en la Universidad de Berlín y, previa una década de
docencia en la de Frankfurt, en 1929 sentó cátedra en Gotinga que convertiríaen la
escuela de Física Teórica más importante del mundo.
En 1933, apartado de la cátedra por su condición de judío, huyó al Reino Unido
nacionalizándose británico y recuperando la docencia universitaria. De entrada en
Cambridge y, a partir de 1936, en Edimburgo; hasta 1953.
De regreso a Alemania, le fue otorgado el Premio Nobel de Física, compartido con
Walter Bothe, por su investigación fun​damental en la mecánica cuántica, especialmente
en la inter​pretación estadística de la función de onda.
Y, volviendo sobre las creencias religiosas de Max Born, con​vertido a la fe cristiana de
su esposa, recogemos sus palabras:
 
Si Dios ha hecho del mundo un mecanismo perfecto, por lo me​nos ha concedido tanto a nuestra inteligencia
imperfecta que, con el fin de predecir pequeñas partes de él, no tenemos que resolver ecuaciones
diferenciales innumerables, pero puede usar los dados con bastante éxito.
 
Cubierta de gloria la gran aportación del eminente judío alemán a la ciencia física:
—Premio Nobel de Física 1954.
—Premio Goethe.
—Medalla Copley.
—Medalla Max Planck.
—Medalla Franklin.
—Medalla Lorentz.
—Medalla Hughes.
—Medalla Pour le Mérite.
—Medalla de la Real Sociedad.
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—Miembro de la Real Sociedad.
—Titular del premio homónimo.
—Gran Cruz con Estrella de la Orden del Mérito.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Victor Franz Hess (1883-1964)
 
Austríaco, una de las grandes figuras científicas del siglo último que, a lo largo de su vida
profesional, dejó constancia de su fe en Dios. Pre mio Nobel por su descubrimiento de los rayos
cósmicos, que consti tuyen una potente fuente de energía llegada del espacio.
Cursó estudios superiores, alcanzando en 1910 el doctorado en la Universidad de Graz, la mayor
de Estiria y segunda más antigua del país.
En marcha la andadura profesional de Víctor Hess, que se estre nará de ayudante en el
Instituto de Física de Viena, dedicando la dé cada siguiente al alumnado de las aulas que le
habían formado acadé micamente. Eso sí, con un paréntesis laboral en Estados Unidos.
A partir de 1931 compartiría cátedra en la Universidad de Innsbruck con la dirección del recién
nacido Instituto de Radiología. Y más. No pararía hasta lograr en los Alpes tiroleses, cercano a la
capital, el observato rio de montaña Hafelekar para el estudio de los rayos cósmicos.
Buscando alturas, ya en 1910 Víctor Hess, provisto de un electros copio, había ascendido al
punto más alto posible de la Torre Eiffel para demostrar que, a mayor altitud, corresponde
mayor radiactivi dad. Apasionado defensor de su teoría desde el 7 de agosto de 1912 cuando,
volando en globo, identificó la existencia de una radiación penetrante exactamente a 5.300
metros sobre la superficie acuática del Lago Schwieloc, en el sureste de Brandeburgo.
En 1938 volvió a Estados Unidos, en esta ocasión docente en la Universidad de Fordham y,
seis años más tarde nacionalizado norte americano, vivió en Nueva York el resto de su vida.
La valía científica del investigador austríaco fue profesionalmente recompensada:
—Premio Nobel de Física 1936.
—Premio Abbe Memorial.
—Medalla Abbe.
—Miembro de la Academia de Ciencias de Viena.
 
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11
Niels Bohr (1885-1962)
 
Figura deslumbrante de la Física contemporánea, con aporta​ciones fundamentales para la
comprensión de la estructura ató​mica y de la mecánica cuántica.
Niels Bohr, danés, de ascendencia judía pero convertido al credo luterano cuando la
ocupación nazi de Dinamarca, fue alumno de las universidades de Copenhague, donde fue
graduado doctor en 1911, y de Cambridge y Manchester, en el Reino Unido, donde ampliaría
conocimientos, respectivamente, junto a Joseph Thomson y Ernest Rutherford, flamantes
premios Nobel. Y donde sería autor de publi caciones sobre física nuclear que le dieron
celebridad internacional.
En 1916 el joven físico teórico danés regresaría a su ciu dad natal para impartir
docencia en las aulas universitarias de Copenhague. Y cuatro años más tarde, fruto
del prestigio científico que ya le aureolaba, tuvo a disposición medios eco nómicos
para la creación del Instituto Nórdico de Física Teó rica —posteriormente bautizado
Instituto Niels Bohr—, que dirigió hasta su muerte. Prestigioso centro de estudios
que, en breve tiempo, compartió protagonismo con las universi dades alemanas de
Múnich y Gotinga en la investigación europea sobre la física atómica.
Y 1922 marcó la consagración definitiva del danés universal, galar donado con el Nobel de
Física en atención a su investigación acerca de la estructura de los átomos y la radiación que
emana de ellos.
Aunque alguna de sus teorías fue ferozmente combatida por Albert Einstein, éste no
negó al físico danés la calificación de uno de los más grandes investigadores científicos de
nuestro tiempo. Curiosamente debatiendo en amistosas disputas públicas sobre la mecánica
cuántica, Bohr y el padre de la relatividad, en diciembre de 1925, el de Copenhague le
espetó al alemán —que había pro clamado: «El azar no existe. Dios no juega a los dados
con el Universo»—: «Deja de decirle a Dios cómo debe construir el Universo».
Presidente de la Real Academia de Ciencias desde 1939, compar tiendo tranquilamente la
investigación y la actividad académica en su ciudad de origen, en 1943, huyendo de la
ocupación nazi, Niels Bohr abandonó Europa. Salió huyendo, no sin grave riesgo marítimo, vía
Suecia y Reino Unido, en busca de refugio en Estados Unidos, país que ya conocía. Y, donde
con identidad personal cambiada, formó parte del equipo padre de la primera bomba atómica.
Cuando en 1945, finalizada la contienda bélica mundial, retornó a Dinamarca, había
dado un cambio brutal en su orientación científica. Regresó extremadamente pacifista.
Pacifista desde su recuperada aula universitaria y en la vida pública.
Apasionado defensor del desarme nuclear, pionero en la pro​clamación del buen uso de
la energía atómica. Hasta el extremo que, en 1951, llegó a propagar a nivel mundial un
manifiesto, avalado por un centenar largo de científicos eminentes firman​tes, exigiendo a
los gobernantes el uso exclusivamente pacífico de la energía atómica.
31
Al año siguiente, incansable en su propósito, fue cofundador del Centro Europeo para
la Investigación Nuclear (CERN), con sede en Ginebra, que dirigió hasta el momento de su
muerte.
Y en 1955 Niels Bohr organizó, en la misma ciudad suiza, la primera conferencia
«Átomos para la paz».
Sus aportaciones en el campo de la física nuclear y en el de la estructura atómica le
hicieron merecedor de las siguientes dis​tinciones honoríficas:
—Premio Nobel de Física 1922.
—Premio Átomos para la Paz.
—Medalla Copley.
—Medalla Franklin.
—Medalla Hughes.
—Medalla Matteucci.
—Medalla Max Planck.
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12
Erwin Schrödinger (1887-1961)
 
