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Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) 126 antecedentes valiosos que permiten suponer que una estrategia conjunta sería posible y aconsejable. Para definirla convendría abandonar la política de laissez-faire adoptada hasta ahora y asegurar una estrategia que refleje los intereses de desarrollo de los tres países y no solo intereses de seguridad, protección de fronteras y eliminación de la emigración irregular, que generalmente adoptan países de destino de las migraciones. Resulta fundamental que las estrategias sean sentidas como propias por los países centroamericanos, que resulten de un proceso amplio de participación y que se cuente con estructuras de gobernanza sólidas, instituciones con responsabilidades claras de implementación y administración de la estrategia, un sistema de información sobre el seguimiento de la estrategia y suficientes recursos. De lo contrario la estrategia fracasará. La cooperación centroamericana podría comenzar por establecer un sistema u observatorio permanente de monitoreo de migrantes, centrado en un manejo adecuado de estadísticas. A su vez, las estrategias de migración generalmente incluyen cuatro componentes que convendría que la estrategia centroamericana cubriera: remesas, desarrollo del sector privado, diáspora y gestión de la migración laboral. En relación con las remesas, y partiendo de información existente sobre el uso actual de remesas en Centroamérica, podrían contemplarse al menos tres acciones: a) favorecer la inversión de remesas en proyectos comunitarios mediante el envío colectivo de remesas por parte de aquellas personas migrantes en una situación más favorable, como ya se viene haciendo, formalizando y reforzando esta inversión con fondos adicionales de contraparte; b) crear mecanismos financieros para favorecer la inversión de remesas en vivienda o fondos de pensión de aquellas personas migrantes individuales en situación más favorable; y c) impulsar programas de educación financiera para receptores de remesas, especialmente de mujeres. Ya existen experiencias en estas áreas, pero se podrían ampliar y formalizar para tener mayor impacto. Los sectores privados de los países centroamericanos debieran involucrarse en el apoyo a la formulación de las políticas estratégicas y planes sobre turismo y desarrollo rural para poder orientar lo que sería la identificación de programas y proyectos de inversión pública y privada. Cabría contar con el apoyo político de los sectores privados en los países centroamericanos a la estrategia de migración, así como su participación en inversiones o coinversiones en los sectores estratégicos seleccionados, con socios empresariales de los Estados Unidos, México y el Canadá. Un ingrediente básico para poder avanzar sería contar con una institución pública sólida e independiente que fuera responsable de este proceso en cada país, con autoridad y capacidad de jugar un papel catalítico a nivel nacional, de coordinar las actividades del sector público y de llegar a acuerdos con actores externos. Con relación a la diáspora, tres ámbitos de acción, en parte ya recorridos por algunos gobiernos o actores de los tres países del norte de Centroamérica, merecen atención: a) el establecimiento de consejos asesores integrados por representantes de las diásporas; b) la conformación de alianzas estratégicas entre actores del sector privado y del sector político de los países de origen y de destino de las migraciones para impulsar el flujo recíproco de comercio e inversiones; c) el involucramiento no lucrativo de migrantes y organizaciones de la diáspora para financiar proyectos comunitarios, concretar el intercambio con
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