Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
www.monografias.com “Perón E(e)vita, la Patria Socialista” La ideología en Zizek y un ensayo de análisis sobre Montoneros” Diego Ariel López 1. 2. 3. 4. Bibliografia citada Notas 1. En el presente trabajo pretendemos explorar los trabajos de Slavoj Zizek en torno al concepto ideología y utilizarlos como herramienta teórica que nos permita explorar las construcciones ideológicas de la organización “Montoneros”. En la primera parte de esta exposición, buscaremos analizar el modo en que Zizek articula los aportes del psicoanálisis lacaniano con el corpus marxista occidental. Aquí junto a desarrollos propios de Lacan, daremos cuenta de ciertas categorías que reconceptualizadas por Zizek, consideramos de utilidad para el análisis discursivo (síntoma, lo real como vacío-carencia y campo para acción ideológica, significantes y punto nodal, goce, el estadio del espejo e identificación). En el segundo apartado, se vincularán los conceptos con distintos discursos de la organización montoneros a partir de una hipótesis de trabajo. 2. Lacan es para mí básicamente un instrumento. Yo no soy psicoanalista, respeto mucho mi propia libertad, quiero ser libre de dar vueltas alrededor de un problema, y sería una pesadilla para mí estar obligado a psicoanalizar todo lo que me rodea. Pero a pesar de todo encuentro a la teoría y a los conceptos lacanianos extremadamente aplicables para analizar nuestra situación ideológica. (Zizek, S. en entrevista “La ideología funciona cuando es invisible” Diario “La Voz del interior”. Noviembre de 2003) 2.1 En Zizek el marxismo contemporáneo adquiere las influencias de un binomio marcado por el psicoanálisis y la lingüística, que se escenifica a partir de la constelación teórica propuesta por Jacques Lacan, desde la cual se estructura la crítica al Althusserianismo y a la teoría crítica en general. El gesto inaugural que permite esta vinculación establecida por Zizek entre la teoría psicoanalítica y Marx es la relectura lacaniana del fetichismo de la mercancía desde la noción de síntoma. Lacan sitúa el momento preciso en que Marx inventa el síntoma: “Se han de buscar los orígenes de la noción de síntoma no en Hipócrates, sino en Marx, en la conexión que él fue el primero en establecer entre capitalismo ¿y que?, los viejos y buenos tiempos, lo que llamamos la época feudal” (Lacan, 1975:106). La sociedad feudal se estructura a través de la mistificación fetichista de las relaciones entre los hombres: los súbditos se comportan ante sus reyes como si “ser rey” fuera una propiedad natural en ellos, y no el resultado de una red de relaciones sociales. Así, en la sociedad feudal, la noción de servidumbre describe la forma efectiva y visible de la vida social. Con el pasaje a las sociedades burguesas, los vínculos de servidumbre son disueltos y la vida social pasa a estar compuesta por las relaciones entre hombres libres: “El modelo es el intercambio de mercado: dos sujetos se encuentran y su relación carece de las trabas de la relación del Amo, del patrocinio y del cuidado del Amo por sus súbditos; se encuentran como dos personas cuya actividad está cabalmente determinada por sus intereses egoístas; cada quien procede como un bien utilitario; la otra persona está despojada para cada quien de toda aura mística; todo lo que ve cada quien en su socio es a otro sujeto que sigue su interés y que a él solo le interesa en la medida en que posee algo –una mercancía- que pueda satisfacer alguna de sus necesidades” (Zizek, 2001ª: 62). El núcleo de la teoría marxista del fetichismo de la mercancía consiste en denunciar el carácter mistificante del intercambio mercantil y la adopción de la forma mercancía de los productos del trabajo: “(la forma mercantil) refleja ante los hombres el carácter social de su propio trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo, como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende (…) refleja la relación social que media entre los productores y el trabajo global, como una relación social entre los objetos, existente al margen de los productores (…). Lo que aquí adopta, para los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre cosas, es sólo la relación social determinada existente entre aquéllos” (Marx, 1999:98/9). La relectura lacaniana de Marx se centra entonces en el desplazamiento de las relaciones fetichizadas entre los hombres en la sociedad feudal hacia el surgimiento del fetichismo en las relaciones entre cosas en las sociedades de intercambio. “El lugar de fetichismo ha virado simplemente de las relaciones intersubjetivas a las relaciones ‘entre cosas’: las relaciones sociales cruciales, las de producción, ya no son inmediatamente transparentes en la forma de las relaciones interpersonales de dominio y esclavitud (del Amo y sus siervos, etc), sino que se disfrazan –para valernos de la precisa fórmula de Marx- ‘bajo la forma de relaciones sociales entre cosas, entre los productos del trabajo’” (Zizek, 2001ª: 53). He aquí el surgimiento del síntoma: las relaciones de dominio y servidumbre supuestamente superadas con el surgimiento de la sociedad burguesa, han sido meramente reprimidas, y en tanto objetos de represión re-aparecen en su mismo seno, tras la máscara de las libres relaciones entre cosas. Así, desde esta relectura de Marx, Lacan construye la definición de síntoma como signo de lo no-asimilable, de lo que no funciona dentro del ámbito de lo decible y re-aparece enmascarado para contradecir la totalidad en la que surge y que es su condición de posibilidad. Desde esta idea, Zizek retoma la lectura lacaniana haciendo entrar al psicoanálisis en el marxismo con un nivel de intimidad que lo vincula con sus principios más fundamentales, con la totalidad de sus postulados teóricos. Ya desde Zizek, entonces, el síntoma es un elemento particular que subvierte su propio fundamento universal1 : Marx inventa el síntoma cuando descubre en el seno de la sociedad burguesa una asimetría, un desequilibrio, que desmiente el universalismo de los “derechos y deberes” burgueses sin anunciar con ello una mera realización imperfecta de estos principios universales: lo singular del síntoma es que no es una imperfección a ser abolida con un posterior progreso, sino que resulta propio del universal ideológico que en sí subvierte. “En este sentido podemos decir que el procedimiento marxiano elemental de crítica de la ideología es ya ‘sintomático’: consiste en detectar un punto de ruptura heterogéneo a un campo ideológico determinado y al mismo tiempo necesario para que este campo logre su clausura, su forma acabada” (Zizek, 2001ª: 47). Así, por ejemplo, la Libertad como Universal Ideológico dentro de las sociedades burguesas abarca una serie de especies (libertad de expresión, libertad de conciencia, libertad de comercio, etc), pero también, por medio de una necesidad estructural constitutiva, una clase particular de libertad –la del obrero que vende libremente su propio trabajo en el mercado- que subvierte esta noción universal. Esta libertad es un síntoma, en tanto es el opuesto mismo de la libertad efectiva: al vender libremente su trabajo, el obrero efectivamente pierde su libertad. 