Erwin Rudolf Josef Alexander Schrödinger fue un físico teó rico austríaco,
nacionalizado irlandés, destacado por su contribución en el desarrollo de la mecánica
cuántica y la termodinámica. Premio Nobel, compartido con el británico Paul Dirac,
por el descubrimiento de nuevas formas productivas de la física cuántica.
Tras brillante carrera universitaria, doctorado en 1910 en Viena, y haber servido a
la patria en la I Guerra Mundial, fue durante una década docente en las aulas que le
habían formado. A partir de 1920 tendría cátedra, sucesivamente en Jena, Stuttgart,
Zúrich y Berlín. Adonde fue llamado en 1927 para suceder a Max Planck, teniendo
ocasión de relacionarse con Albert Einstein y otros distinguidos científicos del
momento.
De las aulas berlinesas e incluso de Austria, cuando la anexión hitleriana, le
apartaría en 1933 el antisemitismo nazi, moviéndose por diferentes países de Europa
hasta recalar académicamente en 1940 en Irlanda, al frente de la escuela de Física
Teórica del Instituto de Estudios Avanzados de Dublín.
Dieciséis años después retornaría a Austria, siendo recibido como profesor emérito de
la Universidad de Viena.
Erwin Schrödinger, confesionalmente católico, parangonando fe y razón, ha escrito:
 
La imagen que la ciencia ofrece del mundoque me rodea es deficiente. La ciencia nos ofrece mucha
información sobre los hechos, coloca toda nuestra experiencia en un orden magníficamente
consistente, pero guarda un espantoso silencio sobre todo lo que realmente está cerca de nuestro
corazón, todo lo que realmente importa. No puede decirnos nada sobre lo rojo o lo azul, lo amargo o
lo dulce, el dolor o el placer físicos. No dice nada de la belleza y la fealdad, de lo bueno o lo malo,
de Dios y de la eternidad. La ciencia a veces pretende contestar cuestiones referentes a estos
ámbitos, pero sus respuestas son a menudo tan estúpidas que no estamos inclinados a tomarlas en
serio.
 
Por ejemplo:
 
De dónde vengo y adónde voy. Esa es la gran e incomprensible pregunta, la máxima para cada uno de
nosotros. La ciencia no tiene una respuesta.
 
Y su conocida sentencia:
 
La obra maestra más fina es la hecha por Dios según los principios de la mecánica cuántica.
 
El haber de reconocimientos honoríficos del físico austríaco:
—Premio Nobel de Física 1933.
—Medalla Max Planck.
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—Miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias.
 
 
 
 
 
 
 
 
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13
Walther W. Georg Bothe (1891-1957)
 
Físico, matemático y químico alemán, creyente, de quien se ha escrito que tocaba el
piano y pintaba con idéntica pasión a la que realizaba su trabajo en el laboratorio.
En 1954 compartió el Premio Nobel de Física con el alemán nacionalizado británico
Max Born por su invención de un nuevo método para detectar partículas subatómicas y
otros descubrimientos resultantes.
Académicamente preparado en las aulas universitarias de Berlín, donde cursó estudios
de Física, Matemáticas, Química y Música. Fue uno de los alumnos predilectos de Max
Planck, su tutor y guía en la elaboración de la tesis doctoral. Graduado en 1914.
Flamante titulado, inició carrera profesional en calidad de profesor asistente del físico
Hans Geiger en el Physikalisch-Technische Reichsanstalt de Berlín.
Pero la explosión bélica europea truncó planes. La guerra le llevó al frente ruso.
Georg Bothe cayó prisionero y hubo de sufrir cinco años de cautiverio en las
heladas estepas siberianas. Tiempo que para el alemán resultó menos duro gracias
a su dedicación al aprendizaje del ruso y al estudio.
Liberado en 1920, regresó a Alemania recuperando su labor investigadora junto a
Geiger.
Hasta próximo 1930, cuando tuvo cátedra y la dirección del Instituto de Física de
la Universidad de Giessen, cargos profesionales que abandonó, transcurrido un
bienio, para ponerse al frente del Departamento de Física de la Universidad de
Heidelberg, que mudó en 1934 por idéntica responsabilidad en el Instituto Max
Planck, ubicado en la misma ciudad.
Y retorno a Berlín, en 1939, integrante del grupo científico investigador de las
aplicaciones militares de la fisión atómica.
Tras la II Guerra Mundial, Georg Bothe logró recuperar, hermanándola durante todo el
resto de vida, su doble labor profesional en Heidelberg.
En el haber honorífico del catedrático y profesor germánico:
—Premio Nobel de Física 1954.
—Medalla Max Planck.
—Gran Cruz de la Orden de Servicios Federales.
—Caballero de la Orden del Mérito. 
—Miembro de la Academia de Ciencias de Heidelberg.
—Miembro de la Academia de Ciencias de Gotinga
—Miembro de la Academia de Ciencias de Sajonia.
 
