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Universidad Nacional Auto noma de Me xico Facultad de Arquitectura Ana lisis de paradigmas arquitecto nicos ” Alquimia en la edad media y su representacio n arquitecto nica” Arq. Ví ctor Miguel Ba rcenas Sa nchez Bautista Salgado Juan No. Cuenta /Junio/ Alquimia en la edad media y su representacio n arquitecto nica Introducción. La Alquimia y todo lo que a ella se refiere se encuentra en este comienzo de siglo rodeado de las espesas brumas, los malentendidos y los lugares comunes que también se ciernen sobre todas las Escuelas Iniciáticas que en el mundo han sido y son. Volver a su estudio no merece a ojos de la mayoría una consideración distinta a una excentricidad, tolerable solamente por el cierto romanticismo que en ocasiones arropa lo inusual, o bien, desdibujándola de toda característica que le fue propia, incluirla de forma forzada en ese movimiento general de masas que se da en llamar Nueva Era. No obstante, La Alquimia es mucho más que todo lo anterior: es la ultima formulación de la Ciencia que se planteó dotada de las dos características intrínsecas a toda Sabiduría: el componente Total y el Sacro. En efecto, a diferencia de los modelos empíricos que tomaron el mando en la ciencia experimental decimonónica, la ciencia alquímica pretendía una explicación coherente y totalizadora del Cosmos, a la vez que, para hacerlo, refería de modo ineludible a una cierta trascendencia, alejada de los clichés e instituciones que, en su época como en todas, tienden a apropiarse de éste concepto. Si bien cuando hablamos de Alquimia nos centramos en el movimiento que surge en Europa entre los siglos XIV al XVIII y tiene sus máximos exponentes en personajes como Arnaud de Villeneuve, Nicolás Flamel o Paracelso, no es ésta la única manifestación de la Filosofía Hermética, aunque por razones de espacio en este artículo refiramos nuestras reflexiones de forma prioritaria hacia ella. Los sucesores de los griegos en el estudio de las substancias fueron los alquimistas medievales, aunque sumergidos en la magia y la charlatanería, llegaron a conclusiones más razonables y verosímiles que las de aquellos, ya que por lo menos manejaron los materiales sobre los que especulaban. Brujería en la edad media Durante la e dad media, especialmente entre los siglos 5 y 15, la ciencia fue oscurecida por las inquietudes religiosas, la iglesia ejerció el control de la comunicación social, solo el clero y las ordenes monásticas se había mantenido cierto nivel cultural. Como centros de cultura habían atraído a estudiosos de toda Europa. En ellos se copiaban y difundían manuscritos. Sin embargo, en el siglo 7 la ciencia reapareció con los árabes, quienes habían acumulado los antiguos conocimientos de los egipcios y de la filosofía antigua griega a través de la escuela alejandrina, fundando una práctica: La alquimia, el precedente de la química. Antecedentes históricos La alquimia europea fue heredada de los árabes de esta forma: 1º- La influencia árabe penetró en occidente primero por España: el califato de Córdoba alcanzó su apogeo durante los reinados de Abderramán II (912-961) y de al-Hákam II (961- 976). Se crearon escuelas y bibliotecas que atrajeron a los estudiantes de todo el mundo mediterráneo. Según la tradición, el monje Gerbert, más tarde Papa con el nombre de Silvestre II (999-1003), fue el primer europeo que conoció las obras alquímicas escritas por los árabes, aunque personalmente fuera sobre todo teólogo y matemático. 2º- Pero fueron principalmente las Cruzadas las que pusieron al occidente en relación con la civilización árabe y despertaron vivo interés por la ciencia oriental. Observemos también que Scicilia constituye un nexo entre Oriente e Italia: el astrólogo Miguel Escoto dedicó su De Secretis (1209), obra en la cual las teorías alquimistas estaban extensamente desarrolladas, a su maestro el emperador Federico II de Hohenstaufen. En común tenían los alquimistas la piedra filosofal. Los antecedentes inmediatos de la Alquimia europea nos llevan a la Alquimia árabe, que a su vez fundió en su seno dos tradiciones convergentes: la surgida, o resurgida, en el Oriente Helenístico del s. I, que encontró en Siria y Persia gran desarrollo y nos remite hasta el Egipto faraónico, y, de otro lado, la Alquimia Oriental, especialmente relacionada con el hinduismo y budismo tántricos y con el taoísmo. Baste esto para mostrar que no estamos ante un desarrollo puntual en el espacio y en el tiempo, sino ante una de las manifestaciones gnósticas de la llamada Philosophia Perennis. La Alquimia europea se nos presenta en tres formulaciones o, hasta cierto punto, niveles, si bien la línea de separación en la práctica es muy tenue. A saber: * Búsqueda de la obtención de oro, a partir de otros metales, por métodos exclusivamente "químicos". Sin duda, madre de los métodos de la Química moderna. * Búsqueda de brebajes que todo lo curan y alargan la vida, rama que hoy podríamos denominar homeopática, si bien el nombre clásico es ESPARAGIA. * Alquimia propiamente dicha o búsqueda, interior y exterior, de la Piedra Filosofal. Lamentablemente, a todo lo anterior hay que sumar un número importante de embaucadores, vividores