2.2 Pues bien, veremos como es esta misma idea de síntoma como lo no-decible dentro de un determinado Universal Ideológico la que le posibilita a Zizek la crítica de las nociones de ideología de la teoría clásica y de gran parte de la teoría crítica precedente, y la postulación de su propia definición de ideología, atravesada enteramente por la relectura lacaniana de Marx. Siguiendo a Zizek, la definición mas elemental de ideología, la que el marxismo clásico y tradicional sostiene, puede resumirse en una sola frase marxiana:” “Sie wissen das nicho, aber sie tun es” 2 . Esta noción de ideología encierra en sí misma la idea de falsa conciencia, de falso reconocimiento de los propios presupuestos, de las propias condiciones efectivas, una especie de naiveté constitutiva que ignora la distancia existente entre la realidad social y nuestrarepresentación distorsionada. Esta versión se enquista así dentro de la lógica tradicional que opone los binomios ilusión-realidad, representación-objeto, situando la “verdad” del lado de los hechos sociales puros. El modo de crítica de la ideología que corresponde a esta definición es entonces el de lectura de síntomas (Zizek, 2003: 17): el objetivo de la crítica es descubrir la tendencia no-confesada del texto oficial, a partir de un análisis de sus rupturas, sus deslices, sus fallidos. Habermas es, quizás -y a su pesar-, el último representante de esta tradición, en tanto propone medir la distorsión o “falsedad” de una estructura ideológica con el criterio de la argumentación racional no coercitiva, una especie de ideal regulador que es inherente al orden simbólico como tal3 . Versiones mas sofisticadas de los críticos de la ideología, que pueden encontrarse en varios representantes de la escuela de Frankfurt4 a partir de tendencias que surgieron del análisis del discurso, invierten esta relación propuesta por la tradición iluminista, o su versión habbermasiana. La ideología ya no es la noción velada (falsa) de una realidad social (verdadera) surgida de intereses patológicos (intereses de poder, miedo a las fuerzas naturales, etc). La noción misma de un acceso a la realidad libre de dispositivos discursivos es en sí misma ideológica. Desde esta postura, la postulación de la posibilidad de que los hechos hablen por sí mismos es el enunciado de la ideología por excelencia: los hechos nunca hablan por si mismos, sino que una red de dispositivos discursivos –necesariamente ideológicos- los hace hablar. Toda representación de la realidad supone un universo simbólico (Pecheux, 2003: 159). La operación ideológica consiste, justamente, en reificar, naturalizar, ese orden simbólico, postulándolo como real, puro, verdadero. No existen en este sentido teorías “verdaderas” o “falsas” configuradas al modo clásico aristotélico, de acuerdo con el nivel de correspondencia que mantienen con la verdad de la realidad social. Según esta visión, la realidad, su coherencia, se mantiene sólo gracias a mecanismos ideológicos: “la máscara no encubre simplemente el estado real de cosas: la distorsión ideológica esta inscrita en su esencia misma” (Zizek, 2001ª:56). Si sustraemos el componente ideológico, la realidad se desintegra. De acuerdo con Zizek, esta es la razón de que -desde esta segunda formulación de la noción de ideología- haya que evitar las metáforas del “desenmascaramiento” que pretenden correr los velos que, se supone, ocultan la realidad desnuda. El gesto liberador que finalmente resuena al grito de “el emperador está desnudo” resulta en este caso imposible. Se trata mas bien de lo que postula Lacan cuando sostiene que el gesto desenmascarador del psicoanálisis se parece mas al chiste de Alphonse Allais que profiere un grito de horror: “Mírala, debajo de sus vestidos está totalmente desnuda” (Lacan, 1998:.231). No obstante, aun aquí nos seguimos moviendo en el conocido terreno de la ideología como falsa conciencia: se trata de un falso reconocimiento de la realidad que, en este caso, es parte constitutiva de la realidad misma. La crítica de Zizek denuncia el carácter anacrónico de esta forma de entender la ideología, en cualquiera de sus variantes. El cinismo de nuestros tiempos, con toda su separación irónica de la ideología, niega la posibilidad de continuar pensando en una “falsa conciencia” ingenua. Las cínicas ideologías dominantes reconocen hoy, toman en cuenta, el interés particular que hay tras el Universal Ideológico que postulan, pero aún así encuentran razones para postularlo y conservar la máscara. La fórmula marxista aquí parece invertirse: “ellos saben muy bien lo que hacen, pero aún así lo hacen” (Sloterdijk, 1989). Frente a esta inversión, la crítica tradicional a la ideología deja de funcionar: la lectura sintomática que develaba los fallidos del discurso ideológico en los cuales se leían los intereses ocultos pierde sentido si la razón cínica toma distancia, y acepta de antemano esos núcleos escondidos. Pues bien, el error que según Zizek han cometido tanto la versión iluminista como la teoría crítica ha sido situar la ilusión ideológica en el plano gnoseológico, cuando en realidad se encuentra en el plano del hacer, en la práctica cotidiana. La idea de la falsa conciencia supone el hecho de que la fantasía ideológica se constituye en el ámbito del saber: la ideología consiste en el hecho de que la gente no sabe lo que en realidad hace, en que tiene una falsa representación de la realidad a la que pertenece –para las versiones mas sofisticada esta distorsión es constitutiva de la propia realidad-. Sin embargo, la verdadera ilusión ideológica está situada en el plano del hacer5 : la distorsión actúa en la realidad social, al nivel de lo que los individuos hacen, independientemente de lo que piensan o creen. No importa si el hombre “no sabe lo que hace, pero lo hace” o “sabe muy bien lo que hace, pero aún así lo hace”: en cualquier caso, el plano del hacer permanece invariable. En el ejemplo del fetichismo de la mercancía, el problema es que en su propia actividad social, en lo que hacen, los hombres actúan como si el dinero, en su realidad material, fuera la encarnación de la riqueza en tanto tal: el fetichismo está en la práctica, no en la teoría. De acuerdo con estos postulados, que ponen el acento en la praxis dejando en segundo plano la dimensión gnoseológica de la