 
 
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14
Arthur Compton (1892-1962)
 
Físico presbiteriano estadounidense, padre del efecto que lleva su nombre, descubierto en
1923 y decisivo en el desarrollo y la formulación de la teoría cuántica.
Doctorado en 1916 en la Universidad de Princeton, previo un cuatrienio de rodaje
profesional —curso de docencia superior en Minnesota, dos años de investigación en una
empresa privada y doce meses colaborando con Ruthenford en el laboratorio de
Cambridge—, en 1920 obtuvo cátedra y la dirección del departamento de Física en la
Universidad de San Luis de Washington.
Tres años más tarde mudó de residencia, pasando de la capital federal a Chicago,
donde combinaría enseñanza e investigación, al frente del laboratorio protagonista en el
famoso Proyecto Manhattan, cuna de la primera bomba atómica.
En 1945 Compton tornó a Washington, donde ejercería hasta 1954 el rectorado de
la mentada Universidad de San Luis y, posteriormente, continuaría de profesor. Ya
distinguido por la Academia Sueca por su fructuosa investigación de los rayos
cósmicos, cuyo estudio no paró a lo largo de la década de 1930.
Del Compton científico al hombre de fe.
Claro como el agua:
 
Para mí la fe comienza con la comprensión de que una inteligencia suprema dio el ser al Universo y creó al
hombre. No me cuesta tener esa fe, porque el orden e inteligencia del cosmos dan testimonio de la más
sublime declaración jamás hecha: «En el principio creó Dios...».
 
Sin comprender la postura ateísta:
 
A medida que aprendemos más de nuestro mundo, la probabilidad de que éste sea un resultado de procesos
se hace cada vez más remota, por lo cual muy pocos de los que verdaderamente son hombres de ciencia
defenderán hoy en día una actitud atea.
 
Ni el conflicto científico-religioso:
 
En sus esencias no puede haber conflicto entre la ciencia y la religión. La ciencia es un método confiable
para encontrar la verdad. La religión es la búsqueda de una base satisfactoria para la vida.
 
Radical:
 
La ciencia ha creado un mundo en el que el Cristianismo es una necesidad.
 
Valiente y reiterativa confesión de fe en sus publicaciones. Libros y artículos.
Entre éstos, títulos tan llamativos como «La necesidad de Dios en la era de la
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ciencia», «La religión de un científico», «Por qué creo en la inmortalidad», «Vida
después de la muerte desde el punto de vista de un científico».
Las aportaciones a la ciencia del físico estadounidense, que bautiza un cráter lunar y
un asteroide descubierto el 2 de septiembre de 1992, fueron merecedoras de los
siguientes reconocimientos honoríficos:
—Premio Nobel de Física 1927.
—Medalla Franklin.
—Medalla Hughes.
—Medalla Rumford.
—Titular del premio homónimo.
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15
Louis de Broglie (1892-1987)
 
Louis-Victor Pierre Raymond de Broglie, conocido en España simplemente
como Luis o Duque de Broglie, fue un distinguido noble francés, católico
practicante toda su vida.
Alumno de la Sorbona, interesado inicialmente en el estudio de Letras, acabó
a los dieciocho años de edad licenciado en Historia y, cursos después, doctor
en Física Teórica.
Catedrático en la Universidad de París y docente también en el recién
inaugurado Instituto Henri Poincaré, también en la capital de Francia.
Pionero de la mecánica ondulatoria, fue galardonado con el Premio Nobel de
Física.
De Broglie compartió la enseñanza con cargos de responsabilidad
profesional, nombrado en 1942 secretario perpetuo de la Academia de Ciencias
de París, de la que era miembro desde 1933, y a partir de 1945 ejerciendo de
consejero de la Comisión de Energía Atómica Francesa.
Investigador y publicista, autor de más de veinticinco títulos profesionales, y
promotor de la cooperación científica internacional, el físico francés ha
merecido los siguientes honores patrios e internacionales: 
—Premio Alberto I de Mónaco.
—Premio Nobel de Física 1929.
—Premio Kalinga.
—Medalla Henri Poincaré.
—Gran Cruz de la Legión de Honor.
—Medalla de Oro del Centro Nacional de Investigación Científica
francés.
—Miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias.
—Miembro de la Academia de Ciencias de Francia.
—Miembro de la Academia Francesa.
—Miembro de la Bureau des Longitudes.
—Miembro de otras 15 Academias en Europa, India y Estados Unidos.
—Oficial de la Orden de Leopoldo de Bélgica.
—Doctor honorífico de las universidades de Varsovia, Bucarest, Atenas,
Lausana, Quebec y Bruselas.39
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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16
Isidor Isaac Rabi (1898-1988)
 
La ciencia le aproximó a Dios.
Autotestimonio:
 
La física me llenó de asombro, me puso en contacto con el sentido de las causas originales. La
física me acercó a Dios. Ese sentimiento me acompañó a lo largo de mis años en la ciencia. Cada
vez que alguno de mis alumnos se acercaba a mí con un proyecto científico, yo le preguntaba una
sola cosa: «¿Esto te va a acercar más a Dios?».
 
La de Rabi, al igual que la del presbiteriano Compton, era una fe enraizada en
las páginas bíblicas.
Expresó:
 
Los primeros versos del Génesis fueron muy conmovedores para mí cuando era niño. La idea
entera de la Creación, el misterio y la filosofía de la misma se hundieron en mí y es algo que
todavía siento. No hay duda de que básicamente, en mi interioridad, yo soy un judío ortodoxo. Mi
educación temprana, tan impresionada por Dios, el creador del mundo, se ha quedado conmigo.
 
Y se solazaba pregonando:
 
Cuando estás haciendo Física estás luchando contra un campeón… Estás tratando de averiguar
como Dios hizo el mundo, al igual que Jacob luchaba contra el ángel.
 
