Logo Studenta

S1000454_es-133

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 
131 
restricciones también contribuyeron a aumentar la proporción de migrantes permanentes, 
mayor que en los países europeos (Dustmann y Görlach, 2016), debido al peligro de que, si 
volvían transitoriamente a su país de origen, les impedirían el ingreso posterior a los 
Estados Unidos. Lo que mejor ilustra este tipo de fenómeno fue la eliminación en 1964 del 
Programa Braceros para trabajadores temporales mexicanos, que tuvo el efecto de aumentar 
drásticamente la proporción de inmigrantes mexicanos indocumentados y permanentes a 
partir de entonces, como han demostrado Massey y Pren (2012). 
La dificultad de aislar los efectos de la violencia sobre el flujo migratorio se complica 
al notar que durante la década de 1980 la región experimentó no solo las consecuencias del 
conflicto armado, que dañó al conjunto de economías centroamericanas al interrumpir el 
comercio y las inversiones intrarregionales. También incluyó la implementación de una 
nueva estrategia de desarrollo —centrada en la estabilización, las privatizaciones y la 
apertura comercial— que reforzó el legado de modernización excluyente experimentado en 
décadas anteriores en la mayor parte de países centroamericanos. Además, coincidió con 
una recesión económica que afectó a toda América Latina y que dio lugar a que se calificara 
a la década de 1980 como la “década perdida”. 
Honduras experimentó un aumento de su migración a fines de la década de 1980, 
con diez años de rezago en comparación con los otros tres países centroamericanos, aunque 
con una propensión migratoria (medida como proporción de su población) incluso mayor a 
la de los otros tres países (Blanchard y otros, 2011). A pesar de no haber experimentado un 
conflicto armado interno, sufrió las consecuencias de compartir fronteras con los tres países 
que sí lo tuvieron y de estar sujeta a una situación bélica en su frontera con Nicaragua, cuyo 
gobierno estaba entonces sujeto a una agresión por parte de fuerzas militares patrocinadas 
desde los Estados Unidos. Este hecho, junto con la incidencia de un proceso de 
modernización económica excluyente durante las décadas anteriores —a diferencia de 
Costa Rica y Panamá, que en este ejercicio pueden tomarse como parte de un grupo de 
control, no sujeto a una emigración masiva—, y la creciente demanda de mano de obra de 
bajo costo por parte de los Estados Unidos, parecieran explicar el flujo sostenido de 
migraciones a este país —y de los demás centroamericanos— en esa época (Blanchard y 
otros, 2011). 
En síntesis, la información disponible sugiere que los estragos de las guerras internas 
favorecieron la expulsión de personas en El Salvador, Guatemala y Nicaragua durante la 
década de 1980 y principios de la de 1990. A su vez, el conflicto en Nicaragua también afectó 
a Honduras. A las consecuencias de los conflictos se unió el legado de una modernización 
económica excluyente en presencia de sistemas políticos cerrados, reforzados por la Guerra 
Fría. Además, la crisis económica que golpeó a América Latina en general fue exacerbada 
en Centroamérica por los conflictos armados.

Continuar navegando