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250 años del circo moderno en América Latina - Saberes de Circo

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250 años del circo moderno en América
Latina
 Edición 1, Saberes, pensando circo / septiembre 24, 2018
Por Julio Revolledo Cárdenas (*)
Orígenes
Por lo regular cuando hablamos de los inicios del circo existe la confusión de si nos referimos a los orígenes
de las disciplinas que componen las artes del circo (acrobacia, actos aéreos, malabarismo, equilibrismo, etc), o
al origen de las primeras compañías del espectáculo circense y ambos son temas totalmente diferentes.
El inicio preciso de la historia de las artes del circo en el mundo se ha perdido en la noche de los tiempos, en la
que surgieron hombres que sintieron la necesidad de realizar saltos acrobáticos, equilibrar sobre una cuerda,
contorsionarse, jugar objetos con destreza malabar o realizar el máximo sueño del hombre, que ha sido poder
volar.
La investigadora china, Fu Qi Feng, a�rma en su libro Orígenes de la acrobacia, que la habilidad circense es la
más antigua de todas las artes vivas, dado que el hombre ejecutó saltos mortales por razones de cacería o
militares, tal vez antes de que tuviera conciencia de “representación” en sentido escénico. Después, muchas
de estas acciones corporales se convertirían en manifestaciones rituales y religiosas y serían claros
antecedentes de las imágenes corporales que entendemos hoy como actos circenses.
Los investigadores rusos han dado un valor especí�co al circo al reconocerlo como “la madre de todas las
artes”, dado que incluye en su estructura todas las artes escénicas desde tiempos inmemorables.
Antigüedad de las disciplinas circenses
En la historia del circo mundial cada acto circense ha tenido un proceso histórico peculiar, así tenemos
algunos vestigios de pinturas con �guras acrobáticas circenses en Cnosos, la Isla de Creta 2400 años a.C.,
malabares e ilusionismo entre los Egipcios 2200 a.C., la presencia de funambulistas en la India, Grecia
Antigua números de equilibrio en Egipto y China 2000 años a C y siglos después en Roma China posee
El ensayo de Julio Revolledo sobre la historia del circo moderno es una texto imperdible
para cualquier cirquero. Nos hará retroceder en el tiempo e imaginarnos el circo como
origen de las primeras artes de nuestra civilización, conoceremos por ejemplo las
referencias sobre el origen de la acrobacia como la habilidad circense más antigua de todas
las artes, las acciones corporales que luego se convertirían en manifestaciones rituales y
religiosas y serán claros antecedentes de las imágenes corporales que entendemos hoy
como actos circenses.
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De manera simultánea, durante esos
siglos los volatineros estaban en las
calles, plazoletas, patios de vecindario, en
un corral, en la trashumancia. Surgen
bufones, juglares, acróbatas,
funambulistas, saltimbanquis, volatineros,
maromeros, graciosos, prestidigitadores,
músicos, titiriteros, autómatas y
amaestradores de animales que llevaban
la diversión hasta el más recóndito pueblo
del planeta. Muchos de ellos
trasladándose en burros, en caballos,
otros a pie, pero construyendo la
fantasía con el trabajo diario.
Antigua, números de equilibrio en Egipto y China 2000 años a.C. y siglos después en Roma. China posee
registros de acciones circenses de más de cuatro mil años de antigüedad.
Las demás disciplinas fueron surgiendo por rituales religiosos, ofrendas a las fuerzas cósmicas o deidades,
prácticas militares, caza, actividades del hogar, prácticas laborales, actividades recreativas, etc que
desarrollaron en el ser humano habilidades y destrezas que sorprendían y asombraban a sus congéneres,
enriqueciendo el carácter lúdico de las acciones corporales que hoy entendemos como circenses.
También las culturas mesoamericanas o precolombinas dejaron vestigios importantísimos de �guras e
imágenes que hoy asociamos con el circo, como la estatuilla de “El acróbata” de los Olmecas del Preclásico
Medio, 800 años a.C., o equilibristas de manos en los murales de Bonampak en México, imágenes de
malabaristas y contorsionistas en barro en el Alto Perú, asimismo, desarrollaron formas rituales y de
entretenimiento similares a las que se efectuaron en otros lugares del mundo: hombres que saltaban en
zancos en San Pedro Zaachila, Oaxaca; grupos de acróbatas en Tixtla, Guerrero, y en la Mixteca Baja de
Puebla; la danza de las tijeras de Chanka, Perú, individuos que jugaban palos con sus pies (antipodistas) en
Yucatán. Por cierto, un grupo de truhanes (bufones) y antipodistas de la Gran Tenochtitlan, fueron parte de los
tesoros que Hernán Cortés llevo a Europa y presentó ante el Papa Clemente VII, tratándose seguramente de
los primeros ejecutantes circenses que exportó México en su historia.