Isidor Rabi, físico estadounidense de religión judía, nacido en territorio polaco
cuando éste era parte integrante del Imperio austrohúngaro, recibió graduación
académica superior en Cornell y Columbia. Donde, doctorado en 1927, ocho años
después —cuando había ampliado conocimientos científicos en Múnich,
Copenhague, Hamburgo, Leipzig y Zúrich— el exalumno de la prestigiosa
Universidad privada neoyorquina mereció la cátedra de Física en la misma.
Nombrado profesor de Columbia cuando, desde el inicio de la década de 1930,
venía investigando sobre Física Nuclear ayudando en el desarrollo del láser, el
máser, el reloj atómico o la resonancia magnética utilizada en los diagnósticos
médicos.
Desde 1940 a 1945 se apartaría temporalmente de Columbia para trabajar
como director asociado del laboratorio de radiación en el Instituto de Tecnología
de Massachusetts. Cuando su incorporación reincorporación ya llevaba un año
honrado con el Premio Nobel de Física, concedido por el descubrimiento de la
posibilidad de registro de las propiedades magnéticas de los átomos.
En su haber profesional también la cofundación del Laboratorio Brookhaven y
41
del CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear), la presidencia en
1950 de la Sociedad Americana de Física y el cargo de Asesor Científico de la
Agencia Internacional de Energía Atómica en el período 1952-1956.
Las aportaciones a la ciencia del físico judío estadounidense adornan un
palmarés de lujo:
—Premio Nobel de Física 1944.
—Premio Newcomb Cleveland.
—Premio Átomos para la Paz.
—Medalla Bush Vannevar.
—Medalla Elliot Cresson.
—Medalla al Mérito.
—Medalla Barnard.
—Medalla Oersted.
—Medalla de Bienestar Público.
—Miembro de la Comisión para la Energía Atómica.
—Miembro de Academia Americana de las Artes y las Ciencias
—Miembro de la Comisión Nacional de Estados Unidos para la UNESCO.
—Distinciones de asociaciones académicas de Israel, Japón y Brasil.
—Doctor honoris causa por Princeton, Harvard y Birmingham.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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17
Wolfgang Pauli (1900-1958)
 
Wolfgang Ernst Pauli fue un austríaco Premio Nobel de Física en 1945,
nacionalizado suizo y posteriormente ciudadano estadounidense.
Fue alumno del Doblinger Gymnasium de Viena, donde recibió la diplomatura
de licenciado en 1918, y de la Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich que le
reconoció doctor tres años más tarde.
Flamante graduado, escribió un artículo enciclopédico de cerca de 250 páginas
sobre la relatividad, precisamente elogiado por Einstein, publicado como
monografía y aún hoy referencia básica en la materia.
Y de las aulas a la cátedra.
Docente en estreno en Gotinga, asistente de Max Born a lo largo de todo un
curso. Al año siguiente traslado a Dinamarca, trabajando junto a Niels Bohr en
Copenhague.
En 1923 va a Alemania, nombrado profesor de Física Teórica en Hamburgo.
Quieto sólo un quinquenio en la cátedra germánica. Pues a partir de 1928,
nacionalizado suizo, ejerce la docencia en la Escuela Politécnica Federal de
Zúrich, que convierte en un importante centro europeo de investigación en los
años previos al segundo estallido bélico mundial.
Y, volando el Atlántico, dicta seminarios en 1921 en la Universidad de
Michigan y, en 1935, en el Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde
en 1940 acabaría catedrático titular de Física, obteniendo en 1946 la
nacionalidad estadounidense.
Europa en paz, Wolfgang Pauli regresó a Zúrich, donde relativamente joven
extinguió sus días.
Había tornado a Suiza, premiado por la Academia Sueca por su descubrimiento
del principio de exclusión, según el cual es imposible que dos electrones, en un
átomo, puedan tener la misma energía, el mismo lugar e idénticos números
cuánticos.
Religiosamente Wolfgang Pauli fue un científico creyente. Aunque bautizado
católico, en 1929 abjuró de la Iglesia.
Algunas de sus distinciones honoríficas son:
—Premio Nobel de Física 1945.
—Medalla Max Planck.
—Medalla Matteucci.
—Medalla Lorentz.
 
 
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18
Enrico Fermi (1901-1954)
 
Científico italoestadounidense de profesión católica, uno de los más destacados
del siglo último, conocido por su protagonismo en la primera reacción nuclear
controlada.
Alumno doctorado en 1922 en la Escuela Normal Superior de Pisa, de entrada
fue docente en las universidades de Florencia y Roma. Y, previas sendas
temporadas de estudio en Gotinga y Leiden, en 1927 tuvo cátedra en La Sapienza,
convirtiendo a la Ciudad Eterna en uno de los centros de investigación más
prestigiosos del mundo.
A partir de 1930 fue invitado a los cursos de verano de Michigan, enseñando
también al alumnado universitario de Columbia, Stanford y Chicago.
Ocho años después, ya premiado con el Nobel de Física por sus trabajos sobre
radioactividad inducida, Fermi abandonó la residencia romana instalándose
definitivamente en Estados Unidos, cuando el régimen hizo arriesgada la
continuidad de su esposa, judía, en Italia.
Decisiva la emigración a Nueva York en la andadura profesional de Enrico
Fermi, que en la capital americana gozaría de sus mayores logros como físico.
Inicialmente docente e investigador en la Universidad de Columbia. Después la
de Chicago, donde desarrolló el primer reactor nuclear artificial del mundo.
Finalmente integrado en el Proyecto Manhattan, cuna de la primera bomba
atómica, cuyo nacimiento años más tarde condenó, negándose también a participar
en el logro del arma de hidrógeno.
Lamentablemente en 1954 un cáncer de estómago tronchó la vida del gran
físico teórico y experimental italiano, docente, investigador, escritor y
conferenciante.
Excelente historial académico y profesional de Enrico Fermi, generosamente
correspondido:
 
—Premio Nobel de Física 1938.
—Premio Rumford.
—Medalla Max Planck.
—Medalla Franklin.
—Medalla Matteucci.
—Medalla Hughes.
—Miembro de no pocas Academias Nacionales y Extranjeras.
 
 
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19
Werner Heisenberg (1901-1976)
 
Treinteañero alemán premiado con el Nobel en 1932.
Se le ha catalogado como el físico más eminente de todos los tiempos, particularmente
conocido en el mundo científico por la formulación del «principio de incertidumbre», que
ha jugado gran protagonismo en el desarrollo de la teoría cuántica y del pensamiento
filosófico moderno.
Graduado en 1923 en la Universidad de Múnich, flamante doctor, fue ayudante del
físico compatriota Max Born en el centro superior de Gotinga y en el trienio 1924-
1927, becado por la Fundación Rockefeller, trabajó con el danés Niels Bohr en
Copenhague. Siguieron tres largas décadas de profesorado, repartido entre las aulas
superiores de Leipzig, Berlín y Gotinga. Hasta recalar definitivamente, en 1958, en el
alma mater bávara.
Donde atendería a la dirección del trasladado Instituto de Física y Astrofísica de
Gotinga. Al igual que, desde1941, venía siendo máximo responsable, del que no tardaría
en ser reconocido como Instituto Max Planck de Física.
Durante la II Guerra Mundial Heisenberg lideró el proyecto de una no lograda bomba
atómica alemana, que pagó con prisión en el Reino Unido.
Tras el conflicto bélico ocupó varias presidencias: Fundación Alemana de
Investigación, Comisión de Física Atómica, Grupo de Trabajo en Física Nuclear y
Fundación Alexander Von Humboldt.
Werner Heisenberg, indiscutible eminencia científica, fue también un auténtico
cristiano, una personalidad de fe comprometida en el marco de la confesión luterana.
De entrada, el testimonio del profesor de Yale, Henry Margenau, en las páginas de la
revista Truth:
 