y simples ignorantes que hicieron de la credulidad de algunos su forma de vida, si bien, en más de una ocasión les costó caro. La alquimia comenzó a ponerse de moda en occidente a mediados del siglo 12, época en la cual fue traducida del árabe al latín la obra conocida con el nombre de Turba philosophorum (la turba de filósofos). Las traducciones del árabe aumentaron progresivamente y suscitaron en el siglo 13 una extraordinaria boga literaria de la alquimia. Los alquimistas consideraron los metales como cuerpos compuestos, resultantes de 2 propiedades comunes: el mercurio, que era lo metálico, y el azufre, que era lo combustible. Posteriormente consideraron un tercer principio, la sal, identificada con la solidez y la solubilidad. Estos principios alquimistas sustituyeron durante la Edad Media a los elementos de la filosofía helénica. Una idea inmediata fue la posibilidad de conseguir la transmutación de los metales, mediante la combinación de esos tres principios, pero esta transmutación sólo podía ser factible en presciencia de un catalizador al que se llamó piedra filosofal. La historia de la alquimia es básicamente la búsqueda de la piedra filosofal. Por otra parte los alquimistas confundidos con magos y brujos, sufrieron persecución por parte de las autoridades religiosas. NICOLAS FLAMEL Tratando de explicar las diversas propiedades de las sustancias, los alquimistas atribuyeron dichas propiedades a determinados elementos, que añadieron a la lista. Identificaron el mercurio como el elemento que confería propiedades metálicas a las sustancias, y el azufre, como el que impartía la propiedad de la combustibilidad. Según aquellos alquimistas, una sustancia puede transformarse en otra simplemente añadiendo y sustrayendo elementos en las propiedades adecuadas. Un metal como el plomo, por ejemplo, podía transformarse en oro agregándole una cantidad exacta de mercurio. Durante siglos prosiguió la búsqueda de la técnica adecuada para convertir en oro un "metal base" y en esto se basó toda la alquimia medieval. En este proceso, los alquimistas descubrieron sustancias mucho más importantes que el oro, tales como los ácidos minerales y el fósforo. Los ácidos minerales: nítrico, clorhídrico y, especialmente sulfúrico; introdujeron una verdadera revolución en los experimentos de la alquimia. Éstas sustancias eran ácidos mucho más fuertes que el más fuerte conocido hasta entonces (el ácido acético o http://www.google.com.mx/imgres?q=NICOLAS+FLAMEL&hl=es&sa=X&qscrl=1&nord=1&rlz=1T4TSNF_esMX451MX452&biw=1525&bih=716&tbm=isch&prmd=imvnsob&tbnid=XzbdgUAoKdDqTM:&imgrefurl=http://barcelona.intercable.net.ve/fveracoechea/nicolasflamel.html&docid=RNNTlNAp4QYnaM&imgurl=http://barcelona.intercable.net.ve/fveracoechea/nicolasflamel.jpg&w=194&h=236&ei=ZsnCT9agLoHm2gWT-qCHAQ&zoom=1&iact=hc&vpx=702&vpy=295&dur=840&hovh=188&hovw=155&tx=107&ty=134&sig=106816638536649222829&page=3&tbnh=169&tbnw=139&start=54&ndsp=30&ved=1t:429,r:18,s:54,i:223vinagre), y con ellos podían descomponerse las sustancias, sin necesidad de emplear altas temperaturas ni recurrir a largos períodos de espera. El primer ácido mineral en descubrirse fue probablemente el ácido nítrico, hecho por la destilación desalitre, vitriolo y alumbre. El que presentó más dificultades fue el ácido sulfúrico, que era destilado del vitriolo o alumbre solos pero requería contenedores resistentes a la corrosión y el calor. Mucho más difícil fue el ácido clorhídrico que era destilado de sal común o sal de amoníaco y vitriolo o alumbre. De todas formas, pocos alquimistas se dejaron tentar por éstos importantes éxitos secundarios, para desviarse de lo que ellos consideraban su búsqueda principal. Muchos simulaban producir oro por medio de trucos de prestidigitación para ganar el apoyo financiero de los mecenas. Los trabajos de los alquimistas de la Edad Media , aunque infructuosos en el descubrimiento de la piedra filosofal y del elixir de la larga vida, y por tanto estériles, produjeron indudables progresos en la química de laboratorio, puesto que prepararon nuevas sustancias, inventaron aparatos útiles y desarrollaron técnicas empleadas más tarde por los químicos. Desde el punto de vista metodológico, se debe a los alquimistas una operación fundamental en química: la operación de pesar. Sus filtros exigían una dosificación minuciosa de los ingredientes que se mezclaban: así en sus laboratorios fáusticos , los alquimistas elaboraron lo que más tarde iba a ser el método cuantitativo. Desarrollo Debido a sus fuertes conexiones con las culturas griega y romana, la alquimia fue bastante fácilmente aceptada por la filosofía cristiana, y los alquimistas medievales europeos absorbieron extensivamente el conocimiento alquímico islámico. Gerberto de Aurillac (fallecido en 1003), quien más tarde se convertiría en el Papa Silvestre II, fue uno de los primeros en llevar la ciencia islámica a Europa desde España. Más tarde, hombre como Adelardo de Bath, quien vivió en el siglo XII, trajeron enseñanzas adicionales. Pero hasta el siglo XIII los movimientos fueron principalmente asimilativos. (Hollister p. 124, 294) En este periodo aparecen algunas desviaciones de los principios agustinianos de los primeros pensadores