Encontramos en antiguos códices, que sería largo enumerar ahora, pero que pueden apreciarse en el libro La
Fabulosa Historia del Circo en México, de la autoría de quien escribe este artículo, muchas referencias a
imágenes grabadas sobre acciones que demuestran las habilidades del cuerpo humano como la de los
“matachines” o matlanchines, que eran un género de acróbatas, la utilización de mástiles para ejecutar
acrobacias o las competencias en el palo encebado que tras la conquista de Tenochtitlán fueron llevados a
Europa.  Está en proceso de investigación que, en este período previo al encuentro con la cultura europea, ya
se ejecutaban entre las culturas mesoamericanas equilibrios sobre cuerdas, así como la ejecución de la
cuerda volante que es muy probable que sea de origen mesoamericano.
Casi todas las culturas primigenias de América desarrollaron acrobacias, pero debemos enfatizar que pocos
pueblos en el mundo volaron tanto como los mexicanos, quienes especí�camente crearon una gran cantidad
de aparatos para poder exhibir sus habilidades.
Los “Voladores de Papantla”, en el Estado de
Veracruz, efectúan una añeja exhibición de
connotación religiosa, en la que, con derroche
de habilidad física, en la punta de un mástil de
20 metros de altura, cuatro hombres con
atuendos de diferentes aves y atados por los
pies se lanzan simultáneamente al aire y
girando en un bastidor moviéndose por su
propio peso, completan trece vueltas de las
cuerdas que van desenlazándose (4×13),
cumpliendo simbólicamente los 52 años que
compone un ciclo de renovación indígena.
Las compañías de maroma
A lo largo del período en que América Latina
dependió políticamente de la Coronaespañola,
empezaron a llegar funambulistas, maromeros,
ilusionistas, volatines y otros artistas europeos
que fueron inspiración para muchos artistas locales dispuestos a cultivar novedosas disciplinas del arte
circense que desconocíamos en nuestro continente.
Uno de los documentos más antiguos en la Nueva España que descubre la presencia de volantines, es
precisamente el que revela el primer milagro realizado por la Virgen de San Juan de los Lagos, en Jalisco, aun
cuando está redactado en 1634, se re�ere a un hecho sucedido en 1623, milagro concedido a favor de la vida
de una niña que se dedicaba a la itinerante vida de las compañías de maroma.
En 1791 se presentó en la capital de la Nueva España la primera troupe en forma que se llamó la Compañía de
Volatines La Romanita, proveniente de España y propiedad de José Cortés, participaban artistas de varias
nacionalidades y se citó la actuación de un payaso (probablemente sea la referencia más antigua sobre el uso
de este nombre, pues anteriormente eran conocidos como “graciosos”), exhibiendo entre otras cosas un
espectáculo que anunció como “sombras chinescas” y como “sombras impalpables” que se sabe son los
antecedentes de imágenes proyectadas con movimiento y por ende de la cinematografía. José Cortés trabajó
sus últimos años en teatros de Buenos Aires y Sao Paulo.
La maroma la podemos de�nir como la manifestación artística previa a la llegada del concepto de circo
ecuestre que desarrollara Philip Astley en Europa. En Perú, Argentina, Chile fueron conocidos como
volatineros. El patio de maroma en México era el lugar donde se veri�caban estas exhibiciones de habilidad
que por lo común incluían un funambulista (equilibrista sobre cuerda, que era propiamente el maromero), un
saltador (acróbata), exhibición de algún animal endógeno, y el trabajo de algún “gracioso” (nombre con el que
se denominaba al payaso por in�uencia de la comedia española). No existía en estas presentaciones, por
supuesto, ni la acrobacia ecuestre ni un zoológico conformado por especies exóticas. El circo de Astley llega a
compaginar la risa con el drama en un mismo espacio, lo cual tiene una gran aceptación en todas las clases
sociales.