No he dicho nada acerca de los años comprendidos entre 1936 y 1950. Hubo, sin embargo, unas cuantas
experiencias que no podré olvidar. Una fue mi primera reunión con Heisenberg, quien vino a América un
poco después del fin de la II Guerra Mundial. Nuestra conversación fue íntima y me impresionó por su
profunda convicción religiosa. Era un verdadero cristiano en todo el sentido de la palabra.
 
Florian Hildebrand escribe cómo, parafraseando a Francis Bacon que había
dicho: «Un poco de conocimientos inclina al hombre al ateísmo, pero la profundidad
del mismo lleva las mentes de los hombres a la religión», Heisenberg comparó a la
ciencia con una copa de creencias. Al respecto manifestó:
 
El primer sorbo de la copa de la ciencia te vuelve ateo, pero en el fondo del vaso, Dios te está esperando.
 
Entrevistado en Madrid, en abril de 1969:
47
 
Sí creo en Dios y que de Él viene todo. El orden y la armonía de las partículas atómicas tienen que haber
sido impuestos por alguien.
 
Por otra parte, el escritor rumano españolizado Vintilia Horia testimonia haberle
escuchado:
 
La teoría de un mundo creado es más probable que la contraria, desde el punto de vista de las ciencias
naturales. La mayor parte de los hombres de ciencia que yo conozco han logrado llegar a Dios.
 
Y más.
Según cita en Holton 2000, consta que, en el último envío epistolar a Einstein,
refiriéndose al principio de causalidad que aquél defendía, Heisenberg le confortaba:
 
Nos queda el consuelo de que el buen Señor Dios conocería la posición de las partículas y, por lo tanto, Él
podía permitir que el principio de causalidad siguiera teniendo validez.
 
Entre los numerosos escritos del eminente físico alemán figuran: Los principios
físicos de la teoría cuántica, Radiación cósmica, Física y filosofía, Introducción a la
teoría unificada de las partículas elementales.
Finalmente, brillante el palmarés de Werner Heisenberg:
—Premio Nobel de Física 1932.
—Premio Romano Guardini.
—Medalla Max Planck.
—Doctor honorífico por las universidades de Bruselas, Tecnológica de Karlsruhe
y Budapest.
—Gran Cruz del Servicio Federal de Alemania.
—Caballero de la Orden del Mérito.
—Miembro de las Academias de Ciencias de Gotinga, Baviera, Sajonia,
Prusia, Suecia, Rumania, Noruega, España, Países Bajos, Roma; de la
Academia Alemana de las Ciencias Leopoldina, Italiana Nacional de los
Linces, Americana de Ciencias y Pontificia de las Ciencias.
 
 
 
 
 
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Paul Dirac (1902-1984)
 
Calificado por el célebre científico británico Fred Hoyle como «uno de los físicos
más destacados del siglo XX», Paul Dirac aportó estudios esenciales al desarrollo
de la mecánica y la electrodinámica cuánticas. Merecedor de la recompensa de la
Academia Sueca, compartida con Erwin Schrödinger, por el descubrimiento de
nuevas formas productivas de la teoría atómica.
Graduado en Ingeniería Electrónica y Matemáticas en la Universidad de Bristol,
respectivamente en 1021 y 1923, una pura casualidad le hizo profesor de
Matemáticas en las aulas superiores de Cambridge, donde pronto mudó de
vocación sintiéndose apasionado por la Física.
Es autor de Principios de la mecánica cuántica, publicado en 1930, que fue
en su época uno de los libros de textos más comunes en la materia y hoy aún
tiene actualidad.
Quieto Paul Dirac en el Reino Unido hasta 1969, año de su traslado a Estados
Unidos, donde seguiría docente en la Universidad Estatal de Florida durante la
última década de su vida.
Su testimonio de fe:
 
Es falso c reer que la fe es algo pertenec iente al pasado más remoto de nuestra c ivilizac ión.
Yo defiendo lo contrario. Y hoy día la mayor parte de los c ientíficos , empezando por los
fís icos nuc leares , tienen una ac titud muy respetuosa ante la religión, cuando no son ellos
mismos c ris tianos prac ticantes .
 
Más:
Hoy a muchos hombres cultos y entregados a la investigación científica, la fe religiosa no les
parece inconciliable con las certezas científicas.
 
Curiosamente a Paul Dirac, cristiano humilde, que odiaba la publicidad e
intentó rechazar la golosa distinción de la Academia Sueca, le llovieron honores
científicos a granel. Póstumos, titulando calles, cátedras, instituciones, bibliotecas,
campus… Y una placa conmemorativa en la abadía de Westminster, de Londres.
Reconocimientos honoríficos en vida:
—Premio Nobel de Física 1933.
—Medalla Real.
—Medalla Copley.
—Medalla Max Planck.
—Miembro de la Real Sociedad.
—Miembro honorario de la Sociedad Americana de Física.
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—Miembro del Instituto de Física de Londres.
—Miembro de la Orden del Mérito.
—Miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias.
—Miembro de otras prestigiosas academias y sociedades científicas de la ex
Unión Soviética, Reino Unido, India, China, Irlanda, Francia, Estados
Unidos, Italia, Portugal y Dinamarca.
 