cristianos. San Anselmo (1033-1109) fue un agustiniano que creía que la fe debe preceder al racionalismo, como Agustino y la mayoría de los teólogos anteriores a él había creído, aunque él añadió la opinión de que la fe y el racionalismo eran compatibles y fomentó este último en un contexto cristiano. Sus puntos de vista sentaron las bases para la explosión filosófica que habría de ocurrir. San Abelardo continuó el trabajo de Anselmo, preparando los cimientos para la aceptación del pensamiento aristotélico antes de que las primeras obras de Aristóteles alcanzasen Occidente. Su principal influencia en la alquimia fue su creencia en que los universales platónicos no tenían una existencia separada fuera de la consciencia del hombre. Abelardo también sistematizó el análisis de las contradicciones filosóficas. (Hollister, p. 287-8) Robert Grosseteste (1170-1253) fue un pionero de la teoría científica que posteriormente sería usada y refinada por los alquimistas. Grosseteste tomó los métodos de análisis de Abelardo y añadió el uso de observaciones, experimentación y conclusiones al realizar evaluaciones científicas. También trabajó mucho para tender en puente entre el pensamiento platónico y el aristotélico. (Hollister, p. 294-5) Alberto Magno (1193-1280) y Tomás de Aquino (1225-1274) fueron dos dominicos que estudiaron a Aristóteles y trabajaron en la reconciliación de las diferencias entre la filosofía y el Cristianismo. Tomás de Aquino también trabajó intensamente en desarrollar el método científico. Incluso fue tan lejos como para afirmar que los universales podrían ser descubiertos sólo mediante el razonamiento lógico: esto contradecía la creencia platónica común en que los universales se encontraban sólo mediante iluminación divina. Ambos estuvieron entre los primeros en emprender el examen de la teoría alquímica, y podrían ser considerados como alquimistas, excepto por el hecho de que hicieron poco en cuanto a experimentación. Una importante contribución de Tomás de Aquino fue la creencia en que dado que la razón no puede oponerse a Dios, debe por tanto ser compatible con la teología. (Hollister p. 290-4, 355) El primer alquimista auténtico en la Europa medieval fue Roger Bacon. Su obra supuso tanto para la alquimia como la de Robert Boyle para la química y la de Galileo Galilei para la astronomía y la física. Bacon (1214-1294) era un franciscano de Oxford que estudió la óptica y los lenguajes además de la alquimia. Los ideales franciscanos de enfrentarse al mundo en lugar de rechazarlo le llevaron a su convicción de que la experimentación era más importante que el razonamiento: "De las tres formas en las que el hombre piensa que adquiere conocimiento de las cosas: autoridad, razonamiento y experiencia; sólo la última es efectiva y capaz de llevar de paz al intelecto." (Bacon p. 367) "La ciencia experimental controla las conclusiones de todas las otras ciencias. Revela verdades que el razonamiento de los principios generales nunca habría descubierto." (Hollister p. 294-5) A Roger Bacon también se le ha atribuido el inicio de la búsqueda de la piedra filosofal y del elixir de la vida: "Esa medicina que eliminará todas las impurezas y corrupciones de los metales menores también, en opinión de los sabios, quitará tanto de la corruptibilidad del cuerpo que la vida humana podrá ser prolongada durante muchos siglos." La idea de la inmortalidad fue reemplazada por la noción de la longevidad; después de todo, el tiempo que el hombre pasa en la Tierra era simplemente para esperar y prepararse para la inmortalidad en el mundo de Dios. La inmortalidad en la Tierra no encajaba con la teología cristiana. (Edwards p. 37-8) Bacon no fue el único alquimista de esta época, pero sí el más importante. Sus obras fueron usadas por incontables alquimistas entre los siglos XV y XIX. Otros alquimistas de su misma épica compartieron diversos rasgos. Primero, y más obviamente, casi todos fueron miembros del cero. Esto se debía simplemente a que poca gente fuera de las escuelas parroquiales tenía la educación necesaria para examinar las obras derivadas del árabe. Además, la alquimia en esta época era autorizada por la iglesia como un buen método de explorar y desarrollar la teología. La alquimia era interesante para la amplia variedad de clérigos porque ofrecía una visión racionalista del universo donde los hombres apenas estaban empezando a aprender sobre el racionalismo. (Edwards p. 24-7) Así que hacia finales del siglo XIII, la alquimia se había desarrollado hasta un sistema de creencias bastante estructurado. Es más: todos los alquimistas eran auténticos cristianos. Creían en la teorías de Hermes sobre el macrocosmos-microcosmos, es decir, creían que los procesos que afectan a los minerales y otras sustancias podían tener un efecto en el cuerpo humano (por ejemplo, si uno pudiera aprender el secreto de purificar oro, podría usarse la misma técnica para purificar el alma humana). Estos hombres creían que la piedra filosofal era una sustancia capaz de purificar metales básicos (y por tanto transmutarlos en oro) así como de purificar el alma. Creían en los cuatro elementos y las cuatro cualidades anteriormente descritas, y tenían una fuerte tradición de