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Desarrollo y migración: desafíos y oportunidades en los países del norte de Centroamérica 
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iii) Asegurar el suministro de servicios rurales diversos y plurales. 
De acuerdo con la FAO (2018) se requieren servicios financieros que cubran el 
crédito para la producción y el consumo, sin la uniformidad y estandarización del 
pasado, y con acceso a instrumentos de ahorro y seguros. La abandonada extensión 
agrícola debe ahora enriquecerse con procesos abiertos y multidireccionales de 
aprendizajes, reproducción y perfeccionamientos de técnicas y saberes, que incluya 
la alfabetización digital y la asesoría empresarial, además de la clásica extensión y 
capacitación. Orozco y Yansura (2015) recomiendan ampliar la bancarización de los 
receptores de remesas, lo que permitiría que recibieran las remesas directamente en 
sus cuentas, aumentaría los recursos disponibles en los bancos para crédito, y podría 
favorecer el ahorro68. Según la FAO (2018) corresponderá avanzar con el suministro 
de una canasta mínima de servicios técnicos y financieros para la agricultura 
familiar, asegurando que sea adaptable y plural. Queda por determinar con 
precisión sus características más concretas y su posible impacto. 
iv) Favorecer el acceso a más y mejor información para los productores. 
Ante las desigualdades que surgen del tamaño diverso de los productores agrícolas, 
surge como esencial la información para la comercialización y el desarrollo de 
estrategias de negocios para la pequeña empresa, que en el caso de los pobres 
requiere cubrir una gama más amplia de información, como la que se refiere a la 
calidad de los suelos y los riesgos climáticos. Viene siendo como una forma de 
capacitación. Al mismo tiempo la FAO plantea que no deben desconocerse los 
obstáculos que ello enfrenta, como el deficiente acceso a servicios tecnológicos en las 
áreas rurales y la menor receptividad para hacer uso de nuevas tecnologías de la 
información por parte de generaciones mayores. 
v) Difundir el uso de instrumentos innovadores para el manejo de riesgos. 
A los riesgos tradicionales asociados a la agricultura se han unido aquellos surgidos 
del cambio climático. La CEPAL (2015) ha propuesto la extensión de microseguros 
agropecuarios para atender a pequeños productores, que se sugiere que debieran 
estar acompañados de otros servicios financieros y de un esfuerzo amplio de 
capacitación e inclusión financiera, además de asegurar una nueva institucionalidad 
pública para promoverlos, con subsidios focalizados. Se requeriría un esfuerzo 
grande para poder avanzar con su efectiva implementación69. La experiencia en los 
países del NCA en este ámbito es casi inexistente y aún no se cuenta con 
 
68 En el caso de El Salvador los que tenían cuentas bancarias alcanzaron el 38% del total de receptores, en 
Guatemala el 42% y en el caso de Honduras el 61% del total. Lamentablemente solo una proporción pequeña 
de los que tienen cuentas las utilizan para recibir las remesas. Por otra parte, la relación entre ahorro y contar 
con una cuenta bancaria tampoco es necesariamente estrecha, lo que apunta a la necesidad de impulsar la 
educación financiera en este ámbito. Sobre estos temas véase la amplia explicación de Orozco y Yansura, 2015. 
69 De acuerdo con la CEPAL (2015, pág. 36) “La práctica internacional indica que la factibilidad institucional y 
la probabilidad de que operen los microseguros agropecuarios aumenta cuando existe un gobierno local o 
nacional comprometido con dichos instrumentos financieros, una compañía pública de seguros, un ente 
rector del desarrollo rural y de gestión de riesgos climáticos, una compañía reaseguradora nacional o 
internacional, suficiente información climática y productiva a nivel local, asociaciones de productores, 
intermediarios microfinancieros y un ente regulador de seguros.”

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