 
 
 
 
 
 
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Nevill Mott (1905-1996)
 
Hitos de su formación académica fueron Cambrigde, Copenhague, donde fue alumno de
Niels Bohr, y Gotinga, donde amplió conocimientos bajo la tutela de otro gran genio de la
física contemporánea, Max Born.
Honrado con el Premio Nobel por sus investigaciones teóricas fundamentales
sobre la estructura electrónica de sistemas magnéticos y materiales amorfos, se
estrenó de profesor universitario en Manchester, posteriormente fue
conferenciante en Cambridge y, en 1933, acabó docente en el centro de
enseñanza superior de Bristol, donde reanudaría dedicación tras la segunda
contienda bélica mundial.
El año 1954 marca su retorno a Cambridge. Enseñante en las aulas y primordialmente
investigador en el Laboratorio Cavendish, donde trabajaría hasta 1971.
Siempre con especial interés en la aplicación de la mecánica cuántica a los sólidos, en
especial a los metales.
Pero, aparte la dedicación académica e intelectual, Mott tuvo especial protagonismo
en la reforma educativa británica, dirigió organismos y asociaciones científicas y presidió
la Unión Internacional de Física.
Cabe destacar también la admirable vida de fe de sir Nevill Mott, estudiada por
Margenau y Varghese, en quienes espigamos:
 
Creo en Dios... Yo creo que Dios se ha autorevelado a nosotros de muchas maneras y a través de muchos
hombres y mujeres, y que para nosotros, aquí en Occidente, la más clara revelación es a través de Jesús y
los que lo han seguido…
Algo sucedió al puñado de hombres que conocieron a Jesús; algo que les llevó a creer con tal intensidad
y convicción que Jesús estaba vivo, que este sentimiento sigue siendo la base de la Iglesia Cristiana dos mil
años después.
 
Acudimos a la misma fuente informativa:
 
Estoy lejos de creer que la ciencia nos dará alguna vez las respuestas a todas nuestras preguntas…
En mi comprensión de Dios empiezo con ciertas creencias firmes. Una de ellas es que las leyes de la
naturaleza no se rompen…
Yo creo que Dios obra dentro de las leyes naturales y de acuerdo a las leyes naturales.
 
En 1991 el físico anglicano publicó ¿Pueden creer los científicos?, una verdadera
antología, un libro de artículos firmados por famosos hombres de ciencia, enjuiciando la
relación entre fe y razón. De la colaboración del editor recortamos:
 
Creo también que ni la ciencia física ni la psicología podrán alguna vez explicar la conciencia humana. Para
mí la conciencia humana se encuentra fuera de la ciencia, y esaquí que busco la relación entre Dios y el
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hombre.
 
Algunos de los muchos reconocimientos y títulos honoríficos de sir Nevill Mott:
—Premio Nobel de Física 1977.
—Medalla Hughes.
—Medalla Copley.
—Medalla Faraday.
—Miembro de la Real Sociedad.
—Caballero del Imperio Británico.
—Doctor honoris causa por veinte universidades.
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22
Charles Hard Townes (1915-2015)
 
Estadounidense, uno de los físicos experimentales más destacado del último siglo,
galardonado en 1964 con el Premio Nobel de Física por su trabajo fundamental en la
electrónica cuántica, es conocido por sus trabajos sobre la teoría y las aplicaciones del
máser que llevarían al descubrimiento del rayo láser.
Charles Townes fue miembro de la comunidad evangélica conocida como Iglesia
Unida de Cristo.
Cristiano confeso:
 
Creo firmemente en la existencia de Dios, basándome en la intuición, la observación, la lógica y también en
el conocimiento científico…
Y, como persona religiosa, siento firmemente la presencia e intervención de un Ser creador que va más
allá de mí mismo, pero siempre personal y cercano.
 
El 26 de agosto de 2009 proclamó:
 
La religión ha sido muy importante en mi vida. Siempre estuve inspirado y guiado por la religión.
 
Y, con anterioridad, en 1995, había reflexionado:
 
Se nos podría preguntar: ¿dónde está Dios? En mi opinión es una pregunta casi inútil. Si crees en Dios, no
hay ningún «dónde» particular. Él está siempre ahí, en todas partes… Para mí Dios es personal pero
omnipresente.
 
Conferenciante en París, el 19 de abril de 2001, coincidente con Max
Planck, comentando sobre la complementariedad de la ciencia y la religión,
Townes proclamó:
 
La ciencia y la religión son vistas a menudo como aspectos separados de nuestras creencias y
nuestro entendimiento. Pero la religión es un intento por entender el propósito de nuestro Universo y
de la ciencia un intento por comprender su naturaleza y sus características, por lo que las dos están
necesariamente relacionadas.
 
Reiterativo, también en 1995:
 
Yo soy un físico. También me considero un cristiano… Veo muchos puntos en común y de
confluencia entre la ciencia y la religión. Me parece lógico que a la larga las dos hasta converjan.
 
Townes, flamante doctor por el Instituto Tecnológico de California en 1939,
se inició profesionalmente en el laboratorio de la Bell Telephone Company. Y,
53
tras casi una década de labor investigadora, se pasó a la actividad académica,
sucesivamente con seis largos años de docencia en la Universidad de Columbia,
otros seis cursos en la dirección y profesorado en el Instituto Tecnológico de
Massachusetts y, a partir de 1967, titular de la cátedra de Física en Berkeley.
Charles Townes, adalid de la óptica en la búsqueda de inteligencia extraterrestre,
fue presidente del comité asesor para el primer alunizaje humano, vicepresidente del
comité asesor científico del presidente de Estados Unidos, entre otros
asesoramientos profesionales estatales, sociales y económicos.
 
En laureles científicos ha cosechado:
—Premio Nobel de Física 1964.
—Premio Templeton.
—Premio Rumford.
—Premio Vannevar Bush.
—Premio John J. Carty
—Medalla Comstok.
—Medalla de Honor del IEEE.
—Medalla Nacional de la Ciencias.
—Medalla Lomonósov.
—Medalla Stuart Ballantine.
—Medalla Niels Bohr.
—Miembro de la Asociación Nacional de la Ciencia.
—Miembro de la Academia de Ciencias rusa.
—Miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias.
—27 títulos honorarios universitarios.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Richard Phillips Feynman (1918-1988)
 