esconder sus ideas escritas en un laberinto de jerga codificada lleno de trampas para despistar a los no iniciados. Por último, los alquimistas practicaban su arte: experimentaban activamente con sustancias químicas y hacían observaciones y teorías sobre cómo funcionaba el universo. Toda su filosofía giraba en torno a su creencia en que el alma del hombre estaba divididadentro de él tras la caída de Adán. Purificando las dos parte del alma del hombre, éste podría reunirse con Dios. (Burckhardt p. 149) ELEMENTOS PARA PIEDRA FILOSOFAL DE NICOLAS FLAMEL En el siglo XIV, estos puntos de vista sufrieron un cambio importante. Guillermo de Ockham, un franciscano de Oxford que murió en 1349, atacó la visión tomista de la compatibilidad entre la fe y la razón. Su opinión, hoy ampliamente aceptada, era que Dios debe ser aceptado sólo con la fe, pues Él no podía ser limitado por la razón humana. Por supuesto este punto de vista no era incorrecto si uno aceptaba el postulado de un Dios ilimitado frente a la limitada capacidad humana para razonar, pero eliminó virtualmente a la alquimia como práctica aceptada en los siglos XIV y XV. (Hollister p. 335) El papa Juan XXII publicó a principios de los años 1300 un edicto contra la alquimia, que efectivamente retiró a todos los miembros de la iglesia de la práctica del arte. (Edwards, p.49) Los cambios climáticos, la peste negra y el incremento de guerras y hambrunas que caracterizaron a este siglo sirvieron también sin duda de obstáculo al ejercicio filosófico en general. La alquimia se mantuvo viva gracias a hombre como Nicolas Flamel, digno de mención sólo porque fue uno de los pocos alquimistas que escribieron en estos tiempos difíciles. Flamel vivió entre 1330 y 1417 y serviría como arquetipo para la siguiente fase de la alquimia. No fue un investigador religiosos como muchos de sus predecesores, y todo su interés en el arte giraba en torno a la búsqueda de la piedra filosofal, que se dice que halló: sus obras emplean gran cantidad de espacio describiendo los procesos y reacciones, pero nunca llegan a dar la fórmula para lograr las transmutaciones. La mayoría de su obra estaba dedicada a recoger el saber alquímico anterior a él, especialmente en lo relacionado a la piedra filosofal. (Burckhardt p. 170-181) Durante la alta Edad Media (1300-1500) los alquimistas fueron muy parecidos a Flamel: se concentraron en la búsqueda de la piedra filosofal y el elixir de la juventud, que ahora se cree que eran cosas separadas. Sus alusiones crípticas y su simbolismo llevaron a grandes variaciones en la interpretación del arte. Por ejemplo, muchos alquimistas durante este periodo interpretaban que la purificación del alma significaba la transmutación del plomo en oro (en la que creían que el mercurio jugaba un papel crucial). Estos hombres eran considerados magos y hechiceros por muchos, y fueron con frecuencia perseguidos por sus prácticas. (Edwards p. 50-75; Norton p. lxiii-lxvii) Tycho Brahe, más conocido por sus investigaciones astronómicas y astrológicas, era también un alquimista. Tuvo un laboratorio expresamente construido para ello en Uraniborg, su observatorio e instituto de investigación. Uno de estos hombres que surgió a principios del siglo XVI se llamaba Heinrich Cornelius Agrippa. Este alquimista creía ser un mago y pensaba ser capaz de invocar espíritus. Su influencia fue insignificante, pero como Flamel, elaboró escritos a los que se refirieron alquimistas de años posteriores. De nuevo como Flamel, hizo bastante por cambiar la alquimia de una filosofía mística a una magia ocultista. Mantuvo viva las filosofías de alquimistas anteriores, incluyendo ciencia experimental, numerología, etcétera, pero añadió teoría mágica, lo que reforzó la idea de la alquimia como creencia ocultista. A pesar de todo esto, Agrippa aún era un cristiano, aunque sus opiniones entraron con frecuencia con conflicto con la iglesia. (Edwards p. 56-9; Wilson p. 23-9) La Alquimia tiene, por lo tanto, como principal y declarado objetivo la obtención de la Piedra Filosofal, piedra que en la mayoría de los tratados se encuentra descrita como un polvo rojo (el "León Rojo") o de proyección. Las principales virtudes de éste son que, añadido a cualquier fundido de un metal vulgar, genera (transmuta) oro y, añadido al buen vino, da lugar al "Aurum Potabile", "Elixir de la Vida" o "Panacea Universal". Todo ello con una participación espiritual activa del Alquimista. Llegamos de este modo al sesgo básico que aleja la Alquimia de la Ciencia moderna y la acerca a otras Escuelas Iniciaticas como la Masonería: la búsqueda exterior no puede ser disociada de la búsqueda interior, Macrocosmos y Microcosmos no son esferas inconexas. En efecto, la obtención de un compuesto químico es independiente de la situación anímica o espiritual del experimentador, pero la obtención de la Piedra Filosofal depende del grado de pureza espiritual alcanzado por el propio Alquimista. Magia y hechicería en la Edad Media En este tiempo, lo mágico, como lo religioso, invadía prácticamente todos los aspectos de la vida diaria. Sumidos en un universo plagado de misterios, los hombres y mujeres del Medievo buscaban en la magia una explicación y un remedio para todo