ideología, Zizek concluye que la fantasía ideológica estructura la realidad. Para explicar esta noción, que es la clave misma de su definición de ideología, la analogía lacaniana con el psicoanálisis resulta imprescindible. La tesis fundamental lacaniana es que en la oposición sueño-realidad, la fantasía está del lado de la realidad: es el soporte que da consistencia a lo que llamamos realidad (Lacan, 1999). Ahora bien, siguiendo esta lectura Zizek sostiene que “la ideología no es una ilusión tipo sueño que construimos para huir de la realidad; en su dimensión básica es una construcción de la fantasía que funge de soporte a nuestra ‘realidad’: una ‘ilusión’ que estructura nuestras relaciones sociales efectivas, reales, y por ello encubre un núcleo insoportable, real, imposible” (Zizek, 2001ª:76). En este sentido, la ideología no es –como tradicionalmente se sostiene- una visión parcial de la realidad social, sino exactamente lo contrario: la ideología es una visión totalizante de la realidad que esconde tras de sí un vacío-carencia originario, traumático (lo real). La función de la ideología no es ofrecernos un punto de fuga de la realidad, sino ofrecernos la realidad social misma como una huída, punto de fuga, de algún núcleo traumático: el antagonismo social6 , la traumática división social que no puede ser simbolizada y que no es, por tanto, parte de la realidad7 . En esto reside la principal diferencia de la lectura lacaniana de Zizek con el marxismo: “en la perspectiva marxista predominante la mirada ideológica es una mirada parcial que pasa por alto la totalidad de las relaciones sociales, en tanto que en la perspectiva lacaniana, la ideología designa, antes bien, una totalidad que borra las huellas de su propia imposibilidad” (Zizek, 2001ª: 81). Así, mientras en el marxismo el fetiche oculta la red positiva de relaciones sociales (una totalidad), para Freud, un fetiche oculta la falta (castración) en torno a la cual se articula la red simbólica. Como bien decíamos al principio, es precisamente la noción de síntoma como lo no-decible, la idea de falta-carencia-vacío propia de la tradición lacaniana, lo que le permite a Zizek la crítica al marxismo y la postulación de su propia noción de ideología. Desde Lacan, entonces, la realidad nunca es directamente “ella misma”, sino que está desde siempre simbolizada: sólo se presenta a través de su simbolización que es, por definición, incompleta, inacabada, fracasada. La deuda simbólica constitutiva, la carencia, es “lo real”, la parte de la realidad que permanecesin simbolizar, que no puede ser simbolizada (lo indecible). En esta brecha existente entre la realidad y lo real, entonces, surgen las apariciones espectrales8 : el espectro es aquello que le da cuerpo a lo que escapa de la realidad9 . El núcleo pre-ideológico de la ideología consiste, entonces, justamente “en la aparición de lo espectral que llena el hueco de lo real” (Zizek, 2003:31). Si lo que experimentamos como la realidad debe emerger, algo debe ser excluido de ella. La realidad, por definición, nunca está completa. Así, lo que el espectro oculta (lo que el núcleo de toda ideología oculta) no es la realidad, sino lo primordialmente reprimido en ella, “el X irrepresentable sobre cuya ‘represión’ se funda la realidad misma” (Zizek, 2003:32). El síntoma, entonces, la falencia de todo Universal Ideológico que se inscribe dentro de su misma lógica constitutiva, ocupa en su manifestación el lugar de lo real, la carencia originaria in-decible, no-simbolizable. Si la función de la fantasía ideológica es, como hemos dicho, disimular y ocultar la incongruencia originaria, el hecho de que “la sociedad no existe”, y compensarnos así por la identificación fallida (Zizek, 2001b:174), cada ideología tendrá necesariamente un síntoma –un potencial sintomático- que habrá de representar su propia imposibilidad. Para el fascismo, el judío no es más que la encarnación de la imposibilidad última del proyecto totalitario. Hemos dicho ya que la totalización es imposible, siempre: la realidad es constitutivamente incompleta, inacabada, fracasada. Entonces, para poder postular la posibilidad de totalización, toda ideología debe llevar en-sí el síntoma que encarne la falla. La ideología fascista de algún modo sabe que el proyecto totalitario es imposible, lo reconoce de antemano: en la figura del judío incluye este saber en su configuración. En efecto, toda su ideología esta estructurada como una lucha contra el elemento que detenta el lugar de la imposibilidad de totalización, que no es más que una encarnación fetichista de la falla inaugural (Zizek, 2001b:174). Esta lucha contra el síntoma que encarna la imposibilidad originaria es lo que toda fantasía ideológica articula, generando goce. Si entendemos que el goce es la ilusión de completitud, la lucha contra el síntoma nos permite creer que en su eliminación radica la clave del éxito: eliminado el síntoma, alcanzaremos la totalización, seremos sujetos completos, borraremos la carencia originaria. Por esta razón, aquellas ideologías fundamentalistas, donde se propone un proyecto totalizador que sólo debe vencer como obstáculo la eliminación de un determinado síntoma (los judíos, el comunismo, la raza negra) son aquellas que logran mayor grado de masividad: el goce en la eliminación del síntoma y la ilusión de totalidad arroja al hombre a un exceso que pretende borrar definitivamente sus carencias originarias. He aquí la fantasía de todo sujeto. 2.3.1 Ahora bien, el espacio ideológico está constituido, según Zizek, por una serie de “significantes flotantes” 10 , elementos sin ligar, cuya identidad permanece abierta, sobredeterminada por la articulación de los mismos en una cadena con otros elementos11 . Este cúmulo de significantes flotantes se estructura en un campo ideológico unificado mediante la intervención de un “punto nodal” que los “acolcha”, en tanto detiene su deslizamiento y fija su significado. Si acolchamos, por ejemplo, los diversos significantes flotantes existentes mediante el punto nodal de “comunismo”, estableceremos un determinado sistema de equivalencias que otorgará a cada significante flotante un significado –fijándolo- desde la idea de lucha de clases (Zizek, 2001b:125). El esquema resultante será el siguiente: Democracia: democracia real en oposición a la democracia formal burguesa como forma legal de explotación. Feminismo: lucha contra la explotación de las mujeres como resultado de la división del trabajo condicionada por las clases. Ecologismo: denuncia de la destrucción de los recursos naturales como consecuencia lógica de la producción capitalista dirigida por la ganancia. No obstante, el significante flotante de “ecologismo”, por ejemplo, puede adquirir significaciones completamente