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Surgimiento del circo moderno en Europa.
Desde Roma hasta la aparición de Philip Astley en enero de 1768 existe la sensación de que el circo había
desaparecido por varios siglos. Nada más impreciso, lo que sucedió es que no existía un lugar cerrado para
ello, después de los espacios romanos el circo retomó su carácter nómada y continuó circulando por los
caminos del mundo. Es el momento en que familias asumen la actividad atesorando técnicas y tratando de
asombrar a los públicos del mundo. Resolvieron llevar su arte y su capacidad de asombrar hasta el último lugar
del globo terráqueo, tal vez en ello radica la fuerza popular que posee aún el circo. El aniversario que
precisamente este 2018 festejamos son los 250 años del circo moderno, a propuesta de la Fédération
Mondiale du Cirque con sede en Montecarlo.
La aportación de Astley en Inglaterra rebasó el concepto de haber delineado la primera pista de circo y haber
ejecutado ejercicios acrobáticos sobre el caballo, lo que representaba era un descubrimiento físico. Astley
creó un espacio propicio para el espectáculo circense el cual presentó bajo el nombre de Royal An�theatre of
Arts. Su amigo, el empresario Charles Dibdin, fue el que le sugirió que usara la palabra circo en sus
espectáculos, rememorando a Roma.
De manera simultánea, durante esos siglos los volatineros estaban en las calles, plazoletas, patios de
vecindario, en un corral, en la trashumancia. Surgen bufones, juglares, acróbatas, funambulistas,
saltimbanquis, volatineros, maromeros, graciosos, prestidigitadores, músicos, titiriteros, autómatas y
amaestradores de animales que llevaban la diversión hasta el más recóndito pueblo del planeta. Muchos de
ellos trasladándose en burros, en caballos, otros a pie, pero construyendo la fantasía con el trabajo diario.
Las Casas de Volatín en Chile, los patios de maroma en México, el circo Criollo argentino fueron esos espacios
donde se presentaron los espectáculos ejecutados por nacionales y que estaban muy distantes de poder
competir con los elegantes circos ecuestres que llegaron de Europa y Estados Unidos a la América Hispánica.
Aunque se ha dado por asociar a los argentinos con el circo de primera y segunda parte, la verdad es que ese
era el formato en toda América Latina, una primera parte gimnástica y una segunda donde se representaba
una pantomima.
La diferencia para mi gusto, es que en el caso argentino el circo fue el espacio donde surge el teatro nacional,
importantes obras de carácter popular como el Martín Fierro se representan y van dando paso a familias como
los Podestá, actores como el clown criollo Pepino 88 y dramaturgos importantes. Recordaré siempre la frase
del gran coleccionista circense argentino Héctor Francica que nos dice “no olvidemos que el teatro argentino
tuvo pañales de lona”.
El circo, como tal, fue uno de los más dinámicos propulsores de lo que hoy entendemos como globalización y
fundamentó su fortaleza en trasladar “cosas comunes” desde un punto del orbe, hacia donde éstas fueran
“cosas extrañas”. Y así los magos y prestidigitadores llevaron los avances técnicos y cientí�cos de un lugar a
otro, convirtiéndose, tal vez, sin saberlo, en propagadores de la ciencia y la tecnología a diferentes ciudades
del globo terráqueo. Los animales fueron también un claro ejemplo de verdaderas clases de ciencia natural en
vivo, llevar un tigre a Paris, presentar en Nueva York un elefante, trasladar una jirafa a Roma o un oso pardo a
Buenos Aires fue común en este tipo de espectáculos; la emoción, el impacto que ello causó en el espectador
que por primera vez pudo disfrutarlos cercanamente lo hizo cautivo al espectáculo circense.
La incorporación de una pista circular, poseer un espacio cerrado para las exhibiciones y cobrar una entrada
�ja, y en sus orígenes tal vez una participación de los animales muy teatralizada a través de representaciones
históricas, fue el inicio del llamado Circo Moderno, que nace precisamente en el período histórico que
conocemos como modernidad y del cual hoy estamos festejando sus doscientos cincuenta años de
existencia, aunque en América Latina en general, al igual que otras artes escénicas, llegara décadas más
tarde.
