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Deleuze – Post-Scriptum sobre las sociedades de control Sociedades disciplinarias Sociedades de control Grandes centros de encierro, cuyo proyecto era el de componer en el espacio-tiempo una fuerza productiva cuyo efecto debe superar la suma de las fuerzas componentes. Las sociedades discilpinarias son nuestro pasado inmediato. Son variables e independientes: en cada uno se sobrentiende un comienzo desde cero y un lenguaje analógico. En las soc. disciplinarias siempre había que volver a empezar en cada centro de encierro En cambio, los diferentes centros “controlatorios” son variantes inseparables una de otra, con un lenguaje numérico. En las soc. de control nunca se termina nada: todo forma parte de la misma modulación. Los encierros son moldes Los controles son modulaciones La fábrica era un cuerpo cuyas fuerzas interiores debían alcanzar un equilibrio. La fábrica hacía de los individuos un solo cuerpo En la soc. de control, la fábrica es reemplazada por la empresa, y la empresa es un alma, es etérea. La empresa instituye una rivalidad interminable entre los individuos. La modulación se da mediante el salario. Las soc. disciplinarias presentan dos polos: la marca que identifica al individuo y el número o matrícula que indica su posición en la masa. El poder es al mismo tiempo masificador e individuante. La soc está regulada mediante consignas. En cambio, en las soc. de control, lo esencial no es una marca ni un número, sino una cifra: la cifra es una contraseña, que marca o prohíbe el acceso a la información. Los individuos han devenido “dividuales” y las masas se han convertido en indicadores, datos, mercados o bancos. El hombre de la disciplina era un productor discontinuo de energía El hombre de control es más bien ondulatorio, permanece en órbita suspendido sobre una onda continua. Las soc. disciplinarias poseían máquinas energéticas Las de control actúan mediante máquinas informáticas. Es un capitalismo de superproducción, que ya no compra materias primas y vende productos manufacturados. Compra acciones y vende servicios. El hombre ya no está encerrado, sino endeudado. Según Deleuze, esto puede ser resuelto por los sindicatos si se adaptan a esta nueva soc.
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