diferentes a la que se le acaba de otorgar, simplemente cambiando el punto nodal desde el cual se acolcha su significado. Así, las significaciones posibles son ilimitadas: El ecologismo, acolchado desde la teoría conservadora, es la proclama por el retorno a las comunidades rurales equilibradas y a modos tradicionales de vida. Desde el punto nodal del capitalismo liberal, ecologismo es la necesidad de incluir en el precio de un producto el daño provocado contra el ambiente, para que así el mercado regule el equilibrio natural ecológico. El ecologismo, significado desde el feminismo, es la explotación de la naturaleza como consecuencia de la actitud masculina de dominación (Zizek, 2003: 20). Ninguna de estas equivalencias es, en sí misma, verdadera, ninguna esta inscrita en la naturaleza misma de la problemática: la lucha ideológica se dará en función del discurso que totalice los distintos significantes logrando hegemonía discursiva. Ahora bien, este encadenamiento de significantes flotantes, la elaboración de un sistema de equivalencias significativas, sólo es posible a condición de que un cierto significante –el Uno lacaniano, el punto nodal- acolche todo este campo y, al englobarlo, efectúe su identidad. ¿Qué es lo que otorga garantía de identidad a una ideología en todas las situaciones que la contradicen con hechos –es decir, a pesar de un cambio de todas sus supuestas características descriptivas-? Se trata, según Lacan, del efecto retroactivo de la nominación: es el nombre, el significante mismo, el que es soporte de la identidad del objeto. Por ejemplo, aún cuando un científico descubriera hoy que todas las propiedades que definían hasta el momento al objeto llamado “oro” eran erróneas (no es amarillo realmente, ni brillante, etc) la palabra “oro” se seguirá refiriendo al mismo objeto que antes: diremos que el oro no posee las propiedades que creíamos que tenía, pero no diremos nunca que el objeto que hasta ahora habíamos tomado por oro no es oro. “Este plus en el que el objeto sigue siendo el mismo en todos los mundos posibles es ‘algo en él más que él’ (...) lo buscamos en vano en la realidad positiva porque no tiene congruencia positiva – porque es simplemente la objetivación de un vacío” (Zizek, 2001b:135). Así, toda ideología se acolcha en función de un punto nodal que es lo que Lacan denomina significante-Amo (Lacan, 1999): un significante sin significado que actúa como designante rígido y permite nombrar como “comunismo” a todo aquello que se signifique con el nombre de comunismo, independientemente de sus propiedades efectivas: “en un análisis final, la ‘democracia’ se define, no por el contenido real de esta noción (su significado) sino únicamente por su identidad de posición-relación –por su oposición, su relación diferencial con lo no-democrático- en tanto que el contenido concreto puede variar en sumo grado: hasta la exclusión mutua (para los marxistas del socialismo real, el término ‘democrático’ designa los mismos fenómenos que para una tradición liberal son la encarnación del totalitarismo antidemocrático)” (Zizek, 2001b:138) El punto nodal de una ideología que otorga significación a todos los significantes flotantes estableciendo una cadena de equivalencias, es en sí un significante sin significado, una mera X inalcanzable, que no puede ser definida pues siempre será lo que hay en el objeto que es más que el objeto (lo que hay en el comunismo que es más que el comunismo). Es el significante que mantiene su identidad a través de todas las variantes de su significado (Zizek, 2001b: 141). 2.3.2. Partiendo de esta estructuración de los componentes de toda ideología, es preciso repensar y complementar el análisis del concepto de identidad que hemos desplegado repasando la descripción lacaniana del estadio del espejo.Lacan define el estadio del espejo como una identificación, en el sentido de la transformación producida en el sujeto cuando asume -en este caso- la imagen especular. En este juego identificatorio el sujeto se ve captado por una imagen suya y extraña a la vez: la imagen propia en la mirada del otro (la madre). Aquí puede encontrarse una dimensión ficcional originaria y una discordancia irreductible en cuanto a lo que el sujeto denominará como su yo, que sin embargo es necesaria para la fundación de su propia identidad (Lacan, 2000: 87). El niño -cautivo todavía en la impotencia motriz y en dependencia de la lactancia- se encuentra suspendido de su imagen especular pero marcado por la mirada del otro desde la cual se ve. Alienación en la imagen y reconocimiento de su cuerpo a través de un otro, fundan instancias estructurales y subyacen a la constitución misma del sujeto (Lacan, 1987: SD12 ). Sólo a partir de la mirada del otro puede el sujeto reponer su completitud, la totalidad de su cuerpo. Esta misma estructura puede ser utilizada para explicar la identidad ideológica, la constitución de un sujeto colectivo, el nacimiento de un nosotros: es en el encuentro con esta imagen –la propia imagen en la mirada ajena- donde se perfila la función del otro en la afirmación de lo que a partir de ese momento se llamará yo/nosotros, un yo/nosotros en status nascendi. Esta imagen -puntual- Lacan la denominará imago retomando el término que Melanie Klein reintroduce en el léxico psicoanalítico13 . Es a través del concepto de imago que Lacan nos introduce plenamente en el registro imaginario, propio del sujeto, que surge como consecuencia del estadio del espejo: “La sola visión de la forma total del cuerpo humano brinda al sujeto un dominio imaginario de su cuerpo, prematuro respecto al dominio real (...) Es ésta la aventura imaginaria por la cual el hombre, por vez primera, experimenta que él se ve, se refleja y se concibe como distinto, otro de lo que él es: dimensión esencial de lo humano, que estructura el conjunto de su vida fantasmática” (Lacan, Jacques: 1981). 