aquello que los sobrepasaba y les atemorizaba. La magia en la Edad Media podía se de dos tipos: blanca o negra. La distinción entre ambas se basaba en su finalidad: bienhechora y protectora la primera, demoníaca y maléfica la segunda. En realidad, la magia negra, asociada a cultos demoníacos, maleficios, brebajes extraños y aquelarres, fue a menudo una invención de las autoridades, en unos tiempos en que se dieron los primeros síntomas de las persecuciones contra nigromantes o brujas típicas de los siglos XVI y XVII. También se explica por un clima de superstición, temor e ignorancia que hacía que la gentes viesen satanismo en los fenómenos magnéticos, en la alquimia o en la cábala judía. En cuanto a la magia blanca, perseguía un objetivo similar al de ciencias propiamente dichas como la medicina, pero mediante métodos diferentes. Un médico medieval estudiaba los síntomas de un enfermo para encontrar las causas de su dolencia, y aplicaba remedios basados en las propiedades de determinadas sustancias, hierbas en la mayor de los casos. Sanadores y conjuros Un sanador, en cambio, partía exclusivamente de la experiencia, propia o heredada, e introducía en las recetas de las pócimas que elaboraba elementos de carácter esotérico que se relacionaban más con la superstición que con la lógica. Veamos un ejemplo concreto: un ungüento curativo hecho con mantequilla mezclada con cincuenta y cinco hierbas medicinales. En principio, parece algo normal. Pero luego se dice que la mantequilla debía sacarse de la leche de una vaca totalmente roja o totalmente blanca, y la mezcla debía agitarse con un palo con los cuatro nombres en latín de los evangelistas, mientras se recitaba el siguiente encantamiento: acre acre arnem nona aernem beodor aernem nidrem acrun cunad ele arrasan fidine . Probablemente la latinización de una expresión en una lengua desconocida, y que no significaba nada. http://www.google.com.mx/imgres?q=ALQUIMIA+en+la+edad+media&hl=es&sa=X&qscrl=1&nord=1&rlz=1T4TSNF_esMX451MX452&biw=1525&bih=716&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=5fVngO9Kjr3igM:&imgrefurl=http://leyendasmedievales.over-blog.es/article-la-alquimia-en-la-edad-media-89363507.html&docid=E9dTuUvoRDROsM&imgurl=http://img.over-blog.com/300x267/4/58/80/33/El-alquimista.David-Teniers-el-joven_pintor-flamenco_1610-1.jpg&w=300&h=267&ei=28jCT_WdOobs2gX40rVe&zoom=1&iact=hc&vpx=191&vpy=240&dur=666&hovh=212&hovw=238&tx=120&ty=123&sig=106816638536649222829&page=2&tbnh=152&tbnw=184&start=23&ndsp=31&ved=1t:429,r:0,s:23,i:132 Otro ejemplo: se creía que las cenizas de un cuervo curaban la gota y la epilepsia, pero únicamente si el cuervo era cogido en su nido, transportado sin tocar el suelo y quemado, sin entrar en ninguna casa, en una olla nueva. También se decía que las heces de gato curaban la calvicie, que para evitar los ataques de perros había que llevar consigo el corazón de uno de estos animales y que la mordedura de serpiente se curaba con mandrágora. Precisamente la mayor partede las sustancias mágicas se preparaba a partir de plantas, y la planta mágica por excelencia en la Edad Media era la mandrágora. Por la forma de su raíz, que asemeja una figura humana, se asociaba con las brujas, los maleficios y los demonios. Por sus propiedades curativas, soporíferas y anestésicas, e incluso alucinógenas y venenosas si se tomaba en grandes dosis, era tan codiciada como temida. Podía utilizarse contra la calvicie y la gota, y para curar mordeduras de serpiente, heridas y afecciones de ojos u oídos; era, además, el mejor antídoto contra hechizos o posesiones demoníacas. Se creía que mataba a la persona que la arrancase, y por ello, para cogerla, a veces se la ataba un perro, al que después se atraía con un pedazo de carne. O se indicaba que debía cogerse estando en perfecto estado de salud, vistiendo ropas blancas e impolutas, evitando la compañía de mujeres con menstruación y de recién nacidos, purificando la planta antes de tocarla con hojas de roble y agua de manantial, colocando a su alrededor oro, plata, marfil, colmillos de jabalí, cuerno de toro y frutas con miel, y esperando a la caída del sol, momento en que se invocaba a la Tierra pronunciando unas palabras con la mano derecha levantada. Magia y ciencia En la Edad Media, la magia se consideraba una ciencia: se hablaba de las artes magicae o artes incertae, aunque eran artes prohibidas. El término "arte" significaba tanto como ciencia. Pero no fueron solamente los magos propiamente dichos quienes pretendían hacerse con aptitudes y poderes especiales con ayuda de las artes prohibidas, sino más bien los estudiosos los que en el proceso de desarrollo de las ciencias naturales tuvieron que utilizar en sus experimentos científicos las artes mágicas. Por eso entraron muchas veces en conflicto con la Iglesia y especialmente con la Inquisición. La magia y la iglesia A los magos se atribuían conjuros de difuntos y la capacidad de dominar los elementos. Practicaban sin éxito diversas técnicas mánticas (adivinatorias) como la magia especular y la adivinación onírica. También la posesión por el diablo y los hechizos patológicos y necrológicos se relacionaban con los magos. Para escapar de la persecución de la Iglesia, la magia