En el caso mexicano tuvieron que pasar exactamente cuarenta años para que arribara el Real Circo de
Equitación de Philip Lailson en 1808; en Argentina podemos suponer que tras las invasiones inglesas llegó el
primer acróbata a caballo, cuyo nombre no fue registrado, aunque se sabe de la existencia del Circo de la
Alameda después de 1800 nos dice Beatriz Seibel, notable investigadora teatral. Tal vez sea Cuba donde llegó
por primera vez el circo ecuestre en 1799, liderado por Lailson precisamente, en el Campo de Marte habanero,
según precisa la investigadora Hilda Venero de la Paz. El arribo tardío a Chile es con el Circo ecuestre
Bogardus, según nos relata Pilar Ducci, la investigadora circense de esta nación, será hasta 1827.
Surgimiento del circo nacional y criollo.
Pequeñas compañías habían surgido por toda América Latina, pero será hasta 1841 que surge el circo
Olímpico de José Soledad Aycardo, que era ecuestre, payaso, titiritero, acróbata, pero sobretodo recitador de
versos.  Artista pintoresco que llenó con entusiasmo la vida de los espectáculos de México durante más de
veinticinco años, a José Aycardo lo debemos considerar como el primer empresario circense mexicano, dado
que incluyó ejercicios acrobáticos sobre el caballo.
En 1853 en el patio de maroma del Paseo de la Retama, emerge la �gura de José Miguel Suárez, fundador de
una familia mexicana que se distinguió por su trabajo en la acrobacia ecuestre, y que cumple este año 165
años de permanencia constante en la vida circense de América Latina.  Actualmente el Circo de los Hermanos
Suárezse encuentra trabajando en islas del Caribe.
Ingresó a México en 1859 el primer circo estadounidense con carpa, aunque éste nunca llegó a la capital de la
República mexicana El Eldred’s Great Rotunda Menagerie and Circus trabajó según los registros
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República mexicana. El Eldred s Great Rotunda Menagerie and Circus trabajó según los registros
estadounidenses con gran suceso por el norte de nuestro país.
Cuatro meses después de la entrada de Maximiliano de Habsburgo a la Ciudad de México, debutó en 1864 el
Circo de Giusseppe Chiarini, propiedad de un carismático italiano, de los primeros en traer novedades
artísticas de Europa y Estados Unidos,  sus magni�centes actos ecuestres, la tercera carpa de lona que en
aquella época se conocía como “gigantesca tienda de campaña”, el primero que estrenó alumbrado de gas y
otros adelantos que lo señalaron por varios años como el lugar de diversión predilecto del público mexicano
de diversas clases sociales. Chiarini llegó tempranamente a Buenos Aires, desde 1830 tal vez por la amplia
vinculación que ha existido entre Argentina e Italia, teniendo un éxito tremendo entre los porteños.
Giuseppe Chiarini por cierto, fue el primero que solicitó instalarse en plena Plaza de Armas de la Ciudad de
México, en virtud de que la categoría y elegancia de sus instalaciones y espectáculo era muy distante a lo que
hasta ese momento nuestros compatriotas habían conocido. Las autoridades tuvieron a bien que se instalase
en la calle de San Agustín esquina de Uruguay e Isabel la Católica, debutando un 17 de octubre de 1864 con
quince caballos en escena y veinte artistas. El éxito, sobre decirlo, fue tremendo y se convirtió en la diversión
de moda del México de aquellos años. En 1867, Chiarini dio una función en honor al presidente de la República,
don Benito Juárez, con un espectáculo ecuestre que incluía sus caballos en libertad.
Desde 1864 hasta 1910, se produce el verdadero caldo de cultivo del circo en nuestro país. Desde la llegada del
Circo de Chiarini, hasta el �orecimiento del Circo Teatro Orrin, surgen muchos mexicanos incursionando en la
actividad. Concretamente en la segunda década del siglo XIX surgen Tranquilino Alemán, Toribio Rea, Esteban
Padrón, Eduardo Codona, Juan Treviño y de los que todavía sobreviven se encuentran la familias Suárez,
Sánchez, Gasca, Atayde, Olvera, Gaona, Esqueda y a principios del siglo XX surgen los hermanos Vázquez,
González, Ibarra y el Gran Circo Beas Modelo, propiedad de Francisco Beas, el circo más grande de toda la
historia de México que surgió al fragor de la lucha revolucionaria.