2.3.3 En relación con esta caracterización del mundo imaginario y la identificación primera producida durante el estadio del espejo, es preciso realizar una última distinción que resulta pertinente a efectos de pensar las identificaciones con el otro que tienen lugar en el nacimiento de todo sujeto colectivo, en la conformación de una identidad ideológica. Existe una diferencia fundamental entre lo que se denomina identificación imaginaria e identificación simbólica –entre el yo ideal (Idealich) y el ideal del yo (Ich-Ideal): la identificación imaginaria es la identificación con la imagen en la que nos resultamos amables (aquello que representa lo que nos gustaría ser); la identificación simbólica es la identificación con el lugar desde el que nos observan, desde el que nos miramos de modo que nos resultamos amables (Zizek, 2001b:147). En el plano estrictamente clínico del psicoanálisis, esto se vislumbra con especial claridad en el fenómeno de la teatralidad histérica: cuando la mujer actúa una femeneidad frágil, la identificación imaginaria está dada con una imagen notablemente femenina, probablemente materna, mientras que a nivel simbólico existe una identificación masculina con la mirada paterna, ante la que ella quiere parecer amable. Para citar un ejemplo del propio Zizek, esto es observable en el ámbito ideológico en la admiración dickensiana por la buena gente común y simple, que vive un mundo pobre pero feliz, sin corrupciones. Esta identificación imaginaria, sin embargo, esconde una identificación simbólica casi opuesta: “¿desde dónde escudriña la mirada dickensiana a la bondadosa gente común para hacerla parecer amable? ¿desde dónde sino desde el punto de vista del mundo corrupto del poder y el dinero?” (Zizek, 2001b:149). La verdadera identificación de la ideología dickensiana –y de toda ideología- no está dada entonces en el plano imaginario, del yo ideal (aquello que quiero ser), sino en la identificación simbólica que determina el ideal del yo, aquel Otro que es quien me mira (que en este caso está encarnado por la mirada de la clase privilegiada y su simbolización particular de la vida de la buena gente común). 3. Con esas manos de quererte tanto pintaba en las paredes 'Luche y Vuelve' manchando de esperanzas y de cantos las veredas de aquel 69 (...) (J.M. Serrat.- “La Montonera”) En esta segunda parte del trabajo, intentaremos valernos de ciertas categorías que la teoría de la ideología de Zizek nos aporta para realizar una crítica ideológica desde y hacia las construcciones discursivas de Montoneros. Las fuentes que utilizaremos para el presente análisis serán: documentos redactados por la llamada “conducción nacional”, relatos de militantes y los cánticos que musicalizaban las movilizaciones de montoneros14 . Por otro lado, advertimos que a riesgo de empobrecer nuestro análisis, muchas de los pliegues y matices propios de la agrupación montoneros y su contexto han sido omitidas por exceder las pretensiones de esta exposición. Entre ellas: la coexistencia de múltiples coyunturas y orientaciones políticas en puja (guevarismo, foquismo, nacionalismo católico, teología de la liberación, etc.); las tensiones entre la “conducción nacional” y las organizaciones “de base” (las cuáles dificultarían hablar de “un” discurso montonero); y el mosaico de agrupaciones participantes (FAR, FAP, Grupo Acción Peronista, Montoneros "José Sabino Navarro", Movimiento Revolucionario 17 de Octubre (MR-17), etc.). No obstante ello, consideramos que la selección realizada es teóricamente útil como una aproximación exploratoria a las construcciones discursivas de la organización analizada. Poniendo en juego los aportes de Zizek, nuestra hipótesis151 de trabajo será que en la ideología montonera: a) “el peronismo”, como punto nodal, como significante sin significado; “fijará” a los significantes flotantes (“banderas históricas”): “justicia social”, “independencia económica” y “soberanía política”; a-1) En clave del efecto retroactivo de la nominación (Lacan), “el peronismo” (como el “oro”) conservará su lugar dentro de la cadena como significante-Amo, aún cuando, sintomáticamente, su encarnación en la figura del Gral. Perón entrara en contradicción como manifestación de la deuda constitutiva inherente a cualquier formación ideológica. 1 a-2) A partir de lo anterior162, se desencadenan modificaciones en los significantes flotantes. A saber, “montoneros” ocupará el lugar del “líder” (Gral. Perón), con la noción de “partido de vanguardia” como identidad y (auto) definición; las banderas históricas de “justicia social”, “independencia económica” y “soberanía política” serán (re)significadas desde el proyecto de “socialismo nacional” (en su fase de transición17 ); y a-3) Montoneros agudizara su construcción de identidad y especularmente (con las FFAA) profundizará su orientación militarizada. 3.1 Montoneros fue una organización armada argentina que desarrolló sus acciones con mayor intensidad entre los años 1970 y 1977. Sus raíces tempranas se pueden encontrar en la década del 60, en la confluencia de militantes del movimiento nacionalista estudiantil Tacuara, la Agrupación de Estudios Sociales de Santa Fe, y el integrismo de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Como formación armada, su ocaso definitivo puede ubicarse en el aplastante fracaso político militar del operativo llamado “la contraofensiva” entre los años 1979/1980183. Al respecto el relato de uno de sus principales dirigentes, Roberto Perdía, resulta ilustrativo: “El año 1980 fue objetivamente el fin de la lucha armada por parte de Montoneros. No hubo declaración formal, era un simple reconocimiento de nuestra situación (…) El estilo de lucha que habíamos practicado desde el reinicio de las actividades armadas en 1974 se había agotado en la realidad. Nuestra idea era ir evaluando nuevas formas organizativas” (Perdía, 1997: 211). Entre los distintos acontecimientosque marcaron su historia, nos interesa puntualizar lo que consideramos un hito, un punto de inflexión determinante dentro de la trama ideológica de Montoneros: la ruptura de relaciones con Perón. Junto con varios autores, vemos en aquel 1º de mayo de 1974 un punto de disrupción que obligó a todos los actores a replantear sus roles y estrategias. Al interior de Montoneros, se hizo imposible continuar con una “táctica” de “poner paños fríos” 19 . El nuevo cuadro de situación exigía, y de hecho provocó, cambios20 prácticos y discursivos, modificaciones ideológicas que aquí queremos poner de manifiesto. Al respecto coinciden casi la totalidad de los estudios revisionistas de exmilitantes: "En el caso de la organización Montoneros hubo dos etapas claras. Una primera que va desde sus inicios hasta el ’74; y una segunda, que comienza en esta época y llega hasta el derrumbe. Durante el primer período, la estructura de la organización conserva las formas de la etapa de la conquista de las voluntades políticas. En la segunda etapa se empieza a generar una estructura en la cual la responsabilidad de los frentes políticos empieza a ser asumida por los responsables militares” (Amorín, 2006:147/6). Hipotéticamente, consideramos que, a partir de (y en) la ruptura entre el Gral. Perón y Montoneros podríamos ver la aparición sintomática de un particular que subvierte el universal ideológico peronista, al menos al interior de la organización armada. Todo ello, con un elemento que dota a este suceso de una relevancia mayor, esa falencia que ocupaba en su manifestación el lugar de la carencia originaria no-simbolizable en la totalización peronista, era el mismo Gral. Perón, el “líder y conductor” Antes