se buscó nuevos espacios dentro del mundo religioso. Desde la cristianización de los paganos, la liturgia y también los ritos eclesiásticos absorbieron cada vez más ideas y acciones que se habían considerado propias de la magia. En la magia medieval desempeñaba un papel importante la influencia de Oriente, y sobre todo de Arabia. Puesto que también para los árabes la magia formaba parte, junto con la alquimia, del arte de la adivinación y la astrología, de las ciencias naturales, como tal erudición llegó a los centros de estudio del medievo europeo. Muchos textos árabes comentaban las diversas formas de la magia. Uno de esos libros influyó sobremanera en las ciencias herméticas hasta la época del Renacimiento: se trata del llamado Picatrix (en árabe, Ghayat al-hakim), donde se sostiene que el ser humano es capaz de transformar el propio ser con ayuda de la ciencia mágica, y sobre todo de las palabras, el idioma y las fórmulas. De esta manera, el ser humano, como entidad intermedia, podía evolucionar hacia formas superiores o inferiores. De acuerdo con el Picatrix, el saber mágico abarca tres ramas: El conocimiento de los talismanes, el de los planetas y el de los conjuros. Las constelaciones astrológicas se entendían como transmisoras de las formas celestes originarias. La misión del mago consistía en trasladar a la materia la forma astral deseada http://www.google.com.mx/imgres?q=ALQUIMIA+en+la+edad+media&hl=es&sa=X&qscrl=1&nord=1&rlz=1T4TSNF_esMX451MX452&biw=1525&bih=716&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=iDtx4zuBYYmi0M:&imgrefurl=http://aportes.educ.ar/quimica/nucleo-teorico/recorrido-historico/antecedentes/de_la_edad_media_a_la_alquimia.php&docid=XkRIutOkchG2SM&imgurl=http://aportes.educ.ar/quimica/Douglas.jpg&w=348&h=450&ei=28jCT_WdOobs2gX40rVe&zoom=1&iact=hc&vpx=312&vpy=162&dur=1085&hovh=255&hovw=197&tx=97&ty=161&sig=106816638536649222829&page=1&tbnh=153&tbnw=118&start=0&ndsp=23&ved=1t:429,r:1,s:0,i:83 http://www.google.com.mx/imgres?q=ALQUIMIA+en+la+edad+media&hl=es&sa=X&qscrl=1&nord=1&rlz=1T4TSNF_esMX451MX452&biw=1525&bih=716&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=o8nWapxYsfVZDM:&imgrefurl=http://elblogdelalincesa.blogspot.com/2011/10/elixir-de-eterna-juventud.html&docid=pWwN-1kr250rIM&imgurl=http://2.bp.blogspot.com/-_W6jyii6uUs/TWBYDvzQyTI/AAAAAAAAADA/4mnR1zczuL4/s1600/alquimista.jpg&w=363&h=517&ei=28jCT_WdOobs2gX40rVe&zoom=1&iact=hc&vpx=1176&vpy=264&dur=1021&hovh=268&hovw=188&tx=100&ty=162&sig=106816638536649222829&page=1&tbnh=157&tbnw=108&start=0&ndsp=23&ved=1t:429,r:21,s:0,i:125 por él partiendo de las estrellas y de determinadas constelaciones. De esta manera se elaboraban los talismanes, en los que tanto los metales empleados para fabricarlos como los signos que se grababan en ellos se correspondían con el ser espiritual atribuido a cada cuerpo celeste y de cuya energía quería apropiarse el ser humano. El mago intentaba asimismo hacer descender esas fuerzas a un determinado lugar para fijarlas en él. Cuando los seres espirituales aparecían personificados en demonios, el mago los conjuraba para ponerlos a su servicio. El Picatrix, donde confluían la astrología y la magia ceremonial, gozaba de gran prestigio entre los sabios de la Edad Media, reconocimiento que llegó hasta el Renacimiento. SANTO TOMAS DE AQUINO Santos contra magos En el proceso en el que la Iglesia pugnó por monopolizar progresivamente los fenómenos sobrenaturales, los santos cristianos acabaron siendo los rivales de los magos. Para la Iglesia, el milagrero que dominaba el arte de la magia era particularmente peligroso, porque el pueblo llano podía tomarlo fácilmente por un santo. La Iglesia se vio ante un peligro muy serio, ya que aparecieron muchos santos falsos que predicaban, profetizaban y congregaban alrededor de ellos a numerosas personas asegurando que eran Jesucristo. El pueblo seguía de buena gana a esas figuras dudosas porque aspiraba a contemplar lo divino con figura humana. Y eso era precisamente lo que prometían esas personas, en las que se combinaban los rasgos de los hechiceros cristianos y paganos. De este modo abrieron de nuevo las puertas a las antiguas creencias paganas, con sus cultos y sus ceremonias mágicas, que seguían vivas en la población y que la Iglesia se esforzaba por condenar al olvido. Había que desenmascarar a los falsos santos en auténticas competiciones de magia. http://www.google.com.mx/imgres?q=santo+tomas+de+aquino&hl=es&sa=X&rlz=1T4TSNF_esMX451MX452&biw=1525&bih=716&tbm=isch&prmd=imvns&tbnid=7x-12xD-P-J02M:&imgrefurl=http://blogcatolicodesantos.blogspot.com/2012/01/santo-tomas-de-aquino_28.html&docid=jt08_boYe5hyoM&imgurl=http://4.bp.blogspot.com/-MK4NR5EwG0U/TyQjEzk527I/AAAAAAAAYyg/zm07r8O44CM/s640/Santo%252BTom%2525C3%2525A1s%252Bde%252BAquino.jpg&w=430&h=598&ei=K8rCT9_CFoqQ2QXpufmGAQ&zoom=1&iact=hc&vpx=436&vpy=318&dur=692&hovh=265&hovw=190&tx=125&ty=139&sig=106816638536649222829&page=1&tbnh=154&tbnw=110&start=0&ndsp=30&ved=1t:429,r:12,s:0,i:145 Este tema, muy extendido en la literatura religiosa de la Edad Media, se basa en el modelo de los escritos apócrifos del Nuevo Testamento, donde se habla de la competición entre Simón Mago y Pedro y se cuenta cómo Pedro logró con sus