Con la aparición del barco a vapor y el ferrocarril, el panorama circense evolucionó rápidamente en todo el
mundo. Como he señalado por esos años llegaron in�nidad de circos extranjeros tanto europeos como
estadounidenses a México, enumerarlos aquí sería una aventura muy larga que podría asumirse en otro
análisis. Todos ellos nos trajeron grandes producciones que deslumbraron a los mexicanos sobre todo por sus
gigantescos zoológicos. Tomemos un solo ejemplo, el Circo Gentry presentó el jueves 14 de marzo de 1901 a
las doce del día, un des�le que abarcaba 10 cuadras a lo largo sobre la Avenida Reforma, exhibiendo 175
animales entre los que se encontraban 66 caballos, elefantes, osos polares, perros amaestrados, etc,
montados en las clásicas y hermosas carrozas inglesas que por primera vez admirábamos los mexicanos. Así
como lucían una hermosa carpa con capacidad para 4000 espectadores (para normar el criterio del lector, hoy
las carpas que circulan en México tienen un aforo promedio entre 1,500 y 1,800 personas).
En este contexto la lucha no fue fácil para las familias pioneras mexicanas que se involucraron en la actividad
circense, dado que sus posibilidades económicas no les permitían hacerse de una “gigantesca tienda de
campaña” en sus inicios. El primer gran circo que tuvo México fue indudablemente el Circo Treviño, propiedad
de un aguerrido empresario que se enfrentó en abierta competencia con los hermanos Orrin a �nales del siglo
XIX y principios del XX. Treviño al hacer su gira en 1908 desde México hasta Santiago de Chile, presentándose
en todos los países que se encontraron en el camino, al igual que lo hiciera el circo cubano de Santos y Artigas
poco después, fueron dejando regados artistas circenses en Colombia, Perú y Chile que robustecieron la
actividad circense en aquellas naciones. Por lo tanto, muchas de las familias antiguas de circo en estas tres
naciones son de origen mexicano como los Ventura, Ayala, Zamudio, Piña, Pereira.  Años después sucedería lo
mismo con la gira que hiciera por casi veinte años el Circo Atayde de México, por toda América Latina (1926-
1945).
Al Circo Teatro Orrin se le llegó a considerar a la vuelta del siglo XIX para el XX, como uno de los mejores circos
del mundo, pues las atracciones llegaban dos o tres años después de surgir en Europa o Estados Unidos,
espacio en la que se consagró la �gura del gran clown británico don Ricardo Bell, el payaso más famoso y
respetado por la sociedad mexicana de todos los tiempos. Hablar de los Orrin es hablar de Ricardo Bell,
fórmula inseparable, condición sine que non para el triunfo de las temporadas que cada año presentaban para
diversos públicos de la República Mexicana.  A estos ilustres británicos podemos considerarlos como parte
importantísima de la historia de las artes escénicas circenses de nuestro país, conocieron y valoraron la
esencia y la manera de ser de nuestros compatriotas con gran profundidad.
Fueron 26 años de presencia consecutiva de los Orrin en la Ciudad de México, en donde el secreto del éxito
fue la búsqueda permanente de lo que podía ser novedoso para el público. Ricardo Bell siempre investigó el
parlamento preciso, la palabra en el espacio adecuado, el gesto oportuno, la mueca exacta que causara el
efecto de la risa en el público donde él lo deseaba. Un solo grito de Bell tras la cortina lograba una respuesta
inmediata del público que lo esperaba ansiosamente. Una sola postura de Bell provocaba la hilaridad deseada
en las mayorías. Esta identi�cación entre actor espectador fue tan grande y tan mágica que muy contados la
han logrado en la historia de nuestro espectáculo.
Pocos años después surge la estampa de Francisco Beas. Se dice que Francisco Villa, el famoso
revolucionario, lo apoyó para edi�car su fantasía circense, así como Beas presentó espectáculos exclusivos
para los soldados y programó algunas funciones de bene�cio a favor de la causa. El espectáculo de Pancho
Beas llegó a agrupar circo, teatro y juegos mecánicos, al cual denominó Circo Teatro Carnaval Beas Modelo,
mismo que llegó a trasladarse en 35 vagones de ferrocarril de su propiedad por las principales ciudades de la
República. Contaba con múltiples juegos, concesiones, restaurantes para el público, innumerables carpas de
exhibición donde se exhibían algunos fenómenos, viajando con un personal artístico y técnico que superaba
las 400 personas.