de lo acontecido en la plaza de mayo del 74, los discurso y consignas construidos por Montoneros giraban en torno a la idea del peronismo por y con Perón, entre las cuáles debemos contar los clásicos “Luche y vuelve”, “La vida por Perón”, “Perón o muerte”. Las banderas tradicionales de la justicia social, la independencia económica y la soberanía política; así como las declaraciones de principios doctrinarios eran encadenados y adquirían significado a la luz de los propios dichos de Perón21 . Sin embrago, los acontecimiento del 74, permiten vislumbrar un “viraje”. Vale decir, desde nuestra mirada, el choque con el Gral. Perón hizo entrar en crisis al Peronismo Montonero. Al rastrear esto en la documentación recopilada encontramos numerosas muestras en este sentido: - “De juventud maravillosa que tenía prometido el trasvasamiento generacional, nos volvimos imberbes insolentes” (“El descamisado”, julio 1976). - “Se estaba completando el drama que tuvo su primer acto en Ezeiza. En aquella oportunidad el Líder había faltado a la cita, dejando en su vacío un escenario caótico. Ahora el escenario estaba completo, pero a la mayor parte de la gente no le gustó la obra y había pagado la entrada muy cara” (“El Peronista” 22 ) - “para nosotros se había quebrado el diálogo de Perón con el Pueblo (…), sentimos la frustración de vernos desautorizados por reivindicar todo aquello por lo que habíamos peleado y había sido motivo de alabanzas” 23 . Resumiendo, el lema “Perón o muerte”, es reconvertido por la consigna “Patria o muerte”. En ese sentido, 3 2 en los discursos Montoneros paradójicamente -sólo en apariencia-, Perón aparece como el síntoma del universal ideológico Peronismo. Este último, como totalidad que intenta borrar las huellas de su propia imposibilidad, es “desmentido” por un elemento (Perón) representativo de su propia imposibilidad. 3.2 Consideramos que a partir de lo mencionado, la ideología Montoneros se rearticula, la fijación de sus significantes flotantes varían, ya que se ha trastocado de alguna manera, el Peronismo como punto nodal. Es decir, los significantes flotantes justicia social, independencia económica, soberanía política, fijarán su significado (siempre retroactivamente) no ya en relación al Peronismo (de Perón), sino al socialismo nacional (de Montoneros) y a su fórmula de transición. Así, “la solución de fondo sólo puede lograrse cambiando de raíz, eliminando las estructuras del capitalismo dependiente y sustituyéndolas por la independencia socialista (…); pero esto no se puede hacer de un día para el otro, por eso nuestra fórmula de transición” (“Llenar el vacío de conducción: una necesidad impostergable del Movimiento de conducción Nacional”, Montoneros CN, mayo 1976). Asimismo, del análisis documental surgen ciertas imágenes en este sentido, que pueden ser desagregadas a partir de problemáticas específicas pero interconectadas: a) Critica a Perón y necesidad de cambio - “El Gral. Perón era el responsable, en su carácter de conductor estratégico, de conducir y ejecutar la estrategia para la Liberación que acabe con la Dependencia de nuestro Pueblo (…) Lejos de impulsar la reorganización del movimiento, el General, apoyó a la burocracia sindical y marginó a la Juventud; aplicando un programa de gobierno tibio y vacilante, en lugar de uno firme y consecuente (…) Ya a fines del 74 Perón vio los errores cometidos, pero era demasiado tarde; aunque hubiera tenido tiempo (de vida) no hubiera logrado rectificar el rumbo sin cambiar aspectos fundamentales de la doctrina que intentaba imponer” (“Los errores del Gral. Perón y su muerte” en “Hacia la conquista del poder”, Montoneros, 1976). b) Orfandad del Peronismo: necesidad de conducción (rol de Montoneros) y su justificación - “La muerte del Gral. Perón ha dejado huérfano al Peronismo de conducción” (“Las contradicciones políticas existentes y sus formas de resolución”. Evita Montonera, Nº 14, octubre 1976). - “Nacimos conduciendo y nuestro deber histórico, en la actualidad es el de gestar una nueva estrategia para la toma del poder sintetizando lo más positivo de nuestra experiencia como peronistas de lucha, a saber: a) la conciencia política sintetizada en las banderas de la justicia social, independencia económica y soberanía política; que en conjunto forman al nacionalismo popular revolucionario antioligárquico, antiimperialista. b) conciencia que sólo la clase obrera es nuestra columna vertebral; c) experiencia de organización al margen del sistema demoliberal; d) experiencia de la guerra integral como estrategia política de toma del poder (”La necesidad de una nueva política por los trabajadores y el pueblo argentino en: “A los compañeros”. Montoneros CN, 1976 c) Viejas banderas y nuevas implicancias: resignificación de “La causa” peronista - “La solución que proponemos para la salvación de nuestra Patria y nuestro Pueblo, desde el Movimiento Montonero, expresión política del pueblo; es la Alianza de clases bajo la conducción explícita y orgánica de la clase obrera, basada en la Democracia Social y sostenida por el poder popular para la Liberación Nacional y como fórmula de tránsito al Socialismo24 ” (“El Partido Montonero y el Movimiento Montonero”. Mario Firmenich, 19/10/76) - “Medidas concretas de nuestra causa: Nacionalización de monopolios extranjeros; desconocimiento de la deuda externa; expropiación de la oligarquía terrateniente; participación obrera en la construcción del socialismo a nivel político, gremial económico y militar; centralización de la economía en el Estado Popular; transformación de las FFAA en Fuerzas Armadas del Pueblo, baluarte la de Revolución Popular” (“El programa de nuestro Partido y nuestro Movimiento para la salvación y liberación de nuestra Patria y Nuestro Pueblo”. Montoneros, CN julio 1976) Ahora bien, incluso la radicalidad del cambio y la centralidad que Montoneros adquiere, permite especular en trono a que quizás Montoneros mismo deviene “significante sin significado”, el punto nodal que retroactivamente fija los significantes. Al respecto: - “En la actualidad, luego de la muerte del general Perón y del fracaso de sus presuntos herederos, la palabra “peronismo” resulta insuficiente para definir la expresión política del nuevo Movimiento” (“Hacia la conquista del Poder”. Montoneros, 1976,Conducción Nacional, Nueva York) 3.3 Para finalizar abordaremos nuestra tercera proposición en la cual planteáramos que Montoneros, a partir del quiebre mencionado, profundizó en su construcción de identidad una dinámica especular que lo condujo a una militarización cada vez mayor. La construcción de agrupaciones políticas por oposición es un tema frecuentemente abordado dentro de la corriente que se dio en llamar “realpotitik” 25 . De hecho, en Schmitt, la