Profesor e investigador estadounidense, escritor y conferenciante, descendiente de
judíos rusos y polacos, una de las figuras más destacadas de Estados Unidos en la
historia de la Física del siglo último.
Richard Feynman, alumno en las aulas del Instituto Tecnológico de
Massachusetts y flamante doctor, titulado en 1942 por la Universidad de
Princeton, inició carrera profesional al servicio de la guerra. Líder del grupo de
jóvenes físicos teóricos participantes en el Proyecto Manhattan. Un empeño
bélico, gestado en el laboratorio secreto de Los Álamos, que cuajó en el logro de
la codiciada bomba atómica americana.
Tras el conflicto bélico mundial se estrenó como docente.
Inicialmente profesor de Física Teórica en la Universidad de Cornell. Después
tuvo alumnado superior brasileño en Río de Janeiro y, finalmente, cátedra en el
Instituto Tecnológico de California, donde empezó de profesor visitante y acabó
titular. Y donde impartió enseñanza hasta los quince días previos a su muerte.
Feynman, galardonado con el Premio Nobel por sus trabajos en electrodinámica
cuántica, es también una de las figuras pioneras de la nanotecnología.
Visitante de los Laboratorios Bell, el singular físico americano vivió una
experiencia religiosa, sorprendido con la novedad de un microscopio que mostraba
las primeras imágenes de átomos jamás alcanzadas. Sorprendido hasta el extremo
de interrumpir las explicaciones del técnico:
 
—¡Cállate, Platzmann! No hables. ¡Tan sólo mira! ¡Eso es Dios: los átomos están ahí!
De los méritos científicos de Richard Feynman hablan los siguientes
reconocimientos honoríficos:
—Premio Nobel de Física 1955.
—Premio Albert Einstein.
—Medalla Lawrence.
—Medalla Oersted.
—Miembro de la Academia Americana de Física.
—Miembro de la Asociación Americana para el Progreso de la Ciencia.
—Miembro de la Academia Nacional de Ciencias.
—Miembro extranjero de la Real Sociedad de Londres.
 
 
 
 
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Arthur Schawlow (1921-1999)
 
Físico y profesor universitario estadounidense, distinguido con el Premio Nobel por su
contribución al desarrollo del espectroscopio de microondas.
Doctorado por Toronto en 1949, durante una posterior ampliación de estudios en la
Universidad neoyorquina de Columbia entabló gran amistad con el condiscípulo y futuro
gran físico compatriota Charles Townes, protagonistas de fecunda colaboración en el diseño
del máser, que fue precursor del láser.
Previa una siguiente década de labor investigadora en los Laboratorios Bell de Nueva
Jersey, en 1961 Schawlow estrenó profesorado en las aulas superiores de Stanford, en
combinación con la dirección del Departamento de Física. Dedicaciones compartidas con la
presidencia de las sociedades Óptica y Física americanas.
Stanford, meta de la actividad académica del científico americano, siempre a la par con
una no disimulada vida de fe.
Creyente le pintan Margenau y Carghese, que recogen de sus labios:
 
Tanto en el Universo como en mi propia vida descubro la necesidad de Dios.
 
Insistente Schawlow:
 
El mundo es tan maravilloso que no puedo imaginarlo fruto de la pura casualidad.
Recogen también los citados autores:
 
Al enfrentarse con las maravillas de la vida y del Universo, uno se debe preguntar «por qué» y no
«cómo». Las únicas respuestas posibles son de orden religioso... La religión es una gran puerta
trasera para la c iencia. En palabras del salmo 19: «Los cielos proclaman la gloria de Dios y el
firmamento anuncia la obra de sus manos».
 
Las aportaciones de Arthur Schawlow a la ciencia física han sido merecedoras
de las siguientes recompensas honorarias:
—Premio Nobel de Física en 1981.
—Premio Thomas Young.
—Premio Morris N. Liebmann.
—Premio Marconi.
—Medalla Stuart Ballantine.
—Medalla Frederick Ives.
—Miembro de la Academia Nacional de Ciencias.
—Miembro de la Academia Americana de las Ciencias y las Artes.
—Doctor honoris causa por Gante, Toronto y Bradford.
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—Profesor honorario de la East China Normal University, de Shanghai.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Anthony Hewish (1924)
 
Destacado radioastrónomo y físico británico, doctorado por Cambridge en 1958,
cuando ya venía investigando junto a Martin Ryle en el Laboratorio Cavendish,
donde fue profesor desde 1971 hasta 1989, combinando durante gran parte de
estos años la docencia con la dirección del Observatorio Mullard.
Anthony Hewish, autor de importantes mejoras en los radiotelescopios, fuepremiado con el Nobel de Física por su papel decisivo en el descubrimiento de los
pulsares.
El profesor Hewish, creyente, interrogado sobre la existencia divina, ha dado el
siguiente testimonio:
 
Yo creo en Dios. No tiene ningún sentido para mí asumir que el Universo y nuestra existencia son
solamente un accidente cósmico, que la vida surgió por procesos físicos aleatorios en un entorno
que simplemente tenía por casualidad las propiedades adecuadas. Como cristiano empiezo a
comprender el sentido de la vida a través de la creencia en un Creador, parte de cuya naturaleza
fue revelada por un hombre que nació hace unos 2000 años.
 
Y a una segunda pregunta, relacionando fe y razón, ha correspondido:
 
Creo que tanto la c iencia como la religión son necesarias para comprender nuestra relación con el
Universo. Es verdad que la ciencia nos dice cómo funciona todo, aunque hay muchos problemas
sin resolver y creo que siempre los habrá. Porque la ciencia plantea preguntas que nunca podrá
responder… Aquí es donde la religión se hace necesaria.
 
Algunos de los laureles que jalonan la dedicación profesional del científico
británico:
—Premio Nobel de Física 1974.
—Medalla Eddington.
—Medalla de Oro Dellinger.
—Medalla Albert A. Michelson.
—Medalla Hughes.
—Miembro de la Real Academia Belga
—Miembro de la Academia Americana de las Ciencias y las Artes.
—Miembro de la Academia Nacional de las Ciencias de India.
—Doctor honoris causa por Manchester, Exeter y Cambridge.
 