oraciones que Simón acabara por estrellarse contra el suelo durante uno de sus habituales vuelos mágicos. La magia de los sacerdotes En la Iglesia cristiana, la Biblia y los salmos se manejaban como si fueran textos mágicos, las medallas de santos servían de amuletos, las reliquias sustituían a los fetiches, las representaciones de Dios hacían las veces de ídolos y a partir de la Biblia y los salmos se componían verdaderos librosde magia y fórmulas mágicas. Los exorcistas empleaban salmos y fórmulas de la Biblia para expulsar a los demonios. Con el símbolo de la cruz, el rociado con agua bendita y la administración de la hostia se ahuyentaba a los malos espíritus. Un ámbito particularmente complejo era la magia de los sacerdotes: cuando se lograba que acudiera un cura para exorcizar a un poseso, se demostraba que el clérigo ejercía su poder sobre los demonios. También los magos decían que tenían poder sobre los demonios: quien sabía ahuyentar a los demonios, también podía convocarlos. Es el mismo cuadro ambivalente que se conoce en el chamanismo: el hechicero puede curar, pero también embrujar, puede utilizar su magia para que sanen los enfermos o para que los sanos enfermen o incluso mueran. Los sacerdotes hechiceros podían ser objeto de las mismas sospechas. Lenguajes Secretos Durante el transcurso de la Edad Media, la magia se convirtió en círculos eruditos en una rama de la ciencia. Si al principio los nexos misteriosos se explicaban sobre todo en el plano teórico, a partir del siglo XIII empezaron a abordarlos experimentalmente. La magia experimental conoció un gran auge sobre todo en la alquimia. Los resultados de los experimentos se anotaban para que los descubrimientos de las ciencias ocultas pudieran transmitirse con mayor facilidad a los adeptos o aspirantes a la condición de iniciados. Para protegerse de las amenazas de la Inquisición, pero también para satisfacer la propia aspiración "esotérica", se desarrollaron lenguajes secretos. Sobre todo en la alquimia se ideó una lengua hermética rica en circunloquios simbólicos e imágenes alegóricas. (El símbolo, en arte, se despreocupa de la imitación de lo natural; para ser eficaz, debe ser concreto y esquemático, se ha de reconocer, transmitir y reproducir con facilidad.) En siglos posteriores, este idioma secreto fue la causa de que se desarrollara el gran prestigio de que gozaba este arte entre los científicos naturalistas, pues parecía demostrar que de verdad, y sin duda alguna, se transmitía una ciencia oculta que, al menos así lo parecía, no era fácil de penetrar. En la magia medieval desempeñaba un papel importante la influencia de Oriente, y sobre todo de Arabia. Puesto que también para los árabes la magia formaba parte, junto con la alquimia, del arte de la adivinación y la astrología, de las ciencias naturales, como tal erudición llegó a los centros de estudio del medievo europeo. Muchos textos árabes comentaban las diversas formas de la magia. Uno de esos libros influyó sobremanera en las ciencias herméticas hasta la época del Renacimiento: se trata del llamado Picatrix (en árabe, Ghayat al-hakim), donde se sostiene que el ser humano es capaz de transformar el propio ser con ayuda de la ciencia mágica, y sobre todo de las palabras, el idioma y las fórmulas. De esta manera, el ser humano, como entidad intermedia, podía evolucionar hacia formas superiores o inferiores. De acuerdo con el Picatrix, el saber mágico abarca tres ramas: el conocimiento de los talismanes, el de los planetas y el de los conjuros. Las constelaciones astrológicas se entendían como transmisoras de las formas celestes originarias. La misión del mago consistía en trasladar a la materia la forma astral deseada por él partiendo de las estrellas y de determinadas constelaciones. De esta manera se elaboraban los talismanes, en los que tanto los metales empleados para fabricarlos como los signos que se grababan en ellos se correspondían con el ser espiritual atribuido a cada cuerpo celeste y de cuya energía quería apropiarse el ser humano. El mago intentaba asimismo hacer descender esas fuerzas a un determinado lugar para fijarlas en él. Cuando los seres espirituales aparecían personificados en demonios, el mago los conjuraba para ponerlos a su servicio. El Picatrix, donde confluían la astrología y la magia ceremonial, gozaba de gran prestigio entre los sabios de la Edad Media, reconocimiento que llegó hasta el Renacimiento. Este extremo es inasumible para la Ciencia moderna oficial y sitúa a la Alquimia en el área de lo "Irracional" o cuando menos en el oscuro campo de lo "No Científico". Este último epíteto no deja de ser cuando menos curioso si tomamos como criterio verdad científica la falsabilidad de Popper: En Ciencia es cierto aquello que parece cierto pero se podría demostrar empíricamente que es falso, si lo fuese. La Ciencia moderna, fuera de los cómodos márgenes habituales de normalidad, al ir hacia el infinito en ambas direcciones, como Astrofísica o como Física Nuclear, no cumple este criterio, y, por lo tanto, técnicamente hablando, no son del todo científicas... y recordemos que la transmutación de los metales no dejaría de ser encuadrable en la Física Nuclear. Si bien de una forma un tanto