esencia de la política consistirá en la capacidad de distinción de un actor político dado. En uno de sus pasajes más repetidos escribía: “pensamiento político e instinto político se miden, por lo tanto, tanto en el plano teórico cuanto en el práctico, sobre la base de la capacidad para distinguir amigo de enemigo” (Schmitt, 1984:65). Enemigo, es aquel que, por su propia existencia, nos amenaza vitalmente en nuestro peculiar modo de ser, aquel cuya presencia significa “la negación del propio modo de existir, y por esto es necesario defenderse y combatir, para preservar el propio peculiar modo de vida” (Schmitt, 1984:23). Este argumento puede ser leído (entrelineas y sin referencias a su autor) en los análisis de Pilar Calveiro sobre la lucha armada argentina. “Para librar una guerra es necesario tener un enemigo. El enemigo es ese Otro, que comprende todo aquello que no es como yo; un Otro amenazante, peligroso, que pretende mi destrucción y es capaz de lograrla” (Calveiro, 2004: 89). Como venimos sosteniendo, es a partir del quiebre de 1974 cuando el argumento lacaniano del estadío del espejo parece aplicarse con mayor claridad a la ideología de Montoneros que “convierte en prioridad el intento de construir un ejército popular que reuniera las mismas características del ejercito regular” (Calveiro, 2005:131). En relación al proceso de definición del enemigo y la militarización como respuesta, la documentación recabada refleja: a) descripciones detalladas sobre el enemigo y sus intenciones: - “los objetivos del actual Gobierno Militar consisten en aniquilar la Vanguardia Revolucionaria, destruir al Peronismo como movimiento de masas revolucionario e impedir el avance Montonero, que implica el camino para la transformación y superación histórica en una nueva identidad política para la toma del poder por parte de la clase obrera y la construcción del socialismo nacional” (“Política, organización y armas para la resistencia”, Montoneros CN, julio 1976) - “los milicos quieren afianzar la dominación económica y social de la alianza oligárquico-imperialista” (“Parte del Secretariado Político Nacional a los compañeros milicianos”, Montoneros, julio 1976). - “Si aún quedaban dudas, el golpe puso en claro el panorama de la vereda de enfrente. Los militares son la vanguardia político-militar de nuestros enemigos. Nuestra vereda, los trabajadores como columna vertebral del pueblo, con una conducción que los representa” (“Evita Montonera”, Nº 13, abril-mayo 1976). - “El golpe del 24 de marzo tiene como primer objetivo nuclear a todas las fuerzas posibles para aniquilar a las fuerzas revolucionarias, la clase trabajadora y el conjunto del Pueblo y pequeño empresariado nacional” (“Parte de Guerra”, Montoneros CN, junio 1976). b) poder contra poder: la militarización como respuesta y construcción de identidad. - “En una nueva etapa como la actual, en donde se enfrenta una dictadura militar, el método principal es lucha armada” (“Hacia la conquista del Poder”. Montoneros CN, julio 1976). - “Esta unidad forma parte de uno de los aparatos creados por la División de Logística del Ejército, como tal rigen en ella las mismas normas disciplinarias, metodológicas y de funcionamiento de cualquier otro equipo del Ejército, ya sea de la División Operaciones o la División Inteligencia” (“Cartilla de funcionamiento de militantes”, División Logística del Ejército Montonero, 1976) - Se establece el uso obligatorio de uniforme para el Ejército y las Milicias Montoneras. Además, postula cuestiones tales como “correcta colocación de las insignias correspondientes en las prendas del uniforme, sus variaciones por camuflaje” (Resolución 001/78 de la Conducción Nacional de Montoneros) 26 . La identificación especular con el enemigo y la consecuente militarización, pueden también encontrarse en los cánticos montoneros de este período: - "¡Fusiles, machetes, por otro diecisiete!" - "¡No somos putos, no somos faloperos, somos soldados de Evita y montoneros!" - "¡Ni votos ni botas, fusiles y pelotas!" La intención del trabajo ha sido desplegar el armazón teórico de Zizek en relación a la ideología, para ponerlo en juego en un ensayo exploratorio de crítica ideológica de los discursos Montoneros. Indudablemente, las complejidades del fenómeno nos exceden; superan las pretensiones de este intento, y tal vez, la capacidad de aprehensión de cualquier marco teórico. El tema aquí escuetamente abordado, ha sido discutido y estudiado por propios y extraños hasta el hartazgo. No obstante ello, creemos que una cuenta queda sin saldar, algo nos queda por definir. Tal vez los cantos y marchas, hoy nostálgicamente evocadas, hacen posible y requieren de tal indefinición. Al ponerlo por escrito nos sigue haciendo ruido la misma pregunta: ¿Perón, Evita o evita la patria socialista? En tiempos de la “videopolítica Sartoriana”, el título de un trabajo de Zizek resulta sugestivo: “Goza tu síntoma! Jacques Lacan dentro y fuera de Hollywood”. 4. Bibliografía citada - Amorín, C. (2006): Montoneros, la buena historia, Ediciones Estrategia, Rosario. - Anguita, E. y Caparrós, M. (1997): La Voluntad. Una historia de la militancia en la Argentina 1973-1976, Tomo II, Grupo Norma Editorial. Buenos Aires. - Baschetti, R. (2001): Documentos 1976-1977, Volumen I, Golpe militar y resistencia popular, De la Campana, Buenos Aires. - Calveiro, P. (2004): Poder y Desaparición. Los campos de concentración en la Argentina, Colihue, Buenos Aires. _______ (2005): Política y/o Violencia. Una aproximación a la guerrilla de los años 70, Grupo Norma editorial, Buenos Aires. - Gil Navarra, E. (s/d): Paredón y después. Los corderos mueren en silencio, Cuadernos de la memoria. - Lacan, J. (1975-1976): Seminario Le sinthome, versión en español de Rodríguez Ponte, Ornicar. S/D. _______ (1981): Los escritos técnicos de freíd, Paidós, Barcelona. _______ (1987): "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", Escritos II, Siglo XXI Editores, Buenos Aires. _______ (1998): La ética del psicoanálisis, Paidós, Barcelona. _______ (1999): Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós. Barcelona. _______ (2000): “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica", en Escritos I, Siglo XXI Editores, Buenos Aires. - Larraquy, M. (2006): Fuimos Soldados, Aguilar, Buenos Aires. - Marx, K. (1999): El Capital. El proceso de producción del capital, Tomo I, Libro I, Siglo XXI Editores, México. - Pecheux, M. (2003): “El mecanismo de reconocimiento ideológico”, en Zizek, S. (2003): Ideología. Un mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. - Perdía, R. (1997): La otra historia. Testimonio de un jefe montonero, Grupo Agora, Buenos Aires. - Perón, J. D. (1996): Doctrina peronista, CS Ediciones, Buenos Aires. - Schmitt, C. (1984): El concepto de lo político, Folio, Buenos Aires. - Sigal, S. y Verón, E. (2004): Perón o muerte. Los fundamentos discursivos del fenómeno peronista, Eudeba, Buenos Aires. - Sloterdijk, P. (1989): Crítica de la razón cínica, Taurus, Madrid. - Zizek, S. (2001a): “¿Cómo inventó Marx el síntoma?”, en El Sublime objeto de la Ideología, Siglo XXI, México. _______ (2001b): “Che Vuoi?”, en El Sublime objeto de la Ideología, Siglo XXI Editores, México. _______ (2003): “El espectro de la ideología”, en Ideología. Un mapa de la cuestión, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires. Notas 1. De acuerdo con esta noción, cada Universal Ideológico –libertad, igualdad, etc- encierraen sí mismo un potencial sintomático, un síntoma que más tarde o más temprano habrá de manifestarse. Todo Universal Ideológico “es falso en la medida en que incluye necesariamente un caso específico que rompe su unidad, deja al descubierto su falsedad” (Zizek, 2001a: 47). 