 
 
 
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http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=The_Franklin_Institute_Awards&action=edit&redlink=1
http://es.wikipedia.org/wiki/Medalla_Hughes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Abdus Salam (1926-1996)
 
Mohammad Abdus Salam, físico teórico nacido en geografía india ahora
pakistaní, alumno brillante en la Universidad de Cambridge, donde se doctoró en
1952, fue galardonado con el Premio Nobel de Física por su trabajo en el
modelo electrodébil, que es una síntesis matemática y conceptual del
electromagnetismo y la fuerza nuclear débil, hasta ahora el último paso que se
ha dado para llegar a la uni ficación de todas las fuerzas de la naturaleza.
Previa la docencia en las aulas universitarias pakistaníes de Punjab y en el
Colegio Imperial de Londres, prestigioso centro de enseñanza superior británico,
en 1964 se le confió la dirección del recién nacido Centro Internacional de Física
Teórica de Trieste, en Italia, que ejerció hasta la muerte. Precisamente nacido
fruto de su iniciativa personal y al que, en los últimos años, dedicó gran parte de
sus casi ilimitadas energías.
Anteriormente tuvo cátedra en el Colegio Imperial de Londres, ocupó la
secretaría científica en las dos primeras conferencias sobre la Utilización de la
Energía Atómica con Fines Pacíficos, celebradas en Ginebra, y murió formando
parte del Comité Consultivo sobre Ciencia y Tecnología de Naciones Unidas y
siendo asesor científico del Presidente de Pakistán.
El profesor Abdus Salam, devoto musulmán, en 1990 puso fin a una
intervención pública aconsejando:
 
Nuestra sociedad tiene infligidas amenazas como si fueran montañas. Trata de eliminarlas de tu entorno con
paciencia. Dios tendrá misericordia de ti algún día. No tengas miedo si tus esfuerzos no dan frutos, sino
sigue haciendo tu trabajo y en verdad Dios bendecirá tus esfuerzos.
 
Años antes, el 26 de agosto de 1976, entrevistado para la revista New Scientist, había
declarado:
 
Todo ser humano necesita la religión, como Jung lo argumenta con firmeza; este sentimiento religioso más
profundo es uno de los impulsos principales de la humanidad.
 
Y, por otra parte, Salam no reconoció incompatibilidad alguna entre la dedicación
científica y la práctica de la fe.
En sus labios:
 
Percibo profundamente la unidad entre estos dos aspectos míos.
 
Pese a que se le negara todo homenaje oficial pakistaní con motivo de la concesión
61
http://es.wikipedia.org/wiki/Electromagnetismo
http://es.wikipedia.org/wiki/Fuerza_nuclear_d�bil
del Nobel, a Abdus Salam no le faltaron distinciones honoríficas en premio a sus logros
científicos.
Algunas:
—Premio Nobel de Física 1979.
—Medalla Hughes.
—Medalla Real Sociedad.
—Medalla Lomonósov.
—Medalla Copley.
—Titular del Premio homónimo.
 
 
 
 
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27
Arno Penzias (1933)
 
Científico alemán de origen y religión judíos, nacionalizado estadounidense en
1946, distinguido con el Nobel de Física por su descubrimiento de la radiación
de fondo cósmica, que es una forma de radiación electromagnética presente en
todo el Universo. Compartió galardón con Robert Wilson, siendo los primeros
astrofísicos premiados por la Academia Sueca.
Doctorado en la Universidad de Columbia en 1962, ha desarrollado toda su vida
profesional en los laboratorios de la Bell Telephone Company, en Nueva Jersey, dedicado
a la investigación y con funciones de directivo.
Las investigaciones en astrofísica han llevado a Penzias a la fe en la evidencia de un
plan en la creación divina.
Acudimos al libro The God I believe in (El Dios en el que creo) que firma Joshua O.
Haberman, publicado en 1994, que recoge en sus páginas palabras de Penzias:
 
Si vemos una plantación de árboles frutales, podemos afirmar que quien creó tales árboles quería
fruta. En otras palabras, al observar el orden en el mundo podemos inferir el propósito y del propósito
comenzar a tener un poco de conocimiento acerca del Creador, el Planificador de todo. Así es cómo
miro a Dios. Miro a Dios a través de las obras de sus manos y esas obras implican intenciones. De
estas intenciones recibo una impresión del Todopoderoso.
 
Insistente el astrofísico judío:
 
Creo, con el salmo 19, que «el cielo proclama la gloria de Dios»; es decir, Dios se revela en todo lo que
existe. Toda la realidad, en mayor o menor escala, revela el propósito de Dios. Hay una cierta conexión con
el propósito y el orden del mundo en todos los aspectos de la experiencia humana.
 
En declaraciones al The New York Times, en fecha 12 de marzo de 1978, Arno
Penzias declaró:
 
Si no tuviera otros datos que los primeros capítulos del Génesis, algunos de los Salmos y otros pasajes de
las Escrituras, habría llegado esencialmente a la misma conclusión, en cuanto al origen del universo, que la
que nos aportan los datos científicos.
 
Y también en labios del creyente judío:
 
Cuando suene nuestra última hora, será grande e inefable nuestro gozo al ver a quien en toda nuestra vida
sólo hemos podido vislumbrar.
 
Distinciones honoríficas a su labor científica:
—Premio Nobel de Física 1978.
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—Medalla a la Excelencia.
—Medalla Henry Draper.
—Medalla del Instituto de Investigaciones Industriales.
—Miembro de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias.
 
 
 
 
 
 
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28
Carlos Rubbia (1934)
 
Es un ilustre físico y profesor italiano, actualmente docente en las aulas universitarias de
Pavía, galardonado con el Premio Nobel de Física por sus trabajos que han permitido
descubrir el Bosón W y Z.
Graduado en 1957 en la Escuela Superior Normal de Pisa, se trasladó a Estados
Unidos donde, al año siguiente, inició andadura profesional integrado en el equipo de
investigadores de la Universidad neoyorquina de Columbia.
Tras un trienio americano tornó a Europa, instalándose en Suiza para trabajar
para el Centro Europeo de Investigaciones Nucleares (CERN), con sede en
Ginebra, del que sería director entre 1989 y 1993, previo un largo paréntesis —
de 1971 a 1988— de docencia universitaria en Harvard.
Posteriormente ostentaría la dirección del Ente Nacional de Energía y Ambiente
(ENEA) en Italia.
Total que, en el haber científico de Rubbia figura el hallazgo de una nueva vía para
generar energía nuclear por fusión, más barata, limpia y segura, e inservible para la
fabricación de armas atómicas.
El Nobel y senador vitalicio italiano, católico practicante, en una entrevista que recogió El
País, en fecha 20 de julio de 1985, expresaba:
 
Cuando observamos la naturaleza quedamos siempre impresionados por su belleza, su orden, su
coherencia… Hemos

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