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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 
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antecedentes valiosos que permiten suponer que una estrategia conjunta sería posible y 
aconsejable. Para definirla convendría abandonar la política de laissez-faire adoptada hasta 
ahora y asegurar una estrategia que refleje los intereses de desarrollo de los tres países y no 
solo intereses de seguridad, protección de fronteras y eliminación de la emigración 
irregular, que generalmente adoptan países de destino de las migraciones. 
Resulta fundamental que las estrategias sean sentidas como propias por los países 
centroamericanos, que resulten de un proceso amplio de participación y que se cuente con 
estructuras de gobernanza sólidas, instituciones con responsabilidades claras de 
implementación y administración de la estrategia, un sistema de información sobre el 
seguimiento de la estrategia y suficientes recursos. De lo contrario la estrategia fracasará. La 
cooperación centroamericana podría comenzar por establecer un sistema u observatorio 
permanente de monitoreo de migrantes, centrado en un manejo adecuado de estadísticas. 
A su vez, las estrategias de migración generalmente incluyen cuatro componentes 
que convendría que la estrategia centroamericana cubriera: remesas, desarrollo del sector 
privado, diáspora y gestión de la migración laboral. En relación con las remesas, y partiendo 
de información existente sobre el uso actual de remesas en Centroamérica, podrían 
contemplarse al menos tres acciones: a) favorecer la inversión de remesas en proyectos 
comunitarios mediante el envío colectivo de remesas por parte de aquellas personas 
migrantes en una situación más favorable, como ya se viene haciendo, formalizando y 
reforzando esta inversión con fondos adicionales de contraparte; b) crear mecanismos 
financieros para favorecer la inversión de remesas en vivienda o fondos de pensión de 
aquellas personas migrantes individuales en situación más favorable; y c) impulsar 
programas de educación financiera para receptores de remesas, especialmente de mujeres. 
Ya existen experiencias en estas áreas, pero se podrían ampliar y formalizar para tener 
mayor impacto. 
Los sectores privados de los países centroamericanos debieran involucrarse en el 
apoyo a la formulación de las políticas estratégicas y planes sobre turismo y desarrollo rural 
para poder orientar lo que sería la identificación de programas y proyectos de inversión 
pública y privada. Cabría contar con el apoyo político de los sectores privados en los países 
centroamericanos a la estrategia de migración, así como su participación en inversiones o 
coinversiones en los sectores estratégicos seleccionados, con socios empresariales de los 
Estados Unidos, México y el Canadá. Un ingrediente básico para poder avanzar sería contar 
con una institución pública sólida e independiente que fuera responsable de este proceso en 
cada país, con autoridad y capacidad de jugar un papel catalítico a nivel nacional, de 
coordinar las actividades del sector público y de llegar a acuerdos con actores externos. 
Con relación a la diáspora, tres ámbitos de acción, en parte ya recorridos por algunos 
gobiernos o actores de los tres países del norte de Centroamérica, merecen atención: a) el 
establecimiento de consejos asesores integrados por representantes de las diásporas; b) la 
conformación de alianzas estratégicas entre actores del sector privado y del sector político 
de los países de origen y de destino de las migraciones para impulsar el flujo recíproco de 
comercio e inversiones; c) el involucramiento no lucrativo de migrantes y organizaciones de 
la diáspora para financiar proyectos comunitarios, concretar el intercambio con

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