2. “ellos no lo saben, pero lo hacen” 3. Para un mayor desarrollo de la posición habermasiana ver “La crítica de la razón instrumental” de Seyla Benhabib, en Zizek, S. (2003) Ideología. Un mapa de la cuestión, FCE, Buenos Aires. 4. En este punto Zizek alude explícitamente a Adorno, no obstante nuestras posibles objeciones hemos buscado exponer la voz del autor esloveno. 5. Como sustento de la tesis de Zizek que ubica la falsedad ideológica en la esfera del hacer, antes que en el conocer, se encuentra la concepción de Lacan acerca del estatus objetivo de las creencias, esto es, una creencia lejos de ser algo interno del sujeto es asumido como algo "radicalmente exterior, constituido en la práctica efectiva de los individuos" (Lacan, 1999). 6. Zizek se refiere acá a la noción de `antagonismo social' desarrollada por Laclau and Mouffe en. "Metaphor and social antagonism", Marxism and the Interpretation of Culture, editado por Cary Nelson y Lawrence Grossberg. Urbana and Chicago: University of Illinois Press, 1988. 249-257. 7. Es preciso aclarar aquí que esta idea sólo es comprensible a la luz de la teoría lacaniana, que distingue a la realidad -en tanto universo simbólico- de lo real, que es justamente aquello que no puede ser simbolizado y constituye una carencia, un vacío originario. Lo que experimentamos como realidad no es la cosa en sí, sino que está ya desde siempre simbolizada, estructurada por mecanismos simbólicos. Esta simbolización, no obstante, siempre es incompleta, siempre fracasa, en tanto supone necesariamente una deuda simbólica pendiente, que nunca logra cubrir: esto es lo real, la parte de la realidad que permanece sin simbolizar y vuelve bajo la forma de apariciones espectrales (Lacan, 1999). 8. Véase Jacques Derridá, Spectres de Marx, París, Galilée, 1993. 9. Es preciso remarcar la distinción existente entre la noción de “espectro” y la de “ficción simbólica”: la realidad tiene la estructura de un relato de ficción, porque está construida simbólicamente; el espectro es la forma sintomática en la que toma cuerpo lo real, aquello que no puede ser simbolizado. Las nociones de espectro y ficción simbólica son co-dependientes en su misma incompatibilidad, son complementarias (Zizek, 2003:31). 10. Significantes no asociados a un significado literal único, que se mantienen en movimiento y pueden adquirir distintas significaciones según la cadena de equivalencias que se establezca entre ellos y los demás elementos que estructuran la red simbólica. 11. Para un mayor desarrollo de esta temática ver E. Laclau, Politics and Ideology. 12. SD: no cuento con el número de página, es ilegible en la copia. 13. Jung introdujo este término cuya utilización impuso M. Klein, quien le confirió su impronta. 14. La documentación de Montoneros pertenece a la compilación y archivo personal de Baschetti (2001); y los cánticos y lemas fueron extraídos de Anguita, E. y Caparrós, M. (1997). De no ser así, será oportunamente aclarado. 15. Es digno de mención que una hipótesis similar, aunque desde otro enfoque, es trabajada por Verón y Sigal en Perón o Muerte. “Nuestro interrogantes nos llevaron a la siguiente conclusión: el peronismo no puede ser caracterizado como una “ideología” o, en otros términos, su continuidad histórica y su coherencia discursiva no reposan en la permanencia de ciertos contenidos que configurarían algo así como la “ideología peronista”. Dicha continuidad y dicha coherencia existen pero se sitúan en otro plano” (Sigal y Verón, 2004). 16. Debe remarcarse que el proceso de rearticulación ideológica se profundiza con la muerte de Perón. 17. Aunque su tratamiento excede nuestros propósitos, queremos mencionar que nos ha resultado inquietante el modo en que la idea de “transición” repercute en las prácticas y discursos de Montoneros. A partir de su postulación, emergen argumentos similares a los esgrimidos desde (ciertos) marxismos defensores de la “Dictadura del Proletariado” como antesala del Comunismo. 18. Para profundizar ver: Larraquy, M (2006); Fuimos Soldados, Aguilar, Bs. As. 19. Con posterioridad a los enfrentamientos de Ezeiza, la cúpula (aunque también parte de sus bases) de Montoneros se encontraba dividida en torno a qué curso de acción tomar. El mismo 1 de mayo, parte de los manifestantes gritaban: “Que pasa Gral, que está lleno de gorilas el gobierno popular”; otras columnas respondía: "¡Peronistas de derecha, peronistas de izquierda, lo que no son peronistas que se vayan a la mierda!". En medio, dirigentes de la CN, como Perdía o Firmenich, habían negociado para evitar “otro Ezeiza”; y cuentan en sus memorias “no entender nada” cuando las columnas comenzaron a irse de la Plaza”. 20. En este punto hemos decidido ser fieles a la clave de análisis del “segundo Althuesser”, postura que recogida por Zizek y por toda la “escuela eslovena”. 21. Un ejemplo paradigmático de esta cuestión es la difusión del libro Perón, J. D.: Doctrina peronista; donde aparecen los postulados centrales del peronismo (de Perón): la declaración de principios, las doce verdades peronistas, el concepto de comunidad organizada. 22. Citado en Perdía, R. (1997: 227). 23. Testimonio volcado en las memorias del ex jefe Montonero Roberto Cirilo Perdía (1997). 24. Sobre es artículo resulta interesante también mencionar que se detallan los programas que desde 1955 han fracasado: el de la oligarquía y los monopolios con Frondizi; el de algunos sectores del empresariado nacional con Illia; y se incluye al impulsado por el último gobierno peronista caracterizado por su debilidad. 25. Aunque frecuentemente denostadas en espacios académicos, las ideas de Elias Canetti en “Masa y Poder” podrían ser otro abordaje provechoso para estudiar estos fenómenos. 26. Citado en Perdía, R. (1997: 328) Diego Ariel López
Compartir