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Ahora bien, si Orrin fue el que habituó al público durante 26 años a presentarle novedades a sus espectadores
y Beas se coronó como la empresa circense más grande de nuestra historia, es indudable que la familia
Atayde constituyó el circo de mayor tradición en México, tras su regreso de 20 años de gira por Centro y
Sudamérica, en 1946. La familia Atayde inició sus actividades en 1879 y alcanzó su prestigio exhibiendo
extraordinarias atracciones internacionales durante los últimos sesenta años, cuando el circo fundamentó su
atractivo en los nombres de célebres artistas circenses. A partir de la crisis que ha vivido el circo mundial, el
circo Atayde también ha perdido presencia en la escena artística nacional.
Propiamente en el siglo XX son innumerables las familias mexicanas que se involucraron en la actividad
circense y algunas llevan entre cuatro y cinco generaciones en gira artística: los Campa, Murillo, Cárdenas, Del
Castillo, Fernandi, Rodogel, Padilla, González,Portugal, Alegría, Ayala, Aguilar, Rodríguez, Macías, Osorio,
Medina, Márquez, Ortiz, Bells, España, Caballero además de las ya señaladas anteriormente. Algunos troncos
produjeron artistas de renombre internacional como el malabarista Rudy Cárdenas, o los grandes trapecistas:
Alfredo Codona, Ramón Esqueda, Nacho Ibarra, Lalo Palacios, Tito Gaona, Gustavo Bells, Monchis y Noé
España, Raulito Jiménez hasta el estupendo Miguel Ángel Vázquez que fue el primer ser humano en
materializar el cuádruple salto mortal para orgullo de todos los mexicanos, trabajando en el Circo Ringling
Brothers en 1986.
La familia Fuentes Gasca hizo crecer al Circo Unión hasta generar un emporio que agrupa veinte circos
independientes, fundando una empresa transnacional de gran importancia bajo el nombre de Espectaculares
Hermanos Fuentes Gasca. Esta empresa mexicana es la que controlaba en buena medida el mercado circense
latinoamericano. Otra empresa, como el Circo Suárez, lleva varias décadas trabajando por las Antillas y
diversas naciones del área, fortaleciendo la imagen de México en Latinoamérica como líder en este ramo de la
diversión.
A �nales del siglo XX realizar un censo de familias involucradas en la actividad circense resultaba una tarea
bastante complicada. Pero se sabía de la existencia de centenares de empresas que nos descubrían, por otra
parte, la profunda a�ción que por el circo prevalece todavía entre nuestros compatriotas.
El nuevo circo en América Latina.
A principios de la década de los ochenta del siglo XX empezaron a llegar diversas compañías de Francia y años
después de Canadá, que vociferaban el no usar animales dentro del espectáculo, como una forma de atraer a
ciertos sectores de la población que habían iniciado a manifestarse, de una u otra forma, contra la utilización
de animales en la escena.
También surgieron algunos grupos provenientes del teatro o la danza que empezaron a incursionar en el
mundo del circo, de la misma manera en que se fue dando en Europa. Tal vez el proceso de fortalecimiento del
nuevo circo ha sido más tardado en Latinoamérica porque tuvimos un sector empresarial tradicional
numeroso que tuvo más presencia en unos países que otros. Países como Brasil, Argentina y México se
convirtieron en exportadores de espectáculos en la región, y especí�camente empresas mexicanas llegaron a
los Estados Unidos estableciéndose allá de forma de�nitiva.
Mientras el Cirque du Soleil de Canadá, se aventuraba a hacer su primera gira en nuestra región en el 2002,
presentándose en México muchos años antes que en el resto de Latinoamérica.  Por su posición geográ�ca y
tamaño de población, México siempre ha sido un lugar atractivo para las grandes empresas internacionales
entre las que podemos incluir Ringling Brothers hasta el momento de su extinción.
Todavía la primera década del siglo XXI, las familias más importantes, convenían en que el circo continuaba
siendo un buen negocio en México, pero experimentaban severos inconvenientes porque no habían tenido la
capacidad de evolucionar hacia verdaderas industrias de la diversión y se han quedado en los esquemas de
consorcios familiares, con di�cultades de administración y problemas de estancamiento tecnológico en sus
ofertas escénicas. A ello podemos agregar otros inconvenientes para desarrollar sus empresas: escasez de
espacios donde instalar los circos, encarecimiento de dichos espacios, costos publicitarios elevadísimos
especialmente en ciudades como Sao Paulo, Río, Buenos Aires, o ciudad de México que andan alrededor de los
20 millones de habitantes, cargas impositivas gravosas y costos de traslado excesivos.