parcial, C.G. Jung, uno de los padres de la Ciencia Psicológica, hoy un tanto relegado (precisamente por "poco científico"), reconoce en la Alquimia el aspecto de la búsqueda interior. Para él, es un proceso de individuación en el cual lo que el Alquimista observa en su atanor no es más que una proyección de su inconsciente, siendo por lo tanto los productos físicos meros subproductos. En esta misma línea sería posible, según Jung, entender el complejo simbolismo Alquímico. Pese a ser claramente incompleta la explicación jungiana, es de justicia reconocerle una aproximación acertada al tema. Realmente, para los verdaderos Alquimistas la experimentación no era más que un ejercicio, que podríamos calificar casi de ascético, con el fin de preparar su mente y su espíritu para alcanzar las más altas cimas. El complejo simbolismo alquímico está repleto de elementos que, comunes a otras tradiciones, remiten hacia la búsqueda gnóstica, en terminología alquímica, la Gran Obra. El mismo Oro, más allá del propio metal, refiere al mundo de la Perfección, pues no olvidemos que el oro es uno de los materiales más inertes en la naturaleza, de forma que puede resistir inmutable el paso del tiempo. No es objeto de este artículo el estudio del simbolismo alquímico, pero baste para animar al lector interesado a su análisis, pues es ahí donde reside la verdadera Alquimia. Por todo lo anteriormente expuesto es comprensible que los Alquimistas, como grupo relativamente numeroso, no pudiesen sobrepasar la frontera del 1.800, si bien es cierto que en épocas posteriores es posible encontrar publicaciones netamente alquímicas, y no tenemos más que referirnos a Fulcanelli en pleno siglo XX. ¿Dónde se fue la Sabiduría Alquímica?. Ya se ha dicho que una parte de ella dio origen a la Química y la Medicina modernas, la parte más mundana, pero la más noble de este Arte hubo de buscar acomodo en lugares más receptivos hacia formas de conocimiento que pasaron a ser consideradas heréticas por los que no dejan de ser sus hijos. Es así como una parte significativa del legado Alquímico pasó a la Masonería, especialmente al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, donde se conservaron los fondos dotándoseles de nuevas formas. Si la Masonería nace, como una de sus fuentes, de los constructores de catedrales góticas, basta leer a Fulcanelli para ver cómo en éstas el componente alquímico es también patente. El espíritu humano tiende a veces a poner el acento en lo anecdótico con respecto a lo principal. Por eso, para algunos la credibilidad de la Alquimia se basa única y exclusivamente en la posibilidad o imposibilidad de obtener oro. No rehuyamos pues la pregunta: ¿ es posible obtener oro a partir de otros elementos?. La respuesta de la Ciencia moderna, demostrada empíricamente, es que sí, pero que los Alquimistas nunca hubieran podido ser capaces de hacerlo puesto que para ello se necesita poner en juego la teoría y, sobre todo, la tecnología nuclear. Corolario: Los alquimistas nunca hicieron oro y fueron, por lo tanto, una pandillade ingenuos embaucadores. Sin pretender tomar una postura al respecto, entre otras cosas por ser meramente anecdótico, la Ciencia moderna arroja cierta duda, para aquel que sepa vivir con ella, sobre la imposibilidad de la transmutación, o transformaciones nucleares de baja energía, e incluso sobre el mero hecho de que el experimentador sea por completo ajeno al devenir del experimento. En ambas líneas no han dejado de aparecer, de tiempo en tiempo, artículos en publicaciones científicas que no han recibido el estudio necesario sino por prejuicios de la comunidad científica oficial. Quién sabe si en el futuro alguien recogerá el guante lanzado. Recordemos a este respecto que una de las máximas de la Alquimia, el hoy conocido como Principio de Conservación de la Masa-Energía, era considerado hasta el siglo pasado, el XX, imposible y propio de la magia. Para finalizar, es de justicia reivindicar para la Alquimia algo tan actual como la Ecología. Goethe, el Alquimista autor de Fausto, reprochaba a Newton, otro Alquimista más en la línea pre-científica, que en sus experimentos forzara en exceso la naturaleza, buscando su dominio en lugar de alinearse con ella. La Alquimia, a diferencia de la Ciencia moderna, no desliga el número de su cualidad, y siempre pretendió entender la Naturaleza y su uso de una forma que hoy calificaríamos de sostenible. Es un legado valioso que también ahora estamos redescubriendo. Conclusiones. ¿Será el único, o seremos capaces de seguir el camino que aquellos viejos magos nos dejaron trazado? E iste una gran diferencia entre seguir cre endo en algo volver a creer en algo. Seguir creyendo que la Luna actúa sobre las plantas denota necedad y superstición, pero volver a creerlo evidencia filosofía y reflexión". Bibliografía. Arte Medieval I. Alta edad media y Bizancio. Varzo, Joaquin, editorial Gustavo gili. IMÁGENES SIMBOLICAS, Gombrich, Alianza forma. Pintura y escultura de la Edad Media.A. Cirici Pallirer. Bellezas Eternas. History of medieval Art. Duby, Georges. Skira Rizzol. Mensaje simbólico del arte medieval, Santiago Sebastián, Ediciones Encuentro.
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