Actualidad del circo en la región.
En 2015 se estimaba que existían más de 400 circos en México, unos 120 en Chile, más de 80 en Perú y unos
sesenta en Colombia, en su gran mayoría pequeños, de estructura familiar que transitan bajo carpa por toda la
geografía regional. Entre ellos había pocos profundamente preocupados por el nivel artístico de sus ofertas
escénicas. Otros, poseían equipos modernos, pero la calidad de sus espectáculos dejaba mucho que desear.
Un grupo más perteneció a los llamados circos regionales, los cuales tenían serios problemas para subsistir.
En México nunca han existido apoyos gubernamentales al arte circense porque el Estado considera que son
negocios particulares y no los asocian con el arte, sino más bien con el divertimento. Chile ha sido privilegiado
en ese sentido y las compañías de circo nuevo en Argentina han encontrado un importante apoyo
gubernamental.
Indudablemente el problema más serio que enfrenta hoy el circo se encuentra en la formación artística. Las
familias tradicionales reprodujeron formas artísticas intactas heredadas de sus ancestros por lo que
encuentran trabas en la creación de nuevas propuestas escénicas. Al ser autodidactas y no tener una
formación artística multidisciplinaria, no existe de fondo capacidad innovadora que les permita crear y
competir desde un punto de vista de arte escénico multidisciplinario.
El circo mexicano tradicionalmente generó sus propios cuadros artísticos, autoabasteciéndose sin mayores
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problemas mientras esto resulto atractivo y tuvieron sus propios públicos. La permuta de la actividad artística
por parte de muchas familias por una actividad empresarial, provocó en ese momento 1970-2010, una fuerte
inmigración de familias circenses de Centro y Sudamérica que no tenían opciones de trabajo en sus propios
países. Argentina, Colombia, Venezuela son ejemplos donde prácticamente han desaparecido las empresas de
circo tradicional, Brasil experimentaba un camino doloroso en el mismo sentido, y al igual que Argentina esto
fue provocado por la prohibición de presentar espectáculos con animales en ciudades importantes de ambas
naciones.
La cercanía con Cuba nos saturó de números circenses que gozaban de calidad por ser egresados de una
escuela, y no fueron pocos los artistas que inmigraron a México de manera de�nitiva procedentes de países
del antiguo bloque socialista, entonces ¿dónde se forman los nuevos artistas nacionales?
La fortaleza de la actividad empresarial tradicional tampoco permitió desarrollar centros educativos como los
que surgieron en Europa desde la creación de la escuela de circo soviético en 1927, hasta la diversa gama del
circo de creación ofrecida por los ingleses y franceses décadas posteriores, que alimentaran la formación de
actos que se entendían más dentro del nuevo circo. En nuestro continente, surgieron escuelas como la
Nacional de Cuba en 1977, bajo el modelo educativo socialista ruso, la de Río de Janeiro en 1982, la de la
Tarumba en Lima, Perú (1984) la escuela de circo La Arena de Buenos Aires (1994) la escuela de Circo para
todos en Cali (1995), la escuela de Circo del Mundo en Chile (1995), y en 2007 se creó en la Universidad
Mesoamericana de Puebla un programa educativo de formación circense con nivel de licenciatura en el cual
se cursan materias teóricas y prácticas, que permitió �orecer nuevas ofertas escénicas circenses o recuperar
actos ya desaparecidos según las inquietudes de los mismos estudiantes, programa educativo que cumple
diez años de existencia.
La tarea inmediata es imaginar nuevas alternativas, reinventarse, descubrir los nuevos caminos del circo
latinoamericano, indagar qué es lo que espera nuestra sociedad de esta expresión artística que cada vez más
pierde su carácter familiar para abrirse a una gama de ofertas tal vez más teatralizadas, o la aparición de
nuevos géneros que satisfagan las inquietudes estéticas de los más diversos gustos de nuestra población.
Estamos viviendo, sin lugar a dudas, un período de transición en el que todo está por de�nirse.
(*) Director de la Licenciatura en Artes Circenses,
Universidad Mesoamericana. Puebla, México.
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